El arte visigodo en la historiografía romántica

Share Embed


Descripción

*DIECO VELAZQUEZ" DEPARTAMENTO DE HISTORIA DEL ARTE CENTRO DE ESTTJDIOS HISTORICOS

c. s.I. c.

EL ARTE VISIGODO EN LA HISTORIOGRAFIA ROMÁNTICA POR ARLOó

NIEVES

AGUAR QUER

¿- i/4 q¡': .¡"' ;

nñol

s¡$it* ¡ lel elptl*rt * -,.e*. lll.i,-i¡.¡,

:

i

"iii'ri

Velázquez Departamento de Historia del Arte "Diego C'S'I'C' Históricos' Centro de Estudios

VII

Jornadas de Arte

;ñi;ütó"ilriÁ

osr- ARrE ESPAñoL EN Los sIGLos

xtx

Y

xx

Mailrid. 22 - 25 de noviembre de 1994 ACTAS, Madrid, 1995

EL ARTE VISIGODO EJ\ LA HISTORIOGRAFIA ROMANTICA NIEVESPANADEROPEROPADRE/CARLOSSAGUARQUE,R Universidad ComPlutense

del góde la Edad Media unida a la revaloización Si el siglo xvlll apofló una nueva visión por los pdmeros estilos,inmediatamente anteriores' El interés tico, eI XIX trajo """-i;;";bs ignorados y despreciados' no fue sino una siglos medievales, hasta entonces casi unánimemente gótico' iñadiación del creciente entusiasmo por el arte aparición de la arquitectura gótica' aunque La vieja teoría sobre la misterioia y simuli'ánea cada y contribuía a subrayar su carácter "romántico"' era poseía un innegable atractivo literario estilo desel gátito to-"n"é a clarificarse no como un vez más difícil de sostener. Poco a poco' sino importada' e foránea ni como una arquitectura vinculado de las producciones anteriores, la arquitectura europeat ' como lógico resultado de la evolución de *" devoción por la Antigüedad c1ásica con su Los estudiosos del siglo XVm lograron uü* y barbarie en el que la u.-n periodo intermedio de oscuridad interés por el gótico,

"*t?ut""i"nOo ..buenaarquitectura,,habíadesaparecidopafamostrarlosprimerossíntomasdeunnuevo

"renacef' a principios del siglo XIII' de sus coÍuenzos p(f,r la ruptura con el axioma El movimiento romántico se caracterizó desde FrancisJuan como desde Petrarca' Ya antes' autores la superioriduo gr".ooo*una, indiscutible en los últimos tiempos profunda crisis de la cultura romana co Masdeu se atrevieron a señalar la

XVIII y XIX' véase J' M' AZCÁRATE RISTORI' arte gótico en España durante los siglos r'ei¡oo y su siglo, Cuademos de Ia Cátedra Pudr" Él valoración del gótico en la España de1 siglo "n det sigto XVLII, l/Iadt'ld' 1978;

' t** ,,La

*erés por el

t'

xvllr',

*

irtgwel71^ig"--ia- gairo :t_!:!r.i( sobre el origen de la rssr; N. pÑA.UERO PER6PADRE, "Teorías Madrid, Madrid, Neogoticismo clel siglo xti'en Homenaje al profesor Azcítate' universidad rornan*^ arquitectura gótica en r" r"rt ¡ágr^iluitu*ou¿u v ".p"*iu "n

Feijoo, rrr,

n

18, Oviedo',- lglái

t"ltill"ji;lili"riil'"¿i"uures, del

Ate

"

véase

M. c. M.RALES sARo'

¿a IV Congreso nl*o'¡o'ot del siglo XVI[", ,,La visión ¿.f "n,q.ro, no.eoi.o en Ia hisóriografía esfanola

MELERO,

Forma.Madid'

1988, n" 2,

pp' 139-186'

'.? r"''qTi::-'9""":*:"tr¿lo,en

la Historia

1982; J' E' GARCIA cle Historia del Atte'Zaragoza' Espacio' Tiempo y en romántico" del'neoclasicismo

'

NIEVES PANADERO PEROPADRE/CARLOS SAGUAR QUER

24

del Imperio y a emprender la reivindicación del mundo godo2, aunque actitudes como la suya no pasaron de ser esporádicas y escasamente comparlidas. Pero la nueva generación romántica, que ansiaba derribar los viejos mitos para entronizar los suyos propios, atacóla supremacía de la diosa Roma para acabar afirmando la superioridad de la cultura nacida tras la caída del Imperio. Si durante siglos se había mantenido vigente la tesis de Vasari de que el cristianismo había minado los cimientos de la civilización romana, precipitando su destrucción, y de que la invasión de los bárbaros'-presentados como hordas incultas y sanguinarias- había terminado de aniquilar su floreciente cultura, la historiografía romántica acabó con tan anquilosado concepto, favoreciendo una mejor comprensión del panorama artístico europeot. Para los historiadores románticos, el hundimiento de Roma fue debido a sus propias contradicciones intemas y no a la imrpción de los pueblos del norte que, por el contrario, apofiaron su fuerza y vitalidad a la construcción de la nueva Europa, encontrando en el cristianismo el ideal que les guiase en la creación de una cultura capaz de reemplazar a la caduca civilización romana. En 1847, Pedro de Madrazo escribía: "Por lo que hace á los llamados biárbaros del nofte, si al parecer la hicieron [a la cultura romana] algún daño, no fue de muerte la herida que le causaron; antes por el contrario, solo de ellos recibió su desfallecida y cadavérica naturaleza nueva sangre y nuevo espíritu para durar hasta la consumación del tiempo"a. El sentir nacionalista, tan trascendental en el siglo XIX, fue uno de los principales factores que despeftaron el interés de los estudiosos por los primeros siglos de la Edad Media. El protagonismo mantenido hasta entonces por los teóricos y artistas italianos cedió paso, especialmente en el campo de la historiografía, al de franceses, ingleses y alemanes, empeñados en revalorizar sus raíces nacionales que no se encontraban en la Roma clásica sino en las monarquías nacidas tras la invasión. También España a la fuerte impronta romana de su cultura- se sumó a este movirastreando el origen de su nacimiento como nación, de sus caracteústicas y miento generalizado, -pese peculiaridades en el momento en que dejó de ser una provincia más del Imperio para convertirse en monarquía independiente bajo dominio visigodo. En 1841 y en el curso de unas lecciones sobre Historia Moderna que tuvieron como marco el Liceo Artístico y Literario de Madrid, Antonio Gll y Znate reivindicaba la trascendencia de los siglos "bárbaros" en el desarrollo de nuestra historia: "No se consideraba ---decía- que es la cuna de todas las naciones modemas; que de allí parten nuestras actuales instituciones, que entonces tuvieron principio nuestros idiomas, la mayor parte de los grandes monumentos que ad2

Masdeu se atrevió a poner en tela de juicio la hasta entonces incontestable superioridad de la cultura romana, señalando que en el siglo IV se hallaba en plena decadencia y que, de no haberse producido la invasión, habría acabado desintegrándose por sí misma: "El juicio errado, que suele tene¡se de la cultura de los Godos, ha dado motivo á que generalmente les culpemos de todo 1o malo, que han producido los siglos mas infelices; y así no solo les echamos en cara la decadencia de la nautica, y del comercio, y de todas las artes y ciencias, pero aún nos atrevemos á insultarles como á salvages y barbaros, que nos han echado por tierra las fábricas de los Romanos y despedazado sus estatuas. Lo cierto es que quando vinieron los Godos, estaban ya aruinadas las bellas aÍes en el Imperio". J. F. MASDEU, Histr.¡ria crítica de España, y de la qultura española, Madrid, 1783-1805, XI, pp. 69-70. t P.r. u todo, la visión vasariana de los invasores continuó vigente, si bien más como imagen literaria que como afirmación histórica. Así, Patricio de la Escosura escribía: "Del Norle al Occidente se extendió (...) el feroz enjambre de los bárbaros habitantes del Norte, sirviendo de hz á sus pasos el incendio de las ciudades, de blanco á su furor cuanto osaba respirar ó levantarse sobre la tierra, y marcando sus huellas la sangre que de sus lanzas goteaba". P. de la ESCOSURA, "Introducción a la España Aftística y Monumental", Revisfa EncicLopédica de la CiviLízación Europea,

III,

1846, p. 146.

*

P. d. MADRAZO, "Sobre una de las causas de la decadencia del arle antiguo", El Renacimiento, 12 de abril de 1841, pp. 4l-43.

EL ARTE VISIGODO EN LA HISTOzuOGRAFIA ROMANTICA

25

miramos, casi todas las familias que aun en el día se jactan de su nobleza é ilustres antepasados, que es nuestra edad heroica; y en fin, qlre en aquel caos informe estaba el germen de nuevas necesidades, de nuevas virtudes, de nuevas glorias, y sobre todo de una nueva civilización de todo punto superi or álacivilización antigua, y mas digna de la naturaleza divina clel hombre...'". Así se explica el creciente interés por este periodo, estudiado, enffe otros, por Emilio Castelar y José Bahamonde que encontraron en él el fundamento de nuestro Derecho y lara:z de nuestras instituciones6. Sin embargo, para los historiadores del arte, los siglos que sucedieron a la invasión continuaron apareciendo durante mucho tiempo como una edad oscura. La tesis de Jovellanos sobre el vacío en que se hundió la arquitectura tras la invasión de los godos encontró un prolongado eco7. En sus "Apuntes para la historia de la Arquitectura...", Juan Miguel de Inclán Valdés no hace sino repetir lo escrito por Jovellanos, copiando textualmente pánafos enteros del "Elogio de Don Ventura Rodríguez", y cuando expone su propio pensamiento no es más que un reflejo de las Inclán-, como las demás arideas del gran erudito asturiano: "... perdió la Arquitectura -dice y arrasaron cuanto mataron, destruyeron, primeras erupciones tes hasta el nombre; pues en sus encontraron: que unos pueblos que no conocieron en el país de su origen otro modo de construcción que la limitada, á humildes y groseros edificios sin merecer ni tener el nombre de Afe, no pudieron entrar en cultura, ni menos sacudir su primitiva rudeza endurecida con el ejercicio de las annas hasta pasados muchos años de quietud y de asiento: y finalmente que aun después de establecidos los Godos bajo el sosiego de la paz, aunque se dedicasen al cultivo de las artes, estando ya en olvido el antiguo omato de la Arquitectura, y hasta las ideas de proporción, del buen gusto, y de la comodidad, quedó reducida la ciencia de la construcción al mecánico ejercicio de hacer mezclas y de levantar paredes"8.

' R. GIL y ZARATE, Introducción a La Historia Moderna, o examen de aconstítuirlacivilízaciónde los puebkts europeos, Madrid, 1841, p. 10. 6

de

E. CASTEL,qR,

kt

los tliferentes elementos que han entrado

civilízación en k¡s cinco primeros síglos tlel cri,stírtnismo,Madid,

t

858; J. BAHAMONDE y

LANZ, kts Grldcls. Influencin que eiercieron en la civiliz,ación espnñola, Madrid, 1868.

Tradicionalmente, nuestros historiadores venían prestando una especial atención al periodo de la monarquía hispanogoda. Recuérdense al respecto obras como las de Juan del Castillo, Diego López de Zúniga, Ambrosio de Morales, Juan de Mariana o Diego Saavedra Fajardo. Véase, A. GONZALEZ BLANCO, "La'Corona Gótica' de Saavedra Fajardo y el comienzo de la crítica histórica en este tema histórico", en Historiografía de la Arqueología y de kt Historia Antigua en España (Siglos XVIil-)X), Madrid, 1991, pp. 25-30. 7 Para Jovellanos, la invasión produjo un vacío cultural que perduró hasta la aparición del gótico: "En este vacío se hunden á un mismo tiempo la literatura, las ciencias, las artes, ei buen gusto, y hasta el genio criador que las podía reproducir. Parece que cansado el espíritu humano de las violentas concusiones con que le habian afligido el desenfreno y la barbarie, dormía profundamente, negado á toda acción y ejercicio, abandonando el gobierno del mundo al capricho y la ignorancia". G. M. de JOVELLANOS, Elogio de Don Ventura Rodríguez, 1788, Madrid, B.A.E., 46, nota 7, p. 378.

Con anterioridad, Bosafie había escrito: "La imrpción de los Godos en las Provincias meridionales acabó de amrinar las Arles. Los edificios de admiración y de deleyte no podian hacerse respetar de unos invasores ignorantes y sin ideas; ni ellos sabian como poner el pie sin allanar todo el tereno de los que les habian prccedido (...). Godos, Ostrogodos, Visigodos, Suevos, Silingos, Hunos, y Normandos todos se notan con Ia misma nota de inf-amia quando se trata de las Bellas Ar1es". I. BOSARTE, "Diserlación sobre el estilo que llaman gótico en las oblas de arquitectura", Gabinete de lectura española, Madrid, no III, hacia 1787-88, p. 2. De idéntica opinión son otros eruditos de la época como Ponz o Llaguno. t J. M. d" INCLÁN VALDÉS, Apuntes para la historia rle Ia arquitecfura y obsentaciones .sobre Ia t1ue se distingue con la denominación de gótica,Madid, 1833,p.42. Obsérvese la similitud con lo expuesto por Jovellanos en e\ Elogio de Don Ventura Rodrígue4 nota 7, pp. 318-379.

NIEVES PANADERO PEROPADRE / CARLOS SAGUAR QUER

26

Que Inclán, más cercano a la tradición del siglo XVIII que al pensamiento europeo contemporáneo, se exprese así en 1833 no es extraño; pero sí 1o es que, muchos años más tarde, hubiera autores que continuaran repitiendo los mismos tópicos. Así, en 1863, José Villaamil y Castro escribía: "Los grandes acontecimientos que tuvieron lugar en estos siete siglos (...) habían sumido las artes y las ciencias en una postración que produjo en la arquitectura el abandono de toda regla de construcción y de buen gusto, conservando solo ciefios recuerdos más ó menos bastardos del arte antiguo, con alguna omamentación tomada del bizantino"e. Por su parte, Francisco Pi y Margall no vacilaba en sostener que los invasores habían obligado a las afies a refugiarse en Oriente, sustituyendo en Occidente las construcciones romanas por otras fruto de su espíritu bárbaro e ignorante: "Los vencedores godos, que arrebatados solamente por el brillo de sus armas despreciaran la mas sublime creación que hubiese producido la fogosa frente de un artista, no dudaron en arrojar las aÍes á Bizancio, acabando con ellas en todo el mundo culto á fuerza de amrinar los sepulcros, templos, ídolos y cualesquiera monumentos del jentilismo. ¿Que serian los templos de estos relijiosos conquistadores, cuando nunca dejaron florecer las aftes en su imperio? La pobreza septentrional sucedió á la magnificencia del oriente: una arquitectura informe, tosca, bárban como las costumbres de los vencedores, mezquina como el suelo de su patria ocupó el lugar de la arquitectura romana, culta, magnífica, grande como la imajinacion de sus poetas, Tarazón de sus filósofos, el talento de sus legisladores, el entusiasmo de sus guerreros"lo. La fogosidad con que el joven Pi y Margall y otros como él atacaban una arquitectura enteramente desconocida. contrasta con el esfuerzo que por las mismas fechas llevaban a cabo Manuel de Assas, José Amador de los Ríos y José Caveda por rellenar el vacío que la época visigoda representaba en la historia de nuestra arquitectura. Todos los autores estaban de acuerdo en afirmar que los invasores carecían de una arquitectura propia en su país de origen, por lo que tuvieron que elaborar una a partir de su asentamiento en la Europa meridional y, muy especialmente, cuando, convertidos al cristianismo, se vieron obligados a levantar templos dignos de su nuevo Dios. Como apuntaba Patricio de la Escosura : "... ála sombra de la religion renacieron las artes, exigiendo la pompa del culto católico, el concurso de la arquitectura, pintura y escultura"rl. A partir de ahora, el arte de Ia Antigüedad iba a ser contemplado a través del prisma de la religión cristiana. El cristianismo había otorgado un nuevo carácter al arte del Bajo Imperio, creando un estilo ----el "estilo l¿lins'!- heredero directo del arle clásicor2. Así, cuando los "bárbaros" n

J.

to

VILLAAMIL y CASTRO, "Arqueología Sagrada',

en El, Museo t-Jniversal,n" 23,7 de junio de 1863.

F. PI y MARGALL, España. Obrct pintoresca en lómínas ya sacadas con rktguernÍipo, ya dibuiadas del natural... Cataluña, Barcelona, I,1842, pp. 30-3 l.

" P. d. lu ESCOSURA, op. cit.,p. 147. El factol leligioso contribuyó decisivamente durante el Romanticismo a modificar la imagen que hasta entonces

se

tenía del mundo romano. Los estudiosos ilustrados nunca vieron un problema en tomar como modelo la arquitectura de una civilización pagana; pero al dejar de enjuiciarse el arle desde una perspectiva formalista y entrff en su valoración

consideraciones sentimentales. e ideqlógicas, el arte clásico pasó a oponerse al "ane cristiano", fundamentalmente identificado con el arle médieval. En la acuñación de este nuevo concepto son claves los artículos de P. de MADRAZO, "Paganismo-Cristianismo" , El Correo Nacíonal, n" 9,24 de febrero de 1838; "Historia filosófica de las Bellas Artes, desde el tiempo de Constantino hasta el siglo de León X", Revista de Madrid, vols. III y IV, 1844; "Génesis del arte cristiano", EI Renacimiento, n" 3, 1847, y "Sobre una de las causas de la decadencia del arte antiguo", El Renacimiento, n" 6, 1847 . También, J. A. de los RIOS, SevilLa Pintoresca, ó descripción de sus más célebres monumetTfos artísticos, Introducción, Sevilla, 1844. 12

La deno*inación "estilo latino" surgió en Francia y fue difundida por Alexandre Lenoir. Con este ténnino se designaba a un estilo de transición entre la Antigüedad y la Edad Media; se le denominó "latino" por considerarse que

EL ARTE VISIGODO EN LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA

21

se conviftieron a la religión cristiana, adoptaron igualmente el estilo ar1ístico en el que ésta venía manifestándose. Paralelamente, y a través de Italia, la influencia bizantina se fue haciendo cada vez más palpable en Occidente, determinando en gran medida la evolución del propio "estilo la-

trno

'-'

.

La polémica surge a la hora de valorar la importancia del componente bizantino en la génesis del nuevo estilo. Mientras algunos autores veían la arquitectura visigoda como una mera prolongación del estilo latino en la que los rasgos orientalizantes jugaban un papel secundario y superficial, por lo que siguen llamándola "arquitectura latina"; para otros, el elemento oriental alcanza tanta impoÍancia como el occidental, dando lugar a un estilo distinto al que prefieren denominar "latino-bizantino" o "romano-bizantino". La confusión se acrecienta si pensamos, como señalábamos antes, que nuestros estudiosos apenas conocían restos de época visigoda. Jovellanos, en su "Elogio de Don Ventura Rodríguez", de 1788, obra de cabecera para los historiadores decimonónicos, dudaba de que alguno de sus edificios hubiese sobrevivido a la invasión isliámica, por lo que no se atrevió entonces a lucubrar sobre una arquitectura por completo desconocidala. Posteriormente, Inclán Valdés, aun atederivaba directamente de las formas del Bajo Imperio y por haberse desarrollado en zonas romanizadas. En España, los primeros estudios detallados sobre "arquitectura latina" se deben a Manuel de Assas y José Caveda, ambos de 1848. José Amador de los Ríos nunca aceptó el papel de pionero que se adjudicaba Assas y siempre sostuvo que st Toledo pintoresca, publicada en 1845, era la prirnera aportación española sobre el tema. En realidad, la primacía de las investigaciones de Assas fue unánimemente reconocida por sus contemporáneos, incluido el propio Caveda. Según Assas, Ias características del "estilo latino" sefan: sustitución de la arquitectura arquitrabada por un uso cada vez más frecuente del arco semicircular en naves y ventanas; techumbres planas de maclera, reservándose el abovedamiento para los ábsides; empleo de los órdenes grecomomanos, transfbrmados en toscas imitaciones; sobriedad decorativa. etc. La ¡econstrucción de la basílica romana de San Pablo ExÍamuros tras el incendio de 1823, trajo consigo la actualización del arle paleocristiano en toda Europa. Aparle de obras teóricas como las de Giuseppe Marchi y Luigi Canina, habría que recordar, entre otros, el proyecto de Louis-Joseph Duc para el Oratorio de Birmingham (1851), la iglesia parisina de Nuestra Señora de Loreto (Hippolyte Lebas, I 826-36) y la de San Bonifacio de Munich (G. F. Ziebland, 1835). En España, responden a esta coriente el proyecto de Pedro Tomé y Vercruysse para la iglesia madrileña de San Vicente de Paúl y el de Manuel Seco y Rodríguez parala de San Luis de los Franceses, ambos de 1858, y la construcción por Francisco Enríquez y Ferer del patio de la Purísima Concepción de la Sacramental de San Isidro, pr.oyectado en 1852. 13

Los estudios pioneros en España sobre la arquitectura bizantina tienen el mérito de señalar en fecha muy temprana la imporlancia de este estilo en la génesis del arte cristiano occidental y de aislar las principales innovaciones aportadas por Bizancio. Entre ellos destaca el epígrafe "De la arquitectura llamada bizantina", inciuido por P. PIFERRER en el volumen II dedicado a Cataluña de R ecuerdos y Bellezas de España, Barcelona, I 843, y el artículo de R. MITJANA de las DOBLAS "Estudios históricos sobre las Bellas Artes en la Edad Media", Et Siglo Pinforesco, n" 7. 1845. En el campo constructivo, el interés por la arquitectura bizantina se manifiesta en el proyecto de Domingo Gómez de la Fuente pzra la iglesia madrileña del Buen Suceso (1854) y en la realización por Francisco Enríquez y Fen"er del panteón de la famiiia Alvarez de Mon en el cementerio de San Isidro (1856). 1a

Decía Jovellanos: "Es muy dudoso que exista hoy algun monumento cle su tiempo. Las iglesias y otros ecliflcios que mandaron levantar, reparados ó'erigrandecidos despues, ó reedificados enteramente, nada conservan de su forma primitiva'. G. M. de JOVELLANOS, Elogío de D. Ventura Rrñríguel, B.A.E., vol. 46, nota7, p.378. El conocimiento que se tenía en el siglo XVIII de la arquitectura visigoda era puramente teórico, basado en las descripciones de las crónicas antiguas, de donde se recogen los nombrcs de las principales ciudacles visigodas y de sus más destacados monumentos. Véase, J. F. MASDEU, Op. cit., vol. XI, p. 10, y E. LLAGLINO, Noticías tle los ctrquitectos y arquitecttrra de España..., Madrid, 1829, vol. I, pp. XX y XXI. En Toledo se identifican como visigodos los restos de la iglesia de Santa Leocadia, sobre los que escribe el Padre Flórez. Véase, E. trLÓREZ, España Sagrada, Madrid, 1154,vo|. V, p. 183. No obsrante, el único edificio conocido entonces seguía siendo la iglesia de San Juan de Baños, elogiada ya en el siglo XVI por Amblosio de Morales y aten-

NIEVES PANADERO PEROPADRE / CARLOS SAGUAR QUER

28

niéndose a la opinión de Jovellanos, cita como posibles obras visigodas la iglesia de Suso de San Millán de la Cogolla y la de Santa María la Real de Irache. Por su par1e, Assas rechaza las categóricas afirmaciones de Jovellanos y critica los ejemplos propuestos por Inclán, alegando, con muy buen sentido, que el que dichas obras fueran fundaciones visigodas no implicaba necesariamente que su arquitectura perteneciera a dicho periodo. Para Assas, los pueblos del nor1e, en gran medida tribus nómadas, carecían de una arquitectura propia. por lo que tuvieron que adoptar la que se practicaba en el Imperio en el momento de su invasión, es decir, la arquitectura latina. Los visigodos establecidos en España manifestaron siempre un gran respeto por la civiliza-

ción ronnna, cuya magnificencia arquitectónica intentaron recuperar.

A

su parecer,

las

relaciones cadavez más frecuentes con Bizancio cristalizaron en la adopción de algunos de sus usos arquitectónicos, sobre todo en el campo de la omamentación, sin llegar a desvifiuar el indudable espíritu occidental de su arquitecturat5. En el mismo año de 1848 en que Assas publica su "Album artístico de Toledo", José Caveda influido por él y manejando la misma bibliografía, es decir, el "Elogio de Don -claramente Ventura Rodríguez", el "Diccionario..." de Llaguno-Ceán y los "Apuntes..." de Inclán Valdésse planteaba igualmente el problemático estudio de la arquitectura visigoda. En su opinión, "Es indudable: en vano se pretenderájustificar hoy con buenas razones la existencia de una sola fábrica, que pueda atribuirse á los Godos, si se esceptuan algunos trozos de las murallas de Toledo, y otros paredones de igual clase, ya de antiguo confundidos con las construcciones posteriores en varias fábricas de España: restos mutilados y dispersos, bajo muchos aspectos insuficientes para dar ni aun la menor idea de los edificios á que correspondieron, y de la escuela seguida por sus constructores"l6.

Convencido de la desaparición de los edificios visigodos, Caveda critica duramente las atribuciones realizadas por Ceán e Inclán Valdés, negando que San Salvador de Leyre, San Millán de la Cogolla o San Román de Hornija conservasen elemento alguno pefieneciente a su primitiva por Jovellanos fundación. Niega incluso la filiación visigoda de San Juan de Baños -reconocida en uno de sus."Diarios", que Caveda seguramente desconocía- por parecerle, como la panoquial de Bamba, "Una simple restauracion de las primitivas fábricas, cuya antigüedad, segun todos sus caractéres, no puede pasar de los últimos años del siglo X, ó de los primeros del XI, porque en ellas predomina del modo mas evidente el estilo romano-bizantino; porque sus formas no se ajustan al gusto de las edades anteriores; porque hay allí algunos vislumbres de un orientalismo que nunca los Godos conocieron"lT. Sin embargo, sí acepta como visigodos los restos identificados por Assas en Toledo y su teoría sobre la pervivencia de la arquitectura latina bajo el dominio visigodo. Al igual que Assas, Caveda pensaba que la arquitectura de los visigodos españoles era la misma arquitectura latina que había venido practicándose desde Constantino en todo Occidente, salvo que con una mayor presencia de motivos decorativos orientales; éstos, importados de Bizancio, se muestran dice- "temerosos y sin designio artístico en las fábricas de los siglos VI y VII, no para variar -su

tamente descrita por Jovelianos en uno de sus Diarios. A. de MORALES, Crónica GeneraL de España, Madrid, edición de 1791-92, vol. VI, p. 205; G. M. de JO\G,LLANOS, Dr¿rlo Sexto,B.A.F.., vol. 85, p. 294.

tt M. d" tu

J.

ASSAS, Alba¡z añístico cle Toledo,Toledo, 1848, Artículo V.

CAVEDA, Ensayo históricr¡ sobre los díversos géneros cle arquitectura empleados en España desde la domí-

nación romana hasta nuestros dias, Madrid, 1848, p. 64.

't

J.

CAVEDA, op. cit.,p.63.

t-29

EL ARTE VISIGODO EN LA HISTORIOGRAFÍA ROMÁNTICA

juego en su antigua exornacion' Sino como un

cafácter romano, ni hacer alteraciones sensibles un nuevo arte"r8' del acaso, y una peregrina extrañeza, que no constituye que ofrece una visión más positiva del munEntre nuestros estudiosos de época romántica, el

"Nos formamos generalmente una do visigodo es Pedro de Madrazo, quien no duda en afitmar: que los subditos de Recaredo y idea muy pobre de la cultura visigbda (...), nos imaginamos ostenhóion' Nada mas inexacto"re' Wamba eran como salvajes para las'artes del lujo y de Ia por Assas y Caveda, pero disiente de su Madrazo reconoce y uulotu la labor llevadá a cabo acepta como visigodos los fragmentos teoría sobre la fbrmación de la arquitectura visigoda. Si en ellos --dice- "se ven hermanadas localizados por Assas en Toledo, es precisamenté porque torpe y p-oco sentida'; y' comentando una ornamentacion puramente oriental y una ejecución "S"*unario Pintoresco Español"' escribe: "¿.Como es unos grabados puUticaáos por Assas "n "1 los impages' los arciones' los posible dudar que sean de irig"n oriental los bisantes, el ataurique, las escamas' las postas con palmetes' las círculos combinados y sus iJersecciones, los rombos, y demas adornos que se advierten en los cruces griegas, los cuadrifolios, los contarios facetados mencionados fragmentos?"20. filiación visigoda de San Juan de BaLas mismas razones que a caveda le hacían dudar de la pol Madrazo para demostrar todo lo conños, San Millán de la cogolla o Leyre son esgrimidas un elemento disuasorio' es para trario. El orientalismo de"estos edihcios, qu" p*u Caveda era Madrazo prueba indiscutible de su pertenencia al arte visigodo' combinación' a partes iguales' En opinión de Madrazo, la arquitectura visigoda es una sabia latina serían la técnica constructiva' de estructuras latinas y ornamentación oriental. be tradición leñosas de sus iglesias' aunque no descarheredada de Roma, la planta basilical y las techumbres con cúpula' siguiendo prototipos ta que también las realizaran de planta centralizada cubieÚas entre los sobrios exteriores bizantinos. De oriente procedeúan el acentuado contraste -carentes y la abundante offIaXI y siglos los de la rica decoración escultórica de los edificios de las ventanas geminadas' los mentación de los interiores, los capiteles de forma troncopiramidal' repertorio decorativo. Esta fuerte impronta arcos de herradura, Ias cúpulas y lra mayor parle del llegado, según Madrazo, por una doble oriental, decisiva en la creación del arte visigodo, habría la arquitectura tardorromana y las esvía: la asimilación de los elementos orientales presentes en

XII-

hispanovisigoda y el imperio bitrechas relaciones políticas y comercial", "nt* la monarquía que la arquitectura de los godos no fué "creemos, pues, zantino. En definitiva, escribe Madrazo:

erigieron fueron por 1o general en su otra que la latino-bizantina, y que los templos que ellos de constantin: pr"r,á y disposicion larinos, como muchos que desde los tiempos :-"'.:T:roy"ton en su ornamentaclon puray Longobardos; Ostrogodos los de los en el mismo Oriente, y como mármoles y jaspes' pinturas' mosaicos y tamente bizantinos esto es, notablemente decoraáos de

't

J.

CAVEDA,op. cit.,p.81.

27 1 ' A este respecto' dice con frecuencia las graque subia que aquella fastuosa aristocracia José Amador de los Ríos: "¿Cómá hemos de admitir en fin' que los Reyes cómo' y campamentos? selvas ¿Ni primitivas das del trono. viviera la vidá sóbria y frugal de sus con los títulos de conditores y ufanaban se Bizancio, de Emperadores los con que competian en pompa y rnagestad qo. ou debido á ia grandetadel Trono?"' J' A' de los RÍoS' urbium et ecclesiarumdesconocieran en sus moradas lo i861' p' d.e Guarrazar: ensayo histórico-crítico' Madrid' visigodns EI ane latino-bizantino en Españay las coronas

te p. d"

vol' X, 1 856' p' MADRAZO, Srr¡tto y Cái\iz.. Recuerdos y Bellezas de España,

15.

to

P.

d. MADRAZO' Sevilla y Cádiz, op' cit', pp' 271 y 278'

SAGUAR QUER NIEVES PANADERO PEROPADRE / CARLOS

30

adornos que amde lineas y colores y todos los caprichosos raceas de ingeniosas combinaciones ba dejamos ónumerados"'"''' josé Amador de los Ríos señala cómo "lejos de intemrmpirse la tradición En la misma línea, la tal como se cultivaba' al penetrar ellos en antiguo, lo aceptan los sucesores de Aiaulfo,

del arte Bizancio' vendía a conformar un península ibérica", el cual, unido a la poderosa impronta de leonesa y castellana' á la monarquía asturiana y aun á la afte nuevo cuya influencia'"se transmitá idea de la gran fietzaque conserva en la edad media la probando de un modo sorprendente la la obra áel Renacimienro"22 ' antigüedad, única senda po'iUf" pu'u '"l]\tu' de la teoría herderiana del "genio de los recepción Paralelamente, se percibe una temprana ¿eita"tor racial en la formación del arte visigodo' pueblos,' que viene u ,rrbruyu, la importanciu proglo de las razas septentrionales, capaz de para algunos de nuestros áutores, iu" "r "rfáiu origi"ui lo que le imprimió su carácter distintivo' transformar el legado clásico en algo nuevo f y toU.,sto.de lás razas del Norle 1e cupo la En 1843 pablo Pifel"r.r"¡¡iu' 'L.al g"nio'ui'g""n que las si"en su seno sintieran el impulso divino gloria de fecundar aquellos elementos; y cual al prinsi trabajando' oftafazen la tierra' fuéronlos llamaba á dominar, áregenetar,y á producir y detalles en cada dia mas proporcionados y ricos cipio toscos, infbrmes lirn"rqrrinor, d"rpo", ansu de de bo*ar las huellas oiiginalidad qu" molduras, -u, ."rptunáecientás de esa "utihubia

tigua procedencia"t3 ' de relos rasgos de individualismo, de liberlad, Los románticos aplaudieron con entuslalsmo adivinar y Bizancio'--creían dependencia foimal de Roma. beldía contra las normas que, pese a su y qlu" on bien se identificaban con sus nt:!1:^1tu"u*' en el espíritu nórdico del pueblo visigodo r"rulrT,lilrcularmente expresivas: "Si al A este respecro, las siguientes palabras d:t;y;" por su misma inesperiencia' ("')' alteró bien principio O" ,u ,"g"n"iu"ion poiíti"u fué imitador la fiuti"ut' las revistió de nuevos or:natos' buscó en pronto las conocidas formas die las antiguut de la puta,lá edificacion' y desdeñando las reglas naturaleza de su propio pais otros "f"-"nro* independe espíritu dando á sus creaciones aquel escuela romana, acabó al fin por ser orrgrnal, veleidad' que revelaban álavezlafieteza dencia, aquella oruO*ogun"iu, uqu"tiu "up,l.ttotu del catáctet vigor y liluu"upara sostenerla'.y la originalidad de una condicion independiente, el política di.los pueblos"to' individual, gérmen *u' t*¿" de la libenad ..bárbaro', Se invocan términos hasta entonces ,"iuin¿icaciórr del arle Como po"o" u",,", "n "alpl"ho", "anarquía"' "independencia "individualis.o-ol'originalidad", tan desprestigiados

"

esrudio ritulado 21g. Der mismo..autor es offo imporlanre

p. n. * ,ADRAZO, Sevilla y cídiz, op. cit., arquiteclónicos de España' ,,orf.ebreía de la época visigoda. coronas y cruces ¿.t i"ro.o de Guarrazar", Monutnentos *"d#oj tf,'a"losRÍos, Elanelatino-bizantint¡enEspaña"''p'a2'D3los.Ríosrefutabaenesteeruditoensayola profundamente

nacionalidad' -,opinión que F. de r-u*.y.ia 'no sin ofencler ru rilo'oiáí uu" táp"gn* al senÍimiento de obra nordo-germánica' negando sobre h:;:;'iT';:"i¡:f:^1;tolas '' A' de arraigado en nuesÍo *"i";, r'r"¡l^ vertido genuina de Ia cuitura española Para J'

latino-visigodo, "representacion con ello la existencia del arle del pueblo precipitada en espantosa decadencia' primer.o: ulutriu giun vitalidad qo"' uon los Ríos "este arte.refleja enérgicamente, avasallan y dulcifican la asrespLandores cuyos dÉi antiiuo mundo, conservá ru.iu'¿u.ioniiiriilu po. *,áno-usra, anhelo de gozar tanta grandez-a: se,u p".',o el estíÑo de imitacion, con é1 pereza .e los bárbaros, "n liáitada durante el período de la monarquía arriana' activa y generai desde e1 gundo: la influencia 0"t;;;;b";ianto

;;Ñ;J;

tercerConciliotoledano)quelograelaflebizantinoenelsuelovisigodo,comolaalcanzabatambienentreotrospuey otfos elementos decorativos y tercero: e] estrecho maridaje que entre unos blos bárbaros qo..o-un usi.nto "n Italia; de Recaredo y que hemos dias los en género de arquitectura que toma gran incremento verifica, constituyendo aquel Ibidem, pp. 6 y 151-152. caliticado ya con título de látüro--bizartino". tt P. PIFERRER, oP. cir',P' 13' to J. CAVEDA, oP. cit',P' 44' se

EL ARTE VISIGODO

ENLA HISTOzuOGRAFÍA ROMÁNTICA

31

mo", cuya valoración cambió radicalmente de signo al convertirse en patrimonio romántico. La gestación del arte medieval pasa a concebirse como la lucha del "espíritu nórdico" contra la tradición grecorromana y su rígida preceptiva para conseguir, afirmanáo su individualidad, la formulación de un arte plenamente original. Gustavo Adolfo Bécquer expresaba perfectamente esta idea en su "Historia de los templos de España": "... se obserya á primera vista la lucha empeñada por sus autores que deseaban ser originales, con la influencia del -decíaarte romano que aún hacía los últimos esfuerzos por conservar su dominio sobre la arquitectura"25. El espíritu de libertad ar1ística preconizado por el Romanticiimo se introdujo también en los círculos académicos; así, el propio Caveda no duda en anteponer la originalidaá e independencia que descubre en el arte godo a las creaciones romanas, a lai que tacha de convencionáles y monótonas, algo absolutamente impensable quince o veinte años antes: "... á impulsos de un sentimiento religioso ántes desconocido, brotaron entonces de la tierra por una eipecie de prodigio, grandiosas basílicas, donde la variedad y el capricho, una anarquíaartísúca,qr" r" concilia sin embargo con el órden, vienen á constituir el mérito que el ,o-uno sometido á una ley exclusiva y opresora, buscaba en la euritmia y simetría de las parles uniformemente concertadas bajo una forma convencional, tan constante y fija como su duráción y sus instituciones,'26. Al afrontar el estudio del afte visigodo, nuestros historiadores románticos acaban por producir una inversión de valores que viene guiacla tanto por el espíritu de rebeldía y et afá de originalidad que caracterizan el periodo como por la ausencia clá un verdadero conocimiento de sus realizaciones. Debe tenerse en cuenta que una obra tan destacada como San pedro de la Nave no fue conocida hasta su publicación por Gómez Moreno en 1906. Curiosamente, la polémica sobre la persistencia del sustrato romano y la mayor o menor importancia de la aportación germánica y bizantina en la configuración de la síntesis visigoda, ha seguido siendo principal leit-motiv de las diferentes líneas de investigación, ya con una sólida base arqueológica, s"goidu, en nuestro sig1o, desde Santaolalla a Supiot, de Cayetano de Mergelina a Gómez Morenó, palol o puig y Cadafalch. Por último, el componente nacionalista que animaba a nuestros románticos reap-arecerá con otro rostro y otras intenciones en la corriente pangermanista encabezada por Reinhart2?.

O O BÉCQUER, Hisk¡ria tle los Tempbs de España,Barcelona, 1979, p. 216. CAVEDA, op. cir.,p.45. Véu", L. oLMo ENCISO, "Ideología y arqueología: los estudios sobre el periodo visigodo " e¡ la primera del siglo XX", en Historiografía tle la Arqueología y cle la Hisroria Anrígua ei Espana (Sigtcts XVIILXX), 1l

'u J.

1991, pp. 157-160.

mitacl

Madrid,

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.