\"El arquitecto fray José Alberto Pina y la sacristía de la Colegiata de Santa María de Calatayud\", en IX Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud, Centro de Estudios Bilbilitanos de la Institución Fernando el Católico, 2016, t. II, pp. 767-782.

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Descripción

IX ENCUENTRO DE ESTUDIOS BILBILITANOS ACTAS Tomo II ARTE · CIENCIAS DE LA TIERRA Y DE LA SOCIEDAD

CALATAYUD 13, 14 y 15 de noviembre de 2015

Centro de Estudios Bilbilitanos  Institución «Fernando el Católico» Calatayud 2016

Publicación número 135 del Centro de Estudios Bilbilitanos Puerta de Terrer 50300 CALATAYUD (Zaragoza) España Tlf.: (34) 976 885 528 - Fax (34) 976 885 630 [email protected] http: www.cebilbilitanos.com y número 3.459 de la Institución «Fernando el Católico» (Excma. Diputación de Zaragoza) Plaza de España, 2 50071 ZARAGOZA (España) Tlf. (34) 976 288 878/9 - Fax (34) 976 288 869 [email protected] http://www.ifc dpz.es

FICHA CATALOGRÁFICA Encuentro de Estudios Bilbilitanos (9º, 2015, Calatayud) IX Encuentro de Estudios Bilbilitanos: celebrado en Calatayud 13, 14 y 15 de noviembre de 2015.- Calatayud: Centro de Estudios Bilbilitanos de la Institución “Fernando el Católico”, 2016. Tomo II, 480 p; 24 cm. ISBN: I.S.B.N. 978-84-9911-384-5 1. Calatayud (Zaragoza)-Congresos y asambleas. 1. Centro de Estudios Bilbilitanos, ed. © Los autores © De la presente edición: Centro de Estudios Bilbilitanos de la Institución «Fernando el Católico» Portada: Fotografía de la Clave: Luis Manuel García Vicén. Fotografías de Antigüedad, Historia, Arte, Etnografía y Ciencias de la Tierra: José Luis Molina Remacha. Contraportada: Fotografía de José Luis Molina Remacha. I.S.B.N. 978-84-9911-384-5 Depósito Legal: Z-388-2016 Maqueta e imprime: Costa Calatayud, S.L. PG La Charluca, calle B, parcela M-7-B · 50300 Calatayud [email protected] www.lamejorimprenta.es IMPRESO EN ESPAÑA - UNIÓN EUROPEA

ARTE

EL ARQUITECTO FRAY JOSÉ ALBERTO PINA Y LA SACRISTÍA DE LA COLEGIATA DE SANTA MARÍA DE CALATAYUD Rebeca Carretero Calvo Centro de Estudios Turiasonenses/ Universidad de Zaragoza A lo largo del siglo XVIII la colegiata de Santa María de Calatayud (Zaragoza) –reedificada entre los años finales del siglo XVI y las dos primeras décadas del XVII– fue objeto de varias intervenciones. En primer lugar, se contrató el órgano con el maestro Silvestre Tomás en 1762 (Ibáñez y Alegre 2012: 51 y doc. 22, 112-114); a continuación, se concibió un proyecto de reforma del retablo mayor que finalmente se resolvió con la sustitución del grupo escultórico original por uno de la Asunción de la Virgen diseñado por Félix Malo y llevado a cabo por Gabriel Navarro entre 1778 y 1779 (Manrique 1996: 106-107 y 109-110); se confeccionaron varios retablos para el templo (Arce y Lozano 2007: 58, 61, 66, 71, 82 y 87); se llevó a cabo una pequeña cancela para la puerta del claustro (1787-1788) (Ibáñez y Alegre 2012: 51-52); y se construyó una nueva sacristía. Es en el estudio de este último elemento arquitectónico en el que centraremos las páginas que siguen, espacio que en la actualidad se encuentra en pleno proceso de restauración bajo la dirección del arquitecto Fernando Alegre Arbués, auspiciada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a través de la Secretaría de Estado de Cultura. Pese a que los archivos consultados –Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Calatayud y Archivo Diocesano de Tarazona– no han arrojado ningún dato sobre la autoría y cronología de la sacristía, su análisis arquitectónico pormenorizado permitirá ponerla en relación con una serie de edificios del segundo tercio del siglo XVIII, algunos de ellos de autor documentado. Análisis arquitectónico de la sacristía La sacristía de la colegiata de Santa María fue construida adosada al muro sur de la cabecera del templo, obstruyendo varios de los ventanales de iluminación de la capilla mayor, y alineada con la portada renacentista. Su planta es rectangular, aunque cuatro trompas ornadas con veneras achaflanan sus ángulos convirtiendo el espacio interior en octogonal [fig. 1]. Éste se cubre con una original bóveda de lunetos, de los que únicamente dos de ellos se abren para albergar óculos de iluminación. Cada luneto está separado por una faja de almohadillados de yeso que decrecen en anchura a medida que se aproximan a la clave de la bóveda y que asemejan gallones. La clave, de forma ovalada, está rodeada por puntas de diamante de yeso de distintas proporciones –según el mayor o menor espacio que Este estudio se ha llevado a cabo en el marco del Grupo de Investigación Consolidado del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza «Patrimonio Artístico en Aragón» (Grupo H03-248126/2, cofinanciado por el Gobierno de Aragón y el Fondo Social Europeo. Programa Operativo 2014-2016), cuya investigadora principal es la Dra. Mª Isabel Álvaro Zamora. Deseamos mostrar nuestro agradecimiento a Carlos Jiménez Cuenca, arquitecto del Instituto del Patrimonio Cultural de España, y a Fernando Alegre Arbués, arquitecto de la restauración de la colegiata de Santa María de Calatayud, por las facilidades prestadas para el estudio del edificio y por su gran amabilidad al proporcionarnos planos y fotografías del templo.

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han dejado libre los lunetos de la bóveda–, y se decora mediante rocallas, motivos en «S», rayos, guirnaldas de laurel y nubes de los que surge y pende un angelote –todo realizado en madera–, que sustenta el cordón de la lámpara [fig. 2]. Aparte de los dos óculos abiertos en la bóveda alunetada, uno de los muros del templo incorpora una gran ventana rectangular, por lo que no era necesario que contase con linterna. Además, como luego referiremos, sobre la bóveda se levantó un segundo piso que impediría su apertura mediante la inclusión de una linterna. La utilización de este tipo de cúpula carente de tambor y linterna perforando el casquete con vanos enmarcados por lunetos para aligerar el peso de la estructura y convertirla, a su vez, en el principal foco generador de luz del edificio, fue una solución muy ingeniosa que ya recogía el valenciano Tomás Vicente Tosca en su Tratado de Arquitectura civil, montea, cantería y relojes, publicado por primera vez en 1712 (Tosca 1794: 236-237). Ésta se aleja tanto de las estructuras cupulares importadas de Italia como de los esquemas propios del barroco español, en los que la media naranja suele ser ciega y la luz procede de los vanos del tambor sobre el que se eleva o de la linterna que la corona (Azanza 1998a: 66-67). El entablamento, formado por un sencillo arquitrabe, friso liso rematado con dentellones y cornisa, recorre ininterrumpidamente todo el perímetro de la estancia y se torna convexo cuando recibe las fajas o gallones de la bóveda. Bajo ellos se disponen capiteles de orden compuesto que, tras el collarino, sustituyen las columnas por una ornamentación basada en veneras, volutas, guirnaldas, cuentas y flores colgantes en unos casos, y rocallas, lazos y elementos vegetales en otros, a modo de cul-de-lampe [fig. 3]. Estas tres particularidades que acabamos de señalar –el entablamento convexo, el capitel compuesto y el exorno situado bajo el collarino– parecen inspiradas en el tratado Perspectiva pictorum et architectorum, redactado por el jesuita Andrea Pozzo y publicado en dos volúmenes en Roma en 1693 y 1700. En concreto localizamos estos rasgos en las figuras 64 y 65 [entablamento convexo del retablo de San Luis Gonzaga de la iglesia de San Ignacio de Roma] [fig. 4], en la figura 30 [capitel de orden compuesto] y en la figura 108 [ménsulas cuyo exorno presenta volutas, guirnaldas y veneras] [fig. 5], todas incluidas en el segundo tomo del tratado. No obstante, hemos de advertir que el entablamento convexo fue utilizado en alguna otra ocasión en la arquitectura española del Setecientos, como en la fachada de la Universidad de Valladolid, diseñada por el carmelita descalzo fray Pedro de la Visitación entre 1715 y 1718 (Martín González 1967: 123-127; y Azanza 1998a: 350-351). Los muros de la sacristía se decoraron, además, con dos retablos rococós en forma de dosel –el del muro este aparece presidido por una escultura de Cristo crucificado, mientras que el del muro oeste lo está por una imagen de la Inmaculada Concepción de procedencia napolitana– (Carretero 2014: 125-126), varios espejos decorados con rocallas, un calaje y unos armarios de madera de nogal ornados igualmente con rocallas y por jarrones repletos de azucenas en alusión a la pureza de María [fig. 6]. Todo esto indica que la construcción de la sacristía se convirtió en un proyecto total en el sentido más barroco del término, es decir, que se trata de un diseño en el que se pergeñaron prácticamente al mismo tiempo todos los elementos necesarios para el uso y función de este tipo de dependencias en el que se integraron todas las artes. En este sentido, cabe señalar que durante la Edad Moderna los cabildos pusieron todo su esfuerzo en renovar, ampliar y/o embellecer las sacristías de sus iglesias para convertirlas

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en lugares espaciosos, cómodos y luminosos con el doble objetivo de acoger el elevado número de religiosos que se reunía en ellas antes de los oficios y para el correcto desempeño de sus funciones, pues no en vano éste es el ámbito donde se revisten los eclesiásticos para las distintas funciones litúrgicas y donde se prepara la procesión del clero para dirigirse a los diferentes puntos del templo, así como es el recinto donde se custodia el ajuar litúrgico y los ornamentos (Baño 2008; y Baño 2009). El impulso constructivo de este tipo de espacios estuvo vinculado en muchas ocasiones al mecenazgo del obispo de la diócesis –sobre todo en el caso de las sacristías catedralicias–, al de los propios cabildos o incluso al empeño de algún miembro destacado del mismo con cuyo peculio personal se hizo cargo de la financiación de la fábrica (Baño 2009: 94-97). Lamentablemente, la escasez de documentación localizada sobre la obra que nos ocupa –pues los libros de actas capitulares bilbilitanas redactados entre 1591 y 1778 se encuentran en la actualidad en paradero desconocido y el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Calatayud no contiene información relevante sobre este inmueble– nos imposibilita para certificar si esta circunstancia se dio o no en la colegiata de Santa María de Calatayud. Como ya avanzamos, la sacristía cuenta con un piso superior dispuesto sobre su bóveda e instalado sobre un forjado de maderos y bovedillas de revoltón de yeso que cumplía la función de archivo capitular y al que se accede a través de una escalera que se inhabilitó durante los trabajos de restauración de esta zona efectuados en 1969 (Ibáñez y Alegre 2012: 54), pero que volverá a ser transitable gracias a la intervención actual [fig. 7]. Al exterior presenta un volumen sencillo compuesto por dos fachadas rematadas por un caveto cuya unión se bocela haciéndola más sutil. Sin embargo, su encuentro con el ábside se llevó a cabo de modo bastante burdo pues cubre indecorosamente uno de sus paños (Ibáñez y Alegre 2012: 54). Relaciones formales de la sacristía bilbilitana Ante la ausencia de documentación que permita concretar su autoría y cronología, debemos acudir a una de las metodologías de estudio de la Historia del Arte para realizar una aproximación, al menos, a quién pudo ser el arquitecto que diseñó esta obra y en qué contexto. De este modo, será el formalismo el método que sirva para establecer relaciones con otros edificios, puesto que las características arquitectónicas descritas para la sacristía bilbilitana están presentes en fábricas del segundo tercio del siglo XVIII, alguna de ellas de autor documentado. Así, el sistema de cubrición y el entablamento convexo, que constituyen los rasgos arquitectónicos más destacados de la fábrica que nos ocupa, los hemos localizado en un grupo de edificaciones religiosas de la ciudad navarra de Tudela. Se trata de la iglesia de la Compañía de María, de la sacristía de la parroquia de San Jorge el Real –antiguo colegio de jesuitas– y de la iglesia del convento de capuchinas. La primera de ellas, la iglesia de la Compañía de María, también conocida como Colegio de la Enseñanza (Gil 1949: 65-79), es un templo levantado entre 1732 y 1742. Pese a que su fábrica debía seguir las pautas establecidas en 1628 por Santa Juana de Lestonnac, fundadora de la Orden, en la Fórmula de los Edificios, su tracista diseñó una edificación de planta octogonal rodeada por un deambulatorio que se interrumpe a la altura de los dos coros bajos, uno destinado a las religiosas y otro para las colegiales [fig. 8]. Unido al

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deambulatorio, a los pies, se encuentra un cuerpo rectangular de tres tramos donde se sitúa el coro alto y debajo el vestíbulo de acceso. Según el profesor Azanza López, este plan tan original presenta influencia de la arquitectura jesuítica de la segunda mitad del siglo XVII, puesto que en este momento se levantaron numerosas iglesias de la Compañía de planta central con deambulatorio, principalmente en el ámbito de la arquitectura barroca de Sicilia y de la mano del arquitecto y escultor Angelo Italia (1628-1700) (Giuffrè 1992: 147-153; y Nobile 1992: 155-158). En esta misma línea deben enmarcarse la iglesia italiana de San Ignacio de Bormio y, de modo especial, el santuario de San Ignacio de Loyola en Azpeitia. Una gran cúpula articulada por parejas de gallones radiales que confluyen en el anillo de la linterna y entre cuyas fajas se abren óculos de iluminación, cubre el espacio octogonal del templo tudelano [fig. 9]. Ésta descansa sobre un entablamento que se torna convexo o «en rodillo», en palabras de Javier Azanza, a la altura de los soportes que articulan el alzado (Azanza 1998a: 348-352), igual que sucede en la sacristía de Calatayud [fig. 10], aunque en ésta no aparecen los Evangelistas y los Padres de la Iglesia realizados en yeso dispuestos sobre los capiteles que observamos en la localidad navarra (Fernández 2003: 419-421). La iglesia de la Compañía de María de Tudela fue diseñada por el fraile carmelita calzado José Alberto Pina, residente en ese momento –entre 1732 y 1735– en el convento del Carmen de la misma ciudad (Azanza 1998a: 349). Similares características arquitectónicas a las que acabamos de describir se descubren en la sacristía de la parroquia de San Jorge el Real de Tudela, antigua iglesia del colegio de la Compañía de Jesús. Es un espacio de planta octogonal situado detrás de la cabecera del templo, como si de un edificio exento se tratase [fig. 11], y que obedece a una reforma ejecutada en la década de 1730. Se cubre con una cúpula gallonada de ocho paños que descansa sobre un entablamento que se vuelve convexo a la altura de los soportes formados por grupos de dos pilastras y una columna de orden compuesto [fig. 12], igual que sucedía en la iglesia de la Compañía de María. Aunque hasta el momento no se ha podido averiguar la identidad de su arquitecto, desde hace varias décadas se atribuye a fray José Alberto Pina (Echeverría y Fernández 1991: 204; Azanza 1998a: 304-305; y Fernández 2003: 421-423). El último edificio que debemos reseñar es la iglesia del convento de capuchinas de Tudela. A pesar de que su origen se remonta al siglo XVI, el templo que ha llegado a nuestros días es obra de mediados del XVIII. Presenta planta de cruz latina de una sola nave sobre cuyo crucero se voltea una cúpula gallonada o bóveda octogonal con lunetos, que permiten la apertura de ocho vanos rectangulares de iluminación, acomodada sobre trompas en forma de veneras. Rodeando la bóveda se dispone un entablamento que se torna convexo en los ángulos y que remata en la zona inferior en un motivo vegetal a modo de cul-de-lamp [fig. 13], como sucede en la sacristía de Calatayud, que en este caso recuerda al diseño de la figura 78 del tomo primero del tratado del padre Pozzo. Tampoco sabemos a quién se debe esta fábrica, pero son evidentes sus concomitancias con la iglesia de la Compañía de María y la sacristía de San Jorge el Real de la misma ciudad navarra (García 2003: 315-316, 340-343 y 346-347; y Azanza 1998a: 354-355) y, por tanto, deben ser próximas al quehacer arquitectónico de fray José Alberto Pina. Por todo ello, atribuimos a este mismo artífice las trazas de la sacristía de la colegiata de Santa María de Calatayud y fijamos su cronología hacia 1735.

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El arquitecto fray José Alberto Pina (1693-1772) Según Orellana, fray José Alberto Pina nació en la localidad zaragozana de Moyuela en 1693 (Orellana 1967: 543). Profesó en la Orden del Carmen calzado en Zaragoza el 16 de abril de 1719 (Abadía 2013: 11). Entre 1732 y 1735 fue conventual de Tudela, para entonces ciudad adscrita a la diócesis de Tarazona. Su formación arquitectónica debió transcurrir entre los maestros zaragozanos activos en las primeras décadas del siglo XVIII, pero su conocimiento se vio enriquecido por la lectura de los tratados de la época, en particular los de Juan Caramuel Lobkowitz, Tomás Vicente Tosca y fray Lorenzo de San Nicolás, tal y como queda patente en la mayoría de sus informes y declaraciones. Asimismo, como hemos tenido oportunidad de comprobar, el conocimiento del tratado del jesuita Andrea Pozzo resulta evidente en sus trazas. Su Orden lo destinó en 1740 a la zona de Levante donde diseñó y dirigió numerosas obras. En 1769 fue nombrado académico de mérito por la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. A lo largo de su trayectoria artística pueden distinguirse dos periodos, el primero centrado en Aragón y Navarra hasta aproximadamente 1740, y el segundo a partir de esta fecha en Valencia y Castellón. Según recoge Marcos Antonio de Orellana, sólo en Aragón «según se le oyó decir varias veces, construyó 24 iglesias, siendo otra de ellas la de Exea» (Orellana 1967: 544), que quizá haga referencia al santuario de la Virgen de la Oliva de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), el único de los tres templos de la localidad que fue construido en el siglo XVIII. No obstante, Expósito Sebastián consideró que Pina no debió proyectar este elevado número, sino que en él se podrían englobar las obras que dirigió o visuró a lo largo de su vida en tierras aragonesas, siendo la parroquial de Santiago y San Miguel de Luna (Zaragoza) (Expósito 1992: 81-98), de planta de salón, una de las más notables. Sin embargo, en este sentido es interesante destacar que fray Antonio de San José Pontones, un arquitecto jerónimo coetáneo a él y bien estudiado, trabajó a lo largo de su vida en ciento setenta y dos edificios con más de cincuenta trazas documentadas (Cano 2005: 31), lo que hace que el número de veinticuatro destacado por Pina sea modesto y más que posible. Asimismo, sabemos que el carmelita diseñó la iglesia del convento del Carmen calzado de Zaragoza y el de Gea de Albarracín (Teruel) (López-Melus 1991: 191192), trabajó en el Palacio Episcopal de Albarracín (Teruel) (Almagro, Arce y Ponce de León 1995: 15), y se le atribuye la interesante ermita de San Clemente de Moyuela, su localidad natal (Carreras 2004: 45). En territorio navarro, está documentada la labor arquitectónica de Pina al menos entre 1732 y 1735, años en los que, como advertimos, residía en el convento del Carmen calzado de Tudela. En estos momentos supervisó las obras de la parroquia de Santa Eufemia de Villafranca junto con el maestro de obras tudelano Juan Antonio Marzal y, también en asociación con este último, dio las trazas de la media naranja del mismo templo (Azanza 1999: 66-70). En Tudela el carmelita diseñó la iglesia del convento de la Compañía de María de planta centralizada; en 1733 visuró la torre de la parroquial de Cascante que Juan de Estanga estaba construyendo (Azanza 1998b: 15); y, como avanzamos, su nombre se asocia con la sacristía de la iglesia de San Jorge el Real, antiguo colegio de la Compañía de Jesús de la capital de la Ribera, muy similar a la solución empleada en la Compañía de María. Lo mismo sucede con la cúpula de la iglesia del convento de capuchinas de la

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misma ciudad, pues, como también indicamos, muestra evidentes analogías arquitectónicas con las obras anteriores. Durante aquellos años Pina fue el encargado de trazar –en 1733– y supervisar –entre 1733 y 1737– el pórtico de la catedral de Nuestra Señora de la Huerta de Tarazona que ejecutarían el cantero Juan de Estanga y el maestro de obras turiasonense José Sánchez (Escribano 1997: 10-11; Gómez 2003: 343-345; Carretero y Ansón 2013: 196).1 En 1735 se encontraba en Ateca (Zaragoza), población perteneciente a la Comunidad de Calatayud, elaborando un informe sobre la continuación de las obras de la iglesia parroquial (Martínez 2001: 366). Ya hemos referido que para entonces el carmelita residía en el convento de su Orden de Tudela, en aquel momento diócesis de Tarazona, por lo que no sería demasiado complicado su traslado hasta la sede –a tan sólo 20 km– o hasta la ciudad de Calatayud –a 100 km de distancia– para la inspección de la marcha de los trabajos tanto en la catedral2 como en la colegiata de Santa María. Aunque, como se ha señalado en varias ocasiones, hasta el momento no hemos logrado localizar documentación que corrobore o desmienta la hipótesis que ahora presentamos, las noticias exhumadas en el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Calatayud indican que en 1743 la sacristía estaba perfectamente operativa para albergar la celebración de distintos actos.3 De esta manera, de ser ciertas nuestras suposiciones, para dicho año las obras ya habrían concluido. Por comparación formal con ésta y el resto de sus obras, recientemente hemos atribuido a este mismo arquitecto el diseño de la iglesia de San Atilano de Tarazona, en cuya construcción participaría igualmente Juan de Estanga (Carretero 2009: 118), así como el de la nueva cúpula y de la torre de la iglesia del colegio de San Vicente mártir de la Compañía de Jesús de Tarazona, datadas ambas obras dentro de la década de 1730, horquilla temporal en la que, como hemos visto, el fraile se encontraba trabajando en fábricas de características similares en la capital del Queiles y su entorno (Carretero 2012: 185-187). Una vez en tierras levantinas, Pina trabajó, entre otras muchas localidades, en Játiva (Aldana 1958: 51-55; y Bérchez y Gómez-Ferrer 2005-2006: 195-216)), Onteniente y Valencia capital (Bérchez 1993: 156-162), e incluso entregó un proyecto para la iglesia arciprestal de Villarreal (Castellón) que finalmente sería rechazado en favor del de Juan José Nadal (Gil 2004: 196-198 y 344-349; y Bautista 2002: 201-207). Falleció siendo conventual de Játiva el 6 de febrero de 1772 (Orellana 1967: 544 y 580), tras haber obtenido el título real de maestro arquitecto y, como ya avanzamos, el grado de académico de mérito de la Academia de San Carlos de Valencia en 1769 (Bérchez 1993: 156). Como apoyo al memorial presentado a la Academia, fray José Alberto diseñó varios planos de los que se han conservado los cuatro correspondientes a dos proyectos para la iglesia de las Escuelas   Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Tarazona, Rafael Sánchez, 1733, ff. 183-183 v., (Tarazona, 6-XI-1733).

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  La presencia de fray José Alberto Pina en Tarazona para reconocer la construcción del pórtico está documentada el 20 de julio de 1734, el 1 de noviembre de 1734, el 28 de agosto de 1735, en noviembre del mismo año e incluso el 16 de mayo de 1737 (Archivo de la Catedral de Tarazona, Caja 242, Libro de la Primicia de la Santa Iglesia de Tarazona [1715-1761], ff. 159 v., 160, 164 v., 165 y 175 v., respectivamente).

2

  Se trata de una declaración en la que se cita la sacristía mayor de la colegiata como lugar utilizable. En Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Calatayud, Manuel de Rada, protocolo nº 2.104, 1743-1745, ff. 68 v.-69, (Calatayud, 15-VI-1743).

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Pías de Valencia, cuyos dibujos fueron publicados por Salvador Aldana (Aldana 1958: lám. II). Aunque ninguno de los dos llegó a materializarse, la propuesta de planta centralizada del segundo proyecto [fig. 14] resulta muy próxima a la solución empleada por este fraile arquitecto en las trazas de las fábricas levantadas en la ciudad de Tudela, y, especialmente, para la sacristía de la colegiata de Santa María de Calatayud. Conclusiones Aunque hasta el momento no podemos corroborar nuestra hipótesis documentalmente, el análisis detenido de la sacristía de la colegiata de Santa María de Calatayud indica que se encuentra próxima a la obra del carmelita calzado aragonés fray José Alberto Pina. Así, con esta atribución contribuimos a engrosar la producción edilicia de este interesante arquitecto del siglo XVIII español provisto de una gran cultura arquitectónica que adolece de un estudio monográfico en profundidad. Al mismo tiempo, insistimos en la presencia de Pina en los enclaves más importantes de la diócesis de Tarazona, pues ya estaba documentado en Tarazona y en Tudela, pero no en la ciudad de Calatayud –aunque sí en su arcedianado–. De este modo, comprobamos cómo la dispersión geográfica del trabajo de este artífice se extiende por gran parte del territorio aragonés, antes de su definitivo traslado a Levante. En este sentido, el caso que ahora presentamos incide una vez más en el hecho de que los frailes tracistas desempeñaron una intensa labor arquitectónica fuera del seno de sus órdenes, circunstancia al parecer aceptada de buen grado por sus superiores porque constituía una importante fuente de ingresos para sus conventos (Cano 2005: 63). Bibliografía Abadía Tirado, J. (2013): “Fray José Alberto Pina: El Arquitecto (1)”, El Gallico de Moyuela, 79, 10-11. Aldana Fernández, S. (1958): “Fray José Pina, arquitecto del siglo XVIII”, Archivo Español de Arte, t. XXXI, nº 121, 49-57. Almagro, A., Arce, E., y Ponce de León, P. (1995): El Palacio Episcopal de Albarracín, Escuela Taller/ Aula de Restauración, Albarracín. Arce Oliva, E., y Lozano López, J. C. (2007): “Una visita guiada la Colegiata”, en La Colegiata de Santa María de Calatayud, Grupo Vestigium, Zaragoza, 43-89. Azanza López, J. J. (1998a): Arquitectura religiosa del barroco en Navarra, Gobierno de Navarra, Pamplona. Azanza López, J. J. (1998b): “Tracistas y maestros de obras aragoneses en la arquitectura barroca navarra”, Boletín del Museo e Instituto «Camón Aznar», LXXI, 5-24. Azanza López, J. J. (1999): Arquitectura y religiosidad barrocas en Villafranca (Navarra), Parroquia de Santa Eufemia de Villafranca y Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Navarra, Villafranca. Baño Martínez, F. del (2008): Estancias de uso y representación al servicio de las catedrales españolas durante el Barroco, Tesis de doctorado, Universidad de Murcia,

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Fig. 1. Planta de la sacristía de la colegiata de Santa María de Calatayud. Arquitecto Fernando Alegre. Fig. 2. Imagen de la bóveda de lunetos de la sacristía de la colegiata de Santa María de Calatayud. Foto Jesús Criado.

Fig. 3. Detalle del entablamento y de uno de los capiteles de orden compuesto de la sacristía de la colegiata de Santa María de Calatayud. Foto Jesús Criado. Fig. 4. Figura nº 65 del tratado Perspectiva pictorumatquearchitectorum del jesuita Andrea Pozzo. Diseño para el retablo de San Luis Gonzaga de la iglesia de San Ignacio de Roma.

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Fig. 5. Figura nº 108 del tratado Perspectiva pictorum et architectorum del jesuita Andrea Pozzo. Diseño de ménsulas.

Fig. 6. Vista general de la sacristía de la colegiata de Santa María de Calatayud. Foto Jesús Criado.

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Fig. 7. Sección de la sacristía de la colegiata de Santa María de Calatayud. Arquitecto Fernando Alegre.

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Fig. 8. Planta de la iglesia de la Compañía de María de Tudela. Extraída de García 2003:341.

Fig. 9. Bóveda de la iglesia de la Compañía de María de Tudela. Foto Rafael Lapuente.

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Fig. 10. Detalle del interior de la iglesia de la Compañía de María de Tudela. Foto Rafael Lapuente.

Fig. 11. Planta de la parroquia de San Jorge el Real de Tudela. Extraída de García 2003: 314.

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Fig. 12. Interior de la sacristía de la parroquia de San Jorge el Real de Tudela. Foto Mª José Tarifa.

Fig. 13. Cúpula del crucero de la iglesia del convento de capuchinas de Tudela. Foto Rebeca Carretero.

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Fig. 14. Segundo proyecto para la iglesia de las Escuelas Pías de Valencia realizado por fray José Alberto Pina, 1769. Extraído de Aldana 1958: lám. II.

ÍNDICE

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IX ENCUENTRO DE ESTUDIOS BILBILITANOS

TOMO II ARTE Ponencia Jesús Criado Mainar, Trento y la nueva hagiografía. Expresiones artísticas del culto a los santos de las iglesias locales en el Arcedianado de Calatayud durante la Edad Moderna. 547 Comunicaciones Mª Carmen Lacarra Ducay, El retablo de la Virgen con el Niño del Maestro de Torralba, donación de los señores Várez Fisa al Museo Nacional del Prado............... 573 Belén Boloqui Larraya, El alabastro como material suntuario. La figura de don José de Palafox a través de la obra de Alonso Pamplona y Francisco Franco en el mausoleo de la iglesia del monasterio de San José de madres dominicas de Calatayud (1648-1649). Vicisitudes del patrimonio histórico............................................................................... 581 Belén Boloqui Larraya, Escudo de alabastro en la balconada de la Vera Cruz (¿capilla?) de la casa del arco,  ‘casa Ciria’ en  Maluenda, y Antonio Marín de Resende y Francia y María Ciria Beteta, primeros condes de Bureta. Necesidad de una urgente intervención conservadora.............................................................................................. 605 Herbert González Zymla y Diego Prieto López, Balances y resultados del inventario de sillares del Monasterio de piedra y proyecto de musealización de sus materiales arquitectónicos más relevantes....................................................................................... 621 Herbert González Zymla, Hipótesis, certezas y debates científicos en torno a los posibles autores del retablo relicario del Monasterio de Piedra.................................................. 637 Herbert González Zymla, Pardos: cultura material de un despoblado.......................... 659 Jesús Fernando Alegre Arbués, El retablo de Nuestra Señora de Cigüela. Restitución del estado original de la mazonería de Juan de Moreto...................................................... 677 Jesús Fernando Alegre Arbués, Presentación de un alfarje procedente del palacio Sessé, de Calatayud................................................................................................................... 691 Jesús Fernando Alegre Arbués, Javier Ibáñez Fernández, y Raquel Marco Martín, El proceso de restauración de la capilla bautismal de San Andrés, en Calatayud............. 701 Javier Peña Gonzalvo, Dos alfarjes medievales en el palacio de los marqueses de Villa Antonia. Calatayud......................................................................................................... 717 Isabel Ibarra Castellano, José Llanas de Senespleda: un artista polifacético enamorado de Calatayud................................................................................................................... 727 Fabián Mañas Ballestín, Los punzones de la platería de Calatayud.............................. 741

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Índice

Aurelio Á. Barrón García, Un jarro sevillano marcado por Diego de la Becerra en la colegiata de Calatayud................................................................................................... 757 Rebeca Carretero Calvo, El arquitecto fray José Alberto Pina y la sacristía de la colegiata de santa María de Calatayud.......................................................................... 767 José Luis Cortés Perruca, Nautiluspokal. Iglesia de San Pedro de Villarroya de la Sierra.............................................................................................................................. 783 José Luis Cortés Perruca, Niño Jesús plúmbeo. Parroquia de Nuestra señora de las Peñas, El Frasno............................................................................................................. 791 José Luis Cortés Perruca, La macabra belleza. Mártires enjoyados en la comarca de Calatayud. ...................................................................................................................... 797 Manuel Embid Gutiérrez, Un hallazgo de pintura mural en la iglesia parroquial de Ricla ............................................................................................................................... 811 Álvaro Cantos Carnicer, El castillo de Arándiga: evolución constructiva y elementos formales a la luz de la arquitectura y la arqueología..................................................... 819 Álvaro Cantos Carnicer, El recinto amurallado de Villarroya de la Sierra (Zaragoza)...................................................................................................................... 837 Silvia Molina San Juan y Jesús Gil Alejandre, Estudio de la composición del retablo mayor de la iglesia de Santa María de Maluenda tras el incendio de 1942................. 855 Ana María Calahorra Tobajas, Eulogio Calahorra, el escultor del vacío..................... 865 Javier Costa Florencia, Aportación documental sobre el baldaquino de la Real Colegiata del Santo Sepulcro de Calatayud................................................................... 883 Samuel García Lasheras, La imaginería medieval mariana en los valles de los ríos Manubles y Ribota en el contexto de la Guerra de los dos Pedros................................ 893 CIENCIAS DE LA TIERRA Y DE LA SOCIEDAD Ponencia Francisco Gutiérrez Santolalla, La formación del relieve en la comarca de Calatayud........................................................................................................................ 909 Comunicaciones Miguel Lorente Blasco, El vino y el medio geográfico en la Comunidad de Calatayud........................................................................................................................ 937 Alfonso Corraleño Iñarra, Las mariposas diurnas, indicadoras de la degradación ambiental y el cambio climático. Especies extinguidas en la Comarca de Calatayud... 947 Alfonso Corraleño Iñarra, Capnodis Tenebrionis, plaga de almendros y otros frutales. Observaciones en la comarca de Calatayud................................................................... 955

IX ENCUENTRO DE ESTUDIOS BILBILITANOS

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Alfonso Corraleño Iñarra, ¿Por qué se mueren las abejas? Situación en la comarca de Calatayud........................................................................................................................ 959 Antonio Casas, Andrés Pocoví y Oscar Pueyo, Valdelosterreros: un punto de especial interés geológico amenazado por una explotación minera............................................ 965 José Ramón Olalla Celma, La Comunidad de Calatayud: crisis económica, crisis demográfica..................................................................................................................... 975 Alberto Portero Garcés, Algunas plantas singulares del entorno de Calatayud............ 991 Alberto Portero Garcés, Técnicas de seguimiento por satélite para conservación del águila perdicera (Hieraaetus fasciatus) en la comunidad de Calatayud....................... 997 Alberto Portero Garcés, Reintroducción en Calatayud de una planta desaparecida hace un siglo: Vella pseudocytisus subsp. paui........................................................... 1003 Alfredo Martínez Cabeza, Las administraciones como problema ambiental. Estudio de dos casos paradigmáticos: trasvase Jalón-Mularroya y extracción de sepiolita en el valle del Perejiles................................................................................................ 1009 Índice............................................................................................................................ 1017

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