EL ARTE DEL GOBIERNO: VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE DROR

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Descripción

EL ARTE DEL GOBIERNO: VARIACIONES SOBRE UN TEMA DE DROR

Ramsis Ghazzaoui[1]
[email protected]


1.- Afrontar las virtudes y los vicios.
Hay pocas esperanzas de hacer que la raison d'humanité o una
gobernanza más moral y legítima sean intereses prioritarios de la misma, a
menos de que las élites se conduzcan con verdadera dignidad. Dror se
refiere a las altas jerarquías que dan forma al estilo de la gobernación,
que ejerce considerable influencia en la cultura política.
Por desgracia hay en marcha muchas fuerzas que están contra la ética
y proporcionan mayores incentivos y presiones para la corrupción y la
inmoralidad que para una actitud virtuosa. Ésta es una verdad que ha sido
válida a través de la historia, según sabemos por los casos de corrupción
de gobernantes que aparecen en la Biblia y las antiguas mitologías de
distintos orígenes.
En la mayoría de las democracias, los sistemas electorales se han
vuelto extremadamente costosos para partidos y candidatos, alentando
distintos grados de deshonestidad y corrupción.
Algunas de las soluciones que plantea el autor son:
Hacer un decidido esfuerzo para elevar los niveles éticos de las
élites de la gobernanza. Hay que preparar códigos éticos para políticos y
funcionarios de alto rango. Es fundamental establecer niveles mínimos en
las normas y leyes impuestas contra la conducta cuasi criminal, los
flagrantes conflictos de interés y otras transgresiones similares.
Estructuras y procesos políticos (como las elecciones) deben ser
rediseñadas para reducir las presiones y tentaciones que conducen a
conductas impropias. Se necesita una regla mínima de procedimientos para
poder sustituir a los políticos de alto rango incapacitados. La
remuneración de las élites de la gobernanza debe ser suficientemente alta
con vista a reducir las presiones para lograr ingresos extra de carácter
fraudulento. Estrictas normas de declaración de bienes deben desalentar
fuentes de entrada ilegítima.
Como una desventaja se plantea que:
La gobernación moral puede convertirse en una pesadilla, a menos de
que se trate con mucho cuidado la naturaleza de los valores que estimula.
El fanatismo en particular tiene que ser rechazado por ser contrario a la
exigencia tanto de la raison d'humanité como del pluralismo no violento y
del tipo de moralidad propuesta.
Nuestra única respuesta a la cuestión planteada por Cicerón ("¿quién
va a vigilar a los guardias?") es crear un sistema de gobernación
pluralista en el cual los poderes se compensen unos a otros, pero cuando
las transformaciones globales requieren acción –a veces enconada y
resistida- la tendencia del pluralismo a conducir a la pasividad tiene que
ser considerada como un impedimento (y para el pluralismo necesitamos una
mayor conciencia social y más formación política en la sociedad.)
2.- Ilustrar al pueblo para facultarlo.
Es norma básica de la democracia considerar que todo el poder
político nace del pueblo. Los Estados no democráticos también aceptan la
idea, por lo menos de puertas afuera. En principio, por lo tanto, darle más
poder al pueblo, aumentando su control sobre la gobernación, encontraría
apoyo general y tendría que ser la base para las reformas de la gobernanza,
dentro de un amplio marco que integrara la acción individual en la elección
colectiva, y una visión general del "poder" y la "impotencia" en la vida
diaria.
Existen numerosos indicios de que "el pueblo" está capacitado para
participar en la gobernanza.
La inmensa mayoría de los votantes parecen ignorar de forma alarmante
los principales hechos, supuestos y problemas, ya sean internacionales o
nacionales. Procesos tácticos, y el mero "sentido común", compensan en
parte de todos estos fallos, igual que el interés por los asuntos locales
–de ahí los resultados razonables de elecciones y referendums-, pero no se
puede confiar en esos factores cuando lo que está en juego son complejas
cuestiones internacionales.
A menos de que los ciudadanos perfeccionen su capacidad de
entendimiento sobre temas complejos, la democracia se convertirá en una
ficción o fallará de mala manera en su labor. Incrementar la capacidad de
entendimiento del pueblo es por lo tanto un compromiso esencial si se desea
facultarlo.
Es sintomático lo que Rudolph Klein ha llamado "parsimonia
cognoscitiva", que impide que temas complejos sean tratados de manera
adecuada. Según sus palabras: "Como animales políticos, ¿de qué manera
podemos salir del paso como máquinas 'procesadoras de información'? ¿De qué
manera hacemos juicios políticos? La evidencia prueba lo contrario, pero,
en conjunto, parece sugerir que la respuesta es 'no demasiado bien'.
Reaccionamos, ante la plétora de información generada por los medios de
comunicación y a la multitud de signos contradictorios generados por el
debate político como 'cicateros cognoscitivos'".
Lo que nos sitúa en un círculo vicioso en el cual dependemos de que
los niveles de formación sean aplicados por gente que aún no ha recibido la
educación planteada bajo la ética y razón de humanidad.
3.- Una gobernanza global más adecuada.
La necesidad más urgente de la gobernanza global es la de volverse más
decidida. Parte del problema es que muchas veces nos faltan ideas sobre qué
hacer a propósito de los principales temas internacionales. En
consecuencia, debe haber un pensamiento más imaginativo en materia de
política, que tiene que vérselas con situaciones difíciles de la humanidad.
Para ello necesitamos nuevos conocimientos y más agudeza de ingenio, además
de valores más elevados. La reflexión política profunda de temas mundiales
es más que necesaria, pero gran parte del problema es la ausencia de
voluntad y poder para hacer lo que sin duda debe hacerse. Por ejemplo, en
labores como preservar la selva y la biodiversidad, prevenir la
proliferación de armas nucleares, observar las leyes humanitarias, evitar
las guerras y muchas otras.
De allí la importancia crítica de la capacidad de decisión, que
significa asegurar que los distintos elementos de gobernanza se refuerzan y
corrijan unos a otros, y den por resultado una opción clara, en vez de
neutralizarse entre sí. Por lo tanto los niveles de gobernación local y
global deben trabajar juntos para promover la raison d'humanité; las ramas
ejecutivas y legislativas deben no sólo equilibrarse, sino estimularse una
a otra para generar decisiones y un mayor impulso. Y los principales
poderes internacionales tienen que combinarse para provocar la acción
global aun a falta de consenso.
El autor propone:
-Reforzar las Naciones Unidas.
-Perfeccionar la gestión económica global.
-Otras posibilidades de rediseño en una propuesta más radical es la de
establecer una asamblea consultiva global compuesta por un grupo de uno a
seis miembros en representación de cada Estado, que sean elegidos o bien
directamente o bien por parlamentos nacionales u organismos semejantes.
Aunque dar mayor autoridad a entes internacionales pueda exponernos
decisiones no apropiadas o favorables para nuestro país, me atrevo a
afirmar que en los tiempos que vivimos es fundamental crear y aplicar estas
medidas. Al igual que el propietario de una casa puede pintarla del color
que desee, el propietario de un apartamento está regido por la ley de
propiedad horizontal. Me hace reflexionar en el mundo en que vivimos y en
los avances tecnológicos: una gripe puede dar la vuelta al mundo en menos
de 24 horas, el accidente de una planta nuclear podría generar radiación
para hacer que las tierras afectadas generen una escasez de alimentos a
nivel mundial. Debemos reflexionar en que este planeta se nos ha convertido
en un edificio donde debemos aplicar leyes y estructuras adecuadas a
nuestros tiempos.
"El lenguaje tiene más influencia todavía en la mente de los hombres.
Zamenhof, inventor del esperanto, en 1887, tenía razón al afirmar el valor
de un lenguaje compartido por toda la humanidad, aunque se equivocaba al
subestimar los rasgos emocionales y culturales de cada lengua, que,
necesariamente, se pierden en una lengua artificial. Por esa razón y, en
vista de los problemas prácticos, no tendría sentido sugerir la creación de
un segundo lenguaje universal como el esperanto. Pero algunos términos que
expresan la raison d'humanité y los valores relacionados con ésta, deben
ser introducidos en todos los idiomas como parte de la exigida 'revolución
conceptual'".
Me tomaré el atrevimiento de señalar que creo que el autor se equivoca
en este punto, ya que por lo leído hemos podido observar que a mayor
cantidad de ideologías, características o religión en una sociedad, más
dificultades encontraremos al momento de poder llegar a esa conciencia
social que tanto necesitamos hoy.
Para que la humanidad avance a pesar de hallarse en posesión de medios
de autodestrucción, se necesitan cambios radicales de valores profundamente
arraigados, como son los modos de pensamiento y los patrones de conducta
(sin embargo, esta formación depende de las élites gobernantes que en la
mayoría de los casos inculcan los valores y las ideologías que les conviene
-en el caso de Venezuela, la ideología del socialismo, y no otras
necesarias).
Cuando hoy a un demócrata le preguntamos hasta dónde llega su
libertad, la respuesta debería ser: hasta donde no afecte los derechos de
los demás.
Si nos basáramos en esa ley fundamental, tendríamos que entender que,
debido al crecimiento y al avance de la tecnología, debemos limitar
libertades y derechos que actualmente poseemos.
Si tuviéramos un solo idioma podríamos dar mayor fuerza a los
organismos internacionales, y con consensos y consultas globales:
- Trabajar en una guía de valores globales.
- Aplicar fuertes medidas de castigo internacionales a las élites
gobernantes.
- Incorporar en todos los países formación obligatoria sobre cómo
funcionan las estructuras políticas más a fondo (sin inducir o favorecer a
los distintos sistemas como capitalismo, socialismo, etc.).
- Fomentar leyes que encaminen a los ciudadanos a entender que su
participación no sólo es un derecho, sino un deber y una obligación.
Además de estar ante una posibilidad de que la humanidad -al
desprenderse de esos rasgos emocionales de su cultura (idioma)- también
pudiera dosificar los fanatismos, como el religioso.
Quizás así, podríamos estar enfocados al salto cuántico que necesita
con urgencia nuestra sociedad.


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[1] Master en Administración Pública y Políticas Públicas (MPA), Columbia
University, NY, EEUU. Master en Derecho Administrativo, Universidad
Católica Andrés Bello (UCAB), Caracas, Venezuela.
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