Educación intercultural: Cuando la calificación 9.7 no califica al 9.7

June 15, 2017 | Autor: Roland Ebel | Categoría: Intercultural Education
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Descripción

COMUNICACIONES

EDUCACIÓN INTERCULTURAL: CUANDO LA CALIFICACIÓN 9.7 NO CALIFICA AL 9.7

Juan Ariel Castillo Cocom Roland Ebel Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (México).

I. Introducción Los estudiantes de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (UIMQRoo) miden su desempeño escolar, al igual que los universitarios europeos, con la calificación que

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obtienen. En Austria, por ejemplo, el alumno que obtuviese un 9.7 expresaría un simple “Voller Erfolg, Fritz!” (“Bien hecho Franz!”). En la UIMQRoo la misma calificación no tiene un valor análogo sino uno “inconstante” que “aumenta” o “disminuye” dependiendo de las calificaciones obtenidas por sus condiscípulos. Si alguien obtuviese un 9.8 el alumno que obtuvo 9.7 se sentiría frustrado. Es decir, no compara el valor absoluto sino el ranking de la calificación en el grupo. Al pensar en este fenómeno comenzamos a preguntarnos por qué nos parece tan natural esta valoración “objetiva” que realmente es accidental y lo que nos parece tan fortuito es la valoración “subjetiva”, la que es realmente motivada, construida y determinada por no tan ocultos procesos socioculturales, socio-económicos y socio-políticos. Desde esta perspectiva, intentamos crear un argumento que contribuya a la comprensión, tanto en términos teóricos como de investigación de este fenómeno.

II. Anuncios vacíos de significado La mayoría de los alumnos de la UIMQRoo son mayas. El término maya es un concepto que opera por fuera de la esfera pública compartida de la política per se, y se refiere a las realidades socio-culturales vividas. Son entidades sustanciales y sentidos de pertenencia social diferentes del “paraguas” formal, mas no jurídico, de la “etnicidad” que opera en un espacio político como un anuncio vacío de significado(Castañeda, 2004). Este anuncio –“un maya”- es “fácilmente” “identificable” en la vida cotidiana de Quintana Roo, si “cae” en algunos de estos indicadores etnolingüísticos: 1. Habla maya yucateco y practica las tradiciones; 2. No habla maya yucateco pero practica las tradiciones; 3. No habla maya yucateco ni practica las tradiciones, pero se considera a sí mismo maya; 4. No habla maya yucateco, no practica las tradiciones y no se considera a sí mismo maya; 5. No habla maya yucateco,

no practica las tradiciones y no se considera a sí mismo maya, pero se le considera como tal por cuestiones fenotípicas y genotípicas por la sociedad en general y 6. Habla maya yucateco, practica las tradiciones, se considera a sí mismo maya y es considerado como tal por la sociedad en general. Sin embargo, estos seis “marcadores” identitarios no explican en lo más mínimo quien es maya y quien no lo es. El “ser” “maya” es estar en constante etnoéxodo, en constante proceso de construcción de suturas identitarias que se manifiestan a su vez en múltiples anuncios vacíos. “Algunas veces, escucho voces. Pienso quien soy esa persona que los antropólogos describen como ‘lo’ Maya (cosmos, cultura, identidad, religión, raza, milpa...) A veces, pienso que estoy hablándole a los dioses mayas, pero mis amigos en 7-Eleven en la plaza de Mérida, Yucatán, me dicen que sólo estoy hablando con antropólogos. A veces, pienso que estoy hablando a un antropólogo y ese antropólogo soy yo mismo. A veces, hablo con otro Maya en Wall-Mart en la avenida Paseo de Montejo—y sucede que soy yo mismo hablándome a mí mismo. A veces me hablo a mí mismo… ¡pero no sé quien soy! A veces, soy Maya y a veces soy post-Maya. Soy también un mayanista o mayista y otras veces un postmayanista... soy un sociólogo, antropólogo indígena, mexicano yucateco y nada de esas otras cosas… (Castillo Cocom, 2005, p. 133)

III. “Ferrari o Skoda”, los factores socioculturales Los estudiantes de acá, allá y acullá comparan sus calificaciones entre sí. Existe una competencia para medir los

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méritos propios con los de otros. El deseo de compararse es un comportamiento natural que no cambia, lo que varía son los parámetros de evaluación. En el pasado, por ejemplo, los mayas comparaban a un cazador con otro basándose en su habilidad para conseguir alimentos y no por la belleza estética de sus flechas. Su parámetro de comparación radicaba en el “ser” buen cazador y no en el “tener” una hermosa flecha. En la actualidad, en Europa “tener” un Ferrari o un Skoda es un parámetro de comparación entre un conductor y otro que poco o nada tiene que ver con la habilidad de “ser” un buen conductor (1). Ser un buen cazador o tener un vehículo de tal o cual marca está en ambos casos circunscrito a estrictos procesos de evaluación y sustentado en parámetros socioculturales, socio-económicos y políticos establecidos. A final de cuentas ambos parámetros son herramientas de control que parecen fortuitos. En México se utiliza un sistema numérico del 0 al 10 para evaluar el rendimiento escolar de un alumno. En esta escala, la nota máxima de aprobación es 10 en tanto que la nota mínima de aprobación es 7. En Austria se utiliza un sistema numérico del 1 al 5. En esta escala, la nota máxima de aprobación es 1 en tanto la nota mínima de aprobación es 4 (catalogada como muy deficiente) (2). En la UIMQRoo los mecanismos de evaluación parecerían estar sustentados en el “tener” y no en el “ser” lo cual choca con el pensamiento de muchos de los alumnos que está más orientado a “ser” el mejor del salón que en “tener” un 10, la nota máxima de aprobación. En este contexto, un 9.7 no es mejor ni peor que un 9.6 o un 9.8 (incluso que el mismo 9.7) sino que dependería del resultado que hayan obtenido los demás. Es común, por ejemplo, que en un examen aplicado a 30 sustentantes donde del total sólo apruebe un alumno con 7, la nota mínima de aprobación, este exprese una satisfacción comparable a la que expresaría un estudiante austriaco que acaba de obtener un 1.

IV. “Nunca seré el rey de México, pero por hoy soy el rey del salón” – los factores socioeconómicos Los alumnos de la UIMQRoo se “miden” subjetivamente en relación a su grupo y no en relación a alumnos de otras universidades de la región o del país. No le interesa y no le importa cuánto obtiene un estudiante de la universidad más cercana sino quién obtuvo una mejor calificación que la suya en el salón 301. Un maestro nos comentaba que la pregunta que los alumnos repiten una y otra vez después que reciben los resultados de un examen es ¿cuánto sacaste? (¿cuánto obtuviste?). Nos comentaba una alumna de la UIMQRoo “comparar calificaciones para saber quién es el mejor es una conducta que demuestra una ‘inmadurez fatal’”. Sin embargo, otro alumno nos dijo “… ‘tuve la calificación más alta de todos… se siente ‘padre’ (muy bien)… claro, nunca seré el rey de México, pero por hoy soy el rey del salón… aunque les duela a muchos de mis compañeros”. Este muchacho como muchos otros estudiantes de la UIMQRoo ha sido y es discriminado por la sociedad mexicana por ser “maya”. Sabe que en el mundo laboral los empleos que “están allá afuera” son para aquellos “no-mayas” –otro anuncio vacío, pero con enorme capital socio-cultural y económico- y no para los “mayas” que obtuvieron 9.7. El alumno de la UIMQRoo sabe que “allá afuera” una calificación tiene un valor siempre relativo. Muy relativo. En Austria estudios indican que comparar calificaciones entre alumnos es relativamente “normal” en los niveles de primaria y secundaria, pero es poco común en el nivel universitario (Faulstich-Wieland y Faulstich, 2006). El individualismo obliga al alumno a medir con frialdad al número por el número mismo: 9.7 es 9.7. Es decir, sólo indica se están cumpliendo los objetivos de terminar una carrera y terminarla bien. Sabe

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que “allá afuera” en el mundo laboral podría tener posibilidad de conseguir empleo y que el 9.7 es su carta de presentación individual. En Europa las calificaciones absolutas aumentan de importancia con la edad ya que el individuo sabe que se está acercando la transición a la vida laboral. También sabe que el potencial de ser un exitoso comerciante, burócrata, ingeniero o académico, por mencionar algunos empleos, no se define en el concurso con los compañeros del salón, sino únicamente por los propios méritos y talentos suficientemente altos para poder competir a nivel nacional y hasta internacional. Comprende que definitivamente el salón de clases ya no sirve como referencia. Esta manera de pensar es solamente posible en un ambiente en el cual los estudiantes tienen la impresión que un día podrán encontrar acceso a la competencia nacional e internacional. Esta manera de pensar no es casual, sino que es uno de los pilares del paradigma funcionalista de la educación, la sociedad meritocrática, la cual señala que los empleos deben de ser logrados por mérito propio y no por adscripción o herencia de padres a hijos (nepotismo). A los estudiantes de la UIMQRoo les satisface ser el mejor del salón en lugar de tener las mejores calificaciones, que en teoría le daría la posibilidad de acceder a empleos atractivos, dignos y justamente remunerados fuera de su comunidad. Sólo en teoría, nos comentaba una alumna: “si tuviera posibilidades de concursar en igualdad y condiciones de equidad de género y raciales… soy india… soy maya… soy mujer… si tuviera la sensación que podría encontrar empleo fuera de este horrible pueblo no lo pensaría dos veces, me iría… Me iría de este horrible pueblo… ¿competir con otros alumnos de otros lugares? ¿son mayas como yo?... no gracias”.

No sorprende entonces que los alumnos de la UIMQRoo le den mayor importancia a la competencia con los compañeros del salón y menor a la competencia con estudiantes de otras universidades. Saben que al menos son los mejores del salón y por extensión del pueblo. “Afortunadamente –nos decía un profesor- están ocupados en algo, son miembros productivos de la sociedad… afortunadamente no pertenecen a los NINI’s…” Los NI y los NI’s son aquellas personas que NI estudian NI trabajan (3). El hecho de no estudiar (tener una perspectiva de carrera profesional) y de no trabajar (carecer de perspectiva laboral) los coloca en una situación delicada, donde una buena oferta de desarrollo rápido. (El Universal, 2009) Es verdad, los alumnos de la UIMQRoo no pertenecen a los NI ni a los NI’s, pero podrían en un futuro cercano pasar a engrosar sus filas. ¿Después de su graduación? En este contexto, en los salones de clase hacemos énfasis en instrumentar en la práctica las nociones diversidad e interculturalidad, como herramientas que nos permitan luchar por el establecimiento de la equidad, contra la desigualdad social y eliminar la discriminación y el racismo. Sin embargo, la educación intercultural no es la panacea contra la desigualdad social ni la vía hacia la emancipación, ya que es difícil, si no imposible (Cintron, 1997). Aunque es difícil crear respeto en condiciones adversas, la educación intercultural exhibe los discursos del estado mexicano que buscan crear una nación compacta y señala las consecuencias de negar el derecho a la diferencia –la privación de este derecho ha sido una estrategia utilizada por los grupos hegemónicos para marginar política, social y culturalmente a los pueblos e individuos menos privilegiados-. Entonces, ¿Después de su graduación?

V.

Conclusión

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Este trabajo intenta conocer e interpretar la manera cómo los estudiantes de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (UIMQRoo) reaccionan cuando reciben sus calificaciones y qué factores intervienen para sus valoraciones sobre tales notas. Como referencia sirve el comportamiento de estudiantes europeos en la misma situación de entrega de calificaciones. Se observó que los estudiantes de la UIMQRoo, en su mayoría de origen maya, le dan un valor relativo a las calificaciones siempre dependiendo de los resultados de los demás compañeros del salón. La misma nota puede causar tanto alegría como decepción: alegría cuando es la mejor calificación dentro del grupo, decepción cuando un solo compañero obtiene un resultado superior. Se trata de ser “el rey del salón” como nos dijo un estudiante. En comparación, los estudiantes europeos valoran su desempeño académico mayormente basado en el número absoluto de la calificación, independiente de los resultados de los otros compañeros. Tratando de interpretar este comportamiento de los estudiantes mayas, se detectaron dos principales factores que motivan el deseo de “ser el rey del salón”: motivos socioculturales y motivos socio-económicos. La particularidad socio-cultural consiste principalmente en el hecho que le dan históricamente más importancia al “ser”, es decir a la reputación o el prestigio dentro de la comunidad, que al “tener” más o menos puntos. El factor principal socioeconómico y también político es la discriminación que sufren los indígenas por la mayoría de la sociedad mexicana “blanca”. Saben muy bien que en la realidad mexicana racista, el valor de su calificación no se mide de una manera tan absoluta y objetiva como sugiere la idea de una sociedad meritocrática, sino que en el momento de la transición al mundo laboral, lo que interviene son otros factores como su procedencia familiar, étnica-cultural, su nivel económico y/o su participación en algún partido político. Con este trabajo queremos estimular una necesaria discusión acerca de la realidad en la que los estudiantes están

inmersos. Es decir, todos quienes participamos en un proyecto intercultural deberíamos ser autocríticos y generar discursos más cercanos a la vida real de los estudiantes. Notas (1)

La literatura de tipo esencialista respecto a la cosmovisión maya de la península de Yucatán señalan que ésta se orienta más hacia la concepción del “ser” que al “tener” esto como resultado de la gran influencia del catolicismo (Campos García, 1987; Carlsen, 1997; Clendinnen, 2003; Coe, 1975; Freidel, 1989; Friedel, Schele, & Parker, 1993; Green, 2002; Redfield, 1944).

(2)

La calificación reprobatoria es 5. (1: sehr gut;2: gut; 3: befriedigend; 4: genügend; 5: nicht genügend).

(3)

En México, según estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México, pertenecen a ese sector aproximadamente 7 millones de jóvenes en edad productiva (El Universal, 2009).

VI. Bibliografía Campos García, M. (1987). La etnia maya en la conciencia criolla yucateca, 1810-1861. Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida. Carlsen, R. (1997). The War for the Heat and Soul of a Maya Highland Town. Austin: University of Texas Press. Castañeda, Q. E. (2004). No somos indígenas: Una introducción a la Identidad Maya de Yucatán. In Juan y Quetzil Castañeda Castillo

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Cocom (Ed.), Estrategias Identitarias: Educación y la Antropología Histórica en Yucatán (pp. 1-33). México: SEP-UPN-OSEA. Castillo Cocom, J. (2005). 'It Was Simply Their Word': Yucatec Maya PRInces in YucaPAN and the Politics of Respect. Critique of Anthropology, 25(2), 131-155. Cintron, R. (1997). Angel's Town: Chero Ways, Gang Life, and Rethorics of the Everyday. Boston: Beacon Press. Clendinnen, I. (2003). Ambivalent Conquests: Maya and Spaniard in Yucatan, 1517-1570 (2 ed.). Cambridge: Cambridge University Press. Coe, Michael D. (1975). Death and the Ancient Maya. In Elizabeth P. Benson (Ed.), Death and the Afterlife in Pre-Columbian America. Washington, D.C.: Dumbardon Oaks. Faulstich-Wieland, H., Faulstich, P. (2006). BA-Studium Erziehungswissenschaft. Ein Lehrbuch. Reinbek: Rowohlts enzyklopädie. Freidel, David and Linda Schele (1989). Dead Kings and Living Temples: Dedication and Termination Rituals Among the Ancient Maya. In W.C. and Rice Hank, D.S. (Ed.), Word and Image in Maya Culture. Salt Lake City: University of Utah Press. Friedel, David A., Schele, Linda, & Parker, Joy (1993). Maya Cosmos: Three Thousand Years on the Shaman's Path. New York: William Morrow. Green, J. S. (2002). Tamales, Souls and Resurrection: Days of the Dead in Xocen, Yucatan. Unpublished Working Paper. Consortium in Latin American Studies at University of North Carolina at Chapel Hill and Duke University. Redfield, R. (1944). Yucatán, una cultura de transición. México: Fondo de Cultura Económica. Universal, El (2009). Entérate ¿Qué es un ni- ni? Retrieved 10.Feb.10, from El Universal: http://www.eluniversal.com.mx/notas/vi_644085.html

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