El comercio de España con los países musulmanes del Mediterráneo (1492-1782): \"eppur si muove\"

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Descripción

~o Di Vittorio, , Paola Massa,

mm Cherubini,

rhard Fouguet, aulino Iradiel ezou, Anthonv na Toccafondl,

FONDAZIONE ISTITUTO INTERNi\ZIONALE DI STORli\ EC:ONOMICA "F DSflNI" PRATO

Serie II - Atti delle "Settimane di Studi" e altri Convegni

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RELAZIONI ECONOMICHE

TRA EUROPA E MONDO ISLAMICO

SECC. XIII-XVIII

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EUROPE'S ECONONIIC RELATIONS WITH THE ISLAMIC WORLD 13TH - 18TH CENTURIES

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Atti della "Trentottesima Settimana di Studi" 1-5 maggio 2006 a cura di Simonetta Cavaciocchi

~,Mario Del :h, Jean Favier, ~ter Mathias, Henrvk prand~l, Ugo Irnrnanuel

Le Monnier

Eloy Martín-Corrales

El comercio de España con los países musulmanes de! Mediterráneo (1492-1782): "eppur si muove"

Las historiografías española y europea continúan ignorando la existencia de unos intercambios comerciales, mas o menos reglamentados y regulares, entre los distintos puertos españoles y los de los países musulmanes del Medi­ terráneo. Sin duda alguna, el peso del recuerdo histórico de los enfrentamien­ tos hispano-musulmanes desde el siglo VIII en adelante, en sus distintas y cambiantes variables (sarracenos, mahometanos, moros, alarbeJ, turcos, árabes, berberiscos, otomanos, argelinos, marroquíes, etc.) sigue teniendo un peso importante en el imaginario de la sociedad española en general, y en el de los historiadores y demás investigadores en particular. La ofensiva española en el litoral norteafricano que se saldó con la conquista de diversas plazas (Melilla, Orán, Mazalquivir, Tenes, Bugía, Peñón de V élez de la Gomera, Peñón de Alhucemas y otras), el posterior enfrentamiento hispano-otomano por el control del litoral norteafricano (con los encarnizados combates por la pose­ sión de Argel y Túnez y la gran batalla naval de Lepanto, todos ellos en el si­ glo XVI), así como la pérdida y reconquista española de Orán y los bombardeos de Argel en el siglo XVIII, etc., constituyen una influencia muy a tener en cuenta. Algo similar ocurre con el crónico enfrentamiento corsario, con sus secuelas de destrucción, pérdidas de embarcaciones y mercancías, así como con el de los cautivos y esclavos a lo largo de los siglos XVI, XVII Y XVIII. Todo ello continúa siendo un poderoso obstáculo que impide que los modernistas incorporen los litorales meridional y oriental cuando enfocan el estudio del Mediterráneo. Salvo, claro está, en el aspecto militar. Además del peso de la memoria histórica de los siglos de enfrentamiento, hay que tener en cuenta la existencia de numerosas reales cédulas, pragmáticas v demás manifestaciones de la voluntad real, así como edictos v crideJ de sus Virreyes y Capitanes Generales, que vedaban el trato con Be~bería, África, Levante y, en general, con "tierras de infieles" (1494, 1505, 1506, 1516, 1518,

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1524,1549,1553,1655 Y 17(3)1. Las citadas prohibiciones obedecían a moti­ vaciones de índole política (guerra abierta con algunos de los países musul­ manes; control de la ayuda de otomanos y berberiscos a los moriscos hispanos), estratégica (dificultar que el enemigo tuviera información acerca de las expediciones armadas gue se preparaban contra sus puertos, así como evi­ tar que se abasteciera de pertrechos necesarios para la guerra), económica (impedir la extracción de productos alimenticios necesarios para el consumo interno y la saca de met~lcs preciosos), sanitaria (evitar la propagación de la peste desde el Norte de Africa y el Levante otomano, focos endémicos de es­ ta enfermedad hasta épocas recientes') e, incluso, religiosa (impedir el contac­ to ideológico con los "enemigos de la fe" por antonomasia)J. El clima de enfrentamiento entre ambas partes y la promulgación de tan numerosas prohibiciones, vendrían a demostrar la imposibilidad de que exis­ tiese tráfico mercantil, más o menos regular, con los países musulmanes. Es­ to ha facilitado gue buena parte de los investigadores y ensayistas hayan in­ terpretado las relaciones hispano-musulmanas exclusivamente en clave nacio­ nalista o religiosa, primando fundamentalmente el enfoque bélico. El reciente rebrote de publicaciones sobre Lepanto, perfectamente adaptadas a la coyun­ tura del momento (el tan publicitado choque de civilizaciones) y la reiteración 1 La información sobre las prohibiciones del siglo XVI en A. RI'T\IEl' DE ARMAS, Cádi'\¡ metrópoli del co)mmo ClJli Afiira en 10J J(gloJ Xl "y XI '7, Cádiz 1976. J ~. Lt'¡pr.:¿ Dr. COCA, RelaciontS memmtileJ entre Cranada)' Berbm{J en tiempoJ de 10J ReyeJ ({iMlicoJ, in "Baética", 1, 1978, pp. 293­ 311. IDf'M, /-.Jclal'OJ, alfaquequeJ.J' mercadereJ en la Fontem del mar de Alborán (f.f90-1516), in "Hispania", 38, 1978, pp. 275-300. 1. RODRÍ(;I'L:¿ A1.L~r'\N, 1-:1 puerto de Alála,ga bajo 10J AlIJtnaJ, Málaga 1984. M. l' Lt'lPE:¿ BI:1.TIC\,\;, f:1 PIle/tO de Málaga eIl la Imnúción a 10J tiempoJ modernoJ, Málaga 1986. P. M.\RIN(), 'Iralador illternacionaleJ de [''-Jpaila. (arloJ ~ ~ JI. Norte de Aji¡'ca, Madrid 1980. Para los siglos XVII y XVIII, J. JIT\N VIO,\1., 1-:1 comercio del bigo mIl? Alal/orcay Afiira del Norte en los J(gloJ .Yl/I) X[lI, in "i\layurqa", XV, 1976, pp. 73-92, IDFM, !c'./ abaJlecimimto cerea/úlú,) }j)allorquin protedeJlle de la COJta nlJlteajiic{l!/a d!m1lt/c el.,(glo Xl '71I', in "Les Cahiers de Tunisie", 26, 1978. pp. 197-215. IDE~I, Le CO)))!))erc/, de bit' etl Ma¡onllie et IAfi7'que du l\'ord au....· Xl '1' el Xl 11' .fiJe/e, in AcleJ du Premier COll,gl~J d'HiJloire et de /a C¡"kration du i.. lagn'lJ (l/múie, 24­ 29 DereJJJbre 1974, Túnez 1979, II, pp. 129-154. E. M!\RTÍN CORRAl.l:S, Comercio de Cataluna COJl el Aledilemílll'o lJ'JlIJ)¡/;))án ('(gloJ xr '1-X[ IlI): e/ (()Jl)ercio mn IOJ "elJe)))(gos de fa fe", Barcelona 2001. IDE~r, De cómo el comercio JI' iJ}Jptl.ro a la razzia el1 /a.r n/aciol/u húpano-)!)uJufJ})anaJ e!I tiempoJ del Quijote: Hacia la /lon!Jafi::;:ación del corJJenio ((}Jl el NOJ1e de Afiica)' el Lel'ClJlte otoJ!JaJlo a mbaffo de 10-' Jig/OJ Xl~'y Xl 11, in "Reyista de Historia Económica", na extraordinario, 2005, pp. 1:\9-159. 1 Sólo en Cataluña, entre 1500 y lR19, se recibieron 187 ayisos de epidemias que proyocaron la interrupción temporal del tráfico marítimo con las zonas afectadas, E. l'vL\RTÍN CORRALES, Comercio de C"'afuJla, cie, pp. 137 -!:l8. ) Véase la problemática creada a la Intjuisición creada por los renegados, B. y L. BE'lN,\SSAR, 1~es chrétil'/lJ d,¿-11lah : 1"'hútoire exl{'(Jordinaire dc.r ren(IX' Jiúles. Actes des .rol/mis d'l:tlldes Hendor, Niza 1976, pp. 21-34. M.H. CHERII~ 1nlroduclion de la piaJtre e.rpq~n(}le (nyá1 dans la Ke¡;ence de 'Tunú, au deblll du XI '11" szúle, in "Cahier de Tunisie", 1968, pp. 45-53. E. MARTÍN CORRALES, 111 Sam de plala americana deJde 1:spaña hacia el ;Vledilerráneo !!IlIsulmán, 1492-1830, in Dinero, moneday crédilo en la monarquía hirpánim, ed. de A.M. BERNAL, Madrid 2000, pp. 471-495. I~ El enyío de bonetes en R. RICARD, 1"'F.Jpq~ne el la jézbrication deJ b01lfzelJ Ill1lúiens, in "Revue Africaine", 100, 1956, pp. 423-432. La seda española, tanto en materia prima como manufacturada, en E. MARTí:--: CClRR,\LES, I~I comercio de la Jeda enlre 1:spm/a JI e! Aledilerráneo IJIUJulmáll, in Erpañay Portu¡;al f1l laJ KuldJ de la Seda. Diez J{~/oJ de producción)' comercio enlre Orif1ltey Occidente, Barcelona 1996, pp. 160-179. Existe traducción inglesa, The Szlk 'hade belll'een Spain {/Izd Ihe Islamic Mediterranean Area (16th-18 t /< CenlurieJ), in Spain and Portuc~{/I ill Ihe Silk ROllles. Ten Cenltl­ rieJ of Prodtlclion {md Trade belll'ml F:asl {md lreJt, Barcelona 1998, pp. 89-100.

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viamente, les habían sido arrebatados por los norteafricanos ls . En realidad, las embarcaciones y los comerciantes españoles pudieron dirigirse a Argel, Túnez y otros puertos magrebíes para adquirir los productos que considerasen convenientes, ya fuese con bandera blanca o bajo la protección del pabellón de un país que en aquellos momentos mantuviera relaciones pacíficas con las potencias de la zona l (,. Los religiosos encargados de los establecimientos hos­ pitalarios autorizados por las autoridades en Marruecos, Argel y Túnez, que actuaron como agentes del comercio entre ambas partes, llegaron incluso a validar las patentes de sanidad que hicieron posible que una serie de embarca­ ciones salidas de los puertos norteafricanos fueran admitidas sin mayores problemas en los españoles i7 • También hay que tener en cuenta que debió ser bastante usual el comercio de trueque realizado por norteafricanos yespaño­ les a espaldas de sus respectivas autoridades. Dado que no era posible prescindir de los citados intercambios, tan nece­ sarios para ambas partes, las autoridades, por las consideraciones citadas con anterioridad, hicieron todo lo posible por controlarlos. Uno de los aspectos mas negativos para el tráfico que nos interesa, aunque no impidió que este siguiese en vigor, consistió en que, desde mediados del siglo XVI y hasta fines del XVIII, fue prácticamente imposible que ninguna nave de pabellón mu­ sulmán se admitiera a comercio en los puertos españoles. En realidad, si eso li Para la adquisición, por parte de patrones catalanes, de cuatro embarcaciones en Argel en la segunda mitad del siglo XVII, E. GIRALT y RA\'ENT..1.\NI:S

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sucedía se reducían a esclavitud a los tripulantes y pasajeros musulmanes 1H • Es decir, se trata de un tráfico protagonizado en exclusiva por marinos, comer­ ciantes y embarcaciones europeas. Sin embargo, incluso en los peores momentos las relaciones comerciales sobrevivieron a pesar de la mutua hostilidad imperante y de las prohibiciones tajantes de las autoridades de uno y otro lado. Por una parte, hay que tener en cuenta que el enfrentamiento nunca fue total entre el conjunto de la Cristian­ dad y el Islam a lo largo de la Edad Moderna. Diversas potencias europeas (Francia, Inglaterra, Venecia, Países Bajos, etc.) firmaron Tratados de Paz y Comercio con las musulmanas 19 • Naturalmente, no se trató de paces estables, ya que en diversas ocasiones ambas partes recurrieron a las armas para resol­ ver sus diferencias. Lo anterior es importante en la medida en que posibilitó un activo comercio de intermediación entre los puertos españoles y los nor­ teafricanos y levantinos. Tráfico mercantil en el que diversas flotas (la muda veneciana, los pabellones francés, inglés, holandés, genovés, toscano, etc.), di­ versos puertos europeos (Marsella, Livorno, Génova, etc.)20 y diversos agentes económicos fueron particularmente activos en la tarea de atender la denunda hispana de productos procedentes de los países musulmanes cl y en desviar l ' En 1629 llcgó al puerto de Sant reliu de Guíxols la barca marsellesa Santa Afaria del Afonte Carmelo, del patrón Bernardino César, que se dirigía a Argel con varios pasajeros musulmanes que, una vez descubiertos, fueron puestos en prisión y sus bienes confiscados: "foren acomanadas 3956 11. moneda dc Barcelona en pessas de vuyt, y de quatre, y de dos, enscmps als quatre Turchs, y duas Turcas, o !vIoras, roba, mercaderias y altras cosas". Se justificó dicho proccder de la siguiente forma: "que com a roba de contrabando, y para portar dita barca Turchs a Alger, y resistir, y pelear contra Christians, y per altres motiu> justificats". El succso en BIBLIOTECA DE CIT\Ll'NY.\, FulldS BOfiJoms, n° 5354. Citado en E. I'vL\RTíN CORRALES, Comercio de Cataltlf/a, cit, pp. 520-521 19 La bibliografía existente sobrc las relaciones políticas y económicas dc los distintos países curopeos con los del litoral norteafricano v el Imperio Otomano cs casi oceánica. Puede consultarse en una rccientc recopilación, A. BI.< lNDY, I3ibliqgrapbie dumonde méditem:méen. RehtiofIJ et écbanges (1453-1835), París 2003. 211 Para la muda vcneciana, JE. L(IPEZ DE COCo\, Gra!lada, el i\lagbreby las ,g"kms mercantileJ de Venecia m tiempos de 10J Reyes CatólicoJY Carlos 1, in 1-1-')0. ~1l el umbral de la lIIoderllldad, Valencia 1994, pp. 23-55. Para la recxportación desde Marsella hacia España dc telas de algodón levantinas, K. FL:KAS.\\n, Toilerie et commerte du L'I'allt. l) 'Alep á Afarseilk, Paris 1987, pp. 176-178. 21 Para la actividad franccsa como intermediaria del comercio de Cádiz con Berbería, A. GlRARD, Le tOflm¡em fra!l(aiJ ti Serille et CádiZ au temps des Habsbour;g, New York 1932. Para los genoveses intermcdiarios del comercio hispano-marroquí en la primera mitad del siglo XVI, R. RIC\RD, Contributio!l á I'dude du colJlmertt' cgmoiJ au ;'vfaroc durant /,¡ période portugais (1415-1 5'iO), in '~\nnaIcs de J'Institut d'Etudcs Orientales", 3, 1937, pp. 53-73. También en, Le.r Portllgair au Af"ror, Coimbra 1955, pp. 115-142. Para el caso de Barcelona, E. MARTiN CORRM.FS, COlJlmio de C'talmi,', cit, cap. 5. IDEM, COlllenio en la frontera. Lo.r jI/díos magrebíes intermediarioJ 01 el (()lJIercío birpano-magrebí (rs. XVi-Xl 'lIJ), in ]udioJ m tierra.r de islam, 11, bltre el I.r/'JlllY Oaidente. 1flJjudios

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parte de la plata americana y otros productos hacia las riberas meridional y oriental del Mediterráneo 22 • Así, el hecho de que el comercio mediante terce­ ros puertos y pabellones creciera en competencia con el directo entre españo­ les y musulmanes ha contribuido también a su infravaloración. Ahora bien, por otra parte, el enfrentamiento tampoco fue total entre la Monarquía hispana y los Sultanes, Deys o Beys. De sobras es conocida la polí­ tica de los Reyes Católicos (embajada al Soldán de Egipto y alianzas con los monarcas norteafricanos que en algunos casos llegó al establecimiento de au­ ténticos Protectorados en la zona)21, de Carlos V (que continuó la política de sus abuelos de apoyarse en aliados-vasallos en tierras argelinas y tunecinas)"4, de Felipe n (alianzas coyunturales con señores locales norteafricanos, conver­ saciones con los otomanos en 1559 y treguas hispano-otomanas de 1577 y 1580)25, de Felipe In (negociaciones con el Rey del Cuco, cesión de Larache por el sultán marroquí2(' y embajada española a Persia cc), de Felipe IV y Carlos magrebíeJ en la Edad Moderna, ed. de M. GARCiA-ARENAL, Madrid 2003, pp. 253-281. En é~te último volumen, JI. PlLm( J SERRAJ"O, Consentir por necesidad. LosJudíos de Orán en la Monarquía Católica durante IOJ J{glos XV1y XI "]1, en ibid., pp. 201-222. 22 Entre 1739 y 1775 salieron de Marsella para Levante un total de 31. 548 quintales castellanos de lana de Segovia, valorados en 5. 995. 608 libras tornesas. Entre 1743 Y 1733, fueron enviados a Levante unos 16. 384 litros de vino espanol, valorados en 12. 505 libras tornesas. Entre 1740 y 1754, se remitieron a Levante 4'48 quintales de cera espanola, valorados en .1. 250 libras tornesas, ARCHIVES DE LA CH,\I\IBRE DE C< JMMFRCE DE l\iARSEILLE (ACCM), Serie I. legajos. 21-22. Para el envío de lana espaI10la desde Marsella a Túnez, S. BOL:I\¡\KER, Lo

Rt[gence de Tunir au XI"]I siéc!e: ses relations commerciales alJec les ports de l'Ellrope méditerranéenne, [vlar­ .reí/le et Lil'ourm, Zaghouan 1987, pp. 134-135,225. 21 L' na embalada de los Reyes Católicos a ERzpto (I'egún la Legation Rabylonia y el OPUJ EplSto!tzrun de Pedro A1ártir de Angleria, ed. de L. GARCÍA y GARCiA, Valladolid 1947. M. GIL GUi\SCH, hrnando el Católico y IOJ (ol/Julados catalams en Afiica, in PenJamiento político. política internacional y relzg,ioJa de Fernando el Católico. [" Con,greso de Hirtoria de la Corona de AraRón, por JA. l\L\RAV.'\L et al., Zaragoza 1956, nI, pp. 105-122. A. LÓPEZ DE MENESES, Un siglo del conJulado de los catalanes en Alqcmdria (1416-1516), in 9. Congresso di stona della Corona d'Aragona, Napolz; 11-15 aprile 1973, sul tema: La Corona d'AraRona e í! A1edíterramo: aspetti e problemi comuni da Alfonso zj A1agnanimo a Ferdinando il Cattolico, 1416-/516, I-III, Nápoles 1982, n, pp. 225-242. A. DE LA TORRE, La Emba]ada a Egipto de Pedro Mártir de AnRlma, in "Estudis Universitaris Catalans", XXI, 1936, pp. 43.1-450. Además, véanse los artículos referidos a la primera mitad del siglo XVI, citados en nota 1. También, M. GARUA ARENAL, M.A. BUNEs, LOJ e.rpallolesy el Norte, cit. 24 P. M,\IUÑ< J, Tratados internacionales, cit. JE CUTILLAS FERRER, til siglo Xlo"J.y el comienzo de las relaciones diplomáticas con Persza : Carlos Vy Shah IJmail, in Carlos V; los mon'scoJ)' el Islam, coord. M.]. RUlIERJ\ MAB, Madrid 2001, pp. 339-346. 25 E. SOL:\, JE DE LA PENA, CervanteJY Berbena (Cervantes, mundo turco-berberiscoy semicios .recretos en la ipoca de relpe JI), Madrid 1995, esp. pp. 83-105. P. l\1ARlÑo, Tratado.r internacionaleJ, cit., pp. 273-279. 2(, C. R( JDRic;UE¿ JOULIA-SAINT-CYR, Fe!zpe JIIy el Rey de Cuco, Madrid 1954. P. BOYER, Er­ pagne et Kouko. Les n~goczation.r de 1598 1t 1610, in "Revue de l'Occident Musulman et de la Médi­

EL CO\L\!ERCIO DF 1'.~P,\Ñ.\ U)t\; LUS P \ISFS r-..¡CSUJ.MANES

Ir (embajada de Al-Gassani)zK y Felipe V (tregua hispano-marroquí en 17~ hasta llegar al establecimiento de relaciones pacíficas, mediante la firma de Tratados de Paz y Comercio con el conjunto de los países musulmanes, du­ rante el reinado de Carlos IlI3i1. La frontera hispano-musulmana no supuso únicamente la ruptura entre dos mundos enfrentados·1l • Fue también, y posiblemente en mayor medida, un espacio ene! que los intercambios de todo tipo (políticos, culturales, econó­ micos, etc.) casi siempre fueron posibles y, especialmente, siempre fueron ne­ cesarios. De ahí, la presencia de renegados, conversos, exiliados, redentores, alfaqueques, comerciantes, embajadores y enviados especiales, suficiente­ mente conocida y analizada en numerosas de obras que demuestran fehacien­ temente la porosidad de la citada frontera:'z. Se suele pasar por alto que las prohibiciones venían a interrumpir una acti­ vidad comercial muy viva. En 1490 el comercio con los "infieles" del norte de África era perrnitid~ por una bula papal, ratificada por los Reyes Católicos ese mismo año, en 1496 y en otras numerosas ocasiones. Las prohibiciones nunca

terranée", 8, 1970, pp 25-40. L i\IoU;lN, Pro/el d'ocupafioll de la CaJ!J(} de Rooaf par I'Espagl/e en 1619, in "Reme de I'Occident Musulman et de la Méditerranée", 26, 1978, pp. 121-131. JM. GN";DlN, /4 wlliJe de LlTucbe au....· Erpagl/oLr 1'1I 1610, in "Re\ue de j'Occident Musulman et de la Médlterranée",7 8, 1970, pp. 72-93. z- Es indudable el objetivo político que persiguieron 10s monarcas españolas a la hora de intentar establecer relaciones con los SafawÍes. Pero no es menos cierto que también se trataba de intereses económicos. Sirva de ejemplo la rh-alielad entre espanoles, ingleses y holandeses por monopolizar el comercio con los Safawies persas. especialmente el comercio de la seda. G. D1' SUS.\ y FJC;CFRO,\, Comenfarlos de ... 1,1 !'imoa/ada que de parte del rey de f-'.spaña D. Felipe 111 bi:'(o a/ Re)' Xa /-lbtlS de Pema, ed. M. SERRANO y SANZ, Madrid 1905. J DE PERSJ¡\, Relaciones . .. dirigida a /a ;'vfa,~estad CaflJólica de l)on Pbi!Lppe 111, Rey de las EspañaJv Jeñor nuestro.. l'a/ladolid, 1604, eel. ~. AI.ONSC) ce lRTFS, Madrid 1946 2X [o)'{(ge en f'.jpt(gne d'llII atll!}(/sJlldeur Jl/arocain (1690-1691). Traduit de I'arabe par. H. S\l!\'AIRE, Paris 1884. i\. BlISTi\:\I, El l'iaJe del ['irir para la lioui;:aciólI de 10J caufil'os, por e/ ¡úirAbH /lori/ Lan Alo/w!led b. Abdellubab, conocido por el 1,/sir el Ca:'(alli el Andalu.fÍ, r~arache 1940. 2') M. CONR01TE, b.rpaiiay los pa/.res Jl/Usu/II/{lIIeJ durallte el JIIimsfen'o de f'/orida/;/al/CII, Madriel 1909, pp. 6U-63. 10 La bibiografía, hasta 2001, sobre el comercio hispano.musulmán tras la firma de los Tratados de Paz, En E. MARTÍ'\ CORR.M.ES, Comercio de (:atall/lia, cit, pp. 89-91, 609-649. Y, Relaciones de Erpaiia con Afarntecos a trtllyjs del puerto de ivfogadOl/ nssaol/ira (r. XI 711), in "Cuadernos del Archivo Central de Ceura", 13,2004, pp. 95-134. \1 A.e:. HFSS, Tbe Fo~~otfeJi Frontúr : A IJisfory (j! fIJe Si.xteeenfh-Cl'lltury, Chicago-Londres, 1978. .12 E BR..\UDEl., I.J!J espII,gno/r ef IAjizijlle dí, NlJld de 1492" 1557, en "Re\'UE Africaine ", 69, 1928, pp. 184-2:B. 351-428. lDE\!, LIlvféditrm1l1ée el le monde mMitem1l1éen á /'époque de Phi/ippe JI, Paris 1949. 1\1. GARU¡\ ARE"IAL, 1\1.A. BUNES, 1~os e.rpaiioleJ} el ;'\./orfe de .Aji7C11, cit. B. ALONSCl, Sulfanes de 13er/mia f!l tierra.r de la Cri.rtiandad. hxilio mu.rl//mán, com'erJióll y aÚtIlilación fI1 1" JIIonarquía hijpánica ('Zg/os XG'ly XG 71), Barceluna 2UU5.

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ELOJ MARTJK CORR\J.ES

fueron definitivas, ya que sólo suponían la paralización temporal de los inter­ cambios mercantiles (por ejemplo, en el caso de las de índole sanitaria). Cuando el motivo que las había suscitado desaparecía, una Real Cédula renovaba la an­ terior libertad. Las prohibiciones rara vez fueron totales y completas, ya que siempre dejaban una puerta abierta: el monarca, o sus funcionarios, se reserva­ ban la prerrogativa de. otorgar licencias puntuales a ciudades, instituciones y comerciantes para que pudieran participar en el citado tráfico'". También fue frecuente que las prohibiciones no se refirieran a la totalidad del territorio de los países musulmanes, sino sólo a determinada zona (con Berbería, entendida como fachada atlántica marroquí; con África, limitada a menudo al litoral mediterráneo; con Argel; ete.)H. En ocasiones sólo tenían como objetivo el de impedir la saca de trigo y cebada cuando la penuria afec­ taba a determinados puertos españoles". Sólo fueron completas (aunque ge­ neralmente no obedecidas) en el caso de la extracción de productos de interés militar: caballos, velamen, jarcias, armas, ete. 36 • Cabe plantearse, igualmente, como en multitud de otros casos se argumenta, que la repetición de las prohi­ biciones del comercio puede interpretarse como una prueba de que tales dis­ posiciones eran sistemáticamente incumplidas. EL TRÁFICO MARÍTIMO IUSPANO-MCSUJ.MiI.N

Las verdaderas dificultades a la hora de establecer la importancia del co­ mercio hispano-musulmán, tanto en derechura como por vía de terceros paí­ ses, comienzan a la hora de intentar cuantificarlo. En la propia época se ocultaba el origen de embarcaciones y cargos para eludir los impuestos con los que era gravado el comercio con los enemigos y para evitarse los gastos de la cuarentena sanitaria. El obstáculo más serio proviene del estado extrema­ damente fragmentario de la documentación cuantitativa disponible. Por diver­ sas razones, las fuentes que daban cuenta del tráfico marítimo de los puertos españoles mas importantes (recuento de entradas y salidas de embarcaciones,

.33 Véase la relación de personajes e instituciones que son recompensados con licencias para extraer trigo de Orán a fines del siglo XVI y comienzos del XVII, B. ALONSO ACERO, OrrÍlI­ Maza!qf-lilJir, 1589-1639: Unt.l Joáedad espado!a ante !afrontera de Berberia, Madrid 2000, pp. 365-388. .H El monopolio del comercio con Berbería concedido a la ciudad de Cádiz, sólo incluía los puertos del litoral atlántico marroquí, A. RU.\lEU, Cidi" lJJetrópo!i, cit. " En 1500 una Real Cédula prohibió exportar trigo de Málaga hacia tierras de "moros". l. RODRíGUEZ ALE"'V\.N, t'.! pf.le110 de /v1á!a.ga, cll., p. 44. M. T. LÓPEZ BELTRAN, E! pflerlo de /v!á!a.gt.l, cit., p. 154. 36 C. GOZALllES CRAV]OTO, Anda!f.lcitl JI el contrabando de tlrlJJaJ con lv!tII"11-1ecoJ en el Jlg!o XVI, "Archivo Híspalense", 192, 1980, pp. 177-189.

EL Cll~[MFRClll DE ESPAÑ.\ CON LOS P,IÍSES MUSLBL\NES

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asientos de impuestos, registros sanitarios, etc.) no han llegado hasta nosotros, salvo de forma muy fragmentaria. Durante las siete u ocho primeras décadas del Quinientos cuesta estable­ cer la importancia del tráfico considerado ya que, además de las dificultades que se han ido desgranando en las líneas anteriores, el período estuvo caracte­ rizado por el enfrentamiento abierto entre los imperios hispano y otomano en el litoral norteafricano. Como consecuencia, nos encontramos con la alter­ nancia de prohibición y libertad del comercio que coincide en su fecha mas temprana (1494) con los inicios de la fallida expansión castellana en el litoral norteafricano (1497, año de la conquista de Melilla) y en su fecha mas tardía (1574) con la derrota final que supuso la consolidación otomana en Argel y Túnez. En todo caso, la realidad del comercio hispano-musulmán durante el período es incontestable, por mucho que se pueda aducir en contrario que la zona del litoral y los puertos con los que se comerciaba no hizo sino reducirse dramáticamente hasta la última fecha citada. No debe olvidarse que aunque el comercio con Magreb central y oriental atravesó por muchas dificultades a partir de entonces, aunque sin desaparecer completamente, no ocurrió lo mis­ mo con el litoral y los puertos marroquíes. Durante este período, la Monar­ quía española intentó canalizar el comercio a través de los numerosos presi­ dios establecidos en el litoral vecino, contando con la colab.oración, a menudo forzada, de los monarcas locales y de las tribus sometidas a la tutela castellana. Los avatares del abastecimiento de las guarniciones explican que la actividad comercial fuera muy intensa, aunque muy irregular. En líneas generales, los monarcas españoles en su obsesión por abastecer a los presidios favorecieron las razzias y cabalgadas en territorio norteafricano en busca de botín y escla­ vos; actividad que generaba importantes ingresos mediante el quinto real r . De ahí que el tráfico de cereales, uno de los nervios fundamentales del comercio que analizamos, fuera tanto en dirección hacia el litoral norteafricano (para socorrer a las tropas españolas) como hacia el español (negociado con las tri­ bus aliadas o arrebatado a las no sometidas)JH. J7 Para las cabalgadas a partir de Orán, D. SCÁREZ MONTANÉS, Historia del MaeJtre último quefue de Montesay de su hermano don Felipe de Borja. La manera como gobernaron las plazaJ de Orán y iv1azalquivir, reinos de Tremecén y Téne". , en Ajn'ca, Jimdo alli Capitanes Generales, UIIO en POJ del otro, como aquí se narra, Valencia 2005, ed. M.A. BUNEZ IBARRA, B. ALONSO ACERO. Para las Canarias, M. L';DEI., Comercio'y adiáelael por/J/tII7a en CartRRi\LES, ComemO de Calaltllia, cit, pp. 177.179.

LL CO\1\.IFRCTO DE ESP.-\~.-\ (:()'t\; U)S P.\ÍSFS '\fCSlTl.i\1.-\'t\;ES

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alimenticios básicos a la totalidad de la población, especialmente e! trigo, dado que fueron muy frecuentes la escasez y los precios elevados debido a diversos factores (climáticos, bélicos, logísticos, ete.)'5. En el caso de! litoral hispano, ante la imposibilidad de poder ser abastecido regular y satisfactoriamente por las cosechas del interior, era absolutamente imprescindible el recurso a la im­ portación desde los tradicionales graneros de Cerdeña y Sicilia, así como de­ sde algunas regiones peninsulares italianas y de las francesas de Provenza y Languedoe. Por su parte, e! cereal procedente de! Atlántico, pese a su presen­ cia creciente en e! mercado mediterráneo, no pudo remediar todos los episo­ dios de penurias y hambrunas que se repetían inexorablemente al paso de los años, ni siquiera en e! siglo XVIII, cuando e! trigo de! Norte de Europa e, in­ cluso, de Norteamérica se impuso en e! Mediterráneos". Así, pues, fue absolutamente imprescindible importar, durante mucho tiempo y por numerosos puertos españoles, los granos norteafricanos y levan­ tinos. Se trataba de un cereal de peor calidad que el europeo, aunque mucho mas barato y, en el caso del magrebí, dada su cercanía, muy adecuado para ha­ cer frente a cualquier urgencia. La frecuencia de los años de escasez de trigo y hambrunas explica que los monarcas se vieran precisados a conceder licencias para importar de los puertos de Berbería y de! Levante Otomano las cantidades necesarias, que generalmente fueron importantes. Así lo dispuso la Real Cédula de Felipe IV, dada en 1647, autorizando que la ciudad de Málaga

"pudiese comprar de malcsquier parte de Africa 30.000jilllegas de trigo para el abasto del común, sacando el dinero de sus propios o de las personas que l)Oluntan'a­ mente lo quisiesen dar'''," Sucedió lo mismo al año siguiente, cuando se volvió a conceder a la ciu­ dad, sin mencionar cifra alguna, que pudiese importar de

"Francia, pllertos de Berbena.1 otras partes las porciones de tngo que necesitase para su abasto, cuyo permiso se le concediópor espacio de doce meses''sH

G. A'\ES, 1.:" JI~IE"'E/, M/lráa en ja Mltllria de! QTliniento,r, Murcia 1979, p. 108. Para Baeza, existe copia de la Real Cédula en su Archivo Municipal. 7.1 R. BL\1'ES ANDRES, ~I puerto de 1 álencia, cit., pp. 128, 138.

-) B. ALONSO ACERO, Orcín-Mazalqutúr, cit., pp. 374-382.

-r, Para el caso de Cataluña, E. tvL\RTí~ CORRALES, ComerCIo de Calt111l!1a, cit., cap. 6.

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dente de África, "dozientos mill ducados de oro y diez mill quintales de cera e más de cien mill cueros bacunos". La importación de cera continuó siendo considerable a fines del citado siglo, aunque su presencia descendió hasta los seis mil quintales importados. También tuvieron importancia las telas de al­ godón procedentes del Levante otomano, zona de la que también llegaban las cada día más utilizadas y consumidas drogas y especias, imprescindibles para la actividad manufacturera, para las prácticas sanitarias y para la alimenta­ ción'". LA CONTINUA SACA DE PLATA HACIA LOS PAISES MUSULMANES

A la hora de abordar el estudio de las exportaciones hispanas hacia el lito­ ral norteafricano y el Levante otomano, hay que hablar fundamentalmente del envío constante y sistemático de plata amonedada. En realidad, fue el produc­ to que compensó las constantes importaciones de cereales, materias primas, drogas, especias, telas de algodón, etc. Como en el caso de las importaciones, y dadas las escasas y fragmentarias noticias disponibles al respecto, no tiene mucho sentido ofrecer la información disponible en estos momentos en un cuadro'R, Sin embargo, para tener una idea de la verdadera importancia de la exportación de plata hacia los países musulmanes es de gran utilidad el cóm­ puto de las cantidades utilizadas en las redenciones de cautivos cristianos en el Norte de África, una actividad humanitaria, al tiempo que mercantil, de enorme importancia en la época CUADRO IIl. Plata utilizada en e1litoral norteafricano en concepto de rescate de cautivos (1523-1759) ANOS

1523 1539 1547 1574 1575 1579

RESCATE 6.916 CAUTIVOS (Ducados) 1.920 2.536 4.104 3.390 4.358 11.125

RESCATE 331 CAUTIVOS (l\faravedíes)

RESCATE 2.251 CAUTIVOS (Reales)

RESCATE 2.648 CAUTIVOS (pesos)

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6.453.648

'" Para Cádiz, A. DE HORozco, Historia de !a ciudad, cit., pp. 95, 206. A. RUMEU, Cádi'V metrópoli, cit., pp. 8, 49. A. GTRARD, Le tommerte de /a cire, cit. Para Barcelona, E. MARTÍN CORRi\LES, Comercio de Cata/una, cit., caps. 7-8. 7H Para Barcelona, el valor de los productos enviados hacia el litoral norteafricano según las fuentes notariales, absolutamente fragmentarias y aleatorias, permite establecer un mínimo de 212. 971 libras catalanas entre 1631 y 1711, E. MARTIN CORRALES, Comeráo de Cata/una, cit, p. 556.

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507 1609 11.159 4.005.000 1612 9.255.480 1614-15 19.430 1617 33.506 1618 324.276 1621 18.912 1625 11.366 1632 28.955 136.997 1634 4.324 1636 31.362 1640 39.926 519.382 1645 40.060 1648-49 80.424 1651 449.424 1654 27.937 1656 44.206 1660 100.791 708.379 1662-63 82.899 1667 997.076 1668 27.795 1669 272.582 74.504 1670 1674 249.420 23.954 1675-76 126.324 798.190 1678 1679 45.780 1686 69.921 724.704 1692 52.099 31.764 1702 126.107 1711 lI5.170 1713 109.638 130.126 1723 212.215 1724 121.133 1730 111.262 1739 1759 54.436 f'uentcs : Para la pnmcra columna, J.A. MARTlNEZ TORRb, PmlOlleros de los IIlI/eles, Clt, p. 84. Para las restantes, E.G. FRH.D¡"¡A=", Spallísb Capth-!'J, cit., 126. Para 1724, E. l\L\RTI~ CORRALES, La Jaca de plata, cit., p. 482.

No creo que sea necesario, por el momento, unificar las columnas para poner de manifiesto la importancia de las cifras obtenidas. También debe te­ nerse en cuenta que, en las redenciones relacionadas, la plata casi siempre fue acompañada por otros productos, aunque siempre superó en importancia, en volumen y en valor, a todas las demás mercancías remitidas a los puertos nor­

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teafricanos. Así, pues, habría que restar de cada redención los valores de los citados productos (especialmente textiles) que formaron parte de los rescates. En todo caso, entre 1523 Y 1692 se pagó en torno al millón y cuarto de ducados por poco menos de diez mil cautivos; mientras que, entre la última de esas fechas y 1759, se pagaron alrededor de un millón de pesos por unos dos mil quinientos cautivos. Pero, ¿cuantas decenas de miles de cautivos fue­ ron rescatados? De ahí que sea muy necesario recordar que, al igual que se dijo con la llegada de embarcaciones y la importación de cereales, las cifras resultantes solamente representan la punta del iceberg de toda la plata que sa­ lió hacia los países musulmanes. Tuvieron que ser espectaculares, ya que no incorporan los capitales invertidos en el rescate de cautivos por los particula­ res, seguramente con un volumen superior al que aparece en el Cuadro III. Para tener una idea, en el caso de Barcelona, basándome en una serie incom­ pleta para los años comprendidos entre 1631 y 1699, ha sido posible estable­ cer que, para el rescate de cautivos, fueron aseguradas un mínimo de 176.185 libras catalanas'9. Las cantidades disponibles para otros puertos son aún más fragmentarias o presentan graves problemas a la hora de homogeneizarlas, por lo que tampoco es posible incluirlas de momento en forma de cuadro. Como se ha señalado, además de la plata, aunque con una presencia ma­ nifiestamente menor, hay que referirse a algunos productos que en determi­ nados períodos fueron exportados hacia los países musulmanes. Entre ellos, la seda, los bonetes, el vino, la lana, etc. En el caso de Cádiz, sus autoridades afirmaban en 1532 que "si cesassen de pasar las mercaderías que pasan a Ver­ beria, se disminuyria la renta del almoxarifazgo en mas de las dos tercias par­ tes"KlI. Veinte años más tarde, en 1552, la monarquía tasaba en 25.000 ducados el monopolio del comercio con Berbería kl • A fines del Quinientos Cádiz ex­ portaba importantes cantidades de bonetes al Norte de Afríca : BoneteJ que JI' labran en Toledo y Córdoba, en tanto ntÍmero qlle paJan de dOJ­ cientoJ mil cada m/o, con no traerloJ en Berbería Jino laJ gellteJ máJ pn'ncipaleJ)' no­ bleJ~ porque .ri los trajese la demáJ canalia.y gente popular JelÍa neceJan'o número infinito H2

'9 Cifras agregadas a partir de seguros notariales, E. GlRALT y RA\'ENT(lS, L:I comemo mal/timo. cit., pp. 1555-1567. C. MARTÍNE¿ SHAW, ~! comercio mm/timo de Bar,-elona. 1675-1712. Aproximación a partir de la.r e,rcnturas de .reguro.r, in "Estudios históricos )' Documentos de los Archivos de Protocolos", VI, 1978, pp. 287-310. HIJ E BRAllDEI., Les espagno/.r et l'Afrique, cit. k\ P. hL\RIN( 1, 'hatados internaáonaleJ, cit., p. LXXIV. H2 A Rl'i\lEl', Cádi,\, metrópoli, cit, p. 55.

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Cifras similares sc mantenían hacia 1615, cuando los rcdentores merceda­ rios vendieron en Tetuán 208 docenas de sombreros que habían adquirido en Toledo''. No obstante, todo parece indicar que las citadas remesas fueron disminuyendo a lo largo de los siglos XVII YXVIII, aunque no llegaran a de­ saparecer completamente. De todas maneras, y al menos teóricamente, siem­ pre fuc posible exportar diversas mercancías desde los puertos españoles a los norteafricanos V levantinos. Lo demuestra, por cjemplo, la Real Cédula de 1659 que conc~día licencia a Málaga para importar trigo de África, al tiempo que facultaba los envíos hacia la zona.

Ce )NCLCSJ( )NES Es innegable la hostilidad existente entre la Monarquía hispana, por una parte, y las Regencias norteafricanas y el Imperio otomano, por la otra a lo largo de la Edad Moderna. También lo es el crónico enfrentamiento naval (en el que sobresalen la batalla de Lepanto y el mutuo hostigamiento corsario), con sus correspondientes secuelas de ra'\.,\itlJ Y escaramuzas bélicas en los lito­ rales hispano y norteafricano, y el apresamiento de cautivos y esclavos, etc. Sin embargo, sin ánimo de silenciar ni infravalorar la citada hostilidad, siem­ pre existieron canales de comunicación por los que se llevaron a cabo nego­ ciaciones políticas (que en ocasiones se plasmaron en treguas y alianzas), préstamos culturales, integración, definitiva o temporal, de cristianos en tier­ ras del Islam y de musulmanes en tierras cristianas. No faltaron los intercam­ bios mercantiles, necesarios, por distintos motivos, para ambas partes. Siempre existió la posibilidad de que las embarcaciones españolas (y natural­ mente, también las extranjeras) pudieran dirigirsc en derechura a los puertos nortcafricanos y, aunque en menor medida, otomanos, y regresaran con car­ gamentos necesarios para el común de la población o con caros productos para el consumo de una privilegiada minoría. Contaron con la protección de pabellones de países neutrales o fueron admitidos a comercio según las prác­ ticas existentes en las Regencias y Marruecos. En tales puertos siempre fue muy bien rccibida la plata americana. Naturalmente, no debe olvidarse que el comercio hispano-musulmán también se efectuó a través de diferentes puer­ tos europcos (Marsella, Génova y Livorno). Tras Lepanto, y pasadas las siete u ocho primeras décadas del siglo XVI, el convencimiento de la imposibilidad de dominar el litoral norteafricano e imponerse a los otomanos, y la repetición de las crisis cerealísticas, favorecic­ ron un cambio importante en el caso hispano: la renuncia en la práctica a las

H, E.C;. ¡-:RJL[)~L\~, .I'panish {{/pIÍl'fJ, Clt,

122-125.

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FLOI .'\1 \RTI;"'¡ CORR\LE:)

guerreJ du bléi'4 y e! abandono paulatino de las razziaJ y cabalgadas. Se fue im­ poniendo e! recurso a las mas pacíficas prácticas mercantiles para asegurarse e! cereal norteafricano y otros productos cuando fueran necesarios. No se tra­ tó de una ruptura radical ya que las razziaJ continuaron ater:orizando a los habitantes próximos a los presidios españoles en e! norte de Africa, mientras que e! hostigamiento corsario musulmán sobre e! litoral y la flota española perduró hasta la segunda mitad del siglo XVIII. Sin embargo, estos cambios, además de impulsar e! incremento de! comercio, favorecieron que fuera cre­ ciendo en ambas partes la necesidad de establecer de una vez por todas plenas relaciones pacíficas estables. Finalmente, como culminación de esta tendencia, entre 1767 y 1791, se firmaron los Tratados de Paz, Amistad y Comercio en­ tre la monarquía española y Marruecos, Imperio Otomano, Trípoli, Argelia y Túnez.

K4 V. MAGALHAES GODI]'o;HO, Les J!,tlerres dtl bjé atl Maroe, en "Anuario de Historia Económica y Social", 1, 1968, pp. 227-259.

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