El archivo de Dardo Cúneo: notas para un análisis discursivo

Share Embed


Descripción

Maestría en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural Instituto de Altos Estudios Sociales – UNSAM Monografía final para Semiología. Profesores: Mariana di Stefano y Diego Bentivegna

El archivo de Dardo Cúneo: notas para un análisis discursivo Vera de la Fuente Agosto 2010 Introducción Nos proponemos en este trabajo realizar una aproximación conceptual al archivo personal de Dardo Cúneo -periodista y escritor de reconocida trayectoria en el socialismo argentino- con el objeto de interrogar este corpus desde el punto de vista de su entidad como manifestación discursiva. Los archivos personales ocupan todavía en nuestro país una zona poco visible y no muy explorada en sus especificidades dentro del así denominado “patrimonio documental” de la sociedad. De hecho, y más allá del dudoso privilegio de que gozan ciertos documentos cuando llevan la firma de una personalidad prestigiosa, valiosos archivos personales reunidos por intelectuales, militantes políticos y sociales, periodistas, editores, científicos, artistas... en nuestro país tienen por lo general un destino incierto y rara vez se salvan de la destrucción o la dispersión tras la muerte de su productor o de sus herederos, cuando no son vendidos a instituciones del exterior.1 Donado en junio de 2009 a la Biblioteca Nacional de Argentina, el Fondo Dardo Cúneo conserva -en 162 voluminosas cajas- los registros más completos de las actividades desarrolladas por el escritor a lo largo de su vida, incluyendo sus publicaciones, los borradores y originales de sus obras, sus apuntes y notas de trabajo, su correspondencia personal, fotografías, una enorme cantidad de recortes de prensa, folletos y otros impresos sobre los temas de su interés, entre otros materiales ligados a sus diversos ámbitos de labor. 2 1 Archivos y bibliotecas particulares comparten en ese sentido una suerte similar. Un diagnóstico crítico en Tarcus, H., “¿El drenaje patrimonial como destino? Bibliotecas, hemerotecas y archivos argentinos, un caso de subdesarrollo cultural” en La Biblioteca, n°1, verano 2004/2005. 2 Nacido en Buenos Aires el 14 de febrero de 1914, Dardo Cúneo se acercó a principios de la década del treinta a las juventudes del Partido Socialista (PS), mientras comenzaba a destacarse como joven periodista y

1

Esos papeles (y una preciosa biblioteca cercana a los 8000 volúmenes, que integra también el fondo documental y se encuentra en proceso de inventario para su posterior donación) fueron reunidos por un hombre que, habiendo cumplido recientemente sus 96 años, ha legado con su archivo un singular testimonio de su vida y de su época, constituyendo un acervo de enorme interés dedicado en buena parte a la historia del socialismo argentino y latinoamericano. Un archivo o fondo documental puede definirse, de acuerdo al Consejo Internacional de Archivos, como “conjunto de documentos, con independencia de su tipo documental o soporte, producidos orgánicamente, acumulados y/o utilizados por una persona física, familia o entidad en el transcurso de sus actividades y funciones como productor.”3 Aceptando esa definición técnica como punto de partida, la reflexión que propone este trabajo requiere sin embargo desnaturalizar la idea del archivo como conjunto dado de documentos, para atender en cambio a las prácticas sociales que lo configuran como tal y a su naturaleza cultural en tanto producto significativo de esa praxis humana. En ese sentido, creemos conveniente distinguir (muy esquemáticamente) dos instancias o dos momentos fundamentales del archivo personal: por un lado, el de las prácticas sociales ligadas a su creación y uso en el ámbito privado; por otro, aquellas vinculadas a su devenir públicoinstitucional, en donde cobra relevancia la intervención técnica y su voluntad normalizadora. Ambas instancias nos parecen relevantes para pensar ese artefacto cultural complejo que llega a ser un archivo personal tal como aparece dispuesto a la consulta pública. escritor. En 1936 viajó a España, y escribió una crónica de la revolución que fue publicada en Crítica. A lo largo de la década del cuarenta tuvo un rol importante en la prensa socialista, siendo redactor y responsable de publicaciones como La Vanguardia, Futuro, La Lucha, Argentina Libre y otras de esa orientación. También fue redactor en periódicos como La Razón, Mundo Argentino, Esto Es, El Laborista, El Mundo y otros. Ligado a sectores de izquierda dentro del PS, desempeñó diversos cargos partidarios y fue candidato a diputado en las elecciones de 1946, 1948 y 1951. En septiembre de ese año fue detenido por tres meses en la Penitenciaría Nacional. Antes de su separación del PS en 1952, comenzó a editar el periódico Acción Socialista, órgano de la agrupación del mismo nombre que tuvo una corta existencia independiente. Desde la revista Qué y el periódico Semana Obrera apoyó el proyecto desarrollista en sus primeros momentos, teniendo una activa participación en la campaña electoral de Arturo Frondizi. Durante el primer año de gobierno fue Secretario de Prensa de la Presidencia, para asumir luego diversas tareas ante la OEA. Publicó numerosos ensayos e investigaciones históricas y biográficas, como El primer periodismo obrero y socialista (1945), Sarmiento y Unamuno (1948), El romanticismo político (1955), Juan B. Justo y las luchas sociales en Argentina (1956), Comportamiento y crisis de la clase empresaria (1967), entre muchos otros, además de unos diez títulos de poesía, e infinidad de artículos en la prensa y en revistas político-culturales, tanto nacionales como del extranjero. Presidente de la Sociedad Argentina de Escritores bajo la dictadura de Lanusse, asesoró en la elaboración de proyectos legislativos vinculados a la protección del patrimonio cultural y a la promoción del libro. Entre 1973 y 1974 se desempeñó como asesor de Gelbard en el Ministerio de Economía, viajando antes del último golpe militar a Venezuela, donde vivió hasta fines de los setenta. Durante el gobierno de Raúl Alfonsín fue director de la Biblioteca Nacional. El archivo se encuentra actualmente en proceso de descripción en el área de Archivos y Colecciones Particulares. 3 Consejo Internacional de Archivos, Norma Internacional General de Descripción Archivística (ISAD-G), Madrid, 2000, p. 17. Disponible en www.ica.org

2

El conjunto de pequeñas prácticas cotidianas asociadas a la creación y uso de un archivo personal pueden ser entendidas como un habitus,4 una disposición adquirida, mediada por lo cultural, cuyo sentido puede vincularse a un arco amplio de motivaciones que involucran tanto funciones prácticas como valores memoriales e identitarios. Lejos de pensar el archivo como resultado de la simple acumulación, la noción de habitus de archivo nos permite atender a la actividad del archivar y reconocer en ella una dimensión discursiva que se manifiesta en la forma y el contenido del archivo. Como toda práctica social, sus modalidades precisas tanto como su producto material, estarán sin duda relacionados en cada caso a la historia como a determinadas condiciones sociales de existencia. Respecto de la segunda instancia, y aunque no podremos adentrarnos en ella en los límites de este trabajo, nos interesa al menos señalar que son múltiples las mediaciones que operan en el pasaje del archivo desde el espacio íntimo en que fue creado hacia su patrimonialización y uso público, y que ese proceso incide sobre el corpus original del archivo, generando sus propios efectos de sentido. La intervención técnica, entendida en sentido amplio, opera aquí como dispositivo tendiente a la normalización de las prácticas de los actores (individuales, institucionales) que intervienen en ese proceso, tanto como de los productos culturales que éstos construyen bajo esa impronta. Concentrándonos entonces en la primera parte del problema, buscaremos algunas herramientas conceptuales que nos orienten en la búsqueda de las huellas del sujeto en el corpus textual que configura el archivo de Dardo Cúneo. El caso nos parece singularmente propicio para estos fines, por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque a diferencia de otros archivos, el proceso de pasaje ha sido directo del productor a la institución, y no han habido (al menos que sepamos) las habituales disgregaciones o pérdidas de documentos que suelen ser consecuencia del paso del tiempo, ventas parciales, repartos entre familiares, etc. Esa integridad del archivo (aunque siempre relativa, como veremos) es una condición poco frecuente, que alienta las reflexiones aquí planteadas. En segundo lugar, y estrechamente ligado a lo anterior, el archivo de Cúneo ha conservado el orden original con que el productor dispuso sus materiales, relevado cuidadosamente in situ, antes del traslado del archivo a la Biblioteca Nacional. Veremos por qué esa es otra condición singularmente importante para indagar en su dimensión discursiva.

4 La clásica noción de Bourdieu. Cfr., El sentido práctico, Buenos Aires, SigloXXI, 2007. p. 90.

3

Hacia un análisis discursivo del archivo personal

Intentamos abordar el archivo como unidad de análisis a partir de que identificamos intuitivamente una dimensión significativa que radica en el conjunto textual de los materiales. A su vez, tomados aisladamente o separados de su contexto, los documentos que lo integran pierden en parte, cuando no todo, su sentido. Ahora bien, aceptando que el archivo configura cierto tipo de totalidad en términos discursivos, ¿cómo aplicamos a este corpus las categorías y estrategias de análisis que provienen de las teorías de la enunciación? María Isabel Filinich nos brinda algunos puntos de apoyo para postular que el archivo puede ser incluido como caso dentro de una definición amplia de enunciado, que ella entiende como “una manifestación discursiva de cualquier extensión (…) una organización semántico-sintáctica que conserva las huellas de la enunciación”5. El archivo puede pensarse desde esta perspectiva como el todo del discurso, es decir, como “el proceso global de puesta en funcionamiento de la lengua”,6 cuyos componentes son el enunciado, asimilable al texto, y la enunciación, la contextualización. Se trataría entonces de reconocer en el archivo de Dardo Cúneo -como en toda manifestación discursiva-, la existencia de esos dos niveles, caracterizados por ser uno explícito (lo enunciado, objeto del discurso) y el otro implícito (la enunciación). Pero ¿cómo pensar el proceso de enunciación en el archivo? ¿cón qué estrategias reconocer las huellas que deja el sujeto del discurso en la multiplicidad y la polifonía de los textos así reunidos? La definición clásica de Benveniste que define la eunciación en tanto realización individual como “un proceso de apropiación”7 de la lengua, puede ser asimilada de un modo bastante exacto al gesto que realiza el sujeto productor del archivo. Parafreaseando a Benveniste, podríamos decir también que esa praxis discursiva introduce al que archiva en su archivo,8 instaurando un lugar desde el cual se habla, un centro de referencia alrededor del cual se organiza el discurso. Desde esta perspectiva, la pregunta por la inscripción del sujeto en el archivo debería empezar por reconocer la diferencia entre el sujeto empírico que lo ha producido y el sujeto que se configura -tácitamente- como sujeto de la enunciación, que es definido por la autora como la “cristalización en el discurso de

5 6 7 8

Filinich, M. I., La enunciación, Bs. As., EUDEBA, 1998, p. 18. Op. cit., p. 35. Benveniste, E.; Problemas de lingüística general. Tomo II, Siglo XXI, 1977, p. 84. “El acto individual de apropiación de la lengua introduce al que habla en su habla”, Benveniste, op. cit. p. 85.

4

una presencia, que es a la vez causa y efecto del enunciado”.9 Se trata de un sujeto que “no preexiste ni se prolonga más allá del discurso sino que se constituye y se colma en el marco de su actividad discursiva”.10 Esa subjetividad que se expresa y configura en lo enunciado instaura un yo que presupone la existencia de un otro, al que prefigura de algún modo y al que interpela con su discurso. Esa advertencia fundamental de los teóricos de la enunciación enfatiza la necesidad de atender a la condición dialógica de todo discurso. En nuestro caso, pensamos este problema en relación con el propio gesto de constituir y legar un archivo personal, al que creemos subyace una cierta intencionalidad autobiográfica. El archivo de Dardo Cúneo expresaría así un deseo -más o menos conciente- de testimoniar y trasmitir una cierta imagen de sí mismo. Es interesante observar que -en ese sentido- el archivo comparte la facultad performativa de todo acto de habla, es decir que “como toda acción, tiene móviles y consecuencias”.11 La capacidad performativa de este archivo se podría pensar como su capacidad de establecer y transmitir una narrativa tácita respecto de quién es Dardo Cúneo (o quién fue, en tanto el dispositivo parece ser capaz también de producirlo como pasado12). El archivo personal participa indudablemente de las múltiples formas -cotidianas y literarias- de narración de sí por las que un sujeto puede objetivarse y pensarse a sí mismo, intentando otorgar cierta unidad y sentido a su vida, en un trabajoso y nunca acabado proceso de subjetivación que tiene mucho que ver con la memoria. Por ello consideramos que este tipo de archivos se inscribe plenamente en ese universo que Leonor Arfuch ha denominado “el espacio biográfico”,13 se nos presenta como una forma específica dentro de esas múltiples discursividades y géneros surgidos de la experiencia moderna de la subjetividad. Esta autora ha señalado también una fuerte vecindad entre el archivo y la memoria autobiográfica, ya que ambos operan “iluminando escenas, momentos, impresiones, con su correlato obligado de olvidos, silencios, represiones (...) los rastros son a menudo fragmentarios y la parte sólo adquiere sentido en relación a una totalidad hipotética aunque inalcanzable”.14 De allí que puede decirse que -en ambos territorios9 10 11 12

Filinich, op. cit., p. 39. Ibid., p. 18. Ibid., p. 12. Filinich señala que es posible reconocer tanto en el nivel explícito del enunciado como en el implícito de la enunciación, los mismos componentes de sujeto/verbo/objeto, lo que sucedería también con otros aspectos como el espacio y el tiempo. Cfr., op. cit., p. 22. Siguiendo a la autora, podría decirse que en el archivo el sujeto de la enunciación se coloca en una posición ulterior a los acontecimientos narrados (la vida de Dardo Cúneo), instalando a éstos en un tiempo pretérito. 13 Arfuch, L., El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea, Buenos Aires, FCE, 2002. 14 Arfuch, L., “La autobiografía como (mal de) archivo”, en Crítica cultural entre política y poética, Buenos Aires, FCE, 2007, p. 149.

5

cualquier ilusión de integridad es sólo aparente: “en uno y otro caso, el cuerpo de la vida se ha perdido, difuminado entre pasado y futuro, dejándole al presente sólo el trabajo de la lectura y la interpretación”.15 Qué materiales el sujeto conserva en su archivo, cómo lo hace y por qué, en definitiva, son preguntas que expresan ese esfuerzo interpretativo que demanda la captación de la dimensión enunciativa del discurso, sabiendo que ésta “no se agota en las marcas observables en el enunciado, sino que, a partir de ellas, se proyecta en el nivel implícito de la significación”.16 ¿Cuáles son las formas de composición y estructuración de esa totalidad hipotética enunciada en el archivo? Como ha señalado Derrida, el término griego arkhé recuerda el origen del archivo como lugar de la ley y el orden, o más bien “el lugar desde donde el orden es dado”.17 El momento del archivo es el de la consignación, la reunión de los signos y su asignación a una topología determinada, estableciendo un orden que, en tanto construye una secuencia temporal y lógica a la vez, instituye un principio de sentido. De allí que la “puesta en orden” del archivo que Dardo Cúneo habrá efectuado no una sino varias veces, en diversos momentos de su vida, pueda concebirse como construcción autobiográfica: “No hay un orden previo de la vida que el relato [o el archivo] venga a reponer, sino que se trata de un orden construido, performativamente, en el trabajo mismo de la narración.”18 Nunca se narra, además, en soledad, sino en diálogo con otros, en los que nos referenciamos para identificarnos y diferenciarnos, a partir de los modelos y valores biográficos de los que nos apropiamos. Es desde esta perspectiva que podemos decir que el archivo de Cúneo organiza y soporta materialmente un relato de sí, o quizás varios, tramados en formas complejas y a partir de textualidades diversas, cuya evidente polifonía nos ofrece una clara visión de la imbricación de lo social o lo colectivo con lo individual, lo íntimo, lo singular de una vida. El proceso de puesta en discurso, concebido como “un trabajo semiótico efectuado en un espacio intermedio -la dimensión discursiva- constituido por toda organización sintagmática, cualquiera sea su sustancia expresiva -verbal o no verbal- determinado tanto por rasgos del sistema de significación empleado como por rasgos específicos del tipo discursivo”19, en nuestro caso, toma la forma de una práctica cotidiana y sistemática a la que hemos referido como el habitus de archivo. En tanto espacio de inscripción, el archivo 15 16 17 18 19

Ibid., p. 150. Filinich, op. cit., p. 23. Derrida, J., Mal de Archivo. Una impresión freudiana, Madrid: Trotta, 1996, p. 9. Arfuch, L., La autobiografía como …. , op. cit., p. 149. Filinich., op. cit., p. 34.

6

personal parece funcionar a modo de palimpsesto: volvemos a él una y otra vez, releemos, revisamos, seleccionamos, reordenamos nuestros papeles, nuestras imágenes, modelamos nuestros recuerdos. En ese sentido, el archivo se entiende también como un proceso abierto y constitutivo de la propia identidad personal que, a diferencia de otras textualidades, no parece alcanzar una condición acabada ni definitiva más que en el sentido estrecho de haberse detenido la actividad del productor en un momento dado, casi siempre por circunstancias imperativas (muerte o vejez, viaje, persecusión política, entre otras). El análisis del nivel enunciativo podría entonces orientarse a partir de las marcas que quedan en el archivo de una multiplicidad de operaciones o procedimientos realizados con materiales diversos en sucesivos movimientos de inclusión, exclusión, clasificación, ordenamiento, entre otras. Se trata en definitiva de operaciones de montaje, de compaginación y organización de las partes que componen el todo, las que producen ciertas significaciones al tiempo que establecen un punto de vista o una actitud del sujeto respecto de lo archivado. Lo enunciado de este modo puede a su vez ser analizado a través del contenido textual del archivo, reconociendo en él otras formas de emergencia de la subjetividad que remiten al plano de la afectividad, la condición socioeconómica, las preferencias y valoraciones ideológicas, políticas, estéticas, entre otras. Se trata en definitiva de observar cómo, a través de esa discursividad del archivo, el sujeto ofrece su visión del mundo o, mejor dicho, construye su mundo al tiempo que se construye a sí mismo.

Dardo Cúneo o el archivo como habitus del intelectual socialista

Rodeado desde la infancia de libros, crecido entre imprentas y periódicos e imbuido de un ambiente cultural de fuerte tradición iluminista, el archivo parece haber sido para Cúneo un habitus adquirido a partir de ciertos modelos que le fueron cercanos. Al igual que otras prácticas, como la escritura de memorias o autobiografías, el archivo y la biblioteca personal constituyen para el intelectual un habitus de distinción y autocreación. Metáforas de su saber, suelen ocupar en sus vidas un espacio material y simbólicamente muy importante. Fue seguramente en las grandes bibliotecas que los viejos socialistas habían reunido y que Cúneo frecuentaba, donde ha podido aprender el valor y el prestigio del archivo. En los prólogos y prefacios de sus libros, Dardo Cúneo alude orgullosamente a las 7

viejas carpetas de su archivo personal. Este tipo de pasajes revelan algo del significado que éste tiene para su productor: “Como quien consulta su mochila, me atrevo a recorrer mis carpetas -inquieto archivo- de apuntes y recortes para poner, nuevamente, en acción -en marcha- estas prosas de milicia. Aquí reordenadas, anticipan la impresión de caminos que no han concluído, que no concluyen, que nos esperan, que nos exigen acudir a ellos, y nada mejor que presentarles estas mismas prosas como credenciales de haber vivido hasta ahora con la sensación de una víspera inacabable.”20

Asociado tanto a una condición social como a una historia y a una experiencia personal, el habitus de archivo de Dardo Cúneo expresa con nitidez las marcas de una actividad intelectual y política, que él gusta decir toda junta: “militancia”. El socialismo en el que abreva Cúneo desde su juventud se enmarca en una época en que la razón y las ideas -impulsadas desde la imprenta y el partido- tienen todavía un rol fundamental en la vida política, ofreciendo al intelectual un lugar claro y definido en el proyecto colectivo. Su oficio de hombre de prensa y escritor ofrece así un cauce apropiado para su compromiso militante. En ese universo signado por el valor y la centralidad de la palabra impresa, el archivo acompaña y hace posible la labor cotidiana, convirtiéndose a la vez -y Cúneo lo sabe- en un dispositivo de acreditación de lo dicho y lo vivido. Ahora bien, ¿qué modalidades propias, qué marcas personales inscribe este habitus en el archivo de Dardo Cúneo? Podemos preguntarnos también, si lo observamos como un discurso de tipo autobiográfico, ¿qué recursos, qué estrategias de (auto)representación se configuran allí? ¿Qué momentos o aspectos de sí mismo adquieren mayor centralidad? ¿Cuáles resultan opacados, son inaparentes, o habrán quedado afuera del archivo? Sabemos que en este plano no importa tanto la “verdad” de lo dicho o lo actuado por Dardo Cúneo, sino pensar cómo ese modo de decir que es propio del archivo se incorpora como efecto de sentido en su construcción narrativa. Atendiendo al nivel enunciativo, alcanzamos a distinguir en el conjunto documental la existencia de zonas en las que evidentemente el productor puso mayor dedicación y cuidado. Abundan allí ciertos indicios, señales, pequeñas marcas que fueron dejadas por él (¿para sí mismo, para algún otro imaginado, previsto, deseado?), en las que se figura más claramente la presencia del narrador: los rótulos de algunas cajas y carpetas; las observaciones, fechas y referencias indicadas a mano sobre determinados documentos, el modo en que fueron ordenados algunos tramos en particular. Es notorio que ha vuelto a ellos en distintos 20 Dardo Cúneo, El Militante, III, Buenos Aires, La Vanguardia, 1950, p. 7.

8

momentos, agrega cosas, anota, selecciona, elige algo para publicar. La disposición material del archivo ofrece indicios a tener en cuenta en este nivel de análisis, lo que implica atender a cuestiones que van desde el lugar físico en el que fue reunido (no es lo mismo si fue en la propia casa o en un espacio separado dedicado al estudio, como en nuestro caso), la significación de los lugares en que se ubican los documentos (algunas fotografías y documentos se enmarcan y se cuelgan en lugares destacados, un puñado de cartas se guardan en una pequeña caja de madera en un lugar oculto, otros papeles se acumulan caóticamente en un lugar precario) y hasta los materiales utilizados para la guarda (el tipo y la calidad de las cajas, carpetas o cuadernos). Incluso hemos notado la ocasional presencia junto a los textos de otros objetos significativos. Un ejemplo nos permitirá ilustrar todo esto: las cartas enviadas y recibidas por Cúneo mientras estuvo detenido a fines de 1951, estaban guardadas en una carpeta etiquetada prolijamente con un rótulo mecanografiado: “Cartas de preso”. Separadas de otro tipo de correspondencia que guarda el archivo, ese puñado de cartas están envueltas por la enunciación poética de ese título. En la primera de esas cartas, dirigida a su esposa, Cúneo se despidió de este modo: “El viento trajo a mi ventana una pequeña flor. Te la guardo”. Y junto a ella encontramos -efectivamente- una flor, amarillenta y seca por el paso del tiempo. También su ubicación resulta significativa ya que fueron incluidas dentro de una caja que reúne un conjunto de documentos bajo el rótulo “PS. Separación”.21 Este tipo de agrupaciones parecen señalar ciertos momentos biográficamente significativos, suponen la emergencia de distintas vivencias, la que podemos interpretar -siguiendo de nuevo el iluminador ensayo de Arfuch- “como unidad de una totalidad de sentido donde interviene una dimensión intencional, algo que se destaca del flujo de lo que desaparece en la corriente de la vida”.22 Es a través de estos modos de decir que la enunciación del archivo tiende a establecer cierta imagen, a destacar ciertos atributos propios del modo de ser de una subjetividad enunciante -romántica, idealista, viril, apasionada...configurando ante el lector todo un mundo ethico23 que rodea al intelectual socialista. Las inscripciones en los contenedores y sobre el cuerpo mismo de los documentos 21 El sentido de esa ubicación tiene que ver con una trama plenamente subjetiva, en la que queda ligada su detención con el “clima de intrigas” que las gestiones realizadas en favor de su libertad despiertan en el partido y que finalmente conducen a su expulsión por voto general de los afiliados. Algo que comprendemos sólo posteriormente, tras la lectura de los documentos puestos en serie en esa caja. 22 Arfuch, L., El espacio biográfico, p. 35. Destacado en el original. 23 Maingueneau, Dominique (2002): “Problèmes d'ethos”, en Pratiques n° 113/114, junio de 2002, pp. 55-67. Traducido y seleccionado por M. Eugenia Contursi.

9

pueden entonces funcionar como una especie de metanarrativa, puesto que aportan informaciones o realizan todo tipo de aclaraciones y comentarios sobre los textos, señalan la fecha o lugar del documento cuando no estaban presentes originalmente, entre otras indicaciones. Así, por ejemplo, adjunto a un texto manuscrito, lleno de tachaduras y enmiendas, sin firma ni fecha, Cúneo agregó una pequeña nota: “Borrador y original de carta de Palacios. Suyo el texto y correcciones”. En el original mecanografiado, con correcciones manuscritas, Cúneo agrega en el ángulo superior: “No enviada. Proyecto y correcciones de Palacios”. Guiado por su habitus de archivo, Cúneo se dedica también a conservar cuidadosamente las huellas genéticas de su proceso de escritura, lo que incluye no sólo sus originales, sino también los borradores preliminares en varias versiones, las pruebas de imprenta e incluso sus libros y artículos ya impresos con correcciones que preparan una nueva edición. Cúneo también recorta y ordena los artículos que publica en la prensa y en diversos semanarios, los que por su abundancia ocupan varias de las cajas que integran su archivo, reunidos a veces en función de determinadas temáticas. A menudo, sobre algunos de esos artículos que aparecen firmados con seudónimos, Cúneo tacha e inscribe claramente en ellos sus iniciales, devolviéndose a sí mismo la identidad autoral. A sus muchos libros y publicaciones Cúneo dedica un espacio diferenciado de su biblioteca, cercano a su mesa de trabajo. Allí ha reunido también los publicaciones periódicas que dirige (Futuro, Acción Socialista, Semana Obrera, Cuadernos de Mañana), los ejemplares de revistas culturales tanto locales como extranjeras en los que colabora, los libros que prologa y otros en los que participa con prólogos, capítulos de su autoría, o en la labor de edición. Un afecto especial parece volcar en sus títulos de poesías, algunos de ellos impresos en ediciones especiales para bibliófilos. El archivo conserva además las reseñas y comentarios que se publican sobre las obras de Cúneo, e incluso una importante cantidad de libros que contienen alguna referencia, así sea muy breve, a él o a alguno de sus trabajos, las que aparecen señaladas en el texto. Así es que una parte importante del archivo es la que contiene los múltiples frutos de una producción intelectual que se encontraría de otro modo dispersa y a la que resultaría muy difícil reconstruir integralmente, al igual que esos otros textos que dan cuenta de su recepción y crítica. Esta zona del archivo muestra además cierta disposición del escritor frente a su obra, nos muestra el vínculo que entabla con ese otro yo -autor- que se construye en las letras de molde, su interés por la constatación de lo que queda y lo que circula a partir 10

de lo dicho. Cúneo reutiliza además profusamente sus escritos a lo largo de los años, publicando en nuevas compilaciones sus artículos, prólogos, informes, textos de conferencias y discursos. Ese permanente retorno -y la diferencia en la repetición de sus enunciados- otorga al archivo una dinámica singularmente rica. Tanto esos escritos propios como el predominio en el archivo de folletos, revistas y periódicos de orientación socialista evidencian el interés del sujeto por esa tradición tanto como su vocación historiadora, que lo ha impulsado a reunir cientos de publicaciones, fotografías, manuscritos, y a recortar de la prensa miles de artículos relativos a acontecimientos históricos y figuras significativas del pensamiento utópico y la cultura popular. A su vez, junto a esos documentos reunidos por Cúneo, encontramos muchas veces apuntes y notas de trabajo plagados de citas. La superposición abigarrada de unos y otros en cajas y estantes, incluso dentro de los libros de su biblioteca, brinda testimonio del método de trabajo del escritor y ayuda a reconocer las fuentes e itinerarios de su pensamiento. Sin embargo, cualquier posible límite que pueda trazarse entre lo propio y lo ajeno en la intertextualidad que atraviesa estos materiales parecería artificial o forzado, en tanto lectura y escritura conforman un proceso dialógico que articula a ambos en una constelación muchas veces indecidible. Encontramos también escritos más largos, pero aparentemente inconclusos e inéditos, proyectos en curso que no han llegado a término. Ese carácter inacabado y fluido de los textos que reúne el archivo nos confronta inevitablemente con los límites de la noción de “obra”, que aquí parece difuminarse, extenderse más allá y más acá de lo publicado bajo la firma de Dardo Cúneo. Son significativas también las inscripciones que expresan la clasificación bajo la cual se organizan y agrupan los documentos coleccionados, operación en la que emerge muy claramente un punto de vista sobre lo enunciado. Efectivamente, en el archivo lo ideológico no se expresa sólo en el nivel del contenido, sino también en el modo de nombrar y clasificar los materiales. Sucede que el modo de concebir y delimitar los objetos de estudio se traslada a su vez a la organización de los materiales, por lo cual abundan los dossiers temáticos que llevan por títulos los temas de interés o de investigación en los cuales se está trabajando (en nuestro caso, las agrupaciones son por ejemplo Utopías y utopistas, Historia del pueblo argentino, Pensamiento económico argentino, Revolución en América, Movimiento obrero, Clase empresaria, aunque también hay dossiers agrupados por personalidades como Lugones, Juan B. Justo, Florencio Sánchez, entre otras). En estas prácticas de archivo encontramos importantes similitudes con la sensibilidad 11

del coleccionista, una figura que ha interesado a Walter Benjamin y a la que dedica sugerentes reflexiones.24 El coleccionista -dice Benjamin- dispone a sus objetos en un “círculo mágico”, estableciendo con ellos un lazo que no subraya su valor de uso, sino que hace renacer al objeto junto al sujeto en una nueva trama, aquella en la que puede ver “el teatro de su destino”. Ese orden no sería sino “un juego de equilibrio” en el que el coleccionista se mueve “por encima del abismo”, porque “si toda pasión linda con el caos, la pasión del coleccionar linda con el caos de los recuerdos”.25 El archivo, creemos, al igual que la colección, permite al hombre enfrentar la dispersión y el desorden del mundo creando un orden subjetivo de los objetos que los vincula a su propia historia. Esa actividad de archivo es por supuesto parte del esfuerzo por reunir materiales y fuentes fundamentales para el estudio de diversas temáticas relativas al socialismo en Europa y América Latina. Pero ello no agota sin embargo el sentido de esta práctica, en tanto que esos materiales no sólo responden a un fin intelectual o de investigación, sino que aparecen revestidos del valor afectivo de la colección y sus modos de inscripción subjetiva de sentido. Es que -como señala Benjamin- el coleccionismo es un fenómeno originario del estudio, pero una vez que son poseídos por el coleccionista los objetos adquieren un estatuto subjetivo: “No es que las cosas vivan en él, es él quien vive en ellas.”26 Por eso, si una inquietud intelectual y política ha movido a Cúneo a reunir aquellos materiales, desde el punto de vista que sugiere Benjamin también podríamos pensar que es un poco con sus libros y con las queridas piezas de su archivo personal, rodeándose de ellas, volviendo una y otra vez a sus papeles y a sus propias escrituras militantes, que Dardo Cúneo vive y se sostiene en una identidad socialista. La trama autobiográfica del archivo también se sostiene sobre otros documentos como la correspondencia personal, que constituye por su naturaleza genérica un tipo de escritura de excepcional interés para un análisis desde el punto de vista de la enunciación. En esos intercambios epistolares con amigos y colegas (muchos de ellos del interior y de otros países latinoamericanos) son visibles las marcas de un sujeto que se construye a sí mismo en ese diálogo cotidiano con los otros que forman parte de su mundo. Las tareas de organización y descripción que están actualmente en curso permitirán en un futuro cercano acceder a este tipo de escritos, como al resto de los materiales del archivo, ofreciendo a la consulta pública un fondo documental de enorme interés para la investigación. 24 Entre otros, en Benjamin, W., “Desembalo mi biblioteca”, en Punto de Vista, n° 26, abril de 1986, pp. 23-27. Publicado originalmente en 1931. 25 Ibid., p. 25. 26 Benjamín, op. cit., p. 27.

12

Sólo una observación respecto a una de las muchas cuestiones que han quedado afuera de este trabajo. Recordando algo que señalamos al comienzo, el pasaje del ámbito privado a lo público incide muchas veces sobre la forma y contenido del archivo, por ejemplo recortando todo lo que se entiende vinculado al plano de lo “privado”. Las representaciones o concepciones respecto de lo que que se incluye en el orden de lo íntimo se modifican a lo largo del tiempo, y no siempre son entendidas del mismo modo por el sujeto productor y sus familiares, ni por las personas que intervienen en el proceso de pasaje, donde se determinan los límites (para nada naturales ni obvios) que finalmente tendrá el archivo. En nuestro caso, encontramos una caja con el rótulo de “Personal” que contenía documentación muy relevante para nosotras, aunque ligada a aspectos económicos de las actividades del escritor. “No tiene sentido, eso no tiene interés”, fue la reacción inicial de sus hijos, que otras veces es una negativa rotunda. Algo similar ocurrió con otros materiales, como las fotografías, cartas y otros papeles ligados a la vida familiar que todavía no se han establecido como parte de lo que podrá ser consultado públicamente. El respeto a lo que los donantes entienden como parte de la intimidad de la familia es fundamental, pero si quedan fuera del archivo aquello que refiere más directamente a los afectos y vínculos familiares, al plano económico, en fin, a la cotidianeidad de la vida, nos preguntamos ¿qué sentidos producirá ese recorte en el corpus del archivo? No podemos por último dejar de plantear lo significativo de aquello que falta, lo que quizás no estuvo o no estará en el archivo. Aquí la posibilidad de interpretación tiene un límite dado por la ausencia de marcas o por la debilidad de algún rastro que se pierde en la oscuridad de las múltiples causas posibles, no necesariamente azarosas pero en todo caso difíciles de determinar. En ese sentido, quizás sea importante recordar que -al igual que en la biografía o la autobiografía- en el archivo personal también sucede que “el empeño por restaurar la vida trae aparejado, inevitablemente, el recordatorio de la mortalidad. Así, la tensión hacia el futuro -la posteridad- que caracteriza a ambas narrativas, el deseo de presencia y de conservación, no puede eludir rozar, aún levemente, esa sombra perturbadora”.27

27 Arfuch, L., “La autobiografía como (mal de) archivo”, op. cit., p. 150.

13

A modo de conclusión

Quisimos en este trabajo realizar una aproximación conceptual al archivo personal de Dardo Cúneo que nos permitiera poner en juego algunas categorías y estrategias analíticas provenientes de la teoría de la enunciación. Si bien nuestro acercamiento a los materiales que lo integran es todavía muy preliminar, nos animamos a afirmar luego de este recorrido que el universo de sentido que se configura en su sistema conserva las marcas de una subjetividad enunciante en su devenir a lo largo del tiempo. Intentamos reconocer esa dimensión discursiva en el habitus de archivo, materializado en un enunciado producido en el espacio de lo íntimo y dirigido en primer lugar hacia sí mismo, pero que se orienta a la vez hacia los otros, a quienes será trasmitido como legado. Por eso creemos pertinente un abordaje como el que esbozamos en estas líneas, que atienda no sólo a lo dicho sino al modo de decir que es propio del archivo y en el que reside -creemos- parte de su poder performativo. Desde esa perspectiva, postulamos que el archivo de Dardo Cúneo puede por sus características inscribirse plenamente en el universo de las narrativas biográficas. Exploramos algunas zonas de este archivo para mostrar cómo se expresa y se construye en él una subjetividad que se estructura fuertemente en torno a la identidad política. El sujeto que atesta este archivo parece tomar la forma de una promesa, aquella que acompaña durante años su propia firma (“Del socialismo, Dardo Cúneo”). De qué modos se actualiza y reelabora subjetivamente esa identidad a lo largo de una vida, en diálogo con las profundas transformaciones del mundo que lo rodea, y cómo el archivo participa de esa configuración, son algunas de las preguntas que quedan abiertas para futuras indagaciones. El Fondo Dardo Cúneo se conservará en la Biblioteca Nacional convertido en testimonio material de una vida y una época. A lo largo de este trabajo pudimos empezar a apropiarnos de algunas herramientas indispensables para un análisis de la dimensión discursiva de esta clase de archivos, perspectiva que creemos tiene mucho que aportar a la reflexión teórica sobre sus especificidades entre las múltiples formas de construcción de la memoria social.

14

Bibliografía citada

Arfuch, L., “La autobiografía como (mal de) archivo”, en Crítica cultural entre política y poética, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007. Arfuch, L., El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2002. Benjamin, W., “Desembalo mi biblioteca”, en Punto de Vista, n° 26, abril de 1986, pp. 2327. (1931) Bourdieu, P. El sentido práctico, Buenos Aires, SigloXXI, 2007. Consejo Internacional de Archivos, Norma Internacional General de Descripción Archivística (ISAD-G), Madrid, 2000, p. 17. Disponible en www.ica.org Dardo Cúneo, El Militante, III, Buenos Aires, La Vanguardia, 1950. Derrida, J., Mal de Archivo. Una impresión freudiana, Madrid: Trotta, 1996. Filinich, M. I., La enunciación, Bs. As., EUDEBA, 1998. Maingueneau, Dominique (2002): “Problèmes d'ethos”, en Pratiques n° 113/114, junio de 2002, pp. 55-67. Tarcus, H., “¿El drenaje patrimonial como destino? Bibliotecas, hemerotecas y archivos argentinos, un caso de subdesarrollo cultural” en La Biblioteca, n°1, verano 2004/2005.

15

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.