Educación desde Gramsci y Freire

July 14, 2017 | Autor: Pamela Erin Mason | Categoría: Paulo Freire, Antonio Gramsci, Educación, Sociología De La Educación
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Descripción

La noción sobre educación desde Gramsci y Freire. Universidad Autónoma de Querétaro FCPyS Sociología de la Educación Ariadna Hdez. Castrejón Pamela Mason Ramos

2011

La noción sobre educación desde Gramsci y Freire. La educación, al ser entendida como el proceso formal en el que los individuos encuentran y desarrollan las herramientas y capacidades para constituirse en lo Gramsci llama intelectuales orgánicos, es al mismo tiempo la que puede llegar a permitir, desde una visión antisistémica, que las clases dominantes continúen ejerciendo el control sobre las clases dominadas, en este sentido, las discusiones que el presente trabajo trata, refieren a algunos conceptos básicos para entender las propuestas teóricas de dos autores contemporáneos, los cuales, abordan el campo de la educación como elemento fundamental para la formación de individuos que procuren generar transformaciones en la realidad. Se analizarán, en un primer momento, algunos de los elementos teóricos con los que Antonio Gramsci aborda, en sus escritos de Cuadernos de la Cárcel , dicha discusión. Por otro lado, se retomará a Paulo Freire, autor altamente influenciado por Gramsci, quien a través de sus obras Pedagogía del oprimido (2000) y La educación como práctica de la libertad (1982), plantea el ejercicio de la alfabetización como una herramienta clave en la liberación de la conciencia de los oprimidos, es decir de las clases marginales brasileñas y en general de la sociedad latinoamericana. Antonio Gramsci Desde el primer autor, se entiende que evadir la conexión que existe entre las prácticas políticas y sociales y el proceso mediante el cual

la ideología hegemónica se sostiene, no permitiría

comprender la base sobre la cual esta última descansa y se genera. La explicación de dicho proceso, forma parte de los aportes teóricos que Antonio Gramsci hizo a lo largo de su militancia política; a través de ellos, se arroja luz sobre los mecanismos que emplea la clase dominante para dirigir hacia la sociedad, todo un sistema ideológico que permite la reproducción del orden capitalista. Nos dice que la relación entre hegemonía y dominación, es inherente a su continuidad; es decir, establece que para que los grupos dominantes logren continuar ejerciendo poder sobre clases subalternas, no sólo es necesaria la existencia de determinadas instituciones coercitivas, sino la intervención de diversas formas de transmisión ideológica que de manera incluso persuasiva, logran generar y fortalecer cierto consenso entre la clase dominada, a través del cual, ella misma legitima la dominación. Es por esto que Gramsci analiza las formas en las cuales se cumple y refuerza el rol de la ideología. El autor, ubica las instituciones culturales, tales como iglesias, escuelas, partidos y asociaciones, como medios a través de los cuales, dichas formas se reproducen (Arnoletto, 2007). Estas instituciones, en coordinación con el Estado, tratan de imponer una cosmovisión, que sitúa determinados estilos de vida, conductas morales, y prácticas políticas, por encima de otros; se impulsa a través de ellas a la sociedad en general, a considerar que si el Estado procura ciertos lineamientos de orden económico, político y social, es porque estos son los que conllevarán a un

La noción sobre educación desde Gramsci y Freire. estadio mayor de bienestar común: “cada Estado es ético en cuanto una de sus funciones más importantes es la de elevar a la gran masa de la población a un determinado nivel cultural y moral”; así lo explica Gramsci a través de Mabel Rey (Rey, 1994) . En este sentido, se entiende al Estado “como el lugar donde la clase dominante se unifica y constituye para materializar su dominación no solamente mediante la fuerza, sino como una complejidad de mecanismos que garantizan el consentimiento de las clases subalternas” (pág. 5), es decir, el Estado cumple con una doble función, tanto dentro de la estructura, siendo aquella institución que le conforma, como manteniendo la configuración de la superestructura. De esta manera, Gramsci retoma la concepción que Marx utiliza para explicar cómo las concepciones ideológicas y las formas organizativas de cada individuo, así como de la sociedad en sí, se conforman con base en las condiciones materiales (1994). Esta suerte de ilusión, por la cual la sociedad asume que los intereses de las clases dirigentes convergen con los suyos, si bien se sustenta a través de formas ideológicas transmitidas por las instituciones culturales, tienen también una base material, que se encuentra en la inclusión de las clases dominadas al sistema económico y al desarrollo de fuerzas productivas que lo sostienen; al generar espacios en los que estas clases tienen oportunidad de participar en dicho sistema, los intereses particulares no se asumen por los dominados como diferentes. Con esta inclusión de las clases dominadas al sistema económico que reproduce y sostiene formas de dominación, se refuerza la intención de la clase dirigente por estandarizar una visión del mundo como la conveniente para la totalidad, de manera que se genera el conformismo social y se acepta que el Estado actúe en conjunto con instituciones antes mencionadas, como la escuela, para formar nuevas generaciones bajo las líneas de vida impuestas por la clase dirigente; logrando así, que el individuo se incorpore al modelo colectivo (Portanteiro, 1988) casi de manera natural, es decir, sin reticencias. Por lo anterior, Gramsci sitúa a la institución educativa como instrumento fundamental para la conformación de cosmovisiones homogéneas de las que se hablaba anteriormente; teniendo esto en cuenta, la escuela aparece como el espacio predilecto para iniciar un proceso de estandarización. El autor, resaltó el carácter intelectual inherente a todo hombre que participara en la configuración o reproducción de cosmovisiones, sin embargo,

veía en los que llegaban a estatuirse como

dirigentes, el cumplimiento de una función que iba más allá de la que cumple el intelectual tradicional: su capacidad de unificar a determinada clase, bajo parámetros ideológicos y de conducta. En este sentido, Gramsci a través de Mabel Rey (1994), resalta que “cada grupo social tiene su propia clase de intelectuales […] que le dan homogeneidad y conciencia de la propia

La noción sobre educación desde Gramsci y Freire. función, no sólo en el campo económico sino también en el social y en el político” (Rey, 1994, pág. 29); de ahí la necesidad de formar intelectuales orgánicos que dirijan grupos con intereses antihegemónicos, para con ello, comenzar una lucha en base a éstos últimos que requiere de ser, en un primer momento, intelectual y moral (pág. 24). Lo último aparece como necesidad en tanto que sólo con transformaciones en las bases estructurales, es que se puede llegar a generar cambios en la conciencia de las masas, y acceder a dichas bases es posible si se forma parte de los dirigentes de ésta estructura; el reto es pues, llegar a colocar intelectuales orgánicos, dirigentes de grupos antihegemónicos, en la base estructural del sistema capitalista, para con ello, comenzar la transformación de la superestructura; es decir, la toma del aparato represivo es posible, a partir de la desarticulación de las formas ideológicas que dan soporte al sistema de dominación (pág. 28) Paulo Freire Paulo Freire analiza, dentro de la sociedad brasileña de los años 60 y 70, el proceso educativo desde una perspectiva libertaria, de concienciación, en la que el educador lleva al educando por un camino donde éste último logra, en palabras de Thomas G. Sanders,

“un despertar de la

conciencia” (citado por Julio Barreiro en Freire, 1982, pág. 14), mismo que le otorga al individuo una racionalización sobre su posición en relación tanto con la naturaleza como con la sociedad. Freire le apuesta a un método de alfabetización ya que considera que “alfabetizar es sinónimo de concienciar” (pág. 14) debido a que el analfabeto tiene una conciencia reprimida, la cual sería liberada con la lectoescritura. Es menester resaltar que la idea de una praxis liberadora como la que Freire propone no es posible sino en la medida en que aquel que pretende liberar a través de la enseñanza, es decir, el maestro, está a su vez concienciado; al respecto, Freire anota en esta idea retroalimentaria de la educación como práctica de la libertad que el educando debe tener una noción clara de que así como él es quien va a enseñar al analfabeto cómo empezar a liberarse a través de la lectura y escritura; es al mismo tiempo el analfabeto quien va a enseñarle a éste la realidad marginal de su sociedad; ya que de eso trata la conciencia, de ser capaz, según rescata Barreiro a Friere, de compartir “en pensamiento y en acción, el dolor y las necesidades de las inmensas masas oprimidas de nuestro continente […] (de luchar), de alguna manera, por mínima que sea, para destruir esas injusticias” (pág. 15). Por lo tanto, el concepto de utilizar la educación como arma de liberación, es para Freire un acto intelectual, es decir, del pensamiento; dice: “la opción, por lo tanto, está entre una “educación” para la “domesticación” alienada y una educación para la libertad. “Educación” para el hombre-objeto o educación para el hombre-sujeto” (pág. 26). Dicho concepto de hombre-sujeto es utilizado por el autor para manifestar la participación histórica de los individuos en la sociedad, es decir de ver a estos “ya no como espectadores, sino como

La noción sobre educación desde Gramsci y Freire. actores y autores” (pág. 26) de su realidad y de su porvenir. En su obra La Educación como Práctica de la Libertad (1982), Freire también indica que esta idea de educación tiene como fundamento librar al ser humano de su unidimensionalidad, concepto que rescata de Marcuse, lo cual conllevaría a este a tener una concientización de sí mismo y de esa manera lograr “un dominio que le es exclusivo –el de la historia y de la cultura” (1982, pág. 31). Por otra parte, en Pedagogía del Oprimido (2000) Freire plantea una pedagogía nuevamente libertaria, la cual se caracteriza no solamente por la liberación de la clase oprimida sino que además, refiere a la liberación de los opresores mismos. En este sentido, Freire hace hincapié nuevamente en la concienciación de las clases oprimidas ya que reitera, es sólo así como éstas pueden llegar a la reflexión sobre las injusticias sociales que les aquejan; esta idea es claramente referida por Francisco Weffor en el prefacio a La educación como práctica de la libertad (1982), “si la toma de conciencia abre camino a la expresión de las insatisfacciones sociales, se debe a que éstas son componentes reales de una situación de opresión” (citado en Freire, 2000 pág. 19). Freire, además, indica que la pedagogía del orpimido es una propuesta que no puede ser comprendida por aquellos a quienes denomina sectarios, ya que estos refieren su verdad a un orden represor que no acepta la radicalización de la lucha revolucionaria (2000); por esta razón, una de las condiciones que tiene la práctica de esta pedagogía es el hecho de que quien la ejerza debe estar conciente de su papel no como “dueño del tiempo, ni dueño de los hombres, ni liberador de los orpimidos” sino como alguien que se “compromete con ellos, en el tiempo, para luchar con ellos por la liberación de ambos.” (pág. 22). Con base en esta idea, es importante señalar que existe un “miedo a la libertad” (2000, pág. 27) tanto por parte de los oprimidos como de los opresores; los primeros, al tener que asumirla, ya que de una u otra manera esta acción implica una responsabilidad con su porvenir y el de los demás, los segundos, ya que dicha libertad pone en entredicho su “libertad” de seguir oprimiendo (2000). Freire anota que los oprimidos pueden entonces caer en una transmutación social y volverse así opresores de otros que se encuentren en situaciones aún más marginales; la pedagogía del oprimido busca entonces, una liberación crítica donde la concienciación de la clase oprimida lejos de tornarse en un carácter opresor en sí misma, se libere para liberar al otro, incluso a los opresores. La lógica de esta formulación freiriana sigue un matiz en el que se presenta la opresión no sólo como una característica de las clases dominantes hacia las marginadas, sino del mismo modo, es vista como una opresión del sistema mismo sobre dichas clases dominantes. Una de las características de la pedagía del oprimido es el método de alfabetización, que como ya se ha comentado anteriormente consiste en la concienciación del oprimido; este proceso es llevado a cabo a través de la utilización de “palabras generadoras”, llamadas así debido a que precisamente lo

La noción sobre educación desde Gramsci y Freire. que se busca a través de éstas es generar una significación en el analfaneto para que no sólo resulte una asimilación de información pasiva (concepto de educación bancaria) sino por el contrario, éste sea capáz de crear una reflexión crítica sobre su realidad y así, reafirmar su lugar en la realidad social e histórica (2000). Las “palabras generadoras” dice Freire, permiten cobrar “conciencia de la palabra como significación que se constituye en su intención significante, coincidente con intenciones de otros que significan el mismo mundo. Este, el mundo, es el lugar de encuentro de cada uno consigo mismo y con los demás.” (pág. 8). En síntesis, la propuesta freiriana propone una desmarginalización a través de una educación que despierte la conciencia del individuo sobre su condición social y al mismo tiempo le de las armas intelectuales para liberarse del yugo del opresor, todo esto sin perder de vista que la tarea de esta concienciación no es sólo una en búsqueda del bienestar individual, sino por el contrario, esta pedagogía busca una liberación de oprimidos y opresores en tanto que seres humanos que ocupan un lugar histórico y presente en esta realidad social, y los cuales deben ser capaces, a través de esa libertad real, de jugar el papel que les corresponde como seres libres, es decir, lograr cuestionar la realidad que les aparece como única, y a partir de ello, generar nuevas cosmovisiones desde las cuales se intente romper el orden hegemónico. De manera que se encuentra en esta propuesta de educación, un camino que puede llevar a la desestabilización de la superestructura de dicho orden, en tanto que favorece la conformación de intelectuales orgánicos que guíen su pensamiento y acción en base a ideales anti-hegemónicos; con el fin de liberarse de las formas de vida establecidas por las clases dirijentes. Bibliografía Arnoletto, E. J. (2007). Curso de Teoría Política. edición electrónica gratuita . Freire, P. (1982). La educación como práctica de la libertad. México: Siglo Veintiuno Editores. Freire, P. (2000). Pedagogía del Oprimido. México: Siglo Ventiuno Editores. Gramsci, A. (1997). Obras de Antonio Gramsci, cuadernos de la cárcel, vol 2. Los intelectuales y la organización de la cultura. . México: Juan Pablos. . Portanteiro, J. C. (1988). Gramsci y la Educación. Rey, M. T. (1994). La noción Gramsciana de Hegemonía. Acerca de las bases materiales del consenso. Buenos Aires: Colección Teoría Crítica.

La noción sobre educación desde Gramsci y Freire.

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