EL ARAUCANO INDOMABLE, O LA UTILIZACIÓN DEL INDIO MAPUCHE COMO METÁFORA DE LA LUCHA POR LA LIBERTAD - Revista Hombre y Desierto Nº 18. Universidad de Antofagasta. 2014

July 15, 2017 | Autor: Claudio Cortes Aros | Categoría: Identidad, Identidades, Etnicidad, Alteridad
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EL ARAUCANO INDOMABLE, O LA UTILIZACIÓN DEL INDIO MAPUCHE COMO METÁFORA DE LA LUCHA POR LA LIBERTAD Claudio Cortés Aros 1 Universidad de Antofagasta

RESUMEN El desarrollo de las coordenadas fundacionales republicanas en Chile se enmarcaron no solo en la adopción de las ideas europeas de la libertad y la igualdad, sino que requirieron del uso de símbolos que permitiesen generar una nueva identidad, distinta a la española, pero que sirviese de aglutinante de la diversidad existente. En este caso se analiza la posibilidad del uso de la alteridad como una forma de integrar las características del indomable pueblo araucano como metáfora de la labor que debían emprender los patriotas. Los que estén al corriente de la historia de esta nación no se extrañarán de ella y para el pequeña número de mis lectores que pueda estar ignorante de su existencia, será sumamente interesante saber que existe todavía un país en el nuevo mundo, que nunca ha sido conquistado por los españoles. (Alejandro Caldcleugh., en Bengoa 2000:43)

INTRODUCCIÓN: UNA NACIÓN ENTRE DOS SIGLOS El proceso independentista chileno, que abarcó desde la temprana Junta de Gobierno del 18 de septiembre de 1810, hasta la Declaración de Independencia del 12 de febrero de 1818 (y su posterior ratificación en los campos de Maipú), no sólo requirió de los medios humanos y militares que movilizaron a los patriotas de todas las edades en la lucha contra el enemigo español, sino que a la vez potenció la necesidad de crear símbolos que permitiesen comprender la existencia de una especificidad propia y chilena, de modo de trastocar las estructuras heredadas de la administración colonial española. 1 Antropólogo. Doctor (c) en Cultura y Educación en América Latina. Académico Instituto de Investigaciones Antropológicas. Universidad de Antofagasta, Chile. Mail: [email protected]

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La sociedad colonial previa al proceso independentista latinoamericano se caracterizó por su alta heterogeneidad socioeconómica, que en la práctica generaba un rígido ordenamiento social. Esto contribuyó al desarrollo de una estricta verticalidad social, amparada en la asimetría entre peninsulares y criollos, constituyentes de un primer nivel de diferencia, que se localizaba en la cúspide de la pirámide social latinoamericana en la colonia. Esto se traducía en el control de los asuntos administrativos, el comercio, y sobre todo, la posición dentro de las milicias, así como una sujeción de los criollos al poder y prestigio de los peninsulares, los únicos favorecidos por las políticas de la colonia que privilegiaba a los nacidos en España más que a sus propios descendientes nacidos en el nuevo continente, aun cuando fuesen hijos de padre y madre españoles (Bethell, 2000), lo que derivó en una creciente animadversión entre ambos grupos, derivando finalmente en la instauración de dos ejes antagonistas al iniciarse la gesta independentista: los realistas y los patriotas, y cuya hegemonía (en distinto grado) ambos grupos impondrán sobre los mestizos, indios, y mulatos. Por otra parte, el marco reflexivo que existía en el país durante los inicios de la independencia agrupaba en un vistoso abanico las diversas posturas que desde Europa y los nacientes Estados Unidos llegaban al continente, a través de los precarios medios de comunicación de la época. A pesar de esto, llegan al continente las ideas reformistas e ilustradas europeas, ratificadas por la revolución norteamericana de 1776 y de la revolución francesa de 1789, en donde se plasmaban los ideales de la libre determinación, de la soberanía, y de la igualdad de los hombres. Más aun, será entre las décadas que median el fin del siglo XVIII y el principio del XIX en donde el mapa europeo se verá convulsamente modificado por el apogeo de las conquistas napoleónicas, cuyos efectos se harán sentir desde la helada estepa rusa hasta las cálidas tierras de la metrópoli española, con el dominio del trono español, que pasa de los Borbón a los Bonaparte. Las ondas de dicho proceso llegarán indistintamente a las costas americanas, expandiendo sus aires de cambio a una población necesitada de nuevos aires políticos, económicos y sociales. Bajo esta última premisa, la gesta independentista podríamos entenderla como un paso desde la hegemonía conservadora española a una hegemonía más liberal y patriota, en busca de consolidar un ideal republicano, centrado en la idea de libertad (Castillo, 2009). Si bien las raíces del proceso podemos rastrearlo como hito a la constitución de la Primera Junta de Gobierno de 1810, la consolidación histórica y social de las elites gobernantes chilenas solo será posible a partir de la instauración de la república autoritaria, en donde se establecerán matrices como el papel de la educación en la formación da la nación, así como la noción del comercio libre para el florecimiento del país. 58 •

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Pero sobre el origen y características de las familias que materializaron dicha transición la historiografía nacional no ha estado de acuerdo, encontrándose opuestas posturas que nos hablan de la construcción de un origen glorioso, en donde se concebía una especie de nobleza local. “Este mito en gran parte ha sido construido y/o transmitido por la historiografía conservadora, especialmente aquella que se escribió durante la primera mitad de este siglo… evocando la imagen de una era dorada en que una aristocracia virtuosa regía los destinos nacionales” (Salazar & Pinto, 1999: 32). Este enfoque se hizo popular entre los años veinte y cincuenta entre los historiadores chilenos, y se relacionaba con la idea de que la élite nacional se había forjado a través de una mixtura de caracteres nacionales entre españoles participantes en la conquista a los que se adicionarían luego la presencia vasca en el país (Salazar & Pinto:1999), creando una suerte de élite digna para el proceso que se avecinaba, pero a partir de argumentos claramente discriminadores y racistas, de tal modo que la idea de una élite nacional creaba una inmediata distinción entre los españoles, y sus descendientes, frente a los mestizos, mulatos e indios. Ideas de Libertad: la valorización de la independencia Desde el inicio del proceso independentista, existió la necesidad de buscar un mecanismo de expresión de las ideas de libertad e independencia: “La república surge en la autoconciencia de los primeros escritos como el régimen destinado a asegurar en el tiempo la preservación de la libertad” (Castillo, 2009:19). Los escritos republicanos del periodo buscarán centrar el discurso en torno a palabras como libertad y virtud, como contrapuestas a corrupción y vicios(Castillo, 2009). Las primeras representan el ideal patriota y republicano mientras que las segundas se asociarán a la existencia del régimen monárquico. Esto implicó la necesidad de poder difundir estas ideas republicanas en el marco de la efervescencia del proceso independentista, desde la perspectiva de lo que Camilo Henríquez (citado en Castillo, 2009:36) señala como la “manifestación de la verdad y la profesión pública y solemne de la opinión de la patria”. Fue así como se estimó la necesidad de adquirir una imprenta para el nuevo periodo que se avecinaba. Concretamente, los planes de adquirir este artilugio se remontan a agosto de 1810, en donde figura como parte del Plan de gobierno que presenta Juan Egaña a la Junta de Gobierno del 18 de septiembre del mismo año (Silva, 1960). Como resultado de esto, y con fecha 11 de noviembre de 1810 se envía un oficio a la Junta de Gobierno de Buenos Aires señalando que: La falta de una imprenta en esta capital, al paso que hace difícil la pronta publicación de aquellas providencias gubernativas que circuladas por todo el Instituto de Investigaciones Antropológicas •

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reino manifestarían con celeridad el celo del gobierno por su beneficio, tiene en la obscuridad y en el silencio muchos papeles y plumas interesantes que podrían ilustrar a la Patria (Silva, 1960:19). Tras varios intentos llega finalmente la imprenta a Valparaíso el 21 de noviembre de 1811, junto con tres técnicos, procedente de Nueva York2. Ya en enero del año siguiente se instala en las dependencias de la Universidad de San Felipe, funcionando bajo la administración de Mateo Arnaldo Hoevel junto con los tres operarios llegados con la máquina. Unos días después el gobierno nombrará a fray Camilo Henríquez como editor jefe de un nuevo periódico, al que se unirían los tres operarios que trabajarían como impresores. Dicho periódico será la Aurora de Chile, publicado desde el 12 de febrero de 1812 hasta el 01 de abril de 1813. Desde sus inicios, el naciente periódico se abocará a la tarea de difundir las ideas del gobierno, a través de una serie de escritos que enfatizaban adaptación de términos que permitiesen generar la diferencia con los realistas. Términos como república y libertad se hacen parte del léxico patriota, y se maceran en la construcción del odio que como virtud debe sentir el ciudadano en oposición a la monarquía y su tiranía (Castillo, 2009). Para Henríquez, el estatus del nuevo hombre republicano se construye como una oposición a la opresión monárquica, por lo que un valor preciso a transmitir es la libertad, pero dicha libertad solo puede coexistir entre iguales. Por tanto, su idea de del cambio revolucionario es el establecimiento de la res pública, cosa pública que solo puede materializarse a través del consenso entre iguales, lo que estaría influenciado por los principios roussianos, de los que Henríquez se nutrió para desarrollar sus ideas libertarias, lo que en varias ocasiones le ocasiono problemas, incluso con el Tribunal del Santo Oficio (Silva, 19603). En uno de sus textos, La Proclama de Quirino Lemachez, nos señala que: Estaba, pues, escrito, ¡oh pueblos!, en los libros de los eternos destinos, que fueseis libres y venturosos por la influencia de una Constitución vigorosa y un código de leyes sabias; que tuvieseis un tiempo, como lo han tenido y tendrán todas las naciones, de esplendor y de grandeza; que ocupaseis un lugar ilustre en la historia del mundo, y que se dijese algún día: la República, la potencia de Chile, la majestad del pueblo chileno. (Silva, 1960:47). lógica:

El religioso apelará constantemente a la filosofía para que sea el tamiz de su

2 Se realizaron varios intentos para conseguir la deseada imprenta, dos de ellos gubernamentales. Finalmente fue gracias a la gestión de Mateo Arnaldo Hoevel, un sueco naturalizado norteamericano que vivía en Chile desde 1805. Él realizó el encargo de la imprenta, la que finalmente vendió al naciente gobierno en la suma de ocho mil pesos de la época (Silva, 1960). 3 De acuerdo con José Toribio Medina, fray Camilo Henríquez habría sido procesado tres veces por el tribunal del Santo Oficio a partir de las denuncias en su contra por la posesión de material de lectura prohibido, como Voltaire y Rousseau. Los procesos concedidos fueron en 1796, en 1802 y en 1809 (Silva, 1960).

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Aristóteles predice las convulsiones de la Grecia; Polibio la disolución del Imperio Romano; Raynal, las revoluciones memorables de toda la América y de toda la Europa. Cuál es el principio de la fuerza y acción de cada gobierno, sus vicios y ventajas, cuál desorden tendrá por término..., todo esto describe Aristóteles. (Silva, 1960:48). Sus textos no solo se remiten a los aspectos más etéreos de los valores revolucionarios. Desliza además críticas certeras en contra del orden establecido, apelando incluso a la propia institución que representa: ¡Qué dicha hubiera sido para el género humano si en vez de perder el tiempo en cuestiones oscuras e inútiles, hubieran los eclesiásticos leído en aquel gran filósofo los derechos del hombre y la necesidad de separar los tres poderes: legislativo, gubernativo y judicial, para conservar la libertad de los pueblos!. (Silva, 1960:48). La obra de Henríquez, tan sucintamente señalada aquí, da cuenta de la influencia de las ideas ilustradas en el proceso independentista, a través de la apelación hacia una transformación que facilitará la transición desde el oscurantismo de la tiranía (monarquía) a la luz republicana. La Visión del Otro en la Independencia: hacia la búsqueda de símbolos incorruptos. Pero el comienzo de una nueva era no solo implicaba el paso del oscurantismo a la luz; se hacía necesario reconstruir el tejido social en función de las nuevas valorizaciones republicanas, que buscaran transformar el antiguo orden colonial de la diferenciación social para poder establecer una nueva base de igualdad sustentada en la ciudadanía. La lucha por la independencia y su idea de la igualdad implicaban en la práctica la destrucción de las barreras sociales que imperaban bajo el dominio colonial, en donde existía una especie de jerarquía de sangre que posicionaba a los peninsulares y criollos en la cima de la pirámide social de la época. Muy por debajo se encontraban los mestizos, seguidos finalmente por los indios, mulatos y negros. Esto se reflejaba en una rígida relación entre origen y cargo desempeñado, el que se plasmaba por ejemplo entre la complicada organización del mando militar4. 4 El ejército regular era controlado por oficiales peninsulares y su tropa compuesta de negros, mulatos e indios leales, mientras que la milicia estaba constituida por oficiales criollos y tropa mestiza, y cuya lealtad era constantemente puesta en duda. En Bethell, 2000.

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De este ordenamiento social interesa principalmente, para este texto, el caso de los indios. Este término, cargado de racismo y discriminación, se concretó como parte de una sostenida política del imperio español en América, que por un lado reconoció varios derechos a los pueblos indígenas, pero en un contexto de dominación sociopolítica. En el caso chileno, la situación fue un poco distinta, dada la belicosidad de los indios mapuches, o araucanos como los denominaban los españoles, quienes pondrán en jaque el dominio español al sur del Biobío, por lo que hizo necesario el uso de estrategias políticas como los parlamentos de modo de establecer una paz más duradera en el territorio. Este constante conflicto será una espina en la colonización española, puesto que la amenaza constante implicaba paralizar el proceso de dominación territorial a la vez que demandaba una ingente cantidad de recursos de la corona para mantener las ciudades y fuertes construidos. Los mapuches de la colonia, serán vistos como entes a dominar, a subyugar al poder de la corona. Eventualmente, con el correr de los siglos, los distintos acercamientos entre españoles y araucanos derivarán no solo en el conflicto armado sostenido, sino que también cada vez más frecuentes intentonas de establecer acuerdos de paz. Ya desde principios del siglo XVII los enfrentamientos se recrudecerán, e incluso la balanza de éxito se inclinará a favor de los mapuches (Bengoa, 2000). Por lo anterior los intentos por tratar de establecer una paz consensuada comienzan a gestarse desde esta temprana fecha, a pesar de que las batallas se suceden. Incluso, existirá un testimonio de esta época, de manos de Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán, soldado español capturado en Las Cangrejeras por las tropas victoriosas de Lientur, y quien escribirá luego el Cautiverio feliz y razón de las guerras dilatadas de Chile, en donde el cautivo transformado por la experiencia de la convivencia con el enemigo escribirá lo que se conoce como el primer relato indigenista de país (citado en Bengoa, 2000:37). Es así como a partir de relatos como La Araucana de Alonso de Ercilla, o el mencionado texto de Pineda y Bascuñán, se contará con herramientas que permitirán la idealización de la figura del mapuche como un modelo a seguir dada su oposición natural a la dominación española, por lo que claramente se convirtió en uno de los símbolos a rescatar en la gesta independentista por parte de los patriotas. Esta apropiación del mapuche para el ideal independentista sirvió para crear – y sostener – la diferencia entre el español y el chileno, entre el realista y el patriota. En 1641 por primera vez se intenta alcanzar un acuerdo entre españoles y mapuches en Quilín, a instancias de los jesuitas quienes serán los organizadores de esta instancia. El principal acuerdo logrado: reconocimiento Real de la independencia de los territorios entre el Bio-Bío y Toltén. A pesar del acuerdo, la paz de Quilín no 62 •

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significó un cambio sustancial, dado que los españoles continuaron cruzando las fronteras por diversos motivos, entre los que destacaba la captura de indios para venderlos como esclavos a los encomenderos de la zona central, a raíz del creciente despoblamiento de mano de obra producto de las guerras con los españoles, y que incluso traspasaron las fronteras nacionales, encontrándose vestigios de ellos en Arequipa, como el caso del beato Ignacio Araucano (Bengoa, 2000). El parlamento realizado el 13 de febrero de 1726 en Negrete, por el Gobernador Cano y Aponte, será el modelo para los sucesivos parlamentos hasta unos años antes de la independencia chilena. En esta instancia se acordaron doce puntos: 1. Los indios deben deponer las armas; 2. Reconocerse vasallos del rey de España; 3. Enemigos de los enemigos de éste; 4. No oponer resistencia al restablecimiento de fuertes al sur del Bío-Bío en caso que la corte lo dispusiese así; 5. Aceptar misioneros en sus tierras, i concurrir a la iglesia los que fueren bautizados; 6. Por cuanto de los conchavos nacen los agravios que han dado motivo en todos los tiempos a los alzamientos por hacerse estos clandestinamente, sin autoridad pública todo en contravención de las leyes que ha favor de los indios deben guardarse, será conveniente que tengan los conchavos libremente, pero reducidos a los tiempos y parajes en que se han de celebrar tres o cuatro ferias al año, concurriendo los indios y españoles tal día, en tal punto, con sus jéneros donde se hallare el cabo (comandante militar) i las personas que nombraren los indios en número igual; 7. Se prohibía el robo de indios del territorio mapuche, se prohibía a los españoles ir a negociar privadamente al interior y otras cláusulas más referidas a la aplicación de la justicia. (Barros Arana citado por Bengoa 2000:39). Es importante señalar que según lo acordado en este parlamento, durante el periodo posterior a la derrota realista en la batalla de Maipú y lo que se conoce como la Guerra a Muerte, los mapuches se enfrentaron contra las tropas patriotas en virtud de honrar lo acordado en dicho tratado (Bengoa, 2000). Por otra parte, la relación entre españoles y mapuches distaba de ser armónica, siendo más bien instrumental, como se denota de la propia visión que entrega el Gobernador Manso de Velasco: Es constante que los indios conserven en sus corazones el nativo i heredado odio a los españoles, considerándolos intrusos en sus tierras, i usurpadores de la libertad i ocio que tanto arman con una gran falta de fe en sus palabras i operaciones, circunstancia que debe hacer en nosotros mayor i más preciso el Instituto de Investigaciones Antropológicas •

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cuidado y vigilancia de conservar esta corta tropa i las pequeñas guarniciones de los fuertes, porque ordinariamente de la confianza es una falible y aparente seguridad, se han originado muchos desgraciados sucesos como los que tanta costa ha experimentado este reino con orgullo i soberbia de los indios… el estraño medio de capitular con estos indios (los parlamentos), siendo vasallos de V.M., llenándolos de dádivas o agasajos, a cuyo fin tiene destinados V.M. 1.500 pesos en cada situado para atraerlos, me ha sido en sumo grado repugnante, porque comprendo es indecoroso al honor de las armas de V.M., i aunque en verdad lo aparece a la vista, es un acto cuasi preciso, según nuestra constitución. I para poder estinguir i quitar de raíz esto que aquí refutan como ley precisa, no encuentra mi desvelo otro medio más eficaz que el que llevo espresado para reducirlos a pueblos i a que viven en política cristiana. (Barros Arana citado por Bengoa, 2000:40). Así, la relación existente era más bien de sostener la paz a través de la adopción de una política de control y de atención constante a quien no era percibido como aliado, sino que más bien como un enemigo latente. A pesar de esto: En la Colonia, el mito ercillano del “indio indómito” sirvió para justificar la guerra y de ese modo, decretar la esclavitud indígena y solicitar recursos para mantener el ejército. Los araucanos fueron el “chivo expiatorio” de un ejército que buscaba legitimar su posición en la sociedad. (Salazar & Pinto, 1999:139). Al llegar la independencia, el enemigo latente de los españoles se transformó en el héroe araucano, encarnizado luchador por su libertad en contra de la Corona. La figura esbelta y noble de sus guerreros estaría en clara sintonía con el pensamiento de la época independentista, representando con su carácter indomable la idea de la libertad e igualdad personificada en aquellos que en la adversidad se unían para derrotar al odiado enemigo español. Así, la antigua imagen del indio que se compartía en la vida social pre independencia ahora pasaba a no existir, para ser visto entonces el indomable mapuche como una especie de modelo a seguir, desde lo simbólico. que representaba lo incorruptible, en sintonía con la ilustrada idea del buen salvaje quien, pese a encontrarse en un estado de inferioridad cultural y tecnológica ni compartir los modos y refinamientos de la vida socialmente aceptada, posee un corazón y alma puros que no capitulaban en defender su libertad, idea que claramente se condecía con los ideales patriotas.

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De Escudo Nacional a las Cartas Pehuenches: la visión patriota de los indígenas. Uno de los símbolos que se puede erigir como muestra de esta identificación es quizás el escudo de la patria vieja, cuya caracterización era la siguiente: Al pie de este lienzo estaba colocado otro de figura ovalada, cuyo centro ocupaba un grande escudo, y en él se veía retratada una robusta columna, en cuya cúspide aparecía un globo, y en su cumbre una lanza y una palma cruzada; sobre todo esto se descubría una radiante estrella encumbrada con alguna distancia. A la siniestra de la columna estaba un gallardo joven vestido de indio, y a la diestra una hermosa mujer con el mismo traje; la inscripción superior decía: Post Tenebras Lux; y la inferior: Aut Consiliis Aut Ense. Ambos lienzos estaban interior y exterior graciosamente iluminados, para que desde lejos pudieran ser vistas y notadas claramente todas sus particularidades, y con mayor cuidado, el nuevo y característico escudo adoptado en la reciente República Chilena. (Martínez, 1848:130). La descripción de Fray Melchor Martínez nos da cuenta de que a ambos lados de la comuna central del escudo aparece la imagen de dos jóvenes vestidos como indios, frase que extraña por no referirse literalmente a indios o araucanos, como se aprecia en el diagrama del escudo. Quizás utilizaba una forma retórica para hacer distancia del objeto observado, y más aun para no dar a los araucanos el crédito de su victoria sobre los españoles. Más aun se puede pensar que la descripción de la joven como hermosa y vestida como india genera una distancia con respecto a decir algo como una bella india o simplemente, una mujer india o araucana. En suma, ambos jóvenes vestidos como indios sostienen armas españolas, que solo avivan la polémica sobre si realmente el escudo contenía indígenas, o bien como sostienen algunos historiadores, en realidad son representaciones de los dioses Marte y Venus respectivamente5. Así las cosas, el periodo independentista va demostrando la visión que se tiene del indígena como víctima del yugo opresor español. Es así como el 16 de julio de 1812, en el número 23 de la Aurora de Chile se publicarán dos artículos: una carta remitida por una sociedad de patriotas, y posteriormente la respuesta del editor. Ambas contenían alusiones al tema de los indios, su situación antes de la independencia, y la nueva valorización que se les daba. 5 Mayores datos sobre la polémica es posible encontrarlas en una discusión en el sitio web de la Corporación de Defensa de la Soberanía, quienes planten que sería José Miguel Barros, miembro de la Academia Chilena de Historia y Geografía, uno de los defensores de dicha teoría. También se debe señalar que gran parte de los historiadores se inclinan por la descripción que hace Fray Melchor Martínez. Para mayores datos visitar: http://www.soberaniachile.cl/historia_mitos_y_errores_sobre_los_simbolos_patrios_chilenos.html#1

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Bajo el amparo de una sociedad de patriotas, la carta que envían da cuenta de la caracterización de los indios de Alto Perú, Quito y el resto de la América bajo el yugo español: “¿Que ha sido el indio sino un vil esclavo, á quien miraban con desprecio, y altanería hasta los negros, y como una bestia de carga, que debía sufrir hasta morir el peso, con que se le quería gravar?” (Aurora de Chile Nº 23, 1812), a lo que agregaban que: Era delito que un indio mirase la cara à un español, y si habla una palabra que no fuese la mas sumisa y humillante, era castigado con azotes, y obligados à besar en el acto las manos de su verdugo. No era respeto, era adoración la que tributaba à sus tiranos : por consiguiente estaba obligada à consagrarles los días, las horas, y aun los minutos, olvidando enteramente las atenciones de su propia conservación, que se miran con preferencia hasta en los pueblos más barbaros y envilecidos. (Aurora de Chile, Nª 23, 1812). Más allá de denunciar la desgraciada vida de los indígenas, el texto refunde las ideas de la ilustración en la figura de la transmutación de lugares y roles, es decir, en la inclusión del otro, este indio por siglos externos a las costumbres de la sociedad colonial, en un hermano: Llamemosnos todos indios desde ahora, para que nuestros hermanos conozcan el digno aprecio que hacemos de ellos; ò si tiene algún inconveniente que yo no puedo comprehender, tráteseles quando sea preciso nombrarlos diciendo: nuestros hermanos los indios. Quando la justicia no nos obligàra á adoptar este ù otro medio de manifestarles las obligaciones en que estamos con ellos, la política debía sugerirnos ideas adequadas á captar la voluntad de unos hombres, que en las actuales circunstancias son y serán siempre ùtiles en la obra de nuestra regeneración política. (Aurora de Chile, Nª 23, 1812)6. Se aprecia aquí la sublimación de los siglos de un orden social continuado y extendido, el que se ha exorcizado gracias a las ideas ilustradas que ven en todo hombre un ser libre, y por tanto, soberano en sus decisiones. Aun así, dejan la salvedad para distintos tipos de distinción, según lo requiera el momento, del indio como hermano, dado que la idea que subyace al texto se plasma en las líneas finales: la necesidad de captar el apoyo de los indios para la lucha de la independencia. Se traspasa entonces la esclavitud española a una especie de negociación sustentada en la lógica para que el indígena contribuya a la liberación del país. El indio ahora deja de ser esclavo dada su utilidad inherente. En este marco, la respuesta del editor a la carta de la sociedad de patriotas 6

Transcritos íntegros, usando la ortografía de la época.

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parece seguir el mismo efecto, es decir, dar cuenta de la precaria situación de los indios para luego enrostrar su utilidad y su valentía. En este caso, el editor hará alusión a la opresión original: Apenas habrà habido una nación mas calumniada, y oprimida, que la de nuestros compatriotas los indios. ¿Se crerà que hubo tiempo en que se dudó de si eran racionales? Sus barbaros opresores los tubieron por brutos porque pagaban à precio excesivo el cristal y otras especies, en si maravillosas, y que tenian el merito de rareza… Los hijos de la America pagaron con la vida, y con la perdida de todos sus derecho la desgraciada opulencia del suelo, en que vieron la luz. (Aurora de Chile, Nª 23, 1812). Es entonces cuando aparece la luz de esperanza en el ideal filosófico, dando cuenta del espíritu de las luces que impregna el sentir patriota: Mas si el amor de la libertad, en sentir de Aristoteles, caracteriza à las almas fuertes, y generosas, y este amor es fecundo en sentimientos nobles y sublimes; ¡quan grande aparece el caracter de nuestros hermanos los indios, que conservaron el amor de la libertad en medio del mayor abatimiento, reducidos à la clase más abyecta de la sociedad, y à la h--z del pueblo! (Aurora de Chile, Nª 23, 1812). Por tanto, los indios son seres libres, que preferirán vencer o morir, tal como debiera ser el espíritu de un patriota: ¿Quién no admira el ardor y la magnanimidad heroica con que combatieron por su libertad de los indios Chilenos? La musa de la historia tomò à su cargo imortalizar sus hazañas; la trompeta de Clio ha pregonado por el universo, y muchos escritores apreciables les rindieron el tributo del elogio, y del honor. Toda la America habia ya doblado la cerviz baxo el yugo; ella miraba con triste silencio condenados sus hijos al trabajo matador de las minas, despojados de sus posesiones, reducidos á la servidumbre: los palacios de sus invasores se elevaban sobre la tumba de sus Incas: solo el duro Araucano rehusa las cadenas, y anteponiendo todos los males posibles á la pérdida de su libertad, y sin intimidarse por la inferioridad è imperfeccion de sus armas, resiste, combate, triunfa à las veces; y quando es vencido ni decae de animo, ni pierde la esperanza de vencer. (Aurora de Chile, Nª 23, 1812). Es entonces el duro araucano un modelo a seguir por los patriotas, dado que su principal valor reside en su carácter de inconquistable, de ser capaz de enfrentarse a los mayores obstáculos en pos de alcanzar su libertad. Son estos elementos, a Instituto de Investigaciones Antropológicas •

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nuestro juicio, que revelan una identificación de la acción patriota, ad portas de la revolución en los incipientes años de la independencia, con la lucha que durante siglos enfrentó a los españoles con los mapuches. Más aun, ya conquistada la independencia, se publican en 1819 las célebres Cartas Pehuenches (Egaña, 1819), considerada como una de las primeras obras literarias del país. Su autor, Juan Egaña, buscaba con las cartas poder generar una especie de reflexión moralista en torno a la figura de crítica a situaciones que socialmente pudiesen atentar en contra la formación valórica de la naciente república. No es sintomático que la toma de conciencia valórica se provea de manos de dos indígenas que, idealizados, versen sobre los acontecimientos nacionales y sus proyecciones. El uno, avecindado en Santiago será el aculturizado, el asimilado, quien será capaz de traducir al otro, su amigo indio que aun se mantiene viviendo en la tierra original. El relato de las cartas se estructura en torno a la figura del testigo privilegiado, que ha sido beneficiado por el acceso a lo moderno, y más aun, amado por aquel que lo mandó a citar por un tema médico. Será en este contexto que el indio hierbatero aprende la vida de la ciudad, maravillado por lo que ve y por el sagaz genio de su anfitrión, quien “se complace en elogiar mis pequeños talentos, y gusta de conducirme a todos los puntos y espectáculos interesantes, acompañando sus explicaciones de excelentes máximas que siempre produce su genio feliz” (Egaña, 1819:2). Así, en el seno de la asimilación, pasará a narrar a su amigo las noticias de la revolución en Chile. Y es en esto en donde se produce, a nuestro juicio, el cierre del círculo, el encuentro de la validez de la causa en la identificación con la propia: La actual revolución de Chile tiene el objeto más justo y necesario que puede interesar un pueblo: es el mismo por el cual nuestra nación sostuvo más de doscientos años de guerra; su libertad e independencia de la tiranía española; y si nosotros sufrimos las atrocidades de Reinoso, Mendoza, Sotomayor, Quiñones, Lazo, etc., ellos a su vez han tolerado la de Marcó, Osorio, San Bruno, Maroto, etc. Después de repetidas vicisitudes en que casi se han cometido todos los errores e inadvertencias de que es capaz el espíritu humano, ya Chile con sus victorias y desengaños se va formando un Estado consistente y respetable, que temen, y aun honran sus enemigos. (Egaña, 1819:4). Hay por tanto una comparación entre el espacio moderno y el espacio primitivo, entre la ciudad y lo rural, entre la civilización y lo indomable. El indio podría ser el epílogo de la validación, de la lucha por la independencia, toda vez que es idealizado como el ejemplo a seguir, lo que contrastará con el trato que se les dará posteriormente. 68 •

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A Modo de Conclusión: La Guerra a Muerte La identificación operada entre el movimiento patriota y la lucha sostenida por los mapuches en contra del invasor español durante más de doscientos años se convirtió en una fértil asociación entre las ideas de la libertad e igualdad emanadas de Europa, y que en Chile se plasmaron a través de los primeros medios de masas, como la Aurora de Chile. La necesidad de contar con símbolos que permitiesen inspirar la justicia de la causa patriota inclina a pensar que la identificación con los araucanos (mapuches) se desplazó desde la otrora indiferencia y esclavitud de la colonia a la exaltación por los años de continua defensa en contra de lo español. Así elementos como el incipiente escudo nacional, o los discursos de intelectuales patriotas como Fray Camilo Henríquez darán cuenta de la necesidad de considerarlos como ejemplo; conseguida ésta, la virtud indígena será usada como una forma de reivindicar el buen camino valórico de la naciente república. Pero a pesar de convertirse en un símbolo, el indígena real pronto pasara a ser nuevamente el extraño, y más aún, el nuevo enemigo. Lo paradójico que serán aquellas mismas virtudes ensalzadas en ellos, como la autodeterminación y su carácter libre, las que son entendidas como irracionales, dado que a partir de 1819 a 1821 se desarrolla la Guerra a Muerte, últimos estertores de los realistas en Chile, pero que contaron con el grueso apoyo de los mapuches, toda vez que honraban su palabra empeñada en los parlamentos de Negrete7. De esto podría desprenderse que el símbolo incorrupto del indio ha traicionado a la república, y por tanto, la historia dará cuenta de los sucesivos procesos de asimilación de las comunidades indígenas, por la fuerza de las armas, proceso que el 19088, casi en el centenario de la independencia, aun se mantenía el proceso de aculturación forzada del indio que una vez fuese la inspiración de la independencia.

7 El punto donde se establece que los mapuches se comprometen a ser aliados del Rey, enemigos de los enemigos de este, fue de mucha importancia, ya que será invocado por los oficiales realistas después de la batalla de Maipú, para que los mapuches luchen contra los criollos que se han levantado contra el Rey. Los mapuches se sentirán obligados por los tratados aprobados en los parlamentos, y pelearán contra los chilenos en la llamada guerra a muerte(Bengoa, 2000, p. 39)Bengoa, 2000, p. 39 8 El punto donde se establece que los mapuches se comprometen a ser aliados del Rey, enemigos de los enemigos de este, fue de mucha importancia, ya que será invocado por los oficiales realistas después de la batalla de Maipú, para que los mapuches luchen contra los criollos que se han levantado contra el Rey. Los mapuches se sentirán obligados por los tratados aprobados en los parlamentos, y pelearán contra los chilenos en la llamada guerra a muerte(Bengoa, 2000, p. 39)Bengoa, 2000, p. 39

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