El concepto de “dictadura” bajo una mirada transatlántica (aprox. 1810-1848)

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Descripción

 

“Conceptos transatlánticos. Nuevos retos y enfoques históricos para Iberconceptos” (Cartagena de Indias, Colombia, 19-21 de abril de 2017)

El concepto de “dictadura” bajo una mirada transatlántica (aprox. 1810-1848) Moisés Prieto

En un ensayo publicado en 1977, Reinhart Koselleck habla del concepto de “Neuzeit”1 y de la semántica asociada al movimiento con todos sus matices.2 En la parte del texto dedicada a la dimensión pragmática del concepto de movimiento, el historiador alemán cuenta el de “dictadura” como significante al que, a raíz de la Revolución Francesa y tras la experiencia napoleónica, se le asocia un significado claramente distinto. Si en su origen romano, el dictador era un magistrado nombrado en tiempos de crisis para resolver la misma y su mandato no debía superar los seis meses, la dictadura posterior a 1800, se convierte en algo permanente, irreversible y creado por sí mismo. Citando a Konstantin Frantz, Koselleck afirma que la dictadura de Napoleón III no fue algo excepcional, sino algo primordial, en el sentido de que se crea algo que antes no existía. Ernst Nolte, quien colaboró con Koselleck para el famoso diccionario Geschichtliche Grundbegriffe, sostenía en el correspondiente artículo “dictadura” de 1972 que dicho término había caído en desuso en Europa entre 1815 y 1848.3 Esta observación algo lapidaria merece ser relativizada por varias razones. En primer lugar –y esto es bien sabido– dicha obra monumental enciclopédica se ocupa exclusivamente de conceptos en Europa (centrooccidental), sin considerar, por ejemplo, América Latina. En segundo lugar, la inexistencia de dictaduras reales no conlleva necesariamente la falta de un tratamiento por lo menos teórico, abstracto y filosófico de la noción de dictadura. En tercer lugar, Nolte pasa por alto fenómenos de memoria como el culto a Oliver Cromwell o el recuerdo a Bonaparte; dos casos                                                              1

El término alemán de “Neuzeit” abarca en realidad un periodo de tiempo desde el final de la Edad Media hasta la actualidad. Este periodo se puede dividir sucesivamente en Frühneuzeit (Edad Moderna) y Moderne (Edad Contemporánea).

2

Reinhart Koselleck, “’Neuzeit’. Zur Semantik moderner Bewegungsbegriffe“, in: Reinhart Koselleck (ed.), Studien zum Beginn der modernen Welt, Stuttgart: Klett-Cotta, 1977, 264-299. El texto ha sido republicado en Reinhart Koselleck, Vergangene Zukunft. Zur Semantik geschichtlicher Zeiten, Frankfurt a.M.: Suhrkamp, 1989, 300-348. 3

Ernst Nolte, "Diktatur", in: Otto Brunner, Werner Conze y Reinhart Koselleck (eds.): Geschichtliche Grundbegriffe, tomo 1, 5a edición, Stuttgart: Klett-Cotta, 1979, 900-924, 910-911.

1   

 

que a partir de los años 20 y 30 del siglo

XIX

inspiraron políticos, historiadores, poetas,

escritores y pintores en Francia y en el Reino Unido. La ignorancia u omisión de América Latina en los estudios sobre la dictadura es algo bastante común.4 Si bien la investigación se ha volcado mayoritariamente en los regímenes del siglo XX,

aquella historiografía que tratan los casos del siglo XIX se olvidan a menudo de mencionar

los ejemplos de Bernardo O’Higgins, José Gaspar Rodríguez de Francia, Juan Manuel de Rosas, Antonio López de Santa Anna o Simón Bolívar. Estos brillan por su ausencia también en las obras de Carl Schmitt, Maurice Duverger, Melvin Richter, Peter Baehr y Mario Turchetti. Por otro lado, es preciso mentar la investigación del historiador del derecho Pierangelo Catalano quien sí se ha dedicado al estudio de la influencia del derecho romano en América Latina.5

Resulta asombroso y fascinante al mismo tiempo que una realidad tan europea como la dictadura haya tenido una época de auge allende el Atlántico y, además, cien años antes del periodo de entreguerras que tantos regímenes autoritarios engendró en el viejo continente. Una mirada transatlántica para el primer siglo

XIX

se convierte en un enfoque obligado a la

hora de estudiar la dictadura.

En mi aportación pretendo aproximarme a esta noción desde una perspectiva distinta, tratando de ir más allá de la clásica historia de los conceptos de corte koselleckiano, enriqueciéndola con otras miradas. Sin embargo, no podemos eximirnos de plantearnos el problema de la definición de dictadura. A mediados del siglo XIX, la denotación se mantenía intrínsecamente relacionada con el paradigma de la antigua Roma. Ni la Encyclopaedia Britannica de 1842, ni el Dictionnaire général et grammatical des dictionnaires français de 1846, ni tampoco el Herders Conversationslexikon de 1854 ofrecían una acepción distinta a la del magistrado de la antigua Roma. Por esta razón, debemos recurrir a una definición implícita. En su obra La transformación del mundo (alem. Die Verwandlung der Welt), el historiador alemán Jürgen Osterhammel resuelve la cuestión de modo pragmático.                                                              4

Sobre la cuestión de si es más oportuno estudiar el concepto de dictador o el de dictadura, sostengo que considerando el periodo estudiado –de 1810 hasta 1848– ésta carece de importancia, ya que entonces una dictadura implicaba la existencia de un dictador y viceversa. 5

Pierangelo Catalano, "Consolato e Dittatura: l’«esperimento» romano della Repubblica del Paraguay (18131844)", in: Giovanni Meloni (ed.), Dittatura degli antichi e dittatura dei moderni, Roma: Editori Riuniti, 1983, 151-172; Pierangelo Catalano, Modelo institucional romano e independencia: República del Paraguay 18131870. Asunción: Ediciones Comuneros, 1986; Pierangelo Catalano, "Le concept de dictature de Rousseau à Bolívar: essai pour une mise au point politique sur la base du droit romain", in: François Hinard (ed.), Dictatures. Actes de la Table ronde de Paris, 27-28 février 1984. Paris: De Boccard, 1988, 7-25.

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Dictatorships are postrevolutionary or postrepublican systems in which a single individual, usually, with a small group of helpers and subordinate rulers, enjoys a freedom of action comparable to that of a monarch. He does not, however, have the sanction of tradition, dynastic legitimacy, or religious consecration. The dictator, known in Europe since antiquity, keeps himself in power through the use or threat of violence, and by providing for a clientele of varying size. The army and police do well under his rule, and his control over them is an indispensable element. Having installed himself for life, he must ensure that the special conditions of his coming to power (whether a putsch or popular acclamation) are translated into durable institutions. Examples of this type were few and far between in Europe after the fall of Napoleon I.6 Esta definición sui generis muestra una connotación decididamente negativa, en la que se echa de menos una mayor consideración de los conceptos por parte de la historia global. En realidad, en la primera mitad del siglo

XIX

el término “dictador” no ostentaba una impronta

exclusivamente injuriosa.7 De allí no debe sorprender que el jefe supremo de la República del Paraguay, José Gaspar Rodríguez de Francia, se autodenominase “dictador”. Pero Osterhammel pasa por alto un importante cambio con respecto al paradigma romano, al cual ya me he referido. Pues como bien dice Sandra Carreras, “la figura de la Dictadura Perpetua es una aberración desde el punto de vista del derecho romano”.8 Ya el controvertido filósofo del derecho Carl Schmitt había sugerido en su ensayo de 1921 Die Diktatur la dicotomía “dictadura comisarial” y “dictadura soberana”.9 Mientras que la primera suspende una constitución para protegerla, la segunda establece una nueva constitución, un nuevo orden a partir de una tabula rasa. La primera podría atribuirse a la dictadura en la antigua Roma, cuyo ejemplo más significativo es el de Lucio Quincio Cincinato, quien ocupó este cargo en dos ocasiones. Al haber eliminado las amenazas contra Roma en tan solo seis días, éste dimitió por lo que se le considera la encarnación de las virtudes cívicas y republicanas. Pero la antigua Roma nos proporciona también ejemplos de lo contrario, de dictadores déspotas y sanguinarios que intentaron perpetuarse en el cargo como Lucio Cornelio Sila o Cayo Julio César.                                                              6

Jürgen Osterhammel, The Transformation of the World: a global history of the nineteenth century, tr. by Patrick Camiller, Princeton, NJ: Princeton University Press, 2014, 576 (énfasis original).

7

Sandra Carreras, "Del “reino del terror” al “modelo de desarrollo autocentrado”. Las diferentes interpretaciones acerca de la figura histórica del Dictador Supremo del Paraguay, Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia", in: Iberoamericana, 45, 1, 1992, 17-35, 21; Catalano, "Le concept de dictature…”, 7-8. Sin embargo, Melvin Richter afirma que términos como “dictadura”: “were seldom employed in purely disinterested analyses.” Melvin Richter, "A Family of Political Concepts. Tyranny, Despotism, Bonapartism, Caesarism, Dictatorship, 1750-1917", in: European Journal of Political Theory, 4, 3, 2005, 221-248, 226.

8

Carreras, "Del “reino del terror…”, 21 (énfasis original).

9

Carl Schmitt, Die Diktatur. Von den Anfängen des modernen Souveränitätsgedankens bis zum proletarischen Klassenkampf, 7a edición, Berlín: Duncker & Humblot, 2006, 133-134.

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Los límites de la historia de los conceptos, tan centrada en las obras de los grandes autores, cuyas consecuencias podemos ver en el artículo de Nolte, pueden sobrepasarse a través del uso de fuentes de divulgación más extensa. Artículos de prensa, literatura de viaje e incluso novelas son algunos ejemplos de material que puede ser de provecho para un estudio de este tipo. Sin embargo, propongo cruzar los límites del enfoque en el concepto, tan oprimido por miradas onomasiológicas y semasiológicas, tan hostigado por cuestiones de denotación y connotación. Para ello sugiero un camino inspirado en la metahistoria de Hayden White,10 historiador y estudioso de literatura norteamericano quien colaboró con el mismo Koselleck. De esta forma, abandonamos el concepto estricto de “dictadura” para abrazar una mirada articulada en torno a la narrativa de la dictadura. En otras palabras, la dictadura no tanto como concepto que puede ser explicado, definido, adoptado o alterado, sino como algo que puede ser narrado. De allí podemos estudiar a qué modelos se recurre para narrar a un determinado dictador, qué alegorías y metáforas aparecen en el texto y cómo se desarrolla el carácter dentro de la trama. Intentaré ilustrar este planteamiento a través de dos ejemplos concretos. Para ello recurriré a los regímenes del dictador paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia y del argentino Juan Manuel de Rosas y a diferentes tipos de fuente que tratan a estos personajes.

*** José Gaspar Rodríguez de Francia (o simplemente José Gaspar de Francia) nació en 1766 en Yaguarón (Virreinato del Río de la Plata).11 Francia frecuentó la escuela primaria y alcanzó el bachiller en filosofía y teología en Asunción. Entre 1778 y 1788 estudió en la Universidad Real de Córdoba del Tucumán, donde se graduaría con el título de Doctor en Sagrada Teología. Una vez vuelto a Asunción, practicó la ley y enseñó teología. En 1808 fue nombrado Alcalde de Primer Voto. Las noticias de la Revolución de 1810, en un principio, no le interesaron demasiado. Francia temía la hegemonía de Buenos Aires dentro de una Latinoamérica independiente. En 1811 fue nombrado miembro de la Junta Superior gubernativa, cargo del que dimitiría en respuesta al poder del ejército. Tras su retiro al campo volvería a este gremio una vez que sus condiciones fueron aceptadas. El Congreso del                                                              10

Hayden White, Metahistory. The Historical Imagination of Nineteenth-Century Europe, Baltimore, MD: Johns Hopkins University Press, 1974. 11

Para este esbozo biográfico me he basado en Julio César Chaves, El Supremo Dictador. Biografía de José Gaspar de Francia, 4a edición. Madrid: Ediciones Atlas, 1964. Para una nota biográfica más sucinta, véase también Carreras, "Del “reino del terror…”, 19-21.

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Paraguay aprobó entonces una nueva constitución con dos cónsules como jefes de Estado por la duración de un año. Francia y el coronel Fulgencio Yegros inauguraron este cargo en 1813. Al año siguiente, Francia propuso otra reforma: un solo dictador debería tomar las riendas del país y defenderlo de las influencias de los europeos, garantizando así la independencia nacional. Gracias al apoyo de los campesinos logró ser nombrado dictador temporal por un periodo de cinco años. Durante esta “primera” dictadura, los opositores a Francia, especialmente aquéllos que ambicionaban una anexión del Paraguay a las Provincias Unidas del Río de la Plata, fueron vigilados mientras que la Iglesia tuvo que someterse a los ideales de la revolución. Ya antes del vencimiento del cargo, en 1816, el Congreso Nacional fue convocado para conferir a Francia la dictadura vitalicia y el derecho a convocar el Congreso, algo que no volvería a ocurrir hasta su muerte en 1840. “El Doctor Francia”, como se suele denominar, no fue ningún desconocido en Europa. Tanto la prensa de Italia como la opinión pública rusa tenían conocimiento de su gobierno. Pero es sobre todo gracias al Ensayo histórico sobre la revolución del Paraguay que el dictador paraguayo penetró en Europa.12 Animados por los relatos de Alexander von Humboldt, en 1818 los dos médicos suizos Johann Rudolf Rengger y Marcelin Longchamp emprendieron un viaje a Sudamérica que les llevaría hasta el Paraguay para estudiar la historia natural. En 1820, un intento de asesinar al dictador fue el origen de una radicalización del régimen. El Dr. Francia respondió con gran dureza, ejecutando a los supuestos implicados en el golpe de estado. Además cerró las fronteras del territorio, impidiendo así entrar y salir del Paraguay. Los dos estudiosos permanecieron allí forzosamente hasta 1825, año en que se les permitió abandonar el país y volver a Suiza. Una vez repatriados, Rengger escribiría el famoso ensayo que aparecería primero en francés y alemán y seguidamente en español e inglés.13 El ensayo está dividido en dos partes, estando la primera centrada en hechos históricos ordenados cronológicamente en los que se describe la carrera del Dr. Francia y su llegada al poder, acompañados de anécdotas, algunos de ellos protagonizados por los mismos suizos, mientras que la segunda parte es un esbozo del sistema dictatorial del Paraguay. Rengger proporciona una mirada compleja del dictador. Sus humores, manías y caprichos relativizan el ideal de racionalidad y frialdad que se espera de un gobernante. Francia no es condenado por                                                              12

Un análisis pormenorizado del relato de Rengger se encuentra en la tesina de Ulrich Müller. Ulrich Müller, Revolution und Revolutionsgeschichte: der paraguayische Diktator Jose Gaspar Rodriguez de Francia und der Schweizer Naturwissenschaftler Johann Rudolf Rengger, tesina de licenciatura no publicada, Universität Zürich: 1983.

13

A pesar de aparecer Rengger y Longchamp como autores, la redacción corrió únicamente a cargo del primero. Günther Kahle, "Ein südamerikanischer Diktator, Dr. Francia von Paraguay, im Spiegel der europäischen Geschichtsschreibung", in: Saeculum, 15, 1964, 249-259.

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el autor de manera inapelable y éste no se olvida de subrayar sus logros. Dentro de la narración hay unos temas que recurren con frecuencia, de manera que logran acentuar un determinado carácter. El fusilamiento de un español que se había atrevido a vilipendiar al dictador en dos ocasiones es calificado por Rengger como el comienzo del “reinado del terror”.14 La palabra aparece con relativa frecuencia a lo largo del texto. Su uso sugiere el Terror durante la Revolución francesa, entre 1793 y 1794, cuyo recuerdo seguía todavía muy vivo en Europa en los años veinte del siglo

XIX.

Implícitamente diferentes pasajes del texto recalcan el dramatismo de

esta fase.

Hasta entonces los Paraguayos se habían distinguido de los demás pueblos de la América del Sur por un espíritu de unión que, puede decirse, hacía de ellos una sola familia: ahora se vieron hermanos denunciar a un hermano, y un padre acusar a sus hijos: es cierto que esto fue un efecto del tormento; pero no lo es menos que la desconfianza se apoderó de todos los ánimos y penetró hasta en lo interior de las familias. Ya nadie quiso ser depositario de los secretos de su vecino, de miedo que se le tuviese por cómplice suyo, de manera que, aquellos hombres, naturalmente poco comunicativos, se aislaron enteramente.15 La delación tuvo un papel muy importante dentro de este sistema, convirtiéndose en una característica fundamental del terror. El despotismo del dictador se puede entrever en la facilidad con la que manda ejecutar y torturar a sus presos.

Viéndose pues en vísperas de un ataque exterior se decidió, para prevenir, todo movimiento interior, a deshacerse de los conjurados que tenía siempre presos. Principió haciendo arcabucear al portador de la carta, y luego interrogó a los presos; pero no pudiendo obtener ninguna confesión, les mandó dar tormento, por cuyo medio descubrió nuevos cómplices, que a su vez denunciaron otros.16

                                                             14

Johann Rudolf Rengger y Marcelin Longchamp, Ensayo histórico sobre la revolución del Paraguay y el gobierno dictatorio del Doctor Francia, trad. por J.C. Pagès. París: Imprenta de Moreau, 1828, 64. Para este texto he utilizado la traducción al castellano. Se trata, a mi modo de ver, de una traducción fidedigna del relato que se publicó por primera vez en 1827 en francés y alemán (Essai historique sur la révolution du Paraguay et le gouvernement dictatorial du Dr. Francia, Paris: Hector Bossange, 1827; Historischer Versuch über die Revolution von Paraguay und die Dictatorial-Regierung von Dr. Francia, Stuttgart/Tübingen: J.G. Cotta’sche Buchhandlung, 1827). Para simplificar la lectura, he adaptado las citas textuales a la ortografía del castellano actual. 15

Rengger y Longchamp, Ensayo histórico, 104.

16

Rengger y Longchamp, Ensayo histórico, 96.

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A veces, las manías del dictador rozan lo patológico. Rengger presume que su mal carácter es una consecuencia del viento de nordeste.17 El siguiente pasaje muestra nuevamente el trastorno comportamental del Dr. Francia.

Una mujer común que, no sabiendo de qué medio valerse para hablar al dictador, se había acercado de la ventana de su despacho, la mandó a la cárcel para castigar su atrevimiento; y su marido, que ni siquiera tuvo conocimiento del supuesto delito, la acompañó en su suerte. Tanto irritó al dictador aquella falta de respeto a su persona, pues así calificaba el hecho, que dio al centinela que estaba a la puerta de su casa esta singular consigna: «Si alguno al paso, se atreve a mirar fijamente la fachada de mi casa, pégale un tiro; si lo yerras aquí tienes otro tiro (le había traído un fusil cargado con bala); y si en el segundo le yerras, yo no te erraré a ti.»18 Sin embargo, la mirada renggeriana hacia el dictador no está monopolizada por el desprecio. El autor se esmera por rendirle justicia al escribir: “Debo declarar en honor de la verdad que durante todo este tiempo jamás puso el doctor Francia el más mínimo obstáculo a nuestras ocupaciones; antes al contrario nos dio más de una vez pruebas de su afecto.”19 En el relato se advierte un punto de inflexión que cambia por completo la imagen del dictador. A mediados del año 1824, el suicidio de un joven que gozaba de la simpatía de Francia le impactó de tal manera que decidió moderar el sistema represivo. Ese joven, a quien el dictador había nombrado secretario de estado, había cometido “algunas faltas leves”. “[T]emiendo que el dictador le reprimiese o echase de si, tomó el partido de ahogarse [sic]”, escribe Rengger. La liberación de algunos presos, la suspensión de las prácticas delatoras y la dimisión de funcionarios insolentes fueron algunas medidas que paliaron levemente aquel férreo régimen.20 Este episodio que podríamos llamar la “conversión del dictador”, recuerda el personaje de una importantísima novela cuya primera versión se publicó en el año 1827. La novela es Los novios de Alessandro Manzoni y el personaje al que me refiero es el denominado “Innominado”. En este relato, ambientado en la Lombardía de la Guerra de los Treinta años, el villano Don Rodrigo, un noble español, recurre a los servicios del Innominado para que éste rapte a Lucía, prometida de Renzo. La pureza de Lucía logra convertir al sanguinario y despiadado personaje que finalmente la pondrá en libertad.                                                              17

Rengger y Longchamp, Ensayo histórico, 297.

18

Rengger y Longchamp, Ensayo histórico, 163.

19

Rengger y Longchamp, Ensayo histórico, 179.

20

Rengger y Longchamp, Ensayo histórico, 160-162.

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Tanto la novela de Manzoni como el relato de Rengger encajan en el modelo narrativo del romance. Hayden White lo define de la siguiente forma:

The Romance is fundamentally a drama of self-identification symbolized by the hero’s transcendence of the world of experience, his victory over it, and his final liberation from it – the sort of drama associated with the Grail legend or the story of the resurrection of Christ in Christian mythology. It is a drama of the triumph of good over evil, of virtue over vice, of light over darkness, and of the ultimate transcendence of man over the world in which he was imprisoned by the Fall.21 Tan solo un año después de la conversión del dictador, los médicos suizos obtuvieron el permiso de salir del Paraguay, por lo que el sucesivo desarrollo del régimen “francista” hasta su muerte en 1840 permanece desconocido – por lo menos a los ojos de Rengger quien murió en 1835. ¿Qué nos aporta esta mirada para la semántica histórica de “dictador”? De estas observaciones y comparaciones desprendemos la dificultad de un juicio moral contundente sobre un dictador y la capacidad que se le atribuye para redimirse. Si al relato de Rengger añadimos la trama de la ópera seria de Mozart titulada Lucio Silla en la que el despótico dictador romano se arrepiente y devuelve finalmente el poder al Senado, podemos decir que el romance es un modelo narrativo al que en la era de las revoluciones (Hobsbawm) se recurre para darle sentido a un relato sobre un dictador. De todas formas, el romance no es el único modelo narrativo posible ni para la dictadura en general, ni para el régimen del Dr. Francia en especial. En 1838 los hermanos Robertson, dos comerciantes escoceses que habían permanecido en el Paraguay entre 1812 y 1815, publicaron el relato Letters on Paraguay y al año siguiente Francia’s Reign of Terror en el que, como el nombre ya indica, retrataron al dictador de forma muy negativa.22 Leila Gómez compara este relato con la novela gótica a la manera de Frankenstein de Mary Shelley (1818).23

El dominio del doctor Francia tuvo una concomitancia con la dictadura del porteño Juan Manuel de Rosas.24 Rosas no pertenece a la generación de los grandes héroes de la independencia de América latina como Bolívar, San Martín u O’Higgins. Nacido en 1793 en                                                              21

White, Metahistory, 8-9.

22

Carreras, "Del “reino del terror…”, 22-23.

23

Leila Gómez, Iluminados y tránsfugas. Relatos de viajeros y ficciones nacionales en Argentina, Paraguay y Perú, Madrid y Frankfurt a. M.: Iberoamericana Vervuert, 2009, 137-138.

24

Esta nota biográfica está basada en John Lynch, Argentine Dictator. Juan Manuel de Rosas 1829-1852, Oxford: Clarendon Press, 1981.

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Buenos Aires, sirvió de mozo de municiones durante las invasiones inglesas de 1806. Siendo descendiente de una acomodada familia de estancieros, por tanto dedicados al cultivo y a la ganadería, gozó de una educación típica para su estamento que concluyó con su formación de militar en la tropa de caballería. La Revolución de Mayo de 1810, es decir el primer episodio de la Guerra de Independencia contra la Corona española, no atrajo al adolescente Rosas en absoluto, quien permaneció en casa. En su hacienda en el campo aprendió el duro trabajo del ganadero y el trato con los gauchos, la única mano de obra en el interior del país. Jerarquía, autoridad y una férrea disciplina fueron los principios fundamentales para la gestión y el mantenimiento del hogar en el campo. En la guerra civil entre unitarios, defensores de una Argentina centralista y liberal, y los federalistas, quienes temían la pérdida de las posiciones de las élites locales en cada provincia, tomó partido por éstos últimos. En 1820, Rosas recurrió a sus unidades de caballería compuestas de gauchos para reestablecer el orden en Buenos Aires. Después se destacó en la guerra contra los indios en las Pampas del sur. Posteriormente volvió a su estancia. Sus éxitos y victorias la valieron su fama de hombre de orden y disciplina y de afortunado estanciero, de manera que se convirtió en el hombre fuerte de los federalistas. En 1829 fue elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires. Rosas exigió del Parlamento poderes extraordinarios para reestablecer el orden. Y el Parlamento asintió. Ocupó el cargo hasta 1832, año en que fue substituido por otro federalista, Juan Ramón Balcarce. La inestabilidad volvió a la orden del día, lo que allanó el camino para un segundo mandato de Rosas. En 1834, el Parlamento volvió a otorgarle el mando, con la suma del poder público. Terror de estado, culto a la persona –su efigie colgaba en las paredes de las iglesias– estado policial y la hegemonía de Buenos Aires sobre las demás provincias de la Confederación Argentina fueron las características de su dominio. Su derrota en la guerra de La Plata le obligó a exiliarse a Gran Bretaña donde moriría en 1877 en su estancia de Southampton. A continuación procuraré acercarme a la dictadura rosista a través del uso de diferentes tipos de material al que la clásica Begriffsgeschichte no suele recurrir. No debe sorprender que un personaje tan carismático como Rosas cautivase la atención de muchas personas. En 1833, es decir, en el intervalo entre el primer y el segundo mandato,

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hubo un encuentro entre el militar y el naturalista británico Charles Darwin. En su famoso Journal of Researchers into the Geology and the Natural History retuvo el siguiente recuerdo:

General Rosas intimated a wish to see me; a circumstance which I was afterwards very glad of. He is a man of an extraordinary character, and has a most predominant influence in the country, which it seems probable he will use to its prosperity and advancement. He is said to be the owner of seventy-four square leagues of land, and to have about three hundred thousand head of cattle. His estates are admirably managed, and are far more productive of corn than any others. He first gained his celebrity by his laws for his own estancias, and by disciplining several hundred men, so as to resist with success the attacks of the Indians.25 Darwin continúa narrando anécdotas sobre Rosas de las que se deduce un carácter rígido, pero también amable y jovial en su trato. En general, la impresión del inglés sobre el estanciero y exgobernador es muy positiva. El interés europeo por Rosas aumentó con el Bloqueo francés al Río de la Plata (1838-1840) y con la participación de la Confederación Argentina en la Guerra Grande (1839-1851). A mediados de los años cuarenta, el dictador se convirtió en la manzana de la discordia de dos ciudadanos británicos que en sendos ensayos publicados y dirigidos a la atención del entonces secretario de estado para Asuntos Exteriores y posterior primer ministro del Reino Unido, conde de Aberdeen, expresaron sus sentimientos con respecto a Rosas. El primero es un ensayo anónimo, escrito por un residente de Montevideo. El autor efectúa un doble ataque contra el apologeta de Rosas –un tal Alfred Mallalieu– y el dictador de Buenos Aires:

Mr. Alfred Mallalieu throws down the gauntlet as the champion and eulogist of a man whose crimes have no redeeming quality; he is either wicked enough or ignorant enough to trace the career of Rosas as a personification of greatness and goodness, whereas those who have been eye-witnesses of that career know him to be both in public and and [sic] in private life a hideous monster. His greatness consists in his having had tact sufficient to advance himself to supreme power by military violence, and in maintaining that supremacy by the unreserved use of the poniard.26 El autor reproduce relatos espeluznantes de ejecuciones y asesinatos arbitrarios, a veces perpetrados contra altos dignatarios de Buenos Aires. Las numerosas alusiones al cristianismo y al aspecto anti-cristiano de la dictadura de Rosas dejan entrever un importante rasgo de religiosidad por parte del desconocido autor. Al privar a los crímenes de Rosas la facultad de                                                              25

Charles Darwin, Journal of Researchers into the Geology and the Natural History, London: Henry Colburn, 1840, 85.

26

Rosas and some Atrocities of his Dictatorship in the River Plate, London: Simmonds and Clowes, 1844, 6.

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redimirse, la pauta narrativa empleada se aproxima al modelo del drama. Al final de la carta, el autor expresa sus intenciones con más claridad:

And after all, my Lord, what is it we ask? Do we ask her Majesty's Government to intermeddle with the domestic affairs of the Argentine nation? Do we ask them to become knights errant for the redress of the grievances that unhappy nation has to sustain from her insane Ruler?—Far from it: we ask only for that which the foregoing history gives to Reason, to Justice, to Civilization, and to Christianity a right to demand from England and France—Let not such a man EXTEND his dominion on earth.27 El texto pretende dar argumentos a la diplomacia británica para intensificar su intervención en defensa de Montevideo, ciudad sitiada desde el año anterior a la publicación de esta carta. En el apéndice, se recogen testimonios de la prensa donde se acusa también la adoración del dictador en las iglesias: “The painted picture of the Dictator is set up for adoration, and the people are taught by the apostate priests to disregard their duty to their Creator, and to put their trust in the ephemeral power of a man.”28 No faltan alusiones y comparaciones a la situación de la iglesia y de los sacerdotes durante la Revolución francesa.

En el lado opuesto argumenta Mallalieu quien, al igual que el anterior, se dirige a Lord Aberdeen en una colección de cartas publicada en 1845. Los excesos de violencia del general Rosas son relativizados y justificados. El siguiente pasaje es particularmente representativo:

And although, still deploring the loss of life with which it has been accompanied, and reprobating the sanguinary excesses by which it has occasionally been degraded, whether by the acts of the chief himself or by his partisans, yet not slow, at the same time, to own, that order so energetically re-established out of a frightful anarchy, and rigidly maintained; that society so skillfully re-organized from out a chaos of conflicting elements; that material prosperity, refounded on a sense of general security; all as now existing and in evidence, could scarcely have been achieved by a milder course treatment; certainly not by the ordinary forms of law, or the feeble action of newfangled constitutions. In moments of crisis,—whether springing from dissensions within, or the perils of invasion without, or both combined,—Rome sought safety, and only found it, in the suspension of all constitutional forms: dictators were created with powers above the law, and limited only by their own iron will; terror was their instrument; through reigns of terror was order restored at home, safety secured abroad, and their mission accomplished.29

                                                             27

Rosas and some Atrocities, 29 (énfasis original).

28

Rosas and some Atrocities, 32.

29

Alfred Mallalieu, Rosas and his Calumniators, London: Effingham Wilson, 1845, 9-10.

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Para Mallalieu, orden y paz tienen un precio que la sociedad debe estar dispuesta a pagar. En su argumentación recurre al modelo de la antigua Roma; una sutil referencia al famoso lema historia magistra vitae. El tono apologético adoptado con respecto a Rosas por Mallalieu y, en cierto modo, también por Darwin levanta la cuestión alrededor de una reflexión sobre la dictadura en Gran Bretaña. Como ya he expuesto más arriba, en la primera mitad del siglo XIX la figura de Oliver Cromwell experimentó un importante interés por parte de algunos intelectuales británicos. El más destacado es sin duda el historiador y pensador escocés Thomas Carlyle (1795-1881) quien le utilizó junto con Napoleón para desarrollar su idea de “héroe cual rey” en su famoso ensayo On Heroes, Hero-Worship and the Heroic in History (1840). Aunque un rey y un dictador no son lo mismo, Carlyle desconstruye etimológicamente el concepto de rey hasta reducirlo a un sinónimo de “poder del más hábil”,30 compatible con una definición panegírica de dictadura. De forma más explícita, el mismo Carlyle publicó en 1843 un ensayo sobre el dictador del Paraguay José Gaspar de Francia, para el que utilizó los principales relatos existentes, es decir, los de Rengger y los hermanos Robertson. Dr. Francia puede ser leído como un elogio del régimen del paraguayo frente a los ataques de los comerciantes escoceses. Las miradas europeas hacia las dictaduras latinoamericanas no procedían solo del Reino Unido. La participación de Francia en la Guerra Grande justificó también un interés galo por Juan Manuel de Rosas. Y la más ilustre de estas miradas debe ser atribuida a nadie menos que a Alexandre Dumas (padre) quien en 1850 publicó la novela Montevideo ou une nouvelle Troie (La nueva Troya). En ella su autor toma partido en favor de los sitiados de Montevideo. Rosas y su régimen son retratados de forma muy negativa. Dumas explica también la Mazorca, organización paramilitar encargada de vigilar, castigar, asesinar y aterrorizar a la población en nombre del dictador.

A cette société de la Mas-horca [sic] étaient affiliés, par ordre supérieur, le chef de la police, les juges de paix, tous ceux enfin qui devaient veiller au maintien de l’ordre public; de sorte que lorsque les membres de la société forçaient la maison d'un citoyen, pour piller cette maison ou assassiner ce citoyen, celui dont la vie ou la propriété était menacée avait beau appeler à son aide, personne n'était là pour s'opposer aux violences qui lui étaient faites. Ces violences avaient lieu au milieu du jour comme en pleine nuit, et nul n‘eût pu indiquer un moyen de s'y soustraire.31                                                              30

Thomas Carlyle, On Heroes, Hero-Worship and the Heroic in History, London: Chapman and Hall, 1840, 233-234.

31

Alexandre Dumas, Montevideo ou une nouvelle Troie, Paris: Imprimerie centrale de Napoléon Chaix et Cie., 1850, 56.

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Dumas refleja la idea de una sociedad secreta que permea todas las capas de la sociedad bonaerense con el fin de eliminar cualquier opositor de Rosas con la prepotencia del poderoso y la connivencia de los altos cargos de la provincia. La novela muestra la importancia que Rosas tuvo en Europa donde no solo tenía detractores sino también admiradores como el general San Martín y Lord Palmerston.32

Aunque entre la desaparición de Napoleón I y la llegada de su sobrino Napoleón III al trono de Francia no existiesen dictaduras en Europa occidental, no se puede negar la existencia de un caldo de cultivo de ideas sobre la dictadura ni tampoco la de un interés por reflexionar y saber más sobre las dictaduras transatlánticas. A la hora de comentar y juzgar estos fenómenos salta a la vista la vitalidad del paradigma romano como referente histórico y justificación. Del mismo modo, la yuxtaposición de dictadura y terror, inspirado en la fase más dramática de la Revolución francesa, anticipa la connotación peyorativa de dictadura, que se estabilizaría a lo largo del siglo

XX.

En las voces críticas contra los dictadores se pueden

constatar rasgos comunes con la ridiculización de los monarcas de la Edad Moderna en la medida que se les reprocha falta de escrúpulos morales y de religión, vanidad y un comportamiento tiránico.33

Pero la dictadura puede trascender lo textual y ser narrada también a través de un lenguaje pictórico. La historiadora Bettina Brandt ha sugerido el término “semántica histórica ampliada visualmente” en un artículo sobre el concepto de “política”.34 Bajo esta perspectiva, nos debemos preguntar a qué alegorías, símbolos y repertorios iconográficos se recurre a la hora de representar al dictador. En el año 1807, el pintor español Juan Antonio Ribera (1779-1860) completó el cuadro Cincinato abandona el arado para dictar leyes a Roma (imagen 1). El lienzo muestra una delegación de dos senadores acompañados de dos lictores que visitan a Cincinato para ofrecerle la dictadura. Ésta es representada a través del símbolo de la capa roja, situada en el centro del cuadro. Por su carácter provisional, la dictadura no poseía otras insignias de poder como por ejemplo una corona. Por tanto, Cincinato es vestido con una capa e investido de la dictadura. El cuadro se completó en París, en el taller de Jacques-Louis David donde Ribera                                                              32

Juan Francisco Baroffio, "Rosas, el Agamenón del Plata", in: Todo es historia, XLVII, 562, 2014, 66-76, 76.

33

Peter Burke, The Fabrication of Louis XIV, New Haven, London: Yale University Press, 1992, 137.

34

Bettina Brandt, "‘Politik’ im Bild? Überlegungen zum Verhältnis von Begriff und Bild", in: Willibald Steinmetz (ed.), „Politik“. Situationen eines Wortgebrauchs im Europa der Neuzeit, Frankfurt/New York: Campus, 2007, 41-71, 52-53.

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estaba estudiando con una beca de España.35 El episodio narrado en este cuadro es descrito por el historiador romano Livio en el tercer libro de su obra Ab urbe condita. Esta capa roja nos conduce como un hilo rojo hacia otro dictador, bastante más conocido que el anterior. En el año 1818, el pintor alemán afincado en Viena Heinrich Friedrich Füger completó el cuadro titulado El asesinato de César (imagen 2). Este lienzo representa el clímax de la conspiración de los Idus de marzo. En el centro podemos ver a Cayo Julio César nuevamente envuelto en una capa roja, rodeado de los conjurados armados de puñales. Se puede reconocer cómo uno de los conspiradores intenta arrebatarle la capa, pero César la agarra con la misma fuerza, como si cargo y vida dependiesen de ese mismo atuendo. En esta obra se entremezclan dos importantes fenómenos de la época: el de la pintura de historia, que se da también en el lienzo de Ribera, y el de la inspiración por la obra de William Shakespeare en la pintura.36 La capa roja se puede ver también en otro contexto. Para ello hemos de volver a Francia, aunque también en este caso se da una relación particular con España. En 1800 el rey Carlos IV de España encargó al pintor francés Jacques-Louis David un retrato de Bonaparte, para celebrar las buenas relaciones entre París y Madrid. Esto dio origen al famoso cuadro Bonaparte cruzando los Alpes (imagen 3). Hasta 1803 se produjeron un total de cinco versiones. También en este caso, la capa roja ocupa un lugar central en el lienzo. Aunque ya no se trate de un tema de la antigua Roma como en los dos cuadros anteriores, la relación con el modelo histórico es expresada explícitamente a través de los nombres de Aníbal y Carlomagno, grabados en las rocas. Como ningún otro retrato, éste personifica la idea de superhombre, encarnada por Bonaparte.37 Esta reflexión nos conduce nuevamente al concepto de héroe expuesto por Carlyle, pero detengámonos un poco ante el topos de la capa roja. En el relato de viaje Letters from Paraguay de los hermanos Robertson, que ya hemos anteriormente citado,                                                              35

José Luis Díez, El Siglo XIX en el Prado, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2007, 111-113.

36

En el siglo XVIII Shakespeare se convirtió en un importante referente de la literatura alemana. Roger Paulin, "Ein deutsch-europäischer Shakespeare im 18. Jahrhundert", in: Roger Paulin (ed.), Shakespeare im 18. Jahrhundert, Göttingen: Wallstein Verlag, 2007, 7-35. Sobre la inspiración de motivos shakespearianos en la pintura, véase Hildegard Hammerschmidt-Hummel, "Shakespeare in der bildenden Kunst des 18. Jahrhunderts", in: Roger Paulin (ed.), Shakespeare im 18. Jahrhundert, Göttingen: Wallstein Verlag, 2007, 65-90.

37

Jörg Probst, "Ikonologie und Prognose. Unschärfe in der Bildsammlung Reinhart Kosellecks", in: Hubert Locher y Adriana Markantonatos (eds.), Reinhart Koselleck und die Politische Ikonologie, Berlin/München: Deutscher Kunstverlag, 2013, 70-83, 72; Reinhart Koselleck, "Zur historisch-politischen Semantik asymmetrischer Gegenbegriffe", in: Reinhart Koselleck, Vergangene Zukunft. Zur Semantik geschichtlicher Zeiten, Frankfurt a. M.: Suhrkamp, 1989, 211-259, 255.

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se describe un encuentro fortuito entre uno de ellos y el dictador José Gaspar de Francia. Los Robertson cuentan: Suddenly I came upon a neat and unpretending cottage. Up rose a partridge [perdiz]; I fired, and the bird came to the ground. A voice from behind called out, ‘Buen tiro’ – ‘a good shot’ I turned round, and beheld a gentleman of about fifty years of age [José Gaspar de Francia], dressed in a suit of black, with a large scarlet capote, or cloak, thrown over his shoulders.38 No podemos determinar en qué medida el capote mencionado en el texto puede ser interpretado como atuendo intencionadamente relacionado con la dignidad dictatorial que los cuadros de Füger y Ribera tan claramente sugieren. En cualquier caso, simbología y paradigma, ambos engendrados en Europa, son constatados hasta en el mismo corazón de América del Sur.

***

En mi aportación he propuesto tres caminos a través de los cuales se puede enriquecer la historia de los conceptos. Un enfoque metahistórico que considere las narrativas alrededor de los dictadores puede plasmar mejor la complejidad de su realidad histórica e indicar topoi dominantes e inspiraciones procedentes de otras fuentes. Para ello no es obligatorio limitarnos a los cuatro géneros de narración literaria que sugiere White (romance, sátira, tragedia y comedia). La mirada elitista que los críticos de la historia de los conceptos suelen deplorar puede ser atenuada a través del uso de fuentes más divulgativas como ensayos y relatos de viajes no necesariamente escritos por las grandes mentes de la época, artículos de prensa e incluso novelas. Por último, la historia visual nos muestra que conceptos y narrativas pueden tener una dignidad más allá de la palabra escrita y permear un ámbito pictórico. Los repertorios iconográficos a los que se recurre en representaciones del dictador –sean éstas con ánimo adulador o con el fin de mofarse de él– nos ayudan a entender la legitimación del poder de forma distinta, a través de la cual a menudo las emociones juegan un papel fundamental. En mi mirada transatlántica, consciente de una tensión epistémica entre el paradigma de la antigua Roma y una nueva forma de entender la dictadura en la que la excepción se convierte                                                              38

John Parish Robertson y William Parish Robertson, Letters on Paraguay, 3 voll., vol. 1, 2nd edition, London: John Murray, 1839, 331.

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en regla, me he limitado a fuentes producidas en Europa o por europeos. Para completar la mirada, sería importante considerar también las vías a través de las cuales se transmiten ideas, prácticas, conceptos y narrativas de Europa hacia América Latina y cómo se implementan.

Dr. Moisés Prieto Alexander von Humboldt Postdoctoral Research Fellow Instituto Ibero-Americano – Fundación Patrimonio Cultural Prusiano y Humboldt-Universität zu Berlin Institut für Geschichtswissenschaften Unter den Linden 6 10099 Berlin Germany [email protected]

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Imagen 1:: Juan Antonioo Ribera. Cincinato abandonaa el arado para a dictar leyes a Roma (hacia 11807). Museo del d Prado.

Imagen 2:: Heinrich Frieedrich Füger. Die D Ermordungg Julius Cäsarrs (1818). Wien n Museum.

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Imagen 3:: Jacques-Louiis David. Bona aparte franchiss ssant le Grand-S Saint-Bernard (1801). Palaciio de Malmaiso on.

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