Duplicidad y sospecha en dos libros de Epifanio Méndez

May 22, 2017 | Autor: Cristino Bogado | Categoría: Comunismo, Peronismo, Stroessner Regime, MOPOCO, Epifanio Méndez Fleitas
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Descripción

Duplicidad y sospecha en dos libros de Epifanio Méndez

Cristino Bogado
Escritor paraguayo


El 7 de abril del año en curso es el centenario de nacimiento del político
(colorado del MOPOCO –Movimiento Popular Colorado– y de la ANR-ER (1)
–Asociación Nacional Republicana en el Exilio y la Resistencia–), músico
(Che jazmín es su composición más popular, aunque también hizo La canción
del demócrata) y escritor (de poesías y ensayos) Epifanio Méndez Fleitas.
Me gustaría comentar brevemente dos fragmentos que pertenecen a dos libros
de Epifanio (auto) editados en el exilio, y que han caído en mis manos
milagrosamente.
Uno de ellos es Diagnosis paraguaya (año 1965, 542 pp., sin editorial ni
lugar de edición). Voluminoso y rico documento de una época, usa la forma
dialogada para avanzar. Empieza con un banquete –teniendo entre ceja y ceja
los diálogos platónicos como modelo explícito– en «la capital de la
proscripción», Posadas, pero en este caso se trata de un banquete político
con visos conspiratorios. En su mayor parte, los contertulios son políticos
colorados exiliados por la sevicia de Stroessner, no solo gente del MOPOCO
sino también de otros partidos, febreristas, incluso comunistas como
Teodoro S. Mongelós. Y entre ellos son recibidos con alborozo dos «agentes
encubiertos» llegados de Asunción con noticias actualizadas de los
horrores stronistas. El libro salta así entre disquisiciones históricas y
políticas mechando formatos de distinto género, cartas, fotos, testimonios
orales, denuncias, fluctuando todo el tiempo entre el ensayo, la
autobiografía, el chisme, la sátira, el panfleto y el anecdotario.
Sobre Diagnosis se puede divagar tanto, y acerca de tantos temas; es una
mina riquísima de datos históricos del exilio del período stronista, pero
me limitaré en esta circunstancia solo a un leitmotiv –a mi manera de ver–
de todo el libro: la duplicidad. A medio siglo de su publicación, desde
nuestro presente siempre caótico e inatrapable, nos hace retintín este tema
que hemos clasificado como duplicidad. En medio del asado y el vino, las
anécdotas se entrecruzan como lanzaderas agudas y fascinantes para el
lector actual. Comparando, por ejemplo, a Stroessner con Natalicio, con
Morínigo y aun con el arquitecto Romero Pereira, claramente el itapuense es
considerado una figura singular: el primer totalitario de la historia
paraguaya. Stroessner, «discípulo de Polemarcos» (para quien justicia es
beneficiar a los amigos y perjudicar a los enemigos), como se lo define en
un momento dado, entre el tereré de la siesta y el vino nocturno de sus
charlas de exiliados nostálgicos de democracia y saturados de patriotismo.
Comentan que todos los colorados, los de la junta de gobierno títere,
incluso los funcionarios públicos, asumen indefectiblemente una actitud
ambigua hacia Stroessner: en privado lo llenan de insultos y
descalificaciones, y en público lo elogian desvergonzadamente. No solo el
blando Juan Ramón Chaves de la Junta de Gobierno del partido colorado
títere, sino hasta el «inteligente» Edgar L. Ynsfrán. Todos piensan que no
durará (moraleja de la historia: ¿Stroessner duró demasiado debido a este
defecto de carácter del político paraguayo?). Leemos anonadados en cierto
momento que esta virtud ciudadana, la duplicidad, que usada moderadamente
es fundamental para la convivencia y la cortesía urbana, en exceso, como
una droga, diseña el estilo stronista tova mokõi (doble cara) esgrimido
contra el advenedizo Stroessner. Pero la duplicidad también se daba con
éste y sus alabarderos más cercanos. Un ejemplo de tantos que nos cuenta el
libro, en su siempre amena forma dialogada, es para desternillarse de risa
loca: el autocalificado «Campeón del Anticomunismo» en realidad está
rodeado de servidores comunistas. ¡Y ahí les largo la retahíla de
comunistas-stronistas que Caballero (alias ficticio que le da Epifanio en
el libro para proteger a este militar en complot dialogístico) nos lanza
como novedad! Además de la sección anticomunista de Artemio Campos Alum
(2), oficial y alimentada por el Geist de Alianza para el Progreso, había
una secretaría de informaciones (y pyraguereadas jefes) del comunista
Ranulfo Britos París (a quien se lo ve en la famosa foto de la primavera
democrática de 1946 junto a Creydt), hombre de confianza de Edgar L., doble
agente de Kennedy y de Krushev. También estaba Raúl Lanás, bolche
morrocotudo, consejero económico privado del mismísimo tirano Stroessner y
de su séquito. El bolche Raimundi, torturador de presos demócratas. El
panadero Fernández, estalinista y jerarca sindical de la CPT fiel al Rubio.
El otro libro es doble. En realidad, son sendas conferencias preparadas
para leerlas en Ginebra y Estados Unidos, lo que al parecer nunca se
materializó, y que terminaron, por la premura y la paranoia de la censura,
siendo editadas en una misma edición.
Las dos partes de este segundo libro (año 1983, ediciones Desterrado yo'a,
218 pp.) son: I. Marxismo teórico y utópico (es la más larga, va hasta la
página 188 y está fechada en San José, California, Estados Unidos, el 31 de
diciembre de 1983. En una suerte de introito explicativo, titulado
«Condenado a hablar solo», escribe el autor: «EE UU, país donde resido como
refugiado político»), y II. Estructura del neocolonialismo en el Paraguay
(fechado: «En el destierro, junio de 1983»). Fue publicado por Epifanio dos
años antes de su muerte, acaecida en Buenos Aires.
En este libro de tapa roja, que llamé doble, pues contiene dos obras
temáticamente autónomas, la primera parte, como dice su título, es una
lectura de lo que es el marxismo para él. Ya vislumbramos su desconfianza
anticomunista en la famosa Declaración de Corrientes, donde el MOPOCO
rechaza el régimen de Fidel Castro. Y a Oscar Creydt (3) lo llama «Hitler
rojo» (cierto, es el llamado «Caballero» quien hace esa aseveración, pero
el libro al final es de su autoría, y en este caso usa procedimientos
literarios para contar hechos reales), francotirador, ciertamente, del
stronismo, pero también de muchos de sus opositores y víctimas, como Carlos
Pastore y Epifanio, además de Rafael Franco.
Me gustaría en estas notas resaltar su visión pionera del neocolonialismo,
que para él estaba dirigido por las empresas transnacionales (sobre todo,
norteamericano-brasileñas) en nuestro país. Es llamativo que esta visión
coincida con tesis de libros recientemente lanzados, como el de Cecilia
Vuyk Subimperialismo brasileño y dependencia del Paraguay (Asunción,
Cultura y Participación, 2014), desde posiciones diametralmente opuestas a
Epifanio, como se ve que es el enfoque marxista latinoamericano de esta
autora.
Tanto su visión desencantada de las ilusiones del marxismo como su denuncia
del neocolonialismo son, para su época, posturas singulares. Pues en los
sesenta, con el triunfo de la revolución cubana, todas las informaciones de
los crímenes del estalinismo que, tras el deshielo, hubieran podido llegar,
aunque tardíamente, a Latinoamérica, quedaron nuevamente tapadas. Sin
embargo, Epifanio no dudó, asumió esta insegura posición ideológica de
rechazo al marxismo a pesar de las constantes peleas entre los opositores a
Stroessner, que sostenían que oponerse al stronismo era oponerse al imperio
estadounidense que lo respaldaba. La oposición antiimperialista que estaba
representada principalmente por el comunismo, quería a toda costa dividir
las posturas políticas en dos, dicotomía a la que nada parecía poderse
sustraer. La tercera vía de un demócrata no marxista, como se consideraba
Epifanio a sí mismo, lo convertía, según esta lógica esquiza,
inmediatamente en un imperialista, en la medida en que Stroessner era un
títere del Pentágono, como soldado de plomo bobo en la guerra fría.
Bueno, salgo de la digresión y la constante esquizofrenia del perseguido
político en tiempo de Stroessner, y caigo en el fragmento -en donde
Epifanio sobresale como todo un maestro de la sospecha- de I. Marxismo
teórico y utópico que les quería mostrar. Epifanio, ciertamente asumido
antimarxista (4) –repito, posición antipopular por entonces en
Latinoamérica para un intelectual–, pero no vaciló en denunciar la nueva
faceta del imperialismo, el neocolonialismo de las empresas trasnacionales.
El fragmento esclarecedor para mí es aquel que trata brevemente de Eligio
Ayala y su muerte prematura en 1930. Hete aquí que Epifanio rechaza la
versión tradicional, impuesta por la desidia investigativa, de «muerte
pasional» del presidente liberal. Eso de que un presidente ande saltando
murallas para saciarse con la mujer de otro ciudadano no encaja mucho
dentro de la lógica. Epifanio incluso desvaloriza el libro de Arturo Bray
–que también acepta este bulo– y cree más en la teoría –fantástica a
priori– del atentado. Considera la muerte de Eligio Ayala un enigma al
nivel de la muerte de Kennedy. Que nadie lo haya investigado es otra prueba
más a su favor. Y la prueba principal para devanar la madeja del atentado
la extrae de las últimas palabras de Ayala a su médico personal, el doctor
Masi: «Me recibieron balazos». Es claro, para él no fue ningún marido
cornudo, sino un complot bien montado, la causa de la muerte del presidente
liberal. Y los autores intelectuales son, para Epifanio, las empresas
transnacionales, pues, a pesar de su liberalismo tout court, Eligio quiso
montar un Banco Central –lo que no llegó a completar por su prematura
muerte– para proteger el patrimonio nacional de la voracidad del
neocolonialismo empresarial. En suma, el lector de Pitigrilli (Viriato Díaz
Pérez le había mandado a su casa de Villa Aurelia un ejemplar de Cocaína
–de la cual Fassbinder, por cierto, hizo un guión, pensando filmarla alguna
vez–, que tiene escenas locas en Brasil) fue una de las primeras víctimas
del neocolonialismo, esa droga contemporánea que ha viciado todos los
recovecos de la economía del tercer mundo.





Notas
1) Facción de exilio dentro del PARTIDO COLORADO que representa a los
remanentes de la corriente pro-peronista del partido que fueron
expulsados en 1956, Destituido de su líder, Epifanio MENDEZ FLEITAS.
Fundada en 1973, existía como agrupación cercana al Movimiento Popular
Colorado (MOPOCO), pero rompió con ese movimiento en 1977 debido a su
oposición a pertenecer al Acuerdo Nacional. Su fortuna disminuyó
después de que Méndez Fleitas fuera forzada a un segundo exilio a los
Estados Unidos en 1978. Su nuevo líder, Miguel Ángel Aquino, fue
electo líder del Senado tras el derrocamiento del presidente Alfredo
Stroessner en febrero de 1989.
(Fuente: «Historical Dictionary of Paraguay», C. Kolinski, A. Nickson,
2° edición, 1993, 43-44 pp.)


2) Antonio Campos Alum: La contraparte nacional de Thierry fue el
siniestro Dr. Antonio Campos Alum, el único
director de la DNAT durante toda su existencia. Campos Alum fue, sin
alguna duda, el principal cerebro de contrainteligencia del régimen de
Stroessner. Al inicio contó con el apoyo del jefe de la III Sección del
II Departamento del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, mayor José
Butlerov, quien había participado en la incursión militar a Fram en marzo
de 1955. Hombre culto, discreto, de perfil bajo, que nunca desplegó
actividad política ni tuvo visibilidad pública, Campos Alum sirvió como
enlace clave del régimen con la CIA y el FBI de los Estados Unidos.
Recibió entrenamiento en los EE.UU. por primera vez entre julio a
septiembre de 1957. Bajo la etiqueta de "lucha anticomunista", estableció
una red extensiva de informantes de la Policía. Campos Alum duraría en el
cargo de director de "la Técnica" durante todo el transcurso del
stronismo, y hasta después. Increíblemente, fue solamente al descubrir el
Archivo del Terror el 22 de diciembre de 1992 -casi cuatro años después
del derrocamiento de Stroessner- que el Gobierno de presidente Rodríguez
mandó clausurar la DNAT. Desde ese momento Campos Alum estaba prófugo,
siendo buscado por la justicia por crímenes de lesa humanidad. Aun así,
pudo mantener su libertad en el país hasta su deceso natural a los 92
años el 13 de febrero de 2012 en las afueras de Asunción

(Fuente: «La Guerra Fría y el Paraguay», Andrew Nickson, Asunción, 2014, 43
p.)



(3) Óscar Adalberto Federico Creydt Abelenda (San Miguel, Misiones, 1907-
Buenos Aires, 1987).
De abuelo alemán (rico hacendado) y madre paraguaya, pasa su niñez en
Hamburgo. Presidente de la Federación de Estudiantes del Paraguay
(1923). Se doctora en Leyes en la facultad de Derecho de la UNA, con
la tesis, «El derecho de expulsión ante el derecho internacional,
constitucional, administrativo y penal». Miembro del Consejo de
Obreros y Estudiantes (1929). En 1929 es deportado a Argentina. Desde
el exilio, financia el periódico anarquista "La Palabra". Adhiere al
comunismo; entre 1931-1932 publica en la revista "Claridad" artículos
autocríticos condenando sus enlaces con anarquistas y nacionalistas.
Es uno de los dirigentes de la insurrección en Encarnación (1931) y,
con otros de ellos, ingresa al PCP. Secretario General del PCP (1935).
Secretario General del PC de Paraguay (1946-1948, 1953-1965). Durante
la guerra civil de 1947, permanece clandestino en Asunción y mantiene
frecuentes reuniones con oficiales de la Marina y dirigentes obreros.
En 1952 viaja por primera vez a la URSS. Desde Buenos Aires, con otros
dirigentes comunistas, decide emprender la lucha armada contra
Stroessner y lanza «Vencer o morir» (agosto de 1959), manifiesto que
llama a formar guerrillas. El fracaso de las guerrillas causa una ola
de críticas a la conducción de Creydt, una escisión en el PCP y la
formación del Partido Comunista Leninista Paraguayo. En 1965 hace su
segundo viaje a la URSS, y visita China, Vietnam y Cuba. Es expulsado
del PCP (julio de 1965). Desde 1965 hasta su muerte vivió en la
clandestinidad, entre Buenos Aires y Montevideo. Autor de "Formación
histórica de la nación paraguaya" (Asunción, 2007). ¡Nunca aprendió a
hablar guaraní!
(Fuente: «América Latina en la Internacional Comunista», 1919-1943.
Diccionario Biográfico, Lazar Jeifets – Víctor Jeifets, Santiago de chile,
2015, 160 p.)


4) Recordemos que después de la muerte de Méndez Fleitas, se publicó un
libro de recopilación de documentos que revelaban el apoyo del
gobierno estadounidense a la consolidación del régimen de Stroessner.
En particular, los documentos muestran cómo los Estados Unidos
ayudaron a la caída del rival de Stroessner, Epifanio Méndez Fleitas,
principalmente por sus estrechos vínculos con Juan Perón, y su
presunto comunismo.
Ver: «El asilo de Perón y la caída de Epifanio Méndez: una visión
documental norteamericana». Alfredo M. Seiferheld, José Luís de Tone.
Asunción: Ediciones Histórica, 1988. 237p.
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