EL AJUAR POBRE: ENTRE EL JUEGO DE NIÑOS, EL JUEGO DE PALABRAS Y LA CANCIÓN DE DISPARATES

June 4, 2017 | Autor: José Manuel Pedrosa | Categoría: Improvisation, Jokes, Literatura medieval, Romancero pan-hispánico, poesía oral, Folk songs
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Descripción

EL AJUAR POBRE: ENTRE EL JUEGO DE NIÑOS, EL JUEGO DE PALABRAS Y LA CANCIÓN DE DISPARATES 1 JOSÉ MANUEL PEDROSA Universidad de Alcalá

En el año 1890 fueron publicados los Juegos y rimas infantiles recogidos en los concejos de Villaviciosa, Colunga y Caravia por el folclorista asturiano Braulio Vigón (1980: 72). Entre tales juegos había uno de los llamados de penitencias (es decir, de prendas), que fue transcrito y glosado de este modo: Penitencias en los juegos. Las hay que se cumplen en público, poniéndose los sentenciados a la puerta de la casa donde se celebra la reunión, y hay otras para cuyo cumplimiento no se exige que salgan del aposento donde se juega. Tres camisitas tengo yo ahora: una en 'a llinar, otra por filar; tráeme la otra, Ramiletona. Tres camisitas tengo yo ahora. Agradezco su ayuda y orientación a José Luis Garrosa.

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El juego infantil asturiano que acabamos de conocer llevaba unos cuantos si pasando de una voz a otra en la tradición oral en nuestra lengua cuando fue an por Vigón a finales del siglo XIX. En el Vocabulario de refranes y frases prove les (1627) de Gonzalo Correas (2000: 665, núm. 1132) aparecía de este modo, la escueta indicación de que "fue cantar", sin especificación de si su función fue de acompañar los juegos infantiles o no: Tres camisas tengo agora, no me llamarán mangajona: una tengo en el y otra tengo dada a hilar, y otra que me hacen agora. Fue cantar, y varían: "Una tengo en el linar, y otra tengo en el telar, y que hilo agora", y repiten: "no me llamarán mangajona".

Mangajón (fem. mangajona), es, según el Diccionario de la RAE el " lleva un vestido destrozado". Otro refrán anotado por Correas en 1627 ( 789, núm. 661) decía: "puños y mangajada, y en lo demás nonada; [o] puños mangajada, y en lo demás sin ruedo ni nada", en alusión a que había personas vestían puños y mangas con ínfulas de normales o de ricos, pero que no llev nada debajo, y solo servían para ocultar desnudeces y miserias. Son voces de muy escaso -antes y ahora- en la lengua común, y no es extraño por ello el juego asturiano anotado por Braulio Vigón a finales del siglo XIX sustitu la mangajona por la Ramiletona, que es una palabra que me ha sido im documentar, posiblemente una invención léxica y muletilla rítmica al tiempo, a cuya invención tan aficionadas son las muchas veces extrava rimas infantiles. Si en 1627 formaban un "cantar" tradicional, anónimo y con variantes, no exagerado aventurar que nuestros versos de Las tres camisas por hacer _remontar a los tiempos de la Edad Media. En cualquier caso, todas las so que pesan sobre sus orígenes y evolución más tempranas, anteriores a su por escrito a comienzos del XVII, se disipan un tanto cuando escrutamos en posteridad. Porque la canción ha llegado, en efecto, hasta la tradición oral de y ha dejado, desde el siglo XIX en adelante, un rastro documental muy visible, ramas y variantes tan inventivas y marcadas como sugerentes. Margit Frenk, en su magno repertorio de la antigua lírica popular hi daba noticia (con el núm. 1894) de unas cuantas supervivencias atestiguadas la tradición oral moderna: además de apuntar hacia la versión de Braulio Vi que acabamos de conocer, mencionaba otros dos avatares asturianos reco por Aurelio de Llano (1924, núm. 897) y Daniel G. Nuevo Zarracina (1946: y 261), uno extremeño registrado por Marciano Curiel Merchán (1944: 252), manchego de Eusebio Vasco (1929-1932: I, 280, núm. 642), y algunos argen 360

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que debemos a Jorge M. Furt (1923-1925: II, núms. 2215 y 2216) y Juan Alfonso Carrizo (1926: núm. 1285), más uno colombiano que fue rescatado por Antonio José Restrepo (1929: núm. CMLIX). Acerca de varios de ellos había llamado la atención un documentadísimo trabajo anterior de José Mª Alín (1992: núm. 6), a quien se debe, además, la localización de una versión alicantina registrada por José María Soler (2006: núm. 2305); y de la que vamos a conocer ahora, que es una versión manchega, anotada por Pedro Echevarría Bravo (1951: 238), que sustituye perros por camisas. Lo que no fue obstáculo para que Alín considerase a ambas, con muy buen tino, como ramas del mismo tronco lírico popular: Con un perrito que tengo, y otro que me van a dar, y otro que me están criando, tres perros voy a juntar. Conviene señalar, en relación todavía con la tradición antigua de estos versos, y antes de explayarnos acerca de sus supervivencias modernas, que Margit Frenk puso en relación (o al menos en contigüidad) nuestra canción de Las tres camisas por hacer con otra, seguro que emparentada con ella, que podríamos titular Los tres pares de zapatos por hacer. Tal avatar debió gozar de cierta popularidad en nuestros Siglos de Oro, pues de entonces han quedado dos versiones diferentes, que tienen asignados los núms. 1893A y 1893B (aledaños del núm. 1894 de Las tres camisas por hacer) dentro del catálogo de Frenk. La primera versión asoma en la Jornada III de la comedia La Ea/tasara, de Rojas Zorrilla: -Tres pares de s;apatiñas teño. -Unas tendes por ganar, otras tendes por pagar, y otras en cas del s;apateyro. -Tres pares de s;apatiñas teño. La segunda variante vuelve a estar anotada en el inagotable Vocabulario (1627) de Gonzalo Correas (2000: 110,_núm. 2347): Aunque me veis que descalza vengo, tres pares de zapatos tengo: unos tengo en el corral, otros en el muladar, y otros en cas del zapatero; tres pares de zapatos tengo.

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Por cierto, que el Vocabulario de Correas (2000: 110, núm. 2344) anotaba también, muy cerca de la anterior, esta otra rima con la que el aire de familia resulta también evidente: Aunque me veis con este capote, tres ovejas tengo en el monte: las dos no son mías, la otra es de un hombre. Podemos, ya, centrar nuestra indagación sobre las versiones orales modernas de nuestros versos, y subrayar lo sugestivo que resulta comprobar que la pluralidad de ramas y variantes --con camisas, zapatos y ovejas- de la que nos daba atisbos la tradición vieja de este "cantar" ha seguido siendo la tónica dominante, y además mucho más viva y operativa -lógicamente, porque contamos con muchos más testimonios modernos- en la tradición oral de hoy. Admira también lo volátil de su adscripción genérica, porque si al principio conocimos una versión que era un juego infantil, enseguida nos saldrán al paso versiones en forma de refrán recitado, y luego otras que se cantan como canciones líricas sin más. No dejará tampoco de sorprendernos su amplia dispersión geográfica, lingüística, cultural (por toda España, incluidas Galicia, Asturias y Cataluña, con sus respectivas lenguas y dialectos, Portugal e Hispanoamérica), y sus variantes -a veces muy ingeniosas e inventivas- organizadas en ramas de cuños y personalidades perfectamente diferenciables, aunque asignables todos a una tradición común. Comencemos convocando estas versiones gallegas que hablan de camisas, tienen forma de refrán y mantienen la rarísima expresión mangallona: Tres camisas teño agora; non me dirán mangallona: unha téñoa no tear, outra téñoa para fiar e outra que me fan agora. Tres camisas teño agora, non me chamen mangallona: unha teñoa no tear, outra xa a dei a fiar e outra que me dan agora (Ferro Ruibal 1987: núms. 8832 y 8833). Tres camisas teño agora, non me chames mangallona: unha teñoa no tear, outra xa a din a fiar, e outra que me dan agora (Lorenzo 1983: núm. 1163). A su lado cobran perfiles muy singulares estas versiones en castellano, en forma de canciones no solo cantadas, sino también asociadas a la danza, que sacan a relucir zapatillas en vez de camisas, de acuerdo con una distribución de las prendas de vestir que hemos visto ya perfectamente acuñada en las versiones del Siglo de Oro: Aunque me ves que descalcilla vengo, tres pares de zapatillas tengo: 362

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unas tengo en el corral, otras en el trascorral, otras en cá el zapatero. Aunque me ves que descalcilla vengo, tres pares de zapatillas tengo (Díaz 1992: 202). Aunque me ves que descalcita vengo, tres pares de zapatitos tengo. Uno tengo en el corral, otro en el trascorral, otro en casa del zapatero. Aunque me ves que descalcita vengo, tres pares de zapatitos tengo (Barrio y Espina 1992: 56). La tradición oral moderna se ha mostrado muy cicatera en versiones relativas a zapatos. Pero ha resultado mucho más fecuna en lo que respecta a las camisas por hacer, que en alguna versión dejan paso a los vestidos en general: Dos camisitas tengo para salir a moniar: una que me han ofrecido y otra que me están por dar (Becco 1969: 277). Tengo un bestío de indiana, y otro que m 'están cortando, y otro que m'están jasiendo las indinas de tus manos (Rodríguez Marín 1882-1883: núm. 4135). Cuatro camisas tengo, tres no me vienen, porque están en el arca de quien las tienen (Calvo González.1998: 141). Cuatro vestidos tengo, tres no me vienen, porque están en el arca de quien los tiene (Alonso Cortés 1914: núm. 2666).

Gracias a Dios que ya tengo dos camisas pa mudar: una que se me acabó, y otra que voy a comprar (Abadía 1971: 55). Gracias a Dios que yo tengo dos camisas de mudar: una que se me acabó y otra que voy a comprar (Poesía popular andina 1982: 105). Gracias a Dios que ya tengo dos camisas pa mudarme, una que me han ofrecido y otra que Dios pueda darme (Morales 1927: 34). Mira si tengo camisas con las que pienso yo remudarme: una que tengo en la tienda y otra que pienso comprarme (Alín 1998: 137). Dicen que tú no me quieres porque no tengo camisa, ya me están haciendo una de pellejo de tomiza (Calvo González 1998: 214). Especialmente original y sugestiva es, dentro de este panorama, esta versión panameña (del pueblo de Guararé), compuesta por una cuarteta glosada, al modo tradicional, en cuatro décimas: Gracias a Dios que ya tengo ropa pa llevar al río: la camisa está en la tienda, pantalón me han ofrecía. Yo tengo mi buen sombrero pajita y amarillito; yo todavía no lo he visto, haciéndolo están primero; y como no estoy en cuero,

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solo en pasear me entretengo; a mi mujer la prevengo que no cese de lavar, que ropa para mudar gracias a Dios que ya tengo. Yo tengo un poncho rayado muy ancho y de medio paño, de perdido tiene un año y todavía no lo he pagado; yo se lo presté a un soldado y me está matando el frío, yo he prestado lo que es mío esto sin ninguna altancia yo tengo, sin alabancia ropa pa llevar al río. Tengo un fino pantalón con mis buenos calzoncillos que diendo pa mi castillo vi en la puerta del panteón; fui a mi casa en la ocasión muy contento con mi prenda, aunque mi corazón me reprenda la venzo en cortas razones, hija, ya tengo calzones, la camisa está en la tienda. Tengo un pañuelo bordado y una camisa muy fina, que en la vuelta de una esquina se la he visto a un soldado; quedé tan enamorado que casi pierdo el sentío, y como estoy bien vestío, los domingos voy a misa, hija, ya tengo camisa, pantalón me han ofrecía (Poesía popular andina 1982: 407).

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Hay, como ya he apuntado, unas cuantas versiones de las que giran dentro esta amplia constelación que hablan de vestidos en general, o que descienden detalle del mandil o del justillo: Antón, pirulí, ventana, Antón, pirulí, balcón, si no se casa la niña no es por falta de faldón. La tela la tiene en casa, la falta la guarnición. Antón, pirulí, ventana, Antón, pirulí, balcón (García Matos 1951-1960: III, Parte musical, 47, nú1 609). Tengo un mandilín en casa, otro que me están haciendo, otro que me están bordando, cuatro mandilines tengo (De Llano Roza de Ampudia 1924: núm. 787). Tengo un mandilín en casa, y otro que me están haciendo, y otro que me están cortando: cuántos mandilines tengo. Y a tu mandil ponle un buen ringo rango, que relumbre como la arena, que triste ya se despide mi morena (Córdova y Oña 1948-1949: IV, 188). Tengo un mandilín en casa, y otro que me están haciendo, y otro que me están bordando: ¡cuatro mandilines tengo! (Manzano 1982: núm. 175). Yo tengo siete justillos, seis se están apolillando; también tengo siete novios, y seis viviendo engañados (Manzano 1982: núm. 251).

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Aunque nos vayamos alejando del núcleo más acuñado de sus matrices formulísticas, la serie de canciones que a continuación vamos a conocer sigue estando emparentada con las anteriores. Las claves de su ironía no se encuentran en la alusión a las prendas por hacer o por conseguir, sino a los vestidos rotos o arruinados. Sus secuencias, por lo general trimembres, siguen tendiendo puentes hacia las series que ya hemos conocido: ¿Quién perdió, que yo encontré una chaqueta sin mangas, tampoco tenía cuello y rota por las espaldas? (Manzano 1982: núm. 435). Soy pobre porque me pongo una camisa sin mangas, sin cuello, sin delantera, y rota por las espaldas (Navarro Artiles 55). ¿A quién se le habrá perdido una chaqueta sin mangas, sin forros, sin delantera, sin bolsillo, sin espaldas? (Alcalá Ortiz 2006: I, núm. 758). Soy pobre porque te di una camisa sin mangas, sin cuello y sin delantero, y rota por las espaldas (Torralba 1982: 355). Soy pobre porque me pongo una camisa sin mangas, sin cuello ni delantal y rota por las espaldas (Perera 1981: 216). Yo tengo una camisita que la heredé de mi suegra; no tiene puños ni jaldra, ni cuello ni delantera (Bethencourt Alfonso 1985: 222). A quién se le habrá perdido una chaqueta sin mangas,

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sin cuello, sin delantera, y rota por las espaldas (Escribano Pueo 1994: núm. 381). Por la calle van vendiendo una camisa sin mangas, sin pechera, sin botones, y sin lienzo en las espaldas (Alonso Cortés 1914: núm. 3064). ¿Quién compra? Que yo vendo una camisa sin mangas, sin puños, sin delanteros, sin lienzo por las espaldas (Barrio y Espina 1992: 56). Por la calle van vendiendo una camisa sin mangas, sin botones, sin pechera y sin tela en las espaldas (Santos 1988: 76). Por la calle van vendiendo una camisa sin mangas, sin cuello, sin pechera y sin botones, y sin tela en las espaldas (Manzano Alonso 2001: 484). Soy pobre porque perdí una camisa sin mangas, sin cuello y sin delantera y de muselina parda (Calvo González 1998: 471). Llevo la camisa rota, y el pantalón sin culera, y el bolsillo, sin un cuarto, ¡buen invierno se me espera! (Iribarren 1984: 168). Tenho urna jaqueta nova, feíta de mil modelos, nao tem mangas, nem costas, está rota nos cotobelos (Afonso 1985: 139).

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La siguiente insólita versión es una cuarteta con cuatro décimas glosadoras, representativa de la tradición del distrito de Zaña (Chiclayo), en Perú: Una camisa sin mangas, mi chaleco sin pechera, con el saco hecho bandera; por el pantalón las nalgas. La camiseta que tengo está más pior que un redaño, con unos huecos tamaños y más de treinta remiendos. El calzoncillo, prevengo que con una pierna se halla. ¡Ahora sí que doy malhaya estando hoy de casamiento! Solo tengo en el momento una camisa sin mangas. Dos costales carboneros son mi cobija y mi cama, con dos adobes de almohada y mi cuja el mismo suelo. y para mayor desvelo, al verme de tal manera, mi novia se desespera a casarse con certeza: ¿Cómo diablo entro a la iglesia con el saco hecho bandera? Mi sombrero está sin copa, mis zapatos desiguales: a los dedos se me salen, por la capellada rota. Las medias son cuatro bocas ni ponérmelas quisiera. Mi gran pañuelo de seda se ha vuelto tela de araña. Parece una musaraña mi chaleco sin pechera.

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Mi capital efectivo son dos pesetas de plomo; van tres días que no como, sabe Dios cómo estoy vivo; hospedado 'onde un amigo, el Dios del cielo me valga: y me obligan a que salga a casarme con desdén ... ¿Cómo voy, si se me ven por el pantalón las nalgas! {Santa· Cruz 1982: núm. 124). Otra serie periférica pero vinculada a nuestra amplia y dispersa familia es esta que nos habla de vestidos prestados y no devueltos todavía: Ese delantal no es tuyo, ese pañuelo es amprado, má dicho el amo las medias que le devuelvas los zapatos (Fondo documental de "Somerondón"). Moza d'o pañuelo alleo é d'a camisa prestada, díxom'á muller d'os zocos cando 11' e mandas á saya (Casal Lois 2000: 284, núm. 17). Moza que vendel-os zocos, á d'a camisa prestada; díxom' aquela muller cando lle pagas á saya (Casal Lois 2000: 181, núm. 28). Otra serie que cuenta con personalidad propia es esta que orbita en tomo a prendas recicladas: Estoy loco de contento porque me va a hacer mi madre unos pantalones nuevos de los viejos de mi padre (Alonso Cortés 1914: núm. 2847). Estoy loco de contento porque me ha hecho mi madre

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unos pantalones nuevos de unos viejos de mi padre (Barrio y Espina 1992: 56). Qué recontento que estoy, que me está haciendo mi madre unos pantalones nuevos de unos viejos de mi padre (Morote Magán 1990: 232). Asómate a esa ventana y me verás en la calle con una chaqueta vieja de otra vieja de mi padre (Alonso Cortés 1914: núm. 2582). Muy singular es, en fin, dentro de este marco en que prima la canción lírica, este avatar en forma de refrán: Pantalones tengo tres: estos, los que llevo puestos, y los que ves (Iribarren 1946: 115). Hay también una serie de versiones que hablan de casas por hacer o en ruinas. Resulta innegable su parentesco semántico, y también formulístico, con algunas de las que conocimos antes ("¿Quién compra? Que yo vendo/ una camisa sin mangas ... ?"): Haja quem queira comprar, que eu estou disposto a vender, urna casa sem telhado e as paredes por fazer. Quem compra, quem é que compra, que eu estou para vender, urna casa sem telhado e as paredes por fazer? (Carvalho Rodrigues 1986: 267). Meu amor, casa comigo, eu sou rico, afazendado: tenho um jardín sem flores e urnas casas sem telhado (Mouthino 1988: núm. 733).

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Otra serie muy característica es esta que se refiere a las mulas que no posee el arriero: Eres arrierillo de veinte mulas: tres y dos son del amo, las demás tuyas (Manzano 1982: núm. 566). Labrador es mi amante, de cinco mulas, tres y dos son del amo las demás suyas (Manzano 1982: núm. 567). Arriero, arriero, de veinte mulas, diez y nueve prestadas diez y nueve prestadas, las demás suyas (Manzano 1982: núm. 563). Mi marido es carrero de cinco mulas, tres y dos son del amo, las demás suyas (Alcalá Ortiz 2006: 11, núm. 1105). Tampoco faltan las series relativas a otros animales, como los toros o las ovejas (recordemos, por cierto, el refrán anotado por Correas que conocimos páginas atrás: "aunque me veis con este capote, tres ovejas tengo en el monte ... "): Con un toro y otro toro, y otro que me van a dar, y otro que me están criando, ya tengo pa torear (Jiménez Urbano 1990: 40). Miña nai ten tres ovellas, todas tres mas ha de dar; unha cega é outra coxa, é outra que non pod'andar (Casal Lois 2000: núm. 478).' Miña nai, por me casar, prometeume tres ovellas,

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unha cega y-outra manca, y-outra faltan ll'as orellas (Saco Arce 1987: 121). Cerraremos este apartado con una abigarrada miscelánea en que se mezclan todo tipo de objetos y de bienes cómicamente pobres, o ansiados, o insuficientes, o desvencijados. Muestras muy significativas del ingenio, el desenfado y la inventiva que son propios de la literatura de disparates: Quiero ir al molino todo lo tengo arreglado me falta el costal, el trigo y el borrico pa llevarlo. Si tuviéramos aceite, ajo pimentón y sal haríamos una sopas pero no tenemos pan (Martínez Fernández y González-Blanco García, en prensa). Me dijiste que tenías los dineros en el banco, y resulta que no tienes ni unos calzoncillos blancos (Alcalá Ortiz 2006: I, núm. 666). Benditas sean tus manos y quien te enseñó a coser, que me has hecho una camisa con la pechera al revés (Alonso Cortés 1914: núm. 2594). Ahora que tengo chaleco con mi pantalón de pana, ahora que tengo chaleco me falta la americana (Alonso Cortés.1914: núm. 2544). Tengo un chaleco de merda, el forro de cagallois; con respeto dos señores de peidos son os botois (Fonteboa 1992: 75).

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Tres fincas tengo en Madrid, siendo un pobre militar: la cárcel, el cementerio y también el hospital (Rodríguez Marín 1882-1883: núm. 7524). Una sartén sin mango me dio mi suegra, cada vez que reñimos viene y la lleva (Manzano Alonso 2001: II, 412). Xica d'a dos-centes lliures, ¿ton pare que t'ha deixat?: un olivar sense olives i una cambra sense blat (Salva i Ballester 1988: 176). Para el final hemos dejado los testimonios más exóticos desde el punto de vist de su dispersión folclórica, y más insólitos desde el punto de vista de su diseñe poético. Conozcamos, para empezar, esta canción portuguesa cuya estructura para lelística tiene resonancias arcaicas, aunque no tengamos ninguna certeza acerca d1 sus orígenes y evolución. El hecho de que evoque una cena con tres peces, cuandc el esparto (se supone que para hacer la red) todavía no había sido cogido, ni 1: red hecha, ni el pez muerto, la adscribe de manera inequívoca a nuestra familia d1 cantos: Convidarom-me a cear com tres pexinhos de lo ser. Pela própria falsa estava o esparto p'ra acolher, e estava a rede por fazer, e estava o pexe p'ra morrer, pela própria falsa. Olival, olivalinho verde, ó que ta verde e verde e olival. Convidarom-me a cear com tres pexinhos de lo mar.

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Estava o esparto p'ra apanhar estava o péxe p'ra matar; olival, olivalinho verde, o que ta verde e verde e olival (Guerreiro Gasean 1921-1922: 282). Extraordinariamente interesante es, también, esta exótica canción en el dialecto istriano de Rovigno (en croata Rovinj), en Croacia: L'amante meío el ga siete cameise; afina e l'uo induosso e l'altra i' l'ie da fare. Ofina ghe la farie de fell de uoro, e l'altra, anema mefa, avanti ch'i' moro. Ofina ghe la farie de fell de arzento, e l'altra, anema mefa, cu' i' varie tenpo. Ofina ghe la farie de feil de ride, L'amante meío da li siete cameise (Ive 1877: 103, núm. 52). Y esta es, en fin, una muy hermosa versión vasca, que fue registrada en Arechabaleta, en el valle de Léniz (Guipúzcoa): A la hora en que me casé tenía pantalones blancos, cabeza de raposo puede pasar en su agujero de detrás. Los pantalones (tienen) detrás agujero, la chaqueta sin mangas, ¿quién no dirá de mí (que soy) arlote miserable? Nuestra sala y camarote como la pocilga, La vajilla debajo el escaño, que la limpie el perro (Azkue 1989: IV, 36-37). Cerramos ya este trabajo, que es, en gran medida, complementario de otro que ya escribí (Pedrosa, en prensa) acerca de ajuares disparatadamente pobres, por lo general más extensos, que se hallan documentados desde la Edad Media hasta hoy en nuestra literatura escrita más clási9a-firmados por Jorge Manrique, Femando de Rojas, Juan del Encina y otros grandes álltores-, así como en nuestra literatura oral y folclórica, de la que todos, en última instancia, proceden. La versión que hemos conocido en primer lugar, la que anotó Braulio Vigón en la Asturias de finales del siglo XIX, es la única que estaba identificada de manera explícita como juego infantil. Muy pocas de entre las demás llevaban la especificación de en qué contextos y rituales concretos se empleaban, aunque es evidente que algunas funcionan 375

José Manuel PEDROSA como canciones líricas que pueden adaptarse a ocasiones festivas diversas, otras son canciones para acompañar danzas y bailes, unas cuantas tienen la forma y el uso de las paremias o refranes, y algunas son cuartetas glosadas en décimas en reuniones de cantores (muchas veces también improvisadores) hispanoamericanos ... Y no hay que descartar, por supuesto, que alguna más haya sido empleada como juego infantil, igual que quedaba subrayado en la Asturias de Vigón. Ante nosotros ha desfilado, en fin, una casuística muy amplia -algo que no debe sorprendernos, en el territorio siempre dinámico y bullente del folclore, y más en el del folclore cómico- de formas, de sentjdos, de ocasiones, que debemos considerar una muestra muy pálida de la efervescenéi~ con que han debido vivir estos versos en la tradición oral panhispánica, y de los rituales -con músicas, gestos, risas, guiños cómplices, piques, reacciones- a los que se habrán asociado en cada momento. Los juegos de palabras y de ingenio que han llenado, en fin, estas páginas, se acogen al género de la literatura de disparates, que hay quien llama también del mundo al revés. Un repertorio muy viejo y tradicional en nuestro dominio cultural y en todos los demás, extraordinariamente inquieto, dúctil e interesante, que anda siempre explorando y poniendo a prueba las convenciones de forma, los valores establecidos, los límites de género, las causalidades más previsibles. No es extraño, teniendo todo eso en cuenta, que sea proclive a escindirse en tantas ramas y a desplegarse en tantas variantes como las que hemos conocido, y en tantas más como nos habrán quedado, sin duda, por conocer. Es bien sabido que los juegos y las rimas infantiles por un lado y la literatura de disparates o del mundo al revés por el otro han tenido, siempre, vinculaciones muy estrechas. A los niños y a los jóvenes les encanta recitar o cantar rimas con sentidos extravagantes, risibles, inesperados, a veces incluso sin sentido lógico alguno. No es este el espacio más apropiado para desplegar las profusas bibliografía que existen acerca de ambos repertorios (el infantil y el de disparates) por separado, y sobre los dos en conjunto. Aunque sí para tener un recuerdo para Ana Pelegrín, que fue la investigadora que más y mejor indagó en tales cuestiones de poética en nuestra lengua. De hecho, su libro más extenso y complejo, el Repertorio de antiguos juegos hispánicos (1998) es una indagación de los nombres y los versos de los juegos infantiles que asomaban, extravagantemente mezclados, en un pliego de disparates del siglo XVIIP. El juego infantil, el juego de palabras, el juego de ingenio, el disparate, son repertorios, en fin, que tienen muchos vínculos entre sí, y que circulan por itinerarios que se cruzan muchas veces. Las canciones y refranes que hemos agavillado 2 Pelegrín, Repertorio de antiguos juegos hispánicos (Madrid: CSIC, 1998); véase, también, otro libro suyo fundamental: Pelegrín, La flor de la maravilla: juegos, retahílas, romances (Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 2006).

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El ajuar pobre: entre el juego de niños, el juego de palabras y la canción de disparates

en esta ocasión, con el fin de que puedan apreciarse sus tramas y nudos, han sido una muestra limitada pero muy aleccionadora. A ellos espero que podré sumar, en artículos futuros, nuevos ejemplos que permitan reinterpretar, en claves menos triviales y más trascendentes que las que normalmente se le suponen, todo este viejo y tradicional repertorio lírico.

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ODRES NUEVOS: RETOS Y FUTURO DE LA LITERATURA POPULAR INFANTIL IV Jornadas iberoamericanas de investigadores de Literatura Popular Infantil 17-19 de junio de 2015 Edición preparada por: Cristina Cañamares Torrijos Ángel Luis Lujan Atienza César Sánchez Ortiz

Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha Cuenca, 2016

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