EL CAMINO DEL EGO AL SER

EL CAMINO DEL EGO AL SER Julio Andrés Vargas Master Coach – Team & Leader Coach – Life Coach

El ego es uno de los temas en los que he venido trabajando desde hace ya bastante tiempo. Vale la pena reconocer, que la única manera de hacerlo, es reconocer el tamaño de mi ego. Mi ego es tan grande, que si alguna vez hubiera tomado la decisión de terminar con mi vida y dejar todo, solo tenía que haberme subido a él y haberme tirado, y de alguna manera fue lo que hice durante mucho tiempo. Cuando de una manera ignorante e inconsciente, vivía desde mi ego, era un desgraciado, arrogante, prejuicioso y juzgón. La vida en su infinita sabiduría, me ha dado, no uno, sino varios doctorados y postdoctorados en humildad. Me costó varios años, dos matrimonios, tres quiebras financieras y algunas otras cositas para entenderlo. Allí, en el fondo del barril, inicié este camino de consciencia, de reconocer que aquel que me juzgaba y juzgaba a los demás, que aquel que me maltrataba y maltrataba a los demás, que aquel que se comparaba con los demás, que aquel que socavaba a mí mismo y a los demás, no era yo. Al entender que esa existencia intranquila, la constante necesidad de estar a la defensiva, en completa infelicidad era el resultado de vivir desde un ego negativo, que vivía dentro de mí, pero que no era mi verdadero Ser. Ahora, esto es lo que hago. Ayudo y apoyo a las personas a entender y reconocer que hay otra manera de vivir la vida. Algunas tendencias ideológicas y escuelas de pensamiento, tratan de controlar, debilitar o acabar con el ego. Ahora sé que desde el inicio de la raza humana, el ego era y continúa siendo una herramienta evolutiva, necesaria para la vida. Ahora, es claro para mí, que hay dos lados del ego, el ego negativo y el ego

positivo (como todo en el Universo, hay dos lados opuestos para todo, que se complementan y entre ambos extremos, muchas sombras y matices en ambos lados). El ego negativo, ya lo he descrito desde mi experiencia, pero el ego positivo, el que he decidido utilizar, es aquel que me impulsa a trabajar más duro, a ser mejor, a dar mi mejor esfuerzo, a ser impecable, a perseverar, a no darme por vencido, a continuar luchando cuando la vida decide, de nuevo, que debe enviarme una nueva lección, un nuevo aprendizaje y/o que me invita a reconocer una nueva frontera. Es el que me hace ser una mejor persona, el que me hace reconocer que todas las personas están en una senda similar a la mía. Eso no significa que el ego negativo haya dejado de existir. Él siempre está allí, continuamente presente, en permanente vigilia, listo para juzgar, maltratar y atacar, no solo a mí mismo, sino a los demás, a hacer lo que siempre hizo, su función evolutiva, ser el guardián de mis miedos, el que trata de esconder de los demás, lo que él cree que me hace ser percibido como débil ante los ojos de quienes considera mis depredadores, mis enemigos. Él, como guardián, comanda las acciones necesarias de un antiguo instinto que debía esconder mis debilidades y que pretendía mostrar a los demás, que yo era más fuerte o más grande de lo que realmente soy. La gran diferencia está, en que ahora soy consciente de su existencia, reconozco su presencia y su actuar, incluso muchas veces, sólo después que ha actuado o ha salido a flote, pero sé que ha sido él, lo reconozco y reconozco su actuar. Sucede, pero cada vez con más frecuencia, su presencia y su actuar están regulados por mi decisión

consciente de dejarlo actuar, sus reactivas salidas instintivas, cada vez son menos frecuentes y aunque a veces me gana en la respuesta, cada vez es menos frecuente que se dispare de manera incontrolada. Ha sido un camino largo y es un proceso de autoconocimiento que lleva tiempo, lo sé, lo acepto. Me fascina observar la lucha, la pugna que se plantea cuando se alborota, es enriquecedor saber y sentir que sale para defenderme y esto me hace reconocer el camino recorrido. Así que cuando le gana a la consciencia y actúa, ya no me castigo o me afecto por su actuar, no me culpo o me rasgo las vestiduras o me doy golpes de pecho por el resultado, sólo lo reconozco, pido disculpas a quien afectó o atacó y me perdono por dejarlo salir. Esto me permite reconocer aún, su presencia en mí, saber que está allí, pero también reconocer, que ese no soy yo, me permite aceptar como soy, aceptar la verdad de quien soy. Desde vivir en la verdad, por la verdad y para la verdad, no tengo nada que esconder y por lo tanto, mi ego, ya no tiene mucho que esconder o defender. Al reconocer mis debilidades, que son cada vez menos y menores, elijo y me permito trabajar en ellas. Cuando las actuaciones de mi ego, son disparadas desde uno de mis miedos, me permite reconocerlo, buscar su origen y actuar. Es así que mi ego, el guardián de mis miedos, cada vez tiene menos razones para atacar, va perdiendo su función como mecanismo de defensa. Al ser consciente de mis miedos y de mis debilidades, cada vez le queda menos por esconder, menos para defender, por eso, decidí vivir desde la verdad de quien soy, de aceptarme como soy, con todo lo que aún

me queda por trabajar (que no es poco) y cumplir así con mi meta de ser mejor persona. Este ha sido y continúa siendo mi camino, esta es la forma en que descubrí cual es mi misión de vida, esto me ha dado claridad sobre la visión de quien quiero llegar a ser, reconociendo quien soy. Este viaje increíble y maravilloso, me ha llevado a descubrir talentos, a utilizar mis dones y a descubrir mi propósito de vida. Debo confesar que no ha sido fácil, el camino recorrido ha sido largo y culebrero, lleno de instantes de todo tipo que me han hecho reconocer el milagro de la vida en la risa y en el llanto. La senda por recorrer, sigue frente a mí, larga o corta, paso a paso, cada día estoy más cerca de lograrlo. Soy quien digo que soy, en coherencia conmigo mismo, me siento satisfecho y tranquilo. De esta manera elegí vivir mi vida, una vida más simple, recompensante y feliz en servicio a los demás. Bogotá , Colombia 27 de enero de 2016