Eidos Representacional y Conceptual en Hans Jonas
Descripción
Universidad Alberto Hurtado Departamento de Filosofía Magíster en Filosofía Seminario: Fenomenología de la imagen Prof. Roberto Rubio
¿Cuál es la relación entre el eidos representacional y el eidos perceptivo en Hans Jonas? 1.‐ Introducción Dentro de la creciente disciplina de los estudios de la imagen, la reflexión acerca de la teoría fenomenológica de la imagen de Hans Jonas, cobra vital importancia, pues este le dedica un análisis extenso y riguroso dado el objetivo de su proyecto filosófico: vislumbrar la relevancia que tiene la producción y captación de imágenes en cuanto aspecto esencial de ser humano. En su proyecto de antropología filosófica Jonas concluye que la facultad de producir y reconocer imágenes es nada menos que la marca de lo transanimal en el hombre, es lo que le confiere su estatuto ontológico distintivo con respecto a los demás animales. Pero su análisis no se detiene allí. El espera encontrar hasta en las bases mismas de la percepción sensible los elementos fenomenológicos distintivos que ya, en ese nivel, nos confieren un lugar predilecto en el reino de los vivientes. Dentro de dicho planteamiento tienen un rol protagónico dos ideas fundamentales que permiten la transición desde el nivel propiamente perceptual al nivel propiamente imaginativo del hombre. Estos son el eidos (forma, apariencia) perceptual y el eidos representacional. El problema es que Jonas no parece dedicarle atención explicita a iluminar los aspectos estructurales que dan continuidad y en cierto grado, identidad, a tales conceptos. Este escrito tiene por objetivo contribuir a tal esclarecimiento. Para lograrlo procederé primero exponiendo el eidos en la percepción para luego discutir su contraparte representacional a la vez que iré articulando convergencias y distinciones entre ambos. Una mirada a la teoría gestáltica de la forma también será puesta en reflexión. 2.‐ Percepción eidética
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En el análisis que realiza Jonas de la percepción visual se da una interesante dicotomía entre dos direcciones contrarias hacía las que es dirigido el perceptor, al menos en el caso del hombre. Estas direcciones son la particularidad del objeto especifico en una percepción actual, y la generalidad captada de dicho objeto por medio de un ingrediente de abstracción presente en la visión. Tenemos entonces dos fuerzas, una que me dirige al objeto particular en la instancia específica en la que estoy coexistiendo con él y que es el momento en que de hecho lo veo, pero a la vez, en una tendencia de oposición a la anterior, ciertos componentes de la experiencia visual me alejan de la actualidad del objeto hacia un nivel abstracto de reconocimiento o categorización. La primera esta constituida por la “información (data) cualitativa representándolos (a los objetos)” (Jonas, 1962 p. 212) y la segunda por el “contenido eidético de la percepción” (Jonas, 1962 p. 213). Los objetos de la percepción no se muestran solo como tales cosas, es decir, respondiendo al que del objeto, sino también como cosas ahí, como una realidad co‐existiendo en espacio y tiempo junto al sujeto. Este nivel de objeto‐ahí Jonas lo describe como siendo ‘impuesto’ por el propio objeto, este ‘se da’ en el sujeto de tal forma que este queda mentalmente apuntando hacia él, representándolo. Incluso nos dice “la percepción es intrínsecamente conciencia (awareness) de tal presencia auto‐dadora”. Esta característica de la visión esta relacionada en Jonas con la ‘atracción motriz’ que ejerce un objeto visual. Este, al presentarse a la consciencia como el final de un camino que va desde donde me encuentro hasta el objeto percibido, gracias a la capacidad de la visión de hacernos presentes objetos distantes, me impulsa a movilizarme en su búsqueda: “una invitación a avanzar, poniendo el espacio intermedio a mi disposición” (Jonas, 1954, p. 518). Esta tendencia hacia el objeto se ve consumada también en la apreciación minuciosa de los detalles y de los elementos atómicos que componen un objeto. El ‘tirón’ que la cosa me genera bien puede atraerme con tal fuerza que mi aproximación puede resultar radical. De todos modos no tiene por que ser esto una consecuencia siempre necesaria. La distancia propia de la experiencia visual me da la perspectiva suficiente como para permitirme dilucidar con libertad hasta donde me es propicia la aproximación. Caso muy distinto es el de la percepción táctil, que necesariamente debe realizarse en una cercanía total, requisito del contacto necesario para aprehender el objeto
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desde esa modalidad sensorial. Aún así, en su comparación fenomenológica del tacto con la visión, Jonas vislumbra como el primero también tiene la capacidad de tomar cierta distancia del objeto. Esta no se realiza sin embargo de tal manera que surge una distancia de separación espacial con el objeto, sino en un nivel en el que el tacto puede tomar cierta distancia de abstracción e integración de datos sensibles sucesivos para configurarlos de manera formal: “A través del acompañamiento kinestésico del movimiento voluntario la percepción completa es elevada a un nivel superior: las cualidades táctiles se ordenan en un esquema espacial, caen en un patrón de superficie, y devienen elementos de forma” (Jonas, 1954, p. 510). Lo interesante en este punto, es que Jonas atribuye tal capacidad al sentido del tacto, la cualidad de percibir formas, en virtud de una facultad humana particular, la capacidad de percibir imágenes. Lo que el tacto logra realizar por medio de una integración perceptual de los datos sensibles secuenciales para poder captar las formas, la visión lo realiza de manera mucho mas sencilla, gracias a la simultaneidad de los diversos datos sensibles que se presentan a la vista. Esta no debe entonces, verse en la necesidad de integrar secuencias, al menos no al nivel que el tacto lo exige, para percibir las formas de los objetos. ¿Qué tienen en común entonces el tacto con la visión que en ambas modalidades sensoriales son posibles la captación de contornos y figuras?. Como ya lo he adelantado mas arriba, la imaginación juega un papel fundamental: “Hay un aspecto mental en el mas elevado desempeño del sentido táctil…es este uso mental el que trae al tacto hacia la dimensión de los logros de la visión. Brevemente, es la facultad‐de‐imagen (image‐faculty), en términos clásicos: imaginatio, phantasia… ”(Jonas, 1954, p. 511). Nuestro autor atribuye (o al menos relaciona estrechamente) a la capacidad de la mente humana de fabricar imágenes la posibilidad de ‘ver’ formas en la modalidad táctil. Es más, vincula dicha capacidad imaginativa directamente con la visión, de tal forma que percepción visual y facultad‐de‐imagen quedan estrechamente ligadas: “Solo una criatura que tiene la facultad visual tan característica del hombre puede también indirectamente ‘ver’ por el tacto” (Jonas, 1954, p. 511). En la descripción de la fenomenología de la visión que nos impulsa hacia el objeto, invitándonos a encaminarnos hacia él, nos hemos encontrado a su vez con un elemento que, paradójicamente, nos aleja del mismo. La facultad que tiene el
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hombre de imaginar, y que es lo que le permite de acuerdo a Jonas ‘ver’ con el tacto, es justamente una señal muy elocuente de que existe también una tendencia de abstracción y ’desprendimiento’ del perceptor con respecto a lo percibido. Es la tendencia objeto‐que propia de la experiencia visual y que presenta cierta tensión con la tendencia discutida anteriormente. Estamos vinculando, de esta manera, la capacidad de imaginación del ser humano, que supone cierto grado importante de abstracción con respecto a lo real, con la tendencia de que nos aleja del objeto particular en su instancia material, propia de la experiencia visual. Nos acercamos entonces, a la médula de este escrito, pero antes, debemos discutir con detenimiento la dimensión ‘categorial1’ de la visión. Como ya hemos anticipado mas arriba, tal como en la percepción sensible existe un influjo hacia el objeto ‘presente’, en toda su singularidad, también existe la fuerza contraria de ir mas allá de la contingencia y percibir su ‘universalidad’. Con esto me refiero directamente a la identificación de objeto. Cuando veo una silla, puedo estar mirándola desde innumerables ángulos distintos, captando no mas que escorzos de la misma, y sin embargo percibirla como ‘una silla’, en su totalidad y unicidad. De manera similar, puedo estar bajo diferentes condiciones de iluminación, captándola bajo diversas tonalidades y brillos, a múltiples distancias de ella y a diferentes tamaños y aún así puedo reconocerla como una y la misma silla. Es imprescindible entonces, que en la visión se de la posibilidad de ir mas allá de la presentación actual y particular del objeto, para aprehender su identidad, para saber que se trata de una ‘silla’ y no de otra cosa. Se muestra de esta manera la dimensión de abstracción propia del reconocimiento de objeto. Independiente de que este presente tal o cual tonalidad, tamaño, escorzo, etc., se trata de tal objeto, y este reconocimiento no podría efectuarse si es que en la percepción visual no se diera este influjo de desprendimiento de la realidad material actual de un objeto dado. Jonas lo retrata de esta manera: “A través de todas estas variaciones sensoriales la forma permanece identificable y continuamente representa la misma cosa… la visión en si misma sugiere la idea de representación y, como su medio, una idea de ‘forma’ cuya identidad descansa totalmente en la proporción de sus partes…la visión es el medio perceptual
1 Con categorial simplemente quiero decir que se reconoce como un objeto de tal o cual tipo
general, e.g. mesa, hombre, nube, etc., independiente de las características especificas de una instancia particular.
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principal de representación debido a que no solo es el fundamental sentido de objeto (chief object sense), sino también el cimiento original de la abstracción” (Jonas, 1962, p. 207).
La forma es la encargada de traer estabilidad a las contingencias del espacio y el tiempo. Es a través de la forma percibida que podemos identificar un objeto pese a que la ‘información (data) cualitativa’ que lo representa y que nos dirige hacia él, resulte de lo mas heterogénea a lo largo de diferentes instancias. Este es el contenido eidético de la percepción, la presencia del eidos en la experiencia visual de un objeto que abstrae de él su carácter genérico. Esta forma es instanciada en virtud de las relaciones entre las partes que componen al objeto. Son estas ‘proporciones’ las que componen la forma. La percepción visual, tiene entonces, de acuerdo al análisis de Jonas, la facultad de captar las relaciones relevantes entre las distintas partes que componen un objeto y abstraer de allí un eidos perceptivo, que servirá como esquema o ‘patrón’ para poder reconocerlo ulteriormente bajo distintas presentaciones sensoriales: “Lo que es identificado (equated) en tales actos de reconocimiento no son conglomerados de datos sensoriales similares sino fases variantes en la continua serie de transformaciones de un patrón o configuración” (Jonas, 1962, p. 214). Es indudable la vinculación del tratamiento que realiza Jonas de la percepción , al menos en su dimensión abstracta, con la teoría Gestalt. Como sabemos, en esta escuela de pensamiento en psicología la percepción de la forma o configuración (Gestalt en alemán) que las diversas partes de un objeto articulan es el ingrediente central de dicha teoría de la percepción. La forma es para los teóricos de la gestalt la manera holista en que los objetos son percibidos y que permite la ‘sustracción’ de la realidad inmediata de los mismos para poder manipularlos en la imaginación. La percepción de la forma de un objeto equivale a darle significación, darle sentido, adherirle conceptualidad. Esto abre una dimensión radical en la que las diferencias entre lenguaje y percepción comienzan a desvanecerse: “La percepción consiste en imponerle al material estimulante patrones de forma relativamente simples, que llamo conceptos visuales o categorías visuales…solo se puede decir que un objeto contemplado por alguien es realmente percibido en la medida de que se lo adecue a alguna forma organizada…no existe diferencia en principio entre concepto y percepto…” (Arheim, 1986, p.42‐3)
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De todas formas, no parece en principio necesario atribuirle a Jonas un conceptualismo tan fuerte de la percepción, pues esto le restaría crédito a su proyecto de atribuirle a la facultad‐de‐imagen su carácter fundamental en virtud del cual en el hombre devienen sus capacidades mentales mas elevadas: la elaboración de teoría (Jonas, 1954) y mas importante aún, lo que le confiere su naturaleza transanimal (Jonas, 1998). Lo interesante sería, y lamentablemente lo pertinente no es indagar en esta cuestión aquí, reflexionar acerca del compromiso que Jonas pueda tener con un conceptualismo de la percepción, dada su adherencia a principios fundamentales de la psicología Gestalt. Lo que si quiero destacar para posterior uso es que esta conceptualización‐formalización propia de la percepción es la característica que permite la abstracción de los objetos, no solo para su posterior reconocimiento bajo circunstancias heterogéneas, si también para su manipulación en la mente del perceptor: “Darle forma a un objeto equivale a darle sentido, a hacerlo propio y permitirle mostrarse de manera inconfundible a la conciencia, y con ello facultar la posibilidad de desarrollar estados imaginativos como el poderlos contrastar con otro, pensarlos en otros contextos, compararlos en diferentes momentos de la memoria, etc.” (Oviedo, 2004).
El eidos perceptivo, desde la perspectiva de la Gestalt, cumple exactamente la misma función que el eidos representacional: la separación entre materia y forma, esencia y existencia. Esto lo veremos a continuación, donde discutiremos con mayor detenimiento las características propias de la forma‐imagen e intentaremos discernir su relación con lo visto hasta ahora. 3.‐ Eidos representacional De acuerdo a los teóricos de la Gestalt, la percepción de forma o configuración de un objeto visual tiene ya en sí la propiedad de abstraerse de lo real y pasar al mundo de lo imaginario donde las restricciones espacio‐temporales son superadas. Esto no es menor, pues sugiere que la relación entre eidos representacional y perceptivo es de identidad. Esto nos dejaría en la situación de preguntarnos entonces que tan justificado es el énfasis que realiza Jonas sobre el paso siguiente: la capacidad de producción y captación de imágenes. Quedaríamos
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en una especie de reduccionismo perceptivo que nada extra tendría que atribuirle a las imágenes. Para iluminar el caso, necesitamos entonces ver con mas detalle como entiende nuestro autor la forma representacional por un lado, y si el eidos perceptivo de Jonas debe equipararse, en el grado de abstracción, con el de la Gestalt. Un aspecto que aparece como sobresaliente y que ya hemos adelantado, es la capacidad del eidos representacional de tomar una distancia radical con respecto a la realidad física de la cual fue separada. Tal distanciamiento le confiere la posibilidad al sujeto de tener en libertad, esto es, con independencia del medio material, la ‘esencia’ del objeto. Ulteriormente, y en virtud de esta posesión, el ser humano puede producir imágenes, que como hemos dicho, no es un aspecto menor, sino que determina lo que para Jonas, es el carácter fundamental de la naturaleza humana . El distanciamiento de la imagen con respecto a la materia es descrita por Jonas: “La imagen se desacopla del objeto, esto es, la presencia del eidos se hace independiente de la de la cosa… un paso hacia atrás de segundo orden toma lugar cuando la apariencia es comprendida qua apariencia, distinguida de la realidad, y, con su presencia comandada libremente, se coloca entre el yo y lo real, cuya presencia esta mas allá del comando” (Jonas, 1962, p. 2015).
Podemos apreciar en la cita este distanciamiento de la imagen con respecto a la materia pero también otro aspecto importante, el “paso hacia atrás de segundo orden”. ¿Qué quiere decir esto?. Para comprenderlo veamos con mayor detenimiento cual es el “paso hacia atrás de primer orden”, ya presente en la percepción visual. Anteriormente ya mencionamos de manera superficial un carácter distintivo de la visión: la distancia espacial con la que los objetos visuales se presentan. Esta distancia tiene la particularidad, en la modalidad sensorial visual, de permitir al sujeto el desapego necesario para poder inspeccionar al objeto de manera desinteresada. Hay un primer desprendimiento de la ‘apariencia’ del objeto con respecto a su contexto vital de inclusión. El perceptor puede abstraer la forma de aquello que ve ‘olvidándose’ de que eso se encuentra allí, coexistiendo vitalmente con él. Esto esta emparentado a su vez con el carácter objeto‐que ya discutido mas arriba.
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El paso fundamental ahora es que el que ve, se da cuenta de que la forma‐ perceptiva es apariencia y en ese nivel, puede libremente actuar e imaginar: “el control eidético de la movilidad, con su libertad de ejecución externa, complementa el control eidético de la imaginación, con su libertad para el bosquejo interior” (Jonas, 1962, p.218). Lo propio de ser humano, es para Jonas, el darse cuenta de la apariencia de las cosas y adquirir libertad a partir de ello. Esta libertad se manifiesta paradigmáticamente en la facultad de producir imágenes. 4.‐ Conclusiones Hemos hecho un recorrido por dos elementos centrales de la fenomenología de Hans Jonas, el eidos representacional y el eidos perceptivo. Hemos visto que existe una convergencia notoria entre ambas ideas, especialmente el carácter de abstracción y ‘desacoplamiento’ de ambos con respecto a la materia. Desde la perspectiva Gestalt incluso el control eidético de la motilidad y de la imaginación pueden estar explicativamente completos al nivel de la percepción, sin embargo hay un elemento que, de acuerdo a mi perspectiva, justifica el nivel ‘superior’ que Jonas le atribuye a la imagen representacional: la toma de conciencia de la apariencia de la apariencia. Dicho de otro modo, el eidos representacional tiene la peculiaridad de servir de eidos del eidos perceptivo. Es la forma que desnuda la apariencia de los objetos de la percepción y que permite hacer imágenes de ellos. Bibliografía ‐Arheim, R, (1982). El Pensamiento Visual. ‐Jonas, H. (1954). The Nobility of Sight. ‐Jonas, H. (1962). Homo Pictor and the Differentia of Man. ‐Jonas. H. (1998). Herramienta, Imagen y Tumba, Lo Transanimal en el ser Humano ‐Oviedo. G. (2004). La Definición del Concepto de Percepción en Psicología con Base en la Teoría Gestalt. ‐Rubio, R. (2014). Hans Jonas como Teórico de la Imagen.
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