El concepto de Creencia y su importancia en la Filosofía Pragmatista de William James

July 19, 2017 | Autor: Daniel Ortiz | Categoría: Filosofía
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Descripción





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EL CONCEPTO DE "CREENCIA" Y SU IMPORTANCIA EN LA FILOSOFÍA PRAGMÁTICA DE WILLIAM JAMES.








Tesis para optar al grado de Magister en Filosofía Contemporánea.
Instituto de Filosofía universidad de Antioquia





AUTOR:
Luis Daniel Ortiz Montoya.
Licenciado en filosofía Universidad de Antioquia.

ASESORA:
Paredes Oviedo Diana Melisa.
2012.
EL CONCEPTO DE "CREENCIA" Y SU IMPORTANTCIA EN LA FILOSOFÍA PRAGMÁTICA DE WILLIAM JAMES.








Este trabajo pretende investigar, en las obras de William James, el concepto de "creencia", y también, la importancia de las raíces de lo religioso e inclinación del protestantismo norteamericano en la formación de la filosofía del pragmatismo, y ver como desde esta idea de "creencia", se ha conformado y desarrollado una de las formas más importantes de la filosofía Americana en la actualidad, esto es, la filosofía del "Pragmatismo".







Derechos reservados.
2012.

TABLA DE CONTENIDO

Pág.
Resumen…………………………………………………………….... 4
Agradecimientos……………………………………………………… 5
PREFACIO. …………………………………………………………… 6
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA……………………… 6
JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN……………….. 10
OBJETIVO PRINCIPAL……………………………………… 11
CARACTERISTICAS DE LA INVESTIGACIÓN…………… 12
INTRODUCCIÓN…………………………………………………….. 13
CAPÍTULO 1. El pragmatismo de William james y sus raíces religiosas e históricas………………………………………………………. 21
CAPÍTULO 2. El método pragmatista y el concepto de verdad en William James………………………………………………… 34

CAPÍTULO 3. El concepto de dios y del libre albedrio en la filosofía pragmática de William James………………………………… 49

CAPÍTULO 4. El concepto de "religión y la importancia de la creencia" en la filosofía pragmática de William James………………… 58
A MANERA DE CONCLUSIÓN………………………………………. 87
BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL…………………………………………. 90
BIBLIOGRAFÍA SECUNDARIA……………………………………… 92






Resumen

El trabajo de William James fue el inicio de una de las corrientes filosóficas más importantes en los Estados Unidos llamada Pragmatismo, la cual ha marcado, no solo la vida política y económica de la actualidad en los Estados Unidos y en otros muchos países, sino también la forma de pensar las creencias religiosas, morales y éticas bajo el aspecto de la "utilidad" y de la posibilidad de generar bienestar a las personas de toda clase social, política, económica o religiosa.
Sin embargo, para el autor, el pragmatismo no solo es una forma de pensamiento, sino que también es una postura de la vida que nos toca afrontar en nuestra cotidianidad cuando nos empéñanos en la búsqueda del sentido de nuestras vidas y de la felicidad.
El pragmatismo de james hunde sus raíces en las creencias y por tanto, son estas, las creencias, según él, las que han motivado y siguen motivando la búsqueda y el avance de la filosofía, la ciencia, la tecnología, la política, la ética, y en definitiva el bienestar de las sociedades que creen en la democracia y en la defensa de sus más intimas creencias.












AGRADECIMIENTOS

En este trabajo quiero agradecer de forma especial a:
Profesora DIANA MELISA PAREDES OVIENDO, quien me ha ayudado a dar buen término a mi tesis y a la cual le agradezco enormemente el haber asumido junto a mi esta responsabilidad, mil y mil gracias.
Profesor JOSÉ OLIMPO SUAREZ por su iniciativa y acompañamiento en la primera fase de mi trabajo y por sus consejos que han servido para la configuración de esta mi tesis.
A todos y cada uno de mis profesores que durante esta Maestría me han aportado con su saber y con su pedagogía en mi formación.
A CRISTIAN CAMILO JIMÉNEZ GUERRA el cual me brindo, no solo apoyo económico, sino también su hombro para apoyarme cuando más lo necesite en mí caminar intelectual y personal, a él y su familia mis afectos más profundos.
A mi familia que me ha sabido educar por las sendas de la honradez y el amor por las cosas bien hechas.
A la UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA por el apoyo para con mi formación profesional.
A todos aquello que de uno u otra forma han aportado para que me encuentre en donde estoy.









PREFACIO:
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA.
El problema que se desarrolla en este trabajo, está enfocado en la manera como William James crea todo un pensamiento filosófico a partir de la idea de la necesidad y la utilidad de la creencia, (y de forma muy especial la religiosa), como base importante de la cultura y del devenir humano, teniendo en consideración que toda persona posee una cierta inclinación a creer en "algo" o en "alguien" que le permite desarrollar una conciencia personal y social de bondad para consigo mismo y para con los demás; esta capacidad de bondad le ha llevado al ser humano a darse cuenta que todos, en lo muy profundo de nuestro ser, necesitamos ser consolados ante los distintos problemas cotidianos y ante el posible caos y sin sentido que la vida nos puede parecer; y por ello, las diferentes creencias, ya sea en la ciencia, en la política, en la moral o, de manera especial en las ideas religiosas, se convierten en herramientas consoladoras ante este caos.
James dirá sobre las creencias en "Pragmatismo":
"Las creencias de los hombres en cualquier tiempo constituyen una experiencia fundada. Pues las creencias son, en sí mismas, partes de la suma total de la experiencia del mundo y llegan a ser, por lo tanto, la materia sobre la que se asientan o fundan para las operaciones del día siguiente." (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 79).

William James ha creado toda una argumentación filosófica a favor de las creencias (y en especial sobre las creencias religiosas) y sobre la función que estas van adquiriendo en la vida histórica de las personas; su trabajo que empezó con "La voluntad de Creer" (1856), y se desarrolló a través de sus obras El filósofo moral y la vida moral (1897), "variedades de la experiencia religiosa" (1902), "Un mundo de pura experiencia" (1904), La noción de conciencia (1905) Razón y fe (1906), "El pragmatismo" (1907), Las energías de los hombres (1908) "El significado de la Verdad" (1909), y terminó con "El equivalente moral de la guerra" (1910), James explora el sentido de las creencias socio-culturales, políticas, científicas, filosóficas y en especial, religiosas y su influencia en todos los aspectos posibles de la vida humana; este fue un trabajo realizado a través de más de 54 años en los cuales logra plasmar en su pensamiento que el fin de la filosofía, más que dar respuestas a Verdades Últimas, Eternas e Inmutables es, mejor , la de ofrecer un poco de consuelo y bienestar a las personas que quieren dar un sentido a su existencia evitando el dolor propio o ajeno, idea que desarrollarán los demás seguidores de la filosofía pragmatista posteriormente.
James afirma en razón de esto que:

"El Dios de los escritores teístas vive en alturas abstractas tan puras como el Absoluto. El absolutismo tiene cierto prestigio y audacia, en tanto que el teísmo corriente es más insípido, pero ambos son igualmente remotos y vacuos. Lo que ustedes necesitan es una filosofía que no solo ejercite sus facultades de abstracción intelectual, sino que tenga una conexión positiva con este mundo real de vidas humanas finitas.
Desean un sistema que combine ambas cosas, la lealtad científica a los hechos y el deseo de tenerlos en cuenta, el espíritu de adaptación y acomodación, en resumen, pero también la vieja confianza en los valores humanos y la espontaneidad resultante, sea de tipo religioso o romántico. y éste es su dilema: encuentran irremediablemente separadas las dos partes de su quaesitum. Ven el empirismo unido con el humanismo y la irreligión: o hallan una filosofía racionalista que indudablemente puede llamarse religiosa, pero que se mantiene apartada de todo contacto definido con los hechos concretos, las alegrías y las tristezas.
No sé cuántos de ustedes viven en tan estrecho contacto con la filosofía como para comprender totalmente lo que quiero decir con este último reproche; de manera que insistiré un poco más sobre esta irrealidad de todos los sistemas racionalistas, la cual forzosamente ha de repeler a los más serios creyentes en los hechos." (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 8).


Las relaciones que se quieren mostrar en este trabajo están enfocadas a la manera como a través de la creencia en todos los posibles ámbitos humanos (sociales, políticos, económicos, científicos, filosóficos, religiosos), se puede construir una sociedad más justa y concertada, y cómo a través de la fe y la razón, se puede argumentar filosóficamente en defensa de las propias creencias sin importar que tan descabelladas nos parezcan en principio, siempre y cuando estas ofrezcan cierta utilidad y bienestar a un gran número de personas, haciendo que sus relaciones entre sí crezcan y se fortalezcan y que este bienestar pueda transformar la vida propia o común.
En definitiva, lo que pretende mi investigación es mostrar cómo las creencias, y en especial las religiosas o de fe, pueden tener una base filosófica que las haga válidas y dignas de ser tomadas en serio, como una parte muy importante y valiosa de la vida humana y de cómo la filosofía pragmatista de William James puede mostrar que la religión no puede ser tomada como un obstáculo en la búsqueda de una "verdad" eterna e inmutable de la razón, sino que ella misma, hace parte de una "creencia" casi religiosa donde los limites de una lindan con los límites de la otra, (los de la fe y los de la razón) y que como ambas son parte de la vida humana y de la forma cómo los seres humanos hemos alcanzado a entender el mundo, a los demás y a nosotros mismos.
Este trabajo se compone de cuatro capítulos los cuales son enfocados de la siguiente manera:
Capitulo 1. El pragmatismo de William james y sus raíces religiosas e históricas.
Un breve acercamiento histórico de los principios del pragmatismo desarrollados por James y Peirce presentando un sugestivo énfasis en la formación de esta filosofía gracias a las influencias de la "fe protestante" de la cual son herederos la mayoría de los americanos y que fue la semilla que dio paso al pensamiento de William James.
Capítulo 2. El método pragmatista y el concepto de verdad en William James.

En este capítulo se presentan las ideas más audaces del autor sobre su proposición y argumentación de su teoría de la "verdad ", la cual no se ha de entender como estática y acabada, sino, como cambiante y activa de acuerdo a la utilidad que pueda desarrollar en un momento histórico social y/o personal.

Capítulo 3. El concepto de Dios y del Libre Albedrio en la filosofía pragmática de William James.

En este capítulo se muestran algunas ideas conciliadoras presentadas por el autor a fin de querer darle una posible respuesta y/o solución al problema entre la libertad humana y la providencia Divina, entre la determinación y el libre arbitrio y también, el porqué la creencia en Dios es importante para el pragmatismo esto es, el porqué la idea o creencia en Dios es útil para mantener la continuidad y evitar el caos natural de las cosas y de las personas.

Capítulo 4. El concepto de "religión y la importancia de la creencia" en la filosofía pragmática de William James.

Este último capítulo se presenta a manera de en-globalización de las ideas que se han presentado en los anteriores capítulos y que encadenan la importancia del concepto de creencia en la filosofía del pragmatismo de William James y por ende, su teoría de la Creencia como piedra angular del pensamiento pragmático, la cual es mi tesis en este trabajo.





































JUSTIFICACION DE LA INVESTIGACION:

Esta investigación a cerca del pensamiento e importancia de la creencia (religiosa) en la filosofía de William James, se justifica en la medida en que es uno de los pilares significativos de los cuales deviene una de las corrientes filosóficas más importantes de la cultura norteamericana, esto es, el pragmatismo, y como éste ha influido, influye e influirá por mucho tiempo el pensamiento y la discusión filosófica actual.
Se justifica en la medida de que es posible entender que un verdadero pensamiento filosófico no es necesariamente el que devela las ultimas verdades de las cosas, el que determina sistemas ideales o materiales del conocimiento, sino que un pensamiento filosófico también puede ser entendido como un instrumento para hallar consuelo y bienestar y tratar de entender que la vida sería mejor si evitáramos el dolor propio o ajeno, si le pudiésemos enseñar a los demás el valor de la tolerancia y el respeto por las creencias propias o de otras personas y si les pudiésemos mostrar que la base de la civilización son las mismas creencias que nos impulsan a investigar, a renovar o cambiar lo que pensamos del mundo, de los demás y de nosotros mismos, tal y como James trató de mostrar a través de sus diferentes obras y en especial, en "Pragmatismo".
Y que en la filosofía, una pregunta por el estado de las cosas es una pregunta por la vida del hombre en relación con esas cosas y con los demás; no en vano Sócrates nos recomienda que lo que hemos de anhelar es el conocimiento de nosotros mismos y que partiendo de él, pensar que una vida sin análisis ni indagación no vale la pena ser vivida. Y como nos lo da a entender James en muchas partes de su pensamiento, es también preguntarnos por la utilidad de esas mismas cosas o ideas en nuestras vidas en concreto y no solo como elegantes abstracciones mentales sin un uso determinado.






OBJETIVO PRINCIPAL.
El objetivo de mi trabajo, será Identificar el desarrollo del concepto de creencia desplegado por William James en la mayoría de sus escritos filosóficos y en especial en "Pragmatismo" y "la voluntad de creer"; teniendo muy presente el concepto de "creencia religiosa" en las anteriores obras del autor, y sobre todo, explorando las posibles interpretaciones que de él hace uso en sus otros escritos filosóficos y mostrar cómo, en estos, la idea de creencia en todos y cada uno de los ámbitos humanos ha sido, de muy variadas formas, la base de la filosofía "pragmatista" ya sea en el mismo James, o en los demás autores de esta corriente del pensamiento americano.















CARACTERISTICAS DE LA INVESTIGACIÓN.
Este trabajo está basado en la lectura de las obras de William James que tienen implicación directa con el problema de la creencia, la fe y la razón desde la filosofía.
Se enmarca en un ensayo interpretativo de dichas obras teniendo como base las ideas del Pragmatismo Norteamericano fundado y desarrollado por William James y, (posteriormente por sus seguidores) prestando mucha atención a la defensa que hace el autor de las creencias y de cómo estas pueden tener una justificación filosófica y de utilidad para la vida humana en general y/o en particular.
Este trabajo no quiere ni pretende abarcar todo el pensamiento filosófico del pragmatismo actual, (aunque encontrará de seguro una vinculación un tanto estrecha con el mismo), sino, que por el contrario, procura mostrar el lado más humano de las creencias según la filosofía de William James y de cómo estas hicieron parte de su pensamiento y actitud hacia la vida, hacia la ciencia, la religión, la política, la economía, la psicología y la vida social e histórica de los individuos y de las sociedades en general, y así construir su más brillante logro en su pensamiento filosófico y de creencias, esto es, la configuración del pragmatismo, con todos los problemas que le conllevaron, con sus defensores y sus detractores hasta ir puliéndose, modificando o cambiando sus ideas o hasta tomar un rumbo significativamente diferente como son hoy en día, las ideas del neo-pragmatismo.










INTRODUCCIÓN

Pensar en el pragmatismo es pensar en la filosofía norteamericana, la cual ha tomado fuerza en las últimas décadas a tal punto de convertirse en una fuerte influencia del pensamiento contemporáneo desde muchos ámbitos tales como la política, la ciencia, la religión, la psicología, la economía, la sociología, entre otras; sin embargo, este pensamiento, como cualquier otro, también tuvo un inicio y una formación que se sigue enriqueciendo y entretejiéndose hoy en día.
Cuando pensamos en el pragmatismo, debemos suponer un pensamiento que privilegia la utilidad de las ideas y de las creencias, sobre su mera conceptualización, James dirá de esto que:

"Cualquier idea sobre la que podamos cabalgar, por así decirlo, cualquier idea que nos conduzca prósperamente de una parte de nuestra experiencia a otra, enlazando las cosas satisfactoriamente, laborando con seguridad, simplificándolas, ahorrando trabajo es verdadera; esto es, verdadera instrumentalmente. Esta es la concepción instrumental de la verdad enseñada con tanto éxito en Chicago, la concepción de que la verdad en nuestras ideas significa su poder de actuación, promulgada tan brillantemente en Oxford". (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 21).

Así, pues, nos cautiva la idea de que la verdad de una idea se halla en su utilidad, siendo esto de tal modo, es relevante suponer que el instrumentalismo de la verdad pragmática le garantiza una permanencia, no por ser aceptable o no en toda una comunicad científica, sino por ser útil a un grupo de individuos que ven en ella, una herramienta de construcción socio-cultural acorde a sus necesidades más primarias.

Y más adelante él añadirá que:

"La verdad es el nombre de cuanto en sí mismo demuestra ser bueno como creencia y bueno también por razones evidentes y definidas. (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 27).

Además, el pragmatismo también nos dice que las ideas deben su utilidad a su aplicabilidad en la vida "común" de las personas, que sin ser filósofos, intelectuales o eruditos, sienten la necesidad de dar un "sentido a la vida" y a las circunstancias que les ha tocado vivir. Así, según James:

"El pragmatismo vuelve su espalda de una vez para siempre a una gran cantidad de hábitos muy estimados por los filósofos profesionales. Se aleja de abstracciones e insuficiencias, de soluciones verbales, de malas razones a priori, de principios inmutables, de sistemas cerrados y pretendidos absolutos y orígenes. Se vuelve hacia lo concreto y adecuado, hacia los hechos, hacia la acción y el poder Esto significa el predominio del temperamento empirista y el abandono de la actitud racionalista. Significa el aire libre y las posibilidades de la Naturaleza contra los dogmas, lo artificial y la pretensión de una finalidad en la verdad. (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 18).

Este "sentido" que bien podría también llamarse "Punto de vista", es lo que nos impulsa a manifestar nuestro "yo" personal, familiar y social, pero este "yo" en realidad no es producto de un azar o de un "ser creador" que lo ha dispuesto todo de acuerdo a un orden pre-establecido, no lo es, este "Yo" es, como lo diría Rorty, una "maya entretejida" de experiencias personales, familiares y culturales (cfr. RORTY Richard (1991) Contingencia, ironía y solidaridad. Ed Paidos Barcelona: España. 223p.).
Nuestro "yo" en realidad no es "nuestro" en su totalidad, es el producto de la cultura en la que vivimos, aun así no es una "amalgama" informe de la cultura, también es auto-formación y critica de la misma cultura, es un "yo" activo de su realidad, que toma decisiones y que concibe y ofrece respuestas a las distintas situaciones y problemas que se le presentan.
Pero, ¿qué puede hacer que ese "yo", que naciendo de lo colectivo, y que también es auto-formación, no sucumba ante la sociedad en la que es bombardeado constantemente por ideas y formas de apreciar y de entender la realidad?; en efecto, cuando crecemos en una cultura, nuestra personalidad y nuestras creencias son formadas y modeladas por la cultura, no obstante, si tenemos la fortuna de conocer y criticar a la cultura en la que habitamos, podemos ser afortunados de contar con "razones" y "argumentos" que nos pueden distanciar o concretar más lo que "creemos"; he ahí la actividad de nuestro "yo", lo que nos aleja de la alienación y nos permite, aunque permanezcamos en la cultura en que vivimos, tomar distancia de lo que no nos parece correcto o que no presta a nuestra existencia una "utilidad" consistente con lo que pensamos o "creemos".
Esta "utilidad" bien entendida, puede dar sentido a nuestra existencia, nos puede alejar del temor, nos puede calmar en momentos de crisis y hasta puede darle un "sentido" de trascendencia a nuestra vida.
Es el derecho a "CREER" y a defender nuestro "Punto de vista" ante los demás, no a la fuerza, sino mejor, persuadiendo a los otros de que lo que "Yo creo", tiene un "fundamento" y un sentido, y no solo eso, sino que lo que yo creo no tiene por qué hacer mal o hacer que se me ubique en una posición de desventaja ante otras culturas o creencias de cualquier tipo que estas sean, sino, que por el contrario, puede enriquecer esas otras formas culturales de vida y/o la cultura en la que vivo.
James dirá en la voluntad de creer con respecto a la defensa de lo que se cree:
"¡Jamás la ciencia hubiese avanzado en la medida que lo ha hecho, si cuantos a su progreso contribuyeron no hubiesen puesto en sus investigaciones el apasionamiento que encendiera la fe en el porvenir de su trabajo!" (Cfr. JAMES, William. "La voluntad de Creer". (1856), "La voluntad de creer" (1897), P. 10).
Este es uno de los objetivos de mi trabajo, ver hasta qué punto "las creencias", ya sean científicas, culturales, políticas filosóficas o religiosas, pueden servir para dar un sentido y tranquilidad a la existencia humana; llegando a la posibilidad de fomentar el diálogo sin temores entre las personas y entre los pueblos, (inclusive el intercultural), en el cual se pueda libremente analizar el poder de la persuasión como herramienta de concordia y de Solidaridad" entre los hombres, para que ello nos permita evitar el dolor y la incertidumbre en, tal vez, la "única existencia real".
Así pues, tener la mente abierta al diálogo sin otra pretensión que la persuasión por el peso de los argumentos y en razón del bienestar general, considerando que el mundo y nuestra instancia en él puede ser mejor si, como dice James y algunos pragmatistas, escuchando y dialogando con los demás, en vez de encontrar diferencias que nos separen, concordamos en ideas y creencias que nos unan para evitar la discordia y la guerra entre los pueblos.
James dirá en "el significado moral de la guerra" sobre el peso de los argumentos y el dialogo que:
"Creo devotamente en el reinado último de la paz y en el advenimiento gradual de algún tipo de equilibrio socialista. La visión fatalista de la función de la guerra me resulta absurda, pues sé que el hacer la guerra se debe a motivos definidos que están sujetos a comprobaciones prudenciales y a críticas razonables, como cualquier otra forma de empresa. Y cuando naciones enteras son ejércitos, y la ciencia de la destrucción rivaliza en refinamiento intelectual con las ciencias de la producción, veo que la guerra se vuelve absurda e imposible desde su propia monstruosidad. Las ambiciones extravagantes habrán de reemplazarse en el dialogo por afirmaciones razonables, y las naciones deben hacer causa común contra ellas. No veo razón por la que todo esto no debiera aplicarse a las naciones tanto amarillas como blancas, y desear un futuro en el cual los actos de la guerra fueran formalmente proscritos entre las gentes civilizadas". (Cfr. JAMES, William. "El equivalente moral de la guerra" (1910), 16).

De esta manera, Ya en los inicios del pragmatismo y en los ideales de James, lo que se ha buscado es evitar el dolor propio y de los demás a través de un dialogo libre que permita la configuración de criterios que determinen nuestra concertación en asuntos "comunes" a todos y que presten un sentido práctico para evitar la desigualdad entre los hombres.
James continúa diciéndonos que:
No hay nada que lo haga a uno indigno en el mero hecho de que la vida sea dura, de que los hombres deban esforzarse y padecer dolor. Las condiciones del mundo son de tal manera que podemos soportarlas. Pero que tantos hombres, por los meros accidentes del nacimiento y de la oportunidad, tengan una vida de nada más que trabajo duro, dolor, dureza y inferioridad impuestos sobre ellos, sin ninguna vacación, mientras que otros de nacimiento no prueban este tipo de vida en absoluto, esto es capaz de provocar la indignación en las mentes reflexivas. Puede terminar pareciéndonos vergonzoso a todos que algunos de nosotros no tenemos sino una vida de lucha, y otros no tienen sino desmasculinizadas facilidades. (Cfr. JAMES, William. "El equivalente moral de la guerra" (1910), IX, P. 26).

En su libro de "contingencia, ironía y solidaridad" (cfr. RORTY Richard (1991) Contingencia, ironía y solidaridad. Ed Paidos Barcelona: España. 223p.) Richart Rorty expone que es la solidaridad, entendida como un producto y una construcción del dialogo y la concertación de ideales comunes entre las personas, la que debe unir y postular criterios que la comunidad reconozca como validos para evitar el dolor propio o ajeno; es en esta solidaridad que nosotros encontramos el sentido de comunidad, así entonces, una ley no lo sería si solo fuera tomada en serio por un número reducido de personas o si solo algunos la propusieran sin que la mayoría estuviera de acuerdo sobre ella; del mismo modo, cuando pensamos que todo puede ser concertado a través del diálogo respetuoso con los demás, también entendemos que algunas creencias o costumbres son el fundamento de muchas culturas altamente constituidas y que gracias a estas, en su desarrollo y complejidad de sus creencias, se vuelve evidente su compromiso social, político, ético y moral, dando solidez y perfeccionamiento a la comunidad que han construido.
El pragmatismo de William James, nace de una necesidad por dar sentido a la "utilidad" a cierto tipo de creencias, que iban configurando en Estados Unidos "Viejas formas de pensar", es en este sentido que la filosofía norteamericana, a través de sus representantes más importantes como Pierce, James, entre otros, ha tomado el ímpetu que aun hoy, podemos vislumbrar en muchos ámbitos de la vida, social, política, económica, religiosa, entre otros.
En sus inicios esta filosofía se fue gestando gracias al emblemático espíritu protestante de los colonos americanos los cuales vieron en su fe, no un problema que evitara el pensamiento libre, sino que por el contrario, una herramienta que les facilitaría la creación de "un nuevo mundo", razón por la cual emigraron de Europa para crear una sociedad basada en el respeto y la libertad de creencias, que con el tiempo serían los ideales de constitución de Norteamérica y desde los cuales ella ha sido y es garante hasta nuestros días.
En su ensayo "Bases del Excepcionalismo Norteamericano" el autor Luis Bueno Ochoa nos dice que:
"El pragmatismo encarna, así es comúnmente admitido, la filosofía del "americanismo" y ha dado lugar, desde luego, al ingreso del pensamiento norteamericano en el mundo moderno. Constituye, pues, una filosofía propia, clara y distinta que supuso, ciertamente, un cambio de ideas" (Cfr. OCHOA Luis Bueno, "Bases del Excepcionalismo Norteamericano" Revista Telemática de Filosofía del Derecho, nº 10, 2006/2007, ISSN 1575-7382, Pp. 305-322).
O Louis Menand en su libro "El club de los metafísicos. Historia de las ideas en América" el cual afirma:
"El pragmatismo no es un conjunto de ideas sino más bien una idea sobre las ideas consistentes en que éstas no están esperando a ser descubiertas sino que son herramientas que creamos para enfrentarnos al mundo". (Cfr. Louis Menand: El club de los metafísicos. Historia de las ideas en América, traducción de Antonio Bonnano, Barcelona, Destino, 2002, P 13)
Según la historia norteamericana, y como lo afirma Luis Rodríguez Aranda en el prologo a "El significado de la verdad" de William James, los colonos que emigraban de Inglaterra y de otras partes de Europa a los estados unidos, querían que sus "creencias económicas, políticas, sociales y principalmente "Religiosas" formaran parte de la nueva tierra de Esperanza que constituirían; estas creencias perseguidas en Europa, podían ser discutidas y puestas en práctica sin temor en América creando una nueva filosofía, Luis Rodríguez Aranda dice:

"No debe creerse, sin embargo, que el pragmatismo surgió espontáneamente en Norteamérica. No existe una filosofía autóctona en Estados Unidos. El pragmatismo se debe a la lenta y contradictoria difusión de la filosofía europea en aquel medio. Para comprender mínimamente lo ocurrido en el pensamiento norteamericano hay que tener en cuenta el espíritu y los problemas de la Ilustración europea. Norteamérica está formada por la Ilustración. Heredó de ésta el amor por el empirismo, la tolerancia religiosa y política y, sobre todo, la igualdad de derechos entre la sociedad burguesa, todo lo cual fue realidad en Norteamérica antes que en la propia Europa, predicadora de ellos". (Cfr. JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 4).

De otra parte, dice James en pragmatismo:

"la filosofía, que es tan importante en cada uno de nosotros, no es un asunto técnico. Es un sentimiento más o menos silencioso de lo que la vida significa, honrada y profundamente sentida" (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 2).

Y es este "sentimiento de una vida sentida" el cual fundamentará al pragmatismo como una filosofía basada, más que en hechos científicos demostrados, (los cuales no son descartados o desconocidos por James), en realidades vividas y experimentadas por las gentes del común, por los ciudadanos que, aunque no filósofos, también se preguntan por el sentido de sus luchas y de sus vidas en el quehacer cotidiano, por las personas que sienten que sus vidas han de estar encaminadas al bien común, y que este bien común ha de tener una cierta utilidad que les ayude a trascender para con los demás, que tienen su validez desde la funcionalidad de lo práctico y no solo desde lo teórico.

De esta manera, recurriendo y apelando a lo práctico como otro modo de "verdad" en el pragmatismo y de acuerdo a la obra de James, Variedades de la experiencia Religiosa" y "El significado de la Verdad", la vida del ser humano ya sea este un erudito, un filósofo, un científico, un político, un campesino, un clérigo, etc, adquiere un sentido cuando es capaz de realizar hazañas que le llenen de satisfacción, cuando es capaz de realizar actos altruistas o cuando es capaz, con su inteligencia y raciocinio de superar limites que antes consideraba inalcanzables.

La filosofía en James no ha de representar una imagen inalcanzable de pensamientos o teorías extrañas a la realidad cotidiana, sino que por el contrario, esta debe nacer de lo cotidiano, de lo que ésta a la vista de la experiencia de todos y cada uno de nosotros y por eso nos dice James:

"La filosofía es a la vez el más sublime y el más trivial de los afanes humanos. Acomete las más finas sutilezas y se asoma a las perspectivas más amplias. No nos da de comer, como se suele decir, pero inspira valor a nuestros espíritus. Y aunque parezca, a la gente ignorante, embrollada en su lenguaje, disputas y argumentaciones, ninguno de nosotros puede dar un paso sin ser guiado por los destellos de luz que envía sobre las perspectivas del mundo. (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 3)

El pragmatismo es también una forma de creencia tal y como lo dice James, de igual forma como lo es la ciencia y todo tipo de teorías en las que confiamos, pero esta "creencia" que nos propone James, no está basada solo en una "fe ciega" alejada de los hechos y situaciones de la humanidad y, por ende indemostrables a través de las múltiples formas posibles de la cotidianidad.
Y por no ser así, James sabe y dice que no se puede creer ingenuamente en todo lo que se nos presenta en nuestra vida, por lo que es mejor la "creencia" basada en una "voluntad" consciente que nos permita saber hasta qué punto podemos usar nuestras fuerzas ya sea de forma individual o colectiva y es una creencia que ha de partir de las posibilidades humanas; el pragmatismo es como una mediación entre EL RACIONALISMO Y EL EMPIRISMO, entre los hechos que la ciencia nos dice que son o no posibles y la búsqueda de lo eterno y sutil de los postulados racionales que creen en un Fundamento externo de las posibilidades solamente humanas. (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P.12)
James nos dice que el mundo, lo real que percibimos en lo cotidiano, no está ni en uno ni en el otro bando, en el pragmatismo el mundo y la realidad humana son "una y múltiple", por lo tanto él apela a la voluntad del libre albedrio como el punto del cual las dos anteriores concepciones deben ser concebidas y pensadas, él lo expresará así:
"El mundo es uno indudablemente, si se lo considera de un modo; pero es, sin duda alguna, múltiple, si lo consideramos de otro. Es uno y múltiple: adoptemos, pues, una especie de monismo pluralista. Todo se halla necesariamente determinado, y sin embargo, por supuesto que nuestras voluntades son libres: así, pues, una clase especial de determinismo del libre albedrío será la verdadera filosofía. La maldad de las partes es innegable, pero el todo no puede ser malo: así, un pesimismo práctico se combinará con un optimismo metafísico"… "Ofrezco una filosofía que puede satisfacer ambas exigencias y que tiene el raro nombre de pragmatismo. Es religiosa como el racionalismo; pero, al mismo tiempo, como el empirismo, conserva el más íntimo contacto con los hechos". (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P.12)

William James creó todo un pensamiento filosófico en la idea de la necesidad y la utilidad de la creencia (y en especial la religiosa) como base importante del devenir humano, teniendo en consideración que toda persona posee una cierta inclinación a creer en "algo" que le permite desarrollar una conciencia personal y social de bondad para consigo mismo y para con los demás; esta capacidad de bondad le ha llevado al ser humano a darse cuenta que todos, en lo muy profundo de nuestro ser, necesitamos ser consolados ante el posible caos y sin sentido que la vida nos puede parecer; y por ello, la idea y la necesidad de la creencia (creencias filosóficas, científicas o religiosas) es una herramienta consoladora ante este caos. Necesitamos tener fe en algo que mueva nuestros intereses personales, sociales, políticos, económicos y de creencia a si sea desde la ciencia misma o en la religión.
James nos dice al respecto de lo anterior que:
"La libertad de creer sólo comprende opciones vivas, que aun cuando el intelecto individual no acierte a resolver por sí mismo, nunca parezcan absurdas a quien se proponen….
……Nadie debe prohibir a cada cual su peculiar creencia, ni motejarle por ella; por el contrario, la libertad mental debe ser profunda y cortésmente respetada; sólo así prosperará la república intelectual; sólo con tal espíritu de íntima tolerancia no será un cuerpo sin vida toda nuestra bendita tolerancia externa, orgullo del empirismo; sólo así progresaremos en el mundo especulativo como en el práctico. (Cfr. JAMES, William. "La voluntad de Creer". (1856), "La voluntad de creer" (1897), P 37).
Y es en este sentido, en el que nuestras creencias deben ser escuchadas y debatidas de forma amigable, ya que ellas son "herramientas" que nos ayudan a configurar nuestras sociedades y por ello, no deben ser obstáculo para los progresos colectivos de la sociedad, por lo que concuerdo con James en la idea de que, la libertad de expresar y de defender nuestras creencias, ha sido, es y será, la manera como los seres humanos construimos o de-construimos nuestro conjunto de ideas en pro de la prosperidad personal, grupal e inclusive, mundial.
Las diferentes creencias y su promulgación en pos de un espacio para el dialogo libre de prejuicios, ha de convertirse en la base para la democratización del poder en el ámbito social, político, económico, filosófico y religioso entre los pueblos, siendo una herramienta liberadora y no opresora de las conciencias de quienes se atreven a pensar el sentido de una vida más justa para cada uno de nosotros en esta realidad, la cual puede ser deliberada como la única que tenemos y de la que podemos disponer con plena certeza de que sea susceptible o no, de equidad y de justicia social.






CAPÍTULO 1
EL PRAGMATISMO DE WILLIAM JAMES Y SUS RAICES RELIGIOSAS E HISTORICAS.

Para comenzar este capítulo y demarcar desde ahora el horizonte de mi tesis diré con James, que la verdad de una creencia, sea esta religiosa, política, filosófica o científica, se encuentra en su "utilidad", más que en su inteligibilidad, elegancia o trascendencia, puesto que "la verdad es el nombre de cuanto en sí mismo demuestra ser bueno como creencia y bueno también por razones evidentes y definidas". (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P27). Ello es, la verdad debe ser útil para algo o para alguien.

Según E. Flower y M. Murphey y H. W. Schneider, en sus libros "historia de la filosofía en América" e "Historia de la filosofía norteamericana"; éste pensamiento tuvo sus orígenes en las creencias religiosas de los puritanos venidos de Inglaterra que fundaron en Norteamérica los nuevos estados de Pennsylvania, Nueva York y principalmente Massachusetts; es en estos lugares donde el pensamiento puritano comenzó a entretejer los cimientos de la filosofía pragmática, estos dos autores nos dicen que:
"Massachusetts fue la cuna de algunos de los pensadores, intelectuales y científicos más importantes de la historia de las ideas de Estados Unidos, como Charles Peirce o William James: "(...) con los Puritanos de Massachusetts comienza la historia de la filosofía en América". De este modo, a los Puritanos no sólo puede considerárseles los pioneros de la colonización del Nuevo Mundo sino también el punto de partida del que arrancó la filosofía en América, porque la filosofía puritana "fue un sistema práctico enderezado a la acción", justamente la filosofía que necesitaba el nuevo país que estaba naciendo para desarrollarse como nación". (Cfr. E. Flower y M. Murphey, (1977) A History of Philosophy in America, Nueva York, Capricorn Books, I, p. 3.5 H. W. Schneider, Historia de la filosofía norteamericana, (1950), México, Fondo de Cultura Económica, p. 21.)
Algunos Colonos ya desde la incipiente política Norteamericana, perfilaban el nacimiento de una nueva filosofía muy distinta para la "nueva tierra de la libertad"; Norteamérica seria para ellos como una "Nueva Tierra Prometida" que Dios les daba para fundar una nación fuerte basada en los principios religiosos protestantes del puritanismo; este nuevo sistema de pensamiento estaba dirigido a lo práctico, a los asuntos cotidianos, a las faenas de jornadas arduas y pesadas, lo cual no era de extrañarse en un lugar en el cual los nuevos colonos tenían que ganarse la vida de una forma muy diferente a como lo hacían en Inglaterra, esto era, labrando la tierra y sacándole el fruto con esfuerzo y dedicación constante, aferrados a la fe heredada de sus antecesores británicos, pero modificada a un estilo de vida menos burgués ya que, a diferencia de la vida en Inglaterra, placida y sin muchas penurias, en La nueva Tierra, ellos llegaron como extranjeros, sin privilegios por apellidos o por títulos, llegaban a ganarse la vida "con el sudor de su frente".
Sin embargo, los lazos filosóficos y políticos con Inglaterra estaban todavía muy fuertes, ello es evidente en el principio de la historia americana, ya que el primer territorio colonizado se le llamó "Nueva Inglaterra" como una muestra de la añoranza hacia lo que dejaban tras de sí, y aun más, por mucho tiempo y desde finales del siglo XVI la mayor parte de la costa oriental de América del Norte pertenecía a Inglaterra, esto es posible rastrearlo en la historia de los Estados Unidos por múltiples documentos históricos y diarios de los colonos en los cuales ellos narraban las penurias que les tocaba pasar por "amor a la libertad".
(Para una visión un tanto más histórica de estos avatares de los primeros colonos Americanos, les remito a ver los documentales de Historia Americana, estos pueden ser hallados en la siguiente dirección electrónica: Cfr.http://www.cinetube.es/documentales/america-la-historia-de-eeuu/temporada-1/capitulo-1/200475.html)
También en el prologo de la obra de William james "El significado de la verdad" (1909) Luis Rodríguez Aranda reafirma este hecho cuando escribe:
"No debe creerse, sin embargo, que el pragmatismo surgió espontáneamente en Norteamérica. No existe una filosofía autóctona en Estados Unidos. El pragmatismo se debe a la lenta y contradictoria difusión de la filosofía europea en aquel medio. Para comprender mínimamente lo ocurrido en el pensamiento norteamericano hay que tener en cuenta el espíritu y los problemas de la Ilustración europea. Norteamérica está formada por la Ilustración. Heredó de ésta el amor por el empirismo, la tolerancia religiosa y política y, sobre todo, la igualdad de derechos entre la sociedad burguesa, todo lo cual fue realidad en Norteamérica antes que en la propia Europa, predicadora de ellos.

Esta dependencia respecto de la Ilustración europea se manifiesta, sobre todo, más que en el planteamiento de los problemas mismos en la realización práctica de las soluciones. La fidelidad a Europa se acusó en que llevaron a cabo prácticamente la mayor parte de las teorías de filósofos ingleses, franceses y alemanes. Este interés por la realización, que se manifestó prontamente en la vida pública, comenzó a caracterizar al país. Empezó a justificarse y ensalzarse la acción y a ver en todo lo que contribuía al desenvolvimiento de la vida un bien estimulante, incluso ético. (Cfr. JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 5)

Tanto la educación como la mayoría de costumbres británicas acompañaron a los puritanos que pretendiendo escapar de "Las viejas costumbres", lo que logran fue disimular por mucho tiempo las ideas que añoraban y que naturalmente tendrían que ir cambiando por las diferentes situaciones que ofrecía el nuevo territorio colonizado.
Esta nueva forma de asumir la situación en Norteamérica se ve reflejada en las ideologías de un pensador político de la época llamado Tocqueville en 1832 cuando anunciaba lo que se pudiese cavilar como el primer "germen" de pragmatismo nacido de la situación por la que atravesaba el nuevo pueblo americano y por las características de un territorio casi indomable y hostil a la forma y costumbres británicas obsoletas en esta nueva tierra que necesitaba más de hombres de acción que de pensadores acomodados en un estilo de vida en el cual las necesidades vitales ya estaban aseguradas; Tocqueville anuncia:
"Huir de la sistematización del yugo de los hábitos, de las tradiciones familiares, de las opiniones de clase e incluso hasta cierto punto, de los prejuicios nacionales; tomar la tradición como un dato y el examen de los hechos presentes sólo como algo útil solamente si sirve para obrar de modo distinto y mejor; buscar por sí y en uno mismo la razón de las cosas, dirigirse al resultado sin dejarse dominar por los medios y atender al fondo sin detenerse en la forma: tales son los principales rasgos que caracterizan lo que yo llamaría el método filosófico de los americanos7 (Cfr. A. Tocqueville, La democracia en América, (1832) II, P 9.)
Es innegable que la forma de pensar de los puritanos venidos a América escapando de la opresión inglesa, traían consigo, toda la herencia británica de sus tradiciones, creencias, economía, política y filosofía, y que, aun así, estas serían determinantes a la hora de renovar sus nuevas convicciones filosóficas; Además, ello influiría notablemente en la formación del pensamiento pragmatista; pero también es indiscutible que fueron ellos, los Puritanos, con su espíritu de lucha, de fe, de renovadas creencias y de laboriosidad los que empujaron los nuevos ideales de igualdad, de libertad, de justicia, de oportunidad y de prosperidad.
"Los británicos, más que otro pueblo, influyeron en la formación de las instituciones americanas; y los colonizadores de Nueva Inglaterra, especialmente los Puritanos de la costa de Massachussets, han dejado una huella profunda en el carácter americano. (...) Los Puritanos estaban profundamente inmersos en resolver el conflicto entre las doctrinas de la libre voluntad y del determinismo. Pero, en general, estaban de acuerdo en que la vida es un proceso moral, y que ciertas virtudes morales, como la disciplina, la devoción, la honestidad, la moderación, la templanza, la frugalidad y la laboriosidad, debían ser alabadas". (Cfr. P. Kurtz, "American Philosophy", (1967), P. Edwards (ed.), The Encyclopedia of Philosophy, NuevaYork, Mcmillan, I, Pp. 83-84).
De lo anterior también nos habla el Ministro Sergio Leonardo de Ávila Ruiz en "El estado de bienestar y la pobreza de Los Estados Unidos de América" cuando escribe:
Los migrantes europeos que formaron trece colonias provenían de sectores marginados de lo religioso, en lo político y en lo social, cada uno iba con un sueño, a cumplir, de mejorar sus condiciones de vida y quizá realizar en esta tierra aun desconocida para ellos las utopías políticas y religiosas imaginadas" .(Cfr. De Ávila Ruiz, S. "El estado de bienestar y la pobreza de Los Estados Unidos de América". (2010). Ed. Universidad Nacional Autónoma de México, tesis de doctorado. P 17. 316p.)
El pueblo Americano se forjó en los ideales de libertad y de fraternidad, los cuales son el fundamento actual de su constitución nacional; principios encaminados a las libertades individuales que no permitían ni permitirían la opresión de creencias y de filosofías alienantes, (las cuales formaban sistemas cerrados que no permitían un nuevo desarrollo del pensamiento tal y como lo escribirá James en "Pragmatismo" (Crf P 18) despectivas, elitistas y esclavistas, (aunque como se sabe las políticas sobre la esclavitud fueron peleadas y derogadas mucho después en la historia americana) en una sola forma de pensar; las creencias religiosas del puritanismo eran consideradas en su época, más una especie de "Política renovadora", que un sentimiento religioso propiamente dicho, de ello da fe Tocqueville al escribir que:
"El puritanismo (...) era casi tanto una teoría política como una doctrina religiosa. Apenas desembarcados en aquellas inhóspitas costas (...) el primer cuidado de los emigrantes es el de organizarse en sociedad". (Cfr. A. Tocqueville, La democracia en América (1832), I, P 37.)
También William James, en su remembranza de la pujanza e influencia del protestantismo, (en cabeza de la secta de los cuáqueros), para con la formación del pragmatismo y su defensa de la "libertad" como máxima de la filosofía y creencias Norteamericanas, expresa en su libro "Variedades de la experiencia religiosa" el esfuerzo de un personaje llamado "George Fox": Él nos dice que:
"Si queréis un ejemplo concreto, ninguno como el que representa la persona de George Fox. La religión cuáquera que fundó nunca será alabada lo bastante, ya que en una época de fraudes fue la religión de la veracidad arraigada en la misma esencia espiritual, y el retorno a lo más parecido a la verdad original del Evangelio, nunca conocida en Inglaterra hasta ese momento. En la medida en que nuestras sectas cristianas actuales evolucionen hacia la liberalidad, estarán simplemente volviendo, en esencia, a la posición que Fox y los cuáqueros adoptaron hace ya bastante tiempo". (Cfr. William. James, Las variedades de la experiencia religiosa, (1986), traducción de Juan Francisco Yvars, Barcelona, Península, Pp. 16-17).
Por todo lo anterior, para los primeros colonizadores, "América" fue (y aun lo es) "la tierra nueva prometida de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad": y se puede decir que este sería la originaria característica del nuevo pensamiento de los pobladores norteamericanos venidos de Inglaterra. Sin embargo, también es de anotar que estas ideas no eran propiamente de los británicos protestantes, sino, de los "Reformistas Franceses" que impulsaron dichos ideales como pilares de su revolución y que sería la inspiración de los Padres Fundadores del pueblo Norteamericano.
Esta osadía de la conquista de Norteamérica les demandaba no únicamente decisión a aventurarse a nuevos territorios sin explorar sino también intrepidez y constancia, y aunque todas ellas eran virtudes que nacían desde la individualidad, estas se tendrían que transformar en un ideal colectivo por parte de todos aquellos que soñaban con la "libertad", por lo cual no debían escatimar en fuerza y ahincó para con los recursos y los medios en esta nueva empresa de crear una de las más grandes naciones del mundo.
Consecutivamente otra de las características del pueblo norteamericano seria la creación de políticas de gobierno basadas en la fraternidad y la libertad, ideas llegadas, como lo he enunciado antes, desde Francia y su sublevación la cual marcó de forma directa el devenir de muchas naciones Americanas que soñaban con la libertad de expresar sus ideales políticos y religiosos; para ello era necesario fortalecer las fronteras de la nueva ideología; en este sentido los pioneros americanos comenzaron a elaborar su propia constitución con lo cual tomaban aun más distancia de sus antepasados británicos y sus lazos culturales se definían aun más. (Para mayor información sobre estos primeros aspectos de la historia norteamericana se puede consultar y visualizar los documentales expuestos en la siguiente dirección http://www.cinetube.es/documentales/america-la-historia-de-eeuu/temporada-1/capitulo-1/200475.html.)
Así nace otro de los aspectos de la cultura norteamericana el cual será la idea de la individualización de las leyes y la democracia por lo cual se declara que "los derechos individuales son sagrados pero su logro y permanencia están supeditados al bien común", logrando de este modo que "los derechos del individuo se confundan con los de la comunidad".
Finalmente, un último rasgo importante sería el éxito alcanzado al conformar una Gran Nación, claro está con el esfuerzo y el sacrificio de muchos colonos que murieron por la creación y la defensa de las leyes americanas, ya que debido al optimismo religioso puritano protestante y confianza en la Providencia divina creían y creen que:
"Todo era y es posible, que basta querer para hacer: el éxito seguirá ineluctablemente". Y por último, lo que caracteriza también la ideología americana heredada de sus antepasados colonizadores es la idea del "destino manifiesto" pues en el fondo de su conciencia, existe la idea de que "Dios ha escogido a Norteamérica para defender el Bien, el Derecho, la Verdad"; aquellos hombres que emigraron a América tienen conciencia de una misión que es "construir un mundo nuevo en donde el hombre estará a salvo de la opresión y libre para siempre".(Cfr. G. Deledalle, La filosofía de los Estados Unidos, P 23.).
De otra parte a la filosofía pragmatista le antecedió, por así decirlo, el deísmo y el trascendentalismo, los cuales perfilaron una nueva forma de interpretación de la realidad, la cual no debía ser obra solo de la teoría y/o la experimentación fría y vacía, sino también de las acciones cálidas y más humanas de la experiencia cotidiana de la divinidad que inspiraba y motivaba a los colonos a la acción, al sacrificio y a la entrega de sí por ideales mucho más grandes basados en la fe en la providencia; estas formas de pensar dieron paso a una filosofía que buscaba o buscará la "verdad" (o las verdades) en el "Uso" de dicha verdad y no solo en el deleite de la creencia o en la elaboración de teorías racionales sobre las cosas. Las personas querían ver el "actuar de Dios" y sus designios en la labor constante de la creación de una nación libre, en la construcción de un pueblo que se redime con la ayuda de una Voluntad profunda en las creencias de sus gentes que ven en este "nuevo mundo" una intervención que supera todo obstáculo posible a sus habitantes.
El pragmatismo nace como una reacción a ambas situaciones y como una forma de mostrar que existe una interpretación diferente al concepto de "verdad".
"El trascendentalismo, al igual que el pragmatismo, tiene inicialmente un carácter de reacción frente a diferentes tendencias de la cultura y el pensamiento americanos. Filosóficamente los trascendentalistas eran idealistas, fueron influidos por algunos idealistas románticos como Samuel T. Coleridge (1772-1834) y Friedrich W. Schelling (1775-1854), y por Inmmanuel Kant (1724- 1804) y el Platonismo: suele incluirse también por esta razón a Henry James, Sr. entre los trascendentalistas cuyo pensamiento se caracteriza por una mezcla de platonismo y misticismo swedenborgiano. Al mismo tiempo, reaccionaron contra el racionalismo del siglo XVIII, alejándose de la religión racionalista defendida por el deísmo, que había imperado en la historia filosófica de los Estados Unidos.
Asimismo se posicionaron frente al materialismo. También rechazaron la filosofía empirista a la que limitaban a una mera investigación que nunca podría ser capaz de dar una explicación total del universo, que nunca podría llegar a la "verdad última".
Despreciaron el historicismo, la mirada al pasado para explorar la tradición, no tenían ningún interés por el pasado; defendían fervientemente el individualismo, y siguiendo la línea de su desprecio por la tradición, querían liberar al individuo de su ciega adhesión a las costumbres y del apego a toda clase de convencionalismo." (Cfr. Izaskun Martínez Martín. William james y miguel de Unamuno:(2006), una nueva evaluación de la recepción del pensamiento pragmatista en España, Pamplona, P 30 ss.).
En su última etapa de formación y maduración, la filosofía norteamericana pasaría por un periodo muy unido a la filosofía del idealismo Hegeliano fomentado por la escuela de Saint Louis fundada en 1866, en Missouri; en ésta escuela se reunían intelectuales y pensadores tales como Henry BrokMeyer (1826-1906) de procedencia Alemana, William T. Harris (1835-1909), importante pedagogo, filósofo y lexicógrafo, y Denton J. Snider (1841-1925), filósofo e importante interprete de Hegel; ambos intelectuales Norteamericanos. (Cfr. D. Richardson Robert. (2007) William James: in the maelstrom of American modernism: a biography Hegel in Cambridge. Chapter 32. Ed: Houghton Mifflin Company. P 211.)
Ellos fueron los que le dieron institucionalidad y origen académico a esta escuela que propagaba la filosofía idealista gracias a sus interpretaciones del pensamiento Hegeliano en estados Unidos. Harris y BrokMeyer, y otros más, comenzaron a reunirse en 1858 de modo personal en un pequeño grupo que llamaron el "Club Kant" para hablar de los escritos Hegelianos. Y en razón de este reducido grupo de intelectuales de la filosofía se formaría la posteriormente llamada "Escuela de Saint Louis".
Este establecimiento filosófico y académico conservó un gran dinamismo desde que fue fundado y en 1867 se dio por primera vez la edición del primer magazín sobre filosofía Norteamericana al que llamaron The Journal of Speculative Philosophy. (Diario o revista sobre filosofía especulativa). Su principal empeño fue difundir los pensamientos de la filosofía idealista Alemana de autores como Hegel, Schelling, Fichte, y otros muchos, también fue fundada pensando en la publicación de artículos propios y de traducir obras importantes del pensamiento Alemán a la lengua inglesa. Además, también se centró en la publicación y difusión de los ensayos de sus miembros, dentro de sus ediciones aparecieron asimismo en la revista, artículos originales de Emerson, James Ward (1843-1925), William James, John Dewey, y Charles S. Peirce.
Es en este foco del desarrollo y promoción del idealismo alemán en Norteamérica que dio nacimiento a la filosofía pragmatista, y fue en las conferencias de 1898 en la Universidad de Berkeley bajo el título de Philosophical Conceptions and Practical Results [Concepciones filosóficas y resultados prácticos]. (Esta conferencia fue publicada originalmente en University of California Chronicle en septiembre de 1898 (Pp. 1-24) y está recogida en las obras completas dadas por William James donde el termino pragmatismo se hizo popular y conocido, no obstante James aclaró que fue Charles Peirce quien acuño este término a este modo de pensar a través de estas palabras:
"Consideremos qué efectos, que puedan tener concebiblemente repercusiones prácticas, concebimos que tiene el objeto de nuestra concepción. Nuestra concepción de estos efectos es pues el todo de nuestra concepción del objeto".(Cfr. William James, "Philosophical Conceptions and Practical Results" (1898), F. Burkhardt, F. Bowers e I. Skrupskelis (eds.), The Works of William James, Cambridge, MA, Harvard University Press, I, 1976, Pp. 255-270).
El pragmatismo es también una "forma de creencia" que, según el autor, pretende apaciguar las disputas metafísicas tales como: ¿Es el mundo uno o múltiple? ¿Libre o determinado? ¿Material o espiritual?

El método del pragmatismo intenta hacer un "interpretación" hallando en estas, sus implicaciones prácticas, y si no es posible darle este sentido práctico, afirma James, "entonces las alternativas significan prácticamente la misma cosa y toda disputa es vana. Cuando la discusión sea sería, debemos ser capaces de mostrar la diferencia práctica que implica el que tenga razón una u otra parte. (cfr. El pragmatismo. (1907)).

Es de anotar que la idea de que las verdades y las creencias deben tener una incidencia practica para la vida de toda persona, es una de las doctrinas más remarcadas en las obras de James; también cabe decir que son las consecuencias prácticas de una creencia o teoría la que le dan cierta validez e importancia para el individuo o para la comunidad, quien en definitiva, es la que debe beneficiarse de dicho saber.

Para James el origen de esta filosofía del pragmatismo se remonta a la etimología griega de la palabra pragma:

"Una ojeada a la historia de esta idea, les mostrará aún mejor lo que significa el pragmatismo. El término se deriva de la palabra griega pragma, que quiere decir acción, de la que vienen nuestras palabras práctica y práctico. Fue introducido en la filosofía por Mr. Charles Peirce en 1878. En un artículo titulado: How to make our ideas clear, en Popular Science Monthly de enero de aquel año, Mr. Peirce, después de indicar que nuestras creencias son realmente reglas para la acción, dice que para desarrollar el significado de un pensamiento necesitamos determinar qué conducta es adecuada para producirlo: tal conducta es para nosotros toda su significación. Y el hecho tangible en la raíz de todas nuestras distinciones mentales, aunque muy sutil, es que no existe ninguna de éstas que sea otra cosa que una posible diferencia de práctica.

Para lograr una perfecta claridad en nuestros pensamientos de un objeto, por consiguiente, necesitamos sólo considerar qué efectos concebibles de orden práctico puede implicar el objeto; qué sensaciones podemos esperar de él y qué reacciones habremos de preparar. Nuestra concepción de tales efectos, sean inmediatos o remotos, es, pues, para nosotros, todo nuestro concepto del objeto, si es que esta concepción tiene algún significado positivo.

Y es por eso que me interesaron las opiniones de James y del pragmatismo, en donde la idea de que las verdades o creencias tienen validez de acuerdo a su uso práctico que, para mí, esta filosofía tiene toda su fuerza y utilidad, en lo cual concuerdo con James, ya que es muy meritorio suponer que las cosas y las ideas son construcciones del ser humano para superar o cambiar problemas que pueden hacer de nuestras vidas un vivir mejor, tanto para sí mismo, como para los demás.

No es suficiente con que una idea sea buena para sí misma, ha de ser también buena y útil para quien la piensa y ha de ser también buena y útil para la comunidad en la cual ha surgido, de lo contrario, las ideas o creencias serían lo mismo como si no existieran, esto es, ¿de qué le sirve a una persona tener una buena o brillante idea si en la realidad esta carece de la fuerza suficiente para dar nacimiento y forma a una solución tangible o a algún problema en algún campo del conocimiento?

En mi opinión, tal como sucedía en muchas oportunidades con algunas ideas Platónicas y de otros tantos teóricos que solo buscaron en sus verdades o creencias, la belleza, la armonía o el deleite del pensamiento por el pensamiento ( y no es que yo ponga en desmerito éstos quehaceres del pensamiento), ellas no ofrecían un uso concreto a ciertos problemas de las personas del común, como si lo hicieron, en su momento las ideas de muchos de los presocráticos y de Aristóteles ( y muchos otros filósofos que hoy llamamos científicos) y por lo cual, considero que este rechazara muchos de los postulados platónicos en su momento, no obstante, y aunque muchas verdades y creencias son bellas e inclusive sublimes para el pensamiento, nunca alcanzaron tanta relevancia y trascendencia para la humanidad como aquellas, que además de ser todo eso, fueron también prácticas. James continúa diciéndonos:

Este es el principio de Peirce, el principio del pragmatismo. Ha pasado completamente inadvertido durante veinte años, hasta que yo, en una comunicación ante la unión filosófica del profesor Howison en la Universidad de California, volví a presentarlo aplicándolo especialmente a la religión. Por aquellas fechas (1898), el tiempo estaba ya en sazón para recibirlo. La palabra pragmatismo se extendió, y actualmente llena las páginas de las revistas filosóficas. Se habla en todas partes del movimiento pragmatista, unas veces con respeto, otras con menosprecio, a veces con clara comprensión de su significado.

Es evidente que el término se aplica convenientemente a un número de tendencias que hasta ahora no habían hallado un nombre colectivo, y ha entrado ya en uso.

Para comprender la importancia del principio de Peirce, hay que acostumbrarse a aplicarlo a casos concretos. Hace algunos años supe que Ostwald, el ilustre químico de Leipzig, había hecho un uso perfectamente claro del principio del pragmatismo en sus conferencias sobre filosofía de la ciencia, aunque no lo llamara por este nombre.

Todas las realidades influyen en nuestra práctica -me escribió-, constituyendo esta influencia su significado para nosotros. Acostumbro a presentar en mis clases cuestiones en esta forma: ¿En qué aspectos variaría el mundo si fuera cierta esta alternativa o la otra? Si no puedo encontrar nada que llegue a ser diferente, entonces la alternativa no tiene sentido."

Es decir, que las ideas contrarias significan prácticamente la misma cosa, y un significado que no sea práctico es, para nosotros, como si no existiera." (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P17).

El pragmatismo es una filosofía de las acciones y de las consecuencias de dichas acciones, es una filosofía que le da carácter de "Verdad" (o veracidad) a los frutos positivos (posibles) de nuestro actuar y de nuestras creencias constatables, no solo a través de métodos o experimentaciones científicas, sino también, cuando estas son eficaces o significativas para nuestra vida y la de los demás.

Siguiendo la anterior sugerencia de James, ¿Cabe la posibilidad, pues, de que se analicen con los lentes del pragmatismo a tantas filosofías que solo son posibles desde la "idea" y que nunca podrán llevarse a la práctica o a la confrontación de su utilidad para un determinado asunto, ya sea este propio de una realidad física o mental, y que de alguna forma pueda, o no, transformar la conducta de un solo individuo o de una comunidad? Creo que esta cuestión sigue siendo hoy muy relevante e importante y dejaría a muchas ideas y creencias sin un piso firme donde sostenerse y en cambio, haría que otras fueran tomadas muy en serio.

Luis Rodriguez Arnda nos dice en el prologo de "el significado de la verdad" (1909) de William James que:

"Las ideas verdaderas son las que podemos asimilar, validar, corroborar y verificar. Falsas las que no podemos"
Esto es debido a que la verdad de una idea, de un juicio, etc., no es una propiedad estática de aquélla o de éstas. La verdad no "es" sino lo que le "sucede" a una idea. La verdad del hecho mencionado anteriormente se hace cierta por su verificación. Naturalmente, no es necesario ni es posible recurrir a una comprobación experimental. Verificación significa, dice James, las consecuencias prácticas de una idea y éstas son, a su vez, las que tenemos en la mente siempre que decimos que nuestras ideas concuerdan con la realidad. Estas consecuencias nos conducen a otras partes de la experiencia con las que sentimos que están de acuerdo las ideas originales.

Tanto James como Dewey están de acuerdo en sostener que la prueba de la validez de la verdad radica en que realicen bien una función. Si lo hacen con éxito, las ideas son válidas, verdaderas. Si en su actuación aumentan la confusión, la incertidumbre, entonces son falsas. (Cfr. JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 14)

Estas experiencias no pueden ser menospreciadas y subvaloradas por carecer de una posible constatación científica, (tales como nuestras experiencias personales o grupales sobre temas como la religiosidad, las creencias socio-culturales y la superaciones de hechos que son imposibles de medir por las herramientas científicas y/o racionales de la filosofía) y tampoco pueden ser evaluadas como "verdaderas" dependiendo de la sola discusión infructuosa al tratar de enmarcarlas en conjeturas o en experimentos vacios que solo arrojen cifras o teorías que al final carezcan de un contenido práctico o que estén faltas de utilidad.

Así pues, en razón de lo anterior, para James la filosofía pragmatista debe estar enmarcada en un sentido del USO PRÁCTICO de las ideas y creencias a través, no solo del pensamiento, sino también, en la puesta en común en lo cotidiano de la vida humana, y no en un solo sentido como si solo fuera un "adorno de la realidad de lo trascendente" de hechos que no nos tocan en lo más mínimo con nuestra vida y con nuestra realidad sociocultural, política o de creencias; entendiendo estas, no como la búsqueda de una "Verdad trascendente" y ajena a la vida practica, sino mejor como la consecuencia de lo que es posible lograrse a pesar de lo que una teoría pueda decirnos, para él:

"Toda la función de la filosofía debería consistir en hallar qué diferencias nos ocurrirían, en determinados instantes de nuestra vida, si fuera cierta esta o aquella fórmula acerca del mundo"… El pragmatismo representa una actitud perfectamente familiar en filosofía, la actitud empírica: pero la representa, a mi parecer, de un modo más radical y en una forma menos objetable. El pragmatismo vuelve su espalda de una vez para siempre a una gran cantidad de hábitos muy estimados por los filósofos profesionales. Se aleja de abstracciones e insuficiencias, de soluciones verbales, de malas razones a priori, de principios inmutables, de sistemas cerrados y pretendidos absolutos y orígenes. Se vuelve hacia lo concreto y adecuado, hacia los hechos, hacia la acción y el poder. Esto significa el predominio del temperamento empirista y el abandono de la actitud racionalista. Significa el aire libre y las posibilidades de la Naturaleza contra los dogmas, lo artificial y la pretensión de una finalidad en la verdad. Al mismo tiempo no representa ningún resultado especial. Es un método solamente. Pero el triunfo general de este método significaría un cambio enorme en lo que yo llamé en mi anterior conferencia el temperamento de la filosofía".(Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 18).

Y en cuanto a que el pragmatismo sea una forma de creencia y que sea producto de "viejas formas de pensar", como lo he afirmado antes, el mismo James lo dice cuando afirma que:

"No existe nada absolutamente nuevo en el método pragmatista. Sócrates fue uno de sus adeptos. Aristóteles lo usó metódicamente. Locke, Berkeley y Hume, con su ayuda, hicieron importantes aportaciones a la verdad. Shadworth-Hodgson insiste en que las realidades son exclusivamente lo que son como conocidas. Pero estos adelantados del pragmatismo lo utilizaron fragmentariamente: no fueron más que sus precursores. No se ha generalizado hasta nuestro tiempo, haciéndose consciente de una misión universal y pretendiendo conquistar un destino. Creo en este destino y espero llegar a inspirarles a ustedes mi creencia".(Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 18).

En esta nueva forma de pensar, se combinan aspectos importantes de las concepciones del mundo y de las formas como éste es estudiado por las diferentes disciplinas ya sean científicas, religiosas o filosóficas; en el pragmatismo se hace una especie de "Amalgama" de las teorías, pues no se ve en estas un fin en sí mismo, sino mejor, una herramienta que puede ser usada y direccionada de acuerdo a un fin en común, para un bienestar general.

James escribirá:

"…las teorías llegan a ser instrumentos, no respuestas a enigmas, en las que podamos descansar… El pragmatismo suaviza todas las teorías, las hace flexibles y manejables. No constituyendo nada esencialmente nuevo, armoniza con muchas antiguas tendencias filosóficas. Está de acuerdo, por ejemplo, con el nominalismo en su apelación constante a los casos particulares; con el utilitarismo, en poner de relieve los aspectos prácticos; con el positivismo, en su desdén por las soluciones verbales, las cuestiones inútiles y las abstracciones metafísicas". (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 19).

Por último, tomando otra fuente sobre el posible origen del pragmatismo en su escrito titulado "El estado de bienestar y la pobreza de Los Estados Unidos de América", el Ministro Sergio Leonardo de Ávila Ruiz nos dice a cerca de este origen:

"El pragmatismo encuentra su origen en dos fuentes principales: en la tradición de pensamiento estadunidense y en la filosofía kantiana. De la primera abrevará a través del trascendentalismo de Emerson y de la segunda a través de la obra de Kant Critica de la razón Práctica. Ambas fuentes serán reconocidas por los fundadores del pensamiento pragmático entre los cuales ocupará un lugar privilegiado William James.

Evidentemente también abrevará de manera más o menos evidente de las diversas tradiciones del pensamiento anglosajón, del empirismo inglés, sobre todo de la obra de John Locke, importado a tierras americanas por los colonos ingleses, así como la tradición discursiva e intelectual de los pastores protestantes" ( Cfr. De Ávila Ruiz, S.( 2010). "El estado de bienestar y la pobreza de Los Estados Unidos de América". Ed. Universidad Nacional Autónoma de México, tesis de doctorado. Pág 17. 316p.).

En síntesis, para con lo que se ha dicho hasta ahora, es posible afirmar que el pragmatismo se asemeja a una herramienta que sirve para separar lo útil de lo no útil; a un filtro que, al desprenderse en él las diferentes propuestas y teorías del conocimiento de la realidad humana y del mundo, tales como la política, la economía, la ciencia, las diferentes filosofías y creencias de todas las culturas humanas, él solo dejará pasar las que sean fácilmente utilizables de acuerdo a su uso práctico y que no representen o presuman de ser el "único" medio para llegar a un fin "ultimo" de "verdad" (veracidad) o que éste alejado de las realidades y necesidades del hombre común.

Esta nueva herramienta del pragmatismo, y digo nueva por su poca difusión en los ambientes académicos y filosóficos de nuestras instituciones educativas y universidades, podría encaminar de una forma mucho más enérgica y eficiente, algunos asuntos altamente relevantes en lo tocante a algunas teorías políticas, económicas, filosóficas y religiosas que nos han encasillado en pensamientos un tanto etéreos que por su belleza e idealización, nos han mantenido obnubilados y distraídos pero que en definitiva, no han dado soluciones eficaces, efectivas y directas a las problemáticas del hambre, del desempleo y de la bien retrasada "educación para la vida" y para el bienestar general de las personas, las cuales, siguen manteniendo una fe ciega ante las instituciones que les han mantenido en discursos alejados de una realidad tangible y que solo les han prometido ideales inalcanzables.

Considero que, es importante enseñar a las nuevas generaciones, como nos lo dice James, el valor del pensamiento práctico, de las ideas que podrían solucionar, a si sea lentamente, los afanes del hambre y de la desigualdad social; pienso que es muy relevante que las nuevas filosofías y pensamientos políticos, económicos y de la educación salgan de discursos "vacios" que nada aportan a la creación y a la transformación de sujetos críticos y realistas de su cotidianidad y que solo promueven el cumplimiento formal a la normatividad pero no a la utilidad de la misma en la formación de persona y en el aprovechamiento de los recursos públicos.

Por lo que es triste ver a tantos colegios, institutos y tantas universidades, (y entre ellas, la mía propia) sumidas en la burocratización de la educación, con cuestiones vacías o carentes de un sentido práctico de formación, esto es, como si éstas, (la educación, o la salud o la política, etc.) solo se tratasen del ajustamiento a normas que promueven solo el que se cumplan o no, directrices tales como si esta o aquella materia es requisito o no de este o aquel componente, o si se han llenado "créditos estudiantiles" para obtener un grado, o si es necesario pasar un test para que le atiendan o le den citas primero con un medico general y después un especialista, o si esta forma es correcta o si falta una firma o no de un sujeto x para que sea legal la petición de derechos fundamentales, etc; convirtiendo a la educación, la política, la economía y de burocratización, la salud y demás instancias legales, en un asunto de cifras económicas y no en la calidad de formación, transformación y cumplimiento de un sujeto útil a sí mismo y a la sociedad. Y lo mismo se podría decir de muchos procederes, que están más pendientes de llenar formas y de su cumplimiento a cabalidad que del contenido eficaz y eficiente de dichas convenciones.

Necesitamos sujetos que piensen en la utilidad de la transformación de sí mismos y de su entorno social y no en sujetos que presuman de títulos pero que estén carentes de ideas prácticas en la aplicación de los mismos.






























CAPÍTULO 2

EL METODO PRAGMATISTA Y EL CONCEPTO DE VERDAD EN RELACIÓN CON EL CONCEPTO DE CREENCIA EN WILLIAM JAMES.


Desde que la filosofía empezó hace ya más de XXIV siglos uno de los problemas más relevantes de todos los tiempos ha sido el concepto de "Verdad" en el conocimiento humano y del contraste de esté concepto con el de las creencias, ya religiosas, ya morales o filosóficas que también se disputan dicho puesto como verdad. Así pues, ya sea desde lo religioso, lo ético-moral, dese la misma filosofía o desde la ciencia, este problema ha ocupado las mentes de cientos de personas en todas las culturas a nivel mundial, de igual forma, en los planteamientos del pragmatismo de James, dicho problema también ocupa un puesto importante en toda su filosofía.

En mi modo de ver, la filosofía de James ha dado una orientación muy particular al concepto de verdad como una forma de creencia, de la cual comparto buena parte de la misma; esto es, para mí y para mi investigación de las obras de James, la idea de que las creencias (sean cual sean) son un punto de partida para el conocimiento humano y para su desarrollo de acuerdo a su utilidad en la comunidad en la cual se emplee, es una visión muy audaz cuando se piensa que hemos estado discutiendo por largo tiempo sobre si es conveniente o no que ciertas creencias adquieran un rango tan elevado como el de verdad.

La "verdad" o conocimiento que bien se puede considerar "real" sobre las cosas que nos pasan a diario, es una forma de darnos seguridad en nuestras acciones y pensamientos, es la manera de orientarnos y de saber lo que nos es propicio y lo que no lo es; la "verdad", o certeza sobre lo que creemos, sentimos y conocemos, nos aleja del caos y de la desesperación ante lo que desconocemos, es una forma de tener control sobre lo que nos rodea y, principalmente, es uno de los aspectos más importantes para la sobrevivencia individual y de la especie.

Sobre ello James escribe en "El Significado de la verdad" que:

"Lo verdadero es lo opuesto a todo cuanto es inestable, decepcionante, inútil, mentiroso e ilusorio, de todo cuanto es inconsistente y contradictorio, indemostrable y falto de fundamento, de todo cuanto es artificial y excéntrico, irreal en el sentido de tener poca importancia práctica. He aquí las razones pragmáticas de por qué nos inclinamos a la verdad; la verdad nos salva de un mundo así estructurado" JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 59).

Al igual que James, creo que la "verdad" (veracidad en general de las cosas que acontecen a diario) puede, de la misma manera que el ser humano, nacer en el seno de la ignorancia, desarrollarse en la vida cotidiana de los seres humanos, crecer en la práctica constante y desinteresada de la discusión tanto filosófica, política, científica como religiosa.

Y he aquí un asunto importante en la anterior cita y es que la verdad ha de tener "Importancia práctica"; así entonces, coincido al igual que James, en la idea de que una verdad que no tiene una leve o tenue practicidad ya sea para un individuo en particular o para una comunidad, no es un gran logro en sí para el desarrollo ni personal ni social y ello ya es en sí, lo más inoficioso de la búsqueda de una herramienta que nos ayude a entendernos y a comprender el mundo y nuestra relación con los demás y con la misma realidad, de la cual hacemos parte, ya para vivirla o ya para modificarla en lo material o en lo ideológico.

En esta nueva forma de entender la verdad como una especie de herramienta para el conocimiento y no como un "algo inamovible" que después de que se descubre, ya no se puede modificar, es mejor pensarla como si, la "verdad" de los hechos que podemos considerar como históricos, materiales, sociales, políticos, científicos, filosóficos e inclusive religiosos, rejuvenece y se robustece en la adultez y responsabilidad de las ideas que podemos compartir, mejorar o cambiar si no son acordes a las necesidades emergentes o si no prestasen ni la más mínima utilidad para nuestro bien y el de la comunidad y por lo cual no sean útiles de alguna forma.

No obstante, la verdad no se petrifica, no se acomoda, no puede detenerse en una sola creencia y dar esta como la única cierta, la verdad de muchas cosas y/o acontecimientos también puede morir y ser olvidada, o puede transformarse y resurgir apareciendo, en ocasiones, como algo muy diferente a lo que en antaño era. Esta es la nueva concepción que nos trae el pragmatismo de William James y de la cual tomo parte desde mi punto de vista, por su proyección y alcance en todos los posibles campos de saber y que trataré de señalar y ampliar en este capítulo.

La experiencia de la verdad que el pragmatista ha concebido como útil y práctica, y por lo tanto significativa para la vida del hombre, está pensada en un sentido más elevado; esta debe ser entendida como la experiencia de los logros más excelsos alcanzados por los seres humanos en la defensa y aceptación de un tipo de verdad concertada por un gran número de personas para el bien de todos, y de acuerdo a hechos que pueden considerarse como los logros más positivos del predominio de discursos estimados como verdaderos, en un momento históricamente determinado, y que favorecieron o favorecen cambios positivos para la humanidad.
No obstante, la experiencia de la verdad, también ha de ser y entenderse como un alcance ideal de logros personales ya desde lo moral y ético como desde lo material y/o desde la experiencia de la resolución de problemas cotidianos y que, aun así, para algunos pueda resultar triviales o insignificantes; James nos enseña que la idea o ideal de verdad, ya desde la creencia, puede ser también una herramienta poderosa que puede impulsar a un hombre a desafiar problemas que, desde el punto de vista científico, serían "imposibles" pero desde la experiencia particular son posibles; esto se puede hacer demostrable en "variedades de la experiencia religiosa" donde James muestra muchos casos en los cuales la "verdad" de que algo pudo ser superado aun cuando las leyes de la lógica y de la razón lo daban por no posible, es prueba válida de su contenido de verdad, ya que al ser esta utilizada como herramienta para sortear el problema fue válida ya como creencia y ya como verdad comprobada para dicho fin práctico como en el caso del hombre que debe saltar de un extremo de un precipicio al otro y aunque su lógica y su razón lo daban por imposible, solo su creencia de que era posible lo impulsó a comprobar físicamente que su "verdad en la creencia de que era posible" le sirvió para hacerlo efectivamente.

Así pues, para el pragmatista, esta concertación de la verdad (o de las posibilidades de verdad) ha cambiado el curso del acontecer humano de forma progresiva y auténtica, generando el mayor bienestar a los individuos y a la sociedad en general, y apartándola del dolor y el caos, y por lo tanto, favoreciendo al mayor número de seres humanos en la lucha por la dignidad y la igualdad de los derechos políticos, económicos, religiosos y en pro del orden social.

De esta forma, la unión de las diferentes experiencias de la humanidad, ha sido el resultado del cambio constante en una mutua modificación de los lenguajes que usamos para describir la naturaleza y nuestros sentimientos, de las leyes en nuestras sociedades, y por ende, de las ideas de verdad, las cuales han tenido parte desde el principio de las civilizaciones que han dado lugar al dialogo y al debate de las viejas verdades y los nuevos y continuos descubrimientos, favoreciendo el desarrollo de lo que tomamos como verdadero; James hace una muy hermosa descripción de ello al escribir.

"Las distinciones entre lo legal y lo ilegal en la conducta, o entre lo correcto y lo incorrecto en el lenguaje, se han desarrollado incidentalmente entre las interacciones de las experiencias humanas en detalle; no de otro modo se han desarrollado las distinciones entre lo verdadero y lo falso en las creencias. La verdad se injerta en otra verdad previa, modificándola en el proceso, de la misma forma que un idioma se injerta en otro previo y una ley en otra ley anterior. Dada una ley previa y un caso nuevo, el juez elaborará con ambos elementos una nueva ley. Dado un idioma previo, surge una nueva jerga, metáforas o rarezas que agradan al gusto público, y muy pronto se forma un nuevo idioma. Frente a la verdad previa aparecerán nuevos hechos y entonces nuestro espíritu halla una nueva verdad…Nuestros aciertos, desaciertos, prohibiciones, castigos, palabras, idiomas, creencias, son otras tantas nuevas creaciones que se añaden a sí mismas tan rápidamente como la historia prosigue. Lejos de ser principios que anteceden y animan el proceso, la ley, el lenguaje, la verdad, no son sino nombres abstractos de sus resultados.". (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 85)

El equilibrio de todos los cambios del pensamiento a través de la historia humana, siempre con la posibilidad de ser mejorada, cambiada o derogada por otros discursos de "verdad" conforme a nuestras creencias, es lo que James denomina como "nueva verdad". De esta manera todas las clases de pensamientos filosóficos, metafísicos, políticos, científicos y demás, de los que se sirve la idea de transcendencia, se han originado históricamente, y se han ido ampliando y asentando o transformando con cada nueva confirmación de su utilidad o no, para el desarrollo de la sociedad.

Es en esta transformación constante, que las sociedades han creado mundo, historia, política, ciencia, filosofía y religión; aun así, algunas de estas "verdades" no han permanecido o prosperado hasta nuestros días, y una de las posibles razones de ello, es que los pensamientos y creencias, al igual que todas las cosas, no están del todo acabadas o finiquitadas, ellas, al igual que lo dijera Heráclito, están en un cambio constante e incesante.

Con el paso del tiempo, muchas verdades son cambiadas por otras que resultan ser más útiles que las anteriores, así estas nuevas verdades, carezcan de la belleza y del halo de misticismo de que gozaban las de antaño; son las necesidades y los nuevos problemas y retos, los que fuerzan a los hombres a modificar sus pensamientos y creencias cuando estas carecen de la utilidad de la que participaban en tiempos anteriores.

Así, por ejemplo, en principio, como hoy lo sabemos, los mitos eran útiles para explicar la realidad y para alejar los temores humanos, sin embargo y aunque algunos de ellos son ciertamente, elegantes y bien elaborados, lentamente fueron perdiendo relevancia en ausencia de su uso práctico para dar respuestas eficaces a las nuevas problemáticas que trajo consigo la civilización y la tecnología en pos de un mayor bienestar personal, social y de las nuevas relaciones socio-culturales, políticas, económicas y, por qué no, religiosas a las que enfrentaron y desplegaron el comercio y la política primitiva entre los pueblos.

James escribirá sobre el uso del concepto de verdad que:

"En el reino de los procesos de la verdad, los hechos se dan independientemente y determinan provisionalmente a nuestras creencias. Pero estas creencias nos hacen actuar y, tan pronto como lo hacen, descubren u originan nuevos hechos que, consíguientemente, vuelven a determinar las creencias. Así, todo el ovillo de la verdad, a medida que se desenrolla, es el producto de una doble influencia. Las verdades emergen de los hechos, pero vuelven a sumirse en ellos de nuevo y los aumentan: esos hechos, otra vez, crean o revelan una nueva verdad (la palabra es indiferente) y así indefinidamente.
Los hechos mismos, mientras tanto, no son verdaderos. Son, simplemente. La verdad es la función de las creencias que comienzan y acaban entre ellos" (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 80)
Aunque es importante anotar que tal vez la idea de verdad pragmática puede tener un origen en la filosofía de Protágoras al este afirmar que:
"Homo omnium rerum mensura est («El hombre es la medida de todas las cosas»), que traduce al latín la sentencia original en griego. Esta última, según Diógenes Laercio, habría sido la siguiente: πάντων χρημάτων μέτρον ἔστὶν ἄνθρωπος, τῶν δὲ μὲν οντῶν ὡς ἔστιν, τῶν δὲ οὐκ ὄντων ὠς οὐκ ἔστιν) "El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son". (Cfr. Diógenes Laercio L IX, 51. Diógenes Laercio (1999). Vidas de los más ilustres filósofos griegos, traducción, prólogo y notas de José Ortiz y Sainz, Barcelona: Ediciones Folio, S.A.. ISBN 978-84-413-1825-0. )
La frase figuraba, según refiere Sexto Empírico, en la obra perdida de Protágoras Los discursos demoledores, y ha llegado hasta nosotros a través de la transcripción de varios autores antiguos. Aparte de Diógenes Laercio, es citado por Platón, Aristóteles, Sexto Empírico y Hermias.
Sin embargo, también es interesante saber que es el mismo James quien afirma que fue Charles Sanders Peirce quien con su escrito "How to Make Our Ideas Clear" en 1878, dio comienzo a este movimiento cuya idea es que:
"la prueba de la verdad de una teoría reposa en el examen de sus consecuencias" (Cfr. Peirci, C.S. (1878), How to make Our ideas clear.)

Y en sus escritos posteriores Pearce dice que:

"Consideremos qué efectos, que pudieran tener concebiblemente conexiones prácticas (practical bearings), concebimos que tenga el objeto de nuestra concepción. Entonces, nuestra concepción de esos efectos es toda nuestra concepción del objeto". (Cfr. Peirce, CH.S.( 1931 – 1935), Collected Papers. (ed. Hartshorne y Weiss), Cambridge (Mass.). Vol. V, P. 402. )

Esta idea fue desarrollada durante las reuniones que realizaban tanto Peirce como James durante más de una década en el "Metaphysical cub" (el club de los Metafísicos) reunidos ya fuera en Boston o en Cambridge (Massachusetts); sin embargo, muy pronto las ideas de James y Peirce los llevarían a distanciarse de lo que para uno u otro era el pragmatismo, a tal punto que después de un tiempo, Peirce llamaría a su filosofía "Pragmaticismo", mientras que James conservaría su nombre original de "Pragmatismo".

En este corto apartado, me centraré en las ideas, de una manera no demasiado minuciosa, de la filosofía de James, ya que es en este sentido que quiero enmarcar la idea de "verdad Pragmatica" que nos ofrece este autor.

James propone una idea de método "pragmático" en el cual la "verdad del mismo" está enfocada en sus efectos más que en sus posibles descripciones teóricas, a diferencia de los pensamientos de Peirce que solo quería aplicar la verdad a los "Efectos" de los objetos como medida de su "verdad", James va un poco más adelante al afirmar que no son solo los efectos los que logran acercarnos a la "verdad" del "objeto", sino que también está presente en las creencias que tengamos de los mismos.

Mariano L Rodríguez en su ensayo "Conocimiento y verdad en el pragmatismo de William James", nos dice que:

"Por su parte, William James entendió el principio como la generalización condensadora de todos los procedimientos analíticos concretos empleados por la tradición empirista clásica, inglesa y escocesa. Todo el sentido del pensamiento humano estriba en la obtención de la creencia (Beliefl), porque sólo con este pensamiento en estado de reposo podemos actuar firmes y decididamente en el mundo. Las creencias son reglas de acción, y el pensamiento tiene como única misión producir en nosotros hábitos de conducta. De manera que, si una parte de un pensamiento determinado no implica diferencias en las consecuencias prácticas del pensamiento en su conjunto, podemos afirmar que tal parte no está incluida en absoluto en el significado del pensamiento. Y ¿Qué significa un determinado pensamiento? La única manera de contestar esta pregunta es determinar qué tipo de conducta estaría inclinado a producir en el caso de ser verdadero, porque una diferencia intelectual sería un mero espejismo si no consistiera en una posible diferencia" (Cfr. Rodríguez, M.L. (1990), Conocimiento y verdad en el pragmatismo de William James, Revista Enrahonar N 16. 1990. P 89 – 104.).

Para James, las teorías no son solo la constatación del conocimiento en los seres humanos, también las cosas y creencias pueden ser verdaderas cuando, más allá de las teorías, las evidencias pueden demostrarnos la validez de nuestras acciones frente a lo que pensamos o creíamos conocer; James tomará muchos ejemplos en obras como "Variedades de la experiencia religiosa" (1902), "Las energías de los hombres" (1908), "Pragmatismo" (1907) y "Razón y verdad" (1906); en estas obras el autor explicará que existe una idea de verdad en el conocimiento que va más lejos que solo las teorías sobre las cosas, que las respuestas a los hechos o a las preguntas no están envueltas en las teorías, frías y muchas veces solo pensadas desde una razón "naturalista", sino que también están enmarcadas en las vivencias "cálidas" que los seres humanos podemos encontrar a diario en nuestras vidas"; James escribirá en "Pragmatismo":

"De este modo, las teorías llegan a ser instrumentos, no respuestas a enigmas, en las que podamos descansar. No nos tumbamos a la bartola en ellas, nos movemos hacia adelante y, en ocasiones, con su ayuda, replanteamos la Naturaleza. El pragmatismo suaviza todas las teorías, las hace flexibles y manejables. No constituyendo nada esencialmente nuevo, armoniza con muchas antiguas tendencias filosóficas. Está de acuerdo, por ejemplo, con el nominalismo en su apelación constante a los casos particulares; con el utilitarismo, en poner de relieve los aspectos prácticos; con el positivismo, en su desdén por las soluciones verbales, las cuestiones inútiles y las abstracciones metafísicas. Todas éstas, como vemos, son tendencias anti-intelectualistas. El pragmatismo está perfectamente armado contra el racionalismo como pretensión y método.

Pero, al principio, no implica resultados particulares. No tiene dogmas ni doctrinas, excepto su método. Como ha dicho muy bien el joven pragmatista italiano Papini, se encuentra en medio de nuestras teorías como el corredor de un hotel. Innumerables puertas se abren ante él. Tras una, se encuentra un hombre escribiendo un libro ateo; en la siguiente, otro, de rodillas, pide fe y fortaleza; en la tercera, un químico investiga las propiedades de un cuerpo. En la cuarta, se elabora un sistema de metafísica idealista; en la quinta se demuestra la imposibilidad de la metafísica. Pero el corredor es común a todos y todos deben pasar por él, si desean seguir un camino practicable para entrar o salir de sus habitaciones respectivas.

No supone resultados particulares, sino solamente una actitud de orientación, que es lo que significa el método pragmatista. La actitud de apartarse de las primeras cosas, principios, categorías, supuestas necesidades, y de mirar hacia las cosas últimas, frutos, consecuencias, hechos. ¡Y punto final respecto del método pragmatista! Podría decirse que lo he estado alabando más que explicando; pero se lo explicaré a ustedes ahora suficientemente, mostrándoles su modo de actuar en algunos problemas que nos son familiares. La palabra pragmatismo se ha usado también en un sentido más amplio, como una teoría de la verdad. Pienso dedicar a esta teoría una conferencia completa, después de preparar primero el camino, de manera que seré breve ahora. Pero, como la brevedad es muy difícil, les ruego una mayor atención durante un cuarto de hora más. Si algo queda oscuro, espero poder aclararlo en las próximas conferencias".
(Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 20)

Para James es importante diferenciar la idea de "verdad científica y metodológica" de la idea de "verdad enmarcada en los hechos prácticos de la misma"; y de cómo estos pueden transformar, el entorno de las personas que se ven envueltas en ellos, por eso es muy importante para él identificar las consecuencias de cualquier teoría para poder desenmascarar la verdad práctica de los hechos de la solo conceptualización verbal de las teorías, que a su pensar, serian solo "juegos de palabras en los cuales no vale perder el tiempo" por lo que:

"El método pragmático en tales casos trata de interpretar cada noción, trazando sus respectivas consecuencias prácticas; esto es, ¿Qué diferencia de orden práctico supondría para cualquiera que fuera cierta tal noción en vez de su contraria? Si no puede trazarse cualquier diferencia práctica, entonces las alternativas significan prácticamente la misma cosa y toda disputa es vana. Cuando la discusión sea seria, debemos ser capaces de mostrar la diferencia práctica que implica el que tenga razón una u otra parte"; o en otros casos si son "esquemas insuficientes" (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 18)

Y, por lo tanto, si estas no nos sirven para la "vida", no tiene sentido defender una teoría que no tiene alcances reales y vivenciales.

Los seres humanos nos movemos y vivimos en un mundo que nos plantea muchos problemas para la convivencia ya con nosotros, ya con los demás, ya con la naturaleza misma; siendo que esta experiencia nos es común a todos, la búsqueda de soluciones a todos y cada uno de los avatares humanos hace que la búsqueda de la verdad tenga un fin de utilidad, que responda de forma eficaz y lo más eficientemente posible a los problemas. La verdad nos debe brindar una salida, nos debe ofrecer otra forma de entender y de afrontar las vicisitudes de las cuales la vida está llena y por la cual buscamos soluciones que respondan a las problemáticas que día tras día y en cada una de las épocas de la historia humana, hemos tenido que luchar y superar, ya en nuestras creencias o ya en nuevas formas de pensar, dichas soluciones prácticas, esto es, pragmáticas.

En este sentido, el "pragmatismo" es más que una elaboración filosófica o teórica de la verdad, puesto que no solo desea crear o modificar "viejas formas de pensar", sino que, se reelabora y se enriquece de acuerdo a nuestras vivencias personales de la realidad, y de las experiencias cotidianas de lo que podríamos llamar "verdades o creencias útiles" de lo que vivimos día tras día, ya sea en la relación con nosotros mismos, en el trabajo, en el estudio o en la vida en común con los demás.

James en "El significado de la verdad" de 1909, escribe respecto de lo anterior:

"Admitida como cierta una idea o creencia —dice—, ¿qué diferencia concreta se deducirá de ello para la vida real de un individuo? ¿Cómo se realizará la verdad? ¿Qué experiencias serán diversas de las que se obtendrían si la creencia fuera falsa? En resumen, ¿cuál es, en términos de experiencia, el valor efectivo de la verdad?"… ideas verdaderas son las que podemos asimilar, hacer válidas, corroborar y verificar; ideas falsas son las que no. Ésta es la diferencia práctica que supone para nosotros tener ideas verdaderas; éste es, por lo tanto, el significado de la verdad, pues ello es todo lo que es conocido como verdad. (Cfr. JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 16)

El pragmatismo afirma que es necesario "dudar" de lo que los demás, o nosotros mismos, pudiéramos (o pudiesen) decir o teorizar sobre lo que es la "verdad" de las cosas o experiencias personales o culturales, y nos invita a pensar en la utilidad de la ciencia, o de nuestras creencias, o de la política, o de la filosofía; en definitiva, de cada aspecto que nos sea importante a nuestra vida.

Ya sea desde una teoría científica, por muy comprobada que esta esté desde lo teórico, o de una nueva filosofía, o, inclusive, de una supuesta "Fe" tan levada que se encuentre alejada del dolor y sufrimiento humano, en la cual, el consuelo y la dicha han de estar en un "más allá" separado de la vida en nuestro presente, aun así hay que pensar y dudar de la utilidad práctica de esta o aquella teoría o creencia; James nos dice que estas ideas deben ser analizadas y confrontadas para comprobar su verdad práctica y su utilidad para resolver los problemas cotidianos, o comprobar que, por el contrario, no se trata más que de una elaboración vacía, alejada de la experiencia humana concreta; en las palabras del autor, él nos señala que:

"Lo que estas personas experimentan es la realidad. Ella nos muestra una fase absoluta del Universo. Es la experiencia personal de los mejores calificados en nuestro círculo de conocimiento para tener experiencia, para decirnos lo que es. Ahora bien: ¿qué viene a ser el pensar sobre la experiencia de estas personas comparado con el sentimiento directo y personal que ellas sienten? Los filósofos operan con sombras, mientras que los que viven y sienten conocen la verdad. Y el espíritu de la humanidad -no el de los filósofos ni el de la clase propietaria, sino el de la gran masa de hombres que piensan y sienten en silencio- está llegando a esta conclusión…Sorprende realmente advertir cuántas discusiones filosóficas perderían su significación si las sometieran a esta sencilla prueba de señalar una consecuencia concreta. No puede haber aquí una diferencia que no repercuta en otra parte: no puede existir diferencia en una verdad abstracta que no tenga su expresión en un hecho concreto y en la conducta consiguiente sobre el hecho, impuesta sobre alguien, de algún modo, en alguna parte y en algún tiempo. Toda la función de la filosofía debería consistir en hallar qué diferencias nos ocurrirían, en determinados instantes de nuestra vida, si fuera cierta esta o aquella fórmula acerca del mundo". (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 11)

En la filosofía de James, todo postulado que pretenda demostrar una "verdad práctica" sobre algún hecho o creencia para la vida humana tiene cabida, así se hable de empirismo, racionalismo o religión, el cual es, y será, el aspecto más interesante de la idea de verdad como experiencia de creencia práctica en la vida del hombre, james escribe:

"La filosofía pragmatista, de la que me ocuparé en mi próxima conferencia, guarda también buena relación con los hechos; aunque, a diferencia de la filosofía de Spencer, no empieza ni acaba dejando fuera las construcciones religiosas positivas, sino que las trata cordialmente". (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 15)

La verdad del pragmatismo es una confrontación constante entre lo que creíamos que era verdad y lo que podemos constatar de esa creencia; es una lucha continua entre creencia y vivencia, entre teoría y práctica. En esta confrontación nuestro "Punto de vista" puede cambiar o reafirmarse, sin embargo no es de suponer que se establecerán Nuevas verdades inamovibles, sino que se defenderán, hasta donde sea posible y de acuerdo a su utilidad práctica, lo que se considere verdad y lo que sea útil de dicha verdad a través de una Generalización de opiniones; de este modo, según james este proceso sería el siguiente.

"El individuo posee ya una provisión de viejas opiniones pero se encuentra con una nueva experiencia que las pone a prueba. Alguien las contradice, o, en un momento de reflexión, descubre que se contradicen las unas a las otras; o sabe de hechos con los que son incompatibles; o se suscitan en él deseos que ellas no pueden satisfacer. El resultado es una íntima molestia, a la que su mente ha sido extraña hasta entonces y de la que intenta escapar modificando sus previas masas de opiniones. Salvará de ellas cuantas pueda, pues en cuestiones de creencias somos todos extremadamente conservadores. Tratará de cambiar primero esta opinión, luego aquélla (pues se resistirán éstas a los cambios en grado muy diverso), hasta que finalmente surja alguna nueva idea que él pueda injertar en su vieja provisión con un mínimo de trastorno para ésta: una idea que sirva de intermediaria entre la provisión y la nueva experiencia, ajustándolas de modo feliz y expedito.

La nueva idea será adaptada como verdadera. Preservará la vieja provisión de verdades con un mínimo de modificación, ensanchándolas lo suficiente para hacer admitir la nueva, pero concibiendo ésta tan familiarmente como el caso lo permita. Una explicación outré que viole todas nuestras preconcepciones, nunca pasaría por verdadera concepción de una novedad. Debemos ahondar afanosamente hasta que hallemos algo menos excéntrico. Las más violentas revoluciones en las creencias de un individuo dejan en pie la mayor parte del antiguo orden.
Tiempo y espacio, causa y efecto, naturaleza e historia y la propia biografía individual, permanecen intactos. Una nueva verdad es siempre una especie de guión, un suavizador de transiciones.

La antigua opinión concordará con el nuevo hecho a condición de mostrar un mínimo de conmoción, un máximo de continuidad.

Consideramos que una teoría es verdadera en proporción a su éxito para resolver este problema de máxima y mínima. Pero el éxito en resolver este problema es, ante todo, cuestión de aproximación. Y décimos que tal teoría lo resuelve, en conjunto, más satisfactoriamente que tal otra, pero éste hace referencia a nosotros mismos y cada individuo subrayará diversamente sus preferencias. Hasta cierto punto, por lo tanto, todo es aquí plástico. (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 22)

En la filosofía de James, tanto las observaciones, las creencias y vivencias subjetivas como las objetivas, pueden alcanzar una validez de verdad siempre y cuando sean comprobables desde lo práctico en, o para, un grupo de personas o posibles sociedades; esto es, no necesariamente es verdad un postulado teórico sino también un postulado práctico que pueda servir a una comunidad a evitar el mal y beneficiarse de un bien común; para él, algunas verdades pueden ser "petrificadas" por su antigüedad, otras verdades lo son en razón de su "mediación" cuando actúan con éxito en lo que se proponen demostrar; y en una tercera instancia, algunas verdades, no se deberían discriminar por proceder de una idea subjetiva en contra de una objetiva, ya que ambas son importantes en la medida de su uso práctico.

Acá nos hallamos en una forma muy particular, diría yo, de entender el sentido y la búsqueda de una verdad (o de la verdad) y es que esta ha de responder a los intereses instrumentales en la solución de problemas que necesitan ser resueltos. La verdad no es un objeto, la verdad es una herramienta que nos ayuda a corregir errores sistemáticos en la manera de pensar y de proceder de las personas; la verdad es como una lupa que nos debe ampliar los horizontes de posibilidad que debemos emplear con el fin de menguar, cambiar o modificar asuntos incómodos, ineficaces o que son insuficientes para dar bienestar a nuestros problemas por muy insignificantes que estos resulten a los demás o por muy grandes e insospechados que le sean a una comunidad.

Es por esto que, James dice sobre el pragmatismo:

"El pragmatismo sería, pues, en primer lugar, un método, y, en segundo, una teoría genética de lo que se entiende por verdad" (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 24).

Es un método porque no espera conformar creencias de la "verdad", y teoría genética por que tratará de mostrar en donde y como puede generarse una idea de verdad y cuando esta puede ser aplicable como tal y cuando no; o haciendo una paráfrasis de Protágoras, "de las verdades que son en cuanto que son y de las verdades que no son en cuanto que no son".

De este modo, en la filosofía de James, la verdad es también una defensa de la creencia, ya sea personal o colectiva, que a diferencia de la idea común de verdad, no tiene incidencia directa, necesariamente, con la elaboración de teorías científicas racionalistas complejas y sin un uso común y concreto; sin embargo, él no desconoce la importancia de la ciencia y la teoría, solo que en su filosofía, amplía más, los horizontes del concepto de verdad (o de verdades), aun rango mayor; James hace un paralelo entre la teoría y la practica en lo que se refiere a la verdad cuando afirma en una comparación entre el pragmatismo y el racionalismo que:

"El pragmatismo quiere hechos; el racionalismo, abstracciones. El pragmatista habla de las verdades en plural, sobre su utilidad y suficiencia, del éxito de su actuación, etcétera; todo lo cual, a la mente típicamente intelectualista, le parece una grosera clase de verdad, coja y de segunda mano: estas verdades no son realmente tales; sus testimonios son meramente subjetivos. Frente a ellas, la verdad objetiva debe ser algo no utilitario, altivo, refinado, remoto, augusto, exaltado.
Debe existir una absoluta correspondencia entre nuestros pensamientos y una realidad igualmente absoluta. Sería lo que habremos de pensar incondicionalmente. Los modos condicionados por los que pensamos son irrelevantes, y materia para la psicología. ¡Abajo con la psicología y arriba con la lógica en toda esta cuestión!

¡Qué exquisito contraste de tipos mentales! El pragmatista pende de los hechos y de lo concreto, observa la verdad tal como se da en los casos particulares, y generaliza. La verdad, para él, se convierte en un nombre para clasificar todas las clases de valores definidos que actúan en la experiencia. Para el racionalista permanece como una pura abstracción cuyo nombre debe bastarnos. Cuando el pragmatista se propone probar detalladamente por qué debe bastarnos, el racionalista es incapaz de reconocer los términos concretos de que deduce su propia abstracción.
El nos acusa de negar la verdad, mientras que sólo hemos tratado de expresar exactamente por qué las personas la siguen y deben siempre seguirla. El ultraabstraccionista típico se estremece ante las rosas concretas, prefiere lo pálido y espectral. Si se le diera a elegir entre los dos universos, escogería siempre el esquema esquelético en lugar del rico árbol de la vida, pensando que es más puro, limpio y noble." (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 25) .

La forma como James aplicó su idea de "verdad" al concepto religioso de acuerdo al pragmatismo, fue bastante sutil para con las ideas filosóficas en su momento, tanto de la escolástica, proveniente del Catolicismo, como con las alemanas del protestantismo y de la filosofía Hegeliana del concepto del "Absoluto"; ya que, como lo he mencionado en el anterior capítulo, él provenía de una tradición protestante fuerte de Inglaterra que, por amor a la libertad de las creencias políticas y religiosas reformistas, habían decidido emigrar a una nueva tierra, a América, que les permitiría a sus antecesores, hablar sin miedo de sus concepciones, ya fuesen religiosas, filosóficas o de sus pensamientos políticos. Con este bagaje cultural, filosófico y político, James, con un grupo reducido de amigos y filósofos, formaría el "Club de los Metafísicos"; este sería un grupo ideológico con apertura a las nuevas ideas de su época, que les permitiría difundir los pensamientos del idealismo alemán; sin embargo, desde la creación del pragmatismo, James haría una muy interesante crítica.

James quiso señalar que el pragmatismo era mucho más afable para con la religión de su época que las antiguas y establecidas formas filosóficas de pensar; por ello, hizo una crítica un tanto fuerte y a la vez sutil a la filosofía racionalista que elevaba el concepto de Dios de manera muy abstracta desde la escolástica de Agustín de Hipona hasta Tomás de Aquino, y que con el auge del racionalismo, lo trasforma a un panteísmo, si se quiere, desde los pensamientos de Espinosa, o del Absoluto en el idealismo hegeliano, el cual carecía de la calidez de lo humano en ella. Hecho por el cual dejaba a los seres humanos que creían en esta especie de Religión filosófica", a la merced de un Absoluto vacio y que no ofrecería más consuelo que una vaguedad en su misma concepción, por cierto muy alejada de las personas humildes y no versadas en la filosofía y que esperarían una salvación un tanto más sencilla que la simple contemplación de un concepto tan abstracto y vacio.

Así pues, James, para enmarcar su idea de que el pragmatismo podía perfectamente establecer una relación directa y seria con las creencias religiosas de la fe protestante de su época, ( en especial con la fe Cátara y puritana que se vivía en América desde sus inicios), estableció que estas creencias de la gente sencilla, eran también verdades que se podían apreciar desde la cotidianidad y que tenían un sentido práctico de unidad y convivencia entre las personas que, al seguirlas, esperaban encontrar consuelo y regocijo desde sus quehaceres humildes, desde su laboriosidad y desde sus creencias sencillas; factores estos muy importantes en la creación de la cultura y política Americana; él escribirá:.

El pragmatismo puede ser un feliz armonizador de los modos de pensar empíricos con las más religiosas exigencias de los seres humanos.

Los hombres que aman los hechos por temperamento, como recordarán que ya he dicho, son mirados con recelo por la filosofía idealista en moda, debido a la escasa simpatía que ésta profesa a los hechos. El anticuado teísmo era ya bastante calamitoso con su noción de Dios como un monarca elevado, formado por una porción de atributos ininteligibles y absurdos, pero en tanto se atenía a la prueba de la causa final conservaba el contacto con realidades concretas. No obstante, desde que el darwinismo desalojó de una vez para siempre de la mente de los hombres de ciencia la idea de una causa final, el teísmo ha vacilado, ha sido reemplazado en nuestra imaginación por una especie de deidad inmanente o panteísta que obra en las cosas más que sobre ellas. Los aspirantes a una religión filosófica, vuélvense hoy, por lo general, mas esperanzadamente hacia el panteísmo idealista que hacia el antiguo teísmo dualista, a despecho de que el último cuenta aún con hábiles defensores.

Pero, como ya he dicho en mi primera conferencia, la etiqueta del panteísmo será de difícil asimilación para quienes son amantes de los hechos, o piensan empíricamente. Es la etiqueta absolutista, que menosprecia el polvo y se basa en la lógica pura. No guarda conexión con lo concreto. Afirmando que el Espíritu Absoluto, que es su sustituto de Dios, es la presuposición racional de todos los hechos particulares, cualesquiera que sean, permanece olímpicamente indiferente a lo que éstos son en nuestro mundo. Pero sean lo que sean, el Absoluto los prohijará. Como en la fábula del león enfermo, de Esopo, todas las huellas llevan a su caverna, pero nulla vestigio retrorsum. No se puede volver a descender en el mundo de lo particular con la ayuda de lo Absoluto, o deducir de la idea de su naturaleza consecuencia alguna de detalle importante para la vida. Proporciona indudablemente la seguridad de que todo está bien con Él y para su eterno modo de pensar; pero luego, respecto de la salvación, nos deja abandonados a nuestros propios recursos temporales.

Lejos de mí negar la majestad de esta concepción o su capacidad para inspirar consuelo religioso a una respetable clase de espíritus. Pero desde el punto de vista humano, nadie puede pretender que no adolece de vaguedad y abstracción. Es, sobre todo, un producto de lo que me he aventurado a llamar el temperamento racionalista. Desdeña las necesidades del empirismo. Sustituye por un pálido esquema la riqueza del mundo de lo real. Es arrogante, es noble en mal sentido, en el sentido en que ser noble es ser inepto para servicios humildes. Soy de opinión que, cuando en este bajo mundo un punto de vista sobre algo es noble, debería considerarse como una presunción contra su verdad, como una descalificación filosófica. El príncipe de las tinieblas puede ser un caballero, se nos dice, pero sea cual fuere el Dios de la tierra y de los cielos, no puede ser seguramente un caballero. Y el caso es que sus bajos servicios son necesarios a nuestras vidas terrenas mucho más que su dignidad en el empíreo.

Ahora bien; el pragmatismo, aunque dedicado a los hechos, carece de una base tan materialista como el empirismo común. Además, nada tiene que objetar a la realización de las abstracciones, en tanto nos desenvolvamos con su ayuda entre hechos particulares y nos conduzcan a alguna parte. Interesado exclusivamente en aquellas conclusiones en que laboran conjuntamente nuestros espíritus y nuestras experiencias, no tiene prejuicios a priori contra la teología. Si las ideas teológicas prueban poseer valor para la vida, serán verdaderas para el pragmatismo en la medida en que lo consigan. Su verdad dependerá enteramente de sus relaciones con las otras verdades que también han de ser conocidas. (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 26)

Sin embargo, y en razón de que una idea es verdad cuando es práctica para algo, James es consciente que sus críticas son un poco contrarias con su Filosofía y por ello reafirma el criterio de utilidad en lo que se refiere al concepto Filosófico de lo "absoluto" en la mescla filosófico-religiosa de dicho asunto; él escribirá que:

"Comprendo bien la extrañeza que debe producir a algunos oírme decir que una idea es verdadera en tanto que creerla es beneficioso para nuestras vidas. Admitiréis de buen grado que es buena porque es útil. Si lo que hacemos con su ayuda es bueno, admitiréis también la bondad intrínseca de la idea misma, por cuanto seremos mejores por poseerla…"

Y es acá en donde james nos dice cual es su idea, en la filosofía pragmatista claro está, de "verdad" y de esta, con el concepto de creencia.

"LA VERDAD ES EL NOMBRE DE CUANTO EN SÍ MISMO DEMUESTRA SER BUENO COMO CREENCIA Y BUENO TAMBIÉN POR RAZONES EVIDENTES Y DEFINIDAS". (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), Pag 27.)

Así pues La verdad significa, en primer instancia, la adecuación a la realidad practica y en segunda instancia, la respuesta a algún tipo de enigma ideal o filosófico; en esto James está de acuerdo con la tradición que califica de "intelectualista", esto es, a que las verdades o ideas de verdad que son útiles para calmar alguna inquietud filosofía pueden ser también un tipo de verdad, mas, al no aplicarse a solucionar un hecho concreto de algún modo son considerablemente menos útiles. Pero a lo que decididamente se opone es a entender esta adecuación como una relación estática o inerte. La verdad acontece a una idea. La idea llega a ser cierta, se hace cierta por los acontecimientos. La verdad es un proceso, un suceso. Esta es la explicación exacta de la afirmación pragmatista de que la verdad de una idea es su verificación, el proceso concreto de su validación.

Así, entonces, la verdad debe tener una incidencia con la realidad de los sujetos y de la sociedad que la trata de buscar y de utilizar en cuestiones reales y no solo intelectuales; no buscamos una verdad que se recree en sí misma y para sí misma, por muy elegante que esta sea, como es el concepto de "Espíritu Absoluto"; ciertamente este tipo de verdad lo es en cuanto que satisface una necesidad del entendimiento humano por tratar de vislumbrar una salida ideal a un asunto metafísico de lo que el ser puede ser, no obstante, y reconociendo la elegancia y/o belleza de la misma, esta no soluciona emergencias más primarias y vitales de quienes buscan aplacar o dar explicación al dolor, al hambre, a la guerra o a la discordia entre los hombres o al sin sentido que la vida pueda resultar a una persona en particular, por lo que esta verdad tendrá cabida en el pragmatismo, pero no como un todo acabado sino como una posibilidad de encontrarle mas adelante un sentido práctico o de ser modificada para un uso posterior más eficiente que la mera contemplación pasiva e infecundo de la misma.

James dirá que esta es su tesis central de verdad:

"La verdad es el nombre de cuanto en sí mismo demuestra ser bueno como creencia y bueno también por razones evidentes y definidas…. Esta es la tesis que tengo que defender: La verdad de una idea no es una propiedad estancada inherente a ella. La verdad acontece a una idea. Llega a ser cierta, se hace cierta por los acontecimientos. Su verdad es, en efecto, un proceso, un suceso, a saber: el proceso de verificarse, su verificación. Su validez es el proceso de su validación. (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 27 - 70)

Sin embargo, James no es ingenuo al pensar que según lo que él ha dicho, todo lo que creemos seria entonces verdad; y si es así, ¿cuál sería el límite para saber que lo que creemos no es errado o que no atenta contra un bien aun mayor y más verdadero si se quiere?

La idea de verdad es, igualmente, una "posibilidad" de concreción de un hecho real del cual podemos afirmar, defender o derogar algo; de esta forma es improbable darle sentido de veracidad a las abstracciones, de igual manera, como se lo daríamos a los hechos concretos; los cuales tienen un significado mayor para nuestras experiencias y son, en gran medida, modificadores de nuestras conductas; así pues, al querer interpretar la idea de verdad en el pragmatismo, esta no sería otra cosa que un ejercicio de la mente por querer entender y tratar de adaptar los hechos con nuestras formas de pensar y después, ver el resultado práctico de lo que se piensa, esto es, ver cómo actúa en nosotros lo que pensamos, no en el grado de una VERDAD inamovible, ya terminada y perfecta, sino, en el nivel de las verdades que nos tocan en nuestro ámbito común y cotidiano de lo práctico, en el cual, las experiencias se pueden hacer concretas y nos sirven para mejorarnos mutuamente.

Él aclarará que para el pragmatista la verdad es también poder sopesar que lo que nos conviene debemos tomarlo como verdadero, a menos que la creencia no entre en conflicto incidentalmente con otra ventaja vital aun mayor. En este sentido la verdad del pragmatismo no es estática y acabada sino móvil y dependiente del valor de ventaja; por ello escribe que:

"Seguramente admitirán ustedes que si no fueran buenas para la vida las ideas verdaderas o si su conocimiento fuera positivamente desventajoso y las ideas falsas las únicamente útiles, entonces la noción de que la verdad es divina y preciosa, y su consecución un deber, nunca habría llegado a convertirse en dogma. En un mundo como éste, nuestro deber sería evitar la verdad, más bien. Pero así como ciertos alimentos no sólo son agradables a nuestro paladar, sino también buenos para nuestros dientes, estómago o tejidos, de igual forma determinadas ideas son no solo agradables para ser pensadas, o agradables por servir de fundamento a otras a las que somos aficionados, sino que también sirven de ayuda en los menesteres de la vida práctica." (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 28)

Por último, en este capítulo diré que, en razón de su crítica y renuncia al idealismo alemán, para James y su pensamiento, era preferible renunciar a su idea y creencia filosófica en el "Absoluto" Hegeliano, que solo le brindaba, como él lo decía, "unas vacaciones morales" que a sus propias ideas religiosas de Dios; james confiesa que:

"Si pudiera restringir mi noción de lo Absoluto a su mero valor de otorgante de vacaciones morales, no entraría en conflicto con mis otras verdades." (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 29)

En mi siguiente capítulo exploraré la concepción del pragmatismo de James y la Idea de Dios en él, y como éste Dios, no solo es una idea que se recrea en sí misma como la del "Absoluto" sino, que además, es supremamente práctica para entender la relación del hombre con el mundo y con la divinidad.

Esta idea de Dios en el pragmatismo de James no ofrece un descanso infértil a la moralidad del comportamiento humano (o vacaciones morales) sino que por el contrario, lo alienta a buscar las razones suficientes para descubrir en el mundo y en las problemáticas morales reales de sí mismo y de los demás seres humanos, una respuesta práctica que sea aplicable a dichas problemáticas.

Esta idea de Dios no se halla en las alturas insondables de un "Absoluto" sino que se hunde en la vida misma del hombre, ya que la idea de Dios en sí misma y el sentido de la vida del hombre que ha de luchar por encontrar el camino que le conduzca a la realización de sí mismo y de las cosas, tienen un "plan divino" que le implica a él y a toda la creación en un mismo fin; por lo que el obrar de Dios en la historia moral del hombre y en la materialidad del mundo a través de las leyes naturales, son hechos reales que el hombre experimenta diariamente y de los cuales la idea de la divinidad o de Dios, han de estar en clara concordancia con su obrar.

En James la idea de Dios tiene un uso práctico, Él es el garante de que todo tiene una finalidad y que todo tiene un sentido si se sabe cómo encontrarlo, en este caso, la creencia o verdad sobre la existencia soporta o da suelo a la existencia misma del hombre y de las cosas, por lo que este Dios esta imbuido en la realidad misma de todo y no alejado de ellas, como si lo estaría la idea del "Absoluto" que hace James de las ideas Hegelianas en este tema.
































CAPÍTULO 3

EL CONCEPTO DE DIOS Y DEL LIBRE ALBEDRIO Y SU RELACIÓN CON EL CONCEPTO DE CREENCIA EN LA FILOSOFÍA PRAGMÁTICA DE WILLIAM JAMES.


Para James, Dios es un ser cercano a la realidad del hombre; Dios no puede estar lejos de la realidad, él es un Dios de la Acción que espera que los hombres obren.

James al respecto escribe:

"Yo mismo creo que la evidencia de Dios descansa sobre todo en la experiencia personal íntima….Dios no abandona al hombre en él, sino que le protege con su mano de manera que no debe desear mirar otra cosa que no sea el Dios eterno. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), P 23)
Es de anotar que a diferencia de la forma de creer Europea Católica, en la cual el ser humano está bajo la tutoría de un Dios lejano al cual se le debe implorar por la ayuda necesaria en los quehaceres cotidianos, y que en muchas ocasiones esta providencia de Dios no se hace visible, hecho atribuido muchas veces a la condición pecadora del hombre; En la creencia religiosa protestante, Dios está presente en la vida del hombre pero es el hombre quien debe ganar su sustento, no a través de las suplicas in-laboriosas, (parodiando a San Pablo que dice que "quien no trabaje que tampoco coma" cfr. Segunda carta a los tesalonicenses capitulo 3 versículo 10 ) sino del trabajo diario; esta es pues, otra de las ideas que bien se la podemos deber al protestantismo y al pragmatismo norteamericano como ya lo hemos dicho, porque aunque Dios no se aleja del hombre, sin embargo, Dios tampoco le provee al hombre el sustento sin que este no se lo gane; él le da al ser humano las herramientas de su inteligencia y le enseña a usarlas de forma práctica, de ahí un famoso dicho español que se podría aplicar a las ideas pragmatistas que dice:

"a Dios rogando y con el mazo dando" (cfr. CERVANTES SAAVEDRA Miguel. El ingenioso hidalgo don quijote de la mancha capitulo LXXI, segunda parte. (1997), Ed Reicherberger, Madrid: España.)

Y como lo afirman las escrituras.
"Con el sudor de tu frente ganarás el Pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás", (Cfr. A.T. Génesis cap 3 versículo 19).

James dirá al respecto de esta idea de un Dios ajeno al hombre y su contraste con la idea protestante de un Dios cercano a lo que los hombres viven en su cotidianidad que:

"El Dios de los escritores teístas vive en alturas abstractas tan puras como el Absoluto (…) Lo que ustedes necesitan es una filosofía que no solo ejercite sus facultades de abstracción intelectual, sino que tenga una conexión positiva con este mundo real de vidas humanas finitas. (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 8).

Esta es, pues, una creencia en el Dios más del antiguo testamento, esto es, en un Dios severo, pero amoroso a la vez, que quiere que el hombre lo siga y que le enseña el valor del esfuerzo y por ello, quiere que el hombre trabaje por su bienestar, por su propia libertad y no tanto en un Dios, como en el del nuevo testamento que dice al hombre "pedí y se os dará, buscad y hallareis, tocad y se os abrirá" (Cfr. N.T. Evangelio de San Mateo Cap 7 Versículo 7 y ss.). Ideas muy loables de cierto, pero que no van de la mano con la fe protestante y con las realidades vividas por los colonos que poblaron Norteamérica.

Es así, como en los pensamientos protestantes de Norteamérica, y en la fundación del pragmatismo, la idea del trabajo como signo del favor de Dios, fue un motor que impulsó las concepciones sobre la importancia de la producción y de las prácticas productivas como las señales más evidentes del apoyo y favor divino en la vida de las personas.

Para el pragmatismo la creencia sobre la existencia de Dios se puede encontrar en los lugares más comunes de la cotidianidad humana y su divinidad por ello no disminuye en absoluto, Dios está en las cosas que el hombre puede percibir a través de la experiencia, de los hechos comunes y por tanto el pragmatismo

"Admitirá un Dios que habite en el polvo mismo de los hechos particulares, si le parece un lugar verosímil para encontrarlo". (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 29).

Y en cuanto a la prueba de la existencia de Dios como una hipótesis válida a la conciencia humana James dirá:

"Según los principios pragmatistas, si la hipótesis de Dios actúa satisfactoriamente, en el más amplio sentido de la palabra, es verdadera". (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 107).

Para la filosofía pragmatista de James, aunque la materia pueda entenderse perfectamente por su utilidad para mantener la unidad del cosmos y de cuanto existe sin necesidad de negar el papel fundamental de ella en la configuración del mundo, también es cierto que para él la materia no es garantía de lo eterno del cosmos ya que como él lo explicará, esta materia también declinará en algún momento del tiempo y sucumbirá ante él; no así la idea o creencia de Dios como fundamento (aunque sea de utilidad) de la permanencia del cosmos, ya que es Dios (o la creencia en Él) quien garantiza que dicho orden se mantenga eternamente; así pues, si el mundo está hecho de materialidad, y ésta encuentra su estructura en las formas que componen las cosas de nuestro mundo, también es posible pensar que este orden esta dado por una Divinidad que le antecede y que presta una utilidad al cosmos mayor que la misma materialidad; james lo dirá así:

"La noción de Dios, por el contrario, aunque no aparezca con tanta claridad como las nociones matemáticas corrientes en filosofía mecánica, tiene al menos superioridad práctica sobre ellas, al garantizar un orden ideal que debe ser conservado de un modo permanente. Un mundo con un Dios que diga la última palabra puede consumirse o congelarse, pero podemos imaginárnoslo como algo respetuoso de los viejos ideales que habrán de ser realizados aún; de forma que en él, la tragedia es solamente provisional y parcial, y el naufragio y la disolución nunca son absolutamente finales. Esta necesidad de un orden moral eterno es una de las más profundas de nuestro corazón. Poetas como Dante y Wordsworth, que vivían con la convicción de tal orden, deben a este hecho el extraordinario poder tónico y consolador de sus versos. Así, pues, en estas diversas apelaciones prácticas, en estos ajustes de nuestras actitudes concretas de esperanza y deseos, con todas las delicadas consecuencias que sus diferencias implican, descansa el significado real del materialismo y espiritualismo, y no en las sutiles abstracciones sobre la esencia íntima de la materia o los atributos metafísicos de Dios". (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 38).

Esta idea de que Dios, y la materia, pueden coexistir en armonía y aun así querer demostrar la mayor Utilidad de la idea de Dios como soporte ultimo de la armonía del mundo, es el reflejo en la filosofía pragmatista, de su espiritualidad y de su deseo de justificar la "creencia" como un fundamento superior a la mera materialidad del mundo y como una verdad positiva; sin embargo, en James es posible dicha superioridad, no por un afán personal a la importancia de la religión como medio de verdad, sino, porque él busca esta justificación desde la "utilidad" de dicha verdades en su función de herramienta, de medio y no de fin en sí mismo; así de esta forma para james la idea de que Dios, por su utilidad para la permanencia de la misma, es superior que una sola idea de la materia por muy brillante que sea, tiene mayor provecho y utilidad, por el solo hecho de que representa un fundamento más firme para la armonía cósmica que la sola materia.

Y efectivamente, acá, veo otra virtud del pensamiento de James; en que él trata de dar cabida y posible solución a la problemática que ya desde mucho antes había creado, y aun lo es, motivo de división y escasa reconciliación entre la filosofía y la teología en la unión entre Dios y el mundo o entre Él y su separación.

No es que yo pretenda decir que dicho problema encuentra una plena solución o si acaso, una conciliación eficaz entre materia y espíritu, pero sí encuentro en esto, un camino, una forma de explorar de nuevo la relación entre ambos extremos; James nos muestra otra forma de encarar esta problemática de acuerdo, ya no a un acto de fe ciega o seguida por una verdad teológica inamovible, sino mejor, de utilidad para con las leyes y la configuración del mundo y del orden lógico y moral del hombre y de sus actos.

En esta filosofía james ve en la creencia de la existencia de Dios, como alguien (algo) sublime que se encuentra por encima de cualquier otra verdad, y es la garantía de las demás verdades que el hombre puede conocer; así pues, para James, más allá de cualquier demostración material de la unidad y de la funcionalidad de la materia y de la experiencia que tengamos de ella en nuestra vida, se encuentra una experiencia aun mayor y más sublime que brota de la misma naturaleza personal del hombre con el mundo, y esta es, algo así como el rostro escondido de Dios que se deja ver en lo aparente de las distintas formas de la materia.

Es en la materia, como manifestación de las formas y de la perfección de las mismas, en donde podemos sentir y descubrir a Dios (una idea muy Tomasina, si se quiere, de la existencia de Dios), él está en la experiencia misma del hombre con el mundo y una vez hallado supera cualquier tipo de verdad; James escribirá:

"Los rasgos exactos de los salvadores hechos futuros, que nuestra creencia en Dios nos asegura, habrán de ser descifrados por los interminables métodos de la ciencia: solamente podemos estudiar nuestro Dios, estudiando su creación. Pero previamente a toda investigación podemos gozar de nuestro Dios, si lo tenemos. Yo mismo creo que la evidencia de Dios descansa sobre todo en la experiencia personal íntima. Cuando ésta nos ha dado una vez a Dios, su nombre significa, al menos, la ventaja de la paz. Recordaran lo que dije ayer sobre el modo en que las verdades chocan entre sí e intentan aniquilarse unas a otras. La verdad de Dios tiene que desafiar a todas las demás verdades. Se halla ante el tribunal de éstas, y éstas, a su vez, ante el tribunal de ella. Nuestra opinión final sobre Dios solamente puede ser establecida después que todas las verdades se hayan consolidado mutuamente. ¡Esperemos que hallarán un modus vivendi!" (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 39).

Para James, la creencia en Dios es tan real como lo son los hechos materiales, y por ello para él, no es ningún problema pensar la relación entre la interpretación divina de la naturaleza y los descubrimientos revelados por la ciencia de su momento, y en especial por el Darwinismo y su teoría de la evolución de las especies; él ve una estrecha relación en lo que los hechos de la naturaleza nos muestran y la "intención de Dios", y por ello, en la idea y creencia de que Dios tiene un plan para llevar a los hombres a una salvación.

James ve en la Naturaleza un medio para que el hombre conozca la perfección que se esconde de tras de esta, es una idea, como ya lo he dicho antes, muy similar a la manera como los medievales concebían al mundo en relación con Dios y de como, decían ellos, a través de la "perfección de los seres en la naturaleza se puede reconocer la providencia divina"; James, para con este asunto, ha escrito en pragmatismo que:

"Los teólogos de nuestro tiempo se han esforzado en abarcar los hechos darwinianos e interpretarlos con arreglo a un propósito divino. Se acostumbraba presentarlos como un debate entre el finalismo y el mecanismo, lo uno o lo otro. Era como decir: Mis zapatos se hallan evidentemente planeados para adaptarse a mis pies, luego es Imposible que hayan sido producidos por una maquina. Nosotros sabemos que ocurren ambas cosas: que fueron hechos por una máquina planeada para adaptar los zapatos a los pies. La teología necesita solamente aplicar a los designios de Dios una interpretación semejante. Así como el fin de un equipo de fútbol no es exclusivamente llevar el balón a una meta determinada (si así fuera bastaría simplemente que lo colocaran allí una noche oscura), sino llevarlo cumpliendo determinadas condiciones (reglas de juego, oposición de los rivales), de igual forma la intención de Dios no es meramente crear hombres y salvarlos, sino más bien hacer esto por medio del único agente del vasto mecanismo de la Naturaleza. Sin las maravillosas leyes y contrafuerzas naturales, la creación y perfección del hombre cabe suponer que sería una realización demasiado insustancial para habérsela propuesto Dios." (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 40).

Sin embargo, más allá de la vieja cuestión de si ¿existe un plan divino para el hombre por parte de Dios?, para James carece de importancia si solo se viera de esta forma tan simplista, ya que en realidad el busca en los hechos concretos la realidad de las cosas que se nos presentan a nuestros ojos, y por ello lo que se debe investigar es con lo que contamos en nuestro momento; por ello resulta inútil tratar de incursionar en la "mente de Dios" para conocer el "plan divino" a el cual si acaso le comprendemos en lo más mínimo o en nada.

No así los hechos del mundo que aparecen a nuestra mente como un horizonte posible de comprender y de explorar; ante las cosas de la naturaleza tenemos no solo la voluntad de querer entender, sino también la posibilidad de conocerlos; Dios rebasa toda nuestra comprensión, la naturaleza en cambio no lo hace.

"Difícilmente comprendemos el carácter de una mente cósmica, cuyos propósitos se revelan plenamente por la extraña mezcla de bienes y males que encontramos en este mundo real de hechos particulares. O más bien. No damos con la posibilidad de comprenderlo. La mera palabra plan carece de consecuencias por sí misma y no explica nada... La vieja cuestión de si existe un plan es inútil. La cuestión real es que es el mundo. Haya o no sido planeado, y esto solo puede ser revelado mediante el estudio de todos los hechos particulares de la Naturaleza.

Recuérdese que, sea lo que fuere lo que la Naturaleza pueda haber producido o pueda estar produciendo. Los medios deben necesariamente haber sido adecuados, deben haber sido adaptados a esa producción. En consecuencia. El argumento de la adaptación al plan tendría que aplicarse siempre, cualquiera que sea el carácter del producto." (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 40).

Pero, ¿por qué es tan importante para James el poder pensar un designo divino para las cosas y los eventos naturales en la historia humana?, él mismo responderá a esta pregunta diciéndonos que:

"Si la fuerza que anima a las cosas no es ciega, podemos esperar razonablemente mejores resultados" en nuestra historia y en nuestro mundo" Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 41).

Es pues una cuestión de positivismo en el futuro de la humanidad; es la idea de la fe protestante de que Dios está con el hombre cerca en sus quehaceres comunes y, por tanto, al no dejarle solo, Él quiere que el hombre se dé cuenta de su presencia; además, ello le agrega un "sentido" de finalidad, esto es, de "designio divino" (destino), si se quiere a la existencia de todo cuanto somos y podemos hacer para mejorar nuestra condición en el mundo con nosotros mismos y con los demás.

Esta idea le agrega un "Valor" no solo moral, sino también existencial a nuestro trabajo, porque; para James, los esfuerzos del hombre por conocer el mundo y lo que le acaece en su cotidianidad, no está solo dado desde un "azar" sin principio ni fin; lo que el ser humano construye tiene un "Valor", sus esfuerzos por convivir con el otro, de formar una sociedad y del auto-cuidado de sí mismo, tienen una finalidad y ésta, está enmarcada por la garantía que da la existencia de un Dios; james dirá:

"Esta vaga confianza en el futuro es el único significado pragmático discernible actualmente en los términos plan y designador". (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 41).

James sabe que no es posible darle importancia, de forma ingenua, a la idea de un "plan divino". Él piensa que este concepto "gana valor" si suponemos que al creer que Dios ha ideado un designio para el hombre, ello hace que nuestra vida cobre mayor sentido; nuestras esperanzas en un futuro mejor y más humano serán la consecuencia de nuestro conocimiento de las cosas y de nuestra cotidianidad; es la construcción desde el presente que nos impulsa hacia el futuro, no de forma ciega, sino con la firme convicción de que existe un sentido, moral y real, que hace que nuestras vidas valgan la pena de ser vividas, que hace que la sociedad y su orden social y moral no sean caprichosos y desfavorables para los menos afortunados, y aunque la idea de un "plan divino" para nuestras vidas no sea posible de demostrar a través de la Racionalidad, es nuestra fe en la creencia de un Dios la que hará posible que lo que ahora pensamos y creamos tenga un resultado práctico y por lo tanto, comprobable en un futuro no lejano.

"El plan, a pesar de su escaso valor como principio meramente racionalista puesto detrás o sobre las cosas para admiración nuestra, se convierte, si nuestra fe lo concreta en algo teísta, en un término de promesa. Al volver con él a la experiencia logramos una visión más confortante del porvenir" (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 41).

Además de la idea de "Plan divino", también para james el concepto de "libre arbitrio" que la religión profesa, tiene un fin práctico, y es de aumentar la dignidad al hombre; ya que si este no está determinado por una fuerza ajena a él, puede obrar de acuerdo a su voluntad y puede ser culpable o no de sus hechos y en consecuencia, sus hechos tendrán la marca indeleble de su responsabilidad y, en efecto, deberán conducirlo a pensar con mayor detenimiento en cómo debe de obrar y como debe entender la naturaleza de sus acciones.

Así entonces, el concepto de "libre albedrio", tiene una gran función en la filosofía pragmatista en razón de la reafirmación del derecho a la creencia como "principio de dignidad" en el hombre y en sus acciones, ya que este, "garantizaría" mayor seriedad y responsabilidad a los hechos humanos; James dirá:

"Es un principio, una virtud o facultad positiva agregada al hombre, mediante la cual su dignidad resulta enigmáticamente aumentada… Imagino que más de la mitad de ustedes participaran de nuestra instintiva creencia en el libre arbitrio; admirar dicha creencia como un principio de dignidad, tiene mucho que ver con vuestra fidelidad….
Si nuestros actos estuvieran predeterminados, si transmitiéramos simplemente el impulso de todo el pasado, los librearbitristas dicen: ¿de qué podríamos gloriarnos o culparnos?... Seríamos agentes solamente y no jefes. ¿Dónde estaría, en tal caso, nuestra preciosa imputabilidad y responsabilidad?" (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 41).

Así pues, el concepto de "libre albedrio para el pragmatista será, según James, como una posibilidad de ver la novedad en nuestro quehacer cotidiano. Una garantía y manera de evitar la repetición de los hechos, que otro ora, pudieron hacer daño a la humanidad so pretexto de que, no he sido "yo", sino la determinación que yace en lo profundo de mi establecida existencia, la que me conduce a obrar de esta o de aquella manera; en razón de ello James escribirá:

"El libre albedrío, pragmáticamente, significa novedades en el mundo, el derecho a esperar que en sus más profundos elementos como en sus más superficiales fenómenos el futuro no se repita imitando idénticamente al pasado…" (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 42).

De acuerdo a lo anterior, es importante suponer que, para James y para su pragmatismo, los conceptos de "plan divino" y de "libre albedrío" son una especie de "seguro pragmático en un futuro mejor"; y también, para evitar que el ser humano pierda la esperanza en la utilidad de su trabajo y de sus acciones y comience a pensar en que sus actividades cotidianas, solo sean la "repetición de una voluntad determinista que pretenda desembocar, en un sin sentido de la existencia todo lo que hacemos, y que "siempre ha sido y será" gobernada por los instintos establecidos por la naturaleza "ciega" de la materialidad, y no, de un Dios que le permite a la humanidad equivocarse y enmendar sus errores a todos, en un acto libre de su voluntad y del perfeccionamiento constante para bien suyo y de todas las cosas que le rodean; por ello el autor de pragmatismo señalará:

El libre albedrío es, pues, una teoría cosmológica general de promesa, como la de lo Absoluto, la de Dios, la del Espíritu o la del Plan… El gozo por la mera existencia, la pura emoción y deleite cósmicos me parece que quitarían todo interés a estas especulaciones, si el mundo fuera ya un país de felicidad. Nuestro interés en una metafísica religiosa proviene del hecho de que sentimos inseguro el futuro empírico y necesitamos una garantía más elevada." (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 43).

En sus planteamientos, el pragmatismo de James pretende dar una "herramienta" de análisis y señalar un camino de posible "alivio" a la pregunta por la existencia humana, al fundamento del perfecto orden que se puede apreciar en la naturaleza, y a la manera como el ser humano ha tomado distancia de las cosas y de los animales, a tal punto, de que él (el ser humano) pueda darse y crear sus propias leyes y modificar su propio comportamiento; no solo a nivel personal, sino también social, y en todo lo referente a lo político, económico, científico, filosófico, y por qué no, también a lo concerniente a las creencias religiosas.

Esta es la nueva directriz que James pretende dar a los viejos conceptos de "Plan divino y libre albedrio", cumpliendo de esta forma lo dicho por él sobre la nueva mirada a los "Viejos modos de pensar"; y en consecuencia, el significado que él pretende desarrollar en sus ideas de libertad de pensamiento, análisis de todo tipo de teorías para encontrar su uso práctico e investigación del mundo y sus aconteceres, ya desde la ciencia o desde las mismas creencias, y que debe ir mucho más lejos que una simple idea "vacía" de contenido; él escribirá:

"Así, pues, el libre albedrío carece de significado a menos que sea una doctrina de consuelo. Como tal, tiene su puesto al lado de otras doctrinas religiosas. Conjuntamente, edificarán lo perdido y repararán las antiguas desolaciones. Nuestro espíritu, encerrado dentro del recinto de la experiencia sensible, está continuamente diciendo al intelecto que está en la torre: Vigía, dinos si la noche tiene promesas, y el intelecto le contesta con términos prometedores.
Aparte de este significado práctico, las palabras Dios, libre albedrío, plan, etcétera, no tienen otro (sentido práctico). Por oscuras que en sí mismas sean, aunque se las considere de manera intelectualista, cuando las llevamos con nosotros a las espesuras de la vida, la oscuridad se desvanece". (cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 43).

En todo lo anterior, es evidente ver que para James, Dios, el mundo, el hombre y sus acciones tienen una profunda correlación; Dios, o la creencia en Él, será la garantía del orden y de la permanencia de las cosas del mundo en razón de que Él es inmutable, eterno y asegura un orden adecuado a cuanto existe, (cosa que la mera materialidad como causa del mundo no puede hacer por su misma mutabilidad y finitud).

Y el mundo, es y será el lugar en el cual el ser humano se ve obligado a interactuar y configurar su existencia con los demás seres, dándole valor a su perfeccionamiento constante para con sus pensamientos, teorías, creencias y acciones, las cuales han de favorecerle la creación de una sociedad en paz, justa y equilibrada, en la cual, se evite el dolor propio y ajeno. Esto hará posible que todos y cada uno de sus quehaceres, se les pueda otorgar un sentido y una responsabilidad propia de su dignidad, motivado por la esperanza en un futuro de bienestar garantizado por la responsabilidad de su voluntad y libre albedrío para con sus acciones.

Así, como se puede observar, las ideas de Dios, libre albedrio y creencia; Tienen un uso tan pragmático para la interpretación de instancias morales y/o leyes físicas para con el mundo, que sería absurdo solo pensar que James trata solo de defender una creencia sin ninguna utilidad para los seres humanos. James es consciente, como lo he mostrado, que fuera de esta utilidad, dichos conceptos no serian más que palabras o teorías sin incidencia directa con la existencia del mundo o con los problemas morales y la responsabilidad valorativa de los mismos.

Por lo tanto, sin lo práctico de los conceptos Dios, libre albedrio y plan divino, todo lo que se haría con estos, no sería más (o menos) productivos que si se usaran o no en absoluto, como otros tantos más en la manera de pura recreación del pensamiento en formas vacías e infértiles que no dan más que círculos de pensamiento en sí mismos, elegantes de seguro, pero infecundos ante los problemas reales del hombre, de su trabajo, de su quehacer moral y de comprender la realidad y la finalidad práctica de la vida misma.











CAPÍTULO 4

EL CONCEPTO DE "RELIGIÓN Y LA IMPORTANCIA DE LA CREENCIA" EN LA FILOSOFÍA PRAGMÁTICA DE WILLIAM JAMES.


En éste último capítulo, trataré de sintetizar lo que he estado direccionando desde el principio de mi tesis; esto es, que para William James y para su filosofía del pragmatismo, la idea y la importancia de creer en algo que está mucho más allá de nuestra comprensión racional (y no por ello podemos decir que no existe o es falso, ya que podemos ver en la experiencia sus hechos prácticos y su utilidad), y de defender "nuestro punto de vista", ha sido vital para la conformación de lo que hoy en día es una de las más importantes corrientes del pensamiento, no solo a nivel filosófico, sino también económico, político y religioso, y que como lo ha dicho el mismo autor, además de que el pragmatismos sea un método para deliberar en la importancia de la utilidad de lo que pensamos, "es también otra forma de creencia".

En sus conferencias sobre "la voluntad de creer", James afirma que se debe defender el derecho a "creer", que la creencia es importante en la medida en que nos ayuda a dar orden y dirección a lo que hacemos; las creencias son para los hombres parte importante de su "sentido" y de su encuentro con las realidades del mundo ya que le justifican su obrar en él.

En nuestra vida común, el que creamos en algo o no, puede determinar la manera como entendamos el mundo y como obremos en él; en este sentido, comparto la idea de James de que toda nuestra realidad esta soportada por creencias ya sean estas personales, grupales y de carácter científico, filosófico o religioso; que es nuestro punto de vista el que hace posible que estas se modifiquen o no de acuerdo a los nuevos argumentos y a la capacidad de aceptación que tengamos de estos ya para incorporarlos a nuestros sistemas de creencias o para debatirnos en pos de mejorar problemas de toda índole.

Hoy en día no aceptamos teorías por autoridad o por temor a infringir "normas" humanas o divinas, sino, porque estas nuevas creencias o ideas, sean o no más o menos útiles a nuestros fines particulares, y en casos más loables, a los fines de una gran mayoría de personas o porque respondan mejor a la solución de problemas físicos, políticos, filosóficos, económicos y religiosos emergentes de acuerdo a la época y a las condiciones de la misma.

En la "voluntad de Creer" James hace una apología en la cual, según nos dice, la fe y la razón no pueden verse como excluyentes, esto es, se puede ser creyente y aún así, mantener una actitud crítica y lógica frente al conocimiento; él introducirá con las siguientes palabras su tesis sobre la defensa de las creencias y el derecho a creer de esta forma:
"os traigo para leeros esta noche algo así como un sermón sobre la justificación por la fe: la defensa de nuestro derecho a adoptar una actitud creyente en materias religiosas, sin que por ello salga condenada a coacción alguna la lógica de nuestro intelecto. Mi disertación se titula "La voluntad de creer".(Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37)
James iniciará su discurso diciendo que para él existen dos clases de "hipótesis" las cuales pueden ser clasificadas entre "vivas y muertas"; de esta forma para él, la diferencia entre estas dos consistirá en el grado de utilidad y de relevancia que cada una ofrezca a los seres humanos y que les mueva en su voluntad al obrar convenientemente.
"Apréciese, pues, que la vivacidad o mortecinidad en una hipótesis, no es cualidad intrínseca a ésta, sino relación entre ella y el pensador, sirviendo para distinguir una de otra la mayor o menor voluntariedad a la acción respectivamente. El máximum de vivacidad en una hipótesis, indica voluntariedad irrevocable para obrar; y realmente, esto define la creencia, pues donde quiera que existe una tendencia a creer, hay una voluntad en potencia". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37)
La voluntad humana es la principal base de las creencias, ya que es desde el carácter decidido sobre una hipótesis, lo que nos obliga a escoger entre lo que realmente se justifique para nuestro provecho, y por lo que los seres humanos nos inclinaríamos a investigar y a tratar de justificar sobre lo que se nos haya propuesto y sobre lo cual quisiésemos encontrar y/o demostrar su veracidad de acuerdo al uso práctico que nos brinde. Ello es lo que James llamará "Opción viva", pero, si lo que se nos propone sobre algo, no nos despierta ningún interés, será una "opción muerta" pues carecerá de toda atención por parte de nosotros. James nos dirá:
"Demos el nombre de hipótesis a algo que pueda ser propuesto a nuestra creencia; y, de modo igual que los electricistas hablan de hilos muertos e hilos vivos, permítasenos clasificar las hipótesis en vivas y muertas. Sea hipótesis viva la que solicita con posibilidad real a aquel a quien se propone. Si os pido que creáis en el Mahdi, os propongo una creencia que no ofrece conexión eléctrica alguna con vuestra naturaleza, que no hace saltar chispas en vuestra credulidad; es decir, que os he presentado una hipótesis completamente muerta. Para un árabe, sin embargo, secuaz o no del Mahdi, la hipótesis estaría dentro de lo posible: sería viva. Apréciase, pues, que la vivacidad o mortecinidad en una hipótesis, no es cualidad intrínseca a ésta, sino relación entre ella y el pensador, sirviendo para distinguir una de otra la mayor o menor voluntariedad a la acción respectivamente. El máximum de vivacidad en una hipótesis, indica voluntariedad irrevocable para obrar; y realmente, esto define la creencia, pues donde quiera que exista una tendencia a creer, hay una voluntad en potencia". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
James piensa que, aunque sean importantes los orígenes de las teorías e hipótesis que nos vienen de la ciencia, por tener estos una base empírica demostrable, no por ello son despreciables los orígenes de las hipótesis y teorías que nos llegan de nuestras creencias ya que, en múltiples ocasiones, nos ofrecen en su funcionamiento a nivel personal o social, un consuelo, una utilidad y un bienestar más apreciable que las provenientes del mundo racionalista, y ello es lo que, a su modo de ver, podría considerarse como "el criterio empírico", si se quiere, de su validez. En " variedades de la experiencia religiosa" él escribirá apoyándose en el médico Maudsley que:
"la prueba definitiva de una creencia, en opinión del doctor Maudsley, no estriba en su origen sino en su funcionamiento en general. Este es nuestro particular criterio empírico y es el criterio que los defensores más resueltos del origen sobrenatural se vieron forzados a utilizar" (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), P 12)
O cuando escribe más adelante, en esta misma obra citando a Leuba, James nos dice sobre la utilidad de las creencias que estas ayudan a mantener el ánimo, el ahincó, a hacer que nuestras ideas se mantengan firmes y nos ayuden a la sobrevivencia, esto es porque en realidad las creencias en sí mismas no son útiles por su grado de veracidad sino por su "utilidad" para mantener un orden socio-cultural; así, y es el ejemplo que James resalta del artículo citado de Leuba, la idea y creencia sobre Dios y de su existencia, solo es funcional en la medida en que ésta sirve como soporte para la conciencia religiosa en la vida del hombre haciendo que esta vida sea prospera para él, de esta manera James escribe que:
"Sin embargo, cuando un contenido intelectual positivo queda asociado con un estado de fe aparece indeleblemente grabado en la creencia, lo que explica la apasionada lealtad de las personas religiosas con respecto a los más pequeños detalles de sus diferentes credos. Si tomamos juntos los credos y los estados de hecho, formando «religiones», y los tratamos como a fenómenos puramente subjetivos, sin importarnos la cuestión de su «verdad», estamos obligados, en razón de su extraordinaria influencia sobre la acción, a clasificarlos entre las funciones biológicas más importantes de la humanidad. Su efecto estimulante y anestésico es tan grande que el profesor Leuba, en un reciente artículo (Cfr. Leuba.The Contens of Religious Consciousness, en «The Monist», XI, julio de 1901 p. 536.) se atreve a ir aún más lejos y afirma que en tanto los hombres puedan utilizar su Dios les importa muy poco quién sea, e incluso si es. «La verdad del problema puede exponerse de esta forma -dice Leuba- Dios no es conocido, no es comprendido, es simplemente utilizado, a veces como proveedor material, a veces como soporte moral, a veces como amigo, a veces como un objeto de amor. Si demuestra su utilidad la conciencia religiosa no exige nada más. ¿Existe Dios realmente? ¿Cómo existe? ¿Qué es?, son preguntas irrelevantes; no es a Dios a quien encontramos en el análisis último del fin de la religión, sino la vida, mayor cantidad de vida, una vida más larga, más rica, más satisfactoria. El amor a la vida, en cualquiera y en cada uno de sus niveles de desarrollo, es el impulso religioso. (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), P 109)
Y en "pragmatismo" él, hablando de la religión, en su última conferencia nos dice:
"Según los principios pragmatistas, no podemos rechazar hipótesis alguna si de ella se desprenden consecuencias útiles para la vida. Las concepciones universales, como cosas que se deben tener en cuenta, pueden ser tan reales para el pragmatismo como lo son las sensaciones particulares. Carecen, indudablemente, de sentido y realidad si carecen de utilidad, pero si tienen alguna aplicación tienen también una significación equivalente. El significado será verdadero, si la aplicación cuadra bien con otras aplicaciones a la vida". (Crf. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 97).
No se trata de solo creer por creer, es también la posibilidad de la discusión y poder reafirmar o no, la utilidad de las creencias en la vida humana a través del diálogo. En la filosofía de James, existe un componente que hace que nuestras creencias tengan aun, una mayor validez que solo la de seguir una tradición impuesta sin la participación conjunta de la voluntad general, y ésta es, la relevancia de la discusión sobre las propias creencias y la verificación de su importancia como algo útil en el orden social. Él escribirá:
"Donde digo naturaleza voluntaria, no se entienda voliciones deliberadas que hayan ocasionado hábitos de creencia de los cuales no podamos librarnos: refiérome a los factores de creencia tales como el miedo y la esperanza, el prejuicio y la pasión, la imitación y la presión del espíritu de casta y secta. Hecho positivo es, que sin saber cómo ni por qué, todos nosotros nos encontramos creyendo… mas, para nosotros, no otra apreciación que el prestigio de las opiniones, es lo que seguramente hace brotar la luz que alumbra los cerrados depósitos de nuestra fe. Nuestra razón queda del todo satisfecha en el noventa y nueve por ciento de los casos, cuando le es posible, al ser discutida nuestra credulidad, hallar unos cuantos argumentos defensivos". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
James también es consecuente en pensar que las creencias son el resultado de la cultura y que estas han ayudado en el avance sistemático del conocimiento humano, él sabe y nos dice que cuando creemos en una "verdad", esta es también el anhelo de la sociedad para sostenerse y avanzar en la búsqueda del conocimiento el cual nos ayuda a reconfigurar las concepciones sobre el mundo y estas deben ser o poseer, según él, (y yo también así lo creo) un sentido "práctico" ya que han de ayudar a entender y transformar las distintas realidades del acontecer de la humanidad.
No se trata de una fe o una creencia sin un fin que se refleje en la realidad de cada hombre o de una sociedad que ve en sus creencias, un motor que la impulse a querer descubrir y entender lo que creen y la manera de cómo ello ha influido o no en su progreso en todos y cada uno de los campos en los cuales la creencia (o arsenal de creencias) haya influido; de esta forma entonces, las creencias cuando son evaluadas y juzgadas por su utilidad pueden ser o no susceptibles de ser cambiadas o modificadas e incluso derogadas si han dado más problemas que soluciones o si ya no se ajustan a las necesidades de un colectivo, lo mismo se diría en lo referente a lo personal y particular de las creencias en cada sujeto. Así pues James escribe:
"Nuestra fe es la fe en la fe de otros; ley tanto más comprensiva, cuantas más altas son las cuestiones a que se refiere. Nuestra creencia en la verdad misma, por ejemplo, que tal verdad existe, y que nuestra inteligencia y la verdad están dispuestas una para otra, ¿qué es sino una apasionada afirmación del deseo en el cual nuestro sistema social se sostiene? Queremos obtener una verdad; queremos creer que nuestros experimentos, estudios y discusiones deben llevarnos cada vez más hacia ella, y en esta línea combaten juntas nuestras vidas pensantes. Mas, si un escéptico pirrónico nos preguntara cómo conocemos todo esto, ¿hallaría nuestra lógica una respuesta a mano? No; ciertamente que no. Es una volición contra otra: nosotros vamos hacia la vida en busca de una verdad o presunción que la vida no tiene interés alguno en presentarnos. En general, no creemos en aquellos hechos y teorías que no tengan alguna importancia (práctica) para nosotros". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
Y en lo tocante a la importancia de las teorías científicas sobre los postulados de las creencias, james escribe: OJO VOY ACÁ
"La simple introspección y la lógica por sí mismos no son (no puede ser) los únicos factores de nuestros credos." (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
Para James en "pragmatismo", las ciencias y otras importantes construcciones teoréticas humanas tales como las matemáticas, la biología, la física, entre otras, son también, "otras formas de creer" en lo que suponemos verdad, y por tanto pueden ser equiparables a las creencias que devienen de la tradición cultural; ambas, son el resultado de discursos aceptados pero susceptibles al cambio y a las modificaciones de acuerdo a su uso en un momento determinado y por lo tanto son móviles creaciones nuestras.
"Las matemáticas y la lógica mismas fermentan en reordenaciones humanas; la física, la astronomía y la biología, para actuar, siguen con preferencia sugestiones masivas. Nos lanzamos impetuosamente al campo de la nueva experiencia con las creencias que nuestros antepasados y nosotros hemos construido; éstas determinan lo que observamos; lo que observamos determina lo que hacemos; lo que hacemos determina de nuevo lo que experimentamos; así, pues, de una cosa en otra aunque permanezca el hecho bruto de que existe un flujo sensible lo que es cierto de ello parece, desde el principio al fin, una exclusiva creación nuestra". (Cfr. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 91).
Además también en pragmatismo nos recuerda sobre el sentido de "veracidad" de una creencia cuando nos dice que:
"La verdad es el nombre de cuanto en sí mismo demuestra ser bueno como creencia y bueno también por razones evidentes y definidas…Los procesos que se verifican indirectamente o sólo potencialmente, pueden, pues, ser tan verdaderos como los procesos plenamente verificados.". (Cfr. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 27).
En lo referente a la idea central de James sobre la naturaleza e importancia de "la creencia" en la vida humana, y su valor como instrumento de consuelo frente a la decisión de no creer en algún tipo de fe, por ésta carecer de demostraciones científicas o por temor a pensar que solo nos pudiese mover un sentimiento pasional más que lógico frente a este problema, y que por ello pudiésemos perder lo que sería o no considerado como "verdad", de acuerdo a otros tipos de lógica más científica; el autor nos orienta sobre este inconveniente al postular en su teoría que:
"Voy a defender la tesis que se resume de este modo: nuestra naturaleza pasional, no sólo puede, sino que debe, obrando cumplidamente, optar entre proposiciones donde quiera que se presente una opción genuina, que por su naturaleza no puede ser decidida en el campo intelectual; pues decir, en tales circunstancias, "no decido, dejo la cuestión sin resolver", es en sí mismo una decisión pasional, equivalente a decir sí o no; y se corre el mismo riesgo de perder la verdad que en el primer caso". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
Para James en estos casos, existen dos tipos de "conocimiento", uno en razón de nuestras creencias, sostenidas por argumentos que aboguen a la experiencia práctica de las mismas, y la otra, en razón de lo lógico, racional o científico que, de acuerdo a un método, puedan demostrar lo que creemos como cierto. Él hace una comparación entre los empíricos, que buscan en la naturaleza las evidencias de lo que creen, y de los idealistas que buscan desde la razón solamente, justificar sus pensamientos y creencias aun cuando estas carezcan de una evidencia material que las apoyen; pero, en ambos casos, el límite entre lo demostrable y dogmatico puede ser similar cuando nos dejamos llevar por lo que pensamos como verdadero sin cuestionar su sentido práctico.
"Una cosa es conocer y otra conocer por cierto lo que conocemos. Se puede sostener la posibilidad de lo primero, sin necesidad de lo segundo; de aquí que los empíricos y los idealistas, aunque no entren en el calificativo general de escépticos, según el usual valor filosófico de este término, ofrecen gradaciones diferentes de dogmatismo en su manera de ser". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
Y, aunque él no pretenda mantener un desconocimiento sobre los hechos demostrables por la razón, aun así, afirma que inclusive desde la racionalidad es imposible escapar a la creencia dogmatica, a tal punto, que se puede llegar a declarar un hecho como cierto sin que necesariamente se tenga evidencia totalmente clara de ello de forma empírica. Él escribe:
"Ustedes creen en la evidencia objetiva y yo también; apreciamos algunas cosas como ciertas; conocemos y conocemos que conocemos; hay algo en nosotros que automáticamente da la hora cuando las manecillas de nuestro reloj mental han llegado a su sitio. Los mayores empíricos lo son como empíricos reflexivos; pero cuando se abandonan a sus instintos, dogmatizan como infalibles papas". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
No obstante, a pesar de que James es muy consciente y apoya el descubrimiento y los avances científicos de su época, sigue teniendo para él, un valor fundamental y de vital importancia en su discurso el hecho de la "duda práctica", que le permite tomarse la libertad de seguir pensando y cuestionando todo cuanto sea posible de comprender a través de la experiencia; ya que, de éste modo; la veracidad de las opiniones, pueden modificarse y perfeccionarse o suprimirse, por su falta de utilidad para la vida cotidiana o social; además nos recuerda que ya sea por las teorías científicas o por los postulados de fe en determinadas creencias, ambas deben ser tomadas como medios y nunca como fines en sí mismas que nos impidan cuestionar sus fundamentos, y ver hasta qué punto, nos resultan verídicas, tal y como la historia del pensamiento nos lo ha demostrado en múltiples ocasiones, inclusive, de verdades que creíamos en otro tiempo inamovibles; él escribe:
"Sin embargo, teniéndome como un completo empírico, tanto como alcanza mi teoría acerca del conocimiento humano, vivo en la fe práctica de que debemos seguir experimentando y pensando sobre nuestra experiencia, pues sólo así pueden adquirir más certeza nuestras opiniones; pero sostener que cualquiera de ellas, sea cual fuere, no será susceptible de corrección o interpretación nueva, creo que es actitud profundamente errónea, y aun pretendo no engañarme al decir que lo demuestra toda la historia de la filosofía". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
Y en "Pragmatismo" escribe:
"Todo pensamiento humano es discursivo; cambiamos ideas; prestamos y pedimos prestadas verificaciones, obteniéndolas unos de otros por medio de intercambio social. Todas las verdades llegan a ser así construcciones verbales que se almacenan y se hallan disponibles para todos". (Cfr. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 77).

De esta manera, en nuestras sociedades lo único que tenemos como verdad es algo así como un "almacén" de experiencias y de creencias que damos por ciertas y de las cuales hemos de usar en las circunstancias que sean necesarias ya para defender una idea, ya para comprobar o modificar un hecho de nuestra realidad. Ello no implica desconocer que cada cultura tiene su "almacén" propio y que este puede ser tan válido como lo es el que cada uno de nosotros considere como un tesoro y que en muchas circunstancias podemos compartir o intercambiar con los demás en pro de una mejora de nuestro arsenal de información y creencias.
Desde antes de las ideas de James, y aún hoy suponemos que, nunca ha existido para la historia del pensamiento una medida, o canon ultimo, que determine lo que ha de ser tomado como "Verdad absoluta" u objetiva; todos y cada uno de nuestros conocimientos pueden ser, en un momento determinado, cuestionados, reformados u olvidados cuando ya carezca de sentido significativo en nuestro avance social; este es para él el único fundamento de lo que sería una correcta aproximación a la "verdad" en muchos de nuestros asuntos socioculturales, políticos, económicos, científicos, filosóficos o religiosos, que se han dado a través de la historia del pensamiento humano.
Todo puede ser susceptible de un cambio o de una modificación con el pasar del tiempo, todos nuestros pensamientos pueden moverse entre lo uno y lo múltiple; "nada permanece, todo está en continuo cambio" (cfr. AA.VV. Historia de la Filosofía (1980) traducción al español, editorial progreso, surgimiento entre la contraposición entre dialéctica y metafísica. Heráclito. Moscú: Rusia. P 55); tal y como ya lo había enunciado Heráclito de Éfeso tiempo atrás.
James escribirá en "el significado de la verdad" que:
"Mediante la masa de creencias de que ya estamos en posesión, operamos intelectualmente asimilándolas, rechazándolas o reordenándolas en diversos grados. (JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 52).
En las ideas de James, dicho movimiento sistemático de lo que el concepto de "verdad" y de sus implicaciones pueden llegar a ser, a modificarse, cambiarse o demostrarse, es solo, si se puede decir así, cuestión de un "punto de vista" y este puede ser modificable con mayores investigaciones o reflexiones ya que como lo ha escrito el autor:
"Nunca se ha admitido un fiel universal para lo que debe ser considerado como realmente verdadero. Disputan algunos por tal, al criterio externo para el momento de la percepción, el cual puede estar ya en la revelación, ya en el consensus gentium, ya en los instintos del corazón, ya en la experiencia organizada de la raza. Consideran otros que el dicho fiel de la verdad es el propio momento perceptivo, el cual, para Descartes, está constituido por sus ideas claras y distintas garantizadas por la veracidad de Dios; para Reid por su "sentido común", y para Kant por sus formas de juicio sintético a priori. La imposibilidad de concebir "el contrario"; la posibilidad de demostración mediante los sentidos; la posesión de determinada unidad orgánica completa, o relación recíproca realizada cuando una cosa es su otro yo, son otras tantas bases sistemáticas empleadas para justipreciar la verdad. La muy venerada evidencia objetiva jamás aparece aquí triunfante: es una mera aspiración o Grenzbegriff, hacia el ideal infinitamente remoto de nuestra vida pensadora". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
Y en pragmatismo james escribe acerca de la pluralidad en la "verdad", aplicable también a las verdades religiosas:
"Nuestra interpretación de la verdad es una interpretación de verdades, en plural, de procesos de conducción realizados in rebus, con esta única cualidad en común, la de que pagan. Pagan conduciéndonos en, o hacia alguna parte de un sistema que penetra en numerosos puntos de lo percibido por los sentidos, que podemos copiar o no mentalmente, pero con los que en cualquier caso nos hallamos en una clase de relación vagamente designada como verificación. La verdad para nosotros es simplemente un nombre colectivo para los procesos de verificación, igual que la salud, la riqueza, la fuerza, etcétera, son nombres para otros procesos conectados con la vida, y también proseguidos porque su prosecución retribuye. La verdad se hace lo mismo que se hace la salud, la riqueza y la fuerza en el curso de la experiencia". (Crf. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 77).
James ha querido mostrar y señalar en todos sus escritos y en su filosofía pragmatista, que no existe una única "verdad objetiva" sobre ninguna cosa, ni en la política, ni en la ciencia, ni en la filosofía, ni aún en la Religión y sus verdades, o entre lo uno y lo múltiple, y de forma más precisa, cuando escribe en el siguiente párrafo de una manera brillante, acerca de los postulados que han tratado de enunciarse como tal (verdad absoluta u objetiva); él dirá:
Alegar que ciertas verdades la poseen en la actualidad (la objetividad), es sencillamente decir que cuando las creéis ciertas y son ciertas, han alcanzado la verdad objetiva y nunca de otro modo. Pero, positivamente, la convicción que cada uno tiene de que su evidencia posee el carácter objetivo, es sólo otra opinión sobreañadida. ¡Para qué inmenso número de contrarias opiniones se ha invocado la evidencia objetiva y la certidumbre absoluta! El mundo es racional en todas sus partes —su existencia es el último hecho tangible; existe un Dios personal— un Dios personal es inconcebible; existe un mundo físico extra-mental inmediatamente conocido— la mente sólo puede conocer sus propias ideas; existe un imperativo moral —la obligación no procede sino de los deseos; existe en todo ser un principio espiritual permanente— no existen sino mudables estados mentales; hay una cadena sin fin de causas —sólo existe una causa primera absoluta; obedece todo a una necesidad eterna—todo es libre; existe un plan—no hay plan; todo procede de una Unidad primaria—el origen es múltiple; hay en las cosas universal continuidad—el mundo es discontinuo esencialmente; hay un infinito—¿quién lo ha visto?; todo es esto... todo es aquello... Nada ha habido que no haya sido invocado por absolutamente cierto y por absolutamente falso. (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
De esta manera, si se ve la verdad y la creencia como algo inamovible, cabria también la pregunta ¿para quién la verdad es inamovible?...y si esta pregunta fuese posible de ser respondida entonces uno podría decir que la verdad es inamovible para quien realmente lo cree así, en otras palabras, la verdad es única para quien desea de verdad que su verdad o algún tipo de verdad sea única. La historia nos ha mostrado en no innumerables veces que lo que en un tiempo fue verdad y muy apreciada e inclusive, muy defendida como cierta y absoluta, con el paso del tiempo y de nuevos discursos puede comenzar a tambalearse en sí misma ya por falta de utilidad o ya porque carece de los soportes necesarios de la comprobación o del apoyo común para que se sostenga como tal.
Las leyes humanas y físicas son susceptibles de ser modificabas, derogadas, perfeccionadas, discutidas, comprobadas, ignoradas, puestas en común, creídas en secreto o de forma particular, impuestas o no a la fuerza, y aun así nada permanece como eterno o inamovible ya que hasta les leyes religiosas son verdad en razón de la comunidad de personas que las usen o que las crean verdaderas para la vida privada o la vida en común; qué no decir de las leyes de la naturaleza que a pasar de su universalidad no se hallan acabadas aun y siempre estas propensas a ser mejoradas o reinterpretadas.
Es la finalidad de una teoría o creencia lo que la puede hacer cierta y valiosa para una determinada comunidad, y no su origen; esta afirmación que hace James tiene su razón de ser en que para él el centro del pragmatismo es la utilidad de las ideas y no su procedencia:
"No perdamos de vista el hecho de que cuando a título de empíricos rechazamos la doctrina de la certidumbre absoluta, no por esto damos de mano a nuestro anhelo o esperanza en la verdad misma. Aunque con alfileres, apuntalamos nuestra fe en su existencia, y aun creemos que a medida que nuestra experiencia se acumula y sobre ella alzamos nuestra vida mental, conquistamos mejores posiciones para poder ganar la verdad ansiada. Nuestra gran divergencia de los escolásticos está en el camino que emprendemos: se halla el fundamento del sistema de éstos en el arranque, en el origen, en el terminus a quo de su pensamiento; el valor del nuestro estriba en el punto de llegada, en el fin, en el resultado, en el terminus ad quem. Lo que ha de decidirse no es de dónde se parte, sino a dónde se va. A un empírico no le importa de dónde pueda llegarle una hipótesis, ni si por medios rectos o torcidos, traída por la pasión o por el capricho, pues si el siguiente discurso del pensamiento, continúa confirmándola, quedará definida su certeza.". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
Y de una forma un tanto extrema al afirmar en pragmatismo que:
El valor práctico de las ideas verdaderas se deriva, pues, primariamente de la importancia práctica de sus objetos para nosotros…Es completamente evidente que nuestra obligación de reconocer la verdad, lejos de ser incondicional, es sumamente condicionada. La Verdad, en singular y con mayúscula, exige abstractamente ser reconocida, pero las verdades concretas en plural, necesitan ser reconocidas sólo cuando su reconocimiento es conveniente. Debe preferirse siempre una verdad a una falsedad cuando se relacionan ambas con una situación dada, pero cuando no ocurre así la verdad no constituye más deber que la mentira. (Crf. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 71).
De otra parte, regresando a los asuntos de la creencia y de la fe, james es muy claro en su pensamiento cuando sabe y escribe que es gracias a nuestra determinación y fe en algo, que decidimos emprender una búsqueda constante y sincera por lo que nos interesa de manera apasionada, y que esta fe, nos conforta en múltiples momentos de nuestra vida: "Jamás la ciencia, nos dice, hubiese avanzado en la medida que lo ha hecho, si cuantos a su progreso contribuyeron no hubiesen puesto en sus investigaciones el apasionamiento que encendiera la fe en el porvenir de su trabajo".
Y es que para él, siempre la fe y las creencias son y serán el motor que encienden la búsqueda del hombre por la verdad de las cosas, y aun, aunque no encuentre la verdad de un hecho tal de forma inmediata, siempre tendrá la fe suficiente para aguardarlo. Aún más, la fe para James representa una instancia en la cual la "verdad de una creencia", que aunque no pudiese ser demostrada por medios científicos, tiene validez en la medida en que fortalece la esperanza del hombre en dicha búsqueda de lo que se cree, y ello con mayor razón cuando se trata de creencias morales.
"Las cuestiones morales hemos de resolverlas, porque así lo exige su planteamiento, sin pruebas sensibles. Una cuestión moral no atañe a nada de cuanto hiere nuestros sentidos, sino a lo que es bueno o lo sería si existiera. De lo primero es la ciencia quien se encarga de hablarnos; mas para justipreciar los valores comparados de lo que existe y de lo que no, debemos consultar lo que Pascal llamaba nuestro corazón, porque la ciencia nada nos resolvería. Esta misma no hace sino invocar su corazón cuando proclama que la certeza infinita del hecho y la rectificación de las creencias falsas son el supremo bien del hombre. Y si le exigís pruebas no podrá sino repetir su afirmación como un oráculo; a lo sumo os aducirá una en la sencilla afirmación de que tal certeza y tal rectificación son manantial de bondades para el hombre, según su propio corazón le advierte". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
Es pues una cuestión de Voluntad, esto es, de una libre decisión , el hecho de que tengamos por ciertas o no, cierto tipo de creencias y a la vez, es también una cuestión de voluntad el que a través del dialogo y los argumentos más eficaces y convincentes, que decidamos cambiar de creencias.
"La cuestión de tener o no creencias morales, la decide nuestra voluntad. ¿Son falsas o verdaderas, o bien meros fenómenos biológicos por los cuales apreciamos individualmente las cosas, indiferentes en sí mismas, como buenas o malas? ¿Es nuestra inteligencia quien deba fallar el pleito? Si el corazón no quiere, jamás ella podrá llevarnos a la creencia en ese mundo de realidad moral". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
James sabe que ante los postulados morales solo podemos, o aferrarnos a ellos y defenderlos con buenos y convincentes argumentos, o simplemente, cambiarlos por aquellos que nos parezcan más sensatos; sin embargo, sigue siendo un asunto de creencia el que los aceptemos o no. No se trata acá de si pueden ser demostrados a través de algún método científico o natural, se trata de cuál de esos postulados o teorías podrían ser más loables y beneficiosas para cada uno o para cada sociedad. y ya que, en definitiva, es una opción ante cuestiones morales que se nos pueden presentar a diario, el que sean más o menos certeras o verdaderas, en suma, carece de verificabilidad por nuestros medios y solo queda esperar que, de acuerdo a la "omnisciencia divina", la decisión que tomemos sea la mejor. Y en razón de ésta defensa de las verdades y/o creencias y su oposición ante ellas, James escribe:
"El escepticismo mefistofélico satisfará mejor que el idealismo alguno de los instintos intelectuales. Personas hay tan frías de corazón por naturaleza (hasta en la edad de las pasiones), que padecen anestesia absoluta para las hipótesis morales, y ante cuya presencia el defensor de cualquiera de éstas se siente turbado, porque, al parecer, tienen ellas de su parte la evidencia demostrativa del conocimiento científico, mientras que el moralista parece apóstol sencillo influido sólo por infantil credulidad ardientemente comunicativa. En su difícil posición, sin embargo, fortalecido y estimulado por la sinceridad, no se arredrará, bien consciente de que no obra como impostor, pues con Emerson, se dirá que existe un reino en donde todo ingenio y toda intelectualidad no son superiores a la astucia de una zorra. El escepticismo moral no puede probarse ni refutarse por la lógica como el escepticismo intelectual. Cuando nos aferramos a una verdad (de cualquiera de ambos géneros) ponemos en ello todo nuestro ser ateniéndonos a los resultados; lo propio que el escéptico, con igual ardor, adopta la actitud dubitativa. En cuanto a quien acierte, sólo puede saberlo la Omnisciencia infinita". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
En lo referente a la existencia de la fe, él nos dice que ésta depende del empeño de las voluntades individuales que las personas de un tipo de creencia depositan los unos en los otros, pues si no hay un consenso general en un esfuerzo por mantener dicha fe, esta pierde su utilidad y se desvanece.
"El resultado de la acción cooperativa de muchos individuos independientes entre sí no existiría sin la fe precursora de unos en otros. Los Estados, los ejércitos, el comercio, un colegio, un equipo atlético, existen bajo tal condición cumplida por todas y cada una de las personas componentes; y sin tal fe previa desaparecería hasta el objetivo de tales asociaciones". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897). Pp. 9-37).
Y para cerrar el asunto de la fe y de los hechos de la ciencia como los únicos verdaderos, él escribirá, con frases que tienden a mostrar más su lado de creyente que de hombre de ciencia, que:
"Hay, pues, hechos cuya existencia depende, en absoluto, de la fe en su advenimiento. Y si la fe en un hecho puede crear el hecho, es atrevida y pretenciosa la lógica mantenedora de que la fe sin completa evidencia científica es "la más detestable inmoralidad en que pueda caer un ser pensante". Tal es, sin embargo, la lógica con que pretenden regular nuestra vida esos absolutistas científicos". (Cfr. "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
De otra parte, regresando a la idea de la religión, en "Las variedades de la experiencia religiosa", James le da un sentido filosófico válido a la idea de la religión como un conjunto de creencias colectivas que suponen un orden social, el cual, no es producto de la individualidad sino de la colectividad; así pues para James la religión y su origen está determinado por un orden complejo de creencias socioculturales. El nos dice:
"La mayoría de los libros sobre filosofía de la religión pretenden comenzar con una definición precisa de su contenido esencial. Algunas de estas supuestas definiciones posiblemente nos aparecerán en otras partes de este curso y no seré tan pedante como para enumerarlas ahora. Sin embargo, el hecho real de que hay tantas y tan diferentes es suficiente para probar que la palabra "religión" no puede significar ningún principio o esencia individuales, sino que más bien es un nombre colectivo". (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), P 16).
La idea sobre los sentimientos y creencias religiosas, ésta también enfocada, por parte de James, a pensar en la religión como una "creencia útil y positiva", y como señal de una mente sana cuando la experiencia humana de ésta, dirige a los hombres al bien, a la bondad, a la fraternidad y a evitar el mal, tanto para las otras personas, como para sí mismos. De otra parte el autor nos hace una clara diferenciación entre cuales son para él los dos tipos de ideas sobre la religión y como diferenciarlos para poder tratar de entender los límites de cada una de estas partes; así pues, él escribe:
"Una manera de hacerlo fácilmente estriba en señalar los aspectos del tema que dejaremos de lado. Al comienzo, tropezaremos con una profunda división del terreno religioso. Por un lado, se sitúa la religión institucional, por otro, la personal. Como dice Sabatier, una vertiente de la religión atiende a la divinidad, la otra no pierde de vista al hombre. Culto y sacrificio, procedimientos para contribuir a las disposiciones de la deidad, teología, ritual y organización eclesiástica, son los elementos de la religión en la vertiente institucional. Si nos tuviésemos que limitar necesariamente, tendríamos que definir la religión como un arte externo, el arte de obtener el favor de los dioses. En la vertiente más personal de la religión, por el contrario, constituye las disposiciones internas del hombre el centro de interés, su conciencia, sus merecimientos, su impotencia, su incompletud. Y pese a que el favor de Dios ya esté perdido o ganado, sigue siendo un hito esencial de la historia, y la teología desempeña en él un papel vital: los actos a los que este género de religión incita no son rituales sino personales. El individuo negocia solo, y la organización eclesiástica, con sus sacerdotes y sacramentos y otros intermediarios, se encuentra en posición totalmente secundaria. La relación va directamente de corazón a corazón, de alma a alma, entre el hombre y su creador". (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), P 17).
Sin embargo el interés de James en todas sus conferencias, exceptuando la última de ellas, se centrará en la idea de la religión como la relación entre el hombre y sus creencias personales; esto es, a James no le interesará tanto la institucionalidad de la Religión sino, la forma como cada individuo siente la relación de sus creencias con su vida y por ello escribe:.

"El individuo negocia solo, y la organización eclesiástica, con sus sacerdotes y sacramentos y otros intermediarios, se encuentra en posición totalmente secundaria. La relación va directamente de corazón a corazón, de alma a alma, entre el hombre y su creador". (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), P 17)

Por lo tanto, al no querer hablar sobre institucionalidad en el concepto de "religión", él decide hablar solo de "conciencia religiosa" como sinónimo de "Religión" durante todas sus conferencias, excepto, la última. Es importante aclarar que esta separación que hace James pudiese ser producto de su tradición protestante, en la cual, lo más importante, no era la institucionalidad religiosa, como sí lo sería en las creencias cristianas Católicas, sino la relación intima del hombre para con lo que cree, como sucede inclusive hoy en día, con todas las sectas de pensamiento protestante. Sin embargo ello, a mi modo de ver, no resta brillantez a su análisis sobre lo que la religión y las creencias representan para el ser humano. El justificará esta separación por las siguientes razones:

"Propongo que en estas conferencias ignoremos por entero la vertiente institucional; nada digamos de la organización eclesiástica, consideremos tan poco como sea posible la teología sistemática y las ideas sobre los propios dioses, y nos limitemos tanto como nos sea posible a la pura y simple religión personal.

Para algunos de vosotros la religión personal tratada con sobriedad tal os parecerá, sin duda, una cosa demasiado incompleta para merecer el enunciado general. "Es una parte de la religión - diréis -, pero nada más que su rudimento desorganizado. Si la hemos de considerar aparte, mejor sería decir la conciencia o la moral del hombre en lugar de su religión. El sustantivo "religión" debería reservarse al sistema plenamente organizado de sentimiento, pensamiento e instituciones; para la Iglesia, en definitiva, de la que esta llamada religión personal no es sino un elemento fraccionario". Al hablar así sólo se demostrará más crudamente que la cuestión de la definición tiende a convertirse en una disputa nominalista.

No deseo prolongar esta polémica y aceptaré cualquier nombre para la religión personal que me propongo tratar. Llamémosla conciencia o moralidad, si así lo preferís; bajo cualquiera de estos nombres será igualmente digna de nuestro estudio. Yo mismo creo que, en última instancia, resultará que contiene algunos elementos que la moralidad simple y pura no contiene; son éstos los elementos que de inmediato intentaré precisar. Así, pues, continuaré aplicando la palabra "religión" y, en la última conferencia, presentaré las teologías y los sistemas eclesiásticos y diré alguna cosa al respecto". En cierta forma la religión personal vendrá a demostrar que es fundamental en mayor medida que cualquier teología o sistema eclesiástico.
Las iglesias, una vez establecidas, viven por tradición de segunda mano, pero los fundadores de cada iglesia debían originalmente su poder al hecho de su comunión personal directa con la divinidad. No sólo los fundadores sobrehumanos, Cristo, Buda, Mahoma, sino también todos los creadores de sectas cristianas han experimentado en esta situación. Por consiguiente, la religión personal todavía debería parecer la cosa primordial, incluso a quienes siguen considerándola completa sólo parcialmente. (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), P 17).
En mi moderado conocimiento de lo que la religión representa para el hombre y como esta es capaz de modelar su conducta de una manera muy positiva en muchos de los casos y de cómo en algunos otros la empeora, me gustaría añadir, con James, que todo tipo de creencia es una experiencia personal del hombre con lo que este considere trascedente y por tanto superior y extraordinario, que estas formas de creer le ayuden a ser mejor o a encontrarle un mejor sentido a lo que hace y vive ya consigo mismo y para con lo demás, es un hecho innegable como también lo es el que a través de la vida la creencia mengue o se reafirme.
Las creencias particulares se configuran como un soporte, como una ayuda necesaria para continuar con la vida misma y la de los demás, en mi parecer, es un hecho constatable que la religión aunque sea institucional, siempre mueve a la interiorización de "principios" que cada individuo adopta de acuerdo a su utilidad moral y a su conveniencia vivencial, hoy en día, en razón de que las grandes religiones no responden positivamente a las necesidades de grupos tales como los homosexuales, los más pobres y los discriminados por sus particularidades en el vivir, estas personas han comenzado a exigir o transformar los "preceptos" que antes eran incuestionables y se han ido apoyando en los mismos para defender sus formas particulares de fe. Cabria preguntarse entonces y ¿por qué lo hacen? ¿Por qué no miran en la religión un enemigo sino un aliado? ¿Por qué su afán en justificar desde la religión el amor propio y el amor a sus formas particulares de ver la vida y de ver su interacción con ella y con los demás?...¿es la religión como el hecho institucional de mantener una fe, la única forma como los seres humanos valoran sus creencias? Ciertamente la experiencia ha demostrado que no, que más allá de lo que la institución les acoja o no, ellos siempre buscaran la manera de hacer que su creencias y sus vidas tengan un reconocimiento desde los principios, que aun con carácter general, son reubicados con sentido apropiado a cada una de las formas de entender y de vivir la realidad que cada uno experimenta a diario, y es ahí, en esa realidad, en la cual las personas hacen de sus creencias una fuerza mayor a la mera institucionalidad.
Las aclaraciones de lo que es "religión" en James quedan precisadas cuando él señala que en sus conferencias sobre este tema, ha de entender dicho concepto como los sentimientos, actos y experiencias que seres humanos experimentan por sí mismos cuando tratan de tener una comunión con la divinidad. En consecuencia, dice James:

"La religión tal como ahora os pido arbitrariamente que consideréis, para nosotros querrá significar los sentimientos, los actos y las experiencias de hombres particulares en soledad, en la medida en que se ejercitan en mantener una relación con lo que consideran la divinidad. Ya que la relación puede ser moral, física o ritual, es evidente que fuera de la religión, en el sentido que la tomamos, crecerán secundariamente teologías, filosofías y organizaciones eclesiásticas". (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), P 18).
Es de aclarar también, que la Palabra "divinidad" en James, no hace alusión a un "Ser personal" sino a una relación entre el hombre y lo que este considere como importante como creencia para rendirle culto en su búsqueda de la trascendencia. Él escribe:
En consecuencia, cuando en nuestra definición de religión hablamos de la relación del individuo con "lo que él considera la divinidad", debemos interpretar el término "divinidad" en muy amplio sentido, denotando cualquier objeto que posea cualidades divinas, se trate de una deidad concreta o no. (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), conferencia 1 P 19).
Pero son las ideas del bienestar, del respeto hacia sí mismo y los demás, de la unidad de una comunidad bajo un credo y unas leyes determinadas, de la colaboración, de la moralidad y mejoramiento constante tanto individual como social y cultural, las que hacen que los seres humanos tiendan a la conformación del culto y de la Religión.
A si, pues, las personas se inclinan a las creencias por que estas les ayudan a la convivencia, porque les ayudan a entender la diferencia entre sí y el orden del mundo; y entre lo humano y lo que se podría considerar como "divino", entendiendo este concepto como lo que no tiene una explicación totalmente clara y/o racional desde lo cotidiano o desde lo experimental. Es por eso que en la segunda de sus conferencias James la titula "la realidad de lo no visible", con lo cual inicia toda una apología, si se quiere, sobre "aquello que existe, aunque no lo podamos ver de alguna forma física. Él escribe:

Si nos pidiesen que caracterizásemos la vida de la religión por medio de los términos más amplios y generales posibles, podríamos decir que consiste en creer en un orden no visible y que nuestra felicidad estriba en ajustarnos armoniosamente a él; la actitud religiosa del alma consiste en afirmar esta doble creencia… Nuestras actitudes morales, prácticas, emocionales y religiosas se deben a los "objetos" de nuestra conciencia, a aquellas cosas que creemos que existen, sea real o idealmente. Estos objetos pueden estar presentes ante nuestros sentidos o bien únicamente en nuestro pensamiento, en cualquiera de los dos casos reaccionamos frecuentemente con fuerza tanto en un caso como en otro, con independencia de que el objeto sea o no accesible a nuestros sentidos…Pero además de las ideas de los objetos religiosos más concretos, la religión está saturada de objetos abstractos que demuestran tener un poder semejante…de la creencia en un objeto que no podemos ver. (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), conferencia 1 P 28).
Este carácter de lo transcendente, que solo puede ser sentido desde la experiencia personal y vivencial del ser humano cuando éste se encuentra buscando lo divino, solo es posible, si se deja de lado toda pretensión racional de explicación de lo divino; James dirá que es como una especie de Intuición que sabe que hay "algo mucho más allá" que la mera racionalidad y materialidad de lo que los sentidos externos nos pueden comunicar.
"Si tenemos alguna intuición, proviene de un nivel más profundo de nuestra naturaleza que el nivel verbal donde reside el racionalismo. Toda nuestra vida subconsciente, nuestros impulsos, nuestras creencias, nuestras necesidades, nuestras intuiciones han preparado las premisas y nuestra conciencia siente ahora el peso de los resultados; algo dentro de nosotros sabe con certeza que éstos han de ser más verdaderos que ninguna otra charla racionalista deducida por la lógica, por más inteligente que sea, que los pueda contradecir. Esta inferioridad del nivel racionalista para fundamentar la creencia se manifiesta tanto cuando el racionalismo argumenta a favor de la religión como cuando lo hace en contra". (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), conferencia 2 P 37).
De esta manera, la religión es como una trama, que a pesar de nacer como un sentir individual, se transforma en colectivo cuando es comunicada a otros, y se convierte en un reflejo en común, en el cual, la sociedad entreteje sus temores y sus esperanzas con el fin de darle sentido a sus ocupaciones, tanto físicas como intelectuales y morales. El sentido de la experiencia de la religión como el hecho de que yo no soy quien hace que todo sea sino, que yo soy parte de lo que es y lo que está en la naturaleza y en la vida, es lo que se podría llamar como el sentimiento de "creencia religiosa"; sin embargo, para el pensamiento de James, la religión es también importante, en cuanto que esta le ayuda a las personas a fortalecer sus valores cívicos, intelectuales, políticos, sociales y morales para que viva en paz con los demás.

La intuición que nos brindan las "Verdades religiosas", está mucho más allá que la sola percepción que nos brindan los sentidos o las teorías que podamos hacer de las cosas, del mundo y de nosotros. Ellas (las verdades religiosas) son casi imposibles de ser modificadas fácilmente cuando se han arraigado en lo profundo del "alma". Éstas, son "verdades" que se encuentran y tienen sus certezas fuera del ámbito de lo racional o evidente de un discurso; o inclusive, de los sentidos; y por ello, aunque sepamos que existan brillantes y "mejores" disertaciones sobre el mundo y sobre lo que existe y podamos sentir; nada supera la tranquilidad y el gozo que puede darnos las "verdades" del sentimiento religioso genuino en nosotros. Según lo afirma James:

"Aquí, lo que establece el núcleo original de la verdad es siempre nuestra creencia intuitiva, y nuestra filosofía articulada verbalmente no es más que su espectacular traducción en fórmulas; lo profundo es la seguridad no razonada e inmediata de la cual el argumento razonado tan sólo constituye una exhibición superficial: el instinto guía, la inteligencia sigue. Si una persona siente la presencia de un Dios viviente tal como hemos visto en los casos citados, vuestros argumentos críticos por elevados que sean, intentarán cambiar su fe en vano". (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), conferencia 2, P 38).
En "variedades de la experiencia religiosa", James nos dice que la creencia, puede adquirir sentido práctico y útil, si ésta, no se convierte en una forma de fanatismo o se le diese el valor de ser la única posibilidad de "verdad objetiva", o de conducta única de vida para sus miembros; ya que ella, nos puede mostrar desde lo empírico y/o práctico, que la vida humana, aun bajo la reglamentación de una creencia (o religión institucional o particular), puede dar resultados muy positivos en la lucha por la equidad y la igualdad y para la conformación y organización de la vida individual y socio-cultural.

Así pues, la importancia de la creencia religiosa radicará, no en que ésta de por sí, sea ya una "verdad", sino que, por el contrario, la experiencia religiosa de una creencia puede ser tomada como una "herramienta práctica" que fortifique nuestra convivencia sobre las cosas que pudiésemos considerar como verdaderas, favoreciendo las relaciones entre la vida y conducta individual y las vivencias cotidianas, sociales, políticas, científicas o de las mismas "religiones Instituidas" como posibles garantes de verdad y que defiendan la igualdad y los derechos colectivos dando bienestar a la comunidad donde ésta se practique.

La creencia religiosa debe desarrollar en las personas un "sentimiento" de armonía, de paz interior con los demás y consigo mismo, y principalmente de felicidad. Debe mostrar la relación existente del hombre con la naturaleza; debe ser un instrumento que le permita guiarse y guiar a otros en las posibles decisiones que deba tomar ante la concertación y adopción de las leyes o ante la autoformación ética y moral de sí mismo, y así, poder conformar e integrar una sociedad humana y justa donde prevalezca el respeto por la vida y la dignidad de todos los miembros de la comunidad. James nos dice que la prueba de ello, es el sentimiento de felicidad sobrenatural que los individuos experimentan en este tipo de "creencias religiosas" y por lo tanto la adoptan como verdadera sin más requerimientos que la promesa de dicha felicidad.

"Debemos reconocer que las formas más complejas de experimentar la religión son formas nuevas de producir felicidad, maravillosos caminos interiores hacia una felicidad sobrenatural, cuando el primer don de la existencia natural, con harta frecuencia, es la infelicidad.
A partir de estas relaciones entre religión y felicidad, tal vez no nos sorprenda que los hombres miren la felicidad que comporta una creencia religiosa como prueba de su verdad. Si un credo hace feliz a un hombre, éste lo adopta enseguida: una de las "inferencias inmediatas" de la lógica religiosa que, correctamente o no, usan los hombres consiste en que "si esta creencia debe ser cierta, lo es". (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), conferencia 4 y 5 Pp. 40 y ).
De esta manera, el que una creencia sea compartida por un grupo de personas, hace que ella, se constituya en un "Bien Práctico", que les permite armonizar sus vidas en un principio exterior y neutral carente de deseos individuales y egoístas, ya que no debe entenderse ésta religión (o la creencia religiosa) como un "producto efímero y variable" de la voluntad humana, (porque la felicidad que les produce la sienten como sobrenatural), sino como un principio de una "voluntad superior", que les ayudará a configurar sus vidas y sus necesidades vitales entre ellos.

De otra parte, para James, las hipótesis o ideas sobre cualquier asunto (ya sea religioso o moral e incluso social, filosófico, científico o político), pueden madurar hasta convertirse en una especie de "creencia" cuando esta se entiende como "un sentir vital" en una comunidad determinada en la que sus miembros estén dispuestos a actuar de manera decidida en razón de lo que ellos creen, en contra o a favor de otras posibles hipótesis, ideas o creencias; ya sea para refutarlas, cuando no les convence (o convenga), o para reafirmarlas e incluso cambiarlas, en cuanto desempeñen para ellos un uso práctico y efectivo en la vida de cada uno o en la vida socio-cultural, política o religiosa, tendrán validez; james dirá en su ensayo "Las energías de los hombres"

"Las ideas liberan creencias y las creencias liberan nuestras voluntades (uso estos términos sin ninguna pretensión de ser "psicológico"), por cuanto los actos volitivos registran dentro la presión de la fe. Por esto, habiendo considerado la liberación de nuestra energía en reserva por medio de excitaciones emocionales y de esfuerzos, sea o no metódicamente, debo ahora decir algo sobre las ideas como nuestro tercer gran agente dinamogénico.

Algunas ideas contradicen a otras ideas y nos llevan a creerlas. Una idea que niega de este modo una primera idea puede ser ella misma negada por una tercera idea, y la primera idea puede así conservar su influencia sobre nuestra creencia y determinar nuestra conducta. Nuestro desarrollo filosófico y religioso procede así por creencias, negaciones y negaciones de negaciones. Pero sea por crear o por destruir creencias, las ideas pueden no ser eficaces, precisamente como un cable puede conducir electricidad en un momento dado, y en otro momento no hacerlo. Aquí nuestra visión de las causas nos falla, y solo podemos advertir los resultados en términos generales. Generalmente, que una idea sea una idea vital depende más de la mente en la que está arraigada que de la idea misma. (cfr. JAMES, William. Las energías de los hombres (1908), "Las energías de los hombres", William James (1906), IX, pp. 129-146.)

En la filosofía de James, las creencias no son validas por lo que son en sí mismas, sino mejor, por lo que hacen para quien o quienes creen en ellas, de esta manera pensar en una creencia, es por así decirlo, pensar en el factor dinámico que esta puede encerrar. Así, la fuerza de la creencia es una relación establecida por su uso práctico y su eficacia para interactuar consigo mismo y el mundo o en una comunidad como si fuera un vínculo que une las voluntades individuales en un ideal colectivo de mejora y de bienestar social.

De ésta forma para el autor, las creencias que pudiesen resultar "verdaderas" no se podrían reducir solo a verificación científica o demostrable por algún método medible o verificable, sino que también serían verdaderas, en cuanto que funcionen y ayuden indiscutiblemente en la distribución de la justicia y el orden social, y en estas creencias, más que las posibles evidencias tangibles o demostrables científicamente,(si ello fuese posible), deberían ser valoradas como tal, las que en la práctica cotidiana, proporcionen consecuencias benignas y útiles para los individuos de la comunidad.

Para james las creencias no pueden cohibir nuestras aspiraciones a la búsqueda de la verdad ya que si bien es cierto que ciertas verdades carecen de evidencia, también sería imposible encontrar evidencia de algo si primero no creyéramos en ese algo; esta idea es similar a la del medieval San Anselmo de Canterbury "Credo ut intelligam" (Creo para entender) (cfr. San, Anselmo (1952). Proslogion, capitulo 3ª sección- Capítulo I: Exhortación del espíritu a la contemplación de Dios. Obras Completas. Madrid: BAC).


Existe otro asunto importante en relación con la religión y la coherencia entre ésta y el conocimiento humano denominado científico o lógico, si se quiere, y es la que tiene que ver con el concepto de "Razón" en James. Él piensa que la facultad de la Razón no es para con los hechos como si se conformaran en sí mismos, por su virtud, "principios" inequívocos; sino, que mejor, es una vinculación de las cosas que aparecen en la naturaleza pensante del hombre y de las relaciones lógicas que estos objetos establecen entre la mente humana, la razón y el espacio en el cual se encuentran; y por lo tanto, la facultad de la "Razón" por sí misma no puede ser autosuficiente para determinar que existe y que no. James dirá:

"Si la Razón debe o no ser considerada como autosuficiente depende de lo que se entienda por Razón. Estricta y técnicamente, la Razón es una facultad no de hechos sino de principios y relaciones. Al margen de sus propios recursos no puede establecer qué hechos existen; pero si le es dado un hecho, es capaz de inferir otro, y se supone que mediante ciertos principios que posee, es capaz de establecer con anticipación qué relaciones deben tener unos hechos con otros, que las causas por ejemplo, deben preceder y no seguir a sus efectos, y otras parecidas. (Cfr. William James, "Reason and Faith" (1905) en Burckhardt F., Bowers F. Y Skrupskelis I. (eds.), The Works of William James, Cambridge, MA, Harvard University Press, 1982, IX, pp. 124 128.JAMES, William. Razón y fe (1906), Traducción castellana de Oihana Robador (2004) P 2)

En James y en su pensamiento, no le es propio a la fuerza de la razón, por sí misma, determinar la existencia o no de Dios ya que no tiene, de por sí, dicha facultad siendo que solo le es dado hacer inferencias de acuerdo a los hechos de la experiencia que se le son presentados.

"La cuestión religiosa es del todo una cuestión fáctica. ¿Existe o no un Dios? ¿Se encuentra el mundo realmente conducido por sus fuerzas más altas o por las más bajas?
Sentir que las cosas son más altas o más bajas, pero confesar que las cosas más elevadas carecen de potencia, sería una conclusión irreligiosa. Si hubiera un Dios, la Razón podría ser teísta y decir que existimos junto a él, o panteísta y decir que somos parte de él; pero la Razón tan sólo puede inferir que exista un Dios a partir de los hechos de la experiencia, de su naturaleza en cuanto que necesitan una causa, o del propósito que manifiestan. Si entendemos la Razón en este sentido estricto de una facultad de inferencia, nada es más notable que su insuficiencia para extraer conclusiones religiosas con una base sólida". (Cfr. William James, "Reason and Faith" (1905), P 2)

En cuanto a la fe, James nos dice que ésta es algo así como una idea de certeza sobre algo que no necesariamente puede ser cierto o no puede serlo; para él la fe como el empleo de una "lógica de la probabilidad" en la cual la certeza sobre algo depende más de la voluntad del ser humano que de la razón misma.

"La Fe emplea una lógica completamente distinta de la lógica de la Razón. La Razón exige certeza y finalidad para sus conclusiones. La Fe se conforma si las suyas parecen probables y casi juiciosas.
La forma de la Fe es algo así: Si consideramos una determinada visión del mundo, siente que "Es adecuada para ser verdadera"; "estaría bien si fuera verdadera, tendría que ser verdadera; podría ser verdadera; puede ser cierta", dice, "debería ser verdadera" continua; "Será verdadera", concluye, "para mí; esto es, voy a considerarla como si fuera cierta en lo que a mi advocación y acciones concierne".(Cfr. William James, "Reason and Faith" (1905), P 2)

Y en "La Voluntad de creer" él escribe:

"Hay, pues, hechos cuya existencia depende, en absoluto, de la fe en su advenimiento. Y si la fe en un hecho puede crear el hecho, es atrevida y pretenciosa la lógica mantenedora de que la fe sin completa evidencia científica es "la más detestable inmoralidad en que pueda caer un ser pensante". (Cfr. JAMES, William. "La voluntad de Creer". (1856), "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
También en "Pragmatismo", James reafirma su creencia de fe en lo trascendente más que en las experiencias de los sentidos, al subrayar que para él, existe una certeza mayor al pensar y creer que, "hay en la naturaleza un poder que sobrepasa el entendimiento humano"; y que esto se puede constatar, si se quiere, con las "pruebas ofrecidas" por una experiencia religiosa genuina en relación con la experiencia del mundo, al observar las disposiciones de las cosas y su correlación con un orden universal. James escribe que:
"Personalmente no creo en modo alguno que nuestra experiencia humana sea la más alta forma de experiencia que exista en el Universo. Creo más bien que estamos en la misma relación con la totalidad del Universo que nuestros perros y gatos lo están con la totalidad de la vida humana. Estos andan por nuestros recibimientos y bibliotecas. Toman parte en escenas cuya significación no comprenden; son tan sólo tangentes a curvas de historia cuyos comienzos, fines y formas caen fuera de su comprensión.
De igual forma nosotros somos tangentes con respecto a la más vasta vida de las cosas. Pero, así como muchos de los ideales del perro y el gato coinciden y los perros y los gatos tienen diariamente una prueba viviente del hecho, así también podemos creer, por las pruebas que la experiencia religiosa nos ofrece, que existen poderes superiores y que actúan para salvar al mundo con arreglo a líneas ideales semejantes a las nuestras". (Cfr. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 108).
Siguiendo con el asunto de lo religioso, cuando James piensa en la palabra "religión", él se pregunta cuál es su real fundamento lógico en la construcción de esta hipótesis para que se pueda estudiar con vistas a un acierto más o menos objetivo, ya que es imposible, encontrar un principio demostrable a nivel científico que convalide su "verdad" objetiva de lo que la religión representa a nivel filosófico para el hombre de ciencia.
Él pensando en este posible fundamento escribe en "la voluntad de creer":
"¿Qué viene a significar la hipótesis religiosa?
La ciencia dice que las cosas existen; la Moral que unas son mejores que otras, y la Religión afirma en síntesis: primero, que las cosas más comprensivas son las más perfectas, las más eternas (al modo de la proposición de C. Secretan, "la perfección es eterna", es decir, que no puede ser objeto de demostración científica); segundo, que por creer la primera proposición adquirimos una supremacía moral". (Cfr. JAMES, William. "La voluntad de Creer". (1856), Pp. 9-37).
Sin embargo James sabe que ante una disyuntiva, siempre se debe tomar partido por una u otra opción, por lo que, según él, si no lo hiciéramos y permaneciéramos en el escepticismo de forma permanente, sería como rendirnos por suponer que, de suyo, la hipótesis de la verdad en ella, es ya una evidente equivocación. Este temor haría que la discusión resultara desde un principio vana. James escribe:
"En primer lugar, que la religión se ofrece de tal modo como una opción momentánea, y que en el instante en que creemos, nos suponemos gananciosos de un cierto bien vital, que perderíamos en caso contrario. En segundo término, que la religión se nos presenta como una opción forzosa en cuanto hace relación al bien que podemos perder. No es posible rehuir la opción, declarándonos escépticos, en espera de más pruebas, porque aun evitándonos de tal modo el caer en el error de admitir la religión como una verdad, perderíamos el bien que por ella adquirimos, otro tanto que si optáramos por no creer. …El escepticismo no es, pues, la evitación de optar; es una opción con determinada especie de riesgo: arriesgar mejor la pérdida de la verdad, que la ocasión del error, tal es la divisa de los escépticos. Y así como el creyente sostiene su creencia religiosa contra la negación, el escéptico mantiene ésta contra la creencia.
Intentar someternos al escepticismo religioso mientras logramos alcanzar una "evidencia suficiente", equivale a decirnos que, presentada la hipótesis religiosa, lo más prudente es rendirnos al temor de su errónea existencia, antes que a la esperanza en su certeza". (Cfr. JAMES, William. "La voluntad de Creer". (1856), "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
Lo cual como sabemos de acuerdo a todo el discurso del Pragmatismo, sería el más grande de los errores de una mente que busque la claridad en los asuntos de fe, James, pues, nos invita a ser intrépidos y no permitirnos que asuntos tan escabrosos como los referentes a la religión y a la creencia, detengan nuestro afán y nuestra facultad natural a la indagación, y es tal su invitación que nos dice:
"No existe, pues, tal oposición en dos bandos, en uno de los cuales militen todas las pasiones contra la inteligencia pura, sino que a ésta la impulsan también elementos pasionales. ¿Y qué garantías de suprema omnisciencia pueden arrogarse éstos, para ser los guías del intelecto? Engaño por engaño, ¿qué pruebas hay de que el engaño por la esperanza sea de peor linaje que el engaño por el miedo? Yo desobedezco el mandato de la Ciencia para cumplir mejor el hecho en que ella funda tal género de opción; y sigo mi inclinación propia, guía suficiente para permitirme, en casos como el que trato, correr mi riesgo.
Si la religión es luz cuya incierta claridad con esfuerzo vislumbramos, ¿por qué permitir que coloquéis ante mis ojos, ansiosos de esa luz eterna, pantallas que me impiden poseerla en la única ocasión oportuna, allegada por mi voluntariedad de arriesgarme a obrar por necesidad pasional, de considerar religiosamente el mundo, necesidad que yo aprecio como justa y hasta profética? No de otro modo suponemos nosotros la religión aun al discutirla en estos momentos, hipótesis viva, muy probablemente cierta, que en los más de nosotros actúa con fuerza de fe activa y aun acaso ilógica". (Cfr. JAMES, William. "La voluntad de Creer". (1856), "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).
En la "voluntad de Creer", james desarrolla una idea muy interesante sobre la "independencia y la libertad" que nos puede dar la religión cuando ésta es genuina; esta es una libertad que se fundamenta en la posibilidad de una autonomía de nuestra voluntad para obrar de una u otra forma que, a diferencia de las determinaciones meramente materialistas que hacen de nuestro comportamiento un producto determinado desde siempre, nos niegan dicha libertad; por lo tanto, la religión, vista de este modo, no puede ser, o podrá llegar a ser, un elemento opresivo y dictatorial de una única forma de ver el mundo y las realidades de este, como en ocasiones lo ha pretendido la ciencia o algunas filosofías, al intentar colocar al hombre en un papel pasivo de su realidad en relación con el universo.
El mundo no es, desde la perspectiva de James, un ente muerto y sin voluntad, ya que gracias a la realidad del fenómeno de la religión, este puede ser personalizado, y una vez hecho esto, se convierte para el ser humano, no en un problema, sino en un ente con múltiples posibilidades de ser conocido, y de interactuar con él como si de otra persona se tratase. De esta manera, el mundo nos oculta realidades que superan nuestra imaginación y que solo a través de nuestra experiencia vivida, muchas verdades nos pueden ser manifiestas, ello hace que el mundo adquiera un nuevo colorido, que las creencias de renueven o se mantengan, por ejemplo, si en nuestra realidad solo existiese la materialidad del mundo y esta fuese razón suficiente para que pudiésemos habitar de una forma equilibrada y ecuánime con nosotros mismos y con nuestras realidades físicas y socioculturales, los seres humanos solo con las diferentes ciencias de la naturaleza nos bastaríamos para recrear la existencia particular y general; sin embargo, y a la luz de la experticia de nuestra historia nos damos cuenta que la religión y la visión mística del mundo, no solo como una "maquina" sino como un "otro", persiste y es tan real y eficiente como lo son las explicaciones oportunas de la ciencia. James escribe:
El aspecto perfecto, eterno, del universo, está representado en nuestras religiones como si tuvieran forma personal. Una vez adquirida la fe religiosa, el universo dejará de ser para nosotros un mero ello y será un tú, verdadero interlocutor invisible. Así, aunque en cierto sentido, aparecemos siendo partículas pasivas del universo, de este otro modo gozamos de autonomía, viniendo a ser centros activos, independientes.
Además, percibimos que a esta voluntariedad hacia el bien en nosotros existente, es a la que la religión se dirige, como si no pudiéramos jamás llegar a la evidencia sin adelantarnos hacia ella. (Cfr. JAMES, William. "La voluntad de Creer". (1856), "La voluntad de creer" (1897), pp. 9-37).
Aún con todos y cada uno de los argumentos que James nos ha podido dar sobre la importancia que tiene la creencia en la vida del ser humano, él no es tan ingenuo para pretender que "Todo" lo que se nos presenta en la vida como creencia válida, es susceptible de ser creído; esto no es así, ya que lo que él ha defendido son las "creencias vivas", esto es, aquellas que por su argumentación y por su eficacia en la vida práctica son dignas de ser mantenidas, mejoradas y defendidas con empeño por una comunidad. Y no solo si se tratan de creencias religiosas, sino también de todo tipo de creencia que mantenga la dignidad humana y evite el mal o el dolor; postulado también del neo-pragmatismo actual defendido por Richard Rorty, y sobre el cual, muchas teorías, políticas, filosóficas y religiosas han sido evaluadas y sopesadas en la actualidad. James escribirá sobre este asunto que:
"En la libertad de "creer lo que queramos", acaso imaginan que comprendo hasta la fe claramente supersticiosa, y tal vez lleguen a suponer que quiero admitir la fe que definen los chicos con el catecismo de "creer algo que no es cierto". Basta para desterrar esa torcida interpretación la aclaración hecha in concreto; la libertad de creer sólo comprende opciones vivas, que aun cuando el intelecto individual no acierte a resolver por sí mismo, nunca parezcan absurdas a quien se proponen". (Cfr. JAMES, William. "La voluntad de Creer". (1856), "La voluntad de creer" (1897), pp. 9-37).
Para terminar mi tesis de que existe, y ha existido, un fundamento muy fuerte en la filosofía pragmatista que admite la importancia que tiene el concepto de "creencia", sin importar de que tipo, en la fundación, construcción, fortalecimiento y cambio de las sociedades, por muy científicas y tecnológicas que hayan o pretendan ser en nuestra actualidad, quiero dejar las últimas palabras a William James y su defensa pragmática de que la ciencia, la política, la filosofía, la religión, y aun la vida misma, está soportada, tiene como fundamento LA CREENCIA, la cual en muchas ocasiones, posee limites muy estrechos con la visión "Religiosa" personal o social que tenemos del mundo.
En "pragmatismo él dirá:
"La verdad es el nombre de cuanto en sí mismo demuestra ser bueno como creencia y bueno también por razones evidentes y definidas…En el reino de los procesos de la verdad, los hechos se dan independientemente y determinan provisionalmente a nuestras creencias. Pero estas creencias nos hacen actuar y, tan pronto como lo hacen, descubren u originan nuevos hechos que, consíguientemente, vuelven a determinar las creencias. Así, todo el ovillo de la verdad, a medida que se desenrolla, es el producto de una doble influencia. Las verdades emergen de los hechos, pero vuelven a sumirse en ellos de nuevo y los aumentan: esos hechos, otra vez, crean o revelan una nueva verdad (la palabra es indiferente) y así indefinidamente. Los hechos mismos, mientras tanto, no son verdaderos. Son, simplemente. La verdad es la función de las creencias que comienzan y acaban entre ellos. (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), Pp 27 y 80).

En "El significado de la verdad" escribirá:

Surgió la filosofía en el pasado como un intento de justificar, desde un punto de vista racional, el espíritu de las creencias y costumbres tradicionales… Mediante la masa de creencias de que ya estamos en posesión, operamos intelectualmente asimilándolas, rechazándolas o reordenándolas en diversos grados. JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), Pp. 11 y 52).

Y aun más en "La Voluntad de creer":
"Cuando al considerar el problema religioso tal como la realidad lo presenta aisladamente a cada hombre, y al propio tiempo, las varias circunstancias de orden práctico y teórico en que aquél se plantea, paro mientes en que por categórico mandato quiere la Ciencia exigirnos que arrinconemos las tendencias íntimas, los arraigados instintos, los cálidos sentimientos que encienden nuestra fe religiosa (viviendo entre tanto como si la religión nada tuviese de verdadera) hasta que la Ciencia y los sentidos nos den de acuerdo su fallo y la pauta de nuestra conducta, me doy cuenta de que jamás se ha fraguado un canon más absurdo y ridículo en los antros de la Filosofía.
Si fuesen infalibles los juicios intelectuales y tuviéramos conciencia de que en determinados momentos éramos poseedores de certidumbres objetivas, podría tenérsenos por desleales y sediciosos al rebelarnos impacientes contra las decisiones de tan perfecto órgano de conocimiento. Pero, como empíricos que consideramos imposible el saber cuando llega la verdad absoluta a nuestras manos, no podemos esperar ese solemne instante. Claro que nos sería dado hacerlo y nadie supondrá que haya negado tal posibilidad; más decidiríamos tan a nuestro riesgo como si nos declarásemos creyentes, y en ambos casos es la misma la vida y el porvenir de que juzgamos.
Nadie debe prohibir a cada cual su peculiar creencia, ni motejarle por ella; por el contrario, la libertad mental debe ser profunda y cortésmente respetada; sólo así prosperará la república intelectual; sólo con tal espíritu de íntima tolerancia no será un cuerpo sin vida toda nuestra bendita tolerancia externa, orgullo del empirismo; sólo así progresaremos en el mundo especulativo como en el práctico". (Cfr. JAMES, William. "La voluntad de Creer". (1856), "La voluntad de creer" (1897), Pp. 9-37).

Y En cuanto a su forma de creencias religiosas, que para él, son un valor más vital en su vida práctica que en su quehacer filosófico, él prefiere defender el pragmatismo; tal vez, creo, este haya sido el factor que llevo a James a crear una filosofía tan distinta de la que en principio pensó difundir en Norteamérica. El mismo James confiesa justificando su pensamiento pragmático y en razón de su creencia religiosa que el pragmatismo:

"En resumen, amplía el campo de la búsqueda de Dios. El racionalismo se aferra a lo lógico y al empireo; el empirismo, a los sentidos externos. El pragmatismo se halla dispuesto a ambas cosas, a seguir lo lógico o los sentidos y a tener en cuenta la más humilde y la mayor parte de las experiencias personales. Tendrá en cuenta las experiencias místicas, si poseen consecuencias prácticas. Admitirá un Dios que habite en el polvo mismo de los hechos particulares, si le parece un lugar verosímil para encontrarlo".

Su único criterio de la verdad probable es que será mejor para orientarnos, que se adecua mejor a la vida y se combina con el conjunto de las demandas de la experiencia, no omitiendo nada. Si las ideas teológicas hicieran esto, si la noción de Dios en particular probara hacerlo así, ¿cómo podría el pragmatismo negar la existencia de Dios? No tendría sentido considerar como no verdadera una noción que pragmáticamente tenía tanto éxito. ¿Qué otra clase de verdad podría existir para el pragmatismo que una total concordancia con la realidad concreta? (Cfr. JAMES, J. Pragmatismo. (1907), P 29)






A MANERA DE CONCLUSIÓN

En el desarrollo del pragmatismo, el papel de las convicciones y creencias de las ideas protestantes sobre la laboriosidad, la fraternidad y el derecho a la libertad de expresión del pensamiento, dieron como resultado un importante aporte a la filosofía y a la historia de las ideas.
El pragmatismo, tal y como lo desarrolló William James, es una "herramienta" en la cual cualquier tipo de creencia o idea, ya sea de índole, religiosa, política, científica, económica, filosófica o socio-cultural, subjetiva u objetiva, tiene cabida, ya que lo que hace la "herramienta del pragmatismo" es encontrar en estas, su "utilidad", tal y como lo escribió William James:

"El pragmatista habla de las verdades en plural, sobre su utilidad y suficiencia, del éxito de su actuación (Cfr. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 24,).
Acá para mi, James tiene un gran sentido y humanidad para con nuestra opinión en la tolerancia con las propuestas que nos lleguen de afuera y de la manera como las hemos de asumir o no a nuestra particular manera de configurar el mundo en el que nos movemos y existimos; no se trata ya de si esta o aquella verdad ha sido enunciada por una autoridad incuestionable ora humana, ora divina; se trata mejor, de saber contestar a la pregunta pragmática ¿Qué incidencias prácticas y que diferencias concretas nos dan como ventaja o no, el que aceptemos estas como verdad y las tengamos por tal? Si ello es positivo, entonces por qué no asumirlas como las otras tantas que nuestra comunidad o nuestro sentido de la utilidad nos hacen ver para con las nuevas ideas, mas por el contrario, y si ello no es así, ¿en valor a que tenemos que asumirlas y adoptarlas como verdad, solo por la supuesta autoridad de la que haya emanado y/o que alguien las haya enunciado? Ciertamente, concluyó con James, ya no podemos pensar de esta manera, mejor aun digo con él:
"El valor práctico de las ideas verdaderas se deriva, pues, primariamente de la importancia práctica de sus objetos para nosotros". (Cfr. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 71).
"Según los principios pragmatistas, no podemos rechazar hipótesis alguna si de ella se desprenden consecuencias útiles para la vida. Las concepciones universales, como cosas que se deben tener en cuenta, pueden ser tan reales para el pragmatismo como lo son las sensaciones particulares. Carecen, indudablemente, de sentido y realidad si carecen de utilidad, pero si tienen alguna aplicación tienen también una significación equivalente. El significado será verdadero, si la aplicación cuadra bien con otras aplicaciones a la vida". (Cfr. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), P 97)
Y en "El significado de la verdad", él escribe:
"Todo lo que implica, pues, el método pragmático es que las verdades deben tener consecuencias prácticas…. En Inglaterra se le ha dado a la palabra un uso todavía más amplio: que la verdad de una enunciación consiste en sus consecuencias, y especialmente en sus buenas consecuencias." (Cfr. JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 48).

Esta idea de "verdad" en cuanto a su utilidad es aplicada por el método pragmatista tanto para las creencias, como para las ciencias; el "pragmatismo" es una herramienta para la acción que desea encontrar en las cosas y en las ideas que tenemos de la realidad, elementos que sirvan para el bien general, que ayuden al bienestar, por lo cual, las ideas deben sobrepasar el ámbito de lo puramente estético, o de la elegancia por la sofisticación del pensamiento ya sea desde la religión, la filosofía y la moral hasta las ciencias y las matemáticas.

A esto, seguidamente con James, estoy de acuerdo en que:

"Oímos ahora que las leyes científicas se consideran como una "taquigrafía conceptual", verdaderas en cuanto que son útiles, pero nada más…La verdad debe aportar pensamientos claros, así como aclarar el camino para la acción. (Cfr. JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 51 y 52)

Y en "Variedades de la experiencia religiosa" habla de la veracidad de la Religión al que ésta resulta ser útil en la vida, él subraya que:
"Los servicios de la religión, su utilidad para el individuo y la utilización que de ellos hace el propio individuo en el mundo constituyen los mejores argumentos de veracidad". (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), Conferencia XII P 216).
Y en razón de este asunto sobre que el "pragmatismo" es una visión interesante en cuanto su aporte al pensamiento de nuestra época sobre la practicidad de las ideas y de las creencias, nos lo hace más explicito Luis Rodríguez Aranda en el prologo a la obra de James "El Significado de la verdad" al escribir:
Lo que hace ocupar al pragmatismo un puesto único en la historia de la filosofía son los grandes efectos que su aplicación práctica produjeron en la sociedad. En general, toda doctrina filosófica se mantiene en un plano teorético alejada de las preocupaciones y afanes de la vida cotidiana. La originalidad del pragmatismo reside ante todo en su tendencia a la acción y en su estrechísima relación con la experiencia humana. La configuración de la realidad fue el primer objetivo propuesto una vez que quedó más o menos delineada la doctrina pragmatista.

Aparte de su base empírica, la teoría fundamental que el pragmatismo tiene siempre en perspectiva, y que a la vez subyace en todas sus doctrinas, es la de la evolución. La exposición de la famosa teoría por Darwin centró posteriormente la atención de los pragmatistas en la idea de que en el mundo no se dan seres inmutables sino procesos. Según el pensamiento de los pragmatistas, si esto era así, ocasionaba dos cosas: primero, que el inmutable mundo del ser que la metafísica tradicional estudiaba con tanto ahínco era algo ficticio; segundo, que el pensar no era algo dado al hombre definitivamente, sino que posiblemente consistía en un instrumento de adaptación al medio. (Cfr. JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 6)

Además, para resaltar la importancia del "concepto de creencia" en la filosofía pragmatista James nos dirá que:
"La parte fundamental de mi libro titulado Pragmatismo es la explicación de la relación llamada "verdad" que puede obtenerse entre una idea (opinión, creencia, enunciación o lo que sea) y su objeto. "La verdad —digo allí— es una propiedad de algunas de nuestras ideas. Significa adecuación con la realidad, así como la falsedad significa inadecuación. Pragmatistas e intelectualistas aceptan esta definición como algo evidente". (Cfr. JAMES, William. "El significado de la Verdad" (1909), P 16).

Y por supuesto, me encuentro muy cómodo con la idea que sigue a continuación de James en pragmatismo y por lo cual me interesado tanto en entender y trabajar sobre su pensamiento en mi tesis; en ella se refleja el anhelo sempiterno de vincular a las verdades de la fe religiosa con las verdades de la ciencia y de todas las artes que tratan del mundo, del hombre y de su relación consigo mismo y con los demás.

"Ya he insistido en el hecho de que la verdad está hecha en gran parte de otras verdades previas. Las creencias de los hombres en cualquier tiempo constituyen una experiencia fundada. Pues las creencias son, en sí mismas, partes de la suma total de la experiencia del mundo y llegan a ser, por lo tanto, la materia sobre la que se asientan o fundan para las operaciones del día siguiente. En cuanto la realidad significa realidad experimentable, tanto ella como las verdades que el hombre obtiene acerca de ella están continuamente en proceso de mutación, mutación acaso hacia una meta definitiva, pero mutación al fin y al cabo…La verdad es la función de las creencias que comienzan y acaban entre ellos… En el caso de la verdad, las creencias falsas actúan a la larga tan perniciosamente como beneficiosamente actúan las creencias verdaderas…Todas nuestras verdades son creencias sobre la realidad; y en cualquier creencia particular la realidad actúa como algo independiente, como una cosa hallada, no fabricada". (Cfr. JAMES, William. "El pragmatismo" (1907), Pp. 77, 80, 82 y 86).

Así pues, durante todo este desarrollo del tema sobre el concepto de "creencia" y su importancia en la filosofía pragmatista de William James, he tratado de mostrar que en los inicios de la filosofía pragmatista, los precursores de esta forma de pensar, anidaron su herramienta de pensamiento en las bases religiosas de los Padres Fundadores, de bien marcada tradición protestante, venidos de Inglaterra; los cuales al estar en desacuerdo con muchos principios de su fe "institucional", deciden apartarse de éste yugo opresor y buscar en el nuevo mundo, un lugar libre para desarrollar una nueva forma de pensar y de obrar valorada más por sus virtudes útiles y prácticas que por un surgimiento y aprobación autoritario.
Esta nueva forma de pensar y vivir su fe, no solo les brindó libertad sino que también, fue el terreno abonado para la conformación de un territorio en el cual todo tipo de creencias fueran discutidas sin temor a la represión de la que habían escapado en Inglaterra; esta manera de encarar su situación, dio paso a la opinión de que la verdad, no solo de las creencias religiosas, sino de todo tipo de saber, deberían pasar por una discusión animada en la cual se hallaran las diferencias útiles de estas o aquellas con el fin del fortalecimiento de la incipiente democracia y de las ideas de bienestar personal, social, económico y político que se estaban gestando en Norteamérica.
Con la construcción conjunta de nación, los pensadores del pragmatismo vieron la oportunidad de crear esta forma de filosofía que plantea la utilidad de lo que se cree y de lo que se postula con el ánimo de "verdad", por lo que toda nueva o antigua verdad debería de ser tamizada en razón de su uso práctico tanto para los más humildes como para los mas eruditos sin importar si dichas verdades deviniesen de autoridades "incuestionables" o de simples personas que vieran en ellas ventajas útiles tanto para sí, en primera instancia, como para la comunidad en general a la cual hacían partícipe.
Esta nueva "herramienta cognitiva" fue modelada por Peirce y por James a tal punto que sin ser propiamente nacida en estos autores, como nos lo dice James, si encontró en ellos, atención suficiente para adoptarla como la forma de mesura para determinar grados útiles de las diferentes verdades que día tras día puedan hacer parte del ser humano. James señala en este sentido tres límites a la idea de verdad ya desde la creencia o ya desde las verdades científicas, políticas y/o filosóficas. Estas nos dicen que es desde el límite de nuestras experiencias, ya sean estas positivas o negativas, donde se ha de verificar tanto las creencias particulares, como aquellas que se consideren generales.
James nos muestra, en "Variedades de la experiencia religiosa", y con muchos ejemplos, el sinnúmero de personas que han sobrevivido a condiciones extremas gracias a que se aferraron a sus creencias particulares ignorando o reevaluando, en muchos casos, lo que las ciencias habían dicho sobre ello de que fueran "hechos verificados" como posibles o imposibles.
Sin embargo, visto desde la utilidad que le dieron a sus creencias estas personas, en esas condiciones particulares y a la solución a sus problemas, el que aparezcan como verdaderos "milagros" o como verdades manifiestas, y en estos casos, a la comprobación y utilidad de dichas creencias, es prueba suficiente, para el pragmatista, de la determinación de su "verdad".
En el segundo lugar tenemos el límite "lógico" de la creencia y de la "verdad de la creencia", este nos dice que las creencias no deben ser tomadas solo por autoridad ya que muchas entonces no serían serias si este fuera solo el criterio de elección; así las cosas, todo tipo de creencias que por su aplicación obligue al individuo a centrar su pensamiento en el absurdo y a alejarlo, por lo menos de algo de lógica practica para con lo que cree, no podrá ser tomado en serio como una creencia "válida", esto es lo que James llamará una "creencia viva" la cual lo será, no dependiendo de su origen, sino de su funcionamiento en general, esto es de su utilidad (Cfr. JAMES, William. "Las variedades de la experiencia religiosa" (1902), Conferencia I P 12) además, estas deberán tener una especie de coherencia aplicable a otro tipo de creencias si quieren permanecer o ser aceptada en un determinado grupo social de creencias.
Y también se podría hablar, en tercer lugar, de una especia de límite de creencias previas, ello es fundamental cuando la discusión es seria, ya que el nivel de tolerancia o no, se encuentra, de cierta manera, en el grado del conocimiento previo que una sociedad o un individuo, tiene de sus propias creencias en razón a las nuevas creencias y de su aplicabilidad y utilidad al mundo en particular o en común, y a los resultados positivos o no, que de estas se desprendan.

Así, por ejemplo, como nos lo dice James en "pragmatismo", hemos de atender, en primer lugar, en muchas ocasiones, al "punto de vista" de las personas y de la sociedad en la que vivimos, para iniciar una discusión sobre nuevas formas de pensar y de juzgar nuestra realidad, a la luz o no, de nuevas creencias o de nuevos discursos que nos obliguen ya a replantear, modificar, aceptar o rechazar las nuevas ideas, las nuevas verdades o las nuevas creencias; por lo tanto, el análisis de las creencias religiosas o de cualquier tipo de verdad, ha de pasar por la pregunta de cómo éstas pueden ser incorporadas a un sistema de creencias dada su utilidad, pertinencia y aceptación o no, de quienes las han de asumir y dados los estrechos límites que, como se ha visto, James nos dice que hemos de aplicar a las creencias nuevas.

En lo correspondiente a la utilidad o no, que la Idea o creencia en un Dios (o en algo trascendente) nos puede brindar para un uso práctico y para la solución a los problemas morales, políticos, socio-culturales, éticos o religiosos, e inclusive, del mundo físico y científico, concuerdo con James en que creer o no en Dios para hallar soluciones apropiadas o no a todas estas problemáticas tiene dos tipos de dirección; en el primer caso, efectivamente, es posible encontrar soluciones prácticas a todo tipo de asuntos sin que necesariamente intervenga una creencia Metafísica en un Ente o un Dios en particular, y esto no resta ni suma nada a los discursos que se propongan como verdaderos, ni hará que por ello, duren más o sean inmunes a la crítica y reevaluación a posteriores análisis en pro del cambio, mejora o derogación de los mismos; no obstante, de igual forma, el que exista una creencia en un ente o un Dios en particular, y siempre y cuando esta tenga una incidencia práctica, ya a una persona, ya a un grupo socio-cultural, y que por ello le haga más fuerte y vivaz el sentido de la vida y de la responsabilidad moral, ética, política, y de la búsqueda de un sentido a lo que hace desde la materia, desde el trabajo o desde la ciencia, para la búsqueda de un fin más elevado, para alguien o para una comunidad, hace que dicha creencia adquiera un sentido de utilidad positiva y legalmente valido, y por lo tanto, también la hace válida librándola de su negación por el mero hecho de que solo represente un anhelo de que ello, sea más o menos cierto o comprobable desde el discurso filosófico o científico, y aun así, tampoco la excluye de que sea cambiada, olvidada o superada por otro discurso posterior.
Si la creencia en un ente superior hace que una persona o un grupo de personas, viva mucho mejor y les impulse a darle mayor sentido a lo que hacen y al bien propio y común, pues entonces sea esta bienvenida y su grado de verdad o no, estará enmarcado por su utilidad más que por una "fría comprobación científica", tal y como lo ha dicho James en pragmatismo.
Sin embargo, he de aclarar que no deseo dar a entender que el fin justifique los medios, y sé de igual forma que en James esta idea, por lo que he leído de él, también está fuera de su pensamiento; lo que se ha de entender desde la perspectiva del pragmatismo y de lo cual como he dicho, comparto con agrado, es suponer que ambas formas de creencias no son excluyentes sino mejor, se han de tomar como complementarias, esto es, no sería licito solo creer que porque para mí me resulta más cómodo el que la ciencia o la religión, o un discurso político e inclusive, filosófico, sea la última palabra, ello lo haga condición suficiente para suspender una postura o para tomarla como poco seria.
Como también es comprensible que el que alguien o un grupo de personas no tengan en su repertorio la idea de un Dios o de un algo trascendente como parte de su compilación de ideas y de creencias, los haga más o no desarrollados; ciertamente los extremos solo nos conducen al error y a la negación a nuevas posibilidades de verdad. En ello, concuerdo con James en que el pragmatismo es solo un instrumento para comprobar la pregunta de: ¿qué cambios se darían para la vida práctica el que resulte o no que esta creencia sea tomada como verdad? Y si los resultados dan por sentado que no hay ninguna, entonces la discusión es vana y el que sea asumida como verdad o no carece de todo interés serio o práctico.
Por último diré que el acercamiento a la obra de James para nuestros días nos ofrece una nueva visión sobre los "viejos problemas" de la filosofía, de la ciencia y de la religión y de cómo estas pueden ser excluyentes o no entre sí o si estas disputas tienen realmente una incidencia en la vida común, en la vida practica, en el arsenal de nuestras creencias o de las creencias para con los demás.
Para mí, como lo he dicho al principio, en mi investigación sobre el pragmatismo y el acercamiento que he hecho a él y del cual he querido dar cuenta en este trabajo, no es otro que el de mostrar que nuestro mundo sería mejor si en vez de encontrar diferencias inamovibles e indiscutibles sobre nuestros discursos científicos, políticos, filosóficos o religiosos, todos ellos producto en primera instancia de nuestras creencias particulares o grupales, encontráramos mejor, una forma de confrontarlos en un diálogo no excluyente, sino mejor, incluyente y valorativo que nos permitiese la deliberación sin prejuicios de lo que pensamos y que esta deliberación diera paso a la construcción de nuevos discursos que hagan mejor la vida y la convivencia entre las personas y las culturas.
De esta forma, ahondaríamos más en encontrar soluciones prácticas que nos alejen del dolor propio o ajeno, que le den un sentido a nuestra vida y a la de los demás, y que nos permitan encontrar maneras de un dialogo poli-cultural basado en la fuerza de los argumentos, no por la autoridad de quien los expone, sino por la utilidad y el beneficio al mayor número de personas y comunidades posibles; y puesto que nos movemos y hemos construido nuestro mundo en el discurso, que este mismo, sea la herramienta para modificarlo de forma conveniente enseñándonos que no existen Verdades únicas, sino, que por el contrario, debemos pensar que existen discursos más apropiados o no, a la realidad y por lo tanto, debemos asumir que todos estarán sujetos al cambio cuando no respondan de forma eficiente y eficaz a nuestras problemáticas sean estas simples o complejas.




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Traducción castellana de Izaskun Martínez (2005)Este ensayo, "Las energías de los hombres" ["The Energies of Men"], fue publicado por William James en enero de 1907 en la revista The Philosophical Review (16, pp. 1-20), aunque originalmente fue el discurso que pronunció James en calidad de presidente ante la Asociación Americana de Psicología en la Universidad de Columbia, el 28 dediciembre de 1906. Un año más tarde, este ensayo, fue publicado de nuevo, después de omitir algunas cosas y añadir otras, bajo el título de "Los poderes del hombre" ["The Powers of Men"]. Las energías, los poderes y las posibilidades son centrales en la antropología filosófica de William James. Ambos ensayos están recogidos en sus obras completas: "The Energies of Men" (1906) en Burkhardt F., Bowers F. y Skrupskelis I. (eds.), The Works of William James, Cambridge, MA, Harvard University Press, 1982, IX, pp. 129-146 y "The Powers of Men" (1908), IX, pp. 147-161.

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