Educación a lo largo de la vida como competencia vital para el desarrollo del ser humano

July 14, 2017 | Autor: R. Mendez Ralda | Categoría: Educación, Metacognición, Humanidades, Aprender a Aprender
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Descripción

Educación a lo largo de la vida como competencia vital para el desarrollo del ser humano

Romeo Augusto Méndez Ralda (En colección de Ensayos 2014) Universidad de San Carlos de Guatemala Facultad de Humanidades

Guatemala, 2014.

Educación a lo largo de la vida como competencia vital para el desarrollo del ser humano

Romeo Augusto Méndez Ralda [email protected] Resumen El siglo XXI inicia con grandes retos para la humanidad: división social y cultural, guerras, catástrofes ambientales, abuso de poder, destrucción de la estructura familiar; los cuales se traducen en desigualdad, pobreza, grandes brechas sociales y culturales. La educación se presenta como la fundamental de las soluciones a esta grave situación, pero no cualquier tipo de educación, sino una que logre desarrollar en el ser humano las competencias necesarias para enfrentar y superar estos retos y además desarrollarse ante cualquier situación o circunstancia, aprovechando los recursos que tenga a la mano. La educación a lo largo de la vida está sustentada en los cuatro pilares de la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Solo desarrollando la competencia de aprender a aprender durante toda la vida, el ser humano logrará superar los retos que tiene ante sí y logrará adaptarse para lograr una vida plena y de bienestar.

El desafío de reformar la educación, entendida como la formación continua desde la más tierna infancia hasta la tercera edad, debe estar en la agenda de todos los agentes de la sociedad y requiere de su colaboración efectiva: individuos, familias, instituciones educativas, empresas y gobierno. La calidad de la educación no depende sólo de la cantidad de recursos, sino, sobre todo, de cómo se emplean éstos, de cómo se organiza y gobierna el

sistema, de cómo se forma al profesorado y de la motivación y apoyo de los grupos sociales implicados. La educación a lo largo de la vida debe ser responsabilidad de todos, los individuos deben adoptar un papel más proactivo como artífices de su propia formación continua. Los sistemas educativos deben contribuir a fomentar las ganas de aprender durante toda la vida y ser capaces de dar respuesta a esta necesidad. Por otro lado, la formación continua debería tener lugar en el seno de las empresas, donde pasamos la mayor parte de nuestra vida adulta. En vista del alto desempleo provocado por la crisis actual, los gobiernos deben fomentar la formación continua en el marco de las empresas

mediante

subvenciones y desgravaciones. La formación continua de los profesores también es un factor de éxito, dado que los resultados de cualquier institución educativa dependen en gran medida de la calidad de los docentes. En una era de creciente diversidad, en la que cada persona cuenta con diferentes habilidades, estilos de trabajo, preferencias y motivaciones, es poco probable que una única manera de tratar a todos sea la receta más adecuada. Es por ello que las instituciones educativas y los métodos educativos deben ser reformados, deben dirigirse a crear seres autónomos responsables de su propio aprendizaje.

Con esto estaremos logrando personas que pueden

superarse a sí mismos constantemente, personas que puede adaptarse a las circunstancias que se les presente, personas capaces de leer el mundo, entenderlo, modificarlo, vivirlo plenamente.

La educación del siglo XXI El siglo XX nos ha dejado una herencia llena de retos que tenemos que enfrentar, corregir y superar, para que nuestro caminar por el siglo XXI marque una diferencia crucial en el desarrollo de la humanidad.

Hoy, debemos

enfrentarnos a retos de gran dimensión: 1) grupismo-división, causante incluso de guerras; 2) el poder desencadenado por la ciencia y la tecnología, que puede convertir esas guerras, en una última y aniquiladora guerra nuclear; 3) las catástrofes ambientales, cuya raíz causal es la actitud que hemos desarrollado sobre la naturaleza; 4) dictaduras, muchas veces disfrazadas de democracias, y cuyo propósito es la explotación del débil por el poderoso; 5) la descomposición familiar, que destruye la esperanza de los niños y provoca grandes índices de delincuencia juvenil; 6) la inercia de la sociedad, que sigue alimentando odios de generación en generación, sin cuestionarse los motivos de las generaciones anteriores. (Krishna, 1997) Durante el siglo XX, con obvias diferencias entre países, la educación apuntó a producir un ser humano inteligente, conocedor, que trabajara duro, listo, exitoso, disciplinado y con la esperanza de ser un líder en su campo de acción. La educación no ha faltado. La educación ha logrado un desarrollo desequilibrado del individuo, quien es el responsable de los grandes problemas que enfrentamos. Krishna (1997) nos dice que "como personas orientadas a la educación debemos aceptar que cuando impartimos conocimiento también es nuestra responsabilidad impartir la sabiduría a emplearlo correctamente". La educación que nos exige el siglo XXI, debe estar basada en condiciones que promuevan cambios verdaderos en la mente humana que nos lleven a enfrentar y superar los grandes retos que hemos mencionado.

Estas

condiciones deberían incluir: crear una mente global; enfatizar el desarrollo personal, no solo el económico; estimular la duda, no la conformidad; cultivar la cooperación, no la competición; crear una mente que aprende, no una mente que adquiere; crear una mente que es al mismo tiempo científica como religiosa, como dos maneras complementarias de buscar lo mismo, la verdad; un desarrollo holístico de todas las facultades. (Krishna, 1997) La principal dificultad para establecer una "nueva educación" somos nosotros mismos" que no hemos recibido esta clase de educación, debemos estar dispuestos a no repetir mecánicamente lo que hemos aprendido, debemos estar decididos a ser originales, inteligentes y creativos, debemos estar totalmente preparados para reconocer que estamos condicionados por el viejo sistema y que debemos revolucionarnos a nosotros mismos para adoptar lo nuevo, para romper con el pasado. Es nuestra responsabilidad crear esa atmósfera, una atmósfera de trabajo cooperativo, con gusto y amistad, trabajando duro pero sin ambición personal o ningún sentido de rivalidad, una atmósfera de apertura, de cuestionamientos, de búsqueda, y de gusto por el aprendizaje juntos. Lo cual significa que nosotros mismos debemos vivir y trabajar de esa manera. (Krishna, 1997) La educación del siglo XXI debe por lo tanto, encargarse no del “mayor progreso” sino de una transformación interior de la conciencia del ser humano. Y para lograrlo hace falta educar a la totalidad del ser humano y no solamente su mente. El siglo veintiuno demanda un cambio total en nuestra actitud frente a la vida y en nuestra visión de la educación.

Una nueva estructura de la educación para cumplir con su misión La doble misión de la educación para el siglo XXI contempla, por un lado,

transmitir masiva y eficazmente una cada vez mayor cantidad de

conocimientos teóricos y técnicos evolutivos que son necesarios para el desarrollo de las competencias que se requieren en ésta nueva era, y por otro lado, promover el desarrollo individual y colectivo. Como lo describe Delors (1997, p.91) "la educación se ve obligada a proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar por él", y, para lograrlo debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales: aprender a conocer, o sea la adquisición de los instrumentos necesarios para la comprensión; aprender a hacer, tener la capacidad de aplicar lo conocido, para transformar su propio entorno; aprender a vivir juntos, en el sentido de colaboración, comprensión y trabajo en equipo; y, aprender a ser, como proceso fundamental que se logra a través de los tres elementos anteriores. La educación debe esforzarse por atender a cada uno de estos "pilares del conocimiento" en forma equivalente a fin de que cada persona experimente la educación y su propio desarrollo en forma global y estas experiencias le acompañen a lo largo de su vida.

Al hacerlo, se estará educando al ser

humano total, logrando su plena realización. Estos pilares de la educación no se limitan a una etapa o lugar de la vida sino deben desarrollarse en todo momento, en cada lugar, ante cualquier circunstancia. (Delors, 1997) Los grandes retos a los que nos enfrentamos en esta era globalizada tienen como respuesta fundamental de solución, a la educación, a la educación

transformada, a la educación integrada en un todo por estos cuatro saberes; la educación tiene por misión fundamental que todos los seres humanos logren desarrollar y aplicar sus talentos y capacidades.

A través del continuo

aprendizaje de estos cuatro saberes, se logrará que cada ser humano sea responsable de sí mismo y que pueda idear, organizar y llevar a cabo su propio proyecto personal. (Delors, 1997) La educación durante toda la vida Como hemos señalado, en la educación se encuentra la clave para el desarrollo de los pueblos, de ahí que se considere como el factor decisivo para la sociedad del conocimiento y de la cultura, factor básico para igualar las oportunidades y propiciar la cohesión social; elemento esencial para construir comunidad, y para generar calidad de vida. Para adaptarse a las necesidades exigidas en el siglo XXI, la educación debe ser permanente, es "el período de aprendizaje que cubre toda la vida, y cada tipo de conocimiento invade el ámbito de los demás y los enriquece" (Delors, 1997, p.107), es pues, la educación que abarca desde la infancia hasta el final de la vida y que incluye todos los medios que permiten a una persona adquirir conocimientos del mundo, de los demás y de sí misma, combinando los cuatro aprendizajes fundamentales. A la educación permanente se le ha llamado: educación vitalicia, educación continua, educación recurrente, educación no formal e informal, desarrollo comunitario, educación popular, animación sociocultural, educación postescolar, educación para el ocio y el tiempo libre, aprendizaje permanente, educación a lo largo de la vida, ciudad educadora. Estos diversos nombres

inciden en diferentes esferas de la educación permanente en algunos casos; en otros se consideran como sinónimos (Pérez, 1999) La educación permanente se ha convertido no sólo en exigencia sino en necesidad ineludible para vivir en una sociedad dinámica que se abre al nuevo milenio con desafíos insospechados. Se multiplican los argumentos que ponen de relieve la necesidad de aprender a lo largo de la vida: la explosión del conocimiento y los avances científicos de los últimos tiempos presentan un reto a la educación; los conocimientos adquiridos en la escuela no bastan para colmar la exigencia de una vida entera, cuando el desarrollo tecnológico va cambiando nuestros hábitos, gustos y necesidades; los conocimientos cada vez más profundos de una materia y sus manifestaciones nos llevan a una concepción más unificadora del conocimiento, al romperse las fronteras que separan las diversas ciencias particulares; la aplicación del método científico, en sentido amplio, identifica cada vez más las ciencias con las humanidades, acercándonos de este modo, a un humanismo científico-técnico; los cambios científicos y tecnológicos no han sido solamente de tipo cuantitativo sino también cualitativo; el mundo del trabajo presenta cada vez nuevas exigencias; La democratización de la educación está propiciando que se la considere cada vez más como una actividad al alcance de todos. (Pérez, 1999) Y a pesar de que la educación permanente debe dar respuesta a los argumentos señalados, su misión va más allá, se trata de "dar a cada individuo la capacidad de dirigir su destino en un mundo en que la aceleración del cambio, acompañada del fenómeno de la globalización, tiende a modificar la relación de hombres y mujeres con el espacio y el tiempo" (Delors, 1997, p.108), así pues, la educación a lo largo de la vida debe proporcionar los

medios para lograr un desarrollo equilibrado del ser, que le permita desempeñarse en todos y cada uno de los ámbitos de su vida. La educación a lo largo de la vida debe permitir a cada persona tomar conciencia de sí mismo y de su entorno, debe representar para el ser humano una construcción continua de sus conocimientos y aptitudes y de su facultad de juicio y acción, para desempeñarse adecuadamente en el mundo laboral, en sus relaciones sociales, en su vida pública y privada. La educación permanente se da en el espacio social al que pertenece la persona y este espacio social varía de persona a persona e incluso varía a lo largo de la vida una misma persona (Delors, 1997).

Los principios de la educación permanente La formación continua a lo largo de la vida, pone de relieve la posibilidad, a la vez que la necesidad, de que la persona siga aprendiendo en las distintas etapas de su existencia, en la sociedad de la información, del conocimiento y del cambio constante.

Para lograrlo toma en cuenta los

principios rectores de su actuar:  Es un proceso continuo;  Es integral. Hace referencia a todas las dimensiones de la persona, ofreciéndole posibilidades de perfeccionamiento.  Es un principio organizador de la educación. Es un proyecto global encaminado tanto a reestructurar el sistema educativo existente como a desarrollar otras posibilidades de formación.

 Es global. Abarca todas las dimensiones de la vida, todas las ramas de saber y no admite separación entre lo escolar y lo extraescolar; entre la edad escolar y la edad de trabajo o productiva.  Es democrática. Todas las personas tienen derecho a la educación a lo largo de toda la vida; incluso aquellos más o menos excluidos de la educación institucional.  Es un proceso dinámico y flexible.  Es una educación abierta. Incorpora tanto el aprendizaje formal o no formal, como informal, al franquear los limites de las instituciones, programas y métodos.  Es un principio ordenador del pensamiento. Tiene como finalidad lograr que la persona sea capaz de ordenar, organizar y

jerarquizar los

múltiples conocimientos acumulados.  Fomenta la calidad de vida.  Tiene un matiz prospectivo. Intenta preparar para el mañana. (Pérez, 1999) Una competencia que se debe desarrollar La expresión "aprender a aprender", es decir, la capacidad de adaptación a circunstancias cambiantes y de hacer frente a otras sin precedentes, puede considerarse como el objetivo prioritario de la educación permanente. Esta expresión alude a los conocimientos y destrezas necesarios para que la persona

pueda aprender en cualquier situación. Aprender a

aprender supone disponer de habilidades para iniciarse en el aprendizaje y ser capaz de continuar aprendiendo de manera cada vez más eficaz y autónoma

de acuerdo a los propios objetivos y necesidades. La competencia para aprender a aprender tiene un carácter integral. Esto significa que incluye las distintas fases del proceso de aprendizaje: la planificación de las tareas en función de unos objetivos; el contexto de aprendizaje y la valoración de las propias capacidades y de los recursos disponibles; el desarrollo del proceso de ejecución de las tareas y la administración de las estrategias y técnicas, de los tiempos y del método empleado; y, la reflexión sobre el producto logrado, las dificultades encontradas y las posibilidades de aplicar lo aprendido en otras situaciones. (Guido, 2012) Aprender a aprender significa que los estudiantes se comprometan a construir su conocimiento a partir de sus aprendizajes y experiencias vitales anteriores con el fin reutilizar y aplicar el conocimiento y las habilidades en una variedad de contextos: en casa, en el trabajo, en la educación y la instrucción. En la competencia de la persona son cruciales la motivación y la confianza. supone adquirir

determinadas competencias metacognitivas, es decir,

capacidades que permiten al

estudiante conocer y regular sus propios

procesos de aprendizaje. Pero, de nada sirve conocerse como aprendiz si lo que “vemos” al analizarnos nos desagrada y nos lleva por

tanto a

considerarnos poco capaces. No se trata por tanto de enseñar únicamente determinados

recursos que ayudan a planificar y desarrollar una tarea

estratégicamente, sino de

acompañar al alumno desde el inicio de su

escolaridad en un largo proceso que le permita conocerse como aprendiz, aceptarse y aprender a mejorar. (Martin, 2008) Para enseñar a aprender a aprender, lo idóneo es empezar desde el inicio de la escolaridad y es responsabilidad de todos los docentes y del

conjunto de las áreas curriculares. Hay varios principios metodológicos que son relevantes para este proceso de enseñanza, el primero de ellos se refiere a la importancia que tiene explorar las concepciones que estudiantes y docentes tienen sobre el aprendizaje y concretamente las creencias sobre la inteligencia

pueden influir específicamente en el proceso de aprender a

aprender a través de tres ideas concretas: "qué piensan los estudiantes que significa ser inteligente, sus creencias sobre el carácter estable o modificable de la inteligencia y sus teorías sobre el origen de las diferencias individuales" (Martin, 2008, p.75). Un segundo principio metodológico implica enseñar al alumnado a regular sus propios procesos de aprendizaje. Es decir a planificar, supervisar y evaluar su comportamiento cuando se enfrentan a cualquier tarea escolar. Enseñar a aprender a aprender se apoya en tercer lugar en ayudar a los alumnos a que realicen atribuciones adecuadas de sus éxitos o fracasos, para prestar atención a la dimensión emocional. El cuarto recurso metodológico es la escritura epistémica. Son muchos los estudios que ponen de manifiesto la gran capacidad del lenguaje para hacer explícitas ideas y conocimientos que tenemos pero que no sabemos que tenemos o que se “aclaran” al expresarlas. (Martin, 2008). El trabajo de lectura y escritura reflexiva es vital en el proceso de aprender a aprender, es por ello que según Martin (2008, p.77) "la prioridad debería centrarse por tanto en que los equipos docentes acordaran realizar en todas las materias y a lo largo de todos los cursos resúmenes, mapas conceptuales, síntesis, comentarios de texto, reflexiones sobre el aprendizaje". Otro elemento fundamental para lograr un exitoso proceso de aprender a aprender es el trabajo colaborativo ya que trabajar con otros ayuda a tomar

conciencia de los propios procesos cognitivos y emocionales, al trabajar con los otros, debemos ponernos de acuerdo en los objetivos y, por tanto, pensar sobre ellos; debemos acordar cómo avanzar, pensar sobre las estrategias y pasos; debemos detectar errores propios y ajenos, y dar explicaciones de por qué lo consideramos un error; debemos llegar a una solución compartida, y explicar por qué ésa es la solución correcta. "El aprendizaje en colaboración no puede darse sin leer nuestra mente, leer la de los demás y buscar las vías de comunicación entre ambas". (Martin, 2008, p.77) Es preciso también, para ayudar a nuestros alumnos a aprender a aprender, que nuestro proceso de evaluación se centre en los principios de la evaluación formadora. Se trata de evaluar de tal manera que el proceso, además de servir al profesor para regular la enseñanza, le permita al alumno autorregular su aprendizaje de tal forma que el estudiante debe ser capaz de identificar cuándo aprende y cuándo no y sobre todo qué de lo que hace es lo que le ayuda a aprender. La autoevaluación y la coevaluación

son

procedimientos útiles para poner en marcha la evaluación formadora. Aprender a evaluarse a uno mismo no es tarea fácil y necesita ejercitarse para llegar a formar parte del repertorio de capacidades consolidadas del alumno. (Martin, 2008) El aprendizaje a lo largo de la vida es un reto: un reto que nos exige replantearnos los paradigmas educativos, las prácticas docentes, las prácticas de aprendizaje y por supuesto la motivación y disposición a aprender. Pero el aprendizaje a lo largo de la vida también es una oportunidad: una oportunidad para comprender de mejor forma el mundo en el que vivimos, la forma en que nos relacionamos con él, los cambios que podemos ejercer en nuestro entorno,

la transformación que podemos provocar en el mundo entero desde nuestra individualidad.

Conclusiones Ante un mundo lleno de cambios vertiginosos, plagado de contaminación ambiental, con grandes brechas económicas, con desigualdades culturales y étnicas, con familias cada vez más desintegradas y con sistemas educativos decadentes, deficientes e ineficaces, debemos encontrar una solución que de forma integral nos permita salir de esta debacle humana, y por supuesto, como una luz brillante en la obscuridad, la educación alza la bandera de rescate. No es cualquier educación, es una educación comprometida con la esperanza de millones de seres humanos que buscan una solución a su problemática existencial. No es una educción tradicional, apoyada en sistemas caducos de enseñanza-aprendizaje. No es una educación opresora de los talentos de cada ser humano. Es una educación liberadora del potencial humano, alentadora de la autonomía de cada estudiante, provocadora de análisis y generadora de opinión propia de cada persona. Es una educación holística que aprovecha lo mejor del ser humano: su mente, su emoción, su habilidad, su creatividad, su autonomía, su experiencia.

Esa es la clase de educación que se hace

necesaria en este siglo. Para establecer esta "nueva educación" hay un gran obstáculo a vencer. Ese obstáculo somos cada uno de nosotros, con sus creencias, con sus intereses particulares, con sus deseos, con sus caprichos. Para vencer este obstáculo necesitamos reinventarnos sobre bases sólidas de pensamiento

global, de intereses comunes, de solidaridad, de cooperación mutua, con nuestro vecino, no importa si vive a nuestro lado o vive al otro lado del mundo. La prioridad es una educación que rescate la humanidad en cada uno de nosotros, esa capacidad de asombro, de lucha, de solidaridad, de compromiso. Esta clase de educación debe enseñar a pensar, a actuar, a convivir y a ser cada uno de nosotros el motor de ese continuo aprendizaje progresivo, transformador y siempre humano. La educación a lo largo de la vida, basado en principios y valores humanos, ejercida en un ambiente democrático y vivida en un entorno de paz y solidaridad es la única vía para transformarnos y para transformar nuestro mundo. Es urgente aprender a aprender, es inaplazable que cada persona en este planeta desarrolle las competencias indispensables para vivir una vida con bienestar. Cada uno debemos estar en la capacidad de dominar cada una de las fases del proceso de aprendizaje: la planificación de las tareas en función de unos objetivos; el contexto de aprendizaje y la valoración de las propias capacidades y de los recursos disponibles;

el desarrollo del proceso de

ejecución de las tareas y la administración de las estrategias y técnicas, de los tiempos y del método empleado; y, la reflexión sobre el producto logrado, dificultades encontradas y las posibilidades de aplicar lo aprendido en otras situaciones. Los elementos fundamentales de la educación (docente, estudiante, familia, instituciones) deben trabajar en conjunto, deben comprometerse a lograr el gran objetivo de llevar la posibilidad a todos, de recibir educación.

Para ello todos debemos estar atentos a aprovechar todas las circunstancias, posibilidades, materiales, etc., que nos lleven a lograr este desarrollo continuo.

Bibliografía Delors, J. (1997). La educación encierra un tesoro. México: UNESCO. Guido W., L. (2012). Aprender a aprender. México: Red Tercer Milenio. Krishna, P. (1997). La educación correcta para el siglo XXI. Consultado el 25 de Septiembre de 2014. Rajghat Education Centre, Krishnamurti Foundation India: http://www.pkrishna.org/spanish/right_education_spanish.html Martin, E. (2008). Aprender a aprender: clave para el aprendizaje a lo largo de la vida. [versión electrónica]. CEE Participación Educativa 9, 72-78. Pérez S., G. (1999). Aprender a lo largo de la vida. Desafío de la sociedad actual. España: Universidad de Huelva.

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