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Descripción

P u b l i c a c i o n e s CASA DE LA LIBERTAD

Teófilo Novis

Cergio Prudencio Bilbao PRESIDENTE CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN Susana Bejarano Auad VICEPRESIDENTE Homero Carvalho Oliva Ignacio Mendoza Pizarro Natalia Campero Romero Esteban Ticona Alejo Benedicto Wilcarani Villca CONSEJEROS

Mario Linares Urioste DIRECTOR

EL CHACO EN IMÁGENES (1887)

Leonor Valdivia Dzgoeva SECRETARIA GENERAL

(Introducción y edición de Isabelle Combès)

SUMARIO La investigación recibió la colaboración de:

PRESENTACIÓN............................................................................................................................... 7 Alcanzar el Paraguay........................................................................................................................ 10 De Alsacia a Sucre ............................................................................................................................ 13 Los croquis de la expedición Thouar............................................................................................. 20 El Chaco soñado ............................................................................................................................... 27 Esta edición........................................................................................................................................ 36

DEPÓSITO LEGAL: 3-1-170-16PO Primera Edición: Diciembre 2016 Máximo Pacheco Balanza - Correcciones Juan Humberto Pinaya Peñaranda - Diseño Gráfico Tapa: El pilcomayo - Croquis Teófilo Novis CASA DE LA LIBERTAD Plaza 25 de Mayo | Casilla Postal N° 101 | Teléfono/Fax (00591-4) 6454200 6452690 | www.casadelalibertad.org.bo | Sucre - Bolivia

EL ISOSO........................................................................................................................................... 45 Los tapuis........................................................................................................................................... 60 El Parapiti. Recuerdos de viajes...................................................................................................... 77 CHIQUITOS..................................................................................................................................... 93 MACHARETÍ................................................................................................................................. 107

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EL PILCOMAYO............................................................................................................................ 115 Escenas de viaje............................................................................................................................... 118

Indígenas del Chaco....................................................................................................................... 129



Los tobas........................................................................................................................................... 132 Los chorotis...................................................................................................................................... 142 Los “tapietes”.................................................................................................................................. 146

La sed. Recuerdos de viajes........................................................................................................... 152 HISTORIA NATURAL................................................................................................................. 163

SIGLAS DE ARCHIVOS.............................................................................................................. 176

BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................................. 177 LISTA DE FIGURAS.................................................................................................................... 181

6

Presentación Ξ

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11 diciembre de 1886, salida de Padilla: “Bajamos la cuesta del Desaguadero sin novedad por la quebrada de Taco-Taco y llegamos a Tabacal, situada al borde de este lecho” (Thouar 1997 [1891]: 325)

Fig. 1. Tabacal (Novis 1887: croquis 1) 8

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ALCANZAR EL PARAGUAY El 2 de diciembre de 1886 partía de Sucre una nutrida expedición rumbo al Chaco boliviano. Su objetivo era muy simple y a la vez formidable: cruzar el Chaco boreal en dirección Este y alcanzar las riberas del río Paraguay. Éste era un sueño antiguo, y nunca cumplido. En 1559, Andrés Manso fundó a orillas del río Parapetí, más o menos a la altura del actual San Antonio, al sur de Charagua, la efímera ciudad de Santo Domingo de la Nueva Rioja. Esta población se erigió en parte para contener los ataques de los indígenas chiriguanos, pero también con la esperanza de descubrir “allí puerto a la mar del Norte [el Atlántico], que aunque está esta población del asiento de Potosí ciento o ciento veinte leguas, será provechoso”1. La idea, formalizada un año después por el oidor de la Audiencia, Juan de Matienzo, era “descubrir un puerto por estas partes a la mar del norte”, para evitar las vueltas y peligros pasando por Panamá2. Más tarde en 1571, cuando la Nueva Rioja destruida por los chiriguanos sólo per10

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tenecía al recuerdo, las instrucciones del virrey Toledo al gobernador de Santa Cruz, Juan Pérez de Zurita, se referían a descubrir un camino hacia el Atlántico por el Chaco3. Ya sea por la feroz resistencia de los indígenas, ya sea por las trabas opuestas por un medio ambiente sumamente hostil y seco, el Chaco boreal se cerró en toda la época colonial a las exploraciones y a las tentativas de colonización. Éstas sólo se reanudaron, con poco o nulo éxito, durante el primer siglo de la República y principalmente en dos momentos: durante el gobierno de José Ballivián a mediados del siglo, que quiso abrir el país a las tierras bajas del Oriente; luego después de la guerra del Pacífico cuando Bolivia, viendo perdido su litoral sobre el océano Pacífico, volvió a soñar con una salida marítima a través del río Paraguay4. Las autoridades bolivianas barajaban dos posibles itinerarios: uno por el río Parapetí, concretamente partiendo de la región del Isoso (prov. Cordillera, Santa Cruz) y cruzando en dirección Este hasta alcanzar el Paraguay –en este caso, las tentativas por abrir una senda desde el Isoso se

complementaron a menudo con tentativas paralelas desde Chiquitos, intentando llegar hasta el Isoso; de esta manera en 1875 Antonio Rojas abrió la senda que llevó su nombre. El segundo era por el río Pilcomayo, bajando el río en barco o a pie siguiendo sus orillas, llegando a la ciudad de Asunción. Hasta 1882 las principales exploraciones (sin contar varias tentativas a cargo de corregidores locales) fueron las siguientes: Año

1843-44

Por el Isoso

1844

Marceliano Montero

1862

Tristán Roca

1861 1863 1866 1874 1879 1882

Sebastián Cainzo

Juan Mariano Mujía y Belisario Canseco (y Antonio Rojas desde Chiquitos) John Minchin

Miguel Suárez Arana

Por el Pilcomayo

Manuel Rodríguez Magariños Enrique Van Nivel

José Gianelli

Sebastián Cainzo

Jules Crévaux

Fuentes: Langer 1996: 315-316, para el Pilcomayo; Combès 2005, para el Isoso

Ninguna de estas expediciones logró su objetivo. La más trágica fue, sin duda, la del francés Jules Crévaux, masacrada por los indígenas en Cabayurepoti. En busca de posibles sobrevivientes de la expedición Crévaux y con la intención de castigar a los culpables, se formó primero una expedición dirigida por Andrés Rivas en 1882, que regresó sin haber podido cumplir con ninguno de sus objetivos. En 1883 finalmente, una expedición dirigida por Daniel Campos y de la cual participó el francés Arthur Émile Thouar, comisionado por Francia para encontrar posibles rastros de la expedición Crévaux, tuvo más éxito. Fundó en Teyu, “capital” de los indígenas tobas, una colonia y un fortín militar, a los que dio el nombre del científico desaparecido: la Colonia Crévaux. Esta expedición fue, también, la única que logró llegar a Asunción del Paraguay5. Entre llegar una vez el río Paraguay y abrir un camino estable hasta su orilla, el margen es grande, y nuevas expediciones procuran abrir una senda a través del Gran Chaco. En 1886 y 1887 el francés Thouar vuelve a la carga, y di11

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rige dos sucesivas expediciones, la primera por el Isoso y la segunda desde Macharetí por el río Pilcomayo. Ambas fracasaron estrepitosamente, en gran parte por la incompetencia notoria del propio Thouar, su rotunda negativa en seguir los consejos de sus guías indígenas, su desconfianza hacia los miembros de la expedición, sus celos hacia colegas más exitosos como Minchin o Suárez Arana, etc. En el Isoso, el explorador francés se obstinó en hacer el cerro Curundaití el cerro San Miguel de Chiquitos “sin más fundamento que el de presentar algún parecido con un diseño del verdadero San Miguel, que le había remitido don Cristián Suárez Arana, siendo tal error la causa eficiente del fracaso de la expedición”6; de la misma manera, Thouar identificó el cerro Curupautí como el Yoibide de los antiguos jesuitas, ubicado en realidad en pleno Chaco, en la región de la antigua misión de San Ignacio de Zamucos. Existe un copioso corpus documental sobre las dos expediciones de 1887 al Isoso y al Pilcomayo. En 1890 y 1891 Thouar publica el relato de sus viajes por entregas en la revista francesa Le Tour du Monde (“La vuelta al mundo”). En 1891, estos textos están reunidos en un libro: Explora12

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tions dans l’Amérique du Sud, en el cual también figuran los reportes del viaje de Thouar por el Pilcomayo en 1883, los de una exploración también fracasada al delta del Pilcomayo, y los de su viaje desde Buenos Aires a Sucre en 1886; por su lado el capellán de la expedición, el franciscano Fr. Doroteo Giannecchini del colegio de Tarija, también publicó su diario en 1896. Estos dos libros, agregados a un número considerable de cartas e informes conservados en diversos repositorios como los archivos franciscanos de Tarija y el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, son nuestras principales fuentes para reconstruir la catastrófica historia de la expedición Thouar. Entre estos documentos merecen una mención especial los informes finales de la expedición entregados al gobierno en diciembre de 1887 y enero de 1888 en Sucre, y conservados hoy en la Casa de la Libertad de la misma ciudad. Se trata de informes astronómicos, meteorológicos, etnográficos, mapas, etc., de autoría en particular del propio Thouar y de los doctores Nicolás Ortiz (boliviano) y José Camó (español); entre estos documentos, figura también un álbum de croquis elaborado por el dibujante oficial de la expedición, el francés Théophile Novis. Este álbum es el que publicamos.

DE ALSACIA A SUCRE La primera mención de Théophile Novis en relación con Arthur Thouar data de fines de febrero de 1886. En esta fecha, yendo desde Buenos Aires hasta Sucre, Thouar está de paso por Tucumán. Escribe: Me quedé allí algunos días durante los cuales conocí a mi buen Th. Novis. Él tenía muchas ganas de acompañarme. Buen dibujante, podía serme útil, no dudé ni un instante cuando supe que, siendo alsaciano, había optado por Francia. Había nacido a poca distancia del pueblo de Ringel quien murió con Crévaux7.

Es poco lo que sabemos de la vida de Novis antes de su encuentro con Thouar. Théophile-Joseph nació un 7 de abril de 1859 en Graffenstaden en Alsacia (actual Illkirch-Graffenstaden, departamento del Bas-Rhin, Francia); sus padres eran Jean Novis y Marguerite Unterreiner. Pocos años después se desencadenaría la guerra entre Prusia y Francia, a consecuencia de la cual ambas regiones de Lorena y Alsacia pasaron bajo control alemán. En 1871, la familia Novis se encuentra refugiada en París, donde opta oficialmente por

la nacionalidad francesa8. En 1874, a la edad de 15 años, Théophile ya está trabajando como grabador, y abre una caja de ahorros9. El 10 de diciembre de 1882, contrae matrimonio en el distrito 14 de París con Marie-Eugénie Miniggio10. No sabemos qué pasó para que, apenas tres años y dos meses después, el joven Théophile ya esté en Tucumán. Tal vez trabajó, antes de su encuentro con Thouar, en la construcción del ferrocarril desde San José de Metán (provincia de Salta) hasta el Pilcomayo, que se inauguró en 1886. Es, al menos, lo que deja entender en una de sus novelas11. En todo caso, el joven alsaciano es un novato en Sudamérica, y al parecer sufrió bastante durante el viaje hasta Sucre. Saliendo de Jujuy, el 28 de marzo de 1886, Thouar escribe: “A partir de ahora y por largo tiempo ya no veremos pan, cosa que nos hará mucha falta a nosotros los franceses. Novis aún no acostumbrado, soporta mal esta privación a la cual no suple la harina de maíz en mazamorra o en masa”. Una semana después, Novis ya está “sacudido por la fiebre”12 y el paludismo lo sigue acosando por muchos días. El 6 de abril, … la fiebre debilitaba a Novis, conocida en casi toda la región fronteriza con la Argentina con el nombre de 13

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chuchu o terciana. Los primeros síntomas se manifiestan por trastornos estomacales, pérdida de apetito y horror al tabaco; este último síntoma es muy característico Los primeros efectos se manifiestan por violentos escalofríos, la progresiva disminución de la circulación en las extremidades, dolor de cabeza y algunas veces delirios, los accesos duran más o menos una hora y se repiten cada día con el chuchu y cada dos días en la terciana. Puede volverse crónica, persistente y sacudir al enfermo durante años13.

El 15 de mayo, llegando a las misiones franciscanas del Chaco boliviano, “los escalofríos otra vez aquejan a Novis”; el 24 del mismo mes, el joven dibujante sigue con fiebre y no puede acompañar a Thouar a explorar el alto Pilcomayo desde la misión de San Francisco (actual Villa Montes)14. Varios meses después, en el camino desde Sucre hasta el Isoso, Novis sigue padeciendo accesos de “fiebre perniciosa”: “pierde el conocimiento. Le baja la presión y su estado nos inquieta terriblemente. Una atención muy cuidadosa lo recupera”15. El 20 de julio los viajeros alcanzan finalmente la ciudad de Sucre, donde se quedarán cinco meses, hasta el 2 de diciembre. La estadía fue lo bastante prolongada (al igual que la de la vuelta 14

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además, que duró cuatro meses) como para que Novis empiece a forjar amistades que favorecerían su regreso a Bolivia en los años posteriores. Durante todo el viaje de exploración, Novis fue un inseparable compañero de Arthur Thouar, y lo acompañó en las buenas y en las malas. Lo mismo hizo Noel Prat, un francés nativo de Tolosa y afincado en Padilla, que se sumó a la expedición el 10 de diciembre de 188616. De alguna manera, los tres franceses hicieron bloque contra los demás miembros de la expedición. Con o sin razón, fueron incluso acusados de guardarse agua y comida para ellos solos, aun en los peores momentos17. En todo caso, tanto Prat como Novis acompañaron a Thouar cuando, el 10 de agosto de 1887, abandonó a sus hombres y partió en reducida comitiva en vana busca del río Paraguay. El fracaso de la exploración no fue tal para Novis. Muchos años más tarde, escribe: La expedición al Alto Paraguay no ha sido infructuosa como se cree; ella ha probado que un camino carretero era cosa imposible; esto por falta de agua en un trayecto de más de 80 leguas. Seis veces hemos pechado para cruzar esta zona árida; pero en vano. Nuestras

mulas se morían de sed, y nosotros nos sosteníamos con una pequeña ración de agua que llevábamos en odres. En una de estas avanzadas, hemos quedado 56 horas sin probar agua. Pero si ésta nos faltaba, no nos faltó el valor. Y esta vez más los bolivianos demostraron que para el bien de la patria, son capaces de dar hasta la última gota de sangre18.

Terminada la expedición, los viajeros volvieron hasta Sucre donde entregaron sus informes finales al gobierno; cuatro meses después partieron hacia Buenos Aires y retornaron a Francia. El viaje de retorno entre Sucre y Tucumán tuvo graves consecuencias para Novis: En ese último viaje mi valiente camarada y amigo se hirió gravemente el ojo. Una espina de algarrobo le desgarró la cornea y habiendo penetrado profundamente le hizo sufrir horriblemente y tuvo que aguantar las largas cabalgatas a través de la Cordillera. El calor y el polvo le fatigaban muchísimo. Al cabo de un mes pudieron aliviarlo en algo, pero había perdido completamente el ojo izquierdo19.

De vuelta a Francia, Novis no tardó mucho en volverse a casar, esta vez con Léonie Louise

Thouar, la hermana de su compañero de exploraciones. El matrimonio se celebró el 14 de octubre de 1888, en el mismo distrito 14 de París donde Novis se había casado anteriormente20. Aquí, de nuevo, nuestra información presenta lagunas para poder seguir la vida de Novis en Francia. Sabemos que en algún momento de 1896, estaba en la isla de Ré, de donde era originaria su esposa, pues en este lugar terminó de escribir uno de sus cuentos (Le trésor des Indiens). Sin embargo, más tarde Novis afirma haber estado en el mismo año en Potosí donde encontró al joven Zeballos, el único sobreviviente de la malograda expedición Crévaux21. Al año siguiente sigue estando en Potosí, donde escribe otro cuento, El Parapetí. Léonie murió probablemente en 1896, pues Novis aparece como viudo en Sucre y no hay indicios que se haya vuelto a casar; ésta fue posiblemente la razón que lo decidió a salir de Francia. Tal vez también, como cuenta él mismo en su cuento Viaje al Pilcomayo, lo volvió a tentar la sed de aventuras y de descubrimientos. No conocemos mucho de su vida en Bolivia (¿Potosí?) entre 15

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1897 y 1905, fecha en la cual “Teófilo” Novis, como se hace llamar ahora, ya se encuentra establecido definitivamente en Sucre. Durante todo este tiempo Novis parece estar buscando su camino en la capital, poniendo avisos en el periódico La Industria para ofrecer clases de dibujos y de francés22. La suerte le sonríe finalmente en los primeros meses de 1906, cuando ingresa como profesor de dibujo en el prestigioso Colegio Nacional Junín de la ciudad. En un artículo dedicado al “movimiento universitario”, el periódico La Industria escribe: “está por concluirse todo el material que ha de servir para la nueva cátedra de dibujo que deberá comenzar a funcionar pasada la Semana Santa. Es abundante y los muebles han sido confeccionados bajo la inmediata dirección del profesor Novis”23.

Cuerpo civil 1. Jefe director Sr. Arturo Thouar 2. Médico cirujano Dr.Nicolás Ortiz 3. Antropologista Dr. José Camó Montobbio 4. Intendente auditor de guerra José M. Portillo 5. Prosecretario Ayudante Manuel Infante 6. Dibujante Teófilo Novis 7. Secretario Julio Trigo Fuerza de línea 8. Capitán Leonardo Torres 9. Capitán Simón Colodro 10. Subteniente Fenelón Rodríguez 11. Subteniente Daniel Borgoa 12. Subteniente Nicolás Carrazana 13. Subteniente Manuel Zambrana 14. Sargento 1º Hilarión Castro 15. Sargento 1º José Manuel Rivero 16. Sargento 2º Juan Carvallo

17. Sargento 2º Mariano Muñoz 18. Aspirante Alejandro Laforga 19. Soldado Casimiro Flores 20. Soldado Simón Valdez 21. Soldado Máximo Román 22. Soldado Marcos Aguayo 23. Soldado Dionisio Guzmán 24. Soldado Nicanor Cardozo 25. Soldado Fermín Meave 26. Soldado Antonio Aliaga 27. Soldado Manuel Zurita 28. Soldado Manuel Álvarez 29. Soldado Inocencio Álvarez 30. Soldado Antonio Álvarez 31. Soldado Pablo Vedia 32. Soldado Manuel Rivero 33. Rabona Florencia de Rivero 34. Adjunto Primitivo

Fig. 2. Miembros de la expedición Thouar, 1887 (Fotografía inserta en Novis 1887) 16

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A partir de entonces y hasta su jubilación, Teófilo Novis trabajó como profesor de dibujo y caligrafía en el colegio Junín, siendo elegido años después como decano del establecimiento. Participa activamente de la vida social e intelectual de la capital. En 1906 ingresa como socio de número a la Sociedad Geográfica de Sucre24. En 1919, aparece como miembro de la Sociedad Obrera de Sucre, fundada “con los nobilísimos fines de levantar el estado moral, intelectual y a la vez que material del obrero”25. En el seno de su colegio, participa activamente en la publicación de la revista ¡Adelante! (1917-1922), en la cual no solamente es el responsable de las ilustraciones, sino también publica varios textos. Estas actividades no le hacen olvidar a su patria de origen: en algún momento Novis se desempeña como vice-cónsul de Francia en Sucre26, y en 1915, en plena primera guerra mundial, realiza junto con otros notables de Sucre un aporte financiero al Comité de Socorro Nacional, creado el 4 de agosto de 1914 en Francia para auxiliar a los combatientes de las trincheras27. Jubilado de la enseñanza probablemente en 1925 o poco después, Teófilo Novis fallece en Su18

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cre el 31 de agosto de 1933. Los registros oficiales anuncian lacónicamente: En el año del Señor de 1933 a los 31 días del mes de agosto falleció en este hospital, después de recibir los auxilios espirituales, Teófilo Novis, de 77 años de edad [sic: 74], viudo, profesor de dibujo y natural de Francia. Diagnóstico médico senectud. Conste. [Firmado] Néstor Lozano, capellán28. Septiembre 1º de 1933. En la fecha se ha inhumado en el nicho nº 46 fila 5ª cuartel 5º (2ª serie) el adulto Teófilo Novis, de padres cuyos nombres se ignora, de 77 años , viudo, profesor de dibujo, natural de Francia, procede del hospital, enfermedad senectud, raza blanca. Conste29.

Los periódicos de la ciudad, y en particular los de tendencia liberal, son más prolijos en esta circunstancia y, si bien no siempre están bien informados, su lectura permite apreciar la importancia que tuvo Novis en la sociedad sucrense: Antes de ayer fueron inhumados los restos del señor Teófilo Novis, uno de los exploradores del Chaco y distinguido ex profesor del Colegio Junín. Como me-

recido homenaje concurrieron al sepelio los alumnos de todos los ciclos de instrucción. Los diversos oradores que hicieron uso de la palabra pusieron de relieve los méritos del extinto30. TEÓFILO NOVIS Víctima de una penosa y larga enfermedad ha fallecido el señor Teófilo Novis, ciudadano francés residente en nuestra patria desde hace muchísimos años. El señor Novis ha prestado importantes servicios a Bolivia, tomando parte de una exploración al Chaco boreal y también como profesor de dibujo en el Colegio Nacional Junín, donde educó varias generaciones de muchachos, Ayer a horas 11 y 30 se realizó el sepelio con una concurrencia numerosa del pueblo y de todas las Facultades, Escuelas y Colegios de la capital. Se pronunciaron discursos en homenaje a la memoria del ilustre desaparecido. El pueblo de Sucre exteriorizó en esta ocasión el inmenso pesar causado por la muerte del señor Novis31. El señor Teófilo Novis. Después de prolongada enfermedad y en edad avanzada ha dejado de existir el apreciable caballero con cuyo nombre encabezamos estas líneas. Entre sus

servicios prestados a Bolivia, su segunda patria, tiene actuación destacada su exploración al Gran Chaco el año 1883 [sic: 1887] habiendo caído prisionero de las tribus tobas; juntamente con otros fue uno de los que abrió la ruta hacia esas tierras hoy invadidas por la felonía guaraní. Dentro del magisterio ha sido mentor de muchas generaciones, habiendo llegado a ocupar el alto cargo de director [sic: decano] del Colegio Nacional Junín. También desempeñó el honroso cargo de vice-cónsul de Francia, su patria. Por sus largos servicios prestados en la enseñanza, llegó el gobierno a jubilarle merecidamente. La traslación de sus restos ha tenido lugar ayer a horas 11 con un numeroso cortejo acompañado de los establecimientos de instrucción, habiendo pronunciado discursos del doctor Nicanor Mallo, en representación de la docencia del Colegio Junín; el señor Germán Vargas por la Escuela Normal y uno de los universitarios representando al Centro Junín32.

Estos homenajes póstumos, todos enfocados en la expedición al Chaco de 1887, deben mucho a la obra literaria del propio Novis, a saber los cuentos y “recuerdos” que publicaría en Sucre. El viaje chaqueño fue, literalmente, el hito más destacado o el momento cúspide de su vida, al que 19

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siguió rememorando y magnificando al ritmo de su fantasía durante más de tres décadas.

LOS CROQUIS DE LA EXPEDICIÓN THOUAR Aunque Novis empezó su oficio de dibujante ya desde Tucumán y realizó también varios croquis en el viaje desde Sucre hasta Lagunillas, su verdadera misión, oficialmente aceptada por las autoridades bolivianas, consistió en dibujar los pormenores de los viajes en el interior mismo del Chaco. Llegaron hasta nosotros las instrucciones precisas que le dio Arthur Thouar en Lagunillas, días antes de penetrar al Isoso.

Fig. 3. Tapa del álbum de la expedición (Novis 1887) 20

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Jefatura Superior de la Expedición al Paraguay Lagunillas, enero 11 de 1887 Al Sr. Teófilo Novis Señor. Conforme a las disposiciones del Supremo Gobierno, que le ha designado a U. como adjunto voluntario, encargado del dibujo, me permito amplificar esta nota y notificarla en sus detalles, como me lo ordena el parágrafo nº 14 de las instrucciones recibidas, para que se digne U. conformarse desde la salida de Lagunillas, al servicio establecido en tiempo de campaña. DIBUJOS Todos los días tomará croquis de todo lo que se refiere a los indios e indias, con los cuales estará en contacto la Expedición; vistas pintorescas del campamento o del paisaje, ponerse a órdenes de esta Jefatura, para tomar nota sobre los croquis que se le ordenará a U. Estos croquis tomados en camino deberán a cada parada estar consignados sobre un 22

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libro especial, con las fechas, los nombres particulares de su referencia, para no sufrir demora alguna en la transcripción que se debe hacer cotidianamente. Soy de U. atento servidor (Firmado) A. Thouar33

Fig. 4. “Señor don Teófilo Novis, dibujante” (“Caña con que llevan cartas los indios tapuis”) (Novis 1887: croquis 37)

No poseemos todos los croquis realizados por Novis durante el viaje al Chaco. El álbum conservado en la Casa de la Libertad es pues un álbum de copias escogidas y realizadas por el propio Novis, con el objetivo de entregarlo al gobierno boliviano como parte del informe final de la expedición. Muchos otros croquis fueron llevados hasta Francia, donde sirvieron de modelo y de base a otros artistas. Tres fueron los dibujantes, que trabajaron ya sea a partir de los croquis de Novis o de otros de Thouar, ya sea a partir de los textos de Thouar, o bien sobre la base de fotografías tomadas durante la exploración del Chaco. El primero, que realizó la mayoría de las ilustraciones, fue Édouard Riou; otros dibujos de la publicación de Thouar fueron obra de Dosso, y uno de Thiriat. En total, el libro de Thouar contiene 38 ilustraciones de Riou o Dosso basadas sobre croquis de Novis, y sólo dos se corresponden con dibujos del álbum de la Casa de la Libertad. A la inversa, este álbum contiene un total de 138 croquis, y sólo 3 de ellos fueron utilizados luego para la publicación: los nº 47 y 48 (“indios tapuis”) y el nº 63 (“El Cerro Cortado visto desde el Tamané”), que se re-

fieren a la estadía de la expedición en el Isoso, sirvieron pues de base a dos de las ilustraciones de Riou: una que representa a dos “indios tapuis”, y otra titulada “El Chaco boreal visto desde lo alto del Tamané”34. Presento a continuación la lista de los dibujos publicados de Riou y Dosso que se basan explícitamente sobre croquis del Novis. Para mayor comodidad, divido esta lista por etapas del viaje a partir de Tucumán, donde Novis se incorporó.

1. DE TUCUMÁN HASTA SUCRE Ningún croquis del álbum de la Casa de la Libertad se corresponde con este tramo. Los dibujos publicados en el libro de Thouar (1891) en base a otros croquis de Novis son: 1. 2. 3. 4.

El juego de la tava (Riou) A todo galope en las pendientes (Dosso) En la quebrada de Humahuaca (Dosso) Sepultura de una víctima de la inundación (Dosso) 5. Misión de San Francisco (Riou) 6. [Misión de] San Antonio (Riou) 7. Los indios en la pesca (Riou) 23

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8. La muralla de Itakise (Riou) 9. Misión de Tarairí (Riou) 10. Llegada a la misión de Tigüipa (Riou) 11. Misión de Macharetí (Dosso) 12. Maudipona [sic: Mandepora] (Riou) 13. San Miguel (Riou) 14. La garganta de Bartolo (Riou)

2. DE SUCRE AL ISOSO Seis croquis del álbum de la Casa de la Libertad se corresponden con este tramo. Además, fueron publicados tres dibujos en base a otros croquis de Novis: 1. Palmero en la garganta de Santa Cruz (Riou) 2. Una misa musical en Lagunillas (Riou) 3. La iglesia de Lagunillas (Riou)

3. ISOSO El álbum de la Casa de la Libertad contiene 54 croquis relativos al Isoso. Los dibujos publicados correspondientes con otros croquis de Novis fueron: 24

1. Indios Tapui (Riou) [Corresponde con los croquis 47 y 48 de la Casa de la Libertad] 2. Extracción del cipoi (Riou) 3. El chivo (Riou) 4. Alto en el descenso del Tamané (Riou) 5. El Chaco boreal visto desde lo alto del Tamané (Riou) [Corresponde con el croquis 63 de la Casa de la Libertad] 6. Un indio Tapui en vestimenta de guerra (Riou) 7. El Padre Doroteo en peligro de ahogarse (Riou) 8. Carpas de los expedicionarios en el cerro Tamané (Riou) 9. El capitán Payara atado al pie de un árbol (Riou)

4. DESPRENDIMIENTO DE UN GRUPO EXPEDICIONARIO A CHIQUITOS

El álbum de la Casa de la Libertad contiene 14 croquis del viaje a Chiquitos. Un solo dibujo publicado (“Un equipo en bueyes”, de Riou) se basa sobre otro croquis de Novis.

12 de diciembre: “A la una de media de la mañana llegamos a Curupau” (Thouar 1997 [1891]: 326) Fig. 5. Curupau (Novis 1887: croquis 2)

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5. PILCOMAYO

7. VUELTA DE LA EXPEDICIÓN

EL CHACO SOÑADO

Son 46 los croquis del álbum de la Casa de la Libertad relativos al Pilcomayo. Además, nueve dibujos publicados se basaron sobre otros croquis de Novis:

Ningún croquis del álbum de la Casa de la Libertad se corresponde con este tramo del viaje, pues el álbum fue entregado en enero de 1888 al gobierno en Sucre. Un solo dibujo publicado (“Entre Tupiza y Salta”, de Riou) se basa sobre otro croquis de Novis.

A esta obra gráfica fechada de 1887, Novis agrega en las décadas posteriores una profusa obra “literaria”. Fue en Francia donde empezó a escribir lo que llamaría sus “recuerdos de viajes”, y que más propiamente deben ser considerados como escritos novelados que tienen como marco, en gran parte, a la expedición de 1887 al Chaco. La carátula del manuscrito francés de su novela El cautivo indica que Novis empezó a escribirlo en París. De la misma manera, como ya mencioné, en 1896 en la isla de Ré, Novis terminó su cuento Le trésor des Indiens.

1. Yalla (Riou) 2. Conferencia con los tobas (Riou) 3. Dos indios entregan un sobre al padre Doroteo (Riou) 4. Indios choroti (Riou) 5. Quema del equipaje (Riou) 6. El campamento invadido por los indios (Riou) 7. Los hombres regresan con cargas (Riou) 8. Los indios anunciando el auxilio (Riou) 9. La llegada del coronel (Riou)

6. HISTORIA NATURAL La parte “Historia Natural” del álbum de la Casa de la Libertad contiene 18 croquis de plantas y peces. En el libro de Thouar (1891), un solo dibujo de planta (“Caraguatá”, de Riou) se basa sobre un croquis de Novis. 26

En resumen, la situación es la que sintetiza el siguiente cuadro: Etapas del viaje De Tucumán a Sucre

De Sucre al Isoso

Isoso

Chiquitos

Pilcomayo

Historia natural

Vuelta de la expedición

TOTAL

Nº de croquis de Novis Nº de ilustraciones de Riou en el álbum de la Casa y Dosso en base a croquis de de la Libertad Novis en el libro de Thouar 0

14

54

9

6

3

14

1

18

1

46 0

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Ni este último cuento ni Les embourbés, escrito en 1909, se refieren al Chaco: las historias se desarrollan respectivamente en Tucumán y en Buenos Aires. Otros dos cuentos titulados Exploración del río Pilcomayo (Novis 1921-1922) y Expedición Crévaux (Novis 1918b) sí se refieren al Chaco, pero a expediciones de las cuales no participó Novis: la de Thouar en el delta del Pilcomayo en 1885, y la de Crévaux en el Pilcomayo en 1882. Todos los otros textos de Novis se refieren directamente a la expedición de 1887: El Parapetí, escrito en 1897 en

Potosí y publicado parcialmente en 1918; La sed, escrito en Sucre en 1905 y publicado en 1918; Viaje a Chiquitos, también publicado en 1918; Los indios del Gran Chaco, conferencia dictada en el colegio nacional Junín de Sucre el 27 de julio de 1907, y publicada en 1917; y, sobre todo, su novela más larga, empezada en francés bajo el título Cautiverio entre los indios matacos y tobas. Estudio de usos y costumbres de los indios del Chaco. Su civilización posible (Novis c. 1890) y publicada en parte en Sucre entre los años 1918 y 1920 en la revista ¡Adelante!, invirtiendo el título: Estudio de la vida y costumbres de los indios del Chaco y su posible civilización –“Cautivo entre los indios” quedó relegado como sub-título. El manuscrito francés de 205 páginas indica que fue escrito o empezado a escribir en París (entonces entre 1888, fecha de su retorno a Francia, y 1896, fecha de su vuelta a Bolivia). Sin embargo, anexas al manuscrito figuran tres páginas con doce “fotografías tomadas en el Chaco”, sin más indicaciones, que debían servir de modelo a las ilustraciones del texto. Pude identificar diez de ellas como fotografías sacadas por el ingeniero francés Jean-Baptiste Vaudry cuando viajó por 27

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Bolivia y, en particular, por el Pilcomayo, en 1903. Algunas de estas fotografías fueron, además, publicadas en el libro de Arthur Chervin: Anthropologie bolivienne (1908)35. No existe una relación directa entre la principal obra gráfica de Novis (los croquis de 1887) y los textos escritos posteriormente. Un solo croquis (que no figura en el álbum de Sucre, pero que conocemos por su adaptación por Riou) fue utilizado por Novis para ilustrar la publicación de sus cuentos: el retrato de la indígena toba Yalla, transformada en la mataca Yala en El Cautivo. Más allá, los croquis de 1887 son dibujos figurativos o “reales” hasta donde pueden o quieren serlo. Ya sabemos que ni dibujos ni fotografías constituyen la “prueba” auténtica que pretenden ser, y que fueron tempranamente manipulados, copiados o reconstruidos en función de los intereses de su publicación36. Sin ir más lejos, las fotografías sacadas por Jean-Baptiste Vaudry, algunas de las cuales quiso utilizar Novis para ilustrar su Cautivo, hacen posar a los indígenas de manera totalmente (y perceptiblemente) artificial. Sin embargo, y sin negar estos procesos –mucho menos 28

18 de diciembre: “A las 3 de la mañana nos preparamos para pasar [frente al Iñau. Aunque la corriente es rápida, la operación se ejecuta y no hay más incidentes que algún baño forzado” (Thouar 1997 [1891]: 330)

Fig. 6. Río Azero (Novis 1887: croquis 3)

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si pensamos que los croquis de la Casa de la Libertad son copias y no originales–, los dibujos de Novis parecen algo más confiables. Respondían evidentemente a los intereses de la expedición y de Thouar, tal como rezaban las instrucciones dadas a Novis (“tomar nota sobre los croquis que se le ordenará a U.”), pero no estaban destinados a ser publicados tal cual –sólo a servir de modelo a Riou u otros dibujantes, que los acomodarían a su gusto (o al gusto de los lectores franceses). En este sentido y como se podrá apreciar en esta edición, algunos de ellos, como los que detallan los tatuajes o los cortes de pelo de los indios chaqueños, son de corte netamente etnográfico y no desentonarían en un manual de antropología chaqueña; otros, que representan artefactos de los indios chaqueños, llevan incluso medidas precisas de cada uno. Otros croquis más, sin pretender ser etnográficos, son sin embargo mucho más cercanos a la realidad que los dibujos finalmente publicados en el libro de Thouar: tal el croquis del cruce del río Parapetí en el Isoso, que muestra a los expedicionarios bien agarrados de la mano y guiados por los indígenas; por el contrario, el dibujo pu30

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blicado de Riou, hecho sobre la base de un croquis de Thouar, muestra a los expedicionarios a caballo, guiando a los indios portadores en el río fangoso. Quien cruzó el Parapetí en el Isoso en época de crecida sabrá reconocer cuál de los dos dibujos es más realista. ¿Quién sabe si estos croquis no fueron escogidos para la publicación de Thouar precisamente por este incómodo realismo? Los textos de Novis son harina de otro costal. Aunque pretendan ser “recuerdos”, se trata de obras de ficción. Contrariamente a los croquis, que sólo debían servir de base a otras ilustraciones, los cuentos fueron escritos con la firme intención de publicarlos –lo que se hizo efectivamente en algunos casos. En el manuscrito francés de El Cautivo figuran así algunas notas explicativas (p. ex.: “Pilcomayo: río que desemboca en el río Paraguay”; “Chaco boreal, central y austral. Hay tres Chaco”; ), evidentemente destinadas a un lector francés. En estos relatos, y contrariamente también a los croquis que debían hablar en nombre de la expedición y sus objetivos científicos, Novis habla por él mismo, en función de sus propios intereses.

La conferencia sobre “Los indios del Chaco” dada en 1907 y publicada en 1917 es la única obra de Novis que no sea de ficción. Por el contrario, insiste mucho en ella sobre el carácter verídico de las cosas que cuenta: “no les contaré escenas inventadas ni les recitaré historias leídas en las novelas de Julio Verne o de Salgari”; “los cambas [chiriguanos] usan la tembeta [tarugo labial] en el labio inferior; algunas del tamaño de un quinto; pero no les sirve para silbar como he oído contar a varios viajeros que quizá nunca han visto un indio de cerca y seguramente no han ido siquiera a la frontera” (Novis 1917: 2, 3). Todos sus otros escritos son novelados. Sin embargo, tanto en ellos como en su conferencia, Novis juega entre realidad e imaginario, y lleva al extremo la confusión recurrente en esta época –y probablemente alentada tanto por los autores como por las expectativas del público– entre la llamada “literatura de viajes” y la novela. De hecho, es bien difícil saber dónde acaba la ficción de, para dar un ejemplo paradigmático, las novelas de Julio Verne, y dónde empieza la “realidad” de relatos como los de Thouar. Julio Verne se basó sobre relatos “reales” de viaje y obras científicas

para crear sus novelas; Thouar aprovechó, al revés, la ignorancia y credulidad de sus lectores para pintarse como un héroe de la aventura chaqueña. Más aún, y alimentando con creces esta confusión, en esta época en que la fotografía estaba en pañales, relatos de viajes y novelas estaban ilustradas en general por los mismos artistas. El mismo Édouard Riou, alumno de Gustave Doré y autor de la mayoría de las ilustraciones del libro de Thouar, fue pues uno de los dibujantes de las novelas de Verne, entre ellas algunas de las más famosas como Viaje al centro de la tierra, Veinte mil leguas de viaje submarino, o Los hijos del capitán Grant. Los escritos de Novis son una muestra cabal de este proceso literario. Varios de sus cuentos cortos pertenecen a una serie que tituló “Recuerdos de viajes”, aunque evidentemente no lo sean siempre, como en el caso del texto sobre la expedición Crévaux o el viaje al delta del Pilcomayo. Estos cuentos están, además, escritos en primera persona, reforzando así la impresión de una narración “real”, de algo vivido por el autor. Más aún, una nota en la edición en castellano de su novela más larga advierte al lector: “a pesar de su 31

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forma novelesca, [esta obra] constituye la relación fiel de las costumbres indias que el Sr. Novis pudo estudiar durante sus viajes” (Novis 1918-1919: 616). Recordemos también que esta novela, en su versión manuscrita francesa, titulaba “Cautiverio entre los indios matacos y tobas”, y llevaba como sub-título: “Estudio de usos y costumbres de los indios del Chaco”. Al publicar la novela 30 años después en Sucre, Novis invierte los títulos. Su libro se llama “Estudio de la vida y costumbres de los indios del Chaco”, y “Cautivo entre los indios” queda relegado como sub-título. Resultado de esta inversión es la afirmación de la veracidad de lo escrito, de su carácter “científico” revestido de la autoridad del que “estuvo allí” –la autoridad y la autenticidad de las que se jacta, pues, un “verdadero” estudio antropológico37. Para lograr este efecto de realidad, Novis se basa sobre personajes, lugares y acontecimientos reales. De los dos cuentos que reproducimos en la presente edición, El Parapetí se desarrolla en los tiempos exactos de la expedición Thouar, en el mismo campamento de Carumbei en el Isoso, incluyendo anécdotas reales como la exploración del cerro Tamané y la ida de un grupo de explo32

18 de diciembre: “Muy temprano llegamos a Iñau, finca rica productora de arroz, ají, caña de azúcar, plátanos y naranjas; descansamos el resto del día. En guaraní el nombre de este lugar quiere decir ‘agua negra’” (Thouar 1997 [1891]: 330)

Fig. 7. Iñau (Novis 1887: croquis 4)

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radores a Chiquitos; los personajes de Ñandú y Yaringui (el capitán isoseño Arïgui) también son reales, creando un marco totalmente plausible y verificable a la historia inventada de amor entre Novis y Ñandú. De la misma manera, el cuento La sed rememora sufrimientos padecidos junto con Thouar cuando ambos abandonaron el grueso de los expedicionarios en el Pilcomayo, y utiliza el episodio real del sacrificio de un caballo (una mula en el cuento) para beber su sangre. Y debemos creer que el procedimiento surtió efecto en la sociedad sucrense: la nota póstuma que más habría complacido al francés es, sin duda, aquella de La Democracia que, tomando al pie de la letra la fantasía de El Cautivo, recordaba a sus lectores que el profesor Novis exploró el Chaco “habiendo caído prisionero de las tribus tobas”.

Sin embargo, más allá (o a pesar) de estas tretas literarias que no son, pues, la exclusividad de Novis, la ficción no ganó en veracidad en sus textos: lo que ocurrió es el proceso inverso. Ni su novela más larga, calificada de “estudio”, ni la conferencia “verídica” de 1907 se corresponden con lo anunciado por su autor. En ambos textos, la mayoría de las informaciones “etnológicas” es falsa, inventada, errónea, o sacada de otros grupos y otros ejemplos. Los entierros “tobas” en tinajas, largamente descritos en la novela, son en realidad los entierros guaraníes (chiriguanos y “tapuis”); los ritos de matrimonio isoseños y tobas relatados en la conferencia de 1907, y retomados además en el cuento, son inventos puros; las isoseñas de pelo largo están confundidas en El Parapetí con las mujeres tobas de pelo corto, etc. El mismo descuido

Fig. 8. Firma de Teófilo Novis (CDL, correspondencia de la Sociedad Geográfica, 15 de septiembre de 1910) 34

22 de diciembre: “Hoy llegamos a Caraparirenda, de Cactos opuntia que los chiriguanos llaman Caraparí y de renda, ‘lugar’” (Thouar 1997 [1891]: 331)

Fig. 9. Caraparirenda (Novis 1887: croquis 5)

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se advierte en el uso que quiso dar Novis a las fotografías de Vaudry: para figurar el cacique toba Peloco padre, escogió una fotografía de un chiriguano; Peloco hijo, también toba, fue dibujado en la revista ¡Adelante! a partir de una fotografía de un joven choroti; la Ñandú isoseña debía ser representada por la fotografía de una toba, etc.38. En este sentido, pues, la mejor información etnológica que nos legó Novis está contenida en sus croquis, hechos con el mayor realismo posible para los “fines científicos” de la expedición.

ESTA EDICIÓN Poco o nada creíble desde un punto de vista etnográfico, sin verdadero brillo literario, la obra literaria de Teófilo Novis tiene otros méritos que sólo puedo evocar en el marco de esta introducción. Nos enseña de hecho mucho más acerca de

Fig. 10. Teófilo Novis, 1921 (Revista ¡Adelante!, Sucre, junio de 1921) 36

la imagen forjada sobre los indígenas en la Bolivia de esta época que sobre los grupos étnicos concretos del Chaco; es también, o sobre todo, ilustrativa de los pensamientos positivistas en boga acerca de la necesaria “civilización” de los indígenas. Estos temas requieren, sin embargo, de un estudio específico. En este volumen en cambio, serán los croquis de 1887 los protagonistas. Estos dibujos están aquí presentados siguiendo las etapas de la expedición Thouar: Isoso, Chiquitos, Macharetí y Pilcomayo. Los croquis del álbum de la Casa de la Libertad sólo llevan títulos escuetos y no proporcionan mayores explicaciones sobre los paisajes, gentes o cosas representadas. De esta manera, he escogido ilustrarlos con leyendas sacadas de textos del propio Novis, o de autores contemporáneos como Thouar, Gian-

Fig. 11. Recorrido de la expedición Thouar en el Chaco boliviano, 1887 (Thouar 1889: 203) 37

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necchini o Campos. Como se podrá apreciar en algunos de estos textos, deben ser leídos en función de los presupuestos de la época, particularmente en lo que concierne a los juicios de valor sobre los indígenas del Chaco. Para dar una idea de la prosa de Novis, dos cuentos acompañan los croquis: El Parapiti, en la parte dedicada al Isoso; y La sed, en el recorrido del río Pilcomayo. Ambos cuentos fueron escritos en francés (en 1897 y 1905 respectivamente) y traducidos al español por el propio Novis para publicarlos en la revista ¡Adelante!. Sin embargo, esta primera traducción peca por numerosos galicismos y errores que hacen poco agradable su lectura, y lo que se publicó de El Parapiti sólo es una primera parte del cuento. De esta manera, he escogido publicar aquí ambos relatos en una nueva traducción realizada a partir de los manuscritos franceses. No se trata, seguramente, de grandes obras literarias: pero sí son muestra del interés de un francés hecho boliviano, que dedicó décadas de su vida escribiendo sobre y soñando con su experiencia chaqueña.

38

Saliendo de Lagunillas, 17 enero de 1887: “La Peña es nuestra primera etapa” (Thouar 1997 [1891]: 339)

Fig. 12. Laguna de la Peña (Novis 1887: croquis 6)

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AGRADECIMIENTOS: Hace ya muchos años la entonces directora del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Marcela Inch, me hizo conocer los textos manuscritos de Novis conservados en el ABNB. Poco después Ana María Lema y Paola Revilla me hablaron del álbum de croquis encontrado en la Casa de la Libertad. Se inició entonces la investigación, apoyada por el Centro de Investigaciones Históricas y antropológicas (CIHA) de Santa Cruz, y el proyecto I+D+i Ref. HAR2015-64891-P (MINECO/FEDER, UE) que se desarrolla en el seno del TEIAA (2014SGR532), grupo de investigación consolidado por el Comissionat per a Universitats i Recerca del DIUE de la Generalitat de Catalunya. Si, hoy, los croquis y parte de los textos de Novis pueden salir a la luz, esto se debe al entusiasmo de

Fig. 13. Retrato de Novis por Riou, en base a una fotografía (Thouar 1997 [1891]: 457) 40

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todas las personas que apoyaron de alguna manera la investigación y la publicación y primero a Máximo Pacheco en la Casa de la Libertad y Judith Terán en el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia; también quiero agradecer a todos los que, desde Francia, España, Argentina o Bolivia, apoyaron de una u otra manera el trabajo: Pascale Absi, Noemi Chipana, Lorena Córdoba, Pilar García Jordán, Paula Peña, Michèle Salaun, Benjamín Torres, Valentina Dalenz y Diego Villar.

7. 8.

NOTAS 1. 2. 3. 4. 5. 6.

Cañete 1914 [1560]: 27-28. Matienzo 1922 [1566]. Toledo 1914 [1571]: 27-28. Ver, entre otros, Groff Greevers 1987; García Jordán 2001. Campos 1888; Thouar 1997 [1891]: 39-163. Informe de la comisión creada para informar sobre la expedición Thouar, sin fecha, firmado por M. Taborga (CDL 3-1-14 nº 886: 3). Cuando volvió la expedición a Sucre a finales de 1887, el explorador Minchin publicó en el periódico una carta dirigida a Thouar reprochándole haber errado en la identificación del San Miguel (La Industria, Sucre, nº 795, 17 de diciembre de 1887: 3). Entre

9.

otras acérrimas críticas a la actuación de Thouar, se puede consultar también la carta escrita por Nicolás Ortiz, médico de la expedición, al ministro de Relaciones Exteriores y Colonización el 28 de agosto de 1887 (Boletín nº 7 del Ministerio de Relaciones Exteriores y Colonización, 1887: 2324; ABNB PL 286). Thouar 1997 [1891]: 223 Bulletin des lois de la République Française, vol. 12, vol. 1873, vol. 1878. Partie supplémentaire nº 41. Nº 1846. État nº 7 d’Alsaciens et de Lorrains qui ont opté pour la nationalité française en exécution du traité du 10 mai 1871 ratifié par la loi du 18 du même mois et de la convention du 11 décembre 1871 ratifiée par la loi du 9 janvier 1872. Consultado el 31 de enero de 2016 en : http:// search.ancestry.co.uk/cgi-bin/sse.dll?db=alsacelorraineoptants&so=2&pcat=40&gss=angs-c&new=1&rank=1&msT=1&gsln=Novis&gsln_x=1&mswpn__ftp=France&mswpn=5087&mswpn_PInfo=37c0%7c1652381%7c0%7c5087%7c0%7c0%7c0%7c0%7c0%7c0%7c&MSAV=0&cp=0&catbucket=rstp&uidh=000 Journal officiel de la République Française. Lois et décrets. 30 juin 1904, année 36 nº 176, Annexes, p. 117c (apports à la Caisse d’Épargne, dépar41

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10.

11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20.

42

tement de la Seine). Novis abrió su cuenta el 4 de enero de 1874, con la suma de 11 francos y 82 céntimos. http://search.ancestry.ca/cgi-bin/sse.dll?gl=allgs&gss=sfs28_ms_f-2_s&new=1&rank=1&msT=1&gsfn=Th%C3%A9ophile&gsfn_x=1&gsln=Novis&gsln_x=1&MSAV=1&cp=0&catbucket=rstp&uidh=000, consultado el 31 de enero de 2016. De hecho, en su cuento Exploración del río Pilcomayo, Novis dice vivir en el mismo distrito de París. Novis c. 1890: 144-145. Thouar 1997 [1891]: 230, 245. Thouar 1997 [1891]: 247. Thouar 1997 [1891]: 262, 278. Lagunillas, 29 de diciembre de 1886; Thouar 1997 [1891]: 334. Thouar 1997 [1891]: 324. Giannecchini 1896: 307. Novis 1917: 1-2. Thouar 1997 [1891]: 474. h t t p : / / s e a r c h . a n c e s t r y. c a / c g i bin/sse.dll?gl=allgs&gss=sfs28_ ms_f-2_s&new=1&rank=1&msT=1&gsfn=Th%C3%A9ophile&gsfn_x=1&gsln=Novis&gsln_x=1&MSAV=1&cp=0&catbucket=rst-

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21. 22.

23. 24.

25.

26. 27.

p&uidh=000. Léonie nació el 26 de abril de 1858 en Saint Martin de Ré, de Louise Pennetreau et François Félix Thouar (archivos departamentales en línea, Charente-Maritime, Francia). Novis 1917: 10. Novis colocó cuatro avisos diferentes en La Industria desde el 26 de febrero de 1905 hasta el 4 de enero de 1906, haciendo propaganda de la “Escuela francesa” y ofreciendo clases de dibujos, copias de planos y, por último, también clases de francés. La Industria nº 2987, 8 de abril 1906: 3. Novis fue presentado el 20 de julio de 1906 por J. Jáuregui y aceptado como socio el 3 de agosto del mismo año (CDL Libro de Actas de la Sociedad Geográfica de Sucre del 15 de enero de 1904 al 26 de octubre de 1918: 26). Esta Sociedad fue fundada el 25 de mayo de 1919, siendo su director Ricardo Mujía. Otro miembro era Nicanor Mallo, también secretario de la Sociedad Geográfica y colega de Novis en el Junín. Suponemos que el “Mivos, Teófilo” que aparece entre los miembros es, en realidad, Novis (Alarcón dir. 1925: 684). La Democracia nº 227, 2 de septiembre de 1933: 4. http://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bp-

28. 29. 30. 31. 32.

33.

34. 35.

t6k63514675/f38.item.r=%22Th%C3%A9ophile%20Novis%22.zoom; consultado el 15 de enero de 2016. ABAS AA nº 66 – Hospital Santa Bárbara v. 12: 48-49. ABNB CGS t. 17: 169. El Orden (de tendencia conservadora) nº 46, 3 de septiembre de 1933: 4. El País (liberal), nº 1170, 2 de septiembre de 1933: 1 (recuadro). La Democracia (liberal) nº 227, 2 de septiembre de 1933: 4. La “felonía guaraní” es, por supuesto, una referencia a la guerra del Chaco que estalló en 1932. Instrucciones de A. Thouar a T. Novis, Lagunillas, 11 de enero de 1887; CDL 3-1-14 nº 885; publicado en el Boletín nº 4 del Ministerio de Relaciones Exteriores y Colonización, 1887: 10; ABNB PL 286. Thouar 1997 [1891]: 344, 387. J.-B. Vaudry trabajó entre 1903 y 1907 en la comisión de límites entre Bolivia y Brasil y Bolivia y Argentina (Chervin 1908: 108). Estuvo por el Pilcomayo en 1903, y colaboró con la misión científica francesa Créqui-Monfort, de la cual el libro de Chervin es un producto. El 14 de marzo de 1908

Vaudry fue aceptado como socio corresponsal de la Sociedad Geográfica de Sucre, de la cual era miembro Novis (CDL Libro de Actas de la Sociedad Geográfica de Sucre del 15 de enero de 1904 al 26 de octubre de 1918: 33). En estos años tuvo que tener lugar el encuentro entre ambos franceses. Algunas de las doce fotografías escogidas por Novis están publicadas en Chervin; logré identificar las demás gracias a la ayuda de Michèle Salaun, sobrina bisnieta de Vaudry, quien encontró las fotografías en Francia y las puso a disposición del público en su blog (juanbvaudry.canalblog.com). 36. Remito, entre otros, a los estudios de Chaumeil (2009) y de García Jordán (2015) sobre, respectivamente, la manipulación de imágenes relativas a las expediciones de Crévaux en la Amazonía y de Giannecchini en el Chaco boliviano. 37. Cf. Geertz 1989: cap. 1: “Estar allí. La antropología y la escena de la escritura”. 38. Estas fotografías fueron publicadas luego por Chervin (1908: 93, 131, 142).

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EL ISOSO Ξ

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Fig. 14. Vista del Chaco y de los cerros de oeste y suroeste, tomada del alto del cerro Curupautu (Novis 1887: croquis 59) 46

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La expedición Thouar llegó al Isoso en el bajo Parapetí (provincia Cordillera del departamento de Santa Cruz), el 3 de febrero de 1887. Salió el 9 de mayo, rumbo a Macharetí y, luego, al río Pilcomayo (Thouar 1997 [1891]: 348, 390). Durante estos tres meses de permanencia, el campamento principal de la expedición se instaló en la comunidad de Carumbei, también llamada Callejas por el nombre de uno de los cruceños adjudicatarios del lugar. En esta época las comunidades isoseñas estaban asentadas mayormente en la orilla derecha del río Parapetí, y río más abajo que en la actualidad. El “capitán grande” (jefe principal) de la región era José Manuel Iyambae, enfrentado a la

Fig. 15. El Isoso en el siglo XIX (Combès 2005: 161) 48

sazón con varios opositores y rivales, entre ellos José Manuel Arïgui. Ambos jefes fueron encontrados por la expedición Thouar, e Arïgui logró incluso un nombramiento oficial como “capitán grande” por parte del geógrafo francés, en representación del gobierno (Combès 2005: cap. 7). Tanto Thouar como Giannecchini y, siguiendo su ejemplo, el propio Novis, llaman “tapui” a los indígenas del Isoso. Ésta es una palabra guaraní que el Tesoro de Ruiz de Montoya traduce por “generación, esclavo; y así llama el guaraní á las demás naciones” (1876 [1640]: 355). El término fue registrado desde el siglo XVI en diferentes grupos de habla tupí y guaraní, para

Fig. 16. Indio tapui (Novis 1887: croquis 51) 49

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calificar a grupos diferentes. En el caso chiriguano, la traducción de “esclavo” o “cautivo” es sistemática. Diferentes grupos fueron calificados de tapii por los chiriguanos, a menudo con adjetivos específicos: tapuy-miri (“pequeños”: nombre registrado en el siglo 16 y aplicado a grupos chiquitos), tapuy-ete (“verdaderos, por excelencia”), tapuy-ñemi (“ocultos”). Sin embargo, los tapii por excelencia de los chiriguanos fueron los grupos chanés sometidos y esclavizados por ellos, y el término acabó siendo en esta región un verdadero sinónimo de “chanés”. Siendo los isoseños descendientes de estos chanés ex esclavos y “guaranizados”, fueron llamados “tapii” (castellanizado en tapui”).

Fig. 17. El Cerro Cortado, visto desde el Tamané (Novis 1887: croquis 63) 50

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“Desde el 3 de febrero de 1887 hasta el día viernes 6 de mayo de 1887 en que salió la columna de Carumbei con dirección a la misión de Macharetí, la Columna Exploradora tuvo su cuartel general en Carumbei del Izozog” (Informe de Thouar, 30 de enero de 1888: 1; CDL 3-1-16 nº 906) “La población de Carumbeí (aguada de la tortuga) […] es una plazuelita recién formada de solos 10 ranchos, en medio de unos algarrobos viejos, situado sobre un plano igual, ancho y espacioso. Su población es de unas 50 almas. Su rancho los ocupamos todos; y sus moradores se retiran a vivir en sus chacras” (Giannecchini 1896: 54)

Fig. 18. De Aguarati a Carumbei (mapa de Thouar, CDL 3-2-2 nº 911, mapa 4) 52

Fig. 19. Rancho de indios tapui en Carumbei (Novis 1887: croquis 41)

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Durante su permanencia en el Isoso y bajo la conducción de varios guías indígenas, la expedición Thouar realizó varias exploraciones hacia el Este, en busca del cerro San Miguel de Chiquitos y de la posibilidad de abrir un camino que llegue a Puerto Pacheco sobre el río Paraguay. Los expedicionarios subieron al cerro Tamané (probablemente el actual cerro Karua), avistaron el cerro Cortado y, según Thouar, vieron también al cerro San Miguel. El cálculo del francés resultó erróneo, y todos los intentos por pasar adelante fracasaron. El 31 de marzo, Thouar despachó a una comisión hacia Chiquitos (1997 [1891]: 374). Formaron parte de la expedición el P. Doroteo Giannecchini, que se quedó en Santa Cruz sin llegar a Chiquitos, el Dr. Nicolás Ortiz y el dibujante Novis. A este episodio se refiere el cuento El Parapiti.

Fig. 20. Guía – Indio tapui (Novis 1887: croquis 60) 54

Fig. 21. Itinerario del Cobei al cerro de Tamané (mapa de Thouar, CDL 3-2-2 nº 911, mapa 2) 55

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“Lo que Mr. Thouar llamaba Fuerte Olimpo era el verdadero Cerro S. Miguel; y lo que él llamaba cerro S. Miguel era el cerro Curundati” (Giannecchini 1896: 48)

Fig. 22. Cerro San Miguel del Izozog, visto del cerro Tamané (Novis 1887: croquis 62) 56

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Aguarati, 2 de febrero de 1887: “Mr. Thouar hace formar toda la tropa y manda enarbolar la bandera, con las etiquetas de ordenanza, y obliga a los tapii presentes de prestarla respeto y obediencia. Éstos desfilan uno por uno delante de la misma haciéndole una venia. Eran 53 tapii” (Giannecchini 1896: 49-50)

Fig. 23. Aguarati. Indios tapuis saludando la bandera boliviana (Novis 1887: croquis 42) 57

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“En las regiones más estériles del Chaco hay una planta que se llama cipoi, es una especie de patata fenomenal; una florcita colorada con el tallo de 10 a 20 cm. de alto, bien conocida de los indios, indica que más o menos un metro debajo de ella hay un fruto que contiene aproximadamente un litro de jugo, suficiente para aplacar la sed de un hombre; los desperdicios contienen todavía bastante humedad y alimento para que un caballo no se muera de hambre ni de sed; éstos no necesitan ni pasto ni agua y resisten perfectamente hasta 15 días sin probar otra cosa que los restos del cipoi” (Novis 1917: 16) El cerro Yoibide está ubicado por todos los mapas jesuíticos del siglo XVIII en el interior del Chaco, próximo a la misión de San Ignacio de Zamucos. Thouar pensó sin embargo haberlo encontrado en el Isoso, en el cerro Curupauti. En cuanto a la raíz del sipoy o cipoi (Jacaratia hassleriana), está utilizada por todos los indígenas chaqueños para suplir la falta de agua, particularmente durante los viajes. Fig. 24. Extracción del cipoi en el monte del cerro Yoibide (Novis 1887: croquis 52) 58

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LOS TAPUIS “La indumentaria de estos indios es sencilla y primitiva. En el hombre consiste en un taparrabos, al que añade un poncho, pero rara vez, y un sombrero de paja; llevan el cabello largo amarrado con una cinta de colores varios tejida por sus mujeres; el uso de la tembeta, como entre los chiriguanos, es general. Sus armas son muy rudimentarias; el arco, las flechas y una lanza grosera, formada por un palo sin labrar, en la punta del cual sujetan un cuchillo largo” (Novis 1917: 6)

Fig. 25. Indios tapui (Novis 1887: croquis 47 y 48) 60

“Tembeta. Distintivo de los chiriguanos. Tarugo de madera como un botón de camisa con dos orejas por detrás; la parte anterior es cilíndrica. Muchas tienen adornos que son cuentas o pedazos de porcelana en la parte anterior que queda fuera del labio inferior. Otras están forradas en una lámina de estaño estirada a martillo. El examen de la perforación muestra que el agujero se dilata lentamente. No presenta callosidades ni rugosidades y solamente en la abertura posterior las impresiones de las orejas. Perforan el labio a los hombres desde niños sin edad fija. He visto muchachos de 14 y de 15 años que todavía no estaban agujereados. Muchas veces es preciso hacerlo por fuerza por no someterse el cunumi [muchacho]. La operación se hace con un punzón. Después ponen un taruguito de madera cuyo grosor va aumentado gradualmente” (Camó 1887: 3v)

Fig. 26. Indios tapui (Dibujo de Riou en base a un croquis de Novis; Thouar 1997 [1891]: 387) 61

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“Se dejan crecer los cabellos que recogen en lo alto de la cabeza” (Thouar 1997 [1891]: 388)

Fig. 27. Sombrero de paja; Sombrero de cuero (Novis 1887: croquis 49 y 50) 62

Fig. 28. Recorte de pelo de los indios tapuis (Novis 1887: croquis 46) 63

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“Las mujeres, en lugar de la hoja de parra, se adornan, a veces, con un cuero de cabra, a modo de delantal, un collar como las chiriguanas y, en algunas, anillos en los dedos, formados por los de la serpiente cascabel. Como las chiriguanas, hasta las casadas, se pintan la cara de rojo, usan el cabello suelto y muy descuidado, formando contraste con el hombre, que lo cuida con verdadero esmero y prolijidad” (Novis 1917: 6)

“El rancho del Cacique se distingue por su amplitud y el número mayor de yambuis que lo rodean; el yambui es una enorme vasija de barro cocido que sirve para la fabricación de la chicha o cangüi” (Novis 1917: 6).

“Las mujeres se hacen una trenza bien ajustada” (Thouar 1997 [1891]: 388)

Fig. 29. Recorte de pelo de las indias tapuis (Novis 1887: croquis 45) 64

Fig. 31. Yambui (Novis 1887: croquis 22)

Fig. 30. India Tapui (Novis 1887: croquis 44)

Fig. 32. Yapepo (olla) (Novis 1887: croquis 16)

“Utensilios, ajuar, etc. Las vigas sirven para sujetar las flechas, el arco, los lazos, etc. Ganchos naturales, patas de corzo encorvadas, lazos arrollados en las vigas, redes colgadas, tutumas anchamente abiertas, conchas de armadillo encorvadas sirven para guardar las semillas de la siembra, los pequeños objetos, etc., y se ven sujetas a las vigas junto con la ropa de uso, las tutumas y las uracaru de inta (cucharas de almeja). La alfarería es tosca, hecha a mano sin rueda, sin pintura y sin más adorno que impresiones digitales en el cuello de algunas vasijas.

De éstas se conocen por sus tamaños y formas el yapepo, el yanbui, el iru y el ñaemini, algún plato, etc.” (Camó 1887: 2-2v) “Entre las diversas industrias de los chiriguano y chané, es la cerámica la de más alto nivel […] muelen la arcilla y la mezclan con fragmentos de jarrones cocidos y triturados para que recipiente no se rompa al ser cocido. Las vasijas se levantan con rollos de arcilla a la manera indígena usual. Para alisarlas, se emplean conchas o una mazorca desgranada, así como una varita delgada de bambú. La mazorca produce tenues rayados paralelos. La varita de bambú también se usa para medir, con el fin de lograr las proporciones correctas. Luego, el recipiente se pone a secar durante un día a la sombra antes de ser cocido. Generalmente no se trabaja más de una o un par de vasijas a la vez” (Nordenskiöld 2002 [1912]: 225-226) 65

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“En el ajuar de las casas chiriguanas ocupan un lugar de preferencia los mates […] con su paciencia chiriguana mediante un cuchillo u otra herramienta, el indio va grabando las figuras que se le ocurren” (Nino 1912: 181)

Fig. 33. Yatita (caracol) (Novis 1887: croquis 17) 66

Fig. 34. Ñae (platos); Yapepo guasu (olla grande) (Novis 1887: croquis 23 a 25)

Fig. 35. Mates (Novis 1887: croquis 18 y 19) 67

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“En Carumbey hemos asistido a las fiestas del carnaval; eso sí, el indio, para disfrazarse, tiene un chic especial; el pantalón lo usa como saco y el saco como pantalón; del tronco del samuhu, que es muy blando, se fabrica caretas que pinta y adorna con plumas. En estas circunstancias, pero sólo cuando hay extraños, las mujeres se visten del tipoi y son las más locas para festejar al dios Momo. La orquesta, como siempre, se compone de flautas de caña hueca y de tambores; la tonada es de cuatro a cinco notas, repetidas desde el amanecer hasta el otro amanecer. Es como para volverse loco; pero si la música resulta fastidiosa, las mujeres y niñas tapuis son muy simpáticas. Al comenzar el baile, los hombres forman rueda en media plaza, dejando un espacio libre para las parejas. De repente las mujeres y niñas se abalanzan cada cual sobre le caballero elegido y, sin dejarlo respirar, brincan, saltan y no aflojan su presa hasta que, cansadas ellas mismas, de un empujón lo tiran hasta el suelo, si el mancebo no está prevenido. ¡Qué lindo! Qué modo tan expedito para decir “¡ya basta!” Con qué gusto va a sentarse, ¡ay, pobre infeliz! Recién comienza el suplicio; por lo bien que lo ha hecho, los parientes de la muchacha le obligan a tragar un mate de cangüi, que tiene la capacidad de dos o tres litros, y, si no acaba, se enojan. Sólo aprovechando de que el indio se descuide, puede echarse el líquido por la 68

espalda y, de esta manera, libran el estómago de una inundación de chicha” (Novis 1917: 9) “Todas las caras se iluminan entusiasmadas por la danza. Algunos indios se han pintado la cara con urucú. La orquesta se compone de una docena de tambores y de una chirimía. El ritmo es siempre el mismo desde la mañana hasta la noche y desde la noche hasta la mañana. Reunidos en círculo, a la sombra de un algarrobo, hombres y mujeres, jóvenes y viejos brincan alrededor de un enorme yambui lleno de chicha dispuesta en medio de la plaza. Las mujeres se han vestido con su tipoi; y los hombres se ponen camisas. Algunos se han puesto una máscara (auerueru) tallada en el espesor de un samuhu. La sujetan alrededor de su cara con un pañuelo que lo envuelven al cuello y con una botella en la mano y oropeles en los brazos y en las piernas, se libran a saltos desenfrenados” (Thouar 1997 [1891]: 355)

Fig. 36. Baile de Carnaval de los indios tapui en Ipauasu (Novis 1887: croquis 57)

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“Mis compañeros miraban bailar y Mr. Novis sacaba vistas de ello […] He aquí el modo de bailar de los tapîi. Se reúnen doce o más tamboreros, algunos flauteros, guitarreros y violinistas; y comienzan una tonada lúgubre, triste y monótona, capaz de aburrir al más duro de tímpanos. Se presentan los tapîi enmascarados. Su máscara consiste en un tosco pedazo de madera soroche (samoon) mas toscamente labrado, con forma de boca y ojos y ensuciado con tinta de carbón u otra fruta del monte. Otras máscaras más civilizadas las forman de la mitad de una tutuma, a la cual pegan plumas, pelos, barbas y otras cosas que les vienen a la cabeza, que representen o asimilen de algún modo la cara del animal que se proponen representar, v. gr. de cabra, chivo, tigre, león, etc. Luego se atan o tapan primero la cara y cabeza con un pañuelo. Sobre de esto acomodan la máscara, le añaden plumas alrededor de la cabeza; y con este adorno para ellos tan precioso y lujoso, comienzan a dar brincos, vueltas y rodeos por largas horas al son lúgubre y monótono indicado. Las mujeres bailan con dichas máscaras, pero ellas no se ponen máscara. Usan ellas por vestido en esta circunstancia de un camisón suelto con mangas cortas, que representa un traje de señora” (Giannecchini 1896: 73-74). 70

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Fig. 37. Aueruueru (agüero; máscara de los indios tapui) (Novis 1887: croquis 53)

Fig. 38. Aueruueru (agüero; máscaras de los indios tapuis) (Novis 1887: croquis 54-56)

Fig. 39. Indio disfrazado para el baile de Carnaval en Ipauasu (Novis 1887: croquis 58) 71

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“Tancuanassi, caña hueca; tancuanassimimbi, instrumento musical hecho con caña (Giannecchini et al. 1916: 196)

Fig. 40. Tacuanasé (flauta) (Novis 1887: croquis 13) 72

Fig. 41. Angua (tambor) y nudo de un lazo para suspender el tambor (Novis 1887: croquis 10 y 11)

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“Este senene (lo llaman así porque su sonido es “se-né, se-nené, se-ne-né”) lo fabrican con madera de algarrobilla. Para agujerearlo adoptan una paciencia de semanas y meses, por medio de un clavo y un hierro cualquiera que hallen cerca. Lo afilan, lo atan fuertemente a un palo y lo giran incansablemente hasta que consiguen su perfeccionamiento. Con cualquier hoja vieja de cuchillo le hacen los tallados y dibujos […] lo cuelgan del cuello, mediante una cuerdecita con flecos, lo que supone un gran lujo” (Giannecchini 1996 [1898]: 139)

Fig. 42. Cenene (silbato) (Novis 1887: croquis 40) 74

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Aunque el diccionario de Giannecchini (1916: 87-88) traduzca “Ipiguara” por “remar” e “Ipiguaraca” por “remo”,, la presencia de este croquis es muy extraña, pues ni los chanés (tapuis) del Isoso ni los chiriguanos usaban canoas, ni por consiguiente remos.

Fig. 43. Ipiguara (remo) (Novis 1887: croquis 38)

“Para recibir a las visitas tienen asientos toscos, son de madera y los llaman Apica. Los hay de dos plazas y hasta de cuatro con sus respectivas divisorias, los hay para hombres y aun para niños, son de una sola pieza y los trabajan a fuerza de paciencia, excavándolos con el hacha” (Nino 1912: 180).

Fig. 44. Apeca (apika), toco de madera de una sola pieza (Novis 1887. Croquis 9) 75

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EL PARAPITI. RECUERDOS DE VIAJES (Cuento de Teófilo Novis, escrito en francés en Potosí, 1897; Traducción Isabelle Combès) Ñandú o Mandu realmente existió, y realmente fue la hija del capitán isoseño Arïgui (aquí “Yaringui”) (Combès 2005: 232). Novis la encontró probablemente en compañía de su padre, y le inspiró este cuento. En 188…, me encontraba en Carumbey, aldea de los indios tapuis, en el centro del Chaco boreal. Tras un día sofocante, el termómetro marcaba 49º a la sombra. Fui hacia el río Parapiti, distante de cinco a seis cuadras del pueblo, con la intención de tomar un baño para abrirme el apetito.

Fig. 45. Un toldo de expedicionarios en Carumbei (Novis 1887: croquis 43)

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Llegando al río que, en esta parte, es muy ancho, vi en la otra banda a una decena de indias bañándose. Al verme se consultaron, seguramente para saber si debían quedarse o no. Habiéndolo pensado, continuaron a juguetear en el agua casi tibia. A pesar de la distancia, reconocí que eran cuñas (mujeres indias tapuis) por sus cabellos cortados al ras.

En esta parte el río formaba dos brazos separados por una lengua de pantano (o arena limosa y movediza), de unos 20 metros de ancho, que formaba una verdadera barrera entre las bañistas pieles rojas y yo. El Parapiti debe precisamente su nombre a estos pantanos o arenas movedizas. Significa en lengua tapuis “comedor de hombres”. Secada por el sol, la capa de este limo parece dura y aquel que no sabe se mete decidido y sin temor, pero para su desgracia: no habrá dado cuatro pasos que sentirá faltarle el terreno bajo sus pies y se hundirá lentamente sin poder volver sobre sus pasos. Lo tragará despacio. Cuánto más esfuerzos hará para salir y más se hundirá, más rápidamente será tragado (es el término empleado por los tapuis), bajando poco a poco hasta desaparecer del todo. Cinco minutos después el limo se habrá cerrado de nuevo sobre él, sin dejar ni un rastro del desaparecido.

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Asistí personalmente al hundimiento de una de nuestras mulas que se desvió del buen camino al cruzar el río. A pesar de todos nuestros esfuerzos para salvarla se hundió en un cuarto de hora. Curiosamente, cuando está cubierto de agua este mismo terreno es tan sólido como la tierra firme. Uno puede meterse sin peligro en todas las partes sumergidas. Las indias conocían este peligro tanto como yo y por eso no temieron al verme. Por el contrario, una vez que estuve en el agua vinieron muy cerca. ¿Sería curiosidad, o sólo para hacerme ver sus curvas? Eran de todas las edades, viejas, jóvenes, etc. Una de ellas, una anciana de casi 80 años, flaca que daba miedo, con sus largos senos cayendo sobre la barriga, todo arrugados y resecados, un verdadero horror; las jóvenes, con pechos firmes, pezones redondos y duros, parecían de bronce. Ninguna se cuidaba mucho de ocultar su desnudez. Dos de ellas eran bastante bonitas. Habiendo concluido mi inspección, empecé a chapotear en el agua poco profunda para ocultar mi 78

“El solo nombre de Parapitiî, para quien comprende el significado, asusta y acobarda, pues literalmente dice agua-matadora, a mérito de las muertes que todos los años hace de transeúntes, por su corriente arenosa y fangosa” (Giannecchini 1896: 32) “Los chiriguano y chané no tienen embarcaciones, pero vadean extraordinariamente, y no es ninguna bagatela vadear estos ríos en tiempos de lluvia” (Nordenskiöld 2002 [1912]: 172) Fig. 46. Los expedicionarios pasando el río Parapiti (Novis 1887: croquis 7)

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miembro. Me había quedado con un poncho en los hombros. Remonté el río unos 500 o 600 metros y volví a bajar haciendo el muerto. Hacía unos diez minutos que estaba haciendo eso cuando de repente oí fuertes gritos. Pensé que era una broma pero, incorporándome para mirar hacia las indias, entendí que no era ningún chiste. Por el contrario, gritaban tanto como podían y se agitaban, estaban presas de un verdadero pánico. Entonces me di cuenta de lo que pasaba. No sé por qué, una de sus compañeras se había aventurado en la lengua de tierra movediza. Estaba en el medio, debatiéndose para intentar salir, la vi ya hundida hasta las rodillas. Era una de las jóvenes, estaba totalmente desnuda. No soltaba ni un grito, intentaba zafarse, pero en vano. Me quedé clavado donde estaba por el pasmo, el recuerdo de nuestra mula cruzó por mi mente (perdón por la comparación), me decía, la pobre chica está perdida pero esta vez no se trata de un animal, es una mujer, no puedo dejarla así sin socorrerla o, al menos, intentar salvarla. Todavía era casi una niña. 80

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Me decidí rápido, corrí hacia donde se estaba debatiendo. Con el ruido que hice corriendo en el agua me miró. Parecía más triste que asustada. Su tez ya no era color cobre, sino ceniza. Ya el fango llegaba a su cintura. Al verme correr hacia ella sus compañeras me gritaban: “¡No vaya, no vaya!”, pero no las escuchaba, seguía avanzando. Ya delante de la pobre india, puse el pie sobre esta tierra movediza. --

No vengas, carai, sino a ti también te tragará.

Sentí mi pie hundirse bajo mi peso y salté atrás. Por un momento había olvidado el peligro, pensando sólo en esta niña que necesitaba ayuda. Seguía hundiéndose. Apenas si se movía todavía, ya habían desaparecido a la mitad sus pequeños senos redondos. Un rato más, y ya sólo se veían los brazos y la cabeza. Dos gruesas lágrimas salían de sus grandes ojos negros. Las otras ya no gritaban, pero sollozaban y lloraban al ver desaparecer a su amiga, o tal vez su pariente, su hermana.

Sin poder aguantar más, saqué mi poncho, lo agarré por un lado y avancé de barriga, como un sapo. De esta manera abarcaba más superficie y tenía menos riesgo de hundirme. Cuando estuve lo bastante cerca, le arrojé el poncho sin largar la extremidad que agarraba firmemente. Pudo agarrar la otra extremidad y atársela en la muñeca. Ya era tiempo. Jalé con todas mis fuerzas, diciéndole de mover el limo delante de ella con su mano libre para zafarse, porque más lo movía y más se licuaba. Por fin pude sacarla poco a poco. Tuve que cambiar de lugar varias veces, sino me arriesgaba a que mis movimientos sean inútiles. Necesité más de hora y media e increíbles esfuerzos para volver al agua. Empezaba a cansarme, mi vista se nublada, cuando sentí el agua en mis pies. En este momento perdí el conocimiento. Sólo sentí que alguien me jalaba por los pies y pues, nada más, estaba desmayado. Un indio había llegado corriendo a los gritos de las mujeres y me había sacado del fango. Cuando recobré el sentido, estaba acostado en una cama de hierbas frescas, al pie de un algarro-

bo, cerca del río. Mujeres de cuclillas a mi alrededor me miraban y parecían espiar mis movimientos. Una de ellas, con un mate en la mano, me preguntó si tenía sed. No me di cuenta de dónde estaba ni de lo que hacían estas mujeres a mi lado. Miré maquinalmente hacia el río. Recobré poco a poco la memoria, me acordé de la pobre india que se hundía, solté un grito al acordarme. “¿Y la cuña?, pregunté, ¿ha muerto?”. Ya era casi de noche y buscaba con la mirada el lugar donde se había debido hundir. --

No, me dijo con una voz suave una linda indiecita, no estoy muerta porque me salvaste –y, agarrando mis manos, las puso en su cara.

Tuve un momento de dulce alegría al ver la candidez de esta hija del desierto, esta manera de mostrarme su simpatía, su agradecimiento. Pronto recuperé de mi malestar, aunque tenía agujetas en todo el cuerpo. Me levanté y tomé el camino de vuelta a la aldea, acompañado por la pequeña tropa. 81

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Mi ausencia había sorprendido a mis compañeros y varios habían salido a buscarme. Al llegar, las indias les avisaron pronto de lo que había ocurrido y cada cual me felicitó por haberme salvado sin más daño. El padre de la indiecita vino también a agradecerme y me hizo traer una gran tinaja de barro llena de canguy (bebida de maíz). Me acosté y tuve pesadillas toda la noche, me veía de nuevo en el pantano, me desperté gritando. Chorreaba de sudor, me volvía a dormir y de nuevo tenía el mismo sueño. Así, tuve que quedarme en cama en la mañana, me vino una especie de fiebre que una buena dosis de quinina alivió rápido. Durante el día tuve la visita de la indiecita que me trajo choclos y miel. Le pregunté cómo se llamaba. --

Ñandú, me dijo.

Le agradecí por lo que traía y volví a dormir. 82

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Dormí bastante tiempo, porque ya era de noche cuando desperté. Llamé para que me traigan un poco de caldo. Mi mozo vino con una vela y un gran tazón de caldo caliente. --

Vaya, teniente, ¿tiene a una compañera de cuarto?

Miré a mi alrededor y de hecho, vi a alguien de cuclillas cerca de mi cama. Era Ñandú. -----

¿Qué haces aquí?, le dije. Quiero velar tu sueño, me dijo, e impedir que te molesten. Pero debes irte ahora, puedo dormir solo. Dormiré tan bien aquí como en otra parte, me contestó.

Sin querer contrariarla, tomé mi caldo y despedí a mi mozo. Charlé un rato con mi compañera y caí de nuevo en un sueño todavía agitado. En la noche, sentó varias veces que me acomodaban mis mantas. Ñandú velaba de verdad mi sueño. La noche pasó más tranquila. En la mañana,

encontré a la indiecita acostada a mi lado sobre cueros de ovejas. Mi mozo trajo café. Invité una taza a Ñandú que aceptó y, después de nuestro desayuno, le dije que ya podía retirarse, que estaba libre. ---

Ya no estoy libre, dijo agachando la mirada. ¿Estás casada, tienes hombre?

Me miró a los ojos, como para hacerme leer en los suyos. ----

-----

No estoy casada y no pertenezco a nadie más que a ti. ¿Cómo que a mí? Sí, sin ti ya no viviría, sin ti estaría en el vientre del Parapiti. Soy tuya, puedes hacer lo que te plazca conmigo –al decir estas palabras, agachaba la mirada. Pero no quiero que te sientas obligada conmigo, sólo hice mi deber. Lo sé. Así, estás libre y podrás hacer lo que quieras. Quisiera ser tuya. No sé lo que es un

--

hombre. Sirvo todavía para un cacique, ¿me quieres? Pero mi pobre Ñandú, todavía eres una niña.

Ñandú levantó la cabeza como si la hubiese ofendido. --

¿Me viste temblar cuando me quería tragar el Parapiti? ¿No? Si fuera niña, habría llorado. ¡Que lo sepas, soy mujer!

Como no quise prolongar esta charla, me volví a dormir –debo decirles que puedo dormir cuando quiero. El sol ya estaba alto cuando me vinieron a despertar. Me habían designado para participar de una excursión al cerro Tamané, pero me excusé, no iba a aguantar un día a caballo. Y, pues, no sé qué me pasaba, las palabras de la pequeña Ñandú volvían a mi mente. La pobre no había dejado mi cabecera. Recién se levantó como a las 7 y salió. No duró mucho su ausencia. Volvió con un plato de locro. Tras ella venía un indio grandote, ni joven ni viejo, llevando una 83

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jarra llena de canguy. Es algo raro que un indio lleve algo a otro hombre. --

Es mi padre, el capitán Yaringuy, viene a agradecerte por haberme sacado del Parapiti, dijo la niña.

El hombre me hizo un montón de muecas y dejó la jarra. Le agradecí, invitándole un cigarrillo, y el buen hombre se fue contento. Pasé tres días charlando con Ñandú, fumando cigarrillos, riendo, etc. La expedición sólo volvió al tercer día en la noche, tuve entonces todo el tiempo para quedarme a solas con mi indiecita que no sabía qué inventar para darme gusto. Y pues, tanto va el cántaro a la fuente que deja el asa, y no encontré nada malo en eso. Lo peor era dejar a Ñandú en un estado interesante. Estaba feliz con su embarazo, así me lo dijo cuando me despedí. Acordamos que, si la expedición cambiaba de base, la acompañaría y entonces, a mi vuelta, siempre nos volveríamos a encontrar. La encargué especialmente a una cantinera que nos acompañaba desde el inicio de la 84

exploración. Acordamos y convenimos todo, y me fui después de besar a Ñandú. La comisión que integraba estuvo separada un mes y medio del grueso de la expedición, recorriendo las provincias de Santa Cruz de la Sierra, Chiquitos, etc. A nuestra vuelta en Carumbey, supimos que la expedición había salido a Macharetí. Después de su salida los indios habían abandonado Carumbey y encontramos a los ranchos desiertos o quemados. No pensé en preguntar por Ñandú, creí que había acompañado a la expedición. Salimos entonces de Carumbey sin habernos quedado más de una hora. De ahí a Macharetí había un centenar de leguas que hicimos en ocho días. Al llegar, pregunté por Ñandú. Todos conocían mis relaciones con ella y nadie se atrevía a decirme dónde estaba. Finalmente ya no aguanté y pregunté al jefe que me dijo que se había quedado en Carumbey, que no había querido seguir. Pero luego me enteré de lo contrario, él le había negado su incorporación en el convoy. Me quedé muy triste con esta noticia, no sé, pero creo que la quería.

Fig. 47. India tapui cargadora de agua (Novis 1887: croquis 20)

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Permanecí triste durante un tiempo. Si me hubiera dejado por su propia voluntad, me habría resignado más fácilmente, pero sabía que era lo contrario y que, cuando le ordenaron quedarse, había llorado y suplicado que no la abandonen. Pobre niña, en el estado en que estaba, nadie querría de ella, ¿qué será del niño? Es mío, estoy seguro, yo solo la poseí en toda su pureza. Nos quedamos acampados tres meses en la misma aldea. Entonces recibí orden para ir a Chiquitos con una comisión. No podía negarme y no pude inventar ningún pretexto, pese a las lágrimas de Ñandú que me quería de verdad y ya no quería separarse de mí. En fin, cada día pensaba más, quería volver en cuanto se termine la exploración, quería volverla a ver y también conocer a mi hijo. La exploración tardó todavía ocho meses. Tuve que ir a Buenos Aires y no podía pensar en encontrar a Ñandú. 86

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Unos días antes de la salida de Salta a Buenos Aires, encontré a un indio que nos había servido de guía muchas veces en el Chaco. Charlamos y me dijo que volvía de Lagunillas, que había visto a Ñandú, que tenía a un lindo niño que empezaba a andar. Era sirviente en casa del subprefecto y sólo tenía una esperanza: verme volver y no dejarme más. Pobre madre, si hubiera podido habría ensillado a mi caballo y habría ido a vivir con la indiecita y mi hijo. Ni soñarlo.

“Para que su cosmético sea perfecto, es necesario que se peinen. Y he aquí el peine, propio para sus cabellos cerdosos, fabricado por ellos mismos con un cuchillo cualquiera” (Giannecchini 1996 [1898]: 110).

Recomendé a este individuo explicar a Ñandú por qué no podía ir a verla, y prometerle que, tarde o temprano, volvería; que me sea fiel mientras tanto, y crie bien a su hijo. Le di un poco de dinero para ella y, pocos días después, tomé el camino a Buenos Aires. Sólo me quedé algunos días allá, me embarqué para Francia, y olvidé a la pobre Ñandú.

Fig. 48. Yu (aguja); kegua (peine) (Novis 1887: croquis 14 y 15) 87

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30 de enero de 1887 “La marcha se dirige hacia Cobei donde me dispongo a visitar el cerro de Tamané. Esta mañana han venido varios capitanes tapuis acompañados con algunos de sus súbditos. Hacia el medio día llegamos al pueblo de Cobei. Inmediatamente organizo mi salida para Tamané, dejando a los hombres de la columna bajo el comando del jefe militar. Llegamos al pie del cerro a las 5 y comenzamos la ascensión a pie, bajo la conducción de Chinoco, un viejo capitán tapui” (Thouar 1997 [1891]: 345-346).

Fig. 49. Indio tapui. Capitán Chinoco (Novis 1887: croquis 61) 88

Fig. 50. Indias tapui moliendo (Novis 1887: croquis 8) 89

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“Su mortero es un grueso tronco sacado del soto y plantado cerca de medio metro en tierra en la misma forma en que lo traían del monte. Y cavado en la parte más plana. Para cavarlo se sirven de carbones de fuego, colocando en torno al tronco tierra fangosa, para que quemen sólo las partes que ellos desean. Es trabajo del hombre tallar, cortar y pulir la manija hasta que se halle útil para el servicio, lo mismo que por el tosco tronco salvaje del mortero, pero después ya se convierte en deber de la mujer el tornearlo con fuego. Esta manija (mbaissoca), larga y pesada, contiene toda la gloria de la mujer chiriguana; y aunque se trata de una labor fatigante, nunca se cansa de manejarla”(Giannecchini 1996 [1898]: 92).

Fig. 51. Mbaisoca (manija del mortero); Angua (mortero) (Novis 1887: croquis 39 y 21) 90

Un tapui, “inspirado en lo que había visto en sus peregrinaciones, había dibujado con carbón en las paredes de su cabaña esbozos que representan tipos de carayes [karai], un ciervo, un tapir, un tigre, avestruces en reposo y en carrera, un jinete y un tapui flechando a un pecarí” (Thouar 1997 [1891]: 388)

Fig. 52. Dibujos hechos por los indios tapuis (Novis 1887: croquis 26 a 36) 91

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CHIQUITOS Ξ

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El 31 de marzo de 1887 un grupo de expedicionarios, del cual Novis formaba parte, salió desde el Isoso hacia Chiquitos. Se encaminó hacia el norte, cruzando el río Grande o Guapay por el “Puerto Izozog”, río más debajo de Abapó por donde se cruza actualmente. Luego volvieron a cruzar el mismo río en el “Puerto Chiquitos”, que corresponde al actual Puerto Pailas. Llegaron a San José de Chiquitos en tiempos de Pascua y exploraron a partir de ahí el cerro San Miguel y las salinas de Santiago. Este grupo se volvió a reunir con el grueso de la expedición en Macharetí, el 30 de mayo de 1887.

Fig. 54. Puerto del Izozog (Río Grande) (Novis 1887: croquis 64) 94

Fig. 53. India chiquitana (Novis 1887: croquis 74) 95

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“Los vaderos del Guapay son los indios de Abapó y otros puntos, que fueron reducidos por los PP. Misioneros del Colegio de Tarija. Es admirable su destreza para pasar equipajes y caminantes. Extienden un cuero de toro. Sobre de eso ponen todos los trastes. Luego recogen lo que fueron pies y manos del toro, lo atan y aseguran bien y lo resbalan al río. Aquí lo equilibran y luego comienzan a guiarlo con las manos o a tirarlo con una soga. Tienen su caballo, que consiste en un pedazo de timboî labrado a manera de duela de una cuba, largo de metro y medio a dos, sobre 15 a 20 centímetros de grueso, levísimo, con un cordel al extremo que le sirve como de rienda. Cuando llegan con la pelota de la embarcación al punto que les es forzoso nadar, cruzan a su espalda transversalmente el caballo o toco, como llaman los cruceños, y comienzan a nadar. Los brazos los tienen puestos sobre el caballo manoteando el agua como quien agarra o cava una cosa para echarla tras de sí, y con este movimiento arrastran la embarcación que tienen amarrada a su cuerpo mediante la enlazada de la soga. Cuando se cansan, se sientan en el toco como en un caballo, que lo dirigen con el cordel que tiene a modo de rienda. De esta modo y hacer salpicar ni una gota a los equipajes, llegan a la orilla opuesta. Actualmente el vado tendrán unos cien metros de extensión” (Giannecchini 1896: 111-112) 96

Fig. 55. Pelota (Novis 1887: croquis 65)

Fig. 56. Río Grande. Paso del río (Novis 1887: croquis 66)

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“Habiendo salido de Carumbei se dirigían hacia Santa Cruz pasando por el río Grande que atravesaron al anochecer en cueros de vacas y de bueyes. Los indios que viven en las orillas son los barqueros que hacen pasar viajeros y equipajes en sus botes de cuero de un equilibrio muy precario. El guía agarrado de un palo se marra y se lanza a nado jalando el cuero con un lazo. Los pasajeros tienen que quedarse completamente inmóviles. Tira de su carga por un espacio de 500 a 600 metros, el claro de luna que ilumina la escena hace aún más pintoresco este nuevo género de travesía” (Thouar 1997 [1891]: 396)

Fig. 57. Río Grande. Paso del río (Novis 1887: croquis 67 y 68)

Fig. 58. Río Grande (Puerto de Chiquitos) (Novis 1887: croquis 69) 98

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“Los indios disfrazados como para Carnaval, con máscaras de toda especie, las caras pintadas de rojo, azul, blanco, amarillo, verde, etc., con plumas en la cabeza, cascabeles en los tobillos y en los puños, con panderetas, tambores, pífanos, etc., se pasean en las calles y en la plaza delante del templo […] a las 10 suenan las campanas de la iglesia y, adivinad lo que pasa… todas las máscaras se precipitan al lugar santo […] Mientras el sacerdote dice la misa y eleva la hostia, todos estos enmascarados bailan haciendo sonar las cascabeles, golpean sus tambores y hacen girar sus matracas, cantando con voces enronquecidas por el alcohol y la chicha” (Novis 1918d: 562)

Fig. 59. Máscaras bailando en la iglesia de San José de Chiquitos (Novis 1887: croquis 70 y 71) 100

Fig. 60. Máscaras de los indios chiquitanos, San José (Novis 1887: croquis 72 y 73) 101

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“El buey se ensilla de la misma manera que el caballo o la mula y sólo la cincha debe alargarse para alcanzar a envolver el vientre que es muy grueso; no se hace uso de la brida y sólo se pasa una pequeña correa por la nariz expresamente agujereada para el efecto, formando un anillo al cual se amarra una cuerda delgada que tiene sujeta entre las manos el que monta; éste lleva espuelas: los bueyes son mansos, muy bien educados y obedecen a la voz […] A fin de poder hacer marchar a nuestros bueyes, Suárez nos dio una pequeña lección de conversación con ellos. Para avanzar es necesario gritarle: ¡hiza, hiza!, y para detenerlos, se emplean las sílabas ¡soo, soo, soo!; si el buey quiere detenerse, obedece; si no, sea capricho o mala voluntad, continúa la marcha” (Novis 1918d: 563)

Fig. 61. Viaje en Chiquitos (Novis 1887: croquis 75 y 76) 102

Fig. 62. Cerro San Miguel visto del sur (Novis 1887: croquis 77) 103

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“Empleamos todo el día 1º de mayo en buscar un lugar que nos permitiese ascender a la cima del San Miguel; vanas fueron nuestras tentativas realizadas en las caras S y SO del cerro; su corona casi verticalmente cortada, desnuda de toda vegetación, hace inaccesible por los costados indicados la cima del coloso del Chaco boreal” (Informe de Nicolás Ortiz, 11 de junio de 1887. CDL 3-1-15 nº 889: 2)

Fig. 63. Vista desde el cerro San Miguel de Chiquitos (Novis 1887: croquis 79) 104

“Lo que se veía era la salina de Santiago. La atravesamos por el medio marchando sobre una capa de sal, cuyo reflejo nos fatigaba la vista. Este lago es inmenso y bastaría por sí solo para salar todos los caldos de américa. Por la tarde volvimos a entrar al bosque, sin distinguir casi nada, tan fatigada teníamos la vista; acampamos y al día siguiente seguimos hacia el sur, llegando por la tarde al pie del solitario cerro San Miguel, al centro del Chaco boreal” (Novis 1918d: 565)

Fig. 64. Salina de Santiago de Chiquitos (Novis 1887: croquis 80) 105

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MACHARETÍ Ξ

Fig. 65. Cerro San Miguel de Chiquitos (Novis 1887: croquis 81) 106

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“La Columna Expedicionaria permaneció en la misión de Macharetí desde el 15 de mayo hasta el sábado 4 de junio, recibiendo de los PP Franciscanos la más generosa hospitalidad […] el domingo 29 de mayo a las 4 pm llegó a la misión la comisión que había mandado a Chiquitos el 31 de marzo” (Informe de Thouar, 30 de enero de 1888. CDL 3-1-6 nº 906: 4)

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Novis estuvo en dos ocasiones en la misión franciscana de Macharetí, al norte del río Pilcomayo. Primero visitó esta misión y sus vecinas en el viaje de ida desde Tucumán hasta Sucre, en 1886. Al año siguiente, el grueso de la expedición Thouar llegó el 14 de mayo de 1887 a Macharetí; Novis y los demás miembros de la comisión despachada a Chiquitos les alcanzaron el 30 de mayo y apenas cinco días después, el 4 de junio, el grupo volvió a partir rumbo al Pilcomayo. En Macharetí y sus alrededores, los expedicionarios estuvieron en contacto con los indígenas chiriguanos (hoy llamados “guaraníes”).

LOS CHIRIGUANOS

Estos indios son los más civilizados del Chaco.

En la que hemos demorado más es en la de Macharetí, atacados por las fiebres; nos era imposible montar a mula. Es en ésta en la que hemos recogido más datos, gracias al padre Sebastián Pifferi, que nos acompañaba y que, entonces, era prefecto de las misiones y que, después, fue nombrado Arzobispo de la Plata; ustedes todos lo habrán conocido.

Ustedes conocen a los cambas que cada año llegan a Sucre, trayendo loros, mates y aribibi;

En 1886 los indios cristianos que pertenecían a las misiones que hemos nombrado alcanzaban a

(extractos de una conferencia de T. Novis, “Los indios del Gran Chaco”, Sucre, 1917; las aclaraciones entre corchetes son de la editora)

Fig. 66. Misión de Macharetí (Dibujo de Dosso en base a un croquis de Novis; Thouar 1997 [1891]: 291) 108

pues éstos son los chiriguanos. Estos indios viven en las misiones o en sus cercanías. Han sido educados por los padres franciscanos, Las principales misiones que he recorrido son Aguairenda, Itau, Chimeo, San Antonio. Esta última está situada en la orilla derecha del río Pilcomayo, frente a la antigua misión de San Francisco. Cruzando el río, más al norte, visité la de Tarairi, la de Camatindi, la de Tigüipa y la de Macharetí; algunas de éstas se han vuelto curatos, pero no por esto los indios han cambiado de costumbres. En cada una de estas misiones hemos parado algunos días, teniendo así la oportunidad de estudiar las costumbres, las cualidades y los defectos de los indios.

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más de 20.000. ¡Qué lindo batallón se hubiera sacado; pero no eran reconocidos como ciudadanos! El conjunto de una misión tiene un aspecto agradable. Una plaza, casi del tamaño de la plaza 25 de mayo [de Sucre], rodeada de ranchos muy bien construidos, con sus corredores debajo de los cuales no faltan los pájaros preferidos de los indios; es decir, el loro y uno que otro monito mansito. En medio de la plaza, una gran cruz de madera, emblema de las misiones, extiende sus brazos como para proteger a los neófitos. La iglesia es construida bajo la dirección de los padres; no faltan las campanas para llamar a los fieles a los santos oficios. La iglesia de Macharetí es hermosa. Edificada sobre un montículo, domina toda la población. La nave puede contener más de 500 fieles. Durante mi permanencia en Macharetí, he podido estudiar de cerca al indio, tanto al hombre como a la mujer. Algunas pruebas sencillas de prestidigitación, prender un cigarrillo con un lente, tragar un cuchillo, etc., me sirvieron para conquistar amistades con ambos sexos; los indios 110

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me llamaban ipai, lo que significa brujo; me miraban como a un ser superior; yo tenía entrada libre en todas las reuniones. No había noche en que no se bailase en uno o más ranchos, y como entonces yo era muy jovencito y, además, el interés que tenía en estudiar las costumbres de mis nuevos amigos, no dejaba pasar ni una ocasión para asistir a estas fiestas. El padre Pifferi y los demás padres se encerraban en sus habitaciones para no molestar a los indios. En estas fiestas no faltaban ni la chicha o cangüi, como ellos la llaman, ni el trago, o más bien el alcohol, que los amigos cristianos de la vecindad introducen de contrabando; los fronterizos asisten con frecuencia a estas reuniones, venden el alcohol y beben gratis. El chiriguano en general –no hablo sólo del de las misiones– es hombre flojo y cuando tiene un grado de civilización, es amante de las bebidas fuertes. Es algo cobarde y no se atreve con el tigre como los demás indios del Chaco. Los trabajos pesados le repugnan; y si trabaja, es porque los padres le obligan. Pero tampoco los salarios son

muy elevados: un poco de tabaco, un pañuelito de a medio, equivale al jornal del infeliz. El chiriguano de las misiones se viste, por lo general, de un pantalón azul, un poncho y un sombrero de paja, tejido por su mujer; rara vez lleva camisa, y si la lleva, es por encima del pantalón. Ese es el gran chic del camba. Sólo los que viven en las misiones usan el cabello corto; los demás lo llevan largo, sin cortarlo nunca. El chiriguano, entre los muchos defectos que tiene, es el de ser jugador; ellos mismos se fabrican dados, pero diferentes de los que usamos nosotros; graban en ellos marcas especiales, rayitas, puntos, etc., que no he logrado descifrar.

Fig. 67. Mandepora (Dibujo de Riou en base a un croquis de Novis; Thouar 1997 [1891]: 294) 111

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Los cambas usan la tembeta en el labio inferior; algunas del tamaño de un quino; pero no les sirve para silbar como he oído contar a varios viajeros que quizá nunca han visto un indio de cerca y seguramente no han ido siquiera a la frontera. La tembeta está prendida a derecha e izquierda, entre carne y cuero; y bastante profundamente, para sujetar los lados de ella que desaparece en las heridas. Sólo viendo la operación se da cuenta uno de qué manera está sujeta, no es posible hacer esta prueba, por la sencilla razón que nadie se ha de prestar a ella. Yo me hice tatuar, pero no quise que me pongan tembeta.

La indumentaria de la mujer chiriguana es muy sencilla; se viste con una bolsa abierta de ambos lados, llamada tipoi, que sujeta a la espalda con una espina cualquiera en reemplazo de alfiler; un collar de cuentas azules al pescuezo, y nada más. Usan el cabello largo, trenzado, cuando son casadas; las viudas se lo cortan al ras y se pintan la cara de rojo en seña de luto; al enviudar, tienen que llorar durante un año cada noche, y las demás mujeres, parientes del difunto, acompañan a la viuda en sus llantos. Figúrense unos 20 o 30 perros aullando, y tendrán una idea aproximada de la tal música. Al escucharla, ¡el difunto debe gozar en su tumba!

El chiriguano casi nunca monta a caballo: es mal jinete, más o menos como los pongos de vuestras fincas; prefiere andar a pie y, si cambia de residencia, la mujer carga con el mobiliario; éste consiste en cueros, tutumas, yambuis, mates, etc., sin olvidar las gallinas, los loros y la guagua de pecho. El hombre abre la marcha, cargando su arco y sus flechas.

En la época en que estuve en Macharetí conocí al gran Cacique Mandipona [Mandepora].

La mujer es la bestia de carga; ella va por leña, por agua; cocina, fabrica el cangüi; ayuda en el cultivo de la chacra y en la cosecha del maíz. 112

Indio célebre, vivía con seis mujeres. Los Padres nunca han podido acostumbrarlo a que se contente con una; era muy testarudo el viejo y, como tenía mucha influencia sobre los indios, los padres temiendo una sublevación en el caso de que se enoje, lo dejaron con su costumbre. Varias veces Mandipona me invitó en su rancho; no era un rancho cualquiera. La prime-

ra vez que fui a visitarlo me sorprendió al ver un gran espejo de Venecia colgado en la pared; una mesa de comedor, sillas y baúles; le pregunté cómo había conseguido esos objetos, y me contestó orgulloso: “eso es regalo de mi compadre Arce, cuando fui a visitarlo. Él se comprometió a visitarme también, pero aún no ha venido y si vas a Sucre, dile que lo espero”. Efectivamente, después tuve ocasión de hablar con el doctor Arce y me dijo que Mandipona había estado en Sucre y que le hizo pasear en coche por las calles de la Capital, y que le obsequió los objetos que vi en Macharetí. El hijo mayor del Cacique Mandipona hizo sus estudios en Buenos Aires, y el general Roca fue padrino en el examen cuando se recibió de

Fig. 68. De Macharetí a la laguna de Camatindi (mapa de Thouar, CDL 3-2-2 nº 911, mapa 11) 113

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abogado en la Capital de la República Argentina. Habiendo muerto el viejo Mandipona1, su hijo lo reemplazó, y él es actualmente gran Cacique de los chiriguanos de Macharetí; es casado religiosamente y su mujer viste de traje, pero anda con los pies pelados. Las malas lenguas, que no faltan, dicen que tiene los mismos gustos que su finado padre y que no se contenta con tener una mujer.

EL PILCOMAYO Ξ

1. Esta nota de Novis es extraña, pues Mandepora falleció en enero de 1922: “Hoy 18 del mes de enero del año 1922 fue sepultado en casa particular el cadáver de José María Mandeponai, de unos 120 años, hijo de los finados Taruncunti y Anumaco. Murió de vejez. Fue bautizado in articulo mortis” (Archivo parroquial de Macharetí, “Macharetí Defunciones II, 1916 y sig.”, p. 58; gentileza Erick Langer). Novis hizo su conferencia en 1907 y fue publicada en 1917, cuando Mandepora seguía vivo. Probablemente el francés recibió informaciones erróneas al respecto. 114

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Marcha el Pilcomayo lento entre plomizas barrancas, y en sus playas juguetean flamencos y garzas blancas. Se extiende en su costa un bosque de gigantescas palmeras enlazadas por las lianas y vestidas de moreras, que en panorama presentan altas columnas, templetes, cúpulas, grandes arcadas y soberbios minaretes. (Campos 1897: Canto tercero)

Fig. 69. Río Pilcomayo (Novis 1887: croquis 86) 116

La expedición Thouar salió de Macharetí el 4 de junio de 1887, rumbo a la Colonia Crévaux y de ahí –en un contrasentido geográfico– a Puerto Pacheco a orillas del Paraguay. Entre marchas y contramarchas, la expedición resultó un rotundo fracaso, en gran parte por causa del mismo Thouar. Negándose a hacer caso a sus guías indígenas, el francés tomó rumbo al norte del río Pilcomayo –casi a punto de volver hacia el Isoso– en parajes sin agua. El 10 de agosto, Thouar abandonó el grueso de la expedición con un pequeño grupo de gente (incluyendo a Novis), buscando llegar solo al río Paraguay. Atacados por los “tapietes” y muertos de sed –lo que inspiró sin duda el cuento “La Sed” de Teófilo Novis–, fueron rescatados por una columna de la Colonia Crévaux.

Fig. 70. El Pilcomayo (Campos 1888) 117

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ESCENAS DE VIAJE 4 de junio: “Campamos a las 4 pm en las lagunas de Camatindi-guazu, habiendo avanzado por este rumbo más de tres leguas. La vegetación del trayecto recorrido es mediana y dominada por los sebiles y sotos con harto pasto. Los depósitos de agua en este punto son tres o cuatro según los años de más o menos crecientes de la quebrada de Macharetí- Estos depósitos o lagunas suelen secarse del todo en los años de larga sequía; son poblados de patos, pavas y otras aves y de pequeños pescados. Este lugar fue escondite de los chiriguanos y tobas antes de su reducción. A mérito de la fundación de Macharetí y de las paces de 1884, ahora es vaqueriza de blancos. Su vista al Oeste es pintoresca hasta la serranía. Los demás rumbos son atajados por las lomas que los rodean. La palabra Camatindi-guazu en chiriguano significa literalmente “lugar del blanco camayé grande”, derivante de camayé-ti, por enfonía nti-ndi por ti, especie de caña brava algo más gruesa y fuerte que el pasto, que crece que dicho lugar y que le ha dado el nombre” (Giannecchini 1896: 143-144) Fig. 71. Laguna de Camatindi (Novis 1887: croquis 82) 118

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5 de junio: “Excelente etapa. Magníficas llanuras cubiertas de pastos abundantes nutren a numerosos rebaños que pertenecen en parte a la misión y en parte a los bolivianos de la frontera. Acampamos en Carandaití, puesto avanzado del desierto” (Thouar 1997 [1891]: 397) “Campamos pues en Carandaiti-guazu en la orilla oeste de su gran laguna, en un arenal dormidero de ganado a las 4 pm. Hemos caminado como siete leguas. El cielo se encapota, sopla un fuerte sud helado, amenaza llover, pero se disipa por los vientos contrarios. Carandaiti-guazu fue en otro tiempo muy poblado de palmas. Ahora ha quedado con el solo nombre. Fue asimismo centro de reunión y un baluarte poderoso para los chiriguanos y tobas enemigos de los blancos y de las misiones. Después de sus correrías alevosas, aquí se refugiaban a descansar y a combinar aquí y acullá otros ataques invasores” (Giannecchini 1896: 145-146)

Fig. 72. Laguna de Carandaiti (Novis 1887: croquis 83) 120

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13 de junio de 1887. “A las 2 pm llegamos al fortín de Ñûapûa (campo redondo), así llamado porque lo rodean por todas partes lomas bastante altas […] El fortín de Ñûapûa es de unos 30 metros en cuadro, con dos torriones, y todo ello es de tabique” (Giannecchini 1896: 148)

Fig. 73. Itinerario de la laguna de Carandaiti a la laguna de Ñapua (mapa de Thouar, CDL 3-2-2 nº 911, mapa 13) 122

Fig. 74. Fortín de Ñuapua (Novis 1887: croquis 84) 123

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14 de junio de 1887. “Dan con unas lagunas y llegan a la de Iguagüina pînta (peña colorada) que nombran “de los Suris” por haber visto allí unos avestruces […] La laguna extensa contiene bastante agua, mas en los meses de septiembre y octubre se suele secar. En esta laguna se solían vivir algunas familias de tobas y chiriguanos” (Giannecchini 1896: 147, 151).

Art. 3º. Nadie podrá hacer un tiro sin pedir orden previa del comandante o de esta Jefatura, cualquiera que sea el caso.

Jefatura Superior de la Expedición al Alto Paraguay

Art. 4º. Se prohíbe todo contacto con los indios, lo mismo que entrar en sus ranchos, sacar objetos, etc. Si se hace notar la presencia de indios cuando la Columna esté en marcha, se dará inmediato aviso al Comandante. Se prohíbe igualmente admitir indios en el campamento.

Campamento en la “laguna de los Zuris”, junio 14 de 1887

Art. 5º. No se permite tampoco dirigir la palabra a los indios que están al servicio de la Columna.

ORDEN GENERAL La marcha se efectuará bajo la dirección del Comandante Militar y del modo siguiente: Art. 1º. Ningún expedicionario bajo pretexto alguno podrá alejarse o cortar la Columna. El que tenga que componer su montura se apartará del camino y tomará al galope su puesto. Art. 2º. Se prohíben los gritos, cantos, etc., y todo lo que por su naturaleza tienda a producir bulla. 124

Comuníquese y transcríbase. (firmado) A. Thouar (firmado). Julio M. Trigo, secretario (Boletín del ministerio de Relaciones Exteriores y Colonización nº 7, octubre de 1887: 11; ABNB PL 286) Fig. 75. Laguna de los suris (Novis 1887: croquis 85)

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“Las cuatro paredes del fuerte con sus dos inconclusos torriones, una hilera de casitas, ranchos de paja por el sureste y otros por el noroeste, mal hechos y desmantelados, es todo el lujo de esta Colonia” (Giannecchini 1896: 170)

Fig. 76. Río Pilcomayo, colonia Crévaux (Novis 1887: croquis 95) 126

Fig. 77. Colonia Crévaux (Novis 1887: croquis 96)

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INDÍGENAS DEL CHACO A lo largo de su viaje, los expedicionarios encontraron a varios grupos indígenas en ambos márgenes del río Pilcomayo. A grandes rasgos y siguiendo el curso del río se encontraban los tobas (grupo lingüístico guaykurú) desde Bella Esperanza hasta Cabayurepoti, mayormente en la ribera izquierda. La orilla derecha estaba ocupa-

“Todos los tobas, hombres y mujeres, llevan el pelo corto, que cortan con cuchillos, cañas o dientes de palometa” (Cardús 1886: 262)

Fig. 78. Cortes de pelo de los indios del Chaco (Novis 1887: croquis 104 a 112) 128

da por grupos matacos, o noctenes como se les solía llamar (actuales wichí o weenhayek, de habla mataco-mataguaya). Desde Cabayurepoti hasta Piquirenda, en la ribera izquierda estaban asentados los chorotis (actuales manjui), de la misma familia lingüística que los matacos. En Piquirenda vivían los güisnays, parientes de los “matacos”; los güisnays están mencionados por Campos (1888) y Thouar para la expedición de 1883, pero no así en 1887. Finalmente, río más abajo, se encontraban los llamados “tapietes”: a pesar de su nombre que hoy designa solamente a un grupo chaqueño de habla guaraní, estos “tapietes” parecen haber sido los actuales nivaklés, de habla mataco-mataguaya. Aunque Novis evoque a los matacos en su conferencia de 1917 y en sus cuentos, sus croquis de la expedición sólo tratan de los tobas, chorotis y “tapietes”.

Fig. 79. Máquina para hacer fuego (Novis 1887: croquis 122) 129

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[Fabricar una bolsa de caraguatá] “es oficio exclusivo de las mujeres tobas y noctenes. Sus telares son aquellas dos estacas que clavan en tierra a la distancia que quieren dar a la bolsa, que en su lengua llaman siquiet. Hacen pasar de una punta a otra una cuerdita y, sobre ésta, comienzan a realizar los nudos o puntos, hasta terminarla” (Giannecchini 1996 [1898]: 150).

“Las cuentas de conchillas y, en la época post-hispánica, de vidrio, se enfilan para formar collares […] Los indios del Chaco aprecian grandemente los collares de pequeños discos redondos hechos de conchillas de caracol […] un collar popular entre los choroti, los ashluslay, los toba, lengua pilagá, angaité y otros, consiste en una hilera de piezas rectangulares de conchas de almeja, con ambos bordes laterales ligeramente cóncavos, y con la superficie, muy parecida al nácar, decorada con una serie de orificios semiperforados” (Métraux 1996 [1946]: 122, 126, 128).

Fig. 80. Objetos usados por los indios del Chaco (Novis 1887: croquis 114 a 118) 130

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LOS TOBAS “La tribu de los tobas es numerosa. Vive en las márgenes del caudaloso Pilcomayo y ocupa una extensión de 80 leguas de largo sobre el río; éste les proporciona el pescado en abundancia y variado; el monte alto, en ambas orillas, está lleno de caza y diestros como son, no les falta nunca carne fresca. El hombre es de talla hercúlea; el tamaño medio es de 1 m. 80 más o menos: eso sí, ni tiene miedo a nada ni a nadie. Valiente y ágil, nadador consumado, pescador diestrísimo y jinete incomparable, entre todos los indios del Chaco es el más guerrero y el más temible; pero no es más salvaje y tiene algo de noble: no mata a traición si no es mandado, o si su propia conservación no le obliga. La tribu de los tobas es la más rica del Chaco; ninguna tiene tanto ganado vacuno como ella; las ovejas y los corderos no le faltan; la caballada, que vive en toda libertad, es hermosa y numerosa. Los tobas no necesitan chalán para domar al animal que quieren montar: ellos mismos enlazan un potro cualquiera, sin freno y sin montura: una ramita les basta; le montan de un salto y, a la buena o a la mala, el animal tiene que marchar a la voluntad del dueño; no hay caballo que resista a las piernas del toba” (Novis 1917: 10-11). 132

“Capital de los indios salvajes conocidos con el nombre de tobas […] Teyu, capital de la terrible tribu de los indios tobas” (Campos 1888: 634, 683)

Fig. 81. Teyu (Novis 1887: croquis 88)

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“Sus mujeres tejen sus redes de forma especial. Figúrense una cartera o, más bien, una de esas bolsas que usan las señoras para guardar su pañuelo y su dinero: tal es la forma de la red. Para pescar, el indio agarra las redes con sus dos manos y pega la zambullida, en el río, naturalmente; después de algunos segundos vuelve a la superficie trayendo en su red un pescado que, a veces, mide de 40 a 60 cm. de largo y a veces más, y que no pesa menos de 8 a 10 libras. Por casualidad he asistido a una pesca, se puede decir, casi milagrosa. Un toba sin red se lanzó al río y cuando volvió sobre el agua tenía un pescado enorme en sus manos: es cierto que las aguas del Pilcomayo, cuando no hay crecientes, son muy claras y se ven los pescados remontar la corriente; sin embargo se necesita destreza para agarrar un pescado de esta manera” (Novis 1917: 11).

Fig. 82. Redes de pesca (Novis 1887: croquis 123 y 124) 134

Fig. 83. De San Juan al campamento de Teyu (mapa de Thouar, CDL 3-2-2 nº 911, mapa 21) 135

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Los indios fabrican ellos mismos sus pipas para fumar; éstas son de madera, o de simple caña hueca” (Novis 1917: 13). “Los indios son fumadores tan apasionados que cualquier fumador blanco, viejo y vicioso, se asombraría” (Nordenskiöld 2002 [1912]: 94)

“Algunos de ellos, y sobre todo las mujeres, se pintan la cara de una manera indeleble. Al efecto, con una espina cualquiera, o con una paja, se punzan y rayan superficialmente el cutis, formando círculos, ángulos y rayas a lo largo y trasversalmente de la frente, nariz, mejillas, barba, cerca de la garganta y hasta en los párpados; pasando después por ellas ceniza, carbón o el zumo de algunas raíces, lo cual penetra dentro de la piel y no se borra más, desfigurándose así horriblemente la cara” (Cardús 1886: 262). 136

“Su costumbre de tatuarse […] consiste en marcarse indeleblemente por la dolorosa introducción entre la epidermis y la piel de tintes azules o rojizos en los brazos, carrillos, frentes, círculos o semicírculos concéntricos, estrellitas, triángulos, puntos, en línea recta, paralelos” (Campos 1888: 254-255)

Fig. 84. Mujeres tobas (Novis 1887: croquis 89 y 90)

Fig. 85. Cachimbas (Novis 1887: croquis 119 a 121) 137

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“Campamos en la playa de Teyu, habiendo avanzado unas 3 leguas. Hay una toldería de tobas recién abandonada” (Giannecchini 1896: 160)

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“Amarran las puntas de los troncos juntos, y ya tiene el esqueleto o armazón del palacio. La parte interior, bien nivelada, forma el piso, No usan alfombras; con paja, que no falta, cubren la armazón y la sujetan con fibras o lianas delgadas, dejando una sola abertura que servirá de entrada; un cuero de vaca remplaza la puerta” (Novis 1917: 14). “Su choza de forma cónica está hecha de ramas de árboles, la entrada es baja y estrecha (Thouar 1997 [1891]: 102)

Fig. 86. Ranchería toba abandonada (Novis 1887: croquis 113) 138

Fig. 87. Rancho de los tobas (Novis 1887: croquis 87) 139

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“El lujo del toba es el de usar un adorno en las orejas. Éste consiste en un tarugo de madera liviana. Desde niño se planta una espina en el lóbulo de la oreja y, poco a poco, va aumentando el grosor del tarugo, estirando el lóbulo, que llega a tener el grosor de un hilo y el tarugo el diámetro de 5 a 6 cm., casi como las tapas de los barriles de cerveza” (Novis 1917: 14).

“Para parecer mejor, hombres y mujeres se agujerean también las orejas, metiendo en ellas pedazos cilíndricos de madera, tan gruesos algunos y tan pesados, que las orejas les llegan casi a los hombros” (Cardús 1886: 262-263)

“Enormes aros de madera, de sólida superficie circular, con diámetro de 67 mm y 32 de espesor, atraviesen sus orejas, para lo cual la parte carnosa inferior ha tenido que dilatarse hasta aparecer tenue cintillo de goma” (Campos 1888: 249)

Fig. 88. Adornos para las orejas (Novis 1887: croquis 91 y 92) 140

Fig. 89. Adornos para las orejas (Novis 1887: croquis 93 y 94) 141

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LOS CHOROTIS

“Generalmente los hombres choroti están tatuados y las mujeres siempre lo están […] Hice tatuar en mi brazo el diseño choroti que corresponde a la frente […] La anciana preparó en la palma de la mano pintura negra con carbón y saliva. Luego, sirviéndose de una varilla, pintó con este color una figura en mi brazo y después pinchó fuertemente sobre ella con la espina de un cactus, Una vez terminado esto, escupió sobre la herida y con el puño frotó la saliva en mi sangre” (Nordenskiöld 2002 [1912]: 68-73)

Los chorotis, hoy llamados manjui, son indígenas de habla mataguaya. En la actualidad viven en el Chaco argentino y paraguayo. “Los chorotis colindan con los tobas por el sudeste y ocupan la banda izquierda del Pilcomayo comprendida entre Cabayurepoti y Piquirenda. Puede ser muy bien que una parte de dicha tribu esté establecida también en la margen derecha de dicho río, inmediata a los güisnais. Los chorotis parece que son bastante numerosos y aguerridos, y digo esto porque he sabido que se hacen respetar de los tobas, con quienes por otra parte conservan amistosas relaciones, distinguiéndose empero de ellos por ser de genio más pacífico y menos holgazán. Crían ganado vacuno, caballar y lanar y se mantienen también de pesca, caza y frutas silvestres; y parece que cultivan alguna cosa. Su lengua es distinta de las que hablan las tribus vecinas. Acostumbran pintarse el cuerpo y agujerearse las orejas como los tobas y aún más” (Cardús 1886: 269)

Fig. 90. Indio choroti (Novis 1887: croquis 125) 142

Fig. 91. Tatuajes de los chorotis (Novis 1887: croquis 127-128) 143

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“La raza es grande y fuerte. Tanto hombres como mujeres se agujerean las orejas. Casi todos tienen los cabellos al ras, algunos se hacen tatuajes en partes de la cara y del cuerpo” (Thouar 1997 [1891]: 426-428).

Fig. 92. Tatuajes de los chorotis (Novis 1887: croquis 129-132) 144

Fig. 93. Choroti. Corte de pelo (Novis 1887: croquis 126) 145

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LOS “TAPIETES” Los indígenas que hoy se conocen como tapietes (o ñandeva, en Paraguay) son un grupo chaqueño de habla guaraní. Sin embargo, este nombre puede prestar a confusión. Se trata en efecto de un término guaraní, superlativo de tapii: “muy tapii, verdadero tapii”, algo así como “verdadero esclavo”. Al igual que tapii entonces, este término pudo designar a muchos grupos totalmente diferentes entre sí. De hecho, en opinión de Nordenskiöld y Métraux, los “tapietes” encontrados por la expedición Campos/Thouar en 1883 y por la expedición Thouar de 1887 eran en realidad grupos nivaclés (a quienes Nordenskiöld llama ashluslay), de habla mataguaya (Nordenskiöld 1910; 2002 [1912]: 25; Métraux 1996 [1946]: 69). Por cierto, Novis indica en su texto de 1917 que los tapietes hablan guaraní, lo cual podría corresponder con los actuales tapietes. Todo indica que, por la confusión producida por el nombre, el francés mezcló informaciones relativas a los tapietes y a los nivaklés.

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Fig. 94. Hombre tapieti (Novis 1887: croquis 97)

Fig. 95. Indio tapieti asando tripas (Novis 1887: croquis 101)

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“Otra tribu interesante es la de los tapietis; ésta no tiene residencia fija; tan luego vive en las orillas del Pilcomayo, más debajo de la región ocupada por los tobas, como en el interior del Chaco. El Chaco es inhabitable en tiempo de lluvias, entonces se forman inmensos pantanos y hasta las fieras abandonan las selvas para acercarse a las orillas del río que está en más altura que la parte interior del Chaco” (Novis 1917: 15)

Fig. 96. Mujer tapieti (Novis 1887: croquis 98) 148

Fig. 97. Hombre y mujer tapietis (Novis 1887: croquis 99 y 100) 149

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Fig. 98. Indios tapietis pintados para pelear (Novis 1887: croquis 102 y 103)

Fig. 99. De “La Sed” al “Overo degollado” (mapa de Thouar, CDL 3-2-2 nº 911, mapa 50) 150

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LA SED. RECUERDOS DE VIAJES (Cuento de Teófilo Novis, escrito en francés en Sucre, 1905. Traducción Isabelle Combès) Este cuento fue inspirado por los sufrimientos padecidos en el Chaco boreal sobre todo cuando, a partir del 10 de agosto, Novis junto con Thouar y Prat se apartaron del grueso de los viajeros. De hecho, uno de los campamentos establecidos en estos días fue llamado por Thouar “La Sed”.

Agua, agua!

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encontrar agua, habían avanzado adelante, siempre adelante, pero sólo encontraron arena, siempre arena, en la cual crecía una hierba amarillenta y seca. Los animales que montaban no habían tomada nada en seis días y apenas avanzaban, las orejas colgando, la cabeza casi tocando el suelo, los ijares hundidos, tropezando en cada paso, agotados por la marcha forzada. Los viajeros no habían parado ni de noche con la esperanza de encontrar agua, un charco, un pozo. Pero nada. Con su ropa hecha jirones, casi desnudos, parecían dos espectros, flacos, los ojos hundidos en sus órbitas, los cabellos y la barba largos y despeinados. ¿Adónde iban? ¿Por qué estaban en este desierto? ¿Buscaban la muerte?

Dos viajeros montados en mulas estiraban el cuello y miraban hacia el sol levante. Una linda pampa con palmeras, todo bien verde, mostraba que debía haber agua.

No, por la ciencia estos hombres recorrían lo desconocido, para trazar nuevas rutas para el comercio, para llevar la civilización a los pobres salvajes.

Hacía 24 horas que nuestros dos exploradores no habían bebido. Se habían repartido su última ración el día anterior. Con la convicción de

El grito ¡Agua! salió de sus bocas como un estertor. Sus lenguas secas estaban hinchadas. La esperanza de encontrar agua les había dado nue-

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vas fuerzas. Espoleando a sus pobres mulas para acelerar su marcha, pronto llegarían. De repente, uno de ellos detuvo a su mula. “¿Qué pasa, ya no veo, hermano”, dijo a su compañero de viaje. “Tranquilízame, ¿ves todavía?” --

No, ya no veo nada tampoco. ¿Será la sed que nos nubla la vista?. Pero vi las palmeras, el pasto verde.

--

Es imposible, nada, ¡Oh, qué sed tengo!

La llanura se extendía hasta perderse de vista. Arena y hierba amarillenta. --

Vamos, hermano, adelante.

Retomando su triste marcha sin pronunciar un palabra, estos dos hombres avanzaban al ritmo lento de sus mulas. Lo que habían visto era un simple espejismo. ¿Cuántas veces sucede a los viajeros del desierto ver oasis, poblados, minaretes? Lanzan a sus caballos al galope y, cuando creen acercarse, todo desaparece.

El día había sido caluroso, podía haber 45º a la sombra y ni un solo árbol para cobijarse. Nuestros dos viajeros seguían avanzando, y no encontraban nada. Pronto iba a desaparecer el sol y sería imposible ir más lejos. Tendrían que detenerse donde sea, esperar a que los animales descansen un poco y después, ¿encontrarían agua? Llegó la noche y nuestros dos desgraciados desensillaron sus mulas que cayeron más que se echaron. Sin preocuparse por extender sus mantas, Luis y su hermano se echaron en el suelo todavía quemante. Poco a poco refrescó el aire, pero sin calmar la sed que les devoraba. Sin embargo sentían algo de bienestar, quisieron dormir, pero la sed les despertaba cada rato. En su sueño febril, soñaban con estar en el agua hasta el cuello, veían agua muy clara pero, en el momento de probar el líquido tan deseado, se despertaban y volvían a la triste realidad. Si todavía pudiera caer un chubasco, con qué gusto recibirían una buena ducha. 153

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Pero ni una nube, el cielo estaba despejado, las estrellas parecían burlarse de los dos infelices. La luna llena les miraba con un sonrisa burlona. Cerraban los ojos para no ver este inmensidad. En estas circunstancias es cuando el hombre se siente pequeño. ¿Por qué haber llegado desde tan lejos a este desierto? En las ciudades, en los lugares poblados, se bota el agua, no se quiere tomar, no se tiene sed, se tiene de todo a voluntad. Oh, si un día volvemos, tomaremos, tomar, siempre tomar. La frescura de la noche alivió un poco a los dos hombres perturbados. El mayor empezó a hablar.

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--

Dime, hermano, ¿lamentas haberme acompañado?

--

Oh, mi Luis, estoy feliz de estar contigo. Estar solo en la situación donde nos encontramos, debe ser más terrible aun, morir solo en esta inmensidad, debe ser horrible.

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--

Habría hecho viniendo solo sin exponerte a estos tormentos. Yo estoy acostumbrado pero tú, pobre hermano, es tu primer viaje, sí, me arrepiento.

Habían enflaquecido de manera espantosa. Su tez estaba verde, los ojos rodeados por un gran círculo negro, los labios hinchados. Volvieron a caminar, las pobres mulas vacilaban como ebrias.

--

Mi Luis, no, no hables así –y, abalanzándose sobre su hermano, lo abrazó con todas sus fuerzas. Encontraremos agua mañana, tengo un presentimiento.

--

Yo también, hermano, creo que Dios no nos abandonará, hay que tener confianza y fuerzas.

El sol parecía más fuerte que la víspera. Cuarenta horas sin tomar, si no encontraban agua ahora, estaban perdidos. Hacia las 10 de la mañana, la mula de Luis se cayó y él se quedó con su pierna atrapada debajo de ella. Su hermano se apeó y lo ayudó a liberarse. Con muchos esfuerzos, también lograron poner de pie a la mula.

--

Si por lo menos nuestros animales no estuvieran tan cansados. ¿Quién sabe si mañana podrán todavía llevarnos?

--

A pie, oh, ¡estaríamos perdidos! El descanso y la frescura de la noche les dará fuerzas a estos pobres animales.

La noche pasó, larga como un siglo. En la madrugada ensillaron a sus mulas, dejando todo lo que era inútil o no tan necesario, para aliviar la carga. Apenas si tuvieron fuerzas para montar.

Un poco de agua y estarían salvados, pero nada siempre. Hacia el medio día la mula de Luis volvió a caerse, pero esta vez para no volver a levantarse. Estaba muerta. --

Luis, le dijo Ernesto, ¿si tomáramos su sangre? Porque está muerta de verdad, y su sangre tal vez aplacaría nuestra sed.

En efecto. Luis sacó su cuchillo y abrió el cuello del cadáver, brotó un chorro de sangre. Los dos hermanos llenaron sus cantimploras y tragaron cada uno dos tazas. Oh, qué rico era, aunque

un poco tibio. Les parecía renacer. Pero ahora, uno de ellos estaba de a pie, y ninguno quiso montar la mula que quedaba. Finalmente el hermano menor aceptó montar y, seguido por Luis, reanudaron su marcha. Por un momento la sangre que habían bebido les reanimó, pero duró poco. La sed volvió, más fuerte. La mula se detuvo, imposible hacerle dar un paso más. Luis la empujó por atrás, el esfuerzo la hizo caer, e imposible volverla a levantar. ¿Qué hacer? --

Sigamos a pie, hasta que caigamos nosotros también.

Hacia las 4, Ernesto se mareó y se desplomó. Luis no tuvo ni el tiempo ni la fuerza para agarrarlo. --

Hermano, ¿qué te pasa?

La palabra “sed” salió de la boca del pobre Ernesto como un estertor. --

Recóbrate, hermano, si todavía pudiera 155

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llevarte, ¡oh, qué horrible!, dijo retorciéndose las manos. Luis miraba a su alrededor, buscando de qué lado podía venir el auxilio pero nada, la inmensidad, la pampa sin fin. Pero dos torcazas levantaron el vuelo a unos cien metros, y las vio. ¿Habría agua allá? Haciendo un supremo esfuerzo, llevó a su hermano en sus brazos. Apenas pudo dar seis pasos y tuvo que dejar su querida carga. --

“Sed, sed”, repetía Ernesto. Sus ojos abiertos tenían la mirada fija y nublada, su cara estaba amarilla y verde, un verdadero cadáver.

Luis caminó en dirección de donde había visto a las torcazas, dejando ahí a su hermano, a la gracia de Dios. --

Si hay agua, lo salvaré, sino vuelvo a morir a su lado.

El esfuerzo que había hecho llevando a su 156

Fig. 100. Recogemos la sangre en nuestras tazas (Dibujo de Riou en base a un croquis de Thouar; Thouar 1997 [1891]: 441)

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hermano lo había agotado a él también y apenas podía avanzar. Finalmente llegó a una hondonada del terreno. En el fondo había lodo húmedo, pero no agua. Luis se acercó, tomó un poco de lodo y lo apretó en sus labios que ardían, ¡oh felicidad, qué rico era! Estaba muy húmedo, y lo alivió. Sin perder tiempo tomó un buen puñado y volvió donde su hermano. El desgraciado estaba en el mismo lugar, sin dar señales de vida. Su cara estaba contraída, se leía el sufrimiento en su rostro. Cuando Luis le aplicó un poco de lodo húmedo en los labios, tuvo un estremecimiento, sus ojos expresaron satisfacción. Las pocas gotas que filtraban del lodo en su garganta seca le debían parecer buenas.

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--

Luis retiró el lodo para poner otro más fresco. ¡Más, más!, decía Ernesto.

--

Sí, hermano, hay más, estamos salvados, un esfuerzo más, cerca de aquí hay mucho, mucho, si sólo pudieras andar hasta allá.

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--

Sí, tengo que hacerlo, dijo Ernesto.

La poca humedad del lodo le había hecho volver en sí pero seguía sin fuerzas. Intentaba en vano levantarse, no podía pararse y Luis, cada vez más débil, no podía sostenerlo. --

Anda Luis, te seguiré a gatas.

Llegaron arrastrándose al barro húmedo. Ernesto chupó directamente de la tierra, lamiendo las partes más húmedas. Qué rico, decía a cada rato. Luis también aplacaba su sed de la misma manera, pero era poca la cantidad de agua que tragaban. Estaban ahí cuando oyeron pasos detrás de ellos. ¿Quién podía ser? Los indios, nadie más. Luis se incorporó y vio a su última mula acercándose a pasos lentos. El pobre animal también había sentido la humedad y venía guiado por el instinto. Ni prestó atención a sus compañeros, entró en el lodo y lamió las partes más húmedas.

--

¡Oh, mira, hermano!, dijo Luis a Ernesto, ¡Agua!, mira, es verdad.

La mula había hundido sus cascos en el barro y, bajo su peso, brotaba agua donde había pisado, un agua sucia, por cierto, pero era agua. Los dos hermanos pudieron satisfacer su sed, llevaban 54 horas sin tomar ni una gota. --

Al cabo de un rato Luis dijo a su hermano:

--

Basta ya, ya no hay que tomar.

--

Pero todavía no tomé nada, hermano, sigo con sed.

--

Volverás a tomar más tarde, basta por ahora, te podría hacer daño.

La voz se aclaraba, las fuerzas volvían también. La sed debilita al hombre más fuerte más que el hambre, pero cuando se encuentra qué tomar, las fuerzas vuelven rápidamente, como por encanto.

También tomaba la pobre mula, buscando agua donde había pisado. Seguía con los arneses. Luis la desensilló, le sacó las riendas, dejándole solamente una soga. Había un poco de carne seca (charqui) en las alforjas. Los dos hermanos se dividieron las raciones y sacaron agua en una taza para la noche. Al igual que en la noche anterior se acostaron sobre la arena, pero esta vez pudieron dormir. La mula, que había tomado todo lo que quiso, también se echó, a su lado, como si hubiese entendido que todavía podía ser útil a los dos viajeros. En la mañana temprano se levantaron. La mula pastaba en la hierba amarilla. Luis empezó a ensillarla. Menos acostumbrado que Luis, Ernesto estaba todavía muy débil, así que él montaría la mula. Antes de salir, ambos tomaron un buen trago de agua, y adelante. --

¿Volveremos a encontrar agua?, dijo Ernesto.

--

No hay que pensar en eso. Quedamos 54 horas sin tomar, podríamos todavía 159

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quedarnos un día sin beber y seguramente, antes de la noche llegaremos al río que estoy buscando. No debemos estar lejos, está bien indicado en el mapa y creo estar en la buena dirección. Vamos, ánimo, y a la gracia de Dios. La mula, que se había refrescado y había pastado un poco, había recobrado fuerzas, pero Luis seguía con dificultad. Había bebido pero había faltado la comida, el poco charqui no bastaba para darle fuerzas. En dos o tres ocasiones tropezó y se cayó. Ernesto quiso caminar a su vez, Luis se opuso. Hacia el medio día divisaron árboles a lo lejos pero, ya engañados antes, no quisieron creerlo. Sin embargo esta vez era cierto, no era un espejismo. “sí, veo árboles”, dijo Ernesto. --

Si es cierto, hermano, estaríamos salvados, porque donde hay vegetación hay agua, hay animales, e incluso con nuestros revólveres podríamos cazar.

Más avanzaban y más se convencían de que 160

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lo que veían era de verdad la orilla de un monte. Finalmente, hacia las 3 de la tarde llegaron al monte. No era muy tupido y pudieron seguir en la misma dirección. Les parecía estar en el cielo en este bosque bastante sombroso, hasta la mula parecía contenta, comiendo una hoja verde aquí y allá mientras caminaba. Llegó la noche, una vez más sin haber encontrado agua. Los dos hermanos se echaron en el suelo después de haber amarrado la mula a un árbol. Pasaron bastante bien la noche. Al amanecer retomaron su camino, con Ernesto montado en la mula. De repente la mula levantó las orejas, estiró su hocico y salió al galope sin que Ernesto pueda retenerla. Luis gritaba: “¡Para, para! ¿Qué haces?”. Yendo tan rápido como le permitían sus fuerzas, siguió las huellas de la mula. Tras una buena media hora, Luis llegó a un claro donde corría un riachuelo de agua cristalina. Ernesto y la mula la estaban pasando en grande. Luis tuvo

que intervenir para impedir que Ernesto tomara más, ya había bebido demasiado, su cara estaba congestionada y su barriga hinchada y dura. --

Imprudente, le dijo Luis, ¿Qué hiciste? Una indigestión de agua, ¿sabes que es muy grave?

De hecho, Ernesto empezaba a titubear, Luis tuvo que sostenerlo y hacerlo pasear, poniéndole dos dedos en la garganta para obligarlo a vomitar. Por fin, el desgraciado se alivió. Su hermano lo acostó en la sombra y fue a tomar a su vez, pero en poca cantidad. Cuando acabó, dio una vuelta por los alrededores. Tenían que comer. Habiendo dejado a sus fusiles, ya sólo tenían a sus revólveres para cazar. Rebuscó por más de media hora en el monte sin ver nada y volvía desanimado al riachuelo cuando vio a un venadito tomando agua. Se ocultó en un matorral, armó su revólver y, con un cuidado extraordinario apuntó al animal. Seguro de poder al menos herir la presa, apretó el gatillo. El venado tuvo el muslo roto, el pobre animal intentaba huir, pero Luis lo alcanzó rápido y sangró al animalito. Dos gruesas lágrimas colgaban de sus párpados.

Estas lágrimas conmocionaron a Luis. Si no hubiera sido por su hermano, habría dejado ahí al animal, pero había que socorrer a Ernesto lo más pronto posible. Desolló al animal y, pronto, un buen asado sin sal se cocía a la brasa. El olor del asado despertó a Ernesto. Luis tuvo que moderarlo otra vez, sino habría devorado todo él solo. Esta comida cansó un poco a los dos hermanos. Con el pretexto de dejar descansar a la mula hicieron una larga siesta. Cuando se despertaron, ya era demasiado tarde para seguir el camino. Asaron lo que quedaba del venado, lo comieron con apetito y, sobre todo, regado con varias tazas de agua, y durmieron felices esta noche. Ya sólo tenían que seguir el riachuelo y, cinco días después, se encontraban en un puesto avanzado. Estaban salvados. Su misión había terminado y volvieron a su patria, olvidándose de los sufrimientos del viaje y listos para volver a empezar. Así pasa con todos los viajeros: una vez ha pasado el peligro, nadie se acuerda de él.

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“Nueva Esperanza” fue el nombre dado al último campamento de la expedición Thouar, donde fue rescatada el 1º de octubre por el coronel Agustín Martínez de la Colonia Crévaux

HISTORIA NATURAL Ξ

Fig. 101. Laguna Nueva Esperanza (Novis 1887: croquis 133) 162

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“Con algunos hachazos quitamos la parte huesosa inferior, el mozo la destripó, el corazón y el hígado se colocaron en el interior condimentados con sal y pimienta y una botella de vino, recubriendo el todo con el caparazón a manera de tapa, y haciéndola cocer en su propia concha. De ella se esparcía un olor exquisito; el mozo levantó la cubierta y el vino parecía consumido por la mitad; de consiguiente la carne debía estar casi cocida; pero aún palpitaba y la tortuga no estaba muerta del todo, dejándola pues un momento más en el fuego al fin ya no se movió. ¡Qué buena comida hicimos!” (Novis 1918d: 564)

Fig. 102. Tortuga (Novis 1887: croquis 78) 164

Fig. 103. Helecho (Novis 1887: croquis 1, Historia Natural)

Fig. 104. Nido de gallareta (Novis 1887: croquis 2, Historia Natural) 165

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Fig. 106. Coca silvestre (Novis 1887. Croquis 4, Historia Natural)

Fig. 105. Palma (Novis 1887: croquis 3, Historia Natural) 166

Fig. 107. Samuhus (toborochis; Chorisia insignis) (Novis 1887: croquis 6 y 7, Historia Natural)

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“El soroche o, como lo llaman por acá los criollos, toboroche (samoôn) es otro árbol que descuella sobre los demás. Extravagante y curiosa es su configuración. Al salir de la tierra por lo regular es de cuerpo pequeño, se engruesa gradualmente en extremo, luego se adelgaza de nuevo antes de ramificar. Su corteza exterior es áspera, retobada toda como puntas de clavos. Su interior de la misma es muy fibroso y sirve para diversos usos domésticos, torzales, cordeles, etc. Su flor es parecida a la del lirio, y su fruto es un capullo blanco y suave como él del algodón, pero no tiene la misma consistencia para hilarse” (Giannecchini 1896: 64)

11 diciembre de 1886, salida de Padilla: “Bajamos la cuesta del Desaguadero sin novedad por la quebrada de Taco-Taco y llegamos a Tabacal, situada al borde de este lecho” (Thouar 1997 [1891]: 325) Fig. 108. Samuhu (toborochi; Chorisia insignis) (Novis 1887: croquis 5, Historia Natural)

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Fig. 109. Samuhu (Chorisia insignis) (Novis 1887: croquis 8, Historia Natural)

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“Hemos pasado por debajo de un arbusto cuyas hojas se parecen a las del tabaco, cargadas con unas hormigas muy bravas. Por el contacto de dicho arbusto, se nos caen encima diversas que nos dan mordiscones y un escozor tan fuerte que apenas lo podemos aguantar. Los indios las llaman yaguatassi (hormigas del tigre) y realmente su picadura es como para tigres” (Giannecchini 1896: 85)

Fig. 110. Yaguatasi (Novis 1887: croquis 11, Historia Natural) 170

Fig. 111. Algarrobo (Prosopis sp.) (Novis 1887: croquis 9, Historia Natural)

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“Es muy corpulento, tiene ramas extensas que tocan hasta el suelo en unos, su tronco es grueso y no siempre recto, la madera es excelente, parecida al roble a pesar de ser oscura, y se usa mucho para hacer toneles, marcos de puertas y ventanas y aun para barriles. El árbol en chiriguano se llama Ivopei y la vainilla Ivope es larga, comprimida y amarilla. Cuando está en sazón es dulce y muy buscada por los ganados y por los chiriguanos, es su comida y bebida en tiempos de carestía y cuando no, lo es también y la aloja que hacen, es demasiado embriagadora. En la orilla del Pilcomayo aun los blancos se alimentan de esta vainilla, los tobas, chorotis, matacos y otros arman sus orgías cuando madura el algarrobo” (Nino 1912: 17-18)

Fig. 112. Algarrobo (Prosopis sp.) (Novis 1887: croquis 10, Historia Natural) 172

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“Este árbol frondoso y alto de 10 a 12 metros es infructífero, pero apto para vigas, viguetas, mesas y otras aplicaciones. Bien trabajado, asume un finísimo lustre” (Giannecchini 1996 [1898]: 93)

Fig. 113. Guirapenti (Perilla) (Novis 1887: croquis 11, Historia Natural) 173

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“Los jaboneros se sirven de la ceniza de este árbol para formar lejías” (Giannecchini 1896: 185)

Fig. 114. Isipo (bejuco) (Arrabidaea sp.) (Novis 1887: croquis 12, Historia Natural) 174

Fig. 115. Yuquiri (Acacia praecox) (Novis 1887: croquis 13, Historia Natural)

Fig. 116. Carátula del manuscrito de El Cautivo (Novis c. 1890) 175

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SIGLAS DE ARCHIVOS ABAS Archivo-Biblioteca Arquidiocesanos “Monseñor Taborga” (Sucre) -- AA: Archivo Arzobispal ABNB Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia (Sucre) -- CGS: Cementerio General de Sucre -- PL: Poder Legislativo CDL Casa de la Libertad (Sucre)

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LISTA DE FIGURAS Fig. 1. Fig. 2. Fig. 3. Fig. 4.

Tabacal........................................................................................8 Miembros de la expedición Thouar, 1887.................................16 Tapa del álbum de la expedición . ............................................20 “Señor don Teófilo Novis, dibujante” (“Caña con que llevan cartas los indios tapuis”).................................................22 Fig. 5. Curupau....................................................................................24 Fig. 6. Río Azero..................................................................................28 Fig. 7. Iñau ..........................................................................................32 Fig. 8. Firma de Teófilo Novis..............................................................34 Fig. 9. Caraparirenda ..........................................................................34 Fig. 10. Teófilo Novis, 1921 . .................................................................36 Fig. 11. Recorrido de la expedición Thouar en el Chaco boliviano, 1887..........................................................................37 Fig. 12. Laguna de la Peña....................................................................38 Fig. 13. Retrato de Novis por Riou, en base a una fotografía ..............40 Fig. 14. Vista del Chaco y de los cerros de oeste y suroeste, tomada del alto del cerro Curupautu . ......................................46 Fig. 15. El Isoso en el siglo XIX.............................................................48 Fig. 16. Indio tapui.................................................................................49 Fig. 17. El Cerro Cortado, visto desde el Tamané.................................50 Fig. 18. De Aguarati a Carumbei . .........................................................52 Fig. 19. Rancho de indios tapui en Carumbei........................................52 Fig. 20. Guía – Indio tapui......................................................................54

Fig. 21. Itinerario del Cobei al cerro de Tamané ...................................55 Fig. 22. Cerro San Miguel del Izozog, visto del cerro Tamané. ............56 Fig. 23. Aguarati. Indios tapuis saludando la bandera boliviana ..........57 Fig. 24. Extracción del cipoi en el monte del cerro Yoibide ..................58 Fig. 25. Indios tapui . .............................................................................60 Fig. 26. Indios tapui................................................................................61 Fig. 27. Sombrero de paja; Sombrero de cuero.....................................62 Fig. 28. Recorte de pelo de los indios tapuis ........................................63 Fig. 29. Recorte de pelo de las indias tapuis ........................................64 Fig. 30. India Tapui.................................................................................64 Fig. 31. Yambui......................................................................................65 Fig. 32. Yapepo (olla) ............................................................................65 Fig. 33. Yatita (caracol) .........................................................................66 Fig. 34. Ñae (platos); Yapepo guasu (olla grande) ...............................66 Fig. 35. Mates .......................................................................................67 Fig. 36. Baile de Carnaval de los indios tapui en Ipauasu.....................68 Fig. 37. Aueruueru (agüero; máscara de los indios tapui) ....................70 Fig. 38. Aueruueru (agüero; máscaras de los indios tapuis) ................71 Fig. 39. Indio disfrazado para el baile de Carnaval en Ipauasu.............71 Fig. 40. Tacuanasé (flauta) ...................................................................72 Fig. 41. Angua (tambor) y nudo de un lazo para suspender el tambor .72 Fig. 42. Cenene (silbato) . .....................................................................74 Fig. 43. Ipiguara (remo) ........................................................................74 181

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Fig. 44. Apeca (apika), toco de madera de una sola pieza....................75 Fig. 45. Un toldo de expedicionarios en Carumbei. ..............................76 Fig. 46. Los expedicionarios pasando el río Parapiti.............................78 Fig. 47. India tapui cargadora de agua .................................................84 Fig. 48. Yu (aguja); kegua (peine) ........................................................87 Fig. 49. Indio tapui. Capitán Chinoco.....................................................88 Fig. 50. Indias tapui moliendo ...............................................................89 Fig. 51. Mbaisoca (manija del mortero); Angua (mortero).....................90 Fig. 52. Dibujos hechos por los indios tapuis.........................................91 Fig. 54. Puerto del Izozog (Río Grande) ...............................................95 Fig. 53. India chiquitana.........................................................................95 Fig. 55. Pelota........................................................................................96 Fig. 56. Río Grande. Paso del río .........................................................96 Fig. 57. Río Grande. Paso del río .........................................................98 Fig. 58. Río Grande (Puerto de Chiquitos) ...........................................98 Fig. 59. Máscaras bailando en la iglesia de San José de Chiquitos . .100 Fig. 60. Máscaras de los indios chiquitanos, San José.......................101 Fig. 61. Viaje en Chiquitos ..................................................................102 Fig. 62. Cerro San Miguel visto del sur................................................103 Fig. 63. Vista desde el cerro San Miguel de Chiquitos .......................104 Fig. 64. Salina de Santiago de Chiquitos.............................................105 Fig. 65. Cerro San Miguel de Chiquitos ..............................................106 Fig. 66. Misión de Macharetí................................................................108 Fig. 67. Mandepora.............................................................................. 111 Fig. 68. De Macharetí a la laguna de Camatindi..................................113 Fig. 69. Río Pilcomayo.........................................................................116 182

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Fig. 70. El Pilcomayo...........................................................................117 Fig. 71. Laguna de Camatindi..............................................................118 Fig. 72. Laguna de Carandaiti..............................................................120 Fig. 73. Itinerario de la laguna de Carandaiti a la laguna de Ñapua....122 Fig. 74. Fortín de Ñuapua ...................................................................123 Fig. 75. Laguna de los suris.................................................................124 Fig. 76. Río Pilcomayo, colonia Crévaux ............................................126 Fig. 77. Colonia Crévaux.....................................................................126 Fig. 78. Cortes de pelo de los indios del Chaco..................................128 Fig. 79. Máquina para hacer fuego .....................................................129 Fig. 80. Objetos usados por los indios del Chaco................................130 Fig. 81. Teyu........................................................................................132 Fig. 82. Redes de pesca .....................................................................134 Fig. 83. De San Juan al campamento de Teyu ...................................135 Fig. 84. Mujeres tobas.........................................................................136 Fig. 85. Cachimbas .............................................................................137 Fig. 86. Ranchería toba abandonada .................................................138 Fig. 87. Rancho de los tobas ..............................................................139 Fig. 88. Adornos para las orejas .........................................................140 Fig. 89. Adornos para las orejas .........................................................141 Fig. 90. Indio choroti ...........................................................................142 Fig. 91. Tatuajes de los chorotis..........................................................143 Fig. 92. Tatuajes de los chorotis .........................................................144 Fig. 93. Choroti. Corte de pelo.............................................................145 Fig. 94. Hombre tapieti.........................................................................146 Fig. 95. Indio tapieti asando tripas ......................................................146

Fig. 96. Mujer tapieti ...........................................................................148 Fig. 97. Hombre y mujer tapietis .........................................................149 Fig. 98. Indios tapietis pintados para pelear........................................150 Fig. 99. De “La Sed” al “Overo degollado” ..........................................150 Fig. 100. Recogemos la sangre en nuestras tazas.............................156 Fig. 101. Laguna Nueva Esperanza ...................................................162 Fig. 102. Tortuga . ...............................................................................164 Fig. 103. Helecho................................................................................165 Fig. 104. Nido de gallareta..................................................................165 Fig. 105. Palma...................................................................................166 Fig. 106. Coca silvestre.......................................................................166

Fig. 107. Samuhus (toborochis; Chorisia insignis) .............................166 Fig. 108. Samuhu (toborochi; Chorisia insignis) . ...............................168 Fig. 109. Samuhu (Chorisia insignis) . ................................................168 Fig. 110. Yaguatasi .............................................................................170 Fig. 111. Algarrobo (Prosopis sp.) ......................................................170 Fig. 112. Algarrobo (Prosopis sp.) ......................................................172 Fig. 113. Guirapenti (Perilla) . .............................................................173 Fig. 114. Isipo (bejuco) (Arrabidaea sp.).............................................174 Fig. 115. Yuquiri (Acacia praecox) . ....................................................174 Fig. 116. Carátula del manuscrito de El Cautivo.................................175

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Esta edición se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2016 en la Editorial Tupac Katari, consta de 200 ejemplares. Sucre - Bolivia

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