Ecos de la danza al precipicio

Ecos de la danza al precipicio Othón Partido Lara. Publicado en PueblaMedia. 3 ago. 2011.

La suspensión de pagos de la gigantesca deuda norteamericana era francamente imposible de pensar, aunque sea fácil hablar a “toro pasado”. Poco antes de cumplirse el plazo fatal, el Senado norteamericano aprobó con la firma inmediata de Barack Obama un techo de endeudamiento que le permitirá un margen de maniobra mínimo a la economía hasta 2013 y un plan agresivo de recortes fiscales por los próximos 10 años, que podría tener graves efectos sociales y motivará que Estados Unidos crezca a un paso demasiado lento para sus necesidades.

Un dato para el horror muestra de qué tamaño es el problema: Los más de 14 billones de dólares de deuda equivalen a la totalidad del Producto Interno Bruto de ese país. Pero el desajuste estructural de la economía ya se viene arrastrando desde los 70, cuando se coincide que acabó el predominio absoluto de EEUU en la economía internacional.

Los análisis preliminares coinciden que Barack Obama perdió la batalla política, pues no pudo gravar a los sectores más ricos, en su propósito de revertir una ley absurda que dictó Bush Jr. de exención a los supermillonarios y por el contrario, los recortes del gasto irán principalmente a los programas sociales y el seguro médico, que eran el “buque insignia” del demócrata para la reelección.

Además, el ultra conservador Tea Party llevó su posición al fanatismo, estuvo a punto de descarrilar la negociación entre los principales partidos y se convirtió un nuevo gran actor en el sistema político norteamericano con su discurso falaz de “no más impuestos”, cuando ha sido la propia derecha la que se opuso a gravar a los sectores con los ingresos más altos.

No deja de sorprender que el discurso republicano venda tanto todavía en los medios, a pesar del desastroso manejo de la economía de Bush Jr. que llevó a incrementar la deuda hasta en 50 por ciento en su periodo. Los resultados de la receta

son conocidos: Los más desfavorecidos, los jubilados y los beneficiarios de la seguridad social son los que continuarán subsidiando el lento crecimiento norteamericano.

Podría quedar una ligera percepción de que el cuatrienio de Obama terminó esta semana, al menos en la planeación de la economía y no le quedará más que esperar hasta noviembre de 2012 para ver si tiene una correlación de fuerzas favorable en el Congreso, para, en caso de ser reelegido, relanzar algunas de sus ideas para reequilibrar el gasto.

Sin embargo, no hay lugar a sorpresas. Si EEUU se hubiera declarado en suspensión de pagos, eso seguramente hubiera significado el fin absoluto del dólar como moneda internacional, la ilógica calificación crediticia de la Unión Americana de triple AAA se colapsaría, las bolsas hubieran cerrado y seguramente se destruiría la confianza de la comunidad internacional, que por cierto tiene fuertes inversiones en los Bonos del Tesoro norteamericano. China hubiera entrado en crisis, lo mismo que Brasil, México y todo el sistema que conserva algunas de sus reservas internacionales en dólares.

En 1971, para pánico generalizado, Nixon decretó unilateralmente el fin de la convertibilidad oro-dólar, lo que fue considerado el inicio de una era post-hegemónica en la que el gigante americano compartiría responsabilidades con Europa y Japón (China sólo figuraba entonces en las proyecciones a 30 años). Obama no pudo, ni quiso ser el Nixon de esta coyuntura.

El daño ya está hecho sin embargo. Pocos confiarían en un “motor” de la economía tan precario y volátil, cuyo sistema político entra en crisis de nervios cada vez que se habla de deuda y recortes al gasto.