Educación Superior en Colombia Ser Pilo Paga. Equidad o Igualdad ?

El ESPECTADOR, Convocatoria Antieditorial.

Antieditorial en respuesta al editorial ¨Ser Pilo¨ publicado el Lunes 26 de Enero de 2015.

Por Jorge Uribe Roldán
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Curiosamente la edición del 26 de enero hace referencia a la problemática de la educación superior en el país en más de seis o siete de sus artículos y secciones, lo cual indica que hay un genuino interés público por debatir con ¨pilera¨ el problema, para seguir empleando términos traídos de las aulas de clase. Sin embargo, la mayoría de las reflexiones giran en torno al programa ¨Ser pilo paga¨ o la debacle de la San Martín que apenas son la punta del iceberg de la crisis de un sistema que por años se ha refugiado en una mal entendida autonomía.

Si tenemos en cuenta que la EDUCACION con mayúsculas, parece ser el eje articulador de la apuesta de paz con equidad que el gobierno Santos propone como fórmula mágica para iniciar una era de posconflicto en Colombia, el tema de la educación superior en Colombia debe repensarse de manera integral, si es cierto que vamos a tener que aceptar e implementar, como parece que nos va a tocar, las ¨amables¨ sugerencias de la OCDE para dar un salto a la sociedad del conocimiento o sin ser tan ambiciosos, mejorar nuestro deshonroso resultado PISA que afortunadamente todavía no mide el resultado de la formación de los egresados de nuestras universidades .

Indudablemente, las condiciones de acceso a la educación superior y la calidad son temas fundamentales que deben resolverse, pero como parte de un contexto mucho más amplio y complejo que tiene que ver también con su financiación, la explosión y feminización de la matrícula, la formación docente, la gobernanza de las instituciones de educación superior públicas y privadas y la articulación con el sistema de innovación entre otros.

Por años el Banco Mundial propuso como parte de sus políticas de financiación y cooperación internacional la intervención en la educación básica y media sobre bases de igualdad, dejando de lado la educación superior; Colombia en ese sentido, hizo la tarea relativamente bien, pasando a una tasa de cobertura del 45%, todavía insuficiente para la OCDE. Sin embargo, la educación superior o terciaria como se le conoce hoy, es ahora considerada el motor fundamental del cambio social, la inclusión y la reducción de la pobreza. Por tanto, como bien público global que es, debe ser promovida sobre bases de equidad, de manera que quienes acceden a las universidades, ojalá todos los jóvenes entre los 18 y los 25 años, y reciben servicios de educación pública o privada de calidad, contribuyan y participen de los beneficios evidentes que proporciona al país en nuevos impuestos, productividad, inclusión y equidad, y a su beneficiario directo en términos de mejora de sus condiciones de vida, capacidad de ahorro, empleabilidad y movilidad profesional entre otros.

Un primer aspecto de la discusión para empezar a repensar la educación superior en el país, es definir si la educación terciaria debería ser pagada o gratuita, y quién debe pagar por este servicio. En este tema también existen distorsiones en relación con el fondo del asunto, que tanto el editorialista como el gobierno pasan por alto porque confunden la idea del acceso a la educación en condiciones de igualdad con el acceso en condiciones de equidad. El bien más preciado del individuo es el conocimiento y éste lamentablemente, no está distribuido por igual en toda la población; así como hay jóvenes talentosos hay otros menos talentosos; la función del gobierno es identificarlos, promoverlos y retenerlos, no por sus condiciones económicas, sino por el hecho de ser verdaderamente pilos, si es que Colombia quiere participar en la batalla de los talentos como parece ser que nos está llevando la sociedad del conocimiento.




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Jorge Uribe Roldán Antieditorial El ESPECTADOR.