Ejes de discusión en torno al mestizaje en Cochabamba (2012)

July 17, 2017 | Autor: Alex Ojeda | Categoría: Sociología de la Cultura, Mestizaje
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Descripción

Ejes de discusión en torno al mestizaje en Cochabamba Alex R. Ojeda Copa 1 Introducción En el censo de este año se produjo una gran polémica por la inclusión de la categoría de mestizo en la pregunta sobre autoidentificacion cultural. Se dieron en torno a este tema debates políticos y teóricos que podría agrupar en las siguientes cuestiones: lo mestizo como un discurso moderno homogeneizador y legitimador del estado-nación o un proceso de interacción social y/o de movilidad social legitima; lo mestizo como encubridor de identidades diversas o más bien una identidad invisibilizada por el anterior censo y los intereses del actual gobierno; una identidad o más bien un proceso identitario Particularmente en Cochabamba, por sus procesos históricos regionales, el tema es sensible. Recordemos que hasta el grave conflicto del 11 de enero del 2007 dominaba en el imaginario nacional la idea de Cochabamba como una región mestiza, proveniente de una mezcla entre la cultura indígena, popular y moderna. Basta recordar como un político otrora hegemónico en Cochabamba como Manfred Reyes Villa, conjugo los rasgos culturales de lo cochabambinos en una de sus campañas de los años 90: chicha, chicharrón, ciudad jardín, belleza femenina, hospitalidad, progreso, modernidad, etc. Con la que obtuvo el apoyo de los sectores de elite de la ciudad junto con el apoyo de los habitantes de la periferia. O el denominado “carnaval de la concordia”. Todo lo cual apunta a la síntesis, al mestizaje y la armonía. En el presente ensayo discutiremos el mestizaje en Cochabamba desde tres ejes dicotómicos de discusión muy cercanos y relacionados entre sí: 1) mestizaje como discurso modernizador vertical o como interacción social horizontal, 2) mestizaje como encubridor de identidades o como identidad encubierta y 3) mestizaje como identidad o como proceso identitario.

Dado

que

estos

temas

no

pertenecen

exclusivamente

a

nuestra

contemporaneidad (presente) y, más aun, son ininteligibles sin una perspectiva histórica, intentaremos tener algunas miradas históricas al respecto, tal como las valiosísimas ideas de Braudel (1970) recomiendan a las ciencias sociales sesgadamente sincrónicas. 1

Escrito en octubre del 2012.

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Discurso modernizador vertical o interacción social horizontal ¿De dónde proviene el mestizaje en Bolivia y en Cochabamba? Probablemente la respuesta más común, entre los medianamente entendidos en historia, sea que fue una política promovida por el Estado del 52. Pero esa nos parece que es una coyuntura, esencial por cierto y a la que volveremos más adelante, pero que no explica por sí sola el mestizaje. La estructura histórica del mestizaje 2 debemos buscarla todavía mucho más atrás, en la colonia. En la colonia, la estructura social se basaba en la diferenciación racial (Cf. Quijano 2000), la cual todavía se mantiene pues es una estructura de larga duración con fuertes repercusiones en todas las esferas sociales; “tanto la identidad india, como la identidad mestiza, y la misma identidad q’ara, eran identidades forjadas en [este] mismo hecho colonial (…) definidas a través de su mutua oposición, en el plano cultural-civilizatorio, en torno a la polaridad básica entre culturas nativas y cultura occidental” (Rivera s/d: 57). Aquí, el mestizaje “las más de las veces, debió haber significado una opción desesperada por escapar del estigma social y las cargas fiscales asociadas a la condición indígena” (: 64). Esto nos aproxima al hecho de que el mestizaje se dio como un proceso de movilidad social presionado por la estratificación social y económica (impuestos, cargas, obligaciones como la mita, etc.) que la colonia impuso. Todo lo anterior se hizo particularmente patente en Cochabamba 3. En la colonia se impulsó un sistema de haciendas que giro en torno a la economía potosina, que se volvió un mercado para los productos cochabambinos y, a la vez, proveía de fuerza de trabajo para las haciendas, pues los mitayos preferían escapar hacia las haciendas (Cf. Albo 1987: 46). Posteriormente se daría el régimen de los pegajuleros y los piqueros, acercando a algunas haciendas a las pequeñas propiedades campesinas (: 47-48). Ya a finales del periodo 2

Braudel hace una diferenciación entre episodio, coyuntura y estructura, que asocia a la corta, mediana y larga duración, respectivamente (Cf.Braudel 1970: 64). Siguiendo sus indicaciones no nos limitaremos a solo una duración, sino que trataremos de ver la dialéctica entre las duraciones. 3 Antes de este hecho colonial, Albo (1987) identifica la zona, en la época pre-inca, como un “chairo social” debido a las colonias que allí tenían los señoríos aimaras, junto a otras etnias locales poco conocidas. Pero no nos habla de contactos interculturales efectivos entre estos pueblos. También Larson (2000) identifica las políticas del Estado Inca en Cochabamba en torno al proyecto de producción de maíz en el valle alto y los procesos de migración y contacto étnico que produjo; pero pensamos que este proceso no marco significativamente el proceso de mestizaje posterior, como si lo hizo la colonia.

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colonial y a principios del siglo XIX empezó a crearse una cultura popular campesina que cobraría vigor el resto del siglo XIX y se consolidaría a principios del siglo XX (Cf. Larson 2000: 35 y ss.). La cual choco con los intereses estéticos europeos de la elite terrateniente con ideología liberal de principios de siglo XX, que intento acabar con la cultura popular de los campesinos cochabambinos, que se expresaba en las chicherías de la ciudad (Cf. Rodriguez y Solares 1993: 139 y ss.). Este último punto es bastante discutible. Rodriguez y Solares ven en las chicherías urbanas cochabambinas, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, un “micro cosmos social [donde] se practicaba una amplia democracia desconocida en cualquier otro ámbito de la sociedad oligárquica” (: 142), en él “se derrumbaba el sistema estamental oligárquico, se formaban amistades de juerguistas que vulneraban los preconceptos sociales” (: 143). Para estos historiadores: Lo mestizo era un espacio cultural común que articulaba lo blanco con lo indio y la chicheria ayudaba a concretar este sincretismo en una suerte de cultura “intermedia” común a todos los miembros de la sociedad regional (: 148)

El problema de estas interpretaciones tiene que ver con el marco teórico implícito y el imaginario dominante en la época en que escribieron su obra. Sobre el primer aspecto, ellos utilizan las ideas de Mijail Bajtin sobre el carnaval en la edad media, y también la fiesta, como una “inversión de los roles del mundo”. Una concepción estética de la fiesta que no da cuenta del contexto social jerárquico que permite momentáneamente la “transgresión autorizada” (Eco s/d: 16) y el cual da el sentido especial a la fiesta (sin regla no hay transgresión). Además un sistema jerárquico opresivo (de castas, estamentos o incluso de clases) no funciona con una opresión total, necesariamente tiene que existir ciertos márgenes de libertad en el sistema de poder (Cf. Foucault 1998). Sobre el segundo aspecto, el imaginario dominante en la época en que escribieron su obra fue el del “mestizaje idílico” (Cf. Torrez 2012). Continuando con el recorrido histórico, llegamos a un punto cumbre de la discusión sobre el mestizaje: la revolución de 1952. Es en esto hito en el que se concentran las interpretaciones sobre el mestizaje como un discurso homogeneizador y modernizante (ver, por ejemplo, Sanjines 2005). Y no es para menos, pues como sabemos la construcción de 3

un Estado moderno pasa por la creación de una nación más o menos homogénea que se adhiera a los valores culturales de la modernidad y dado que el primer intento serio de modernización se dio a partir de la revolución del 52… De hecho toda Latinoamérica esta con el signo de la modernización-amestizacion, como dijo Bolivar, sintetizando el espíritu de los gobernantes latinoamericanos hasta el día de hoy: “no somos europeos, no somos indios, sino una especia media entre los aborígenes y españoles” (Bolivar cit. en Muyolema s/d: 358) En este terreno, como dijimos antes, se da la discusión académica y política central del mestizaje como discurso o como interacción social horizontal. Una lucha intelectual que separa, utilizando las palabras de Brooke Larson (2000), a “los andinistas tradicionales y nacionalistas étnicos aimaras de los campesinologos marxistas (aparentemente la mayoría trabajando en los valles de Cochabamba)” (: 22), pero no solo a ellos. La siguiente cita es la réplica que José Gordillo hizo a una intervención de Esteban Ticona sobre el mestizaje como discurso del Estado del 52: se habla de que el mestizaje es un fenómeno promovido desde el Estado a partir de la Revolución del 52. Eso es algo en que no comparto en absoluto. He estudiado los avatares de la historia regional de Cochabamba y estoy convencido de que el mestizaje es un fenómeno que empezó el siglo XVI como una forma de resistencia de los grupos étnicos andinos a la idea del Estado colonial que quería homogeneizarlos bajo el denominativo de indios. El mestizo protestó contra esta imposición del Estado colonial, de modo que es una creación histórica que tiene siglos de duración. De manera, que discrepo con la imagen de que el mestizo haya bajado desde el Estado hacia la sociedad civil a partir de la Revolución del 52. (Gordillo 2003: 305)

Claro que en esta disputa pueden rastrearse tendencias políticas implícitas (tal vez, Ticona: nacionalismo aymara y Gordillo: nacionalismo revolucionario), pero más allá de esto ¿cómo resolvemos este enredo? Pienso que el problema tiene que ver con que, si bien Gordillo tiene razón en relación a ciertos procesos de mestizaje entre los campesinos del valle alto cochabambino, no ve lo que Muyolema anota de forma lucida: Las vertientes mayores del pensamiento latinoamericano no solamente reflexionaron sobre la naturaleza de la cultura de esta región, sino que su lectura permitió, simultáneamente, operar un giro hacia lo político: del mestizaje como proceso cultural se pasa al mestizo como sujeto político (: 342; énfasis mío).

O que el mestizaje “como proceso factico caracteriza la vitalidad de la cultura, pero conceptualmente produce una mirada y construye un objeto; es un producto intelectual que

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disciplina la mirada, contribuye a construir formas de ver la realidad y establece lugares y jerarquías sociales” (: 347). Aclarando todo lo dicho en este apartado, pienso que los procesos de mestizaje como interacciones sociales dentro del campesinado del valle alto, si se dieron desde la colonia en Cochabamba. Pero esto no incluye a la ciudad de Cochabamba con las chicherías como espacios de mestizaje (Rodriguez y Solares), por las razones ya anotadas arriba. Y afirmo que el Estado del 52 si asumió, como proyecto modernizador que era, crear una “unidad nacional” a través del mestizaje como discurso encubridor, que proyectó hacia el resto de la región y el país; al afirmar esto no niego los procesos de mestizaje que se dieron específicamente en los campesinos del valle alto, que no estuvieron exentos de conflictos, ni tampoco fueron identidades armónicas (abundare un poco más sobre este punto en el último apartado). Encubridor de identidades o identidad encubierta Este debate está ligado al anterior punto, pues si el mestizaje es un discurso entonces encumbre otras identidades y si es un proceso de interacción social horizontal entonces es una identidad que no está reconocida. Sin embargo, tratare este debate concretamente con el caso del espacio urbano cochabambino y lo que significó el 11 de enero de 2007. ¿Es posible afirmar que antes del 11 de enero existía un mestizaje armónico en Cochabamba, incluso que la armonía fue interrumpida por los “nuevos cochabambinos” que eran migrantes del área altiplánica, cocaleros y pobladores de la periferia? (Cf. Torrez 2012). ¿Antes de la llegada de los “nuevos cochabambinos” y del 11 de enero, Cochabamba era un territorio mestizo armónico y homogéneo? Si fue así, ¿qué tipo de armonía era esta?, veamos algunas descripciones de participantes de los grupos juveniles políticos que se dieron en la ciudad de Cochabamba (Juventud K’ochala, Juventud por la Democracia) en la época de la “polarización”, que no solamente son sus opiniones individuales, sino que sus declaraciones están imbuidas del discurso de la cochabambinidad 4: Precisamente porque somos el medio entre la media luna y… la otra media luna, que le puedes llamar ahora, en Cochabamba yo creo que había la mayor tolerancia entre los 4

Las siguientes entrevistas son extraídas de Paz 2008, todas son hacia personas jóvenes cochabambinas. Les doy un trato y un análisis distinto al que les da el autor.

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denominados blancos y los campesinos, entre q’aras y t’aras. Tu veías un campesino, un chiquito de esos que limpias los autos y le hablabas,le regalabas un pan, le dabas cinco pesos –toma para tu chicolac, tu coca cola- lo que sea lo tratabas bien. Si no te alcanzaba, si te faltaban dos pesos, para tu cuenta te decían –ya me lo traes después- Había digamos cierta armonía entre estos dos tipos de personas (…) había tolerancia, había respeto, había solidaridad de unos con otros. Después del 11 de enero eso se ha perdido totalmente (mujer de 19 años, cit. en Paz 2008: 607; énfasis mío)

No es notorio en todo esto que la armonía del “mestizaje cochabambino” estaba en interrelaciones sociales con un trato subalterno a los “otros cochabambinos”. Veamos otras descripciones del “estado armónico”

de las “relaciones sociales entre mestizos

cochabambinos” antes del 11 de enero: Ya no te respeta. Antes el campesino era educado, antes entrabas a un lugar y te saludaba, ahora no, le vale, te trata mal y hasta a veces te quiere humillar (hombre de 23 años, cit. en Paz 2008: 612; énfasis mío) Antes yo respetaba lo que el campesino hacía, así no me guste, así huela mal, así no tenga modales, así lo que sea, yo lo respetaba (…) y el igual trataba de aprender de mí. Cuantas veces no, por ejemplo, los gringos llegan en la época de navidad y bañan a los pobres que están por ahí, les peinan, les dan ropan, vitaminas, todo ese tipo de cosas y ahora lo quieren linchar (…) entonces ya no hay esa tolerancia, ya no hay ese –te doy lo mío y me das lo tuyoy los dos podemos aprender y formar algo lindo, ya no hay, todo eso se ha perdido y todo por ese enfrentamiento y no se ha ganado nada (mujer de 19 años, cit. en Paz 2008: 615; énfasis mío)

Pero a pesar de semejante trato “normal” y “armónico” entre los cochabambinos aludidos, a la pregunta “¿y la identidad cochala se compondría de qué?” un joven responde: Mestizaje, mestizaje, mestizaje. Cochabamba seria el mosaico boliviano digamos. Aquí es la mezcla, uno no ve, como en La Paz tanta gente de tez morena o como en oriente tanta gente de tez blanca. Acá el 80% debemos ser mestizos, si no más. (Hombre de 20 años, cit. en Paz 2008: 613)

Con todo esto podemos afirmar que en las relaciones sociales cochabambinas nunca existió un mestizaje armónico, más bien seguía operando la diferenciación racial y clasista entre los cochabambinos, a pesar de la nube del mestizaje cochabambino. Y el 11 de enero fue un síntoma secular del racismo cochabambino, aunque atizado por las pugnas políticas del momento. También, y para corroborar esto, se puede ver una tendencia histórica, en los últimos 10 años, de las elites a auto segregarse del centro histórico de la ciudad, del sistema de transporte y la reclusión en barrios cerrados (Cf. Crespo 2009). Esta segregación espacial es un síntoma de la segregación racial y clasista que existe en Cochabamba, tal

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como se dio a principios de siglo XX con la segregación de las chicherías y como se da en Sudáfrica en niveles mayores. Por todo lo dicho, queda sentado que la identidad mestiza en la ciudad de Cochabamba fue un aparato encubridor de las diferencias y jerarquías sociales y de otras identidades. Pero, por otro lado, por los procesos políticos pro-indígenas del actual gobierno y sus antagonismos, la movilidad social operada desde 1952 hasta el presente, el crecimiento de las ciudad con sus consiguientes nuevas generaciones de jóvenes integrados a la cultura y la economía de la ciudad, etc., cabe pensar que pudo haberse producido una apropiación de la palabra mestizo como una identidad cultural por parte de un buen sector de la sociedad cochabambina, a la que le dan un sentido de mezcla pero con predominancia de la cultura urbana occidental. Esto podría ocurrir más allá de las disquisiciones eruditas de antropólogos y sociólogos. Recordemos que el censo del 2001 la forma de la pregunta sobre autoidentificacion cultural no fue la más objetiva, pudo haber producido una gran adscripción al pueblo indígena quechua y aymara. Aunque, por procesos de acomodo social y/o expresión cultural a la coyuntura política, es también probable que mucha población reivindique pertenecer a un pueblo indígena. Para mi este tema no se resuelve mediante interpretaciones teóricas sesgadas política e ideológicamente, ajenas al sentir de los habitantes de las ciudades; el censo podría ser una valiosa fuente de información a este respecto. Identidad o proceso identitario Después de haber establecido los lugares adecuados donde en mi criterio se puede hablar de mestizaje, ¿cómo debemos entender el mestizaje? ¿es una sustancia o un proceso? ¿una identidad cultural acabada o es un proceso continuo de mezcla entre culturas discretas? La primera propuesta tiene que ver con la creación de un “tercer hombre” distinto al indígena y al europeo, pero en realidad existe en este “tercer hombre” una predominancia de la cultura occidental con algunos “exotismos nativos”. En cambio, en la segunda propuesta, el mestizo es un término más o menos vacio que solo designa un proceso de mezcla entre culturas diferentes, la cual habría que aclarar y no decir solo que son identidades mestizas.

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Me parece que el mestizaje (cultural) es un concepto que designa un proceso de intercambio cultural entre culturas, que en un primer momento no estaban en contacto, y que puede producir un conjunto de rasgos culturales híbridos nuevos no necesariamente sistemáticos, es decir, no produce una nueva cultura sistemática. Una hibridación cultural (Garcia Canclini) entre culturas que previamente no eran “puras”, pues todas las culturas están en procesos de comunicación y mutación, pero que no habían tenido un contacto intenso. Entonces cuando estuve de acuerdo con el uso del concepto de mestizaje en algunos contextos, lo hice pensando en el mestizaje entendido en los términos ya dichos. Lo que queda ahora, y es lo más sustancial de los trabajos que traten de entender el mestizaje, es poder describir y explicar estos procesos dinámicos y muchas veces contradictorios, para ubicar los verdaderos contenidos del mestizaje. Por otro lado, es probable que el termino científico “mestizaje” tenga otros usos semióticos en la población cochabambina. Puede suceder, como dije ya antes, que muchos grupos se hayan apropiado del término “mestizo” dándole un sentido específico en diversos casos, los cuales habría que comprender. Debemos tener claro este punto, pues según vi, un desconocimiento de esta distinción básica puede traer muchos falsos debates en torno al mestizaje.

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Rodriguez, Gustavo y Solares, Humberto 1993 Sociedad oligárquica, chicha y cultura popular. Cochabamba: Serrano. Torrez, Yuri 2012 “Cochabamba: ¿Del mestizaje idílico al mestizaje conflictivo?”. En: T’inkasos N° 31, pp. 25-36. La Paz: PIEB. 9

Quijano, Anibal 2000 “Colonialidad del poder, eurocentrismo y America Latina”. En: Lander, Edgardo (comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales,pp. 201-246. Buenos Aires: CLACSO.

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