El autor contra sus derechos: paradojas inherentes a la idea de propiedad intelectual (versión publicada)

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Descripción

El autor

Ciencias de la Información Documental

contra

sus derechos: paradojas inherentes a la idea de propiedad intelectual Por: ÁLVARO DE LA PAZ-FRANCO*

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Resumen

Este escrito es un alegato contra la propiedad intelectual. El supuesto derecho de autor que beneficia, sobre todo, a los intermediarios de la cultura hoy se ve amenazado por las nuevas tecnologías que permiten compartir contenidos a un costo mínimo. Es tiempo de que la información se convierta en un bien público.

Palabras clave Copyright, Censura, Comercialización, Autor, Paradoja

* Universidad Autónoma de Estado de México, [email protected] ** Ilustración: L.D.G. Diana Berenice Carrera Calderón, [email protected]

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E

l presente ensayo procura demostrar las contradicciones que surgen cuando

tratamos

de

controlar

la

información que generamos, restringiendo la distribución de copias para ganar más dinero, incluso reconocimiento. Muchos recuerdos de mi infancia (y algunos posteriores) me hacen consciente de que tenía una obsesión por poseer cosas originales. Me gustaba coleccionar cosas de películas, por ejemplo de Dinosaurio (la cinta animada de Disney, 2000). Mi colección no estaba compuesta sencillamente de cosas de dinosaurios, como sería para otros niños menos rigurosos; era de Dinosaurio. Como no era tan pequeño diferenciaba cualquier artículo genérico con los originales, juguetes, estampas, envolturas, vasos, libretas o cualquier tipo de cosas promocionales que se obtenían condicionadas a comprar dulces, cajitas felices, refrescos y otras cosas que hoy considero peligrosas para la salud. Este afán coleccionista se extendió hasta mi adolescencia tardía, cuando compraba películas en

dvd,

siempre originales, nuevas y,

según yo, baratas. Mi afición por el cine me condujo cierto día a ver un documental que arremete contra el derecho de autor y quienes lo defienden; llamado 74

rip:

Manifiesto del remix,

en la sección dictator’s cut de la gira de documentales ambulante. Ese día mi cosmovisión cambió. El Manifiesto del remix tiene cuatro puntos, sencillos y contundentes:

1.

La cultura siempre se construye con base en el pasado.

2. 3. 4.

El pasado siempre trata de controlar el futuro. Nuestro futuro se está volviendo menos libre. Para construir sociedades libres debemos limitar el control del pasado.

Nuestras

posturas

ante

el

copyright

dependen de cómo situamos las prioridades respecto de las obras intelectuales. Si estamos más preocupados por engrosar la cartera de los que ya “crearon” algo (nada nuevo hay bajo el sol), que por cultivar a las generaciones que van llegando, buscaremos que las nuevas generaciones les paguen dinero a las pasadas. Ahora que compartimos casi todo por las redes sociales, la situación antes descrita es más clara para muchos, aunque otras generaciones se han encontrado en la misma situación: hay personas que controlan

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los medios de reproducción de información y cuando esta se libera, reaccionan contra la gente común que goza de nuevas posibilidades de comunicación. Ejemplo: cuando se empezaron a hacer grabaciones caseras en cintas de audio (cassettes), las discográficas sacaron un eslogan chantajeador: “Las grabaciones caseras están matando a la música” (McLeod, 2005: 88-97). Como si la música fueran ellos, ni siquiera ellos sino su gallina de los huevos de oro. Del mismo modo, actualmente se hacen campañas en el mundo para criminalizar a los consumidores (incluyendo a los artistas), llamándolos piratas y ejerciendo un terrorismo cultural que cada vez luce más ridículo. Los lobbies interesados ejercen presión sobre los gobiernos nacionales y han logrado varios pactos para reducir la libertad de los consumidores culturales del planeta (Azurmendi, 2012). En el origen de los derechos de autor no se buscaba el beneficio de los autores. Dos palabras son clave para entender las intenciones primarias de donde derivaron estos sistemas: el ejercicio de la censura a través del monopolio de la información. 76

La historia es más o menos así: un día se inventó la imprenta, tiempo después las personas podían leer cualquier texto. Esto puso nerviosa a la nobleza de Inglaterra, que (noblemente) decidió evitar la propagación de la doctrina luterana y estableció mecanismos de revisión para todo libro antes de que fuera publicado. La Honorable Compañía de Imprenteros y Periódicos (mejor conocida como la Stationers' Company) se formó posteriormente. La nobleza le dio el poder de ser la única compañía legalmente autorizada para imprimir lo que fuera, destruir los trabajos ajenos (también las máquinas de impresión) y encarcelar a quienes los hicieran. Después de ser renovada muchas veces, esa ley empezó a tener dificultades políticas, por lo que se decidió enfatizar el beneficio de los autores, aunque seguía siendo un monopolio de intermediarios (editores). Sin embargo, los autores se quejaban, entre ellos sobresalen dos: John Milton y Locke (sí, John Locke, el mismo filósofo liberal que teorizó sobre la propiedad de los bienes tangibles). Hubo también escritores a favor de este sistema, como Jonathan Swift y Daniel Defoe. Apoyándose en ellos, los editores, previamente privilegiados, consiguieron que el decreto del copyright volviera a establecerse (Statute of Anne, 2014). La compañía todavía existe y la ley ha degenerado en regulaciones de propiedad intelectual para todos los países del mundo. 77

Quienes mejor se han aprovechado del público gregario, a través de las legislaciones sobre derechos de autor, son los magnates de la industria del entretenimiento, que están detrás de monstruos como la mpaa1 o la

riaa2

acta3

y

(claramente monopolistas) y de leyes como

sopa4

(claramente censura), que amenazan las

libertades que nos trajo internet (Corporate Europe Observatory, 2012). No hay que negar que algunos creadores se benefician del sistema, tampoco que son poquísimos: 10% que genera blockbusters, bestsellers, hits y otras obras que se dejan llevar por la moda, siguiendo los gustos del mercado. 1 Motion Picture Association of America 2 Recording Industry Association of America 3 Anti-Counterfeiting Trade Agreement 4 Stop Online Piracy Act

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Legalmente, ¿qué tiene de malo el copyright (y las patentes)? El abogado libertario Stephan Kinsella señala varios puntos: -Los derechos sobre las ideas le dan control al supuesto creador o inventor sobre la propiedad tangible de todos los demás, porque el copyright implica que no puedo usar MI impresora, MI papel y MI tinta, para hacer un libro igual al que lo hizo primero. -La distinción entre invención (con derechos) y descubrimiento (sin derechos) no es evidente ni rigurosa. - El tiempo de duración del derecho se establece arbitrariamente. - Los derechos ideales sin límites se oponen a los derechos de propiedad tangible. -La aplicación de las leyes de propiedad solamente tiene sentido respecto a bienes escasos y con límites objetivamente definibles. Las ideas no son así. -El contrato intelectual afecta a quienes reciben la información “con propietario” de segunda mano, es decir, a quienes no aceptaron ningún contrato (Kinsella, 2005).

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Los bienes materiales son muy diferentes a las ideas. Cuando alguien le roba su libro de álgebra, digamos el Baldor, a un estudiante de matemáticas, el estudiante no podrá seguir usándolo, se habrá quedado físicamente sin él. Pero si alguien copia el libro o decide copiar algunos problemas del mismo en su propia libreta, no afecta demasiado al estudiante, que podrá seguir trabajando los ejercicios algebraicos sin problema, igual que quien los copió.

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¿Qué pasaría si Homero cobrara regalías?

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Una vez escribí “si Homero cobrara regalías, el mundo se quedaría pobre”. Un amigo economista me respondió que el mundo sería más rico, porque la riqueza no es un monto, sino un flujo. Yo no tenía idea de cómo podría definirse la riqueza, aunque tiempo después encontré una definición interesante en el libro de un genio, Richard Buckminster Fuller, quien dice: "La riqueza es nuestra capacidad organizada para lidiar efectivamente con el entorno en el mantenimiento de nuestra regeneración saludable y disminuir las restricciones físicas y metafísicas de los días futuros de nuestras vidas" (Buckminster Fuller, 1969: 25-28). La riqueza convencional que tienen los monopolistas de la información (el capital) está acabando con la riqueza buckminsteriana de los seres humanos que vivimos en la Tierra. Lo cierto es que si a Homero le hubieran cobrado regalías, Ilíada y Odisea jamás se hubieran escrito (trata de imaginar a todas las personas que forman la tradición oral griega que lo antecedió). Pierre Joseph Proudhon, el anarquista francés que reclamó la propiedad como un robo, también se cuestionaba en el siglo XIX sobre el comercio homérico, y escribió:

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Si Homero me recita sus versos, apreciaré su genio sublime, en comparación del cual yo, sencillo pastor, humilde labriego, no soy nada. Si se compara obra con obra, ¿qué son los quesos que produzco y las habas que cosecho para el mérito de una Ilíada? Pero si, como precio de su inimitable poema, Homero quiere apoderarse de cuanto tengo, y hacerme su esclavo, renuncio al placer de sus versos y le doy además las gracias. Yo puedo pasarme sin la Ilíada, mientras Homero no puede estar veinticuatro horas sin mis productos (Proudhon, 1840; 59-65).

Puede objetarse que los homeros modernos no llegan a ese extremo, pero ¿por qué tendrían que cobrarnos si ellos nunca le pagaron a Héctor, Aquiles u Odiseo? Ni siquiera el campesino se lleva todo el mérito de sus quesos y habas, pues algo le debe a la naturaleza. El origen de los productos se pierde de vista a la hora de venderlos como 100% propios. Suponiendo que quisiéramos intercambiar libros por habas, o discos compactos por frijoles, Proudhon otorga una simple respuesta:

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¿Tiene toda creación industrial un valor absoluto, inmutable, y, por tanto, legítimo y cierto? Sí. ¿Todo producto humano puede ser cambiado por otro producto humano? Sí. ¿Cuántos clavos vale un par de zapatos? Si pudiéramos resolver este importante problema, tendríamos la clave del sistema social que la humanidad busca hace seis mil años. Ante ese problema el economista se confunde y retrocede, pero el campesino que no sabe leer ni escribir contesta sin vacilación: tantos como puedan hacerse en el mismo tiempo y con el mismo gasto (Proudhon, 1840; 59-65).

¿Qué implica esto?, si así funcionara la economía, las películas no costarían más que las artesanías, pues se pueden fabricar rápidamente con máquinas de producción en serie. Claro que las personas pueden fingir que un trabajo les cuesta más tiempo del necesario, pero fingen que sus contenidos son más valiosos de lo real. No es que hoy nos falten tramposos, ni que todo debe basarse en el intercambio. Muchos autores han propuesto que el Estado otorgue a todos un dinero suficiente para sobrevivir. De ahí surgirían personas menos preocupadas por ganarse el pan y más por hacer ciencia y cultura.

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Proudhon dejó una pauta para la conciencia de que todo ser humano se forma con su entorno, y lo explica en términos de economía: El hombre de talento ha contribuido a producir en sí mismo un instrumento útil, del cual es coposeedor, pero no propietario. A un mismo tiempo existen en él un trabajador libre y un capital social acumulado. Como trabajador es apto para el uso de un instrumento, para la dirección de una máquina, que es su propia capacidad. Como capital no se pertenece, no debe explotarse en su beneficio, sino en el de los demás hombres (Proudhon, 1840; 59-65).

En este siglo otro francés el cineasta, Jean-Luc Godard, declaró: “un autor no tiene derechos, sólo deberes” (Lalanne, J.-M. y Kaganski, S., 2010). ¿Nos atreveremos a negar la auteuridad5 de tal director de cine? Reproducir no es robar. Aunque las escuelas tradicionalmente inculcan la ética del “no copiarás”, en la era de la información no tiene sentido, solo sirve para bloquear el progreso inventivo y cultural de los individuos en favor de unos pocos intermediarios (aquellos que se reservan el derecho de copia), cuyos intereses no van más allá de la acumulación de capital. Si colaboramos totalmente, 5 El término francés auteur significa autor. La teoría de auteur parte de la idea de que la visión creativa del individuo debe predominar sobre los intereses económicos de los grandes estudios, lo cual también le dio mayor poder legal al primero. En esta idea se apoyaron los cineastas franceses de la década de los sesentas (entre ellos, Godard) para crear la Nouvelle Vague, que se suele traducir como la “Nueva Ola francesa”, pero sería más exacto decir “Nueva Onda”. También de esa idea proviene la etiqueta de “cine de autor” utilizada en la actualidad.

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compartiendo lo que sabemos, tendremos un poder semejante al de la ciencia, que funciona con base en la publicidad de la información. La nueva ética, la del hacker, ha logrado muchas cosas gracias a ese espíritu científico que dice: “Ningún problema debería resolverse dos veces” (Ética hacker, 2013). Copiamos todo el tiempo, al hablar, al escribir, incluso al pensar. Imitamos al actuar y reproducimos al consumir cultura. La copia es la base del aprendizaje. Cuando uno escribe, cita, si no cita, parafrasea y si no parafrasea, recuerda. ¿Gran diferencia? Todo sale de nuestro entorno, lo recombinamos, le damos otro orden pero, en cierto momento de la historia, en alguien surgió la idea de que se podía apropiar de las ideas. Como es natural, otros la usaron, la desarrollaron, la justificaron y la aplicaron. Ojalá el sabio al que se le ocurrió la hubiera patentado para que nadie más la usara; sin embargo, la información no funciona así. Cuando voy a una biblioteca puedo leer muchos libros sin pagar un solo peso ¿Soy un delincuente? Según la lógica del derecho de autor, le estoy robando información a todo escritor cuyas ideas me han llegado gratis. Puede pensarse que 87

el escritor al que no se le paga se quedaría pobre y no sobreviviría, por lo que dar libros gratis es un crimen que atenta contra la cultura ¿En serio? Propongo que el escritor se dedique a otra cosa para tener algo de qué escribir que no sean ideas contenidas en otros libros. La mejor materia de la creatividad es la vida misma, incluso, si el escritor quisiera dedicarse a leer podría hacerlo sin dificultad, ya que a él también le saldrían gratis los libros. ¿Qué incentiva más la creación? ¿Ganar dinero o tener cultura gratis? Ahí está la cuestión central: pueden decir los defensores del derecho de autor que con dinero se puede comprar cultura; sin embargo, según Norbert Wiener, la información (como la entropía) es inadecuada para convertirse en artículo comercial, ya que “no puede juzgarse el valor informativo de una pintura o de una pieza literaria sin conocer lo que contiene” (Wiener, 1981: 99-114). Además, cuando pretendemos acumularla se deprecia, dado que estamos en un mundo cambiante. La mayoría de los escritores están muertos. No me molestaré en discutir el discurso de las regalías heredadas. Lo que se argumenta para cobrar sus magníficas obras son los esfuerzos de traducción, edición, corrección, impresión, distribución, etc., cosas seguramente muy caras

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y difíciles. Uno se puede cansar de leer (porque leer para traducir y corregir no se disfruta igual), de ponerle tinta a las impresoras, de comprar gasolina para los camiones, de promocionar los libros ante gente que no los quiere leer; especialmente es difícil competir con las tecnologías que permiten, a los que sí quieren, conseguir los libros al instante y leerlos en una pantalla sin contaminar demasiado. Hay personas a favor de la propiedad intelectual dispuestas a que desaparezcan las tecnologías que amenazan el sistema, como YouTube y Facebook, especialmente cuando actúan juntos. Seguramente también estarían dispuestas a quemar la biblioteca de Alejandría, si no se hubiera quemado ya. En conclusión, me suscribo a la postura del Manifiesto del remix en tanto que se preocupa por la libertad de pensamiento y expresión, antes que por la libertad material que otorga el lucro. Hoy los libertarios nos vemos empoderados por el advenimiento de las redes virtuales al igual que el resto de la humanidad. Es nuestro deber, como seres pensantes, entregarnos al bien común, debido a que nuestro cuerpo se desintegrará muy pronto y solo quedará la belleza de nuestras acciones, la cual está inscrita en la historia del universo.

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Nota: Todo aquel que esté de acuerdo con lo expresado en este contrato queda exento del pago de cualquier retribución al autor del mismo y tiene derechos ilimitados de reproducción y divulgación por cualquier medio. Esta obra exige el pago de todo aquel que no esté de acuerdo con lo dicho aquí. Al leer este escrito, creyendo que la información puede venderse, usted acepta el pago de derechos al autor, puesto que está descargando el contenido en su memoria. Si es partidario del comercio de información y no acepta el pago, no termine de leer el presente escrito.

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Bibliografía 01. Arcos, Eduardo (2013), El intento del Gobierno de Peña Nieto por controlar internet: la Ley Sinde mexicana, en http://alt1040.com/2013/12/ley-ugalde-guitierrez 02. Azurmendi, Ana (2012), Propiedad intelectual y derechos de la comunicación en el escenario digital, en http://dspace.unav.es/dspace/bitstream/10171/28244/1/Propiedad%20intelectual%20y%20 derecho%20de%20la%20comunicacion%20en%20el%20escenario%20digital.pdf 03. Buckminster Fuller, Richard (1969), Operating manual for spaceship earth, en (inglés): http://designsciencelab.com/resources/OperatingManual_BF.pdf 04. Corporate Europe Observatory (2012), Pro-ACTA lobbies fail on transparency, en (inglés): http://corporateeurope.org/blog/pro-acta-lobbies-fail-transparency 05. Wikipedia, enciclopedia libre (2013), Ética hacker, Consultado el 24 de marzo de 2014 en http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=%C3%89tica_hacker&oldid=71318325 06. Gaylor, Brett (2008), rip: Manifiesto del remix, [película], en https://www.youtube.com/watch?v=Q-I5m3Sl_Gk 07. Kinsella, Stephan (2005), Contra la propiedad intelectual. Mariano Bas Uribe (trad.) en http://www.liberalismo.org/articulo/329/69/propiedad/intelectual/ 08. Lalanne, J.-M. y Kaganski S (2010), Jean-Luc Godard, en http://www.elcultural.es/version_papel/CINE/28261/Jean-Luc_Godard 09. McLeod, Kembrew (2005) “El futuro digital y el pasado analógico”, en Stallman, Richard, et. al. Contra el copyright, México, Tumbona Ediciones, en http://www.tumbonaediciones.com/vs-copyright.pdf 10. Meré, Dayna (2012), Critican en España a México por firmar el Acuerdo Comercial Antipiratería, en http://suracapulco.mx/archivos/31629 11. Paley, Nina (2010), Copiar no es robar, [canción], en https://www.youtube.com/watch?v=ZmYsLTUjXNI 12. Proudhon, Pierre Joseph (1840), ¿Qué es la propiedad?, en http://www.kclibertaria.comyr.com/lpdf/ l098.pdf 13. Wikipedia, enciclopedia libre (2014), Statute of Anne En, The Free Encyclopedia, Consultado el 24 de marzo de 2014, en http://en.wikipedia.org/w/index.php?title=Statute_of_Anne&oldid=591465771 14. Wiener, Norbert (1981), Cibernética y sociedad, México, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Notas adicionales -El documental puede verse completo en YouTube: Gaylor, 2008. -Sobre el eslogan chantajeador: McLeod, 2005, pp 88-97. -Orígenes del copyright: Statute of Anne, 2014. -Los argumentos legales son una síntesis de Kinsella, 2005. -Una inteligente discusión sobre la riqueza está en El anarquista sobre la propiedad intelectual: Proudhon, 1840, pp. 59-65. -Aunque Wiener (1981) no se refiere a lo inmoral de la propiedad intelectual, sus ideas sobre las comunicaciones y el secreto están en el cap. 7, pp. 99-114. -Hay una canción que expone la idea de que copiar no es robar disponible en YouTube: Paley, 2010. Sobre los lobbies, véase: -Detrás de la Ley Sinde en España, Azurmendi, 2012. -Detrás de ACTA en Estados Unidos y Europa, Corporate Europe Observatory, 2012. -Detrás de las diferentes leyes en México, Meré, 2012, Arcos, 2013.

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