El Cedral y El Gaván: montículos y calzadas

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Descripción

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El Cedral y El Gaván

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Calzada de Pedraza. Colección: ©Fundación Bigott. Fuente: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional, IPC, 1977, pp. 80-81. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.

HACIENDO MEMORIA. Nº 7. BARINAS, ENE-FEB. 2013. ISSN: 2343-6026

montículos y calzadas

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Hasta comienzos del XX se pensaba que las culturas prehispánicas venezolanas no habían contado con algún grado de desarrollo. Esta tesis cambió a partir de los estudios de montículos, camellones y calzadas de tierra encontrados en la zona llanera de El Cedral, El Gaván y Pedraza. De estas formaciones artificiales, y de las numerosas piezas de cerámica halladas en la zona, los arqueólogos han logrado inferir usos ceremoniales y un inteligente resguardo para los cultivos y viviendas, que permitía la sobrevivencia en tiempos de inundación o sequía. Por los desplazamientos que sugieren algunas calzadas y su relación con los montículos, se ha podido incluso atisbar la existencia de una compleja población indígena, que llegó a funcionar como centro de una red política y comercial. Se cree que desde algunos siglos antes de la era cristiana había grupos humanos asentados en el actual estado Barinas. El difícil clima de la región

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llanera (seis meses de lluvias torrenciales y seis de sequía) hizo que cientos de años después antiguos habitantes de la zona diseñaran estructuras y transformaran el paisaje local hasta convertirlo en un lugar apto para asentar un poblado con alto grado de desarrollo, con ciertos avances tecnológicos y complejidad en las maneras de organizarse. Los elementos de este diseño de ingeniería prehispánica (montículos, campos drenados y calzadas) han permanecido desde entonces como parte integral del paisaje llanero. A pesar que esos montículos habían sido referidos como artificiales por Alejandro de Humboldt en 1820, durante mucho tiempo se pensó que se trataba de formaciones naturales (eran denominados por los pobladores como “cerros de los indios”). Desde principios del siglo XX, trabajos arqueológicos confirmaron su condición de complejas y funcionales estructuras de fabricación humana.

L Corte del Complejo Gaván. Fuente: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional, IPC, 1977, p. 79. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.

Los túmulos o montículos Se trata de montañas artificiales de tierra, de forma cónica; algunas de más de 10 metros de altura. Una de las mas grande es el montículo mayor de El Gaván, de 12 metros, seguramente destinado a fines ceremoniales, deducción a la que se llega por las figuras simbólicas que se han encontrado en su área. Su base tiene un diámetro de 90 metros, y una acumulación de tierra de 80 metros de largo, que tiene forma de rampa, lo comunica con la población. Se cree que los demás montículos de El Gaván, más de 130, fueron utilizados como soporte para estructuras residenciales, hipótesis que sostiene gracias al hallazgo de utensilios de carácter doméstico, como vasijas y objetos de cerámica. La función de los montículos era proteger las viviendas en tiempos de lluvia e inundación de la sabana.

Pero también se piensa que servían igualmente para cultos funerarios. En algunos túmulos se han encontrado restos humanos, sepultados debajo de lo que ha debido ser el piso de la vivienda. En uno de estos enterramientos se encontraron ofrendas de cerámica y una piedra de malaquita que podría provenir de los Andes del sur de Colombia o del norte de Ecuador, evidencia que revela un importante comercio con otras culturas.

Los campos drenados Con la misma técnica de acumulación de tierra, los indígenas de El Cedral y El Gaván elaboraron campos elevados, conocidos como “camellones”. Se trata de conjuntos de elevaciones artificiales del terreno, en forma de hileras o plataformas, de casi tres metros de alto, que demuestran un importante avance en los procedimientos de siembra: permitían mantener la producción agrícola aún

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L Túmulos o montículos de Pedraza, febrero 2013. Fotografía: ©Carol Vequiz. Colección: ©Carol Vequiz.

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durante la época de lluvia, al resguardarla de las inundaciones. Igualmente, durante la sequía servían como reservorios de humedad: al estar ubicados cerca de los ríos, actuaban como canales que facilitaban el drenaje de la humedad para fines agrícolas. Incluso, las lagunas que se formaban entre las estructuras albergaban peces de la región. Esta labor de ingeniería fue comparada en los años 70 con los módulos de Turén.

Las calzadas

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La calzada es un camino elevado, también de tierra acumulada pero en forma de rampa, que se extiende a lo largo de las grandes distancias y bordea poblaciones o asentamientos. Se cree que estas vías servían de vínculo o comunicación entre los diferentes poblados de la zona, e indiscutiblemente son evidencia de alianza económica y social. Gracias a su altura, no desaparecían bajo las inundaciones de la época de lluvia. Cuando la

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calzada rodeaba la estructura de un pueblo entero, servía de emplazamiento para una muralla o empalizada que resguardaba a los habitantes.

El Gaván Por sus dimensiones, es considerado uno de los asentamientos más importantes de la región. El Gaván contaba con una gran calzada (o “calle principal”) de 500 metros de largo, que todavía hoy puede apreciarse. Además, está en el centro de una zona donde se infiere que hubo dos poblados, hacia donde parten desde su perímetro numerosas vías, por lo que se deduce que tuvo especial jerarquía y sólidas influencias políticas y comerciales en un área de unos 290 km2. La distribución de las estructuras indica que el poblado tenía una organización bastante similar a la de los pueblos coloniales. Del montículo mayor (o “templo”, por su uso ceremonial) sale la “calle” (calzada) principal, y a los lados se distribuyen

L Túmulos o montículos de Pedraza, febrero 2013. Fotografía: ©Carol Vequiz. Colección: ©Carol Vequiz.

Vasija de dos cuerpos biconvexos de la Serie Osoide del Complejo Caño del Oso. Colección: ©Departamento de Antropología del IVIC. Fuente: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional, IPC, 1977, p. 81. Reproducción: ©Samuel L. Hurtado C.

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L Fragmento de plato de pedestal del Complejo Caño del Oso. Fotografía: ©Alfredo Boulton. Fuente: ©www.museovirtualdeamericalatinayelcaribe.org

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las viviendas: más de un centenar de montículos que albergan estructuras residenciales y pequeños campos de cultivo. Los análisis de radiocarbono revelan que la construcción del montículo mayor ocurrió entre los años 500 y 600 d. C. los restos arqueológicos indican que El Gaván fue abandonado en el siglo XI, de manera súbita. Algunas evidencias, como objetos afectados por el fuego, sugieren que el pueblo encontró su final ante el repentino ataque de una población enemiga (probablemente de El Cedral).

El Cedral Uno dos siglos después de haberse formado la población de El Gaván, se desarrolló otra sociedad igual de compleja: El Cedral, ubicada a 40 kilómetros al suroeste de la primera. El modelo de ingeniería fue el mismo: montículos para ubicar viviendas o espacios ceremoniales, calzadas y sistemas de campos drenados para los maizales. En el caso de El Cedral, se han logrado hacer deducciones importantes sobre la vida social:

en las ceremonias de intercambio se celebraban festines con grandes cantidades de comida y chicha o mazato. Esos eventos eran aprovechados por la élite local para exhibir su riqueza, reafirmar su prominencia política, consolidar alianzas con caciques de otras aldeas y conseguir nuevas oportunidades de intercambio. La población llegó a ser más extensa que la de El Gaván: su calzada principal era cuatro veces más larga, y su montículo principal, de mayor tamaño. Los antropólogos Rafael Gasson y Alberta Zucchi sostienen la teoría que existió una dinámica competitiva (de comercio y producción) entre las comunidades de ambos asentamientos.

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NOTA

Este artículo fue tomado de: Grandes Maravillas de Venezuela. Caracas: El Nacional / Instituto de Patrimonio Cultural, 1977, pp. 78-81

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