El águila Real Mexicana: En aras del nacionalismo mexicano.

June 15, 2017 | Autor: S. Sosa Salazar | Categoría: Usos políticos de las imágenes
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Descripción

El águila real mexicana, es un símbolo del patriotismo nacional por excelencia. Una especie protegida que se encuentra en un estado de alerta por su disminución de población y que por ello recibe una serie de mecanismos de protección por parte de la secretaria del medio ambiente.
Parte de estos programas de conservación, se inscribe el día del águila, el cual se celebra el día 13 de Febrero. Cada año, diferentes organizaciones se congregan para dar conciencia de la importancia de esta Real ave. Los esfuerzos de las organizaciones en pro de su conservación han dado resultados concretos, auxiliando a la captación de recursos para distintos proyectos de reproducción, crianza, veterinaria y la construcción de santuarios de alta calidad para su vigilancia y salubridad.
El águila real es un ave de gran tamaño, tan solo en su envergadura alcanza los dos metros y medio. Es un ave que es famosa por sus habilidades de cacería y acecho; además de tener una vista sin rival en la naturaleza, es capaza además de atrapar a una presa a medio vuelo. Todas las características fantásticas de esta increíble ave han impresionado a todos los habitantes de tan distintas y distantes culturas alrededor del globo. Las diferentes especies del águila han de dotar al imaginario cultural de distintas regiones las particularidades propias del comportamiento específico del águila. Por ejemplo, no es lo mismo un águila calva, como la insignia en el escudo de armas del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica a el águila legionaria de la antigua Roma.
Sin embargo, a pesar de estas pequeñas diferencias es el rasgo central de lo que significa el ave; en este sentido ¿Qué es el águila? ¿Cuál es su significado "absoluto"? Ciertamente antes de comenzar con estos cuestionamientos habrá que reflexionar una cosa. Primero; todo el mundo sin excepción tiene de una u otra forma en su repertorio simbólico al águila como un símbolo máximo, quien además comparte las mismas propiedades sagradas, con sus matices, por supuesto.
Entonces ¿Cómo es que culturas tan distintas –una tribu de Abisinia, por ejemplo, con una del sur de Canadá- comparten el mismo animal? ¿Por qué si en la mayoría de ocasiones no tienen contacto entre ellas, se destaca el símbolo con las mismas virtudes? Empecemos por el inicio; existen fenómenos culturales que se llaman "relaciones cognitivas", muy diferentes, por cierto, de otro fenómeno similar llamado "sincretismo". Las relaciones cognitivas se dan cuando el hombre observa la naturaleza y llega a la misma conclusión o a la misma abstracción, por ello, al apreciar al ave, se dieron cuenta de sus cualidades.
Siendo la principal virtud del águila su destacadísimo vuelo a grandes altitudes, las culturas alrededor del mundo le dieron su primer y más común valor. El águila es una representación del Sol, o dicho en otras palabras, el águila es un símbolo solar, por ello, la insignia de varias cabezas militares es el águila; el anuncio del amanecer, de lo nuevo, de lo que protege, de lo que lo alcanza todo. Asimismo, otra relación cognitiva es la capacidad de reacción, su vista y su capacidad como depredador.
Las culturas mundiales destacan a la figura simbólica del águila llevándolo a los lugares más altos en los altares. De ello podemos decir que el águila es un animal totémico. Es el reflejo de todos los valores, de todo el potencial humano alegorizado en el vuelo rutinario de este depredador aéreo.
El uso simbólico del águila real mexicana data de cientos de años en el pasado, anterior al contacto con los españoles, cuando las culturas endémicas de la región mesoamericana gobernaban en pequeñas poblaciones el largo y ancho del actual territorio nacional. Como ya se destacó anteriormente, las propiedades "absolutas" del totémico animal actuaban de la misma forma que en el resto del mundo, de ahí derivando hasta convertirse en nuestro escudo nacional.
La imagen del águila real mexicana, en el caso de la cultura mexica –o azteca- representaba al dios prehispánico Huitzilopochtli, dios de la guerra y dios del sol. Según el imaginario prehispánico, Huitzilopochtli en su recorrido a través de la bóveda celeste se convertía en tres distintos animales: al amanecer, Huitzilopochtli se convertía en un colibrí, radiante pero débil en su calor; por la tarde, y en especifico a medio día, el sol más radiante y caliente, Huitzilopochtli se volvía a convertir para ahora tomar forma de águila impetuosa; finalmente, al anochecer, salía la luna –con una advocación totémica derivada del jaguar- quien perseguía al sol, quien nuevamente se había convertido en otra cosa, esta vez un venado, quien sería muerto por el jaguar –la noche- justo cuando el cielo se ve pintado por nubes rojas, al estilo de la sangre; cuando la noche finaliza, el amanecer de un renacido Huitzilopochtli, en forma de colibrí bélico derrota al jaguar, en un ciclo eterno. Por ello, la señal que tenemos en nuestro escudo nacional es la representación de Huitzilopochtli, el sol esplendoroso, quien se encuentra parada sobre un nopal y en el pico lleva una serpiente.
El escudo nacional contiene muchos símbolos dentro del mismo símbolo. La imagen original se compone de Huitzilopochtli posado sobre la representación pictórica o glifo de Tenochtitlán (tres nopales sobre una roca de lecho de agua), y en la boca no llevaba una serpiente, sino un grito de guerra llamado Átlalchinolli, o "agua quemada", que aunque suene raro a nuestros oídos, es un reflejo de la concepción de dualidad prehispánica. Finalmente hay que considerar que en los nopales están sus frutos, las tunas rojas. Con ello podemos dar una interpretación integra: Huitzilopochtli ordena la guerra a sus hijos, los tenochcas, para que le traigan frutos o el fruto de la guerra, es decir, prisioneros para sus sacrificios dedicados al sol.
Cuando llegaron los españoles y vieron ésta representación de Huitzilopochtli, la confundieron con otra de origen latino. Los romanos representaban el combate entre la fuerza del bien –el sol invicto, de nuevo, el águila- contra una serpiente legendaria llamada Uroboros, la máxima representación del mal. Al ver esto, sucedió un fenómeno cultural sincrónico entre las dos representaciones, prevaleciendo la versión del conquistador por obvias razones.
Nótese un rasgo importantísimo, a pesar de los cambios en la semántica de nuestra insignia nacional a través de los tiempos, el mismo espíritu venturoso de la empresa encomendada por Huitzilopochtli, la misión en contra de los enemigos de la nación como en la imagen latina; la fuerza, el poder y la gloria de la nación mexicana se ve representada asertivamente en nuestro máximo símbolo nacional. México, quien en su escudo y bandera, tanto en su himno nos indica que en efecto Un soldado en cada hijo te dio.
El águila real mexicana se encuentra en una grave amenaza de extinción, no es grave solamente por su valor como habitante del planeta tierra. La trascendencia de todo lo que amamos y anhelamos recorre sus plumas y en esa mirada tan particular, vigilante.
El orgullo como mexicanos se demuestra en todos sus campos. No bastan los honores a un símbolo de una especie amenazada, de no continuar con su preservación y sin contar con la preocupación de las diferentes organizaciones pro-naturaleza, cada lunes en las escuelas se veneraría un fantasma.
Seamos como el águila, recorramos el mundo con las virtudes plenas en un alto vuelo, lo cual nos iluminará e iluminará a todos aquellos con los que nos rodeamos. La misma amenaza del águila es también un símbolo de la amenaza de la extinción de los valores que representa, trabajemos entonces para su preservación. Evitemos que se convierta en buenos recuerdos de antaño. En todo caso, hagamos lo pertinente para que sea nuestro sol de medio día.




Para ejemplificar la diferencia haré un pequeño ejercicio reflexivo: La cultura A y B son ajenas la una con la otra; digamos que ambos tienen un símbolo X que representa exactamente lo mismo entre la cultura A y B, a esto se le llama "relación cognitiva"; si A tiene un símbolo Y y B tiene un símbolo Z, en caso de contacto cultural entre A y B, puede que el símbolo Y y el símbolo Z se conjuguen y se convierta en un símbolo W. Un ejemplo de sincretismo simbólico es la representación con la virgen de Guadalupe de España y la diosa Tonantzin amerindia, la conjugación de estos dos símbolos resultó en "la virgen morena" de Guadalupe.
Para saber más, véase la historia de las guerras floridas.

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