El año de la(s) reforma(s) política(s) [El Estadista]

June 7, 2017 | Autor: J. Ruiz Nicolini | Categoría: Political Parties, Argentina, Electoral Systems, Elections, Electoral Reform, Governance Reforms
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Descripción

El año de la(s) reforma(s) política(s) Publicado el 26 febrero, 2016 (Columna de Juan Pablo Ruiz Nicolini)

Si el 2015 se caracterizó por un intenso calendario electoral, este año bien podría ser el año de las reformas político electorales. Más allá del intenso (y necesario) debate sobre las distintas aristas y detalles de las propuestas en curso, pretendo en estas líneas resaltar la naturaleza (endóngena) de las reformas. En el corto tiempo desde la asunción de Macri, la reforma política - una de las promesas de campañacomenzó a ocupar espacio en el debate público y la gestión del nuevo gobierno. Parte de esas promesas nacieron al calor de la(s) campaña(s) electoral(es) de 2015 y marcan la agenda de trabajo explicitada recientemente por el flamante secretario de Asuntos Políticos y Fortalecimiento Institucional, Adrián Pérez, en una entrevista con El Estadista. Los ejes centrales serían: el sistema de votación, el calendario electoral y la autoridad de aplicación. Todos son temas relevantes y atendibles, sobre los cuáles ya ha empezado la necesaria discusión. Así, por ejemplo, María Esperanza Casullo ha resaltado la relevancia de la cuestión federal a la hora de discutir algunos de estos temas; como sucede con la ley de Coparticipación Federal, por ejemplo, “el federalismo argentino opera como un factor que releniza, obstaculiza y obliga a consensuar los intentos de reforma con múltiples actores”i. Marcelo Leiras, en el mismo sentido, especificó que los incentivos de quienes gobiernan distritos subancionales - que pueden encontrar en la administración del calendario una herramienta para administrar sus propias chances electorales- podrían apuntar en el sentido contrario de lo que la reforma pretende y señaló la necesidad de observar la “letra chica” de las reformas para evaluar su calidadii. Federico Moughty y Diego Reynoso discutieron en Bastión Digitaliii algunas impicancias de la organización del calendario de elecciones (internas, generales y balotajes, en distintos niveles de gobierno para múltiples categorías) presentando distintos escenarios y efectos de la unión o desacople de las fechas. Así, por ejempo, señalan que “si se opta por un camino de convergencia/simultaneidad tendríamos un número menor de elecciones, las campañas serían más cortas, la capacidad de control partidario mayor (caeteris paribus que existan partidos), pero el voto en sí se vuelve una decisión política compleja con un elevado costo de información dada la cantidad de categorías y, especialmente en las PASO, dada la multiplicidad de ofertas electorales”. Sobre los efectos del calendario sobre las estrategias de alianza escribieron Paula Clerici y Facundo Cruziv. Los autores sostienen que las elecciones “pegadas” incentivan coaliciones más congruentes en las distintas arenas en las que se compite; y evidencian que, mientras entre 1983 y 1993 “casi la totalidad de las elecciones provinciales se realizaron de manera simultánea con el calendario electoral nacional”, a partir de 1995 cada vez más oficialismos provinciales hicieron uso estratégico del manejo del calendario para evitar efectos de arrastre de las elecciones nacionales. Por otro lado, Facundo Galván presentó algunos puntos salientes sobre los sistemas de votación y

sostiene que el abandono del sistema vigente es “un reclamo de toda la ciudadanía” tras lo acontencido en Tucumán en 2015v. Sobre esto tengo una mirada distinta; poco tiene que ver la propuesta de reforma nacional con las elecciones locales en la provincia: creo que el centro del conflicto debe rastrearse más en la oferta electoral (la posibilidad de presentar acoples o colectoras y bajas restricciones para la creación de sellos partidarios) que en el sistema utilizado para sufragar. Sobre el modo de votación también se expidieron Julia Pomares y María Page (del programa de Instituciones Política de CIPPEC), quienes resaltan la relevancia de los diseños de las distintas formas de votar y sus posibles efectos sobre el comportamiento electoralvi; abordan, además, temas como la falta de representatividad y equidad en los procesos electorales. La tecnología con la que se emite el voto puede solucionar algunos inconvenientes (el faltante de boletas) pero puede agregar otros (la dificultad del control ciudadano sobre procesos informaticos). Leiras refiere también sobre ese asunto y propone pensar más allá todavía: “Asegurar que toda la información esté disponible, sea en una boleta única o en una pantalla, no resuelve el problema de cómo se presenta esa información (...) Las variantes son muchísimas. Sabemos que todas ellas tienen un efecto potencial sobre los resultados pero no tenemos certeza sobre la magnitud de todos esos efectos (...)” Además “hay un límite a la inteligibilidad de la información electoral que es político, y no tecnológico. Deriva de la frecuencia con la que los partidos argentinos hacen alianzas cruzadas, presentan listas colectoras, acoples, lemas y otras variantes raras que esconden una variedad inabarcable de listas ignotas atrás de candidaturas de gente conocida”. Respecto del tercer eje, que refiere a una modificación de la autoridad de aplicación electoral, Alejandro Tullio sostuvo que el reemplazante de la actual Dirección Nacional Electoral debería ser un ente autónomo y autárquico en la orbita del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) dado que “una agencia independiente no encuentra cabida en nuestro modelo constitucional y habría que reformar la Constitución para darle esa naturaleza”; esta debería recibir del PEN instrucciones generales y “ser capaz de actuar en distintas jurisdicciones y niveles aplicando distintas normas, para distintas administraciones”vii. Llamó además a tener en cuenta la centralidad de los electores (como un único cuerpo electoral, que participa en múltiples sistemas políticos) en el proceso de reformaviii: “el común denominador de la cuestión electoral no es el Estado, como en otras materias, sino el ciudadano, y es a sus impresiones y expectativas a las que hay que dar respuesta. Ello nos enfrenta con límites a la capacidad federal (del Gobierno, del Congreso o la Justicia) de dar respuestas, especialmente después de un año en que la mayoría de los conflictos, reales o no, fueron invocados en elecciones provinciales en los que las autoridades federales no tienen participación”. Lo anterior no agota los temas a discutir; muchos etcéteras, que incluyen cuestiones de género, voto joven, financiamiento de camapañas, registros de partidos políticos, alianzas electorales, reelecciones, y colectoras, por ejemplo, pueden sumarse al debate. En lo que sigue quiero, sin embargo, detenerme en un punto anterior a estas propuestas y discusiones: ¿cuáles son los motivos políticos detrás de este tipo de iniciativas? Reformas endógenas Hace algunos días, en una columna en La Naciónix, Gabriel Palumbo destacó la convocatoria del gobierno nacional para el proceso de reforma y no dudó en señalar que la actitud del gobierno es una “rareza saludable”, cuya presentación caracteriza como “oportuna y honesta”. De manera análoga, puede entenderse que los funcianorios encargados de promover determinadas políticas públicas busquen presentarlas como “neutrales”; que están pensadas y diseñadas para el

bienestar de “la gente”; un “bien común” abstracto, aislado de intereses políticos partidarios. Pero, desde una óptica diferente, buena parte del debate politológico se ha concentrado en discutir las condiciones bajo las cuales los actores políticos deciden cambiar las reglas. Esto es definido por Marcelo Escolar y Ernesto Calvo como reformas endógenasx: “cuando los partidos deciden cambiar las reglas electorales buscan implementar reglas que en el mejor de los casos los favorecen, y en el peor no los desfavorecen (...) Los actores políticos desarrollan preferencias por ciertas reglas en detrimiento de otras porque anticipan que, dados los resultados electorales esperados en la siguiente elección (ser mayoría, ser monoría, tener el voto concentrado regionalmente, etc), la asignación de bancas les será más o menos favorable ”. En linea con esta persepectiva Carlos Varetto caracterizó este dark side de las últimas dos grandes reformas en Aregntinaxi: la nacida con el Pacto de Olivos en 1994 (con reparto de premios para el PJ – reelección y balotaje atenuado- y la UCR – tercer senador por la minoría) y la Ley de Democratización de 2009 (con el objeto de coordinar la interna partidaria y evitar fugas luego de la derrota K en 2009) . Se entiende, por lo ya expuesto, que Adrián Pérez no explicite los objetivos políticos del partido de gobierno. Algo similar puede decirse de sus pares en las buenosaires (Gustavo Gonzalez en la provinciaxii y Hernán Charosky en la ciudadxiii), también entrevistados para esta revista. Sin embargo, y parafraseando una columna de Julio Burdman en el Herald, podemos entender que el proyecto del PRO tiene intereses particulares con la reforma: “going national”xiv. En algún sentido, lo que subyace detrás de las propuestas de reforma del gobierno es un interés por mitigar su debilidad relativa en las “provincias perisféricas”, dominadas mayoritariamente por el peronismo. La(s) oposición(es) seguramente tendrá(n) una matriz de preferencias divergente a la del gobierno. La negociación política entre ellos determinará qué modificaciones podrán implementarse en la nueva legislación nacional y de qué manera los sistemas políticos locales se adaptan (o no) a estas reformas (porque, como bien señala Tullio “hay que tener presente que en nuestro país coexisten veinticino sistemas jurídicos y autoridades electorales diferenciados”). Las nuevas normas favorecerán presumiblemente a unos y perjudicarán a otros en el corto plazo; es la política la encargada de resolver de qué manera se establecerán esos nuevos equilibrios y si éllos pueden mejorar algunos de los déficits existentes. Aunque, como sostiene Casullo, “en el mejor de los casos las reformas electorales que se apliquen exclusivamente sobre las elecciones nacionales tenderán, en cierto sentido, a mejorar lo que ya es bueno, dado que ellas se han realizado de manera razonablemente adecuada desde 1983 hasta hoy. El nudo de la cuestión son los sistemas electorales provinciales”.

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“La reforma poítica y el federalismo”, El Estadista, http://elestadista.com.ar/?p=9767

ii

“Las claves de la reforma”, El Estadista, http://elestadista.com.ar/?p=9802

iii “Elijamos como elegir”, Bastión Digital, http://ar.bastiondigital.com/notas/elijamos-como-elegir iv “Los efectos de la reforma del calendario”, El Estadista, www.elestadista.com.ar/?p=9845 v

“Pensar los cambios”, El Estadista, http://elestadista.com.ar/?p=9753

vi “No da lo mismo: sobre el diseño de los instrumentos de votación y la equidad electoral” , CIPPEC, http://cippec.org/oear/novedades/no-da-lo-mismo-sobre-el-diseno-de-los-instrumentos-de-votacion-y-la-equidadelectoral/ vii Entrevista a Alejandro Tullio en Elecciones Aregntinas, http://www.argentinaelections.com/2016/01/tullio-hay-querevisar-y-sincerar-los-sistemas-de-votacion/ viii “Una reforma orientada por el ciudadano”; El Estadista, http://elestadista.com.ar/?p=9744 ix “En busca de la adultez democrática”, La Nación, www.lanacion.com.ar/1867648-en-busca-de-la-adultez-democratica x

“Un sistema electoral para la democracia”, Siglo XXI, http://www.sigloxxieditores.com.ar/fichaLibro.php?libro=978987-629-529-1 xi “Una reforma para un sistema con deficit de partidos”, Bastión Digital, http://ar.bastiondigital.com/notas/una-reformapara-un-sistema-con-deficit-de-partidos xii Entrevista a Gustavo González en El Estadista, http://elestadista.com.ar/?p=9781 xiii Entrevista a Hernán Charsoky en El Estadista, http://elestadista.com.ar/?p=9777 xiv “PRO goes national”, Buenos Aires Hreald, http://buenosairesherald.com/article/208457/pro-goes-national

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