El concepto de ideología en las categorías de la dialéctica materialista y su interpretación psicoanalítica según Slavoj Žižek.

July 6, 2017 | Autor: Santiago Peppino | Categoría: Psychoanalysis, Marxism, Ideology, Jacques Lacan, Slavoj Žižek
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Descripción

El concepto de ideología en las categorías de la dialéctica materialista y su interpretación psicoanalítica según Slavoj Žižek.1

Santiago E. Peppino Introducción En El sublime objeto de la ideología, 2 Slavoj Žižek afirma que existe un punto en común entre el método de interpretación de Marx y el de Freud: en ambos casos se intenta superar la ilusión dicotómica del elemento „oculto‟ a develar detrás de la forma manifiesta (de la mercancía y de los sueños respectivamente), tendiendo en su lugar a proponer un análisis de la forma mediante la cual dicha dicotomía es generada. En este sentido, habría tres elementos de análisis en lugar de dos: 1) lo manifiesto, 2) lo oculto o latente y 3) la operación lógica que genera las condiciones en que la dicotomía anterior es posible. Este tercer elemento es, para Žižek, la estructura de la ideología. En base a lo anterior, el presente trabajo se propone realizar: 1) una reconstrucción del concepto de ideología y su modo de operación según las categorías propuestas por Marx en la economía política y el método dialéctico-materialista; 2) un desarrollo de la interpretación psicoanalítica de la ideología realizada por Žižek a través del marco conceptual psicoanalítico; y 3) una comparación entre los resultados de la reconstrucción del concepto marxista de ideología y lo afirmado por Žižek respecto de su forma de operación en la obra de Marx. El objetivo será, mediante el recurso a los textos de autores fundamentales del materialismo dialéctico (Marx, Engels, Plejánov), buscar elementos conceptuales que permitan realizar algunas confrontaciones con la interpretación del filósofo esloveno sobre la ideología. El método dialéctico en el materialismo y la ideología La dialéctica materialista es presentada como el reverso de la dialéctica idealista de Hegel. Para Marx, las formas lógicas del conocimiento se encuentran indisolublemente vinculadas al mundo real objetivo. En este sentido, a través de la aprehensión racional de las propiedades de la materia es posible establecer las leyes de desarrollo histórico de las sociedades; en el materialismo, la naturaleza opera con independencia de la idea, marcando una clara separación con el sistema idealista hegeliano. 3 Desde aquí, desde la dimensión técnico-material siempre presupuesta (desarrollo de las fuerzas productivas), es posible aprehender las propiedades de los objetos del mundo en un sentido histórico y fundamentalmente activo.4 Esto es lo propuesto por Marx en sus Tesis sobre Feuerbach: la aprehensión sensorial de los objetos del mundo se debe comprender en un sentido activo, ya que es el hombre el que es llamado a resolver el problema de la verdad objetiva en la práctica social revolucionaria. 5 El método dialéctico-materialista es constitutivo de la esencia revolucionaria y no puede ser ignorado, ya que establece un modo de conocer no solo los procesos sociales sino también la lucha práctica.6 En base a lo anterior, Engels aclara que la afirmación hegeliana „todo lo real es racional, y todo lo racional es real‟ responde a una ley de necesidad histórica: aquello que es racionalmente necesario se realiza en el devenir histórico, ocupando el lugar dejado por lo que se ha tornado 1

Publicado en: Ricca, Cedriani, Olmedo y Vázquez (Eds.) Actas del VI Coloquio Nacional de Filosofía y II Coloquio Internacional: actualidad de la filosofía: instituciones, prácticas y resistencias. Río Cuarto: Unirío editora, noviembre de 2014, 436 pags. ISBN: 978-987-688-085-5, pags. del trabajo: 130-136. 2 Žižek, Slavoj, El sublime objeto de la ideología, Siglo 21, Buenos Aires, 2009. 3 Marx, Karl, El capital, Tomo 1, vol. 1, Siglo 21, Buenos Aires, 2012, p. 19-20. 4 Engels, Friedrich, “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana”, en: Cuadernos del pasado y del presente, nº 59. Córdoba: Ediciones Pasado y Presente, 1985; Rubin, Isaak, “Ensayos sobre la teoría marxista del valor”, en: Cuadernos del pasado y del presente, nº 53. Córdoba: Ediciones Pasado y Presente, 1974. 5 Marx, Karl, “Tesis sobre Feuerbach”, en: Cuadernos del pasado y del presente, nº 59. Córdoba: Ediciones Pasado y Presente, 1985. 6 Marx, Karl, El capital…

irracional. 7 Dentro del sentido revolucionario del método dialéctico, toda verdad que se declara necesaria y absoluta está destinada a perecer.8 El método histórico es una parte esencial de la dialéctica que delimita la operación de las leyes del modo de producción capitalista. Este sitúa al capitalismo en condiciones histórico-sociales concretas y le quita su definición ideológica de necesidad metafísica y esencialismo naturalista. Para Marx y Engels, la economía política burguesa esta ideológicamente fundada en leyes no contextualizadas históricamente, presentadas como naturales y asentadas en el mito del hombre solo.9 La aplicación del método histórico es lo que permite descubrir las contradicciones que ideológicamente sitúan al capitalismo como modo naturalmente necesario de producción. El análisis de la forma mercancía y la operación de la ideología en Marx El método anteriormente delimitado de la dialéctica materialista es el que Marx utiliza para su crítica de la economía política. Tal como afirma en el prólogo a su Contribución a la crítica de la economía política,10 el hombre produce socialmente su existencia a través de condiciones materiales de vida que establecen relaciones de producción necesarias e independientes de la voluntad de los sujetos. En este sentido, se entiende por producción a la apropiación de la naturaleza por parte de un grupo social específico. El conjunto de dichas relaciones determina la estructura económica de la sociedad, sobre la que se asientan las formas políticas, jurídicas, artísticas y religiosas que determinan los modos de conciencia social y que se encargan de proteger la apropiación de lo producido. Estas formas son las que para Marx constituyen la ideología, en donde “No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, es su existencia social lo que determina su conciencia”.11 La ideología opera a través de una falsa conciencia sobre la situación social, que se cree independiente y abstraída de sus fundamentos económicos, políticos e históricos.12 En el análisis de la forma de la mercancía dentro del modo de producción capitalista, la formalización del valor de uso en el valor de cambio, su enajenación necesaria producto del proceso de intercambio, es representante de una relación económica y, por lo tanto, de una determinada relación social de producción. Marx define a la mercancía como un objeto que satisface necesidades, con indiferencia a que dichas necesidades se originen “en el estómago o en la fantasía”. 13 En el modelo capitalista, la mercancía se manifiesta en una forma cualitativa, en tanto valor de uso, y una forma cuantitativa, en tanto valor de cambio. Esta última noción representa una cantidad de tiempo de trabajo materializado, reductible a la unidad de medida del trabajo simple, en tanto opera una abstracción de las propiedades cualitativas de la mercancía; de esta manera, todo trabajo cualitativamente individual ingresa a la masa de trabajo social indiferenciado, visible a través del sistema de equivalencias, el “lenguaje de las mercancías”.14 En este punto, aclara Marx que es el carácter comunitario de la forma de producción lo que convierte al trabajo individual en trabajo social abstracto, manifestando el pasaje de relaciones sociales entre personas a relaciones sociales entre cosas: “Únicamente el hábito de la vida cotidiana hace que parezca trivial y obvio el hecho de que una relación de producción social adopte la forma de un objeto, de modo que la relación de las personas en su trabajo se presente, antes bien, como una relación que guardan las cosas entre sí y para con las personas. En la mercancía, esta mistificación es aún muy sencilla”.15 Engels, op. cit. Plejanov, Gueorgui, “Notas y advertencias a la traducción rusa del libro de Engels „Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana‟ ”, en: Cuadernos del pasado y del presente, nº 59. Córdoba: Ediciones Pasado y Presente, 1985. 7 8

Marx, Karl, Contribución a la crítica de la economía política. Buenos Aires: Siglo 21, 2011, p. 286 Idem. 11 Idem, p.5 12 Engels, Friedrich, “Cartas filosóficas de Friedrich Engels”, en: Cuadernos del pasado y del presente, nº 59. Córdoba: Ediciones Pasado y Presente, 1985. 13 Marx, Karl, El capital… p. 43 14 Idem, p.64 15 Marx, Karl, Contribución… p.17 9

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El Carácter fetichista de la mercancía Al trabajar concretamente el carácter fetichista de la mercancía, Marx refiere a un elemento “misterioso” que se oculta debajo de la forma material-física de la misma. Ésta cualidad “metafísica” y “fantasmagórica” es producto de las relaciones sociales que subyacen y se expresan a través de las relaciones entre cosas, dentro de un proceso naturalizado y objetivado por los actores del intercambio. Esto también se debe a que el trabajo heterogéneo y privado de los individuos es equiparado al trabajo social abstracto general. “Al equiparar entre sí en el cambio como valores sus productos heterogéneos, equiparan recíprocamente sus diversos trabajos como trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen. El valor, en consecuencia, no lleva escrito en la frente lo que es. Por el contrario, transforma a todo producto del trabajo en un jeroglífico social”. 16 Los movimientos realizados en el intercambio se realizan entonces con independencia de la voluntad de los actores y estos terminan siendo objeto de leyes que se imponen. Es decir, el hecho de que una mercancía „A‟ (forma relativa) pueda, bajo la ley de equivalencias, expresar su valor en otra mercancía distinta a sus propiedades cualitativas-materiales „B‟ (forma equivalente), da cuenta para Marx de una relación social oculta. Bajo la operación de estas leyes, los productores ven este pasaje como un producto de la tradición, y el acto de cosificación de las relaciones escapa a la historización y a la crítica. Es en el proceso de intercambio donde los individuos se relacionan entre sí, pero solo como propietarios de sus respectivas mercancías, que adquieren valor dentro del sistema de equivalencias creado por el carácter abstracto-general del trabajo: “…su existencia recíproca de unos para otros es la existencia de sus mercancías, y así, de hecho, solo aparecen como vehículos conscientes del proceso de intercambio”.17 Entonces, independientemente de su voluntad, los sujetos se convierten en objeto de la maquinaria abstracta del intercambio, de un modo „trivial y obvio‟, tal como afirmó el filósofo anteriormente. Aún así, esta forma de conciencia determinada por la ideología en donde las relaciones de producción se transfieren como propiedades del objeto, no debe entenderse como una mera forma simbólica o ilusión, sino como la encarnación real-material de la emergencia del valor de cambio. “…una cosa no es sólo un „jeroglífico social‟ misterioso, no es solo „un receptáculo‟ en el cual se ocultan las relaciones sociales de producción entre los hombres.”. 18 Las formas, entonces, están presupuestas a la circulación de las mercancías y velan el carácter social subyacente. Incluso, Marx aclara que por más que sean descifradas bajo el análisis histórico-social, no se elimina su forma material de cosa, en tanto trabajo humano indiferenciado.19 En este sentido, dentro del proceso de circulación, Marx apela a la enajenación o alienación (Entäusserung) para explicar la transformación del valor de uso de la mercancía en su equivalente general ideal-imaginario: el valor de cambio, “…uno es un pan de azúcar personificado, y el otro, oro personificado”.20 En síntesis, se puede decir que las cosas en tanto productos del trabajo existen bajo dos formas: la material y la funcional-social.21 El modelo de producción en el que se encuentre una sociedad dada determina la forma en que lo material y lo funcional-social se relacionan.

Marx, Karl, El capital…, op.cit., p.90-91 Marx, Karl, Contribución…, op.cit., p.25 18 Rubin, Isaak, op.cit, p.58 19 Marx, Karl, El capital…, op.cit. 20 Marx, Karl, Contribución…, op.cit., p.81 21 Rubin, Isaak, op.cit, 16 17

La ideología según Žižek Para definir el concepto de ideología bajo las categorías del psicoanálisis de Lacan, Slavoj Žižek comienza advirtiendo un punto en común entre los métodos interpretativos de Freud y Marx: se intenta en ambos eludir la fascinación (fetichista) provocada por la dicotomía entre lo manifiesto y lo latente, o el contenido que encubre y la forma subyacente. En lugar de agotarse de esta opción o momento hermenéutico, la pregunta crítica apunta a cómo los pensamientos se traducen en la forma del sueño, en el caso del psicoanálisis, y en cómo el trabajo se traduce socialmente bajo la forma de la mercancía, en el caso del materialismo histórico. En lo que respecta al método de interpretación de los sueños, la estructura es de tres términos: pensamiento manifiesto, pensamiento latente y deseo inconsciente que articula el sueño. Si se procede a la traducción del pensamiento latente del sueño en un nuevo pensamiento consciente, el efecto es casi nulo, ya que solo tenemos un nuevo enunciado de sentido que no desarticula la operación lógica del significante en el deseo inconsciente. 22 El filósofo esloveno vislumbra un procedimiento similar en Marx a la hora de analizar el secreto de la mercancía: en primer lugar, se debe advertir sobre la falsa apariencia que dicta que el valor de una mercancía es producto natural y objetivo de la misma; se apela en este momento a un otro significado. En segunda instancia, Marx advierte que la sola advertencia sobre el secreto de la forma mercancía no es suficiente; a pesar de la operación de sentido que interpreta el contenido encubierto, la fascinación fetichista no es abandonada. Es por eso que un tercer momento consiste en reconstruir el proceso, la forma a través de la cual las relaciones entre las personas son encubiertas, similar para Žižek a la forma del trabajo del sueño que traduce pensamientos latentes en manifiestos. Žižek desarrolla esta tercera instancia como un elemento externo que articula a priori las categorías sobre las que se establece la dualidad: el orden simbólico del psicoanálisis de Lacan. Es decir, no se trata de una mera forma de pensamiento (consciente o inconsciente, manifiesto o latente), sino aquello que opera como condición de posibilidad de las formas del pensamiento. Es por eso que la operación no está apuntada a la conciencia de los agentes en el sentido del pensamiento, sino al acto concreto de intercambio en donde los sujetos actúan como “solpisistas prácticos”. La condición ontológica de esta realidad exige que los participantes del acto no sean conscientes de las formas lógicas que determinan el acto; desde este punto, Žižek deriva su primera definición de ideología: “…la ideología no es simplemente una „falsa conciencia‟, una representación ilusoria de la realidad, es más bien esta realidad a la que ya se ha de concebir como „ideológica‟ – „ideológica’es una realidad social cuya existencia implica el no conocimiento de sus participantes en lo que se refiere a su esencia-, es decir, la efectividad social…”.23 La estructura de la ideología es entonces concebida como una instancia tercera que aporta las condiciones lógicas de posibilidad del encubrimiento. De esto se deriva la premisa de que todo universal ideológico contiene necesariamente su propia negación, un elemento interno que permite articular un cierre de otra manera imposible: el síntoma. El libre intercambio de mercancías en la fase capitalista produce una mercancía diferente a las otras: la fuerza de trabajo, que introduce la propia negación del sistema universal del intercambio equivalente a través del plusvalor.24 En este marco, el fetichismo de la mercancía se produce cuando la relación entre personas de la dominación amo-esclavo, anteriormente explicitada en el feudalismo, es reprimida en la burguesía, retornando a modo de síntoma bajo la forma de la relación fetiche entre cosas. En síntesis, para Žižek el modo de operación de la ideología es el del desconocimiento de la operación formal de encubrimiento misma, y no el des-ocultamiento de la realidad detrás del velo. Es decir, la práctica llamada a subvertir la operación de sentido ideológica debe ser algo más que hermenéutica. Esta debe ser revolucionaria en el sentido del acto.

Žižek, Slavoj, El sublime…, op.cit.; www.lacan.com/zizfour.htm, 2006. 23 Žižek, Slavoj, El sublime…, op.cit., p.46-47 24 Idem. 22

Žižek,

Slavoj,

“Jacques

Lacan‟s

four

discourses”.

Recuperado

de:

Confrontación entre el concepto de ideología en Žižek y las categorías marxistas En la práctica psicoanalítica, la mera formulación de la interpretación del sentido oculto del síntoma es inefectiva. Este tipo de intervenciones, en lugar de operar sobre la estructura significante que genera un determinado campo de sentido, perpetúa la repetición gozosa y reproducción del inconsciente que insiste.25 Para responder a este problema, Lacan delimita tres registros: lo imaginario, como orden del significado y lugar de la hermenéutica; lo simbólico, como la estructura legal del significante; y lo real, como un elemento interno al orden simbólico que se resiste a ser significado, un presupuesto lógico que se define como la postulación de la propia imposibilidad del sistema generador de sentido. La presencia de este último elemento obliga al analista a intervenir en el sentido del acto; es decir, no solo teniendo en cuenta el campo del sentido a través de la interpretación clásica, sino también incluyendo al elemento real que subvierte el sentido, ubicando su punto de operación. Esta intervención más allá de la hermenéutica recuerda a Žižek el sentido de la revolución en Benjamin, donde el acto opera a partir de una significación retroactiva del pasado, que parte de una detención del devenir histórico. El hecho revolucionario se renueva apelando a la sincronía del significante, en un momento donde el pasado es advertido como repetición (retorno de lo reprimido, encuentro fallido) y llama a la „redención‟ a partir de una suspensión del flujo metonímico del sentido;26 en palabras de Jorge Alemán: “Lo que está en el fondo de la cuestión es que, por nuestra parte, ninguna contradicción dialéctica, ningún momento endógeno interno al sistema es susceptible de trasformar históricamente al Sistema […] La crisis solo emerge si en lo Real de la producción de la plusvalía adviene un sujeto que desea otra cosa y esa „otra cosa‟, según nuestro parecer, exige algo más que la „multitud‟ y su devenir, exige una construcción política con vocación Hegemónica”.27 De estas categorías deriva Žižek su concepto de ideología, e incluso lee en la teoría crítica de Marx elementos que confirman esta lectura. Lo sublime del objeto de la ideología es, justamente, el elemento real-traumático que pone límites a la operación de significación. El método del materialismo dialéctico permite proponer la modificación de las condiciones históricas de la sociedad a través de una revolución que se realiza, en algún punto, más allá de la interpretación entendida como adición de sentido.28 Para esto, Žižek aclara que es necesario comenzar por comprender la estructura generadora de las abstracciones, el sistema que configura las leyes históricas del modo de producción social, aquello que el filósofo interpreta como el tercer elemento de análisis. Es decir, la comprensión de las leyes que configuran la estructura ideológica permitirá no solo interpretar, sino también vislumbrar el límite de la interpretación, el momento donde es necesario (en un sentido histórico) el acto revolucionario, el punto de lo real en donde insistir con el des-ocultamiento se muestra inefectivo. Desde este lugar el filósofo recuerda a la ideología como cínica, en tanto busca no ser tomada en serio, a los fines de derribar los intentos de desciframiento por parte de la crítica. Después de todo, la alienación (Entäusserung) de los sujetos a la maquinaria del intercambio se realiza, según Marx, de un modo “trivial y obvio”.29 Marx insiste en que el fetichismo de la mercancía no se trata simplemente de enfrentar una ilusión: es la encarnación material de la función social, su única forma de expresión dentro del modo capitalista. A partir de este postulado, Žižek propone comenzar a comprender el modo de operación ideológico como una estructura externa de sentido, que contiene un elemento no-simbolizable que operará luego insistiendo bajo el modo del automatismo inconsciente. Si la repetición del acto de intercambio, la reproducción social de sus leyes, termina instaurando y “cristalizando” el modelo,30 es posible pensar que es justamente esta repetición de hecho la que en un segundo momento se transformará en la repetición ciega de un goce inconsciente, que no es problematizado ni histórica ni críticamente por los actores. Žižek, Slavoj, “Jacques Lacan‟s…”, op.cit. Lacan, Jaques, op.cit. 27 Alemán, Jorge, Soledad: Común. Políticas en Lacan. Buenos Aires: Capital Intelectual, 2012. 28 Marx, Karl (1985) “Tesis sobre Feuerbach”…, op.cit.; Engels, F. (1985) “Ludwig Feuerbach…”, op.cit. 29 Marx, Karl, Contribución…, op.cit., p.25 30 Marx, Karl, Contribución… y El capital…, op.cit.; Rubin, Isaak, op.cit. 25

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Como consecuencia de su concepción de la ideología, el sentido revolucionario del método dialéctico es reinterpretado por Žižek. Aquello engendrado a partir de sí mismo por la ideología (que configura las relaciones de intercambio) es su propia imposibilidad simbólica, su límite interpretativo: “en la perspectiva marxista predominante, la mirada ideológica es una mirada parcial que pasa por alto la totalidad de las relaciones sociales, en tanto que en la perspectiva lacaniana, la ideología designa antes bien, una totalidad que borra las huellas de su propia imposibilidad.”. 31 El postulado de Marx en donde „el verdadero límite de la producción capitalista es el propio capital‟ es interpretado bajo esta categorización de la ideología: si la contradicción a develar es interna al propio sistema capitalista, éste se seguirá reproduciendo de forma permanente, revolucionando sus propias condiciones de existencia. La paradoja reside en que este límite, en lugar de ser un obstáculo, es la propia condición de supervivencia del sistema, que se lanza a la repetición de este elemento real. Es por eso que el acto revolucionario debe ir para Žižek un paso más allá, eliminando las condiciones de emergencia de la estructura de sentido.

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Žižek, Slavoj, El sublime…, op.cit., p.81

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