El agro en la provincia de Formosa en las últimas décadas

July 3, 2017 | Autor: Sergio Sapkus | Categoría: Rural Sociology/ Rural Development, Sociología y Antropología Social, Sociologia Rural
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XXX ENCUENTRO DE GEOHISTORIA REGIONAL Resistencia, Chaco, 19, 20 y 21 de agosto de 2010 Instituto de Investigaciones Geohistóricas-CONICET

Mesa temática 2: Prácticas de desarrollo, expansión de la frontera agropecuaria y producción del espacio en el territorio del Nordeste argentino. Una perspectiva geohistórica

Ponencia: El agro en la provincia de Formosa en las últimas décadas Autores: Javier Kazmer, José Luis Guillen y Sergio Omar Sapkus

Introducción Desde la década del setenta el sistema capitalista mundial ha experimentado importantes transformaciones que han alterado significativamente las configuraciones de las estructuras agrarias y las condiciones de vida de la población rural de los países periféricos. El eje central de estos cambios ha sido el desplazamiento del énfasis en la expansión del mercado interno que caracterizó a lo que ha sido llamado el momento desarrollista por el énfasis en el impulso a una estrategia de promoción de las exportaciones como medio para apuntalar la acumulación de capital en el medio rural, en el marco de lo que se conoce como globalización. Dicho con otras palabras, se removieron los andamiajes político-institucionales que abrigaban relativamente a los agentes productivos más débiles de las tendencias inherentes al capital durante todo un período histórico. De esta manera, la producción agropecuaria está expuesta sin intermediaciones al mercado mundial, hegemonizado por las corporaciones trasnacionales. En tal sentido, el abordaje de las peculiaridades del desarrollo del capitalismo en el agro, lo que se ha conocido como la cuestión agraria, se ha redefinido al acelerarse el ritmo de descampesinización a nivel global (Araghi, 2000). La Argentina es un país donde la intensificación de estos procesos de concentración y centralización del capital en el agro se manifiestan con particular nitidez. Una de las manifestaciones de este proceso es el notable crecimiento de la producción agrícola que, iniciada en los setenta, se ha acelerado en los últimos veinte años.1 Este nuevo auge de la agricultura argentina ha dejado atrás las décadas de relativo estancamiento que caracterizaron a los cuarenta hasta mediados de los sesenta. El vector fundamental que ha posibilitado estos cambios es un conjunto de innovaciones tecnológicas que han dado una nueva vuelta de tuerca a los intentos por parte del capital de superar los obstáculos puestos a su desarrollo por las especificidades agroecológicas locales en su incesante búsqueda beneficios y superbeneficios. En efecto, el paquete tecnológico asociado a la llamada revolución biológica en la agricultura, que incluye la aparición de semillas transgénicas, nuevos y más potentes agroquímicos, cambios en el 1

La producción de cereales y oleaginosas ha crecido desde 1990 hasta la campaña 2006/7 a razón del 5,8% anual, superando el crecimiento de la época de oro del “modelo agroexportador” que, entre 1900 y 1935, mostraba un crecimiento del 3,5% anual (Bisang, 2007: 188)

2 manejo del suelo como la siembra directa y el desarrollo de maquinaria agrícola congruente con las nuevas tecnologías, está en la base de esta expansión.2 Si bien estos cambios se han concentrado en la región pampeana, las provincias periféricas también han experimentado este crecimiento agrícola, y es en ellas donde el crecimiento de la soja, el cultivo que lidera la expansión agrícola, ha sido más notable (Castillo, 2008). Las implicancias sociales y ambientales de esta expansión capitalista, con el reforzamiento que supone de los procesos de diferenciación social y la intensificación de los procesos de pauperización y proletarización de las capas sociales rurales subalternas, por un lado, y la profundización de la contradicción entre el ritmo de los ciclos biogeoquímicos y el ritmo de los ciclos de producción capitalista, constituyen la otra cara de esta expansión (Azcuy Ameghino, 2004; Teubal, 2003). Estas implicancias son más dramáticas en las zonas extrapampeanas ya que los ecosistemas aquí son más frágiles y las condiciones de mayor vulnerabilidad de la mayoría de la población (Castillo, 2008; Grau y otros, 2005). Partiendo de esta caracterización general, la presente ponencia ofrece un acercamiento a las transformaciones experimentadas por el agro formoseño en los últimos treinta años. El agro formoseño hasta los setenta La provincia de Formosa, una vez agotado el ciclo de producción forestal taninera orientada a los mercados internacionales, se configuró como un territorio con una estructura económica asentada en la producción agropecuaria volcada al mercado interno. Así, han sido la ganadería vacuna y la producción algodonera la que le han dado el perfil característico al agro provincial. Hacia principios de la década de 1970, el territorio formoseño presentaba una estructura agraria donde coexistían de manera relativamente independiente explotaciones en pequeña escala orientadas a la producción del algodón con explotaciones de mayores dimensiones dedicados a la cría del ganado vacuno (Brodherson y Slutsky, 1975). Más específicamente, estas explotaciones en pequeña escala correspondían, mayoritariamente, a formas productivas mercantiles simples y a unidades productivas semiproletarizadas. Hacia 1960, el 87 por ciento de las explotaciones que implantaban algodón tenía una superficie que no superaba las 15 hectáreas y abarcaban más del 50 por ciento del área ocupada con este cultivo (Slutsky, 1975). Si consideramos que el tamaño considerado como el adecuado para una explotación familiar se ubicaba entre las 80 y las 100 ha de superficie total para esa época, los datos del Censo de 1969 , que muestran que dos tercios de las EAPs provinciales se encontraban por debajo de ese rango, ilustran el componente social predominante en las explotaciones agrícolas. Por otra parte, las explotaciones ganaderas, que cubrían una gama que iba desde los terratenientes provinciales hasta las empresas multinacionales con grandes extensiones de tierra, se caracterizaban por la escasa inversión de capital. Para esa década comienzan a hacerse visibles determinados cambios en este entramado, que se profundizarán hasta el presente, una vez que el conflicto agrario que se desarrolla en el primer lustro de los setenta entre las capas agrarias más empobrecidas y la capa terrateniente en torno al control de la tierra agrícola disponible, se resuelve con la derrota de las primeras.

2

Argentina es, después de EEUU, el país donde más avanzó la utilización de cultivos transgénicos. Es así que para la campaña 2007/08 el 100% de la soja implantada era transgénica, el 70% del maíz y el 92% del algodón (Cadenazzi, 2010).

3

La desagrarización Para aproximarnos a estos cambios, comenzaremos observando las reconfiguraciones espaciales de la residencia y la distribución sectorial de la fuerza de trabajo provincial. Para la década del setenta, la población rural de la provincia de Formosa comienza a mostrar una caída, tanto en términos relativos como absolutos. En el Censo de 1980 por primera vez la población provincial residente en asentamientos urbanos supera a la que vive en áreas rurales. De allí en adelante la población rural sigue cayendo sostenidamente hasta 2001 (último censo de población disponible). Esta caída se acelera en el último período censal considerado, el correspondiente a 1991-2001, el que corresponde a la década del noventa, momento en que se profundizan las medidas económicas neoliberales en el país. Cuadro 1: Formosa: Población urbana y rural (1970-2001) 1970 Absolut. Población urbana Población rural Total

%

94.443 40 139.907 60 234.350 100

1980 Absolut.

164.809 131.078 295.887

%

1991 Absolut.

%

2001 Absolut.

%

55,7 270.061 67,7 378.182 77,7 44,3 128.352 32,2 108.377 22,3 100 398.413 100 486.559 100

Fuente: INDEC, Censo Nacional de Población Por otra parte, y paralelo con este proceso, se produce una notable caída en la población ocupada en la agricultura. En efecto, de representar un 30 por ciento de la población económicamente activa en 1980, la población ocupada en las actividades agropecuarias cae a un 12 por ciento a comienzos del presente decenio. Pero aquí la caída de la población agrícola muestra no es unilineal. Entre 1908 y 1991 se produce un aumento absoluto de la población agrícola, mientras que se puede observar un descenso relativo. Es recién en el último período intercensal cuando se observa una caída tanto en términos absolutos como relativos. Se puede destacar, además, que en la década del noventa la caída es muy pronunciada en términos absolutos, ya que supera levemente el 50 por ciento. Cuadro N°2: Formosa: Población económicamente activa y población agrícola (19802001)

PEA Población agrícola Población agrícola/PEA

1980

1991

2001

93.786 28.654 30%

163.505 42.891 26%

184.434 21.385 12%

Fuente: Elaboración propia a partir de Censos Nacionales de Población

4 Estos datos nos hablan del proceso de desagrarización que ha experimentado la provincia en las últimas décadas.3 Esta población desplazada de los espacios rurales y que se aglutina en los centros urbanos, y particularmente en la capital provincial, que muestra el crecimiento intercensal más importante entre las ciudades capitales del Nordeste, no encuentra posibilidades de ocupación en el sector formal de la economía, pasando a engrosar los contingentes de desempleados abiertos y disfrazados que caracterizan los mercados laborales de las provincias periféricas. Esto es, la desagrarización aparece vinculada al crecimiento y consolidación de una población sobrante para las necesidades inmediatas del capital en la provincia.4 Cambios en la estructura agraria En relación a la estructura agraria, una primera mirada de los dos últimos censos agropecuarios disponibles hasta el momento, nos muestra importantes cambios. En primer lugar, se observa una caída en el número de explotaciones agropecuarias. Entre 1988 y 2002 se produce una caída de un 6 por ciento en el número de EAPs, mientras que la superficie ocupada aumenta en un 23 por ciento. De allí que la superficie promedio de las explotaciones haya aumentando, pasando de 440,5 ha en 1988 a 576 ha en 2002. En los departamentos orientales (Formosa, Laishí, Pilcomayo y Pirané), donde se concentra la población y la actividad económica provincia, es donde se observa la desaparición de EAPs. En estos departamentos se registran 1.284 unidades productivas agropecuarias menos en 2002. Las caídas son más pronunciadas en los departamentos con mayor concentración de unidades productivas pequeñas, como Pilcomayo y Pirané. Por otro lado, en los departamentos occidentales se produce un aumento significativo en el número de las explotaciones. En Bermejo, Ramón Lista y Matacos se contabilizan 610 nuevas unidades productivas. Es precisamente en esta zona donde se está produciendo un avance de la frontera agropecuaria liderada por el capital más concentrado en estas últimas décadas, promovida por el Estado a partir de la construcción de obras de infraestructura, la enajenación de la tierra pública a precios irrisorios y otras facilidades fiscales.5 En relación a la superficie ocupada, el panorama es algo más homogéneo, dado que, salvo dos departamentos de la zona oriental, Formosa y Pirané, el resto muestra un aumento en la superficie ocupada. No obstante, se destacan nuevamente los departamentos ubicados en la zona centro-occidental y particularmente Bermejo, donde se registra un aumento del 439 por ciento en relación al censo anterior. Es la superficie privatizada en las últimas décadas en estos departamentos centro-occidentales lo que explica la mayor parte el crecimiento de la superficie ocupada total por las EAPs en la provincia.

3

Este es un proceso común a todas las provincias del NEA, que si bien siguen mostrando las proporciones de población rural más altas del país, están atravesando a su vez un proceso de urbanización más acelerado. Esto se inscribe en la tendencia, señalada por diversos autores, al patrón de urbanización establecido en América Latina desde los setenta, por el cual se observa el mayor crecimiento relativo de las ciudades intermedias o secundarias con relación a las grandes ciudades del continente. Dicho patrón se contrapone al que imperaba anteriormente, cuando eran las grandes ciudades, de más del millón de habitantes, los que lo hacían (Barreto, 2005). 4

Tomamos la noción de población sobrante de Iñigo Carrera, 2009. El caso más conocido de estos nuevos inversores es el de la empresa L.I.A.G., que adquirió 40.000 ha de campo en el departamento Bermejo para realizar emprendimientos agroindustriales. 5

5

Cuadro N° 3: Formosa: Número y superficie ocupada por las EAPs, según departamento (1988-2002) 1988 Total provincial Bermejo Formosa Laishi Matacos Patiño Pilagás Pilcomayo Pirané Ramón Lista

2002

Dif. 02-88 Dif. 02-88

EAPs 9.582 8.994 -588 Ha 4.221.132 5.174.607 957.475 EAPs 69 539 470 Ha 114.071,50 615.192,00 501.120,20 EAPs 514 365 -149 Ha 632.984 594.462,60 -38.521,20 EAPs 622 403 -219 Ha 302.205 306.454 4.249 EAPs 12 81 93 Ha 110.555,50 161.563 51.007,50 EAPs 2.502 2.405 -97 Ha 1.594.728 1.913.259 363.531 EAPs 1.219 1.329 110 Ha 295.965 337.462 41.497,30 EAPs 1.954 1.486 -468 Ha 424.746 439.263 14.517,40 EAPs 2.686 2.335 -351 Ha 788.347 735.891 -52.456,30 EAPs 4 51 47 Ha 2.531 75.061 72.530,20

-6% 22,70% 681% 439,30% -29% -6,10% -35,20% 1,40% 775% 46,10% -0,30% 23,50% 9% 14% -24% 3,40% -13% -6,70% 1175% 2866%

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del CNA 1988 y CNA 2002 Si observamos ahora los cambios según la escala de extensión de las explotaciones, tenemos que se produce una importante caída en los segmentos de menor extensión. Son las explotaciones de más reducida dimensión las que desaparecen. Un poco más del tercio de las unidades de menos de 5 hectáreas han cesado sus actividades en 2002. Por otra parte se fortalecen los sectores plenamente capitalistas, esto es, aquellos que pueden adaptarse a los requerimientos del aumento de la escala de producción invirtiendo en tecnología mejorada, como muestra el crecimiento de los estratos entre 200 y 2.500 ha. Son estos sectores los que se dedican a la soja, el rubro agrícola más dinámico, y los que concentran las tendencias a expandir y “modernizar” la actividad ganadera.

6 Cuadro N° 4: Formosa: Número de EAPs, según escala de extensión (1988-2002) 1988

2002

Dif. 02-88

1.701 1.256 1.674 1.233 946 638 572 519 654 246 107 36

1.056 942 1.239 943 911 676 974 892 961 265 96 39

-645 -314 -435 -290 -35 38 402 373 307 19 -11 3

Total 9.582 Fuente: CNA 1988 y 2002

8.994

Hasta 5 5,1 – 10 10,1 – 25 25,1 – 50 50,1 – 100 100,1 – 200 200,1 – 500 500,1 - 1.000 1.000,1 – 2.500 2.500,1 – 5.000 5.000,1 - 10.000 más de 10.000

Cambios en el uso de la tierra Estos cambios en la estructura social formoseña se asemejan a los cambios operados en otras jurisdicciones provinciales, que muestran pautas similares de desagrarización y de descampesinización. Lo que surge como peculiaridad del caso formoseño es el comportamiento de la producción agrícola, que desde décadas sufre un franco retroceso. Como se señaló anteriormente, la Argentina ha conocido desde la década del setenta un crecimiento extraordinario de la producción agrícola. Si bien este crecimiento se ha centrado en la región pampeana, la expansión agrícola también se ha trasladado a las regiones extrapampeanas y particularmente a la región chaqueña. En efecto, tanto la provincia del Chaco como la de Santiago del Estero han experimentado un aumento significativo de la producción agrícola. Este aumento se da alrededor de la soja, como en el resto del país, aunque también el algodón recuperó buena parte de la superficie ocupada en los noventa. El caso de Formosa se aparta de este rumbo. Un primer dato importante es que la superficie implantada sólo aumenta un 3 por ciento, unas 3.500 ha. Esto se diferencia notablemente de lo sucedido en el resto del país, donde se produjo un aumento de la superficie implantada de un 15 por ciento. Y mucho más si se observa el comportamiento de las provincias vecinas del NEA, donde Misiones es la provincia con menos aumento en la superficie implantada con un 20 por ciento, muy atrás del impresionante salto en Chaco y Corrientes de un 67 por ciento.6 Si se desagregan los datos, aparecen otras peculiaridades. Los rubros agrícolas con mayor importancia en 1988, los cultivos industriales y los cereales, muestran una caída, altamente significativa en el caso de los cultivos industriales, que muestra una contracción de un 80 por ciento. El algodón se ha convertido, en términos de la 6

O el caso de Santiago del Estero, con 171 por ciento de aumento de la superficie implantada entre 2002 y 1988.

7 superficie ocupada en un rubro de importancia secundaria.7 Entre los cultivos que crecen la superficie ocupada se destaca la soja, que aparece como el rubro agrícola más dinámico. De todos modos, si bien muestra un aumento importante en términos porcentuales, dado los bajos niveles de 1988, está lejos de alcanzar los niveles de crecimiento de otras provincias cercanas.8 Como veremos más adelante, este dinamismo limitado de la soja continúa, con vaivenes, con posterioridad a 2002. En este contexto de caída abrupta de los cultivos anuales, lo que aparece claramente ampliando la superficie son las forrajeras perennes. Si bien su importante aumento no se diferencia de otras provincias vecinas9, su peso relativo dentro del agro provincial lo ubica como el principal rubro provincial en términos del uso de la tierra, ocupando más de la mitad de la superficie implantada, y muy por delante de cualquier otro rubro implantado. Es la ganadería la actividad que, de acuerdo a estos datos, aparece presentando dinamismo en el contexto provincial. Cuadro N° 5: Formosa. Superficie implantada (1988-2002) Cereales Oleag. Industriales Forraj. Forraj. Hortalizas Para grano anuales perennes

Otros

Total

1988

17.964

1.461

58.537

4.644

24.440

8.628

5.149,00

120.835

2002

14.091

7.889

11.751

4.704

70.070

10.500

5.000

124.313

Fuente: CNA 1988 y 2002

Los datos disponibles con posterioridad al 2002 muestran un aumento de la superficie ocupada por los cultivos industriales, las oleaginosas y los granos, aunque sin modificar significativamente la tendencia que se puede inferir a partir de los datos del censo de ese año. El algodón muestra una tendencia a aumentar la superficie ocupada, pero sin superar los niveles de los noventa (ver Gráfico N° 1). Así, con un pico en la campaña 2005/6, posteriormente la superficie ha vuelto a caer. En el caso de la soja, con posterioridad a 2002, la superficie implantada experimenta un acelerado crecimiento, posibilitado por la devaluación de la moneda nacional y el ascenso de los precios internacionales, pero posteriormente también sufre una caída (ver Gráfico N° 2). En definitiva, la implantación de ninguno de los dos cultivos, los de mayor importancia en la provincia, ha mostrado el dinamismo que se puede observar en otras jurisdicciones provinciales (Rofman y otros, 2008). La situación de “crisis estructural”10, o de estancamiento, del agro provincial se mantiene. Sobre este punto es importante tener en cuenta el comportamiento del cultivo del algodón en las últimas décadas, para poder apreciar la magnitud de esta crisis. Así, desde que a fines de los setenta la superficie ocupada con algodón llega a su máximo 7

Entre las provincias algodoneras, sólo Santa Fe muestra una caída parecida, del 76%. En Chaco los cultivos industriales caen muy pronunciadamente, pero en una proporción mucho menor (36%). Santiago del Estero, en cambio, muestra un aumento de la superficie ocupada. 8 Aquí otra vez se destaca Santiago del Estero con un aumento del 4.680 por ciento y Chaco son un 188 por ciento. 9 Tanto Chaco, como Santiago del Estero y Misiones muestran también un aumento importante de la superficie ocupada por forrajeras perennes. Corrientes presenta un aumento algo menos pronunciado. 10 Como lo definía el gobierno provincial a principios de la década.

8 nivel en la provincia luego no hizo más que retroceder. En este sentido, y significativamente, en la provincia no se produjo el resurgimiento del cultivo algodonero de mediados de los noventa. En efecto, en las campañas 1995/96 y 1996/7 se llegó a la máxima superficie cultivada con algodón a nivel nacional, superando el millón de hectáreas. Argentina incluso lideró en esos años la expansión del cultivo algodonero a nivel mundial (Manzanal, 2000). Si bien en la provincia se recupera la superficie implantada, recuperándose de la catastrófica campaña 1992/3, esta recuperación se queda muy atrás del resto de las provincias algodoneras. Esto se relaciona fundamentalmente con las características de la estructura de la producción algodonera provincial, asentada en gran parte en pequeños productores mercantiles pauperizados, con nulas posibilidades de alcanzar las economías de escala necesarias para la producción rentable del algodón en las nuevas condiciones de concentración y centralización de la producción que se consolidaron en los noventa. Estas nuevas condiciones impusieron nuevas escalas de producción y por ende nuevas barreras de entrada a partir, fundamentalmente, de la introducción masiva de la cosechadora mecánica.11 Otro factor que contribuyó a esta falta de dinamismo de la producción algodonera provincial es la aparición de la plaga del picudo (Valenzuela, 2006). En relación a la soja, es necesario señalar que debido al alto costo del “paquete tecnológico” asociado a su cultivo, éste sólo es rentable a partir de una escala de producción difícilmente alcanzable por la pequeña burguesía provincial (y, por supuesto, fuera del alcance de su capa más empobrecida). Esto es, el cultivo de la soja se da en unidades productivas estrictamente capitalistas. De hecho, la mayoría de los productores que se dedican al cultivo son extra-provinciales, y en algunos casos se trata de capitales concentrados. Expresión de esto es que en censo de 2002 el 90% de la soja cultivada en la provincia se lleva a cabo en unidades de más de 500 ha. La capa capitalizada de productores provinciales no se dedica al cultivo de la soja (o sólo lo hace de manera esporádica, según los precios relativos en cada campaña) y su estrategia agrícola sigue centrada en el algodón. Gráfico N°1: Formosa: Superficie implantada con algodón (1969/70-2008/09) (en hectáreas) 140.000 120.000 100.000 80.000 60.000 40.000 20.000

19 69 19 /70 71 / 19 72 73 19 /74 75 / 19 76 77 19 /78 79 / 19 80 81 19 /82 83 / 19 84 85 / 19 86 87 19 /88 89 / 19 90 91 19 /92 93 / 19 94 95 19 /96 97 / 19 98 99 20 /00 01 / 20 02 03 / 20 04 05 20 /06 07 /0 8

0

Fuente: SAGPYA, Estimaciones agrícolas 11

El uso de la cosechadora mecánica llegó a cubrir el 80% de la superficie cultivada con algodón en el país en esta década (Iñigo Carrera, 2008).

9 Gráfico N°2: Formosa: Superficie implantada con soja (1988/89 – 2008/09) (en hectáreas) 25000 20000 15000 10000 5000

19 98 /1 99 9 19 99 /2 00 0 20 00 /2 00 1 20 01 /2 00 2 20 02 /2 00 3 20 03 /2 00 4 20 04 /2 00 5 20 05 /2 00 6 20 06 /2 00 7 20 07 /2 00 8 20 08 /2 00 9

0

Fuente: SAGPyA, Estimaciones agrícolas Teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, el rubro que presenta mayor dinamismo en la provincia es la ganadería vacuna. En efecto, si tomamos en cuenta el crecimiento de las forrajeras anuales en el último período intercensal y la cantidad de cabezas de ganado vacuno, podemos observar que en este punto sí ha habido un crecimiento. La cantidad de cabezas de ganado vacuno, que en 1988 ascendía a 1.046.510, en 2002 se han registrado 1.263.683. Esto es, un crecimiento del 21% en el período intercensal. Posteriormente, y siguiendo las estimaciones de los organismo públicos, las existencias ganaderas han seguido creciendo, hasta llegar a las 2.000.000 actuales. En este punto vemos como la dinámica productiva provincial se articula con los cambios operados a nivel nacional y mundial. En efecto, el proceso de agriculturización desarrollado en la zona pampeana ha avanzado sobre tierras previamente dedicadas a la ganadería por lo que parte de esta producción se ha desplazado hacia las zonas extrapampeanas. Si bien este proceso no es nuevo, el acelerado aumento de la producción agrícola postdevaluación y la expansión a nuevas tierras incidió en la ganadería pampeana de tal modo que la zona pampeana ve reducirse la existencia de cabezas de ganado, mientras que el NOA y el NEA aumentan. Si bien este proceso es general a varias provincias, en Formosa, dado el poco dinamismo de la producción agrícola, adquiere una importancia decisiva. Es decir, la provincia vive un proceso de ganaderización en el marco de la agriculturización del resto del país. En este marco de ganaderización aparecen nuevos inversores capitalistas que, operando a gran escala, van dibujando un nuevo paisaje agropecuario en la provincia.12 Reflexiones finales En el marco de la globalización el agro formoseño está atravesando importantes cambios. Lo que se puede ver inmediatamente en los datos arrojados por los Censos de Población y Agropecuarios disponibles hasta el momento es un proceso claro de desagrarización, con movimiento de la población de las áreas rurales a los centros 12

En los últimos quince años han comprado tierras en la provincia, para darle un uso fundamentalmente ganadero, compañías como Cresud, Cabaña Alegría/Agronor y Cabaña El Rocío, entre otros.

10 urbanos y de una expulsión de la mano de obra de la producción agropecuaria. Junto a esto se produce un proceso de descampesinización, observable en la caída marcada en el número de pequeñas unidades productivas agropecuarias. Pero, a diferencia del resto de país, en la provincia se observa un retroceso pronunciado de la superficie dedicada a las actividades agrícolas. El crecimiento tanto de la superficie dedicada a pasturas como del número de las existencias ganaderas, que no son peculiares a la provincia, adquiere con el telón de fondo del impasse de la agricultura una importancia decisiva para la configuración agraria provincial. Si bien lo sucedido con posterioridad al 2002 sólo aparecerá con precisión con un próximo censo agropecuario, la información disponible permite suponer que, más allá de cierta recuperación de la agricultura, la tendencia general se mantiene, como se puede inferir a partir de las estimaciones agrícolas y ganaderas hechas posteriormente. En el agro formoseño actual la pequeña producción mercantil ha perdido el lugar que tenía décadas atrás. La intensificación del proceso de descampesinización ha desplazado a buena parte de los habitantes rurales que gestionaban pequeñas unidades mercantiles a los centros urbanos, donde pasan a conformar las capas más vulnerables del proletariado. En este sentido, en la alteración de las condiciones de vida de las capas populares rurales de Formosa ha adquirido mayor importancia relativa lo que se ha llamado “desposesión por desplazamiento” por sobre la “desposesión por diferenciación” (Araghi, 2000) que, de todos modos sigue operando en el ámbito rural. La mayor parte de la contraída producción agrícola provincial ha pasado a estar en manos de explotaciones estrictamente capitalistas. Aún así, esta producción ni siquiera ha vuelto a recuperar los niveles de décadas anteriores. En el sector ganadero, si bien los datos del persistente aumento de las existencias en los últimos años permiten suponer que algunas de las trabas al crecimiento están siendo removidas, las condiciones tecnológicas del grueso de la actividad en la provincia todavía están lejos de alcanzar el grado de control sobre los procesos biológicos que permitan el desarrollo de una ganadería industrial. De todos modos, la dinámica agropecuaria provincial, y todas sus implicancias sociales y ambientales, está cada vez más vinculada a la acumulación de capital en este sector.

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