El área metropolitana de Monterrey. Precariedad laboral, violencia y formas de organización social

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Descripción

Contrastes y constantes : sociedad civil, precarización y cambio en las zonas metropolitanas de México / Laura Becerra Pozos y Marisol López Menéndez, coordinadoras. -- México : Red Mexicana de Investigadores (Remisoc) : Juan Pablos Editor, 2013.

1a edición



130 p. : ilustraciones ; 14 x 21 cm.

ISBN: 978-607-711-151-1

T. 1. Ciencias sociales – México T.2. Cambio social – México



HM101 C66

Contrastes y constantes. Sociedad civil, precarización y cambio en las zonas metropolitanas de México de Laura Becerra Pozos y Marisol López Menéndez (coordinadoras) D.R. © 2013, Laura Becerra Pozos y Marisol López Menéndez D.R. © 2013, Juan Pablos Editor, S.A. 2a. Cerrada de Belisario Domínguez 19, Col. del Carmen, Del. Coyoacán, 04100, México, D.F. D.R. © 2013, Red Mexicana de Investigadores S.C. (Remisoc) Xicoténcatl 137 interior 402 A Col. del Carmen, Delegación Coyoacán 04100, México, D.F. Con el apoyo de Terre des Hommes France Fotografía de portada: Javier Lara, 2012 ISBN: 978-607-711-151-1 Impreso en México Reservados los derechos Juan Pablos Editor es miembro de la Alianza de Editoriales Mexicanas Independientes (aemi) Distribución: TintaRoja

El Área Metropolitana de Monterrey. Precariedad laboral, violencia y formas de organización social

María Teresa Villarreal Martínez Lylia Isabel Palacios Hernández Eleocadio Martínez Silva

El contexto regional

Al igual que el resto de las metrópolis del país, la de Monte­ rrey ha pasado por importantes y particulares transforma­ ciones económicas, sociales y culturales que es relevante conocer para comprender factores estructurales a los que han estado expuestas las últimas generaciones de regiomontanos. Los cambios experimentados por la región en lo político, económico y social contribuyen a explicar la particular diná­ mica de la participación ciudadana.

Economía y demografía Entre las décadas de 1950 y 1970 la ciudad experimentó im­ portantes transformaciones que maduraron su identidad urbana e industrial. Tal identidad se soportó en las mejores condiciones de su base productiva para participar en el pro­ ce­so de industrialización por sustitución de importaciones y en un intenso crecimiento demográfico. Hacia fines de la dé­ cada de 1970 la ciudad era reconocida como un importante polo de desarrollo manufacturero, llegando a aportar 10% del pib nacional, su población ya rebasaba el millón de habitan­ tes. Esta transformación fue acompañada por un proceso de metropolización y una alta inmigración rural. En lo social se presentó una expansión de la cobertura educativa básica y universitaria, un importante aumento en infraestructura hos­ pitalaria, de servicios, etcétera. [93]

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En los inicios de la década de 1990, Monterrey experimen­ ta un cambio histórico a través de un desarrollo económico sobre bases diferentes a las del periodo anterior. En un con­ texto de apertura comercial y de redefinición del papel del Estado en la economía, el desarrollo industrial regiomontano es orientado hacia la integración a los mercados internaciona­ les, reduciendo su vínculo con el mercado interno. Para esta nueva forma de integración la empresa local incrementó y di­ versificó las exportaciones y se establecieron alianzas con so­ cios extranjeros. La estructura ocupacional se transformó significativamente en la medida que bajó el dinamismo del empleo manufactu­ rero pasando de 405 771 empleados en 1990 a 556 088 en el año 2000, y el del sector terciario (comercio y servicios) se in­cre­men­ tó significativamente al pasar de 509 469 ocupados a 818 203 en el mismo periodo. Demográficamente la ciudad pasó de 1 099 000 en 1980 a 3.4 millones de habitantes en el año 2000. En tanto, se consolidó el proceso de metropolización con la integración espacial de nueve municipios, donde se concentra 86% de la población de Nuevo León: Monterrey, Guadalu­pe, San Nicolás de los Garza, San Pedro Garza García, Santa Ca­ tarina, General Escobedo, Apodaca, Juárez y García. El destacado desarrollo económico que experimentó la ciudad ha tenido sus contradicciones en lo social. Un claro ejemplo es el de la educación: desde décadas atrás es clara la tendencia hacia el incremento en las tasas de movilidad edu­ cativa, aumentando la proporción de personas que logran un nivel educativo superior al de sus padres, lo que ratifica la ampliación de la oferta educativa tanto pública como privada en la ciudad. Esta tendencia se sostiene en los años recientes en que se eleva de 21.9% de jóvenes con educación media supe­ rior y superior en 2005, a 26.3% en 2009 (Mancha, 2011). Sin embargo, persiste una gran inequidad en el acceso a los nive­ les de educativos superiores y una desigualdad en las condi­ ciones para el logro educativo entre personas de diferentes clases sociales, lo que incide en la disminución de jóvenes que estudian; menciona Mancha que para 2009 el total de jóvenes

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nuevoleoneses estudiando representó 35.1% del total de la población entre 16 y 24 años de edad, cifra que ya fue menor a la media nacional que para ese año fue de 37.5 por ciento. El Área Metropolitana de Monterrey (amm), al igual que to­das las regiones urbanas del norte del país, se caracteriza por ser una zona generadora de empleos, es decir, el ritmo de ge­ neración de empleo entre 1990 y 2007 creció el doble de lo que lo hizo el crecimiento de la población. Sin embargo, como do­ cumentan Héctor Rodríguez y Manuel Kinto (2010), el empleo ha sido acompañado de un incremento en la precariedad la­ boral, lo cual se observa en una tendencia a la desprotección de los trabajadores en el sistema de salud, una disminución de las cargas laborales y el predominio de los bajos salarios. Esta precariedad laboral en mucho se explica por el creci­ miento vertiginoso del sector informal de la economía. Según datos disponibles en las encuestas nacionales, el empleo infor­ mal representa 30% de la población económicamente activa. En materia de pobreza, según el informe del Coneval 2011, Nuevo León es el estado donde creció a mayor velocidad la pobreza laboral del país. Lo que significa que la capacidad del ingreso laboral de los regiomontanos y su impacto en el ac­ce­so a la canasta básica es de los más deteriorados. Focalizando la situación de los jóvenes en el empleo, tene­mos que éstos representan 20.6% del total de la pea. Sin em­bargo, en términos de población desocupada en el estado, 42.6% del total de desocupados son jóvenes, es de­cir, la tasa de de­ sempleo para los jóvenes de 16 a 24 años en Nuevo León, en 2009, fue de 15.3%, más del doble que la tasa de desocupa­ ción ge­neral del estado que fue de 7.4% en el mis­mo año (Mancha, 2011). Se observa que sus opciones son escasas y restringidas en los sectores productivos con alta se­guridad y salarios, es decir, sus trayectorias transcurren en la infor­ma­ ­lidad y los sectores comerciales y de servicios, donde desem­pe­ ñan tareas de baja calificación, con poca seguridad, sa­larios bajos y sin ninguna prestación o garantía de permanen­cia: 43% no tienen acceso a servicios de salud, 35% no tienen pres­ taciones y sólo 27.7% ganan más de tres salarios mínimos.

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Finalmente, otros indicadores en materia social ubican a la ciudad en una mala posición con respecto a otras zonas urba­ nas. Por ejemplo, en cuanto a los ancianos, 27% de esta po­ blación vive en pobreza extrema, 44% habita en la zona rural y 56% en la zona metropolitana. La vulnerabilidad de estos dos sectores: jóvenes y ancianos, es parte de un escenario ca­da vez más lejano de la tradicional representación que conservó la ciudad durante décadas.

Política y sociedad En Nuevo León existe, desde la década de 1990, un marcado bipartidismo pri-pan que es evidente en la conformación del Congreso local y en las alcaldías de los municipios del amm.1 En el nivel estatal sólo el sexenio 1997-2003 lo ocupó un go­ bernador del pan. Sin embargo, este aparente equilibrio no ha sido un factor para que estas dos fuerzas políticas impul­ sen la aprobación de legislaciones en favor de la participa­ ción de los ciudadanos, del respeto a los derechos humanos y de la autonomía en la fiscalización de los recursos públicos. En el ámbito municipal, en los últimos seis procesos elec­ torales locales (1997, 2000, 2003, 2006, 2009 y 2012) sólo en cinco de los nueve municipios metropolitanos se registró al­ guna alternancia: Monterrey, Guadalupe, Santa Catarina, Gar­ cía y Juárez —aunque al momento de redactar este texto, el Tribunal Estatal Electoral aún no resolvía en definitiva la elección en Juárez donde el pan obtuvo la mayoría de votos pero fue impugnada por el pri. Sólo en el municipio de García ha habido gobiernos encabezados por el prd. Del resto de los municipios metropolitanos, San Nicolás y San Pedro han si­do gobernados ininterrumpidamente por el pan desde finales de los años ochenta; en tanto que Apodaca y General Escobedo siempre han sido gobernados por el pri. En el plano estatal el mapa municipal que se configura es el de una zona rural pre­ dominantemente priísta y un área metropolitana bipartidis­ En esta zona se concentra 86% de la población y 49.3% de los electores de la entidad. 1

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ta. Este panorama se reiteró en el reciente proceso federal del 1 de julio de 2012, en Nuevo León el pan obtuvo poco más de 7% más votos que el pri en la elección presidencial, para las senadurías de mayoría la diferencia entre pri y pan fue me­ nor a 1% en favor del pri, y de las 12 diputaciones federales de mayoría, ocho las ganó el pan y cuatro el pri. En la elección presidencial, la coalición de izquierda obtuvo en Nuevo León 21.97% de los votos, según cómputos distritales, mientras que en 2006 había obtenido poco más de 15 por ciento. En el proceso electoral de 2012 la participación electoral registró un nuevo repunte al alcanzar 60%, luego de haber decrecido paulatinamente en los últimos 15 años, pues de 63% de los electores que acudió a las urnas en 1997, la par­ ticipación había descendido hasta 54% en 2009. Visto socio­ económicamente destaca San Pedro, el municipio más rico del país, con el mayor porcentaje de participación en las úl­ timas seis elecciones (entre 60 y 70%), y los municipios de Apo­ daca, Juárez y Escobedo, donde se concentran altos niveles de pobreza, se disputan los porcentajes más bajos de afluencia a las urnas en el amm, con promedios en ocasiones menores a 50 por ciento. En cuanto al interés por los asuntos públicos y la partici­ pación organizada, durante la década anterior las distintas ediciones de la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prác­ticas Democráticas (Secretaría de Gobernación, 2001, 2003, 2005 y 2008) informaban que en Nuevo León predomi­ naba la percepción de un incremento del autoritarismo, así como la insatisfacción con la democracia. Aun así, el interés de los nuevoleoneses en la política y los asuntos públicos (39% afirma­ba estar muy interesado) estaba por encima de la media na­­cio­nal de 34%, indicada por la última Encup de 2008; e in­ ­cluso por encima de la media latinoamericana de 30% para 2009 (Latinobarómetro, 2010). Aunque este interés no se tradu­ ­cía en una participación organizada. De acuerdo con la Encup 2008, en Nuevo León se registraba una participación en orga­ nizaciones sociales y ciudadanas de dos o tres puntos por­ cen­tuales menor que el promedio nacional. En cambio, los

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mu­nicipios conurbados seguían un patrón similar al nacional en cuanto a la mayor la participación en organizaciones que no tienen una relación directa con la política —agrupaciones religiosas— y menor en aquéllas donde sí se abordan asun­ tos públicos —organizaciones de ciudadanos. Sin embargo, como veremos más adelante, la creciente inseguridad y el proceso electoral de julio de 2012 han interpelado a algunos grupos de la sociedad de Nuevo León para involucrarse en los asuntos públicos produciendo una mayor y más visible par­ ticipación ciudadana en el espacio público. En los últimos diez años, los gobiernos estatales y algunos municipales han elaborado y promocionado un discurso oficial que insiste en la participación ciudadana, que se acompa­ ña con la oferta de espacios formales de participación orgánica y honorífica en las estructuras administrativas, integrados por ciudadanos designados por el gobernador o el presidente municipal en turno. No obstante, los consejos existentes no destacan por una integración representativa ni un funciona­ miento autónomo que les permita emprender ejercicios de exigencia de transparencia y rendición de cuentas. Además, el discurso gubernamental se acompaña de la negativa de las diferentes legislaturas locales de aprobar una Ley de Partici­ pación Ciudadana, a pesar de la insistencia de organizacio­ nes civiles en este tema desde hace más de diez años. La formación de organizaciones civiles en Nuevo León tiene lugar desde finales de la década de 1980, al alimón con la desaparición de importantes grupos sindicales y populares. No hay cifras exactas sobre cuántos grupos civiles hay en la entidad. El Plan Estatal de Desarrollo 1997-2003 indicaba que había al menos 600 organismos civiles dedicados principal­ mente a la asistencia social. En 2001 un estudio académico reportaba la existencia de 827 organizaciones (Cadena Roa, 2004:88). En tanto que el directorio del Consejo de Desarrollo Social enlista más de 500 organizaciones en 2006, que sólo in­ cluye las que han adoptado alguna figura legal como asocia­ ción civil o asociación de beneficencia privada, junto a ellas aparecen también las dependencias municipales del dif. En

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la tercera edición de ese directorio publicada en 2009, apa­ recen registrados 558 grupos que participan en 15 rubros de actividad: adicciones, adultos mayores, alimentación, apoyo a niños, adolescentes y jóvenes, asistencia social, mujeres, cen­ tros de atención y cuidado, derechos humanos, atención so­ cial, fundaciones, discapacidad, salud, voluntariado, servicio a la comunidad, grupos de apoyo (Consejo de Desarrollo Social, 2009). Los grupos civiles autónomos conformados en la década de 1990 destacaron por las temáticas y demandas emergen­ tes con poco reconocimiento o aceptación en la cultura local: equidad de género, diversidad sexual, derechos humanos, lucha contra el sida, medio ambiente. En relación con las demandas nacionales surgieron grupos locales de apoyo al movimiento zapatista, como los comités de diálogo, el Fren­ te Zapatista de Liberación Nacional y más recientemente los comités de La Otra Campaña. Y como reacción a la crisis eco­ nómica fue notable la movilización de El Barzón local. Al­ gunos de ellos subsisten. Una de las temáticas organizativas que decayeron en la primera década del siglo xxi son las movilizaciones enfoca­ das a la observación electoral, así como la presencia organi­ zada para influir en la conformación de los consejos de los organismos electorales, o para presentar propuestas de refor­ ma electoral, etc. Posteriormente, la movilización poselecto­ ral de 2006 tuvo expresión local con la formación de comités de resistencia civil pacífica. En 2009, algunos grupos locales se sumaron a la campaña por el voto nulo que se extendió por distintos estados del país. Junto con la promoción a la institucionalización de la parti­ cipación en consejos ciudadanos, y la mengua del boom de las ong, en estos últimos años aparece una nueva generación de organizaciones que abordan temáticas nuevas y con prácti­cas distintas a las que venían utilizando los grupos formados en los años noventa, aprovechando el potencial que ahora les ofre­ cen las nuevas tecnologías de comunicación y las redes so­ciales en la internet para difundir sus discursos y acciones a pesar de

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la cerrazón mediática, y para facilitar la interrelación con grupos y movimientos en otras partes del mundo de manera prácticamente instantánea. Entre las temáticas emergentes para la organización figuran el trabajo con los indígenas in­ migrantes, la movilidad sustentable, la economía solidaria y, más recientemente, la inseguridad, la paz y la lucha por la transparencia y justicia electorales. Algunos de los nuevos grupos son encabezados por sec­ tores de clase media y media alta, promoviendo juicios ciu­ dadanos contra funcionarios públicos, la disminución de impuestos y por la paz. En las recientes agrupaciones destaca la composición juvenil, principalmente de jóvenes universita­ rios. Ambos sectores insisten más en la búsqueda de formas eficaces de intervención en los asuntos colectivos, de monito­ rear la actuación de los gobernantes, exigir transparencia y explicaciones públicas de las decisiones adoptadas. Otros nuevos grupos son los que demandan la inclusión de alternativas para una movilidad sustentable en las regla­ mentaciones municipales y en el Plan de Desarrollo Urbano Metropolitano, el activismo en torno a megaproyectos urba­ nos que afectan espacios públicos y/o naturales, etc., y cons­ tituyen nuevas expresiones de la intervención ciudadana en asuntos públicos. Los familiares de las innumerables víctimas que ha dejado la política gubernamental de lucha militarizada contra el narcotráfico constituyen otro nuevo y creciente sector de ciudadanos movilizados para demandar justicia y conocer la verdad sobre la desaparición y/o muerte de sus familiares y amigos. Junto a ellos también se han movilizados grupos estudiantiles de las principales universidades locales, exigien­ do el respeto a los derechos humanos.

La irrupción de la violencia Bajaron de las colonias marginadas, jóvenes en su mayoría, incluso jóvenes madres con sus bebés en brazos y uno que otro anciano. Tomaron y se adueñaron de las calles de Mon­

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terrey, bloqueando el tráfico, sorprendiendo a los transeúntes y a uno que otro asustado al verlos con el rostro cubierto con playeras, pasamontañas o máscaras. Los “tapados”, les llama­ ron. Y Monterrey dejó de ser lo que creyó ser. La aparatosa irrupción en febrero de 2009 de los invisibi­ lizados por el mito emprendedor de la ciudad “industrial y trabajadora”, los excluidos del “Estado de Progreso”, le dio un vuelco a la imagen más difundida de la ciudad. Con rapidez de saeta se dedujo que los “tapados” eran utilizados por el cri­ ­men organizado para protestar contra el ejército que tam­ bién, poco a poco, comenzaba a adueñarse de las calles de la ciudad. La inseguridad y la violencia han transformado la fisono­ mía, los usos y costumbres y percepciones de un estado que creció bajo la polarización: desde la demográfica ya mencio­ nada, hasta la de la distribución de la riqueza. En Nuevo León, la acumulación de la precariedad laboral, las notables brechas sectoriales en el disfrute de bienes mate­ riales y la microscópica participación social se convirtieron en una fórmula que influyó en la transformación radical, en me­nos de tres años, de la vida cotidiana de pueblos y metrópoli. Bajo este contexto socioeconómico podemos aventurar que la de­ lincuencia organizada tuvo mejor “ojo sociológico” para ubicar y atraer a esos jóvenes rechazados por la escuela y el merca­ do de trabajo, antes de que academia y políticos repararan en ellos y pusieran de moda a los “ninis”. Lo radical de algunas transformaciones recuerda la vieja ley de la dialéctica de los cambios cuantitativos a cualitati­ vos. Un ejemplo lo dan las estadísticas de la delincuencia que reflejan el grave deterioro social que campea en el amm: robos, secuestros, asesinatos. Y como muestra tenemos que los ho­ micidios ligados a la delincuencia se incrementaron en cuatro años 452%: de 263 en 2008 a 1 189 hasta julio de 2011 (Direc­ ción General de Averiguaciones Previas, de la Procuraduría General de Justicia). Asimismo, desde años atrás el estado ha venido destacando por el aumento de asesinatos de mujeres a manos de algún familiar o conocido.

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A los de Nuevo León, la historia nos tocó la puerta, es di­ fí­cil avistar un mejor futuro si no se revierte la profunda po­ larización, si no comenzamos a reconstruir una ciudadanía menos subordinada al añoso control ideológico, social y po­ lítico. Control impulsado por una antigua elite empresarial que hoy no puede y no quiere asumir un liderazgo social. Pe­ ro, las iniciativas de participación se van sumando, en baja escala, con membresías escasas, como veremos, pero siguen fluyendo. Participación ciudadana, movilización social y cambio estructural

Este apartado ha tomado como base las propuestas que di­ versas agrupaciones y algunos académicos hicieron en el contexto de las elecciones de 2012. Todas ellas aspiraban a transformar el país con rumbos distintos. En las líneas que si­ guen analizamos su pertinencia para el caso del amm, en par­ ticular, y para la sociedad de Nuevo León en general. Las identidades de los grupos que plantean las propuestas alternativas de nación tienen correspondencia con el tipo de vínculo que podría establecerse con los grupos sociales que se movilizan en el estado de Nuevo León. En el caso del Mo­ vimiento de Reconstrucción Nacional (Morena) su identidad como movimiento social lo acerca programáticamente a la mayoría de los grupos del estado. En el Movimiento Nacional por la Soberanía Alimentaria y Energética el vínculo está muy relacionado a la generalidad de la propuesta, en donde toda fuerza progresista tiene cabida, sin embargo, se diluye en las particularidades de los temas por los cuales se movilizan en el estado, debido al perfil identitario de tipo sindical-laboral de quienes constituyen el movimiento. En tanto, el carácter emi­ nentemente académico del Instituto para la Transición Demo­ crática también lo aleja de particularidades por las cuales se movilizan los grupos de Nuevo León, debido a que esta ter­ce­­ra propuesta no tiene un claro propósito de buscar consen­sos. No obstante, con su análisis sobre las causas de la exclusión

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social y política de amplias mayorías de la sociedad se acerca al discurso de cambio de algunos grupos importantes que se movilizan en el estado. Pasemos a ver más de cerca cómo las luchas y causas por las que se moviliza la gente y las organiza­ ciones en Nuevo León se encuentran o no, con los cambios de fondo que plantean las propuestas alternativas progresistas.

La propuesta del Movimiento de Reconstrucción Nacional Morena es un proyecto de izquierda que persigue desoligar­ quizar la estructura de poder de un México caracterizado por la injusticia y la corrupción. Dada su identidad como mo­ vimiento social busca establecer el diálogo con la gran diver­ sidad de grupos que se movilizan en el país, de ahí que en su programa de 50 puntos logra tender puentes con un espectro amplio de los grupos que actualmente se están movilizando en el estado, específicamente en temas ambientales, de violen­ cia, de participación ciudadana y de justicia social. El pro­ grama de transformación de Morena se sustenta en una línea argumentativa que repiensa las prácticas hegemónicas en materia económicas, políticas, sociales y culturales. Es decir, se observa un vínculo programático con el de los gru­pos ambientalistas locales que buscan frenar la de­gra­ dación ambiental. El punto de encuentro no es simplemen­te genérico sino puntual, ya que se plantea que ningún proyecto económico, productivo, de infraestructura, inmobiliario, comer­ cial o turístico, se llevará a cabo afectando el medio am­biente. Otro vínculo programático también muy claro con el que enarbola una serie de grupos sociales, como el de la Asocia­ ción Civil Tierra y Libertad, o el Colectivo SomosUno Radio, es la demanda por una democratización en los medios de comu­ nicación. Coinciden en la exigencia en el acceso a las radio­ difusoras y televisoras locales y regionales que permitan la participación y el manejo de estos medios a pueblos indíge­ nas, comunidades campesinas, jóvenes, escuelas, universida­des y centros de formación educativa y cultural. Además, en el programa de Morena se hace eco a las exigencias de grupos

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ju­veniles que demanda acceso universal a la internet como parte del derecho constitucional a la información. En el tema de violencia y narcotráfico el programa de Mo­ rena tiene puentes de acercamiento con algunos grupos que exigen la salida de las fuerzas armadas en el combate al cri­men organizado, así como en la visión del problema del nar­co­ tráfico de manera más integral, poniendo el acento en mejorar las oportunidades económicas y culturales de la sociedad. Contrariamente, este punto lo aleja de otros grupos que se han movilizando con la exigencia de una mayor intervención de las fuerzas armadas, como lo son las asociaciones civiles vinculadas al panismo. En lo que respecta a los grupos que se movilizan en torno a nuevas formas de pensar las relaciones económicas, Mo­ rena en particular enfatiza propuestas para el fomento de cooperativas de producción, de servicios y de consumo. Pro­ puestas muy cercanas a la idea de una economía social, soli­ daria y ecológica, que enarbola un sector de jóvenes que se movilizan en el estado. En el debate de algunos grupos sobre el uso de los transgé­ nicos, Morena se acerca a ellos señalando la importancia de impulsar prácticas agropecuarias que aumenten la produc­ tividad sin dañar a la naturaleza. Señalando claramente su opo­ sición a la introducción y el uso de semillas transgénicas. Finalmente, en el estado han proliferado protestas contra la privatización de la educación pública y los exámenes de ad­ misión a la universidad pública. La demanda se liga con la propuesta de Morena de acabar con el pretexto de rechazar a los jóvenes porque no pasan el examen de admisión aumen­ tando el presupuesto a las instituciones públicas.

Los planteamientos del Instituto de Estudios para la Transición Democrática Los académicos que integran el Instituto de Estudios para la Transición Democrática (ietd) indican que el estancamiento nacional no se debe al pluralismo político, sino a un sistema

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político presidencialista y autoritario que pretende gobernar excluyendo a los grupos que no le son afines, y a un modelo eco­nómico que propicia una gran desigualdad, todo lo cual ocasiona un gran pesimismo en el país. La propuesta del ietd se fundamenta en un cambio en el sistema político hacia el parlamentarismo, que obligue a las diferentes fuerzas políti­ cas a negociar y llegar a acuerdos para gobernar; un cambio en el modelo económico que propicie la equidad social, partiendo de una reforma fiscal que recabe más impuestos de sectores con mayor riqueza, y un cambio en el sistema de seguridad social para universalizarlo y dejar de vincularlo con la situa­ ción laboral del individuo. Estas medidas, consideran, permi­ tirán fortalecer el Estado y, por ende, a la sociedad civil, pues afirman que un Estado fuerte favorece una sociedad fuerte. En Nuevo León el malestar social y la desesperanza origi­ nados en buena medida en la desconfianza fundada en las ins­ tituciones estatales capturadas por intereses particulares y hasta ilegítimos, termina de minar la fortaleza del estado al que se percibe confundido y asimilado por el mal gobierno. Por lo tanto, en Nuevo León la sociedad y las organizaciones ci­ vi­les están un tanto alejadas de interesarse en apoyar una pro­ puesta para construir un sistema parlamentario como pro­pone el ietd, pues no hay confianza en que los legisladores actúen en favor del interés público, más bien hay certeza de que no lo hacen, toda vez que han constatado que su distinta proceden­ cia partidista no les impide intercambiar favores o aliarse pa­ ra favorecer a grupos económicos. En este contexto, habría que destacar las movilizaciones ciudadanas que tienden a denunciar la privatización de sec­ tores estratégicos de la economía y de la salud, ya sea me­ diante la denuncia pública de actos ilegales y/o contrarios al interés público, y la exigencia de que los gobiernos y el con­ greso cumplan con sus funciones. En los últimos años ha ad­ quirido fuerza la demanda de introducir la figura de revocación de mandato, propuesta ya hecha desde los años noventa por organizaciones civiles pero sin encontrar entonces eco en la sociedad y mucho menos en el Congreso. Los frecuentes casos

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de corrupción en gobiernos tanto priístas como panistas, y la problemática de inseguridad pública creciente que ha pues­ to en evidencia la ineficiencia de las autoridades en todos los órdenes, estatales y municipales, han dado sustento a la exi­ gencia de revocación de mandato que se escucha con insisten­ cia en manifestaciones públicas y en las redes sociales de la internet. Algunos grupos la reclaman sin mayor trámite, otros han optado por exigir formalizar la figura de revocación de manera que no se maneje al vaivén de los intereses de gru­ pos de poder interesados en cambiar las cosas a su manera. Otro asunto que moviliza a grupos civiles en Monterrey es el reclamo al poder legislativo de ampliar las formas de par­ ticipación ciudadana con la finalidad de incidir en las decisio­ nes de gobierno y en una efectiva exigencia de cuentas a los políticos y funcionarios. Lo anterior es recurrente en los de­ bates en torno a grandes obras urbanas que afectan el me­dio ambiente y privatizan bienes públicos, en el ordenamiento urbano de manera que permita la movilidad sustentable, en la investigación y resolución de los múltiples casos de de­sa­ pariciones forzadas registrados en el marco de la guerra contra el narcotráfico. En estos ámbitos, grupos organizados han echa­ do mano tanto de las pocas herramientas jurídicas disponibles para detener o reorientar decisiones que afectan el interés pú­ blico y los derechos humanos, como de acciones no conven­ cionales en espacios públicos, con el fin de llamar la atención de la sociedad hacia estos problemas y convocarlos a parti­ cipar. Sin embargo, el éxito ha sido escaso, pues se evidencia la renuencia gubernamental y del Congreso local a prestar atención a los ciudadanos. Este asunto de la participación ciudadana y la exigencia pública de cuentas no están presen­ tes en la propuesta del ietd, que se concentra en puntualizar los rasgos y beneficios del sistema parlamentario. En el campo de la equidad social —que es la otra faceta de la propuesta del ietd— pocas son las acciones que la sociedad organizada en Nuevo León realiza para ir más allá de subsa­ nar en algo el impacto de las políticas económicas neolibera­les. En los últimos años, algunos de los nuevos grupos organiza­

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dos difunden como alternativa a la mercanti­lización, el true­ que de bienes y servicios, así como la difusión del consumo de productos locales sin intermediarios. Aun­que son propuestas frescas y novedosas, su extensión es aún muy reducida. En el ámbito de la seguridad social universal sin vincula­ ción con el estatus laboral, no se ven propuestas ni acciones en este sentido. Los grupos que abordan la problemática laboral se encaminan a buscar formas para fortalecer el sin­ dicalismo democrático, pero no a sacar del ámbito del traba­ jo el ejercicio del derecho a la seguridad social.

La iniciativa del Movimiento Nacional por la Soberanía Alimentaria y Energética El documento firmado por el Movimiento Nacional por la So­beranía Alimentaria y Energética, los Derechos de los Tra­ ba­jadores y las Libertades Democráticas es un llamado a la so­ ciedad mexicana para impulsar el cambio del modelo de desarrollo actual en México. La identificación laboral-sindi­ cal de la mayoría de las organizaciones firmantes se refleja en el énfasis que ponen en aspectos tan importantes como la democratización del mundo laboral, la universalización de la seguridad social y la soberanía alimentaria. En su propuesta se argumenta la necesidad de impulsar reformas que provoquen transformaciones en cinco ámbitos prioritarios: 1) en el régimen político, 2) la política económi­ca, 3) la política social, 4) en el campo y 5) en la política exterior. El documento tiene la virtud de tratar de visualizar de for­ma integral la problemática del país, a fin de construir un “mo­ delo de desarrollo incluyente y equitativo”. Observa, asimis­ mo, la “dispersión de los esfuerzos transformadores”, como uno de los obstáculos clave en el camino y, por ello, lanza la convocatoria para construir un “polo social” que dé forma más articulada e impulse el reto transformador. Sin embargo, la misma amplitud del llamado genera una serie de ausencias, de las cuales algunas constituyen deman­ das sectoriales que han madurado en el país como parte de la

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actividad de grupos de la sociedad civil, por ejemplo: las re­ lacionadas con el enfoque de género, particularmente la situa­ ción de las mujeres; los derechos de las minorías sexuales, así como las demandas de los pueblos indígenas; de las cuales las dos primeras tienen ya una definida expresión organizada en Nuevo León. Igualmente, el documento repara en menor medida en demandas de reciente inclusión en el activismo ci­ vil urbano, tales como las de carácter ambiental, las relaciona­ das con los medios de comunicación, la renovada demanda del derecho a la educación media superior y superior, entre otras. Y, sin desconocer el tema de la inseguridad, se plantea que éste debe abordarse a partir de sus causas estructurales, lo cual, siendo correcto, es nodal subrayar que el tratamiento guber­ namental de la inseguridad-violencia está atravesado por la corruptibilidad originaria del sistema político mexica­no. Todo lo anterior, como ya se mencionó, se ha transforma­do en de­ mandas articuladoras de grupos civiles en este estado. La importancia de este llamado para aglutinar los esfuer­ zos transformadores de la sociedad civil democrática también lleva a reflexionar sobre la importancia de incluir otras de­ mandas que pueden sumar a otros grupos sociales y sectores socioeconómicos. En este sentido, darle la cobertura necesa­ria a la problemática de los jóvenes en derechos humanos, edu­ cación-recreación, empleo, etc. Ampliar la crítica de la polí­ ti­ca económica en lo referente a la vulnerabilidad de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mpymes) que constituyen en el país cerca de 96% del total de empresas. De igual manera, este tipo de llamados habrían de recuperar con más énfasis nuestra identidad y solidaridad con el resto de América Lati­na, tanto en política económica como de relaciones exteriores.

Obstáculos, puntos de encuentro y propuestas de la sociedad civil organizada de Nuevo León

Las características socioeconómicas y político-culturales que han delineado el perfil del amm tienen una fuerte correlación

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con el nivel de participación social de los regiomontanos, el cual históricamente ha sido bajo y esporádico. Lo anterior arroja una limitada experiencia en participación colectiva y, por tanto, una pobre memoria histórica que socialice apren­ dizajes para emprender y sostener articulaciones, para cons­ truir espacios y demandas compartidos. Ante la ausencia, por derrota o subordinación, de las escasas organizaciones sindi­ca­ les, políticas y sociales que planteaban demandas generales o sistémicas, los grupos sociales existentes nacen atomizados tanto por su reducido tamaño como por lo específico de sus de­ mandas. Esta fragmentación de la realidad afecta las capaci­ dades para el diálogo y puntos de encuentro de los grupos, no obstante los recurrentes esfuerzos que se hacen para lanzar convocatorias incluyentes. Para conocer más de cerca esta problemática realizamos una selección de grupos represen­ tativa de lo que consideramos son las principales tendencias de la actividad organizada en el amm, entre las que destacan la lucha por los derechos humanos, los problemas ambienta­ les, la equidad y diversidad de género y otras más tra­di­cio­ na­les, co­mo la organización popular y la lucha sindical. Sus respuestas son las que guían el presente apartado. Lograr una articulación amplia entre fuerzas sociales en Nuevo León no es algo que se vislumbre en el futuro inme­ diato, siguen prevaleciendo las articulaciones parciales y eventuales. Unas de las principales dificultades que señalan los entrevistados es la inexistencia de una agenda común; lo cual es percibido como resultado de la heterogeneidad de enfoques para diagnosticar la realidad, establecer priorida­ des y métodos de acción. En voz de integrantes de diversas organizaciones se plasma esta diversidad de enfoques: • Diferencias en los intereses de clase, en las concepcio­ nes políticas, en los antecedentes de conocer o no la vida de organización; la costumbre de utilizar métodos autoritarios o democráticos; la resistencia al método de crítica y autocrítica (H. Camero, Tierra y Libertad, A.C.).

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• Las dificultades con otras organizaciones han sido a veces el gradualismo de otros contra la prisa nuestra. Queremos empujar y caminar a más velocidad (T. Clou­ thier, Evolución Mexicana). • El poder es el punto de encuentro pero también de quiebre. Hay diferentes visiones de poder. Hay quienes traba­jan para pedir cosas al gobierno para cambiar de partido, otros estamos en contra de tal postura. Tenemos una visión horizontal, de hacer trabajo en las colonias, organizarnos para realizar los cambios (A. González, activista juvenil). • No contamos con una agenda, siquiera mínima, de traba­ jo de la sociedad civil. Si bien esto ayuda a la permanen­ cia de la libertad y de la diversidad de cada organización y de cada actor, también inhibe la formación de frentes de trabajo eficaces que versen sobre pocos puntos no controvertidos. Pese a coincidencias importantes en va­ rios temas, la diferente forma de abordarlos y el diferen­ te peso estratégico y prioritario que le es asignado por cada actor dificultan un trabajo fuertemente horizontal y democrático (C. Morales, Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C.). • En los hechos sí hay una agenda social en Nuevo León: derechos humanos, diversidad sexual, ambiental, promo­ ción de la vida democrática, construcción de ciudada­ nía, derechos de las mujeres, etc., sin embargo el asunto se complica cuando se trata de las posibilidades de vincu­ lación y articulación. En esta lógica de nuestra agenda como “la agenda propia,” (que no ayuda a construir un enfoque integral de los derechos) se reproduce el mo­ delo que desde el poder se propone; esto es, ir avanzando en función de circunstancias más de coyuntura y mu­ chas veces de manera sólo reactiva, que dé propuestas y acciones a largo plazo (J.L. García, Propuesta Cívica). • Los grupos y organizaciones sociales tienen una inter­ pretación heterogénea de la realidad. Esto determina que tengan una agenda propia cada una. Que algunas pueden tener coincidencias en lo más general, pero en

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la forma de abordar las situaciones concretas, en lo tác­ tico, es muy diverso (H. Barrios, Centro de Estudios y Ta­ller Laboral, A.C.). Otro obstáculo para las articulaciones amplias es el posi­ cio­namiento de los grupos civiles con respecto a los partidos políticos, que puede ocasionar divisiones y enfrentamien­ ­tos den­tro de las organizaciones y entre ellas. Mientras algunos grupos se consideran apartidistas y se abstienen de criticar o apoyar a los institutos políticos, otros que también se de­ nominan apartidistas sostienen un discurso crítico por igual hacia todos los partidos y rechazan cualquier acercamiento. También hay organizaciones que, manteniendo su autonomía e identidad ciudadana, han trabajado con partidos políticos en distintas coyunturas. En este último caso se encuentran organizaciones como Tierra y Libertad y también grupos de la comunidad lgtbb. En el primer caso, esta asociación que se distingue por la verticalidad de sus posturas políticas e ideoló­ gicas, a lo largo de su existencia ha decidido realizar alianzas coyunturales con las más diversas organizaciones políticas (pri, pan, psum) y sociales (cristianas, independientes), dependien­ do de la demanda por la que se luchaba (regularización de la tierra, contra el fraude electoral, servicios públicos, etc.), se fortaleció con el concurso de tan disímbolas agrupaciones. Más recientemente, algunos grupos organizados alrededor de la diversidad sexual promovieron por primera vez candidatos abiertamente gays y una mujer trans para competir por car­ gos de elección popular en los comicios locales de 2009, co­ mo una forma de “prestigiar y legitimar al movimiento de la diversidad sexual […] eran de diferentes partidos políticos y se hizo un acuerdo de no agresión y salir todos juntos como un frente común” (M. Mota, Género, Ética y Salud Sexual, A.C.). La brecha generacional también se considera origen de di­ ferencias en la visión de la realidad y en cómo incidir en ella. Las organizaciones con más antigüedad en sus demandas y sus integrantes resaltan la poca atención que las nuevas agru­ paciones ponen en la capacitación y la preocupación por la

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planeación, la cual sigue desarrollándose básicamente con los recursos tradicionales de los talleres y ciclos de conferen­ cias. En tanto que los nuevos colectivos que tal vez estén menos preocupados por la planeación y capacitación para transformar la realidad, recurren más a las acciones en espa­ cios públicos reales y virtuales orientadas a la denuncia y la demanda de cambios generales, utilizando como herramien­ tas principales los recursos electrónicos y redes sociales vir­ tuales. Los estilos de liderazgo son percibidos también como otra fuente de diferencias que impide la articulación. Se habla de intolerancia, de poco respeto a las formas plurales de partici­ par y las vías para hacerlo; unos grupos propician los lideraz­ gos fuertes como forma de organizarse y actuar, y otros pugnan por liderazgos horizontales. Estas diferencias con respecto al liderazgo no sólo ocurren al interior de las organizaciones sino entre ellas, pues “en la práctica, una organización o un par de ellas llevan el peso de un movimiento o de un proyecto y las demás nos sumamos a esos esfuerzos […] con diferen­ tes intensidades de trabajo y de compromiso” (C. Morales, Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C.). Asimismo, entre las ong se levanta como elemento de ten­ sión la búsqueda de recursos financieros. La competencia por recursos públicos o privados para sostener proyectos propicia celos, falta de cooperación y alejamiento entre organizacio­nes. Todo ello es percibido como una dinámica clientelar de traba­ jo apoyada en la entrega de informes positivos para asegu­rar la continuidad del financiamiento, pero sin evaluar el cumpli­ miento de los objetivos que dieron origen a la organi­zación y si se está contribuyendo a resolver los problemas públicos. De este modo, el acceso a recursos públicos o priva­dos en lu­ gar de contribuir a fortalecer el trabajo de organizaciones civiles puede constituir un impedimento para la articulación. Finalmente, otro punto de tensión se ubica en los recursos para la acción. Por un lado, están aquellos que optan prefe­ rentemente por canales institucionales, como es el caso de los grupos que demandan cambios en la ley electoral. Por el otro,

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se encuentran los que rechazan recurrir a acciones institucio­ nales privilegiando la protesta en las calles y plazas, entre los que sobresalen los movimientos juveniles anarcopunks, los pro­ za­patistas, entre otros. Asimismo, algunos gru­pos han combi­ nado con gran éxito ambos recursos para la movilización, como es el caso del movimiento ambientalista. Pero también las organizaciones reconocen puntos de en­ cuentro entre ellas, su experiencia les dice que “lo que más acerca a las organizaciones son acciones de denuncias y so­ lidaridad con luchas sociales concretas o tragedias sociales” (H. Barrios, cetlac). Igualmente para los jóvenes algunas convocatorias no requieren de mayor justificación: “En su mayoría sabemos que es contra el sistema, aunque no lo di­ gan” (A. González, joven activista). Un punto de encuentro autorreflexivo es la percepción del papel que tienen como parte de la sociedad civil organizada, es decir, como “observadores conscientes y críticos del actuar público”. Así, aunque son limitadas las capacidades articula­ doras de los grupos, éstos se reconocen y saben de qué lado están. Esta autopercepción adquiere sentido en una sociedad como la regiomontana para tomar distancia de otras fuerzas sociales, “especialmente partidistas y empresariales, que suelen ver a la sociedad civil como una fuente de problemas y con­ sideran que el papel de la misma debe limitarse a procesos asistencialistas” (C. Morales, Ciudadanos en Apoyo a los Dere­ chos Humanos, A.C.). Asimismo, la escasez de recursos de la mayoría de los gru­ pos, convierte la convocatoria de instituciones prestigiadas alrededor de demandas amplias, en un facilitador para la con­ fluencia de grupos que regularmente se encuentran disper­ sos, debido a la inexistencia de redes o trabajo coordinado. Sin embargo, esta función social que en otras zonas del país es de larga tradición en las universidades públicas y algunas pri­ vadas, también es esporádica y limitada en Monterrey. Even­ tualmente algunas universidades organizan foros y cursos relacionados con la participación ciudadana y recaudación de fon­dos para organizaciones no lucrativas; se realiza algún cur­

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so de manera conjunta, pero esto no trasciende después en algún tipo de alianza entre el sector académico y grupos ci­viles para abordar problemáticas concretas. Por su parte, agrupaciones de izquierda que cuentan con experiencia en actividades integradoras, como Tierra y Liber­ tad, A.C., aportan algunas pistas que han servido para lograr articulaciones en luchas y acciones diversas: Proponerse objetivos comunes, claramente especificados; utilizar métodos democráticos de discusión respecto a las tácticas para alcanzar esos objetivos, a los mecanismos de to­mas de decisión, a las formas de representación; respetar las diferencias de opinión, cumplir con los acuerdos y com­ promisos; hacer periódicamente evaluaciones conjuntas de las metas alcanzadas, realizando los ajustes necesarios res­ pecto a las metas propuestas, a las formas de organización y a los métodos de trabajo.

Ahora bien, ¿qué tipo de demandas son las que hasta aho­ ra han mostrado las convocatorias más amplias? Entre los asuntos que revelan una convocatoria más aglutinadora de grupos organizados —en particular de los que se conforma­ ron hace más de diez años, aunque también algunos de creación más reciente—, están los relacionados con las iniciativas pa­ ra reformas constitucionales que abonen a la participación ciudadana y al reconocimiento de sus derechos. Este tipo de propuestas, que regularmente no se ven como “muy políticas” han logrado congregar tanto a organizaciones civiles cerca­ nas al sector privado como a las que han trabajado por la democracia electoral desde hace más de 15 años. Reciente­ mente se han articulado bajo el nombre de Suma Ciudadana,2 y bajo ese nombre han firmado pronunciamientos públicos 2 Suma Ciudadana está conformada por Sueño Regio, A.C., Vérte­ bra, A.C., Foro Libre y Democrático, Ciudadanos Unidos ape, Propues­ ta Cívica, A.C., Capítulo Nuevo León, Deliberación, A.C., Fe­deración de Colonias, Evolución Mexicana, nace, A.C., fnsi, Avance por los Derechos de México, A.C., anei, Alianza Cívica Nuevo León, A.C.,

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y efectuado acciones para presionar al Congreso local para sacar adelante esta legislación, aunque hasta la fecha no han tenido éxito, pues se enfrentan con la apatía de los diputados que tienen como prioridad sus propias agendas de partido. La agenda de los asuntos de género también convoca en ocasiones alianzas puntuales, como la que realizan Arthemi­ sas por la Equidad, A.C., Comunicación e Información de la Mujer, A.C., Pro Salud Sexual y Reproductiva, A.C. y el Colec­ tivo Plural de Mujeres, para elaborar el informe sombra de la Convención para la Eliminación de la Discriminación con­ tra la Mujer. El medio ambiente es un tema de más reciente posiciona­ miento en torno al cual se han articulado no sólo grupos ecologistas sino también diversas organizaciones y viejos mi­ litantes, así como la simpatía de algunos sectores de la po­ blación. Esta vinculación ha ocurrido sobre todo en los casos de riesgo de afectación a las escasas y deterioradas áreas na­ turales protegidas que circundan el amm, como expresión del deficiente ordenamiento urbano con el que se conformó la ciudad y como rechazo al predominio del interés de las elites locales sobre el bien público.3 Esta organización en torno al ambiente y la movilidad sustentable es un caso de la fuerte relación entre la movilización en espacios virtuales y reales, así como del rechazo a la organización jerárquica: Alianza de Usuarios del Transporte y Servicios Públicos, Continge­ te Monterrey. 3 Los casos que han inducido el crecimiento de la protesta pro ambiental y contra la privatización de bienes comunes y espacios públicos, son el de la defensa de la reserva de la biósfera Parque Nacional Cumbres de Monterrey, donde se pretendía crear el fraccio­ namiento privado Valle de Reyes; el Arco Vial Sureste que incluía un túnel dentro del área natural protegida Sierra Cerro de la Silla, y actualmente el estadio de futbol Monterrey, que el Grupo Femsa construye con el visto bueno del gobierno estatal junto al bosque La Pastora y el río La Silla, que son el único bosque urbano y el úni­co río vivo que quedan dentro del Área Metropolitana de Mon­ terrey.

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Realmente el Movimiento Ambientalista es un nombre de facebook, fue un nombre que se ocurrió para convocar a gente para que se manifestara por algo, había una línea de temas, estaba Valle de Reyes, lo del túnel, y ya contemplába­ mos lo del estadio […] Ésa fue la idea, formar un grupo en el facebook donde empezamos a coincidir y que resultó una plataforma muy efectiva para convocar a reuniones, para hacer eventos, para difundir cierta información (A. Tovalín, activista ambiental).

En cuanto a la convocatoria hacia la ciudadanía en gene­ ral, sólo el problema de la inseguridad, violencia y consi­ guiente violación de derechos humanos, ha logrado convocar a sectores sociales no organizados para participar en accio­ nes de protesta y de exigencia de paz, seguridad ciudadana y fin de la militarización. Sin embargo, la continuidad de es­tas experiencias está ligada a marchas o firma de pronunciamien­ tos, lo cual también expresa la resistencia al cambio de una cultura de la desmovilización y protesta colectiva de la pobla­ ción metropolitana, pero no dejamos de ver que este tipo de movilizaciones, y aun su fugacidad, pueden conformar los ci­mientos para una cultura de participación en el mediano plazo. En torno a este grave problema, los grupos con mayor permanencia son los conformados por los familiares de las víctimas de la violencia; algunos han emprendido ejercicios de exigencia de cuentas a las autoridades estatales dando pun­ tual seguimiento a casos concretos de personas desparecidas, o bien, realizan acciones que visibilicen el problema en el es­pa­ cio público, como los grupos que se han sumado al proyecto nacional “Bordamos por la Paz”. En cuanto al aporte y propuesta para el avance democrá­ tico, las contribuciones son diversas, evidenciando en prin­ cipio la variedad de orientaciones de la agrupaciones. Así, algunas destacan sus aportes en la educación, capacitación o asesoría en áreas específicas de la defensa de los derechos: de las mujeres, laborales, sexuales y reproductivos, ciudada­ nos, electorales, etc. En el ámbito de la defensa de los derechos

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humanos destaca la relevancia que actualmente adquieren las agrupaciones que acompañan y dan atención a las víctimas de la violencia delincuencial y oficial. Algunos grupos desta­ can su lugar en la generación y promoción de iniciativas le­ gislativas, así como en el impulso a los juicios ciudadanos contra funcionarios públicos del estado. Asimismo, algunas agrupaciones también aportan brindando sus espacios para reuniones y organización de actividades. Entre los colectivos de jóvenes la aportación no es tan específica en todos. Algunos se ubican, se reconocen como críticos del sistema y del gobierno realizando actividades solidarias y de organización en colonias populares. Los colec­ tivos con mayor definición son los que han tomado como causa específica el medio ambiente y la movilidad susten­ta­ ble, y es interesante observar que desde allí han ligado su ac­ tivismo a otros campos de intervención ciudadana, como la promoción del trueque, la recuperación de espacios públi­cos para la actividad cultural, la búsqueda de incidencia en las de­ cisiones gubernamentales sobre asuntos urbanos. Hay otro aporte específico de parte de algunos grupos ju­ veniles ligado al uso intenso de las herramientas de la internet, con lo que logran dar visibilidad a problemas que los medios de comunicación tradicionales no cubren; difunden mediante textos e imágenes en la red global acciones reivindicativas, culturales y políticas que de otro modo sólo conocerían los par­ ticipantes directos; vinculan y contextualizan acciones loca­ les con movilizaciones similares en otras partes del país y del mundo. Este contacto con otras experiencias a través de la internet, obliga a renovar discursos, a crear nuevas formas de manifestación en los espacios públicos virtuales y reales, y en este campo caminan más lento las organizaciones sur­ gidas años atrás y que son menos flexibles y permeables a la frescura expresiva de los nuevos colectivos juveniles. Un grupo que surgió de las redes sociales, ligado a la problemática de inseguridad y a la necesidad de recuperar la ciudad para la gente es Contingente Monterrey: “Nosotros nacimos en twitter […] nacimos de la idea de Contingente México, hacemos ac­

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ciones, salimos a la calle a demostrarle a la gente que no tenga miedo, que podemos salir y recuperar nuestros espa­ cios” (página web de Contingente Monterrey). El proceso electoral de 2012 convocó a nuevas expresiones de movilización ciudadana: la oposición al llamado “chapu­ lineo” —que ocurre cuando un funcionario abandona un cargo de elección popular para ir tras la candidatura a un nue­ ­vo cargo también de elección—, y la exigencia de limpieza en las elecciones federales. Respecto al “chapulineo”, ciudada­ nos de Nuevo León iniciaron un ejercicio inédito en el nivel nacional al interponer juicios de amparo contra la deci­sión de los cabildos (Guadalupe y Monterrey) de conceder licen­ cia a los respectivos munícipes para que se postularan como candidatos a legisladores federales. En cuanto a la exigencia de limpieza en las elecciones, en Nuevo León se conformó también una expresión local del movimiento universitario #YoSoy132 que, junto con asambleas estudiantiles de distin­ tas universidades locales y otros grupos de jóvenes, han rea­ lizado plantones frente a Televisa Monterrey y marchas multitudinarias —cabe destacar que la realizada el domin­ go 22 de julio convocó a seis mil ciudadanos, un hecho rele­ vante en una ciudad donde las marchas no corporativas suman decenas de personas y sólo las más exitosas congre­ gaban a algunos centenares. De esta revisión realizada sobre las características de la participación organizada en el amm, sobre sus obstáculos, pun­ tos de encuentro y aportaciones, hay que ratificar que su perfil revela bien el pobre desarrollo de la sociedad civil re­ giomontana a lo largo de su historia, por lo que los esfuerzos que aquí se realizan tienen el valor que la propia historia de subordinación y cultura individualista le debe reconocer. Estamos hablando de agrupaciones con membresías bastan­ te reducidas, en su mayoría con recursos materiales escasos y atomizados por sus prácticas y demandas específicas. Esto genera una participación dispersa con limitados canales de diálogo e intercambio, por lo cual hablamos de articulacio­ nes parciales y eventuales que no van más allá de la firma con­

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junta de algún documento o de la participación en una ac­ ción, sea de protesta o de propuesta, que la construcción de puentes para una organización o comunicación más estable y permanente en el tiempo, sigue siendo una tarea en ciernes.

Reflexión final

Los problemas y temas por los cuales se están movilizando numerosos grupos en la ciudad de Monterrey son referentes de la complejidad económica, social y cultural alcanzada por esta metrópoli del noreste en los últimos 20 años. Con el proceso de metropolización y complejización de la vida co­ tidiana se han posicionado temas ambientales y de movili­ dad, de derechos humanos e identitarios, que al parecer nos acercan a lo que acontece en la mayoría de las metrópolis del país. Junto con esta problemática se suman viejos proble­ mas de tipo social y económico, que también se van recru­ de­cien­do, por ejemplo, el acceso a la educación universitaria es ya un pro­blema de primer orden, así como la creciente po­breza laboral y el acceso a una vivienda digna. Sin embar­ go, este tipo de problemas no han sido objeto de atención ciudadana, que­dando en el ámbito del discurso y acción de los partidos y organizaciones de izquierda en el estado. La centralidad de los temas ambientales y de derechos hu­ manos, este último estrechamente ligado a la explosión de­ lincuencial en la ciudad, está significando entre los grupos que se movilizan nuevos aires de participación ciudadana en la sociedad regiomontana. Entre otras razones podemos des­ tacar: porque se alimenta una todavía tímida cultura de la protesta y la organización, la cual, salvo en momentos coyun­ turales —como el levantamiento zapatista de 1994—, había estado adormecida desde hace un cuarto de siglo. Han visi­ bilizado grandes atropellos de los grupos económicos de la ciudad que se han enriquecido escandalosamente con la me­ tropolización de la ciudad con base en una amplia red de corrupción con funcionarios de los tres niveles de gobierno.

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Asimismo, están evidenciando a través de la denuncia, el atropello a los derechos humanos de los cuerpos de seguridad y la inoperancia de las instituciones de impartición de justi­ cia. Todo lo anterior, sin ser excepcional, adquiere relevancia para una población como la regiomontana que ha crecido reproduciendo una cultura predominante más cercana a la obediencia institucional y a la admiración paradigmática de su elite empresarial, en una ciudad donde la protesta organi­ zada ha sido la excepción a lo largo de la historia. Entre los nuevos actores que van surgiendo al calor de los crecientes problemas urbanos hoy comienzan a agruparse ciu­dadanos provenientes de sectores socioeconómicos tra­ di­cio­nal­mente desmovilizados, son los que la violencia está lanzando a organizarse para buscar a sus desaparecidos y secuestrados, van desarrollando sus capacidades para la auto­ organización, arropados por la solidaridad y acompaña­mien­ to de activistas y grupos sociales. Otro factor relevante en la composición de las recientes movilizaciones en el amm es el componente juvenil de los gru­ pos y de los asistentes a las protestas, lo cual no es extraño en una sociedad de jóvenes, pero sí en una ciudad donde sus jóvenes, particularmente los universitarios, dejaron de ser du­ rante décadas un sector participativo, expresivo, movilizador. Todo esto despierta expectativas de nuevos liderazgos ciu­ dadanos. El activismo de estos grupos se ha enfrentado a la ce­rrazón de las instituciones estatales y de los grupos privados, lo que los ha llevado a una actitud de crítica paulatinamente más marcada a la inoperancia institucional para dar salida a las exigencias de la sociedad regiomontana, lo cual podría suscitar convergencias cada vez más amplias con los grupos que se movilizan en el estado, así como un acercamiento pau­ latinamente más notorio con propuestas nacionales de alter­ nativas democráticas.

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Anexo 1 Temas centrales de los grupos civiles en el amm Tema movilizador Trabajo

Asuntos específicos Democracia sindical Pensionados

Algunos grupos identificados 2010-2011 Centro de Estudios y Taller Laboral, A.C. (cetlac) Alianza Nacional de Adultos Mayores, A.C. Alianza Braceroproa Asociación de Trabajadores Pensionados “Hermanos Flores Magón”, A.C.

Democracia Candidaturas y ciudadanas participación Plebiscito y referéndum Revocación Organismos electorales Ley de Participación Ciudadana

Alianza Cívica Nuevo León A.C. Propuesta Cívica A.C. Foro Libre y Democrático A.C. Evolución Mexicana A.C.

Mujeres

Derechos de las mujeres Violencia contra las mujeres Salud reproductiva Femenicidios

Arthemisas por la Equidad Colectivo Plural de Mujeres ProSalud Sexual y Reproductiva Prosser, A.C. Comunicación e Información de la Mujer, A.C. Alternativas Pacíficas, A.C Mujeres de la Esperanza

Diversidad sexual

Visibilidad y reconocimiento Participación política-electoral Legalización de uniones y reconocimiento de derechos Cultura de la legalidad

Género, Ética y Salud Sexual, A.C. acodemis, Acción Colectiva por los Derechos de las Minorías Sexuales, A.C. less Monterrey Lesbianas de Monterrey Identidad Saludable, A.C. Comunidad de Madres Lesbianas de Monterrey, comales Fundación Diversitas, A.C.

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Anexo 1 (continuación) Tema movilizador

Asuntos específicos

Algunos grupos identificados 2010-2011

Usuarios de servicios

Servicios públicos en general Transporte público

Alianza de Usuarios del Transporte y Servicios Públicos

Derechos humanos

Internos en penales Ineficiencias del mp Capacitación Apoyo jurídico de casos Apoyo activistas Desaparición forzada

Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C. Renace, A.B.P.

Medio ambiente

Contaminación Devastación de áreas naturales Espacios públicos Grandes proyectos urbanos (Valle de Reyes, Arco Vial Sureste, Estadio) Planes du

Comité Ecológico Pro Bienestar Movimiento Ambientalista Ciudadano Colectivo Ciudadano en Defensa de La Pastora Colectivo La Bola Grupo Greenpeace Monterrey Vigilantes de las Montañas Generactivo, A.C.

Movilidad sustentable

Promoción del uso de la bicicleta Reglamentos vialidad

Pueblo Bicicletero Biciérnagas Changos a la Calle Paseo a Ciegas Cocletas Mujeres en Bicicleta

Economía solidaria

Trueque Distribución de productos locales

Irpasi Trueke

Animalismo

Contra maltrato y venta Veganismo Legislación contra circos, corridas de toros, maltrato

Fundación Luca, A.C. (2004) Pro Defensa Animal, A.C. (prodan) Centro de Recursos para la Investigación y el Aprendizaje sobre Animales (criaa)

Indígenas migrantes

Visibilidad y reconocimiento Ley Indígena Estatal

Enlace Potosino Procuraduría de Justicia Étnica A.C. Zihuame Mochilla A.C.

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Anexo 1 (continuación) Tema movilizador

Asuntos específicos

Seguridad pública

Semáforo del delito Mapeo de delitos Promoción de denuncias Vigilancia vecinal Cultura y Teatro popular comunicación Medios de alternativa comunicación alternativos Altersistema

Crítica del status quo Deliberación en espacios públicos

Algunos grupos identificados 2010-2011 Vértebra Nuevo León Iluminemos Nuevo León Denuncia 2.0

SomosUno Radio Radio Tierra y Libertad Realidad Expuesta Las Juglaresas, Teatro Popular Acampada Monterrey/ Reacciona Monterrey Contingente Monterrey

Anexo 2 Ejes articuladores para la acción conjunta entre los grupos organizados en el amm, 2010-2011 Ejes articuladores

Tipo de acciones públicas

Participación ciudadana

Propuesta legislativa

Violencia contra las mujeres

Elaboración de informes, publicaciones periódicas

Medio ambiente y ciudad

Monitoreo de autoridades y legisladores Recursos jurídicos: amparos, revisiones Denuncia pública (marchas, plantones, performances) Difusión en redes sociales

Movilidad sustentable

Promoción uso de bicicleta Participación en reformas a reglamentos de vialidad Foros y congresos Difusión en redes sociales

Inseguridad y recuperación de espacios públicos

Eventos artísticos y convivencias en plazas Marchas y plantones Difusión en redes sociales

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