Economías ocultas del conocimiento: risa, paranoia, lentitud y frivolidad

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Descripción

Para pensar el binomio conocimiento y modernidad es inevitable la cita con las nociones de elite, culto, sabio, especialista, académico y experto.  Enseguida descubriremos que semejantes artefactualizaciones fueron construidas como antitéticas a las no menos artificiosas categorías de lego, ordinario, amateur, profano e incompetente.  Y aunque la academia lleva décadas certificando la disolución de tales distinciones, lo cierto es que estamos ante un muerto que goza de mucha salud. No basta con que la filosofía política las considere inmorales, como tampoco que los antropólogos, los historiadores o los economistas las hayan calificado de  abstractas, indocumentadas y disfuncionales.  Lo cierto es que nuestros imaginarios sociales siguen atrapados en el cepo de cartografías mentales tan distópicas como avasalladoras del común. El propósito del curso es explorar la viabilidad de un espacio común que sea más inclusivo, distribuido y recursivo.  Lo haremos problematizando las nociones de amateur y de experto. Mostraremos que la emergencia de los primeros y la crisis de los segundos está asociada a la proliferación de nuevas formas de sociabilidad y a la producción de autoridad contrastada extramuros de la academia. También vamos a detenernos en la risa, la paranoia, la lentitud y la frivolidad como formas contra hegemónicas de conocimiento popular y/o extitucional.  No sólo abandonaremos la indolente tendencia a considerarlas gestos que caracterizan lo plebeyo, lo superficial, lo manipulable o lo inepto, sino que nos permitirán entender otras formas de practicar el diseño, la sociología, la estética y la epistemología ciudadana o a pelo (in-the-wild). Si uno acepta que la risa, la lentitud, la paranoia y la frivolidad producen algo, crean cosas, efectos, experiencias que antes no existían, y que ese algo nuevo puede ser patrimonio de una comunidad que lo valora y administra, entonces se requiere una economía (cierto, una economía política) que se ocupe de su producción, gestión, almacenamiento y distribución. ¿Son formas de conocimiento?  Claro! Pero se puede dar una giro de tuerca más, y hablar de ellas no como recursos individuales, sino como instituciones del común, como prácticas cognitivas resilentes, invisibles, ordinarias, contrastadas y contrahegemónicas. Devaluadas las cuatro, criminalizadas a veces, desdeñadas siempre y usadas para estigmatizar a los mariquitas, los torpes, las mujeres, los niños, los locos, los rojos, los vagos, los indígenas, las putas, los gitanos… y, en fin, todos los perdedores de la modernidad.Todas las sesiones tendrán en común una forma de abordaje que privilegia la perspectiva histórica y antropológica. Para trabajar el asunto cada día ensayaré una distinta coreografía de lo común. Para la risa me asocié con  S. Critchley, P. Fleming y A. Heller.  El tema de la paranoia me lo inspiraron los esposos Comaroff, J. Farrell y M. Strathern. Para la lentitud he dialogado con I.Stengers, R. Sennett y W. Parking. La frivolidad nació de la conversación con J. Derrida, G. Lipovestky, T. Henricks y I. Rogott.
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