El antihéroe cristiano en el mundo del Hobbit

September 30, 2017 | Autor: F. Rubio Hípola | Categoría: J. R. R. Tolkien, Literatura, The Hobbit, Literatura inglesa, Providencia Divina, Literatura siglo XX
Share Embed


Descripción

El antihéroe cristiano y el papel de la Providencia en el mundo del Hobbit.
Francisco Javier Rubio Hípola, L.C.

En una entrevista concedida a Zenit el 19 de noviembre de 2001, el escritor estadounidense experto en la obra de Tolkien, Joseph Pearce, aseguraba: "los valores que surgen en «El Señor de los Anillos» son valores que manan del Evangelio. En la caracterización del hobbit, el más improbable de los héroes, vemos la exaltación de la humildad". Y no cabe la menor duda de que esa es precisamente una de las notas distintivas de la épica tolkieniana: la improbabilidad del papel que desempeñan los hobbits a lo largo de la saga.

No es fácil encontrar algo similar en el largo camino que ha recorrido la literatura épica a lo largo de la historia. Tanto en las grandes epopeyas de la antigüedad como en los cantares de gesta medievales, el papel protagónico lo asumen hombres capaces de acometer casi impunemente hazañas heroicas. De hecho el heroísmo no estriba propiamente en la mayor o menor capacidad del personaje sino en el hecho de que, efectivamente, pone esas capacidades al servicio de la misión y logra coronarla con el éxito. Pero las cualidades son evidentes: ahí se encuentran Aquiles, Eneas, Rolando, Sigfrido, el Amadís de Gaula, Lanzarote del Lago… incluso en los héroes épicos de la cultura popular actual se advierte el mismo patrón "heroico" en las personalidades de Superman, Batman y demás.

Cabe señalar, por supuesto, que también en ellos se presenta el valor de la humildad, normalmente revestido de una cualidad más específica como la modestia o la sencillez de costumbres. Algunos héroes en cambio son patentemente soberbios. Y sin embargo raramente se enfoca la humildad como la virtud que, precisamente, los convierta en héroes o los eleve en los rangos del heroísmo legendario. Parece que se corre el riesgo de diluir el rasgo heroico en una posible malentendida humildad. La centralidad del valor heroico prima sobre lo demás.

Se trata quizá de un reflejo de ese humanismo griego del que la cultura occidental actual es heredera. Ese humanismo antropocéntrico y perfeccionista, de alguna forma consciente de su trascendencia, que, en la búsqueda de armonía en las formas, llegó a presentar dos ideales estéticos de gran importancia: "la belleza y la bondad" y el binomio "dioses más humanos, hombres más divinos".

Durante la última etapa del Renacimiento y hasta bien entrado el siglo XIX la literatura épica perdió gran parte de su importancia y de su desarrollo. Entre los ingredientes que lo hicieron renacer con gran esplendor de forma especial en la primera mitad del siglo XX se encuentran sin duda el movimiento artístico romántico, la situación cultural de entreguerras y un movimiento intelectual que se alzó contra el racionalismo historicista y cuestionador del siglo decimonónico reivindicando el papel fundamental de los mitos, especialmente en el ámbito teológico cristiano.

El principal exponente de este renacer es el sudafricano John Ronald Reuel Tolkien. Pero es un renacer con tintes nuevos. Se trata del nacimiento de un mito fantástico, pero no fantasioso. Alejado del realismo, pero de alguna forma "real". Un renacer que cuestiona no sólo la épica tradicional, sino incluso los fundamentos antropológicos de la misma. No se trata de una ruptura, sino de una conversación dialéctica entre los ideales de la épica clásica, los olvidados mitos nórdicos, un profundo cariño por el concepto medieval de "la pequeña Inglaterra" y una profunda espiritualidad católica.

Y resultado de esta dialéctica surge un nuevo concepto de protagonista: el hobbit. Un hobbit no es un héroe. En palabras de Gandalf el gris:

Hobbits really are amazing creatures, as I have said before. You can learn all that there is to know about their ways in a month, and yet after a hundred years they can still surprise you at a pinch. (The Lord of the Rings, vol. 1, Book 1, Ch.2, The Shadow of the past).

Son criaturas sencillas –basta un mes para conocerlas-, de pocas cualidades físicas, sin poderes especiales o grandes virtudes. Y a estos hobbits es a quienes Tolkien toma de la mano para subirlos a un estrado heroico en el que ni siquiera sabrán mantener el equilibrio. En efecto, una y otra vez fracasan y es algo inesperado lo que los ayuda a seguir adelante, independientemente de su pequeñez o de su inadecuación para cumplir la tarea encomendada. Dicho de otra forma: un héroe épico está construido con las bases de una perfección humana necesaria para cumplir su misión dentro del ciclo épico. No sucede así con los hobbits. De hecho, los hobbits –ambos protagonistas: Bilbo en el libro de "el Hobbit" y su sobrino Frodo en "el Señor de los Anillos"- fracasan.

Bilbo, contratado como gran saqueador, apenas consigue robar una copa de oro del tesoro del dragón Smaug. Y en la batalla final entre hombres, enanos y elfos contra los trasgos y los huargos, se esconde en la invisibilidad del anillo y apenas logra herir a unos confusos trasgos, cuando recibe una pedrada en la cabeza y pierde la consciencia hasta el final de la batalla. Incluso él mismo termina diciéndose entre lágrimas:

You are a fool, Bilbo Baggis, and you made a great mess of that business with the stone; and there was a battle in spite of all your efforts to buy peace and quiet, but I suppose you can hardly be blamed for that. (The Hobbit, Ch. 18, The return journey).

Y Frodo, en el momento culminante del tercer tomo de "el Señor de los Anillos", cuando se encuentra en la grieta del Monte del Destino y solo le falta arrojar el anillo al fuego para acabar con todo, resulta ser incapaz. De algún modo parece que los hobbits no están "diseñados" para dar el ancho, para ser autosuficientes, para asumir el papel de héroes. Se acercan bastante más a una especie de "antihéroe": están hechos de tal forma que no parecen poseer ninguna de las características propias del heroísmo, hasta el punto de que fracasan en su misión original.

Cabe preguntarse por qué recurrió Tolkien a estos pequeños hobbits para llenar el inmenso espacio del papel protagónico que se dibuja entre los hilos conductores de su obra. ¿Por qué antihéroes y no héroes? ¿Por qué los sencillos hobbits y no un rey guerrero como Aragorn, o Theoden, o un elfo que reúne todas las perfecciones físicas, o un mago de gran poder como Gandalf? ¿Por qué los hobbits?

Hay tres textos que pueden arrojar algo de luz en este problema.

El primero se encuentra en una de las cartas que Tolkien dirigió a su editor, Rayner Unwin:

The stories of Middle-earth are "about the achievements of specially graced and gifted individuals, I would say, if saying such things did not spoil what it tries to make explicit, «by ordained individuals, inspired and guided by an Emissary to ends beyond their individual education and enlargement.» This is clear in The Lord of the Rings; but it is present, if veiled, in The Hobbit from the beginning, and is alluded to in Gandalf's last words" («You don't really suppose, do you, that all your adventures and escapes were managed by mere luck, just for your sole benefit?»)

Los personajes de la Tierra Media son en efecto, agraciados, inspirados y guiados hacia fines superiores a su educación y capacidades personales. Pero en ese caso cabe preguntarse quién es el que los inspira y los guía… ese "Emisario" o "Mensajero" con mayúscula al que se refiere Tolkien. Resulta obvio que no se trata de él mismo o de un personaje concreto de la obra –quizá Gandalf-, ya que él mismo es uno de los personajes a los que se refiere el texto.

Hay Alguien más –con mayúscula- que se asoma detrás de esta alusión de Tolkien. Alguien que planifica, que guía, que inspira, que dirige hacia fines superiores a las capacidades propias de los personajes. Alguien que sin estar presente, los acompaña en todo momento.

Y llama también la atención que las palabras de Gandalf a las que se refiere Tolkien expresamente al final del texto, excluyen de forma tajante cualquier forma de suerte o de beneficio personal.

El segundo texto que puede arrojar alguna clave en esta paradoja se encuentra en un diálogo entre Gandalf y Frodo en uno de los primeros capítulos de "el Señor de los Anillos"

There was something else at work, beyond any design of the Ring-maker. I can put it no plainer than by saying that Bilbo was meant to find the Ring, and not by his maker. In which case you also were meant to have it. And that may be an encouraging thought. (The Lord of the Rings, vol.1, Book 1, Ch.2, The Shadow of the past).

Se trata de una pista que, de alguna forma, recoge y complete la anterior: Sauron, el señor del mal, ha creado junto con los elfos orfebres de Eregion los anillos para dominar las fuerzas de la naturaleza y los reparte entre hombres, enanos y elfos. Pero él creó otro anillo para dominarlos a todos y atarlos a la oscuridad. Los hombres sucumbieron, arrastrados por sus ambiciones. La codicia perdió a los enanos, a pesar de que, por su testarudez lograron sobrevivir algo más. Pero los anillos de los elfos fueron preservados de la influencia del anillo único. Y fueron los únicos anillos que hicieron la función para la que fueron creados originalmente. Cuando en la batalla de la alianza entre Elendil y Gil-Galaad cayó Sauron, Isildur, rey de los hombres, hijo de Elendil, guardó en anillo consigo pero lo perdió en los Campos Gladios. Después de muchos años fue a parar en las manos de Góllum y, por un azar –relatado en el libro del Hobbit- llegó al bolsillo de Bilbo.

No un azar. A eso se refiere precisamente Gandalf. Tampoco ha sido el Sauron el que lo ha decidido así. Es más, el desarrollo de los acontecimientos ha dejado perplejos a los más grandes sabios. Pero de alguna forma existe una orden que ata inextricablemente los destinos de tío y sobrino con la destrucción del anillo.

La tercera pista, sino termina de aclarar el problema, sí lo define y lo eleva a un nivel personal. Se trata de una frase del discurso introductorio de Elrond al Concilio de todos los pueblos libres de la Tierra Media:

That is the purpose for which you are called hither. Called, I say, though I have not called you to me, strangers form distant lands. You have come and are here met, in this very nick of time, by chance as it may seem. Yet it is not so. Believe rather that is so ordered that we, who sit here and none others, must now find counsel for the peril of the world. (The Lord of the Rings, vol.1, Book 2, Ch. 2, The council of Elrond).

Elrond no habla de "destino", sino de "llamado". Incluso advierte que todo puede parecer casualidad, pero que no es así. Y pide a los allí presentes que crean que ha sido ordenado que precisamente ellos y en ese lugar específico se unan para encontrar el camino para salvar el mundo.

A lo largo de estos tres fragmentos se va asomando cada vez más sólida, más real, una presencia que ordena, que guía, que inspira, que le da a cada uno su misión –independientemente de su mayor o peor preparación, que llama. Es una presencia inteligente. Un Alguien, más que un algo. Es más, un Alguien, a quien no le son indiferentes los detalles: cada persona, cada rostro, cada lugar, cada espacio… todo ocupa un lugar principal en su obra y no hay nada fuera de lugar.

No parece difícil establecer un paralelismo entre estos textos y la imagen que Tolkien nos presenta al inicio de su obra final, el Silmarillion: Eru, el Único, entretejiendo con los cantos de los Valar –incluso con los tonos discordantes- la música culminante de la Creación.

Y ese es en el fondo el secreto de la gran paradoja del antiheroísmo de los hobbits: que detrás de la nota discordante, detrás de la imposibilidad humana, se encuentra la armonía omnipotente de la Providencia. La divina Providencia, que se ríe de las expectativas humanas y toma a sus protagonistas de entre lo necio del mundo para confundir a los sabios. La humildad de los hobbits se reviste, en este sentido, de una importancia fundamental: sólo una persona que ha asimilado profundamente el valor de la humildad sustancial puede prestarse totalmente a los designios de esta Providencia redentora. Y Tolkien quiere dejar completamente claro que se trata de esto cuando en el fracaso de los hobbits se manifiesta el triunfo de la Providencia. O dicho de otra forma, el autor busca a dos protagonistas cuyas capacidades heroicas no brillen para que a través de su aparente inutilidad pueda brillar la divina Providencia en todo su esplendor.

Una Providencia que no se limita a aparecer en el antiheroísmo de los protagonistas. De hecho, la obra se encuentra de alguna forma enteramente guiada por esa fuerza inexplicable que hace, por ejemplo, que en la batalla de la defensa de Minas Tirith, sople un viento del oeste que barre las nubes haciendo que el campo de batalla se inunde de luz, favoreciendo la carga de los jinetes de Rohan. El mismo viento, que, de hecho, empuja el velamen de los barcos en los que llega Aragorn remontando el río Anduin con los refuerzos necesarios para decidir la victoria a favor de los hombres.

Otro ejemplo de la acción de la Providencia se manifiesta, también, en la misericordia de Bilbo. El hobbit, que pudo haber matado a Góllum, inexplicablemente decidió no hacerlo. La misericordia frenó su mano. Y fue ese acto de misericordia de alguna forma ilógico el que desencadenó la destrucción del anillo. Así lo explica maravillosamente Gandalf, en ese magnífico diálogo que mantiene con Frodo en el capítulo de la Sombra del pasado, en el primer libro:

-(…) What a pity that Bilbo did not stab that vile creature, when he had a chance!
-Pity? It was Pity that stayed his hand. Pity, and Mercy: not to strike without need. And he has been well rewarded, Frodo. Be sure that he took so little hurt from the evil, and escaped in the end, because he began his ownership of the Ring so. With Pity.
-I am sorry, -said Frodo. –But I am frightened; and I do not feel any pity for Gollum.
-You have not seen him, -Gandalf broke in.
-No, and I don't want to (…). He deserves death.
-Deserves it! I daresay he does. Many that live deserve death. And some that die deserve life. Can you give it to them? Then do not be too eager to deal out death in judgment. For even the very wise cannot see all ends. I have not much hope that Gollum can be cured before he dies, but there is a chance of it. And he is bound up with the fate of the Ring. My heart tells me that he has some part to play yet, for good or ill, before the end; and when that comes, the pity of Bilbo may rule the fate of many. (The Lord of the Rings, vol.1, Book 1, Ch.2, The Shadow of the past).

En efecto, como se ve más tarde, la misericordia de Bilbo fue la que permitió que el anillo fuese destruido. De ese modo, gracias a que tanto Bilbo como Frodo supieron desempeñar su papel de antihéroes fue por lo que la Providencia pudo actuar y salvar el mundo.

Tolkien nos presenta de esta forma un modelo antropológico nacido directamente del concepto cristiano de providencialidad y humildad. Lo que en absoluto resta importancia al esfuerzo humano por lograr sus objetivos, por alcanzar su misión en la vida. Se trata, más bien, de un diálogo entre ambos elementos. No podemos olvidar el tremendo esfuerzo que supuso para los personajes del libro el hacer todo lo posible por hacer que el bien volviera a reinar en el mundo, independientemente de su éxito o su fracaso.

Un modelo antropológico enriquecido con las paradojas del cristianismo, cuyo Héroe nació en la humildad del portal de Belén, luchó hasta el último minuto de su vida por cumplir su misión y murió fracasado con la más humillante de las muertes. Y todo eso fue necesario para que Dios, resucitando de entre los muertos, en su misteriosa Providencia, pudiera salvar al mundo.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.