El Alcázar andalusí de Córdoba: estado actual de la cuestión y nuevas hipótesis

June 29, 2017 | Autor: A. Montejo Córdoba | Categoría: Medieval Archaeology, Al-Andalus archaeology
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Descripción

1Congreso Internacional

Fortificaciones en al-Andalus

UNED

A.E.C.I. Excmo. Ayuntamiento de Algeciras

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FMC

FUNDACIÓN MUNICIPAL DE CWURA •JOst LUIS CANO" Ayuntamten to de Algec11'8S

Puerto Bahía de Algeciras

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Museo Municipal Ayunll

entl\ de Alqe-- r ls

Edita: Colección: Diseño:

Fundación Municipal de Cu ltura "José Luis Cano" Historia Opto. Imagen FMC

I.S.B.N.: 84-89227- 11 -X Depósito Legal: CA-205/98 Imprime:

INCOGRAFIC, S.A.L.

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In dice Pre~entación

Fortificaciones en ai-Andalus ........................................ ... ........... ... .................. ..... ...... .... ... ... ... ............ .. ........... .. ... 15 M" Jesús \figuera Molins

Ponencias Chateau et pouvoir poli tique .............. ...... ..... ................................ ... ... ....... ........ ... ...... ....... .. ... ......... .. .... ... .. ... ........ 25 Pierre Guiclwrd

La terminología castra! en el territorio de fbn l:lafsün ............................... .. ......... .. .... .. ..... .. .................................. 33 Virgilio Marrínez Enamorado

Documentos jurídicos y fortificac iones ... .. ...... ..... .. ................................................................................................ 79 Manuela Marín

Urbanismo y murallas ... .. ... .. ................ .................................................. .. ....................... ............. .. .... ...... ... ...... .... .. 89 Christine Ma::;:.oli-Guintard

Las alcazabas en ai-Andalus ............................. ................... .. ........................................ ....... ....... .. .................... ...

103

Ricardo Izquierdo Benito

Protección y tratamiento urbanístico de las murallas medievales de Algeciras ............................. ......................

111

Pedro Pére~- 8/an co Marrínez y Rafael Pérez-8/anco Mwioz

Apuntes sobre fortificación islám ica en Marruecos .. .... .......... ..... .. ......... ...... .. .... .. ..... ........... .. ............ .. .... .. ...... ...

129

Patrice Cressier

Influjos recíprocos entre la fortificación islám ica y la cristi ana en el medievo hi pánico .. ........ .. ....... .... ... .. ....... 147 Lnis de Mora-Figueroa

La defensa del litoral a través de al-lba¡a de lbn al-t!a¡ib .. .... .. .................................................................... ........

157

Solla Abboud Haggar

Fortificaciones islámicas en la orill a norte del Estrecho ................................... ................ .. ................... .. ..... ....... 169 Antonio Torremoclw Silva y Ángel Sáe~ Rodrígue~

Comunicaciones Fortificaciones, fronteras y sistemas defensivos en ai-Andalus, siglos XI al XIII .. ...... ............ .. .... .. ...... .. ......... .. 269 Francisco Ca reía Fit~

Operatividad castra! granadina en la frontera occidental durante el siglo XV ....... ...... ....... ............ .. ..... .. ....... ..... 2 Man uel Rojas Gabriel, Dolores Pére~ Castwiera y Francisco Ca reía

1

Fit~

La organización territori al del valle del río Ojailén (comarca de Puertollano) en la Alta Edad Media ............... 295 Raúl Menasalvas \falderas y Daniel Pére~ \ficente

El Alcázar andalusí de Córdoba: estado actual de la cuesti ón y nuevas hipótesis ......... ... .... ........................ ....... 303 Alberro J. Momejo Córdoba y José Amonio Garriguet Mata

Algunas precisiones cronológica sobre la murallas de Sevi lla .. .......... .. ... .. .... .. .... ..................... .... .. ............ .. .... 333 Daniel Jiméne~ Maqueda

Las murallas de la ciudad de Andújar y supervivencia a través de las Actas Capitulares y el urbanismo .......... 3-1 1 Jes1ís A. Palomino León

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El Alcázar andalusí de Córdoba: estado actual de la cuestión y nuevas hipótesis

Alberto J. MONTEJO CÓRDOBA José Antonio GARRIGUET MATA Universidad de Córdoba

1.- Introducción El Alcázar de Córdoba puede considerarse uno de los hitos fundamentales de la arquitectura andalusí, equiparándose en cuanto a su importancia histórica y artística a Madinat a/- Zahra' y a la Alhambra de Granada, aunque su grado de conocimento actual sea notablemente inferior al de estos otros dos recintos palaciegos y militares de construcción posterior. Pese a los escasos vestigios visibles que del mismo existen hoy día, los testimonios literarios hispano- musulmanes permiten afirmar que el Alcázar cordobés constituyó el centro del poder político, religioso, social y económico de todo ai-Anda/us entre las primeras décadas del siglo VIII y la caída del Califato a comienzos del siglo XI, desempeñando también en las centurias siguientes un papel destacado hasta la conquista cristiana de la ciudad en 1236. Hechas estas puntualizaciones, cabe señalar que, aunque el Alcázar de Córdoba ha sido designado frecuentemente en la bibliografía especializada como «califal » (CASTEJÓN, 1927-28; LÉVI- PROVEN\=AL , 1957 ; PAVÓN, 1988), sería más apropiado emplear el término «andalusí» para referirnos al mismo, ya que el primer adjetivo alude tan solo a una etapa histórica muy determinada, el Califato Omeya, mientras que el segundo se puede aplicar a todo el periodo durante el cual estuvo ocupado dicho palacio- fortaleza.

2.- Entorno urbanístico actual La entidad propia del extenso complejo arquitectónico y urbanístico del Alcázar de Córdoba, con una prolongada ocupación en el tiempo, ha dejado una importante huella sobre un amplio sector de la ciudad contemporánea, aún reconocible. El Alcázar estuvo situado en el ángulo suroccidental de la antigua Colonia Patricia Corduba romana y la

Qur.tuba islámica, en una espacio que con el devenir de los siglos -y especialmente en la última centuria- ha conocido innumerables y continuas alteraciones (Fig. 1). Este amplio sector de la ciudad lo ocupan hoy construcciones tan relevantes como la Mezquita-Catedral , el Triunfo de San Rafael, la Puerta del Puente, el Puente Romano sobre el Guadalquivir, el antiguo Hospital de San Sebastián (actual Palacio de Congresos y Exposiciones), el Palacio Episcopal, el Seminario de San Pelagio, la Biblioteca Pública Provincial, el Alcázar de los Reyes Cristianos y las Caballerizas Reales. Los ejes viarios que articulan hoy el solar donde se emplazaba el palacio-fortaleza andalusí son el Campo Santo de los Mártires y las calles Fleming, Tomás Conde, Torrijas, Amador de los Ríos y Sta. Teresa Jornet (Lám. 1).

3.- Las fuentes históricas sobre el alcázar andalusí de Córdoba Como consecuencia de haber sido durante varios siglos la residencia oficial de los gobernantes hispano-musulmanes y un claro e indiscutible símbolo del dominio ejercido por ellslam sobre la Península Ibérica, el Alcázar de Córdoba aparece mencionado en multitud de ocasiones en las fuentes literarias árabes. Sin embargo, en muchos casos se trata tan sólo de simples citas de distinta cronología y carentes casi por completo de toda información precisa acerca de aspectos tales como su localización, extensión y/o principales dependencias. No obstante, algunos textos de tipo histórico o geográfico sí han proporcionado interesantes datos sobre dichas cuestiones, aún cuando a veces pueden detectarse ciertas contradicciones entre unos escritores y otros. Este hecho se debe, entre otras razones , a que una parte considerable de aquellas obras fueron redactadas bastante tiempo después de los acontecimientos que en ellas se nanan , o bien a que sus autores tomaron como fuentes para su co-

El alcázar andalusí de Córdoba: estado actual de la cuestión

Fig. 1.- Detalle del Plano de Córdoba de 1851.

nacimiento trabajos no demasiado rigurosos en lo que respecta a este tema. Por esta razón resulta muy aconsejable mantener en todo momento una actitud sumamente cauta hacia las mencionadas referencias literarias , y más aún si queremos confrontarlas con los escasos y dispersos testimonios arqueológicos que actualmente disponemos. Un factor añadido complica nuestro intento de aproximación a los citados textos: el idioma en el que éstos se hallan escritos. En efecto, nuestro desconocimiento del árabe nos impide establecer un contacto directo con dichos relatos, obligándonos a recurrir forzosamente a las traducciones elaboradas por insignes arabistas desde el siglo pasado hasta nuestros díasl. A pesar de todos estos «inconvenienteS>> es indudable que las fuentes escritas referidas al Alcázar y a su en-

torno urbano más inmediato han de tenerse muy en cuenta al efectuar un estudio científico, de carácter arqueológico, acerca de este recinto palaciego y militar y de su evolución a lo largo del tiempo. Por tal motivo recogemos en el presente apartado una breve relación de los textos (y los autores) más destacado s en este sentido, en orden cronológico, de los más antiguos a los más modernos. Debemos señalar, sin embargo, que la exposición detall ada de cada uno de ellos es una labor demasiado amplia como para afrontarla en este trabajo, de modo que a continuación enumeraremos tan sólo de forma sintetizada las principales noticias que nos han transmitido las diversas fuentes manejadas. El historiador cordobés lbn lfayyiin (377-469/9871076) ofrece en los distintos libros de su obra ai-Muqtabis (o ai-Muqtabas) algunos de los pasajes más relevantes para el conocimiento del Alcázar. Con respecto a la época emiral sobresalen varias noticias referidas a los gobiernos de 'Abd ai-Ra~1mtin 11 y 'A bd A/lti/1. Así, sabemos que en 212 (827-828) 'Abd ai-Ra~1mtin 11 reconstruyó el aJTeci fe (ai-Ra$íf) o camino empedrado que corría paralelo a la margen derecha del Guadalquivir, en concreto desde > y se mantenía (TORRES BALBÁS , 1957: 593). Para Torres Balbás el Alcázar andalusí era un conjunto de «multiples construcciones y alcázares (qu,mr)>> edificadas por los emires y califas a lo largo del tiempo (TORRES BALBÁS , 1957: 423 y 594). Posiblemente la construcción principal sería al- Kamil , denominado primeramente dür y posteriormente ma.V/is (sa lón); en elnú~1rab23 de este salón fue donde 'Abd fii-Ra~111uln 111 fue proclamado califa (TO RRES BALSAS, 1957: 594 y nota 42). Entre los palacios o sa lones citados por Torres Balbás se encuentran: ai- Muyyadad, qa~r ai- Fja 'ir, qa,1·r ai- Surfu; al- Ta)~ ai-Badi, ai-Muba rak, ai- Ras/q, ai- Rawc.fa o dar aiRawc.fa, al- z,tihir y dar ai- Rujam (TO RRES BALBÁS ,

1957: 594). Otras construcciones o dependencias del Alcázar a las que hace referencia brevemente son las a tarazanas reales (TO RRES BALBÁS, 1957: 436, nota 80, y 747, nota 32), la necrópoli s real o al- Rawda (TORRES BALBÁS, 1957: 594), los baños (TO RRES .B ALBÁS, 1957: 617), y e l acueducto construido por 'Abd ai- Rahmlin/1 para abastecer al palacio (TORRES BALBÁS, t957: 662). El Alcázar y su entorno ocupan una parte sustancial del trabajo que Emilio García Gómez dedicó a la topografía de Córdoba a partir de los Anales palatinos de aiFjakam 11, escritos por lsá ibn A~111wd a i-Rci~T (GA RCÍA GÓMEZ, 1965: 320-334). La carencia casi absoluta de

A. J. Montejo Córdoba y J. A. Carriguet Mata

datos arqueo lógicos con respecto al Alcázar le impidió a este investigador obtener unos resultados más fructíferos que la sucesiva enumeración de las diferentes estancias incluidas en dicho palacio. Tal vez fuese ésta una de las razones por las que García Gómez (adoptando una actitud prudente) no efectuó en su artícu lo una propuesta de restitución del Alcázar reflejada en un plano, como sí han hecho otros autores. o Antecedentes: García Gómez afirma que e l Alcázar «había sido antes sede de los gobernadores visigodos y aún de los romanos» (GA RCÍA GÓMEZ, 1965: 322), pero sin ofrecer ninguna argumentación al respecto. Únicamente menciona en una nota la existenci a de una estatua con forma de león (siirat al-asad) en la fachada Sur del palacio visigodo, y a continuación plantea esta pregunta: «¿ Subsistió la figura en una "torre de/león" (=bur_v al-asad) de que nos habla el Bayan, ed. Co lin, 11, 2 13 ?» (GA RCÍA GÓMEZ, 1965: 322, nota 0) . o Localización: con un perímetro de 1.100 codos (unos 517 m.) según ai-Maqqari y separado de la Mezquita por la ca lle que desembocaba en la Puerta del Puente, el Alcázar -y la «explanada» contigua24_ se extendía por los teITenos del Palacio Episcopa l, e l Seminario de San Pelagio, la «prisión provincial» -es decir, el Alcázar cristiano- y el Campo Santo de los Mártires (GARCÍA GÓMEZ, 1965: 322). La suces ión establecida por García Gómez de Alcázar, exp lanada. muralla, arrecife y río concuerda bastante con la propuesta de Castejón. Si n embargo, para hacer compatible esta disposición con la perfecta visión del arrecife, e l puente, el Guadalquivir y hasta la ori ll a opuesta que, según testimonian algunas fuentes árabes, tenían los emires y califas desde su palacio (que habría sido totalmente imposible si hubiese ex istido una muralla de varios metros de altura entre la exp lanada y el arrecife), no le queda más remedio que recurrir a la siguiente suposición: «La muralla palatina, a cuyo pie corría el Arrecife, no tendría acaso por la parte de la explanada más altura que la de un antepecho>> (GARCÍA GÓMEZ, 1965: 378). o Puertas: aparte de las tres que aparecen mencionadas en los Anales -Puerta de la Azuda, de los Jardines y de Hierro-, García Gómez cita también las restantes puertas del Alcázar conocidas a través de lbn Baskuwal, alMaqqari, ai-Nuwayri, o R. Dozy. Se trata de la Puerta del Río, la de la Aljama o la Justicia, la de los Leones, la del «¿oficio ?>> (Bab ai-Sina'a) y la del baño (GARCÍA GÓMEZ, 1965:325-332, notas 9-11 y 15- 19). Con respecto a su emplazamiento, mantiene que tanto la Puerta de la Azuda (la principal) como la Puerta de los Jardines se encontraban al Sur y daban a la explanada, encontrándose la segunda al Oeste de la primera (GARCÍA GÓMEZ, 1965: 325). En la fachada oriental del Alcázar, y bajo el sabat que lo comunicaba con la Mezquita. se ubicaba la Puerta de la Aljama o de la Justicia, con las cuales se identificaría quizás la Puerta de Hierro (GA RCÍA GÓMEZ, 1965 : 326 y 328). Finalmente, «en la trasera del palacio» (es decir, tal vez en su flanco Norte) habría estado la Puerta del «oficio» (GARCÍA GÓMEZ, 1965: 326, nota 11 ). En cuanto a la localización de las demás puertas, García Gómez se abstiene de ofrecer cualquier hipótesis.

o Dependencias: tras enunciar los nombres de los diferentes pabellones del Alcázar citados por ai-Maqqari - quién a su vez los tomó de lbn Baskuwal- o lbn 'ld_ari, e insistir en que todos ellos se encontraban en e l interior de dicho palacio (GARCÍA GÓMEZ, 1965: 323-324), ofrece una breve relación de las estancias mencionadas en los Anales de ai-Razi, aunque sin referirse a su posible ubicación dentro del recinto palatino. Especial interés posee la alus ión a la «parte militar del Alcázar>>, cuya existencia ha sido puesta de relieve sólo en muy contadas ocasiones por los investigadores modernos y que, sin embargo, como se desprende de las palabras de lbn Baskuwiil, debió desempeñar un papel muy importante en el Alcázar (GARCÍA GÓMEZ, 1965: 334). En el ámbito de un trabajo colectivo sobre Córdoba carente de aparato crítico y de soporte bibliográfico el arabista Manuel Ocaña aludió al Alcázar como lugar de residencia y enterramiento de emires y califas desde 'Abd al-Ra/:tmiin 1 hasta al-ljakam 11. Sin embargo, la principal aportación de Ocaña para el tema que estamos tratando consistió en la elaboración de dos pl anos esquemáticos de la ciudad en los que aparece representado el Alcázar (OCAÑA, 1975: 26 y 46). Atendiendo a la ubicación del mismo en el contexto general de la medina nos inclinamos a pensar que Ocaña siguió la hipótesis defendida por Castejón en 1929, pues tal y como éste propugnaba el muro Sur del recinto palatino ha sido trazado prácticamente en línea con el muro meridional de la mezquita de al-!jakam 11 (hecho visible únicamente en el segundo de los planos). Además, la fachada occidental del Alcázar y el lienzo Oeste de la muralla de la ciudad aparecen separados por un espacio que tal vez debiera interpretarse como una calle, dada la inmediatez de la Puerta de Sevilla -situada por Ocaña a poniente del recinto palatino, en lo que hoy día es el Campo Santo de los Mártires-, aunque ciertamente no lo especifica. Más interesante resulta, en cambio. otro artículo en el que Ocaña da a conocer los hallazgos de yeserías andalusíes acaecidos a principios de los años 60 en los baños del Campo Santo de los Mártires. El aná li sis de estas yeserías le permitió defender la reutilización de los citados baños califales entre los siglos X I- XIII, durante las épocas taifa , almorávide y almohade (OCAÑA, 1984: 141 - 142). No obstante, al margen de este importante dato cronológico, Ocaña no aporta en dicho artículo nin g un a otra nueva información con respecto a la extensión del Alcázar de Córdoba. sus puertas o sus restantes dependencias. En su estudio sobre e l ex tremo suroccidental de Córdoba y los arcos de la Puerta de Sevilla Basilio Pavón se detiene en el «alcázar califal», planteando incluso una restitución hipotética del mi smo, materializada en un plano general de la zona y un dibujo del sector meridional del recinto palatino (Fig. 5) (PAVÓN, 1988: 170 y 186, figuras 1 y 1O) . Sin entrar en una valoración puntual de este trabajo, diremos tan sólo que algunas de las principales conclusiones a las que Pavón llega en el mismo son susceptibles de crítica, pues parecen fundamentarse más bien en meras suposiciones arbitrarias que en sól idas e incontestables evidencias científicas25, detectándose incluso ciertos errores derivados de una consulta bib li ográfica que

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El alcázar andalusí de Córdoba: estado actual de la cuestión

podríamos calificar como algo desc uidada26; impresión extensible también, como podremos comprobar, a las propuestas que realiza con respecto al Alcázar. • Antecedentes: no hace mención a ellos en su artículo de 1988, pero sí en un trabajo aparecido cuatro años más tarde, donde alude al «palacio o fortale za visigoda» que habría sido sucesivamente reconstruido y ampliado por los emires y califas cordobeses hasta quedar convertido en el Alcázar andalusí (PAVÓN, 1992: 219). • Localización: el Alcázar habría ocupado los actuales terrenos del Palacio «arzobispaf»21 , el Seminario, el Campo Santo de los Mártires y el Alcázar cristiano, alcanzando una extensión de unas 2,5 ha. y un perímetro aproximadode700m.(Fig.S)(PAVÓN, 1988: l96;!DEM, 1992: 216)28. A este respecto, cabe señalar que el trazado de los muros septentrional y oriental del Alcázar propuesto por Pavón en su plano puede considerarse bastante fiable - por no decir casi seguro- ya que en el ángulo Noreste del Palacio Episcopal se ha conservado un tramo importante de ambos lienzos. No podemos afirmar lo mismo, sin embargo, con relación a los muros meridional y occidental, cuya traza nos parece totalmente forzada y carente de fundamento. En efecto, creemos que la presencia de varios sillares almohadillados en la antigua Torre de la Paloma del Alcázar cristiano aducida por Pavón ( 1988: 181) no constituye un argumento lo suficientemente consistente como para hacer coincidir los muros Sur y Oeste del citado edificio con el ángulo suroccidental del Alcázar andalusí29. Esta circunstancia causa aún mayor extrañeza en el caso concreto del muro de Poniente: éste parte aproximadamente de los baños del Campo Santo de los Mártires y al llegar a un torreón dibujado con un trazo más oscuro (signo inequívoco de su conservación actual)30 en lugar de continuar con su trayectori a recta, cambia repentinamente su orientación hasta encontrarse con la Torre de los Leones del Alcázar cristiano, sin que Pavón explique el porqué de dicho cambio de dirección (Fig. 5). Pensamos que el peculiar trazado defendido por Pavón para los muros occidental y meridional del Alcázar andalusí responde al deseo de conciliar las cifras del perímetro del Alcázar proporcionadas por ai-'Ud_ri (2.1 00 codos) y ai- Maqqari ( 1. 100 codos) - deseo que manifiesta abiertamente en su artículo (PAVÓN, 1988: 194 y 196)- y obtener así los 700 m. de perímetro (unos 1.400 codos) que este autor concede al Alcázar. • Puertas: en diversos pasajes de su trabajo Pavón hace alusión a las puertas del Alcázar, mostrando una atención especial hacia la Puerta de la Azuda y a su renombrada azotea, de las que ofrece inclu so una restitución hipotética en su encuentro con el río y el arrecife (PAVÓN, 1988: 182- 186). En su opinión , la Biib a/-Sudda califal podría situarse casi con total seguridad en las inmediaciones del actual molino de la Albolafia , erigido por el emir almorávide Tiisuftn en 1136- 11 37 (TORRES BALBÁS, 1942: 462; GARCÍA GÓMEZ, 1965: 375- 376; PAVÓN, 1988: 185) . En cuanto a las restantes puertas , no se limita a citar sus nombres - Puerta de los Jardines, de Hierro, de los Leones, de Coria , del Baño, de las Atarazanas, de la Aljama y del Río (PAVÓN, 1988: 404-406 y 422-423)-, sino que además procede a ubicarlas e n el plano del recin-

to palatino (Fig. 5), siguiendo para e llo un criterio no demasiado riguroso y discutible, sobre todo si tenemos en cuenta que la información de la que disponemos acerca de estas puertas es bastante escasa. En efecto, sabemos que la Puerta de los Jardines se abría en el lienzo meridion al del Alcázar y que se encontraba al Oeste de la célebre Puerta de la Azuda, pero en el momento actual no existe ningún indicio que permita localizarla, como hace Pavón, en las proximidades de la Torre de la Inqui sición del Alcázar cristiano (designada con la letra «C>> en su plano). De la Puerta de Hierro y la Puerta del Río sólo conocemos sus nombres, aunque se duda de si fueron en realidad puertas di stintas a las citadas o bien diferentes denominaciones de las mi smas, motivo por el cual nos parece aventurada la ubicación propuesta por Pavón para ambas. En lo que respecta a la Puerta de Coria, en la nota 5 hemos aludido a las dificultades que dicho término presenta. Finalmente, aunque del análisis de las fuentes árabes y de sus propias denominaciones pudiera deducirse que la Puerta de los Leones y la de la Aljama estuvieron situadas en los muros occidental y oriental del Alcázar respectivamente, sin embargo, nada indica que se abrieran hacia la mitad de dichos lienzos. Resulta curioso además que Pavón no señale en el plano dos puertas nombradas en su trabajo y sobre cuya localización podría existir, a priori , menos dudas. Nos referimos a la puerta del baño mencionada por Dozy, que, como reconoce Pavón , «podría estar junto a los baíios caltfales excavados en la Plaza de los Mártires »; y a la Puerta de las Atarazanas citada por ai- Maqqart, que quizás se encontrara «en la trasera del alcázar>>(PAVÓN , 1988: 422). • Dependencias: en el artículo de 1988 se refiere vagamente a ellas: «las 2 hectáreas largas del Alcá::.ar califal encerrarían múltiples edificios de indo/e palatina o administrativa, además de la alca::.aba y la Rawda. con extensión nada despreciable dedicada a huertas o jardines» (PAVÓN, 1988: 195- 196). También menciona los baños del Campo Santo de los Mártires (PAVÓN , 1988: 191 y 422) . En su obra de 1992 alude de nuevo a la existencia en el Alcázar de «ed!ficios con funcion es administrativas, alcazabas e incluso una rawda o cementerio real» (PAVÓN 1992: 58) ; y más adelante nombra algunos de los

/ Fig . 6.- Localización de los cortes realizados en 1993 en el Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba.

A. J. M antejo Córdoba y J. A. Garriguet Mata

321

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Lám. VIl.- Detalle del grabado de A. Van den Wyngaerde (1567) (KAGAN, 1986: 257-260).

palacios citados por los cronistas (PAVÓN, 1992: 127), así como el sabat que unía la Mezquita con el Alcázar y la dara/- Rawrja (PAVÓN, 1992: 219). Jesús Zanón es autor de un encomiable trabajo sobre la topografía de Córdoba durante la etapa almohade basado en los testimonios de los escritores árabes. Esta aproximación al urbanismo almohade cordobés puede considerarse novedosa y casi única, ya que hasta la fecha de su publicación (e incluso en el momento actual) ninguno de los estudios sobre la Córdoba musulmana había prestado atención específica a este tema, tradicionalmente eclipsado por el análisis del urbanismo califal. La carencia casi absoluta de datos arqueológicos del período histórico tratado por Zanón está motivada en pru1e por el escaso interés que los investigadores modernos han otorgado a los restos correspondientes a la ciudad de los siglos Xl al Xlll. Esta circunstancia impide comprobar la validez de las fuentes consultadas por el autor. De cualquier manera, la información recogida acerca del Alcázar, aunque algo sucinta, resulta bastante interesante, pues pru·ece indicarnos que el viejo palacio de los Omeyas -o cuando menos un sector del mismcr aún se mantenía en pie en el último cuarto del .siglo XII. • Antecedentes: el palacio visigodo, residencia de los primeros gobernantes musulmanes, fue tran sformado en Alcázar por 'Abd a/-Ra17mc7n /, conociendo diversas modificaciones y ampliaciones bajo sus sucesores (ZANÓN, 1989: 75) . • Localización: el Alcázar se habría extendido «en su mayor parte>> por el Palacio Episcopal y el Campo Santo de los Má11ires (ZANÓN, 1989: 75). En las proximidades del rec into palaciego y militar, y abierta en el tramo sur dellien-

zo occidental de la muralla, debió encontrarse la Puerta de Sevilla o de los Perfumistas (ZANÓN, 1989: 44). • Puertas: Zanón no cita ninguna de las puertas del. Alcázar. • Dependencias: sólo menciona la existencia de un Ma.Y/is a/-Yumn («sala de /a felicidad>>), aunque también alude a los restos de yeserías encontrados en los baños del Campo Santo de los Mártires (ZANÓN, 1989: 76-77).

6.- Intervención arqueológica en apoyo a la restauración del alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba (1993-1994) En la campaña de excavación acometida en 1993 en el Alcázar de los Reyes Cristianos (MONTEJO y GARRIGUET, 1994a y b; IDEM, e.p.; GARRIGUET y MONTEJO , e.p.) documentamos varios niveles y estructuras de época hispano- mu sulmana. a los cuales nos referiremos en este apartado debido a su posible relación con el Alcázar andalusí o su entorno. En el transcurso de esta intervención realizamos seis cortes. distribuidos de la siguiente forma por el Alcázar cristiano (Fig. 6): el Corte 1 en la parte central del paramento externo del muro oriental; el Corte 3 hacia la mitad de la cara externa del lienzo Sur; el Corte S junto al lado Norte de la Ton·e de los Leones; el Corte 6 en el sector intermedio del paramento exterior del lienzo Norte ; el Corte 831 en el ángulo formado por el alzado externo del muro occidental y la Torre de la Inquisi- • ción; y, por último, el Corte 9 en el interior del Alcázar (Patio de Mujeres), a la altura del Corte l.

El alcá::ar andalusí de Córdoba: estado actual de la cuestión

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Lám. VIII.- Vista general del Corte 1 y planta de la torre bajomedieval exhumada en el mismo.

El Corte 1 se excavó para comprobar arqueológicamente la existencia y locali zac ión exacta de una torre, hoy desaparecida, situada hacia la mitad de la cerca orienta l del Alcázar cristiano. Dicha torre era conocida con anterioridad a l quedar atestiguada su planta en los planos de la ciudad de 1811 y 185 1 (Fig . 1) y su alzado en un grabado de A. Van den Wyngaerde32 fechado en 1567 (Lám. VII). Esta zona ya fue excavada por Godoy e lbáñez en 1990 con e l propósito antes señalado, aunque entonces no se lograron resultados positivos en este sentido (GODOY e IBÁÑEZ, s.a.: 32-33 y 53). La intervención en el Corte l, además de la torre citada (Lám. VIII) proporcionó información sobre ciertas estructuras de cronología hispano-musulmana (Plano 1, n° 1Se), y por tanto construidas con anterioridad a la edificación del Alcázar cristiano (MONTEJO y GARRIGUET, 1994a: 97). Todas e ll as, loca li zadas en la zona septentrional del corte, estaban cubiertas por un sedimento contemporáneo originado durante el proceso de relleno del sondeo practicado en 1990. Las relaciones estratigráficas que existieran y permitieran fechar estas construcciones se perdieron entonces y por tanto debemos atender a lacronología andalusí que propusieron en su día sus excavadores (GODOY e IBAÑEZ, s.a.: 32-33 y 53). Estas estructuras pertenecerían, pues , al « Alcázar ca li fal » (GODOY e lBAÑEZ, s.a .: 53). Si bien es cierto que se hallaron descontextualizadas, a partir de dichas estructuras se pudo advertir la presencia de dos momentos de construcción -o inc lu so tres-, que serían los siguientes (MONTEJO y GARRlGUET, l994a: 98): a) Construcción de un pavimento de mortero de cal y arena pintado a la almagra (99, 10-98,93 m.s.n.m.) y de la cubierta de una canalización (99, I4-99,07 m.s .n.m.) realizada con mampuesto irregular y un sillar de grandes dimensiones (Lám. 1X). No estaba del todo clara la relación existente entre el pavimento y la cubierta de la canalización, aunque la coincidencia de cota de ambos y la existencia de restos de mortero en la superficie del sillar empleado en la construcción de la cubierta así parecían indicarlo (MONTEJO y GARRlGUET, 1994a: 98). Es probable que la construcción de estas dos estructuras fuese consecutiva, es decir, inicialmente se habría construido el pavimento y a continuación la cub ierta de la canalización, sin que por esto el pavimento perdiera su func ionalidad original (MONTEJO y GARRIGUET, 1994a: 98).

b) Construcción de un muro de sillares que cubre al pavimento antes citado; sobre dicho muro se apoyó con posterioridad otra estructura de sillares y mampuesto irregular de menor anchura (Lám. IX). Se trataría por tanto de un momento en e l que las estructuras más antiguas conocidas perdieron su primitiva funcionalidad (MONTEJO y GARRIGUET, 1994a: 98). La interpretación de estos vestigios se hizo difícil ya que fueron excavados durante la campaña de 1990, y por lo tanto se nos mostraron completamente «huérfanos» del contexto estratigráfico donde realmente tendrían algún sentido; además, las dimensiones con las que contamos -en e l mejor de los casos casi un metro y medio- no permitían determinar la funcionalidad o adscripción por sí mismos a un edificio o complejo arquitectón ico conoc ido. Ante la precariedad de los datos nos vimos obli gados a seguir -no sin reservas- la interpretación y adscripción propuestas por Godoy e lbáñez (s.a. : 53). .,Pn el Corte 3 hallamos un pavimento de losas de calcarenita unidas entre sí mediante una finísima capa de mortero de cal (95, 13-95,03 m.s.n.m.). Las losas tenían unas dimensiones medias de 75 x 37.5 x lO cm. y estaban dispuestas alternativamente en sent id o transversal y lon gitudinal, aunque sin guardar un orden riguroso. Su estado de conservación era bastante aceptable (Lám. X y Plano 1 n° 16a). Este pavimento estaba cubierto casi por comp leto por un potente nivel de escombros. A falta aún de un estudi o e n profundidad de los materi a les cerám icos hallados en este contexto, el análisis preliminar de los mismos nos induce a fecharlo entre los sig los XI y Xlll, lo cual otorgaría una datación anterior (tal vez emiral o califa l) a la ci tada solería33. En apoyo de una cronología andalusí debemos señalar también que el nivel de suelo descrito presenta una gran similitud con el pavimento original del Patio ele los Naranjos de la Mezquita, con e l cual fueron comparados también los restos de una solería detectada por Escribano durante unas obras realizadas en el Seminario (ESCR IBANO , 1972: 26). Si aceptamos la adscripción cronológica del pavimento a los siglos IX- X y tenemos en cuenta además el entorno urbano en el que nos encontramos (próximo al Guadalquivir) y las noticias aportadas por las fuentes árabes sobre este sector de la ciudad, podríamos identificar el enlosado descubierto en el Corte 3 o bien con el arrecife, la importante calzada ribereña reconstruida por 'Abd ai-Rabmc7n 11 en 212 (827-828), o. más probablemente, con la explanada o avenida que existía al Sur del A lcázar. Al margen de este descubrimiento la excavación del Corte 3 nos permitió comprobar que sobre e l pavimento citado no se encontraba ningún muro que pudiéramos considerar como andalusí o anterior. sino la cimentación de la muralla Sur del Alcázar cristiano y la de una torre perteneciente a dicha fortaleza (Lám. X), fabricadas ambas mediante grandes bloques de ca lcarenita trabados con espesas lechadas de mortero de cal y arena. La citada torre fue derribada hacia 1572, según se desprende de un texto firmado por Hernán Ruiz 111 (GRACIA BOIX, 1981: 113). Unos cuantos años antes, e n 1567, todavía pudo representarla Wyngaerde en su grabado (Lám. VIl).

A. J. Montejo Córdoba y J. A. Carriguet Mata

El Corte 5, pese a sus reducidas dimensiones, proporcionó un amplio y variado repertorio de unidades estratigráficas, de las cuales la más antigua era una alcantarilla o cloaca que atravesaba la cata de Este a Oeste (Lám. XI) , sin que supiésemos hacia dónde se dirigía con exactitud. No obstante, apreciamos que más o menos a 1,40 m. con relación al exterior del perfil occidental del corte se bifurcaba en dirección a la Torre de los Leones, hacia el Sur. Esta estructura hidráulica podría datarse entre los siglos X-XI en función de la relaciones contextuales y del material cerámico aparecido justo encima de ella (fundamentalmente fragmentos de «verde- manganeso>>). El canal prese ntaba una anchura de unos 37 cm. y una luz de casi 1 metro, desconociendo su longitud total , aunque ésta era superior a los 4 metros (Plano 1, n° 16b). La cubierta de esta cloaca ( 1O1 m. s. n.m.) estaba realizada a base de grandes losas de calcarenita asociadas a un estrato de «picadura>> de sillar (Lám. XI). Creemos que durante cierto tiempo funcionó como pavimento de una plaza o calle incluida en el recinto del Alcázar andalusí. En un momento posterior a su construcción (aunque no demasiado distanciado en el tiempo) se proced ió al des monte parcial de algunas de las losas que cubrían la cloaca y a la erección de un muro de sillarejos irregulares asociado a un suelo ( 1O1, 17 m.s.n.m.) de mortero de cal y arena que se extendía

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Lám. IX.- Estructuras hispano-musulmanas (Corte 1).

Lám. X.- Pavimento hispano-musulmán y cimentación del muro meridional y de una torre del Alcázar cristiano (Corte 3).

por todo el Corte (Lám. XII). El muro documentado se encontraba embutido en el perfil Oeste del corte y no tenía la entidad s uficiente como para considerarlo parte de la muralla occidental del Alcázar andalusí, ni del cristiano, y menos aún de la medina cordobesa. Más bien se trataría de una estructura integrada en alguna dependencia del mencionado complejo palatino hispano- musulm á n. El abandono posterior del pavimento de mortero de cal y arena quedó puesto de manifiesto por la existencia de un estrato de unos 20 cm. de potencia que lo cubría por completo (Lám. Xfl). No obstante, pudimos co mprobar que cierto tiempo después se ll evó a cabo, al menos , una refacción en el muro de mampuesto anteriormente citado, para lo cual se abrió una zanja que rompió las losas de la cloaca califal, el pavimento de mortero de cal situado encima de ellas y el nivel de destrucción que sellaba todo ese conjunto. Con respecto a la cronología de esta refectio , debemos señalar que la carencia de elementos significativos de cultura material nos impide establecerla en estos momentos de una manera fiable. A pesar de ello, no sería descabellado apuntar hacia fas etapas almorávide o almohade de la ciudad (escasamente conocidas hasta la fecha), puesto que varios textos árabes nos hablan de la ocupación del Alcázar de Córdoba durante las mismas (BOSCH VILÁ , 1956: 196- 199 ; ZANÓN, 1989: 76-77),

El alcá::.ar andalusí de Córdoba: estado actual de la cuestión

no en el centro del Patio de Mujeres y a unos dos metros al Oeste del Corte 9. Estas estructuras resultaron ser la continuación de la muralla hispano- musulmana detectada en dicho corte y un tramo de la cerca romana situada tras aque ll a (MONTEJO y GARRIGUET, 1994b). Las dos cercas, la romana y la hispano- musulmana, se disponen de forma paralela, adosándose prácticamente la más moderna a la más antigua, de tal forma que la muralla romana queda como la más septentrional y la andalusí como la más meridional (Lám. XI V y Plano 1 n° 12). La ex istenci a previa de estas dos estructuras defensivas desempeñó un importante papel en e l momento de acometer la construcLám. XI.- Canalización y pavimento hispano-musulmanes (Corte 5).

información ésta complementada con otras noticias de carácter arqueólogico que permilen pensar ·en la realiza~ • ción de obras de cierta envergadura en algunas de las dependencias palatinas entre los siglos XI y XII (OCAÑA, 1984: 142). Sea como fuere, lo que parece indudable es que la cimentación de la Torre de los Leones del Alcázar cristiano34 se «entrega» al muro de mampostería del que venimos hablando (Lám. Xll), lo que denota su posterioridad con'struct iva con relación al mismo. En el Corte 6 hallamos los vestigios de tres muros de escasa entidad y muy mal conservados (Lám. Xlll y Plano 1, n° 16c) (MONTEJO y GARR!GUET, 1994a: 69-70 y 158) que pueden datarse en época andalusí, pues en los estratos que los colmataban se recuperaron numerosos fragmentos de cerámica verde-manganeso. No obstante. resulta imposible determinar la funcionalidad o el tipo de construcción del que formarían parte estos vestigios, debido a sus reducidas dimensiones, su mal estado de conservación 's y a los propios límites del corte. Finalmente. en el Corte 9 apareció un tramo c;le la muralla Sur de Córdoba , correspondiente a la cerca andalusí de la ciudad. En el transcurso de nuestra investigación se limpiaron también unas ·p otentes estructuras visib les en una fosa excavada con anterioridad f.JOr Escriba- · .

Lám. XIII.- Vista general del Corte 6.

ción del Alcázar cristiano. Aspecto relevante es e l de la situación que e l pavimento documentado en el Corte 3 mantiene con respecto a la muralla meridional, quedando dicho pavimento al Sur de la misma y, por tanto, extramuros de la medina .

7.- Restitución hipotética del alcázar

Lám. XII.- Pavimento de mortero, muro de mampuestos y cimentación de la Torre de los Leones del Alcázar Cristiano (Corte 5).

La distintas hipotésis que a continuación defendemos han sido elaboradas en función de la información aportada por las fuentes escritas y los testimonios arqueológicos referidos al Alcázar que hemos anali zado en los apartados anteIiores; y han sido plasmadas gráficamente en el Plano 2.

A. J. Monlejo Córdoba y J. A. Carriguet Mata

7.1.- El perímetro amurallado del alcázar Proponemos aquí el perímetro de la fortaleza palaciega correspondiente a los siglos IX, X y XI , cuando la misma alcanzó su máximo esplendor. Iniciaremos nuestro recorrido desde el ángulo Noreste del recinto y continuaremos en el sentido de las agujas del reloj. Muralla Este: conservada en buena parte hoy día; arranca desde la torre de esquina existente en la calle Torrijas - frente a la Mezquita (Lám. 11)-, continuaría por la fachada Este del antiguo Palacio Episcopal y el comienzo de la calle Amador de los Ríos hasta llegar casi al extremo oriental del Seminario. Si prolongamos en línea recta hacia el Sur el muro del Alcázar visible en la calle Torrijas observaremos que su trazado viene a coincidir con el arranque de la muralla bajomedieval de la Ribera, en el punto exacto donde hasta mediados del siglo XIX ésta conectaba con la fachada meridional del Seminario (Fig. 1). Muralla Sur: que además era la muralla meridional de la ciudad: se extendía de Este a Oeste por la fachada Sur del Seminario - donde la vio Jiménez Pedrajas ( 1960: 194 )-,el tramo medio de la actual calle Sta. Teresa Jornet (Corte 1) y el sector central del Alcázar cristiano (Corte 9), para concluir en la esquina suroccidental de las albercas ubicadas en los jardines a ltos del citado Alcázar cristiano (MONTEJO y GARRIGUET, 1994b). Así, debemos destacar: que el arco de herradura abierto en el Patio Morisco de dicho edificio (Lám. IV ) queda situado al Norte de la muralla que cerraba e l Alcázar y la medina por e l mediodía, y por lo tanto al interior del palacio andalusí; y que la notable diferencia de cota existente entre los re.stos de las catas excavadas por Escribano en el mencionado patio obedece a la presencia de la muralla entre ellas. Un hecho semejante se aprecia entre las estructuras descubiertas en nuestros Cortes 1 y 3 . Muralla Oeste: constituía también la cerca occidental de la medina36. De esta forma , nuestra propuesta se ajusta al texto de al-ljimvarl en el que, tras comentar el perímetro ele la medina y sus puertas, este autor dice que
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