DRAMATIZACIÓN DE NAVIDAD_El cofre del tesoro_RM

October 15, 2017 | Autor: Rodolfo Míguez | Categoría: Espiritualidad
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Descripción

EL COFRE DEL TESORO Hay dos palabras que nos conviene recordar UNA DRAMATIZACIÓN DE NAVIDAD

RODOLFO MÍGUEZ [email protected] Montevideo, Uruguay – Diciembre de 2014

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EL COFRE DEL TESORO Hay dos palabras que nos conviene recordar UNA DRAMATIZACIÒN DE NAVIDAD

ESCENA 1 La llegada del viento al bosque RELATOR: (El relator está solo diciendo lo que se escuchará, caminando libremente mientras lo dice) Lo que les voy a contar sucedió en un bosque muy lejano y sin tiempo al cual nadie nunca había visitado pero del cual todos habían escuchado hablar alguna vez. Bueno, yo les digo tal cual me lo decía a mí, mi abuelito, cada vez que me contaba esta historia y créanme que eso se lo pedía tantas veces y tan seguido, que alguna vez temí que se cansara de contármela, pero nunca sucedió hasta que se murió. ¿Ustedes saben lo que es eso, verdad? Les sucede a todas las personas cuando Dios, por algún motivo, la precisa bien cerquita de su corazón y aunque decimos que se va al cielo también debiéramos aprender a escucharla aquí, en el medio de nuestro propio corazón. ¡Pero basta de hablarles de eso pues de otra cosa se trata lo que mi abuelo me hablaba y me pidió que siguiera contando yo a todos los que quieran escucharme! Sí, así me dijo antes de morirse: “Cuéntales la historia del cofre del tesoro a todos los que quieran escucharte.”. Y aquí estoy, porque me invitaron a este lugar a contar la historia. ¿De verdad quieren escucharla ustedes también? (Espera respuestas y si no llegan, las pide) Como les decía había una vez un bosque que quedaba tan lejos, pero tan lejos, que cuando el viento llegaba hasta allí se sentíatan cansado de soplar que se detenía. (Mientras el relator va hablando aparecen en escena los árboles) ¿Se imaginan el viento amontonado a la entrada de un bosque? Esto es algo que cada vez que me lo contaba mi abuelo me costaba imaginar. Y una vez que se lo dije: “Abuelito, ¿cómo es eso de que el viento se detenía?” él me respondió algo que ya nunca olvidé: “Así”, y diciendo eso ponía la cara como una pelota inflada (el relator llena de aire su boca, aprieta los labios e hincha sus pómulos). Por supuesto que me quedaba tan claro como a ustedes lo que era el viento, detenido, descansando, amontonando fuerzas para seguir adelante. Ese momento del cuento me llenaba de expectativa, es como que yo mismo dejaba de respirar preparándome para lo que venía (todo esta frase va siendo dicha de manera de generar expectativa, crear tensión), pues yo sabía de memoria lo que venía.

RODOLFO MÍGUEZ (Montevideo, Uruguay) / Diciembre 2014

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¿Se imaginan lo que pasaba después? Sí, eso mismo que están pensando, que el descanso del viento duraba lo que un suspiro nuestro, porque inmediatamente –y a mi abuelo le encantaba decirme esta palabra con sonora profundidad: “inmediatamente” (lo dice con voz grave, firme, imitando a un hombre viejo)- después de ese momento de calma fuffffffffffffffffff, empezaba a soplar con furia (los árboles se mueven desde que comienza a escucharse soplar el viento) fufffffffffffffffff, muy fuerte, fufffffffffffffffff, tan fuerte que todos los árboles se daban cuenta que él, había llegado. (Mientras todos se mueven haciendo escuchar, a la vez el fufffffffffffffffff el Relator sale de escena)

ESCENA 2 Ronda de árboles

ARBOLITO JUAN/A: Siempre igual con el viento, ¡este viento me tiene cansado! ARBOLITO LUIS/A: Tiene razón, a cada rato llega a soplarnos como si tuviésemos la culpa de haber nacido aquí, lejos de todo y de todos y tuviéramos que soportar su enojo y su cansancio. ÁRBOL MADRE/PADRE: Bueno chicos, él tampoco tiene la culpa de que lo manden a soplar y soplar y soplar aunque no tenga ganas. Imagínense lo cansador que debe ser soplar y soplar y soplar (diciéndolo invita a todos los presentes, incluidos los árboles, a hacerlo). ¿Verdad que no debe ser fácil para el viento ser un viento? Qué les parece si en vez de criticarlo hacemos algo para ayudarlo, algo que lo ayude a sentir que lo amamos. Por ejemplo, ¿qué canción podríamos practicar antes de que vuelva para sorprenderlo con nuestro cariño? ARBOLITO CLAUDIO/A: Ya sé, aquella que aprendimos en el recreo: “Te queremos viento te queremos. Te queremos viento te queremos.” (Todos empiezan a cantar a los gritos y saltando). ÁRBOL PADRE/MADRE: No, no, no. Por favor, eso no. Tiene que ser algo tranquilo. ARBOLITO LUIS/A: ¿Kumbaya? ÁRBOL PADRE/MADRE: ¡Qué buena idea has tenido! El viento se sorprenderá y vamos a ver qué hace al escucharla. (Comienzan todos los árboles a cantar Kumbaya haciendo una ronda)

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ESCENA 3 Noche de fogón (Aparece el Relator en escena y al costado, actúa el encendido de una fogata. Junta trozos de ramas secas, corta papel de diario y una vez armado todo hace la mímica de encender el fuego y calentarse las manos. Todo esto sucede mientras el canto de los árboles va terminando. Cansados, todos los árboles se arriman al fogón. A pesar de que se sientan al lado del Relator es como que no lo ven ni lo escuchan, sino que mientras el Relator habla ellos comparten en silencio, solamente con mímicas, un cuento que el ÁRBOL MADRE/PADRE lee para todos. El que habla en voz alta es el Relator quien dirigiéndose a los presentes – no a los árboles- se pondrá de pie y saldrá del fogón para situarse en el centro de la escena para decir lo que viene) RELATOR: Es difícil para quien no estuvo jamás en este bosque encantado, el comprender que los árboles hablen. Sí, pero hablaban. Mi abuelo me lo contó y también agrega cosas como: “¡Ay, si pudiésemos escuchar su voz no dejaríamos de regar las plantitas, ni de limpiar las hojas que de pronto se ensucian y pensaríamos muy bien cuando fuésemos a arrancar una flor!”. Yo era chico entonces y no podía entenderlo. Sin embargo hoy lo recuerdo y me conmuevo con aquellas palabras tan suyas: “Los árboles tienen alma, alma de árbol y por eso sienten y tienen sueños.”. (Dejando el centro de la escena, el Relator se sienta al costado, como siendo espectador de lo que empieza a suceder. Entonces se hace audible lo que están hablando en el fogón) ÁRBOL VIEJO: (Como quien venía hablando desde antes)… y sí, tal cual les dije, estoy muy contento de la vida que he vivido hasta hoy, porque cuando yo tenía la edad de ustedes soñaba con ser maestro de escuela en este bosque y así sucedió: todos ustedes fueron mis alumnos y me dieron mucha felicidad. ÁRBOL SOÑADOR/A 1: Ah no, yo no sueño con quedarme aquí en el bosque. Yo quiera ser la madera de un barco que viaje por todos los mares del mundo y recorra todos los países, un barco que sea tan conocido, que cuando lo vean llegar las ciudades se pongan de fiesta e inflen globos y cuelguen guirnaldas diciendo: “Ahí llega, mírenlo, el barco más lindo que jamás se vio.”. ÁRBOL SOÑADOR/A 2: Yo en cambio quiero ser la madera de una mesa. ÁRBOL SORPRENDIDO/A: ¡Una mesa! ¡A quién se le ocurre ser una mesa! Eso es más aburrido que llegar a ser el palito de bombón helado. ÁRBOL SOÑADOR/A 2: No hablo de una mesa cualquiera, sino una mesa larga, larguísima, inmensa, sin final, una de esas que hay en las bibliotecas grandes. Una RODOLFO MÍGUEZ (Montevideo, Uruguay) / Diciembre 2014

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mesa en la que todas las personas que tanto saben, puedan poner sus libros y apoyar sus lápices y escribir cartas importantes. ÁRBOL SOÑADOR/A 3: Cuando yo sea grande (Mientras se escucha al ÁRBOL SOÑADOR/A 3 todos se van durmiendo. En realidad, nadie lo escucha. Bueno, solamente el ÁRBOL MADRE/PADRE es quien permanece despierto/a hasta el final, escuchándolo) quiero ser un cofre en donde alguien guarde un tesoro precioso, de gran valor, algo así como el oro…y…y…¡y nadie me escuchó mi sueño! ¡Todos se durmieron! ÁRBOL MADRE/PADRE: Yo no me dormí. El que tiene que dormir ahora, eres tú. (Dice o canta con alguna melodía creada para estos versos) Duérmete mi niño que la noche ya nos trajo a la luna y ella velará. Duérmete arbolito que se cumplirá ese hermoso sueño y tú lo verás.

ESCENA 4 Sueños cumplidos (El Relator, en su sitio, toma el control de la escena) RELATOR: Pasó el tiempo, más rápido de lo que ninguno de aquellos pequeños árboles podía haber imaginado. Sucede que en este mundo y en aquel bosque de algún lugar del mundo, el tiempo siempre pasa como apurado por llegar a algún lado. ¡Es un misterio que yo no entiendo y mi abuelo –les aseguro- tampoco! El caso es que el árbol que soñaba con ser la madera de un barco (Va y viene en la escena el árbol-barco, mostrando toda su belleza y esplendor. Los demás árboles lo saludan sonrientes y él les devuelve el saludo y la sonrisa) vio cumplido su sueño punto por punto. No hubo isla –escúchenme bien- no hubo ni una isla que aquel barco visitara y lo más importante, cuando llegaba a las grandes ciudades los esperaban multitudes. Cada puerto se vestía de carnaval. Cuánta alegría, cuánta dicha en aquel barco. En cuanto al árbol que pensaba ser mesa, la vida le tuvo deparada una sorpresa bastante cercana al sueño original. Les digo esto porque si bien no terminó siendo una mesa, la verdad es que no pudo quejarse: (Aparece el árbol-bibliotecay los demás árboles. Los demás árboles lo saludan sonrientes y él les devuelve el saludo y la sonrisa) todas las estanterías de la mayor biblioteca del París fueron hechas con sus maderas. Y si bien al principio no estuvo muy conforme, cuando empezó a entender el francés y entonces escuchaba lo que de él decían, le costaba RODOLFO MÍGUEZ (Montevideo, Uruguay) / Diciembre 2014

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mucho no perder la forma de los estantes y poner en riesgo de caída a todos los libros, por lo mucho que se le agrandaba el corazón de alegría. Sí, la vida le deparó una sorpresa a aquel árbol, pero no tan preciosa como la del pequeño soñador a quien nadie (bueno, casi nadie) había escuchado su sueño. Hay dos palabras que a todas y todos nos convendría recordar siempre, en especial, en los momentos difíciles de la vida, aquellos en los que nada parece salir bien y todo se enreda demasiado. Esas dos palabras son éstas: “Sin embargo”. Porque ¿saben algo? Sí fue cierto que aquel árbol que soñaba con ser un cofre se convirtió en un pesebre, “sin embargo” eso era exactamente lo que él soñaba ser y no sabía. Miren y escuchen con atención lo que pasó.

ESCENA 5 En el establo de Belén (Se quita de escena toda referencia al bosque. Se dispone lo necesario para la escena del establo: el pesebre, la paja, incluso la estrella; los animales comienzan a entrar y ubicarse en sus lugares. Los últimos en llegar son los ángeles. A la misma vez, María y José van caminando rumbo al establo. Se escucha: “NOCHE ANUNCIADA” –de Féliz Luna y Ariel Ramírez- u otra canción adecuada mientras todo esto está ocurriendo.) EL ALMA DEL ÁRBOL: Hola a todos. Yo soy el alma del árbol. Sí, ustedes me conocen. El pequeño árbol que soñó con ser cofre. Les cuento que cuando cortaron mi madera, no vi que hubiera nada de oro, ni joyas cerca, sino solamente animales, me sentí muy triste y que ya nunca, jamás, sería lo que había soñado ser, pero mírenme ahora en donde estoy. Nada más ni nada menos que en el centro de la escena más sagrada de la historia de la humanidad. ¡Quién me iba a decir a mí que Dios me daría lo que tanto le había pedido!”.

PASTOR/A o SACERDOTE: Mensaje breve enganchado con el alma del árbol y centrado en las dos palabras que nos conviene recordar: “sin embargo”



Cantamos junt@s: NOCHE DE PAZ, NOCHE DE AMOR

RODOLFO MÍGUEZ (Montevideo, Uruguay) / Diciembre 2014

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