El Amadís de Gaula y la materia bretona o ciclo artúrico

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El Amadís de Gaula y la materia bretona o ciclo artúrico

Kristian Pérez Zurutuza.



Introducción

Es frecuente que el público lector se muestre entusiasmado por un género
que ha poblado la literatura europea desde el siglo XII hasta el XVII. Sus
manifestaciones son abundantes y muy conocidas: Arturo, Lanzarote, Tristán,
Merlín o Amadís. Este análisis no se hace desde una perspectiva propia de
la crítica literaria, sino que se hace desde una visión de literatura
comparada, debido a su naturaleza interdisciplinar.
Este estudio no sólo se centra en las diferencias y semejanzas que
ofrecen ambas manifestaciones literarias, como son el Amadís y los ciclos
artúricos, o materia artúrica, bien poco importa cómo sea denominada; sino
que pretende ofrecer una vía (demasiado general quizás, por motivos de
extensión) de acercamiento al género desde el punto de vista de la
literatura comparada.

1. Orígenes de la materia caballeresca.

Un sector de la críica, entre los que se incluyen M. Menéndez Pelayo y
Martín de Riquer, afirma que la primera novela de caballerías
originariamente española es el Libro del cavallero de Dios o El cavallero
Zifar; así, la aparición del Amadís de Gaula supondría la adaptación y
nacionalización de la caballería literaria que se estaba desarrollando en
la literatura europea desde la Edad Media.
El estudio del origen de las novelas de caballerías que triunfa en
nuestro país durante el siglo XVI es uno de los apartados más interesantes
y complejos que encontramos en las letras hispánicas. Ello se debe,
primero, en que sus fuentes son variadas en referencia a su naturaleza
histórico-literaria. Por otro lado, este género fue muy aceptado en España,
hecho inexplicable si no se tiene en cuenta previamente de dónde viene esta
extensa y profusa materia que de tal manera cautivó al hombre renacentista.

1. Orígenes franceses: la materia bretona.
En la larga cadena que nos conduce hasta la novela de caballerías, el punto
de partida es el roman, género que se desarrolla en Francia a partir del
siglo XII. El roman es un tipo de composición variable que en sus inicios
aparece en verso, concretamente en pareados octosilábicos (correspondientes
al eneasílabo hispánico), con rima consonante. Sus autores son
evidentemente cultos: conocedores del latín y versados en la cultura
clásica.
El primer problema es el propio vocablo, ya que roman significa
"narración larga", frente a nouvelle, que significa "narración corta".
Dicha distinción se mantenía en la romance y novel del inglés, y entre
romanza y novella del italiano; pero en castellano roman carece de
traducción exacta. Así pues, el castellano acude a la palabra libro para
designar a dichas narraciones: libros de caballerías, aun manteniendo una
vaguedad apreciable en cuanto a su designación.
Los romans franceses del siglo XII que influyeron en la configuración
del entramado literario de caballerías se dividieron en dos grupos: los de
materia antigua y los de materia histórica.
Los primeros surgen en el panorama literario medieval por el interés
que aparece en el siglo XII por el mundo clásico griego y romano. Los
medievales buscan a Ovidio como modelo para sus obras. Aquí surgirán tres
obras inspiradas en la Antigüedad, Roman de Thèbes, Roman de Troie y Roman
de Eneas. En ellos se muestra el ambiente caballeresco, a la vez que
inciden el mundo maravilloso y cortesano. Además, estos tres aparecen
versificados de manera especial, ya que aparecen octosilabazos, lo cual
indica que su destino era ser escuchados, más que ser leídos.
Por otro lado, aparece una adaptación de la Eneida de Virgilio, que
aparece en Francia entre 1150 y 1160, cuyo autor nos es desconocido. Dicha
adaptación forma la obra Roman de Eneas, en la que predominan los temas del
amor y la aventura. Hacia 1150, otro autos ciertamente culto traduce la
Tebaida, poema épico de Estacio compuesto por hexámetros, que se traducen a
unos diez mil versos franceses. El amor se trata como en el Ars Amandi
ovidiano, reduciendo a su vez los elementos mitológicos a favor de una
ampliación de las batallas.
Por último, en 1165 se completa la tríada con la obra de Benoit de
Saint Maure: Roman de Troie, compuesto por treinta mil versos octosílabos
pareados. Basado en la guerra de Troya, gozará de un gran éxito en la Edad
Media.
Junto a los romans de materia antigua previamente mencionados están
los de materia histórica. En 1136 Geoffrey de Monmouth, bretón residente en
Oxford y obispo de San Asaph, compone Historia regum Britanniae. Esta obra
abarca la historia de los monarcas británicos desde el conquistador Bruto
hasta los sucesores del rey Arturo. Este último es en la tradición bretona
el rey mítico de Bretaña, junto a (desde luego por encima de) figuras como
Ricardo Corazón de León. Hay un material literario en torno a Arturo,
escrito en galés hacia el siglo IV. Merlín, que pertenece a la tradición
celta, aparece como un mago y profeta semidiabólico que se encarga de la
educación del joven Arturo. Monmouth fue un escritor culto, conocedor de
leyendas celtas que en torno a la figura de Arturo habían difundido los
juglares bretones. Monmouth convirtió dichas leyendas y a su personaje en
historia, ya que su obra se presentaba como una crónica de la aparición del
mago Merlín.
La historicidad pretendida por Monmouth le lleva a afirmar que su
obra es la traducción de un antiquísimo libro bretón. Su intención no es
otra que la de dar a su pueblo un pasado victorioso lleno de gloria que
realzara los valores bretones.
La obra de Monmouth adquiere tal relevancia que además de convertirse
en un manual de historia, produce en 1155 una obra clave: Roman du Brut,
del clérigo normando Wace. Ésta es una traducción de la obra de Monmouth en
octosílabos pareados, pero tiene una adición importante al mito artúrico:
la Mesa Redonda, de la cual Monmouth no había hablado, y en la cual el rey
y sus caballeros mostraban su igualdad.
La obra de Wace puede considerarse una adaptación literaria, ya que
todo en ella es ficción, aunque critica los juglares narrativos (conteur)
por haber falseado las leyendas acerca de Arturo con sus exageraciones.
Tanto los romans de materia antigua como histórica fueron claves para
dar forma al mito de Arturo, pero es otro autor el que resulta decisivo
para la evolución de la literatura caballeresca: Chrétien de Troyes. Él
será quien tomando toda la materia anterior y adaptándola a su momento
histórico, compone un conjunto de narraciones más extensas que pueden ser
consideradas como los primeros romances caballerescos.
Se cree que la obra de Wace Roman du Brut estaba dedicada a la madre
de las mecenas de Chrétien de Troyes: Marie de Champagne, en la corte de
Champagne. Por otro lado, Chrétien era un gran conocedor de las leyendas
celtas y formado en la cultura clásica; factores que explican su
relevancia.
Chrétien de Troyes escribió cinco romances extensos y versificados en
octosílabos pareados: Erec y Eneid (hacia 1170), Cligés (1170-1176), Ivain
o El caballero del León (1176-1181), Lancelot o El caballero de la carreta
y Perceval o El cuento del Grial (1181-1190).
Con estas obras Chrétien estableció un modelo de novela medieval
donde la ficción ya era independiente de la historia. En ellas aparecen los
valores caballerescos repletos de aventuras, junto a una concepción cortés
del amor.
Lancelot desarrolla los amores adúlteros de Lancelot con la reina
Ginebra. Dichos amores y el Grial fueron los pilares del tema artúrico
posterior. Esta obra es supuestamente un encargo de Marie de Champagne con
una motivación un tanto peculiar: la reelaboración de una leyenda celta.
Otras voces claman que Lancelot es una visión del mundo al revés, como
imagen de los peligros de la vida caballeresca en el mundo terrenal.
Perceval incorpora el Grial, representado como el recipiente llevado
por una doncella en una bandeja de plata. Dicha obra es inconclusa, dejando
el misterio del Grial sin resolver.
Chrétien muestra una preocupación constante por conciliar los deberes
caballerescos y el sometimiento de la dama a esos valores, advocándolos al
fracaso sentimental. En Erec y Enid, donde el caballero abandona sus
deberes por atender a su dama, el protagonista se da cuenta que su
salvación está en unir ambas esferas. Por su parte, en Yvain, el abandono
de los deberes caballerescos por atender a su dama deriva en un caso de
casi fracaso matrimonial.
Con otro signo diferente se presenta Cligès, donde la tensión amorosa
se desarrolla bajo un prisma psicológico en un relato más verosímil.
Un aspecto importante en Chrétien de Troyes es el elemento mágico:
abundan los castillos encantados, las pociones, etc. Muy relacionados todos
ellos con la mitología celta. No obstante, aparecen subyugados a un
propósito moral.
Se puede afirmar pues, que la obra de Chrétien establece tres grandes
pilares que serán una constante en la trama caballeresca posterior: la
aventura, el amor y el deber.
Sucesivamente, a partir de finales del siglo XII hay un cambio
decisivo: el ambiente cortesano que envuelve a Chrétien y a su obra deriva
a los monasterios, trayendo consigo una cristianización de los elementos
mágicos de la herencia celta.
Así, en 1190 surge con Robert de Boron una trilogía de romances en
octosílabos pareados que suponen la incorporación de la religiosidad en la
materia artúrica. Dicha trilogía la forman Joseph de Arimatea, Merlín y
Perceval.
El elemento cristiano se establece en Joseph de Arimatea cuando se
incorpora al Grial como el cáliz que usó Cristo en la última cena, el mismo
que José de Arimatea usó para recoger la sangre de Cristo. Posteriormente,
unos familiares de José llevaron el cáliz a Bretaña. El Grial posee muchas
interpretaciones, desde ser una joya hasta ser una piedra con maravillosas
propiedades, pero en Boron se dará la cristianización de su significado.
En Merlín, de cuya redacción sólo quedan fragmentos, se relaciona la
historia del Santo Grial con la corte del rey Arturo. Es aquí donde el mago
se forma como figura relevante como adivino. Será en Perceval donde se da
fin a la historia del Grial.
En cuanto a Perceval, la crítica no se muestra de acuerdo con su
autoría. Mientras que para unos la obra es de Boron, otros señalan que la
obra es anónima, escrita entre 1191 y 1212 y prosificada. Una tercera
atribución se le hace al alemán Wolfram von Eschembach, muerto hacia 1220.
En este relato se basaría Richard Wagner para su Parsifal. En esta obra se
continúan las hazañas de Perceval, que dejó inconclusas Chrétien, pero
dotadas de un influjo cristiano.
En el siglo XII se da la composición de la historia de dos amantes:
Tristán e Iseo. No obstante, reconstruir los orígenes de la leyenda de los
dos amantes resulta muy oscura, ya que los datos son imprecisos.
Los trovadores provenzales de mediados del siglo XII ya citan la
historia de Tristán e Iseo. Es por ello que muchos conjeturan sobre la
existencia de un Tristán primitivo de mediados del siglo XII. En la
actualidad se poseen fragmentos de tres autores: Béroul, Thomas
d'Angleterre y Eilhart von Oberg; cuyas versiones son de mitades del siglo
XII.
Esta obra trata de los amores adúlteros de Tristán e Iseo, esposa del
rey Marc de Cornualles. Este amor es fruto de un filtro mágico que unen a
quienes lo beben. Éste es un amor no buscado, sino fortuíto, pero
irrefrenable, de ahí su carácter trágico. En cuanto a su origen, hay dos
vertientes: la celta y la clásica. La herencia celta se aprecia en que hay
pasajes del Tristán que aparecen en relatos galeses e irlandeses. En cuanto
al clásico, se ven reminiscencias del mito de Teseo en su lucha contra el
minotauro, de Medea y sus conocimientos de medicina y hechicería, como
Iseo.
En el siglo XIII se retoman estos materiales agrupándose las obras en
grandes ciclos. Entre 1215 y 1230 se crea el ciclo artúrico conocido como
la Vulgata, compuesto por cinco obras: Estoire du Graal, Merlín, Lancelot,
Quête de Graal y Mort d'Artur, todas anónimas y prosificadas. Tres aspectos
que definen esta serie son su prosificación, el recurso del entrelazamiento
y la existencia de una crítica religiosa en el tratamiento de las
aventuras. La prosificación se da por el tratamiento más extenso del tema
del Grial.
Por otro lado, el entrelazamiento lo explica E. Williamson[1] de la
siguiente manera:
"En el ciclo de la Vulgata se emplea una técnica llamada
"entrelacement": unos episodios son interrumpidos para reanudar
otros anteriores con el fin de relacionar diferentes temas y
acciones en una enorme trabazón que encaja dentro de un detallado
programa de días y horas".

Op. cit. pág. 68.


Dichas obras se aprovechan de un factor importante: el uso del papel.
De las tablillas de cera utilizadas antes se pasa al nuevo material que
ofrece la posibilidad de hacer diferentes relecturas de la obra.
Estas obras se revisan y aparecen entre 1230 y 1240 con el nombre de
Post-Vulgata, Roman du Graal o Pseudo Boron, debido a la atribución a
Boron. Así, la historia del Grial queda inalterada, Merlín se conserva
atendiendo a la prosificación de Boron, Lanzarote se suprime sustituyéndose
por una composición relacionada con la obra siguiente del ciclo, la Demanda
del Santo Grial, en la cual se incorporan muchos valores caballerescos. La
última composición, la Muerte de Artús, se reduce en la Post-Vulgata y se
incorpora a la Demanda.
El ciclo de la Post-Vulgata se difundió en la Península con el nombre
de Historia de la demanda del Santo Grial, traducida por Juan Bivas en la
corte del rey Sancho IV hacia 1291. Esta obra se presenta en tres partes:
Libro de Joseph Abarimatia, Estoria de Merlín o Baladro del sabio Merlín y
Demanda del Santo Grial.

2. Orígenes españoles.
La literatura caballeresca en España es de origen y ambiente artúrico.
Dicha materia es bien conocida en España desde la Edad Media, tras haber
entrado y haberse difundido de dos maneras: la poesía trovadoresca y el
Camino de Santiago. Una tercera vía de difunsión es la de los lazos
matrimoniales entre la corte castellana y la corona anglo-normanda, lo que
hace que dicha literatura sea conocida primera por la corte.
Las primeras referencias escritas de la literatura artúrica en España
dan noticias de la Historia regnum Britanniae de Monmouth, antes descrito,
la cual se cita en el Fuero de Navarra (1196), en los Anales toledanos
primeros y en la General estoria de Alfonso X, comenzada en 1270.
La forma de introducirse es la de las traducciones, las cuales
aportan, eliminan o corrigen partes de obras, lícitamente en la concepción
medieval de la traducción, de manera que muchas veces, las traducciones se
convierten en obras literarias autónomas.
Amadís de Gaula, obra adaptada por Garci Rodríguez de Montalvo es la
obra más importante en referencia a su ascendencia artúrica mediante la
imitatio. Dicho factor es importante, ya que el Amadís no es una traducción
ni adaptación de una obra artúrica anterior.
La crítica encuentra en Amadís al propio rey Arturo porque es
caballero y rey, como caballero y rey será Amadís una vez reconocida su
identidad y superadas las pruebas exigidas para ser caballero. El modelo de
Tristán y de Lanzarote será la base para la iniciación amorosa de Amadís,
aunque con una clara y notable diferencia: el Amadís ofrece una visión
crítica del adulterio, elemento ausente en ambos previos personajes.
Una segunda vertiente crítica apunta a Amadís como encarnación de
Lanzarote, aunque sin negar la influencia de Arturo. A pesar de ello, son
innegables las coincidencias entre Lanzarote del Lago y Amadís de Gaula,
principalmente en lo referido a los primeros años de ambos personajes:
enamorados de una dama de la realeza, antes de su investidura como
caballeros. Dicho amor será lo que motive las hazañas de los dos.
Por otro lado, ninguno conoce nada acerca de su origen y su
reconocimiento no tendrá lugar hasta haber vivido alguna hazaña de
envergadura. Dicho reconocimiento del linaje se relaciona con la
investidura caballeresca que es necesaria para ser considerados aptos para
la pertenecia a una estirpe superior. Así, ambos deben enfrentarse a
enemigos dotados de poderes sobrenaturales: el hada Morgana en Lanzarote y
Arcaláus en Amadís. Ambos se enfrentan a su vez contra videntes predictores
del futuro y que ayudan a los protagonistas: Merlín el Mago y Urganda la
Desconocida.
J. Amezcua en su libro Libros de caballerías hispánicos[2] señala la
influencia artúrica en el Amadís:
"El Amadís debe a el idealismo y el carácter del personaje a sus
ejemplos franceses: el Lancelot y el Tristán. Por este camino toda
la novela de caballerías se contagió del mundo bretón que los
escritores franceses hicieron renacer, aprovechando el mundo mágico
de encantadoras y magos, las hazañas maravillosas y las pruebas
extraordinarias, los personajes de enanos servidores y de
contrincantes agigantados".

Op. cit. pág. 33.
En cuanto a Tristán es importante decir que Tristán mantiene un amor
adúltero y cae enamorado tras la ingesta de una mágica poción, frente al
hecho de que Amadís es fiel a su amor y el adulterio no aparece en él.
Por adición a la materia artúrica, en España tuvo gran importancia la
novela bizantina (también denominada novela griega o de aventuras), aunque
en su origen se halla una causa extratextual: el contacto árabe por el
Mediterráneo. Además, este tipo de libros circulaba por España en la forma
de traducciones latinas. Dicha influencia se ve en los topónimos tales como
Constantinopla, Babilonia, lugares ellos que tienen una fuerte connotación
religiosa; y el marcado espíritu de cruzada que poseen las obras.
Es significatico que en España el género caballeresco se produjese
más tarde que en el resto de Europa. Aun cuando la entrada y asimilación de
material artúrico se da durante la Edad Media, la consolidación del género
no se dará hasta 1508, año de publicación del Amadís de Gaula.
Desde este año hasta 1570 se publica una obra por año. La clave
reside en los acontecimientos socio-históricos en España durante esos años.
A finales del siglo XIV y principios del XV, las costumbres españolas
empiezan a cambiar con el advenimiento de los Trastámara a partir de 1369
con Enrique II: poco a poco van llegando aventureros franceses e italianos,
se va afianzando la práctica cortesana y se constituye el ideal galante y
caballeresco de Francia e Inglaterra.
A principios del siglo XIV, se compone el Libro del cavallero Zifar
(también llamado Libro del cavallero de Dios). Esta obra ha suscitado un
agrio debate, debido aque para muchos ésta es la primera novela
caballeresca. Frente a estos impera la concepción de que se trata de un
libro extrañísimo que no creó ni contó nada nuevo en referencia al género
de caballerías.
Hay dudas en torno a su autoría, pero cierto es que se trata de
alguien culto, conocedor de la tradición y de la literatura anterior a él.
En cualquier caso, insólita es la obra en su mezcolanza de materiales
caballerescos, orientales, libros de sentencias, historiografía, entre
otras cosas. Debido a su didactismo, Menéndez Pelayo lo considera un libro
de tradición. Cierto es que se trata de un libro difícil de clasificar.
Por lo tanto, al hablar del origen de la novela de caballerías en
España hay que tener en cuenta su sustrato clásico que los escritores
franceses medievales toman para sus obras.

2. Los valores caballerescos: el tema de la inciciación caballeresca.
Tras un lento y complejo proceso de formación, la literatura cabaleresca se
convierte en un género consolidado en Europa hacia los últimos años del
siglo XII, dependiendo de las regiones, tal y como antes ya se ha reseñado.
En dicho proceso se produce un cambio de actitud de la Iglesia en la
consideración de la guerra y del guerrero, de la misma manera en que van
cambiando las técnicas y tácticas militares. En dicha visión de la guerra
se transforma las estructuras socio-políticas con la disgregación del poder
regio; se constituye un grupo de miles en los siglos X y XI, cada vez más
importantes desde el punto de vista social, económico e ideológico, lo cual
les da acceso a la nobleza, si bien su formación es independiente. En el
último tercio del siglo XII la militia se transforma en caballería, al cual
se le reconoce un valor propio.
La investidura y acceso a la caballería, en el siglo XII, no es más
que una entrega de armas como representación de dar al "obrero" su útil
laboral. Para finales del mismo siglo, dicha ceremonia se transformará en
una gloriosa ceremonia cargada de simbolismo y mística. El rito se complica
adoptando la liturgia eclesiástica, adaptando las ceremonias antiguas e
incluso inventando escritos. De igual modo, la caballería se convierte en
imagen de casta privilegiada y orgullosa cuya importancia decrece ante el
auge del poder real, ante el impulso de la burguesía y los mercenarios; por
lo que sus aspiraciones se transforman en la ideología de la cual se nutre
la literatura artúrica.
La investidura de caballero se puede estudiar de manera sociológica,
religiosa y antropológica. Sociológicamente, la ceremonia se convierte en
una selección ritual realizada por y en el estamento de los defensores.
Mediante dicho rito, el caballero se muestra válido como tal física,
ideológica y espiritualmente.
Dicho ritual poco a poco adopta un significado religioso. La Iglesia,
tras haber moldeado la mentalidad caballeresca, se muestra como vehículo
canalizador de dicho rito. De eta manera, en el siglo XIII la Iglesia será
quien ofrezca el rito, abundando las menciones de espadas salidas del
altar, las veladas de las armas, las bendiciones eclesiásticas sobre el
caballero, etc.
Antropológicamente, se trata de un rito iniciático o de paso, tras y
mediante el cual, el caballero se valora como tal. En cuanto a lo corporal,
el individuo debía bañarse y llevar las vestimentas adecuadas.
Espiritualmente, el velado de las armas en la iglesia debía llevarse a
cabo.
De manera análoga, la formación del ideal caballeresco se da en la
literatura. Las obras de Chrétien de Troyes marcaron unas pautas de
vocabulario, tras las cuales, la literatura artúrica heredó la ceremonia,
dándole a veces un tono más ideológico.
En el caso del Amadís[3], el rito transcurre de la siguiente manera:
cuando Amadís desea ser armado caballero, antes del rito se le ofrecen unos
regalos: la cera con su nombre, el anillo y la espada de su progenitor.
Oriana se quedará con la cera, de manera que ella sabrá la identidad de
Amadís antes que es propio Amadís. Obsérvese el siguiente extracto:


"Oriana vino ante el Rey, y como la vio tan hermosa bien creía
que en el mundo su igual no se podía hallar, y dixo:
- Yo vos quiero pedir un don.
- De grado –dijo el Rey- lo haré.
- Pues hazedme esse mio Donzel cavallero.
Y mostróselo, que de rodillas ante el altar estava. El Rey
vio el donzel tan hermoso que fue mucho maravillado, y
llegándose a él dixo:
- ¿Queréis recebir orden de cavallería?
- Quiero- dixo él.
- En el nombre de Dios, y Él mande que tan bien empleada
en vos sea y tan crescida en honra como Él os cresció en
fermosura.
Y poniéndole la espuela diestra, le dixo:
- Agora sois cavallero y la espada podéis tomar.
El Rey la tomó y diógela, y el Donzel la ciñó muy
apuestamente. Y el Rey dixo:
- Cierto, este acto de os armar cavallero según vuestro
gesto y apariencia en mayor honra lo quisiera aver fecho. Mas yo
espero en Dios que vuestra fama será tal, que dará testimonio de
lo que con más honra se devía hazer".
Op. cit. libro I, cap. IV, pág. 277[4]

La ceremonia se lleva a cabo con algunos rasgos arriba mencionados
para la época de apogeo de la caballería, pues se perciben elementos de
procedencia religiosa como la vela de armas, la presencia del altar o el
nombramiento de Dios.
Por otra parte, la presencia de mujeres en el ritual es algo
particular, ya que no se da en muchos casos. No obstante, en el Lancelot
dos mujeres toman parte en la investidura: la Dama del Lago solicitó al rey
Arturo que nombrase caballero a Lanzarote, y por orden de Ginebra.
Lanzarote se ceñirá a su espada, lo cual nos hace suponer que es investido
caballero. En el Amadís, Oriana desempeñara también la función de solicitar
al rey Perión que nombre caballero a Amadís, si bien no tendrá un papel
activo en la ceremonia.
En la ceremonia propiamente dicha, el primer signo significativo es el
de calzar la espuela derecha. La espuela sufre una transformación pareja a
la de la espada, la cual se otorgaba a los reyes y emperadores en el
momento de su coronación, y su primera mención se da en un ordo de
coronación imperial italiano de la segunda mitad del siglo XI. Este hecho
rara vez se menciona antes de Chrétien de Troyes, único autor que utiliza
la fórmula de la calza de la espuela.
Sobre su significado, podemos encontrar alguna explicación de acuerdo
con las concepciones simbólicas del espacio de numerosos pueblos. Según los
semióticos rusos, en la contraposición derecha-izquierda se da la oposición
de un principio espiritual. Para los medievos, la derecha simboliza y se
asocia a la rectitud frente al pecado.
La espada simboliza el elemento esencial de unión entre los más
débiles y la caballería. Era el símbolo de poder que la Iglesia entregaba a
los reyes en su coronación. También simbolizaba a la imagen de la guerra y
de sometimiento del reino y sus súbditos. Era la imagen del valor de la
rectitud y la justicia.
Por otra parte, es significativo que Amadís se ciña él mismo a su
arma, al igual que lo hace Lanzarote, o Arturo, cuyo hito de sacar a
Excálibur de una piedra simboliza lo mismo, aunque esté dotado de un cierto
componente mágico. Además, el hecho de sacar la espada de la piedra es algo
que se predice, lo cual, salvando distancias, sería la imagen antecristiana
del caballero predestinado por Dios.
En todos los casos, tanto en la materia artúrica como en el Amadís,
tanto Arturo como Amadís deberán mantener y hacer uso justo de la justicia
como valor sobre ellos mismos y ejemplo de rectitud y docta sabiduría.
El justo comportamiento acentúa el valor masculino de la honra. En la
jerarquía social, el rey, tanto Arturo como Amadís, deberán ser la fuente
irradiadora de toda honra. Parafraseando a Fogelquist[5], "en su función
como dispensador de la honra, el rey está obligado moral y legalmente a
observar un orden predeterminado" (62). De esta manera, como ejemplo de
honra y de justicia, Arturo forma la Mesa Redonda, donde todos los
caballeros, incluído el rey, son iguales, ya que la justicia y su honra les
hace valedores de tal valor.


3. El amor cortés y el "fin amor".
Desde la perspectiva amorosa las tareas de Amadís parecen claras. A través
de sus múltiples aventuras deberá mostrar cómo su amada le puede impulsar a
la ejecución de tales hazañas. De esta manera, podrá mostrarse digno de
Oriana. A su vez, al estar en deuda con ella, siempre deberá relacionar sus
aventuras con su amada. Así, tal y como afirma Cacho Blecua[6] "el amor
conlleva la realización de acciones caballerescas" (173).
En cuanto a la riqueza, desde un punto de vista amoroso y para un
caballero andante, puede implicar la adquisisción de un terrirorio, bienes,
etc. Superiores a los de sus iguales. Por ende, las múltiples dificultades
que el héroee deberá afrontar le harán digno del amor de su dama, y el
desconocimiento de su linaje no será la única.
Por otra parte, debido a la necesidad que siente Amadís de guardar el
secreto de su amor por Oriana no puede llevar hasta sus últimas
consecuencias la analogía entre su asituación presente y la de sus iguales
clásicos. Citando ejemplos concretos, Amadís podría revelar su amor. En
efecto, la situación de Amadís es pareja a la de Menelao, quien se dirigió
contra Troya con sus aliados para recobrar su legítima esposa, Elena.
Amadís, se dirige contra los romanos para recobrar a su mujer legítima,
unida a él por lazos de un matrimonio secreto. Así, gran parte de los
libros III y IV no puede leerse sin tener en cuenta las historias de amor
clásicas de Paris, Elena y Menelao.
No obstante, el narrador condena la intensidad del amor de Amadís, ya
que siguiendo la concepción clásica, éste parece ser dominado por sus
pasiones. No obstante, el narrador se muestra clemente reconociendo la
potencia del amor como fuerza motivadora. En un episodio del libro I, el
narrador indica que las pasiones intensas pertenecen al mundo clásico. Al
recibir Oriana la falsa noticia de que Amadís está enamorado de Briolanja,
su reacción inicial es la del dolor y la raba, emociones similares a las
sentidas por Medea al enterarse de la infidelidad de Jasón. Hé aquí el
peligro de los celos. Obsérvese:


"La su color teñida como de muerte y el coraçón ardiendo
con saña, palabras muy ayradas contra aquel que en ál no pensava
sino en su servicio, començó a dezir, torziendo las manos una con
otra, cerrándosele el coraçón de tal forma que lágrima ninguna de
sus ojos salir pudo, las quales en sí recogidas muy más cruel y con
más turable rigor le hizieron, que con mucha razón aquella fuerte
Medea se pudiera comparar quando al su muy amado marido con otra, a
ella desechando, casado vio".


Op. cit. libro I, cap. XL, pág. 606


Al igual que su antecesora, Medea, Oriana es arrastrada por sus
pasiones, y los celos dominan su razón. De esta manera, en el libro II
Oriana es dominada por el deseo de vengarse de Amadís, a quien escribe una
carta llena de reproches. Análogamente actuaría Medea contra Jasón, a quien
una epístola le mostró la ira de su amada.
A fin de seguir con la visión amorosa, se podrían mencionar ciertos
principios básicos en el amor caballerescoen algunas obras artúricas clave.
En primer término, en obras como el Chevalier de la charrete[7] de Chrétien
de Troyes, el Lancelot del Lac[8], el Tristán y en las obras artúricas
posteriores se desarrollan unas convenciones cuya fuente inmediata son los
trovadores del sur de Francia de los siglos XI y XII: el "fin amor", es
decir, el amor puro.
Esta concepción del amor como amor puro, superior está fundado sobre
la idea del servicio al amor, que tal y como se ha visto antes en el caso
del Amadís, se trata de servir y adorar a la amada, sin esperar un servicio
o recompensa carnal por él, de manera que los héroes se mantienen asexuados
(obsérvese el caso de Tristan e Iseo mencionado con anterioridad).
La manera de integrar el "fin amor" en las obras artúricas es con
triadas de personajes, al igual que Arturo es traicionado por Lancelot al
enamorarse de Ginebra, Tristán e Iseo mantienen una relación adúltera
frente al esposo de ella, el rey Mares. Tristán es condenado a muerte e
Iseo a vivir con los leprosos, tras lo cual ambos amantes huyen para
escapar de semejantes sentencias. Más tarde, Iseo es perdonada pero Tristán
es desterrado. Más tarde, al descubrir el rey Mares una segunda infidelidad
de Tristán e Iseo, el rey mata al adúltero con una lanza envenanada y
provoca el dolor de la reina sobre el cuerpo del amante.
Volviendo al Amadís, cabe apuntar que dichos triángulos que se dan en
la materia artúrica se siguen dando, pero su resolución es diferente: los
amantes de Montalvo no viven bajo la mirada de la ira incontrolada, sino
bajo el sentido de la honra y de la justicia. Dicho facto se resuelve como
una novedad en la literatura caballeresca castellana frente a la artúrica.

4. El mundo maravilloso: la magia.
La magia y la religión son modos de relación que el hombre establece con lo
misterioso. Ambas se confunden a veces, e incluso se fusionaron en épocas
antiguas. Los actos mágicos no entran siempre en el campo de lo maligno, y
esta premisa la comprendieron muy bien los libros de caballerías. En ellos
coexisten dos fuerzas: la magia blanca o benéfica y la magia negra o
hechicería, cuyos propósitos son maléficos.
El Amadís ofrece tres ejes a partir de los cuales emergen los
elementos mágicos: Urganda, Arcaláus y la Ínsula Firme. Alrededor de ellos
se entreteje una maraña de personajes de lo sobrenatural. Existe el Bien y
el Mal y todo el cosmos novelesco se arma según premisas establecidas en
los sueños y profecías.
La presencia de Urganda establece las características del héroe, ya
que sus profecías proyectan a Amadís a la fama y la gloria. Asume
diferentes identidaddes, motivo por el cual se le llama la "Desconocida".
Frente a Gandales demuestra que si ella quiere será vista, frente a
Lisuarte y los demás caballeros se muestra como reina de la Ínsula no
Hallada, lugar donde reside a bordo de una serpiente-dragón. Además, se
muestra como ángel guardián de Amadís, como en el episodio en que Arcaláus
lo hechiza y éste se duerme. Entonces las doncellas de Urganda lo salvan.
Su otra función es la de profetisa. Las profecías estructuran los
episodios de la obra incorporando el suspenso. Así, el desarrollo del
Amadís es el cumplimiento de cada profecía. No obstante, las profecías se
revelan de manera más simbólica y hermética a medida que el héroe conquista
fama y virtudes, ya que hay una relación pareja entre el simbolismo y el
hermetismo de las profecías y el crecimiento físico y espiritual que sufre
Amadís.
Frente al personaje de Urganda se ciñe la sombra de Arcaláus,
ejecutos de la magia negra. El hechicero y encantador se muestra de maneras
diferentes: lo hace como caballero ante caballeros y como hechicero, de
manera que recurre a la hechicería cuando se ve incapaz de vencer como
caballero.
Por último se encuentra la Ínsula Firme, lugar donde se centran los
hechos más fantásticos de la obra. Dicho lugar está cargado de un
simbolismo remarcable, como el Arco de los Leales Amadores y la Cámara
Defendida, cuya función es la de probar las virtudes de los caballeros.
Apolidón hace construir además, cuatro moradas en el mejor lugar de
la Ínsula. Dos llevan el nombre de los animales que luchan entre sí, los
leones, símbolo de la astucia, y la serpiente, símbolo de la sabiduría. Los
otros dos lugares son el Palacio Tronante y la morada del Toro. Según
apunta Lilia de Orduna[9], "ésta es la síntesis de la concepción filosófica
del mundo: la creación a través de la lucha de contrarios, el equilibrio,
premisa renacentista" (147). El cosmos caballeresco se concentra en esta
ínsula, donde el amor sublimado y las virtudes son demanda a quienes
pretendan gobernarla.
Al igual que en el Amadís, en la Historia de Lanzarote del Lago[10]
también aparece la imagen de ángel guardián:


"La doncella no le contesta ni una palabra. Cuando la dama se le
acerca, la doncella se pone en pie con el niño en brazos y se
vuelve hacia el lago, junta los pies y salta dentro"




Op. cit. vol. I, cap. III, pág. 28.



A su vez, la Dama del Lago cría a Lanzarote en su corte submarina. Por
lo tanto, se puede apreciar que tanto la Dama del Lago como Urganda moran
en lugares imposibles de hallar: la primera en un bosque y la segunda en su
Ínsula no hallada.
La mayor diferencia se da en el ámbito religioso, ya que Urganda se
proclama como instrumento de Dios, cosa que la Dama del Lago no lo hace.
Merlín, el mago-profeta de la corte del rey Arturo aparece muy
desdibujado en el Lanzarote, pero en Historia de Merlín[11], perteneciente
al ciclo bretón antes tratado, se desarrolla su vida hasta su encierro. Se
explica su origen semidiabólico:


"Al nacer, el niño adquirió –y así tenía que ser- el poder,
los conocimientos y el ingenio de un diablo, pues de tal había sido
concebido"




Op. cit. vol. I, cap. I, pág. 17.


Hay un episodio donde las obras española y bretona se unen: en Las
Sergas de Esplandián, Urgana y Morgana (hechicera que es enemiga de
Lanzarote) se encuentran para decidir sobre los destinos de los personajes.
Es el momento en que el espíritu de las cruzadas empieza a formar parte del
Amadís. Se trata del hecho de que el amor no mueve al protagonista como
ideal, sino que Dios se convierte en un ideal mayor. Inglaterra desarrolla
en este momento grandes leyendas en torno al rey Ricardo Corazón de León,
quien muestra el espíritu de las cruzadas mejor que Arturo. De hecho, este
rey batalló en Tierra Santa. Su estela todavía es muy querida en
Inglaterra, donde se generaron mitos como el de Robin Hood, parejos y
alimentados por la sombra de Corazón de León. Es el momento en el que se da
un cambio de mentalidad e ideales. Es el advenimiento del cristianismo.



5. Una nueva visión: el advenimiento del Cristianismo.
En Las Sergas de Esplandián la magia existe en mucho menor medida que en el
Amadís. El espíritu que mueve a Esplandián, hijo de Amadís, no es el amor,
sino la fe, erigiéndose como defensor del Cristianismo. El propio narrador
se refiere en dos ocasiones a su propia época, ambas veces para elogiar a
los Reyes Católicos.
Por otro lado, en el Amadís, pero aún más en las Sergas, hay
numerosos ecos del concepto providencialista de la historia que prevalece
en las crónicas de los Reyes Católicos. En el prólogo del libro IV del
Amadís, el refundidor atribuye a la voluntad de Dios la aparición misma de
ese libro junto con las Sergas. Nos cuenta que el volumen que contenía
ambos textos fue desenterrado de una tumba en Constantinopla.
Para Montalvo el conflicto internacional entre el cristianismo y el
islam representa el problema más urgente de la época. Según el refundidor,
la gloria que merecen los Reyes Católicos se debe, ante todo, al hecho que
han resuelto dicho problema al nivel nacional, al derrotar a los moros en
Granada.
Uno de los acontecimientos más resonantes para toda Europa fue la
caída de Constantinopla en 1453 a manos de los turcos. La preocupación de
Montalvo por el imperialismo otomano queda manifesto en el argumento propio
de las Sergas: la acción se desarrolla en oriente, donde Esplandián
encabeza una verdadera cruzada contra el islam en los extremos del imperio
de Constantinopla.
En las Sergas de Esplandián Montalvo perfecciona el proceso de
caballería artúrica, que se había iniciado en el Amadís con la depuración
moral de la tradición de amor caballeresco artúrico. De esta manera, ofrece
a sus lectores un sistema de valores caballerescos arraigados en las
virtudes cristianas y de utilidad en su presente histórico.
En referencia al simbolismo cristiano en la materia artúrica, el
Santo Grial es el ejemplo a seguir. Robert de Boron parece ser quien fue
quien intento aclarar el origen del santo vaso. De su obra quedan Le Roman
de L'Estoire dou Graal o Joseph d'Arimathie y fragmentos de su Merlín, del
cual quedan 502 versos.
Boron no está considerado como un gran literato, su estilo es juzgado
muchas veces como pesado y poco gracioso; pero su mérito es el de intentar
reconstruir una historia larga del Grial, interpretado como una reliquia
eucarística desde los días de la muerte de Cristo a la Bretaña artúrica.
José recoge la sangre de Cristo en el Grial y es encarcelado. Tras
resucitar Cristo, se le presenta con el cáliz en la mano y le revela que
sólo tres personas, incluyendo al propio José, serán quienes puedan guardar
el cáliz. Años más tarde, y durante los cuales José sobrevive
milagrosamente sin comer ni beber, es liberado de la prisión por el
emperador Vespasiano.
Por inspiración del Espíritu Santo, José, su herman Enigeo y el
marido de ésta, Hebrón, huyen de Judea para dirigirse a otros países. José
instituye la mesa eucarística del Santo Grial en memoria de la Última Cena,
sobre la cual pone el vaso con un pez pescado por Hebrón. Sólo los dignos y
los puros de corazón podrán sentarse a tal mesa con el Grial. Un sitio
queda vacante para el hijo de Hebrón que aún no ha nacido. Moisés, quien
intenta sentarse, es tragado por la tierra, ya que Dios profetiza que sólo
un nieto de Hebrón podrá sentarse ahí. Uno de los doce hijos de éste,
Alain, el más joven y proclive a la castidad y la predicación en Oriente,
acabará por tener un heredero, quien será el tercer heredero del Grial.
Marchan José, Hebrón y su familia también a Occidente, probablemente a Gran
Bretaña, donde llevan el Grial y aguardarán la llegada del tercer heredero
del vaso.
Merlín pretende colmar el vacío cronológico entre la historia del
Grial desde sus orígenes apostólicos a su conclusión en la época artúrica.
Evidencia un uso de los textos de Monmouth y Wace para readaptarlos a la
época.
La trama comienza con el nacimiento semidiábolico de Merlín, hijo de
una virgen y un íncubo, cuyo nacimiento sirve de venganza de los demonios
por haber sido expulsados del Cielo. A los dos años de edad, Merlín dicta
la historia de José y el Grial a su secretario Blaise. Luego, el rey Uter,
o Uterpendragón hereda el trono de Inglaterra tras la muerte de sus
hermanos en las batallas contra los sajones en el siglo V. El nuevo rey,
por consejo de Merlín, forma la Mesa Redonda con un Asiento Peligroso, al
igual que en la historia del Grial.Uter se enamora de Igerne, y mediante la
ayuda de Merlín, éste suplanta al marido de Igerne por una noche, mientras
éste muere en una batalla. Fruto de esta unión nace Arturo. Tras la muerte
de Uter, Merlín asigna a Arturo a Auctor, su tío, quien le educará, hasta
que tal y como queda profetizado, Arturo saque la espada de la piedra
delante de la iglesia de Carduel el día de Navidad y sea justamente
proclamado heredero al trono y nuevo rey.
La tercera obra de esta trilogía, Perceval, intenta concluir la
historia del Grial. En ella, Perceval, nieto de Hebrón, intenta en vano
ocupar el Asiento Peligroso de la Mesa Redonda. Al final, en el mismo
manuscrito sigue una sección sobre la muerte de Arturo debido a la traición
de Mordred, la retirada del rey herido a Avalon y la desaparición de Merlín
de una manera mágicamente misteriosa.

6. La muerte del héroe.
Tras recibir la carta de Oriana, Amadís decide marchar de la Ínsula Firme,
símbolo de su poder y su fidelidad. Ni siquiera permite que su le acompañe
Gandalín, amigo y testigo de sus hazañas y de su amor. Amadís, al retirarse
con un ermitaño, abandona la vida anterior y busca un cambio de nombre. La
explicación es que al perder el amor de Oriana pierde el valor de su vida
anterior. El nombre que elige es significativo: Beltenebrós. Por una parte
el étimo "Bel" parece responder a su hermosura, pero la segunda parte,
"tenebrós", está asociada a la oscuridad y a las tinieblas. Se trata de un
renacer religioso y de buscar en la muerte una nueva vida.
Su retiro y su ayuno son ritos para separarse del resto de los
mortales y de abandono de toda condición humana. Sin ambargo, en su
melancolía tiene un sueño en el que lleva a Oriana al verde de una huerta.
El verde asociado con la huerta representa el locus amoenus, el lugar
propicio para el amor, como antítesis de la cámara oscura donde se halla.
Oriana escribe otra carta para Amadís y la Doncella de Dinamarca y
Durín emprenden un viaje a Escocia para dársela a Amadís. Sin embargo no le
encuentran, pero una tormenta los lleva a la Peña Pobre, donde Amadís está
a punto de morir. Al leer la carta Amadís empieza a revivir de nuevo.
Más adelante, el héroe muere a manos de su hijo Esplandián, sin que
éste sepa que se trata de su padre. Dicha muerte es folklóricamente muy
antigua, en la cual el héroe paga con su derrota o su muerte su orgullo. No
obstante, esto representa un grave problema: Esplandián no puede ser el
perfecto e ideal caballero cristiano tras haber matado a su padre. Quizás,
la explicación de la muerte tras una derrota puede explicarse en el hecho
de que Esplandián es hijo de Amadís y de Oriana y que, tras haber llegado
Amadís a la cumbre de su talla de caballero, se vea superado por su hijo,
lo cual bien pudiere servirle de consuelo. De esta manera, se evitaría la
explicación de la muerte fortuita o como castigo por sus pecados.
De igual manera, en Queste del Saint Graal, Galaad combate contra su
padre. Igual que Esplandián, Galaad representa una caballería más
cristianizada. Ambos héroes han conquistado sus espadas tras aventuras
destinadas a ellos solos. Sin ambargo, en todo este ciclo son abundantes
las peleas de los hijos contra los padres. En el Amadís, nada de esto
ocurre.
En cuanto a La muerte de Arturo, se puede decir que tras la
composición narrativa del Lanzarote y el didactismo del Grial, ésta
representa la composición dramática: se nos muestra la catástrofe final
encadenada a una serie de causas anteriores, donde el mundo cortés, otrora
brillante, es ahora caduco.
El rey y la reina Ginebra son ya ancianas. Bohort vuelve a la corte y
relata las muertes de Galaad y Perceval. Lanzarote sigue lejos de la corte
cumpliendo penitencia. Un días es herido y atendido por la hermosa doncella
de Escalot, quien se enamora de él.Tras llegar estas noticias a palacio, la
reina Ginebra arde en celos, pero un día llega a Camelot el cadáver de la
doncella con una carta que explica que ha muerto por ser rechazada por
Lanzarote.
Arturo, al visitar el castillo de Morgana, descubre los amores de
Lanzarote y de Ginebra pintados en la pared por el propio Lanzarote durante
su cautiverio. Más tarde, Lanzarote y la reina son sorprendidos por
Agravain. Lanzarote salva a la reina de la hoguera y huyen al castillo de
la "Joyeuse Garde", tras matar al hermano de Gauvain, Gaheriet: muerte que
será motivo del odio mortal de éste contra Lanzarote.
Arturo asedia el castillo. La intersección del Papa le obliga a
recobrar a su mujer como esposa legítima. Lanzarote cruza a Francia y le
sigue con un ejército. Arturo batalla en Galia, pero se entera de que
Mordred le ha traicionado, junto con Ginebra, y se ha proclamado rey.
Gauvain es herido de muerte por Lanzarote, pero al final pide el perdón de
éste por su odio.
La batalla de Salisbury es decisiva: el rey mata con su lanza a
Mordred, quien le deja malherido en la cabeza. Arturo pide al fiel Guiflet,
el único caballero de la Mesa Redonda, que arroje Excalibur a las aguas de
un lago vecino. Del lago surge una mano misteriosa que la blande en el
aire, para sumergirse,finalmente, con ella.
Días más tarde, Guiflet descubre la tumba de Arturo en la Noire
Chapelle. Ginebra, arrepentida, entra en un convento. Lanzarote y sus
amigos, tras vengar la muerte de Arturo en los descendientes de Mordred, se
retiran a hacer penitencia como ermitaños.
El novelista entrelaza dos aspectos muy diestramente: el amor
adúltero de Lanzarote y Ginebra acaba por provocar el derrumbe de la corte
brillante de los caballeros, y supone el pecado debido al cual Lanzarote
fracasa en su búsqueda del Grial.


Conclusión.
Como puede apreciarse, la narrativa caballeresca hispánica, con Amadís de
Gaula en posición áurea, emana y se nutre de una tradición caballeresca más
antigua, es decir, de la materia artúrica o ciclo bretón, tal y como
algunos críticos e historiadores lo denominan.
Desde una perspectiva comparativa,se aprecian randes asimilaciones
del ideal caballeresco artúrico en la elaboración del Amadís, pese a lo
cual, con las Sergas de Esplandián Montalvo evidencia un cambio en los
valores caballerescos, optando por una cristianización pareja a la
históricamente ocurrida. No obstante, dicho avance también se da el la
materia bretona, sobre todo en el simbolismo del Grial.
Para concluir, cabe destacar el elemento mágico que envuelve ambos
mundos, que acertadamente hacen de las obras y de los mitos de Arturo y
Amadís dos cumbres literarias sin parangón, cuya universalidad es
indudable.

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Renacimiento., 2ª ed., Gredos, Madrid, 1997.


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1984.
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Edad Media., ed. Crítica, Barcelona, 1980.




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GARCÍA GUAL, Carlos, Primeras novelas europeas, ed. Istmo, Madrid, 1990.

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WILLIAMSON, E., El Quijote y los libros de caballerías, ed. Taurus, Madrid,
1991.


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[1] Ver Bibliografía para referencia exacta.
[2] Ver Bibliografía para referencia exacta.
[3] Por motivos de extensión, de las catorce investiduras que se dan en el
Amadís, sólo se hará referencia a la del protagonista.
[4] Las citas sacadas del Amadís de Gaula provienen de la edición de la
obra de Montalvo referida en la Bibliografía.
[5] Ver Bibliografía.
[6] Ver Bibliografía.
[7] Ésta es la denominación que hace Fogelquist de una obra antes
mencionada, pero con otro nombre. Se han mantenido ambos por respeto a los
autores que los citan.
[8] Íbid.
[9] Ver Bibliografía.
[10] Las citas están sacadas de la edición citada en la Bibliografía.
[11] Las citas están sacadas de la edición citada en la Bibliografía.
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