EL BIEN COMÚN Y LA CIUDAD Una mirada al Hogar de Cristo desde el Magisterio Latinoamericano y la Teología de David Hollenbach

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Descripción

FACOLTÀ DI TEOLOGIA Dipartimento di Teologia Morale

Tesi di Licenza

EL BIEN COMÚN Y LA CIUDAD Una mirada al Hogar de Cristo desde el Magisterio Latinoamericano y la Teología de David Hollenbach

Studente:

José Fco. Yuraszeck Krebs

Direttore:

Diego Alonso-Lasheras Anno Accademico 2016 - 2017

(El texto que se encuentra en esta página no forma parte de la tesis)

Esta tesis ha sido entregada para su evaluación final el lunes 24 de abril de 2017. Desde entonces la dejo a disposición de quien quiera leerla. Agradezco a quien así lo quiera hacer cualquier comentario que nos permita profundizar en la reflexión que aquí se ofrece sobre el modo como podemos en los tiempos que corren construir el bien común en nuestras ciudades. Para ello puede escribirme a [email protected]. Intentaré responder a la brevedad posible. Si alguna parte de lo que lee acá le parece interesante, ¡¡úselo!! Si requiere hacer alguna referencia, use alguna de las siguientes: (Formato APA) Yuraszeck Krebs, J. F. (2017). El Bien Común y la Ciudad. Una Mirada al Hogar de Cristo desde el Magisterio Latinoamericano y la Teología de David Hollenbach (Licencia en Teología Moral). Pontificia Università Gregoriana, Roma. (Formato Chicago) Yuraszeck Krebs, José F. «El Bien Común y la Ciudad. Una Mirada al Hogar de Cristo desde el Magisterio Latinoamericano y la Teología de David Hollenbach». Licencia en Teología Moral, Pontificia Università Gregoriana, 2017. (Formato Pontificia Universidad Gregoriana) YURASZECK KREBS, J.F., El Bien Común y la Ciudad. Una Mirada al Hogar de Cristo desde el Magisterio Latinoamericano y la Teología de David Hollenbach, Roma 2017.

¡¡Muchas gracias!! José Fco. Yuraszeck Krebs S.J.

INTRODUCCIÓN

1. El apostolado social en la Compañía de Jesús El apostolado social ha sido una de las preocupaciones principales de la Compañía de Jesús (SJ), al menos desde la segunda mitad del siglo pasado. Un momento clave en su impulso ha sido la instrucción de 1949 del superior general Juan Bautista Janssens1. Desde 1975 la SJ ha comprendido su misión universal como “el servicio de la fe, del que la promoción de la justicia constituye una exigencia absoluta, en cuanto forma parte de la reconciliación de los hombres exigida por la reconciliación de ellos mismos con Dios.”2 En todos los rincones del mundo esta actualización de la misión ha supuesto poner en marcha diversas iniciativas, favoreciendo la integración y el cuidado de distintos grupos de personas, la renovación del apostolado educativo y parroquial, la creación de nuevos centros sociales y de investigación, y de redes de advocacy. —————————– 1

Cf. J.B. JANSSENS S.J., «Instrucción sobre el Apostolado Social». El año 2000 el superior general Peter Hans Kolvenbach envió una carta actualizando tal intuición con motivo del Jubileo convocado por Juan Pablo II. Cf. P.H. KOLVENBACH, «Carta sobre el Apostolado Social». En el sitio web del Secretariado para la Justicia Social y la Ecología de la Compañía de Jesús, se encuentran estos y otros documentos que recogen esta rica historia y explicitan las características del Apostolado Social. Cf. COMPAÑÍA DE JESÚS, «Secretariado para la Justicia Social y la Ecología / Documentos». En ellos es particularmente relevante el número 110 de Promotio Iustitiae pues explicita el deseo de promover redes globales de advocacy en las que concurran las distintas obras de la SJ, no tan solo las propiamente del Apostolado Social. Cf. SECRETARIADO PARA LA JUSTICIA SOCIAL Y LA ECOLOGÍA, «Ciclo de Misión de la Compañía de Jesús». 2 CONGREGACIÓN GENERAL 32 COMPAÑÍA DE JESÚS, «Decreto 4 “Nuestra misión hoy”», n.2. Las siguientes Congregaciones Generales han confirmado esta formulación de la misión añadiendo una valoración especial en el empeño por la justicia que brota de la fe, a la inculturación y al diálogo interreligioso.

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En Chile la Iglesia Católica, y la Compañía de Jesús en ella, tienen una larga experiencia de apostolado social, en distintas fundaciones y centros. El Hogar de Cristo (HC), fundado por inspiración de san Alberto Hurtado en 1945, ha tendido una mano desde entonces a miles de chilenos, convocando a la solidaridad de toda la sociedad. Aun cuando su primera preocupación fue proveer un lugar de alojamiento a quienes vivían en las calles de Santiago de Chile, con el correr de los años fue ampliando su oferta de servicios, atendiendo nuevos contextos y necesidades de los más pobres, y extendiéndose a todo el territorio nacional. Actualmente el HC - junto a sus 4 fundaciones: Emplea, Paréntesis, Súmate, Rostros Nuevos - busca promover una cultura de respeto, justicia y solidaridad que pueda acoger con amor y dignidad a los más pobres entre los pobres, ampliando sus oportunidades para que puedan alcanzar una vida mejor. Todo ello lo intenta hacer con transparencia, eficiencia y eficacia, y convocando a los demás miembros de la sociedad a involucrarse y participar activamente de esta causa.3 2. En sintonía con el caminar de la Iglesia en América Latina Desde 1955 los obispos reunidos en las distintas asambleas del Consejo Episcopal Latinoamericano han reflexionado sobre la misión de la Iglesia Católica en el continente. Con motivo de tales encuentros las comunidades cristianas y las instituciones de la Iglesia católica de todo el continente han ido reaccionando a los signos de los tiempos. Tras el Concilio Vaticano II han hecho propio el método ver, juzgar, actuar, “guiados por la luz del Evangelio y de la humana experiencia”4, ofreciendo orientaciones pastorales y líneas de acción para la vida de la Iglesia en esta parte del mundo. Una de las preocupaciones primordiales de la reflexión en las —————————– 3

Estas palabras expresan la actual Misión del Hogar de Cristo. Cf. FUNDACIONES HOGAR DE CRISTO, «Memoria Anual 2015», 18. Profundizaremos acerca del modo de realizar esta misión en el Chile de hoy en el capítulo 3. 4 Es la expresión con que el Concilio Vaticano II abre el tratamiento de algunos problemas más urgentes de los tiempos que corren. Cf. CONCILIO VATICANO II, «Gaudium et Spes», 46 (En adelante GS). Entre estos problemas más urgentes se cuentan el Matrimonio y la Familia (GS47-52), el Progreso Cultural (GS53-62), la Vida Económico-Social (GS63-72), la Vida de la Comunidad Política (GS73-76), el Fomento de la Paz y la Promoción de la Comunidad de los Pueblos (GS77-90). Se dejará a las Iglesias locales el contextualizar estas reflexiones y llevarlas a la práctica (GS 91): es lo que se propondrá hacer la Iglesia Latinoamericana desde la Conferencia de Medellín (1968) en adelante.

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conferencias del CELAM, como se verá en el capítulo 1, ha sido la búsqueda del bien común en las ciudades. Algunos de los contenidos de esta reflexión latinoamericana se sitúan en el marco más amplio de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Su última expresión universal ha sido la encíclica Laudato Si’: en ella el papa Francisco invita a considerar el pensar y actuar social de los cristianos en el mundo en clave de ecología integral, que incluya la totalidad de las relaciones que establecemos, con Dios, con los demás, con la creación. Focaliza su mirada sobre el modo de convivir en las grandes ciudades, y a lo que los cristianos juntos a otros hombres y mujeres de buena voluntad puedan hacer en ellas. Sintoniza la Laudato Si’ (cf. LS13) con los esfuerzos que se despliegan desde distintas organizaciones para promover los Derechos Humanos y el Desarrollo Sostenible, que considere el plano económico, social y ambiental. Para ello se han acordado desde 2015 a nivel global los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 3. Poniendo la mirada sobre el bien común en las ciudades El año 2007 aconteció por primera vez en la historia de la humanidad que hay más personas viviendo en la ciudad que en sectores rurales, en un proceso que parece ser irreversible al considerar las proyecciones futuras (ver Gráfico 1).

Gráfico 1: Población urbana y rural en el mundo Fuente: UN / DESA, «World Urbanization Prospects: The 2014 Revision, Highligths», 7.

Nunca antes en la historia ha habido más seres humanos viviendo en el mundo, y la mayoría de ellos lo hace en ciudades. Este fenómeno ha comenzado a observarse en sincronía con la Revolución Industrial, con el aumento de la productividad agrícola, la baja de las tasas de mortalidad infantil, el aumento de la esperanza de vida, entre otros fenómenos recientes asociados al crecimiento y desarrollo económico. En este proceso

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muchas ciudades han expandido exponencialmente sus límites, afectando a sus habitantes, a los sistemas que las gobiernan, y al entorno ambiental. Siendo parte de este proceso mundial, América Latina es la región más urbanizada del mundo: el 2010 el 79% de los latinoamericanos vivía en ciudades, mientras que en 1950 tal porcentaje llegaba tan solo al 41%.5 Al mismo tiempo América Latina es la región con más desigualdades del planeta. De aquí se desprende que si se quieren derribar las inmensas barreras de la desigualdad, junto con superar la extrema pobreza, urge pensar (y actuar) sobre nuestras ciudades. Fijando la mirada en la Región Metropolitana de Santiago de Chile, durante el siglo XX creció y amplió sus límites aceleradamente: su superficie urbana se multiplicó casi seis veces, desde 11.017 hasta 64.140 hectáreas, y el número de habitantes creció desde poco más de 900.000 hasta más de cinco millones.6 En la Ilustración 1 se puede ver la silueta de la expansión urbana de Santiago de Chile entre 1890 y 2002.

Ilustración 1: Expansión Urbana de Santiago de Chile entre 1890 y 2002 Fuente: A. GALETOVIC – P. JORDÁN, «Santiago ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos?»

Ante esta evidencia pueden surgir distintas preguntas: ¿Qué impacto ha tenido este proceso sobre los habitantes de Santiago, sobre el medio ambiente circundante y sobre las instituciones que han sido creadas para favorecer el bien común? ¿Y para el resto de las ciudades de Chile? ¿Qué ajustes al modo de vida debiéramos hacer para que la vida aquí sea vivible y todos se sientan en casa? ¿Cómo favorecer la inclusión social de quienes han ido quedando o han sido llevados a los márgenes? ¿Cómo las organizaciones sociales de la Iglesia Católica, como el Hogar de Cristo, pueden contribuir a la consecución del bien común en las ciudades? —————————– 5

ONU HABITAT, «Estado de las Ciudades en América Latina y el Caribe 2010». Cf. A. GALETOVIC – P. JORDÁN, «Santiago ¿Dónde estamos? ¿Hacia dónde vamos?»; M.E. DUCCI, «Santiago, ¿una mancha de aceite sin fin?». 6

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4. Plan de trabajo 4.1 Motivación La sociedad chilena ha experimentado cambios profundos en las últimas décadas. Desde mediados de la década del 70, el modelo económico – por algunos denominado Economía Social de Mercado, por otros simplemente Neoliberalismo7 – ha permeado todas las esferas de la sociedad, transformando el modo de relación entre las personas, el medio ambiente y el mundo. Mirando en perspectiva de largo plazo, con sus altos y bajos, ha habido aspectos sumamente positivos. Por mencionar tres: la proporción de personas viviendo bajo la línea de pobreza ha descendido desde 40% en 1990 a un 12% en el presente; desde 1970 la expectativa de vida ha aumentado desde 63 a 82 años; el PIB per cápita ha aumentado desde US$3.416 en 1986 hasta US$22.250 en la actualidad8. Hay otros indicadores, no siempre fáciles de cuantificar, que habría que calificar de negativos: disolución de vínculos y comunidades, exacerbada competitividad, individualismo, baja participación política, abismante desigualdad, y una alta tasa de enfermedades mentales. Aun cuando el bienestar individual ha aumentado considerablemente, persiste un malestar con la sociedad y crece la desconfianza en las instituciones encargadas de velar por el bien común.9 Considerando esta evidencia, ha sorprendido la presentación hace algunas semanas del Informe Mundial de la Felicidad 2017: Chile se ubica en el número 1 dentro de los países de Sudamérica.10 La situación de Chile se sitúa en el contexto más amplio de América Latina. Aunque por razones de focalización se considerará principalmente la situación de Santiago de Chile, se ha tenido a la vista la realidad de las

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Cf. P. VARAS, «El caso chileno en torno a la Economía Social de Mercado». Para una visión panorámica del proceso de desarrollo de Chile se pueden ver datos estandarizados y su comparación con otros países, tanto de América Latina como del resto del mundo, en: CEPAL, Panorama Social de América Latina, 2015; PNUD, «Chile en breve»; WORLD BANK, «Chile overview»; OECD, «Chile - OECD Data»; OECD, OECD Economic Surveys, MMXV. 9 Cf. PNUD, «Bienestar subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo», 44-52. 10 Es esta la quinta versión de este informe que evalúa, además del PIB per cápita, la expectativa de vida, los programas sociales, el nivel de corrupción, la libertad para tomar decisiones, entre otros indicadores. Cf. J. HELLIWELL – R. LAYARD – J.D. SACHS, ed., World Happiness Report 2017, 20-22. 8

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grandes ciudades en Latinoamérica, desde la perspectiva de la geografía, la economía, las ciencias sociales y el urbanismo, entre otras disciplinas.11 4.2 Hipótesis La categoría de bien común, tal como ha sido comprendida en la DSI, permite abordar con hondura las actuales problemáticas y necesidades en las ciudades, particularmente Santiago de Chile. Ya sea ayudando a superar una concepción meramente atomista e individualista del ser persona en sociedad; promoviendo acciones solidarias en territorios y comunidades; interrogando las prácticas de los actores sociales y pastorales que buscan aliviar las necesidades de quienes sufren en distintos ámbitos de dolor; buscando integrar a quienes por distintas razones van siendo llevados a los márgenes o vienen desde sectores rurales u otros países; invitando a incorporar participativamente en las decisiones sociales, políticas, pastorales, urbanísticas y arquitectónicas a las comunidades involucradas. 4.3 Objetivo Evaluar desde la perspectiva de la promoción del bien común en la ciudad, tal como ha sido presentada en el Magisterio Latinoamericano y en la teología de David Hollenbach, la propuesta de acción transformadora del Hogar de Cristo en Santiago de Chile. 4.4 Esquema de la investigación Este escrito se encuentra estructurado en tres capítulos. En el primer capítulo se presentarán algunas de las categorías éticas utilizadas en el Magisterio Latinoamericano para referirse a la relación entre la búsqueda del bien común y el cuidado de las ciudades, en diálogo con el contexto histórico y social. Se complementará esta visión con algunos de los conceptos ofrecidos en la encíclica Laudato Sí sobre el mismo tema. —————————– 11

No es posible, dada la extensión de este trabajo, hacer mayores referencias a cada una de las aristas del problema urbano. Hemos tenido a la vista las siguientes publicaciones en las que se puede profundizar: D. HEINRICHS – H. NUISSL – C. RODRÍGUEZ SEEGER, «Dispersión urbana y nuevos desafíos para la gobernanza (metropolitana) en América Latina»; C. DE MATTOS, «Globalización y metamorfosis metropolitana en América Latina»; M.-Á. DURÁN, La ciudad compartida. Conocimiento, afecto y uso; F. SABATINI – I. BRAIN, «La segregación, los guetos y la integración social urbana»; A. ORELLANA, «La gobernabilidad metropolitana de Santiago»; C. DE MATTOS – al., ed., Santiago en la globalización; ONU HABITAT, «Estado de las Ciudades en América Latina y el Caribe 2012: Rumbo a una nueva transición urbana»; M.-Á. DURÁN, La ciudad compartida. Conocimiento, afecto y uso.

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En el segundo capítulo se comenzará ofreciendo una definición de bien común, para lo que se expondrá las expresiones del Magisterio Católico reciente y algunos de los elementos trabajados por David Hollenbach en su libro The Common Good and Christian Ethics. Esto será complementado con algunos aportes provenientes de la filosofía, la economía y la ciencia política, y su relación con los Derechos Humanos. Se incluirá además la perspectiva de otros autores que debaten acerca de la posibilidad de un verdadero desarrollo sostenible en el mundo y en particular en las ciudades, invitando a ajustes en el modo como vivimos y nos organizamos, a mirar el largo plazo y gestionar adecuadamente la gobernanza. En el tercer capítulo se intentará ofrecer, a partir de lo presentado en los anteriores, una reflexión acerca del modo cómo el Hogar de Cristo puede seguir contribuyendo al desafío de alcanzar el bien común en nuestras ciudades. Para ello se presentarán en primer lugar algunos antecedentes históricos y del pensamiento social de su fundador, san Alberto Hurtado, así como una caracterización de su Estrategia Social 2015-2020.

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(Página dejada en blanco a propósito)

CAPÍTULO I El bien común y la ciudad en el Magisterio Latinoamericano

En este capítulo se presentarán, en un primer momento, algunos elementos de la reflexión realizada sobre el bien común y la ciudad en las Conferencias Generales del Consejo Episcopal Latinoamericano. Las transformaciones en las ciudades y sociedades no se han ido dando de modo aislado sino que, por el contrario, se encuentran interconectadas. El criterio de presentación será cronológico, incluyendo en cada caso, a modo de introducción, algunas notas breves del contexto histórico y eclesial. Se ha puesto especial atención en la lectura de los documentos conclusivos de las Conferencias en el uso de las expresiones bien común y ciudad (y palabras relacionadas como urbe, metrópolis, barrios, etc.). Además de los documentos conclusivos de las Conferencias – fuentes primarias de este capítulo – se han consultado distintos artículos, privilegiando aquellos de los obispos participantes o de sus asesores. También se han consultado algunas voces críticas. Esto ha permitido tener algunos antecedentes tanto del contexto previo a la realización de las Conferencias, de su preparación, desarrollo y tensiones internas, como de su proceso de recepción en las Iglesias Locales. En un segundo momento más breve de este capítulo, se presentarán algunos de los conceptos ofrecidos por el papa Francisco en la Encíclica Laudato Si’. Esta última expresión del corpus de la DSI aborda lo local en un contexto global, poniendo especial atención a la acción política en busca del bien común en las ciudades. Al incluir en este escrito la encíclica Laudato Si’ se expresa que lo que acontece en la ciudad latinoamericana está a su vez interconectado con lo que es un fenómeno global de urbanización: los problemas y desafíos que

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las ciudades tienen en otros lados del mundo, junto a la reflexión y la acción que las comunidades cristianas puedan realizar, son similares en todas las latitudes. En tanto América Latina es eminentemente urbana, este ejercicio – separar las alusiones al bien común, la ciudad y lo urbano – tiene sus límites. Muchos de los otros temas abordados en los documentos estudiados – trabajo, pobreza, educación, inculturación, justicia, paz, etc. – dicen relación con el modo como se da la convivencia en las ciudades, o como las grandes metrópolis afectan el conjunto del medio ambiente. Precisamente por esto hay que mirar con atención lo que ocurre en las ciudades, y pensar y actuar sobre ellas. Mientras no se considere la situación de las ciudades en profundidad, con todas sus aristas e interconexiones, todos los otros demás problemas puntuales permanecerán en el ámbito de lo singular aislado, y las medidas o aproximaciones particulares que se puedan sugerir no serán más que provisorias. 1. Hitos de una reflexión continental Iniciamos el recorrido por los documentos conclusivos de las conferencias generales del episcopado latinoamericano. Estas son Rio de Janeiro en 1955; Medellín en 1968; Puebla el año 1979; Santo Domingo en 1992; finalmente Aparecida, realizada el año 2007. 1.1 Rio: los inicios del Consejo Episcopal Latinoamericano La I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Rio de Janeiro, Brasil, entre el 25 de julio y el 4 de agosto de 1955, fue ante todo un hito que sentó las bases para la creación del Consejo Episcopal Latinoamericano.1 La preocupación central de esta conferencia fue la escasez de sacerdotes, considerado como “el problema fundamental que aflige a nuestras —————————– 1

Estrictamente recién tras la realización de esta Conferencia se propuso, para ser sometida a la aprobación de la Santa Sede, la creación del Consejo Episcopal Latinoamericano que debía constituir de modo permanente un Secretariado General. El CELAM fue aprobado por Pio XII en carta fechada el 24 de septiembre de 1955. A pesar de haber obtenido como voto mayoritario que éste tuviera sede en Roma, por indicación del Santo Padre se decidió instalar esta oficina en América Latina: “Su Santidad no cree que el Secretariado General pueda tener residencia conveniente fuera de la América Latina, teniendo en cuenta las funciones mismas que está llamado a desempeñar”. Tras las consultas correspondientes se aprobó que el lugar de funcionamiento de este secretariado fuera en Bogotá, Colombia. Cf. CELAM, Las Cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, 54-56.

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naciones”2, junto al de la instrucción religiosa3. A esas dos preocupaciones fundamentales se añaden otros asuntos, aunque abordados muy brevemente y de modo ante todo descriptivo. La expresión bien común se encuentra solo en una ocasión, para referirse al propósito de las iniciativas que emprenda la Acción Católica4, tanto en la difusión y el estudio de los principios cristianos, como en la promoción de vocaciones seglares que se involucren en la vida social y cívica (DR 51). Respecto de la ciudad hay dos menciones relevantes: la primera referida a los religiosos y religiosas, que son motivados a colaborar con el clero secular yendo a los suburbios de las ciudades y lugares más alejados de los templos parroquiales (DR 35). Una segunda se encuentra en la parte III: se hace referencia al panorama social del Continente Latinoamericano, caracterizado por una abundancia de bienes y recursos naturales. Consideradas las estructuras sociales y económicas, éstas no permiten a todos los habitantes vivir dignamente, o más bien, la mayoría de la población, tanto urbana como rural, vive en “deplorables condiciones de vida material” que constituyen una “situación angustiosa”, y que hacen peligrar el “bien general de las naciones”, repercutiendo en la “vida espiritual” (DR 79).5 Como se puede ver, no es una referencia particular a la situación de las ciudades, sino una descripción general de las profundas desigualdades presentes en los países de América Latina, aunque por cierto esto incluye la situación de las ciudades. La propuesta que surge desde este diagnóstico es la de demandar una presencia activa de la Iglesia bajo tres formas: iluminación, educación y acción. Las dos primeras han de tener lugar en las instituciones educativas y pastorales, y en ellas destaca la labor de predicación y formación realizado ante todo por los sacerdotes y el rol de las distintas organizaciones de la Acción Católica. En la tercera, la acción, el —————————– 2

CELAM, Las Cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, 7. Documento de Rio (en adelante DR), Declaración, I. 3 Id, 9. DR Declaración, II. 4 La Acción Católica era el modo de asociación que canalizaba en el tiempo previo al Concilio Vaticano II el apostolado de los laicos, en clave de cooperación con el apostolado jerárquico. Cf. CONCILIO VATICANO II, «Apostolicam actuositatem. Sobre el Apostolado de los Laicos.», n.20. Para comprender algo del desarrollo de la Acción Católica en Chile ver COMITÉ PERMANENTE DEL EPISCOPADO CHILE, «25 años de la Acción Católica Chilena»; B. PIÑERA, «Las grandes líneas de una espiritualidad para la Acción Católica General»; J. RENTERÍA, «Carácter Apostólico de la Acción Católica»; P. HEVIA, «La Acción Católica en Chile». 5 Recogida también en DR, Declaración, n. III.

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protagonismo debiera ser del “laicado católico, bien instruido y bien formado” (DR 51). Junto a destacar el “conjunto de obras que la caridad cristiana ha sugerido” en América Latina, invitan los obispos en las conclusiones a “intensificar la labor social, encauzando las iniciativas hacia la raíz misma de los males que han de remediarse”, combinando la formación con la acción social asistencial, tanto en obras específicamente católicas como en otras instituciones, ya sea privadas o públicas (DR 80-82). Destacan, tras la parte de anuncio de lo propiamente cristiano, la advertencia respecto del avance del comunismo y el marxismo, que deben ser combatidos a todos los niveles por tratarse de concepciones eminentemente materialistas opuestas a la antropología cristiana y a la dimensión religiosa de la existencia en comunidad, mediante las cuales los seres humanos “ponen en riesgo su eterna salvación” (DR 83). 1.2 Medellín: En la transformación de América Latina La II Conferencia General del CELAM, realizada en Medellín, Colombia, entre el 26 de agosto y el 7 de septiembre de 1968, posibilitó la apropiación e implementación por parte de la Iglesia Latinoamericana del aggiornamento acontecido en el Concilio Vaticano II. El lema de esta Conferencia ha sido “La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio”.6 Como antecedentes eclesiales relevantes ampliamente citados en las conclusiones de Medellín, encontramos los documentos del Concilio Vaticano II, particularmente la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium7 y la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo de Hoy Gaudium et Spes8, así como las Encíclicas Mater et Magistra9 y Pacem in Terris10 de Juan XXIII y, sobre todo, la Populorum Progressio11 de Pablo VI. Para la preparación de la Conferencia se elaboró un documento de trabajo que se sometió a la discusión previa de los obispos de todo el continente, dándose a conocer a la opinión pública su contenido, lo que —————————– 6

CELAM, «Documento de Medellín». En adelante DM. CONCILIO VATICANO II, «Lumen Gentium». En adelante LG. 8 CONCILIO VATICANO II, «Gaudium et Spes». 9 JUAN XXIII, «Mater et Magistra». En adelante MM. 10 JUAN XXIII, «Pacem in terris». En adelante PT. 11 PABLO VI, «Populorum Progressio». En adelante PP. 7

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produjo un debate intenso que de distintas formas estuvo presente durante la realización de la conferencia.12 Siguiendo con atención lo ocurrido tras la revolución cubana de 1959, la década de los 60 en América Latina estuvo marcada por una creciente polarización entre desarrollistas, nacionalistas, reformistas y revolucionarios. Los Estados Unidos de América promovieron en América Latina la Alianza para el Progreso, a fin de evitar otra Cuba, en un continente asolado por la miseria y la desigualdad, con grandes latifundios y la mayoría de las empresas del sector productivo y de servicios en manos de capitales norteamericanos. En un buen número de países se iniciaron o profundizaron procesos que incluían leyes y programas de Reforma Agraria e Industrialización, Nacionalización de Industrias y Materias Primas. 13 En todo el continente se estaba produciendo una fuerte explosión demográfica, asociada en parte al aumento en la productividad agrícola y a la mejora en las condiciones de alimentación y salud. Estos avances permitieron bajar la mortalidad infantil y aumentar progresivamente la esperanza de vida.14 En la presentación de las conclusiones de la Conferencia de Medellín se explicita la conciencia de estar iniciando un nuevo período de la vida eclesiástica en América Latina que incluye una “renovación espiritual, una generosa caridad pastoral, y una auténtica sensibilidad social”.15 Esta renovación en la vida de la Iglesia se sitúa a la par del proceso de verdadero desarrollo que se proponen impulsar en América Latina, “que es el paso para cada uno y para todos, de condiciones de vida menos humanas, a condiciones más humanas” (DM Introducción 6, citando PP 20-21).

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Para comprender el significado histórico de esta conferencia, el modo como se preparó y los debates suscitados ver R. POBLETE SJ, «Conferencia del CELAM en Medellín»; C. BOFF, «La originalidad histórica de Medellín»; C. SCHICKENDANTZ, «Único ejemplo de una recepción continental del Vaticano II. Convocatoria, desarrollo y estatuto eclesial-jurídico de la Conferencia de Medellín (1968)». 13 En el caso de Chile venció el año 1964 la llamada Revolución en Libertad liderada por el democratacristiano Eduardo Frei Montalva, que promovió la reforma agraria, la chilenización del cobre, la industrialización, la cobertura escolar básica y la alfabetización, entre otras iniciativas. Cf. E. FREI MONTALVA, «Lo que Chile está realizando 1965-1968». 14 Como es de suponerse hay diferencias significativas entre los países. Para comprender los alcances de la explosión demográfica en perspectiva histórica se puede ver J. CHAKIEL, «La dinámica demográfica en América Latina», 51-57. 15 CELAM, Las Cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, 61

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El documento conclusivo de Medellín está estructurado en tres partes: (1) Promoción Humana (2) Evangelización y crecimiento de la Fe (3) La Iglesia Visible y sus estructuras. 1.2.1 Bien común como orientación del cambio social Los obispos en Medellín destacan cuáles debieran ser las orientaciones del cambio social que se está proponiendo y necesitando en todos los países del continente, buscando articular el principio del bien común con el de subsidiariedad. Buscan promover la participación, hacia fortalecer las estructuras intermedias del cuerpo social (DM 1 (7)), incluyendo en ellas las organizaciones de trabajadores (DM 1 (12)). Se observa en estas advertencias una preocupación por la violencia creciente y los riesgos del surgimiento tanto de grupos violentistas o de guerrillas como de autoritarismos totalitarios. Ante esas amenazas latentes hay que cuidar la democracia, la libertad personal y de las asociaciones de ciudadanos. Subrayan los obispos que el propósito de la reforma política es el cambio de las estructuras con el propósito final de servir mejor al bien común y no favorecer a grupos privilegiados (DM 1(16)). Para ello se propone la creación en cada diócesis o conferencia episcopal de comisiones ‘Justicia y Paz’, que entren en diálogo con las autoridades e instituciones, velando porque se cuide precisamente el bien común (DM 1 (21)). Con la Populorum Progressio afirman que “el desarrollo es el nuevo nombre de la paz” (DM 2 (1); cf. PP 87): en tanto en Latinoamérica prevalezcan el subdesarrollo y la miseria, la paz estará gravemente amenazada. Los obispos, haciendo un esfuerzo por comprender la situación contextual, identifican tres tipos de tensiones estructurales que hay que tener en cuenta: (a) Tensión entre clases y colonialismo interno (b) Tensiones internacionales y neocolonialismo externo (c) Tensiones entre los países de América Latina (DM 2 (2-13)). En sus planteamientos se observa una cierta influencia de la Teoría de la Dependencia promovida desde la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de Naciones Unidas.16 —————————– 16

Esta teoría hacía una valoración de la situación geopolítica y económica de los países, señalando como polaridades el Centro (países del norte, generalmente desarrollados e industrializados) y las Periferias (países del sur, subdesarrollados y que basan su economía en el extractivismo). Para dejar de depender del Centro/Norte, había que promover desde los estados la industrialización y la sustitución de importaciones, con un marcado acento proteccionista. Cf. A. MAYOL MIRANDA, «Dependencia y desarrollo en América Latina de Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto».

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Son conscientes los obispos del creciente ambiente de violencia y enfrentamiento en varias partes de América Latina. Tanto por situaciones puntuales como por elementos estructurales, afirman la legitimidad de la insurrección revolucionaria contra las tiranías en tanto que dañan sustancialmente el bien común en un país. Con todo, advierten que en estos casos existiría el riesgo de incurrir en un daño mayor que debe ser sopesado, por lo que siempre ha de preferirse el diálogo y las soluciones constructivas (DM 2 (19)).17 En nombre del bien común, se exhorta a frenar el alto gasto militar para destinarlo a programas sociales: la guerra que debiera unir a todos es aquella contra la miseria (DM 2 (29)). En lo referido a la Pastoral de Elites, se plantea la crítica que puede realizar la Iglesia en la voz de sus pastores a quienes detentan el poder político, para favorecer el progreso del bien común, “no excluyéndose, donde fuere necesario, la denuncia a la vez enérgica y prudente de las injusticias y de los excesos de poder” (DM 7 (21)). Conscientes de las posibilidades de cooptación, explicitan que es conveniente mantener la independencia de la Iglesia en relación a los grupos de poder.18 Refiriéndose a la importancia del testimonio que los cristianos puedan dar en el mundo, y en particular a la Pobreza de la Iglesia, afirman los obispos que la conversión personal a la que todos los cristianos están llamados ha de llevar a superar la tendencia al individualismo y preocuparse por el bien común: la vida de fe supone una participación activa en el ámbito social y político. Están todos los cristianos – incluidos obispos, sacerdotes y religioso/as – invitados a la coherencia en sus vidas, optando por los pobres, viviendo austeramente en solidaridad con ellos. Solo así se podrá vivir libres de ataduras temporales y ambiciones para servir alegremente a todos los hombres (DM 14 (9-18)). Al referirse a los Medios de Comunicación Social, destacan el rol que juegan a la hora de comunicar y promover los planes de desarrollo asociados a los procesos de cambio, advirtiendo que cuiden encausarlos “según las exigencias del bien común” (y no sobre intereses particulares, se entiende). (DM 16 (5)).

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Hacen referencia a lo planteado en estos mismos términos por Pablo VI en PP 31. Reafirma esta proposición citando GS 76.

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1.2.2 Crecimiento exponencial desigualdades

de

las

ciudades,

marginalidad

y

Explicitan los obispos la tensión creciente que se observa en el sector rural, dada la rápida industrialización y urbanización, que va dejando en los márgenes a la población campesina e indígena. Se han provocado éxodos masivos a las ciudades, generando problemas sociales gravísimos ya que las ciudades y sus estructuras de gobierno y servicios de todo tipo han sido completamente desbordados. Desde esta situación exhortan a una reforma agraria, asociada a la propiedad de la tierra y de los medios técnicos y conocimientos para hacerla trabajar (DM 1 (14.15)). En cuando a las situaciones que amenazan la paz, mencionan las crecientes desigualdades, en lo que se refiere a acceso a bienes y servicios, y a la marginalidad en sus diversas formas, sobre todo en las grandes ciudades. Dada la mayor concientización y las altas expectativas, pueden, de no ser atendidas satisfactoriamente, provocar graves conflictos sociales (DM 2 (2-7)). En términos supranacionales, se denuncian como dañinos la dependencia de países extranjeros, el imperialismo en todas sus formas, el nacionalismo y el armamentismo (DM 2 (9-13)), que no vienen a ser sino la reproducción a escala continental de las desigualdades que se observan también en cada ciudad y país. La paz será fruto de la justicia y del amor, y un quehacer y construcción permanente: supone transformar las estructuras sociales, políticas y económicas que la impiden (DM 2 (14), cf. PP 76-78). En cuanto a lo que ocurre en las ciudades, observan los obispos que las familias en su forma más tradicional están perdiendo su protagonismo o relevancia, en comparación con el lugar que ocupaban en las sociedades rurales (DM 3 (2.4.12)). Esto lo observan en el rol que le ha cabido a la familia como formadora de personas, educadora de la fe y promotora del desarrollo. Advierten de distintos elementos que ponen dificultades serias a la vida familiar en la ciudad: marginalidad respecto del proceso de desarrollo, bajos salarios que no cubren las necesidades mínimas, serios problemas de vivienda, “imposibilidad material y moral para los jóvenes de constituir dignamente una familia”, etc. Los obispos hacen un llamado a los que tengan alguna responsabilidad a que “den a la familia el lugar que le corresponde en la construcción de una ciudad temporal digna del hombre” (DM 3 (3)). Advierten los obispos que al momento de evaluar y promover la religiosidad popular, hay que cuidarse de visiones sesgadas, propias de la occidentalización presente en sectores de clase media y alta de las ciudades

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(DM 6 (4)). En esta llamada de atención se expresa la creciente conciencia de la diversidad de formas que empiezan a tomar las manifestaciones religiosas en la ciudad: las parroquias y otras instancias eclesiales han de adquirir flexibilidad para poder acogerlas. 1.3 Puebla: Evangelización La III Conferencia General del CELAM, realizada en Puebla de Los Ángeles, México, entre el 27 de enero y el 13 de febrero de 1979, fue titulada “La Evangelización en el Presente y en el Futuro de América Latina”.19 Como antecedentes eclesiales relevantes se cuentan los ya señalados documentos del Concilio Vaticano II y de la conferencia de Medellín, además de la Declaración conciliar Unitatis Redintegratio20, la carta Octogesima Adveniens21 y sobre todo la exhortación Evangelii Nuntiandi22, ambas de Pablo VI.23 Es relevante mencionar también el libro Teología de la Liberación de Gustavo Gutiérrez24 y el movimiento teológico y eclesial generado en torno a su publicación.25 Esta Conferencia se realizó mientras la mayoría de los países latinoamericanos estaban siendo gobernados por Dictaduras Militares, que en la mayoría de los casos habían alcanzado el poder mediante violentos golpes de estado26. —————————– 19

CELAM, «Documento de Puebla». En adelante DP. CONCILIO VATICANO II, «Unitatis Redintegratio». En adelante UR. 21 PABLO VI, «Octogesima Adveniens». En adelante OA. 22 PABLO VI, «Evangelii nuntiandi». En adelante EN. 23 Aunque Pablo VI aprobó la convocatoria y realización de esta III Conferencia del CELAM, falleció el 6 de agosto de 1978. Tras el breve pontificado de Juan Pablo I, quien estuvo presente en Puebla ofreciendo el discurso inaugural fue Juan Pablo II (elegido el 16 de octubre de 1978). Esto explica en parte el que se haya postergado su realización y que el período de preparación haya durado tanto. 24 G. GUTIÉRREZ, Teología de la Liberación. Perspectivas. 25 Aunque el libro y el movimiento asociado no se cita explícitamente, provocó algunos pronunciamientos aclaratorios durante la Conferencia, tanto de Juan Pablo II en sus discursos y homilías inaugurales, como en sus conclusiones. Cf. DP 353-355. 480490. Véase también los pronunciamientos posteriores de la Congregación para la Doctrina de la Fe de 1984 y 1986: CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, «Libertatis nuntius»; CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, «Libertatis conscientia». 26 En el caso de Chile, tras el Golpe de Estado realizado el 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno de la Unidad Popular presidido por Salvador Allende, el gobierno dictatorial de la Junta Militar presidida por Augusto Pinochet inició un proceso 20

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Respecto de Medellín, la III Conferencia General supuso una novedad en el modo de preparación: se realizó un proceso de preparación y consulta que duró alrededor de 2 años. Este proceso intentó involucrar a todas las comunidades cristianas del continente, mediante un Documento de Consulta y cuestionarios cuyas respuestas fueron canalizadas a través de las Conferencias Episcopales de cada país.27 El documento conclusivo de Puebla está estructurado en cinco partes: (1) Visión Pastoral de la Iglesia Latinoamericana (2) Designio de Dios sobre la realidad de América Latina (3) La Evangelización en la Iglesia de América Latina (4) Iglesia Misionera al servicio de la Evangelización en América Latina (5) Bajo el dinamismo del Espíritu: opciones pastorales. 1.3.1 El bien común y su rol en la acción política Se comienza con el diagnóstico de que se ha producido una baja en la participación política a nivel popular, incluyendo también un debilitamiento de las organizaciones de trabajadores. Para ello se esgrimen: la represión violenta por parte de las fuerzas de seguridad, la politización exasperada de las cúpulas o el surgimiento de grupos extremistas. El resultado es que en el caso de la mayoría de los países de Latinoamérica no se encuentran mecanismos para hacer valer los derechos de los más vulnerables ni para canalizar los distintos puntos de vista presentes en la sociedad. Esto afecta seriamente la consecución del bien común. (DP 46) Se advierte acerca del costo social inhumano que deben pagar los más pobres para poder dar cabida a la implantación de modelos de modernización y desarrollo. La promesa de un bienestar futuro que, en caso de llegar, tardará algunos años, no aminora los efectos de un desbalance

modernizador que, entre otras cosas, promovió la liberalización y apertura de la economía, la privatización de la mayoría de las empresas estatales, y cambios sustantivos en todos los ámbitos del quehacer social, laboral, educativo y económico. Durante todo ese tiempo (1973-1989) permanecieron suprimidos los partidos Políticos y el Congreso Nacional, y se violaron sistemáticamente los DDHH de opositores, tal como ha sido comprobado con posterioridad (ver nota 55 en página 54). Para conocer algunos elementos del proceso modernizador llevado adelante se puede contrastar lo expuesto tanto en J. LAVÍN INFANTE, Chile: la revolución silenciosa; E. TIRONI, Los silencios de la revolución. Chile. O más abundantemente en E. TIRONI, Autoritarismo, modernización y marginalidad : el caso de Chile 1973-1989. 27 Véase G. GUTIÉRREZ, «Sobre el Documento de Consulta para Puebla»; R. POBLETE S.J., «La Iglesia se prepara para Puebla»; REVISTA MENSAJE, «De Medellín a Puebla: como se prepara».

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estructural que en sus duras consecuencias sume a la mayoría de la población en carestías, hambre, angustias y sufrimientos (DP 50). Encontramos en el documento conclusivo de Medellín una reflexión sistemática que intenta iluminar la relación entre la evangelización y la acción política de los cristianos advirtiendo de los riesgos de algunas ideologías (DP 507-562). Se exponen a continuación algunos puntos medulares de esta reflexión. Hacen los obispos la distinción entre la Política en sentido amplio, que mira al bien común y precisa los distintos valores primordiales que deben ser asumidos y cuidados por una comunidad particular (DP 521-522), y la realización concreta de tales valores en la política de partido (DP 523). En el primer ámbito es en el que deberían incidir los pastores (obispos y sacerdotes), tanto con el testimonio, la enseñanza y diversas formas de acción pastoral y social. El segundo es el lugar de acción de los laicos (DP 524; cf. GS 24). Tal delimitación de campos de acción responde a tensiones surgidas los años anteriores: sacerdotes han asumido el liderazgo político de grupos partidistas e incluso han formado parte de grupos armados. Lo primero solo debe ser autorizado en casos de extrema necesidad, previa consulta y aprobación de la conferencia episcopal (DP 527).28 Lo segundo no corresponde, según recuerdan los obispos, a la actitud que debiera tomar un cristiano, y menos un sacerdote. Los obispos hacen un juicio crítico a las ideologías en tanto nublan la vista e impiden dedicarse a la consecución del bien común. Ejemplifican lo sesgado de las ideologías tanto con el liberalismo capitalista (DP 542), con el colectivismo marxista (DP 543-544), como con la Doctrina de Seguridad Nacional (DP 547-549). Tras el primer paso de crítica, viene la propuesta, en la que presentan la antropología cristiana como antídoto contra las ideologías: no son necesarias para amar (DP 551-554). 1.3.2 La ciudad transforma los modos de vida de las personas Al referirse a la situación de pobreza extrema generalizada, los obispos invitan a reconocer en los campesinos desplazados, en los pueblos originarios maltratados, en los niños abandonados y sin esperanzas, en los jóvenes frustrados por la falta de oportunidades, en los subempleados y los —————————– 28

Citan las conclusiones del Sínodo de Obispos realizado en 1971, cuyo tema ha sido el de la Justicia en el Mundo. Cf. SÍNODO DE OBISPOS, «Justicia en el Mundo». Las reflexiones de este Sínodo han iluminado también la actualización de la misión de la Compañía de Jesús en la Congregación General 32 (ver nota 2, pág. 3).

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desempleados, en los marginados y hacinados urbanos, en los ancianos marginados, el rostro mismo de Cristo sufriente, “que nos cuestiona e interpela” (DP 31-41). Todos aquellos rostros dan cuenta de situaciones de orden social que explican déficits en el modo como se está dando el vivir juntos en las ciudades: el modo como se encuentra – o no – organizada la ciudad, no permite hacer valer derechos fundamentales de las personas (DP 40-41). A ello se suma las aflicciones producidas por los regímenes de fuerza (DP 42), o por la violencia de la guerrilla y el extremismo (DP 43). Se refieren los obispos a la civilización urbano-industrial, que tiene sus inicios en el s.XVIII pero que se ha acelerado en su alcance universal e impacto en América Latina durante el s.XX. Esta irrupción ha afectado las culturas y los modos de vida tradicionales, proletarizando a grandes sectores sociales y haciendo cada vez más palpables la dependencia y la pobreza. Uno de los elementos característicos de esta cultura urbanoindustrial es el control de la ciencia y la técnica por parte de las grandes potencias (DP 415-419). Ante esta situación homogeneizante y bastante avasalladora, las reacciones de las personas y de los grupos son diversas: algunas de repliegue y defensa de la propia cultura; otras de asunción irreflexiva (DP 421-424). Los obispos invitan al discernimiento: tomando lo bueno, dejando lo malo, y ante todo asumiendo que si la cultura se transforma y renueva, habrá que evangelizarla (DP 425-428). Reconocen los obispos en la ciudad “el motor de la nueva civilización universal” (DP 429). La ciudad es lugar de creatividad, comunidad, espacio de convivencia, humanización y búsqueda del bien común, a la vez que lugar de divisiones, rencillas y origen de muchas situaciones de pecado. Por lo mismo, los obispos en su reflexión no alientan la creación acelerada de megápolis y centros industriales, en atención a su potencial dimensión deshumanizadora que ya se empieza a dejar ver (DP 430). Se ocupan los obispos de los nuevos problemas que suscitan las ciudades, “transformando los modos de vida y las estructuras habituales de la existencia”, y por consiguiente afectando las condiciones de vida de las comunidades cristianas y la expresión de la religiosidad. La vida en la ciudad acelera el proceso de secularización – en algunos casos dando paso al secularismo – tras la irrupción y el desarrollo de la ciencia y la técnica (DP 431), y con ello el dejar atrás la particular conexión que existía en el

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sector rural con la naturaleza, los ciclos naturales, y de algún modo con Dios mismo29. Considerando el diagnóstico ofrecido, señalan la necesidad de trazar caminos creativos para una pastoral de la ciudad, aun cuando no profundizan en su contenido: destaca el que se ha de recurrir a la experiencia – aquello que ha dado buenos resultados – y a la imaginación – lo que pueda creativamente responder a los nuevos contextos y desafíos (DP 441). Los obispos defienden el derecho de la Iglesia a tener una palabra y a emprender acciones que promuevan el bien común, asociándose con los constructores de la sociedad pluralista, amparados en el principio de subsidiariedad (DP 1214). Aun reconociendo la autonomía de las realidades terrenas (cf. GS 46.76) piden sea respetado a la Iglesia su labor profética: tanto en la denuncia como en el anuncio (DP 1213). Marcando una diferencia con Medellín, en Puebla los obispos invitan a superar la distinción entre Pastoral de Elites y Pastoral Popular: la pastoral ha de ser considerada como una sola (DP 1215), bajo distintas formas, dejando a los laicos su ámbito específico de responsabilidad en la construcción de la sociedad temporal (DP 1216, citando EN 70), y con una preferente preocupación en la promoción y defensa de los pobres, marginados y oprimidos (DP 1217). 1.4 Santo Domingo: Nueva Evangelización La Cuarta Conferencia del CELAM, realizada entre el 12 y el 28 de octubre de 1992 en Santo Domingo, República Dominicana, encuentra a la mayoría de los países latinoamericanos en procesos de recuperación de la democracia. Esta conferencia llevó por lema “Nueva Evangelización, Promoción Humana, Cultura Cristiana” 30, y tuvo como marco la conmemoración de los 500 años de la llegada del catolicismo a América Latina. El contexto global es señalado por el fin de la llamada Guerra Fría tras la caída del muro de Berlín en 1989.31 —————————– 29

Acerca de este paso de lo urbano a lo rural ver O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Dios en la Ciudad. Ciudadanía y Cristianía p.7-17; 44-49. 30 CELAM, «Documento de Santo Domingo». En adelante DSD. 31 En el caso de Chile, la Concertación de Partidos por la Democracia ganó tanto el plebiscito (en 1988) como las sucesivas elecciones presidenciales y parlamentarias (en 1989), instalando a Patricio Aylwin Azocar, de la Democracia Cristiana, como presidente. Con su gobierno se inició una etapa de crecimiento económico extraordinaria. Impulso la Comisión ‘Verdad y Reconciliación’ para dar cuenta de los atropellos a los DDHH del gobierno militar y proponer medidas de reparación. Los

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Como antecedentes magisteriales relevantes, además de los ya mencionados al introducir las conferencias anteriores, encontramos las encíclicas Laborem Excercens32 y Centesimus Annus33 de Juan Pablo II. Es relevante destacar que a diferencia de las anteriores conferencias, ésta fue convocada y dirigida desde la Santa Sede y no fue antecedida por un proceso de consulta.34 El documento conclusivo de Santo Domingo está estructurado en tres partes: (1) Jesucristo Evangelio del Padre (2) Jesucristo evangelizador viviente en su Iglesia (3) Jesucristo vida y esperanza de América Latina. Incluye además dos anexos, con sendos mensajes a indígenas y afroamericanos. 1.4.1 Promover el bien común para fortalecer la convivencia democrática En las conclusiones de Santo Domingo, la expresión bien común brilla por su ausencia. Con escasas dos menciones, la primera de ellas se refiere al deterioro de la convivencia democrática que se había ido afianzando en algunos países en la década de los 80. Una de las causas de este deterioro sería la escasa preocupación por el bien común de los gobiernos elegidos democráticamente (DSD 191). La segunda mención se refiere, en consecuencia, al cuidado que debieran tener las familias, instituciones educativas y eclesiales, en la formación de la juventud en los principios que favorecen la democracia. Entre tales principios se cuenta, además del bien común, la responsabilidad, la participación, el diálogo y el respeto por la dignidad de las personas (DSD 192).

sucesivos gobiernos democráticos han mantenido como meta el crecimiento económico y el control de la inflación, añadiendo progresivamente distintas reformas orientadas a promover mayor igualdad de oportunidades, con mayor o menor suceso según los ciclos económicos internacionales y la propia gestión política. 32 JUAN PABLO II, «Laborem Exercens». En adelante LE. 33 JUAN PABLO II, «Centesimus Annus». En adelante CA. 34 Esto es tan así, que se debatía en la época si correspondía o no llamarla Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en continuidad con las anteriores. Por lo que se expresa en la carta de presentación del DSD el debate se balanceó hacia el lado del sí. Cf. CELAM, Las Cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, 526-527; F. MONTES S.J., «Santo Domingo: IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano»; CELAM, Las Cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano, 526-527.

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1.4.2 La ciudad está enferma y requiere cuidado En el Documento Conclusivo de Santo Domingo se hace una descripción de la ciudad postindustrial en sus relaciones con la naturaleza, y con las formas que ha tomado la marginalidad y la pobreza en las ciudades, con fuertes implicancias para la vida de los seres humanos (DSD 255). Se constata el hecho de que en América Latina ya se ha completado la transición desde una cultura rural a una urbana, y que esto ha tenido serias implicancias en el modo de relación de las personas entre sí (principalmente se establecen relaciones funcionales y de intercambio de bienes y servicios, un tanto despersonalizadas), con la naturaleza (comprendida como el lugar donde se obtienen bienes y recursos que se transforman para el consumo y el comercio) , y también con Dios (cunde el inmanentismo y el secularismo, se busca alcanzar una autonomía heterónoma). La ciudad es el lugar del desarrollo y despliegue de la ciencia y la técnica (DSD 255). Al referirse a la ecología, mencionan los obispos su preocupación por las ciudades, que consideran enfermas tanto en barrios históricos deteriorados como en sus periferias, plagadas de villas miseria35 (DSD 169). Vinculado a ellas, llaman la atención ante la especulación sobre el precio del suelo urbano que expulsa a los márgenes a los más pobres (DSD 172). Una de las realidades que está presente en toda América Latina es el gran número de niños que viven en las calles de las grandes ciudades (DSD 221). Todas esas situaciones sociales requieren acciones tanto de carácter proféticodenuncia, como de búsqueda de alivio y atención. En lo que se refiere a posibles acciones de la Iglesia en la ciudad, destaca la preocupación por hacer una propuesta de Pastoral Urbana que considere —————————– 35

Villas Miseria es el nombre que se le da en Argentina a asentamientos precarios construidos con material ligero, la mayor parte de las veces en los márgenes de las ciudades, con difícil o nulo acceso a servicios básicos (agua potable, electricidad, alcantarillado). La definición oficial de Villas Miserias es "asentamientos ilegales de familias en tierras fiscales y en algunos casos de terceros particulares, habitando en construcciones que no cumplen normas mínimas edilicias o de habitabilidad e higiene, compatible con la vida urbana, configurando un alto grado de hacinamiento poblacional y familiar". Cf. M.E. CROVARA, «Pobreza y estigma en una villa miseria argentina». Este nombre se extendió tras la publicación en 1957 de la novela de B. VERBITSKY, Villa Miseria también es América. A las Villas Miseria en Brasil se les conoce como favelas. En Chile se les conocía hasta la década del 80 como callampas, desde los 90 en adelante como campamentos. En Uruguay como cantegriles. En Perú como barriadas. En Venezuela, ranchos. Como dice el Documento de Santo Domingo, la de las Villas Miseria es una realidad en todas las grandes ciudades de América Latina.

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las particularidades culturales de los grupos que la habitan, en las nuevas formas de comunidades que se han creado (edificios, condominios, etc.): se explicita la necesidad de la inculturación, que considera el anuncio de la fe, a la vez que su asimilación y re-expresión. La ciudad es el lugar de encuentro de las culturas, por lo tanto se ha de tener en consideración las diversidades constituyentes que concurren en ella a la hora de pensar cualquier propuesta pastoral, educativa y política (DSD 256.259) En la misma línea, señalan que se debe reprogramar la parroquia urbana, ganando en flexibilidad: urge tener en cuenta las diferencias de los distintos espacios de la ciudad, especialmente ante el desafío que suponen las migraciones y los distintos grupos marginalizados (DSD 257.260). Se menciona la necesidad de atender especialmente a los grupos de influencia, quienes pueden incidir de mayor medida en la marcha y gobierno de la ciudad, buscando el mayor bien para todos sus habitantes, especialmente de los que viven en los márgenes (DSD 261). 1.5 Aparecida: Discípulos y Misioneros de Jesucristo La V Conferencia General del CELAM, realizada en el Santuario Mariano de Nossa Senhora Aparecida, Brasil, entre el 13 y el 31 de mayo de 2007, tuvo por lema “Discípulos y Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida”.36 Como antecedentes eclesiales ampliamente citados, además de las Conferencias del CELAM anteriores y los documentos ya mencionados al introducirlas, encontramos las Exhortaciones Apostólicas Christifideles Laici37, Pastores Davo Vobis38 y Ecclesia in America39, y la Carta Apostólica Novo Millenio Ineunte40, ambas de Juan Pablo II. También es relevante el Compendio de DSI41 publicado el año 2004 por el Pontificio Consejo Justicia y Paz. Quien inauguró esta V Conferencia del CELAM fue el papa Benedicto XVI. Su encíclica Deus Caritas Est42 es también mencionada en varias ocasiones. Para la preparación de esta conferencia se retomó el mecanismo de un ‘Documento de Participación’ que se hizo llegar a través de las diócesis y —————————– 36

CELAM, «Documento de Aparecida». En adelante DA. JUAN PABLO II, «Christifideles Laici». En adelante CL. 38 JUAN PABLO II, «Pastores Dabo Vobis». En adelante PDV. 39 JUAN PABLO II, «Ecclesia in America». En adelante EAm. 40 JUAN PABLO II, «Novo Millennio Ineunte». En adelante NMI. 41 PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. En adelante CDSI. 42 BENEDICTO XVI, «Deus Caritas Est». En adelante DCE. 37

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parroquias a todas las comunidades católicas del continente, invitando a participar y hacer sugerencias. Con todos los aportes se elaboró un documento llamado ‘Síntesis de los aportes recibidos para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano’43 que estaba destinado a los participantes de la Conferencia, aunque se difundió ampliamente. El documento conclusivo de Aparecida cuenta con tres partes: (1) La vida de nuestros pueblos hoy (2) La vida de Jesucristo en los discípulos misioneros (3) La vida de Jesucristo para nuestros pueblos. Se puede observar en esta estructuración una vuelta al Método Ver-Juzgar-Actuar, que había sido suspendido, al menos en su expresión redaccional, en la Conferencia de Santo Domingo. 1.5.1 El bien común en todas las esferas del quehacer humano Partiendo de un análisis de los patrones culturales que se observan en nuestras sociedades, destaca el que el individualismo y la búsqueda de satisfacción inmediata de los deseos personales hayan ido dejando a un lado la preocupación por el bien común (DA 44). Hay razones para poner en duda la conversión a Jesús que alguien ha dicho haber experimentado, cuando no implica una preocupación por el bien común (DA 391; cf. EAm 27). O dicho de otro modo: la preocupación por el bien común es uno de los elementos que debiera distinguir a los discípulos-misioneros de Jesús. Los obispos manifiestan una especial preocupación porque se ha perdido el cuidado por el bien común. Esto se observa en los jóvenes que de modo mayoritario no se interesan por la política, lo que en parte se debe a situaciones de corrupción que dan cuenta de la priorización del bienestar personal por sobre el bien de la comunidad (DA 445). Otra expresión preocupante es el daño creciente al medio ambiente causado inescrupulosamente por grupos y empresas, en complicidad con estructuras corruptas y débiles sistemas institucionales (DA 473). He aquí que una de las prioridades que debieran asumirse es la de formar para el bien común (DA 406b). Esto debiera hacerse cuidando el considerar no tan solo lo que acontece a nivel barrial o de ciudad, sino que levantando la mirada hacia la escala nacional o continental: en las decisiones de todo tipo que se tomen, atender al bien común global (DA 406c). Junto al bien —————————– 43

Cf. CELAM, Síntesis de los aportes recibidos para la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. Para comprender alguna características particulares de este proceso de preparación participativo ver: REVISTA MENSAJE, «Hacia la Conferencia de Aparecida»; M.C. LUCCHETTI BINGEMER, «Luces y sombras de Aparecida»; J. COSTADOAT S.J., «La determinación misionera de Aparecida».

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común se han de articular los demás principios de la DSI, a saber: Subsidiariedad y Solidaridad Intra e Intergeneracional (DA 406e). Se profundiza en el tema del diálogo interreligioso y con los no creyentes (mencionado también en DP 1110-1117; DSD 134-138). Esto es expresión de la creciente conciencia de la diversidad que constituye las sociedades del continente que, aunque tiene aún una mayoría de cristianos y católicos, ha ido acogiendo también a creyentes de otras religiones. Se plantea como uno de los elementos para avanzar en el diálogo interreligioso su contribución a la consecución del bien común (DA 239). Es posible encontrarse con Jesucristo, entre otros lugares44, en todos quienes trabajan por conseguir la justicia, la paz y el bien común, incluso a veces arriesgando sus vidas (DA 256). En cuanto a la promoción humana integral, alientan los obispos a los empresarios de todo nivel a que conciban sus esfuerzos de crear riqueza y puestos de trabajo decente45 como una contribución al bien común (DA 404). Por último, se expresa la necesidad de que los católicos levanten la voz en la esfera pública para defender y promover el bien común (DA 504), aunque algunos apelen a la separación Iglesia-Estado o a la laicidad para replegar a la Iglesia a los templos o servicios religiosos. 1.5.2 Dios vive en la ciudad Como parte de las conclusiones, encontramos la afirmación de que “la fe nos enseña que Dios vive en la ciudad” (DA 514), que de algún modo enmarca la presencia de la Iglesia en la ciudad desde los cimientos más básicos de la fe en Dios revelada por Jesús. Esta es una suerte de declaración de principios que situará toda la reflexión y propuestas de acción sobre la ciudad: La fe nos enseña que Dios vive en la ciudad, en medio de sus alegrías, anhelos y esperanzas, como también en sus dolores y sufrimientos. Las sombras que

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En Aparecida se ofrece un elenco de lugares teológicos de encuentro con Jesús que hay que cuidar y promover: la Sagrada Escritura; la Sagrada Liturgia; la oración personal y comunitaria; las comunidades vivas en la fe y el amor fraterno; los Pastores; los que dan testimonio de lucha por la justicia, por la paz y por el bien común; los pobres, afligidos y enfermos (DA 246-257); también se le da un lugar especial a la piedad popular como espacio de encuentro con Jesús (DA 258-265). 45 Aunque no se utiliza esta expresión, en el modo de caracterizar el trabajo concuerdan con lo que ha definido la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como Trabajo Decente. Ver por ejemplo: OIT, «Trabajo decente en las Américas».

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marcan lo cotidiano de las ciudades, como por ejemplo, violencia, pobreza, individualismo y exclusión, no pueden impedirnos que busquemos y contemplemos al Dios de la vida también en los ambientes urbanos. Las ciudades son lugares de libertad y de oportunidad. En ellas las personas tienen la posibilidad de conocer a más personas, interactuar y convivir con ellas. En las ciudades es posible experimentar vínculos de fraternidad, solidaridad y universalidad. En ellas el ser humano es llamado constantemente a caminar siempre más al encuentro del otro, convivir con el diferente, aceptarlo y ser aceptado por él. (DA 514)

En Aparecida los obispos ofrecen una actualización de los rostros de Cristo Sufriente de Puebla (cf. DP 31-41), esta vez con una aún más marcada localización urbana: para el creyente es posible encontrar a Cristo y servirlo en quienes viven en la calle en las grandes ciudades, en los adictos dependientes, en los migrantes, los enfermos, en todos quienes están en prisión (DA 407-430). A estos cinco grupos se propone atender preferentemente. Aparecida ofrece un subcapítulo completo dedicado a la renovación de la Pastoral Urbana (DA 509-519) que dada su extensión no es posible reseñar en su totalidad en este escrito.46 Destaca dentro de esta propuesta el acento puesto en la misión a realizar, y ya no tanto en las estructuras existentes (parroquias y otras).47 Tomando algunos elementos de la tradición de la Iglesia, se valora la dimensión escatológica. El intento de asemejar la ciudad terrena en la que peregrina la Iglesia con la Jerusalén Celestial, se expresa en la multiformidad de acciones que los Discípulos-Misioneros de Jesucristo llevan adelante en las ciudades: La Iglesia está al servicio de la realización de esta Ciudad Santa, a través de la proclamación y vivencia de la Palabra, de la celebración de la Liturgia, de la comunión fraterna y del servicio, especialmente a los más pobres y a los que más sufren, y así va transformando en Cristo, como fermento del Reino, la ciudad actual (DA 516).

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Para profundizar en este punto ver C.M. GALLI, «La pastoral urbana en la Iglesia Latinoamericana»; C.M. GALLI, Dios vive en la ciudad; O.C. VÉLEZ CARO, «Urban Pastoral in Latin America». 47 Sobre este interesante cambio de punto de vista ver A. BRIGHENTI – R. HERMANO, ed., La Misión en Cuestión. Aportes a la luz de Aparecida; P. BONAVÍA, «Aparecida: memoria y nuevo paradigma»; J. COMBLIN, «El proyecto de Aparecida»; J. COSTADOAT S.J., «La determinación misionera de Aparecida».

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Al referirse al rol de los cristianos en la vida pública (DA 501-508) se expresa nuevamente la atención sobre los constructores de la sociedad: quienes tienen mayor posibilidad de incidir en el ámbito político, económico y cultural, han de ser considerados de un modo particular. 2. Laudato Sì: la ciudad en clave de ecología integral En la encíclica Laudato Si’48, publicada el 15 de mayo de 2015, el papa Francisco49 se refiere a la situación de las ciudades en clave ecológica, comprendiéndola en perspectiva integral. Esto es, no tan solo considerando el impacto que la actividad del ser humano tiene sobre el medio ambiente, sino también cómo el mismo ser humano ha visto afectada su relación con Dios, con los demás seres humanos y con el medio ambiente a medida que ha ido interviniendo el hábitat en el que vive. Insiste el Papa una y otra vez que el daño causado al medio ambiente está afectando especialmente a los más pobres, lo que se hace evidente al considerar la situación de las ciudades. El cuidado de la casa común al que invita es sobre todo el cuidado de la convivencia y la calidad de vida de todos quienes habitan e interactúan en ellas. Todo está interconectado, relacionado, en interdependencia: si no se respeta un embrión humano, a quien sufre algún tipo de discapacidad, a los más pobres en la ciudad, difícilmente se respetara el medio ambiente (LS 117.120.138). La Laudato Si’, en tanto última expresión de la DSI, ha venido a llenar un cierto vacío en el tratamiento que se había dado en ella al tema de la ecología.50 En el modo como lo hace tiene la particularidad de que hace propios, como ningún otro documento pontificio anterior, pronunciamientos magisteriales de Conferencias Episcopales nacionales y regionales. Siguiendo la enseñanza de Juan XXIII (MM 236), acogidas por el Concilio Vaticano II en GS, y replicadas en al menos tres de las Conferencias del CELAM (DM, DP, DA), utiliza la metodología del ver (cap. 1 “Lo que está pasando a nuestra casa”), juzgar (caps. 2-4: “El Evangelio de la Creación”, “Raíz humana de la crisis ecológica”, “Una —————————– 48

FRANCISCO, «Laudato Si’». En adelante LS. Jorge Mario Bergoglio, entonces Arzobispo de Buenos Aires, fue el presidente de la comisión redactora del Documento Conclusivo de la Conferencia de Aparecida. Su buen desempeño y liderazgo en esta responsabilidad habría sido una de las principales motivaciones para su elección como papa. Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, «Los vuelcos en la Iglesia. De Ratzinger a Bergoglio», 134-136. 50 Cf. L. GONZÁLEZ-CARVAJAL SANTABÁRBARA, «Laudato Si’ en el marco de la Doctrina Social de la Iglesia», p.262.266. 49

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ecología integral”), actuar (caps. 5-6: “Algunas líneas de orientación y acción”, “Espiritualidad y Educación Ecológica”).51 2.1 El bien común global Tomando como punto de partida la rapidación en las transformaciones que está sufriendo la humanidad y el planeta – que contrasta con la lentitud con que la tierra y los seres vivos en ella evolucionan – el Papa hace ver que los acelerados cambios no están siendo orientados actualmente hacia el bien común (LS 18). Algunos grupos, empresas y países han utilizado inescrupulosamente y para sacar provecho, bienes que son comunes52 (agua, aire, y en general el medio ambiente), afectando seriamente la calidad de vida de millones de personas (LS 23). Está en juego en esta dinámica la posibilidad de alcanzar un desarrollo humano integral a la vez que sostenible en el tiempo. A pesar de que el diagnóstico está hecho hace bastante, la reacción de los organismos internacionales, gobiernos y/o empresas no ha sido proporcional a la magnitud del daño (LS 54, citando DA 471). Se observa que las negociaciones para la aplicación de distintas medidas a nivel planetario, continuamente se ven entrampadas por la persecución de los intereses nacionales o de grupo, en desmedro de la búsqueda del bien común global (LS 169). A partir de la consideración del bien común como uno de los principios de la DSI, se han articular otros principios en búsqueda de una ecología integral (LS 137-162). Toma el Papa la definición ofrecida en GS 26. El bien común es “el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posibles a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección” (LS 156). Dentro de los demás principios se incluye el respeto a la Dignidad de las Personas; la valoración y respeto de los cuerpos intermedios (Subsidiariedad); la búsqueda y promoción de la Paz Social, que no se dará sin algunos elementos de Justicia Distributiva (LS 157). El principio del bien común es también una llamada a la Solidaridad y a la Opción por los Pobres, dado el contexto de miseria generalizada que se observa en extensos sectores del planeta, concentrándose en algunos países —————————– 51

Id. En el capítulo II se ofrecerá una definición de bienes comunes, distinguiéndolos de los bienes privados y los bienes públicos. Puede verse una buena síntesis de esta distinción y de su importancia para la reflexión que nos convoca en S. ZAMAGNI, I beni comuni per il bene comune. 52

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del África Sub Sahariana y de Sud Asia, aunque presente también bajo distintas formas en todas las grandes ciudades del mundo (LS 158). En cuanto al proceso de educar y fomentar la vivencia de una espiritualidad ecológica se proponen algunas orientaciones: apostar por mostrar como realizable otro estilo de vida, que tenga el bien común como horizonte (LS 204). Sintonizando con búsquedas de las personas individuales, situar el deseo de armonía y equilibrio, gozo y paz, en el marco más amplio del trabajo por el bien común de la Sociedad (LS 225). Concibe la acción política y el servicio público que busca mejorar el mundo, como una forma excelente de la caridad (LS 231). El amor expresado en la arena civil y política buscando el bien común, teniendo una perspectiva de largo plazo, es expresión de grandeza política que el Papa enaltece y alienta (LS 178). 2.2 Actuar sobre nuestras ciudades para evitar un desastre mayor Es posible agrupar las menciones a la ciudad en la Laudato Sí en tres grandes grupos. El primero, de carácter descriptivo, da cuenta de la situación actual de las grandes ciudades y de los problemas relacionados con el medio ambiente y la ecología que se observan más urgentes de atender. En particular hace ver que la mayor parte de las mega ciudades del mundo están situadas en zonas costeras, lo que reviste un serio riesgo ante el fenómeno del calentamiento global y la potencial subida de los mares dado el descongelamiento de glaciares y hielos eternos (LS24). También en relación con el agua, afirma que para poder abastecer a las grandes ciudades estas deben crear sistemas de almacenamiento. Ante la escasez del agua dulce que se augura, esto será cada vez un problema más caro de resolver (LS 28) y fuente potencial de conflictos serios. El segundo grupo de alusiones es también descriptivo, aunque atendiendo a las relaciones sociales que se establecen al interior de las ciudades, y cómo los distintos grupos hacen uso de los espacios y recursos disponibles en la ciudad. Constata como el crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades las ha vuelto insalubres para vivir (LS 44), haciendo alusión a la masiva migración de empleados rurales a miserables asentamientos de las ciudades (LS 134). En contraposición se evidencia la privatización de espacios en algunos lugares de la ciudad, donde abundan los espacios verdes y seguros (LS 45). Llama la atención sobre el fenómeno de la desintegración de las ciudades, con distintos mecanismos de exclusión y fragmentación urbana (LS 49).

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Finalmente un tercer grupo de alusiones a la ciudad tienen un talante más normativo, invitando a la acción para evitar el desastre ecológico-social que se pronostica en caso de mantenerse las cosas como van. Una ciudad habitable es la que cuida su patrimonio, comprendido en sentido amplio: natural, histórico, artístico y cultural (LS 143). Respecto de la situación que se vive en los barrios marginales en las grandes ciudades, constata que puede provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas antisociales y la violencia (LS 149): es lo que en la tradición de la Iglesia se ha llamado el pecado estructural. A la hora de intervenir, destaca la necesidad de aproximaciones multidisciplinares a la ciudad, y que incluya la visión y las acciones de los ciudadanos (LS 150), de tal forma que todos puedan sentirse en casa dentro de la ciudad que a todos contiene y une (LS 151). Finalmente, advierte acerca del déficit habitacional en las ciudades y de como las medidas que lo combatan debieran también favorecer la integración (LS 152), y como la calidad de vida en las ciudades está fuertemente vinculada al transporte: grandes aglomeraciones son causadas porque muchos usan sus automóviles, afectando la velocidad de los desplazamientos de todos (LS 153). De estos últimos puntos se desprende la necesidad de una adecuada gobernanza de las ciudades, que proponga medidas que orienten la consecución del mayor bien común posible, afectando las decisiones individuales de las personas que muchas veces van en sentido contrario. He aquí que, como hemos visto, se levanta el bien común como principio orientador del actuar humano en sociedad (LS 137-162). Finalmente, señala el papa Francisco que la conversión ecológica (LS 216-21) que los cristianos han de pedir como gracia, iluminada por la información y conocimientos que hacen evidente la crisis de relaciones presente, ha de llevar comprender la acción educativa (LS 209-215), cívica y política en diferentes escalas (asociaciones, barrio, ciudad) como un acto de amor (LS 228-32). En este actuar se ha de buscar integrar a todos quienes viven en la misma ciudad, promoviendo los ideales de una fraternidad universal, más allá de los límites de la propia familia, en armonía con el medio ambiente que ha sido dado para goce y disfrute de todos. 3. Recapitulación El recorrido cronológico que hemos presentado nos ha permitido ilustrar de qué modo, para los Obispos Latinoamericanos, la ciudad y el bien

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común en ella constituyen una preocupación permanente, con acentos particulares en atención al contexto y circunstancias históricas. Si en 1955 su principal preocupación era la falta de sacerdotes y de instrucción religiosa, tras el Concilio Vaticano II se ha tenido una aproximación más sociológica, expresada en Medellín y los deseos de participar activamente de la transformación de América Latina. Manteniendo esa preocupación, es posible notar una transición hacia recuperar la misión evangelizadora en Puebla, y a insertar la preocupación por el bien común en la ciudad en el marco de esa acción evangelizadora, que dadas las nuevas formas de las ciudades ha de considerar nuevas propuestas pastorales. Desde Medellín se observa una constante preocupación por mantener el horizonte del bien común como fin de la vida en sociedad: las reformas políticas en los distintos momentos de estas últimas décadas han debido contribuir a que este fin se consiga de mejor manera. Junto a ello es también permanente la llamada a considerar el bien común junto a los demás principios de la DSI como la Subsidiariedad, la Opción por los Pobres y la Solidaridad inter e intra generacional. En lo que se refiere a la actitud ante la ciudad, es posible notar un cambio: desde una cierta resistencia a la emergente configuración de megápolis (DP) – expresión de perplejidad, confusión y/o descontento – se termina por aceptar la situación de paso de una sociedad rural a una urbana (DSD) e intentar desde ahí dar respuestas atinadas a la nueva situación, asumiendo la realidad de las ciudades como son y no como gustaría que fueran (DA). Si el foco de acción en los tiempos de la Conferencia de Rio estaba puesto en la acción pastoral que acontecía, ante todo, en las parroquias e instituciones a las que se esperaba atraer a los fieles, con un rol protagónico de los presbíteros, con el paso de las décadas se termina por comprender que Dios vive en la ciudad, y por tanto hay que salir a su encuentro ahí donde está, en las múltiples formas que toma la vida en ella. Es en la multiforme vocación de los laicos en medio de la ciudad que se despliega la misión evangelizadora de la Iglesia. Un elemento recurrente en tensión es el de la llamada Pastoral Popular en contraposición con la Pastoral de Elites. Si bien en Puebla se propone superar esta dicotomía, planteando que una sola es la pastoral que ha de ser capaz de acoger diversas manifestaciones sociales, culturales y de religiosidad, se mantiene en adelante la preocupación de influir en los Constructores de la Sociedad precisamente para transformar positivamente

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la vida de los que viven en los márgenes de las ciudades. La voz profética de la Iglesia en América Latina ha mostrado ser eficaz en denunciar abusos de poder, atropellos a los DDHH, etc., aunque también en muchos casos se ha dado cierta connivencia y condescendencia con ellos. La Laudato Si’ aporta al propósito de esta investigación en cuanto ayuda a levantar la mirada hacia problemas globales que experimenta la humanidad, especialmente acerca del modo como se da la vida en las ciudades. En el entramado de relaciones que se establecen en las ciudades y entre ellas se generan situaciones de marginalidad y exclusión, junto a daños de magnitud al medio ambiente que afectan precisamente a los más pobres. Reconocer el problema y mirar en perspectivas de largo plazo, más allá de intereses particulares, dialogando para proponer y encontrar soluciones, es una expresión superior del amor cristiano. Tanto en los documentos conclusivos de las conferencias del CELAM como en la Laudato Si’ se expresa que la palabra del magisterio de la Iglesia no es una palabra técnica. Esto pudiera servir para invalidar algunas de los planteamientos ofrecidos, desde la perspectiva de la ideología tecnocrática que se critica en su aspecto deshumanizador. Se puede decir que más bien sitúa la propuesta de los pastores en clave moral, con una abierta invitación al diálogo, valorando lo que ha sido beneficioso para la humanidad (LS 102-103), y señalando aquello en lo que se debiera fijar la atención para cuidar el bien común y a los más pobres. Esto ha sido señalado con claridad en el Mensaje a los Pueblos de América Latina, ofrecido con ocasión de la Conferencia de Medellín: “No tenemos soluciones técnicas ni remedios infalibles. Queremos sentir los problemas, percibir sus exigencias, compartir las angustias, descubrir los caminos y colaborar en las soluciones.”53 Tras cada una de las Conferencias del CELAM, sus orientaciones prácticas han llevado a las iglesias locales a implementar iniciativas de formación y acción social, creando o renovando instituciones de diversa naturaleza, en sintonía con el discernimiento realizado, e invitando a la sociedad entera a asumir tales orientaciones. La Iglesia que peregrina en América Latina no se comprende distante del caminar de todos los hombres y mujeres de sus pueblos. Como hemos visto, busca orientar sus pasos hacia la Ciudad Eterna, con los pies bien puestos en la Ciudad Terrena. —————————– 53

77.

CELAM, Las Cinco Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano,

CAPÍTULO II El bien común y la ciudad en la teología de David Hollenbach

En este capítulo comenzaremos con la definición del principio de bien común, tal como ha sido abordado en la DSI y en el trabajo de David Hollenbach, principalmente en su libro The Common Good and Christian Ethics.1 Buscando completar tal comprensión, se presentarán algunas consideraciones respecto de los bienes comunes y su gobierno, y el modelo de Economía del Bien común, tal como ha sido trabajado por Stefano Zamagni. En un segundo momento se abordará la promoción del bien común en las ciudades, desplegando los conceptos de interdependencia en solidaridad y aislamiento social del pobre, y la relación del bien común con la promoción y defensa de los DDHH, tal como ha sido trabajado por Hollenbach. Buscando profundizar y tener una perspectiva crítica, en momentos sucesivos se acudirá a otros autores que han estado pensando acerca de la posibilidad de un verdadero desarrollo sostenible en las ciudades, invitando a ajustes en el modo como vivimos y nos organizamos, a mirar el largo plazo, y a gestionar adecuadamente la gobernanza. Finalmente se presentarán algunos elementos de la discusión internacional sobre las ciudades, a partir de la lucha por el Derecho a la Ciudad.

—————————– 1

D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics.

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1. Hacia una definición del bien común2 La expresión bien común ha sido utilizada desde antiguo en el pensamiento político occidental,3 aunque en sus distintas formulaciones pareciera no satisfacer las actuales circunstancias de la sociedad plural y del desarrollo de los sistemas sociales y de gobierno. Algunas de sus intuiciones fundamentales por supuesto que prevalecen.4 Hollenbach señala que se ha encontrado en numerosos lugares con cristianos y ciudadanos comprometidos que, aun adhiriendo en términos generales al principio del bien común, encuentran serias dificultades para comprenderlo o definirlo, y por lo tanto para evaluar si es que lo están consiguiendo o no.5 El bien común ha llegado a ser para muchos una fórmula vacía. Coincidiendo con el propósito de Hollenbach, a continuación se presentará la comprensión del bien común que se nos ofrece en el magisterio de la Iglesia, buscando luego complementarla con algunas definiciones y distinciones propias de la economía y la ciencia política, especialmente la relativa a los bienes comunes y su gobierno. Antes de entrar en materia es conveniente destacar la referencia que hace Hollenbach a Cicerón6: el año 50 a.C. habría diagnosticado la crisis terminal del imperio romano en tanto, por la bastedad del dominio que ha alcanzado, ya no hay quien se ocupe del bien común, ni parece ser que alguien pueda hacerlo. Esto nos permite comprender desde donde escribe Hollenbach – el hodierno imperio - y cuál es el diagnóstico que presenta, tanto para el bien común en las ciudades como para el bien común global. —————————– 2

Además de las referencias al texto de Hollenbach, en los siguientes párrafos seguimos y entrelazamos algunos puntos de las voces de diccionarios: A. FERNÁNDEZ, «Bien común»; R. WEILER, «Bien común»; L. ORNAGHI, «Bene Comune». 3 Aristóteles exalta el cuidado del bien de la polis por sobre los intereses particulares. El vivir juntos cooperando unos con otros hace posible una vida feliz, para todos los individuos y agrupaciones que conforman la polis. Santo Tomás retoma las categorías aristotélicas, señalando que la vida feliz y virtuosa ha de ordenarse a la consecución del bien común, cuya plenitud - que reconoce como fin de la existencia humana - se encuentra en el Sumo Bien que es Dios. Cf. L. ORNAGHI, «Bene Comune», 70. D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 3-4.11-13 4 “Esta formulación (del bien común como un conjunto de condiciones) puede ser comprendida como apropiada en la perspectiva de las instituciones y prácticas políticas modernas, aun cuando se separe de las concepciones antiguas asociadas a la tradición aristotélico-tomista”. Cf. V.B. LEWIS, «Is the common good an ensemble of conditions?», 121. La traducción es mía. 5 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, xiii-xiv. 6 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 65ss.

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1.1 Condiciones sociales favorables En la encíclica Mater et Magistra se señala que “un sano concepto del bien común abarca todo un conjunto de condiciones sociales que permiten a los ciudadanos el desarrollo expedito y pleno de su propia perfección” (MM 65; replicado en GS 26). En la Gaudium et Spes se amplía esta suerte de definición: “El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de la vida social, con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección” (GS 74). Según tales definiciones hay distintos elementos que se integran en el bien común: (1) una serie de condiciones sociales favorables; (2) para la vida de los ciudadanos; (3) de las familias; (4) de las sociedades intermedias; (5) hacia lograr la perfección de esas tres instancias sociales.7 ¿Cuáles son estas condiciones sociales favorables? No se definen ni se señalan con precisión, aunque luego en prácticamente todas las encíclicas se refiera a las exigencias del bien común como criterio de discernimiento y evaluación del actuar moral de los cristianos en la esfera social, económica y política.8 Será el contexto y el parecer y situación de las personas, familias, y asociaciones, el que permita evaluar si es que se están dando o no aquellas condiciones que se han acordado de acuerdo a las posibilidades. El concepto de bien común se encuentra hoy emparentado al provecho público, la calidad de vida o bienestar común. Se trata siempre “de la conexión entre lo humano individual y social, de individualidad y sociabilidad, un contraste de intereses, cuyo equilibrio resulta problemático en el marco de la sociedad”.9 El bien común considera como fin de la sociedad el de la propia perfección de cada una de las instancias que la conforman: persona, familia, asociaciones. Más aún, “el bien común puede definirse como el fin de la sociedad, en la medida en que ésta representa la

—————————– 7

Cf. A. FERNÁNDEZ, «Bien común», 169-70. En MM 79-81 se había explicitado un elenco de estas exigencias, tanto para el plano nacional como internacional, destacando la necesidad de saber articular los intereses particulares con el bien común. Este elenco será actualizado en los documentos magisteriales posteriores, aunque en GS 26 se mencione solo de modo general. Véase también GS 30 y su invitación a superar a todo nivel una ética individualista. 9 R. WEILER, «Bien Común», 60. 8

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ayuda que los individuos necesitan para el cumplimiento de sus objetivos existenciales y que se crea con su cooperación social”.10 De fondo encontramos acá la concepción antropológica cristiana que le da al ser persona en sociedad, en relación con los demás, un carácter esencial y no solo accidental. La calidad de esas relaciones determina lo que cada uno es. De aquí brota la responsabilidad de cada uno con el bien de los demás y con el bien común del conjunto de la sociedad (cf. GS 30.32): “el bien común se realiza plenamente (…) cuando entre las distintas colectividades y entre los individuos no sólo funciona un equilibrio de intereses, sino que tal equilibrio se da desde la solidaridad en una correspondencia justa de las relaciones”.11 El bien común así comprendido tiene las características de un ideal regulativo que, como el horizonte, se aleja a medida que uno se acerca a él y por tanto, si se lo quiere alcanzar en plenitud, invita a seguir caminando, aun cuando no se le alcance nunca. En el bien común es posible articular otros principios de la DSI, como la opción preferencial por los pobres12 y la solidaridad. Desde la perspectiva del bien común, el modo de hacer operativos tales principios es muy relevante: se ha de respetar que a la base del bien común se encuentra un modo de comprender el ser en sociedad que promueve la inclusión, el encuentro, la fraternidad, la comunidad. De acuerdo al modo como se produzcan las relaciones al interior de una sociedad, siempre en interacción, se podrá evaluar si se avanza (o no) hacia condiciones que permiten a cada cual alcanzar su propia plenitud. La situación de miseria y empobrecimiento afecta la vida cotidiana y el desarrollo de millones de personas y familias en todo el mundo. La opción por los pobres busca atender preferencialmente a aquellos que requieren un cuidado especial. El rol del Estado, y en general de todo poder público, es el de contribuir al bien de cada uno de los miembros de la sociedad (Cf. GS 74). Entronca, por tanto, este modo de comprender el principio del bien común con el principio de subsidiariedad.13 —————————– 10

R. WEILER, «Bien Común», 60. R. WEILER, «Bien Común», 61. 12 Esta formulación ha sido propiamente latinoamericana (cf. DP 1134-1165), introducida en el Magisterio de la Iglesia Universal por Juan Pablo II en SRS 42. 13 En la articulación, respeto, reconocimiento, cuidado y promoción de los derechos, deberes y libertades de las personas se juega el rol de las autoridades políticas de los Estados. Esto fue ampliamente abordado en el magisterio de los papas ante los horrores 11

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Cada cual aporta al bien común con sus acciones, su trabajo, y también con sus impuestos (Justicia Contributiva). Y es el Estado con sus distintas instituciones el que debe ayudar a distribuir de tal forma tales impuestos buscando favorecer el bien común, especialmente cuidando a aquellos que por distintas razones no pueden proveerse por sus medios de lo que necesitan para vivir y tienden a la marginalización (Justicia Distributiva). Al centro de la ilustración 2 encontramos el concepto de Justicia Social, que supone la interacción de todo el sistema social, político y económico, y la participación de cada uno de los actores involucrados comprendidos como ciudadanos. BIEN COMÚN    

Viviendas adecuadas Trabajos asequibles Educación de calidad Cuidado de los niños  Salud, etc.

JUSTICIA DISTRIBUTIVA (BIENESTAR)

JUSTICIA CONTRIBUTIVA (ACCIÓN)

JUSTICIA SOCIAL (PARTICIPACIÓN)

CIUDADANO

CIUDADANO

CIUDADANO

CIUDADANO

JUSTICIA CONMUTATIVA

Ilustración 2: El bien común en articulación con los distintos tipos de justicia Fuente: D. Hollenbach, The Common Good and Christian Ethics, 196.

Al ser tan amplia la definición de bien común e incluir distintas instancias sociales, considera dentro de sí el bien de cada una de esas instancias, aun cuando no se identifique con la suma de todos los bienes particulares de ellas. Aun cuando el concepto de bien común considere como necesarios para la vida de las personas ciertos estándares mínimos 14 no es equivalente con la idea de bienestar generalizado.15 O dicho de otro en los estados totalitarios que se desarrollaron durante el siglo XX. Cf. MM 20.37.5455.60; PT 5-11; 57. 14 En GS 30 leemos: “Es preciso que todo lo que el hombre necesite para llevar una vida dignamente humana se le haga asequible, como son: el alimento, el vestido, la habitación, el derecho de elegir libremente un estado de vida, (…) de fundar una familia, (…) a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una debida información, (…) a obrar según la recta norma de su conciencia, (…) a la protección de su vida privada y una justa libertad incluso en el campo religioso”. 15 A. FERNÁNDEZ, «Bien común», 171.

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modo: el bienestar de los miembros de una sociedad, de sus familias y otras asociaciones es importante, pero no es identificable en plenitud con la idea de bien común (Cf. CDSI 164-165). Es también poco clara la definición en cuando alude a la propia perfección de los ciudadanos (personas, familias y asociaciones). Para poder definir tal perfección en cada caso particular hay que imbricar los distintos conceptos de justicia (conmutativa, contributiva, distributiva, social) junto a los de autonomía y libertad: cada cual, cada familia y asociación, debe definir en libertad cuáles son los fines y elementos que definen esa propia perfección, siempre en relación con las demás personas y asociaciones (ver Ilustración 2). Habrá algunas personas que por distintas razones no alcancen tal capacidad de autonomía. 1.2 Bien común y bienes comunes16 En la sociedad hay distintos tipos de bienes y servicios, que se producen, se ofrecen, se valoran, se comercializan e intercambian, dependiendo de sus características particulares. Para poder comprenderlos y administrarlos adecuadamente en su diferencia, se ha llegado a distinguir entre bienes privados, bienes públicos, bienes colectivos y bienes comunes. Tabla 1: Distintos tipos de bienes según su grado de exclusividad y rivalidad.

Grado de Exclusividad

Baja Alta

Fuente: Elaboración propia

Grado de Rivalidad Baja Alta Bienes públicos (ej. Parque) Bienes comunes (ej. Pastizal INDEPENDENCIA silvestre) CON Bienes ‘de club’ (colectivos) Bienes privados (ej. La Chaqueta (ej. Un Club) que estoy usando) CONTRA en base a S. ZAMAGNI, I beni comuni per il bene comune,

3.

¿Qué distingue a cada uno de estos tipos de bienes? En la Tabla 1 se puede comprender cómo se clasifican dependiendo de su grado de exclusividad y de rivalidad en el consumo/utilización. Un bien es altamente exclusivo si su utilización supone que otros no podrán acceder a él al mismo tiempo. Un bien tiene alta rivalidad si al usarlo o consumirlo imposibilito el acceso que otros tienen a él.17 Desde la perspectiva de la economía existen distintas teorías para comprender y administrar tanto los bienes públicos como los privados, —————————– 16

En los siguientes párrafos seguimos algunos de los puntos expuestos en S. ZAMAGNI, I beni comuni per il bene comune. 17 Hollenbach también incluye en su libro una reflexión acerca de los distintos tipos de bienes, aunque lo presentado por Zamagni es más completo. Cf. D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 8-9.

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dejando un cierto vacío en lo que se refiere a los bienes comunes. Para ilustrar esta tensión, es conveniente hacer referencia a la llamada Tragedia de los comunes, publicación de 1968 del biólogo Garret Hardin.18 En ella se da cuenta del conflicto suscitado en un pastizal silvestre de propiedad común por parte de pastores del mismo pueblo a medida que fue aumentando la cantidad de ovejas que ellos, cada uno por separado y sin ponerse de acuerdo, llevaban a pastar. Tras el análisis de esta situación se llega fácilmente a concluir que si se aplica exclusivamente a la producción y consumo de los bienes comunes la lógica del individualismo posesivo se obtiene a la larga una situación trágica, que a todos perjudica: ya no es posible para ninguno de los pastores alimentar a ninguna oveja pues el pastizal ha sido consumido a una velocidad en la que ya no puede renovarse. Este es un problema que se puede extender a las distintas esferas y situaciones de la vida en sociedad, provocado por el exponencial crecimiento de la población y de la productividad y su impacto en el medio ambiente, la ciudad, y todos los que interactúan ahí. Ejemplos típicos de bienes comunes que pudieran ser afectados por esta tragedia son el nivel de contaminación del aire, el agua, el terreno, el territorio (y su conservación), aunque también el conocimiento, y hasta la confianza generalizada.19 El problema planteado ha llevado a desarrollar distintos mecanismos de gobierno de los bienes comunes, tanto a nivel académico como en concreciones particulares, ya sea en el ámbito de la ciudad (territorio, espacios comunes, monumentos), como en la gestión de recursos forestales, hídricos y del conocimiento (software, alimentos, medicamentos, etc.).20 —————————– 18

Cf. G. HARDIN, «The tragedy of commons»; B.L. CROWE, «The Tragedy of the Commons Revisited». Es interesante ver el intenso debate que se ha producido desde la publicación de este ensayo en 1968. En la página web de la revista Science ofrecen una panorámica donde se puede encontrar este material, además de enlaces a otros sitios de interés: «Science Magazine: Tragedy of the Commons? -- Web Resources». 19 Para ver cómo la confianza puede ser comprendida como un bien común véase L. BRUNI, «Quel bene comune che chiamiamo “fiducia”»; V. PELLIGRA, «Fiducia come risorsa comune». 20 Este tema ha sido ampliamente desarrollado desde entonces por distintos investigadores, en particular por Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía del año 2009 por sus aportes a este tema. Hemos tenido a la vista algunas de sus publicaciones: E. OSTROM, «El gobierno de los bienes comunes desde el punto de vista de la ciudadanía»; E. OSTROM, El gobierno de los Bienes Comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva; A.R. POTEETE – M.A. JANSSEN – E. OSTROM, Trabajar Juntos. Acción colectiva, bienes comunes y múltiples métodos en la práctica.

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En particular una ciudad tiene muchos espacios que podrían ser catalogados como bienes comunes.21 En el buen uso compartido por parte de todos los habitantes de la ciudad de tales bienes comunes, lo que supondrá un buen gobierno, se juega el que el resultado final sea beneficioso para el bien común de todos y cada uno de los ciudadanos, sus familias y asociaciones. Pero por el contrario, cuando se hace mal uso, o bien un grupo particular explota o agota alguno de estos bienes comunes para su beneficio particular, se produce un daño al bien común de todos y cada uno de los habitantes de la ciudad. Se ha de considerar, por tanto, tratar a los bienes comunes como lo que son, y no privatizarlos ni convertirlos en públicos, que no lo son. Un ejemplo evidente de esto es el que ocurre con el conocimiento, que por su naturaleza es un bien común, pero la tendencia actual es a privatizarlo, a veces por razones atendibles. Considérese la situación de la industria farmacéutica y las patentes de los medicamentos. O lo que ocurre en escuelas o universidades, en que se exacerba la competitividad y la meritocracia en vez de la colaboración, generándose actitudes individualistas: cuando alguien sabe algo y lo comunica a otro no lo pierde, sino que en muchas ocasiones tal intercambio resulta favorecedor para todos. 1.3 Economía del bien común El debate que nos convoca es ante todo antropológico. Contra el paradigma hegemónico – el del hommo oeconomicus – que dice que el único fin en la vida de cada ser humano es cuidar el propio autointerés y el de la propia familia, y que el único fin de una empresa es el producir utilidad para sus accionistas, se han levantado algunas voces disidentes. En el hommo reciprocans, sin negar la propia iniciativa y búsqueda de bienestar, se entrelazan otros valores como el bien de todos los que concurren o se ven afectados por una actividad, de la comunidad, del medio ambiente, y de las generaciones futuras.22 —————————– 21

Para profundizar véase The Creation of the Urban Commons en D. HARVEY, Rebel Cities. From the right to the city to the urban revolution, 67-88. Comenzando por la Tragedia de los Comunes de Hardin, presenta las vías de solución de Ostrom aplicada al caso de las grandes ciudades. 22 Cf. L. CRIVELLI, «Cuando el Homo Oeconomicus se convierte en Reciprocans». Un interesante artículo de Amartya Sen de 1977 cuestiona este presupuesto económico dominante. Cf. A. SEN, «Rational Fools».

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Hay que hacerse cargo de las críticas que se esgrimen ante este tipo de planteamientos. Observando el panorama de las últimas décadas en Chile, el crecimiento económico ha sido impresionante, evaluado tanto en términos macroeconómicos (p.ej. PIB per cápita) como de acceso al bienestar de una gran mayoría de la población (p.ej. esperanza de vida, otros índices ya mencionados), aunque prevalezcan aún altos índices de desigualdad. Cabe preguntarse cuánto puede ser sostenible en el tiempo un tipo de desarrollo así comprendido y qué tipo de reformas deben hacerse para contrarrestar el impacto negativo que la mera consideración del ser humano como hommo oeconomicus ha producido. No se trata por supuesto de imponer a los demás modelos ni fines, sino de hacer ver este reduccionismo y proponer posibles vías de solución, para que cada cual en libertad elija aquello que le parezca mejor. Zamagni advierte23 por otra parte que no se trata de dejar de lado el lucro o la utilidad en la conducción de las empresas, pero sí de agregar a esa finalidad, otras. En la solución que propone considera que las empresas que adscriban a este modelo de Economía del Bien Común han de ser como las capitalistas, eficientes, bien organizadas, pero agregando como fin el bien colectivo, o la utilidad social. Para ello se han buscado distintas formas de medir precisamente el Valor Agregado Social. En ese sentido sirva como ejemplo el trabajado colaborativo que ha llevado a elaborar una matriz de evaluación del bien común24, que incluye por un lado a los distintos grupos de contacto de una empresa (proveedores, financiadores, empleados inclusive propietarios, clientes, ámbito social) y por el otro los distintos valores a evaluar (dignidad humana, solidaridad, sostenibilidad ecológica, justicia social, participación democrática y transparencia). Dependiendo del comportamiento con cada uno de los grupos en cada uno de esos valores, se asigna un puntaje. Además se consideran algunos criterios negativos que restan puntos. Con toda esa información es posible evaluar objetivamente el desempeño de una empresa bajo el paradigma del bien común, comparar resultados en el tiempo y proponer mejoras específicas en áreas débiles. Para no quedarse meramente en el plano reflexivo, es conveniente observar algunas concreciones sostenibles dentro de este conflicto de paradigmas antropológicos y de la propuesta de una economía del bien común: se están desplegando con relativo éxito las llamadas Empresas B, se mantienen en distintos lugares Cooperativas de distinta naturaleza, se —————————– 23 24

S. ZAMAGNI, I beni comuni per il bene comune, 13-16. Cf. C. FELBER, La economía del bien común, 68-69.

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han creado Redes de Comercio Justo y también Organizaciones de Micro finanzas/Bancos Comunitarios.25 Y en general, existen muchas Organizaciones No Gubernamentales y de la Sociedad Civil que no tienen fines de lucro y que con su actuar transforman la ciudad y la sociedad. 2. El bien común en la ciudad Para Hollenbach, en diálogo con la DSI, “el bien común (…) viene a la existencia en una comunidad de solidaridad entre agentes activos e iguales”, donde existen vínculos de mutualidad y reciprocidad.26 Estos vínculos son reconocidos como un fin en sí mismo y no como un medio para alcanzar otros fines.27 El gran problema de la vida en las grandes ciudades es que estos vínculos, presentes naturalmente en la esfera familiar o en pequeños grupos de amistad o trabajo, por distintas razones son muy difíciles de alcanzar en la relación con otros grupos y barrios.28 Queriéndolo o no, los seres humanos dependen absolutamente de los demás y del medio ambiente para existir. Aunque se celebre la autonomía e independencia, la verdad es que en distinto grado dependemos unos de otros, incluida la interacción entre los distintos barrios de una ciudad. A modo de ejemplo, en razón del miedo a los “otros” amenazantes algunos se amurallan para defenderse del resto que les resulta agresivo. El mismo miedo produce que a algunos ciudadanos les resulte muy difícil conseguir buenos empleos.29 Esta conexión, interacción e interdependencia está mediada en las ciudades, y en el mundo entero, por instituciones políticas, —————————– 25

Se puede profundizar en S. ZAMAGNI, «El bien común en la sociedad postmoderna: propuestas para la acción política-económica». 26 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 189. La traducción es mía. 27 Hollenbach toma esta valoración de las relaciones sociales por sí mismas y no como un fin instrumental de las reflexiones de Jaques Maritain e Yves Simon. Cf. D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 79-86;131-136. 28 He aquí el punto central del debate: el mejor resultado para todos sólo se conseguiría cuando cada cual de modo libre elija de acuerdo a su propio autointerés. Optar por una concepción atomista del ser humano en sociedad tendría entonces un carácter ético: el mayor bien para todos se consigue así. Si en esa concepción alguno elige ser caritativo y bueno con sus vecinos, bienvenido sea. Pero hablar de justicia social no tendría ningún sentido. Solo se pueden promover y cuidar relaciones justas entre individuos que habitan en una misma ciudad. Y que el Estado y sus instituciones faciliten y promuevan tal interacción, y actúen en favor de los que por alguna razón atendible no pueden valerse por sí mismos. Cf. F. HAYEK, «El atavismo de la justicia social». 29 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 189-190.

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económicas y culturales, las que debieran ser evaluadas para verificar si promueven, o no, el bien común. Reconociendo que desde la perspectiva de la escatología cristiana, la plenitud del amor entre los seres humanos solo se dará en el Reino de Dios, es justo proponer pasos que vayan realizándolo en las instituciones que han sido creadas para el gobierno de las comunas y ciudades, para educar a los niños y jóvenes, para regir las transacciones económicas y la acción política, etc. Sabiendo que en cada momento de la historia habrá quienes que por distintas razones vayan quedando al margen, las acciones de los cristianos en la ciudad, tanto como personas individuales como agrupados en distintas organizaciones, han de contribuir a su inclusión. Pero no hay que ser ingenuos: existen dinámicas propias del modo de organización económico y social prevalente en el mundo que tienden a la expulsión de grupos de personas de las esferas beneficiosas del bien común.30 La recuperación de la categoría del bien común tanto en el plano local como el global, y el desarrollo conceptual que a partir de ahí propone Hollenbach, pudiera ser de ayuda a superar esta ceguera. A continuación desarrollaremos algunos elementos de la propuesta de Hollenbach. En primer lugar su examen a la condición de aislamiento social del pobre en las grandes ciudades, que sitúa más en el plano institucional que en el personal las vías de solución. Luego la invitación a agregar la solidaridad a la interdependencia que nos constituye como seres sociales. Y finalmente, la conexión que existe entre la promoción de los derechos humanos y la búsqueda deliberativa del bien común, también considerando la importancia de las instituciones. 2.1 Aislamiento social del pobre Desde una antropología personalista y comunitaria, se pregunta Hollenbach31 por la situación particular de los pobres en las grandes ciudades de Estados Unidos. El contexto general que observa es de prosperidad, aun cuando tal prosperidad no alcance a todos. Esto se puede aplicar perfectamente a lo que ocurre en mayor o menor medida en todos los contextos urbanos: una de sus características es precisamente la —————————– 30

Pudieran existir dinámicas sistémicas subterráneas que unen tales modos de expulsión, pero que por distintas razones no alcancemos a considerarlas, o bien las categorías que utilizamos no nos permiten conceptualizarlas. Es lo que se intenta demostrar en S. SASSEN, Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global. 31 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 173.

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desigualdad y la segregación, lo que se ha dado con especial intensidad en los últimos 30 años en las grandes metrópolis latinoamericanas.32 Según Hollenbach33 ya no parece ser el racismo la principal causa de pobreza urbana en Estados Unidos, sino que lo más dañino y perjudicial son las débiles relaciones comunitarias. Esto se expresa tanto en bajos niveles de cohesión barrial y seguridad física ante la violencia, como en baja calidad de educación y acceso a atención médica, entre otros indicadores sociales. Distintas barreras separan a sectores de la ciudad de los bienes disponibles en la sociedad amplia. Este aislamiento social, concepto que toma del trabajo del sociólogo William J. Wilson, da cuenta de la falta de interacción sostenida con individuos e instituciones que representan a la sociedad en general. El aislamiento social se manifiesta dramáticamente en la falta de trabajos, que incorpora elementos económicos, de decisiones políticas, y también de capacidades de las personas, y que actúan como murallas que han hecho que aunque la sociedad en su conjunto haya crecido, la pobreza y la desigualdad también. Para hacer frente a estas situaciones de marginalización asociadas a la imposibilidad de acceder a determinados bienes y servicios, las instituciones de los Estados proveen distintos servicios, ya sea mediante subsidios directos, provisión a través de agencias o transferencias monetarias (bonos). A algunos de estos bienes se les ha llamado merit goods: su provisión afecta no solo al que lo recibe, utiliza o posee, sino a toda la sociedad. Si alguien mejora su nivel educacional, los conocimientos y habilidades no solo lo benefician a él sino a toda la sociedad. A estos Rawls prefiere llamarlos bienes primarios, y los define como el criterio fundamental para evaluar cuán justa es o no una sociedad.34 Wilson habla de ghetto related behavior35 para referirse sobre todo a la situación de hombres jóvenes, en los que concurren distintos patrones de comportamiento, ya sea de deserción escolar, abuso de drogas o alcohol, pertenencia a pandillas, monoparentalidad, etc.36 En ellos se observan —————————– 32

Véase M. JANOSCHKA, «El nuevo modelo de la ciudad latinoamericana: fragmentación y privatización»; L. DAMMERT, «¿Ciudad sin ciudadanos?»; C. DE MATTOS, «Transformación de las ciudades latinoamericanas»; J. RODRÍGUEZ – C. ARRIAGADA, «Segregación Residencial en la Ciudad Latinoamericana». 33 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 174-181. 34 Cf. S.S. FAINSTEIN, The Just City, 15. 35 Citado en D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 175-179. 36 El drama de los jóvenes que ni estudian ni trabajan (NINIs, NEETs por sus siglas en inglés) es un problema social generalizado en numerosos países. Véase algunos elementos de diagnóstico en F. COLOMA – B. VIAL, «Desempleo e inactividad juvenil

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desesperanzas aprendidas, que se van contagiando cuando la misma situación afecta a buena parte del barrio. Esto puede llevar al nihilismo, a que colapse el sentido de la vida y se eclipse la esperanza de un futuro mejor. En muchos casos abunda la depresión psicológica y la baja autoestima.

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CIUDADANO

CIUDADANO

CIUDADANO

MARGINALIZACIÓN  Viviendas inadecuadas  Falta de trabajo  Educación deficiente  Falta de Cuidado de los niños  Falta de atención Salud, etc.

Ilustración 3: Marginalización de un grupo de ciudadanos Fuente: D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 199.

Hollenbach destaca que estudios recientes muestran37 como tal situación de marginalización no se produce principalmente por falta de interés ni por poca responsabilidad para enfrentar los propios problemas, sino por barreras institucionales, sociales e históricas que la han favorecido. A pesar de ello, las explicaciones habituales que se encuentran por doquier apuntan tan solo a la responsabilidad personal: en ello se evidencia la presuposición individualista y una cierta naturalización a la hora de abordar el tema de la pobreza urbana.38 en Chile»; A. REPETTO, «Vulnerabilidad y oportunidades: los jóvenes inactivos en Chile»; E. AGUILA – al., «Pobreza y vulnerabilidad en México: el caso de los jóvenes que ni estudian ni trabajan»; E. RODRÍGUEZ, «Jóvenes que ni estudian ni trabajan en América Latina: entre la estigmatización y la ausencia de Políticas Públicas». Para una mirada a esta situación en el resto del mundo véase: OECD, «Society at a Glance 2016. A spotlight on youth». 37 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 176-178. 38 Véase una crítica al modo como han sido estudiados los guetos en Estados Unidos de América, descuidando precisamente su vertiente institucional y política, en L.J.D. WACQUANT, «Tres premisas nocivas en el estudio del gueto norteamericano». Ahí se muestra como en algunos estudios se da “la pobreza, la ‘desorganización’ y la

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Hollenbach toma de John Rawls la propuesta de evaluar el modo como las instituciones mayores de una sociedad contribuyen (o no) a que haya mayor justicia social: que haya mayores posibilidades de que todos alcancen el mayor bien posible, especialmente lo que están en alguna situación desfavorable. Se trata de bajar las barreras que provocan marginalización y exclusión injustas, que no permiten que todos se puedan beneficiar de los bienes que ofrece la vida común en una ciudad/sociedad, tal como lo muestra la Ilustración 3 (pág. anterior).39 Como principio general se puede establecer que nadie que sea ciudadano debería ser relegado hacia los bordes de la interacción social de esta manera. Cuando las diversas instituciones económicas, políticas y sociales crean barreras a niveles básicos de participación para algunas personas, las instituciones deben ser reformadas. Hacer estos cambios es en sí mismo un proyecto social que ha de ser promovido en los distintos niveles de la sociedad, pues los que quedan al margen no son muchas veces capaces de realizarlos por sí mismos, al menos al comienzo.40 Hollenbach tiene a la vista la situación de las grandes ciudades de los Estados Unidos de América en las que la tendencia es que la clase media emergente se mueva a sectores nuevos de la ciudad, creando nuevos espacios urbanos medianamente autosuficientes, y abandonando sectores más antiguos, que habitualmente son repoblados por grupos de inmigrantes internos o externos. Tal dinámica es un poco distinta en otras latitudes. En particular en Santiago de Chile, han sido los más pobres los que por distintas razones han sido ‘expulsados’ a las periferias de la ciudad, tanto por políticas de erradicación de campamentos y de construcción de blocks de vivienda social para quienes son allegados, como por la ausencia de una política de integración social asociada a la vivienda social. También se observa la creación de condominios privados en barrios nuevos de las ciudades, conectados por redes de autopistas de alta velocidad que fácilmente invisibilizan otros sectores de la ciudad. Haciendo las adaptaciones contextuales correspondientes, la dinámica de exclusión y fragmentación es similar a la descrita por Hollenbach.

segregación social como resultados inevitables” de los cuasi biológicos “procesos de crecimiento de la ciudad”, omitiendo cuidadosamente tanto las estrategias de los empleadores como el “papel que desempeñan los políticos y el gobierno local en la creación y mantención de los guetos” (p.174). 39 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 201ss. 40 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 201.

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Algunas de las acciones que las comunidades cristianas pueden emprender - dada su presencia en distintos lugares de las ciudades con parroquias, escuelas u otras instituciones - es hacer de puente, conectando enclaves, suburbios y barrios degradados de la ciudad, generando vínculos de colaboración y solidaridad entre personas y grupos, hacia romper barreras y prejuicios, con iniciativas de voluntariado y otras.41 Junto a las aproximaciones locales/barriales, por definición limitadas, hay que apuntar a que las instituciones metropolitanas, estatales y nacionales, promuevan el bien común en sus propios ámbitos de acción.42 El trabajo de advocacy que se pueda hacer desde la sociedad civil, tanto en período de elecciones como al momento de discutir algún proyecto particular, es fundamental para hacer presente las necesidades y demandas de los grupos marginalizados. 2.2 Interdependencia en solidaridad Uno de los principios de la DSI establece que el criterio orientador del actuar social y político en las ciudades ha de ser el bien común, que tiene como enemigo basal el individualismo.43 El bien común se contrapone a la búsqueda egoísta y exclusiva del propio bien por parte de un individuo o un grupo de individuos. Existen otros obstáculos para el bien común44. Uno que ya hemos mencionado es la impresión de que sería imposible en una sociedad cada vez más plural alcanzar acuerdos razonables de lo que sea bueno y conveniente para todos. Esto considera tanto la eventual contraposición insalvable entre distintas visiones de mundo y creencias, o la más práctica imposibilidad de encontrar mecanismos de participación satisfactorios que posibiliten tales acuerdos. Otro obstáculo al bien común es el problema de los oportunistas:45 bajo el supuesto de que la acción —————————– 41

Cf. D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 200-211. D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 206-207. 43 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 173. 44 Para enumerar este elenco de obstáculos al bien común seguimos lo planteado en C. ANDRE – M. VELASQUEZ, «The Common Good». 45 En inglés llamado freerider problem. En Santiago de Chile esto se observa con evidencia cotidiana en el elevado monto de personas que utilizan el sistema de transporte público, Transantiago, sin pagar su pasaje. Los últimos datos hablan de hasta un 50% de evasión. Para poder financiar el sistema de transporte público el Estado ha debido aprobar año a año, en los últimos 10 años, subsidios extraordinarios. Esto afecta no solo al sistema de transporte, sino la confianza general en el funcionamiento de la sociedad: si hay algunos que se aprovechan y no reciben una sanción, eso mueve a que otros lo hagan, entonces el problema se agudiza. 42

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cooperativa en la sociedad los beneficia a todos, hay algunos que se aprovechan de tales beneficios pero sin poner de su parte. Finalmente un último obstáculo, de carácter opuesto al anterior, es el de la desigual distribución de cargas: cuando solo a algunos en un grupo se les pide hacerse cargo de situaciones que son responsabilidad de más personas. La noción de bien común que se ha presentado supone, de parte de cada uno de las personas que conforman una sociedad, la voluntad de cooperar con los demás de acuerdo a sus propias posibilidades y dones. Desde la comprensión cristiana, el ser humano tiene en sí mismo una vocación a ser en sociedad: “esta vida social no es para el hombre algo postizo, le corresponde desarrollarse en todas sus facultades por el trato con los otros, las ayudas mutuas, el diálogo con sus congéneres” (GS25). Esta relación de cada persona con los demás ha recibido el nombre de interdependencia. Agente dominante Desigualdad

Mutualidad/reciprocidad

No-reciprocidad Ciudadano

Paciente impotente

Ciudadano Igualdad

Ilustración 4: Interdependencia (a) Desigual (b) En solidaridad Fuente: D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 183-184.

Desde la afirmación de la radical interdependencia que tenemos los seres humanos, vale preguntarse por su calidad.46 En términos generales y puntualizando los extremos, se puede vivir de un modo limitado como interdependencia desigual o bien en su plenitud como interdependencia en solidaridad, como se puede observar en la Ilustración 4. Esta categorización lleva a preguntarse por el tipo de relaciones que se establecen en la sociedad, si se basan en la desigualdad o no reciprocidad, o más bien se plantean en un sentido más horizontal de igualdad y reciprocidad. Hollenbach levanta la interdependencia en solidaridad como un modo de vivir que todos los miembros de una misma ciudad debieran asumir —————————– 46

Leemos en SRS 26: “En este mundo dividido y turbado por toda clase de conflictos, aumenta la convicción de una radical interdependencia, y por consiguiente, de una solidaridad necesaria, que la asuma y traduzca en el plano moral. Hoy quizás más que antes, los hombres se dan cuenta de tener un destino común que construir juntos, si se quiere evitar la catástrofe para todos. Desde el fondo de la angustia, del miedo y de los fenómenos de evasión como la droga, típicos del mundo contemporáneo, emerge la idea de que el bien, al cual estamos llamados todos, y la felicidad a la que aspiramos no se obtienen sin el esfuerzo y el empeño de todos sin excepción, con la consiguiente renuncia al propio egoísmo.” El subrayado es mío.

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libremente como propio. El concepto de solidaridad lo toma de la Sollicitudo Rei Socialis: “la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos” (SRS38). Se podría dar entonces un círculo conceptual que lleve de la solidaridad al bien común y viceversa, poniendo especial atención, por parte del Estado y de otros actores de la sociedad civil (ONGs, Iglesias, etc.) en quienes por distintas razones no acceden a los bienes y condiciones necesarias para que cada cual pueda desplegar su propia perfección en libertad y contribuir así a su vez al bien común de toda la sociedad. Este modo de comprender la interdependencia debe estar presente en el modo de socialización y educación de los niños: a ser solidario se aprende siéndolo. Se trataría, por tanto, de generar capacidades efectivas en las personas marginalizadas para que ellas mismas se constituyan en agentes y a su vez contribuyan al bien común de la ciudad.47 Una tentación siempre presente al momento del diseño de políticas públicas o de acciones de intervención social, es la del paternalismo o el no considerar la opinión o parecer de los mismos afectados. Una posible respuesta que se ha dado en algunos lados es la de crear intervenciones que incluyan dentro de sí incentivos que movilicen a la iniciativa personal, a la organización o a la acción colectiva.48

—————————– 47

Cf. M. NUSSBAUM, Crear capacidades: propuesta para el desarrollo humano; A. SEN, Development as freedom; A. CORTINA – G. PEREIRA, ed., Pobreza y Libertad. Esta misma tensión enunciada a nivel de un país o ciudad, se da al considerar la relación entre países y organismos internacionales, en lo que se refiere a la Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD): cierto modo de ayudar puede generar dependencia, o por el contrario instalar capacidades. Cf. C.C. GIBSON – al., The samaritan’s dilemma. The Political Economy of Development Aid. Agréguese a este debate el que los 22 países más ricos del mundo han comprometido el 0,7% de su PIB en AOD, aunque la cifra es en realidad muchísimo menor a ello. Véase OECD, «Development Co-operation Report 2016: The sustainable development goals as business opportunities»; A. HERNÁNDEZ ROMÁN – L. AMADOR HIDALGO – G. SANTANDER CAMPOS, «La ayuda en educación a examen». 48 Se pueden ver algunos ejemplos de este tipo de políticas en A. FISZBEIN – N. SCHADY, «Transferencias monetarias condicionadas. Reducción de la pobreza actual y futura»; C. OSORIO GONNET, «Mecanismos de difusión de los Programas de Transferencia Condicionada en América Latina. El caso chileno»; D. CONTRERAS – O. LARRAÑAGA – G. CABEZAS, «Políticas contra la pobreza: del Chile Solidario al Ingreso Ético Familiar».

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2.3 Deliberación, Derechos Humanos y bien común Para alcanzar una comprensión de bien común valorada y promovida por la mayoría de los miembros de una sociedad, es necesario algún tipo de intercambio y debate, en el que se expresen y se respeten las múltiples visiones y creencias que en ella coexisten. A este esfuerzo de diálogo Hollenbach le llamará solidaridad intelectual: la “búsqueda común de una visión compartida de la vida buena”.49 En esta búsqueda los acuerdos pueden no ser fáciles de conseguir, sobre todo cuando lo que prevalece en las relaciones sociales entre personas y grupos distintos en una ciudad es el miedo, los prejuicios, o cuando se hablan distintos idiomas, se tienen distintas creencias, se pertenece a distintas culturas o se han tenido experiencias históricas contrapuestas y en conflicto.50 Y aunque entonces se levante la tolerancia, en su acepción de soportar las opiniones, visiones y preferencias de los otros, como un valor a cuidar, hay ciertos asuntos que la tolerancia no puede resolver. Ha ocurrido que en vez de tolerancia, las dinámicas sociales han provocado que cada cual se junte con quien más o menos piensa parecido y tiene más o menos el mismo nivel de vida, provocando situaciones de aislación que, sobre todo en el caso de los más pobres en las ciudades, es catastrófico.51 El bien común permite ampliar las barreras del propio bienestar y las propias preferencias, para considerar las de los demás, y avanzar a lograr juntos, mediante las instituciones creadas para ello, el mayor bien posible para todos y cada uno. Se debe destacar que una vez que se han alcanzado ciertos acuerdos sobre aquello que se comparte es bueno, se han de dar pasos a crear instituciones que permita hacerlo operativo. De esto habla Hollenbach ejemplificando con la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), promulgada en 1948, reconociéndole un lugar protagónico al momento de alcanzar el bien común: Las instituciones que aseguran y protegen los DDHH para todos son esenciales para el bien común de una comunidad de libertad (…) Los DDHH deben entenderse como garantías de los requisitos más básicos de solidaridad. Los DDHH son la demanda moral de todas las personas de ser tratadas, en

—————————– 49

D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 137. D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 22-31. 51 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 34-42. 50

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virtud de su humanidad, como participantes en la vida compartida de la comunidad humana.52

Al igual que la definición de bien común que hemos comentado, los DDHH han sido declarados53 como ideales regulativos hacia los que las sociedades y Estados deben avanzar progresivamente de acuerdo a las posibilidades que da el desarrollo.54 Aunque la DUDH tiene pretensión de validez universal, para que efectivamente sea utilizable se han de traducir los derechos ahí establecidos en concreciones realizables en cada lugar. Una dificultad del momento presente en Chile y América Latina, respecto de los DDHH, es que su uso permanece asociado al tiempo en que durante la década de los 70 y 80s fueron sistemáticamente violados por los gobiernos de turno, en particular los derechos civiles y políticos.55 Un esfuerzo que habría que hacer en este —————————– 52

D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 159. La traducción es mía. He conocido de cerca el programa de entrenamiento en Derechos Humanos en el Indian Social Institute de New Delhi: se hace evidente que la formulación de los DDHH ha alcanzado un amplio conocimiento y difusión ante todo en occidente, no así en lugares del sur de Asia o del África Subsahariana. Las instituciones juegan un rol central en su difusión, defensa e implementación. Cf. S. CHAKRABORTY, Human Rights Trainer’s Manual. 53 En su formulación se señala: “La Asamblea General proclama la presente Declaración Universal de Derechos Humanos como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos.” NACIONES UNIDAS, «Declaración Universal de Derechos Humanos», Preámbulo. El destacado es mío. 54 Para la implementación efectiva de la DUDH se firmaron en 1966 dos pactos: uno llamado Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR), el segundo Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ICESCR). Se hace explícito en estos pactos que los derechos establecidos en la DUDH sólo podrán hacerse realidad en la medida que cada país alcance un estándar de crecimiento y desarrollo sostenible. Aunque la mayoría de los países ha ratificado en las décadas sucesivas ambos pactos, Estados Unidos rechazó participar del segundo, en tanto el sector libertario representado en la Cámara de Representantes y el Senado no acepta la injerencia del Estado en las acciones y decisiones económicas de las personas en los mercados. Cf. J.D. SACHS, The age of sustainable development, 228-232. 55 En Chile la comisión ‘Verdad y Reconciliación’, y la ‘Comisión Asesora para la Calificación de Detenidos Desaparecidos, Ejecutados Políticos y Víctimas de Prisión Política y Tortura’ han facilitado que se reconozcan estas graves violaciones a los DDHH y se hayan propuesto medidas de reparación a quienes las sufrieron o a sus

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contexto, es el de ampliar la visión que se tiene en el lenguaje cotidiano respecto de los DDHH hacía incluir también en ellos los derechos Económicos, Sociales y Culturales.56 Es posible reconocer un esfuerzo deliberativo similar al propuesto por Hollenbach y alcanzado en la DUDH en la elaboración reciente de la Política Nacional de Desarrollo Urbano en Chile.57 En su elaboración participaron distintos actores del sector público y privado, quienes intentaron llegar a un consenso. El punto de partida ha sido el diagnóstico de que la segregación urbana es el principal problema de las ciudades de Chile. Continuando con las propuestas, el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU) presentó en junio de 2015 una Propuesta para una Política de Suelo para la Integración Social Urbana.58 En todo este proceso se ha reconocido la necesidad de promover a todo nivel un cambio cultural que valore lo público, el bien común, la participación y las expresiones colectivas de ejercicio democrático de la ciudadanía.59 Los esfuerzos deliberativos se han situado bajo el paradigma familiares. Desde 2011 existe en Chile el Instituto de los Derechos Humanos. Cf. GOBIERNO DE CHILE, «Informe Rettig»; INDH, «Información Comisión Valech»; INDH, «Situación de los Derechos Humanos en Chile». 56 En sintonía con lo planteado por Hollenbach, en Chile el actual gobierno de la presidenta Michelle Bachelet propuso un proceso de conversación para la redacción de una nueva Constitución. Se realizaron para ello tanto consultas individuales, como encuentros auto-convocados en diversas partes del país y el extranjero, seguidos de cabildos regionales. Dentro de los 7 principios consensuados como más relevantes se encuentra el del Bien Común. Tras recoger todas las opiniones y presentarlas por orden de prioridad, los 7 derechos que la Constitución debería garantizar son Salud, Seguridad Social, Educación, Vivienda, Igualdad ante la Ley, Respeto al Medio Ambiente, Derecho a la Vida. Cf. M.C. ESCUDERO – I. IRARRÁZAVAL – R. MÁRQUEZ, «Informe ejecutivo: Sistematización de la Etapa Participativa del Proceso Constituyente abierto a la Ciudadanía», 12.18-19; GOBIERNO DE CHILE, «Para la Constitución, una conversación». 57 Es este un proceso que concluyó el año 2014 con la entrega oficial de los resultados. Cf. P. GIMÉNEZ – G. GAZITÚA, ed., Antecedentes Históricos; P. GIMÉNEZ – J.R. UGARTE, ed., Política Nacional Desarrollo Urbano; COMISIÓN DE ESTUDIOS MINVU, Elementos de diagnóstico; J. POBLETE – T. SALINAS, Estudio de Casos Internacionales; P. GIMÉNEZ – J.R. UGARTE, ed., Política Nacional Desarrollo Urbano. 58 Cf. CNDU, «Propuesta para una Política de Suelo para la Integración Social Urbana»; L.E. BRESCIANI, «De la política de vivienda a la política urbana de integración social». 59 Véase P. GIMÉNEZ – J.R. UGARTE, ed., Política Nacional Desarrollo Urbano, 1617 y CNDU, «Propuesta para una Política de Suelo para la Integración Social Urbana», 6-8.

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del Desarrollo Sostenible ya comentado. Lo que es interesante de destacar es la mirada de Política de Estado, más allá del gobierno de turno, tras la constatación de la casi inexistencia de una política urbana coherente y de largo plazo que armonice las distintas instituciones, leyes y reglamentos que afectan a las ciudades y sus habitantes en Chile. En cuanto a las concreciones, se ha reconocido que en las últimas décadas las políticas públicas que afectan la ciudad estuvieron focalizadas en intentar superar el déficit habitacional, aunque descuidando otros asuntos también importantes, como la seguridad, la integración social, el acceso a bienes y servicios públicos, la localización, el cuidado del tejido social existente, etc.60 En el CNDU se ha invitado a participar a los múltiples actores sociales involucrados en las ciudades, en algunos casos con intereses contrapuestos, lo que ha quedado expresado en la disconformidad con algunas de las propuestas o conclusiones: no ha sido posible en algunos casos llegar a un consenso. Será la autoridad política la que deba decidir en cada caso qué es lo que corresponda en beneficio del Bien común. Es conveniente destacar, junto a esta iniciativa de deliberación y planificación de la gestión de la ciudad, múltiples otras iniciativas de acción social, política y cultural, tanto por parte de instituciones del Estado (Ej. Quiero mi barrio) como de la sociedad civil (Ej. SUR profesionales, Junto al Barrio, Proyecto Propio, Techo, Mi Parque, Quiero Mi Ciudad), que han intentado desde hace algún tiempo actuar sobre las ciudades promoviendo algunos de los valores que se presentan en la PNDU. 3. Otros enfoques y miradas al bien común en la ciudad La propuesta de Hollenbach que se ha presentado busca, ante todo, recuperar el bien común como categoría orientadora del ser persona en las ciudades. Explícitamente señala que no se propone ofrecer un completo abanico de propuestas para el diseño de políticas públicas,61 sino tan solo mostrar algunas direcciones para la participación de los cristianos en la arena pública de la sociedad plural. Por ello se acudirá en este subcapítulo a otros autores que pudieran complementar la propuesta de Hollenbach, y que nos permitirán a su vez ampliar el horizonte hacia el debate contemporáneo respecto de la factibilidad de un desarrollo sostenible. Es —————————– 60

Tesis sostenida desde hace un tiempo por distintos investigadores y actores sociales. Cf. A. RODRÍGUEZ – A. SUGRANYES, ed., Los con techo. Un desafío para la política de vivienda social. 61 D. HOLLENBACH, The Common Good and Christian Ethics, 207.

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este otro modo de hablar del bien común como aquellas condiciones sociales favorables para que cada cual busque su propia perfección, incluyendo también a las generaciones futuras. 3.1 Desarrollo sostenible en la ciudad Resilient Cities es el título de uno de los capítulos del libro de Jeffrey Sachs, The age of sustainable development.62 En términos generales, Sachs afirma que una ciudad se puede gestionar adecuadamente si se hace una planificación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS, ver Ilustración 5, pág. siguiente).63 Aunque en su formulación conceptual y representación gráfica parezcan simples64, cada uno de los 17 ODS cuenta con una descripción objetiva y verificable, y con pasos sugeridos para su consecución. Todo esto basado en la experiencia internacional. Para poder utilizar eficazmente los ODS se requiere determinación y voluntad política, que se despliegue la capacidad institucional de hacer diagnósticos diferenciados adecuados a los distintos contextos y responder a ellos.65 Eso supondrá una mejora o actualización de los sistemas de evaluación que considere tanto los indicadores finales como indicadores intermedios que permitan ir haciendo las correcciones necesarias. Lo que se desprende de este punto es que se requieren instituciones ágiles y —————————– 62

En los siguientes párrafos seguimos algunas de las ideas planteadas en este libro. Cf. J.D. SACHS, The age of sustainable development, 385-391. “La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, aprobada en septiembre de 2015 por la Asamblea General de la ONU, establece una visión transformadora hacia la sostenibilidad económica, social y ambiental (…) y será la guía de referencia para el trabajo de la institución en pos de esta visión durante los próximos 15 años. (…) El conocimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) asociados a esta Agenda ayuda a evaluar el punto de partida de los países de la región y a analizar y formular los medios para alcanzar esta nueva visión del desarrollo sostenible, que se expresó de manera colectiva y quedó plasmada en la Agenda 2030.” Cf. CEPAL, «Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible». 64 Esto representación gráfica simple ha sido deliberadamente diseñada así para que pueda ser fácilmente comprendida en las calles, slums, aldeas, organizaciones, y se pueda involucrar a todos en la consecución de estos objetivos, partiendo por las personas que sufren tales carencias. Cf. J.D. SACHS, The age of sustainable development, 144. 65 Cf. J.D. SACHS, The age of sustainable development, 144-149. Ahí Sachs explica cómo ocupar los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) acordados en la ONU el año 2000 para su trabajo hasta el 2015. Desde entonces se han definido en continuidad los 17 ODS, dando paso al modelo de desarrollo sostenible. 63

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profesionales, con capacidad de gestión y reacción, no cooptadas por meros intereses políticos electorales de corto plazo.

Ilustración 5: Objetivos de Desarrollo Sostenible Fuente: CEPAL, «Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible»

Ilustración 6: Componentes del Desarrollo Sostenible. Fuente: «Desarrollo sostenible».

A partir de la descripción de los distintos patrones de urbanización que se han ido dando en distintos lugares del mundo, Sachs se propone puntualizar cuáles debieran ser las principales acciones a desplegar para hacer de las ciudades lugares cada vez más gratos para vivir para todos sus habitantes, además de cuidadosos del medio ambiente. Su aproximación se basa en el concepto de desarrollo sostenible, que incorpora la interrelación de las dimensiones económica, social y ambiental (ver Ilustración 6), toda

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ella gestionada mediante la acción política de los seres humanos de una comunidad particular.66 Desde la perspectiva de Sachs,67 los horizontes de movimiento de la acción social y política en la ciudad debieran promover tanto el aumento de la productividad urbana, como de la inclusión social y de la sostenibilidad ambiental. Ninguna de las tres sin las otras. Productividad urbana se refiere a hacer de las ciudades espacios donde las empresas puedan desarrollar eficientemente sus actividades, y las personas puedan encontrar trabajo decente en ellas. Para favorecer la productividad urbana es clave la infraestructura (sistema de transporte público, conectividad, servicios básicos accesibles a todos) que permita bajar los costos de las interacciones y transacciones en la ciudad.68 La inclusión social, en sintonía con lo planteado por Hollenbach, busca que todos los habitantes de una ciudad puedan participar de los bienes y servicios posibilitados por la cooperación. La segregación y fragmentación en las ciudades posibilita el que haya barrios, escuelas, servicios de salud y parques de distinta calidad dependiendo del ingreso de sus habitantes, ampliando la brecha de la desigualdad. Esto es caldo de cultivo para el descontento social, la inestabilidad y la violencia.69 La sostenibilidad ambiental supone hacerse cargo a gran escala tanto de la mitigación de los efectos que una gran aglomeración de personas produce sobre el medio ambiente (suelo, agua, aire) y las mismas personas (enfermedades). Además debe preocuparse de la adaptación, sobre todo en lo referido al impacto del cambio climático.70 Estas son las tres dimensiones del desarrollo sostenible aplicado a la vida de las ciudades. Para ser sostenible el desarrollo ha de ser equitativo, viable y vivible a la vez. Si alguna de las tres dimensiones se va quedando atrás, se afecta considerablemente al conjunto. —————————– 66

La invitación a promover iniciativas de desarrollo sostenible también está contenida en la Laudato Si’, aunque con el añadido de la expresión integral: que incluya a todo el hombre y a todos los hombres, incluyendo su dimensión espiritual y trascendente (Cf. LS13). En el Magisterio Latinoamericano, la conferencia de Medellín se refiere latamente al desarrollo y al modo como la Iglesia puede participar de su promoción. En el DA se insiste en el carácter sostenible que ha de tener el desarrollo (DA 67.126.399-405). 67 J.D. SACHS, The age of sustainable development, 366-368. 68 J.D. SACHS, The age of sustainable development, 366. 69 J.D. SACHS, The age of sustainable development, 366-367. 70 J.D. SACHS, The age of sustainable development, 367.

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En particular pone su atención Sachs sobre lo que llama infraestructuras inteligentes71, relacionadas con el transporte, el suministro de agua, y con la gestión de los residuos urbanos, incluidos los residuos de aguas servidas como los residuos sólidos. Si estos sistemas se diseñan de un modo adecuado es posible ir reconfigurando el metabolismo urbano hacia mejorar la calidad de vida de quienes viven en él, en todas las dimensiones y relaciones que se establecen cotidianamente. Respecto de la resiliencia urbana la propuesta de Sachs72 es anticiparse a los acontecimientos de alto impacto que afectan la ciudad. Esto en cuanto a la infraestructura: que tenga la capacidad adecuada de acuerdo a las tendencias de uso, considerando la variabilidad cotidiana y estacional. Y también en la conducta de la población: que al menos los adultos sepan qué hacer en caso de emergencias climáticas y casos particulares. Se debe priorizar la preparación antes que la reparación, pues esta última, en el caso de los seres humanos, supone lamentar lesiones serias o muertes. En este aspecto el caso chileno es bien notable: dada su localización geográfica, sufre frecuentemente terremotos de gran magnitud, además de otras catástrofes naturales que se han ido acentuando por el cambio climático (sequía que ha favorecido el auge de incendios forestales, sucedida por grandes lluvias estacionales que provocan inundaciones y aluviones). Estas situaciones despiertan la solidaridad de los chilenos: el Hogar de Cristo y Techo, obras sociales de la Compañía de Jesús, y otras ONGs, asociadas a las instituciones del Estado (ONEMI, Municipios) y a los medios de comunicación masiva, han desarrollado una capacidad de respuesta eficaz ante las emergencias. Pero además con el correr de los años se han desarrollado por parte del Estado herramientas legislativas, técnicas e institucionales, que han permitido afrontar de buen modo las recurrentes emergencias.73 En sintonía con lo que expuesto, en los días que escribimos estas líneas el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago de Chile ha anunciado la —————————– 71

J.D. SACHS, The age of sustainable development, 371-378. J.D. SACHS, The age of sustainable development, 379-384. 73 Sirva como ejemplo el del terremoto y maremoto que azotó a Chile en febrero de 2010. Con una magnitud de 8.8 en la escala de Richter, se tuvo que lamentar la muerte de 512 personas: la mayoría de ellas víctima del tsunami, dado que se suspendió erróneamente la alarma de evacuación del borde costero. Cf. OPS/OMS, «El terremoto y tsunami del 27 de febrero en Chile. Crónica y lecciones aprendidas en el sector salud». Algunos meses antes un sismo de magnitud 7 en la escala de Richter dejó en Haití más de 200.000 víctimas fatales. 72

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estrategia que se ha diseñado para hacer de Santiago una ciudad resiliente.74 3.2 Crítica a la posibilidad de la sostenibilidad Algunos como Sachs tienen una visión optimista y constructiva respecto de la posibilidad de la sostenibilidad en las ciudades. Otros se encuentran en la vereda contraria75. El argumento central que se esgrime es que es ingenuo pensar que la tecnocracia responsable de la situación presente, será capaz de resolver los problemas que ella misma ha generado. Estas prevenciones están también en sintonía con algunas de los puntos desarrollados en la Laudato Si’ respecto del paradigma tecnocrático (LS106-114). Para fundamentar esta prevención en el ámbito de las ciudades, uno de los puntos críticos es el de la cuantificación de las externalidades de los costos ambientales. Aunque a escala local pareciera haber avances significativos, si se amplía el horizonte de observación a los márgenes de las ciudades o a otros lugares del territorio se evidencia una crisis mayor, que tiene alcances planetarios. Sirva como ejemplo ilustrativo76 el dato elocuente de que el crecimiento de las ciudades ha ido a la par del despliegue de la industria automotriz, que a su vez ha sido uno de los principales motores de la economía en el siglo XX. Esta industria involucra toda la cadena productiva mundial, tanto por la prospección y comercio de hidrocarburos, acero y otros materiales, como por la construcción de autopistas e infraestructura urbana, además de constituirse en un símbolo de status. De no mediar un drástico cambio de rumbo no es posible la sustentabilidad ni en el mundo ni en las ciudades, pero no se han encontrado hasta ahora los mecanismos ni los incentivos para hacerlo a gran escala.

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Ver GORE SANTIAGO, «Santiago Resiliente». Esta iniciativa es parte de la campaña ‘100 Resilient Cities’ promovida por la Rockefeller Foundation en el marco de la estrategia de los ODS, Cf. ROCKEFELLER FOUNDATION, «100 Resilient Cities». 75 Consideraremos algunos puntos centrales de lo planteado en J. MARTÍNEZ ALIER, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 223-241. Véase también M. DAVIS, «Ecología de las áreas urbanas hiperdegradadas»; W. PEREIRA – J. SEABROOK, Asking the earth. The spread of unsustainable development; S. SASSEN, Expulsiones. Brutalidad y complejidad en la economía global. 76 J. MARTÍNEZ ALIER, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 224.

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Un concepto acuñado por H.T. Odum es el de emergía.77 Asociado a la idea de huella ecológica, la emergía evalúa el impacto de una ciudad y la actividad que en ella se desarrolla mucho más allá de sus límites, tanto en el plano energético, material, alimenticio, como humano. La emergía, o energía incorporada, es la cuantificación de toda la energía que ha sido necesario utilizar para realizar algún proceso. Los límites de una metrópoli están mucho más allá de sus límites:78 para su correcto funcionamiento las ciudades se han convertido en grandes importadores de energía y materiales, y exportadores de contaminación y residuos de distinto tipo. Los resultados de algunos estudios79 son elocuentes: aunque con distintas acciones la calidad de vida en algunos lugares de las grandes ciudades ha mejorado sustantivamente, el daño que han causado sobre las periferias, la vida de millones de personas, y el medio ambiente global es mucho mayor que lo que efectivamente se logra cuantificar, solo que al no ser visible a los ojos no se ha convertido en un escándalo ni en motivo de protesta por parte de los ciudadanos organizados. Al considerar tales datos se puede concluir que no existe una tendencia evolutiva espontánea hacia la sostenibilidad ecológica ligada al crecimiento de las ciudades, sino más bien todo lo contrario.80

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Mencionado en J. MARTÍNEZ ALIER, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 229. Para profundizar en este concepto y sus implicancias véase H.T. ODUM, Environment, Power, and Society for the Twenty-First Century: The Hierarchy of Energy. 78 No siempre se cuenta con datos fidedignos, pero los que hay permiten sacar conclusiones respecto del impacto de las grandes ciudades. A modo de ejemplo, “se ha calculado que la huella ecológica de Londres (…) es 125 veces su superficie, y casi equivalente al total de la tierra productiva de Gran Bretaña”. Cf. A. DAVEY, Cristianismo urbano y globalización, 39. 79 Se puede considerar el efecto visual que tienen las chimeneas humeantes de industrias, que han provocado en numerosos lugares la protesta ciudadana y la consiguiente determinación de la autoridad política de trasladarlas, con un altísimo impacto en la vida de los trabajadores de tales industrias. La evidencia muestra que es mayor la contaminación de los automóviles: como cada uno de los que lo usa es el responsable de ello no se generan manifestaciones masivas para frenar su uso y promover el sistema público de transporte. Cf. J. MARTÍNEZ ALIER, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 238-240. 80 J. MARTÍNEZ ALIER, «Gli indicatori di insostenibilità urbana come indicatori di conflitto sociale», 237.

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3.3 Derecho a la Ciudad Desde la década del 60 se ha venido desarrollando a nivel mundial un movimiento que promueve el Derecho a la Ciudad. De algún modo se intentó con este movimiento trasladar la lucha social precedente desde las industrias y fábricas al territorio más amplio en que todos conviven: la ciudad. Siendo la ciudad el territorio de la simultaneidad y del encuentro, así como de luchas y conflictos, se trata de dejar de mirarla tan solo como una forma, para analizarla como un proceso. El Derecho a la Ciudad, a través de la movilización social y la lucha política colectiva, valora y reconoce el que cada uno de los habitantes participe activamente en la vida política y en la administración de la ciudad, en sus distintos niveles (barrio, comuna, metrópoli).81 Una de las interrogantes fundamentales que inspira este movimiento es respecto a quiénes son los principales actores a la hora de atender los problemas de la ciudad. Hay quienes postulan que debieran ser ante todos los ciudadanos organizados, la base, y en particular los propios marginalizados urbanos. La premisa de fondo es que quien mejor conoce sus necesidades es el que las padece, y por tanto su opinión y participación es vital al momento de buscar soluciones.82 Desde este enfoque, en el caso de las políticas de vivienda ha habido interesantes discusiones y experiencias. John Turner83 propuso a mediados de los años 70 enfrentar el déficit y la precariedad habitacional en las grandes ciudades promoviendo la autonomía de las propias personas en la construcción de sus casas. Convencidos de este modelo, organismos internacionales financiaron programas específicos de urbanización y servicios básicos en las periferias de las ciudades del Sur atestadas de asentamientos precarios. Algunos ahora acusan que, en una “amalgama entre anarquismo y neoliberalismo”, esto desacreditó o dejó en un segundo —————————– 81

Se le asigna la “paternidad” de este movimiento a Henri Lefebvre, que en 1967, con motivo de los 100 años de ‘El Capital’ de K. Marx publicó el libro ‘Le droit à la ville’. Hemos tenido acceso a la traducción italiana H. LEFEBVRE, Il diritto alla città. Para comprender algunos alcances actuales de este movimiento véase M. DIKEC, «Justice and the spacial imagination»; D. HARVEY, Rebel Cities. From the right to the city to the urban revolution. 82 En tanto es un movimiento que lleva varias décadas, ha habido buenos esfuerzos de sistematizar y compartir experiencias exitosas, en muchos casos partiendo de la sociedad civil organizada en simultáneo con acciones de los gobiernos y sus instituciones. Cf. A. SUGRANYES – C. MATHIVET, ed., Ciudades para todos. Por el derecho a la ciudad, propuestas y experiencias. 83 CF. J.F.C. TURNER, Housing by People.

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plano el rol de los Estados y Gobiernos locales,84 provocando la expansión desenfrenada de barrios híper-degradados en las periferias de las grandes ciudades. Esto en contra la que había sido la tendencia hasta entonces de construcción de grandes conjuntos de vivienda social, en una dinámica más vertical, de arriba hacia abajo.85 En el esquema de Turner, a la autoridad le correspondía un rol preponderante en la etapa de planificación, siempre en diálogo estrecho con los ciudadanos organizados y dejándoles a ellos la última palabra. En las etapas de construcción y gestión, en cambio, los protagonistas serían completamente los usuarios. En ambos casos los proveedores tendrían un rol secundario en la etapa de construcción (ver Ilustración 7, pág. sig.). La tensión es, en los extremos, entre autonomía y heteronomía de parte de los usuarios finales de las viviendas en los sectores marginalizados de la ciudad. Este modelo da que pensar en lo que se refiere al modo de proveer satisfacción a otras necesidades básicas de la población más vulnerable o marginalizada de una ciudad. Especialmente relevante es el nivel de participación que tienen los distintos grupos marginalizados al momento de hacer frente a sus necesidades. Y en definitiva se levanta la pregunta por el tipo de relaciones que se favorecen entre las instituciones del Estado y los —————————– 84

Acusa Mike Davis, que desde la conferencia ONU HABITAT I realizada en 1976 en Vancouver, se impulsó esta agenda por parte del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que ha tenido - en su opinión - consecuencias nefastas para los barrios degradados de las ciudades. Cf. M. DAVIS, Planeta de Ciudades Miseria, 99. Véanse especialmente los capítulos ‘La traición del Estado’ e ‘Ilusiones de autoayuda’. 85 Ante esta tensión es interesante considerar algunas notas del caso de Chile. En el gobierno de Frei (64-70) se inició el programa ‘Operación Sitio’. En el gobierno de Pinochet (73-90) se implementó el programa de ‘Casetas Sanitarias’ (en ambos casos además de otros programas). La lógica que había detrás era de proveer por parte del Estado de aquello más costoso (urbanización y provisión de servicio de electricidad y agua potable) dejando el resto de la construcción de la casa a cargo de los propios habitantes. Un incansable predicador de esta modalidad ha sido el p. Josse van der Rest SJ, quien ha trabajado por años en la Fundación de Viviendas del HC (hoy Fundación Vivienda): su slogan era “es mejor una casa de madera ahora, que una más grande de albañilería en 10 años más”. Cf. J. VAN DER REST S.J. – J. LÓPEZ VIVANCO, «Un hogar para los pobres». Se encuentra un relato de la inserción y acción social del P. Van der Rest en las callampas de Santiago de Chile en W. VAN STRAATEN, «Un barone nella callampa». A medida que las posibilidades económicas del país lo fueron permitiendo, se dio paso a nuevos tipo de soluciones que con un aporte mayor del Estado, ha mantenido la misma idea de base. Véase el caso más reciente de Elemental: A. ARAVENA, «ELEMENTAL».

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ciudadanos: si una que fomenta el paternalismo y/o clientelismo, o bien una que promueve la instalación de capacidades y el cuidado del tejido social.86 Planificación

Construcción

Gestión

Planificación

Construcción

Gestión

Reguladores /Sector Público

Proveedores /Sector Privado

Usuarios/ Sector Popular

Sistema de vivienda autónomo o con autogobierno local

Sistema de vivienda heterónomo o con administración central

Ilustración 7: Autonomía o Heteronomía en sistemas de vivienda social. Fuente: J.F.C. TURNER, Housing by People, 29.

Como en todo proceso social que involucra a personas diversas en contextos diversos, los resultados de estas propuestas tras varios años de implementación han sido también diversos.87 En términos generales se puede aseverar que en los lugares donde se consiguió constituir una comunidad organizada el resultado ha sido ampliamente favorable en la perspectiva del bien común en la ciudad, ya sea por liderazgos locales eficaces, procesos participativos, afinidad, parentesco o historia común. Pero también ha habido casos de resultados negativos, en que el sueño de la casa propia se ha convertido en una pesadilla, dándose lo que algunos

—————————– 86

Resulta iluminador el libro de D. NARAYA, «La voz de los pobres : ¿Hay alguien que nos escuche?», en el que se evalúa la opinión de beneficiarios de programas financiados por el Banco Mundial en distintos países. En Chile, la Fundación Paréntesis también ha editado un libro similar a partir de una experiencia de trabajo con adolescentes en contextos de pobreza y exclusión social. Cf. R. HOYOS – al., Nada Sobre Nosotros, Sin Nosotros. 87 Además también se han favorecido otras modalidades de provisión de vivienda social distintas de la construcción de viviendas nuevas, en tanto las familias van creciendo y teniendo distintas necesidades específicas. Estas modalidades van desde la entrega de subsidios de arriendo, o en los que el Estado o entidad de gobierno local mantiene la propiedad y administración y asigna temporalmente la casa.

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llaman guetos urbanos88 en que la desesperanza, el abuso de las drogas y el alcohol, la falta de trabajo, las pandillas, etc., afectan considerablemente la vida cotidiana de miles de personas. En algunos casos de condominios de vivienda social provista enteramente por el gobierno central, la solución tras algunas décadas, ha sido la de demoler parte de esos conjuntos de vivienda y proveer otras soluciones.89 En sintonía con lo presentado por Hollenbach, el debate más reciente respecto de las ciudades ha estado relacionado con pensar las condiciones que deben desarrollarse para que una ciudad sea considerada justa, evaluando sus instituciones desde la perspectiva de quienes están en una situación desventajosa respecto de los demás, y sobre todo promoviendo que sea la sociedad civil organizada que participe y empuje los cambios que la ciudad necesita.90 En Chile existen distintas organizaciones e iniciativas que están promoviendo el Derecho a la Ciudad.91 4. Recapitulación Antes de continuar, una prevención. Es evidente que los autores aludidos, tanto en el cuerpo del trabajo como en las notas, reflexionan de acuerdo a donde han tenido mayoritariamente los pies. Las ciudades de Estados Unidos (Harvey, Hollenbach, Odum), Europa (Lefebvre, Zamagni, Martínez Allier), América Latina (Aravena, Sugranyes, Turner) o la India (Davis, Seabrook) tienen orígenes y se han desarrollado de modo diverso. ¿Forman todas ellas parte de estadios diversos de un mismo proceso de urbanización irreversible impulsado por la acelerada globalización? En términos generales, los procesos de urbanización del Norte Global se dieron a la par de su proceso de Industrialización. En América Latina, en —————————– 88

Valga la prevención de que este apelativo dado por algunas autoridades chilenas a algunos barrios de la ciudad ha recibido fuertes críticas tanto por parte de académicos como de dirigentes de las comunidades así denominadas. Cf. F. JIMÉNEZ CAVIERES, «Villa Francisco Coloane: vulneración del derecho a tenencia», 88-89. 89 En Chile se le ha dado el nombre ‘Programa de Recuperación de Condominios Sociales Segunda Oportunidad’. Ver una evaluación de su primera implementación desde la perspectiva de los beneficiados en F. DELGADO VALVERDE, Primer llamado 2013: programa de recuperación condominios sociales segunda oportunidad en Bajos de Mena, Santiago de Chile. 90 Véase S.S. FAINSTEIN, The Just City; D. HARVEY, Social Justice and the City; D. HARVEY, Rebel Cities. From the right to the city to the urban revolution. 91 Puede verse una exposición detallada de la situación del derecho a la vivienda adecuada en Chile, junto a algunos ejemplos de iniciativas exitosas en A. RODRÍGUEZ – A. SUGRANYES – P. RODRÍGUEZ, Con subsidio, sin derecho. La situación del derecho a una vivienda adecuada en Chile.

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cambio, no alcanzó a desplegarse en plenitud tal proceso: lo que gatilló la gran migración del campo a la ciudad y la creación de megápolis ha sido la explosión demográfica y el aumento de la productividad agrícola, entre otras razones. En el caso de la India y otros lugares de Asia tal migración está en una etapa inicial de desarrollo (aún el 70% de la población vive en sectores rurales). En todos los casos las dificultades para favorecer el bien común en las ciudades son relativamente similares. Con la Rerum Novarum la DSI buscó sintonizar con las acuciantes demandas que provenían del mundo obrero. Tanto las expresiones del Magisterio Latinoamericano como las de la Laudato Si’, pasando por la Populorum Progressio, referidas en el capítulo anterior, han permitido ampliar el ámbito de reflexión eclesial a las relaciones, tensiones y conflictos que se establecen en las ciudades y más allá de las fronteras de los países. Comenzando por la definición magisterial acerca del bien común y las reflexiones sobre la promoción del bien común en la ciudad de David Hollenbach, se han expuesto en este capítulo diversos aportes a esta temática desde distintas disciplinas (Economía, Ciencia Política, Urbanismo, Sociología, Políticas Públicas) buscando explicitar la complejidad de las relaciones y procesos que acontecen cotidianamente en las ciudades. El bien común se presenta como un ideal regulativo que permite caminar y seguir progresando, promoviendo la inclusión: que a todos alcancen los beneficios del ser parte de la misma sociedad. Podemos aseverar que la atención al bien común, comprendido como una serie de condiciones sociales favorables al despliegue de la propia perfección, puede ayudar a evaluar las distintas formas de interacción que se dan en las ciudades y sociedades, entre personas, familias y distinto tipo de asociaciones, y a las instituciones creadas para su gobierno. Todo esto a partir de una antropología personalista y comunitaria, que valora la reciprocidad y da cuenta de la condición humana de estar siempre en relación con los demás. En su propuesta Hollenbach explicita algunas polaridades, siempre en tensión en la vida del ser humano en sociedad: desde la constatación de la inevitable interdependencia, en las conductas cotidianas se puede tender al individualismo, la aislación, la privatización. Él propone vivir desde el ideal de la interdependencia en solidaridad. Desde la valoración de la reciprocidad en el plano de las relaciones interpersonales y de ayuda, hacia valorar y potenciar la autonomías y las capacidades de cada cual, existe siempre la posibilidad del paternalismo o de no tomar en cuenta las

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opiniones de los grupos marginalizados. Contra la valoración de una actitud inclusiva, en las ciudades experimentamos cotidianamente la fragmentación, la exclusión y la marginalización. La comprensión de los distintos tipos de bienes, privados, públicos, comunes, y la constatación de que requerimos distintos modos de gestionarlos es también un aporte para una mirada realista a los conflictos cotidianos en la ciudad. La idea de una Economía del Bien común como ha sido planteada por Zamagni y Felber, entre otros, abre espacio a la existencia de fines distintos a la mera satisfacción del propio autointerés, y hay ejemplos concretos de que ello es posible, tanto a nivel personal como en el ámbito empresarial. Hemos elegido presentar algunas notas de la comprensión del Desarrollo Sostenible en la voz de J. Sachs, debido a la relevancia de los ODS en el concierto político internacional. Todos los países pertenecientes a la ONU se han alineado para usarlos al evaluar, diseñar e implementar sus políticas públicas. Por lo tanto, para poder comunicarse y establecer alianzas provechosas en servicio del bien común en la ciudad, es este un lenguaje y metodología compartida que hay que aprender e internalizar. Al mismo tiempo, hay que ser conscientes de algunas de las críticas que se le hacen. Las acciones que las parroquias, escuelas y otras ONGs de inspiración cristiana puedan llevar adelante en distintos sectores de la ciudad han de favorecer todo aquello que contribuya al bien común y la justicia social en la ciudad. Se ha destacado la relevancia de la acción política, la organización y la participación a todo nivel: no se debe descuidar el rol central del Estado y sus instituciones. Al poner como ideal regulativo al bien común, posibilitado por la justicia social, se expresa testimonialmente un valor contracultural al exacerbado individualismo. El horizonte del bien común, a la búsqueda de condiciones sociales favorables para todos en las ciudades, permite dialogar y trabajar junto a quienes promueven los Derechos Humanos y en particular el Derecho a la Ciudad: se trata de participar y ser agentes activos dentro del territorio que cohabitamos. Las ideas de John Turner, que reconocen el protagonismo y relativa autonomía que deberían tener los últimos usuarios de las viviendas sociales, dan pistas para la evaluación de otros tipos de acciones con grupos marginados de la ciudad. Existen quienes se oponen a la idea de la sostenibilidad de la mano del paradigma tecnocrático, y es bueno conocer sus argumentos y prevenciones. El mismo papa Francisco los ha incluido en la Laudato Si` como hemos visto en parte en el capítulo anterior. Hay una diferencia bien

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grande entre ser fatalista – pensar que no hay salida posible – o más bien ser realista. Se trata de ser crítico pero para promover a todo nivel, desde las periferias y barrios marginales de las ciudades, pasando por las estructuras comunales y metropolitanas de gobierno, hasta el nivel internacional, aquello que permita tener como fin el bien común de las ciudades y de la aldea global que es la tierra.

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(Página dejada en blanco a propósito)

CAPÍTULO III El bien común y la ciudad desde el Hogar de Cristo

El propósito de este capítulo es presentar algunos elementos de juicio y líneas de acción que permitan preguntarse por el modo como el Hogar de Cristo (HC) y sus fundaciones (Paréntesis, Rostros Nuevos, Súmate, Emplea) asumen el desafío de promover el bien común en la ciudad. Para una mejor comprensión de las posibilidades de acción presente, se presentará en primer lugar una breve historia de los orígenes del HC junto a algunas notas del pensamiento social de su fundador, san Alberto Hurtado, y de su historia reciente. En un segundo momento se hará referencia a la situación del HC en el Chile de hoy, fijando la mirada sobre su estrategia social, su presencia territorial en el Gran Santiago, y los distintos grupos de personas e instituciones que concurren en él. Finalmente se ofrecerá una valoración general al modo como desde el HC se contribuye a la promoción del bien común en la ciudad, haciendo algunas referencias a lo presentado en los capítulos anteriores. Este es un ejercicio académico que, teniendo asidero en publicaciones, investigaciones, y en la información disponible respecto del quehacer del Hogar de Cristo, tiene la limitación de la distancia. La información actualizada acerca de los programas actuales del HC y su estrategia futura han sido obtenidas tanto de la información disponible en su página web, como con una entrevista realizada a su Capellán General, Pablo Walker SJ, y un cuestionario enviado a su Director Ejecutivo, Juan Cristóbal Romero. Este cuestionario ha sido respondido colaborativamente con Paulo Egenau, Director Social Nacional, y otros integrantes del equipo directivo. Tras la recepción del cuestionario respondido se mantuvo la comunicación en vistas de obtener algunas respuestas aclaratorias. Otros documentos de

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referencia han sido las Memorias Anuales de las fundaciones Hogar de Cristo y el documento de planificación Estrategia Social 2015-2020. Para la mirada a la historia se han privilegiado las fuentes primarias, y también artículos publicados en la Revista Mensaje y en Teología y Vida. 1. Una mirada a los orígenes y a la historia La historia del nacimiento del HC es bien conocida en Chile, sobre todo debido a la difusión, durante el proceso de beatificación y canonización del Padre Hurtado, de programas de televisión, de una serie con su vida, además de la publicación de numerosos de sus escritos, tanto los que habían sido publicados por él como otros que permanecían inéditos.1 En este subcapítulo se acudirá al momento fundacional del Hogar, para luego destacar algunos rasgos que caracterizan el pensamiento social de Alberto Hurtado. Finalmente se enunciarán algunas notas de la historia reciente del HC. 1.1 Breve historia de los inicios del Hogar de Cristo Los orígenes del HC se remontan al año 1944: la idea le surge a Alberto Hurtado S.J. tras el encuentro – una tarde de lluvia al frente de la Iglesia San Ignacio de Santiago de Chile – con un hombre enfermo que le pide unas monedas para poder pagar el alojamiento en el hogar del Ejército de Salvación.2 Él relata la experiencia de este encuentro a un grupo de mujeres a quienes predicaba un retiro, llamándole la atención que los católicos que eran amplia mayoría en Santiago, no hayan organizado a la fecha espacios para hacer algo en favor de quienes vagaban por las calles.3 He ahí que la —————————– 1

Es conveniente destacar el trabajo de edición y difusión de los escritos del Padre Hurtado realizado en PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE, «Centro de Estudios y Documentación “Padre Hurtado”». En su sitio web se puede descargar un software con todos esos escritos. 2 Cf. A. HURTADO S.J., «¿Cómo nació el Hogar de Cristo?»; S. FERNÁNDEZ, «Circunstancias de la fundación del Hogar de Cristo». Algunos de los documentos citados se encuentran publicados en el número especial de la Revista Mensaje de Octubre de 1995 dedicado monográficamente a los 50 años del Hogar de Cristo. 3 Esto motivó la reacción de algunos católicos que colaboraban en Asilos para indigentes, señalándole que ya había instituciones católicas que hacían lo que él se proponía hacer. Tras algún intercambio epistolar, el padre Hurtado reconoció su error y en adelante se refirió al HC como una más de las respuestas que los católicos estaban dando, aunque destacando que su originalidad era el estar pensadas como hospederías transitorias. Cf. S. FERNÁNDEZ, «Circunstancias de la fundación del Hogar de Cristo», 887.

CAP. III: DESDE EL HOGAR DE CRISTO

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respuesta generosa de sus interlocutoras sea la de proponerse construir un hogar para Cristo. A los pocos días publicó el Padre Hurtado una columna en dos diarios de circulación nacional dando cuenta de ambas experiencias, e invitando a otros a ayudar para construir el Hogar. En diciembre de ese año se puso la primera piedra de la primera hospedería. Y el 5 de enero de 1945 se formalizó la creación de la Fundación de Beneficencia Hogar de Cristo, cuyo objetivo es “la creación y mantenimiento de obras de beneficencia y educación popular gratuita, especialmente por medio de Asilos para indigentes y de escuelas tanto diurnas como nocturnas”.4 En un escrito de 1948 el Padre Hurtado relata como para entonces ya han abierto 5 hospederías, proporcionando alojamiento, alimentación y diversos servicios médicos y de colocación laboral a los usuarios. Esa ha sido la respuesta a los 4 principales problemas que se observan en la ciudad de Santiago: el de los adultos que viven en las calles; el de los niños abandonados; el de la precariedad habitacional de miles de hogares obreros; el de la educación técnica que habilite para el trabajo. Las hospederías son la primera respuesta, aunque poco a poco van apareciendo otras más completas, que intentan formar, regenerar y reeducar a quienes acuden al Hogar, contribuyendo a su inserción social, a que puedan valerse por sí mismos sin depender de la caridad.5 La ciudad de Santiago en poco tiempo ha pasado de tener 300.000 a más de un millón de habitantes, colapsando la infraestructura y las instituciones y provocando que miles de familias no tengan donde pasar la noche: le preocupa al padre Hurtado que el déficit habitacional y la marginalización sea caldo de cultivo para el odio y la descomposición de la sociedad. Desde esa preocupación se lamenta que la pobre respuesta que puede dar el HC, acogiendo a algunos cientos de personas, no alcanza para todos los que la necesitan. Pero por algún lado hay que partir.6 Desde el primer momento el rol de los laicos en la dirección y funcionamiento del Hogar de Cristo es primordial. Inicialmente hay tres equipos o directorios, uno conformado por 7 hombres encargado de aspectos generales de funcionamiento y planificación, otro de señoras que se ocupa de la atención social de las personas y de la recolección de fondos, y otro que se ocupa de la recolección de víveres. Aunque el capellán —————————– 4

Citado en la recopilación de la revista Mensaje A. HURTADO S.J., «El espíritu que nos anima», 26. 5 A. HURTADO S.J., «El espíritu que nos anima», 28. 6 Id.

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mantiene el derecho a veto en el directorio, la totalidad de las decisiones son tomadas por laicos competentes.7 También se contó desde los orígenes con la ayuda de religiosos en algunos de los programas. Según cuenta el padre Álvaro Lavín, sucesor del padre Hurtado como capellán del HC, los hermanos ‘Siervos de la Caridad, Obra Don Guanella’ se hacen cargo del Hogar de Batuco, y las ‘Esclavas del amor misericordioso’ se ocupan del cuidado de los niños en el Hogar Central. Al poco andar se crearon talleres, se abrió la sección de ‘Viviendas Hogar de Cristo’ y la funeraria, y se abrieron sedes en Talca y Los Ángeles. Con ires y venires, y atendiendo al contexto social y político, la historia posterior es de crecimiento, diversificación y apertura de nuevas sedes y programas.8 1.2 El pensamiento social de san Alberto Hurtado El pensamiento y la obra del padre Hurtado trasciende el relativamente corto tiempo de su vida activa: llegado a Chile desde sus estudios en Bélgica en 1936, muere en agosto de 1952. En esos 16 fecundos años destaca en un primer momento (1936-1940)9 su labor como profesor, tanto en el Colegio San Ignacio, la Universidad Católica y el Seminario Pontificio de Santiago. Además despliega su ministerio como acompañante espiritual. Construye el Noviciado y la casa de Ejercicios de Marruecos (desde 1954 renominado Padre Hurtado) donde predica Ejercicios Espirituales a distintos grupos. Una segunda etapa de su vida está marcada por su rol como Asesor Nacional de la Juventud de la Acción Católica (1941-1944). Aunque mantuvo su trabajo sacerdotal y como profesor en el Colegio San Ignacio, luego viene un tiempo marcado por la creación del Hogar de Cristo (1945-1947). Finalmente, una última etapa considera la creación de la Acción Sindical Chilena (ASICH) y la Revista Mensaje, y —————————– 7

Aunque este derecho a veto ha sido utilizada solo una vez cuando a mediados de la década del 50 se planteó en el Directorio la posibilidad de pedir a otra congregación masculina que se hiciera cargo de la sede central del HC en Estación Central debido a las necesidades crecientes y a que en la opinión del directorio no se contaba con suficiente personal religioso (jesuitas) para aliviarlas. Cf. Á. LAVÍN S.J., «Informe al Superior General de los Jesuitas (1957)», 46. 8 Op.Cit., 45. 9 Seguimos las cuatro etapas de la vida apostólica del padre Hurtado sugeridas en S. FERNÁNDEZ, «¿Reformar al individuo o reformar la sociedad?», 516. Tony Mifsud S.J. prefiere referirse a solo dos etapas: una primera dedicada al trabajo con la juventud, una segunda asociada al apostolado social e intelectual. Cf. T. MIFSUD S.J., El sentido social : el legado ético del padre Hurtado, 24.

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una especial dedicación al trabajo intelectual. Durante todo este tiempo, fruto de sus estudios, de lecturas y del contacto con la realidad que lo interpelaba escribió 12 libros.10 Especial relevancia en sus ideas de avanzada respecto del modo de llevar adelante el trabajo del HC y sus propuestas de moral social son sus viajes a Estados Unidos y Canadá en 194511 y a Europa en 1947.12 Si hay algo que caracteriza el pensamiento social de Alberto Hurtado es su marcada fundamentación cristológica: si quien se dice cristiano cree en y ama a Cristo, esa fe y ese amor ha de reflejarse en amar a los pobres que son el mismo Cristo sufriente.13 En los hombres, mujeres y niños que de distintas formas vivían el flagelo de la extrema pobreza, al padre Hurtado le parecía ver a Cristo mismo sufriente. Esta imagen nos recuerda la formulación utilizada en los documentos del CELAM, referidos en el primer capítulo: los pobres y marginados son el rostro sufriente de Cristo que interpela al resto de la sociedad. Algunos estudios muestran como el pensamiento social del Padre Hurtado ha estado influenciado por la teología del Cuerpo Místico de Cristo.14 De este primer punto se desprende la idea de que los pobres son como un sacramento, lugar de la presencia de Dios que llama e interpela. El padre Hurtado le reprocha a los católicos olvidar esta realidad y mantenerse solo apegados a las prácticas de piedad religiosa individual, sin un correlato en la vida social. Así lo refleja en su libro ¿Es Chile un país católico?: La gran amargura que nuestra época trae a la Iglesia es el alejamiento de los pobres, a quienes vino principalmente a evangelizar Cristo: ‘Los pobres son evangelizados’, fue la respuesta que dio el Maestro a los emisarios de Juan

—————————– 10

La fuente de su pensamiento social y de su incesante actividad y acción social se encuentra en la espiritualidad ignaciana y el carácter de contemplativo en la acción que ella comporta. Cf. J. COSTADOAT S.J., «Pietas et eruditio en Alberto Hurtado», 325-329. 11 Donde visitó obras sociales y de caridad de la Iglesia y se dedicó al estudio de la DSI. Cf. M. CLAVERO, «Impacto y consecuencias del viaje a los Estados Unidos de 1945 en el ministerio de san Alberto Hurtado». 12 Cf. M. CLAVERO, «Un punto de inflexión en la vida del padre Alberto Hurtado». 13 Evidentemente no será posible acá hacer una larga exposición de todas sus ideas. Para profundizar véase A. HURTADO S.J., Humanismo Social; A. HURTADO S.J., Moral Social. Un esfuerzo serio de sistematización del legado ético de Alberto Hurtado se encuentra en T. MIFSUD S.J., El sentido social : el legado ético del padre Hurtado. 14 Cf. C. HODGE, «Teología del Cuerpo Místico, antropología y moral social en san Alberto Hurtado».

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cuando le preguntaron si Él era el Mesías (…) Esta es una contradicción escandalosa, porque quien a los pobres desprecia, a Cristo desprecia.15

El Padre Hurtado concibe al HC como obra de caridad y misericordia: una respuesta necesaria ante las penurias de los más pobres en las ciudades, pero no excusa con esto la tarea de emprender una reforma social que permita abordar estructuralmente sus necesidades. En su parecer, los cristianos responsables no pueden cruzarse de brazos mientras llega la elevación del proletariado. Hay una urgencia que demanda una respuesta, y el HC la da, invitando a quienes se sientan llamados a aportar para su sustento y crecimiento, aunque cuidando siempre que el modo de hacerlo dignifique a los pobres y promueva la justicia.16 En algunas de sus intuiciones, observamos algunas de las expresiones desarrolladas posteriormente en las conferencias del CELAM y en el Concilio Vaticano II. Alberto Hurtado, por sus estudios en Bélgica, era conocedor del método promovido por la Juventud Obrera Católica – Ver, Juzgar, Actuar – de amplia difusión en las décadas sucesivas. Íntimamente conectado con lo que acontecía en la ciudad, la juzgaba con los criterios del evangelio y luego se proponía actuar, convocando a muchos otros a hacerlo también. En lo que se refiere al rol de los laicos, se puede decir que no los comprendía como extensión de la acción apostólica de la jerarquía, sino con iniciativa y valoración propia en su campo específico de acción. En el caso del HC, a los miembros del directorio se unía la labor de personal —————————– 15

A. HURTADO S.J., ¿Es Chile un país católico?, 126.129 citado en T. MIFSUD S.J., El sentido social : el legado ético del padre Hurtado, 142. 16 A este respecto Alberto Hurtado escribe en su libro ‘Humanismo Social’ (1947): “Al que se siente superior le halaga tomar una actitud paternal porque le da una deliciosa sensación de mando. La simple justicia destruye esa sensación y lo coloca en pie de igualdad con los que estima sus inferiores. Pero el hombre, el obrero particularmente, no quiere benevolencia, sino justicia, reconocimiento de sus derechos, de su igualdad de persona. Ningún otro substitutivo lo puede satisfacer. Esta benevolencia (…) revela un engaño inconsciente dirigido a eludir la justicia; envuelve el deseo de conservar la propia estimación, incluso ante sí mismo, como hombre desprendido y generoso, pero conservando también los beneficios de sus bienes y de su influencia. Es una combinación del servicio de Dios con el de mammona. El que practica la caridad pero desconoce la justicia se hace la ilusión de ser generoso cuando sólo otorga una protección irritante, protección que lejos de despertar gratitud provoca rebeldía. Muchas obras de caridad puede ostentar nuestra sociedad, pero todo ese inmenso esfuerzo de generosidad, muy de alabar, no logra reparar los estragos de la injusticia. La injusticia causa enormemente más males que los que puede reparar la caridad.” (V. La práctica de la justicia) A. HURTADO S.J., Humanismo Social.

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profesional remunerado, y desde el comienzo también se contó con la ayuda de voluntarios para tareas específicas. Como es de comprender la interacción entre todos estos grupos de laicos, con los jesuitas y con los otros religiosos, produjo algunas tensiones y conflictos.17 En su libro Humanismo Social señala el Padre Hurtado que el cristiano tiene que desplegar algunos sentidos a la hora de situarse ante los demás en la sociedad. Lo destaca porque observa que no abundan, y por tanto debe ser especial preocupación de los padres y profesores formar en ellos a sus hijos, ante todo con el ejemplo.18 El más importante es el sentido social: Aquella cualidad que nos mueve a interesarnos por los demás, a ayudarlos en sus necesidades, a cuidar de los intereses comunes. Si ensayamos una definición más cabal, podemos decir que es aquella aptitud para percibir y ejecutar prontamente, como por instinto, en las situaciones concretas en que nos encontramos, aquello que sirve mejor al bien común.19

El padre Hurtado despliega distintas implicancias de este sentido social en la vida cotidiana en general, aunque también en el modo de comprender y vivir la vocación y el trabajo. Esta comprensión sintoniza con el concepto de interdependencia en solidaridad utilizado por Hollenbach. Otros sentidos que el padre Hurtado considera se deben inculcar desde la niñez son el de responsabilidad, y el de la rectitud o la justicia. Junto a ellos, y tal vez es el punto de partida de los demás, el sentido del escándalo:20 para quien tiene los medios necesarios para vivir, supone concebir como inaceptables las condiciones infrahumanas en que viven millones de personas en la misma ciudad. Para ello hay que tener los sentidos atentos y evitar justificar lo injustificable. Desde este sentido —————————– 17

Éstas están bien descritas en F. MONTES S.J., «Una historia de conflictos». Publicado en 1947. Cf. A. HURTADO S.J., Humanismo Social. 19 Se dirige el padre Hurtado a padres y educadores, haciendo ver que “un clamor general se eleva, sin embargo, quejándose de que los alumnos que terminan sus estudios en colegios oficiales o particulares no sacan de su educación un sentido social que responda a los largos años de instrucción. En general son individualistas y se desinteresan de todo lo que es bien común: deberes cívicos, labor municipal, acción católica, vida universitaria, asociaciones gremiales, obras de beneficencia.” (XIII. La vida escolar como medio de formación social) A. HURTADO S.J., Humanismo Social. 20 “La meditación, la oración, la educación deberían mantenernos con los ojos siempre abiertos al dolor humano, con el corazón adolorido por sus sufrimientos y con la conciencia que rectifica en cada circunstancia los criterios que la masa horriblemente niveladora trata de imponer como criterios de mundo, como lo que todos aceptan, como lo inevitable. El sentido del escándalo nos mantendrá en permanente protesta contra el mal.” A. HURTADO S.J., Humanismo Social. 18

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brotará la iniciativa de transformación de la sociedad y sus instituciones, partiendo por la propia vida. Una tensión que se va desplegando progresivamente en el pensamiento social del padre Hurtado es la que existe al momento de plantear el punto de partida para la acción social de los cristianos: poner la atención en la conversión personal o más bien en la reforma de las instituciones.21 Consciente de que no se puede dar una sin la otra, el padre Hurtado se va convenciendo de que no bastan las respuestas individuales y aisladas a problemas que son sociales. Alentado por su conocimiento del sindicalismo afirma que cada vez es más necesario “reemplazar la economía política (o economía del interés) por una economía humana (o economía del bien común)”22. La reforma de las estructuras sociales y la conversión del corazón humano dialogan, pero la primera parece ser necesaria para la segunda: “Urge una reforma de estructuras. Esta reforma es uno de los problemas más importantes de nuestro tiempo. Sin ella, la reforma de conciencias, que es el problema más importante, es imposible”.23 Reacciona el padre Hurtado a la corriente de pensamiento predominantemente marxista que abunda en los círculos sindicales e intenta desplegar ahí la antropología cristiana y la DSI: La moral cristiana concede un gran valor a las instituciones, conoce su influencia sobre el desarrollo de la persona, pero –a diferencia de los marxistas– sabe perfectamente que la reforma social no se conseguirá con la sola reforma de las instituciones, si no va a acompañada de una reforma de conciencias. Ni la una ni la otra separadamente serán suficientes. Ambas se complementan.24

1.3 Algunas notas de la historia reciente del Hogar de Cristo Una obra que tiene ya 72 años ha pasado por distintas etapas de desarrollo. No es posible detenerse en cada una de ellas.25 En la historia —————————– 21

Es el contenido del artículo de S. FERNÁNDEZ, «¿Reformar al individuo o reformar la sociedad?». 22 Citado en S. FERNÁNDEZ, «¿Reformar al individuo o reformar la sociedad?», 538. La fundación de la ASICH responde a la constatación de que los católicos prácticamente no están presentes entre las organizaciones de los trabajadores. 23 Citado en S. FERNÁNDEZ, «¿Reformar al individuo o reformar la sociedad?», 540. 24 A. HURTADO S.J., Moral Social, 225. Citado en S. FERNÁNDEZ, «¿Reformar al individuo o reformar la sociedad?», 542. 25 Se puede ver algunas notas de sus distintas etapas en J. ALDUNATE S.J., «Anoche dormí en el Hogar de Cristo»; J. VAN DER REST S.J. – J. LÓPEZ VIVANCO, «Un hogar

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reciente, destaca la figura del padre Renato Poblete, capellán general del HC entre 1982 y el año 2000. Durante ese período se creció de 7 a 50 filiales y se sentaron las bases para su estado actual, en lo que se refiere al tipo de programas y servicios que se ofrecen, y especialmente al modo de vincularse con el resto de la sociedad chilena, haciendo de ‘puente’. En lo que se refiere al influjo en la sociedad toda, destaca el uso hábil de los medios de comunicación masiva para la transmisión de las campañas del Hogar con un triple propósito: mostrar la realidad de pobreza y exclusión en la que viven millones de compatriotas; convocar a todos a aliviar sus necesidades; promover transformaciones en el modo de vivir y relacionarnos. En 1983 se realizó la primera Cena Pan y Vino, espacio de encuentro de artistas, empresarios, políticos, trabajadores y usuarios del HC que ha permitido visibilizar su actuar, captar fondos y comprometer apoyos institucionales. Hay un sinnúmero de iniciativas que se han desplegado desde entonces.26 En la actualidad el Hogar de Cristo tiene alcance nacional y cuenta con cerca de 4000 trabajadores, a los que se suman poco más de 6000 voluntarios.27 Todos ellos trabajan ya sea en la matriz Hogar de Cristo, o en algunas de sus fundaciones: Paréntesis, Rostros Nuevos, Súmate o Emplea. Esta diversificación de nombres y organizaciones ha permitido con los años focalizar la atención en distintos ámbitos de dolor y necesidad. La labor realizada por el Hogar de Cristo es reconocida y valorada por el conjunto de la sociedad, y esto tanto en sus programas permanentes (durante el año 2015 fueron 456)28 como en situaciones de emergencia provocadas por terremotos, incendios o inundaciones. En la Memoria Anual 2015 se señala que se pudo atender a 37.292 personas distintas.29 Existen otras dos instituciones ligadas al HC que tienen presencia a nivel nacional: la Funeraria Hogar de Cristo y el Fondo Esperanza (FE). Ésta última opera con la modalidad de bancos comunitarios, gestionando microcréditos y apoyando emprendimientos para más de 100.000 personas cada año. El HC es propietario del 49% de FE. La otra parte de la propiedad es de la Fundación Microcréditos BBVA. La Funeraria existe para los pobres»; R. POBLETE S.J., «El Hogar de Cristo: una obra de misericordia en Chile»; R. POBLETE S.J., «El Hogar de Cristo». 26 Se encuentra una mirada panorámica a esta historia en HOGAR DE CRISTO, «Nuestra Historia». De ahí se han sacado los datos para este párrafo. 27 FHC, «Memoria Anual 2015», 10. 28 FHC, «Memoria Anual 2015», 27. 29 FHC, «Memoria Anual 2015», 24.

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desde la década del 50: con los ingresos recibidos por los servicios que presta permite financiar parte del funcionamiento del HC.30 Ambas instituciones asociadas extienden la presencia del HC en la ciudad (ver mapa en pág. 87). 2. En el Chile de hoy En este subcapítulo pondremos en evidencia algunos elementos centrales de la situación actual del Hogar de Cristo, deteniéndonos en primer lugar en algunos puntos destacados de su Estrategia Social 2015-2020. En un segundo momento se ofrecerá una mirada general al énfasis de trabajo que se realiza con cada uno de los grupos con que el HC se relaciona e interactúa, intentando mostrar cómo se contribuye al bien común en la ciudad. 2.1 Una estrategia social al servicio del bien común La Misión del HC, en su formulación más reciente afirma que: En el Hogar de Cristo acogemos con amor y dignidad a los más pobres entre los pobres, y ampliamos sus oportunidades de alcanzar una vida mejor. Para ello convocamos a la comunidad y la vinculamos con los excluidos de la sociedad. Somos una organización transparente, eficiente y eficaz, que, animada por la espiritualidad de San Alberto Hurtado, promueve una cultura de respeto, justicia y solidaridad.31

Para el período 2015-2020 se han definido siete orientaciones estratégicas, bajo la premisa de que no basta con hacer el bien, sino que hay que hacerlo bien. Estas orientaciones son: Tabla 2: Orientaciones Estratégicas HC 2015-2020 (1) Priorizar nuestra atención en aquella población con mayor daño social (2) Influir en la consciencia ciudadana y en la política pública (3) Brindar servicios con altos estándares de calidad (4) Disponer de una cobertura nacional (5) Promover un trabajo con sentido (6) Desatar la solidaridad (7) Generar ingresos recurrentes Fuente: HC, «Estrategia Social 2015-2020», 6.

—————————– 30

Anualmente la Funeraria aporta alrededor de mil millones de pesos a las FHC, lo que corresponde aproximadamente a un 4% del total de recursos necesarios para su funcionamiento. Cf. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Respuestas a preguntas aclaratorias», 2. 31 FHC, «Memoria Anual 2015», 18.

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Una mirada de conjunto al documento programático Estrategia Social 2015-2020 permite evidenciar los acentos explicitados en tales orientaciones estratégicas. En la Ilustración 8 se pueden ver gráficamente los conceptos más utilizados. Destaca las palabras pobreza, social, personas, población, derechos, situación, exclusión y desarrollo, lo que expresa sintéticamente las prioridades en el modo de proceder del HC, tal como ha sido declarado en su misión. Ante todo se trabaja con personas en situación de pobreza y exclusión que forman parte de un cuerpo social, que son sujetos de derechos, y que están convocados a desarrollarse y a aportar al desarrollo de la sociedad toda.

Ilustración 8: Nube de palabras utilizadas en Estrategia Social 2015-2010. Fuente: Elaboración propia.

Las FHC reconocen la inspiración que viene de la idea de Justicia Social, que impele al reconocimiento de los DDHH de todas las personas en la sociedad. La Justicia Social se articula con otros principios éticos como la dignidad humana, la igualdad, la libertad, la solidaridad, y surge desde un modo de comprender al ser humano en sociedad que propicie el bien

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común.32 La pobreza y la exclusión son un atentado contra todos esos principios, y se constituyen en una violación permanente a los DDHH de las personas que la sufren. Desde tal inspiración, brotan 5 pilares que sostienen el actuar de las FHC, que se recogen en la tabla 3. Estos pilares se desplegarán en lo que expondremos a continuación. Tabla 3: Pilares fundamentales que sostienen el actuar del HC (A) Transformar Nuestra Mirada creer en el poder de las personas para el cambio: autónomas y responsables / únicas / titulares de derechos sentirse interpelado por la injusticia ser activo/activista. (B) Reconocer a las personas como centro de sus procesos de cambio  Facilitar el reconocimiento  Promover la participación  Fomentar la asociatividad. (C) Definir Servicios de Calidad Contar con servicios especializados  Basados en la Evidencia y en la Experiencia  Integrados (D) Construir con Otros Desatando la Solidaridad Impulsando la creación de Alianzas. (E) Incidir en la Sociedad Consolidando la experiencia  Colaborando en construir más y mejores políticas sociales. Fuente: Elaboración propia en base a HC, «Estrategia Social 2015-2020», 21-22.

2.1.1 Atendiendo distintos ámbitos de dolor y necesidad humanas Al mirar el trabajo de las FHC se reconocen 9 líneas temáticas. Las líneas que aborda principalmente la matriz Hogar de Cristo son (1) Jardines Infantiles y Salas Cuna, (2) Infanto-adolescente, (3) Violencia de Género, (4) Personas en situación de calle, y (5) Adulto mayor. Paréntesis se focaliza en la línea (6) Consumo problemático de alcohol y drogas. La fundación Rostros Nuevos en (7) Discapacidad mental. Súmate en (8) Reinserción educativa y Emplea en (9) Inclusión laboral.33 Para trabajar con cada uno de esos grupos o necesidades, se ha recurrido a distintos enfoques de intervención social. Una aproximación transversal a todas las FHC es la del enfoque de capacidades, desde “el reconocimiento de que cada una de las personas con la cual trabajamos tiene el potencial de desarrollar capacidades para superar su situación y ampliar sus —————————– 32

En la comprensión que se hace del bien común se acude a la definición de la GS (“condiciones de la vida social…”), además de otras conceptualizaciones que buscan dialogar con el enfoque de capacidades y el de derechos. Cf. HC, «Estrategia Social 2015-2020», 19-20. 33 FHC, «Memoria Anual 2015», 24.

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oportunidades a una vida mejor”34. Este enfoque se aplica sobre todo en los programas de Salas cuna y jardines infantiles, y en la Reinserción Educativa (Fundación Súmate), aunque también se ha intentado ampliarlo al trabajo con adultos mayores, personas en situación de calle y quienes tienen algún tipo de discapacidad mental. Otra aproximación que se tiene a nivel general es el enfoque de derechos, desde la comprensión de que la pobreza y marginalización es un atropello a los DDHH, que deben ser cuidados y respetados en primer lugar por las instituciones que han sido creadas para ello. De forma complementaria se utilizan los conceptos de exclusión social, vulnerabilidad, pobreza multidimensional y justicia restaurativa. Destaca el enfoque de reducción de daño, con el que la Fundación Paréntesis ha elaborado buena parte de su propuesta de intervención a quienes presentan consumo abusivo de alcohol y/o drogas, y desde ahí se ha intentado influenciar a las demás fundaciones.35 2.1.2 Invitando a la sociedad toda a colaborar Desde sus inicios el HC se financia con aportes provenientes exclusivamente de Chile, siendo fundamentales las donaciones de personas. En las últimas décadas se ha profesionalizado la búsqueda de recursos, implementándose la figura de socios. Esto considera el aporte de personas individuales y también el de empresas (destacando el programa 1+1 que involucra por partes iguales a trabajadores y dueños de una empresa). Con el correr de los años se ha ido contando con aportes crecientes del Estado para financiar programas específicos. Además se han podido desarrollar programas pilotos de intervención social, buscando crear nuevas políticas públicas o transformar las existentes. Veremos mayor detalle de todo esto en el subcapítulo 2.2. —————————– 34

J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Apoyo para la Investigación», 12. El equipo de la fundación Paréntesis ha difundido ampliamente este enfoque: se contrapone a la propuesta de la abstinencia como única vía posible de ayudar en la rehabilitación de personas con consumo problemático de alcohol y drogas. El fin de la intervención no es las personas que tienen consumo problemático de alcohol o drogas que dejen de consumir sino que lo controlen, y ante todo reduzcan el daño que se causan a sí mismo y a otros. Entre otras iniciativas han traducido desde el inglés el libro de A. TATARSKY, Psicoterapia de Reducción de Daños. Un nuevo tratamiento para problemas de drogas y alcohol. El autor de esta tesis ha tenido la posibilidad de conocer el trabajo que hace la Comunità Emmanuel en Lecce, que también usa el enfoque de reducción de daños. Cf. V. LEONE, «Il fenomeno tossicodipendenza. Il vissuto dell’esperienza nella Comunità Emmanuel». 35

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Como se puede ver en la Tabla 4, del total de ingresos del HC durante el año 2015 cerca de un 42% correspondió al aporte de socios individuales y un 48% a distintos convenios con el Estado. Esta proporción se ha mantenido más o menos estable en los últimos 5 años.36 La cantidad de socios activos es cercana a los 400.000, y sus aportes se reciben ya sea mediante descuento en tarjeta de crédito o mediante la visita de un/a recaudador/a.37 38 Tabla 4: Estado de Resultados Hogar de Cristo Corporativo 2015 Ingreso Neto Socios Fuentes Propias y Recuperaciones Convenios con el Estado Variable Total Ingresos Gastos Atención Social Administración Total Gastos

$ $ $ $ $

Miles de Pesos 18.379.100 4.349.408 21.168.606 61.566 43.958.680

% 41,8% 9,9% 48,2% 0,1% 100,0%

$ $ $

-40.236.834 -6.514.022 -46.750.856

86,1% 13,9% 100,0%

Fuente: Elaboración propia en base a FHC, «Memoria Anual 2015», 57.

2.1.3 Una mirada a la presencia del Hogar de Cristo en el Gran Santiago Como hemos visto en los capítulos precedentes, una de las características de Santiago de Chile es su alto nivel de segregación y fragmentación: en ausencia de una política de integración social, las personas ocupan la —————————– 36

FHC, «Memoria Anual 2015», 68. Cf. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Apoyo para la Investigación», 10-11. Este es quizás uno de los aspectos más distintivos del HC: la cantidad de socios individuales que aportan para financiarlo. Instituciones sociales de similares características de otros países tienen esquemas de financiamiento distintos. A modo de ejemplo, Jesuit Social Services de Australia se financia ante todo con fondos estatales o federales a los que postula (75%), y tiene un número menor de socios (12%). Cf. JESUIT SOCIAL SERVICES, «Annual Report 2015-16», 42. Los Indian Social Institute de New Delhi y Bengaluru, y las obras que pertenecen a la red Jesuits in Social Action de India se financian ante todo con aportes provenientes del extranjero, ya sea agencias de cooperación para el desarrollo o proyectos de las Naciones Unidas. No cuentan con apoyo estatal para su funcionamiento ni promueven la existencia de socios/donantes. 38 Este equipo de recaudadores/as tiene una relación indirecta con las FHC mediante un contrato como comisionistas independientes de Providencia S.A.: son alrededor de 700 a nivel nacional y no son consideradas dentro de los trabajadores del HC. Cf. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Respuestas a preguntas aclaratorias», 3. 37

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ciudad dependiendo de su nivel socioeconómico. De ello depende también la posibilidad de acceso a distintos bienes y servicios. En la Ilustración 10 (pág. siguiente) se puede ver un mapa del Gran Santiago39 coloreado de acuerdo a la caracterización socioeconómica de sus habitantes. A un color más oscuro corresponde un nivel socioeconómico más alto, considerando tanto la variable de ingresos, como de nivel de educación, calidad y materialidad de la vivienda, y acceso a otros bienes. Este mapa ha sido elaborado con los datos del último Censo Nacional de Población y Vivienda (2002) y de la última Encuesta de Caracterización Socioeconómica (2013).40 En la ilustración 11 (pág. subsiguiente) se puede ver el mapa de la Región Metropolitana de Santiago con las marcas de las oficinas y centros de los distintos programas de las FHC: con distintos colores se señala la presencia territorial de Emplea, Paréntesis, Rostros Nuevos, Súmate. Además se han añadido, también con otros colores, los locales donde atiende la Funeraria Hogar de Cristo y el Fondo Esperanza. Con esta representación gráfica se evidencia que la presencia de los programas de las FHC está focalizada, como es de esperar, en sectores de ingresos bajos y medios-bajos, incluyendo en ello al Fondo Esperanza. La Funeraria Hogar de Cristo, en cambio, tiene una presencia mayor en sectores de situación socioeconómica media-alta y alta en el territorio del Gran Santiago. Otro modo de presencia de las FHC en la ciudad son sus campañas publicitarias que en distintos momentos del año buscan captar socios, a la vez que promover algún mensaje que despierte solidaridad en la ciudad. Para ello se utilizan tanto los medios de comunicación masiva, como espacios publicitarios de la ciudad (en paraderos de micros, autopistas, estaciones del Metro). La visibilización de la marginalidad urbana y el mensaje invitando a la acción es un modo de presencia relevante del HC en —————————– 39

El nombre Santiago se refiere a entidades geográficas y/o administrativas diversas. Existe la comuna de Santiago, que corresponde al centro histórico de la actual ciudad; también existe la provincia de Santiago, conformada por 32 comunas. Gran Santiago o Área Metropolitana de Santiago corresponde a la metrópoli, conformada por 37 comunas. La Región Metropolitana de Santiago es más grande que el Gran Santiago e incluye también sectores rurales y otras ciudades de menor tamaño, y consta de 6 provincias (Chacabuco, Cordillera, Maipo, Melipilla, Santiago y Talagante) y 52 comunas. 40 Cf. M. FUENZALIDA DIAZ – L. GATICA BECERRA, «El Mapa Social del Área Metropolitana de Santiago», 235-237.

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la ciudad y en la consciencia de sus habitantes: se trata de seguir despertando los sentidos a los que invitaba el Padre Hurtado.

Ilustración 10: Mapa Social del Gran Santiago. Fuente: M. FUENZALIDA DIAZ – L. GATICA BECERRA, «El Mapa Social del Área Metropolitana de Santiago», 239.

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Ilustración 11: Presencia Territorial del HC en el Gran Santiago. Fuente: Elaboración Propia.

2.2 Distintos grupos que participan o colaboran en el Hogar Declarada la misión del HC, y evidenciada su presencia territorial en el Área Metropolitana de Santiago de Chile, cabe preguntarse con quiénes dentro de este territorio lleva adelante su misión y de qué manera lo hace. En este subcapítulo fijamos la mirada en algunas de las interacciones que se dan entre los distintos grupos que concurren en el HC. 2.2.1 Los propios usuarios del Hogar Los usuarios son la razón de ser de la existencia del HC, desde sus orígenes hasta el momento presente. Se habla de ir hacia los más pobres entre los pobres para tenderles una mano y ayudarlos a salir adelante por sí

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mismos, de acuerdo a sus posibilidades y decisiones, intentando ayudarlos a sanar las heridas y reducir el daño que la miseria y la exclusión han producido. En la Memoria Anual 2015 se presenta la información actualizada de la medición de la pobreza multidimensional realizada por el Ministerio de Desarrollo Social en la Encuesta de Caracterización Socioeconómica 2013.41 La complejidad de la vida en la ciudad y de las múltiples dimensiones de la existencia aparecen con mayor transparencia en estas mediciones, y han supuesto de parte de las organizaciones como el HC complejizar sus intervenciones tendientes a ir en ayuda de los que han quedado al margen del progreso de la sociedad. El HC se plantea focalizar su trabajo en el cerca de un millón de chilenos, 5,5% de la población nacional, que vive la pobreza en todas sus formas: ellos son los más pobres entre los pobres. Corresponden a aproximadamente un millón de personas, que “no cuentan con los ingresos para salir de la pobreza y además no cuentan con adecuados estándares de salud, educación; vivienda y entorno; trabajo y seguridad social; y redes y cohesión social”.42 Dada la complejidad de las situaciones de pobreza y exclusión y la necesidad de focalizar la atención entre los más necesitados, se ha desarrollado en el HC una metodología de elección de los usuarios, mediante una Matriz de Priorización a la Acción Social.43 Este proceso técnico permite discriminar entre quiénes se les presta una ayuda o no, derivando a quien lo requiera a otros servicios. Esta metodología de priorización ha llevado durante 2016 al cierre de cerca de 120 programas, sobre todo en la línea de Adulto Mayor e Infanto-Adolescente, buscando “estar con los que nadie está”, es decir “a población con mayor daño social, —————————– 41

Siguiendo las recomendaciones de organismos internacionales, el Estado de Chile ha comenzado desde hace un tiempo a evaluar la situación de pobreza de sus ciudadanos en términos multidimensionales. Además del ingreso se consideran las dimensiones de vivienda, salud, educación, empleo. Los datos son elocuentes: en las últimas décadas ha bajado sostenidamente la pobreza en términos de ingresos (desde un 39% en 1990 a un 14,4% en 2015), aunque al considerar las distintas dimensiones existen aún cerca de 5 millones de compatriotas que están bajo en alguno de los estándares evaluados. Cf. FHC, «Memoria Anual 2015», 20. Para una comprensión mayor de estos cambios, véase también: P. BEYTÍA, «La estructura interna de la pobreza multidimensional». 42 HC, «Estrategia Social 2015-2020», 13. 43 Cf. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Apoyo para la Investigación», 2-3; HC, «Estrategia Social 2015-2020», 24-27.

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dejando de operar programas en los que hay una oferta suficiente, ya sea del Estado o de otros operadores.”44 Desde el año 2009 se realiza en el HC una Encuesta de satisfacción de los usuarios, que considera 6 elementos principales: (1) Expectativas del Servicio (2) Evaluación General del Programa (3) Evaluación de los Servicios Específicos del Programa (4) Evaluación del Trato Directo (5) Evaluación de la Infraestructura (6) Evaluación de la Participación. Este instrumento permite no perder de vista el sentido principal de la acción del HC: servir a los pobres, tomando en cuenta su opinión, sus ideas y necesidades.45 Se trata de hacer realidad el lema nada sobre nosotros sin nosotros.46 Por último, desde el HC se reconoce que muchos de sus usuarios han tenido durante su vida experiencias de trauma, exclusión, violencia, y que tales experiencias pudieran explicar algunas conductas disruptivas. Las FHC tienen un modo de abordar estas conductas que brota desde el valor de la misericordia: (Las FHC) ofrecen programas de ayuda que aceptan y comprenden estas conductas como síntomas esperables de experiencias prolongadas de sufrimiento y dolor y al mismo tiempo no claudican en activar todas las capacidades de las personas para su participación efectiva en la construcción del bien común.47

2.2.2 Los trabajadores del Hogar Los principales responsables del trabajo que se realiza en el HC son evidentemente sus trabajadores. Para poder llevar delante de modo adecuado su labor se les ofrecen distintas instancias de formación, las que abarca cuatro dimensiones: Cultura Institucional, Desarrollo Integral, Liderazgo y Formación Técnica.48 Hace algunos años se elaboraron manuales técnicos de operación para cada uno de los programas del HC, en las que se incluían tanto perspectivas teóricas del trabajo de intervención social, como estándares para su operación.49

—————————– 44

J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Respuestas a preguntas aclaratorias», 1. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Apoyo para la Investigación», 5. Para hacerse una opinión acerca de la opinión de los usuarios del HC un tiempo atrás véase: G. ARROYO S.J., «Hablan los beneficiarios...». 46 R. HOYOS – al., Nada Sobre Nosotros, Sin Nosotros. 47 HC, «Estrategia Social 2015-2020», 20. 48 Cf. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Apoyo para la Investigación», 11. 49 Cf. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Apoyo para la Investigación», 7. 45

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El modo de elaborar el documento ‘Estrategia Social 2015-2020’ da cuenta de un espíritu colaborativo y en el que la opinión y la experiencia de quienes desarrollan los programas es fundamental. Es digno de ser destacado que todas las FHC tienen un directorio adhonorem conformado por personas reputadas en distintos ámbitos del quehacer nacional, que tienen por misión “ayudar a todos quienes aquí trabajan a ser fieles a la misión, a renovar su compromiso y a proyectarlo hacia el futuro”.50 Una de las razones que hace que actualmente el HC sea una de las instituciones con más prestigio en la sociedad chilena es el profesionalismo, transparencia, eficacia y eficiencia con que lleva adelante la misión confiada, y ello es responsabilidad de todos y cada uno de los que trabajan ahí. En 2015 las FHC se unieron mediante un convenio de colaboración al Consejo para la Transparencia.51 Desde el HC se tiene la comprensión del Voluntariado como una vocación particular, que requiere de su parte un esfuerzo de acogida, al mismo tiempo que de formación. Buscando valorizar y reconocer la importancia y especificidad del Voluntariado, recientemente se trasladó su gestión desde el Área de Personas al Área de la Comunidad.52 Se promueven iniciativas de voluntariado personal y de grupos. Durante el año 2015 participaron más de 6000 voluntarios en las FHC.53 En concordancia con la Estrategia Social, recientemente se ha creado el programa Acción Solidaria que busca desatar la solidaridad en las ciudades y territorios. Este programa “busca potenciar nuevas voluntades solidarias, ya sea apoyando nuevos proyectos, emprendimientos o potenciales organizaciones, en tres grandes áreas: técnica, organizacional y gestión de recursos.”54 La novedad de esta iniciativa es que no está basada exclusivamente en las FHC ni en sus programas sino en las comunidades y territorios aledaños, buscando transformar la ciudad. En la misma línea de Acción Solidaria se ha promovido recientemente el programa Trato Hecho —————————– 50

Palabras de José Pablo Arellano, Presidente del Directorio Fundaciones Hogar de Cristo en FHC, «Memoria Anual 2015», 13. 51 FHC, «Memoria Anual 2015», 45. 52 Esta información ha sido señalada por Pablo Walker SJ en conversación tenida en diciembre de 2016 en la sede central del Hogar de Cristo en Estación Central, Santiago. 53 A ellos hay que sumar a las más de 17.000 personas que en el mismo año formaron parte del algún tipo de voluntariado global o corporativo. FHC, «Memoria Anual 2015», 28. 54 Véase el detalle de esta iniciativa en la página web HOGAR DE CRISTO, «Acción solidaria».

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Vecino: para acercar a los usuarios de las hospederías del HC a sus vecinos y buscar oportunidades de empleo, tras el diagnóstico de que en algunas ocasiones no ha habido una buena relación o derechamente se ha producido un rechazo a la presencia del HC en el barrio. Destaca el que el contacto que se proponga realizar sea a través de las Juntas de Vecinos, propiciando la participación y el ejercicio de la ciudadanía activa.55 2.2.3 Otras redes, obras e instituciones El HC participa en redes de Incidencia y mesas de trabajo para prácticamente todas las líneas temáticas que aborda: Personas en Situación de Calle, Adulto Mayor, Educación Inicial, Infanto-Adolescente, Violencia de Género, Discapacidad Mental, Consumo Problemático, Reinserción Educativa, Inclusión Laboral. El propósito declarado es incidir en la transformación de las políticas públicas que afectan a los más pobres. Participa además el HC en distintas redes de Colaboración nacional para definir o fortalecer ámbitos de intervención sociales; también para la colaboración en las derivaciones.56 Dentro de las actividades desplegadas destaca el premio “Pobre el que no cambia de mirada”, en convenio con la Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza, América Solidaria y la Comunidad de Organizaciones Solidarias.57 Con este premio se busca incentivar el periodismo que ayude a la inclusión, derribando prejuicios y mitos que son dañinos para la causa del HC. Existen distintos modos en que el Hogar de Cristo se vincula con Centros de Educación Superior (CES). A nivel general, existen convenios con 33 instituciones, aunque con un total de 75 se realicen distintas actividades conjuntas. La mayoría de estas actividades están relacionadas con prácticas profesionales (48 instituciones), con actividades de promoción (42) y con voluntariado (40 instituciones). Solo con 4 hay vínculos asociado a investigación, y 6 en cuanto a la modalidad curricular de Aprendizaje Servicio.58 El HC tiene una estrecha relación con distintos medios de comunicación masiva: tanto para la realización de la campaña anual de socios como para —————————– 55

Cf. FUNDACIÓN TRATO HECHO VECINO, «Trato Hecho Vecino – Empleos de bajo umbral». 56 Cf. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Apoyo para la Investigación», 1-2. 57 Cf. ALIANZA COMUNICACIÓN Y POBREZA, «Pobre el que no cambia de mirada». 58 Cf. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Apoyo para la Investigación», Anexo N 4: Relación con CES 2016.

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iniciativas de difusión de programas particulares. Quienes trabajan en el HC suelen dar su parecer a nivel público cuando alguna situación particular asociada a su especialización lo requiere. Un hito anual en la relación del HC con la sociedad es la Cena Pan y Vino. Esta se realiza desde 1983, tanto en la Región Metropolitana de Santiago como en las sedes regionales. En ellas, compartiendo una sencilla cena, se da cuenta del trabajo realizado en el año y se agradece a voluntarios, colaboradores y socios. Habitualmente se cuenta con la presencia de artistas y figuras de la televisión que animan la celebración. Es un momento de encuentro, de visibilización de la causa del HC ante los constructores de la sociedad - expresión de las conferencias del CELAM y también de recaudación de fondos. También Paréntesis desde hace un tiempo realiza un evento similar: la Cena con Sombrero. Lo propio hace Rostros Nuevos, con el Mesón del Encuentro.59 En cuanto a la participación en redes internacionales, Paréntesis participa en la Red Iberoamericana de Organizaciones no Gubernamentales que Trabajan en Drogo Dependencias (RIOD) y Súmate pertenece a la red de Fe y Alegría.60 Hasta hace un tiempo el HC tenía un convenio de colaboración con UNICEF. 2.2.4 El Estado y sus instituciones Históricamente y en términos generales, ha sido el HC y otras OSC y ONGs las que se han adelantado a las instituciones del Estado de Chile para atender de un modo sistemático y organizado las necesidades de grupos marginalizados de la población. Contando con esto, se puede reconocer que en los últimos años “ha habido casos en que el Estado nos ha invitado a participar de pilotos o a ejecutar programas directamente”.61 Ya hemos visto que en la actualidad cerca del 50% del presupuesto anual de las FHC es financiado por el Estado (ver Tabla 4, pág. 83). Un buen número de esos programas pasan por un proceso de licitación, en el que las FHC presentan una oferta que debe competir con otras organizaciones, tanto en términos de estándares de operación como de costos asociados.62 —————————– 59

En 2015 se realizaron 29 cenas pan y vino durante los meses de octubre y noviembre. Cf. FHC, «Memoria Anual 2015», 53. Se puede ver una descripción más detallada de las cenas Pan y Vino y alguna referencia a su historia en HC, «Con un llamado a construir un Chile más digno celebramos una nueva versión de nuestra Cena Pan y Vino». 60 J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Respuestas a preguntas aclaratorias», 2. 61 Id. 62 J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Apoyo para la Investigación», 1.

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En cuando a otras formas de articulación con el Estado, esta se da con el nivel central en la forma de coordinaciones operativas de los programas, así como pilotaje de metodologías innovadoras. Además, en algunas de las mesas de trabajo (señaladas en apartado 2.2.3) participan las instituciones del Estado interesadas en discutir metodologías de intervención social adecuadas a nuevos contextos y construir líneas de trabajo conjunto. Esta dinámica se replica también en las estructuras regionales y comunales del gobierno.63 En particular en la atención de menores (jardines infantiles) y de adultos mayores, el Estado ha fijado estándares para los programas, tanto en su instalación como en la fase operativa. Estos estándares se indican en los términos de referencia de cada convenio, y son controlados mediante distintos instrumentos: asesorías y supervisiones en terreno, presentación de informes de avance y finales de programa. Algunas de estas instancias condicionan la entrega de los recursos.64 Para cada una de las líneas temáticas de las FHC, la Estrategia Social 2015-2020 define algunos puntos centrales en que las políticas públicas deberían reformarse para ir en ayuda eficaz de la población marginalizada.65 Junto a la Estrategia Social se encuentra en proceso de elaboración una Estrategia de Incidencia que permita contribuir a que las instituciones del Estado, universidades y otras OSC, se sumen a la causa de la solidaridad promovida por el HC. 2.2.5 El mundo empresarial privado La vinculación del HC con el sector empresarial se da a distintos niveles. Se destaca la campaña 1+1 en la que se invita a los trabajadores de una empresa a hacerse socios del HC aportando un monto mensual de dinero que se descuenta directamente de su sueldo. La empresa se compromete a su vez a aportar la misma cantidad que aporta el total de trabajadores asociados. Actualmente hay cerca de 500 empresas que hacen algún aporte al HC bajo esta modalidad.66 Además de estos aportes en dinero se promueven distintas instancias de voluntariado corporativo, buscando propiciar un momento de encuentro y fraternidad con alguno de los grupos de usuarios del HC. —————————– 63

Id. Id. 65 Cf. HC, «Estrategia Social 2015-2020», 31-64. 66 Cf. J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Respuestas a preguntas aclaratorias», 64

2.

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Otro modo de presencia y colaboración de las FHC con el sector empresarial, es mediante la invitación que se realiza a clientes de algunos supermercados y farmacias a donar parte del vuelto al momento de pagar su compra: mediante este sistema se recaudan anualmente alrededor de 400 millones de pesos, correspondiente a un 1% de los ingresos de FHC.67 En los últimos años la fundación Emplea ha desarrollado un Sello de Inclusión Laboral con el que reconoce a algunas empresas que han destacado por su compromiso y trabajo colaborativo hacia incluir como trabajadores a personas que han sido usuarios de programas del HC.68 3. El Hogar de Cristo y el bien común en la ciudad Como hemos visto, la preocupación del Padre Hurtado al fundar el HC ha tenido dos grandes focos: el primero es el del cuidado y promoción de quienes por distintas razones van quedando marginados de los bienes que produce la ciudad; el segundo es el propósito de involucrar a los demás ciudadanos a hacerse cargo de tales necesidades, no tan solo aportando con dinero, sino con tiempo, dedicación, promoviendo encuentros y amistades fecundas, y desplegando el sentido social, de responsabilidad y rectitud y el sentido del escándalo. Y en todo esto manteniendo en tensión la mirada sobre las personas y su conversión, y la reforma de las estructuras de la sociedad. No es posible en pocas páginas describir en su totalidad la diversidad de personas, encuentros y programas de distinto tipo que le dan vida a la acción transformadora de la sociedad que llevan adelante las FHC. En este subcapítulo evidenciaremos brevemente algunas de las notas expuestas que sintonizan con lo presentado en los capítulos precedentes en dos grandes ámbitos: la atención a los más pobres entre los pobres y la propuesta de desatar la solidaridad, involucrando al resto de la sociedad. Ambas acentuaciones explicitan el modo como las FHC contribuyen al bien común en la ciudad. 3.1 Servir a los pobres entre los pobres En el documento Estrategia Social 2015-2020 se evidencia la enorme brecha existente entre las necesidades existentes en la sociedad chilena y las iniciativas dispuestas por parte del Estado y otras organizaciones de la sociedad civil (OSC) para atenderlas. Se considera además la respuesta que —————————– 67

J.C. ROMERO – P. EGENAU – R. HOYOS, «Respuestas a preguntas aclaratorias», 2. Cf. FUNDACIÓN EMPLEA, «Reconocimiento con Sello de Inclusión Laboral»; FHC, «Memoria Anual 2015», 47. 68

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a ellas se da desde las FHC. Preocupa especialmente la brecha en el caso de la niñez y la juventud, por las implicancias para su crecimiento que tienen las distintas facetas del abandono.69 Los niños presentan un alto índice de pobreza multidimensional, además de situaciones de violencia o maltrato. A ello se suma la escasa cobertura de educación inicial y la situación de deserción escolar en la adolescencia y juventud. El tener instrumentos confiables que permitan conocer la realidad es el punto de partida para el diseño de programas de intervención social adecuados, a la vez que incidir para que el Estado a través de sus instituciones reaccione oportunamente. La atención de parte de las FHC a quienes van quedando a los márgenes, los pobres entre los pobres, recuerda a los rostros de Cristo sufriente nombrados por el CELAM, y actualizados entre su primera explicitación en Puebla en 1978 (DP 31-41) y la última de Aparecida (2007): quienes viven en la calle en las grandes ciudades, los adictos dependientes, los migrantes, los enfermos, todos quienes están en prisión (DA 407-430).70 Las FHC se han preocupado de ir actualizando su propuesta de trabajo, partiendo por complejizar la evaluación sobre las situaciones de marginalización que afectan a distintos grupos de personas en la ciudad para poder focalizar sus intervenciones.71 Desde la comprensión del bien común como condiciones sociales favorables para la propia perfección de personas, familias y asociaciones intermedias, observamos como este se encuentra presente en la fundamentación argumentativa de la Estrategia Social 2015-2020 de las FHC. La expresión bien común es utilizada 13 veces en el documento, ante todo en la sección de fundamentación, con la mirada puesta en los más pobres entre los pobres, valorando y reconociendo su dignidad de personas. Al mismo tiempo, y he aquí un punto especialmente relevante, atendiendo el carácter relacional e institucional de la condición de pobreza y vulnerabilidad. Desde aquí brota la llamada a la restitución de derechos —————————– 69

HC, «Estrategia Social 2015-2020», 13-14. Ver mayores referencias a esta imagen y su fundamentación en el Magisterio Latinoamericano en el Capítulo I de este escrito, subcapítulos 1.3 y 1.5. 71 Hay algunos grupos de personas que sufren la pobreza en sus distintas dimensiones que están descritas en el documento Estrategia Social 2015-2020 con los que las FHC no tienen líneas específicas de acción. Existen otras instituciones del sector social de la SJ que las abordan. Es el caso de la situación emergente y problemática del aumento de la inmigración hacia Chile: desde hace algunos años existe el Servicio Jesuita a Migrantes (SJM). Algo similar ocurre con las problemáticas de habitabilidad, allegados, campamentos y vivienda: Techo y Fundación Vivienda, alguna vez vinculadas estrechamente con el HC, se han especializado en su tratamiento. 70

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para el bien de las personas marginalizadas y como contribución al bien común de toda la sociedad: Para ser respetuosos de la dignidad de las personas, las Fundaciones Hogar de Cristo plantean que es necesario reconocer las particularidades de las personas marginadas, excluidas y con escasas posibilidades de exigir un trato digno y reclamar sus derechos y también reconocer su trascendental aporte al bien común del País. Al considerarse a las personas como sujetos de derechos, la intervención respecto de ellas tiene una finalidad clara: la restitución de sus derechos vulnerados.72

3.2 Desatando la solidaridad en la ciudad En sintonía con la propuesta de Hollenbach (ver Ilustración 3, pág. 48), las FHC se han ocupado de atender preferencialmente a quienes viven condiciones de marginalización, buscando decididamente revertir el aislamiento social del pobre y desatar la solidaridad de los demás ciudadanos. Hay algunos pocos casos, como el de los enfermos terminales que son atendidos en la sala Padre Hurtado de la sede central, en los que lo que se puede hacer de parte del HC es ofrecer tan solo cuidados paliativos del dolor y dar las mejores comodidades y atenciones posibles para un buen morir. Pero en un gran número de los otros programas y situaciones de los usuarios de las FHC, es posible contribuir a su inserción social y a que ellos contribuyan a su vez al bien común de la ciudad: se promueve la inclusión social como dinámica opuesta a la de la marginalización.73 Esto es especialmente evidente y relevante en los programas de Educación Inicial, focalizado en la primera infancia y su acceso a Jardines Infantiles, y Reinserción Educativa, preocupada de los jóvenes que por distintas razones han desertado del sistema escolar. En el documento Estrategia Social 2015-2020 no se menciona explícitamente la expresión ciudad. Sí se utilizan las voces ciudadanía (7 veces) y otras palabras asociadas al fenómeno urbano: territorio (10 veces) —————————– 72

HC, «Estrategia Social 2015-2020», 5. Destaca en este sentido el esfuerzo realizado en junio de 2016 para que trabajadores y usuarios del HC participaran activamente en los Encuentros locales autoconvocados para la redacción de una nueva constitución (véase nota 56 en pág. 55) Cf. HC, «Por una nueva Constitución sin exclusión». Algunos meses antes se había presentado al gobierno un documento para hacer más inclusivo el proceso constituyente considerando las particularidades de los distintos grupos de personas que participan de sus programas: algunos de ellos tienen pocas habilidades de lectoescritura, o tienen serios impedimentos para participar en una reunión larga, entre otras. Cf. FHC, «Hogar de Cristo entregó propuestas de mejoras para el proceso constituyente». 73

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y comunidad (25 veces). Esto coincide con la noción presente en la lucha por el Derecho a la Ciudad: la ciudad, más que un lugar común que habitar, es un proceso de relaciones que se van tejiendo en el tiempo. En los distintos programas de las FHC se busca contribuir a que ese tejido social favorezca la inclusión de los más pobres, involucrando para ello también a otros actores según hemos visto. Destaca en la intencionalidad de las acciones con niños y jóvenes la preocupación por su familia: se explicita así que en la formación y crianza el componente relacional y social es muy relevante. Desde las FHC se reconoce como un ideal hacia el que caminar, aunque utilizando otras expresiones, la interdependencia en solidaridad, convocando a todos los ciudadanos a que reconozcan la dignidad personal de quienes sufren la pobreza, propiciando encuentros y movilizando acciones que los ayuden a ponerse de pie, estableciendo relaciones de reciprocidad. En el trabajo de las FHC se han considerado distintos enfoques de intervención social que en diálogo con actores institucionales del Estado, las OSC, las universidades y los mismos grupos de marginalizados urbanos, permitan tanto el actuar en su favor, como el crear conocimiento y consciencia para transformar a todas las personas, las instituciones, las políticas públicas y la cultura. Desde la perspectiva del desarrollo sostenible en la ciudad74 y las tres dimensiones que hay que cuidar para hacerlo posible - inclusión social, productividad laboral, sostenibilidad ambiental - es evidente que el aporte de las FHC va por el lado de la inclusión social, a través de sus programas y de la focalización en los más pobres entre los pobres. Con todo, tanto desde la Fundación Emplea como desde el Fondo Esperanza, se contribuye a la dimensión de la productividad laboral, dando oportunidades y generando capacidades que de otro modo no existirían. Con humildad y sentido de realismo las FHC reconocen sus propios límites y por tanto destacan la importancia y necesidad de acudir a redes y alianzas, que ayuden a la transformación de las políticas públicas y de la cultura, de tal forma de alcanzar un mayor impacto, siempre con otros. Un aspecto que pareciera no ser valorado suficientemente en su especificidad es el de la contribución de las FHC a la formación de personas que desde sus experticias profesionales y desde la acción social y política contribuyan a la búsqueda del bien común en la ciudad, con la mirada siempre puesta en quienes van quedando al margen. —————————– 74

Ver en el cap. II el subcapítulo 3.1 Desarrollo Sostenible en la Ciudad, pp. 57-61.

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4. Recapitulación En estas más de 7 décadas de funcionamiento desde su fundación, el Hogar de Cristo ha crecido y se ha desarrollado a la par del crecimiento y desarrollo de Chile. El enfoque de su trabajo atendiendo y cuidando a los más pobres entre los pobres ha evolucionado acogiendo la creciente complejidad de la sociedad y de la marginalidad en ella. El Hogar de Cristo y sus fundaciones han sabido actualizar paulatinamente su oferta de servicios, a la vez que convocar a todos los miembros de la sociedad a ser solidarios. De este modo ha contribuido a la búsqueda del bien común en la sociedad. Al mismo tiempo la adhesión religiosa y el prestigio de sacerdotes y de las instituciones eclesiales han experimentado cambios profundos. A pesar de todo ello, el HC y el Padre Hurtado mantienen un lugar de reconocimiento transversal en la sociedad chilena, basada entre otras cosas en el trabajo serio y profesional que realiza, con buenos estándares de focalización, eficacia y transparencia, y tomando en cuenta la opinión y parecer de sus usuarios para evaluar y renovar sus servicios y enfoques. Consciente de la urgencia de la caridad fraterna en casos de extrema necesidad a la vez que de lo limitado de una acción meramente asistencial, las FHC se han propuesto incidir decididamente en la definición de políticas públicas que mejoren las condiciones de vida de los que por distintas razones han quedado al margen del progreso de la sociedad. El Hogar de Cristo no ha sido nunca una institución proselitista, en el sentido de que busque catequizar o evangelizar a quienes acuden ya sea a recibir o a prestar un servicio. Pero al mismo tiempo tampoco ha sido una institución que esconda su identidad: el mismo nombre o la figura de su fundador dan cuenta de una perspectiva trascendente y espiritual que va más allá de la atención y cuidado que ofrece. En Chile existe una valoración transversal de la persona del Padre Hurtado, su trabajo y su legado. Se valora en él su consecuencia entre el decir y el hacer, y su llamado de atención a la consciencia de las personas respecto de situaciones personales y sociales escandalosas inaceptables, que demandan acciones concretas. Cabe de todas formas preguntarse por el modo de anunciar el evangelio en el siglo XXI, inculturándolo en los distintos grupos que concurren en las grandes ciudades: ese es el sentido que ha tenido la actualización de la misión de la Compañía de Jesús como el servicio de la fe y la promoción de la justicia que esa fe exige. Junto con el servicio eficaz que presta, el Hogar de Cristo y toda ONG de inspiración cristiana debieran contribuir a

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derribar la idolatrización exacerbada del individuo para promover el encuentro con los demás, el despliegue de vocaciones de servicio y la conformación de comunidades inclusivas y acogedoras. Esto cuenta tanto para quienes tienen el don de la fe como para quienes no son creyentes o pertenecen a otras tradiciones religiosas. Dadas las situaciones de daño, marginalización y exclusión presentes en tantos sectores de la ciudad no viene mal interrogarse cómo hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente.75 Para responder atinadamente puede servir la máxima ignaciana de que el amor se ha de poner más en las obras que en las palabras. Desde tal premisa se hace evidente que el Hogar de Cristo evangeliza la ciudad y a las personas en ella por lo que hace y cómo lo hace.

—————————– 75

Es lo que se pregunta Gustavo Gutiérrez comentando el libro de Job, a partir de la situación de las grandes masas de personas que viven en condición de pobreza en América Latina: la gran mayoría de ellas dicen ser creyentes. Cf. G. GUTIÉRREZ, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente.

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(Página dejada en blanco a propósito)

CONCLUSIONES

En América Latina, las ciudades en que vivimos han ido creciendo exponencialmente. Nuestras economías y sociedades se han ido desarrollando, mejorando las condiciones de vida de un gran número de habitantes y dejando al margen a otros tantos. Si el problema en los años 40 eran los cientos de niños en las calles, durmiendo bajo los puentes, sin zapatos, sin un hogar, sin la posibilidad de formarse, el desarrollo ha hecho presente e incluso posibilitado otras fragilidades, ámbitos de dolor y necesidades humanas, que antes o simplemente no existían, o no eran tan relevantes, o no estábamos en condiciones de abordarlas: adicciones de todo tipo; disolución de vínculos y de comunidades; padres - varones ausentes de la crianza y cuidado de sus hijos; violencia contra la mujer; grandes flujos de migrantes que se movilizan buscando mejores oportunidades; miles de jóvenes que ni estudian ni trabajan; guetos urbanos donde reina la violencia, la inseguridad y la desesperanza. Retomando el objetivo de esta investigación se puede decir que, en términos generales, la propuesta de acción transformadora del HC, expuesta en el tercer capítulo de este escrito, sintoniza bastante con lo presentado en los primeros: la atención a los grupos marginalizados en la sociedad busca promover la inclusión social de un modo tal que potencie o desarrolle sus propias capacidades e involucre al resto de la sociedad, tal como se ha insistido en las distintas expresiones del Magisterio Latinoamericano y en la propuesta teológica de David Hollenbach. Con todo, se observa en el Hogar de Cristo un cierto déficit en la manera como se aborda la conexión de la situación de la marginalidad urbana con la mirada más amplia a la ciudad. Aunque en el horizonte de Acción Solidaria y en el modo de involucrar al resto de la sociedad para ayudar a financiar sus programas y tender una mano a los más pobres entre los pobres está presente el horizonte de la ciudad, no se observa un discurso que considere en profundidad los distintos modos de interacción social, fragmentación y segregación urbanas. Para atender a quienes han sufrido

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daño, es importante hacerse consciente de las causas de tal daño. En caso contrario las medidas de cuidado y reparación solo servirán momentáneamente de alivio, sin buscar la transformación de la ciudad y los ciudadanos en ella. Es la tensión que vivía el Padre Hurtado: conversión y cuidado de las personas en contraposición con transformación de las estructuras sociales. Esta impresión se contrapone a la preocupación existente en el Hogar de Cristo por incidir estratégicamente en la evaluación de las políticas públicas existentes y en la creación de nuevas políticas que respondan más adecuadamente a los nuevos rostros de la pobreza urbana. Es esta una mirada política, atenta a la promoción del bien común en la ciudad y a que las instituciones que nos hemos dado para que lo cuiden, efectivamente lo hagan de modo eficaz, eficiente y actualizado a las cambiantes necesidades. Para alcanzar cada vez más mejores condiciones para el bien común y el desarrollo sostenible es importante diseñar instrumentos objetivos de evaluación que permitan reconocer el estado actual y eventuales mejoras o retrocesos en el tiempo. Hemos visto someramente los ejemplos de la Matriz del Bien Común y del modo como se planifica y evalúa la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. También las metodologías de priorización de usuarios y otras que utiliza el Hogar de Cristo, dan cuenta de una profesionalización en el modo de enfrentar la acción social y las políticas públicas que puede ser sumamente beneficiosa para tomar decisiones informadas y no meramente basadas en percepciones subjetivas o sentimentalistas. No es aventurado señalar que el despertar de la Iglesia Latinoamericana a la situación de marginalización en las grandes ciudades ha sido anticipado en Chile por la acción del padre Hurtado y un gran grupo de personas que decidieron fundar el HC a mediados de la década del 40. En otros países de la región seguramente se han desplegado iniciativas similares. La atención al conjunto de la sociedad, pero especialmente en ella a los que por distintas razones no participan del bien común, ha sido la preocupación principal del HC desde su fundación. Con el correr de los años y con las transformaciones sociales y económicas experimentadas por la sociedad chilena, el HC ha debido actualizar su propuesta, adecuándose a mejores estándares de servicio y preocupándose más explícitamente de incidir para

CONCLUSIONES

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que el Estado a través de sus instituciones se haga cargo de lo que le corresponde. La Conferencia de Santo Domingo se refería a la condición de enfermedad que estaban sufriendo las ciudades en toda América Latina, tanto en sus sectores antiguos deteriorados como en las villas miseria y otros espacios de marginalización urbana. El HC procura aliviar parte del daño que esta enfermedad urbana ha provocado en la vida de miles de personas, convocando a su vez al resto de la sociedad, que también padece los efectos de esta enfermedad, a tejer lazos de encuentro y solidaridad. Retomando la afirmación de la Conferencia de Aparecida, Dios vive en la ciudad, evidenciamos con lo que se ha expuesto que ello ya lo había creído y anunciado con sus actos el Padre Hurtado. No es atrevido decir que el Hogar de Cristo es una especie de sacramento, que invita y convoca a todos los chilenos, independiente de sus creencias a reconocerse formando parte de una misma comunidad y a reconocer en el rostro de los pobres el rostro mismo de Cristo. Esta ha sido una formulación del Documento de Puebla, actualizada luego en Aparecida, que tanto inspiró al padre Hurtado: el nombre Hogar de Cristo no hace más que concretizar esta viva creencia inspiradora de una auténtica mística social En Chile estamos ante una particular crisis de confianza en las personas e instituciones. La confianza es un bien común que cuando se resquebraja afecta a todo el cuerpo social: de no cuidarse ni promoverse, afecta seriamente la consecución del bien común de toda la sociedad y especialmente de los más pobres. Propiciar encuentros fecundos y promover acciones reparadoras de la confianza puede ser una de las contribuciones más grandes que las Fundaciones Hogar de Cristo pueden hacer en el Chile de hoy. Desde la definición del bien común como las particulares condiciones sociales que favorecen la propia perfección de las personas, familias y asociaciones, destaca en la comprensión cristiana el que tal propia perfección jamás se da de un modo aislado o individualista. La situación de exclusión y marginalidad que se vive en las grandes ciudades no afecta solo a los que la padecen. Crear o restaurar vínculos, promover encuentros que permitan bajar barreras y prejuicios, dejando a un lado el clasismo, el racismo o la xenofobia, favoreciendo que quienes han sido marginalizados

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del progreso de la sociedad se integren, debiera ser una prioridad de un país que aspira a caminar en pos del desarrollo sostenible. El anhelo de un Chile más digno y justo, inspirado en el pensamiento y el trabajo de san Alberto Hurtado, pasa necesariamente por permanecer en vigilante atención a los que van quedando a un lado del camino. El modo de tenderles una mano, reconociendo su libertad y capacidades, y ayudando a desarrollarlas en plenitud, restaura la condición de dignidad más fundamental que nos permite soñar en constituirnos como ciudadanos, cada uno aportando al bien común de la ciudad. La condición de pobreza es la más grave vulneración de los Derechos Humanos en tanto afecta a millones de personas. El respeto de los DDHH, partiendo por el más básico derecho a la vida hasta el derecho a la vivienda adecuada y a la ciudad, es exigible en tanto contamos con los medios posibles para hacerlo: junto con el trabajo directo y decidido en favor de los grupos marginalizados, el Hogar de Cristo puede contribuir a que juntos, otras organizaciones de la sociedad civil, el Estado y sus instituciones, pongan todo lo que esté a su alcance para acabar con las situaciones de exclusión y marginalización que afectan a miles de personas en nuestras ciudades.

Agradecimientos

Aun cuando esta tesina lleva mi nombre en la portada, ha sido urdida teniendo en cuenta muchísimas conversaciones en distintos lugares, tanto de Chile como en otros países. He podido palpar en vivo y en directo tantas iniciativas que promueven el Bien Común, la Interdependencia en Solidaridad, la Fe y la Justicia, y estoy profundamente agradecido de ello. A riesgo de que se me quede algún/a conversador/a fuera, me atrevo a mencionar a quienes con su paciencia, cariño, hospitalidad o amistad, me han ayudado a abrir los sentidos a situaciones o conflictos que afectan a las ciudades donde vivimos, y me han compartido sus aprendizajes, experiencias y también me han sugerido libros que leer o lugares y experiencias que conocer. Los menciono en el orden cronológico en que se dieron tales conversaciones, desde el momento en que comencé a bosquejar este dibujo que ya se va a la imprenta. Añado entre medio organizaciones significativas que he podido encontrar en este mismo recorrido: Cristián del Campo SJ, Felipe Berríos SJ, Pablo Walker SJ (HC), Juan Cristóbal Beytía SJ (Techo), Guillermo González (Espacio Público), Benito Baranda (América Solidaria), Claudio Seebach (Generadoras de Chile), Catalina Justiniano (Junto al Barrio), Juan Pablo Larenas (Sistema B), Magdalena Valdés y Francisco Gallego (JPAL), Nicolás Rojas (CREAS UAH), Miguel Yaksic SJ (SJM), Mark Potter (SJ Cal.), Homeboy Industries (Los Ángeles), Johanna García y Gabriela Hilliger (Catholic Charities of the East Bay, Richmond), Cristóbal Madero SJ y Patricio Domínguez (UC, Berkeley), John Baumann SJ (PICO Network, Oakland), Patxi Álvarez SJ (SJES, Roma), José Ignacio García SJ (JESC, Bruselas), Giacomo Costa SJ (Aggiornamenti Sociali, Milán), Maricarmen de la Fuente y Lluis Recolons SJ (Migra Studium, Barcelona), Xavi Casanovas, Joan Carrera SJ y Santi Torres SJ (Cristianisme i Justicia, Barcelona), Pep Maria SJ (Red de Justicia en Minería SJES, Barcelona), Dani Villanueva SJ (Entreculturas, Madrid), Lucía Rodríguez (EduJesuit, Madrid), Alberto Ares SJ (Jesuitas Social, Madrid), Fernando Vidal (RAIS, Madrid), Cristina Manzanedo (SJM, Madrid), Daniel Izusquiza SJ (Pueblos Unidos/Entre Paréntesis, Madrid), Rolphy Pinto SJ (PUG, Roma), Sannybhai Jeba SJ

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(JESA, India), Denzil Fernandez SJ, Joy Karayampuram SJ, Rudy Heredia SJ, Paul D’Souza SJ, Paul Jacob (ISI, New Delhi), Stanny Pinto SJ (Bancroda Bhiloda Mission, Gujarat), Fernando Franco SJ, Jimmy Dabhi SJ (HDRC, Ahmedabad), Selvaraj Arulnathan SJ, Joseph Xavier SJ (ISI, Bengaluru), Action for Human Rights and Liberation (Kilpennathur, Madurai), Chennai Mission (Madurai), Francis Balaraj SJ (Loyola Vikasa Kendra, Mundgod), Arun Luis SJ y Anil D’Souza SJ (CNFCE, ManviPannur), Ciprian Tellis SJ (CIRW, Anekal), Xavier Soreng SJ, Sanjay Kumar Verma , Suradha Kachhap (XISS, Ranchi), Anranjan Hassa Purty SJ, Marc de Brouwer SJ (Arouse, Gumla), Stanislaus Lourduswami SJ (Bagaicha, Ranchi), Carolyn Ryan, Julie Edwards, Gaya Jambuligan y equipos (Jesuit Social Services, Australia), Jennie Hickey (Education and Social Ministries SJs, Australia), Johny y Neill (Brosnan Center, Melbourne), Mariana Codognotto, Julia Carrol y Fablice Manirakiza (Artful Dodgers Studios, Melbourne), Jesuit Refugee Service (Parranata, Australia), The Cardoner Project y Jesuit Mission (Sidney, Australia), Dave Hammond y Monique Perusco (Jesuit Social Services, West Sidney), John Adams y Georga Ryan (Jesuit Social Services, Alice Springs), Western Desert Nganampa Walytja Palyantjaku Tjutaku Aboriginal Corporation (Alice Springs), Andy Hamilton SJ (Jesuit Communications, Australia), Claudio Rolle (Inst. Historia, PUC), Miguel Yáñez SJ, Diego AlonsoLasheras SJ, René Micallef SJ y Fernando de la Iglesia SJ (PUG, Roma), Nemo Castelli SJ (TECHO, FV), Carlos Bresciani SJ (Misión Mapuche, Tirúa), Natacha Romero (UAH), Paz Mackenna y Victoria Ossandón (UCL, Londres), Carlos Álvarez SJ (Centro Sevres, París), Luis Eduardo Bresciani (CNDU), Juan Cristóbal Romero, Paulo Egenau y Rodrigo Hoyos (HC), Álvaro Ramis (ACCION), Magdalena Troncoso (Trabajo Social, UAH), Ana Sugranyes (Habitat International Coalition), Comunità Emmanuel (Lecce, Italia).

José Fco. Yuraszeck Krebs, S.J. Roma, abril de 2017

SIGLAS Y ABREVIACIONES

AA AOD / ODA CA CIV CEPAL / ECLAC

CELAM CNDU CDSI CIV DA DCE DDHH DM DP DR DSD DSI DUDH EAM FE FHC FV GS HC HV INDH JOC LE

Apostolicam Actuositatem Ayuda Oficial para el Desarrollo / Official Development Assistance Centesimus Annus Caritas in Veritate Comisión Económica para América Latina y el Caribe – Naciones Unidas / Economic Commission for Latin America and the Caribbean – United Nations Consejo Episcopal Latinoamericano Consejo Nacional de Desarrollo Urbano - Chile Compendio de Doctrina Social de la Iglesia Caritas in Veritate Documento Conclusivo de Aparecida Deus Caritas Est Derechos Humanos Documento Conclusivo de Medellín Documento Conclusivo de Puebla Declaración de Rio de Janeiro Documento Conclusivo de Santo Domingo Doctrina Social de la Iglesia Declaración Universal de los Derechos Humanos Ecclesia in America Fondo Esperanza Fundaciones Hogar de Cristo Fundación Vivienda Gaudium et Spes Hogar de Cristo Humanae Vitae Instituto Nacional de Derechos Humanos - Chile Juventud Obrera Católica Laborem Excercens

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LG LS MM ODM / MDG NMI NINI / NEET OA ODS / SDG OECD / OCDE

OIT / ILO ONG ONU / UN ONU HABITAT OSC PDV PT PNDU PNUD QA UAH UNICEF UR PP RIOD RR SJ SJES SRS

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Lumen Gentium Laudato Si’ Mater et Magistra Objetivos de Desarrollo del Milenio / Millenium Development Goals Novo Millenio Ineunte Ni estudian ni trabajan / Not in Employment, Education or Training Octogesima Adveniens Objetivos de Desarrollo Sostenible / Sustainable Development Goals Organization for Economic Co-operation and Development / Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico Organización Internacional del Trabajo / Internacional Labor Organization Organización No Gubernamental Organización de las Naciones Unidas / United Nations Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos Organizaciones de la Sociedad Civil Pastores Davo Vobis Pacem in Terris Política Nacional de Desarrollo Urbano - Chile Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Quadragesimo Anno Universidad Alberto Hurtado Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia Unitatis Redintegratio Populorum Progressio Red Iberoamericana de Organizaciones no Gubernamentales que Trabajan en Drogo Dependencias Rerum Novarum Compañía de Jesús Social Justice and Ecology Secretariat / Secretariado para la Justicia Social y la Ecología Sollicitudo Rei Socialis

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ÍNDICE INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 3 1. EL APOSTOLADO SOCIAL EN LA COMPAÑÍA DE JESÚS ................................................. 3 2. EN SINTONÍA CON EL CAMINAR DE LA IGLESIA EN AMÉRICA LATINA ......................... 4 3. PONIENDO LA MIRADA SOBRE EL BIEN COMÚN EN LAS CIUDADES .............................. 5 4. PLAN DE TRABAJO ....................................................................................................... 7 4.1 Motivación .............................................................................................................. 7 4.2 Hipótesis ................................................................................................................. 8 4.3 Objetivo................................................................................................................... 8 4.4 Esquema de la investigación ................................................................................... 8 CAPÍTULO I: EL BIEN COMÚN Y LA CIUDAD EN EL MAGISTERIO LATINOAMERICANO ........ 11 1. HITOS DE UNA REFLEXIÓN CONTINENTAL ................................................................. 12 1.1 Rio: los inicios del Consejo Episcopal Latinoamericano ..................................... 12 1.2 Medellín: En la transformación de América Latina ............................................. 14 1.2.1 Bien común como orientación del cambio social 16 1.2.2 Crecimiento exponencial de las ciudades, marginalidad y desigualdades 18 1.3 Puebla: Evangelización ......................................................................................... 19 1.3.1 El bien común y su rol en la acción política 20 1.3.2 La ciudad transforma los modos de vida de las personas 21 1.4 Santo Domingo: Nueva Evangelización ............................................................... 23 1.4.1 Promover el bien común para fortalecer la convivencia democrática 24 1.4.2 La ciudad está enferma y requiere cuidado 25 1.5 Aparecida: Discípulos y Misioneros de Jesucristo ............................................... 26 1.5.1 El bien común en todas las esferas del quehacer humano 27 1.5.2 Dios vive en la ciudad 28 2. LAUDATO SÌ: LA CIUDAD EN CLAVE DE ECOLOGÍA INTEGRAL ................................... 30 2.1 El bien común global ............................................................................................ 31 2.2 Actuar sobre nuestras ciudades para evitar un desastre mayor ............................. 32 3. RECAPITULACIÓN ...................................................................................................... 33 CAPÍTULO II: EL BIEN COMÚN Y LA CIUDAD EN LA TEOLOGÍA DE DAVID HOLLENBACH ... 36 1. HACIA UNA DEFINICIÓN DEL BIEN COMÚN................................................................. 37 1.1 Condiciones sociales favorables ........................................................................... 38 1.2 Bien común y bienes comunes .............................................................................. 41

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1.3 Economía del bien común ..................................................................................... 43 2. EL BIEN COMÚN EN LA CIUDAD .................................................................................. 45 2.1 Aislamiento social del pobre ................................................................................. 46 2.2 Interdependencia en solidaridad ........................................................................... 50 2.3 Deliberación, Derechos Humanos y bien común ................................................. 53 3. OTROS ENFOQUES Y MIRADAS AL BIEN COMÚN EN LA CIUDAD ................................. 56 3.1 Desarrollo sostenible en la ciudad ........................................................................ 57 3.2 Crítica a la posibilidad de la sostenibilidad .......................................................... 61 3.3 Derecho a la Ciudad .............................................................................................. 63 4. RECAPITULACIÓN ...................................................................................................... 66 CAPÍTULO III: EL BIEN COMÚN Y LA CIUDAD DESDE EL HOGAR DE CRISTO ..................... 71 1. UNA MIRADA A LOS ORÍGENES Y A LA HISTORIA ....................................................... 72 1.1 Breve historia de los inicios del Hogar de Cristo ................................................. 72 1.2 El pensamiento social de san Alberto Hurtado ..................................................... 74 1.3 Algunas notas de la historia reciente del Hogar de Cristo .................................... 78 2. EN EL CHILE DE HOY.................................................................................................. 80 2.1 Una estrategia social al servicio del bien común .................................................. 80 2.1.1 Atendiendo distintos ámbitos de dolor y necesidad humanas 82 2.1.2 Invitando a la sociedad toda a colaborar 83 2.1.3 Una mirada a la presencia del Hogar de Cristo en el Gran Santiago 84 2.2 Distintos grupos que participan o colaboran en el Hogar ..................................... 87 2.2.1 Los propios usuarios del Hogar 87 2.2.2 Los trabajadores del Hogar 89 2.2.3 Otras redes, obras e instituciones 91 2.2.4 El Estado y sus instituciones 92 2.2.5 El mundo empresarial privado 93 3. EL HOGAR DE CRISTO Y EL BIEN COMÚN EN LA CIUDAD ........................................... 94 3.1 Servir a los pobres entre los pobres ...................................................................... 94 3.2 Desatando la solidaridad en la ciudad................................................................... 96 4. RECAPITULACIÓN ...................................................................................................... 98 CONCLUSIONES............................................................................................................ 100 AGRADECIMIENTOS ..................................................................................................... 105 SIGLAS Y ABREVIACIONES ........................................................................................... 107 BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................. 109 ÍNDICE.......................................................................................................................... 121

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