Dossier: Procesos de domesticación y dispersión de la agricultura en el sur de Sudamérica

Share Embed


Descripción

Dossier Procesos de domesticación y dispersión de la agricultura en el sur de Sudamérica Coordinado por Sebastián Pastor

Adolfo F. Gil

CEH-CONICET [email protected]

IANIGLA-CONICET, Universidad Nacional de Cuyo [email protected]

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura en el sur de Sudamérica Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil Reunimos en este dossier cinco artículos que señalan algunas formas en las que actualmente se estudia la incorporación de plantas domesticadas y sus distintos roles a la historia humana del sur americano (aproximadamente entre los 22° y 40° S; Figura 1). Estos trabajos no intentan ser una síntesis representativa del conocimiento actual del tema, sino ejemplos de formas sólidas de integrar información arqueológica regional en la relación humano/ambiente focalizada sobre las plantas domesticadas. En los últimos años se han producido avances considerables en la investigación acerca de los procesos de domesticación vegetal y dispersión de los cultivos en esta región (Piperno 2011; Yacobaccio y Korstanje 2007). El análisis de casos específicos y trayectorias locales permite la integración de diversas problemáticas concurrentes a una mayor escala geográfica, subcontinental o macrorregional, así como establecer particularidades, contrastes, conexiones y semejanzas en diferentes niveles de comparación. Este crecimiento se ha basado en la aplicación y consolidación de nuevas metodologías, acompañadas de desarrollos teóricos y de la propia dinámica de discusión en la Arqueología. Un aspecto sobresaliente es el esfuerzo dirigido hacia la recuperación y análisis de restos arqueobotánicos. A partir de ahí, los avances en torno a diversas escalas espaciales y cronológicas tienden a definir escenarios de gran riqueza y complejidad que desafían los modelos vigentes (Archila et al. 2008; Babot et al. 2012; Korstanje y Babot 2008; Marconetto et al. 2007 y contribuciones allí incorporadas). Una situación similar ocurre con el desarrollo de los estudios de isótopos estables y la discusión sobre la dispersión del maíz y la trayectoria posterior a su adopción entre diferentes grupos (Falabella et al. 2007; Gil et al. 2010; Killian Galván et al. 2012; Laguens et al. 2009). Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

453

ISSN: 0556-6533

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

Figura 1: A) Noroeste Argentino (Lema en este volumen); B) Chile Central (Planella et al. en este volumen; C) Centro-Occidente Argentino (Gil et al. en este volumen); D) Sierras Centrales de Argentina (Pastor y Berberián en este volumen); E) Patagonia Noroccidental Argentina (en esta presentación); F) Pampa Occidental Argentina (en esta presentación); G) Paraná inferior y delta del Paraná (en esta presentación); H) área septentrional del Río de la Plata (Beovide y Campos en este volumen); I) Litoral Atlántico de Uruguay (en esta presentación).

Una tercera línea se refiere a la arqueología de los espacios productivos, los cuales comprendieron una multiplicidad de modalidades tecnológicas y organizativas, así como diversos grados de intervención sobre el paisaje. En la escala macrorregional, esta aproximación permite contrastar, por ejemplo, las formas de agricultura andina basadas en sistemas de regadío y estructuras de retención de suelos (ejemplos en Korstanje y Quesada 2010), con los microrrelieves artificiales en tierra para el cultivo de maíz en las tierras bajas uruguayas (Gianotti et al. 2013), pasando por la horticultura de secano, con mínimas intervenciones sobre el terreno, practicada en las Sierras Centrales de Argentina (Pastor y Berberián en este volumen; Pastor y López 2010). Pero asimismo, si se modifica la escala y se enfoca particularmente una región como el Noroeste Argentino en un período acotado como el primer milenio de nuestra era, 454

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

el concepto de agricultura andina se fragmenta en una diversidad de paisajes productivos, prácticas, tecnologías, escalas de producción y formas organizativas, tal como manifiesta la investigación contemporánea (Figueroa 2013; Franco y Berberián 2011; Korstanje 2010; Ortiz y Heit 2013; Quesada 2006) y como expone Verónica Lema en su contribución en este dossier. En concordancia con estos avances, las investigaciones han flexibilizado sus unidades de análisis apartándose de dicotomías extendidas que dominaron las primeras aproximaciones al problema (cazador-recolector/agricultor, silvestre/ domesticado, recolección/cultivo). En su lugar, se reconocen formas complejas y dinámicas de relación con el entorno vegetal a través de variadas prácticas de manejo que pudieron implicar el fomento o tolerancia de determinadas malezas, cosechadas y consumidas posteriormente, así como el cultivo de taxones no domesticados. Más allá del estatus silvestre o domesticado de una determinada especie vegetal, se reconocen formas híbridas, intermedias y transicionales, como producto de una sostenida interacción, manipulación y selección por parte de las poblaciones humanas. Acompañando a estos ajustes conceptuales, se tiende también a definir un énfasis alrededor de la horticultura y de los huertos como espacios productivos, aun cuando no constituyeran la base económica de las múltiples sociedades que la practicaron. En síntesis, el incremento del ritmo de las investigaciones, el mayor conocimiento de numerosos casos y trayectorias locales, así como la constante renovación teórico-metodológica, establecen un nuevo marco para el tratamiento del problema en el ámbito sur sudamericano que justifica la presente compilación. Desde el poblamiento inicial del subcontinente por cazadores-recolectores en el Pleistoceno final, estas sociedades desarrollaron complejos vínculos con el entorno vegetal, los cuales llevaron en algunos casos a la domesticación y el cultivo. En ocasiones estos cambios fueron la base de ulteriores transformaciones, a partir de la instauración de economías agrícolas (o agro-ganaderas en determinadas regiones andinas) y de formas de organización sociopolítica complejas e internamente jerarquizadas. En otras trayectorias, la incorporación de cultígenos no implicó la profundización de la producción, llegando incluso a escenarios donde los mismos pudieron tener un valor más simbólico que alimenticio. Durante años se aceptó que la domesticación y posterior dispersión continental del maíz (Zea mays) fueron claves para comprender estos cambios, concebidos como un proceso general de transición de la caza-recolección a la agricultura, con el maíz como cultivo principal. En cualquier caso los estudios señalan al maíz como un recurso exótico o introducido en el sur de Sudamérica, a partir de centros de domesticación externos localizados entre Mesoamérica y el norte sudamericano (Staller et al. 2006). Más allá de las trayectorias y cronologías propuestas por diferentes autores, ya sean inclinadas a una mayor antigüedad de su presencia en Sudamérica (ca. 80007000 años AP; Pearsall 2002), o a una antigüedad menor (ca. 4000 años AP; Staller 2003), en algunas regiones del sur del subcontinente se han obtenido dataciones relativamente tempranas, aunque apoyadas en identificaciones de microrrestos y con fechas numéricas no directas. Así por ejemplo en la Puna de Argentina (Babot 2011) y en el litoral atlántico de Uruguay (Del Puerto y Campos 1999; Iriarte 2006) se identificaron restos de maíz con cronologías propuestas en ca. 4500-3500 años AP. En el Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

455

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

primer caso, no existe información acerca de su cultivo local o de su probable vía de ingreso, aunque sabemos que su incorporación se produjo en un contexto de transformación de las sociedades cazadoras-recolectoras, las cuales incluyeron procesos de domesticación animal y vegetal. Con el correr del tiempo estos procesos condujeron a la constitución de modos de vida agropastoriles y a cambios en las estructuras sociopolíticas (Aschero 2006; Yacobaccio y Korstanje 2007). En el caso de Uruguay, el maíz fue relacionado con prácticas locales de cultivo, además de la ocupación estable de aldeas construidas con montículos de tierra, la producción de alfarería y tempranos procesos de jerarquización social (Iriarte 2006). También se propone una presencia temprana del maíz en las Sierras Centrales de Argentina, aunque con fechas algo más recientes, ca. 3000-2500 años AP (Pastor y Berberián en este volumen; Pastor et al. 2012). Esta región se ubica a aproximadamente 700 km al sudeste de la Puna y a 1.200 km al occidente del litoral marítimo uruguayo. Asimismo se encuentra a 700 km al occidente de la margen uruguaya del Río de la Plata, donde también se asignan fechas de ca. 3000 años AP a los contextos más tempranos con evidencias de manipulación del maíz (Beovide y Campos en este volumen). Otras regiones involucradas en el proceso de dispersión de este cultígeno son Chile Central (Planella et al. en este volumen) y el Centro-Occidente de Argentina (Gil et al. en este volumen). Las primeras dataciones para Chile Central (a unos 600 km al sudoeste de la Puna Argentina y a 600 km al oeste de las Sierras Centrales) son de ca. 1800 años AP (Planella et al. en este volumen), mientras que en el Centro-Occidente Argentino (a unos 500-900 km al sur de la Puna y a 400-600 km al oeste de las Sierras Centrales), los contextos más tempranos arrojaron fechados de ca. 2200-2000 años AP (Gil et al. 2006). Aún a mayor distancia, en el norte de la Patagonia, se identificaron microvestigios de maíz asociados a una piedra de moler en un contexto datado en ca. 1900 años AP (Lema et al. 2012). Durante el período comprendido entre 2000 y 1000 años AP se produjo una verdadera eclosión de las plantas domesticadas en numerosas regiones del sur de Sudamérica, tanto en diversidad taxonómica como en abundancia. Asimismo se presentan las primeras evidencias sólidas sobre una importancia significativa del maíz en la subsistencia, el cual comenzó a pesar en la dieta de diferentes poblaciones. En el Noroeste Argentino se implantaron paisajes productivos en una diversidad de medios ecológicos, desde las selvas y bosques pedemontanos hasta el altiplano andino, pasando por los valles y quebradas intermedios. En algunos casos se desarrollaron infraestructuras productivas de considerable escala y sofisticación técnica. En cuanto al maíz, a lo largo del período se adoptaron nuevas variedades, comenzando con subespecies duras de maduración rápida para incorporar luego variedades semiduras, harinosas y por último dulces. Finalmente en el período tardío (Desarrollos Regionales e Inka), ca. 1000-400 años AP, se produjo un incremento en la escala de la producción agrícola y asimismo un aumento de la importancia del maíz en la dieta de las antiguas poblaciones (Lema en este volumen; Oliszewski 2012). En Chile Central, el cultivo y consumo de maíz se mantuvo en una escala limitada durante el período 1800-800 años AP, excepto al final del mismo cuando se verifica un incremento de su importancia en la dieta, así como en el número de variedades 456

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

manipuladas. Al igual que en el Noroeste Argentino, la escala de la producción agrícola y del cultivo del maíz se incrementó durante el período tardío (Intermedio Tardío y Tardío de la secuencia local, ca. 1000-400 años AP), con un particular énfasis en su consumo en forma de chicha en contextos rituales (Falabella et al. 2007; Planella et al. en este volumen). En el caso del Centro-Occidente Argentino, entre los 31° y 35° S, el maíz mantuvo una escasa importancia en la dieta excepto en los siglos finales del período prehispánico, ca. 1500-400 años AP, y específicamente entre las poblaciones más septentrionales (Gil et al. 2010; Gil et al. en este volumen). Un panorama similar se observa en las Sierras Centrales de Argentina, donde a pesar de su temprana presencia en la región, sólo comenzó a ser cultivado y a tener importancia económica con posterioridad a ca. 1100-1000 años AP (Laguens et al. 2009; Pastor y Berberián en este volumen; Pastor y López 2010). En las tierras bajas del sudeste sudamericano también se reconoce un incremento en la producción y consumo de maíz ca. 2000-1000 años AP, incluso en áreas sin antecedentes previos de su presencia, como el Delta del Paraná (Bonomo et al. 2011). En esta región los procesos que acompañaron a la dispersión de la horticultura, así como al incremento de la producción y consumo de maíz en particular, especialmente en el Holoceno Tardío final (ca. 2000-400 años AP), pudieron estar vinculados con sucesivas migraciones de poblaciones septentrionales hablantes de lenguas arawak y guaraní (Politis y Bonomo 2012; Loponte y Acosta 2013). En estos siglos finales del período prehispánico, en los que el maíz comenzó a ser cultivado y consumido de forma generalizada en numerosas regiones del sur de Sudamérica, se propone finalmente una probable manipulación y procesamiento culinario por parte de grupos cazadores-recolectores que habitaban en territorios más allá de la frontera agrícola, en las regiones pampeana y norpatagónica de Argentina. Esta idea se apoya en información de fuentes escritas así como en la identificación de microrrestos vegetales (Illescas et al. 2012; Musaubach y Berón 2012; Pérez y Erra 2011). Además del maíz, una variedad de especies vegetales fueron domesticadas en diferentes regiones sudamericanas para luego experimentar procesos particulares de dispersión y, asimismo, de diferenciación a lo largo de cada recorrido. Algunas de ellas fueron objeto de una larga manipulación por parte de las poblaciones humanas y formaron complejos maleza-cultivo-domesticado, con la explotación simultánea de variedades silvestres, domesticadas y transicionales a través de prácticas de cultivo, fomento y tolerancia. Un ejemplo destacado en las montañas andinas y regiones adyacentes corresponde a especies de los géneros Chenopodium y Amaranthus. En el caso de la Puna Argentina se ha definido un probable proceso local de domesticación de Chenopodium quinoa (quínoa), ca. 4500-3500 años AP, un período de transformación de las sociedades cazadoras-recolectoras que incluyó cambios en la relación con poblaciones de camélidos silvestres que, a la postre, condujeron a la domesticación de la llama (Lama glama). Desde ca. 3000 años AP también hay registro del consumo de otra especie domesticada, el amaranto (Amaranthus caudatus). Durante el período 2000-1000 años AP se incrementó el cultivo de estas especies, sin dejar de lado el aprovechamiento de variedades silvestres y malezoides de los mismos géneros (Yacobaccio y Korstanje 2007; Lema en este volumen). Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

457

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

En paisajes altoandinos de Chile Central, ca. 3500-3000 años AP, se identifica una variedad domesticada de quínoa que correspondería a una diferenciación local de la especie del Centro-Sur Andino (Planella et al. en este volumen). El cultivo extendido de la quínoa en esta región, ca. 2300-1800 años AP, se habría desarrollado en huertos con escasos requerimientos, ajustados a los sistemas de movilidad de los cazadoresrecolectores locales. Como tendencia general, con posterioridad a estas fechas se habría producido un incremento en el cultivo y consumo de la quínoa en Chile Central, en un marco de desarrollo de la horticultura entre grupos con identidades sociales diferenciadas. En las Sierras Centrales de Argentina, en fechas asimismo tempranas (ca. 3000 años AP), se registra un aprovechamiento de este tipo de recursos. Probablemente se trata de especies silvestres como Chenopodium hircinum o Ch. ambrosioides, quienes encuentran un hábitat favorable para la colonización en terrenos abiertos y perturbados por la actividad antrópica, como campamentos base abandonados. De este modo, la actividad cotidiana y los hábitos alimenticios de los grupos cazadores-recolectores de este período pudieron favorecer una dispersión no intencional de este tipo de plantas, a través de la cosecha selectiva y el fomento, como prácticas antecedentes de la domesticación y el cultivo (López et al. 2015). Otros vegetales también resultaron clave en los procesos de domesticación y dispersión temprana de los cultivos en el sur de Sudamérica. Tal es el caso de las especies silvestres, intermedias y domesticadas del género Cucurbita (zapallos). La coexistencia de diferentes morfotipos en contextos arqueológicos del Noroeste Argentino da cuenta de una diversidad de prácticas de manejo y cultivo, de la tolerancia hacia formas silvestres o malezoides y de procesos de selección orientados a fines alimenticios y/o tecnológicos (los frutos como contenedores), los cuales condujeron a la domesticación de C. maxima ssp. maxima (Lema 2011 y en este volumen). Los testimonios más tempranos sobre el aprovechamiento de Cucurbita sp. provienen del territorio uruguayo. Los contextos arqueológicos con evidencias del procesamiento y consumo de Cucurbita sp. se remontan al Holoceno Medio, ca. 4800-4200 años AP, más allá de que su utilización continuara durante el Holoceno Tardío y hasta fines del período prehispánico (Beovide y Campos en este volumen). En el Centro-Occidente Argentino la información del sitio Gruta del Indio permitió sostener una probable presencia temprana de Cucurbita sp. (ca. 3800 años AP) a partir de la asociación de semillas con un contexto funerario (Lagiglia 1980). Esta estimación debe ser mantenida con reservas, en tanto que el registro arqueobotánico del sitio, que comprende una variedad de cultígenos, se ubica en torno a los 2200-1900 años AP (Lagiglia 2001). Una reciente datación directa sobre el envoltorio que contenía estos macrorrestos, arrojó fechas más tempranas a las postuladas previamente por asociación contextual (Gil 2006). Este resultado es una invitación más para apoyar las inferencias cronológicas sobre la base de fechas directas sobre los macrorrestos identificados (Long et al. 1989). La manipulación y consumo de especies de zapallo continuó en la región hasta recientemente, como muestran los depósitos de diferentes sitios arqueológicos incluyendo a Agua Amarga (ca. 600-450 años AP), donde se recuperaron macrorrestos de Cucurbita probablemente pertenecientes a la especie domesticada C. maxima (Ots et al. 2011). 458

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

Los vestigios de Cucurbita sp., así como de Lagenaria sp. (calabaza), se identifican en contextos de Chile Central con fechas posteriores a ca. 1600 años AP, en un marco de plena horticultura (Planella et al. en este volumen). También en las Sierras Centrales de Argentina se registraron microfósiles de Cucurbita sp. en contextos arqueológicos de consumo y descarte, con dataciones posteriores a ca. 1000 años AP (Pastor y Berberián en este volumen; Pastor y López 2010). Durante este mismo período, más allá de la frontera agrícola prehispánica, en el sector occidental de la región pampeana de Argentina, se registraron microvestigios de Cucurbita sp. asociados con el contenido de recipientes cerámicos (Illescas et al. 2012). No pretendemos desarrollar aquí un panorama exhaustivo, el cual puede encontrarse en otras publicaciones recientes (Yacobaccio y Korstanje 2007). Solo mencionamos que otras plantas también tuvieron un rol fundamental en los procesos de domesticación vegetal en Sudamérica, en la dispersión inicial de los cultivos y en las trayectorias hacia la integración de modos de vida agrícolas o agropastoriles. Tal es el caso de las especies silvestres y domesticadas del género Phaseolus (porotos, frijoles o alubias), que fueron incorporadas a la dieta de numerosas poblaciones a través de prácticas de recolección, fomento y cultivo, como muestran las contribuciones incluidas en el dossier. Lo mismo puede decirse de diferentes especies con raíces, tubérculos y rizomas comestibles, especialmente de los géneros Solanum (papa), Ipomoea (batata) y Canna (achira). El curso de la investigación contemporánea ha debilitado nociones arraigadas como un reemplazo relativamente rápido del modo de vida cazador-recolector por la expansión de la agricultura, o la centralidad del cultivo del maíz. También ha debilitado la idea de que la presencia de plantas domesticadas implica necesariamente la existencia de prácticas agrícolas entre las poblaciones que las manipularon. La consolidación de la estrategia agrícola, por su parte, ha dejado de ser vista como un proceso unilineal y necesario, abriéndose paso a la posibilidad de reversión en la importancia de estos recursos. La domesticación vegetal, la dispersión de los cultivos y la constitución de modos de vida agrícolas (o parcialmente fundados en la producción hortícola/agrícola) se muestran como procesos complejos, dinámicos y no lineales en el sur de Sudamérica. Por ejemplo, en el Centro-Occidente Argentino, la idea de una adopción progresiva del maíz, de acuerdo con un vector norte-sur, contrasta con un escenario donde destaca la importancia relativamente acotada de este recurso en la dieta y la marcada variabilidad interindividual en la intensidad de su consumo, que no se relaciona con tendencias espaciales o temporales definidas. Únicamente las poblaciones más tardías (posteriores a ca. 1500 años AP) y septentrionales (31°-32° S) muestran una mayor incorporación de este recurso en la dieta (Gil et al. 2010). Aun así, se ha notado una disminución en su importancia desde el comienzo de la Pequeña Edad del Hielo (ca. 500-400 años AP) como consecuencia de condiciones climáticas adversas para el cultivo, en un escenario de transformación social sucesivamente promovido por la conquista inka y española (Gil et al. 2014). Los estudios muestran un amplio espectro de plantas, además del maíz, jugando un rol protagónico en los procesos de domesticación y cultivo inicial. Como se puede observar en el dossier, algunas especies tuvieron una amplia dispersión continental o subcontinental a partir de sus centros de domesticación, mientras que otras permaneRevista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

459

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

cieron limitadas a regiones particulares. Más allá de estas alternativas, se ha producido una significativa dinamización en el conocimiento de las interrelaciones entre las sociedades humanas y el entorno vegetal que sin duda será enriquecido con el avance de la investigación. La aplicación de técnicas de recuperación como la flotación, la identificación de microvestigios arqueobotánicos, los análisis genéticos, los fechados radicarbónicos directos por AMS y los análisis de isótopos estables, entre otros, están mejorando el conocimiento de estructuras arqueológicas que necesitan ser explicadas en términos de procesos. Se están requiriendo nuevos estándares para la evaluación de estas evidencias y sus significados (Blake 2006). El sur sudamericano, lejos de mostrar un panorama homogéneo, presenta un mosaico de prácticas culturales relativas al manejo del entorno vegetal, con una diversidad de trayectorias de domesticación, tolerancia, selección, fomento, recolección y cultivo de especies comestibles o dotadas de otros tipos de propiedades (v.g. tecnológicas, medicinales), así como de organización de la subsistencia y de las relaciones sociopolíticas. Explicar este mosaico en términos de estrategias humanas es un desafío poco enfrentado y entre los que destacamos el intento de Muscio (2007). Antes de finalizar esta presentación queremos dejar constancia de nuestro reconocimiento a los autores que aceptaron participar de esta propuesta a través de sus valiosas contribuciones así como a los evaluadores externos por su predisposición y compromiso. El agradecimiento se extiende especialmente a la Revista Española de Antropología Americana y a sus editores, quienes tuvieron la gentileza de brindar un espacio para la difusión de estas investigaciones en su prestigioso medio. Referencias bibliográficas Archila, Sonia, Marco Giovannetti y Verónica Lema (eds.) 2008 Arqueobotánica y teoría arqueológica. Discusiones desde Suramérica. Bogotá: Ediciones Uniandes. Aschero, Carlos 2006 «De cazadores y pastores. El arte rupestre de la modalidad Río Punilla en Antofagasta de la Sierra y la cuestión de la complejidad en la Puna meridional argentina», en Tramas en la piedra. Producción y usos del arte rupestre, Dánae Fiore y Mercedes Podestá, eds., pp. 103-140. Buenos Aires: AINA-SAA-WAC. Babot, María del Pilar 2011 «Cazadores-recolectores de los Andes centro-sur y procesamiento vegetal. Una discusión desde la Puna meridional argentina (ca. 7000-3200 años AP)». Chungara 43, Número Especial 1: 413-432. Babot, María del Pilar, María Marschoff y Francisco Pazzarelli (eds.) 2012 Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica. Córdoba: ISES-CONICET-UNT, Museo de Antropología, IDACOR-CONICET-UNC. Blake, Michael 2006 «Dating the initial spread of Zea mays», en Histories of maize. Multidisciplinary approaches to prehistory, linguistics, biogeography, domestication, and evolution

460

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

of maize, John Staller, Robert Tykot y Bruce Benz, eds., pp. 55-72. Burlington, Massachusetts: Academic Press. Bonomo, Mariano, Francisco Aceituno Bocanegra, Gustavo Politis y María Lelia Pochettino 2011 «Pre-hispanic horticulture in the Paraná Delta (Argentina): archaeological and historical evidence». World Archaeology 43 (4): 557-579. Del Puerto, Laura y Sara Campos 1999 «Silicofitolitos: un abordaje alternativo de la problemática arqueobotánica del este de Uruguay», en En los tres reinos: prácticas de recolección en el cono sur de América, Carlos Aschero, M. Alejandra Korstanje y Patricia Vuoto, eds., pp. 141150. Tucumán: Ediciones Magna Publicaciones. Falabella, Fernanda, María Teresa Planella, Eugenio Aspillaga, Lorena Sanhueza y Robert Tykot 2007 «Dieta en sociedades alfareras de Chile Central: aportes de análisis de isótopos estables». Chungara 39 (1): 5-27. Figueroa, Germán 2013 «Estrategias productivas en Aguada de Ambato (Catamarca, Argentina)». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 38 (1): 111-135. Franco, Valeria y Eduardo Berberián 2011 «Prácticas agrícolas de sociedades campesinas en el valle de Tafí (100 a.C. – 900 d.C.)». Revista Chilena de Antropología 24: 119-146. Gianotti, Camila, Laura Del Puerto, Hugo Inda e Irina Capdepont 2013 «Construir para producir. Pequeñas elevaciones en tierra para el cultivo de maíz en el sitio Cañada de los Caponcitos, Tacuarembó (Uruguay)». Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano – Series Especiales 1: 12-25. Gil, Adolfo 2006 Arqueología de la Payunia (Mendoza, Argentina). El poblamiento humano en los márgenes de la agricultura. BAR International Series 1477. Oxford: Archaeopress. Gil, Adolfo, Robert Tykot, Gustavo Neme y Nicole Shelnut 2006 «Maize on the Frontier. Isotopic and Macrobotanical Data from Central-Western Argentina», en Histories of maize. Multidisciplinary Approaches to Prehistory, Linguistics, Biogeography, Domestication, and Evolution of Maize, John Staller, Robert Tykot y Bruce Benz, eds., pp. 199-214. Burlington: Academic Press. Gil, Adolfo, Gustavo Neme y Robert Tykot 2010 «Isótopos estables y consumo de maíz en el centro-occidente argentino: tendencias temporales y espaciales». Chungara 42 (2): 497-513. Gil, Adolfo, Ricardo Villalba, Andrew Ugan, Valeria Cortegoso, Gustavo Neme, Catalina Michieli, Paula Novellino y Víctor Durán 2014 «Isotopic Evidence on Human Bone for Declining Maize Consumption during the Little Ice Age in Central Western Argentina». Journal of Archaeological Science 49: 213-227. Illescas, Franco, Adriana Cañizo, María Gabriela Musaubach y Mónica Berón 2012 «De ollas, aceites y otras yerbas. Análisis complementarios sobre alfarería pamRevista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

461

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

peana», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 387-404. Córdoba: ISES-CONICET-UNT, Museo de Antropología, IDACOR-CONICET-UNC. Iriarte, José 2006 «Landscape transformation, mounded villages and adopted cultigens: the rise of Early Formative communities in south-eastern Uruguay». World Archaeology 38: 644-663. Killian Galván, Violeta, Daniel Olivera y Ernesto Gallegos 2012 «Una aproximación isotópica al consumo del maíz en la localidad arqueológica Río Doncellas (Dpto. de Cochinoca, Prov. de Jujuy)», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 319-338. Córdoba: ISES-CONICET-UNT, Museo de Antropología, IDACOR-CONICET-UNC. Korstanje, M. Alejandra 2010 «Producción y consumo agrícola en el Valle del Bolsón (1991-2005)», en Arqueología de la agricultura. Casos de estudio en la región andina argentina, M. Alejandra Korstanje y Marcos Quesada, eds., pp. 48-75. Tucumán: Ediciones Magna. Korstanje, M. Alejandra y María del Pilar Babot (eds.) 2008 Matices interdisciplinarios en estudios fitolíticos y de otros microfósiles. BAR International Series 1870. Oxford: Archaeopress. Korstanje, M. Alejandra y Marcos Quesada (eds.) 2010 Arqueología de la agricultura. Casos de estudio en la región andina argentina. Tucumán: Ediciones Magna. Lagiglia, Humberto 1980 «El proceso de agriculturización del sur de Cuyo: la cultura del Atuel II». Actas del V Congreso Nacional de Arqueología Argentina I: 231-252. San Juan. 2001 «Los orígenes de la agricultura en la Argentina», en Historia Argentina Prehispánica, Eduardo Berberián y Axel Nielsen, eds., tomo I, pp. 41-81. Córdoba: Editorial Brujas. Laguens, Andrés, Mariana Fabra, Guaciara Santos y Darío Demarchi 2009 «Palaeodietary Inferences Based on Isotopic Data for Pre-Hispanic Populations of the Central Mountains of Argentina». International Journal of Osteoarchaeology 19: 237-249. Lema, Verónica 2011 «The Possible Influence of Post-Harvest Objectives on Cucurbita maxima Subspecies maxima and Subspecies andreana Evolution under Cultivation at the Argentinian Northwest: An Archaeological Example». Archaeological and Anthropological Sciences 3: 113-139. Lema, Verónica, Claudia Della Negra y Valeria Bernal 2012 «Explotación de recursos vegetales silvestres y domesticados en Neuquén: implicancias del hallazgo de restos de maíz y algarrobo en artefactos de molienda del Holoceno Tardío». Magallania 40 (1): 229-247. Long, Austin, Bruce Benz, Douglas Donahue, Timothy Jull y Lawrence Toolin 1989 «First Direct AMS Dates on Early Maize from Tehuacan, México». Radiocarbon 31: 1035-1040.

462

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

López, María Laura, Matías Medina y Diego Rivero 2015 «First Records of Chenopodium spp. / Amaranthus spp. Starch Grains and Their Relevance to the Study of the Late Holocene Human Subsistence in Central Argentina». The Holocene 25 (2): 288-295. Loponte, Daniel y Alejandro Acosta 2013 «La construcción de la unidad arqueológica guaraní en el extremo meridional de su distribución geográfica». Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano – Series Especiales 1(4): 193-235. Marconetto, Bernarda, María del Pilar Babot y Nurit Oliszewski (eds.) 2007 Paleoetnobotánica del Cono Sur: estudios de caso y propuestas metodológicas. Córdoba: Ferreyra Editor. Musaubach, María Gabriela y Mónica Berón 2012 «Cocinando en ollas en la Pampa occidental. Datos desde la etnohistoria, el registro arqueológico y la arqueobotánica», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 599-620. Córdoba: ISESCONICET-UNT, Museo de Antropología, IDACOR-CONICET-UNC. Muscio, Hernán 2007 «Sociabilidad y mutualismo durante las expansiones agrícolas en entornos fluctuantes: un modelo de Teoría Evolutiva de Juegos aplicado al poblamiento del período temprano de la Puna de Salta », en Producción y circulación prehispánicas de bienes en el Sur Andino, Axel Nielsen, María Clara Rivolta, Verónica Seldes, María Vázquez y Pablo Mercolli, eds., pp. 105-133. Córdoba: Editorial Brujas. Oliszewski, Nurit 2012 «La variabilidad racial del maíz y los cambios sociales durante el 1° y 2° milenio d.C. en el Noroeste Argentino», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 271-297. Córdoba: ISES-CONICETUNT, Museo de Antropología, IDACOR-CONICET-UNC. Ortiz, Gabriela y Cecilia Heit 2013 «Nuevos avances en relación con las prácticas económicas de los grupos pedemontanos de la cuenca del San Francisco (Noroeste de Argentina, 800 a.C. – 500 d.C.) a través de marcadores biomoleculares y microrrestos vegetales». Revista Española de Antropología Americana 43 (2): 369-384. Ots, María José, Nurit Oliszewski y Jorge García Llorca 2011 «Estrategias alimentarias y de subsistencia prehispánica en el Centro-Oeste de Mendoza: consumo y descarte en el sitio arqueológico Agua Amarga». Revista del Museo de Antropología 4: 65-80 Pastor, Sebastián y María Laura López 2010 «Consideraciones sobre la agricultura prehispánica en el sector central de las Sierras de Córdoba (Argentina)», en Arqueología de la agricultura. Casos de estudio en la región andina argentina, M. Alejandra Korstanje y Marcos Quesada, eds., pp. 208-233. Tucumán: Ediciones Magna. Pastor, Sebastián, María Laura López y Diego Rivero 2012 «Access to Maize (Zea mays) & its Manipulation in Hunter-Gatherer Contexts in Central Argentina (c 3000-2500 bp)». Before Farming 2012/4 article 4. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

463

Sebastián Pastor y Adolfo F. Gil

Variabilidad en las trayectorias de adopción de la agricultura...

Pearsall, Deborah 2002 «Maize is Still Ancient in Prehistoric Ecuador: A View from Real Alto, with Comments on Staller and Thompson». Journal of Archaeological Science 29 (1): 5155. Pérez, Alberto y Georgina Erra 2011 «Identificación de maíz en vasijas recuperadas de la Patagonia Noroccidental Argentina». Magallania 39 (2): 309-316. Piperno, Dolores 2011 «The Origins of Plant Cultivation and Domestication in the New World Tropics. Patterns, Process, and New Developments». Current Anthropology 52 (s4): s453s470. Politis, Gustavo y Mariano Bonomo 2012 «La entidad arqueológica Goya-Malabrigo (ríos Paraná y Uruguay) y su filiación arawak». Revista de Arqueologia 25 (1): 10-46. Quesada, Marcos 2006 «El diseño de las redes de riego y las escalas sociales de la producción agrícola en el 1er milenio DC (Tebenquiche Chico, Puna de Atacama)». Estudios Atacameños 31: 31-46. Staller, John 2003 «An Examination of the Palaeobotanical and Chronological Evidence for an Early Introduction of Maize (Zea mays L.) Into South America: A Response to Pearsall». Journal of Archaeological Science 30: 373-380. Staller, John, Robert Tykot y Bruce Benz (eds.) 2006 Histories of Maize. Multidisciplinary Approaches to Prehistory, Linguistics, Biogeography, Domestication, and Evolution of Maize. Burlington: Academic Press. Yacobaccio, Hugo y M. Alejandra Korstanje 2007 «Los procesos de domesticación vegetal y animal. Un aporte a la discusión argentina en los últimos 70 años». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 32: 191-215.

464

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 453-464

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana en el Noroeste argentino Verónica S. Lema Laboratorio de Etnobotánica y Botánica Aplicada, División Arqueología Universidad Nacional de La Plata – CONICET [email protected] Recibido: 19 de septiembre de 2013 Aceptado: 15 de abril de 2014 RESUMEN El objetivo de este trabajo es brindar una puesta al día en torno a la problemática de la domesticación vegetal, agricultura temprana y primeras sociedades productivas en el Noroeste Argentino. Mediante una revisión crítica de los avances recientes en la temática, las categorías de análisis, los indicadores considerados y la metodología empleada, se presenta un panorama de la historia temprana del cultivo en la región (ca. 4000-1500 AP), junto a un ejercicio reflexivo de la manera en la cual abordamos procesos del pasado. Palabras clave: Cultivo, domesticación, agricultura, Noroeste argentino.

Sketch for a Scheme: Domestication and Early Agriculture at the Argentinean Northwest ABSTRACT The aim of this paper is to present an update of issues regarding to plant domestication, early agriculture and the first productive societies of the Argentinean Northwest. Through a critical review of recent advances in these issues, the analytical categories, the kind of register employed and the methodology applied, an outlook of the early history of cultivation at this region (ca. 4000-1500 BP) is presented, together with a reflection of the pathways that we take to address processes of the past. Key words: Cultivation, domestication, agriculture, Argentinean Northwest. Sumario: 1. Boceto/bosquejo; esquema/andamio: retórica de una perspectiva. 2. Bosquejo para un andamio. 3. Distintos conceptos, distintos indicadores, nuevas metodologías. 4. ¿Qué sabemos sobre los inicios de la domesticación vegetal en el NOA? 5. Primeros paisajes agrícolas: la «explosión» del 1er milenio d.C. 6. Matices taxonómicos, un andamiaje de la sistemática alterna 7. Alertas temporales: lo que está al inicio puede estar también hacia el final. 8. ¿Dónde quedó la transición y el «paso a»?: la trampa de la linealidad. 9. Y al final… volver a pensar ¿por qué se dio el cambio? 10. Referencias bibliográficas.

1. Boceto/bosquejo; esquema/andamio: retórica de una perspectiva Matices de un instante Matices por un instante Oye como canta el árbol sus colores, su diferencia y los matiza, matiza, por un tiempo Tan solo blanco y negro pretendan que veamos ¿Qué fue de los colores? ¿Qué fue de los matices? (Extracto de «Arco Iris», Amina Alaoui)

Existen varios modos de entender la palabra «esquema», por lo que quisiera aquí aclarar que la utilizo como artilugio semántico que me es útil para resumir un fenómeno tomando en consideración aspectos del mismo que creo importantes o reRevista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

465

ISSN: 0556-6533

http://dx.doi.org/10.5209/rev_REAA.2014.v44.n2.50726

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

presentativos en su caracterización y análisis. Lejos de un esquema que se entienda como, o se convierta en, una estructura inamovible, es decir, el esquema como «base estructural, fija y firme, de», la consideración que me propongo es fluida. Fluida, dado que discurre entre las posiciones relativas que adoptan los aspectos a considerar, los cuales pueden actuar también como relaciones, esto es, no solo estar «vinculados a», sino también ser «el vínculo entre». Es por ello que, además de ser pensado, el esquema puede ser también una representación gráfica de un tema o tópico; elijo a los andamios y su combinación en un andamiaje, como referente visual, ya que si bien parece una estructura fija, está en realidad en constante reformulación cuando se emplea en una única obra, una obra que, en la temática que abordo en este trabajo, es un boceto. La idea de boceto puede también llevar a una idea imprecisa acerca de mi apreciación del fenómeno de la domesticación y agricultura temprana. El boceto se entiende como un bosquejo de algo que luego se busca concretar, definir, delimitar y dar por cerrado. Del boceto a la obra. Creo que en nuestro discurrir como investigadores siempre estaremos ante un boceto, agregando líneas aquí, quitando otras allá, creando sombras o énfasis según nuestra presión sobre el lápiz que empleemos. Trabajamos un andamiaje que es dúctil y nos permite un dinamismo de ideas y metodologías; de esta manera, incluso usando las mismas vigas y uniones, podemos generar estructuras nuevas, nuevas relaciones, nuevos vínculos, nuevas direcciones hacia donde se erige el andamio que nos permite crear y recrear nuestro boceto. Es por ello que el andamio se constituye también en un bosquejo. Este bosquejo de un andamio no es algo que se considera así por ser inicial, imperfecto, a superar; creo que esta es la figura retórica más valida cuando reconocemos que como humanos (nosotros que investigamos, aquellos pretéritos que son investigados) somos –a decir de M. Kundera– un boceto, un borrador, sin cuadro. 2. Bosquejo para un andamio Hacer un racconto del «estado del arte» en lo que refiere a la problemática de los inicios de la domesticación vegetal y su vínculo con la agricultura en el área del Noroeste Argentino (NOA) 1 no es una tarea fácil en un espacio de escritura acotado. No lo es, porque considero que para entender el devenir de esta problemática se hace necesario explayarse respecto a tres aspectos clave que guardan una estrecha relación entre sí: las categorías bajo las cuales se está definiendo, delimitando e investigando este fenómeno, los indicadores que –consecuentemente– se asumen como clave para la comprensión del mismo y aspectos metodológicos en el tratamiento de estos últimos que pueden redefinir sus potenciales aportes. Sucintamente, procuraré desarrollar estos tres tópicos a lo largo del texto a fin de lograr el objetivo de este trabajo, esto es, dar cuenta de lo que hoy podemos decir sobre domesticación vegetal, agricultura temprana y primeras sociedades productivas en el NOA.

1  Al

466

mencionar «región» o «regional» a lo largo del texto refiero al NOA.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Mi propuesta es también redactar un texto no lineal para subvertir un pensamiento de esta índole e ir más allá de ciertas clásicas dicotomías que resultan ser, usualmente, los extremos entre los cuales se desliza la flecha de la linealidad. Por motivos de espacio necesariamente tuve que hacer una selección de sitios, tomando aquellos que me resultaron más representativos de los ítems que trato a lo largo del trabajo, pero también procurando cubrir la mayor cantidad de áreas intra-NOA 2. Por iguales motivos, la bibliografía se acota a trabajos relevantes, fundamentalmente recientes o de síntesis 3 y también, para dejarle más lugar al escrito, no se suman tablas ni figuras. 3. Distintos conceptos, distintos indicadores, nuevas metodologías Plantas domesticadas, plantas cultivadas, cultígenos, agricultura, horticultura, recolección, manejo, producción de alimentos, suelen ser –entre otros– términos empleados en las investigaciones sin una clara, o explícita, problematización de los mismos. Problematizar estos términos –o al menos definirlos, sea empleando conceptos propios o ajenos– permite ser claros en cuanto a lo que se está pretendiendo investigar y a los indicadores que serán tomados en cuenta, algo importante para el lector de nuestros trabajos pero crucial para quienes estamos llevando a cabo la investigación. Al comenzar mis trabajos en torno a la domesticación vegetal en el NOA, sugerí la necesidad de procurar herramientas analíticas que nos permitieran ir más allá de identificar formas silvestres y domesticadas en el registro arqueobotánico, como una vía de indagación que nos conduciría –junto a otras– a poder matizar o redefinir la dicotomía recolector-agricultor, la cual estaba intentando ser superada en otras regiones de Argentina (Gil 2005). De esta manera, considerar otras prácticas de manejo sobre el entorno vegetal (fomento, tolerancia, cultivo sin domesticación) y su reflejo material en restos de plantas consideradas como artefactos (formas intermedias, transicionales, malezas, híbridos) resultó ser una vía superadora inspirada fundamentalmente en estudios etnobotánicos propios y ajenos (Lema 2009a, 2009b, 2010a y bibliografía allí citada). Los principales resultados fueron situar la recolección y domesticación en el contexto de variadas prácticas de manejo y sus formas vegetales asociadas, desanclar la domesticación de la problemática de los «orígenes de la agricultura» para abordarla como un proceso en sí mismo, poner mayor énfasis en la detección arqueológica del cultivo (sensu lato o sensu stricto, Lema 2009a, 2010a) que en la domesticación y considerar a la horticultura como una forma productiva para ser indagada con mayor énfasis. De ello surgió un panorama arqueológico nuevo, con alta diversidad y flexibilidad en las prácticas de manejo, las cuales dieron lugar a formas silvestres, domesticadas y cultivadas no domesticadas (híbridos, malezas, formas intermedias) 2  Por motivos de extensión no incluí información de sitios chilenos, no por eso dejo de reconocer la relevancia de los mismos –cuyos vínculos con las sociedades del NOA es innegable– para el tema abordado en este trabajo 3  Dado que las categorías son un tema que se problematiza en este trabajo, a partir de la sección 3 coloco entre comillas aquellas que se toman de los textos citados a continuación. Las comillas simples las empleo para mis propias expresiones.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

467

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

a lo largo de la historia de la región, posiblemente en espacios similares a los huertos actuales de numerosas partes del mundo. Así, la idea de una horticultura inicial para momentos tempranos del Formativo, e incluso durante la `transición´ hacia el mismo, que había sido ya propuesta por otros investigadores (Haber 2006; Muscio 2001), fue nutriendo mis investigaciones. Esto llevaba también a repensar la idea de `producción de alimentos´ y su asociación directa con las grandes y contundentes estructuras productivas en piedra, pensando en los huertos como espacios que pueden considerarse productivos, pero no sustento de la economía de un grupo. Indagar en la horticultura como reflejo del inicio de la producción de especies vegetales es distinto a procurar indicadores de agricultura, ya que se asume que esta última posee una mayor envergadura e inversión tecnológica y de trabajo, dado que –y este carácter resulta fundamental– aporta considerablemente a la economía y dieta del grupo. La agricultura influiría también de manera particular en el modo de emplazamiento en el paisaje, en la movilidad y las relaciones sociales intra y extra comunitarias, aspectos que iré bosquejando –matizando– en las páginas siguientes. 4. ¿Qué sabemos sobre los inicios de la domesticación vegetal en el NOA? Qué sabemos implica considerar cómo lo sabemos. Comienzo diciendo esto puesto que en este punto hay que tomar en cuenta dos factores clave que permitirán entender el panorama general que presentaré a continuación (qué sabemos) en tanto inciden (cómo lo sabemos) en la construcción del mismo. El primero de estos factores es el desequilibrio y la fragmentación que existen a nivel regional en cuanto a la recuperación y estudio de evidencias vinculadas a los inicios de la domesticación vegetal, sea por haber áreas con distinta concentración de investigadores, por preservación diferencial de restos arqueobotánicos, o por un escaso énfasis, respecto al tema que aquí trato, en los proyectos de investigación. El segundo es el tipo de evidencia recuperada y su consideración. En este último punto me explayo brevemente sobre un caso paradigmático e ilustrativo: Lagenaria siceraria. Sus restos arqueológicos son los más tempranos para una especie cultivada en América, incluso en momentos muy cercanos al poblamiento de este continente, y sus formas silvestres se hallan actualmente sólo en África (Fuller et al. 2010). También en el NOA L. siceraria tiene un registro temprano (ca 7000-6100 AP, Babot 2011) que procede fundamentalmente de sitios puneños con buena preservación. La historia de manejo de este taxa en América es compleja, surcada probablemente por sucesivos asilvestramientos y controles bajo cultivo. En el NOA se usó a lo largo del tiempo fundamentalmente como contenedor y no como alimento (Lema 2011b). El caso de L. siceraria es icónico dado que es una planta sin antecesor silvestre conocido en América, está presente muy tempranamente como una planta cultivada en sociedades cazadoras recolectoras de inicios del Holoceno, posee una historia no lineal de manejo y es representativa de prácticas de cultivo, protección, asilvestramiento y domesticación que no generaron un cambio hacia la producción vegetal en las sociedades que las manejaron. Cultivo no es igual a domesticación y domesticación no es igual a agricultura, en tanto pueden cultivarse (involucrando prácticas de siembra, riego y protección) plantas silvestres y manejar 468

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

plantas domesticadas bajo un sistema que no es agrícola (para más detalles sobre esta diferencia y los antecedentes de su estudio, ver Lema 2009a, 2010a). Volviendo ahora al primer punto mencionado al inicio de este apartado, el caso de Antofagasta de la Sierra (ANS, puna de Catamarca) destaca a nivel regional por poseer un registro de cuenta larga, presente en numerosos sitios que abarca prácticamente todo el Holoceno, y por contar con un estudio sumamente rico del registro arqueobotánico como parte de un trabajo intensivo, diverso y de muchos años en la región. La secuencia ocupacional indica sociedades cazadoras recolectoras entre el 10 000 y 3000 AP quienes, en torno a los 7000-6100 años AP, consumían tubérculos o raíces (quizá Adesmia horrida o Hoffmanseggia eremophila, considerando su explotación contemporánea como combustible en los sitios del área) (Babot 2011) y granos de la especie silvestre Amaranthus hybridus L. var. hybridus (Arreguez et al. 2015). Entre ca. 5000-4500 AP aumenta el espectro de plantas consumidas al incorporarse frutos y semillas (silvestres no locales como Opuntia sp. y «domesticadas» como Chenopodium quinoa y/o Ch. pallidicaule 4 y Zea mays de endosperma córneo 5, susceptibles de ser cultivadas en el área) al igual que se suman prácticas de almacenamiento de estos recursos, todo lo cual se desprende del análisis de microrrestos en artefactos de molienda (Babot 2011). A este último perfil de consumo vegetal entre «cazadores recolectores transicionales» 6 (Aschero y Hocsman 2011), se le adiciona posteriormente, ca. 4500-3200 AP, una diversificación en el conjunto de plantas alimenticias, incorporándose principalmente taxones de ambientes mesotérmicos (microrrestos afines a Amaranthus caudatus/A. mantegazzianus, rizomas de Canna edulis, vainas de Prosopis sp./algarroba y frutos de Juglans australis) y partes subterráneas obtenidas de especies microtérmicas domesticadas o tal vez «transicionales» (granos de almidón afines a Oxalis tuberosa y Solanum tuberosum, con señales de deshidratación previa al molido) (Babot 2011). A la diversidad taxonómica se suma diversidad en modos de cocción que son incorporados también en esos momentos (Babot et al. 2012). En cuanto a la producción en el área, la presencia de tallos de 4  A lo largo del texto se transcriben las identificaciones botánicas tal como figuran en la bibliografía citada. La imprecisión en la asociación directa entre un nivel de resolución taxonómica y el nombre común de una planta domesticada suele ser recurrente en la literatura arqueológica del NOA. Atender a la taxonomía de los restos arqueobotánicos, lejos de ser un preciosismo formal, resulta clave ya que habilita discusiones de interés sobre prácticas de manejo (ver más adelante análisis en relación a Chenopodim quinoa var quinoa y var melanospermum). La imprecisión antes mencionada genera además la duda de si no se logró mayor definición taxonómica o si se escribió el nombre científico con una acepción en desuso, resultando el nombre vulgar asignado certero. Una de las funciones de la taxonomía linneana es la de establecer un lenguaje común que apunta, precisamente, a no generar equívocos o confusiones al momento de comunicar información referida a ciertas especies. Esto no inhabilita intervenir después estas identificaciones taxonómicas linneanas en función de particularidades que las prácticas de manejo pueden generar. Incluso se puede luego optar por otro ordenamiento de unidades discretas diferentes que consideren dichas prácticas (Harlan 1992), o bien, sugerir nuevos órdenes considerando la manera en que las sociedades del pasado dieron sentido a su relación con lo que hoy delimitamos como reino vegetal (Marconetto 2008). 5  En opinión de Oliszewski (2012) y Oliszewski y Olivera (2009), el cultivo local de maíz habría sido más tardío en la zona. 6  Cazadores recolectores transicionales se expresa entre comillas puesto que es el término que usan los autores citados que trabajan en la región. Las implicaciones conceptuales de esta expresión obedecen a lineamientos teóricos que los mismos emplean en sus investigaciones y que son debatidas y matizadas a lo largo de este trabajo.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

469

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Chenopodium aff. quinoa es interpretada como evidencia de la siega de panojas y el cultivo local de esta planta ca. 3670-3490 AP (Aguirre 2012). Se debe considerar también que entre los 4500 y 4000 AP se registra un marcado aumento de humedad en ANS –después de la gran aridez del Holoceno medio (ca. 6500-5000 AP)– y un incremento en las evidencias de ocupación humana, con más sitios –bases residenciales en aleros, casi exclusivamente– ocupados al mismo tiempo (Aschero y Hocsman 2011; Oliszewski y Olivera 2009). Por lo tanto, considerando las propuestas de los autores antes citados, hacia ca. 4500 AP los «cazadores recolectores transicionales» de ANS incorporaron el cultivo sensu lato de especies con adaptaciones a la altura, como quenopodiáceas y posiblemente razas de maíces de endosperma duro y tubérculos microtérmicos, «sin que se sepa si esta producción a pequeña escala (…) refiere a procesos de experimentación y domesticación o bien a un ingreso como práctica consolidada» (Aschero y Hocsman 2011: 404). En el esquema general de ANS, estos cambios en la explotación y manejo de las plantas acaecido ca. 4500-3000 AP, concuerdan con evidencias de una reducción de la movilidad residencial en el área –sin reducción de la macromovilidad hacia ambas vertientes de los Andes– con la activación de distintos dispositivos que habrían funcionado como demarcadores espaciales en una situación de circunscripción social, probable presencia de camélidos domesticados y ausencia de pastoralismo pleno (Aschero y Hocsman 2011) 7. En opinión de estos dos últimos investigadores, entre los 4700 y 4500 años AP, habría una economía productiva de bajo nivel, con prácticas de manejo y protección de camélidos silvestres, sin poder asegurar manejo de recursos vegetales, incorporándose a dicho tipo de economía, en el lapso 4000-3500 AP, tanto camélidos como especies vegetales domesticadas. Para Oliszewski y Olivera (2009) en cambio, a partir de ca. 5000-4500 años AP se habrían incorporado los primeros camélidos domesticados al igual que se incorporaron plantas domesticadas a la dieta (maíz); el pastoreo habría estado bien establecido hacia ca. 3000 AP, momento en el que también aumenta la presencia de maíz por intercambio con valles mesotérmicos (restos del mismo en artefactos de molienda de PP4 entre ca. 4500 y 3200 AP, Babot 2011), incorporándose luego (ca. 2500-2000 AP) al pastoreo –como principal sustento– la agricultura, la cual se incrementara junto con la demografía a partir de ca. 2000 AP. ¿Qué información tenemos para este mismo lapso cronológico en cuanto a la explotación de especies vegetales comestibles en otras áreas del NOA? Para momentos previos al 3000 AP, los frutos de cactáceas de los géneros Trichocereus, Tephrocactus y Lobivia, junto a diversas especies del género Prosopis (P. alba, P. nigra, P. ferox y P. torquata) están presentes en las ocupaciones de cazadores recolectores de los sitios Puente del Diablo (cabecera norte de los Valles Calchaquíes, Salta), Huachichocana III 8 e Inca Cueva (quebradas de acceso a la puna, Jujuy), sumándose el registro de juncáceas y raíces tuberosas de Hypseocharis pimpinellifolia (soldaque) en ICc4 7  Situaciones similares (circunscripción ambiental, aumento de la densidad, intensificación y manejo de camélidos domesticados sin pastoralismo pleno) desde el Holoceno Medio a inicios del Holoceno tardío se han planteado para sectores de la puna de Jujuy (Yacobaccio 2001) y Salta (López 2009). 8  En todos los casos se trata de macrorrestos recuperados en excavaciones realizadas en abrigos rocosos décadas atrás que requieren de nuevos reestudios y fechados para confirmar cronología y tafonomía de los res-

470

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

(Babot 2009, 2011; Lema 2009a). En el caso de Puente del Diablo, los ejemplares domesticados –con rasgos intermedios– de C. máxima ssp. maxima se hacen presentes en ocupaciones formativas (ca. 2000 AP) del alero. En la sección siguiente comento las particularidades de estos, y otros, ejemplares arqueobotánicos del sitio. El caso de Huachichocana III sigue siendo uno de los que aún genera mayores contradicciones en la literatura sobre el tema, debido a la riqueza en especies vegetales domesticadas en contextos del Holoceno temprano que le asignara originalmente A. Fernández Distel. En el estado actual del reestudio de la colección, nuevos fechados y reconstrucción de contextos, los únicos ejemplares que son relevantes al tema para momentos anteriores a la Era 9 son los de Capsicum aff. chacoense. Dichos ejemplares fueron recuperados en el interior de una cesta cuyo fechado reciente es de 3345-3173 cal. AP (2 sigmas) y, si bien parecen corresponder a la forma silvestre C. chacoense (aji quitucho), sus caracteres no se correspondes totalmente con los ejemplares modernos de esta especie, pudiendo tener algún grado de manejo (Lema 2012). Con esto último no estoy proponiendo la posibilidad de un cultivo local de la especie –si bien el ají y pimiento se dan actualmente en la zona próxima a este abrigo rocoso– sino a variaciones poblacionales de este taxa en el pasado, cuyo vínculo con acciones humanas aún me encuentro investigando (Lema 2012; Lema 2013a). Una nueva consideración del contexto donde se recuperó esta cesta –la cual poseía también un complejo artefacto confeccionado con plumas de psitácidos, fibras vegetales y fibras de camélido– la vincula a un entierro (Nº 3 con un fechado ca. 3400 AP, Fernández Distel 1986) que posee un profuso ajuar del cual formó parte el cráneo y las dos primeras vértebras de un camélido con un morfotipo que podría asimilarse al de una llama moderna (Muscio 2001; Yacobaccio y Madero 1992). El estudio de isótopos estables sobre este individuo y el esqueleto 2 de este sitio (ca. 10 000 AP), señalan una fuente de energía C4 y proteínas C3 que podría corresponder al consumo de herbívoros y plantas CAM (Olivera y Yacobaccio 1999), sin que se note un cambio sustancial en la dieta que habría tenido uno y otro. Cueva El Cristóbal, también en la puna jujeña, representa un caso interesante ya que sugiere la presencia de «grupos agropastoriles» ca. 3000-2500 AP (Babot et al 2012). Fernández y colaboradores (1992) realizaron análisis isotópicos en tiestos cerámicos de esta cueva obteniendo evidencias que sugieren la cocción de tubérculos o quínoa. Recientemente el reestudio del sitio por S. Hocsman y el análisis de microfósiles realizados por P. Babot y equipo (2012) en manos de moler y tiestos recuperados en estas nuevas excavaciones, sugieren una cantidad definida de combinaciones culinarias que involucraron quenopodiáceas (hojas frescas y granos pelados), tubérculos («papas» –aff. Solanum sp.– y «oca») y maíz, los cuales se vieron involucrados en una gran variedad de técnicas culinarias (harinas, hervido, asado, con o sin descascarillado, con o sin piel, tostado). tos. Actualmente sigo con el re estudio de la colección de Puente del Diablo y Huachichocana, con resultados inéditos, algunos de los cuales presento en este trabajo. 9  Hasta el momento, los estudios que me encuentro realizando señalan la ausencia de ejemplares de maíz previos a ca. 1500 AP (Fernández Distel 1986), los ejemplares de Oxalis tuberosa y Arachis hypogaea de las capas E1 y E2, respectivamente, no se encuentran aún para su reestudio, al igual que los restos de maíz de la Cueva León Huasi I, próxima a la de Huachichocana.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

471

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Con todo lo antes dicho, se puede considerar que el lapso en torno a los 4000-3000 AP resultó crucial en el inicio del cultivo y manejo de especies vegetales, al menos, en algunos sectores de puna del NOA. Las investigaciones llevadas a cabo en otros sitios de la puna jujeña y salteña (López 2009; Yacobaccio 2001) para este período, evidencian que en estos sectores el énfasis estuvo en la caza y manejo de camélidos, con escasos hallazgos de restos vegetales. 5. Primeros paisajes agrícolas: la «explosión» del 1er milenio d.C. A partir de los inicios del primer milenio de la Era, se reporta un gran número de sitios con infraestructura agrícola en diversos sectores del NOA. Su presencia ha sido interpretada tanto como resultado de influencias provenientes de otras regiones, como producto de desarrollos endógenos. En el primer caso estarían aquellas localidades que carecen de ocupaciones previas al 2000 AP y poseen indicadores de relaciones con otras regiones, siendo la cerámica, para este momento, un indicador por excelencia. Tal es el caso de la propuesta de Muscio (2011) para Matancillas (puna de Salta), Las Cuevas (Quebrada del Toro, Salta), instalaciones del río Las Burras (Cochinoca, Jujuy) y el sur de los valles orientales jujeños, estableciendo una relación de filiación con la tradición San Francisco –cuyos contactos con estas áreas se evidencia en diseños cerámicos– que explicaría el desarrollo agrícola en la zona. Propuestas similares se han desarrollado para ocupaciones agrícolas en los sectores medio y sur de la Quebrada de Humahuaca (González 2011; Tarragó y Albeck 1997). En lo que refiere a sitios San Francisco, el perfil polínico de Moralito (Departamento de San Pedro, faldeos más bajos de serranía de Zapla, Jujuy) estaría indicando disturbios antrópicos ca. 2000 AP lo cual, junto a la presencia de implementos de molienda y vasijas para almacenamiento, podría estar indicando «prácticas agrícolas extensivas» (Echenique y Kulemeyer 2003; Lupo y Echenique 2001). Los estudios desarrollados de manera sostenida por G. Ortiz indican lo difícil que es aún constatar la presencia de especies domesticadas en sitios San Francisco. Los estudios de microrrestos en muestras de sedimento y tiestos de inicios de la Era, indican la presencia de almidones afines a Phaseolus sp., Amarantáceas, Quenopodiáceas, Maideas, Solanáceas y Prosopis sp (Ortiz y Heit 2012). Si bien la autora advierte la necesidad de seguir profundizando en las investigaciones para constatar el carácter domesticado de estas especies, considerando sobre todo la alta biodiversidad del ambiente de Yungas, no descarta la presencia de maíz (Zea mays), batata (Ipomoea batatas), poroto (Phaseolus vulgaris) y papa (Solanum tuberosum) como parte de una horticultura a baja escala (Ortiz y Heit 2012; Ortiz et al. 2014). En cuanto a la posibilidad de detectar desarrollos endógenos de prácticas de cultivo, esto es, sin recurrir al `préstamo´ desde otras áreas, la secuencia de ANS es la que, nuevamente, destaca. En este sector la instalación de grupos agropastoriles plenos en el 1er milenio, es interpretado como resultado del paulatino incremento en las prácticas agrícolas intensivas y extensivas que dieron lugar a sitios residenciales de planta subcircular asociados a campos de cultivo (Oliszewski y Olivera 2009; Pérez 2010). Los estudios desarrollados sobre restos de Chenopodium para el Ho472

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

loceno medio e inicios del Holoceno tardío en la microrregión, poseen continuidad en las evidencias de microrrestos recuperados en los cuchillos/ raederas de módulo grandísimo empleadas en la siega y procesamiento post cosecha de ejemplares afines a Ch.quinoa/Ch. pallidicaule –y quizá tubérculos microtérmicos– en el período ca. 1500-1100 AP (Escola et al. 2013). Estos taxa podrían haber prosperado en espacios con rasgos materiales poco contundentes, semejantes a los actuales huertos puneños, contrastando con los paisajes agrarios con extensos campos de cultivo, antes mencionados, que están presentes en ANS en momentos posteriores al 1000 AP (Escola et al. 2013). Esta falta de rasgos arquitectónicos es compensada por las investigaciones de los autores, mediante evidencias artefactuales (cuchillos/raederas de modulo grandísimo y palas) y de microrrestos asociados, los cuales señalan el predominio de las chenopodiáceas y la ausencia de maíz. Hasta el presente, la secuencia de ANS es la única que logra trazar una trayectoria de manejo a lo largo del tiempo de un mismo taxa (Chenopodium), que habría devenido en su cultivo –y quizá domesticación– a nivel local, si bien aún restan algunas precisiones señaladas por los investigadores abocados a su estudio. Principalmente, las instalaciones agropastoriles de este milenio en puna, valles y quebradas siguen siendo caracterizadas como «aldeas» (en el sentido propuesto por Raffino, ver De Feo 2014; Korstanje et al. 2014) con una relación variable entre estructuras productivas y habitacionales, pudiendo haber asociación espacial entre espacios residenciales y campos de cultivo o una separación de ambos. Dentro del primer caso, podemos mencionar Casa Chavez Montículos (ANS, ca. 2000-1500 AP, Pérez 2010), Tebenquiche Chico y Antofalla (puna de Catamarca, Quesada 2010), El Tolar y La Bolsa 1 (Tafí del Valle: Franco y Berberián 2011; Roldán et al. 2008), Las Cuevas (De Feo 2014), Antumpa, El Alfarcito, Pueblo Viejo de la cueva, Sarahuaico, Estancia Grande (Q. de Huamahuaca: Leoni et al. 2012; Olivera y Palma 1997), Yutopian (Valle del Cajón, Catamarca: Calo 2010) y sitios de las serranías del Alto Ancasti en el oriente catamarqueño hacia la segunda mitad del 1er milenio (Quesada et al. 2012). En el segundo caso se encontrarían los ya mencionados sitios de Matancillas, Quebrada de los Corrales (El Infiernillo, Tucumán: Caria et al. 2010; Oliszewski 2012), La Mesada/ Morro Relincho (Korstanje et al. 2014) y las instalaciones Aguada del Valle de Ambato en Catamarca (Figueroa 2013; Figueroa et al 2010; Zucol y Colobig 2012). También hay casos, como el de las aldeas de Laguna Blanca y Piedra Negra (Área de Laguna Blanca, Puna de Catamarca: Delfino et al. 2014) y sitios de la falda occidental del Aconquija (Tesoro I, Potrero Antigal, Loma Alta) (Pochettino y Scattolin 1991), donde se combinarían ambos patrones. A esto se suma la identificación de otros espacios articulados con los ámbitos residenciales, corrales e instalaciones agrícolas, como puestos y áreas de pastoreo, ocupaciones en cuevas, talleres y zonas de aprovisionamiento de materia prima lítica, explotación de salares y estaciones con arte rupestre (De Feo 2014; Delfino et al. 2014), lo cual enriquece y complejiza la idea tradicional de «aldeas» como unidades autocontenidas y autosuficientes, aportando un carácter menos estático al patrón de movilidad para este momento. Incluso el mismo paisaje agrícola se amplía al tomar en cuenta áreas de cultivo próximas y más alejadas de las unidades residenciales, en el marco de un calendario agrícola móvil en el tiempo y el espacio, que habría propiciado la segmenRevista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

473

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

tación tecnológica del territorio productivo a partir de la articulación de sub-ciclos productivos agrícolas (Delfino et al. 2014; Quesada 2010). El caso de Antigüito en la Cuenca del río San Andrés (bosque montano), con estructuras circulares y rectangulares junto a praderas de origen antrópico, producto de antiguas tareas de cultivo hacia el 2000 AP (Ventura 2001, 2007), indica la presencia de otros paisajes agrícolas más orientales, los cuales comparten algunas materialidades y patrones con los sitios más occidentales de inicios del milenio, a la vez que peculiaridades que les son propias y características. En este sentido, Ortiz y equipo (2014) consideran que la propuesta de agrupamientos aldeanos para San Francisco requiere de mayor indagación ya que no parece ser el caso particular para todos los asentamientos. En realidad, la idea de un paisaje aldeano agro pastoril con articulación de espacios agrícolas y residenciales a través de la presencia de viviendas dispersas asociadas a espacios productivos, parece quedar restringido cada vez más a ciertas áreas del NOA (Korstanje et al. 2014; Quesada et al. 2013). Dos casos que ilustran los matices de estas primeras aldeas lo constituyen los sitios del valle de Ambato, con una clara separación entre un área residencial concentrada y el sector de producción agroganadero con numerosas estructuras en piedra (Figueroa 2013) y algunos sitios de la primera mitad del 1er milenio en ANS, donde no solo los espacios de cultivo carecen de una materialidad contundente, sino que no parecen haberse articulado en aldeas o concentraciones residenciales (Escola et al. 2013). En cuanto a la escala espacial de las instalaciones agrícolas en valles, quebradas y puna, hoy se sabe que la misma puede ser destacable en todas estas áreas, por ejemplo: Quebrada de los Corrales con 500 ha (Oliszewski 2012); Valle de Ambato con 800 ha (Figueroa et al. 2010); Piedra Negra y Laguna Blanca con 450 ha y 250 ha respectivamente (Delfino et al. 2014) y Tebenquiche Chico con 186 ha (Quesada 2010). Aproximaciones recientes al estudio de los paisajes agrícolas han intervenido esta escala cargándola de historicidad y dinamismo, es decir, han sumado la escala temporal en el interior de las instalaciones productivas en lo que se refiere a su historia constructiva y gestión durante el ciclo agrícola anual. Mediante la reconstrucción de secuencias constructivas según relaciones de superposición, Quesada (2010) constata la ausencia de un único proceso constructivo planificado y coordinado centralmente en Antofalla y Tebenquiche Chico proponiendo, en cambio, una segmentación del paisaje agrícola en unidades técnicamente independientes con expansión modular del espacio de cultivo. El espacio agrario se amplió a lo largo del tiempo mediante el crecimiento (que favorece la centralización técnica) y agregación (que favorece la descentralización, ya que habilita la segmentación del espacio en unidades productivas funcionalmente autónomas) de redes de riego que delimitaron módulos funcionales mínimos disponibles para cultivo (Quesada y Maloberti 2013). El entendimiento de la dinámica implicada en estos espacios conlleva necesariamente entender los modos de gestión de los mismos en el pasado, al igual que la estructuración espaciotemporal del ciclo agrícola (Delfino et al. 2014; Quesada 2010). En este sentido Quesada afirma que «aun cuando es posible que existieran formas de trabajo corporativo que hayan involucrado a grandes grupos de trabajadores coordinados a nivel supradoméstico, no es necesario postular su existencia para explicar el paisaje agrícola temprano de Tebenquiche Chico y Antofalla» (Quesada 2010: 93). La autonomía de 474

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

las familias como unidades de producción en la gestión de los espacios de cultivo, se explicaría en la estructuración espacio temporal de los cultivos y su cuidado, ya que habría existido un régimen agrícola intensivo y extensivo, con huertas próximas a las casas y cultivo bajo un sistema de barbecho sectorial en lugares más alejados, dentro o no de las mismas redes de riego, activándose a lo largo del ciclo anual pequeñas secciones de los complejos hidráulicos, permaneciendo inactiva, a la vez, gran parte de los mismos (Quesada 2010). Las redes de riego también fueron cruciales en la configuración de los asentamientos aldeanos de Laguna Blanca, cuya construcción y gestión pudo haber estado en manos de las unidades domésticas, aunque Delfino y equipo (2014) consideran que, a un nivel mayor, el control del agua requirió de articulaciones supra domésticas. Caso distinto es el del Valle de Ambato, donde el sector productivo habría estado separado de las áreas residenciales y donde el primero refleja un sistema integral único agropastoril, integrado en un calendario anual (Figueroa et al. 2010). La particular modalidad productiva se habría basado en ciclos de siembra de maíz, el cual fue usado tanto como alimento de las familias como de las llamas forrajeadas con bagazo en los corrales integrados con los campos de cultivo (abonados con guano de los camélidos) en una misma infraestructura que unifica los espacios del área de producción (Figueroa 2013). El área productiva ubicada en el piedemonte y faldeo de las serranías del valle, habría incluido estructuras agrícolas, de almacenamiento, canales, represas, corrales y viviendas. Las represas no se usaron para riego (la producción agrícola habría dependido de aportes pluviales y manejo de aguas de escorrentías), sino para abastecer de agua a la concentración de unidades residenciales («aldeas») situada en el fondo de valle (Figueroa 2013). En opinión de este último autor, la explotación agro-ganadera habría sido de tipo intensivo, con un sector de la población habitando de manera permanente o semipermanente en la zona de producción para dedicarse a las tareas agrícolas y ganaderas. El modelo propuesto sugiere a su vez que distintos subsistemas agrícolas (inferidos a partir de la sectorización del espacio productivo) habrían estado articulados con las áreas residenciales de fondo de valle, no solo para proveer de recursos a sus habitantes, sino también por haber sido parte de la diferenciación de distintos grupos. El sitio La Bolsa 1 en el Valle de Tafí, muestra un sistema agrícola sofisticado conformado por cuadros de cultivo, terrazas, andenes, muros para la contención del suelo y el agua, junto a montículos de despedre de gran envergadura que actuaron como reguladores térmicos de los cultivos (Franco y Berberián 2011). Las excavaciones llevadas a cabo en el área, permitieron identificar diversos eventos constructivos y sus particularidades, como la conformación de los montículos por agregación gradual y no por un único evento. Esto llevo a ver que una estructura para el manejo del agua y un sector de andenes fueron los elementos constructivos más tempranos registrados en el sitio, unos siglos antes de comienzos de la Era. A partir de allí, los autores plantean que el crecimiento del sitio fue paulatino y gestionado en sucesivas temporadas mediante trabajo familiar y comunal a lo largo de once siglos. El hallazgo de restos de una llama adulta, junto a tiestos correspondientes a piezas vinculadas al consumo de bebidas y alimentos, depositados en una estructura semicircular al inicio de la construcción del andén más temprano del sitio, indican la relevancia fundacional en la esfera, no solo económica sino social, que tuvo la agricultura. Estos estudios llevan Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

475

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

a ampliar el modo de concebir la agricultura más allá de un carácter meramente productivo o como generadora de recursos, dando lugar a entender el modo en el cual las actividades económicas no constituyen –a nivel práctico, ideacional y material– una esfera separada de la vida social de los grupos humanos, algo que los estudios en comunidades andinas actuales ponen en evidencia (ver por ejemplo Grillo Fernández et al. 1994 y el análisis de ésta y otra bibliografía de referencia en Lema 2013b, 2013c, 2014). Una línea de trabajo que ha demostrado ser por demás interesante, es el análisis de los suelos de estructuras arqueológicas productivas, si bien en algunos casos su aplicación no ha sido fructífera hasta el momento (Franco y Berberián 2011). No obstante, este tipo de estudios no sólo ha complementado las interpretaciones surgidas del estudio de macro y microrrestos botánicos a partir de estructuras domésticas o funerarias, sino que también ha permitido considerar las actividades agrícolas junto a las ganaderas, ya que ambas prácticas suelen interceptar los mismos espacios y los productos derivados de una permiten el desarrollo de la otra, en lo que Korstanje (2010) destaca como «producción mixta de alimentos». El trabajo de esta investigadora y equipo ha permitido, mediante el análisis de indicadores múltiples (sedimentológicos, químicos y de microfósiles), constatar para distintos sitios del Valle del Bolsón la presencia de rotación de cultivos (maíz y probablemente Solanum tuberosum, Chenopodium quinoa y Ullucus tuberosus), quema de rastrojos y fertilización mediante abonado con guano, tanto en terrazas de cultivo como en canchones semicirculares sin riego, a lo cual se suma la identificación del cultivo de maíz en estructuras expeditivas y otras usadas alternativamente como corrales y campos de cultivo (Korstanje et al. 2015). El uso de fertilizantes en campos agrícolas también se ha reportado para el sitio El Tolar, Tafí del Valle (Roldán et al. 2008) y Ambato, donde el maíz aparece también de manera exclusiva en las áreas agrícolas (Figueroa 2013). Esto nos lleva a considerar la medida en la cual la agricultura del primer milenio se interconectaba con las actividades pastoriles y poseía un control técnico sobre la producción de especies vegetales, el agua, el suelo y su fertilidad, con una sofisticada interdigitación de sus requerimientos (Figueroa 2013, Korstanje et al. 2015). Como corolario de esta sección se puede ver que la agricultura del 1er milenio d.C. ya no puede ser pensada como de baja extensión espacial, escaso desarrollo tecnológico y poca inversión de trabajo para su desarrollo (Korstanje et al. 2014). Por el contrario, es una agricultura que en algunos casos abarcó grandes extensiones de terreno, implicó sofisticación tecnológica (lo cual no es igual a grandes estructuras, pudiendo tener una materialidad simple, pero no por ello poco sofisticada, Quesada et al. 2012), con un grado elevado y particular –en su escala doméstica y/o comunitaria– de conocimiento y gestión de una amplia diversidad de cultivos (domesticados o no), manejo del suelo, del agua (sea a temporal o por regadío), erosión y fertilización. A nivel regional estos paisajes productivos son heterogéneos, poseen distinta materialidad y asociación con unidades residenciales, objetivándose en ellos el tornasol de particulares ciclos espacio-temporales intervenidos por un calendario agropastoril manifestado espacial y temporalmente, con regímenes agrícolas tanto intensivos como extensivos. Estamos también ante paisajes agrarios que superan su entendimiento solo en el plano de aporte de recursos económicos o calóricos, puesto 476

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

que fueron esenciales en la conformación social, política y cosmogónica de las sociedades de este período. A pesar de no desarrollarlo en este trabajo por falta de espacio, quisiera dejar en claro que no desestimo la influencia que las redes de interacción/ intercambio/ complementariedad/ reciprocidad/ movilidad/ contacto entre distintos grupos humanos del NOA –y regiones aledañas– pudieron ejercer en las trayectorias de cambio antes delineadas. El lugar que ocuparon las plantas en estas redes desde muy temprano es una característica destacable de la región (ver por ejemplo Rodríguez 2005 y otros trabajos de esta misma autora), sin que esto signifique que su carácter, intensidad y tejido no fueran cambiando con el tiempo. Sin explayarme más al respecto, quisiera tan solo señalar que analizar en qué medida una planta que, a primera vista o a `primera determinación´, se presenta como silvestre pudo haber sido generada bajo cultivo, constituye también un aporte al trazado de redes de interacción. Es usual tomar una lista de plantas silvestres y un mapa fitogeográfico para establecer vínculos entre áreas, al incorporar la detección de cultivo en las determinaciones arqueobotánicas, se introducen matices en dicho mapa, comenzando a bosquejarse una fitogeografía socialmente intervenida (Lema 2013a). 6. Matices taxonómicos, un andamiaje de la sistemática alterna En cuanto a la diversidad de cultivos registrados a partir del 1er milenio, el maíz se hace presente de forma mucho más recurrente y abundante que en momentos previos, tanto en macro como en micro restos. De acuerdo con Oliszewski (2012) los macrorrestos (únicos que permiten hasta el momento identificar razas o variedades 10) indican que en el período ca. 2100-1800 AP solo hay presencia de maíces de tipo duro (reventadores de maduración rápida) y semiduros en valles y quebradas de altura y mesotermales; luego se suman tipos harinosos y otras variedades de maíces semi duros hacia fines del 1er milenio, en estos sectores y en ámbitos puneños, haciendo su aparición las variedades dulces recién durante el 2º milenio. Este no es un proceso de reemplazo, sino de agregación, aumentando con el tiempo la variedad racial de maíces en el NOA en general, con una tendencia a incorporar primero razas semiduras (en los primeros siglos del 1er milenio aparecen maíces semiduros en valles, como el tipo Amarillo identificado por Calo (2010) en el sitio Cardonal con fechado ca. 1930-1800AP) y harinosas (hacia fines del 1er milenio –ca. 1300 AP– se registran los maíces tipo Capia en la puna y valles mesotermales) (Oliszewski 2012). En zonas más orientales el maíz se hace presente en sitios San Francisco, como Ojo de Agua (Valle de Siancas, Depto. General Güemes, Salta: Flores Montalvetti 1990 en Ortiz 2003) y Parque El Rey (Crowder y D´Antony 1974). Si bien estamos lejos de poder establecer las vías por las cuales el maíz ingresa al NOA (descartando su domesticación local) éste sigue siendo un caso interesante también en lo referente al estudio de procesos de selección y domesticación, desde 10  Aunque se están desarrollando vías para su reconocimiento en granos de almidón, siendo el tipo Capia el que ofrece mayor seguridad en su distinción (Giovannetti et al. 2012).

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

477

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

una perspectiva a largo plazo, habilitando la indagación de trayectorias locales en la generación de nuevos cultivos, incluso propios y distintivos de un área, como se ha planteado para el caso de las diversas especies y morfotipos de Cucurbita sp. (Lema 2011b). El trabajo de Oliszewski (2012) señala cómo el manejo, generación y presencia diferencial de variedades de una misma especie, puede ser un indicador arqueológico a tener en cuenta en temas relevantes como la caracterización de la organización sociopolítica de un grupo, tal como ha sido empleado en otros casos (Rossen 2015), si bien este sigue siendo un tema que genera controversias y requiere de investigaciones mayores que profundicen en torno a su aplicabilidad Para este momento aumenta también el registro de las chenopodiáceas, cuya taxonomía resulta clave para el estudio de diversas prácticas de manejo. En Matancillas se recuperaron granos de Chenopodium sp. que, posiblemente, correspondan a formas domesticadas por el tamaño de los mismos de acuerdo con las apreciaciones de Muscio (2011) 11. Las semillas de C. quinoa recuperadas como macrorrestos, son posteriores a los ca. 2000 AP en ANS si bien, como vimos, su cultivo sería bastante anterior en el área. En Cueva Cacao 1A se reportan restos de «quínoa» –C. quinoa– en capas con un rango cronológico ca. 1300-1000 AP (Oliszewski y Olivera 2009) y tallos de Chenopodium aff quinoa en el sitio El Aprendiz (1550 AP) (Aguirre 2012). También en Puente del Diablo se identificó un grano de C. quinoa var quinoa que probablemente se asocie a las ocupaciones del 2000AP, aunque su adscripción cronológica no es segura. En ámbitos extra puneños se encuentran granos de C. quinoa y Amaranthus caudatus en Los Viscos (Valle del Bolsón, Catamarca, Korstanje et al. 2015) y Cueva de Los Corrales 1 (Quebrada del río de Los Corrales, Tucumán, 2100630 AP), habiendo en esta última también ejemplares de quenopodiáceas silvestres y semillas perteneciente al grupo de las amarantáceas (Arreguez et al. 2015). A estos, se suma el registro del sitio Cardonal (Valle del Cajón, Catamarca, 1800 AP) donde Calo (2010) establece una discusión interesante a partir de los mismos. En opinión de dicha investigadora los ejemplares arqueológicos de Cardonal resultan próximos a los granos de C. pallidicaule y un ejemplar remite a la especie malezoide C. murale o a alguna de las variedades de C. quinoa bolivianas actuales. Ante esto, sostiene la posibilidad de que los ejemplares de Cardonal pueden corresponder a formas malezoides y/o domesticadas, teniendo tanto unas como otras señales de haber sido procesadas para su consumo. Calo (2010) considera la posibilidad de la existencia pretérita de complejos maleza-cultivo-domesticado para las chenopodiaceas en Cardonal, al igual que se ha sugerido en otros casos como la asociación entre C. quinoa var quinoa y C. quinoa var melanospermum en Pampa Grande, para una cronología presuntamente temprana (Lema 2010b) y también para ANS (Aguirre 2012) y, quizás, Cueva de los Corrales 1 (Arreguez et al. 2015). Las investigaciones de Calo en Cardonal nos llevan a otra asociación de especies también identificada por ella: poroto domesticado (P. vulgaris var vulgaris) y silves-

11  El tamaño por si mismo no es un indicador confiable de domesticación en los granos de C. quinoa var. quinoa, por lo cual se debe evaluar la presencia de otros rasgos micro morfológicos en los mismos (para mas detalle ver López 2011).

478

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

tre (P. vulgaris var aborigineus). Esta misma asociación junto a formas intermedias 12 fue también señalada para Pampa Grande, sugiriéndose nuevamente la presencia de complejos maleza-cultivo-domesticado y haciendo extensiva la propuesta –a modo de hipótesis– a los hallazgos de ambas variedades reportadas para otros sitios del Aconquija (Tesoro I, Potrero Antigal y Loma Alta), Casas Viejas-El Mollar y para Campo del Pucará (Lema 2009a). Ciertamente, la identificación de ambas variedades de porotos puede llevar a considerar la división recolección-agricultura, la primera práctica inferida a partir de la recuperación de restos de la var aborigineus y, la segunda, de la var vulgaris, sobre todo considerando que los sitios donde se recuperaron restos de la var. aborigineus se ubican en valles de altura donde no prosperan hoy día las poblaciones de dicha variedad, si bien están próximos a las tierras bajas orientales (Calo 2010; Lema 2013a). Esto último, puede llevar a considerar la adquisición de ejemplares de porotos silvestres por intercambio o por partidas de recolección, pero también por control de áreas de cultivo en pisos más bajos respecto a los sitios, o bien por su cultivo en sectores protegidos (huertos) próximos a las áreas residenciales (Calo 2010; Lema 2009a), por lo cual la presencia de una variedad `silvestre´ no excluye su reproducción bajo cultivo. Esto último se ha registrado en comunidades actuales del NOA donde las mismas son sembradas junto a formas domesticadas, cruzándose entre sí y generando poblaciones con caracteres intermedios que combinan rasgos de ambas variedades (Menéndez Sevillano 2002). La detección de ejemplares arqueológicos que indiquen hibridación entre estas últimas formas, resulta por lo tanto una vía para contrastar si los restos de P. vulgaris var aborigineus y var vulgaris proceden de un espacio compartido de cultivo o no. Ejemplares arqueológicos con rasgos intermedios se han detectado incluso en casos donde se cuenta con un único ejemplar, como la semilla de P. vulgaris con caracteres macroscópicos intermedios de Puente del Diablo (Lema 2009a). Si bien la detección de formas intermedias y transicionales resulta difícil al trabajar con microrrestos (Babot 2011), el desarrollo de nuevas vías en su obtención para el caso de Phaseolus, se avizora como muy prometedora (Oliszewski y Babot 2015). La presencia exclusiva de formas domesticadas de porotos se registra, también durante el 1er milenio, en Los Viscos (Korstanje et al. 2015), Ambato (Figueroa et al 2010), Ojo de Agua (Flores Montalvetti 1990 en Ortiz 2003), Cueva de los Corrales I (Arreguez et al. 2015) y posiblemente a esas fechas corresponda también uno de los ejemplares domesticados de Huachichocana III. Siguiendo con los complejos silvestre-cultivado-domesticado, éstos también se han planteado para C. máxima ssp máxima (zapallo criollo), su contraparte espontánea (ssp. andreana) y formas intermedias entre ambas en Pampa Grande (restos de C. maxima ssp. andreana de cueva Los Aparejos fechados por AMS en 1720 ± 50 AP), estando estas últimas formas también en Puente del Diablo (ca. 2000 AP), Puente La Viña I (Valle de Lerma, Salta, ca. 1500 AP) y Salvatierra (Cachi, Salta, ca. 2600 AP) (Lema 2009a, 2012). A esta tradición de manejo para este complejo en la actual provincia de Salta, se suma el registro de la forma espontánea en Cueva de los Corrales 12  «Forma intermedia» refiere a un morfotipo que reúne caracteres (biométricos, anatómicos y/o morfológicos) de las formas silvestre y domesticada modernas y que puede presentar, además, caracteres novedosos respecto a dichas formas. Un morfotipo intermedio no se refiere, necesariamente, a una forma transicional entre silvestre y domesticado (Lema 2009a).

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

479

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

I en el Infiernillo, Tucumán, sin asociación con su contrapartida domesticada (Lema 2011c), microrrestos en sitos del Valle del Bolsón y ejemplares domesticados en Los Viscos (Lema 2009a, Korstanje et al. 2015). En cuanto a los tubérculos, se encuentran presentes para este lapso cronológico también en Los Viscos («epidermis de papa») y en otros sitios del Valle del Bolsón como microrrestos (Korstanje et al. 2015). Asimismo, el análisis de artefactos de molienda para el lapso ca. 2000-1000 AP indica la presencia de Oxalis tuberosa, Canna edulis, Solanum tuberosum e Hypseocharis pimpinellifolia para Punta de la Peña 9 (ANS), Ipomea sp. para Loma Alta (falda occidental del Aconquija) y Canna edulis para El Rincón en la zona Valliserrana de Tucumán y Catamarca, junto a restos indeterminados que pueden llegar a corresponder a formas no domesticadas, lo cual concuerda con el registro de «papa silvestre» en Inca Cueva 5 –ca 1200 AP– (Babot 2009). Es de destacar también referencias al hallazgo de yacón –Smallanthus sonchifolius– en Pampa Grande (Zardini 1991 en Lema 2009a). Una comprensión más acabada de la evidencia que pueden aportar formas no domesticadas de tubérculos silvestres (esto es, la medida en la cual macro y microrrestos botánicos de taxa silvestres de plantas tuberosas de los géneros Oxalis y Solanum, se puedan diferenciar de sus contrapartes domesticadas) permitirá entender en el futuro las trayectorias de manejo y cultivo de plantas tuberosas. En todos los casos citados, la identificación taxonómica a nivel subespecífico de variedades o subespecies –sea que representen antecesores silvestres, o razas dentro de una especie domesticada– al igual que morfotipos de rasgos peculiares, como los intermedios que carecen de status taxonómico definido, resulta esencial para aportar evidencias en torno a prácticas de manejo que logran matizar la división recolecciónagricultura. En muchos casos, esto no fue resultado de hallazgos nuevos, sino de una nueva mirada sobre restos recuperados tiempo atrás, un cambio en la posición relativa de los componentes del andamio que se va bosquejando. El panorama de asociaciones de cultivos que hasta aquí brevemente he reseñado, no debe opacar la relevancia que tuvo la recolección de frutos silvestres (sobre todo de especies arbóreas de Prosopis sp. –algarrobos– y chañares: Geoffroea decorticans) en ese momento histórico (y a lo largo de prácticamente todo el desarrollo social del NOA, con una relevancia social, religiosa y política destacada en la región; ver al respecto trabajos editados en Aschero et al. 1999), los cuales no solo fueron recolectados con asiduidad, sino que también fueron almacenados en grandes cantidades (como en sitios del Valle de Ambato, Marconetto et al. 2009) y formaron parte de diversas preparaciones culinarias (Lema et al. 2012). Para ir completando el panorama sobre el manejo de cultivos en el primer milenio de la Era, me gustaría destacar la presencia de restos publicados como solanáceas. Esta familia botánica abarca infinidad de especies, entre aquellas útiles podemos destacar desde las psicoactivas como el tabaco, hasta las alimenticias como la papa o el ají. Restos de Capsicum aff chacoense, con caracteres posiblemente intermedios, están presentes en este momento en Pampa Grande como parte del entierro de un infante (Chiou 2013; Lema 2010b, 2012). También restos de Capsicum sp y microrrestos de solanáceas se recuperaron en Matancillas (Muscio 2011). Para Calo (2010), las semillas identificadas como Solanoides de Cardonal son semejantes a las del genero 480

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Solanum o Capsicum. Asimismo, varias especies de esta familia botánica son conocidas malezas de cultivo. Restos de S. eleagnifolium en Campo del Pucará (Lema 2009a) podrían estar señalando la presencia de malezas agrícolas. De igual modo, las malváceas reportadas para Cardonal (Calo 2010) podrían representar este tipo de plantas, ya que varios miembros de esta familia son reconocidas malezas –mucha con usos medicinales– en los campos actuales de cultivo del NOA (Lema 2013b). Las malezas resultan de interés por varios factores. Por una parte suelen ser indicadoras de áreas disturbadas, lo cual se ha explorado en el NOA a través de perfiles polínicos como el caso del registro de polen de Malvaceae en el sitio Moralito ya mencionado (Echenique y Kulemeyer 2003; Lupo y Echenique 2001) o de Plantago sp. en heces de camélidos en Pampa Grande (Lema 2009a) junto a proporciones elevadas de polen de Amaranthaceae y Chenopodiacea en ambos casos. La detección de malezas puede emplearse para reconocer disturbio antrópico (lo cual no es igual a agricultura), siendo el estudio de las mismas a partir de macrorrestos una herramienta usual en la arqueobotánica del Viejo Mundo como vía para identificar la presencia de sistemas agrícolas (por ejemplo Jones 2009). Sin embargo, más allá de un indicador de agricultura, resulta interesante y enriquecedor considerar también a las malezas como parte de preparaciones culinarias, (siendo los estudios sobre restos de Chenopodium de Cardonal antes descriptos relevantes a este respecto) o explorar otro tipo de usos potenciales (vg. medicinales, forrajeros), e incluso considerar su rol como antecesores de formas domesticadas (Lema 2010a). El interés de tener en cuenta estos aspectos a través de la evidencia arqueológica radica en que lleva a reconsiderar la categoría de «maleza» 13 y las implicaciones que las plantas que se colocan en esta categoría pudieron tener para las sociedades del pasado. En este sentido, en comunidades actuales del NOA muchas de las plantas que nosotros consideramos malezas, al igual que otras formas silvestres, suelen ser toleradas en espacios de cultivo o sembradas en los mismos; siendo muchas de estas malezas miembros de los géneros Chenopodium y Solanum (Lema 2006, Lema 2013b). En este sentido una precisión taxonómica subespecífica nos puede llevar a ver una mayor diversidad de prácticas más allá de la recolección o el cultivo de plantas domesticadas en el pasado, enriqueciendo la historia del cultivo (sensu lato) en la región. Como vimos para el caso de los complejos donde están involucrados la quínoa, el poroto y el zapallo, un estudio pormenorizado de sus restos puede habilitar la detección de prácticas de tolerancia, fomento y/o cultivo de plantas no domesticadas: malezas, híbridos, formas silvestres e intermedias. La domesticación no es una trayectoria lineal y en el caso de los tres complejos antes mencionados la ausencia de barreras reproductivas (que refleja procesos de domesticación posiblemente alopátrica) pudo haber sido empleada en la generación de diversidad en el pasado. La consecuencia de ello es que procurar distinguir la forma silvestre, de la híbrida, de la escapada de cultivo y las posibles líneas de domesticación derivadas de cada una, no constituye una tarea fácil, pero sí prometedora en vista de la evidencia con la que contamos para los primeros sistemas de cultivo en el NOA. El boceto toma nuevos matices y el andamio argumentativo fluye en relación a la medida en la cual logramos estas identificaciones de prácticas diversas. 13  Para la acepción ecológica y agronómica de este término y una discusión en torno al mismo ver Lema 2009a y bibliografía allí citada.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

481

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

7. Alertas temporales: lo que está al inicio puede estar también hacia el final La posibilidad de que ciertos aspectos considerados propios de los desarrollos previos al primer milenio de la Era estén presentes también en momentos posteriores se encuentra aún bajo indagación, fundamentalmente en lo que refiere a su ubicuidad regional. Esto resulta particularmente interesante ya que quiebra razonamientos lineales en cuanto al devenir de la domesticación de especies vegetales y el manejo de espacios productivos a lo largo de la historia prehispánica del NOA. En este sentido, se sugiere la presencia de restos de C. maxima con caracteres intermedios en sitios tardíos, al igual que el consumo de plantas consideradas malezas como C. quinoa var melanospermum (Lema 2012; Ratto et al. 2014). También se ha propuesto la presencia, durante el 2º milenio de la Era, de estrategias de manejo de espacios agrícolas semejantes a las del milenio previo (Quesada 2010). En este sentido, la vinculación entre unidades residenciales y productivas de inicios de la Era sería la materialización espacial de la gestión a escala doméstica del trabajo y tecnología agrícolas, al igual que la presencia de introgresiones en los cultivos, llevando esto a levar un ancla cronológica que pesa hasta el momento en sendos aspectos (ver discusión en Korstanje et al. 2014). 8. ¿Dónde quedó «la» transición y el «paso a»?: la trampa de la linealidad A lo largo de este texto he procurado delinear una diversidad de situaciones en las distintas áreas del NOA que muestran que esta región no debe asumirse como una unidad y que el análisis de la domesticación y cultivo tempranos, al igual que la conformación de los primeros paisajes agrícolas, no puede obedecer a una única caracterización. Los devenires históricos son diversos y, por lo tanto, más que hablar de una transición o momento de cambio, debemos considerar escenarios múltiples y localmente situados de transformación. Teniendo en cuenta que habría que matizar las particularidades de los desarrollos que se ubican dentro del 1er milenio de la Era y que existen diferencias entre los primeros y últimos siglos del mismo, quizá, antes que un indicador calendárico del tiempo tendríamos que tomar uno climático. En este sentido, tomo como ejemplo el período de alta humedad ubicado ca. 3200-1650 años AP en ANS (Oliszewski y Olivera 2009) que coincide con el aumento creciente de las evidencias de manejo y cultivo de especies vegetales en el área. Tomar en consideración este lapso climático permite analizar mejor los procesos de cambio en la relación humanos-plantas a nivel local, que la división pre / post 1er milenio. Lo mismo puede decirse respecto a las divisiones del Holoceno en relación al período ca. 4500-4000 AP en dicha micro región, el cual también destaca por su humedad y se asocia con un mayor número de ocupaciones y evidencias de ampliación de la dieta. No es que esté proponiendo con esto una relación causal –a estas alturas es evidente que el fenómeno de la domesticación y agricultura temprana es multicausal y multiescalar 14, al igual que se sabe que correlación entre fenómenos no es igual a explicación de uno en base al otro– sino destacar que los períodos climáticos 14  Esto no quita que otros fenómenos de cambio también sean considerados multicausales y multiescalares.

482

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

pueden ser potencialmente usados como delimitadores cronológicos más interesantes a explorar que las divisiones usuales del Holoceno, o bien de milenios o siglos, permitiendo además abordar las situaciones propias de cada área considerando las peculiaridades ambientales que poseen y sus cambios a lo largo del tiempo. Ahora bien, sobre estos soportes climáticos antes que calendáricos ¿hemos podido detectar formas de manejo de especies vegetales antes de los primeros paisajes agrícolas? La respuesta es positiva tanto para antes de estos como para después, lo cual daría una idea de continuidad en el manejo de ciertos taxa como los del género Chenopodium y quizá Amaranthus y Capsicum. También en los primeros paisajes agrícolas del inicio de la Era se ha podido identificar una mayor diversidad de prácticas que no se habrían restringido al cultivo de especies domesticadas, sino que también implicaron la mantención bajo cultivo (sensu lato) de formas silvestres y malezas en un enjambre de híbridos para, al menos, Chenopodium, Phaseolus vulgaris y Cucurbita maxima. Ciertamente el lenguaje se ha matizado en los últimos tiempos, considerándose cada vez más la presencia de prácticas de protección, manejo, fomento, cultivo de taxones no domesticados, producción sin domesticación, especies transicionales, intermedias, semidomesticadas, en proceso de domesticación y malezoides, todo ello tanto en contextos cazadores recolectores como agropastoriles entre el 3500-1500 AP (Aschero y Hocsman 2011; Babot 2011; Calo 2010; Lema 2009a, 2010a). También el empleo de los términos huerto, huerto doméstico, producción hortícola/agrícola y horticultura (Aguirre 2012; Aschero y Hocsman 2011; Babot 2011; Calo 2010; Haber 2006; Lema 2009a; Muscio 2001; Ortiz y Heit 2012; Quesada 2010) comenzaron a ser de uso más frecuente en la literatura arqueológica. Su investigación es aun hipotética ya que sus indicadores arqueológicos no son fáciles de precisar. Hasta el presente esta posibilidad se sugiere principalmente a partir del estudio de los conjuntos arqueobotánicos y artefactuales que por elementos constructivos, cuya carencia, justamente, se considera muchas veces como un indicador de estos modos de producción de pequeña o baja escala (Lema 2011a). Considerando entonces estos escenarios múltiples hasta aquí bosquejados, hablar de `transición´ puede generar cierta incomodidad en, al menos, dos sentidos 15. El primero tiene que ver con el término en sí, dado su tono teleológico, que resta identidad propia al colectivo social que es así clasificado, por estar su relevancia dada en tanto es el futuro del grupo que lo antecedió y el pasado del grupo que lo sucederá. Este `orden transicional´ genera tensión, no solo porque da la idea de transformación inminente o anticipada, sino también porque se vacía de contenido al considerar que el cambio es propio de toda sociedad humana. Lo que amerita entonces una reflexión más profunda son los puntos de apoyo entre los cuales nos proponemos colocar la viga por la que discurrirá el cambio en nuestro andamio argumentativo. Si ya no es el famoso `paso de un modo de vida cazador recolectora a uno agricultor´ ¿Cuál es?, o mejor dicho ¿Cuáles son los cambios que nos resultan significativos en el panorama actual reseñado en este trabajo?; es aquí donde surge el segundo sentido por el cual pensar `la´ transición genera incomodidad. Este segundo sentido tiene que 15  Agradezco a uno de los evaluadores de este trabajo el haberme sugerido herramientas para considerar un análisis más preciso de `lo transicional´.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

483

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

ver, no solo con el hecho de que los momentos tempranos de adopción de modos de vida productivos difieren en numerosos aspectos entre las áreas del NOA (de hecho, ningún autor de los citados pretende un modelo aplicable a nivel regional), sino también en que hay más de un `paso a´ cuando hablamos de producción, domesticación y agricultura. Así, podemos pensar en las transiciones hacia distintas modalidades de explotación de recursos, o bien hacia el consumo de un número mayor de taxa (locales o no), hacia la diversificación culinaria, o de procesamientos post cosecha, incluyendo o no almacenamiento; todos los cuales son aspectos productivos. Podemos pensar en la transición hacia el consumo de la primer planta domesticada, o del cultivo de la misma, o del manejo desde su forma silvestre hacia su forma cultivada y luego domesticada (con numerosas posibilidades entre medio de la pequeña secuencia antes reseñada, ver a este respecto Lema 2010a). Podemos pensar el tránsito hacia la primera parcela de cultivo, hacia las primeras modificaciones del suelo, o bien el establecimiento de un calendario agrícola anual. También se pueden considerar las manifestaciones más tempranas de diversas modalidades de manejo del agua, o la presencia de mecanismos supradomésticos para gestionar espacios productivos, o bien los inicios de dietas basadas en plantas cultivadas domesticadas o no. Transformaciones hay tantas como posibilidades de cambio registrados a nivel regional y que he listado en los párrafos previos; por lo tanto no existe `la´ transición ni `el´ paso, el boceto se amplía y enriquece al difuminarse el anclaje de ciertos conceptos sobre un solo sector del andamio que nos permite recrearlo. No manejamos ya un único engranaje de una maquinaria de cambio lineal. A fin de aportar a este «boceto para un esquema» delineo algunos datos y reflexiones sobre los múltiples componentes del cambio, destacando aquellos que el panorama actual de la región nos sugiere como una arena prometedora a investigar, y cuyo tono peculiar matiza otros componentes clásicos que se consideran esenciales respecto al tema y que se asumen a priori como potencialmente esperables en cualquier región que devino en algún punto agrícola. Desarrollo a continuación estas ideas. Para el lapso 4500-3000 AP contamos con las evidencias más tempranas de plantas domesticadas, a partir de la presencia de maíz en la puna catamarqueña, el cual habría ingresado al área por vías que aún se desconocen. En este lapso, y a nivel regional, se suman otros taxa como Chenopodium, Capsicum y posiblemente tubérculos microtérmicos cuyo status taxonómico aún no está plenamente definido. Las evidencias son principalmente de consumo (en sentido amplio) pero no de producción local, salvo quizá en el caso de Chenopodium. La economía productiva de este momento a baja escala se basa, a nivel regional, principalmente –o exclusivamente– en camélidos manejados y/o domesticados. Después de este lapso y transitando hacia el 1er milenio de la Era, se cuenta con complejos silvestre-cultivado-domesticado en Chenopodium, C. maxima, P. vulgaris y posiblemente Amaranthus, por lo cual no hay un corte sino una coexistencia entre prácticas de cultivo de formas domesticadas y no domesticadas. Estos complejos fueron identificados, de momento, en valles altos y mesotermales próximos a la vertiente oriental andina, por lo que quizá los inicios de prácticas de cultivo pudieron implicar el manejo de pisos altitudinales. Entre 3500 y 1500 AP se suceden una serie de cambios en las relaciones humanosplantas en el NOA, con pulsos e intensidad disímiles a lo largo de la región. Sin em484

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

bargo estas `transiciones del pasado´ se condicen con (o condicionan) `transiciones del presente´, refiriéndome con este último término a nuestras aproximaciones analíticas. A lo largo del período antes mencionado pasamos de contar principalmente con microrrestos a macrorrestos y de ocupaciones en aleros a estructuras agrícolas y residenciales definidas en piedra (siendo este un proceso de agregación, y no de reemplazo, de un tipo de evidencia por otra), lo cual ha posibilitado el desarrollo de distintas aproximaciones al tema de la domesticación vegetal y los primeros paisajes agrícolas (vg. reconocimiento de formas intermedias y variedades subespecíficas, historicidad y dinámica de instalaciones agrícolas) que se han desarrollado en las últimas décadas y que brevemente he reseñado en este escrito. Hasta el presente, es escaso en el NOA un componente clásico en los estudios arqueológicos del establecimiento de modos de vida productivos (agrícolas o no) en una región, esto es, evidencias de manejo de una forma silvestre hasta su contrapartida domesticada. Sin embargo, la presencia y mantenimiento, posiblemente bajo cultivo, de estas formas silvestres acompañando a las domesticadas en los complejos ya citados, enriquece la interpretación de las mismas, puesto que les otorga un rol que va más allá de ser formas antecesoras, haciendo que se deslice el punto de apoyo de un sector del andamio por fuera de la recta de un cambio asumido a priori como lineal, ya que se suele asumir que la forma domesticada reemplaza a la silvestre. Otro componente clásico que suele usarse en otras regiones como indicador del afianzamiento de un modo de vida agrícola, es el abandono de malezas y el establecimiento de una agricultura especializada en pocas especies domesticadas, tendiente a maximizar la productividad del terreno. Hasta el momento, la identificación de cultivos exclusivos de una o pocas especies domesticadas en sitios Formativos es muy escasa, existiendo por lo general identificación de múltiples taxa, rotación de cultivos, asociaciones con formas no domesticadas e incluso consumo de estas llamadas `malezas´. Finalmente, otro componente que suele emplearse, es el cambio en la escala de gestión de los espacios productivos: de domestica a supradoméstica. Si bien no es unívoco en la región, el paisaje aldeano agro pastoril del 1er milenio, a la vez que no es exclusivo de este período, se ha caracterizado en algunos sectores de modo tal que las escalas de gestión antes mencionadas no entran en contradicción. Como procuré señalar en secciones precedentes a partir de los trabajos de investigación de otros autores, la escala doméstica no niega a la supradoméstica, ni parece que esta última implique necesariamente hablar de procesos de complejidad creciente o centralización. Los estudios llevados a cabo hasta el presente matizan, desdibujan y generan un boceto de tinte local, para entender distintas trayectorias de cambio hacia la domesticación, el cultivo o la agricultura. 9. Y al final… volver a pensar ¿por qué se dio el cambio? ¿Dieta? ¿Aumento demográfico? ¿Reducción de la movilidad? ¿Cambio climático? Sabemos que algo cambió, que se generaron nuevas trayectorias a partir de transformaciones sociales y socio ambientales y que las variables mencionadas probablemente incidieron en esta maquinaria de engranajes múltiples y trayectorias fluidas. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

485

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Si bien los estudios actuales parecen haberse desprendido de la `obsesión´ por los orígenes, debido mayormente a una perspectiva de investigación más enfocada en el entendimiento acabado de los fenómenos bajo estudio que en el rastreo de zonas de influencia o generatrices, sigue aun gravitando en el imaginario arqueológico la relevancia de contar con el `registro más temprano de´ o bien, la consideración de las zonas de tierras bajas orientales como un `verde horizonte de esperanzas´ para el entendimiento de la agricultura temprana. El peso que se pone actualmente en entender más acabadamente el carácter del cultivo temprano de especies vegetales en el NOA, ha llevado a una caracterización enriquecida de este fenómeno, esta maquinaria fluida de transformaciones múltiples. La recuperación y estudio de restos arqueobotánicos ha crecido en los últimos años, cubriendo espacios y cronologías diversas, lo cual nos permite bosquejar escenarios enriquecidos que superan la otrora mirada arqueológica volcada solo hacia el oriente. La presencia de complejos de formas domesticadas y aquellas que no lo son bajo cultivo a lo largo del tiempo, desenraíza la idea de `lo silvestre primero, lo domesticado después, la transición en el medio´ reubicando los elementos del andamio argumentativo. La reducción de la movilidad en el caso de ANS junto a un clima más húmedo, son factores que se imbricaron –y quizá incidieron– en los primeros ensayos de cultivo local. El rol de la demografía y los movimientos poblacionales se considera también otro factor de importancia (Oliszewski y Olivera 2009; Muscio 2011). Los cambios en la dieta son sugeridos por el registro arqueobotánico, y su impacto a nivel nutricional –diferenciando consumo ocasional de habitual– está siendo mejor entendido desde estudios de isótopos estables (Samec y Killian Galván 2009). Todos estos factores se mencionan para las sucesivas `transiciones´ (hacia las primeras prácticas de manejo, hacia el consumo de formas domesticadas, hacia el establecimiento de parcelas de cultivo, hacia un paisaje agrícola, aldeano o no) con particularidades según la región y fechas. Como hemos visto a lo largo del texto, parecería que los elementos productivos que se manejaban en el lapso 5000-3000 AP en base al manejo de camélidos y con consumo de algunas especies cultivadas, fueron respuesta a la circunscripción ambiental y el consecuente cambio en la relación con el entorno, en sectores diversos del área puneña. El establecimiento de sistemas de pastoreo, hortícolas y/o agrícolas de baja escala entre el 3000 y 1500 AP en algunas de las áreas antes mencionadas, se vinculó también a cambios en estos aspectos, si bien, la ausencia en muchos casos de estudios paleoclimáticos locales, o bien la falta de una secuencia cronológica completa, dificultan ver los factores que incidieron en el cambio. La movilidad que permiten los andamios habilita hoy reconsiderar la forma en que investigamos y nos preguntamos sobre la domesticación y agricultura temprana. Lejos de considerar hoy «grados mayores de dependencia» (Lema 2009a) vemos que el proceso es multicausal, complejo, multiescalar, con particularidades locales y conexiones a nivel regional. Incluso un modo de relaciones socio productivas que se creía propio del primer milenio de la Era, se entiende como una lógica relacional que está presente durante momentos más tardíos (Korstanje et al. 2014; Lema 2012). Por otra parte, no sabemos aún en qué medida el paisaje agrario o aldeano del 1er milenio d.C. es antecedido por un paisaje con otro tipo de domesticidad (Haber 2006), sobre todo a partir de ca. 4500-3500 AP. La domicultura y creación de asociaciones vegetales 486

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

antropogénicas se ha reportado para distintas sociedades de cazadores recolectores y los nuevos desarrollos conceptuales y metodológicos que están presentes en su estudio para el NOA pueden también referirnos a la construcción de un particular paisaje. En este sentido, repensar categorías como doméstico y domesticado, tomando en cuenta marcos de entendimiento locales andinos (Lema 2013b, 2013c, 2014), se está presentando como una vía interesante para cambiar andamios. Las últimas décadas de investigación han dado nuevos matices al boceto que procura representar los desarrollos iniciales del cultivo de especies vegetales en el NOA; lo promisorio del desarrollo de las mismas nos lleva a una constante reflexión y consideración de nuevos conceptos, indicadores y metodologías. Los heterogéneos paisajes agrícolas, la diversidad de prácticas de manejo y las variadas lógicas de interdigitación productiva que caracterizan a la domesticación y agricultura temprana en el NOA quizá nos lleven, en algún momento, a considerar oportuno subvertir el intento de hacer un boceto para un esquema y a sentir más apropiado procurar la investigación de matices, un borrador que no procure ser un cuadro acabado. Agradecimientos: A Sebastián Pastor y Fito Gil por haberme invitado a escribir este artículo, lo cual me resultó sumamente enriquecedor. A los evaluadores del trabajo, quienes hicieron atinadas observaciones respecto a una primera versión del mismo y me orientaron de manera muy certera. A Javier N. Gelfo, quien me presentó a Amina y me enseñó a pensar en matices y tornasoles. En este trabajo procuré reflejar mis reflexiones, dudas y tensiones respecto al tema de investigación que me encuentro desarrollando, por lo cual mi agradecimiento se hace extensivo a todos aquellos que me alcanzaron pinceles para este boceto y me ayudaron a corregir andamios.

10. Referencias bibliográficas Aguirre, María Gabriela 2012 Recursos vegetales: uso, consumo y producción en la Puna meridional argentina (5000-1500 AP). Tesis doctoral inédita. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. Arreguez, Guillermo, Jorge Martínez, Nurit Oliszewski y Graciela Ponessa 2015 «La problemática de recuperación de macrorrestos arqueobotánicos de tamaño pequeño. El caso de las amarantáceas/quenopodiáceas en sitios arqueológicos bajo reparo del Holoceno Medio y Tardío del Noroeste Argentino», en Avances y desafíos metodológicos en arqueobotánica: miradas consensuadas y diálogos compartidos desde Sudamérica, Carolina Belmar y Verónica Lema, eds., pp. 5971. Santiago de Chile: Universidad SEK. Aschero, Carlos y Salomon Hocsman 2011 «Arqueología de las ocupaciones cazadoras-recolectoras de fines del Holoceno medio de Antofagasta de la sierra (puna meridional argentina)». Chungara, Revista de Antropología Chilena 43 (nº especial 1): 393-411. Aschero, Carlos, Alejandra Korstanje y Patricia Vuoto (eds.) 1999 En los tres reinos: prácticas de recolección en el Cono sur de América. Tucumán: Universidad Nacional de Tucumán. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

487

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Babot, María del Pilar 2009 «Procesamiento de tubérculos y raíces por grupos agropastoriles del noroeste argentino prehispánico: análisis de indicadores en residuos de molienda». Treballs D´Etnoarqueologia 7: 67-82. 2011 «Cazadores-recolectores de los Andes centro-sur y procesamiento vegetal. Una discusión desde la puna meridional argentina (ca. 7.000-3.200 años A.P.)». Chungara, Revista de Antropología Chilena 43 (nº especial 1): 413-432. Babot, María del Pilar, Salomón Hocsman, Romina Piccón Figueroa y Cecilia Haros 2012 «Recetarios prehispánicos y tradiciones culinarias. Casos de la puna argentina», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 235-270. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, Museo de Antropología, Instituto Superior de Estudios Sociales. Caria, Mario, Nurit Oliszewski, Julián Gómez Augier, Martín Pantorrilla y Matías Gramajo Bühler 2010 «Formas y espacios de las estructuras agrícolas prehispánicas en la Quebrada del Río de Los Corrales (El Infiernillo-Tucumán)», en Arqueología de la agricultura. Casos de estudio en la región andina argentina, Alejandra Korstanje y Marcos Quesada, eds., pp. 144-165. Tucumán: Magna. Calo, Cristina Marilin 2010 Plantas útiles y prácticas cotidianas entre los aldeanos al sur de los Valles Calchaquíes (600 a.C.-900 d.C.). Tesis doctoral inédita. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. Chiou, Katherine 2013 «Pampa Grande, Argentina, Capsicum Analysis». Ms. Crowder, Roberto y Hector D´antoni 1974 «Análisis polínico de materiales alfareros: un aporte a la paleoecología». Actualidad Antropológica (suplemento de Etnia) 15: 8-10. De Feo, María Eugenia 2014 «Una puesta al día sobre el Formativo de la Quebrada del Toro (Salta, Argentina)», en Crónicas materiales precolombinas. Arqueología de los primeros poblados del Noroeste Argentino, A. Korstanje, M. Lazzari, M. Basile, F. Bugliani, V. Lema, L. Pereyra Domingorena y M. Quesada, eds. En prensa. Delfino, Daniel, Valeria Espiro y Alejandro Díaz 2014 «Prácticas sociales en el pasado y presente de Laguna Blanca (Depto. Belén, Catamarca): reflexiones en torno al modo de vida comunitario agrocéntrico», en Crónicas materiales precolombinas. Arqueología de los primeros poblados del Noroeste Argentino, A. Korstanje, M. Lazzari, M. Basile, F. Bugliani, V. Lema, L. Pereyra Domingorena y M. Quesada, eds. En prensa. Echenique, Mónica y Jorge Kulemeyer 2003 «La excavación arqueológica de una ‘mancha blanca’, el Sector M43C en el sitio Moralito, Departamento San Pedro, Provincia de Jujuy (República Argentina)», en La mitad verde del mundo andino. Investigaciones arqueológicas en la vertiente oriental de los Andes y las tierras bajas de Bolivia y Argentina, Gabriela Ortiz y Beatriz Ventura, eds., pp. 99-130. San Salvador de Jujuy: EdiUnju.

488

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Escola, Patricia, Salomón Hocsman Salomón y Pilar Babot 2013 «Entre las residencias y los campos de cultivo. Aportes de los cuchillos/raederas de módulo grandísimo a la cuestión del laboreo agrícola en Antofagasta de la Sierra (Puna de Catamarca) durante el primer milenio d.C.». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 38 (1): 83-110. Fernández, Jorge, Héctor Panarello y A. Ramos 1992 «El análisis de elementos traza y de las relaciones entre isótopos estables del carbono en cerámicas del temprano (3000 años AP) de la puna jujeña, como indicadores de su manufactura autóctona y funcionalidad probable». Cuadernos FHYCSUNJU 3: 13-19 Fernández Distel, Alicia 1986 «Las cuevas de Huachichocana, su posición dentro del precerámico con agricultura incipiente del Noroeste argentino». Beitrage zur Allgemeinen und Vergleichenden Archaologie 8: 353-430. Mainz. Figueroa, Germán 2013 «Estrategias productivas en Aguada de Ambato (Catamarca, Argentina)». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 38 (1):111-135. Figueroa, Germán, Mariana Dantas y Andrés Laguens 2010 «Prácticas agropastoriles e innovaciones en la producción de plantas y animales en los Andes del Sur. El Valle de Ambato, Argentina, Primer Milenio d.C.». International Journal of South American Archaeology 7: 6-13. Franco, Valeria y Eduardo Berberián 2011 «Prácticas agrícolas de sociedades campesinas en el valle de Tafí (100 a.C.- 900 d.C.)». Revista Chilena de Antropología 24: 119-146. Fuller, Dorian, Leo Hosoya, Yunfei Zheng y Ling Qin 2010 «A Contribution to the Prehistory of Domesticated Bottle Gourds in Asia: Rind Measurements from Jomon, Japan and Neolithic Zhejiang, China». Economic Botany 64 (3): 260-265. Gil, Adolfo F. 2005 Arqueología de La Payunia (Mendoza, Argentina) El poblamiento humano en los márgenes de la agricultura. BAR International Series 1477. Oxford: Archaeopress. Giovannetti, Marco, Irene Lantos, Raquel Defacio y Norma Ratto 2012 «Variedades nativas de Zea mays L. del Noroeste argentino. Propuesta metodológica y primeros resultados», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 361-386. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, Museo de Antropología, Instituto Superior de Estudios Sociales. González, Natividad 2011 «Estructuras prehispánicas y agricultura en la cuenca del Huasamayo (TilcaraJujuy)». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 36:101-122. Grillo Fernández, Eduardo, Víctor Quiso Choque, Grimaldo Rengifo Vásquez y Julio Valladolid Rivera (eds.) 1994 Crianza andina de la chacra. Lima: PRATEC. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

489

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Haber, Alejandro 2006 Una arqueología de los oasis puneños. Domesticidad, interacción e identidad en Antofalla, primer y segundo milenios d.C. Córdoba: Jorge Sarmiento Editor-Universitas Libros. Harlan, Jack 1992 Crops and Man. Nueva York: American Society of Agronomy. Jones, Martin 2009 «Dormancy and the Plough: Weed Seed Biology as an Indicator of Agrarian Change in the First Millennium AD., en From Foragers to Farmers. Papers in Honour of Gordon C. Hillman, Andrew S. Fairbairn y Ehud Weiss, eds., pp. 58-63. Oxford: Oxbow Books. Korstanje, Alejandra 2010 «Producción y consumo agrícola en el Valle del Bolsón (1991-2005)», en Arqueología de la agricultura. Casos de estudio en la región andina argentina, Alejandra Korstanje y Marcos Quesada, eds., pp.: 48-75. Tucumán: Magna. Korstanje, Alejandra, Patricia Cuenya y Mariana Maloberti 2015 «El análisis múltiple de microfósiles como herramienta para estudiar paisajes agrícolas y prácticas campesinas: una síntesis metodológica», en Avances y desafíos metodológicos en arqueobotánica: miradas consensuadas y diálogos compartidos desde Sudamérica, Carolina Belmar y Verónica Lema, eds., pp. 254-257. Santiago de Chile: Universidad SEK: Korstanje, Alejandra, Marcos Quesada, Valeria Franco Salvi, Verónica Lema y Mariana Maloberti 2014 «Gente, tierra, agua y cultivos: los primeros paisajes agrarios del hoy Noroeste Argentino», en Crónicas materiales precolombinas. Arqueología de los primeros poblados del Noroeste Argentino, A. Korstanje, M. Lazzari, M. Basile, F. Bugliani, V. Lema, L. Pereyra Domingorena y M. Quesada, eds. En prensa. Lema, Verónica 2006 «Huertos de altura: el manejo humano de especies vegetales en la puna argentina». Revista de Antropología 12: 173-186. 2009a Domesticación vegetal y grados de dependencia ser humano-planta en el desarrollo cultural prehispánico del Noroeste argentino Tesis doctoral inédita. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. 2009b «Criterios de selección en los procesos de manipulación vegetal: el potencial de la información etnobotánica en la interpretación de restos arqueobotánicos de Cucurbita sp.». Darwiniana 47 (1): 35-55. 2010a «Procesos de domesticación vegetal en el pasado prehispánico del Noroeste argentino: estudio de las prácticas más allá de los orígenes». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 32: 121-142. 2010b «Confluencia y emergencia: domesticación y prácticas de manejo del entorno vegetal en la frontera», en Arqueología Argentina en el Bicentenario de la Revolución de Mayo, J. R. Bárcena y Horacio Chiavazza, eds., tomo 3, pp. 1043-1048. Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo – Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales. 2011a «Identificando la domesticación: reflexiones en torno a indicadores arqueológicos para su reconocimiento», en De las muchas historias entre las plantas y la gente. Alcances y perspectivas de los estudios arqueo-botánicos en América Latina, C.

490

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

2011b

2011c 2012

2013a 2013b

2013c 2014

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Belmar y S. Rojas, eds. BAR International Series. Oxford: Archaeopress. En prensa. «The Possible Influence of Post-Harvest Objectives on Cucurbita maxima ssp. Maxima and ssp. Andreana Evolution under Cultivation at the Argentinean Northwest: An Archaeological Example». Journal of Anthropological and Archaeological Sciences 3 (1): 113-139. «Informe correspondiente a la identificación taxonómica de un fragmento de pericarpio de Cucurbita sp. de la Cueva Los Corrales 1 (El Infiernillo, Tafí del Valle, Tucumán)». Inédito. «Nuevas ideas sobre la domesticación ¿nuevas ideas sobre el Formativo? Aportes para una relectura crítica». Manuscrito precirculado en el Taller «Arqueología del periodo Formativo en Argentina: un encuentro para integrar áreas y sub-disciplinas, revisar significados y potenciar el impacto de las investigaciones en curso», Tafí del Valle, Tucumán, 11-13 de abril. «Geografías y prácticas: plantas que circulan, que se quedan y que se van para no volver», en Arqueología y etnohistoria de la vertiente oriental de los Andes de Argentina, Bolivia y Perú, B. Ventura y G. Ortiz, eds. En prensa. «¿Doméstico o domesticado? aproximaciones a la espacialidad de las prácticas de crianza en comunidades andinas». Manuscrito precirculado en la mesa temática nº 19 «Cartografías de lo doméstico en los Andes: prácticas, relaciones y espacialidades en torno a casas, cocinas y canchas», coordinada por J. Tomasi y F. Pazzarelli. Séptimo Congreso de la Asociación de Estudios Bolivianos. Sucre. Crianza mutua: una gramática de la sociabilidad andina. Actas de la X Reunión de Antropología del Mercosur [CD-ROM]. Córdoba, Argentina. «Criar y ser criados por las plantas y sus espacios en los Andes septentrionales de la Argentina», en Espacialidades altoandinas. Nuevos aportes desde la Argentina, A. Benedetti y J. Tomasi, comps., pp. 301-338. Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires.

Lema, Verónica, Aylén Capparelli y Analía Martínez 2012 «Las vías del algarrobo: antiguas preparaciones culinarias en el noroeste argentino», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 639-665. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, Museo de Antropología, Instituto Superior de Estudios Sociales. Leoni, Juan, Julieta Sartori, Giorgina Fabron, Anahí Hernández y Graciela Scarafia 2012 «Aportes al conocimiento de las sociedades aldeanas del período Temprano en la Quebrada de Humahuaca: una visión desde Antumpa». Intersecciones en Antropología 13: 117-131. López, Gabriel 2009 «Diversidad arqueológica y cambio cultural en Pastos Grandes, puna de Salta, a lo largo del Holoceno». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 34: 149-176. López, María Laura 2011 El consumo de pseudocereales entre los pueblos prehispánicos: estudios de macro y micro restos de quinoa de contextos arqueológicos del último milenio en dos regiones circumpuneñas. Tesis doctoral inédita. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

491

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Lupo, Liliana y Mónica Echenique 2001 «Reconstrucción arqueopalinológica de los distintos momentos de ocupación del Yacimiento Formativo Moralito, Jujuy, noroeste argentino», en Asociación Paleontológica Argentina. Publicación especial 8. XI Simposio Argentino de Paleobotánica y Palinología, pp. 125-130. Marconetto, Bernarda 2008 «Linnaeus en el Ambato. Límites del uso de la clasificación taxonómica en Paleoetnobotánica», en Arqueobotánica y teoría arqueológica. Discusiones desde Suramérica, Sonia Archila, Marco Giovannetti y Verónica Lema, eds., pp.: 143-166. Bogotá: Universidad de los Andes. Marconetto, Bernarda, Mariana Dantas, Marcos Gastaldi, Germán Figueroa, Gabriel Martínez, Henrik Lindskoug, Francisco Pazzarelli y Andrés Laguens 2009 «Mil chañares…Prácticas asociadas a Geoffroea decorticans en Aguada de Ambato a fines del primer milenio», en Libro de resúmenes del V Congreso Internacional de Etnobotánica, p. 42. San Carlos de Bariloche: Fusiongráfica La Plata. Menéndez Sevillano, María del Carmen 2002 Estudio y conservación del germoplasma silvestre y primitivo de Phaseolus vulgaris L. en el Noroeste argentino. Tesis doctoral inédita. Pontevedra: Universidad de Santiago de Compostela. Muscio, Hernán 2001 Una revisión crítica del Arcaico surandino. Fichas de cátedras. Oficina de publicaciones de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Buenos Aires (ms.) 2011 «Arqueología de la ocupación ~2000 ap de la quebrada de Matancillas», en Arqueología de la Puna Argentina: perspectivas actuales en el estudio de la diversidad y el cambio cultural, Gabriel E. Lopez Hernán y Hernán J. Muscio, eds., pp. 69-96. BAR International Series 2296. Oxford: Archaeopress. Oliszewski, Nurit 2012 «La variabilidad racial del maíz y los cambios sociales durante el 1º y 2º milenio d.C. en el Noroeste argentino», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp.: 271-298. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, Museo de Antropología, Instituto Superior de Estudios Sociales. Oliszewski, Nurit y María del Pilar Babot 2015 «Procesos de selección del poroto común en los valles altos del Noroeste Argentino en tiempos prehispánicos. Análisis micro y macroscópico de especímenes arqueobotánicos», en Avances y desafíos metodológicos en arqueobotánica: miradas consensuadas y diálogos compartidos desde Sudamérica, Carolina Belmar y Verónica Lema, eds., pp. 301-324. Santiago de Chile: Universidad SEK. Oliszewski, Nurit y Daneil Olivera 2009 «Variabilidad racial de macrorrestos arqueológicos de Zea mays (Poaceae) y sus relaciones con el proceso agropastoril en la puna meridional argentina (Antofagasta de la sierra, Catamarca)». Darwiniana 47 (1): 76-91. Olivera, Daniel y Jorge Palma 1997 «Cronología y registro arqueológico en el Formativo Temprano en la región de Humahuaca». Avances en Arqueología 3: 77-99.

492

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Olivera, Daniel y Hugo Yacobaccio 1999 Estudios de paleodieta en poblaciones humanas de los Andes del Sur a través de isótopos estables. Trabajo presentado en el V Congreso Nacional de Paleopatología, Alcalá La Real, Jaén. Ortiz, Gabriela 2003 «Estado actual del conocimiento del denominado Complejo o Tradición cultural San Francisco, a 100 años de su descubrimiento», en La mitad verde del mundo andino. Investigaciones arqueológicas en la vertiente oriental de los Andes y las tierras bajas de Bolivia y Argentina, Gabriela Ortiz y Beatriz Ventura, eds., pp.: 23-72. San Salvador de Jujuy: EdiUnju. Ortiz, Gabriela y Cecilia Heit 2012 «Consumo y economía en los grupos pedemontanos tempranos de la cuenca del San Francisco (Jujuy, Argentina)», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 621-638. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, Museo de Antropología, Instituto Superior de Estudios Sociales. Ortiz, Gabriela, Cecilia Heit, Luis Nieva, Facundo Zamora, Natalia Batallanos y Fernanda Chapur 2014 «Pensando al Formativo desde la región pedemontana de las yungas de Jujuy», en Crónicas materiales precolombinas. Arqueología de los primeros poblados del Noroeste Argentino, A. Korstanje, M. Lazzari, M. Basile, F. Bugliani, V. Lema, L. Pereyra Domingorena y M. Quesada, eds. En prensa. Pérez, Susana 2010 «Variabilidad en la producción de palas y/o azadas líticas de la Puna argentina». Estudios Atacameños 40: 5-22. Pochettino, María Lelia y Cristina Scattolin 1991 «Identificación y significado de frutos y semillas carbonizados de sitios arqueológicos formativos de la ladera occidental del Aconquija (Catamarca, República Argentina)». Revista del Museo de La Plata 9 (71): 169-181. Quesada, Marcos 2010 «Agricultura campesina en el área de Antofalla (1997-2007)», en Arqueología de la agricultura. Casos de estudio en la región andina argentina, María Alejandra Korstanje y Marcos Quesada, eds., pp.: 76-103. San Miguel de Tucumán: Magna. Quesada, Marcos y Mariana Maloberti 2013 «La expansión de los espacios agrícolas. Continuidades en la construcción del paisaje agrario en el sector septentrional del Valle de El Bolsón (siglos I a XV)», en Racionalidades campesinas en los Andes: pasado, presente, P. Cruz, R. Joffre y Th. Winkel, eds., pp. 1-25. Montpellier: Institut de Recherche pour le Développement. Quesada, Marcos, Marcos Gastaldi y Gabriela Granizo 2012 «Construcción de periferias y producción de lo local en las cumbres de El Alto– Ancasti». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 37 (2): 435-456. Ratto Norma, Verónica Lema y María Laura López 2014 «Entierros y ofrendas: prácticas mortuorias, agrícolas y culinarias en los siglos XIII y XIV en Tinogasta (Catamarca, Argentina)». Darwiniana 2 (1): 125-143. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

493

Verónica S. Lema

Boceto para un esquema: domesticación y agricultura temprana...

Rodríguez, Fernanda 2005 «Human Evidence from the Mid-Holocene in the Salty Argentine Puna: Analysis of the Archaeobotanical Record». Quaternary International 132: 15-22. Rossen, Jack 2013 «Explorando nuevas dimensiones en el estudio de las plantas arqueológicas», en Avances y desafíos metodológicos en arqueobotánica: miradas consensuadas y diálogos compartidos desde Sudamérica, Carolina Belmar y Verónica Lema, eds., pp. 31-48. Santiago de Chile: Universidad SEK. Samec, Tamara y Violeta Killian Galván 2009 «A cada uno su verdad culinaria: patrones paleodietarios y variables ambientales en el NOA», en Entre pasados y presentes II. Estudios contemporáneos en ciencias antropológicas, Tirso Bourlot, Damián Bozzuto, Carolina Crespo, Ana C. Hecht y Nora Kuperszmit, eds., pp.: 487-508. Buenos Aires: Fundación de Historia Natural Félix de Azara. Tarrago, Myriam y María Ester Albeck 1997 «Fechados radiocarbónicos para el sector medio de la Quebrada de Humahuaca», Avances en Arqueología 3: 101-130. Ventura, Beatriz 2001 «Los últimos mil años en la arqueología de las Yungas», en Historia argentina prehispánica, Eduardo Berberián y Axel E. Nielsen, dirs, pp.: 447-492. Córdoba: Brujas. 2007 «Proceso de ocupación humana de la finca San Andrés», en Finca San Andrés. Un espacio de cambios ambientales y sociales en el Alto Bermejo, Alejandro D. Brown, Matilde García Moritán, Beatriz Ventura, Norma I. Hilgert y Lucio R. Malizia, pp.: 101-128. Tucumán: Ediciones del Subtrópico. Yacobaccio, Hugo 2001 «La domesticación de camélidos en el Noroeste argentino», en Historia argentina prehispánica, Eduardo Berberián y Axel E. Nielsen, dirs., pp.: 7-40. Córdoba: Brujas. Yacobaccio, Hugo y Celina Madero 1992 «Zooarqueología de Huachichocana III». Arqueología 2: 149-188. Zucol, Alejandro y María de los Milagros Colobig 2012 «Estudio de microrrestos silíceos en sistemas de aterrazamiento del primer milenio DC en el Valle de Ambato (Andes del sur), Catamarca, Argentina». Intersecciones en Antropología 13: 163-179.

494

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 465-494

Huertos, chacras y sementeras. Plantas cultivadas y su participación en los desarrollos culturales de Chile central María Teresa Planella Sociedad Chilena de Arqueología [email protected]

Fernanda Falabella Departamento de Antropología, Universidad de Chile [email protected]

Carolina Belmar Departamento de Antropología, Universidad de Chile [email protected]

Luciana Quiroz Investigadora independiente [email protected] Recibido: 9 de septiembre de 2013 Aceptado: 15 de abril de 2014 RESUMEN En Chile central las evidencias arqueobotánicas aún no avalan lo suficiente una descripción de los procesos de domesticación de plantas. No obstante, la presencia de cultivos en los contextos arqueológicos desde hace unos 3.500 años desvela la incorporación paulatina y el manejo de especies cultivadas americanas de origen no local, como el Zea mays L. (maíz), y otras de probable sustrato local como Madia sativa Mol. (madi). En este artículo se presentan los datos disponibles sobre la presencia y utilización de estas especies en los distintos momentos del desarrollo prehispánico, sobre la base de macrorrestos y microrrestos recuperados en sedimentos y artefactos arqueológicos y de isótopos estables. Esta información, si bien aún escasa y fragmentaria, permite señalar que las plantas fueron parte del universo ideacional y cultural, participando activamente en la configuración de los modos de vida e identidades sociales. De esta forma, las distintas especies tuvieron roles particulares en los diversos grupos humanos que poblaron esta zona en tiempos prehispánicos. Palabras clave: Chile central prehispánico, plantas domesticadas, Zea mays, Chenopodium quinoa.

Gardens, Chacras, and Sementeras. Cultivated Plants and their Participation in Cultural Developments in Central Chile ABSTRACT Archaeobotanical data from Central Chile do not yet provide solid evidence to back a description of local plant domestication processes; nevertheless, domesticated plants where progressively incorporated and manipulated by local groups at least since 3500 BP in this region. Some were non local cultivated American species, as Zea mays L. (maize), and others probably developed locally, as Madia sativa Mol. (madi). This paper describes the data available for these plants during different prehispanic periods, based on macro and micro remains recovered from sediments and archaeological artefacts, and on stable isotopes information. We argue that, even if data are still scarce and fragmentary, cultivated plants were part of the ideational and cultural environment and actively participated in defining life styles and social identities. Plants played different roles for specific human groups inhabiting Central Chile during prehispanic times. Key words: Prehispanic Central Chile, domesticated plants, Zea mays, Chenopodium quinoa. Sumario: 1. Introducción. 2. Características de la región. 3. Los primeros cultígenos entre cazadores recolectores de fines del período Arcaico. 4. Las primeras comunidades alfareras. 5. Los grupos Bato del período

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

495

ISSN: 0556-6533

http://dx.doi.org/10.5209/rev_REAA.2014.v44.n2.50727

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Alfarero Temprano. 6. Los grupos Llolleo del período Alfarero Temprano y la incorporación de nuevos cultígenos. 7. Los grupos Aconcagua del período Intermedio Tardío. 8. Contacto con el Tawantinsuyu durante el período Tardío. 9. Conclusiones. 10. Referencias bibliográficas.

1. Introducción Cuando llegan los españoles a la región central de Chile advirtieron extensos campos cultivados o «sementeras» que proveían de alimento a la población indígena local. La experiencia previa con pueblos de Mesoamérica y Los Andes les hizo reconocer el maíz, papa, quinoa, zapallo, porotos, un conjunto de productos que a lo largo de milenios fueron manipulados y utilizados, entre otras plantas cultivadas, por los indígenas en distintos rincones de América. Ningún relato oral transmitió información sobre cómo estos productos llegaron a ser parte de la cultura alimentaria indígena. Sería la arqueología el medio que paulatinamente y con grandes dificultades, empezó a arrojar luz sobre una historia de la cual aún queda mucho por contar y ofrecer el contexto dentro del cual se desarrolló. Estas y otras plantas fueron domesticadas a partir de ancestros silvestres en uno o más lugares del continente, se dispersaron por él y en ese proceso se fueron modificando (Lavallée 2000). La reconstrucción de la historia y etapas de la domesticación de plantas ha tenido amplia investigación especialmente en Mesoamérica y los Andes Centrales, focos importantes de procesos originarios de domesticación y lugares desde donde probablemente se dispersaron la mayoría de las plantas utilizadas por la población amerindia. En Chile central la línea de investigación arqueobotánica es comparativamente muy reciente. Las características de suelo y clima en esta zona facilitan la descomposición de la materia orgánica dificultando la recuperación de vestigios a menos que éstos hayan estado sometidos a carbonización. El hallazgo de órganos vegetales desecados es excepcional. Esta ha sido una limitante para conseguir series de restos vegetales cualitativa y cuantitativamente significativas con el fin de obtener mayores indicadores de los hábitos y productos de consumo de las poblaciones pretéritas de esta región y otras al sur. Pese a ello, la técnica de flotación, en uso solo desde hace unos 15 años en nuestro país, ha contribuido notablemente a ampliar el espectro del registro arqueológico y el estudio de macrorrestos, lo que ha permitido la identificación de especies de los depósitos culturales y del entorno natural de los sitios. Por otra parte, los análisis de microrrestos en los últimos años, han maximizado el potencial de recuperación de la información contenida en sedimentos, en residuos adheridos en artefactos y otras expresiones de la cultura material, como por ejemplo las piedras tacitas. No obstante, el volumen de sedimentos y la irregularidad de los protocolos atentan contra una comparación regional cuantitativa sólida. La información sobre las características de las especies y sus transformaciones a través del tiempo o entre localidades es muy escasa y proviene en muchos casos de sitios puntuales. En este trabajo entregamos esta información y ofrecemos algunas posibilidades interpretativas sobre las plantas cultivadas y su desarrollo basados en este cuerpo de datos algo desequilibrado, que deberá ser complementado, verificado y/o corregido en futuras investigaciones (Cuadro 1).

496

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Cuadro 1: Plantas cultivadas presentes en depósitos arqueológicos de los distintos grupos culturales en los períodos prehispánicos discutidos en el texto Período

Fechas

Grupo Cultural

Arcaico IV 3000 a 300 a.C.

Cultígenos asociados Quinoa de nivel de mar (Chenopodium quinoa Willd.)

Comunidades 300 a.C. a 200 d.C. Alfareras Quinoa de nivel de mar (Chenopodium quinoa Willd.) Iniciales Quinoa de nivel de mar(Chenopodium quinoa Willd.) Complejo Maíz variedad curagua (Zea mays L.) 200 a 1200 d.C. Cultural Madi (Madia sativa Mol.) Bato Calabaza (Lagenaria spp. Ser.) Alfarero Temprano Quinoa de nivel de mar (Chenopodium quinoa Willd.) Maíz variedad curagua (Zea mays L.) Complejo Poroto (Phaseolus spp., Phaseolus vulgaris L.) 400 a 1200 d.C. Cultural Zapallo (Curcurbita spp.) Llolleo Calabaza (Lagenaria spp. Ser.) Teca (Bromus berteroanus Colla) Magu (Bromus mango É.Desv.) Quinoa de nivel de mar (Chenopodium quinoa Willd.) Quinoa altiplánica ¿? (Chenopodium quinoa Willd.) Complejo Maíz (Zea mays L.) Intermedio 1000/1200 a Cultural Poroto (Phaseolus spp., Phaseolus vulgaris L.) Tardío 1450 d.C. Aconcagua Poroto pallar (Phaseolus lunatus L.) Zapallo (Curcurbita spp.) Madi (Madia sativa Mol.) Quinoa de nivel de mar (Chenopodium quinoa Willd.) Quinoa altiplánica (Chenopodium quinoa Willd.) Maíz (Zea mays L.) Poroto (Phaseolus spp., Phaseolus vulgaris L.) Poroto pallar (Phaseolus lunatus L.) Aconcagua Zapallo (Curcurbita spp.) Tardío 1450 a 1540 d.C. Calabaza (Lagenaria spp. Ser.) Diaguita Inka Ají (Capsicum spp.) Papa (Solanum spp.) Madi (Madia sativa Mol.) Madi (Madia chilensis (Nutt) Reiche) Maravilla (Helianthus cf. tuberosus L.)

2. Características de la región La región central de Chile abarca desde el río Choapa por el norte (31º 50’ S) hasta el río Maule por el sur (35º 40’ S) coincidente con el primitivo núcleo histórico de actividades agrícolas extensivas (Santana 1966). En este artículo, no obstante, la información que se entrega comprende el espacio entre los ríos Aconcagua y Cachapoal por ser la zona donde se han desarrollado las investigaciones arqueológicas que aportan datos sobre la dispersión de plantas cultivadas (Figura 1). En su caracterización geomorfológica se conoce como región central de las cuencas y del llano fluvio-glacio-volcánico, con cuatro definidas macroformas del relieve que se desarrollan en sentido norte-sur en un ancho máximo de 190 km: Planicies Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

497

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Figura 1: Mapa de Chile central con los sitios arqueológicos mencionados en el texto

litorales, Cordillera de la Costa con alturas promedio de 2.000 msnm, Depresión intermedia y Cordillera de los Andes con alturas de hasta 6.000 msnm que van decreciendo hacia latitudes mayores. Las formaciones orográficas de la Cordillera de la Costa permiten la existencia de valles de fondo plano, originados por aluviones ricos en limos fluviales con gran aporte de fertilizantes naturales, y en donde se producen notables condiciones de microclimas. Estos distintos ecosistemas tienen un enorme potencial en variados recursos naturales y una gran biodiversidad de su fauna y de su flora silvestre, que incluye especies endémicas y exclusivas que ofrecen una favorable disponibilidad estacional de productos comestibles. Esas condiciones han sustentado la movilidad y economía desde los antiguos habitantes de la región, enraizando un sentido de predictibilidad según estos ciclos para la oportuna actividad de recolección en determinadas épocas del año (Planella et al. 2010b). La zona central de Chile presenta un clima templado de tipo mediterráneo, con oscilaciones térmicas moderadas, y con un ciclo anual dividido en cuatro estaciones que presentan temperaturas medias de entre 8,8° y 18,2°C, con una amplitud térmica anual de 10,1°C entre los meses de invierno y verano (Fuenzalida 1966). Las lluvias se concentran entre otoño y primavera, con precipitaciones que alcanzan los 360 a 450 mm anuales en las cuencas interiores y algo más en la costa favoreciendo, junto con las abundantes cuotas de aguas de deshielo, las actividades de siembra y cosecha de productos en las estaciones siguientes. Estas favorables condiciones climáticas fueron advertidas y realzadas tempranamente, entre otros, por los testimonios de Val498

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

divia (1960 [1545]) y Vivar (1979[1558]).Si bien en las cuencas interiores y valles la abundancia de recursos hídricos puede suplir la ausencia de lluvias para el regadío, en las zonas de secano costero o de «rulo» 1 las lluvias son determinantes y condicionan las actividades hortícolas o agrícolas, incluyendo los cultivos que se adaptan a esta condición. Una fuente de agua importante fueron las paleolagunas que revelan evidencias de actividad humana desde el pleistoceno (Núñez et al. 1994). Las características de los suelos de la zona central han posibilitado desarrollar hasta épocas recientes, tanto en las amplias cuencas interiores con extensos y fértiles terrenos planos de origen aluvial y fluvial ricos en potasio, fósforo y nitrógeno, como en pequeños valles y terrazas de la cordillera andina y de la costa, una horticultura tradicional que no requiere de gran tecnología. La gran fertilidad del suelo descrita y el potencial de terrenos aptos para el cultivo, se extienden a latitudes mayores hacia el sur de la región central, lo que ha ampliado territorial y económicamente las posibilidades de actividades de subsistencia relacionadas con la horticultura o agricultura 2 desde tiempos pretéritos, apoyando luego y enraizando los tempranos asentamientos hispánicos. 3. Los primeros cultígenos entre cazadores recolectores de fines del período Arcaico La proximidad al mundo vegetal que vivenciaron los cazadores recolectores del Holoceno, necesariamente debió traducirse en un conocimiento profundo de los ciclos de vida de la vegetación, sus bondades y su utilización en distintas necesidades y aspectos de la vida cotidiana, como también el contenido en sustancias peligrosas por su toxicidad. La gran disponibilidad de especies vegetales en el entorno de los grupos cazadores recolectores que habitaron Chile central, proveyó de recursos alimenticios anexos al acceso a la carne de guanaco u otra fauna silvestre; por otra parte, condiciones de orden social, ritual o simbólico pueden haber estimulado el conocimiento, la adquisición y/o manejo de otras especies con mayor valor nutricional. Es el caso de una variedad temprana domesticada de quinoa (Chenopodium cf Chenopodium quinoa) (López et al. 2015), el primer recurso vegetal con rasgos de intervención humana encontrado en la zona central de Chile, cuyos antiguos vestigios han sido registrados en el sector altoandino de la cordillera de los Andes en las basuras y fogones de sitios de grupos cazadores recolectores de fines del Arcaico IV (3000 a 300 a.C.) (Cornejo et al. 1998). Tres aspectos son especialmente relevantes de estos grupos cordilleranos. Por una parte, el período Arcaico IV es un momento de cambio desde estrategias de movilidad residencial a movilidad logística, con campamentos base de más larga duración y 1  Lenz (1905-1910: 688) lo define como tierra de labor que no tiene riego de acequias y solo recibe agua de la lluvia. 2  La horticultura se caracteriza por el uso de áreas de producción reducidas, cerca de la unidad doméstica, donde se cultivan un conjunto diverso de taxa. Por lo general su finalidad es el autoconsumo e implica el uso de un equipo tecnológico simple. La agricultura en cambio, implica mayor extensión de cultivos, intensidad y rendimiento de los mismos y en consecuencia la necesidad de incrementar la mano de obra y/o tecnología (Harris y Hillman 1989).

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

499

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

con un incremento de la importancia de los vegetales en la dieta (Cornejo y Sanhueza 2011a). Por otra, las evidencias provienen de sitios localizados en el alto Maipo, cercano a un paso cordillerano bajo, que facilitaría la integración de las vertientes oriental y occidental de los Andes dentro de circuitos de movilidad de cazadores recolectores, en los que incluso podrían participar grupos familiares completos (Cornejo y Sanhueza 2011b). Por último, Cornejo y Sanhueza (2011a y b) han planteado la coexistencia de dos comunidades de cazadores-recolectores en este sector de la vertiente occidental de la cordillera, con diferentes formas de ocupar el espacio y de organizar las relaciones sociales y las redes de acceso a bienes, y ambos reflejan el conocimiento y eventual consumo de Chenopodium. Las evidencias se han recuperado de dos sitios: Las Morrenas 1 y El Plomo, localizados frente a la ciudad de Santiago a 2070 y 2500 msnm, que fueron ocupados temporalmente aprovechando las estaciones de deshielo y ausencia de nieves, entre los meses de agosto/septiembre hasta marzo/abril. El sitio El Plomo (1460 a 1340 a.C.) evidencia Chenopodium cf. C. quinoa, con cantidades similares entre ejemplares carbonizados y otros en condición desecada. Estos últimos no presentan radícula, no alcanzan tamaños mayores a 0,8 a 1 mm de diámetro y conservan una coloración natural blanco-marfil del perisperma, margen truncado/redondeado, ausencia de testa y prominencia del embrión (beak) (Planella et al. 2011). Por su parte, en el alero Las Morrenas 1 (1250 a 980 a.C. fechado AMS directo en semillas) se recuperó Chenopodium cf. C. quinoa. En este sitio todos los ejemplares están carbonizados, lo que impide su adscripción taxonómica a nivel de variedad o de especie. La mayoría presenta la radícula desprendida del resto de la semilla o el extremo de la misma está hinchado o levantado supuestamente por la carbonización (Planella et al. 2005). Esta zona continuó siendo ocupada por cazadores-recolectores hasta tiempos de la Colonia, los que deben haber sido agentes permanentes de contactos, comunicación e intercambio con la vertiente oriental de Los Andes. Muchos sitios del Arcaico IV fueron ocupados durante el período Alfarero Temprano, con el mismo énfasis de la tecnología lítica arcaica y utilizando contenedores cerámicos probablemente obtenidos de los horticultores del valle (Cornejo y Sanhueza 2003). Se ha discutido acerca de la existencia de ancestros y manipulación local de Amaranthaceae en la región central, o si el género Chenopodium llegó por vía de difusión natural seminal o por contactos entre grupos humanos. Sobre este tema existen al menos tres líneas de investigación que requieren aún de mayor atención, de datos arqueológicos y estudios de ecosistemas. Una de ellas la conforman los estudios de polen (Villa Martínez et al. 2003, entre otros) que indican la presencia/disponibilidad de Amaranthaceae en las columnas analizadas en esta región, durante el Holoceno. Otra línea son las evidencias arqueológicas en la alta cordillera 3 recién mencionadas. Una tercera línea es la existencia hasta la actualidad, en los valles de la Cordillera de la Costa de las provincias de O´Higgins y Maule (34º a 35º S) y hasta una cota de 300 msnm, de cultivos de una particular subespecie de quinoa llamada «de nivel de mar», quinoa costera, quinwa o dahue (etnónimo mapuche) (Bertero 2007; Tapia 1979; 3  Las excavaciones en sitios del período Arcaico tardío en valles y costa son muy escasas, por lo que no se puede determinar si existen estos mismos contextos arqueobotánicos fuera de la cordillera.

500

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Wilson 1988) que presenta atributos relictuales, como la inflorescencia glomerulada de sus panojas y el perisperma siempre traslúcido de sus semillas que la distinguen de la quinoa altoandina. Su reducido tamaño es común con los vestigios recuperados en distintos sitios arqueológicos de la región central de Chile y que se modifica en el período Intermedio Tardío con especímenes de diámetro mayor (Planella et al. 2005). El común estado de carbonización no permite visualizar si el perisperma es cristalino, como el del ecotipo «de nivel de mar» (Tapia 1979), o si es opaco como en la quinoa altiplánica (Tagle y Planella 2002). Wilson (1988) señala que la presencia de un perisperma traslúcido y la inflorescencia glomerulada, ambos rasgos arcaicos asociados a variedades silvestres, sugieren que los grupos costeros existentes se derivaron de la quinoa andina en forma previa al desarrollo del perisperma harinoso y la inflorescencia amarantiforme en las tierras altoandinas. Para este autor la quinwa o dahue también estudiada en la isla de Chiloé, constituye una forma arcaica de quinoa derivada en épocas pretéritas de ancestros que experimentaron diferenciaciones significativas en las tierras altoandinas. Según Bertero (2007), la evidencia basada en el análisis de los patrones de interacción genotipo por ambiente, datos morfométricos, de comparación de isoenzimas, de caracterización molecular de germoplasma usando diferentes marcadores y su particular adaptación a baja altitud, coinciden en señalar a estos materiales de nivel de mar como un grupo separado de aquellos andinos. 4. Las primeras comunidades alfareras Las Comunidades Alfareras Iniciales (300 a.C. a 200 d.C.) representan los primeros grupos que usan tecnología alfarera en la región. Presentan similitudes con los cazadores-recolectores del período Arcaico anterior, en especial en las tradiciones líticas orientadas a la caza, lo que sugiere continuidad en algunos aspectos de los modos de vida (Sanhueza y Falabella 1999-2000). La quinoa domesticada aparece, en la mayoría de ellos, asociada siempre a una gran variedad de productos silvestres, leguminosas y gramíneas. Si bien los sitios investigados son escasos, se ha registrado Chenopodium quinoa en el sitio Lenka Franulic, en la capa inferior del sitio Lonquén (85 ± 200 a.C., 105 ± 200 a.C.) (Sanhueza et al. 2003), en enterramientos del sitio El Mercurio desde la Fase I (120 ± 180 d.C., 150 ± 150 d.C.) (Falabella 2000a), desde los niveles más antiguos en el sitio La Granja (110 a 550 cal d.C) y, con fechas algo más tardías, en el sitio Estación Quinta Normal (Belmar et al. 2010). La incorporación de cultivos debió modificar los modos de vida, por los requerimientos del ciclo de siembra-cosecha y de la preparación y cuidado de los suelos y las plantas durante su desarrollo. No obstante, los huertos de quinoa no presentan mucha demanda durante su crecimiento y pudieron integrarse bastante bien a la movilidad que tradicionalmente tuvieron los cazadoresrecolectores para obtener las fuentes naturales de alimento. La quinoa puede haber contribuido a una readecuación de los equilibrios nutritivos en una población que está cambiando sus hábitos alimentarios. El valor promedio de δ15N (4,5‰) obtenido de 7 individuos señala un bajo consumo de carne, importante fuente de proteínas de los cazadores recolectores del período Arcaico. Esta alimentaRevista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

501

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

ción más «vegetariana» de dichas comunidades pudo ser propiciada por el alto aporte proteico y la diversidad de aminoácidos esenciales de alta calidad que aporta la quinoa como alimento. Los valores de isótopos estables de carbono (promedio δ13Ccol -20,1‰ y δ13Cap -12,2‰) son coherentes con una alimentación basada en recursos C3, entre los que se cuenta la quinoa y los frutos silvestres (Falabella et al. 2007). Otro factor relevante en estos procesos de cambio es la fabricación de piezas de alfarería que se inicia en esta época. El uso de ollas de cerámica beneficia la preparación de la quinoa y también otros productos silvestres, facilitando una adecuada cocción y posterior proceso de digestión. En efecto, una de las hipótesis sobre los orígenes de la tecnología alfarera en el centro de Chile, es que fue un fenómeno local fruto de un largo proceso de observación y experimentación asociado a las actividades de preparación de alimentos realizadas en torno a los fogones (Falabella y Planella 1988-89). No obstante, dado que no existen evidencias arqueológicas de las etapas de experimentación alfarera, también se ha planteado que los conocimientos técnicos sobre su manufactura, así como la introducción de los primeros cultivos, derivarían de contactos con vecinos. Sus expresiones particulares son de características netamente locales; ambos aspectos pueden estar más relacionados con la preparación y consumo de recursos durante prácticas ceremoniales y de orden social que con la alimentación cotidiana (Sanhueza y Falabella 1999-2000, Sanhueza et al. 2003). Estos son temas que siguen abiertos en la arqueología de la región. 5. Los grupos Bato del período Alfarero Temprano En Chile central, desde ca 200 d.C. se evidencia una nueva realidad cultural, marcada por la coexistencia de una variedad de contextos reflejo de grupos humanos con identidades sociales diferenciadas. Algunos de ellos, como Bato, Llolleo y los cazadores-recolectores en la cordillera, han sido estudiados y descritos con cierto nivel de resolución y otros, representados a veces por un sitio solamente, aún son parte de una variabilidad que se sigue investigando (Sanhueza et al. 2003, Cornejo y Sanhueza 2011a). Los grupos Bato tienen las fechas más tempranas y se traslapan con las Comunidades Alfareras Iniciales, con las cuales comparten bastantes similitudes culturales (p.ej. el uso de tembetá, asas mamelonares) y se proyectan temporalmente hasta fines del período Alfarero Temprano (1200 d.C.). Muestran cambios en sus prácticas funerarias y en ciertas características de las vasijas, pero mantienen una «fuerte tradición cazadora recolectora» (Sanhueza et al. 2003:44), con tradiciones líticas del Arcaico y movilidad dentro de sus territorios, tanto a lo largo de la costa como en los valles del interior. En general, los asentamientos son de corta duración, emplazados en torno a quebradas y lagunas o zonas con napas freáticas altas. Se organizan en unidades sociales pequeñas, con escasas evidencias de formas de integración social a nivel regional. Los registros arqueobotánicos de sitios estudiados muestran que ellos también mantuvieron una dieta en gran parte basada en recursos silvestres, siendo los productos cultivados sólo un ingrediente más de los alimentos. Entre éstos sin duda la quinoa es el más ubicuo y aparece por primera vez el maíz (Zea mays), aunque con una representación escasa. 502

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Cuadro 2: Rango de tamaños de Chenopodium quinoa en distintos sitios analizados Adscripción cultural

Período Arcaico IV Comunidades Alfareras Iniciales

Grupos Bato

Grupos Llolleo

Periodo Intermedio Tardío

Periodo Tardío

Sitio

Descripción

Rango de tamaños (diámetros en mm) Mínimo Máximo

Las Morrenas 1

Chenopodium cf. C. quinoa

1,4

1,5

El Plomo

Chenopodium cf. C. quinoa

0,8

1

Lonquén

Sin radícula

0,8

1

Lonquén

Entero

-

1

Estación Quinta Normal Sin radícula

0,5

1,7

Estación Quinta Normal Entero

-

1,5

Las Brisas 3

Entero

1,2

1,5

Las Brisas 3

Sin radícula

0,8

1

El Membrillar 2

Sin radícula

1

1,5

ENAP 3

Sin radícula

0,8

1,2

ENAP 3

Entero

-

1,4

La Granja 1

Chenopodium sp.

1

1,3

La Granja 1

Entero

1

1,5

La Granja 3

Entero

-

1,8

Tejas Verdes 4

Entero

1,2

1,5

Las Brisas 10-14

Entero

1,7

1,8

Las Brisas 10-14

Sin radícula

1,2

1,3

Tejas Verdes 1

Entero

1,5

2

Popeta

Sin radícula

0.8

1,6

Popeta

Entero

0,8

1,5

Puangue

Sin radícula

0,9

1,5

Laguna de Matanzas

Entero

1,5

2

Puangue

Entero

0,9

1,3

Cerro Mercachas

Sin radícula

0,7

1,2

Cerro Mercachas

Entero

1,1

1,5

Cerro La Cruz

Sin radícula

0,6

1,3

Cerro La Cruz Momentos históricos Las Tejas 3

Entero

0,8

1,8

Entero

-

2

La quinoa se registra en sitios costeros desde la ribera sur del río Aconcagua, como El Membrillar 2 y ENAP 3 (140 a 540 d.C.) hasta el sur del río Maipo, como Las Brisas 3. En general los tamaños no van más allá de 1,5 mm y algunos presentan daños tafonómicos que pueden deberse a actividades de procesamiento o a las condiciones de depósito (Cuadro 2). En Las Brisas 3, además de quinoa se encontró un fragmento de cariopses de Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

503

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Zea mays en el estrato fechado (38 a.C. a 224 cal d.C.) y un fragmento de coronta o marlo de maíz, en la capa fechada 443 a 989 cal d.C. (Rivas y González 2008). Si bien restos de maíz están presentes desde fechas tempranas en contextos Bato, no parece haber tenido importancia en la dieta. Los valores isotópicos obtenidos de individuos Bato, tanto de la costa como del interior, sugieren un consumo escaso e irregular de esta planta. En la costa (9 individuos), considerando que parte de la alimentación proviene de recursos del mar, los valores δ13Ccol -18,0‰ ± 1,0 y δ13Cap -10,9‰ ± 1,5 reflejan un aporte prácticamente nulo de plantas C4. En el interior (9 individuos) en cambio, donde no hay aporte marino, tienen un promedio de δ13Ccol -16,7 ± 2,1‰ y δ13Cap -9,3 ± 2,0‰. La variabilidad entre individuos es significativa, con máximos y mínimos de δ13Ccol entre -20,6 y -13,6‰. Esta variabilidad es común en situaciones iniciales de consumo/uso de este recurso. No obstante las fechas directas de los individuos analizados, a excepción de la muestra que presentó el valor más empobrecido (δ13Ccol -20,6‰), son todas posteriores al 500 d.C. Esto deja abierta la posibilidad que no sean los grupos Bato propiamente tales quienes introdujeron el consumo de este cultígeno en la región sino, como se describe más abajo, los grupos Llolleo que a partir de esas fechas muestran formas de vida basadas en la horticultura de maíz. Es probable que sean algunas comunidades Bato las que experimentan con otras especies, como el madi (Madia sativa Mol.), que es una planta nativa americana sembrada por sus propiedades oleaginosas (Ovalle 1969 [1646], Zardini 1992).Con este antecedente, la presencia de la especie cultivada y la silvestre (Madia chilensis Nutt.) en los sitios arqueológicos evidencia su explotación y cultivo por grupos locales. Además, como parecen señalar algunas de sus vasijas cerámicas, que replican la forma de calabazas Lagenaria sp. que facilitan el transporte de líquidos, semillas u otros productos, podrían estar cultivando productos no alimenticios, ampliando el espectro de usos que aportan a los grupos tempranos las plantas cultivadas. La presencia de especies cultivadas en los registros arqueobotánicos indica que se adquirió de algún modo esta práctica. Las alternativas son múltiples, desde la obtención por intercambio o el surgimiento de plantaciones domésticas a pequeña escala. Restos de vasijas con golletes cribados, a modo de «regaderas» que pueden haber servido o representado una forma de riego inicial, rasgo que se pierde posteriormente en los contextos Llolleo, puede sugerir que estas poblaciones Bato sustentaban una incipiente y restringida horticultura (Planella y Tagle 2004). Los datos disponibles hacen difícil dilucidarlo por ahora. 6. Los grupos Llolleo del período Alfarero Temprano y la incorporación de nuevos cultígenos Los grupos Llolleo, parcialmente contemporáneos con los grupos Bato (400 d.C. a 1200 d.C.) e interdigitados en los mismos espacios, presentan características culturales diferentes en diversos aspectos: en sus adornos corporales, en las prácticas funerarias, en las estrategias expeditivas del instrumental lítico y en las formas y decoraciones de la alfarería (Falabella y Sanhueza 2005-2006). Los Llolleo son claramente horticultores. Manejaron un complejo que incluye Zea mays, Phaseolus sp., 504

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Lagenaria sp. y Cucurbita sp., además de Chenopodium quinoa. Los atributos morfológicos de la quinoa son similares a los anteriores pero sí se nota mayor ubicuidad y representatividad en los sitios. Los cambios se advierten en el maíz y en la presencia de nuevas especies. Entre éstas cabe destacar ciertas Poaceae con características morfológicas de sus cariopses que las aproximan a las del género Bromus L. (prof. Luis Faúndez, com. pers.) que los pueblos originarios de Chile cultivaban para su alimentación, entre ellas el Bromus mango o magu y Bromus berteroanus o teca. Lo reflejan la evidencia arqueobotánica, los análisis de isótopos estables y se aprecia indirectamente en la disminución de instrumentos líticos de caza, cambios en la morfología de los instrumentos de molienda y en su patrón de asentamiento (Falabella et al. 2008; Planella y Tagle 2004; Sanhueza et al. 2003; Sanhueza et al. 2007). No se conoce bien si primero los grupos familiares se establecen en forma dispersa en terrenos que reconocen como favorables para este tipo de actividades, o si la incorporación de productos que no tienen ancestros de origen local, como lo es Zea mays o Phaseolus sp., promueven dicha situación. En definitiva, hay nuevas exigencias que hacen necesaria la permanencia en los lugares en que se desarrollan las faenas hortícolas, por la dedicación y cuidado de las siembras para lograr buenas cosechas. Los conjuntos residenciales se encuentran en lugares con suelos fértiles cercanos a cursos de agua, muchos de los cuales se anegan con sus crecidas, aportando humedad para el cultivo y fertilizándolos. Esto ocurre principalmente en terrenos del secano costero y que se conocen como «rebaños». La organización y el manejo del territorio son distintos al de sus contemporáneos de la región, siendo de carácter más permanente en consonancia con un modo de vida de base hortícola y con formas de organización supra comunal. Al parecer se efectuaban rituales, probablemente en relación con las actividades y productividad hortícolas, posiblemente a modo de rogativas y reuniones para consolidar lazos de amistad, parentesco y cooperación. En estos lugares de «juntas» la comida y la bebida, así como prácticas tales como fumar, fueron actores fundamentales (Falabella et al. 2001) y en ellos se incorporaron tanto recursos silvestres como cultivados. Las características de los maíces, hua o uhua en mapudungun, se han estudiado en el valle central a través de mazorcas y granos carbonizados como en el sitio La Granja en la cuenca de Rancagua (500 d.C. a 1000 d.C.). Las mazorcas o corontas son pequeñas, de entre 3 y 5 cm de largo y las hileras de cariopses, pequeños y redondeados en el ápice, se ordenan en grupos de a dos conformando en total ocho hileras o «corridas». La carbonización, si bien excluye la posibilidad de conocer el color de los granos de este maíz, permite verificar que el grano más frecuente es de tipo «reventador», como es característico del maíz «curahua», maíz duro o de piedra en mapudungun (Falabella et al. 2008; Planella y Tagle 1998). También se podrían adscribir estos ejemplares al maíz de raza Araucano de la zona sur de Chile que presenta ocho corridas y un tamaño que no alcanza los 10 cm de longitud (Paratori et al. 1990; Timothy et al. 1961). En la cordillera, en capas del sitio Las Morrenas1 del período Alfarero Temprano, se recuperaron cariopses carbonizados enteros y fragmentados de tipo «reventador» junto a otros cariopses de maíz que presentan una hojuela fina que los cubre desde su parte basal hasta cerca del ápice, atributo que no se ha visto en otros sitios. Son Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

505

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

de forma alargada con superficie distal ligeramente redondeada; de costado presenta un perfil plano-convexo pero no tienen elementos diagnósticos para adscribirlos a una variedad específica de maíz (Planella et al. 2005). La localización cercana a pasos cordilleranos hacia la vertiente oriental de la cordillera andina, al igual que en el caso de Chenopodium quinoa del período Arcaico IV, facilita las posibilidades de intercambio de conocimientos y cultígenos con grupos transandinos donde se ha reportado una fecha temprana directa sobre Zea mays de 2065 ± 40 a.p. en el sitio Gruta del Indio (Rincón del río Atuel, Centro Oeste de Argentina) (Gil et al. 2006: 205). En la costa, cercano a la desembocadura del río Maipo, en un enterramiento en urna cerámica y su correspondiente galería de sepultación, en un momento ya tardío del período Alfarero Temprano (890 a 1.020 cal. d.C.) del sitio Tejas Verdes 4, Zea mays tiene una representatividad de 11,22% y Chenopodium quinoa 4,59% de un total de 196 macrorrestos carbonizados que incluyen Lagenaria sp. y flora nativa. En estos especímenes de maíz el endosperma es bastante parejo y fino, lo que podría indicar otra variedad que la descrita para el sitio La Granja (Planella y Tagle 1998; Planella 2005). La incorporación de nuevas variedades de maíz en un momento tardío de los desarrollos Llolleo (1048 a 1266 cal d.C) se constata también en corontas de maíz no carbonizadas en la Cueva Cerrillos de la precordillera de Rancagua, almacenadas junto a variedades de porotos, semilla de Lagenaria sp. y frutos de Retanilla ephedra, en una vasija de gran tamaño decorada con bandas rojas formando una estrella (Falabella et al. 2010). Estas corontas son de forma cilíndrica y apuntada hacia su extremo distal, con 16 hileras de cariopses dispuestas de manera levemente desordenada en relación al eje longitudinal. Las cúpulas presentan forma cuadrangular en la superficie exterior de la coronta, con un buen espacio de inserción, y rectangulares en la cara interior. La presencia de Zea mays en los contextos Llolleo y su utilización para el consumo con fines de prestigio, rituales y/ o económicos, ha sido también detectada por otras líneas de evidencia. Por una parte, a través del estudio de microfósiles recuperados en los contenidos de los ceramios de ofrenda de los enterramientos de la fase II del sitio El Mercurio, en la cuenca de Santiago (300 ± 140 d.C. a 1080 ± 90 d.C.), tanto en el material raspado de las paredes interiores de las vasijas, como en los sedimentos de color amarillo contenidos en jarros en los que se reportó 83.3% de silicofitolitos Panicoideae en los primeros y 89% de silicofitolitos Panicoideae en los segundos. Es posible atribuir el sedimento de color amarillo a un brebaje como «muday» por la presencia de fitolitos de una poácea de la misma familia botánica que el maíz (Planella et al. 2010a). Se han analizado igualmente los residuos adheridos a las piedras tacitas del sector Tiltil-Rungue-Montenegro, al norte de la ciudad de Santiago. Allí se han obtenido algunos almidones que corresponden a Zea mays con señales tafonómicas de procesamiento, los que pese a la dificultad de asignación temporal de estos residuos en los bloques con tacitas, se pueden asociar apropiadamente a la intervención de grupos alfareros y horticultores. En los sitios domésticos aledaños, los análisis de carporrestos y microfósiles permitieron confirmar el uso de maíz y una visibilidad mayor de otros recursos vegetales (Planella et al. 2013). Por otra parte, a través de análisis de isótopos estables, se obtuvo en poblaciones de la costa los valores promedio δ13Ccol -15,0‰ ± 0,9 y δ13Cap -9,6‰ ± 0,9 para ocho individuos que, 506

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

con alimentación marina parcial, reflejan un aporte reducido de plantas C4. En el interior, en cambio, 14 individuos de 10 sitios, sin dieta marina tienen valores promedio δ13Ccol -13,7‰ ± 0,6 y δ13Cap -8,0‰ ± 0,7 que señalan un aporte importante de Zea mays. El enriquecimiento del carbono y la regularidad de los valores de los individuos estudiados en esos diez sitios contrasta con otros dos sitios Llolleo, El Mercurio y Mateluna Ruz 1, donde los cuatro individuos analizados muestran una diferencia significativa en sus valores promedio: δ13Ccol -16,8‰ ± 0,4 y δ13Cap -9,6‰ ± 2,7. Esta diferencia no se justifica por una incorporación incipiente, ya que tienen fechas posteriores al 900 d.C. ni por diferencias de género. Existen una variedad de factores que pueden incidir además de posibles variaciones en los hábitos alimenticios entre individuos y/o comunidades Llolleo. El mayor enriquecimiento del carbono en la niñez de los mismos individuos, estudiada a través de la apatita del esmalte dental, sugiere que los niños fueron alimentados preferentemente con algún preparado a base de maíz, como el ulpo, tal como se mantiene en la actualidad en la zona rural de la región (Falabella et al. 2008). En el caso de los Phaseolus, las evidencias en los sitios arqueológicos Llolleo son en general más escasas que Chenopodium quinoa y Zea mays. No obstante en el sitio La Granja, que tiene sectores diferenciados con áreas de actividad doméstica y áreas de connotación ritual, se obtuvieron cantidades muy distintas de granos carbonizados de porotos, aparentemente Phaseolus vulgaris, entre ellos. En la parte doméstica presentan una densidad de 1,73 y en la ritual 0,007 granos por litro (Planella y Tagle 1998). Los mejores datos sobre los atributos físicos de los porotos provienen de los especímenes almacenados en la vasija Llolleo de la Cueva Cerrillos previamente mencionada, donde hay evidencias de una diversidad de Phaseolus que pudieron resultar de la facilidad para hibridar de esta especie (Singh et al. 1991) o de la introducción de distintas variedades. Se encontraron 16 semillas de porotos junto a maíz y calabaza en estado único de conservación porque los restos no estaban carbonizados, lo que permitió utilizar criterios morfológicos y de color para reconocer sus variedades. Algunos se identificaron como Phaseolus vulgaris que probablemente pertenecen a la raza Chile, una de las tres razas del grupo de germoplasma derivado del acervo genético Andino y que actualmente está adaptado desde el Extremo Norte (18°28’ lat. Sur) hasta Chiloé (42°29’ lat. Sur), pero relegado a áreas marginales (Bascur y Tay 2005). Chile es considerado un subcentro de diversidad genética cuyos ecotipos poseen ciertas características que no se encuentran en el germoplasma de otras razas (Singh 1989). Dado que en los reconocimientos realizados en Chile se confirmó la ausencia de poroto silvestre, los especialistas descartan la posibilidad de una domesticación local de la planta. Asignan la diferenciación de la raza Chile a la variación que sufrió el poroto común, después de su introducción desde algún centro de domesticación, como consecuencia de los procesos evolutivos y adaptativos locales (Bascur y Tay 2005). Los porotos de la Cueva Cerrillos presentan granos de tamaño medio, color beige moteado; granos de tamaño pequeño, redondeados color café oscuro; granos de tamaño pequeño, redondeado a ovalado, color negro moteado y granos de tamaño grande, ovalado y aplanado, color negro que podrían pertenecer a un tipo racial diferente (Gabriel Bascur, com. pers. 2005). La fecha AMS 1048 a 1266 cal d.C. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

507

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

de uno de estos porotos sitúa el contexto en el momento tardío del período Alfarero Temprano (Falabella et al. 2010). Creemos que la diferencia en el uso de los recursos silvestres y cultivados, como los señalados más arriba, así como de la caza, formaron parte de la definición de las identidades de los grupos del período Alfarero Temprano. Sugerimos que las preferencias no estaban determinadas tanto por el conocimiento y la disponibilidad de las especies, cuanto por las tradiciones que generación tras generación debieron ir conformando una idea de los productos apropiados para cada cual, en cada lugar y cada ocasión. 7. Los grupos Aconcagua del período Intermedio Tardío A fines del primer milenio, se consolidan profundos cambios en las poblaciones de la región central que configuran un nuevo escenario cultural y social conocido como cultura Aconcagua, entre los ríos Aconcagua y Cachapoal (1000/1200 a 1450 d.C.). Estos afectan prácticamente todas las prácticas sociales y manifestaciones culturales. Los factores que desencadenan los cambios no están claros, pero se piensa que son las mismas poblaciones del período Alfarero Temprano quienes provocan estos cambios y son agentes de los mismos (Cornejo 2010). Cambia la tecnología alfarera, las materias primas utilizadas, formas y decoraciones de las vasijas; las formas y uso de los instrumentos líticos; los ritos mortuorios se desplazan fuera de los lugares de residencia y conforman verdaderos cementerios donde las formas de entierro y la posición en que se disponen los individuos es radicalmente diferente. Se advierte una nueva relación con la fauna, en particular los guanacos, aparentemente «aguachados», es decir, mantenidos intencionalmente cerca de los hogares (Becker 1993). La población Aconcagua mantiene un patrón de asentamiento disperso, con ausencia de jefaturas a un nivel mayor que jefes de linajes, con unidades domésticas localizadas en lugares con buenas fuentes de agua (quebradas, vertientes, ríos, esteros) y de poca pendiente, aptos para los cultivos. La inmediata sucesión estratigráfica de los contextos Aconcagua sobre las ocupaciones tempranas en diversos sitios del valle del Maipo y la cuenca de Santiago, ha fundamentado la idea de que estas poblaciones usaron los mismos espacios y ambientes, continuando una tradición recolectora de plantas silvestres y productora de recursos cultivados, pero imprimiendo cambios en la escala de la producción, en la selección de los especímenes y en el abanico de las especies consumidas; ello probablemente por razones de diferencias de tamaño de la población y vivienda, así como de las modalidades de residencia. Un mayor énfasis en la presencia de especies consumibles y procesables bajo la forma de chicha es un aspecto del registro arqueobotánico en estos sitios, que sin duda encuentra su correlato con la presencia de vasijas aptas para hervir, macerar, conservar y finalmente para distribuir alimentos en un contexto de comensalidad dentro de las unidades familiares o en agasajos en casos de relaciones sociales (Falabella 2000b; Planella et al. 2010b). Otras particularidades se advierten en la oposición silvestre/domesticado de los recursos vegetales, los primeros preferentemente recuperados en contextos cordilleranos y de cordones montañosos, como Escobarinos 1 y Huechún 3, donde se 508

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

destacan los taxones silvestres arbóreos y arbustivos, o el Manzano 2 y El Carrizo, caracterizados por la presencia de especies silvestres arbustivas, herbáceas suculentas y por la especie cultivada Madia sativa (madi). En el valle, en cambio, los contextos domésticos de varios sitios (Talagante, Peñaflor, Popeta, Puangue y Las Pataguas) denotan la presencia de una variedad de recursos vegetales, entre los cuales las especies cultivadas adquieren relevancia y son representadas por Zea mays, Chenopodium quinoa y Fabaceae (Quiroz 2000). Algo similar ocurre cerca de la costa al sur del río Maipo en el sitio Laguna de Matanzas. La gama de actividades desempeñadas en estos sitios, concuerda con este registro diverso de taxones, en especial las ollas de cocina que presentan mucho hollín en las superficies exteriores, señal de exposición reiterada al fuego y paredes con altos índices de conductividad, lo que las hace altamente eficientes para cocer (Falabella 2000b). Creemos que estos son indicadores indirectos del incremento o mayor énfasis en las comidas preparadas sobre el fuego y eventualmente en ingredientes con necesidad de tiempos de cocción prolongados para eliminar sustancias tóxicas, como las legumbres. El estudio de microfósiles complementa la información sobre los cultivos, en particular sobre los contextos de uso. Es el caso del contenido interior de la base de un puco del sitio Fundo Esmeralda, Quillota, al interior de Valparaíso (Venegas et al. 2011), depositado como ofrenda en un entierro, en el que se detectó la presencia de silicofitolitos de Zea mays, Phaseolus sp. y Cucurbita sp. (Planella et al. 2008). Aunque la evidencia etnohistórica señale la existencia de platos indígenas que combinan estos alimentos y que estos taxones aparezcan asociados en la vasija, estos antecedentes no son suficiente aval para proponer que su consumo, en este contexto, fue simultáneo. La evidencia residual rescatada desde las paredes de una vasija corresponde a un promedio de los usos que se le dio durante su vida útil. Una vía para unir estos taxones a modo de ingredientes de una sola preparación culinaria puede lograrse a través del análisis de los daños que presentan los microfósiles, de tal manera que un patrón de daño similar en cada uno de ellos indicaría que fueron procesados según las mismas técnicas de preparación. Aun así, es posible obtener la misma asociación preparando sucesivamente y separadamente cada uno de estos alimentos. Por otra parte, en asentamientos del valle central, hay una cantidad importante de restos de vasijas para almacenaje, como es el caso del sitio Ruinas de Chada, en Angostura de Paine (Planella y Stehberg 1997) que sugiere la conservación de los productos cultivados y utensilios de molienda de gran capacidad que suponen una intensificación de su procesamiento. En sitios habitacionales como Huechún 3, al norte de la ciudad de Santiago, Puangue en el curso medio del río Maipo, Villa Cardenal Silva Henríquez al este de Catemu, se han reportado grandes cantidades de molinos de canal amplio y manos subrectangulares biconvexas apropiadas para la molienda y la producción a mayor escala de harina de maíz (Stehberg 1981). Los materiales para molienda, en este último, han mostrado microfósiles que avalan la molienda de maíz y quinoa en ellos, además de frutos silvestres como el molle y la palma (Giglio 2012). En este escenario, se observan mejoras de las semillas de acuerdo con las modificaciones experimentadas en los frutos. Las evidencias, tanto de la quinoa como del maíz, reflejan un aumento de tamaño, mayor variedad inter específica y ubicuidad, lo que supone un uso más constante y generalizado en la población (Cuadro 2). En el Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

509

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

caso de Zea mays, las mazorcas son de forma alargada con perfil cilíndrico, presentan entre 8 y posiblemente 16 hileras muy regulares y apretadas entre sí. En un fogón del sitio costero Tejas Verdes 1, por ejemplo, los 372 restos entre mazorcas, fragmentos de cúpulas y cariopses carbonizados, representan el 66,7% del total de macrorrestos analizados, lo que es un porcentaje significativo (Planella 2005). Los análisis de isótopos estables confirman este aumento en el consumo de plantas C4 (como Zea mays) en las poblaciones del período Intermedio Tardío, en relación a las del período Alfarero Temprano (Falabella et al. 2008). Los valores del carbono aumentan a un promedio δ13Ccol de -11.6 ‰ ± 0.8 y δ13Cap -6.6 ‰ ± 0.8 en los 19 individuos estudiados en valles del interior. En la costa los valores aparecen también enriquecidos, lo que indica que el maíz es parte de la dieta en forma generalizada en todos los ambientes de la región. El mismo estudio muestra valores isotópicos promedio del carbono más positivos en los individuos masculinos que en los femeninos, diferencia que creemos señala un consumo diferencial que se podría atribuir al acceso y consumo preferencial por parte de los hombres, a la chicha o muday de maíz en el marco de las relaciones interpersonales. Los porotos, al igual que el maíz demuestran cambios en su manejo, aunque éste se registre con menor frecuencia. Los 34 ejemplares en el sitio Tejas Verde 1, poseen rangos de tamaños asimilables a los que se encontraron en La Granja, sugiriendo que el aumento tamaño no es la variable evolutiva relevante de un período a otro y que probablemente lo sea el cambio en las variedades utilizadas. El registro de carporrestos recuperado en el sitio Las Pataguas en la localidad de Valdivia de Paine, al sur de Santiago, a través de un amplio universo de especímenes y especies de la familia Fabaceae, a saber 553 de Fabaceae, dos de Vicia sp., 43 ejemplares de Phaseolus sp. y dos de Phaseolus lunatus (Belmar y Quiroz 2003), dan fe de un proceso de experimentación horticultora que tiende hacia la multiplicación de variedades o por lo menos a la voluntad de hibridar especies, porque las modalidades reproductoras de la familia lo permiten (Ospina et al. 1980). Otro elemento a destacar en el sitio Las Pataguas se relaciona con la magnitud de las dimensiones, el potencial estratigráfico y el carácter ceniciento del rasgo basural desde donde provinieron las muestras. Esas características serían propias de modos de ocupación del espacio doméstico/ habitacional y de los recursos del período siguiente de contacto inca de Chile central y del norte semiárido, de acuerdo con la hipótesis de la intensificación de la producción de recursos y del aumento de la carga de población en los sitios (Belmar y Quiroz 2006a). Asimismo la evidencia disponible de P. lunatus en la región central se circunscribe a los ejemplares de Las Pataguas; en la zona del norte semiárido sus registros tampoco son frecuentes y sólo están asociados a la presencia inca. El contexto Aconcagua del sitio Las Pataguas, al sur de Santiago, fechado en 1440 d.C., se ve entonces permeado por especies distintivas del período Tardío, lo que se vuelve coherente con una interpretación dinámica de los procesos sociales y culturales de la región y del uso y/o préstamos de ciertos hábitos alimenticios por influencia de poblaciones políticamente dominantes. Un caso similar se manifiesta en Casa Blanca 10, sitio con fechas desde 1045 ± 90 d.C. y fragmentería cerámica incaica en las etapas finales de su depósito, que presenta quinoa y maíz en rasgos carbonosos cenicientos, y que a la luz de análisis de residuos en vasijas se complementan con taxones 510

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

tales como el ají de connotación incaica, ausente en los contextos de la región central hasta ese momento (Belmar y Quiroz 2008). Nuevamente se observa, entre la población local Aconcagua tardía, modos locales de producción y de ocupación del espacio pero penetrados diferencialmente, de acuerdo con la importancia estratégica del sitio, por elementos que denotan la presencia inca. Las evidencias expuestas dejan claro que con las poblaciones Aconcagua se expande y consolida la horticultura (Massone et al. 1998), provocando efectos y modificaciones en las actividades económicas, producción alfarera, costumbres y hábitos sociales relacionados al consumo de alimentos. 8. Contacto con el Tawantinsuyu durante el período Tardío Las instalaciones incas, tanto centros provinciales como secundarios, fueron posibles de administrar eficientemente por el Estado gracias a su conexión a través de un sistema de caminos o red vial que se adaptó a distintas situaciones orográficas, altitudinales y focos de atracción económica y social (Alconini y Malpass 2010). La expansión e incorporación de territorios al Tawantinsuyu, significó el establecimiento de procesos de interdigitación cultural entre grupos locales y el Inca como táctica para la integración de territorios periféricos y como un modo de acceder a la producción local (Sánchez 2004). Hacia ca 1440-1450 d.C. los territorios de Chile central comienzan a ser ocupados en forma discontinua y administrados por contingentes foráneos que traen consigo una serie de innovaciones en lo cultural, social, ritual, organización económica y arquitectura. Por sobre los avances que la arqueología y arqueobotánica han podido reconocer en los grupos Aconcagua, previos a la incursión inca, interesa destacar innovaciones como la ampliación de los terrenos de cultivo y extensión de acequias de regadío, la obtención de tributos a través del trabajo o mita, los trabajos comunitarios o minga y las relaciones sociales con grupos locales, normadas con énfasis en la reciprocidad. Todo ello contribuyó a reorientar y acrecentar los cuidados agrícolas y el almacenaje de productos en respuesta a las nuevas necesidades de administración y alimentación (Rossen et al. 2010), a sustentar los esfuerzos de la población con trabajos organizados bajo otros términos a los acostumbrados y a aceptar los mecanismos de sincretismo en las creencias y rituales, posiblemente en aquellos relacionados con los ciclos anuales de siembra y cosecha. Uno de estos mecanismos, es el uso del estatus cultural del maíz, expresado a través de su capacidad para revivir/recrear el mito de emergencia de la sociedad inca y por extensión, de legitimar el dominio del Tawantinsuyu (Bauer 1996). En la misma línea de interpretación, Harstof y Johannessen (1993) atribuyen al maíz cualidades simbólicas relacionadas con la transformación, relevantes en el entendimiento del proceso de expansión del incanato. Al participar como chicha, la carga simbólica del maíz le otorga un papel fundamental en los ritos y festejos religiosos, ejecutados con los propósitos de trasmitir y legitimar los valores y poder incas. En este nuevo escenario, también interviene la introducción de términos lingüísticos quechua que se van incorporando a la nomenclatura etno-taxonómica local y que también se refieren a productos vegetales, instrumentos y espacios para la agricultura. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

511

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Ejemplos de ello son chocllo, ch´alla, zara, muti, purutu, kinwa, zapallu, huminta, ch´arki, lampa, chacara (Planella et al. 2010b). Ciertamente, una estrategia de penetración cultural del imperio, se trasparenta en el riguroso manejo y consumo de recursos vegetales locales versus incas en los sitios ceremoniales y de congregación social, demarcados por la arquitectura y los espacios que ella genera. El Cerro la Cruz, en valle del Aconcagua, ejemplifica emblemáticamente esta disposición distintiva de la evidencia en su plaza intramuro y canchas, estando los espacios de congregación amplia, asociados al consumo de maíz y los más restringidos a las especies silvestres como el quisco y el quilo (Quiroz y Belmar 2013). No ocurre lo mismo en otros sitios rituales, cuando los espacios permanecen indiferenciados, como en Cerro Mercachas (situado en la cima de un cerro con muro perimetral), Villa Cardenal Silva Henríquez y Génesis 1 (sitios con elementos de funebria), donde éstos aparecen asociados. El cementerio Inca-local de Quinta Normal, en la ciudad de Santiago, nos muestra otra arista de estas diferenciaciones, esta vez en relación al tipo de vasija y la combinación de productos revelados por los análisis de microfósiles de los residuos en los enterratorios muestreados (Belmar y Quiroz 2007a). Dos vasijas contienen silicofitolitos de Zea mays (tipo «rondel») y Cucurbitaceae; un puco contiene solo Cucurbitaceae; un aríbalo evidenció Zea mays y Chenopodium quinoa y un cuenco tricromo engobado presentó Zea mays y un tricoma que posiblemente podría corresponder a Phaseolus spp. El Tambo Ojos de Agua, emplazado en el río Juncal, en la trayectoria hacia el paso cordillerano que comunica con el valle de Uspallata en Argentina, es en cambio un sitio vinculado a la red vial inca. Se trata de una estación de descanso destinada a la dotación de suministros para el tránsito por este camino con una serie de estructuras, entre ellas collcas de almacenaje y acequias (Garceau et al. 2010). En las estructuras se rescató un conjunto abundante de evidencias arqueobotánicas, tanto de plantas cultivadas (quinoa, maíz, ají, poroto, papa y calabaza) así como especies locales silvestres. Los investigadores asocian estos hallazgos con la provisión de alimentos a las caravanas, contribuyendo a descubrir preferencias culturales en la elección de qué plantas serían suministradas y la red de sitios que estarían aportando estos recursos, principalmente cultivados en el valle. No todos los sitios asociados a la red vial presentan estas características. Por ejemplo, en los sitios Pucara del Tártaro y El Tigre, al norte de San Felipe (Pavlovic et al. 2012), no se encontraron plantas cultivadas, lo que puede deberse a la funcionalidad de estos sitios con actividades más efímeras, o a problemas de erosión y conservación (Belmar y Quiroz 2006a, 2007b). Más al sur, en la cuenca del río Cachapoal el complejo defensivo de Cerro Grande de la Compañía, emplazado en un cerro isla, está compuesto por una plaza en la cima, tres muros perimetrales y numerosas collcas (Planella y Stehberg 1994). El contexto cuenta con análisis arqueobotánicos realizados en recintos y collcas que revelaron la presencia de las especies cultivadas Chenopodium quinoa, Zea mays, Madia chilensis, Helianthus cf. tuberosus y Lagenaria spp. (Rossen et al. 2010), que se relacionaron con almacenaje destinado al intercambio o para el aprovisionamiento ante una situación hostil. Ha de notarse entonces, que la presencia de macrorrestos de maíz ha sido recurrente en sitios administrativos-económicos, defensivos, como también en sitios habita512

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

cionales de la población local, tanto en áreas de fogones dentro de recintos, como en collcas, lo que sugiere su uso como alimento, bebida y también como producto de guarda como excedente de cosechas (Garceau et al. 2010; Planella et al. 1993; Rossen et al. 2010). Ha sido interesante refutar, a través de análisis de isótopos estables, que el consumo de maíz se intensificara entre toda la población, pese a la extensión de las plantaciones (Falabella et al. 2008). Los valores isotópicos de carbono de individuos que con toda probabilidad son indígenas locales, se empobrecen en relación con el período anterior (promedio δ13Ccol -13.1 ‰ ± 1.2 y δ13Cap -7.2 ‰ ± 0.9); su uso selectivo puede atribuirse a lo que se ha señalado para otras provincias del Tawantinsuyu (Hastorf y Johannessen 1993). De este modo, el sustento de la población en general habría continuado afianzándose en la caza y los cultivos tradicionales preincaicos, como el madi, la quinoa, porotos, zapallo y flora silvestre de fructificación estacional, junto a productos introducidos como el ají, algunos tubérculos y chuño, además del maíz. Es decir, también en materia de productos de alimentación se aprecia un sincretismo que refleja flexibilidad en los mecanismos de dominio formulados y ejercidos por el Inca en situaciones de frontera (Rossen et al. 2010). En la mayoría de los sitios estudiados, ciertas similitudes del registro arqueobotánico, como la abundancia, diversidad y aparición de especies o variedades específicas de plantas domesticadas, sugiere un modo de acceder, explotar y procesar los recursos vegetales según patrones definidos por las pautas culturales del Tawantinsuyu, que al parecer implican incremento de la escala y en la intensidad de la explotación, abarcando un amplio espectro de las labores domésticas y de subsistencia e involucrando tanto a las especies de plantas domesticadas como a las especies silvestres locales. En síntesis, estos contextos y la intensidad del depósito ilustran una forma de operar, una organización del trabajo y una presión sobre el ambiente que serían propios de la expansión inca. Sin duda la implantación del sistema económico y social tuvo que causar un cierto impacto en el paisaje vegetal, como resultado de la intensificación de la producción agrícola, lo cual se logra a través de la implementación de nuevas tecnologías, como los sistemas de regadío y la infraestructura de almacenamiento del excedente de producción. Algo análogo pero más radical ocurrió con la llegada de los españoles, quienes introdujeron nuevas especies y modificaron los hábitos alimenticios locales como parte consustancial de las estrategias para imponer su concepción del mundo y afianzar su dominio. Algunas gramíneas usadas por los indígenas, como el magu, se extinguieron reemplazadas por el trigo, y otras como la quinoa cayeron en desuso por ser consideradas «comidas de indios» y quedaron relegadas a sectores rurales donde se ha mantenido la costumbre de elaborar el pan de quinoa o «covquedahue» y la elaboración de «pihuelo», bebida en base a quinoa y harina tostada (Tagle y Planella 2002). 9. Conclusiones El recorrido de la presencia de recursos domesticados a través de los períodos de la historia prehispánica de Chile central trae a la superficie temáticas de discusión muy distintas según el momento tratado. Estas diferencias descansan principalmente en la distancia temporal que nos separa de cada uno de los períodos y del grado de Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

513

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

resolución y precisión de la información extraída en cada contexto. Así es que las poblaciones observadas por los conquistadores españoles son retratables con mayor fidelidad, dado que el escenario donde desplegaron sus relaciones socioculturales y sus matices de complejidad son potencialmente perceptibles en los relatos de las crónicas. La posibilidad de centrar la atención en problemáticas de diferente naturaleza de acuerdo con la disponibilidad de información, se considera la fortaleza de nuestra labor, en tanto obliga a profundizar aspectos que pasan desapercibidos en escenarios compuestos o de mayor complejidad. En el período Arcaico la evidencia dirige la atención hacia los inicios de los procesos de domesticación de la quinoa, dejando al descubierto la aparición de variedades de quinoa entre la zona de Cuyo-Mendoza y la zona central, que se diferencian del fenotipo de los especímenes procedentes de un centro de origen en los Andes Sur-Centrales (Bruno 2006). La presencia temprana de quinoa en estos contextos está ligada con los probables focos de ensayo en esa región del continente y el establecimiento del tipo de «quinoa de nivel de mar», dando a entender que los procesos de domesticación y la manipulación de plantas, a través de probables cruces de especies inter e intra genéricas, están profundamente arraigados en el tiempo y en las poblaciones arcaicas que debieron mantener relaciones más intensas con el entorno vegetal. La permanencia y ubicuidad de la quinoa en los períodos siguientes, se relaciona con el modo de vida móvil, cazador recolector de las Comunidades Alfareras Iniciales y Tempranas, pese a los énfasis diferentes según la tradición de uso de recursos y ocupación del territorio de cada uno. Finalmente en los períodos Intermedio Tardío y Tardío, el cultivo de «quinoa de nivel de mar» perdura junto con la introducción de quinoa altiplánica, notándose incremento en el tamaño de los especímenes, en concordancia con procesos avanzados de manipulación de cultígenos. Culturalmente, su consumo acumula carga simbólica, que ha sido insistentemente capitalizada por el estado inca en sitios de connotaciones rituales y a través de la probable implantación de modos de preparación culinarios. Otra figura se advierte en la mayor complejidad de la población Llolleo que se consolida de manera reveladora con el afianzamiento del maíz entre los recursos cultivados por estos grupos. Aunque la aparición más antigua de maíz esté consignada en un sitio Bato, los estudios isotópicos entre sus miembros muestran un consumo escaso y variable de este alimento. Es en el seno de los Llolleo donde se manifiesta un consumo regular, que se refrenda a través de la presencia de diferentes variedades/ razas en los sitios de diferente cronología o de su presencia a manera de posible muday en las vasijas. El maíz curahua «reventador», cuyo ordenamiento de los granos en cuatro dobles hileras es similar a la que se conoce hoy por raza araucana, ostenta la mayor frecuencia en los sitios, sin embargo es posible registrar cambios morfológicos en algunos de ellos, como al comparar los especímenes más antiguos, por ejemplo en el Alero Las Morrenas 1, con los más tardíos, de la cueva Cerrillos. En el período Intermedio Tardío las corontas de maíz experimentan cambios morfológicos y aumento de las hileras de cariopses, con evidencias de un amplio consumo por parte de estas poblaciones. En cambio, en el Período Tardío, en el que tal vez el maíz será objeto de instrumentalización económica/cultural y de producción intensificada, las poblaciones locales propenderán a un consumo menor de este cereal; esta información se de514

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

duce de los estudios de isótopos estables, sentando la idea que parte de la producción de Zea mays fue orientada hacia el sostén del sistema de tributación y redistribución de recursos del Tawantinsuyu. La incorporación del maíz entre los hábitos de consumo de las comunidades Llolleo, dado los cuidados de cultivo que requiere, se ha considerado como el rasgo que les confiere la calidad de horticultores, pero la presencia de Phaseolus en esos contextos le otorga aún más profundidad a esta premisa. La difícilmente explicable escasez de la evidencia del poroto en los sitios arqueológicos, ya sea por razones de conservación o por insuficiente investigación, contrasta con el antecedente de la existencia de una raza Chile, una de las tres reconocidas en el grupo de germoplasma derivado del acervo genético Andino. Cabe aclarar que en ausencia de ancestro silvestre en Chile, el advenimiento de esta raza se debe a la modificación temprana del poroto común, introducido desde algún centro de domesticación, desencadenada a modo de respuesta adaptativa a las condiciones locales. A pesar de disponer de pocos ejemplares, la riqueza contextual de algunos sitios, como La Granja en Rancagua, permitieron apreciar la densidad diferencial de porotos según la funcionalidad; mayor en los espacios domésticos y casi nula en el ritual. En otro registro de información, los excepcionalmente bien conservados porotos de la Cueva Cerrillos han permitido abordar la temática racial o de la variedad de la leguminosa, por cierto emparentada con la raza Chile. Ambos sitios, de fechas tardías dentro del período Alfarero Temprano, entregan las pautas de la discusión sobre la presencia de Phaseolus en el período Intermedio Tardío, durante el cual, los sitios de carácter doméstico como Las Pataguas, que con un amplio y diverso universo de ejemplares carbonizados, remite a un probable manejo de variedades e hibridación inter e intra específica, así como a la incorporación de especies de la Familia Fabaceae, Phaseolus lunatus, por influencia de los Andes Centrales. La intensidad de la relación con otras especies cultivadas a lo largo de la historia cultural de Chile central puede ser más difícil de definir, dada las reducidas pruebas de su presencia en los contextos. Este es el caso de las Cucurbitaceae, cuyo conocimiento se reafirma con las vasijas cerámicas fitomorfas del período Alfarero Temprano, Lagenaria entre los Bato y Cucurbita entre los Llolleo. La familia Cucurbitaceae se hace notar más durante los períodos Intermedio Tardío y Tardío, en los que se da el consumo variado y enriquecido de recursos, integrando parte de contextos domésticos, rituales funerarios, sitios defensivos o de la red vial incaica. La escasez de representación no hace concesiones con especies de utilidad muy destacada por los cronistas, como lo es el madi, el magu y la teca. La profundidad temporal de su uso se remonta a los grupos del período Alfarero Temprano. El rastro de estos taxones puede ser seguido en el período Intermedio Tardío y Tardío, en sitios de cordillera y valle indicando que su consumo se acantona en torno a las preferencias de grupos reducidos, pero cuyo cultivo o uso tiende a generalizarse después del período Intermedio Tardío. Finalmente, la presencia de especies americanas foráneas al contexto local, como el ají (Capsicum spp.), la maravilla (Helianthus spp.) o el poroto pallar (P. lunatus), mantiene estrecha relación con el arribo de especies promovidas por el Tawantinsuyu y participan de toda la gama de sitios funcionales de su esfera de acción. Es intereRevista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

515

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

sante que la presencia de ají, no sólo se ha consignado a partir de semillas dentro de recintos de almacenaje, sino también en residuos adheridos a las paredes de vasijas en el sitio Casablanca 10, lo que sugiere que la vía de incorporación de estos recursos alóctonos podía realizarse mediante la trasmisión y ofrecimiento de saberes culinarios. En suma, seguir la senda dejada por las plantas cultivadas en la zona central de Chile, es la oportunidad para mirar en perspectiva las formas de apropiación progresiva del ambiente vegetal y territorial y su relación con las disposiciones culturales de los diferentes grupos que habitaron esta región. En el estado de la investigación actual, la información no reúne las condiciones necesarias para dirimir cuestiones atingentes al proceso de domesticación en sí, pero lo cierto es que se aprecia que el proceso suscita acumulación de conocimiento, manejo y una tendencia hacia la inclusión cada vez más amplia de especies domesticadas. Agradecimientos: Agradecemos los comentarios y sugerencias de dos evaluadores anónimos que han contribuido a mejorar este texto.

10. Referencias bibliográficas Alconini, Sonia y Michael A. Malpass 2010 «Towards a Better Understanding of Inka Provincialism», en Distant Provinces in the Inka Empire, Michael A. Malpass y Sonia Alconini, eds, pp. 279-299. Iowa: University of Iowa Press. Bascur, Gabriel y Juan Tay 2005 «Colecta, caracterización y utilización de la variabilidad genética en germoplasma chileno de poroto». Agricultura Técnica 65 (2): 135-46. Bauer, Brian 1996 «Legitimization of the State in Inca Myth and Ritual». American Anthropologist 98 (2): 327-337. Becker, Cristian 1993 Algo más que 5.000 fragmentos de huesos. Memoria para optar al título profesional de Arqueólogo. Santiago: Universidad de Chile. Belmar, Carolina y Luciana Quiroz 2003 Informe análisis carpológico. Sitio Las Pataguas, Valdivia de Paine. Proyecto de rescate arqueológico del sitio Las Pataguas, Investigador responsable Katherine Westfall. Ms. 2006a «Los recursos vegetales de un asentamiento Inka en territorio Diaguita». Anales Museo de Historia Natural de Valparaíso 25: 79-96. 2006b «Informe Análisis carpológico sitio El Tigre». Informe Fondecyt Nº1040153, año 2006. Ms 2007a Análisis arqueobotánico: sitio Estación Intermodal Quinta Normal, microfósiles recuperados de los fragmentos cerámicos y ceramios. Informe 2da Etapa Proyecto Extensión Línea 5, Santa Ana-Matucana. Estaciones y Túneles Estaciones. Ms 2007b «Informe Análisis carpológico sitio Pukara El Tártaro». Informe Fondecyt Nº1040153, año 2007.Ms.

516

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

2008 Informe Análisis de Residuos: Casablanca 10. Informe Fondecyt Nº1040153, año 2008.Ms Belmar, Carolina, Luciana, Quiroz y Verónica Reyes 2010 «Las Comunidades Alfareras de la Zona Central son solamente cazadoras-recolectoras: una pregunta enunciada desde el registro carpológico del sitio Estación Quinta Normal, Línea 5 del Metro de Santiago», en Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo II, pp. 1179-1190. Santiago: Sociedad Chilena de Arqueología. Bertero, Héctor Daniel 2007 «Quinoas de ‘nivel de mar’, ¿resultado de una domesticación independiente?», en Libro de Resúmenes, Congreso Internacional de la Quinua, pág. 27. Iquique: CIHDE Universidad Arturo Prat. Bruno, Maria C. 2006 «A Morphological Approach to Documenting the Domestication of Chenopodium in the Andes», en Documenting Domestication: New Genetic and Archaeological Paradigms, Daniel Bradley, Melinda A. Zeder, Eve Emshwiller y Bruce D. Smith, eds. pp. 32-45. Berkeley: University of California Press. Cornejo, Luis 2010 «Hacia una hipótesis sobre el surgimiento de la cultura Aconcagua», en Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo I, pp. 341-50. Santiago: Sociedad Chilena de Arqueología. Cornejo, Luis, Miguel Saavedra y Héctor Vera 1998 «Periodificación del Arcaico en Chile central: una propuesta». Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología 25: 36-39. Cornejo, Luis y Lorena Sanhueza 2003 «Coexistencia de cazadores recolectores y horticultores tempranos en la Cordillera Andina de Chile central». Latin American Antiquity 14 (4): 389-407. 2011a «North and South: Hunter-Gatherer Communities in the Andes Mountains in Central Chile». Latin American Antiquity 22 (4): 487-504. 2011b «Caminos que cruzan la Cordillera: el rol del paso del Maipo en la ocupación de la Cordillera en Chile central». Revista Chilena de Antropología 23: 101-22. Falabella, Fernanda 2000a «El Sitio Arqueológico de El Mercurio en el contexto de la problemática cultural del período Alfarero Temprano en Chile central», en Actas del Segundo Taller de Arqueología de Chile Central. Documento electrónico, http://www.arqueologia. cl/Actas2/Falabella.Pdf, con acceso el 2/7/2015. 2000b «El estudio de la cerámica Aconcagua en Chile central: una evaluación metodológica». Contribución Arqueológica 5: 427-458. Falabella, Fernanda y M. Teresa Planella 1988-89 «Alfarería temprana en Chile central: Un modelo de interpretación». Paleoetnologica 5: 41-64. Falabella, Fernanda, y Lorena Sanhueza 2005-06 «Interpretaciones sobre la organización social de los grupos alfareros tempranos de Chile central: Alcances y perspectivas». Revista Chilena de Antropología 18: 105-33. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

517

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Falabella, Fernanda, M.Teresa Planella y Blanca Tagle 2001 «Pipe e tradizione di fumare nelle societa preispaniche del Periodo Agroceramicolo Precoce nella regione centrale del Cile». Eleusis. Nuova Serie 5:137-152. Falabella, Fernanda, M. Teresa Planella, Eugenio Aspillaga, Lorena Sanhueza y Robert H. Tykot 2007 «Dieta en sociedades alfareras de Chile central: Aporte de análisis de isótopos estables». Chungara 39 (1): 5-27. Falabella, Fernanda, M. Teresa Planella y Robert H. Tykoy 2008 «El maíz (Zea Mays) en el mundo prehispánico de Chile central». Latin American Antiquity 19 (1): 25-46. Falabella, Fernanda, Luis Cornejo, Itaci Correra, Elvira Latorre, Mario Vásquez y Lorena Sanhuenza 2010 «Los «escondrijos» en reparos rocosos de la zona de El Pangal y sus componentes culturales», en Actas XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo II, pp. 719-27. Santiago: Sociedad Chilena de Arqueología. Fuenzalida, Humberto 1966 «Climatología», en Geografía Económica de Chile, pp. 31-44. Santiago: CORFO, Editorial Universitaria. Garceau, Charles, Virginia Mcrostie, Rafael Labarca, Francisco Rivera y Rubén Stehberg 2010 «Investigación arqueológica en el sitio tambo Ojos de Agua, Cordillera del Aconcagua», en Actas XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo I, pp. 351-361. Valdivia: Dirección de Museología, Universidad Austral. Giglio, Antonella 2012 Paleoetnobotánica en un Contexto Ceremonial del Valle del Aconcagua. Caso de Estudio de Villa Cardenal Raúl Silva Henríquez. Tesis inédita. Santiago: Universidad Internacional SEK. Gil, Adolfo, Robert H. Tykot, Gustavo Neme y Nicole Shelnut 2006 «Maize on the Frontier; Isotopic and Macrobotanical Data From Central– Western Argentina», en Histories of Maize: Multidisciplinary Approaches to the Prehistory, Linguistics, Biogeography, Domestication and Evolution of Maize, John E. Staller, Robert H. Tykot y Bruce F. Benz, pp. 199-214. Nueva York: Academic Press. Harris, David R. y Gordon C. Hillman 1989 «Introduction», en Foraging and Farming. The Evolution of Plant Exploitation, David R. Harris y Gordon C. Hillman, eds, pp.1-7. Londres: Unwin Hyman. Hastorf, Christine y Sissel Johannessen 1993 «Prehispanic Political Change and the Role of Maize in the Central Andes of Peru». American Anthropologist 95 (1): 115-138. Lavallée, Danielle 2000 «Les premiers producteurs de l´Amerique du Sud», en Premiers paysans du monde, Jean Guilaine, ed., pp.191-211. París: Édition Errance. Lenz, Rodolfo 1905-10 Diccionario Etimológico de las voces chilenas derivadas de lenguas indígenas americanas. Santiago: Universidad de Chile.

518

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

López, M. Laura, M. Cristina Bruno y M. Teresa Planella 2015 «El género Chenopodium: metodología aplicada a la identificación taxonómica en ejemplares arqueológicos. Presentación de casos de estudio de la región surandina», en Avances y desafíos metodológicos en Arqueobotánica. Miradas consensuadas y diálogos compartidos desde Suramérica, Carolina Belmar y Verónica Lema, eds., pp. 89-121. Santiago: Universidad SEK. Massone, Mauricio, Eliana Durán, Rodrigo Sánchez, Fernanda Falabella, Florence Constantinescu, Nuriluz Hermosilla y Rubén Stehberg 1998 «Taller cultura Aconcagua: evaluación y perspectivas». Boletín de la Sociedad Chilena de Arqueología 25: 24-30. Núñez, Lautaro, Juan Varela, Rodolfo Casamiquela, Virgilio Schiappacasse, Hans Niemeyer y Carolina Villagrán 1994 «Cuenca de TaguaTagua en Chile: El ambiente del Pleistoceno y ocupaciones humanas». Revista Chilena de Historia Natural 67 (4): 503-519. Ospina, Héctor Fabio, Rigoberto Hidalgo, Leonard Song y Paul L. Gepts 1980 Diversidad genética de las especies cultivadas del género Phaseolus. Colombia: Editores CIAT (Centro de Agricultura tropical). Ovalle, Alonso de 1969 Histórica relación del Reino de Chile [1646]. Santiago: Editorial Universitaria. Paratori, Orlando, Rodrigo Sbártaro y Claudio Villegas 1990 Catálogo de recursos genéticos de maíz de Chile. Boletín Técnico 165. Santiago: INIA. Pavlovic, Daniel, Andrés Troncoso, Rodrigo Sánchez y Daniel Pascual 2012 «Un tigre en el valle. Vialidad, arquitectura y ritualidad incaica en la cuenca superior del río Aconcagua». Chungara 44 (4): 551-569. Planella, M. Teresa 2005 «Cultígenos prehispanos en contextos Llolleo y Aconcagua en el área de desembocadura del río Maipo». Boletín Sociedad Chilena de Arqueología 38: 9-23. Planella, M. Teresa y Ruben Stehberg 1994 «Etnohistoria y arqueología en el estudio de la fortaleza indígena de Cerro Grande de La Compañía». Chungara 26: 65-78. 1997 «Intervención Inka en un territorio de la cultura local Aconcagua de la zona centro-sur de Chile». Tawantinsuyu 3: 58-78. Planella, M. Teresa y Blanca Tagle 1998 «El sitio agroalfarero temprano de La Granja: Un aporte desde la perspectiva arqueobotánica». Publicación Ocasional del MNHN n°52. Santiago: Museo Nacional de Historia Natural. 2004 «Inicios de presencia de cultígenos en la zona central de Chile, períodos Arcaico y Agroalfarero Temprano». Chungara 36 (volumen especial), tomo 1: 387-399. Planella, M. Teresa, Luis Cornejo y Blanca Tagle 2005 «Alero Las Morrenas 1: Evidencias de cultígenos entre cazadores recolectores de finales del período Arcaico en Chile central». Chungara 37 (1): 59-74. Planella, M. Teresa, Luciana Quiroz y Carolina Belmar 2008 «Avance de análisis de sedimentos contenidos al interior de un puco del período Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

519

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Intermedio Tardío procedente de excavaciones del sitio Fundo Esmeralda, San Pedro, Quillota». Manuscrito. Planella, M. Teresa, Virginia Mcrostie y Fernanda Falabella 2010a «El aporte arqueobotánico al conocimiento de los recursos vegetales en la población alfarera temprana del sitio El Mercurio», en Actas XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo II, pp. 1255-1265. Santiago: Sociedad Chilena de Arqueología. Planella, M. Teresa, Fernanda Falabella y Blanca Tagle 2010b «Reconstruyendo cocinas y recuperando sabores de Chile central prehispano», en Historia y cultura de la alimentación en Chile, Carolina Sciolla, comp., pp. 63-85. Santiago: Editorial Catalonia. Planella, M. Teresa, Gabriela Santander y Virginia Mcrostie 2013 «Estudio morfo-tecnológico y análisis de microfósiles en piedras tacitas de Chile Central», en De las muchas historias entre las plantas y la gente. Alcances y perspectivas de los estudios arqueobotánicos en América Latina, Sneider Rojas-Mora y Carolina Belmar, eds, pp. 113-128. BAR International Series. Oxford: Archaeopress. En prensa. Planella, M.Teresa, Rosa Scherson y Virginia Mcrostie 2011 «Sitio El Plomo y nuevos registros de cultígenos iniciales en cazadores del Arcaico IV en Alto Maipo, Chile central». Chungara 43 (2): 189-202. Planella, M. Teresa, Rubén Stehberg, Blanca Tagle, Hans Niemeyer y Carmen del Rio 1993 «La fortaleza indígena del Cerro Grande de La Compañía (Valle del Cachapoal) y su relación con el proceso expansivo meridional incaico», en Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo II, pp. 403-421. Santiago: Sociedad Chilena de Arqueología. Quiroz, Luciana 2000 Hábitos alimenticios en los grupos culturales de la región Central de Chile, durante el contacto cultural con el grupo hispánico: un estudio realizado desde la evidencia vegetal. Trabajo presentado en el Seminario de Etnoarqueología y Etnohistoria, Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Ms. Quiroz, Luciana y Carolina Belmar 2013 «El rol de las plantas en el entendimiento de la estrategias de dominación Incaica en el sitio Cerro La Cruz (Vª Región, Chile)», en De las muchas historias entre las plantas y la gente. Alcances y perspectivas de los estudios arqueobotánicos en América Latina, Sneider Rojas-Mora y Carolina Belmar, eds., pp. 55-73, BAR International Series. Oxford: Archaeopress. En prensa. Rivas, Pilar y Josefina González 2008 «Las Brisas-3, sitio Agroalfarero Temprano en Santo Domingo. V Región, Chile». Clava 7: 27-49. Rossen, Jack, M. Teresa Planella y Rubén Stehberg 2010 «Archaeobotany of Cerro del Inga, Chile, at the Southern Inka Frontier», en Distant Provinces in the Inka Empire, Michael A. Malpass y Sonia Alconini, eds., pp. 15-43. Iowa: University of Iowa Press.

520

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

Sánchez, Rodrigo 2004 «El Tawantinsuyu en Aconcagua (Chile central)». Chungara 36 (2): 325-336. Sanhueza, Lorena y Fernanda Falabella 1999-2000 «Las Comunidades Alfareras Iniciales en Chile central». Revista Chilena de Antropología 15: 29-47. Sanhueza, Lorena, Mario Vásquez y Fernanda Falabella 2003 «Las sociedades Alfareras Tempranas de la cuenca de Santiago». Chungara 35 (1): 23-50. Sanhueza, Lorena, Luis Cornejo y Fernanda Falabella 2007 «Patrones de asentamiento en el período alfarero temprano de Chile central». Chungara 39 (1): 103-115. Santana, Rómulo 1966 «Reseña geográfica de Chile», en Geografía Económica de Chile, pp. 1-17, Santiago: CORFO, Editorial Universitaria. Singh, Shree P. 1989 «Patterns of Variation in Cultivated Common Bean (Phaseolus vulgaris, Fabaceae)». Economic Botany 43 (1): 39-57. Singh, Shree P., Paul Gepts, y Daniel G. Debouck 1991 «Races of Common Bean (Phaseolus vulgaris, Fabaceae)». Economic Botany 45 (3): 379-396. Stehberg, Rubén 1981 «El complejo prehispánico Aconcagua en la Rinconada de Huechún». Publicación Ocasional MNHN 35. Santiago: Museo Nacional de Historia Natural. Tagle, Blanca y M. Teresa Planella 2002 La quinoa en la zona central de Chile. Supervivencia de una tradición prehispana. Santiago: Editorial IKU. Tapia, Mario 1979 «Historia y Distribución geográfica», en Quinoa y Kañiwa. Cultivos andinos, M. Tapia, H. Gandarillas, S. Alandia, A. Cardozo, A. Mujica, R. Ortiz, V. Otazu, J. Rea, B. Salas y E. Zanabria, eds., pp. 11-19. Bogotá: Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas (IICA) – Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (CIID). Timothy, David H., Bertulfo Peña y Ricardo Ramírez 1961 Races of Maize in Chile. National Research Council Publication 847. Washington D.C.: National Academy of Sciences. Valdivia, Pedro de 1960 «Cartas al Emperador Carlos V» [1545], en Crónicas del Reino de Chile, Tomo 131: 1-74. Biblioteca de Autores Españoles. Madrid: Atlas. Venegas, Fernando, Hernán Avalos y Andrea Saunier 2011 Arqueología e historia del curso medio e inferior del río Aconcagua. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso. Villa-Martínez, Rodrigo, Carolina Villagrán y Bettina Jenny 2003 «The Last 7500 cal yr B.P. of Westerly Rainfall in Central Chile Inferred from Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

521

María Teresa Planella et al.

Huertos, chacras y sementeras...

a High-Resolution Pollen Record from Laguna Aculeo (34ºS)». Quaternary Research 60: 284-293. Vivar, Gerónimo de 1979 Crónica y relación copiosa y verdadera de los Reinos de Chile [1558]. Berlin: Colloquium Verlag. Wilson, Hugh D. 1988 «Quinua biosystematics I: Domesticated populations». Economic Botany 42 (4): 461-77. Zardini, Elsa 1992 «Madia sativa Mol. (Asteraceae-Helianthaceae-Madiinae): An Ethnobotanical and Geographical Disjunct». Economic Botany 46 (1): 34-44.

522

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 495-522

Demografía humana e incorporación de cultígenos en el centro occidente argentino: explorando tendencias en las fechas radiocarbónicas Adolfo F. Gil CONICET/IANIGLA Grupo Vinculado San Rafael – Universidad Nacional de Cuyo [email protected]

Miguel A. Giardina CONICET/IANIGLA Grupo Vinculado San Rafael [email protected]

Gustavo A. Neme CONICET/IANIGLA Grupo Vinculado San Rafael [email protected]

Andrew Ugan Far Western ARG (Davis, California) – University of Utah – Museo de Historia Natural de San Rafael (Mendoza, Argentina) [email protected] Recibido: 25 de marzo de 2014 Aceptado: 23 de junio de 2014 RESUMEN Clásicamente el origen y la dispersión de la agricultura se han explicado al menos parcialmente por variables demográficas. Este estudio, de carácter preliminar, explora el uso de la frecuencia de fechas radiocarbónicas como un proxy demográfico y con tales tendencias se compara la dispersión de cultígenos en el centro occidente argentino. Se acepta la región como el límite sur de la expansión agrícola prehispánica y sobre esa base se comparan las tendencias radiocarbónicas de tres sectores definidos heurísticamente: Norte, Centro y Sur. El trabajo analiza 344 fechas para los últimos 5000 años 14C provenientes de 166 sitios arqueológicos. La suma de probabilidades muestra patrones similares entre los tres sectores pero registra menos variaciones temporales en el Norte, luego en el Centro y finalmente en el Sur, lo que podría entenderse como una correlación con la estabilidad demográfica donde el sector Norte muestra un patrón más estable que en el Centro y estos que el Sur. Palabras clave: Centro occidente argentino, Mendoza, Holoceno tardío, agricultura, demografía.

Human Demography and Domestic Plants in Central Western Argentina: Exploring Trends in Radiocarbon Dates ABSTRACT Classically, the origin and spread of the farmers at least have been explained by demographics variable. This paper preliminarily explores the use of the frequency of radiocarbon dates as a demographic proxy and compares such trends to cultigens scattering in central western Argentina. The region is accepted as the southern boundary of Prehispanic agricultural expansion and on that basis the radiocarbon trends compare three sectors: North, Central and South. The paper analyzes 344 radiocarbon dates from the last 5000 14C years and 176 archaeological site recorded between 30° and 37° S. The sum of probabilities shows similar patterns among the three sectors but less variation recorded in the North than in Center and the South. This could indicate a correlation with demographic stability where the North shows a more stable than those in the Center and the South pattern. Key words: Central Western Argentina, Mendoza, Late Holocene, Agriculture, Demography.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

523

ISSN: 0556-6533

http://dx.doi.org/10.5209/rev_REAA.2014.v44.n2.50728

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Sumario: 1. Introducción. 2. Centro occidente argentino, registro arqueológico y estrategias humanas en el Holoceno Tardío. 3. Metodología. 4. Cultígenos en el centro occidente de Argentina. 5. Tendencias en las fechas radiocarbónicas. 6. Discusión. 7. Conclusión. 8. Referencias bibliográficas.

1. Introducción La estructura demográfica poblacional es una variable crucial para explicar procesos ecológicos y, entre ellos, los de la evolución humana (Lahr y Foley 1998; Muscio 2012). La explicación del origen y dispersión agrícola ha sido uno de los temas que más se ha apoyado en la variable demográfica (Cohen 1977; Binford 1968; Binford y Chasko 1976). Este trabajo se propone revisar las discusiones sobre el significado del registro asociado a las plantas domésticas prehispánicas en el centro occidente argentino e intenta indagar la relación entre tendencias demográficas y la dispersión agrícola en ese sector. Se ha postulado el centro occidente argentino como límite meridional de la dispersión agrícola (Gil y Neme 2013; Gil et al. 2010, 2011; Gil, Neme et al. 2014; Johnson et al. 2009; Lagiglia 1977, 1982). Esta situación ha quedado definida principalmente sobre la base de la dispersión espacial y temporal del registro de macro-restos de plantas domesticas entre las que se destaca el maíz, pero también incluye el registro de especímenes como poroto, zapallo, y quinoa (Lagiglia 2001). Dicho límite habría quedado establecido hace unos 2.000 años, generándose una frontera con cazadores recolectores hacia el sur del río Atuel que persistió hasta el establecimiento de poblaciones europeas. Recientemente se han planteado una serie de cuestionamientos a este modelo de la agriculturización en el centro occidente. Por un lado, se ha cuestionado que el registro de cultígenos implique necesariamente su asociación directa con estrategias agrícolas, las que en esta región se vincularon con grupos sedentarios (Gil 1997-1998). Como alternativa a esta idea se ha sugerido considerar situaciones de intercambio inter-poblacionales, entre otras (Gil 1997-98), en las que grupos de cazadores recolectores obtendrían plantas domésticas sin haberlas producido. Por otro, lado se ha debilitado también la idea de una agricultura significativamente importante y estable durante los últimos 2.000 años (Gil et al. 2010, 2011; Gil, Neme et al. 2014). Por el contrario, también se ha planteado que dicha importancia como base económica habría variado en el tiempo (Chiavazza y Mafferra 2010; Gil et al. 2009; Gil, Villalba et al. 2014). Los datos de dieta humana generados con base en isótopos estables de carbono, han señalado que esa no sería la tendencia al menos con el consumo del maíz (Gil et al. 2011; Gil, Neme et al. 2014). Finalmente, se ha desafiado la baja movilidad al punto de sedentarismo, que se ha asociado también con el establecimiento agrícola, y trabajos recientes, principalmente apoyados en resultados de isótopos estables en 18 O, han invitado a explorar la posibilidad de grupos humanos con una movilidad residencial mayor a la clásicamente asumida (Gil, Neme et al. 2014; Ugan et al. 2012). Más allá de estos intentos para caracterizar el significado de los cultígenos, hay pocos esfuerzos explícitos para abordar la forma y las causas de su incorporación (Johnson et al. 2009). Clásicamente el debate se ha focalizado, como en otras regiones del mundo, sobre el origen de los primeros agricultores; es decir si se trató de poblaciones autóctonas que cambiaron su subsistencia de cazadores a productores, o de 524

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

la migración de agricultores hacia tierras de cazadores-recolectores y su consecuente remplazo poblacional (Getz et al. 2012; Muscio 2007). Implícita o explícitamente, la mayor parte de los trabajos asocian el registro de los cultígenos con un incremento en la demografía humana (García 2010) y en algunos casos asocian su incorporación a la subsistencia como respuesta a un desequilibrio previo entre demografía humana y recursos. En la región ese desequilibrio se ha definido en la última década como «intensificación regional» (Neme 2007, 2009). El desequilibrio entre demografía humana y recursos, cuando se desarrolla entre cazadores recolectores, podría generar respuestas alternativas que no necesariamente conllevan la adopción de la agricultura (Binford 2001; Bettinger y Baumhoff 1982; Winterhalder y Lu 1997). En la región, los estudios que apuntaron a discutir este proceso de intensificación se focalizaron en el cambio temporal del registro zooarqueológico (Giardina 2012; Neme 2007; Neme et al. 2012, 2013; Otaola et al. 2012), arqueobotánico (Llano y Neme 2012) y antracológico (Andreoni 2015), así como en la cronología en la ocupación de los ambientes (Neme et al. 2006), entre otros. Algunos indicadores fueron más contundentes al señalar un cambio en el registro como el esperado en el mencionado proceso, mientras otros no permitieron corroborar las expectativas planteadas. A pesar de que todos estos modelos implican la estabilidad o el cambio demográfico, no hay en la arqueología regional del centro occidente un análisis explícito de esta variable. Es en este marco en el que el presente trabajo busca aportar preliminarmente resultados sobre los patrones demográficos del centro occidente argentino. Por un lado, se busca definir si hay una asociación temporal y espacial entre el registro y el consumo de cultígenos con un cambio en el patrón demográfico. Por el otro, se discute si la demografía en regiones en las que tradicionalmente se asumió el establecimiento de agricultura fue diferente a la de regiones vecinas donde esta práctica no se registró. La variación demográfica se estudia aquí mediante el análisis de la frecuencia de fechados radiocarbónicos y asumiendo los mismos como un proxy de la intensidad de ocupación y la demografía (Kelly et al. 2013; Rick 1987; Steele 2010). 2. Centro occidente argentino, registro arqueológico y estrategias humanas en el Holoceno Tardío Para el conocimiento arqueológico tradicional los ríos Diamante y Atuel (aprox. 34°30’ S; Figura 1) habrían funcionado durante los últimos 2.000 años como la frontera sur de la agricultura prehispánica, conformando la subárea cultural del Centro Oeste Argentino (Lagiglia 1977; Gil y Neme 2013); hacia el sur de dichos ríos la caza y recolección continuó como única forma de vida, incluso hasta el siglo XIX, definiéndose espacialmente como la subárea cultural Norpartagonia Mendocina Neuquina (Lagiglia 1977). El centro occidente argentino incluye ambas subáreas y se propone como una escala espacial no definida a priori por distribuciones de ítems arqueológicos; más bien es una unidad espacial heurística donde inter-juegan la variabilidad ambiental y arqueológica (Gil y Neme 2013). El presente análisis se basa principalmente en el registro arqueológico localizado entre 32° y 37° S (Figura 1). Los estudios previos se han centrado en tres aspectos. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

525

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Figura 1: Sitios arqueológicos mencionados en el texto con cronología radiocarbónica de los últimos 5.000 años AP (ver referencias en el Cuadro 2).

526

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Por un lado, la cronología de los primeros cultígenos, interpretada como la de los primeros agricultores (Bárcena 2001a; Lagiglia 2001); por otro, y como extensión del primer interés, la definición y segregación de agricultores precerámicos y agricultores alfareros (García 1992). Este interés supuso que la incorporación de la cerámica implicó un cambio cultural sobre las poblaciones preexistentes. El tercer interés de los investigadores ha sido intentar definir unidades culturales internas o facies, sobre el proceso de estos agricultores (García 1992; Lagiglia 2001). Salvo algunas ideas poco profundizadas, los trabajos no enfocaron las causas de esta transformación, tarea que se propuso como una etapa posterior al ordenamiento inicial (García 1992). Lagiglia (1982) planteó que los primeros agricultores se establecieron sobre la base de grupos demográficamente pequeños de familias que arribaron trayendo el conocimiento y los elementos para esta nueva forma de vida (Lagiglia 1982). Posteriormente (Lagiglia 2001) denominó ese proceso como «exploradores y colonizadores agrícolas iniciales». Esta instancia inicial fue entendida en un contexto de baja densidad demográfica (Lagiglia 2001). Para Lagiglia (2001) el posterior desarrollo aldeano y la incorporación de la tecnología cerámica se asociarían a incrementos demográficos. 3. Metodología Es reconocida la complejidad que implica la evaluación arqueológica de la demografía humana (Chamberlain 2006), más aún entender los procesos demográficos y sus causas (Muscio 2012; Belovsky 1988). Sin embargo, existen distintos proxies que, enmarcados junto con otra información ambiental y arqueológica, brindan un acercamiento al tema, al menos a gran escala. Entre estos proxies, el uso de frecuencias de fechas radiocarbónicas ha confirmado ser una línea de análisis sólida que genera nuevas hipótesis e implicaciones arqueológicas, ayudando a ajustar la explicación de procesos a largo plazo (Gamble et al. 2003; Rick 1987; Williams 2012). En este trabajo se analiza la frecuencia de fechas radiocarbónicas usando, por una parte, la frecuencia de eventos cada 500 años y, por otra, las tendencias en la suma de probabilidades. Para esto último se emplea el software OxCal. Las calibraciones generadas para estos análisis se basan en la curva de calibración IntCal13 (Reimer et al. 2013). Hemos preferido no utilizar la curva del hemisferio sur debido a que la misma no está aún construida con una sólida base empírica y es más bien una extrapolación controlada respecto a la del hemisferio norte. La distribución de densidad de probabilidades para las distintas fechas es un buen proxy de la demografía y/o intensidad de uso humano en una región (Williams 2012). La base para este proxy demográfico es el supuesto sobre la existencia de una relación entre el número de sitios arqueológicos fechados que caen en un intervalo determinado en una región determinada (o su suma de probabilidades) y la densidad poblacional. Como Shennan et al. (2013) destacan, hay una variedad de factores que pueden potencialmente alterar esta relación. Entre las debilidades de este tipo de análisis, se destacan los distintos intereses de investigación que influyen en la intensidad diferencial de los muestreos para análisis radiocarbónicos y los procesos tafonómicos Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

527

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

(Surovell et al. 2009; Williams 2012). También los distintos criterios para aceptar o no una fecha radiocarbónica (Gamble et al. 2003). Para interpretar la suma de probabilidades, Williams (2012) sugiere comparar los resultados con otros proxies. Entre estos proxies, aunque no explorados en este trabajo, tenemos la densidad de materiales líticos o la estructura del registro bioarqueológico humano, entre otros. La base de datos que aquí se emplea se ha generado desde la década de los 60 con los primeros fechados que se obtuvieron en la región. A pesar de ellos, la amplia mayoría de datos se procesaron desde la década de los 80 y principalmente durante los últimos 20 años. Los proyectos que generaron estos resultados apuntaron a distintos objetivos: por una parte la cronología de los primeros cultígenos y/o de las ocupaciones asociadas a ellos; otros buscaron fechas para caracterizar cambios en la historia cultural. Pero, en general, en una región con estudios iniciales como ésta, el énfasis se ha puesto en obtener cronologías generales de los procesos regionales, sin énfasis en algún momento particular de los mismos. Si bien se han fechado una diversidad de materiales, el claro predominio es de fechas obtenidas sobre carbón. Todas estas situaciones podrían generar algún sesgo sobre la intensidad de fechados diferenciales a lo largo del Holoceno tardío. Si bien esta situación es probable, el hecho de que la mayoría de los sitios aquí considerados tenga fechas nos permite controlar en parte esa situación. Por otra parte, el presente análisis es útil en el sentido de que mostrará la estructura temporal y las hipótesis son fácilmente refutables con la continuidad de los estudios. 4. Cultígenos en el centro occidente de Argentina Desde los inicios de las investigaciones arqueológicas en el centro occidente se registraron plantas domésticas que en ese entonces fueron atribuidas a agricultores muy recientes (Rusconi 1942). Los trabajos de Lagiglia en Gruta del Indio, generaron un fuerte cambio en esa idea al obtener las primeras cronologías radiocarbónicas sobre esas plantas y demostrar su mayor antigüedad, estimativamente 2000 años AP, respecto a las ideas predominantes en la época que le daban una fecha cercana a la llegada de los europeos (Gonzalez 1985; Lagiglia 1962-68, 1980). Sobre esta base se interpretaron dichos restos como el registro de las primeras familias agricultoras en la región, definiendo así la cultura Atuel II (Lagiglia 1980). Trabajos en otros sectores del área confirmaron esta cronología y aceptaron dichos restos como producto de agricultores locales (Gambier 1977; Bárcena et al. 1985). El Cuadro 1 detalla los sitios con registro de cultígenos americanos para el sector en estudio. Allí se encuentran 32 sitios arqueológicos que incluyen algún cultígeno pre-europeo con nueve taxones identificados: Lagenaria sp., Zea mays, Cucurbitacea, Cucurbita ssp., Cucurbita máxima, Cucurbita moschata, Phaseolus ssp., Phaseolus vulgaris, Chenopodium quinoa y Capsicum sp. Aproximadamente el 80% de estos sitios registran maíz, destacándose sobre los otros grupos que incluyen alguna de las mencionadas cucurbitáceas (36% de los sitios), Phaseolus ssp. (9% de los sitios) y Chenopodium quinoa (6% de los sitios). La mayor frecuencia de estos sitios se da en el sector Central (entre 33° y 35° S) con un 60%, mientras que el sector Norte incluye un 36%(32°a 34° S) y un 4% el Sur (aprox. entre 35° y 37° S). Dentro de cada región, si se comparan la 528

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Figura 2: Localización de sitios arqueológicos con registro de plantas domésticas (ver referencias en el Cuadro 1) Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

529

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

1-El Mallín 2-Alero Montiel 3-El Carrizalito 4-Agua de Los Caballos-1 5-Puesto Ortubia-1 6-Puesto Carrasco 7-El Indígeno 8-Gruta del Indio 9-Las Tinajas 10-Zanjón del Buitre 11-Los Leones 5 12-Rincón del Atuel 1 13-Cueva Ponontrehue 14-Agua de la Mula 15-Cueva Pata de Puma 16-Cueva Km 15 17-Reparos del Rincón 18-Cueva del Cerro Negro 19-Reparo de las Pinturas Rojas 20-Zanjón del Morado 21-Jaguel III 22-Agrelo Patronato 23-Agua Amarga 24-Agua de la Tinaja I 25-El Jagüelito 26-Agua de la Cueva 27-Cueva del Toro 28-Cerro Aconcagua 29-Los Conitos 1 31-San Ignacio 32-Arboleda Norte



• •



• • • •

• • • •







• •

• • • •



• •

• • •

Chenopodium quinoa

Capsicum sp.

Phaseolus vulgaris

Phaseolus sp.

Cucurbita moschata

Cucurbita maxima



• • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •

Cucurbita sp.

Cucurbitacea

Zea mays

Lagenaria sp.

Cuadro 1: Taxa de plantas domésticas autóctonas registradas entre 31° y 37° Sur en el centro occidente argentino

Referencia

Gambier 1977 Gambier 1977 Gambier 1977 Hernández et al. 1999-2000 Gil 2006 Durán 2000 Neme 2007 • Lagiglia 1977 Lagiglia 2003 Gil 2006 Gil 2006 Gil et al. 2008 Lagiglia 2001 Lagiglia 2001 Rusconi 1942 Rusconi 1942 Rusconi 1942 Rusconi 1942 Lagiglia 1977 Lagiglia 1977 Bárcena y Roig 1981-82 Canals Frau y Semper 1956 Ots et al. 2011 • Bárcena et al. 1985 Sacchero y García 1988 Durán y García 1989 Sacchero 1988; García 1988 Schobinger 2001 Cortegoso 2006 Gasco et al. 2011 Canals Frau y Semper 1956

cantidad de sitios fechados respecto a los sitios con cultígenos registrados (estén estos sitios fechados o no), se obtiene una mayor proporción para el sector Norte (31%), seguida por el sector Central (22%) y finalmente el Sur (3%). 5. Tendencias en las fechas radiocarbónicas El análisis se basa en 344 fechas de radiocarbono registradas durante los últimos 5.000 años 14C (Cuadro 2). El Cuadro 2 detalla todas las fechas publicadas para los 530

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

sitios del sector en estudio y aceptadas por los investigadores que las generaron como asociadas a la ocupación humana. También se emplean fechas que, si bien no están publicadas, sí se pudo acceder a informes de su contexto. Así mismo se incluyeron aquellas fechas cuyas desviaciones estándar no superaron los 150 años. Para disminuir la sobrerrepresentación de ciertos contextos arqueológicos, se procedió a promediar las fechas cuando, proviniendo de un mismo sitio, no mostraron diferencias significativas al nivel del 95%. Este procedimiento se calculó con Calib 7.0. El conjunto de fechas utilizadas para los análisis proviene de sitios arqueológicos emplazados entre 31° y 37° S y 70° y 67° O, en el actual territorio de Mendoza (Figura 1). Las fechas se generaron principalmente sobre carbón (62,8%), pero también incluyen hueso humano (28,2%), macro-restos vegetales (5%), hueso de fauna (1,5%), leños (1,2%), cuero y excrementos de Abracoma sp. (0,6% respectivamente) y pelo (0,3%). El estudio compara tres sectores latitudinales: Norte (134 fechas en 61 sitios arqueológicos), Centro (108 fechas, 50 sitios arqueológicos) y Sur (102 fechas, 55 sitios arqueológicos). La Figura 1 señala los tres sectores y los sitios cuyas fechas se analizan en este trabajo. Cuadro 2: Base de datos radiocarbónica utilizada para los análisis presentados en este trabajo Nº

Sitio arqueológico

Unidad

1

Aconcagua

Momia

1 2 3 4 4 4 4 4 4

Aconcagua Agrelo-Patronato Agua Amarga Agua de la Cueva Agua de la Cueva Agua de la Cueva Agua de la Cueva Agua de la Cueva Agua de la Cueva

Momia

4 4 4

Agua de la Cueva Agua de la Cueva Agua de la Cueva

4 4 4 5 5 5 5 6

Agua de la Cueva Agua de la Cueva Agua de la Cueva Agua de la Tinaja I Agua de la Tinaja I Agua de la Tinaja I Agua de la Tinaja I Agua de los Pajaritos 1

7

Alberdi e Ituzaingó

7

Alberdi e Ituzaingó

8 8 8 8 8

Alero 1 Tambillos Alero 1 Tambillos Alero 1 Tambillos Alero 1 Tambillos Alero 1 Tambillos

2a-G33a 0,78 cm Ext 34, 1,30m Ext.37 1,44 m fogón nivel 14 extr. 29 2a-C51 2a-B49 Nivel I Nivel II Nivel III Nivel IV Sondeo 1. 35-45 cm

C2 Nivel 1 Nivel 1 Nivel 2 Nivel 2

Muestra Óseo humano Pelo Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Óseo humano Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón

Código lab. GX-19991

14 C años A.P.

370

Referencias

70 Schobinger 2001

BETA-88785 AC-0327 Beta-261727 AC-1563 BETA-44530 LP-1627 LP-1621 LP-1586 BETA26248/1 BETA-26249 AC-1562 UGA-8660

480 960 450 470 1090 1220 1330 1390 1450

40 80 50 90 60 70 60 50 40

Bárcena 1998 Bárcena 1989; 1998 Otz et al. 2011 Durán et al. 2014 García et al. 1999 Durán et al. 2014 Durán et al. 2014 Durán et al. 2014 Durán y García 1989

I-16773 I-16772 LP-324 AC-0732 BETA-6589 BETA-8580 GaK-10733 LP-2277

3460 100 García et al. 1999 4090 110 García et al. 1999 4720 80 García 1997 930 80 Bárcena et al. 1985 1360 70 Bárcena et al. 1985 2340 80 Bárcena et al. 1985 4510 130 Bárcena et al. 1985 1900 70 Chiavazza et al. 2010

1650 50 García y Sachero 1989 1700 150 Durán et al. 2013 2480 50 Gil et al. 2009

Carbón

LP-2073

230

Carbón

AC-1610

470

Madera Carbón Carbón Carbón Carbón

AC-0699 AC-0440 AC-0439 AC-0438 GaK-9666

830 1070 1110 1300 1430

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

±

60 Chiavazza y Mafferra 2007 70 Chiavazza y Mafferra 2007 80 Bárcena 1998 160 Bárcena 1998 110 Bárcena 1998 95 Bárcena 1998 110 Bárcena 1998

531

Adolfo F. Gil et al. 8 9 9 9 10 10 11

Alero 1 Tambillos Alero 2 Aº El Tigre Alero 2 Aº El Tigre Alero 2 Aº El Tigre Alero Los Hornillos Alero Los Hornillos Alto Verde

Demografía humana e incorporación de cultígenos... Nivel 3 Nivel I Nivel II Nivel III MMy-1471

12 Altos de Melién 13 Barranca 6

AC-0441 GaK-8272 GaK-7483 GIF-4492 I-17045 I-17046 AA-66563 Beta-132914

1770 100 Bárcena 1998 1060 90 Bárcena 1998 2750 120 Bárcena 1998 4170 110 Bárcena 1998 920 80 García 1992 1240 80 García 1992 1736 49 Gil et al. 2009 100 2260

50 García Llorca y Cahiza 2007 80 Novellino et al. 2013

2084

40 Gil et al. 2009

Montículo 2 Montículo 2 N1 Montículo 1 N1

Óseo humano Óseo humano Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón

17 Ciénaga de Yalguaráz Montículo 1 N2

Carbón

17 Ciénaga de Yalguaráz Montículo 1 N2

Carbón

17 Ciénaga de Yalguaráz Montículo 1 N3

Carbón

18 18 19 19 20 21 22 23 24 24 25

Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón

I-16636 I-16683 GIF-4607 GaK-7312 UZ-2527/ ETH-5320 UZ-2525/ ETH-5318 UZ-2526/ ETH-5319 UZ-2524/ ETH-5317 LP-1272 Hv-10328 LP-309 I-14291 I-16774 LP-1637 BETA-63174 I-17047 LP-2082 LP-2052 LP-2435

Carbón

LP-2425

1230

50 Durán et al. 2014

Carbón

LP-2432

1230

40 Durán et al. 2014

Carbón

LP-2661

1270

60 Durán et al. 2014

1070

50 Bárcena 1998

14 Barranca yac 2 15 16 17 17 17

25 25 25 26

Barrio Ramos I Cabildo de Mendoza Ciénaga de Yalguaráz Ciénaga de Yalguaráz Ciénaga de Yalguaráz

Cueva del Toro Cueva del Toro Cueva El Jaguelito Cueva El Jaguelito El Jaguelito 2 El Manzano El Piedrón El Telégrafo EPH EPH Terraza de Gendarmería Terraza de Gendarmería Terraza de Gendarmería Terraza de Gendarmería Jaguel VI

B6. Maipú. Mendoza. MMy-1263

Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Óseo humano Carbón

Enterratorio

0,20m

470 220 180 390 420

80 80 80 90 60

485

60 Bárcena 1998

540

55 Bárcena 1998

605

60 Bárcena 1998

26 Jaguel II

0,10M

27 Jaguel III

Nivel I

Maíz

BETA-4195

270

27 Jaguel III

0.6.1.60-III

GaK-10016

830

27 27 27 27 27 28 28 29 29 30 31 31 31 31

Nivel II Nivel II Nivel II Nivel III Nivel IV

Excremento abrocoma Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Maíz Cucurbita Carbón Carbón

UZ-1383 AC-0413 AC-0414 GaK-9958 AC-0412 LP-1039 LP-1046 URU 0150 URU-0152 URU-0250 AA-94014 AA-94013 LP-1819 URU 0251

1860 2300 2360 3550 4200 1240 1280 1000 1110 1050 1128 1247 1350 1560

532

LMR-E4 LMR-E4 A1-E7 A2-CB. E- 7 A2-E5

Bárcena 1998 Bárcena 1998 Bárcena 1998 Bárcena 1998 Bárcena 1998

1230 70 García 2002 1890 50 García 1992 980 50 García 2002 1050 80 Sacchero et al. 1988 1020 80 García 1992 1090 60 Durán com. pers. 4560 120 Durán 1997 750 80 García 2002 240 70 Chiavazza et al. 2012 300 60 Chiavazza et al. 2012 1150 50 Durán et al. 2014

Óseo UZ-2668/ camelidae ETH-7372 Carbón GaK-9957

Jaguel III Jaguel III Jaguel III Jaguel III Jaguel III La Crucesita La Crucesita La Manga La Manga Los Conitos-Alero 1 Los Conitos-Alero 2 Los Conitos-Alero 2 Los Conitos-Alero 2 Los Conitos-Alero 2

0,25M

AA-66560

1890

110 Bárcena y Roig 1982; 1998 50 Bárcena y Roig 1982; 1998 110 Bárcena 1998 80 100 100 100 180 90 90 50 70 40 49 34 60 40

Bárcena 1998 Bárcena 1998 Bárcena 1998 Bárcena 1998 Bárcena 1998 García 2002 García 2002 Cortegoso 2004 Cortegoso 2004 Cortegoso 2004 Durán et al. 2014 Durán et al. 2014 Cortegoso 2008 Cortegoso 2004

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al. 31 31 31 32 33 34

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Los Conitos-Alero 2 A2-B-E11 Los Conitos-Alero 2 A2-E14 Los Conitos-Alero 2 A 2 –E15 – MB PA13 Paso de Las Piedritas

35 Paso de los Parami0,35 M llos I 36 Piedrón de la Cuadrícula I-15 Quebrada Seca SO nivel 4 37 Plaza de Mendoza 2.6 37 Plaza de Mendoza HORNILLO 37 Plaza de Mendoza 3,1/3,15 38 Potrero Las Colonias MMy-284 39 Pozo Verde 40 Puesto Eguino 41 Puesto Lima 42 Ranchillos 2 43 43 43 44 45 45 45 46 47 48

Rincón de los Helados Rincón de los Helados Rincón de los Helados Río Blanco Ruinas de San Francisco Ruinas de San Francisco Ruinas de San Francisco San Francisco San Francisco H2 San Ignacio

48 San Ignacio

SONDEO 1 extr. 10

C III Componente IV

Carbón

URU 0094

2230

Carbón Carbón Carbón Óseo humano Carbón Carbón Carbón

BETA-60657 I-17185 BETA-60658 AA-66564

1280 200 Bárcena 1998 1620 80 Bárcena 1998 2150 160 Bárcena 1998 568 38 Gil et al. 2009

URU-0240

Excremento abrocoma Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón

BETA-89291

760 120 Chiavazza 2001 1470 70 Bárcena 2001b 3220 70 Chiavazza et al. 2006/2007 270 60 Bárcena 1998

LP-642 LP-443 tttt BETA-44924 URU-0279

610 790 1580 1220 440

Carbón

AC-1645

490

Chiavazza 1995 Chiavazza 1995 Chiavazza 1995 Cortegoso 2004 Chiavazza y Mafferra 2007 45 Chiavazza 2005

Carbón

AC-1971

530

50 Chiavazza 2005

Carbón Carbón estrctura habita- Carbón cional Carbón

San Ignacio San Ignacio San Ignacio Santo Domingo

hornillo N1 hornillo N1

50 50 50 50 50 50 50 50 50 50 50

Tambo de Ranchillo Tambo de Ranchillo Tambo de Ranchillo Tambo de Ranchillo Tambo de Ranchillo Tambo de Ranchillo Tambo de Tambillos Tambo de Tambillos Tambo de Tambillos Tambo de Tambillos Tambo de Tambillos

SII/UA/R5/SIII SII/UA/R4/CB4 SII/UA/R5/SIII SII/UA/R7 SII/UB/R2/CA31 SII/UB/R2/CA1 SIII/UA/R1 Y 2 SII/UD/R4 SI/UB/S3 SIII/UA/R1 Y 2 SIII/UA/R1 Y 2

50 50 51 52

Tambo Tambillitos Tambo Tambillitos Tulumaya PA70 Uspallata

53 Uspallata Túmulo I

LP-1820 URU 0249 LP-1799 LP-2644 URU-0281 BETA119339

Hornillo 1

48 48 48 49

54 Uspallata Túmulo II

Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Madera carbonizada Carbón

Carbón Carbón Carbón Carbón

Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Madera carbonizada G.9H1 Carbón G.9H1 Carbón Sondeo 12/15cm Carbón MMy-259 Óseo humano MMy-229 Óseo humano MMy-243 Óseo humano

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

BETA-21719

URU-0473

1690 2320 3300 1230 1330 1390 550

60 40 80 60 70 80

Cortegoso 2004 Cortegoso 2004 Cortegoso 2008 Chiavazza 2013 Chiavazza 2002 Bárcena 2001b

60 Bárcena 1998 70 Chiavazza 2008/9

80 50 80 80 40

URU-0280 AC-1608 URU-0301

2100 90 Chiavazza 2005 1770 120 Chiavazza 2005 1310 40 Durán et al. 2013

BETA_156229 LP-1803 URU-0302 URU-0305 BETA119340 I-17003 I-17002 I-17004 BETA-69933 BETA-69934 BETA-62946 I-16637 I-16908 I-16907 BETA-26283 BETA-25221

1360

40 García 2002

1510 1630 1690 1200

70 40 40 40

BETA-88787 BETA-88786 LP1839 AA-66558

460 80 Bárcena 1998 540 100 Bárcena 1998 310 40 Gil et al. 2009 1922 52 Gil et al. 2009

Cortegoso 2008 Durán et al. 2013 Durán et al. 2013 Bárcena 2001a

220 80 Bárcena 1998 290 80 Bárcena 1998 300 80 Bárcena 1998 430 50 Bárcena 1998 640 50 Bárcena 1998 890 80 Bárcena 1998 290 130 Bárcena 1998 300 80 Bárcena 1998 310 80 Bárcena 1998 410 70 Bárcena 1998 770 50 Bárcena 1998

AA-66568

977

35 Gil et al. 2009

AA-66565

1178

41 Gil et al. 2009

533

Adolfo F. Gil et al. 54 Uspallata Túmulo II 55 Uspallata Túmulo III 56 Uspallata Usina Sur 57 57 57 58 58 59 59 59 60 60 60 60 60 61

Vaquería Gruta 1 Vaquería Gruta 1 Vaquería Gruta 1 Vaquería Gruta 2 Vaquería Gruta 2 Agua de la Mula Agua de la Mula Agua de la Mula Agua de los Caballos Agua de los Caballos Agua de los Caballos Agua de los Caballos Agua de los Caballos Agua del Médano

62 62 62 62 63

Alero Montiel Alero Montiel Alero Montiel Alero Montiel Arbolito 6

64 Arbolito-El Nihuil 65 Arroyo del Tigre 66 Campos las Julias 67 Cañada Seca 67 Cañada Seca 67 Cañada Seca 67 Cañada Seca 67 Cañada Seca 68 Casa de Piedra “El Perdido” 69 Casa de Piedra El Chequenco 70 Cerro Negro 71 Cueva Zanjón del Buitre 72 Cupertino 73 Dique 25 del Mayo 74 El Bosquecillo 3 75 El Bosquecillo 5 76 El Durazno 77 El Indígeno 77 El Indígeno 77 El Indígeno 77 El Indígeno 77 El Indígeno 78 El Nihuil

534

Demografía humana e incorporación de cultígenos... MMy-239

Óseo humano MMy-1097 Óseo humano Óseo humano UA 7 Carbón UA 11 Carbón UA 14 Carbón Componente V Carbón Carbón Carbón B1(10) Carbón Carbón A1(7) Carbón A1(10) Maíz A1(12) Carbón A1(14) Maíz A1(16) Carbón 2176 Óseo humano 9 (AMON-1) Carbón (AMON-1) Maíz 11 (AMON-1) Carbón 10 (AMON-2) Carbón AF-1083 Óseo humano ACRF 2158 Óseo humano 2178 Óseo humano 2171 Óseo humano CS-10001 Óseo humano ACRF 2137 Óseo humano ACRF 2130 Óseo humano ACRF 2140 Óseo humano AF-2020 Óseo humano MRM-20 Óseo humano MRM-22 Óseo humano AF-2000 Óseo humano Bolsa de cuero 25-Cu (1) Carbón 2170 Hueso humano 45(EB-3) Carbón 43(EB-5) Carbón ACRF 2162 Óseo humano Carbón Carbón H96-B2/Extrac- Maíz ción 9 Carbón Carbón 2165 Óseo humano

AA-66561

1269

35 Gil et al. 2009

AA-66566

671

40 Gil et al. 2009

AC-1050

580

97 Bárcena 1998

URU-0093 URU-0153 URU-0443 URU-0061 URU-0080 LP-973 LP-620 LP-563 LP-962 AA-26196 LP-1037 AA-26194 LP-794 AA-90973

380 1290 3100 1010 1180 1000 1260 1610 250 365 640 740 1240 1202

65 60 80 50 50 50 60 60 60 40 60 40 70 36

Chiavazza 2006 Chiavazza 2006 Chiavazza 2006 García 2002 García 2002 Gil 2006 Gil 2006 Gil 2006 Gil 2006 Gil 2006 Gil 2006 Gil 2006 Gil 2006 Gil et al. 2011

AA73206 AA73210 AA73208 AA-73207 AA-58284

407 1081 1840 2239 97

35 60 34 34 36

en este trabajo en este trabajo en este trabajo en este trabajo Gil et al. 2011

AA-93796

1621

45 Gil et al. 2011

AA-90975

2308

41 en este trabajo

AA-90972

1043

37 en este trabajo

LP-1374

1420

60 Gil y Neme 2010

AA-93794

1538

45 en este trabajo

AA-93793

1566

45 en este trabajo

AA-93795

1592

45 en este trabajo

LP-1184

1790

50 Gil y Neme 2010

AA-62937

2936

60 Gil et al. 2011

AA-62939

174

48 Gil et al. 2011

AA-58279

580

35 Gil et al. 2011

AA-26195

645

40 Gil 2006

AA-66582 AA-90971

1299 150

AA-73242 AA-73241 AA-93798

197 903 695

LP-611 LP-430 AA-26192

840 980 1045

60 Neme 2007 90 Neme 2007 50 Neme 2007

LP-573 LP-562 AA-90969

1170 1470 254

60 Neme 2007 60 Neme 2007 37 en este trabajo

39 en este trabajo 37 en este trabajo 32 Gil y Neme 2010 32 Gil y Neme 2010 42 en este trabajo

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

78 El Nihuil

MRM-21

79 El Nihuil 1

16 (NH-1)

80 Gruta de los Potrerillos 81 Gruta del Durazno 81 Gruta del Durazno 82 Gruta del Indio

B1. Capa 6 B1. Capa 3 AF-2021

82 Gruta del Indio

AF-828

82 Gruta del Indio

Atuel II

82 Gruta del Indio

Atuel II

82 Gruta del Indio

Atuel II

82 Gruta del Indio 82 Gruta del Indio

Atuel II Atuel II

82 Gruta del Indio

Atuel III

82 Gruta del Indio

Gira-70

82 Gruta del Indio

Atuel III

82 Gruta del Indio

AF-830

82 Gruta del Indio

AF-831

83 83 83 80

25-50 Carri-1 Carri-1 60-80

Gruta el Carrizalito Gruta el Carrizalito Gruta el Carrizalito El Mallín

80 El Mallín

Indet.

84 Gruta Puesto las Tinajas 85 Jaime Prats

Atuel II

85 Jaime Prats

ACRF 2108

85 Jaime Prats

JP-1352

85 Jaime Prats

JP/J4

85 Jaime Prats

Atuel III

86 La Hedionda

2177

87 La Olla 87 La Olla

21 (LO/3) AF-008

87 88 88 88 88 88 89

23 (LO/12)

La Olla Laguna El Diamante Laguna El Diamante Laguna El Diamante Laguna El Diamante Laguna El Diamante Las Ramadas

90 Loma del Eje

Atuel III

AF-2072 2144

Óseo humano Óseo humano Carbón

AA-62938

274

45 Gil et al. 2011

AA-85705

686

43 en este trabajo

GaK-6492

3680 100 Gambier 1979

Carbón Carbón Óseo humano Óseo humano Piel/ cubierta funeraria momia 1 Maíz

LP-585 LP-491 AA-58278

880 1010 510

AA-58281

580

GrN-5397

1910

60 Semper y Lagiglia 1962-1968

GrN-5396

2065

Semilla poroto Quinoa Semillas porotos Gramíneas y carrizo Hueso humano Madera de chañar Hueso humano Hueso humano Maíz Carbón Carbón Lagenaria sp. Chusquea culeu Carbón

GrN-5398

2095

LP-823 GrN-5493

2200 2210

LP-761

2300

40 Semper y Lagiglia 1962-1968 95 Semper y Lagiglia 1962-1968 70 Lagiglia 1999 90 Semper y Lagiglia 1962-1968 60 Lagiglia 1999

AA-54670

2879

77 Gil et al. 2006

GrN-5395

3830

AA-58280

3860

40 Semper y Lagiglia 1962-1968 60 Gil et al. 2006

AA-59588

3944

46 Gil et al. 2006

AA-73212 AA-73209 AA-73211 AA-85700

650 530 2332 1563

32 32 35 37

AA-85701

1438

37 en este trabajo

LP-927

1360

50 Lagiglia 2003

Óseo humano Óseo humano Óseo humano Óseo humano Óseo humano Óseo humano Carbón Óseo humano Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Carbón Óseo humano Óseo humano

AC-1396

1755

80 Gil et al. 2006

AA-93791

1832

46 en este trabajo

AA-59589

1880

49 Gil et al. 2006

AA-59590

1887

42 Gil et al. 2006

LP-404

2040 120 Gil et al. 2006

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

60 Neme et al. 2004 65 Neme et al. 2004 50 Gil et al. 2006 40 Gil et al. 2006

en este trabajo en este trabajo en este trabajo en este trabajo

AA-90974

610

35 en este trabajo

AA-85710 AA-58293

402 645

25 Gil y Neme 2010 42 Gil et al. 2006

AA-85712 AA-58290 LP-1563 LP-1043 LP-1400 LP-1598 AA-58282

660 782 190 1100 1410 2100 965

AA-90964

532

26 35 70 40 40 70 35

Gil y Neme 2010 Durán et al. 2013 Durán et al. 2006 Durán et al. 2006 Durán et al. 2006 Durán et al. 2006 Gil et al. 2011

37 en este trabajo

535

Adolfo F. Gil et al. 91 Los Coroneles 92 92 93 94 95 96 97 98 99 100 101 102 102 102 102 103 104 105 105 105 105 105 105 105 105 105 105 106 106 107 108 109 110 111 111 111 111 112 113 113 114 115 137 137 137 137 157 157

536

Demografía humana e incorporación de cultígenos... 2157

Óseo humano Los Gallegos 1 LG1 Carbón Los Gallegos 1 LG1 Carbón Los Leones-5 Fogón? Los Reyunos 2150 Óseo humano MDA 114-116 Carbón MDA 72-75 Carbón Médano Puesto Díaz AF-681 Óseo humano Pájaro Bobo Carbón Potrerillos 6 Óseo humano Puesto Agua del ACRF 2159 Óseo Zapallo humano Puesto La Huertita 2152 Óseo humano Puesto Ortubia Carbón Puesto Ortubia A2 (15) Carbón Puesto Ortubia A3 (10) Carbón Puesto Ortubia A3 (8) Maíz Real del Padre 1 24 (RP 1/4) Carbón Real del Padre 2 25 (RP 2/4) Carbón Rincón del Atuel-1 Carbón Rincón del Atuel-1 32 (RA1) Maíz Rincón del Atuel-1 33 (RA1) Maíz Rincón del Atuel-1 Carbón Rincón del Atuel-1 Carbón Rincón del Atuel-1 Carbón Rincón del Atuel-1 hornillo 1 Carbón Rincón del Atuel-1 Carbón Rincón del Atuel-1 Carbón Rincón del Atuel-1 AF-500 Óseo humano San Carlos MMy-1221 Óseo humano San Carlos MMy-1223 Óseo humano Viluco MMy-1197 Óseo humano Zanjón El Morado RZM Maíz A Negro de Pincheira MRM-24 Óseo humano Agua Buena ACRF 2183 Óseo humano Agua de Pérez 1 17 (APE 1/3) Óseo camélido Agua de Pérez 1 18 (APE 1/3bis) Óseo camélido Agua de Pérez 1 19 (APE 1/4) Carbón Agua de Pérez 1 20 (APE 1/2) Turba Agua del Toro AF-1082 Óseo humano Alero Puesto Carrasco Componente 3 Carbón Alero Puesto Carrasco Componente 6 Carbón Aº Mechenquil MRM-8 Óseo humano Arroyo Malo 1 Extracciones Carbón 5,6 y 7 Arroyo Malo 3 Extracción 12 Carbón Arroyo Malo 3 Carbón Arroyo Malo 3 Extraccion 24 Carbón Arroyo Malo 3 Carbón Arroyo Panchino AP-1/4 Carbón Arroyo Panchino 4 (AP-2/5) Carbón

AA-90968

416

AA-66581 AA--66580 LP-579 AA-90966

1159 1217 870 1174

38 37 70 43

AA-58286 AA-58289 AA-59587

398 1969 2865

34 Gil y Neme 2010 36 Gil y Neme 2010 52 Gil et al. 2006

LP-953 AA90282

2010 2181

70 Gil 2006 47 en este trabajo

AA-93797

636

42 en este trabajo

AA-90967

2259

40 en este trabajo

LP-1145 LP-1103 LP-928 AA-26197 AA-85713 AA-85714 LP-1338 AA-73229 AA-73230 LP-1349 LP-1355 LP-1351 LP-1489 LP-1341 LP-1354 LP-1370

410 600 650 910 172 1629 330 491 506 780 1030 1040 1430 1480 1520 1760

80 80 50 40 25 37 60 33 32 70 70 60 70 70 70 70

AA-66567

142

41 Gil et al. 2009

AA-66562

177

34 Gil et al. 2009

AA-66559

208

38 Gil et al. 2009

AA-66579 AA-62941

1365 358

37 Gil 2006 45 Gil et al. 2006

AA-93800

407

41 en este trabajo

AA-85706

685

31 en este trabajo

AA-85707

685

31 en este trabajo

AA-85708 AA-85709 LP-1368

1010 1504 210

32 en este trabajo 37 en este trabajo 60 Gil et al. 2006

LP-424 I-16638 AA-62931

470 2090 148

90 Durán et al. 1999 80 Durán et al. 1999 31 Gil et al. 2011

LP-837 LP-958 NSRL-11721 LP-946 NSRL-11719 AA85694 AA-85693

560

37 en este trabajo Gil y Neme 2010 Gil y Neme 2010 Gil 2006 en este trabajo

Gil 2006 Gil 2006 Gil 2006 Gil 2006 Neme y Gil 2009 Neme y Gil 2009 Gil et al. 2008 Gil et al. 2008 Gil et al. 2008 Gil et al. 2008 Gil et al. 2008 Gil et al. 2008 Gil et al. 2008 Gil et al. 2008 Gil et al. 2008 Gil 2003

65 Neme 2007

2200 50 Neme 2007 3570 40 Neme 2007 3810 105 Neme 2007 4540 40 Neme 2007 1048 36 en este trabajo 1234 42 en este trabajo

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al. 157 Arroyo Panchino 132 Bajada de las Tropas 132 Bajada de las Tropas 116 Buta Mallín 117 Cañada de Cachi 01 117 Cañada de Cachi 01 118 Cañada de las Vizcachas 119 Caverna de las Brujas 119 Caverna de las Brujas 119 Caverna de las Brujas 119 Caverna de las Brujas 120 Cerro Mesa 121 Cerro Trapal 121 Cerro Trapal 122 Ciénaga de Borbarán 123 Cochicó-1 124 124 124 125 126 126 127 127 127 127 127 128 128 128 128 128

Cueva Aº Colorado Cueva Aº Colorado Cueva Aº Colorado Cueva de la India Embarazada Cueva de Luna Cueva de Luna Cueva Palulo Cueva Palulo Cueva Palulo Cueva Palulo Cueva Palulo Cueva Salamanca Cueva Salamanca Cueva Salamanca Cueva Salamanca Cueva Salamanca

Demografía humana e incorporación de cultígenos... 6 (AP-1/10) BT IND 2

Carbón Óseo humano 7-BT1/C1-9 Óseo humano MRM-16 Óseo humano Componente 3 Carbón Componente 1ª Carbón MRM-4 Hueso humano Carbón Carbón Carbón 12 Óseo humano 2166 Óseo humano AF-2081 Óseo humano AF-2077 Óseo humano MRM-12 Óseo humano Rescate Óseo humano Carbón Carbón Carbón AF-2036 Óseo humano Componente 4 Carbón Componente 5 Carbón 1 CP1/3 Carbón 2 CP1/11 Carbón (CP1/16 Carbón (CP1/6) Carbón 8 (CP-1/20) Carbón 7 (CS-1/A-E) Carbón 6 (CS-1/A-N) Carbón 4 (CS-1/C-E) Carbón 9 (CS-1/BAS-N) Carbón CSA-1-2 Carbón

128 Cueva Salamanca

CSA-1-4

Carbón

128 Cueva Salamanca

CSA-1-3

Carbón

129 Ea. Las Chacras

MRM-13

130 El Alambrado

MRM-19

130 El Alambrado

MRM-15

131 El Chacay

ENT 3

Óseo humano Óseo humano Óseo humano Óseo humano Óseo humano Carbón Óseo humano Óseo humano Óseo humano Carbón

145 El Chacay-Pto. Adobe MRM-10 133 El Desecho 134 El Manzano

AD-4/39 2147

135 El Payén

MRM-11

136 El Sosneado

ACRF 2175

138 Gendarmería Nacional 5 GN5 (1) S1, N6

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

AA-85695 AA-94017

2793 307

39 en este trabajo 41 Salgán et al. 2012

AA-90283

523

42 Salgán et al. 2012

AA-62933

2530

LP-410 LP-405 AA-62922

2260 120 Durán 2000 3200 120 Durán 2000 573 33 Gil et al. 2011

AC-1604 AC-1601 UZ-1893 AA-58283

2725 160 Durán 2002 2900 170 Durán 2002 3695 65 Durán 2002 3847 45 Durán 2002

36 Gil et al. 2011

AA-90970

341

37 Gil et al. 2006

AA-66572

2626

61 Gil et al. 2007

AA-95509

2662

49 Giardina et al. 2013

AA-62921

274

48 Gil et al. 2011

AA-90285

454

42 en este trabajo

LP-447 LP-457 LP-472 AA-54672

770 1380 3190 2576

LP-321 LP-341 AA-93999 AA-94000 AA85698 AA85699 AA-85697 AA-94005 AA-94004 AA-94002 AA-94007 UGAMS7005 UGAMS7007 UGAMS7006 AA-62924

1490 60 Neme et al. 1995 3830 160 Neme et al. 1995 130 33 en este trabajo 2030 36 en este trabajo 2042 37 en este trabajo 2228 37 en este trabajo 3970 40 en este trabajo 1055 35 en este trabajo 1516 38 en este trabajo 1561 38 en este trabajo 1621 36 en este trabajo 1870 20 en este trabajo

80 70 80 61

Neme 2007 Neme 2007 Neme 2007 Gil et al. 2011

1920

20 en este trabajo

2200

20 en este trabajo

881

33 Gil et al. 2007

AA-62936

282

45 Gil et al. 2007

AA-62932

1821

35 Gil et al. 2007

AA-59591

2321

66 Gil et al. 2007

AA-62923

1472

34 Gil et al. 2007

AA85691 AA-90965

4326 189

42 en este trabajo 37 en este trabajo

AA-62929

443

36 Gil et al. 2011

AA-93799

197

41 en este trabajo

AA-66571

557

38 en este trabajo

537

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

138 Gendarmería Nacional 5 GN5 (2) S1, N22 Carbón 139 Gruta del Manzano 7GM Óseo humano 140 Jagüel del Medio MRM-9 Óseo humano 141 La Cabeza AF2080 Óseo humano 142 La Carmonina 19-CAR Carbón 143 La Corredera A1(7) Carbón 144 La Peligrosa-2 A1-SO-N 3 Carbón 144 La Peligrosa-2 A1-SO-N 7 Carbón 146 Laguna El Sosneado 3 10 Óseo camélido 146 Laguna El Sosneado 3 11 LS3 Carbón 146 Laguna El Sosneado 3 LSE (14) Carbón 147 Llancanelo MRM-5 Óseo humano 147 Llancanelo MRM-7 Óseo humano 147 Llancanelo MRM-6 Óseo humano 147 Llancanelo MRM-23 Óseo humano 147 Llancanelo MRM-? Óseo humano 147 Llancanelo MRM-17 Óseo humano 148 Llancanelo (W) MRM-18 Óseo Los Menucos humano 149 Llancanelo 17 28 (LLAN 17) Carbón 149 Llancanelo 17 17 (Llan 17) Carbón 150 LLancanelo 22 27 (LLAN 22/3) Carbón 151 Llancanelo 29 26 (LLAN 29/4) Carbón 152 Llancanelo 50 LLAN 50 (1) Carbón 152 Llancanelo 50 LLAN 50 (2) Carbón 153 Los Peuquenes A1(4) Carbón 153 Los Peuquenes A1(5) Carbón 154 Manqui Malal PV.CRIDC-29/2 Óseo Equus caballus 155 Mercedes 1 30 (MER1) Carbón 156 Mercedes 2 31 (MER2) Carbón 158 Norte de Llancanelo MRM-1 Óseo humano 159 Ojo de Agua Óseo humano 159 Ojo de Agua AF-2022 Óseo humano 160 Pozos de Carapacho MRM-14 Óseo humano 161 Puesto el Alto ACRF 2197 Óseo humano 161 Puesto el Alto AF2079 Óseo humano 162 Puesto Jaque 2 PJ2 (3) Carbón 162 Puesto Jaque 2 PJ2 (1) Carbón 162 Puesto Jaque 2 PJ-2 Carbón 162 Puesto Jaque 2 PJ2 (2) Carbón 163 Tierras Blancas AF-2025 Óseo humano

538

AA-66570 AA73204

871 1629

38 en este trabajo 33 Neme et al. 2011

AA-62930

3222

46 Gil et al. 2011

AA-73199

1423

42 en este trabajo

AA-66576 LP-1012 LP-1474 LP-1513 AA-90286

1398 1930 400 640 659

39 50 70 70 51

AA-90287 AA-58291 AA-62919

1806 2145 850

51 Otaola et al. 2014 41 Otaola et al. 2014 33 Gil et al. 2007

AA-62927

855

80 Gil et al. 2007

AA-62925

862

33 Gil et al. 2007

AA-62940

896

47 Gil et al. 2007

AA-62926

900

36 Gil et al. 2007

AA-62934

1008

47 Gil et al. 2007

AA-62935

863

47 Gil et al. 2007

AA-85717 AA73214 AA-85716 AA-85715 AA-94015 AA-94016 LP-1024 LP-1018 AA-90227

679 990 798 3039 553 3199 360 280 392

34 34 36 28 34 38 50 50 42

AA73227 AA-73228 AA-62920

1040 3362 688

33 en este trabajo 35 en este trabajo 36 Gil et al. 2008

en este trabajo Gil 2006 en este trabajo en este trabajo Otaola et al. 2014

Gil et al. 2007 Gil et al. 2007 Gil et al. 2007 Giardina et al. 2013 Giardina et al. 2013 Giardina et al. 2013 Neme 2007 Neme 2007 en este trabajo

LP-890

200

10 Neme 2007

LP-921

1200

40 Neme 2007

AA-62928

797

30 Gil et al. 2008

AA-93801

2870

49 en este trabajo

AA-73198

3476

54 en este trabajo

AA-66575 AA-66573 AA-73232 AA-66574 LP-890

357 395 399 646 200

35 37 31 42 10

Llano y Neme 2012 Llano y Neme 2012 Llano y Neme 2012 Llano y Neme 2012 Neme 2007

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

El Cuadro 3 detalla la cantidad de eventos definidos por unidades temporales (también llamados en el texto «bloques temporales») de 500 años cal. AP. Los valores indican la frecuencia de eventos en un bloque temporal respecto al total de eventos en el mismo sector (Norte, Centro, Sur). El Cuadro 3 señala también la diferencia entre estas frecuencias y la esperada, calculando esta última según el valor promedio de eventos por bloque, asumiendo una distribución constante y uniforme. Los valores negativos señalan menos eventos que los esperados, mientras que los positivos señalan mayor frecuencia que la esperada. Las tendencias son similares entre los tres sectores espaciales y las frecuencias temporales en los eventos calibrados muestran diferencias estadísticamente no significativas entre los sectores; es decir las variaciones en la frecuencia de eventos por cada 500 años no variaron significativamente entre el Norte, Centro y Sur. El incremento en la frecuencia de eventos se nota a partir del bloque 1-499 d.C. (1500-2000 años AP) principalmente en el Norte y Centro, y en 500/999 d.C. (1500 a 1000 años AP) en el Sur (Cuadro 3). La Figura 3 muestra las tendencias acumulativas de estas frecuencias agregando a los tres sectores espaciales los valores correspondientes para cultígenos fechados directamente en toda la región (Cuadro 2). El registro de cultígenos se inicia en 1-500 a.C. La tendencia de los cultígenos, y sus cambios de frecuencia, sigue un patrón similar al de los eventos ocupacionales de los sectores (Figura 3). Las Figuras 4, 5 y 6 señalan la suma de densidades de probabilidad para las distribuciones en las fechas de los sectores Norte, Centro y Sur. Estas figuras se generaron con OxCal y su aplicación MCMC basado en la curva IntCal13 (ver en Metodología). En el sector Norte se notan valores cercanos a cero desde 4000 a.C. (Figura 4). Después de esta fecha, la probabilidad es mayor a las previas pero aún baja, hasta aproximadamente 600/700 años d.C., donde se nota un incremento abrupto y significativo en su valor. Luego desciende la densidad de probabilidad, aunque con picos menores, hasta el 1200 d.C. para remontar alrededor de 1400/1500 d.C. hacia los valores más Cuadro 3: Frecuencia de eventos por cada 500 años considerando medianas de muestras calibradas. El cuadro también indica la diferencia entre los valores esperados y los observados destacando en fondo oscuro las situaciones con menores eventos de los esperados

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

1501 a 2000 a.C.

2001 a 2500 a.C.

2501 a 3000 a.C.

3001 a 3500 a.C.

Norte 10,3% 29,0% 28,0% 13,1% 7,5% 1,9% Proporción Centro 14,6% 35,3% 20,7% 12,2% 11,0% 0,0% eventos Sur 16,9% 29,2% 13,5% 7,9% 10,1% 5,6% Norte 1,2% 19,9% 18,9% 4,0% -1,6% -7,2% Variación Centro 5,5% 26,3% 11,6% 3,1% 1,9% -9,1% promedio Sur 7,8% 20,1% 4,4% -1,2% 1,0% -3,5%

1001 a 1500 a.C.

501 a 1000 a.C.

1 a 500 a.C.

499 a 1 d.C.

999 a 500 d.C.

1499 a 1000 d.C.

1950 a 1500 d.C.

Bloques temporales en años calibrados

1,9% 3,6% 6,7% -7,2% -5,4% -2,4%

3,7% 0,0% 3,4% -5,4% -9,1% -5,7%

2,8% 2,4% 4,5% -6,3% -6,7% -4,6%

1,9% 0,0% 1,1% -7,2% -9,1% -8,0%

0,0% 0,0% 1,1% -9,1% -9,1% -8,0%

539

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

altos de densidad de probabilidad. Luego desciende hacia los valores previos e incluso más bajos en torno a 1700 d.C. En el sector Centro las densidades de probabilidad son extremadamente bajas, cercanas a cero, desde 3000 hasta ca. 400 a.C. (Figura 5). Desde esa fecha se nota un

Bloques temporales en años calibrados d.C./a.C.

Densidad de Probabilidad

Figura 3: Frecuencia acumulativa de la proporción de eventos por sector y de los cultígenos registrados en la región (no segregados por sector) y con fechados directos.

Años calibrados a.C./d.C.

Figura 4: Suma de probabilidades generada con OxCal 4.2.3 sobre la base de las fechas radiocarbónicas del sector Norte (ver explicación en el texto).

540

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Densidad de Probabilidad

incremento con valores bajos de probabilidad hasta aproximadamente 900 y 1200 d.C. para luego registrar los valores más altos entre 1300 y 1400 d.C. Después de esa fecha se nota una caída (Figura 5). Finalmente el sector Sur señala una tendencia con baja densidad entre 3500 a.C. y 400 d.C., luego los valores aumentan significativamente en torno a 700 d.C., cayendo para retomar valores altos de densidad a partir de ca. 1000 d.C. y finalmente los mayores valores de densidad entre ca. 1300 y 1600 d.C.; el tramo final se caracteriza por notorios incrementos y caídas abruptas (Figura 6).

Años calibrados a.C./d.C.

Densidad de Probabilidad

Figura 5: Suma de probabilidades generada con OxCal 4.2.3 sobre la base de las fechas radiocarbónicas del Sector Central (ver explicación en el texto).

Años calibrados a.C./d.C.

Figura 6: Suma de probabilidades generada con OxCal 4.2.3 sobre la base de las fechas radiocarbónicas del sector Sur (ver explicación en el texto). Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

541

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

6. Discusión

Densidad de Probabilidad

La Figura 7 muestra la tendencia en las fechas directas sobre cultígenos en Mendoza con el fin de comparar si su introducción y posterior historia de uso generó cambios en la demografía humana y si tales cambios fueron diferentes entre los sectores latitudinales. La delimitación de los sectores espaciales (Norte, Centro y Sur) se realizó asumiendo el sector Centro como el límite de la dispersión de cultígenos. La Figura 7 señala el registro de cultígenos desde el 400 a.C. generando el inicio de la primera agrupación cronológica de cultígenos que finaliza aproximadamente en el inicio de nuestra era. Estos cultígenos fechados y asignados a la primera agrupación están registrados arqueológicamente únicamente en Gruta del Indio (Figura 1) y estudios recientes los asocian más a los aspectos simbólicos que a la subsistencia humana (Gil 2003). El resto de los cultígenos se ubican en una segunda agrupación temporal, entre 400 y 1800 d.C.; este segundo grupo muestra densidad significativamente baja entre ca. 1700 y 1850 d.C.; también se destaca un pico muy estrecho pero con las mayores densidades entre ca. 1400 y 1450 d.C. Esta segunda agrupación incluye cultígenos fechados que se registraron en los sitios Jaguel III, Los Conitos alero 2, Alero Montiel, Zanjón El Morado, Rincón del Atuel 1, Agua de Los Caballos 1 y Puesto Ortubia 1 (Cuadros 1 y 2; Figura 1). En base a los estudios previos que proponen migración de agricultores en el vector Norte-Sur (Lagiglia 1982), se espera un incremento demográfico previo en el sector Norte y luego en el sector Centro. Al sostenerse para el sector Sur la continuidad de cazadores recolectores se esperan demografías similares a lo largo del Holoceno tardío. Es decir, para el sector Sur se esperan las variaciones propias de poblaciones cazadoras recolectoras (Kelly et al. 2013) pero no variaciones en grado tal que podría pasarse a un patrón demográfico distinto, tal como podría haber ocurrido primero en el sector Norte, unos 2000 años AP, y algo después en el sector Centro y vinculadas a

Años calibrados a.C./d.C.

Figura 7: Suma de probabilidades en fechas obtenidas sobre cultígenos en la región de estudio.

542

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

los modelos demográficos de productores. Las frecuencias de eventos rechazan esta expectativa (Figura 2). La prueba Kolmorov Smirnov señala diferencias estadísticamente no significativas entre los valores de estos sectores. A pesar de ello, se destaca el inicio de frecuencias superiores a la media en aproximadamente 2000 años, principalmente para el sector Sur y sector Centro, con valores muy altos de eventos entre 500 d.C. y 1500 d.C. en el sector Norte y entre 1000 y 1500 d.C. en el sector Centro y también, aunque más débil, para el sector Sur (Figura 8). En los tres sectores se notan incrementos en los valores de densidad de probabilidad durante algunos momentos de los últimos 2000 años. En el Norte este aumento es anterior a los otros dos sectores, luego continúa el Centro y finalmente, se incorpora el sector Sur. Comparativamente, el sector Norte registra menos «valles» (2) que el sector Centro (4) y el sector Sur (6) durante los últimos 2000 años. Estos valles señalan caídas en las densidad de probabilidad. También la figura muestra tres picos (que señalan incrementos) entre los tres sectores que muestran coincidencias cronológicas entre los mencionados sectores; el primero alrededor de 600 d.C., el segundo de 1000 d.C. y el último entre 1300 y 1500 d.C. La suma de densidad de probabilidad de los tres sectores muestra valores muy bajos desde aproximadamente 4000/3000 a.C. hasta 600 a.C. en el sector Norte, 400 a.C. en el sector Centro y alrededor de 400 d.C. para el sector Sur; el cambio a esta tendencia en los dos primeros sectores, incrementando las densidades de probabilidad, son contemporáneos al registro de la primera indicación de cultígenos; para estas fechas no se nota un incremento en el sector Sur. Es interesante que el primer pico en la densidad de probabilidad posterior al año 1 d.C. se registre similarmente en los tres sectores y en coincidencia con la fecha inicial para el segundo conjunto de cultígenos (Figura 7). También el registro del «pico» de densidad de probabilidad entre 1300 y 1500 d.C. es coincidente con el registrado para la densidad de probabilidades obtenidas en las fechas de los cultígenos. Esto genera la necesidad de explorar si la propia curva de calibración puede en algún grado explicar estas similitudes o son principalmente los procesos humanos entre las tres áreas los que explican el patrón, señalando así que fueron demográficamente más similares que lo previamente asumido. Trabajos previos en la macro-región indican que los datos de isótopos estables de 13C también son coincidentes en gran medida con la demografía inferida por las tendencias en los fechados y los macro-restos recuperados, pero principalmente para los sectores Norte y Centro (Gil, Villalba et al. 2014; Gil et al. 2011; Gil, Neme et al. 2014). Estos muestran un incremento en el uso de recursos C4 (asumiendo maíz) para los mismos lapsos en los que se incrementa la señal radiocarbónica, aunque con una fuerte variabilidad intrarregional (Gil et al. 2010, 2011). Tal incremento en los valores isotópicos de 13C es notorio en los sectores Norte y Centro pero no en el Sur. Esto también es coincidente con la mayor frecuencia de cultígenos para los Sectores Norte y Centro mientras que existe una notable baja abundancia y diversidad para el sector Sur. La menor frecuencia de «valles» (caída de probabilidades de fechados) en el sector Norte durante los últimos 1.500 años AP, podría tentativamente indicar una mayor estabilidad de las poblaciones locales, probablemente vinculada a una mayor dependencia en el uso de plantas domésticas. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, la ausencia de diferencias estadísticamente significativas entre los sectores estudiados condiciona estas interpretaciones. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

543

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Densidad de Probabilidad

Adolfo F. Gil et al.

Años calibrados a.C./d.C.

Figura 8: Figura comparativa de las sumas de probabilidades entre los tres sectores y los cultígenos.

8. Conclusión Sobre la base de estudios previos, se esperaba en la región un patrón demográfico contrastante principalmente entre las tendencias 14C del sector Norte y sector Centro respecto al sector Sur. Analizado como frecuencia de evento, si bien las diferencias existen, las mismas no son significativas estadísticamente; los dos primeros sectores 544

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

registran un incremento en el número de eventos, como proxy demográfico, desde ca. 1 d.C. pero principalmente entre 500 y 1500 d.C.; esto por una parte es concordante con las propuestas previas, aunque este segundo incremento en torno al 500 d.C. para el sector Norte y 1000 d.C. para el sector Centro, no ha sido mostrado ni explicado previamente. Por otra parte, el sector Sur, en lugar de mantener un patrón demográfico similar al de cazadores recolectores y sin variaciones diferenciables a lo largo del Holoceno tardío, mostró cambios, aunque retardados temporalmente, a los registrados en los sectores recién mencionados. El aumento en los picos de probabilidad de fechados coinciden con los picos de probabilidad de la aparición de cultígenos, lo que podría indicar que los cambios en la subsistencia en términos de un aumento en la proporción de plantas domésticas dentro de la dieta pudo estar controlado por el factor demográfico; este patrón es distinto en las muestras del sector Sur y aun necesita profundizarse en su significado. Este trabajo es un primer intento de abordar el tema; serán necesarios ahora nuevos análisis entre los que se incluye el análisis tafonómico de los conjuntos y la ampliación, con el avance de los estudios, de las muestras fechadas. Pero creemos que el trabajo aporta un marco de referencia donde se marcan tendencias previamente no observadas y que permiten una nueva interpretación en la escala espacial amplia del centro occidente argentino. Nuestras expectativas previas apuntaban a encontrar patrones distintos entre cazadores y agricultores en una frontera que se generó y mantuvo, probablemente fluctuante, en los últimos 2.000 años. En ese marco, el sector Norte y el sector Centro muestran mayor registro de cultígenos y señales isotópicas más fuertes que indican mediano y alto consumo de, al menos, maíz. En el sector Sur, si bien el registro de cultígenos es significativamente menor, destacado por Lagenaria sp. y la señal isotópica muestra valores coincidentes con dietas que no incluyeron al menos maíz, si tiene incremento en las demografías. En este sector los incrementos se habrían iniciado con posterioridad a los otros sectores y muestran mayores variaciones en sus valores de densidad que en Norte y Centro. Agradecimientos: Este trabajo se desarrolló como parte de los proyectos PICT 2012-1015 y 2013– 0881. También se enmarca en el Programa de la UNCuyo «Perspectivas Paleoecológicas para el Estudio de las relaciones Humano ambientales en el Centro Occidente Argentino». Una versión previa fue presentado en Cuyania 2013 (Los Reyunos, San Rafael). Agradecemos a Victor Durán por facilitar el uso de datos aún no publicados. Valeria Cortegoso, Pablo Cahiza y Horacio Chiavazza ayudaron respondiendo a nuestras consultas principalmente sobre asociaciones de las muestras fechadas. Dos evaluadores realizaron útiles sugerencias y correcciones que en la medida de lo posible fueron incorporadas y también generaron la necesidad de ampliar algunos temas poco considerado en esta versión.

8. Referencias bibliográficas Andreoni, Diego 2015 «Entre carbones dispersos y hornillos de tierra: estudios antracológicos en la localidad arqueológica Rincón del Atuel (Mendoza, Argentina)». ArchaeoWeb 16: 176-200. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

545

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Bárcena, Joaquín 1989 «La arqueología prehistórica del centro-oeste argentino (primera parte)». Xama 2: 9-60. Mendoza. 1998 Arqueología de Mendoza. Mendoza: EDIUNC. 2001a «Prehistoria del centro oeste argentino», en Historia argentina prehispánica, Eduardo Berberián y Axel Nielsen, eds., tomo 2, pp. 561-634. Córdoba: Editorial Brujas. 2001b «Antiguos pobladores de Tunuyán». Diario Los Andes, 24 de julio. Mendoza. Bárcena, Joaquín y Fidel Roig 1981-82 «Investigaciones arqueológicas en el área puneña de Mendoza, con especial referencia a Tephrocactus andicola (Cactaceae) como nuevo recurso alimentario». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 14: 85-107. Bárcena, Joaquín, Fidel Roig y Virgilio Roig 1985 «Aportes arqueo-fito-zoológicos para la prehistoria del N.O. de la provincia de Mendoza: la excavación de Agua de la Tinaja I». Trabajos de Prehistoria 42: 311363. Belovsky, Gary 1988 «An Optimal Foraging-Based Model of Population Growth in Hunter-Gatherers». Journal of Anthropological Archaeology 7: 329-372. Bettinger, Robert L. y Martin A. Baumhoff 1982 «The Numic Spread: Great Basin Cultures in Competition». American Antiquity 47 (3): 485-503. Binford, Lewis 1968 «Post-Pleistocene Adaptations», en New Perspectives in Archaeology, Sally Binford y Lewis Binford, eds., pp. 313-332. Chicago: Aldine Publishing. 2001 Constructing Frames of Reference. Berkeley: University of California Press. Binford, Lewis y W. J. Chasko Jr. 1976 «Nunamiut Demography History: A Provocative Case», en Demographic Anthropology: Quantitative Approaches, Ezra Zubrow, ed., pp. 63-143. Albuquerque: University of New Mexico Press. Canals Frau, Salvador y Juan Semper 1956 «La cultura de Agrelo (Mendoza)». Runa 2: 169-187. Chamberlain, Andrew 2006 Demography in Archaeology. Cambridge: Cambridge University Press. Chiavazza, Horacio 1995 Estudios arqueológicos en el sitio «Rincón de Los Helados» («RH»). Ocupación multicomponente en noreste de Pampa de Canota – Departamento de Las Heras, Provincia de Mendoza, República Argentina. Tesis de Licenciatura, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Cuyo. 2001 Las antiguas poblaciones de las arenas. Arqueología en las tierras áridas del noreste mendocino. Mendoza: Ediciones Culturales. 2002 «Procesos de ocupación prehistórica y cambio ambiental en la planicie noreste de Mendoza: perspectivas desde la arqueología», en Treinta años de investigación básica y aplicada en ciencias ambientales, Darío Trombotto y Ricardo Villalba, eds., pp. 11-16. Mendoza: IANIGLA-CRICYT.

546

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Los templos coloniales como estructuras funerarias. Arqueología en la iglesia jesuita de Mendoza. Oxford: British Archaeological Reports 1388. 2006 «Tres mil años de uso humano de las grutas de Vaquería, Reserva Natural Villavicencio, Mendoza». Ponencia presentada en el simposio «El uso humano de reparos rocosos. Perspectivas teórico metodológicas para la interpretación del registro arqueológico», XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Valdivia. 2008-09 «Ambiente y ocupación humana en las pampas altas de la precordillera de Mendoza: sitio el Piedrón de la Quebrada Seca (R. N. Villavicencio)». Anales de Arqueología y Etnología 63-64: 197-225. 2013 «Pescadores y horticultores ceramistas del valle de Mendoza», en Actas V Jornadas Arqueológicas Cuyanas. Mendoza (en prensa).

2005

Chiavazza, Horacio y Luis Mafferra 2007 «Estado de las investigaciones arqueobotánicas en Mendoza y sus implicancias en la arqueología histórica». Revista de Arqueología Histórica Argentina y Latinoamericana 1: 127-154. Chiavazza, Horacio, Cristina Prieto y Valeria Zorrilla 2012 «Procesos sociales y ambientales en el sector urbano de Mendoza entre los siglos XIV-XVII». En Simposio Arqueología e Historia de ciudades del siglo XVI, Eduardo Rodríguez Leirado y Daniel Schávelzon, eds., pp. 9-36. Saarbrücken: Editorial Académica Española. Chiavazza, Horacio, Carlos Frías, Lorena Puebla y Alberto Acosta 2006-07 «Cazadores recolectores del piedemonte mendocino en el 3000 AP (Puesto Lima, Quebrada de Papagayos)». Anales de Arqueología y Etnología 61-62: 203-240. Chiavazza Horacio, Alberto Acosta, Marcos Quiroga, Leonardo Castillo, Vanina Tobar, Carlos Frías, Karina Castañar, Florencia Puebla, Jorge Anzorena, Lorena Puebla, Sebastián Giannotti, Vanesa Guajardo y Analía Romera 2010 «Investigaciones arqueológicas en la Reserva Natural Villavicencio (RNV): ambiente y cultura en la transición del piedemonte precordillerano de Mendoza. Primeros resultados», en Arqueología Argentina en el Bicentenario de la Revolución de Mayo. Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Joaquín Bárcena y Horacio Chiavazza, eds., tomo 5, pp. 2071-2076. Mendoza: UNCUYO. Cohen, Mark 1977 The Food Crisis in Prehistory. New Haven: Yale University Press. Cortegoso, Valeria 2004 Organización tecnológica: explotación de recursos líticos y el cambio en la subsistencia de cazadores a agricultores en el N.O. de Mendoza. Tesis de Doctorado, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de La Plata. 2006 «Comunidades agrícolas en el Valle de Potrerillos (NO de Mendoza) durante el Holoceno tardío: organización de la tecnología y vivienda». Intersecciones en Antropología 7: 77-94. 2008 «Disponibilidad de recursos líticos en el noroeste de Mendoza: cambios en la organización tecnológica en la cuenca del río Blanco». Cazadores-Recolectores del Cono Sur 3: 95-112. Durán, Víctor 1997 «Cazadores-recolectores del Holoceno Medio en la Quebrada de la Manga (Luján de Cuyo, Mendoza)». Revista de Estudios Regionales CEIDER 17: 7-48. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

547

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Poblaciones indígenas de Malargüe. Su arqueología e historia. Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo. 2002 «Nuevas consideraciones sobre la problemática arqueológica del valle del río Grande (Malargüe, Mendoza)», en Entre montañas y desiertos. Arqueología del sur mendocino, Adolfo Gil y Gustavo Neme, eds., pp. 87-102. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología.

2000

Durán, Víctor, Valeria Cortegoso, Erik J. Marsh y Gustavo Lucero 2014 «Anexo», en Arqueología de ambientes de altura de Mendoza y San Juan (Argentina), Valeria Cortegoso, Víctor Durán y Alejandra Gasco, coords., pp. 419-422. Mendoza: EDIUNC. Durán, Víctor y Alejandro García 1989 «Ocupaciones agroalfareras en el sitio Agua de La Cueva Sector Norte (N.O. de Mendoza)». Revista de Estudios Regionales CEIDER 3: 29-64. Durán, Víctor, Gustavo Neme, Valeria Cortegoso y Adolfo Gil 2006 «Arqueología del Área Natural Protegida Laguna del Diamante (Mendoza, Argentina)». Anales de Arqueología y Etnología 61: 81-134. Durán, Víctor, Gustavo Neme y Adolfo Gil 1999 «Algunos problemas relacionados con el registro arqueológico del alero Puesto Carrasco», en Soplando el viento. Actas de las Terceras Jornadas de Arqueología de la Patagonia, J. B. Belardi, ed., pp. 333-356. Bariloche. Gambier, Mariano 1977 La Cultura de Ansilta. San Juan: Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo, UNSJ. 1979 «Investigaciones arqueológicas en la región del Alto río Diamante, Provincia de Mendoza». Publicaciones del Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo 5. Gamble, Clive, Paul Pettitt, William Davies y Martin Richards 2003 «Palaeolithic Radiocarbon Chronology: Quantifying Our Confidence beyond Two Half-Lives». Journal of Archaeological Science 30: 1685-1693. García, Alejandro 1988 «Arqueología de la Cueva del Toro (Mendoza-Argentina)». Revista de Estudios Regionales 1: 17-71. 1992 «Hacia un ordenamiento preliminar de las ocupaciones prehistóricas agrícolas precerámicas y agroalfareras en el NO de Mendoza». Revista de Estudios Regionales CEIDER 10: 7-34. 1997 El poblamiento del Centro Oeste Argentino hacia el límite Pleistoceno-Holoceno: el componente paleoindio del sitio Agua de la Cueva – Sector Sur. Tesis doctoral inédita. Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo. 2002 «La cronología del estilo cerámico Agrelo y sus implicancias para el estudio de las sociedades tardías de Mendoza». Revista de Estudios Regionales CEIDER 26: 29-39. 2010 Arqueología Prehistórica de San Juan. San Juan: Universidad Nacional de San Juan. García, Alejandro y Pablo Sacchero 1989 «Investigaciones arqueológicas en Agua de la Cueva sector sur (1987-1989)». Revista de Estudios Regionales CEIDER 4: 27-51.

548

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

García, Alejandro, Marcelo Zárate y Marcelo Páez 1999 «The Pleistocene/Holocene Transition and the Human Occupation in the Central Andes of Argentina: Agua de la Cueva Locality». Quaternary International 53-54: 43-52. García Llorca, Jorge y Pablo Cahiza 2007 «Aprovechamiento de recursos faunísticos en las lagunas de Guanacache (Mendoza, Argentina). Análisis zooarqueológico de La Empozada y Altos de Melién II». Chungara 39: 117-133. Gasco, Alejandra Valeria, Erik Marsh, Cecilia Frigolé, Silvina Castro, Claudia Privitera, Rosa Moyano y Lucía Yebra 2011 «Actividades domésticas durante los siglos III-VIII d.C. en el valle de Potrerillos (San Ignacio – Mendoza): un acercamiento desde la osteometría y la tecnología cerámica y lítica». Revista del Museo de Antropología 4: 145-160. Gepts, Paul, Thomas Famula, Robert Bettinger, Stephen Brush, Ardeshir Damania, Patrick McGuire y Calvin Qualset (eds.) 2012 Biodiversity in Agriculture: Domestication, Evolution, and Sustainability. Cambridge: Cambridge University Press. Giardina, Miguel 2012 «Intensificación en el sur de Mendoza: un enfoque avifaunístico». Archaeofauna 21: 219-234. Giardina, Miguel, Mercedes Corbat, Clara Otaola, Laura Salgán, Andrew Ugan, Gustavo Neme y Adolfo Gil 2014 «Recursos y dietas humanas en Laguna Llancanelo (Mendoza; nordpatagonia): una discusión isotópica del registro arqueológico». Magallania 42: 111-131. Gil, Adolfo 1997-98 «Cultígenos prehispánicos en el sur de Mendoza. Discusión en torno al límite meridional de la agricultura andina». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXII-XXIII: 295-318. 2003 «Zea mays on South American Periphery: Chronology and Dietary Importance». Current Anthropology 44: 295-300. 2006 Arqueología de La Payunia (Mendoza, Argentina). El poblamiento humano en las márgenes de la agricultura. Oxford: BAR Internacional Series 1477. Gil, Adolfo y Gustavo Neme 2010 «Registro arqueológico en la cuenca media del Atuel: viejos y nuevos problemas; viejos y nuevos datos», en Condiciones paleoambientales y ocupaciones humanas durante la transición Pleistoceno-Holoceno de Mendoza, Marcelo Zárate, Adolfo Gil y Gustavo Neme, eds., pp. 239-276. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología. 2013 «Fronteras en el registro arqueológico: preguntas, casos y debates en el Centro Occidente Argentino», en Fronteras y periferias en arqueología e historia, Margarita Gascón y María José Ots, eds., pp. 11-29. Buenos Aires: Ediciones Dunken. Gil, Adolfo, Gustavo Neme y Robert Tykot 2010 «Isótopos estables y consumo de maíz en el centro occidente argentino: tendencias temporales y espaciales». Chungara 42: 497-513. 2011 «Stable Isotopes and Human Diet in Central Western Argentina». Journal of Archaeological Science 38: 1395-1404. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

549

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Gil, Adolfo, Gustavo Neme, Andrew Ugan y Robert Tykot 2014 «Oxygen Isotopes and Human Mobility in Central-Western Argentina». International Journal of Osteoarchaeology 24 (1): 31-41. [2014] Gil, Adolfo, Robert Tykot, Gustavo Neme y Nicole Shelnut 2006 «Maize on the Frontier. Isotopic and Macrobotanical Data from Central West Argentina», en Histories of Maize, John Staller, Robert Tykot, y Bruce Benz, eds., pp. 199-214. Burlington: Academic Press. Gil, Adolfo, Gustavo Neme, Robert Tykot, Paula Novellino, Valeria Cortegoso y Víctor Durán 2009 «Stable Isotopes and Maize Consumption in Central Western Argentina». International Journal of Osteoarchaeology 19: 215-236. Gil, Adolfo, Gustavo Neme, Alicia Hernández, Paula Novellino, Miguel Giardina, Laura Salgán, Hugo Tuker y Elina Albarrán 2008 «Rincón del Atuel-1 (San Rafael, Mendoza): evidencias arqueológicas e implicancias regionales». Intersecciones en Antropología 9: 113-132. Gil, Adolfo, Gustavo Neme, Víctor Durán, Miguel Giardina, Paula Novellino, Luciano De Santis y Damián Miguelissi 2007 «Exploraciones Arqueológicas en Laguna Llancanelo (Mendoza; Argentina)», en Arqueología de Fuego-Patagonia. Levantando piedras, desenterrando huesos… y develando arcanos, Flavia Morello, Mateo Martinic, Alfredo Prieto y Gabriel Bahamonde, eds., pp. 453-465. Punta Arenas: Editorial CEQUA. Gil, Adolfo, Ricardo Villalba, Andrew Ugan, Valeria Cortegoso, Gustavo Neme, Catalina Michieli, Paula Novellino y Víctor Durán 2014 «Isotopic Evidence on Human Bone for Declining Maize Consumption during the Little Ice Age in Central Western Argentina». Journal of Archaeological Science 49: 213-227. González, Alberto Rex 1985 «Cincuenta años de arqueología del noroeste argentino (1930-1980): apuntes de un casi testigo y algo de protagonista». American Antiquity 50: 505-517. Hernández, Alicia, Humberto Lagiglia y Adolfo Gil 1999-2000 «El registro arqueobotánico en Agua de Los Caballos-1». Anales de Arqueología y Etnología 54-55: 181-203. Johnson, Amber, Adolfo Gil, Gustavo Neme y Jacob Freeman 2009 «Maíces e intensificación: explorando el uso de los marcos de referencia», en Teoría, métodos y casos de estudio en Arqueología Evolutiva, Gabriel López y Marcelo Cardillo, eds., Buenos Aires: Colección de Complejidad Humana, Editorial SB. Kelly, Robert, Todd Surovell, Bryan Shuman y Geoffrey Smith 2013 «A Continuous Climatic Impact on Holocene Human Population in the Rocky Mountains». Proceedings of the National Academy of Sciences 110: 443-447. Lahr, Marta y Robert Foley 1998 «Towards a Theory of Modern Human Origins: Geography, Demography, and Diversity in Recent Human Evolution». Yearbook of Physical Anthropology 41: 137-176.

550

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Lagiglia, Humberto 1962-68 «Secuencias culturales del Centro Oeste Argentino: Valles del Atuel y Diamante». Revista Científica de Investigaciones 1: 159-174. 1977 «Dinámica cultural en el Centro Oeste y sus relaciones con áreas aledañas argentinas y chilenas», en Actas del VII Congreso Nacional de Arqueología Chilena II: 531-560. Santiago de Chile. 1980 «El precerámico final en el sur de Cuyo», en Actas del V Congreso Nacional de Arqueología Argentina I: 55-64. San Juan. 1982 «El proceso de agriculturización del sur de Cuyo: la cultura del Atuel II», en Actas del V Congreso Nacional de Arqueología Argentina I: 231-252. San Juan. 1999 «Nuevos fechados radiocarbónicos para los agricultores incipientes del Atuel». Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Argentina III: 239-250. La Plata. 2001 «Los orígenes de la agricultura en la Argentina», en Historia Argentina Prehispánica, Eduardo Berberián y Axel Nielsen, eds., Tomo 1, pp. 41-81. Córdoba: Editorial Brujas. 2003 Arqueología y arte rupestre de Las Tinajas del sur de Mendoza. San Rafael: Ediciones Ciencias y Arte. Llano, Carina y Gustavo Neme 2012 «El registro arqueobotánico en el Valle del Salado, Mendoza: problemas tafonómicos y explotación humana». Chungara 44: 269-285. Muscio, Hernán 2007 «Sociabilidad y mutualismo durante las expansiones agrícolas en entornos fluctuantes: un modelo de Teoría Evolutiva de Juegos aplicado al poblamiento del Período Temprano de la Puna de Salta», en Producción y circulación prehispánicas de bienes en el Sur Andino, Axel Nielsen, María Clara Rivolta, Verónica Seldes, Malena Vázquez y Pablo Mercolli, eds., pp. 105-134. Córdoba: Editorial Brujas. 2012 «Modelling Demographic Dynamics and Cultural Evolution: The Case of the Early and Mid-Holocene Archaeology in the Highlands of South America». Quaternary International 256: 19-26. Neme, Gustavo 2007 Cazadores recolectores de altura en los Andes Meridionales: el Alto Valle del Atuel (Mendoza, Argentina). Oxford: BAR International Series 1591. 2009 «Un enfoque regional en cazadores-recolectores del oeste argentino: el potencial de la Ecología Humana», en Perspectivas actuales en Arqueología Argentina», Ramiro Barberena, Karen Borrazzo y Luis Borrero, eds., pp. 305-326. Buenos Aires: IMHICIHU. Neme, Gustavo, Víctor Durán, Valeria Cortegoso, Sergio Diéguez, Miguel Giardina, Claudio de Francesco, Carina Llano, Alejandra Guerci y Adolfo Gil 2006 «A Paleoecological Approach to the Archaeology of Southern Mendoza», en Primer Encuentro Científico del ICES, pp. 27-36. Buenos Aires. Neme, Gustavo, Víctor Durán y Adolfo Gil 1995 «El registro arqueofaunístico del sitio Cueva de Lna, Malargüe – Mendoza». Hombre y Desierto 9 (2): 363-370. Neme, Gustavo y Adolfo Gil 2009 «Human Occupation and Increasing Mid-Holocene Aridity». Current Anthropology 50: 149-163. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

551

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

Neme, Gustavo, Adolfo Gil y Víctor Durán 2004 «Late Holocene in Southern Mendoza (Northwestern Patagonia): Radiocarbon Pattern and Human Occupation». Before Farming 2: 1-18. Neme, Gustavo, Adolfo Gil, Raven Garvey, Carina Llano, Atilio Zangrando, Fernando Franchetti, Claudio De Francesco y Catalina Michieli 2011 «El registro arqueológico de la Gruta de El Manzano y sus implicancias para la arqueología de Nordpatagonia». Magallania 39: 243-265. Neme, Gustavo, Steve Wolverton y Adolfo Gil 2012 «Modelo ecológico para evaluar la sobreexplotación de ungulados: implicancias en los conjuntos zooarqueológicos de guanaco del sur de Mendoza». Archeofauna 21: 195-205. Novellino, Paula, Natalia Brachetta Aporta, Lucas D’addona, Diego Estrella, Valeria Bernal, Susana DeVincenzi, Valeria Cortegoso y Víctor Durán 2013 «Sitios de entierro de la localidad arqueológica Barrancas, Maipú (Mendoza, Argentina)». Intersecciones en Antropología 14: 271-277. Otaola, Clara, Miguel Giardina y Fernando Fernández 2014 «Procesos de intensificación y análisis tafonómicos: el caso del sitio Laguna El Sosneado 3 (LS-3) (Mendoza, Argentina)». Intersecciones en Antropología 15: 405-417. Ots, María José, Nurit Oliszewski y Jorge García Llorca 2011 «Estrategias alimentarias y de subsistencia prehispánica en el centro-oeste de Mendoza: consumo y descarte en el sitio arqueológico Agua Amarga». Revista del Museo de Antropología 4: 65-80. Reimer, Paula, Edouard Bard, Alex Bayliss, J. Warren Beck, Paul Blackwell, Christopher Bronk Ramsey, Caitlin Buck, Hai Cheng, R. Lawrence Edwards, Michael Friedrich, Pieter Grootes, Thomas Guilderson, Haflidi Haflidason, Irka Hajdas, Christine Hatté, Timothy Heaton, Dirk Hofmann, Alan Hogg, Konrad Hughen, K. Felix Kaiser, Bernd Kromer, Sturt Manning, Mu Niu, Ron Reimer, David Richards, E. Marian Scott, John Southon, Richard Staff, Christian Turney y Johannes Van Der Plicht 2013 «Intcal13 and Marine13 Radiocarbon Age Calibration Curves 0–50,000 years Cal BP». Radiocarbon 55: 1869-1887. Rick, John 1987 «Dates as Data: An Examination of the Peruvian Pre-Ceramic Radiocarbon Record». American Antiquity 52: 55-73. Rusconi, Carlos 1942 «El maíz en las tumbas indígenas de Mendoza». Darwiniana 7: 117-119. Sacchero, Pablo 1988 «Estratigrafía de la Cueva del Toro, Departamento de Las Heras, Provincia de Mendoza». Revista de Estudios Regionales 1: 11-16. Sacchero, Pablo y Alejandro García 1988 «Noticia sobre la ocupación agroalfarera de la Cueva El Jagüelito. Informe preliminar». Revista de Estudios Regionales CEIDER 2: 7-41. Salgán, Laura, Hugo Tucker, Leandro Luna, Claudia Aranda y Adolfo Gil 2012 «Estudios arqueológicos y bioarqueológicos en la cuenca media del río Malargüe

552

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

Adolfo F. Gil et al.

Demografía humana e incorporación de cultígenos...

(Provincia de Mendoza): el sitio Bajada de las Tropas 1». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 37 (1): 113-135. Schobinger, Juan (ed.) 2001 El santuario incaico del Cerro Aconcagua. Mendoza: EDIUNC. Semper, Juan y Humberto Lagiglia 1962-68 «Excavaciones arqueológicas en el Rincón del Atuel». Revista Científica de Investigaciones 1(4): 89-158. Shennan, Stephen, Sean Downey, Adrian Timpson, Kevan Edinborough, Sue Colledge, Tim Kerig, Katie y Mark Thomas 2013 «Regional Population Collapse Followed Initial Agriculture Booms in Mid-Holocene Europe». Nature Communications 4: 2486. Steele, James 2010 «Radiocarbon Dates as Data: Quantitative Strategies for Estimating Colonization Front Speeds and Event Densities». Journal of Archaeological Science 37: 20172030. Surovell, Todd, Judson Byrd Finley, Geoffrey Smith, P. Jeffrey Brantingham y Robert Kelly 2009 «Correcting Temporal Frequency Distributions for Taphonomic Bias». Journal of Archaeological Science 36: 1715-1724. Ugan, Andrew, Gustavo Neme, Adolfo Gil, Joan Coltrain y Paula Novellino 2012 «Geographic Variation in Bone Carbonate and Water δ18o Values in Mendoza, Argentina and Their Relationship to Prehistoric Economy and Settlement». Journal of Archaeological Science 39: 2752-2763. Williams, Alan 2012 «The Use of Summed Radiocarbon Probability Distributions in Archaeology: A Review of Methods». Journal of Archaeological Science 39: 578-589. Winterhalder, Bruce y F. Lu 1997 «A Forager-Resource Population Ecology Model and Implications for Indigenous Conservation». Conservation Biology 11: 1354-1364.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 523-553

553

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión agrícola en las Sierras Centrales de Argentina Sebastián Pastor y Eduardo Berberián CONICET/Centro de Estudios Históricos «Prof. Carlos S. A. Segreti» [email protected]; [email protected] Recibido: 19 de marzo de 2014 Aceptado: 28 de mayo de 2014 RESUMEN En esta contribución se realiza una síntesis e integración de los datos arqueológicos disponibles sobre el proceso de dispersión agrícola en la región central de Argentina durante el Holoceno Tardío. En oposición a las visiones más extendidas, que pusieron énfasis en los cambios presuntamente asociados a la adopción de la agricultura, se sostiene el carácter limitado de la producción agrícola y sus consecuencias, así como las fuertes continuidades con el pasado. Se observa una introducción lenta y gradual de vegetales domesticados como el maíz (ca. 3000-2500 AP), probablemente obtenidos por los cazadores-recolectores locales a través de intercambios con vecinos agricultores. También se registra una incorporación paulatina de tecnologías como la cerámica. La introducción de cultivos de pequeña escala y otras innovaciones en un momento tardío del período prehispánico, ca. 1000-900 AP, fueron integradas a lógicas culturales y modos de vida tradicionales, en la búsqueda de su conservación, a pesar de que a largo plazo se produjeran transformaciones más o menos profundas por la acumulación de cambios interrelacionados. Palabras clave: Transición agrícola, maíz, cambio social, caza-recolección.

Changes and Stays Around the Agricultural Dispersion Process in the Central Hills of Argentina ABSTRACT A synthesis and integration of archaeological data on the process of agricultural dispersal in the central region of Argentina during the Late Holocene is performed. In contrast to the more widespread visions that emphasized changes allegedly associated with the adoption of agriculture, the limited nature of agricultural production and its consequences is affirmed, as well as strong continuities with the past. Slow and gradual introduction of domesticated plants like maize (c. 3000-2500 BP), probably obtained by local foragers through exchanges with neighboring farmers is observed. Gradual incorporation of technologies like ceramic is also registered. The introduction of small-scale crops and other innovations in a late stage of the Pre-hispanic Period, c. 1000-900 BP, were integrated into cultural logic and way of life in the pursuit of its conservation. However long-term more or less profound transformations were produced by the accumulation of interrelated changes. Key words: Agricultural transition, maize, social change, hunting and gathering. Sumario: 1. Introducción. 2. Etapas iniciales del proceso. 3. La adopción de los cultivos. 4. Producción agrícola, procesos económicos y cambio social. 5. Consideraciones finales. 6. Referencias bibliográficas.

1. Introducción Ubicadas en el centro del actual territorio argentino, las Sierras de Córdoba y San Luis comenzaron a ser exploradas y colonizadas desde la transición PleistocenoHoloceno, ca. 11 000-9000 AP (Figura 1). Desde esos comienzos hasta el Holoceno Tardío final, a lo largo de varios milenios, se produjo un extenso proceso de desarrollo y transformación de las sociedades de cazadores-recolectores (Rivero y Berberián Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

555

ISSN: 0556-6533

http://dx.doi.org/10.5209/rev_REAA.2014.v44.n2.50729

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

Figura 1: La región de estudio en el sector central de las Sierras de Córdoba (Argentina) y localización de los sitios mencionados en el texto. (1: C.Pun.39; 2: Agua de Oro; 3: Puesto La Esquina 1; 4: Cruz Chiquita 3; 5: Arroyo Tala Cañada 1; 6: Quebrada del Real 1; 7: Guasmara).

2008). Uno de los hitos más significativos habría sido la transición hacia una economía de base agrícola, adoptada en algún momento del Holoceno Tardío. De este modo, el proceso de dispersión de la agricultura andina habría alcanzado uno de sus límites, específicamente el sudoriental (González y Pérez 1972). 556

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

Más allá de los matices entre diferentes investigadores, existió un cierto consenso en definir a esta innovación como un quiebre en la trayectoria histórica local. La adopción de cultivos debió promover o acompañar a una serie de cambios en el modo de vida, la tecnología, la economía (con un énfasis productivo agrícola e incluso posiblemente el pastoreo de camélidos), en las pautas de asentamiento y movilidad (con un mayor sedentarismo), así como en la organización social (Berberián 1984, 1999; González y Pérez 1972; Laguens y Bonnín 2009). En efecto, con el advenimiento de una «etapa agroalfarera» o «productora de alimentos» se habría superado una prolongada «etapa precerámica», de plena caza y recolección. La reconstrucción de estos procesos estuvo apoyada en una información arqueológica escasa e indirecta, así como en diversos supuestos a priori sin una contrastación empírica posterior (por ejemplo la asociación cultivos-alfarería-sedentarismo). La escasa conservación de restos vegetales, el limitado desarrollo de la arqueobotánica, así como la inexistencia de una infraestructura productiva prehispánica de alta visibilidad (andenes, terrazas, cuadros de cultivo), revirtieron en un escaso tratamiento del problema con metodologías arqueológicas y en su lugar, el empleo de los datos contenidos en las fuentes históricas del siglo XVI. Estos documentos aluden a las «sementeras» y «chacaras» donde los indígenas del tiempo de la conquista sembraban maíz (Zea mays), zapallos (Cucurbita sp.), «frijoles» (Phaseolus spp.), «camote» (posiblemente Ipomoea batatas) y quínoa (Chenopodium quinoa) (Berberián 1987). Desde esta postura, a partir de un foco colocado en el supuesto peso de las transformaciones, las numerosas permanencias con el pasado cazador-recolector se vieron marginadas. Se aceptó el mantenimiento de las prácticas extractivas tras la introducción de los cultivos, pero éstas se habrían redefinido como un complemento de la producción agrícola. Además de los puntos de acuerdo, existieron matices y contrastes en la conceptualización de diferentes aspectos del proceso. Para algunos autores la expansión de la agricultura acompañó el desplazamiento, presumiblemente desde Santiago del Estero, de grupos agricultores que comenzaron a asentarse en la región (González y Pérez 1972; Montes 2008). En otros casos se puso el acento en el proceso local de transformación de los grupos cazadores-recolectores (Berberián 1999; Laguens y Bonnín 2009). Se plantearon nociones disímiles acerca de las características intrínsecas del sistema productivo. Para Laguens (1999) debió tratarse de una producción «máxima y óptima», con aprovechamiento de la totalidad de terrenos cultivables, en tanto que para González y Pérez (1972), así como para Montes (2008), habría sido común el empleo de regadíos. Por nuestra parte nos aproximamos a la definición de una producción de pequeña escala, de tipo horticultura, complementaria de la caza-recolección, mínimamente tecnificada, de secano y en base al cultivo de distintas especies y variedades (policultivo) (Medina et al. 2014; Pastor y López 2010). Muchos de estos problemas e interrogantes son aun escasamente conocidos, dadas las limitaciones de la información. A pesar de ello, en los últimos años se han logrado avances a partir de la investigación sobre diferentes líneas convergentes. Estas comprenden desde arqueobotánica e isótopos estables, hasta arqueología de variados paisajes y tipos de asentamientos (residenciales, agrícolas, ceremoniales, refugios Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

557

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

transitorios, etc.) (Laguens et al. 2009; Medina et al. 2009; Medina et al. 2014; Pastor y Berberián 2007; Pastor y López 2010; Pastor et al. 2012; Recalde 2014; Rivero et al. 2008-09). Más allá de sus límites los resultados permiten plantear, cuanto menos, la necesidad de continuar con un calendario de investigación que sitúe el problema en otro punto de partida, uno que intente aprehender la complejidad y singularidad del proceso, tanto como sus conexiones externas, logrando una mayor contextualización y eventualmente, la proyección de las tendencias y patrones identificados. El planteamiento de este trabajo se asienta sobre dos nociones básicas. Primero, que la transición agrícola en la región, o dicho en otros términos, el proceso que condujo a una creciente interacción entre personas y vegetales domesticados, incluyendo prácticas de cultivo, no se produjo en forma rápida y por una adquisición «automática» por parte de las diferentes comunidades. Por el contrario, habría sido un proceso lento, no unidireccional, que permitió a lo largo de un extenso período el acceso a este tipo de recursos por parte de los cazadores-recolectores, a través de mecanismos de intercambio y sin la implementación efectiva de cultivos. La segunda noción reconoce la adopción de cultivos a nivel local en un momento relativamente tardío, y que dicha innovación fue acompañada por una serie de cambios interrelacionados, por ejemplo la incorporación de nuevas tecnologías. Pero al mismo tiempo, quita centralidad a estas transformaciones y sus presuntas consecuencias, al reconocer el carácter limitado de la producción agrícola y su rol complementario de una economía mixta basada en la profundización de la estrategia cazadora-recolectora. Esto lleva a una revalorización de las continuidades con el pasado, a través del reconocimiento de formas estructurales, largamente reproducidas del modo de vida serrano, que se mostraron relativamente imperturbables más allá de los cambios crecientes del Holoceno Tardío. 2. Etapas iniciales del proceso Los principales interrogantes acerca del proceso de dispersión agrícola en la región han hecho referencia a su origen local o externo, a la forma concreta que adoptaron los sistemas productivos, así como a las etapas de incorporación y su cronología. Para algunos autores, la «etapa agroalfarera» habría comenzado hacia 1000-900 AP, de acuerdo con los primeros fechados de contextos arqueológicos que incluían una asociación distintiva de objetos y rasgos materiales, presumiblemente vinculados con la práctica de cultivos (Berberián 1984; Marcellino et al. 1967). Esta estimación se mantuvo en aportaciones posteriores, esta vez en relación con vestigios arqueológicos directos de cultivos y evidencias del consumo de vegetales domesticados (Pastor y Berberián 2007). Otros autores sostuvieron la posibilidad de un origen más antiguo, ca. 1500 AP, sin descartar una etapa aún anterior de «agricultura incipiente» (González y Pérez 1972). Las propuestas de Laguens et al. (2009) se apoyaron en los resultados de análisis de isótopos estables (δ13C y δ15N) sobre muestras de nueve individuos con un rango cronológico entre 4500 y 350 AP. Según esta información, la incorporación plena de la agricultura del maíz habría sido posterior a 1000 AP, con una posible fase de transición entre 1300 y 1000 AP. 558

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

La importancia de los estudios de isótopos estables para la determinación de diversos parámetros paleodietarios ha sido ampliamente reconocida, por ejemplo, en casos de este tipo para estimar la proporción de consumo de vegetales de patrón fotosintético C3 y C4. El supuesto fundamental es que la mayoría de los vegetales alimenticios locales (Prosopis spp., Geoffroea decorticans, determinadas gramíneas), tanto por parte de los humanos como de los animales que formaban parte de su alimentación (Lama guanicoe, Ozotoceros bezoarticus), tuvieron patrones fotosintéticos predominantes C3. En consecuencia, la eventual identificación de un cierto aporte de recursos C4 podría indicar la incorporación de vegetales como Zea mays a la dieta. Laguens et al. (2009) utilizan estos datos para tratar problemas como la temporalidad del proceso de adopción de la agricultura, sus posibles fases y patrones espaciales. Estos datos isotópicos son valiosos por tratarse del primer conjunto disponible para la región pero, a pesar de ello, desde un punto de vista cuantitativo (n=9 individuos), resultan desequilibrados en relación con los interrogantes planteados. Por ejemplo, un individuo del sitio Guasmara (valle de Traslasierra) arrojó un fechado de 920 ± 20 AP y un valor de δ13C de -17.7 ‰, que indica un nulo o muy escaso consumo de maíz. Desde una perspectiva diacrónica, este individuo fue vinculado con otro procedente de La Granja (Sierras Chicas) y fechado en 1280 ± 20 AP, con un consumo asimismo limitado de recursos C4, para sugerir una fase de transición ca. 1300-1000 AP previa a la adopción plena de los cultivos. Pero desde una perspectiva espacial, en la comparación entre las diferentes áreas, este mismo individuo de Guasmara se considera representativo del valle de Traslasierra, que pasa a ser definido como un espacio con un desarrollo menor o ralentizado de la agricultura. Sin embargo, si estos datos son analizados en relación con otros conjuntos macrorregionales más numerosos (ca. 100 individuos), por ejemplo aquellos procedentes del Centro-Oeste Argentino (Gil et al. 2010) o Chile Central (Falabella et al. 2007), se tiende a definir un panorama semejante de heterogeneidad, con acentuadas variaciones entre individuos, una tendencia a una mayor incorporación de recursos C4 durante el Holoceno Tardío, pero en forma paulatina. Los resultados contravienen la idea más extendida de una incorporación progresiva, relativamente rápida y de acuerdo con un vector norte-sur, de una agricultura basada en el cultivo del maíz. Por el contrario, se verifica que la importancia dietaria de esta especie fue limitada y su adopción lenta. Dicho proceso pudo comenzar tempranamente, ca. 4000-3000 AP, pero sólo en forma tardía, con posterioridad a 1000 AP, se llegó a consolidar una tendencia irreversible hacia una mayor implementación de la estrategia agrícola y un mayor consumo de este recurso en particular (Gil et al. 2010). Los datos de las Sierras Centrales de Argentina parecen congruentes con este contexto macrorregional surandino, entre 30° y 35° S, más allá de la necesidad de profundizar sobre esta línea, de incrementar las muestras y alcanzar un mayor conocimiento de la ecología isotópica local (por ejemplo, para calibrar la incidencia de otros posibles recursos C4). A partir de este panorama y de las expectativas derivadas de otras líneas de información arqueológica, sobre las que incidiremos, se patentiza la necesidad de flexibilizar los modelos de aproximación al problema. La arqueobotánica ha podido confirmar, por ejemplo, la presencia de maíz en contextos tempranos, donde no se verifican las transformaciones materiales y tecnológicas comúnmente asociadas a la práctica Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

559

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

de cultivos (v.g. alfarería, azadas). Probablemente este maíz era un bien exótico que pudo ser obtenido durante siglos por los cazadores-recolectores a través de intercambios con vecinos agricultores y sin implementar prácticas efectivas de cultivo, lo cual contradice la idea de una incorporación rápida de la agricultura. El sitio Quebrada del Real 1 comprende una cueva localizada en la Pampa de Achala, en un paisaje de pastizales de altura en las cumbres de las Sierras Grandes (ca. 1900 msnm), con buen acceso a recursos de caza pero con escasas condiciones para la práctica de cultivos (Rivero et al. 2008-09). El sitio presenta una prolongada secuencia de ocupación que comienza hacia 7400 AP y se extiende hasta el Holoceno Tardío final (ca. 1000-500 AP). El componente 2, datado en 2950 ± 90 AP, presenta similitudes con otros contextos contemporáneos de la misma microrregión. Éstas consisten, por ejemplo, en las características de la tecnología que incluyó el uso de puntas de proyectil triangulares con un diseño distintivo, así como la completa ausencia de cerámica (Rivero 2009). Durante esta época la cueva fue utilizada en forma repetida para una intensa actividad de procesamiento y consumo alimenticio, en base a los artiodáctilos gregarios locales (Lama guanicoe, Ozotoceros bezoarticus) y la fauna menor, en particular roedores (Microcavia australis, Galea musteloides, Ctenomys sp.) (Medina et al. 2012). La alta densidad de restos sugiere un uso repetido por parte de grupos relativamente numerosos, en el marco de una intensificación de la estrategia cazadora-recolectora. En la entrada de la cueva se localizan 17 morteros fijos, probablemente empleados para el procesamiento de alimentos de origen vegetal. La información sobre el uso de recursos vegetales se complementa con siete manos de molino recuperadas en estratigrafía. Se trata de piezas elaboradas en rocas graníticas, con una presencia característica de pequeñas oquedades en la matriz rocosa donde se alojaron microvestigios botánicos (silico-fitolitos, calci-fitolitos y granos de almidón) que fueron analizados. Se identificaron silico-fitolitos pertenecientes a la parte comestible de la planta de maíz (Zea mays) y calci-fitolitos asignados a chañar (Geoffroea decorticans), un fruto de maduración estival en el monte chaqueño que cubre el sur del valle de Traslasierra, entre 10 y 25 km del sitio. También se registraron granos de almidón de Chenopodium sp. A diferencia de la fauna, del chañar y las Chenopodium, el maíz no pudo ser recolectado en el paisaje local ni en áreas adyacentes. Tampoco existen indicios de su cultivo a nivel local en este momento temprano. Por el contrario, el maíz pudo ser un bien exótico, obtenido a través de la integración de los cazadores-recolectores en redes de interacción de las que también participaban sociedades agricultoras ya asentadas en regiones vecinas como el Noroeste Argentino. El desarrollo de estas redes fue un proceso distintivo durante este período, como se ha observado en este y otros contextos a través de la presencia de bienes exóticos como rocas silíceas y valvas de caracoles (González 1960; Menghin y González 1954). Una de estas valvas, recuperada en este mismo componente de Quebrada del Real 1, fue modificada para la confección de un adorno colgante (Rivero et al. 2008-09). El segundo contexto con evidencias arquebotánicas tempranas de maíz proviene del sitio Cruz Chiquita 3, un asentamiento a cielo abierto localizado en un entorno ambiental diferente, en el fondo del Valle de Traslasierra (ca. 900 msnm) (Pastor 2008). El monte chaqueño circundante ofreció oportunidades para la recolección de 560

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

frutos alimenticios (Prosopis spp., Geoffroea decorticans, Lithraea molleoides, Celtis tala, Condalia spp.) y quizás por ello, así como por el abundante acceso hídrico junto al colector principal (río Jaime), el lugar fue ocupado repetidamente como campamento residencial a lo largo del Holoceno. En este caso, la presencia de maíz en un contexto funerario confirma y amplía la evidencia sobre el acceso temprano a este recurso en la región central de Argentina. Las excavaciones permitieron registrar una tumba simple en una fosa sin delimitaciones laterales y con una tapa de piedras. En su interior se encontraron los restos de un individuo masculino adulto en posición flexionada, sin objetos de ajuar ni ningún otro acompañamiento. Una datación por AMS sobre una muestra de colágeno óseo sitúa a este contexto en 2466 ± 51 AP. En este caso se analizaron los microvestigios botánicos presentes en el tártaro dental, entre los que se identificaron silico-fitolitos pertenecientes al marlo y fruto del maíz. Los datos isotópicos (δ13C = -16.1 ‰) indican para este individuo una dieta de tipo mixto, que pudo incluir el consumo de vegetales C4 pero en baja proporción. 3. La adopción de los cultivos Como hemos apuntado, los contextos arqueológicos del período 1000-300 AP comprenden una asociación distintiva de objetos y rasgos materiales que dan cuenta de innovaciones tecnológicas, en alguna medida relacionadas con cambios económicos que incluyeron la práctica de cultivos. Desde ca. 2000-1500 AP, por ejemplo, se verifican cambios en el diseño de las puntas de proyectil, con una disminución de su tamaño y peso que ha sido vinculada con la introducción del arco (Pastor et al. 2005). Sin embargo, en el período posterior a ca. 1000 AP se incorporaron nuevos materiales y diseños, por ejemplo, puntas talladas en rocas silíceas, triangulares, pequeñas con pedúnculo y aletas, junto con puntas óseas de mayor tamaño y asimismo provistas de un pedúnculo para su fijación en el astil o intermediario. Estos cambios estarían relacionados con una intensificación de la estrategia cazadora, identificable por diversas líneas de información arqueológica, así como un incremento de la conflictividad social con manifestaciones de violencia interpersonal, a través de esqueletos con puntas óseas incrustadas (González 1943; Pastor et al. 2012). En cuanto a las herramientas para el cultivo, no aparecen palas líticas como las del Noroeste Argentino. Sin embargo, son relativamente comunes los instrumentos conocidos como «hachas» o «azuelas» (Berberián 1984; Serrano 1945), que pudieron ser empleados en tareas agrícolas como el desmonte o para la roturación de los terrenos. Se trata de piezas cilíndricas confeccionadas en rocas duras, con un lado afilado y el otro provisto de un surco profundo para su enmangue. Su costosa elaboración se tradujo en un uso prolongado, con acciones de re-afilado y una baja frecuencia de reemplazo. En algunos contextos del sur de las Sierras de Córdoba, datados entre 2000 y 1500 AP, aparecen también escasos fragmentos de recipientes cerámicos (Austral y Rocchietti 1995). La frecuencia de estos materiales se incrementa en contextos más recientes, como en los sitios Río Yuspe 11 (pampa de Achala) y Yaco Pampa 1 (valle Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

561

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

de Guasapampa), datados entre 1500 y 1200 AP (Pastor 2007; Recalde 2014). Sin embargo, la mayor generalización en el uso de esta tecnología es posterior a 1000 AP, cuando se diversificaron las formas y tamaños de los recipientes, las técnicas de decoración e incluso se elaboraron otros tipos de artefactos como figurillas, torteros, cucharas y silbatos (Berberián 1984; Serrano 1945). Probablemente, la adopción generalizada de la alfarería estuvo asociada a las necesidades de almacenamiento pero, sobre todo, de procesamiento a través del hervido de vegetales domesticados como el maíz y el poroto que empezaban a gravitar en la dieta. De este modo, el ritmo de dispersión de la alfarería y de los cultivos pudo estar estrechamente conectado en este caso particular. Este panorama resulta consistente con la información isotópica y asimismo con la arqueobotánica. En los depósitos excavados en asentamientos residenciales de este período se identifican restos de vegetales domesticados. En el sitio C.Pun.39 (valle de Punilla) se recuperaron macro y microvestigios (granos de almidón, silico-fitolitos) de maíz, de dos especies domesticadas de poroto (Phaseolus vulgaris y P. lunatus), zapallo y/o cayote (Cucurbita sp.) y Chenopodium sp. (probablemente quínoa). Estos restos aparecieron en contextos de descarte así como en las paredes internas de fragmentos cerámicos o sobre las superficies activas de útiles de molienda (Medina et al. 2009). En el sitio Puesto La Esquina 1 (pampa de Olaen). se registraron restos de maíz y las mismas dos especies domesticadas de poroto, en contextos de descarte o en las paredes internas de fragmentos cerámicos (Medina y López 2005-06). Por su parte en Arroyo Tala Cañada 1 (valle de Traslasierra) se identificaron restos de maíz, zapallo y las dos especies de poroto en contextos de descarte (Pastor 2007-08). Durante los años de la conquista (siglo XVI) los españoles produjeron una serie de documentos escritos que se han conservado y permiten una aproximación a las características de los sistemas productivos de ese período y su variabilidad. Como hemos apuntado, son frecuentes las referencias a las «chacaras» y «sementeras» donde los indígenas cultivaban maíz, «frijoles» (Phaseolus spp.), zapallo, quinoa, «maní» (Arachis hypogaea) y «camote» (Ipomoea batatas). Algunas de estas especies han sido registradas en los contextos arqueológicos y posiblemente otras lo sean en el futuro, con la profundización de los estudios arqueobotánicos. Estos datos sugieren la existencia de policultivos y que más allá de la importancia relativa de cada especie o variedad, así como las posibles variaciones espacio-temporales, se habría desarrollado una estrategia tendiente a la diversificación, a través de una lógica de tipo campesino que apuntaba menos a la maximización de beneficios que a asegurar un cierto nivel de producción. Aunque existen algunas menciones puntuales sobre el uso de regadíos (acequias), la forma productiva predominante sería de secano. Esta forma basada en el aporte del agua de lluvia implicó una escasa inversión tecnológica y una cierta cuota de movilidad, por la necesidad de barbechos prolongados para la recuperación de la fertilidad del suelo, en un contexto de cierta disponibilidad de terrenos por parte de numerosos grupos locales. Este tipo de producción explicaría la ausencia de una infraestructura productiva que pueda ser reconocida a través de vestigios arquitectónicos, como muros de contención, canales o represas. El trabajo simultáneo sobre varias parcelas de secano, distribuidas en diferentes paisajes serranos con variadas condiciones para la 562

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

agricultura, tanto como el policultivo, habrían formado parte de estrategias de diversificación productiva, por medio del aprovechamiento de la variabilidad microambiental (tipos de suelos, climas) y limitando el efecto perjudicial de factores y agentes de acción localizada (granizo, plagas, desigual distribución de las precipitaciones) (Medina y Pastor 2006). Este tipo de agricultura se define como una producción a pequeña escala, complementaria de una economía desarrollada en torno a la intensificación de tendencias iniciadas en períodos anteriores, a través de una mayor explotación de los recursos silvestres y la ocupación efectiva de paisajes marginales (Pastor et al. 2012). Las menciones sobre regadíos parecen representar situaciones muy puntuales, con una mayor tecnificación orientada hacia una profundización del cambio económico, con un incremento de la producción que pudo acarrear consecuencias sociales y políticas poco conocidas. En el propio título de la encomienda que se auto-asignó Jerónimo Luis de Cabrera, gobernador del Tucumán y fundador de Córdoba, en la zona de Quilino (Sierras del Norte), se menciona, entre otros, a un conjunto de cinco pueblos: Quilinon (cacique Anime), Sanchinta (caciques Osile y Nico), Ibra Sacat (cacique Ibra), Catlan Sacat (cacique Tacto) y Pitanga (cacique Conys). Estos pueblos con sus caciques fueron considerados una «parcialidad» que estaba poblada junto a una acequia llamada Ybram Mampa (Montes 2008), lo cual sugiere un cierto nivel de pertenencia y coordinación política, posiblemente en torno a la gestión colectiva de esa infraestructura de riego. Otras fuentes advierten sobre la variabilidad local de los sistemas productivos, en parte determinada por diferencias microambientales. Así tenemos el caso de los sembrados en tierras inundables, que difieren de los cultivos de secano o por riego artificial. De un modo general son mencionados por el jesuita Alonso de Barzana en su conocida carta de 1594, al referirse a la forma de sustento de los indígenas del Tucumán: «El modo de vivir de todas estas naciones es el ser labradores. Sus ordinarias comidas son maíz, lo cual siembran en mucha abundancia; también se sustentan de grandísima suma de algarroba, la cual cogen por los campos todos los años al tiempo que madura y hacen della grandes depósitos; y cuando no llueve para coger maíz ó el río no sale de madre para poder regar la tierra, pasan sus necesidades con esta algarroba...» (Berberián 1987: 254; la cursiva es nuestra).

Este sistema habría sido aplicado por los indígenas del pueblo de Tulián, quienes habitaban en la cuenca baja del río Pichanas, en la planicie al sur de las Salinas Grandes. En períodos de crecientes este curso se derramaba por la planicie hasta alcanzar la depresión de las salinas. Según testimonios judiciales, Tulián era el último pueblo y sus indios sembraban «sus chacaras en el arena donde se consume dicho río» (Montes 2008: 370). El calendario de investigación futuro debe apuntar a identificar y describir esta variabilidad. La información disponible es aún escasa y fragmentaria, pero no obstante permite vislumbrar diversos paisajes productivos. La información polínica del sitio C.Pun.39 (valle de Punilla) indica que en los alrededores de los espacios habitacionales crecían con abundancia las quenopodáceas-amarantáceas (Medina et al. 2008). Este patrón admite dos interpretaciones no excluyentes, de hecho, ambos escenarios son considerados como plausibles. Por un lado, podría revelar la presencia de cultivos Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

563

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

andinos como la quínoa (Chenopodium quinoa). Hemos visto que este tipo de plantas fueron consumidas en el sitio, tal como indican los granos de almidón adheridos a las paredes internas de fragmentos cerámicos. La segunda interpretación se relaciona con las evidencias de períodos alternativos de ocupación y abandono del lugar, ca. 850-500 AP (Pastor et al. 2013). En esta época el sitio habría constituido un hábitat perturbado por una actividad antrópica recurrente, con fines residenciales y agrícolas, lo cual pudo acelerar el avance, especialmente en fases de desocupación, de plantas de este tipo que encuentran condiciones favorables en esta clase de terrenos. Estos datos devuelven la imagen de C.Pun.39 como un paisaje relativamente abierto en el monte chaqueño, con algunas viviendas agrupadas y posiblemente cultivos de quínoa creciendo en los alrededores. Estas viviendas, de tipo casa-pozo (Berberián 1984), estaban construidas con materiales livianos y no eran ocupadas de forma permanente aunque sí reutilizadas tras períodos variables de desocupación. Durante estos últimos, avanzarían las plantas herbáceas incluyendo Chenopodium silvestre así como leñosas de porte arbustivo como Acacia caven y Condalia spp. La información de Arroyo Tala Cañada 1 (valle de Traslasierra) ayuda a comprender las características del espacio productivo, al nivel de los pequeños huertos ubicados entre las viviendas (Pastor y López 2010). La excavación sobre dos sectores contiguos, distanciados apenas ocho metros, permitió reconocer vestigios de una estructura habitacional y de un espacio destinado al cultivo. En el primer caso, se identificó un piso de sedimento consolidado al que se asociaban dos agujeros de poste y diversos restos en posición primaria, entre ellos fragmentos de dos recipientes cerámicos que habrían colapsado in situ. A partir de una muestra de carbón se obtuvo un fechado para este contexto de 900 ± 70 AP. En el segundo sector, sobre una superficie excavada de 3 x 2 m, se identificaron surcos paralelos de unos 30 cm de ancho que aparentemente se extendían más allá del área intervenida. En todo el sedimento se encontraron abundantes residuos domésticos, entre ellos cotiledones carbonizados de poroto común cultivado (Phaseolus vulgaris var. vulgaris), uno de los cuales fue datado por AMS en 1028 ± 40 AP. Esta fecha indica una cierta concomitancia con la ocupación de la vivienda cercana, aproximadamente entre los siglos X y XIII de nuestra era. El análisis de los micro-vestigios vegetales asociados a los surcos arrojó resultados significativos en relación al tipo de agricultura practicada en el lugar. En primer término, se identificaron silico-fitolitos atribuidos específicamente a las hojas de maíz y poroto, es decir a las partes no comestibles de las plantas, lo cual confirma el cultivo in situ de ambas especies. Por otra parte, la observación de las uniones celulares (espodogramas) de las gramíneas silvestres que crecieron conjuntamente, con predominio de las uniones de dos y tres células, indica que estos vegetales se desarrollaron con el único aporte del agua de lluvias. Estudios experimentales señalan la ocurrencia de un mayor número de uniones en el caso de las parcelas regadas artificialmente, entre 10 hasta más de 100 células unidas, debido a un mayor aporte de sílice al sustrato (Rosen y Weiner 1994). El corto número de uniones en esta parcela arqueológica es consistente con cultivos de secano. El cultivo combinado de maíz y poroto en una misma parcela es una práctica frecuente en numerosos sistemas productivos basados en técnicas tradicionales, dado 564

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

que ambas especies se complementan beneficiosamente. El poroto favorece el crecimiento del maíz al tomar nitrógeno de la atmósfera y fijarlo como nutriente en el suelo, mientras que las cañas de maíz le sirven de apoyo, puesto que el poroto es una planta de tipo trepador. Los cultivos llevados a cabo en este sitio consistieron en huertos pequeños próximos a las viviendas, donde podían obtenerse diversos productos entre los que se destaca el maíz. La función de los surcos habría sido limitar la erosión y facilitar la retención del agua precipitada. Esta forma de producción habría estado generalizada en la época y de este modo se habría definido, en sus rasgos fundamentales, el aspecto que llegó a alcanzar el paisaje agrícola en las sierras. Es por ello que en el siglo XVI el cronista Diego Fernández, en el momento de describir el carácter semi-subterráneo de las habitaciones construidas por los indígenas, señaló que los poblados no parecían tales a la distancia, «a no ser por los maizales» que los sobrepasaban en altura (Berberián 1987: 53). 4. Producción agrícola, procesos económicos y cambio social Los documentos del siglo XVI dan cuenta de una producción agrícola indígena de cierto volumen, pero también advierten sobre el carácter inseguro de dicho aporte. En su informe de servicios, el capitán Hernán Mejía Mirabal declaró haber obtenido sustento para el asiento español en sus primeros años, saliendo en muchas ocasiones por orden del gobernador con gente de guerra y retornando al fuerte con «tres mil fanegas de maíz, frijoles y zapallos» (Piana de Cuestas 1992: 72). Sin embargo, eran comunes las crisis agrícolas desencadenadas por factores diversos actuando aislados o en combinación, como las sequías, tormentas de granizo, plagas de langostas, gusanos o, como acabamos de ver, conflictos y saqueos tanto a nivel intra como interétnico. Estas crisis eran capaces de afectar a grupos locales particulares o bien a comarcas y valles enteros. En tales casos era fundamental el acceso a los recursos silvestres. Como señalaba el Padre Barzana en su carta referida supra, si las lluvias eran insuficientes y no permitían recoger maíz, o si los ríos no salían de su cauce para fertilizar la tierra, entonces los indígenas pasaban sus necesidades con la algarroba (Prosopis spp.) que recogían en grandes cantidades y de la que hacían importantes depósitos (Berberián 1987: 254). Los patrones isotópicos parecen avalar la idea de un mayor consumo de maíz con posterioridad a ca. 1000 AP, pero también destacan la variabilidad inter-individuos que entendemos consistente con una fase de transición agrícola, con un aporte relativamente limitado de este recurso y una dieta de tipo mixto. Los procesos económicos de este período se definen, de hecho, por las estrategias orientadas a sostener un modo de vida tradicional cazador-recolector, en un contexto de crecimiento demográfico y restricciones territoriales. En este marco el cultivo de diferentes especies permitió incrementar la productividad y brindar un aporte complementario, consistentemente con una lógica de diversificación de las actividades y recursos aprovechados. La información da cuenta de una mayor explotación de los recursos silvestres. Los conjuntos arqueofaunísticos provenientes de contextos residenciales indican la captura de una amplia gama de especies, principalmente artiodáctilos gregarios como Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

565

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

guanacos (Lama guanicoe) y venados de las pampas (Ozotoceros bezoarticus), pero también animales de hábitos solitarios y/o menor porte como las corzuelas (Mazama guazoupira), armadillos (Chaetophractus sp., Dasypus sp.), roedores (Galea sp., Microcavia sp., Ctenomys sp.), lagartos (Tupinambis sp.) y aves (Nothura sp., Eudromia sp.). Las innovaciones tecnológicas como el arco y la cerámica, introducidas en un período anterior pero generalizadas en éste, dan cuenta de diseños especializados para la cacería de presas diversas, así como nuevas formas de procesar los alimentos, como el hervido en ollas, que en parte se refleja en el intenso trozamiento de las carcasas (Medina y Pastor 2012; Pastor et al. 2005). Los datos arqueobotánicos indican la recolección de diversos vegetales (Prosopis sp., Geoffroea decorticans, Zizyphus mistol, Phaseolus silvestres, posiblemente algunas gramíneas), en tanto que los fragmentos de cáscaras muestran el acceso regular a los huevos de dos especies de ñandú (Rhea americana y R. pennata) (Medina et al. 2009; Medina et al. 2011). Un proceso notable, cuyos antecedentes se remontan hasta ca. 1400 AP, fue la ocupación efectiva de microambientes marginales como las sierras noroccidentales de Córdoba (Guasapampa, Pocho, Serrezuela), en el límite con las Salinas Grandes y los Llanos de La Rioja. Se trata de entornos dotados de los típicos recursos silvestres del monte chaqueño, pero con agua escasa o muy escasa en algunas áreas. La ocupación más intensa aunque estacional de estos paisajes, hasta entonces poco tenidos en cuenta, apuntó en el sentido de la reproducción de una lógica cazadora-recolectora en un contexto de expansión demográfica y territorial (Pastor 2012; Recalde 2014). Las consecuencias acumulativas e interconectadas de estas innovaciones desencadenaron cambios en las estructuras sociales y políticas, a pesar de que las estrategias se orientaran hacia la conservación de los antiguos modos de vida. Las demandas asociadas al cuidado de los cultivos implicaban la protección de las parcelas durante el crecimiento de las plantas, así como de las cosechas y reservas almacenadas, más allá de que la organización de estas prácticas permitiera el sostenimiento de una forma de vida móvil o semi-sedentaria (Medina et al. 2014; Pastor et al. 2013). Esto llevó a la instauración de una territorialidad de tipo restrictivo, aplicada a terrenos con potencial agrícola así como a espacios destinados a la caza y recolección («algarrobales», «cazaderos»), revirtiendo en un incremento de la conflictividad social (Pastor 2012; Pastor et al. 2012). Las condiciones de reproducción social se afianzaron progresivamente en el aporte de los cultivos y en un acceso fluido a espacios variados de explotación de recursos silvestres. Este contexto particular habría favorecido la definición de los grupos locales como unidades sociales relativamente «cerradas», con relaciones de reciprocidad interna positiva y externa negativa. Las numerosísimas unidades políticas mencionadas en las fuentes del siglo XVI no eran más que pequeñas comunidades cuyos integrantes estaban unidos por lazos de parentesco, en una estructura de linajes familiares interrelacionados. Esta modalidad supone la transformación de una forma de organización previa, extendida entre los cazadores-recolectores, en base a grupos locales «abiertos» con una reciprocidad externa positiva. La integración de estas formaciones políticas comunitarias supuso un juego de acuerdos y tensiones: la negociación en un frente interno para contravenir tendencias autonómicas de unidades domésticas y linajes familiares, así como en un frente ex566

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

terno con otras formaciones locales o extrarregionales, implicando alternativas variables y cambiantes entre la alianza y el conflicto abierto. Entre las prácticas orientadas a desarrollar las redes de alianza, a contener o afrontar la conflictividad social, las fuentes escritas del tiempo de la conquista destacan los intercambios matrimoniales y la celebración de rituales colectivos («juntas y borracheras») (Montes 2008; Piana de Cuestas 1992). Las fuentes relacionan a estos rituales con el consumo de alimentos y bebidas, llevado a cabo en coincidencia con actividades extractivas como las cacerías y en particular la recolección de la algarroba. La arqueología del período posterior a ca. 1000 AP (con algunos antecedentes más tempranos) muestra el desarrollo de un ámbito de participación colectiva, separado de los espacios residenciales, en sitios de propósitos especiales donde se conservaron, entre otros materiales, vestigios de la preparación y consumo de grandes volúmenes de alimentos (Pastor 2007). La consolidación de esta esfera de participación comunitaria, en forma concomitante con la introducción de los cultivos, manifiesta la irreversible transformación de los antiguos modos de vida, a través del afianzamiento de las formaciones políticas suprafamiliares, en tanto estructuras segmentarias con una cierta cohesión y jerarquización interna. Lo que nos interesa destacar es que los paisajes, prácticas y sentidos en torno a los cuales se desarrollaron estas celebraciones estaban vinculados con la caza y recolección, y no así con los cultivos, lo cual advierte sobre la importancia económica de los recursos silvestres y sobre las estrategias orientadas hacia la conservación del modo de vida tradicional, irreversiblemente modificado por la agudización de sus contradicciones. 5. Consideraciones finales En el caso de la región y período que nos ocupa, las transformaciones ligadas a la introducción de vegetales domesticados a la dieta y prácticas de cultivo se relacionaron tradicionalmente con un concepto de «revolución», en el sentido de un cambio histórico con consecuencias profundas y de largo plazo. A pesar de ello, hemos sugerido que la manipulación, consumo e incluso el cultivo de estos vegetales no condujeron en forma directa a cambios radicales. Las transformaciones fueron graduales, paulatinas, sin provocar modificaciones estructurales inmediatas. Lo que se observa es que las innovaciones no se impusieron en forma rápida y asociada, como un «paquete neolítico» o «formativo», incluso relacionado con un posible reemplazo poblacional (la «inmigración de pueblos agricultores»). Por el contrario, son notorias las continuidades con el pasado y la orientación de las estrategias económicas y sociales hacia la conservación de los modos de vida tradicionales. A lo largo de siglos, vegetales como el maíz o tecnologías como la cerámica, sólo fueron adoptados en cuotas muy limitadas y probablemente en contextos particulares, distintos de los más cotidianos (v.g. rituales). Aunque no contamos con información precisa, otro tanto podría suponerse con respecto a la incorporación de otras plantas como Phaseolus spp. o Chenopodium quinoa. Por su parte, la forma predominante de agricultura de secano no llegó a requerir un sedentarismo pleno, lo cual permitió la vigencia (así como la ampliación) de los circuitos de movilidad propios de los Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

567

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

cazadores-recolectores. Esto no quita que, a largo plazo, llegaran a producirse transformaciones profundas, como también hemos apuntado. Aunque estas ideas aparecen como contrapuestas a los modelos sobre la dispersión agrícola en las Sierras Centrales de Argentina, se aproximan por otro lado a los escenarios reconocidos en regiones conectadas del sur andino, como Cuyo y Chile Central (Falabella et al. 2007; García 2010; Gil et al. 2010). En todos estos casos se ha observado la manipulación temprana de vegetales domesticados como el maíz o la quínoa por parte de cazadores-recolectores que no cultivaban ni producían cerámica, una adopción no inmediata de la agricultura del maíz, la incorporación gradual de otras especies y variedades domesticadas y al mismo tiempo, claras continuidades con el pasado que se expresan en la importancia económica de los recursos silvestres y en formas sostenidas de movilidad residencial. Los procesos centrados en la intensificación de la estrategia agrícola, así como los cambios sociales relacionados, aparecen limitados a áreas puntuales y a momentos muy tardíos de la secuencia prehispánica. Más allá de este escenario macrorregional, vigente en el sur andino entre los 30° y 35° S, algunos de estos elementos aparecen en diversas combinaciones en una variedad de trayectorias globales de transición a la agricultura, sin conexiones directas o indirectas. De este modo, si bien nuestro objetivo de investigación se relaciona con un caso específico en el sur de Sudamérica, las tendencias identificadas se vinculan con una discusión más amplia que indaga acerca de la variabilidad y aspectos singulares, así como los patrones más profundos y compartidos que incidieron en la dirección del cambio histórico. Tomemos en cuenta por ejemplo, algunos de los ejes del debate en el Viejo Mundo. Tradicionalmente los modelos dominantes de expansión de la agricultura en Europa veían el proceso de «neolitización» como un paquete integrado, que incluía la inmigración desde centros del Cercano Oriente de pueblos que portaban consigo sus culturas, tecnologías, plantas, animales domesticados y formas de organización. Estas transformaciones de tipo «revolucionario», con la imposición de un nuevo «paquete» de rasgos asociado al desplazamiento y reemplazo de poblaciones, parecen haber ocurrido efectivamente en muchas ocasiones (Bogaard et al. 2013; Cramp et al. 2014; Gamba et al. 2011). Pero ésta no sería más que una alternativa en un escenario global diverso. Se tiende a imponer la idea de la neolitización como un proceso «en mosaico», con una marcada variabilidad cultural, un impacto diferencial de los cambios en las distintas regiones, en ocasiones cambios rápidos y «en paquete» y en otros casos lo contrario, permanencias con el pasado e incorporación gradual de los elementos novedosos (Amkreutz et al. 2008; Cubas y Fano 2011; Cramp et al. 2014; Hervella et al. 2012). Se ha definido un «paradigma de continuidad», especialmente en Europa Atlántica, que implica una valorización del Mesolítico, una evaluación detenida de sus formas locales, como instancia previa para comprender la implantación del Neolítico y las transformaciones que pudo acarrear en cada caso, a partir de un rol activo de las poblaciones indígenas (Silva y Frank 2013). Esto incluye la diversidad de vínculos de co-existencia, segregación, intercambio, conflicto, etc., entre grupos cazadores-recolectores y agricultores-ganaderos (Amkreutz et al. 2008; Marchand 2009; Perrin 2003). 568

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

De este modo se ha desestimado la inmediatez o la existencia de relaciones estructurales entre agricultura (o ganadería) y cambio social (Hernando 1999). Los pueblos europeos occidentales del Neolítico deberían ser considerados a lo sumo como horticultores, con un pequeño porcentaje de la subsistencia cubierto por los productos de la agricultura y el pastoreo, y no como agricultores plenos. Incluso su modo de vida pudo ser más móvil que algunos de sus antepasados, que habían desarrollado formas sedentarias o semi-sedentarias a finales del Mesolítico (Silva y Frank 2013). En este sentido, además de la gradualidad, se ha advertido acerca del carácter reversible y no unidireccional de las trayectorias de adopción de las economías productoras (Layton et al. 1991). Por ejemplo, para las islas británicas, se ha sugerido un retroceso de la agricultura tras una limitada adopción a comienzos del Neolítico hasta su imposición definitiva recién en la Edad del Bronce (Stevens y Fuller 2012). Como sostuvimos al comienzo, el cuerpo de información con el que contamos para analizar el proceso de dispersión agrícola en las Sierras Centrales de Argentina en el Holoceno Tardío es aún muy fragmentario y requiere el desarrollo de nuevas investigaciones. No obstante, permite trazar un cuadro general así como definir algunas tendencias. Se aprecian claras semejanzas y conexiones con el escenario macrorregional surandino, así como patrones comunes con una extensa serie de casos a nivel global, lo cual permite vincular algunas de las conclusiones con una discusión más amplia que sobrepasa los límites del contexto local. También se vislumbran los ejes que deben regir la agenda futura, abierta a diferentes líneas de indagación. En cuanto a los estudios de isótopos estables, es imprescindible incrementar el tamaño de las muestras e introducirse en el conocimiento de la ecología isotópica regional, como instancia previa para calibrar la estimación del aporte del maíz a la dieta. Los estudios arqueobotánicos, por su parte, deben apuntar a una mayor comprensión de la interacción entre las sociedades humanas y el entorno vegetal, incluyendo especies y variedades tanto silvestres como domesticadas, sus modos de empleo y ritmos de adopción. También será fundamental incorporar nuevos estudios sobre parcelas de cultivo arqueológicas, como aproximación a los antiguos sistemas productivos, a sus formas más extendidas en la región y asimismo a su variabilidad espacio-temporal. 6. Referencias bibliográficas Amkreutz, Luc, Bart Vanmontfort y Leo Verhart 2008 «Diverging Trajectories? Forager-Farmer Interaction in the Southern Part of the Lower Rhine Area and the Applicability of Contact Models», en Creating Communities. New Advances in Central European Neolithic Research, Daniela Hofmann y Penny Bickle, eds., pp. 11-31. Oxford: Oxbow Books. Austral, Antonio y Ana María Rocchietti 1995 «Arqueología de la pendiente oriental de la sierra de Comechingones», en Actas y Memorias del XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina 10: 61-80. San Rafael, Mendoza; Museo Municipal de Historia Natural. Berberián, Eduardo 1984 «Potrero Garay: una entidad sociocultural tardía de la región serrana de la provincia de Córdoba (Rep. Argentina) ». Comechingonia 4: 71-138. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

569

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

1987 1999

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

Crónicas del Tucumán. Siglo XVI. Córdoba: Editorial Comechingonia. «Sierras Centrales», en Nueva Historia de la Nación Argentina, Academia Nacional de la Historia, ed., pp. 135-158. Buenos Aires: Editorial Planeta.

Bogaard, Amy, Rebecca Fraser, Tim Heaton, Michael Wallace, Petra Vaiglova, Charles Michael, Jones Glynis, Richard Evershed, Amy Styring, Niels Andersen, Rose-Marie Arbogast, László Bartosiewicz, Armelle Gardeisen, Marie Kanstrup, Ursula Maier, Elena Marinova, Lazar Ninov, Marguerita Schäefer y Elisabeth Stephan 2013 «Crop Manuring and Intensive Land Management by Europe´s First Farmers». Proceedings of the National Academy of Sciences 110 (31): 12589-12594. Cramp, Lucy, Jennifer Jonnes, Alisom Sheridan, Jessica Smyth, Helen Whelton, Jacqui Mulville, Niall Sharples y Richard Evershed 2014 «Immediate Replacement of Fishing with Dairying by the Earliest Farmers of the Northeast Atlantic Archipelagos». Proceedings of the Royal Society B 281: 20132372. http://dx.doi.org/10.1098/rspb.2013.2372. Cubas, Miriam y Miguel Fano 2011 «Los primeros campesinos del Cantábrico: una revisión de la información disponible y de los modelos propuestos». Férvedes 7: 77-86. Falabella, Fernanda, M. Teresa Planella, Eugenio Aspillaga, Lorena Sanhueza y Robert Tykot 2007 «Dieta en sociedades alfareras de Chile Central: aportes de análisis de isótopos estables». Chungara 39 (1): 5-27. Gamba, Cristina, Eva Fernández, Miriam Tirado, Marie France Deguilloux, Marie-Hélène Pemonge, Pilar Utrilla, Manuel Edo, Miquel Molist, Rita Rasteiro, Lounès Chikhi y Eduardo Arroyo-Pardo 2011 «Ancient DNA from an Early Neolithic Iberian Population Supports a Pioneer Colonization by First Farmers». Molecular Ecology 21 (1): 45-56. García, Alejandro 2010 Arqueología prehistórica de San Juan. San Juan: Editorial Fundación Universidad Nacional de San Juan. Gil, Adolfo, Gustavo Neme y Robert Tykot 2010 «Isótopos estables y consumo de maíz en el centro-oeste argentino: tendencias temporales y espaciales». Chungara 42 (2): 497-513. González, Alberto Rex 1943 «Arqueología del yacimiento indígena de Villa Rumipal (Provincia de Córdoba)». Publicaciones del Instituto de Arqueología, Lingüística y Folklore (U.N.Cba.) IV. 1960 «La estratigrafía de la gruta de Intihuasi (Prov. de San Luis, R.A.) y sus relaciones con otros sitios precerámicos de Sudamérica». Revista del Instituto de Antropología 1: 5-296. González, Alberto Rex y José Pérez 1972 Argentina indígena. Vísperas de la Conquista. Buenos Aires: Paidós. Hernando, Almudena 1999 Los primeros agricultores de la Península Ibérica. Madrid: Editorial Síntesis.

570

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

Hervella, Montserrat, Neskuts Izaguirre, Santos Alonso, Rosa Fregel, Antonio Alonso, Vicente Cabrera y Concepción De La Rúa 2012 «Ancient DNA from Hunter-Gatherer and Farmer Groups from Northern Spain Supports a Random Dispersion Model for the Neolithic Expansion into Europe». Plos One 7 (4): 1-10. Laguens, Andrés 1999 Arqueología del contacto hispano-indígena. Un estudio de cambios y continuidades en las Sierras Centrales de Argentina. BAR International Series 801. Oxford: Archaeopress. Laguens, Andrés y Mirta Bonnín 2009 Sociedades indígenas de las Sierras Centrales. Arqueología de Córdoba y San Luis. Córdoba: Editorial de la Universidad Nacional de Córdoba. Laguens, Andrés, Mariana Fabra, Guaciara Santos y Darío Demarchi 2009 «Palaeodietary Inferences Based on Isotopic Data for Pre-Hispanic Populations of the Central Mountains of Argentina». International Journal of Osteoarchaeology 19: 237-249. Layton, Robert, Robert Foley y Elizabeth Williams 1991 «The Transitions between Hunting and Gathering and the Specialized Husbandry of Resources: A Socio-Ecological Approach». Current Anthropology 32 (3): 255274. Marcellino, Alberto, Eduardo Berberián y José Pérez 1967 «El yacimiento arqueológico de Los Molinos (Dpto. Calamuchita, Córdoba)». Publicaciones del Instituto de Antropología XXVI. Marchand, Grégor 2009 «Relations entre chasseurs-cueilleurs et agriculteurs en Europe occidentale: les echánges comme condition de la néolithisation?», en La Révolution néolithique dans le monde, Jean-Paul Demoule, ed., pp. 283-300. Paris: CNRS Editions. Medina, Matías y Laura López 2005-06 «Evidencias prehispánicas de Phaseolus spp. en Puesto La Esquina 1 (Córdoba, Argentina)». Arqueología 13: 241-245. Medina, Matías y Sebastián Pastor 2006 «Chacras dispersas. Una aproximación etnográfica y arqueológica al estudio de la agricultura prehispánica en la región serrana de Córdoba (Argentina)». Comechingonia 9: 103-121. 2012 «Zooarqueología de sitios residenciales tardíos de las Sierras de Córdoba (Argentina, ca. 1100-300 AP): avances y perspectivas», en Temas de Arqueología: Estudios Tafonómicos y Zooarqueológicos, Alejandro Acosta, Daniel Loponte y Leonardo Mucciolo, eds., II, pp. 45-66. Buenos Aires: Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. Medina, Matías, Silvia Grill y Laura López 2008 «Palinología arqueológica: su implicancia en el estudio del prehispánico tardío de las Sierras de Córdoba (Argentina)». Intersecciones en Antropología 9: 99-112. Medina, Matías, Laura López y Eduardo Berberián 2009 «Agricultura y recolección en el Tardío Prehispánico de las Sierras de Córdoba (Argentina): el registro arqueobotánico de C.Pun.39». Arqueología 15: 217-230. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

571

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

Medina, Matías, Sebastián Pastor, Eduardo Apolinaire y Lucas Turnes 2011 «Late Holocene Subsistence and Social Integration in Sierras of Córdoba (Argentina): the South-American Ostrich Eggshells Evidence». Journal of Archaeological Science 38: 2071-2078. Medina, Matías, Pablo Teta, Pablo y Diego Rivero 2012 «Burning Damage and Small-Mammal Human Consumption in Quebrada del Real 1 (Córdoba, Argentina): An Experimental Approach». Journal of Archaeological Science 39: 737-743. Medina, Matías, Sebastián Pastor y Eduardo Berberián 2014 «´Es gente fazil de moverse de una parte a otra´. Diversidad en las estrategias de subsistencia y movilidad prehispánicas tardías (Sierras de Córdoba, Argentina)». Complutum 25 (1): 73-88. Menghin, Osvaldo y Alberto Rex González 1954 «Excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Ongamira, Córdoba (Rep. Argentina). Nota preliminar». Notas del Museo de La Plata XVII, antropología n° 67: 213-267. Montes, Aníbal 2008 Indígenas y conquistadores de Córdoba. Buenos Aires: Ediciones Isquitipe. Pastor, Sebastián 2007 «´Juntas y cazaderos´. Las actividades grupales y la reproducción de las sociedades prehispánicas de las Sierras Centrales de Argentina», en Procesos Sociales Prehispánicos en el Sur Andino. La Vivienda, la Comunidad y el Territorio, Axel Nielsen, María C. Rivolta, Verónica Seldes, María M. Vázquez y Pablo Mercolli, eds., pp. 361-376. Córdoba: Editorial Brujas. 2007-08 «Arroyo Tala Cañada 1 (valle de Salsacate). Espacio doméstico y productivo en el sector central de las Sierras de Córdoba (Argentina) durante el Período Prehispánico Tardío (ca. 1000-300 AP)». Arqueología 14: 41-75. 2008 «Acerca de una inhumación temprana (ca. 2500 AP) en el sitio Cruz Chiquita 3 (valle de Salsacate, Córdoba, Argentina)». Comechingonia 11: 127-142. 2012 «Arte rupestre, paisaje y tensión social: un caso de estudio en Córdoba, Argentina». Revista Chilena de Antropología 26: 7-32. Pastor, Sebastián y Eduardo Berberián 2007 «Arqueología del sector central de las Sierras de Córdoba (Argentina). Hacia una definición de los procesos sociales del período prehispánico tardío (900-1573 d.C.)». Intersecciones en Antropología 8: 31-47. Pastor, Sebastián y Laura López 2010 «Consideraciones sobre la agricultura prehispánica en el sector central de las Sierras de Córdoba», en Arqueología de la agricultura: casos de estudio en la Región Andina Argentina, Alejandra Korstanje y Marcos Quesada, eds., pp. 208-233. Tucumán: Editorial Magma. Pastor, Sebastián, Eduardo Pautassi y Diego Rivero 2005 «Los sistemas de armas de las comunidades agroalfareras de Córdoba: una aproximación arqueológica y experimental», en Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina 4: 253-266. Córdoba.

572

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

Sebastián Pastor y Eduardo Berberián

Cambios y permanencias en torno al proceso de dispersión...

Pastor, Sebastián, Matías Medina, Andrea Recalde, Laura López y Eduardo Berberián 2012 «Arqueología de la región montañosa central de Argentina. Avances en el conocimiento de la historia prehispánica tardía». Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 37 (1): 89-112. Pastor, Sebastián, Matías Medina y Eduardo Berberián 2013 «Poblados, casas y maizales. Arqueología del espacio residencial y productivo en las Sierras Centrales de Argentina (ca. 1100-300 AP)». Revista Española de Antropología Americana 43 (1): 31-55. Perrin, Thomas 2003 «Mesolithic and Neolithic Cultures Co-existing in the Upper Rhône Valley». Antiquity 77: 732-739. Piana de Cuestas, Josefina 1992 Los indígenas de Córdoba bajo el régimen colonial (1570-1620). Córdoba: Dirección General de Publicaciones de la Universidad Nacional de Córdoba. Recalde, Andrea 2014 «Construcción de paisajes en el oeste de las Sierras de Córdoba durante el prehispánico tardío (ca. 1500-400 AP). Diversidad de prácticas y sentidos en torno al arte rupestre». Arqueología 20 (2): 207-223. Rivero, Diego 2009 Ecología de cazadores-recolectores del Sector Central de las Sierras de Córdoba (Rep. Argentina). Oxford: BAR International Series 2007. Rivero, Diego y Eduardo Berberián 2008 «El poblamiento de la región central del territorio argentino durante la transición Pleistoceno-Holoceno (12000-9000 AP)». Revista Española de Antropología Americana 38 (2): 17-37. Rivero, Diego, Sebastián Pastor y Matías Medina 2008-09 «Intensificación en las Sierras de Córdoba. El abrigo rocoso Quebrada del Real 1 (ca. 6000-500 AP, Córdoba, Argentina)». Anales de Arqueología y Etnología 6364: 227-246. Rosen, Arlene y Stephen Weiner 1994 «Identifying Ancient Irrigation: A New Method Using Opaline Phytoliths from Emmer Wheat». Journal of Archaeological Science 21: 125-132. Serrano, Antonio 1945 Los Comechingones. Serie Aborígenes Argentinos, vol. I. Córdoba: Instituto de Arqueología, Lingüística y Folklore de la Universidad Nacional de Córdoba. Silva, Fabio y Roslyn Frank 2013 «Deconstructing the Neolithic Myth: The Implications of Continuity for European Late Prehistory». Anthropological Notebooks 19 (supplement): 223-235. Stevens, Chris y Dorian Fuller 2012 «Did Neolithic Farming Fail? The Case for a Bronze Age Agricultural Revolution in the British Isles». Antiquity 86: 707-722.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 555-573

573

Interacciones entre las sociedades y las plantas durante el Holoceno medio-tardío en el área septentrional del Río de la Plata (Uruguay) Laura Beovide y Sara Campos Programa de investigación antropo-arqueológica, Dirección de Innovación, Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, MEC, Uruguay. [email protected] Recibido: 10 de marzo de 2014 Aceptado: 23 de mayo de 2014 RESUMEN En las últimas dos décadas se han dado a conocer distintos hallazgos de plantas silvestres en relación con cultígenos, que dan cuenta del amplio manejo que tuvieron de ellas las sociedades del Holoceno medio-tardío, vinculadas al litoral del Río de la Plata y áreas adyacentes sobre los ríos Paraná, Uruguay y costa Atlántica (W53-63º y S30-35º). Se expone un panorama de los modelos arqueológicos desarrollados en la región relacionados con el rol de la recolección y domesticación de plantas, fundamentalmente desde el Holoceno medio. Se analiza la presencia y trayectoria temprana de cultígenos en la cuenca baja del río Santa Lucía en el marco general de un manejo holístico del entorno vegetal. Se propone que el conocimiento de la domesticación de plantas estuvo presente y extendido en la región platense, como parte de un conjunto vasto de interacciones humanas con las plantas, mucho más tempranamente de lo supuesto con anterioridad. Palabras clave: Arqueobotánica, domesticación, arqueología de la cuenca del Plata, micro y macro restos vegetales.

Interactions between Societies and Plants during the Mid-Late Holocene in the Northern Area of Rio de la Plata (Uruguay) ABSTRACT In the last two decades a number findings of wild plants together with cultigens account for the wide usage of plants in the Mid-late Holocene societies who lived on the coast of the Rio de la Plata and adjacent areas of the Parana and Uruguay rivers and the Atlantic coast (W53–63 and S30–35). We present an overview of those archaeological models developed in the region in connection to the role of gathering and domestication from the Mid– Holocene on. We also explore the presence and trajectory of early cultigens in the general framework of a holistic management of the plant environment by analyzing a case in the Archaeology of the Lower Basin of the Santa Lucia River. It is suggested that the knowledge about plant domestication was present and widespread in the Río de la Plata region much earlier than what was being handled by researchers decades ago, as part of a broad set of interactions of those societies with plants. Key words: Archaeobotany, Domestication, Río de la Plata Basin Archaeology, Micro and macro plant remains. Sumario: 1. Introducción. 2. Visibilidad del registro vegetal en el siglo XIX y XX. 3. El registro arqueobotánico regional asociado a la subsistencia. 4. La trayectoria de las plantas en la cuenca inferior del río Santa Lucía. 5. Discusión. 6. Conclusiones. 7. Referencias bibliográficas.

1. Introducción La región terminal de la cuenca del Plata (Figura 1) ha sido poblada desde fines del Pleistoceno. Lo atestiguan sitios superficiales y estratificados de cazadores-recolectores fechados entre ca. 13 000 y 12 000 años AP (López 2013; Miller 1987; Politis Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

575

ISSN: 0556-6533

http://dx.doi.org/10.5209/rev_REAA.2014.v44.n2.50730

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Figura 1: Ubicación del área septentrional del Río de la Plata en el contexto regional. En detalle: algunos de los sitios de la cuenca inferior del río Santa Lucía. Reportes arqueobotánicos de restos de plantas silvestres/cultivadas referidos al Pleistoceno final (en gris), al Holoceno medio (en gris rayado) y al Holoceno final (en rayado).

et al. 2004; Suárez 2011). Hacia el Holoceno medio-tardío se postula la existencia de pueblos asociados a un modo de vida aldeano con mayor grado de integración y diferenciación social que las definidas para los momentos más tempranos de ocupación del área (Iriarte et al. 2004, 2008; López 2001). Su localización en la región se observa principalmente en las tierras bajas (Andrade y López 2000; Beovide 2009, 2011a y 2011b; Bonomo et al. 2011b; Bracco 2006; Gianotti 2000; Iriarte et al. 2004, 2008; López 2001; Loponte et al. 2004). Las estructuras en forma de montículos –túmulos, «cerritos», cierto tipo de concheros– comprendidas en dicho lapso temporal, han sido consideradas manifestaciones, entre otras cosas, de la emergencia de arquitectura monumental y asentamientos complejos (Beovide 2011a; Gianotti 2000; Iriarte et al. 2004, Iriarte 2006a; López 2001). Hace solo tres décadas se había explorado poco sobre las interacciones de dichas sociedades con el entorno vegetal (Beovide 2011b; Iriarte 2006a). En ese corto lapso se desarrolló la investigación sistemática bajo la influencia de la arqueología procesual y el avance de nuevas técnicas de estudio: silicofitolitos, almidones, polen y antracológicos (Beovide 2011; Bonomo et al. 2011b; Campos et al. 1993, 2001; Iriarte et al. 2004). La recuperación del registro arqueobotánico que se viene desarrollando, apoya la reconstrucción paleoambiental (Beovide 2007, 2011b; Bracco et al. 2005; 576

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Del Puerto et al. 2013; Iriarte 2006b) y brinda a su vez nuevas aproximaciones a la dieta de las sociedades pasadas (Bracco et al. 2000; Loponte y Acosta 2007). La evidencia vegetal recuperada revela el uso de plantas silvestres desde hace unos 10.000 años, y de plantas cultivadas desde hace unos 5.000 años (Beovide 2011b; Iriarte 2006a; Iriarte et al. 2004). El objetivo de este trabajo es resumir, a partir de la información disponible y discutir con base en una consideración integral del uso de las plantas, tanto silvestres como cultivadas, las interacciones entre las sociedades prehispánicas y el entorno vegetal, en el área septentrional del Río de la Plata, particularmente en la cuenca baja del río Santa Lucía (Figura 1). 2. Visibilidad del registro vegetal en el siglo XIX y XX La naturaleza en general de la matriz sedimentaria, así como el clima templado y húmedo de la región (W53-63º y S30-35, ver Figura 1) resulta en un limitado número de sitios arqueológicos prehispánicos, en los que se pueden identificar macro restos vegetales. Ello limitó durante mucho tiempo el conocimiento del entorno vegetal pasado y el desarrollo de la Arquebotánica (Beovide 2011b; Campos et al. 1993, 2001; Del Puerto e Inda 2005; Iriarte 2007a; Iriarte y Behling 2007). La investigación arqueológica de buena parte del siglo XX, de forma acrítica, ha dado al maíz (Zea mays L.) la mayor representatividad vegetal en el registro arqueológico (Beovide 2011b; Iriarte 2007a), infiriéndose a partir de la identificación en los sitios de instrumentos que se asocian tradicionalmente con el procesamiento de vegetales: morteros, manos o metates (Beovide et al. 2007; Capdepont et al. 2005; Tenorio 1999). En asociación con las escuelas evolucionistas de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, se pueden rastrear referencias tempranas de dichas asociaciones conceptuales (Beovide 2011b). En la «Clasificación de los Tiempos Prehistóricos del Plata» (Ameghino 1918), por ejemplo, la presencia en el registro de instrumentos líticos de molienda suponía la existencia de cultivos y un período Neolítico, del mismo modo que en Europa. Durante la segunda mitad del siglo XX, las escuelas histórico-culturales contemplan asimismo la posibilidad de sociedades prehispánicas hortícolas en el Plata (también a partir de los instrumentos de molienda presentes en el registro), así como contextualizan esa propuesta discutiendo posibles orígenes y la difusión de los cultivos en América (Imbelloni 1939; Bórmida 1964, entre otros). Particularmente hacia 1970, se adoptó un nuevo esquema cronológico-cultural elaborado por Antonio Serrano (1972) para el área del nordeste argentino, pero con una amplia aceptación en la cuenca baja del Plata. En dicho esquema se propuso la existencia de pueblos ceramistas plantadores (Ribereños Plásticos) para el último milenio (Díaz y Fornaro 1977). Por otra parte, se han desarrollado otras posturas interpretativas que asumen que determinados tipos de cerámica asociados a los instrumentos de molienda y a restos de cultígenos (Zea mays L.) son «marcadores» arqueológicos de la presencia, en el último milenio, de poblaciones guaraníes, chaná-timbúes, entre otras (Bonomo et al. 2011a; Loponte y Acosta 2007; Misión de Rescate Arqueológico 1989; Rodríguez 1992, 2008, 2010; Schmitz 1991). Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

577

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Entre 1980 y 1995, en el registro arqueológico de las sociedades constructoras de cerritos del este del Uruguay, se han recuperado macro-restos de butiá (Butia capitata), algo especialmente ponderado como un recurso de importancia en la dieta de dichas sociedades durante el Holoceno medio-tardío (Bracco et al. 2000; Lopez 2001; López y Bracco 1992; Sans 1988). Los estudios de las dos últimas décadas en dicha región, desarrollados desde un marco procesual y acompañados de nuevas técnicas de recuperación de macro y micro-restos vegetales –silicofitolitos y almidones–, han hecho más visible el registro arqueobotánico en la región, con un soporte empírico mayor. En este sentido, hacia fines de la década de 1990 en el área de la cuenca de la Laguna Merín, Uruguay, se identificaron micro-restos de maíz (Zea mays), calabaza (Cucurbita spp.) y porotos (Phaseolus spp.) (Campos et al. 1993, 2001; Olivero y Campos 1997) además de la presencia de silicofitolitos de arecáceas, achira (Canna glauca) y totora (Typha dominguensis). Estos primeros hallazgos se ampliaron en investigaciones posteriores (Iriarte et al. 2004) especialmente por las implicaciones de la identificación de Zea mays L. cerca de los 4000 años AP. Como consecuencia, se otorgó una nueva jerarquía a la presencia de cultígenos en el área, modificando el paradigma interpretativo de la economía de dichas sociedades. En este sentido el modelo predominante, desarrollado desde la década de 1980, propone que las sociedades constructoras de montículos fueron el fruto de sociedades de cazadores recolectores de alta eficiencia que desarrollaron estrategias de amplio espectro. En principio, dado los abundantes recursos naturales de la región, la demanda del esfuerzo necesario para el cultivo intensivo originaría una relación costo beneficio negativa, por lo que la contribución de los cultivos a la economía de estos grupos sería limitada (Bracco et al. 2000). En contraposición con esa idea, a partir de la identificación reciente de plantas cultivadas, se ha propuesto que «aproximadamente a los 4 190 (14C) años AP, los Ajos se convirtieron en una aldea de plaza circular permanente, y sus habitantes adoptaron los cultivos más tempranos que actualmente se registran en Sudamérica meridional» (Iriarte et al. 2004: 614). En esta última década, con el aumento de la investigación arqueológica sistemática en la región, han surgido otras perspectivas sobre la profundidad temporal del uso de las plantas y las trayectorias de las interacciones entre estas y las sociedades a las que estuvieron ligadas. Tales aspectos serán analizados en los siguientes apartados. 3. El registro arqueobotánico regional asociado a la subsistencia Desde una mirada diacrónica, el estudio de los vegetales relacionados con la subsistencia se encuentra en una fase temprana de desarrollo en la región (Iriarte y Behling 2007). En el marco de esta fase inicial se puede delinear un panorama de los recursos reportados por distintos investigadores, fundamentalmente para el Holoceno medio y tardío. En la Figura 1 se ubican las áreas en las que se reportan restos vegetales desde el Pleistoceno final - Holoceno tardío, en el contexto arqueológico regional. Si bien se han realizado estudios de reconstrucción paleoclimática que contemplan el Pleistoceno final-Holoceno, apoyados por el registro vegetal (Bracco et al. 2005; 578

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Iriarte 2006b), son pocos los estudios que reportan la presencia de plantas hacia el Pleistoceno final-Holoceno temprano. Ello a pesar de que la presencia humana en el área se registra desde hace ca. 13000 años AP (López 2013; Miller 1987; Politis et al. 2004; Suárez 2011). Rafael Suárez (2011) menciona que con base en el estudio del registro de polen del sitio Pay Paso (ubicado en las márgenes del Rio Cuareim, en el norte del Uruguay), hacia ca. 10 200 años C14 AP, se reconocieron «dos frutos comestibles, tala (Celtis sp.) y arazá (Psidium sp.)» (Suárez 2011: 78). Estas especies habrían estado disponibles y potencialmente pudieron ser recolectadas, para consumo humano, en la floresta ribereña que iniciaba su desarrollo (Suárez 2011). También se recuperó polen de «plantas adaptadas a suelos húmedos como Ciperáceas y Typha sp.» (Suárez 2011: 77) para el mismo período de tiempo. Posteriormente se ha señalado el surgimiento en la región de sociedades constructoras de montículos y de aldeas-plaza planificadas, hacia el Holoceno medio (desde ca. 5000-4000 años AP), asociadas a grupos que practicaban una economía mixta (Iriarte et al. 2004, 2008). Para ese período de tiempo se reportan plantas cultivadas o manejadas (Cuadro 1) entre ellas: maíz (Zea mays L.), zapallo (Curubita sp.), achira (Canna sp.), poroto (Phaseolus spp.) (Iriarte et al. 2004), así como ñame (Discorea sp.) y batata (Ipomoea batatas) (Boyadjian 2007; Scheel-Ybert 2001; Scheel-Ybert et al. 2003; Tenorio 1999; Wesolowski 2000, 2007). Iriarte y Behling (2007), con base en el estudio de polen vinculado a la araucaria (Araucaria angustifolia), han propuesto la práctica de una agricultura de tala y quema ca. 4320 años AP. Cabe mencionar que para el Holoceno tardío esta práctica es reconocida más ampliamente por otros investigadores en relación con la araucaria (Araucaria angustifolia) (Bitencourt y Krauspenhar 2006; Beber 2005; De Masi 2005; Kern et al. 1989; Ribeiro 1999/2000; Schmitz 2001/2002). Las semillas o conos de Araucaria angustifolia, y distintas partes de las palmeras como el fruto, tallo y hojas de la butiá (Butia capitata) y de pindó (Syagrus romanzoffiana) se han identificado en sitios arqueológicos de la región tanto en forma de macro-restos como micro-restos vegetales (De Blasis et al. 2007; Del Puerto y Campos 1999; Iriarte 2007a y 2007b; Iriarte et al. 2004; Scheel-Ybert 2001). La identificación hacia momentos tempranos, así como la ubicuidad de las arecáceas en el registro arqueológico regional (Bracco et al. 2000; Del Puerto y Campos 1999; Del Puerto et al. 2000; Iriarte et al. 2004; Iriarte 2006a y 2007a; López 2001; Loponte 2008; Tenorio 1999) son motivo de interés como indicador de un manejo prehispánico de plantas (Loponte 2008). En este sentido, el análisis realizado en la cuenca baja del Paraná para el Holoceno tardío a partir de datos etnográficos y arqueológicos, define dicho recurso como un marcador territorial y grupal, predecible, abundante y de bajo riesgo (Loponte 2008). En el litoral sur de Brasil (Santa Catarina) se identificó, sobre la base de estudios antracológicos, una especie de mangle (Avicennia sp.) y guaraniná o coronilla, una especie de árbol (Sideroxylon obtusifolium), en sitios arqueológicos desde ca. 5000 años AP. Se ha intepretado como un caso de cultivo o manejo de plantas con el propósito del uso de sus maderas y sus frutos (De Blasis et al. 2007; Scheel-Ybert 2001; Scheel-Ybert et al. 2003). Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

579

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Cuadro 1: Restos vegetales relacionados con la subsistencia, recuperados en el registro arqueológico del Holoceno medio en la región Taxón

Nombre Edad 14C común años AP

Sitio

Localidad

País

Referencia

Zea mays

maíz

4190

Los Ajos

Rocha

Uruguay

Cucurbita spp.

zapallo

4190

Los Ajos

Rocha

Uruguay

Butia capitata

butíá pindó achira

Los Ajos, Isla Lar- Rocha ga y Mal Abrigo Los Ajos, Isla Lar- Rocha ga y Mal Abrigo Isla Larga Rocha

Uruguay

Syagrus romanzoffiana Canna sp.

ca. 40003000 ca. 40003000 3660

Uruguay

Zea mays

maíz

3600

Isla Larga

Rocha

Uruguay

Zea mays Phaseolus spp. Cucurbita spp. Cucurbita spp.

maíz poroto zapallo zapallo

ca- 3700 ca- 3700 ca- 3700 3900

CG14E01 CG14E01 CG14E01 Gruta do Gentio

Uruguay Uruguay Uruguay Brasil

Arachis hypogaea maní

3901

Gruta do Gentio

Brasil

Tenorio 1999

Zea mays

maíz

3902

Gruta do Gentio

Brasil

Tenorio 1999

Discorea sp.

ñame

Jabuticabeira II e Moraes

Brasil

Arecácea

palmera

2890±551805±65; 5895±454511±32 5895±454511±32

Rocha Rocha Rocha Minas Gerais* Minas Gerais* Minas Gerais* Santa Catarina

Iriarte 2007a y b; Iriarte et al. 2004 Iriarte 2007a y b; Iriarte et al. 2004 Del Puerto y Campos 1999; Iriarte et al. 2004 Del Puerto y Campos 1999; Iriarte et al. 2004 Iriarte 2007a y b; Iriarte et al. 2004 Iriarte 2007a y b; Iriarte et al. 2004 Del Puerto y Campos 1999 Del Puerto y Campos 1999 Del Puerto y Campos 1999 Tenorio 1999

Jabuticabeira II e Moraes

Santa Catarina

Brasil

Ipomoea batatas batata

5895±454511±32

Jabuticabeira II e Moraes

Santa Catarina

Brasil

Araucaria angustifolia

ca. 4300200

Serra Campos Gerais; Serra da Boa Vista; Morro da Igreja; Serra do Rio Rastro; Aparados da Serra; Cambara´ do Sul; Sao Francisco de Paula; Terra de Areia; Lagoa dos Patos; Sao Francisco de Assis

Rio Brasil Grande do Sul, Santa Catarina, y Paraná

Wesolowski 2000, 2007; Scheel-Ybert 2001; Scheel-Ybert et al. 2003; Boyadjian 2007 Wesolowski 2000, 2007; Scheel-Ybert 2001; Scheel-Ybert et al. 2003; Boyadjian 2007 Wesolwski 2000, 2007; Scheel-Ybert 2001; Scheel-Ybert et al. 2003; Boyadjian 2007 Iriarte y Behling 2007

curý o «pino paraná»

* Adyacente a la región de estudio.

Uruguay

Entre el tercer y segundo milenio antes del presente se observa un fenómeno de mayor expansión: construcción de montículos, desarrollo de concheros, ocupación de las tierras bajas como producto del gradual y fluctuante descenso del nivel del mar desde el óptimo climático, presencia de alfarería y cultígenos en sociedades con me580

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Cuadro 2: Restos vegetales relacionados con la subsistencia, recuperados en el registro arqueológico regional, entre ca. 3000 y 1000 años AP Taxón

Nombre Edad 14C común años AP

Sitio

Phaseolus spp. Zea mays Zea mays

poroto maíz maíz

3050 Isla Larga 2800 Los Indios ca. 3000-500 Yale 27

Canna sp.

achira

ca. 3000-500 Yale 27

Zea mays Phaseolus spp. Cucurbita spp. Zea mays

maíz poroto zapallo maíz

ca. 3700 ca. 3700 ca. 3700 ca. 3000 y 500

Phaseolus spp. Cucurbita spp. Discorea sp.

poroto zapallo ñame

CG14E01 CG14E01 CG14E01 Cráneo Marcado / Guardia del Monte ca. 3000 y 500 Cráneo Marcado ca. 3000 y 500 Cráneo Marcado 2890 ± 55- Jabuticabeira II e 1805 ± 65 Moraes

Localidad

País

Rocha Rocha Tacuarembó Tacuarembó Rocha Rocha Rocha Rocha

Uruguay Uruguay Uruguay

Rocha Rocha Santa Catarina

Uruguay Uruguay Brasil

Uruguay Uruguay Uruguay Uruguay Uruguay

Referencia Iriarte et al. 2001 Iriarte et al. 2004 Gianotti 2000, 2005; Del Puerto e Inda 2005 Gianotti 2000, 2005; Del Puerto e Inda 2005 Del Puerto y Campos 1999 Del Puerto y Campos 1999 Del Puerto y Campos 1999 Del Puerto y Campos 1999 Del Puerto y Campos 1999 Del Puerto y Campos 1999 Wesolowski 2000, 2007; Scheel-Ybert 2001; Scheel-Ybert et al. 2003; Boyadjian 2007 Wesolowski 2000, 2007; Scheel-Ybert 2001; Scheel-Ybert et al. 2003; Boyadjian 2007 Wesolowski 2000, 2007; Scheel-Ybert 2001; Scheel-Ybert et al. 2003; Boyadjian 2007 Capdepont et al. 2005

Aracae sp.

2890 ± 551805 ± 65

Jabuticabeira II e Moraes

Santa Catarina

Brasil

Ipomoea batatas batata

2890 ± 551805 ± 65

Jabuticabeira II e Moraes

Santa Catarina

Brasil

Guardia del Monte / Cráneo Marcado

Rocha

Uruguay

Yale 27

Tacuarembó

Uruguay

Gianotti 2000, 2005; Del Puerto e Inda 2005

Uruguay Uruguay

Capdepont et al. 2005 Capdepont et al. 2005

Ciperáceas, arecaceas, Butia capitata, Bromelia sp., Celtis spinosa, Celtis tala, Cyperus sp. Typha dominguensis, Arecáceas, Ilex Canna sp.

juncos, ca. 3000 y 500 totora, palmeras, butiá, bromelias, tala palmeras ca. 3000 y 500 y totora yerba achira

Rocha ca. 3000 y 500 Cráneo Marcado ca. 3000 y 500 Guardia del Monte / Rocha Cráneo Marcado

nos movilidad residencial (Beovide 2009, 2011b; Bracco 2006; Bracco et al. 2005; Gianotti 2000; Iriarte 2006a, 2007a; Iriarte et al. 2004; Iriarte y Behling 2007; López 2001; Schmitz 2001/2002). En el registro arqueobotánico asociado a la subsistencia para dicho período, los registros se refieren a la presencia de cultígenos como: maíz (Zea mays), achira (Canna sp.), porotos (Phaseolus spp.), zapallo (Cucurbita spp.), así como ñame (Discorea sp.) y batatas (Ipomoea batatas) (Boyadjian 2007; Del Puerto y Campos 1999; Gianotti 2000; Iriarte 2006a, 2007a; Iriarte et al. 2001; López 2001; Scheel-Ybert et al. 2003; Wesolowski 2000, 2007). Además de las especies ya mencionadas se reportan distintas palmeras (Butia capitata y Syagrus romanzoffiana), tala (Celtis tala) y bromelia (Bromelia sp.), (Typha dominguensis) que presentan un potencial uso alimenticio (harinas, frutos, entre Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

581

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

otros) y tecnológico (Boyadjian 2007; Capdepont et al. 2005; Del Puerto y Campos 1999; Iriarte 2006a, 2006b, 2007a, 2007b; Scheel-Ybert 2001; Scheel-Ybert et al. 2003; Wesolowski 2000, 2007). Para el último milenio antes del presente, se ha propuesto la existencia en la región de centros ceremoniales asociados a monumentos funerarios, festejos rituales y complejos de recintos (túmulos, casas pozo). Ello reflejaría la jerarquización social incipiente, la territorialidad y la ideología vinculada a la presencia de cacicazgos o jefaturas (Bonomo et al. 2011a, 2011b, 2011c; Gianotti 2000; Iriarte 2006a; Iriarte et al. 2008; 2010; López 2001; Loponte y Acosta 2007). Para dicho período y el previo a la conquista europea, se percibe a la cuenca del Río de la Plata como un espacio donde las sociedades provenientes de distintos ambientes convergieron e interactuaron (Iriarte et al. 2008). Cuadro 3: Restos vegetales relacionados con la subsistencia (fundamentalmente plantas manejadas y cultígenos) recuperadas en el registro arqueológico ca. 1000 años AP en la región Taxón

Nombre Edad 14C común años AP

Sitio/localidad arqueológica

Calathea spp., Phaseolus spp. Zea mays, Phaseolus vulgaris

lerén, poroto maíz, poroto

1190

Zea mays, Cucurbita spp.

maíz, zapallo

1810

Zea mays

maíz

1950

San Francisco de Assis

Zea mays, Cucurbita spp. Zea mays, Phaseolus spp., Cucurbita spp. Zea mays

maíz, zapallo maíz, poroto, zapallo maíz

870±100

El Puente

Zea mays

maíz

Canna sp.

achira

Zea mays Ilex, Canna sp.

maíz yerba, achira

Cucurbitas, Phaseolus sp. Zea mays L Zea mays

zapallo

Zea mays

582

ca.700-500

Isla Larga y Los Indios Cerro Tapera Vázquez, Brazo Largo y del Río Paraná Miní. Abrigo do Matematico

Localidad

Rocha

País Uruguay

Referencia Iriarte et al. 2001

Entre Ríos Argentina Bonomo et al. 2010a, b y c

Río Brasil Grande do Soul Río Brasil Grande do Soul Rio Negro Uruguay

Miller 1971

Rocha

Uruguay

Del Puerto y Campos 1999

ca. 3000 y 500 Guardia del Monte Rocha

Uruguay

885 ± 35

Uruguay

Capdepont y Pintos 2007; Capdepont et al. 2005 Gianotti et al. 2013

Uruguay

Gianotti et al. 2013

Uruguay Uruguay

Capdepont 2013 Capdepont et al. 2005

ca. 2400-500 CH2D01

Cañada de los Caponcitos 885 ± 35 Cañada de los Caponcitos 700-400 Guayacas ca. 3000 y 500 Guardia del Monte / Craneo Marcado ca. 1200 a 360 Distintos sitios en el área pampeana

Tacuarembó Tacuarembó Paysandú Rocha

maíz

800-900

maíz

2500-500

Delta del Paraná Suroeste del Uruguay

Sitios del Delta inferior del Paraná Colonia Concordia/ d13C.

Behling et al. 2005 Castillos 2004

La Pampa Argentina Illescas et al. 2012; Berón 2013 Argentina Loponte 2008; Loponte y Acosta 2007 Uruguay Bracco et al. 2000

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

En este sentido, algunos investigadores reelaboraron, con base en ideas que se remontan a los siglos XIX y XX, distintos esquemas que vinculan el registro arqueológico con el etnohistórico. Así han resaltado las posibles continuidades culturales e históricas del pasado prehispánico en relación con ciertos grupos: Tupí-Guaraní, de filiación Arawak, Jê meridionales, Kaingang y Minuanes, entre otros (Bonomo et al. 2011a, 2011c; Iriarte et al. 2008; López y Bracco 2010; Loponte y Acosta 2007). Se han desarrollado visiones críticas de estas posturas cuestionándose, entre otras cosas, la construcción arqueológica sobre las etnias y «lo guaraní» en el área, exponiendo una vía alternativa para discutir las inferencias al respecto (Beovide 2003; Farías 2005). En el Cuadro 3 se mencionan algunas de las plantas manejadas o cultivadas (ca. 1500-400 años AP) reportadas para la región como: maíz (Zea mays), porotos (Phaseolus vulgaris), lerén (Calathea spp.), achira (Canna sp.) y zapallo (Cucurbita spp.) (Behling et al. 2005; Berón 2013; Bonomo et al. 2011a, 2011b, 2011c; Bracco et al. 2000; Capdepont 2013; Capdepont y Pintos 2007; Capdepont et al. 2005; Castillos 2004; Del Puerto y Campos 1999; Gianotti et al. 2013; Illescas et al. 2012; Iriarte et al. 2001; Loponte 2008; Loponte y Acosta 2007; Miller 1971). Cabe mencionar la identificación de oryzoideas en algunos sitios de la región de las que se postula una eventual explotación (Sánchez et al. 2013). Se han identificado plantas con potencial de uso para la subsistencia tales como: tala (Celtis tala) (Babot et al. 2007, Capdepont et al. 2005, González 2005, González y Frere 2009, Meroni et al. 2010), molle (Schinus sp.), sauce (Salix sp.) (González 2005, González y Frere 2009), sombra de toro (Jodinia rhombifolia) y papa del aire (Sechium edule) (Meroni et al. 2010). También laurel (Ocotea sp.), pasionaria (Passiflora), timbo colorado (Enterolobium sp.), algarrobo (Prosopis sp.), espinillo (Acacia caven), ceibo (Erythrina sp.), curupí (Sapium sp.), petiribi o peterebi (Cordia sp.) y papiro criollo (Cyperus) (Brea et al. 2013). Por último, palmeras como Syagrus romanzoffiana, Butia capitata y Butia yatay se han identificado en diversos sitios de la región (Bracco et al. 2000; Capdepont 2013; Capdepont et al. 2005; Del Puerto y Campos 1999; Del Puerto e Inda 2005; Farías 2005; Iriarte et al. 2001; López 2001; Loponte 2008; Zucol et al. 2008). 4. La trayectoria de las plantas en la cuenca inferior del río Santa Lucía En el siguiente apartado se explora el registro arqueobotánico de la cuenca inferior del Río Santa Lucía, tributario del Río de la Plata (Figura 1). Se reconocen, por un lado, muchas de las plantas reportadas en los sitios de la región desde el Holoceno medio, y por otro, las particularidades locales, ambientales y culturales de dicho registro. Hacia el Holoceno medio, la costa del Río de la Plata experimentó el efecto del máximo ingresivo (óptimo climático), provocando el aumento del nivel del mar la inundación de las tierras bajas circundantes (Bracco et al. 2005; Cavallotto et al. 2004; Martínez et al. 2006). El actual río Santa Lucía, entre los ca. 6000 y 5000 años AP, se presenta como un estuario, ya que el nivel del mar alcanza cotas entre ca. +5 Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

583

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

y +10 m (dependiendo de las singularidades del paisaje) y se extiende casi 40 km desde su actual desembocadura (Beovide 2007, 2009; Beovide et al. 2010a; Coronel et al. 1980). Se propone que las sociedades humanas más tempranas se ubicaron en las márgenes de dicho estuario y se fueron extendiendo hacia las tierras bajas de la cuenca, a medida que iba descendiendo el nivel del mar (Beovide 2009). La ocupación más temprana, ubicada hacia ca. 4800 años AP, se considera asociada a pueblos que presentan alfarería así como cultígenos y que hacen uso de los recursos naturales en radios de 10 a 200 km desde los asentamientos (Beovide 2009, 2011a, 2011b). El uso de rocas, flora y fauna en esos radios de 10 km sugiere un conocimiento significativo del registro geológico y una adaptación a dichos ambientes (Beovide et al. 2010a, 2010b). Puerto La Tuna (Figura 1) es el sitio arqueológico mejor estudiado de este período (Beovide 2007, 2009, 2011a, 2011b; Beovide et al. 2010a y 2011b). Se ubica en una punta arenosa, de ca. 500 m2 y en cotas de ca. 2,5 a 10 msnm, limitada por los humedales que bordean al actual río Santa Lucía. La punta arenosa se fue conformando posteriormente al máximo ingresivo holocénico, a medida que se producía el descenso del mar. Los espacios ganados al mismo fueron ocupados gradualmente entre los ca. 5000 y 400 años AP (Beovide 2009; Beovide et al. 2009, 2010a, 2010b). Las evidencias arqueológicas del momento de ocupación más temprano de Puerto La Tuna se ubican en un paleosuelo por encima de los 5 msnm, a casi 1000 metros de distancia del actual río y a 10 km de su desembocadura en el Río de la Plata. En el contexto arqueológico regional, la cerámica temprana se asocia al cuarto y tercer milenio AP (Politis et al. 2001). Sin embargo, la cerámica identificada en el sitio Puerto La Tuna extiende el piso temporal de la misma al quinto milenio antes del presente (Beovide 2009, 2011a; Beovide et al. 2009, 2010b). Del contexto cerámico de ca. 4800 años AP (acotado por fechados radiocarbónicos) se infiere: a) que el abastecimiento de arcillas para la alfarería comprendió un radio de menos de 1 km desde el sitio (Beovide et al. 2010b); y b) que en el mismo se habrían realizado todas las etapas de producción cerámica (Beovide 2011a; Beovide et al. 2009, 2010b). No queda claro en los estudios tecnológicos que la arena fuera el principal antiplástico introducido, ya que puede no haber sido un agregado intencional a la pasta cerámica (Beovide et al. 2009). Se identificaron también pigmentos minerales (fundamentalmente hematita) de menor abundancia que los correspondientes a los momentos más tardíos de ocupación del sitio (ca. 700 a 400 años AP) (Beovide 2011a; Beovide et al. 2009). Debido al pH ácido del suelo, la fauna recuperada es escasa y remite fundamentalmente a peces. La corvina negra (Pogonias cromis) es la mejor representada en el registro, lo que pudo haber implicado un recurso de buen porte (20 a 30 kg) en la subsistencia del grupo (Beovide 2011a; Beovide et al. 2009, 2010b). En cuanto a los vegetales (Cuadro 4, Figura 2), se recuperaron macro restos quemados de tuna (Opuntia sp.) y palmera pindó (Syagrus romanzofiana) (Beovide 2011a, 2011b; Beovide et al. 2009, 2010b; Campos 2013). En los sedimentos del contexto de ca. 4800 años AP se identificaron silicofitolitos de achira (Canna sp.), pindó y Ciperáceas. En un fragmento de mano de moler se reconocieron silicofitolitos de zapallo (Cucurbita sp.) y tala (Celtis tala), almidones de batata (Ipomea batatas) y microcarbones. En la parte punzante de un perforador de cuarzo se identificaron granos de almidones (Campos 2013). 584

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Cuadro 4: Vegetales identificados en el contexto de ca. 4800 años AP del sitio Puerto La Tuna, con importancia para la subsistencia Taxón

Nombre común

Micro-restos Edad 14C botánicos años AP

Sitio

Exca- Muestra vación

granos

almidones

ca. 4800

La Tuna

tala

silicofitolitos

ca. 4800

La Tuna

III

Cucurbita sp. zapallo, cáscara y pelo segmentado boniato Ipomoea batatas achira Canna sp.

silicofitolitos

ca. 4800

La Tuna

III

almidón

ca. 4800

La Tuna

III

silicofitolitos

ca. 4800

La Tuna

III

Ciperáceas

silicofitolitos

ca. 4800

La Tuna

III

Canna sp.

silicofitolitos

ca. 4800

La Tuna

III

pindó silicofitolitos Syagrus romanzoffiana (fruto y hoja) Ciperáceas silicofitolitos

ca. 4800

La Tuna

I

ca. 4800

La Tuna

I

Celtis tala

a

e

b

f

g

I

artefacto punzante mano de moler mano de moler

Referencia Campos 2013 Campos 2013 Beovide 2011a y b; Beovide et al. 2009

mano de Campos 2013 moler sedimentos Beovide 2011a y b; Beovide et al. 2009 sedimentos Beovide 2011a y b; Beovide et al. 2009 sedimentos Beovide 2011a y b; Beovide et al. 2009 sedimentos Beovide 2011a y b; Beovide et al. 2009 sedimentos Beovide 2011a y b; Beovide et al. 2009

c

d

h

Figura 2: Algunas muestras de micro-restos e instrumentos asociados al procesamiento y uso de plantas (cuenca inferior del río Santa Lucía, ca. 5000 y 400 años AP). Escala 5µm, 400 X para figuras a-e, y escala en cm para figuras de f a h. En a) de izquierda a derecha micro-carbón, silicofitolito de Canna sp. y estructura asociada al proceso de molienda (sedimentos, sitio Puerto La Tuna, ca. 4800 años AP), b) almidón gelatinizado en mano de moler (sitio Puerto La Tuna, ca. 4800 añosAP), c) silicofitolito de Ciperácea (sedimentos, sitio Puerto La Tuna, ca. 4800 años AP), d) silicofitolito de Syagrus romanzoffiana en mano de moler (sitio Colonización ca. 3000 años AP), e) almidón de Zea mays en mano de moler (sitio Gambé ca. 3000 años AP), f) tortero de cerámica (Sitio Puerto La Tuna, ca. 700-400 años AP), g) artefacto compuesto (mortero/piedra con hoyuelo, sitio Colonización, ca. 3000-200 años AP) de granito, h) mano de moler de cuarzo (sitio Gambé, ca. 3000 años AP). Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

585

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Es significativa la presencia de batata (Ipomoea batatas) y achira (Canna sp.), ya que de sus rizomas (gruesos y de buen porte) se obtienen harinas. Los procedimientos tradicionales utilizados en la actualidad en distintos puntos de América para la preparación de harinas, involucran la separación de las cáscaras de los rizomas por hervido o pelado, mientras que la pulpa es machacada y dejada secar. Silicofitolitos de Canna sp. y estructuras asociadas a la acción de moler (Figura 2a), identificados en las muestras de sedimento extraídas de espacios de procesamiento dentro del sitio, sugieren el uso de este recurso en la elaboración de harinas y del almidón de batata (Ipomoea batatas), recuperado en el fragmento de mano de moler. Silicofitolitos de zapallo (Cucúrbita sp.) y microcarbones, reconocidos en la mano de moler, pueden indicar el molido de sus semillas (machacadas o tostadas). Tal práctica es acorde con el uso tradicional de ese recurso, junto con su pulpa y cáscara con fines tecnológicos y alimenticios. A partir de la identificación de fitolitos de tala (Celtis tala) en una mano de moler, y de frutos quemados y silicofitolitos de la palmera pindó (Syagrus romanzoffiana) en sedimentos, se podría proponer un uso alimenticio, además del uso medicinal, tecnológico o de abrigo que tienen ambos recursos. Especialmente en algunas etnias se registra la fabricación de harinas con las fibras y la médula del tronco de las palmeras, mediante el machacado y el tamizado (Métraux y Baldus 1946). De la tuna (Opuntia sp.) son utilizados sus frutos y cladodios como alimento o por sus propiedades medicinales. Además hay un uso tradicional de la tuna en la elaboración de pigmentos, como ligante o porque acoge a un parásito que brinda un tinte rojo: la cochinilla (Dactylopius coccus). Plantas de tipo graminiformes, como las ciperáceas, identificadas en forma de silicofitolitos, pueden utilizarse con distintos usos tecnológicos, como la cestería, esteras o canoas, entre otros. También como alimento y medicinas. Particularmente en el área se reconoce una especie de importancia económica como el junco Schoenoplectus californicus (Scirpus californicus), que actualmente se explota para hacer esteras y canastos. La situación cambia hacia los 3000 años AP, con el gradual descenso del nivel del mar, intercalado por pulsos transgresivos marinos que afectan la región (Bracco et al. 2005). La fisonomía del estuario entonces existente se transforma en un sistema de lagunas con amplias planicies de inundación (Beovide 2007, 2009, 2011a, 2011b). Los asentamientos se ubican en albardones arenosos, en las márgenes de dichas lagunas, protegidos de los vientos fríos del sur-oeste (Beovide 2007, 2009, 2011a). Dos de los sitios identificados para ese momento de ocupación, Colonización y Gambe, presentan en sus espacios concheros en montículos y basureros conformados entre los 3000 y 2000 años AP, que han sido estudiados en profundidad (Beovide 2011a). Sin embargo no son los únicos, ya que se reconocen una serie de siete concheros en las márgenes de las paleolagunas, para ese período de tiempo (Beovide 2011a). Los sitios Puerto La Tuna hacia ca. 2000 años AP y Ordeig (ca. 1600 años AP), no presentan concheros, pero si comparten con los sitios de Gambé y Colonización el registro arqueobotánico (Beovide 2011a, 2011b; Campos 2013). Se ha propuesto que las sociedades ubicadas entre ca. 3000 y 1500 años AP, vinculadas con la presencia de concheros en algunos sitios, manejaron un territorio circunscrito fundamentalmente a la cuenca inferior del paleo-río Santa Lucía (Beovide 586

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Cuadro 5: Zea mays y otros restos vegetales identificados entre ca. 3000 y 1500 años AP Taxón

Nombre Micro-restos común botánicos

Edad 14C años AP

Sitio

Exca- Muestra vación

Canna sp.

achira

silicofitolitos

ca. 2000

La Tuna

Zea mays

maíz

almidón

ca. 2000

La Tuna

III

Opuntia sp. tuna

silicofitolitos

ca. 2000

La Tuna

III

Ciperáceas

silicofitolitos

2700-2300

Gambé

III

Ciperáceas

silicofitolitos

2700-2301

Gambé

III

Ciperáceas

silicofitolitos

2700-2300

Gambé

III

almidón

2700-2300

Gambé

III

silicofitolitos

2700-2300

Gambé

III

almidón

2700-2300

Gambé

III

silicofitolitos

2700-2300

Gambé

III

almidón

2700-2300

Gambé

III

silicofitolitos

2700-2300

Gambé

III

Zea mays

maíz

Ciperáceas Zea mays

maíz

Ciperáceas Zea mays

maíz

Ciperáceas

III

Cucurbita maxima Zea mays

zapallo

almidón

2700-2300

Gambé

III

maíz

almidón

2700-2300

Gambé

III

Zea mays

maíz

almidón

2700-2300

Colonización

III

Cucurbita maxima

zapallo

almidón

2700-2300

Colonización

III

silicofitolitos

2700-2300

Colonización

III

Ciperáceas

tubérculo silicofitolitos domestico Cannanáceas silicofitolitos

1600 años dC Ordeig

I

2700-2300

Gambé

III

Celtis tala

tala

silicofitolitos

2700-2300

Gambé

III

Zea mays

maíz

almidón

2700-2300

Gambé

III

Cucurbita maxima Zea mays

zapallo

silicofitolitos

1600 años dC Ordeig

I

maíz

almidón

1600 años dC Ordeig

I

Referencias

mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mortero doble

Beovide 2011a y b; Campos 2013 Beovide 2011a y b; Campos 2013 Beovide 2011a y b; Campos 2013 Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b Beovide 2007; Beovide et al. 2011a y b; Beovide y Campos 2011 mortero Beovide 2007; doble Beovide et al. 2011a y b; Beovide y Campos 2011 mortero Beovide 2007; doble Beovide et al. 2011a y b; Beovide y Campos 2011 sedimento Beovide y Campos 2009 sedimentos Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b sedimentos Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b sedimentos Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b sedimentos Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b sedimentos Beovide 2007; Beovide et al. 2007, 2011a y b

2011a). Desarrollaron una serie de características más complejas de organización social que requieren articulación comunal y estrategias compartidas en torno a la formación de los concheros (Beovide 2011a). En general los concheros pueden ser considerados como marcadores del espacio y la memoria social que transforman de alguna manera el paisaje natural (De Blasis et al. 2007). Las especie de moluscos Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

587

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

más abundante en los concheros es Erodona mactroides seguida de Ostrea equestris, Tagelus plebeius, Anomalocardia brasiliana y Mactra sp. (Beovide 2011a). Erodona mactroides es una especie (ca. 3 cm) que vive en sustratos arenosos. Su recolección pudo ser propiciada por las amplias planicies de inundación, asociadas a las lagunas formadas en dicho período (Beovide 2011a). Además de los moluscos se identificó venado de campo (Ozotoceros bezoarticus), apereá (Cavia aperea) y tucu-tucu (Ctenomys sp.) entre otros (Beovide 2011a). Tiburón (Carcharhinus sp.), así como corvina negra (Pogonias cromis) y chucho (Myliobatis sp) son otros recursos marinos recuperados (Beovide 2011a). Los espacios geográficos vinculados al abastecimiento de los recursos líticos se fueron acotando a la cuenca inferior del río Santa Lucía (Beovide 2009, 2011a). Se observa una mayor frecuencia de artefactos asociados con la molienda (Beovide et al. 2007), vinculados en primera instancia a la intensificación de las actividades de procesamiento de plantas (Beovide 2009). También se identifican objetos de adorno en concha (Erodona mactroides) y materias primas consideradas de «prestigio» como las «materias primas verdes» (malaquita, por ejemplo, cuya extracción está asociada a yacimientos de cobre) (Beovide 2009, 2011a). Al conjunto de plantas presentes entre ca. 5000 y 4000 años AP se incorpora el maíz (Zea mays) (Beovide 2009). Este se ubica en los concheros de Gambé y Colonización, cuya presencia más temprana es acotada por fechados radiocarbonicos hacia ca. 3000 años AP (Beovide 2011a, 2013). El maíz (Zea mays) se identifica en forma de almidones, en artefactos de molienda (manos y morteros), así como en algunos sedimentos asociados a dichas actividades, en los sitios estudiados de ese período (Beovide et al. 2007). Además de este cultígeno, se agrega la identificación de almidones de una especie de leguminosa, lupín (Lupinus albescens) (Campos 2013) en el conchero de Punta Espinillo (de fines del Holoceno medio). Este fue valorado por Jorge Baeza (2011), mediante estudios actualísticos, como un recurso de potencial importancia para la alimentación prehispánica. El humedal mixohalino –que bordea el actual curso inferior de la cuenca del río Santa Lucía– se considera conformado entre ca. 2500 y 2000 años AP, posterior al último pulso ingresivo marino que llega a cotas de ca. 2,5 msnm (Beovide 2007, Beovide et al. 2010a). Ese momento de ocupación de la cuenca se caracteriza por la continuidad de aspectos ya observados en lapsos anteriores, entre ellos la disminución de la movilidad residencial y un uso más intenso de los recursos en radios inferiores a 10 km de los sitios (Beovide 2011a, Beovide et al. 2009). También se observa la consolidación de otros aspectos: la señalización de ciertos espacios como centros de actividad ritual; el desarrollo de un liderazgo posiblemente tribal hacia el Holoceno tardío y la existencia de redes de interacción regionales, las cuales son parte vinculante (en el plano del parentesco e intercambio) (Beovide 2009, 2011a). Se han recuperado restos de corvina negra (Poogonias cromis), ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), coipo o nutria (Myocastor coypus), venado de campo (Ozotoceros bezoarticus), carpincho (Hydrocoerus hydrochaeris), tucu-tucu (Ctenomys sp.), armado (Doradidae), pecarí (Tayasuciedae), roedor (Rodentia), tortuga (Testudines) y aves (Beovide 2011a). 588

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Cuadro 6: Algunas de las plantas identificadas entre ca. 1500 y 400 años AP Taxón

Nombre Micro-restos Edad 14C común botánicos años AP

Sitio

silicofitolitos ca. 700

Mainumby

Celtis tala

silicofitolitos ca. 700

Opuntia sp. tuna

silicofitolitos ca. 700

Zea mays

almidón

Ciperáceas

Exca- Muestra vación

Referencias

I

cerámica Beovide 2011b; Campos 2013 cara interna y externa

Mainumby

I

Campos 2013; Malán et al. 2013

Mainumby

I

Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Campos 2013

ca. 700

La Tuna

III

Opuntia sp. tuna

silicofitolitos ca. 700

La Tuna

III

Cucurbita maxima Zea mays

zapallo

silicofitolitos ca. 700

La Tuna

III

maíz

almidón

ca. 700

La Tuna

III

Zea mays

maíz

almidón

ca. 700

La Tuna

III

Cucurbita maxima Cucurbita maxima Zea mays Ciperáceas Celtis tala Opuntia sp. Canna sp. Ciperáceas Canna sp. Zea mays

zapallo

silicofitolitos ca. 700

Mainumby

I

zapallo

silicofitolitos ca. 700

Mainumby

I

cerámica cara interna y externa cerámica cara interna mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mano de moler mortero

ca. 700 ca. 700 ca. 700 tuna ca. 700 achira ca. 700 ca. 700 ca. 700 maíz 1540 ± 65 años dC Phaseolus sp. porotos silicofitolitos 1540 ± 65 años dC 1540 ± 65 Baccharis sp. carqueja polen años dC 1540 ± 65 Cucurbita zapallo almidón años dC maxima

Mainumby Mainumby Mainumby Mainumby La Tuna La Tuna La Tuna La Tuna

I I I I III III III VII

mortero mortero mortero mortero sedimentos sedimentos sedimentos sedimentos

La Tuna

VII

sedimentos Campos 2013

La Tuna

VII

sedimentos Campos 2013

La Tuna

VII

Canna sp.

La Tuna

VII

sedimentos, Malán et al. 2013 asociado a cerámica sedimentos, Malán et al. 2013 asociado a cerámica

maíz

maíz

achira

almidón silicofitolitos silicofitolitos silicofitolitos silicofitolitos silicofitolitos silicofitolitos silicofitolitos

almidón

1540 ± 65 años dC

Campos 2013; Malán et al. 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013 Beovide 2011b; Campos 2013

La producción alfarera se caracteriza por presentar cerámica decorada, asociada a sitios con funebria (Beovide 2009; Malán et al. 2013; Vallvé y Malán 2011; Vallvé et al. 2010). Más de 200 tipos distintos de diseños en la decoración cerámica se reportan en el sitio Puerto La Tuna, correspondientes a ese momento de ocupación del área. Eso tiene posibles implicaciones en la definición de lugares centrales vinculados con las redes de interacción entre las sociedades en torno al Río de la Plata (Beovide 2009, 2011a). También se reconocen torteros cerámicos, posiblemente usados para hilar, asociados a ese momento de ocupación (Beovide 2011a, 2011b). En estudios funcionales sobre los contenedores cerámicos, se analizaron las caras internas/externas de los mismos, con distintos tipos de decoración (Malán et al. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

589

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

2013). En la cara interna de la cerámica se recuperó: a) achira (Canna sp.), en una muestra de cerámica pintada, b) tuna (Opuntia sp.), que junto con la especie antes mencionada se identifica para la muestra de cerámica corrugada, c) Ciperáceas, en una muestra de cerámica con decoración incisa, d) y tala (Celtis tala), en una muestra de cerámica sin decoración (Malán et al. 2013). A ello se suma la presencia de almidones gelatinizados en algunas de las muestras. En consecuencia, se ha postulado que se trata de vasijas utilizadas para procesar alimentos y posiblemente usadas en el hervido de farináceas (Malán et al. 2013). En esa línea de trabajo se han realizado también estudios de residuos de ácidos grasos sobre los contendores cerámicos que indican el posible consumo de grandes herbívoros, pescado y maíz (Malán et al. 2013). En sedimentos asociados a las muestras cerámicas se recupera zapallo (Cucurbita maxima) y achira (Canna sp.) (Campos 2013; Malán et al. 2013). En instrumentos y sedimentos asociados a la molienda (manos y morteros) de los sitios Puerto La Tuna y Mainumby, se estudian silicofitolitos y almidones de las mismas especies reportadas para momentos anteriores de ocupación como: maíz (Zea mays), zapallo (Curubita maxima) y poroto (Phaseolus sp.). Estos se pueden consumir en distintas formas, a través del hervido y molido. Además se identificó tala (Celtis tala), tuna (Opuntia sp.) y Ciperáceas (Cuadro 6) (Beovide 2011a y 2011b; Campos 2013; Malán et al. 2013) y también se recuperó carqueja (Baccharis sp.) (Campos 2013) de potencial uso medicinal. De las primeras crónicas de los viajeros y colonizadores del siglo XVI y XVII, en contacto con las poblaciones de la cuenca del río Santa Lucía y costa del Río de la Plata adyacente, se destacan dos: la de Pero Lope de Souza 1530-1532 y la de Hernando Arias de Saavedra –Hernandarias– 1608. Ambas relatan el ambiente específico del siglo XVI y principios de XVII del área mencionada y mencionan algunas de las plantas usadas por dichas poblaciones. Cabe destacar que el sitio Puerto La Tuna presenta una ocupación que se remonta al siglo XVI (345-475 cal a.P, 1540 d.C, Beovide 2013), lo que permite desarrollar diversos acercamientos a su estudio que contemplen distintas hipótesis generadas desde la etnohistoria y la arqueología (Beovide 2003). Sobre el medio ambiente, ambas crónicas describen el río Santa Lucía como «un río grande, todo arbolado a lo largo de él» (Lope de Souza 1958:125 [1530-1532]), «además de lo dicho tiene mucha leña» (Arias de Saavedra [1608] en Salaverry 1926:109) y mencionan que aprovechan una especie de «cebolletas/cardos» (Lope de Souza 1958:125 [1530-1532]). La presencia de embarcaciones reflejan (más allá de las inexactitudes) el uso del bosque y humedal: «salieron seis almadías (…) y en cuanto les di fueron a unos juncales y sacaron dos almadía (…) hechas de madera de cedro muy bien trabajada: remaban con unas palas muy largas que en su extremo tenían penachos y borlas de plumas; en cada almadía remaban 40 hombres de pie» (Lope de Souza 1958: 126, 132 [1530-1532]). Hernandarias también describe una situación similar «alle alli algunas canoas de los naturales de aquella costa» (Arias de Saavedra [1608] en Salaverry 1926:109). Pero Lópe de Sousa menciona en relación a la vivienda que «la gente era mucha; que le parecía que eran unos 600 hombres; que lo que parecían tiendas o carpas eran 4 esteras que formaban una casa cuadrada, descubiertas por arriba; tenían redes iguales a las nuestras». (Lope de Souza 1958:132 [1530-1532]). Se desprende de lo anterior que la vivienda y las redes de pesca po590

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

drían haber sido fabricadas con los recursos del humedal como juncos, totora y Ciperáceas, entre otros. 5. Discusión En lo expuesto hasta el momento se ha dejado deliberadamente de lado la interpretación del registro vegetal asociado a grupos lingüísticos/etnias, cuya delimitación arqueológica en la región presenta una serie de debilidades (Farías 2005). Sin dejar de pensar en la construcción histórica que define a los distintos grupos humanos, se trató de evitar en este análisis el uso de paradigmas que generen compartimientos estancos entre culturas basados en listas de rasgos distintivos (Arnold 2009; Beovide 2013). Para ello se exploraron ejes alternativos de interpretación del registro vegetal arqueológico, en su trayectoria temporal en la región. Los aspectos de trasmisión, comunicación e interrelación se han considerado dentro de amplios sistemas de relaciones ambiente/ cultura. De ellos emergen distintos tipos de asociaciones a lo largo del tiempo (Arnold 2009; Babot et al. 2012; Beovide 2013). Del análisis del registro arqueobotánico regional realizado y en particular de la exploración de la trayectoria de las interacciones sociedades-plantas desde el Pleistoceno final, se puede destacar el reporte de aquellas especies vegetales con una presencia constante en el registro arqueológico. Por ejemplo: tala (Celtis tala), identificado en sitios arqueológicos de las llanuras pampeanas de Uruguay y Argentina. Su importancia en la alimentación, tecnología y medicina ya se ha reconocido en contextos más tardíos (González y Frere 2009). Se observa a su vez, desde el Holoceno medio al tardío, la continuidad temporo-espacial de ciertas «asociaciones» de plantas como: zapallo (Cucurbita maxima), achira (Canna sp.), poroto (Phaseolus sp.) y batata (Ipomoea batatas). A estas asociaciones se incorporan, de forma variable en tiempo y espacio, maíz (Zea mays) y ñame (Discorea sp.). Por otra parte, los diferentes tipos de palmeras se presentan como recursos ubicuos en la región, como lo es la araucaria (Araucaria angustifolia) para el sur de Brasil. Lo anterior se acompaña con el reconocimiento de la presencia extendida de instrumentos líticos (morteros, manos, entre otros) y de contenedores cerámicos que, en algunos sectores del área, se remontan al quinto milenio. Se infieren algunas técnicas de procesamiento comunes a la región, como el machacado para la producción de harinas, así como el hervido y el tostado de distintas partes de las plantas identificadas. Una de las implicaciones de lo expuesto radica en que la producción de alimentos parece ser un fenómeno social extendido en distintos hábitats de la región, lo que puede estar apoyando la idea de una amplia interacción entre las sociedades del pasado. Dejando de lado otros usos, se puede pensar que fundamentalmente las asociaciones, continuidades e incorporaciones vegetales observadas y extendidas en la región, pudieron obedecer a las preferencias alimentarias derivadas de la preparación de determinadas «recetas». Estas se podrían incluir dentro de tradiciones culinarias, pensadas como expresiones dinámicas, cuyo abordaje contribuye al entendimiento del rol del recurso botánico utilizado para el grupo humano (Babot et al. 2012). Estas preferencias alimentarias se pueden leer también en la extensión temporo-espacial de los saberes comunes en relación con el manejo o cultivo de determinadas plantas en sistemas socio-económicos similares o diversos. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

591

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Las Ciperáceas, juncos y totora son recursos asociados a las tierras bajas y con una marcada presencia a lo largo del tiempo, lo que denota un marcado y extendido conocimiento de dichos ambientes en la región. Por último, se desprende de lo expuesto que aún hay mucho por avanzar en el estudio de las trayectorias e interrelaciones entre las plantas y las sociedades en la región. La conjunción de distintas líneas de evidencias –con base en estudios bioantropológicos, isotópicos, de residuos, de silicofitolitos y almidones, etnohistóricos, antracológicos, entre otros– permitirá en un futuro mejores definiciones de aspectos vinculados a la dieta, así como tecnológicos e identitarios de las sociedades a partir del Pleistoceno final. 6. Conclusiones El conocimiento sobre la domesticación de plantas estuvo presente y extendido en la región rioplatense mucho más temprano de lo que se venía manejado por los investigadores hasta hace unas décadas, como parte de un conjunto vasto de interacciones de dichas sociedades con el mundo vegetal. Se puede reconocer un conjunto de plantas, tanto manejadas como cultivadas, relativamente ubicuas en la región, a partir del Pleistoceno final al Holoceno tardío. La trayectoria de las plantas presenta similitudes y continuidades que, entre otras cosas, se pueden explicar a partir de los gustos, saberes y tradiciones alimenticias. Las interacciones entre las sociedades, en un sentido lato, han sido un vector de trasmisión de dicho conocimiento, contemplando las variaciones que se dan a nivel local en el uso de las plantas, asociadas a la particularidad histórica y dinámica del sistema natural. Agradecimientos: Al apoyo recibido del Fondo Clemente Estable (ANIIFCE-2007-186/2011-5818) y de los integrantes del PIASL, DICYT-MEC. A la Lic. Elena Vallvé, Luis Vignolo y los evaluadores por los comentarios a este artículo.

7. Referencias bibliográficas Ameghino, Florentino 1918 La antigüedad del hombre en el Plata. Buenos Aires: Editorial La Cultura Argentina. Andrade, Tania y José López 2000 «La emergencia de complejidad entre los cazadores recolectores de la Costa Atlántica meridional sudamericana». Revista de Arqueología Americana 17-19: 129175. Arnold, Denise 2009 «Cartografías de la memoria. Hacia un paradigma más dinámico y viviente del espacio». Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales 36: 205246.

592

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Babot, María, Salomón Hocsman, Romina Piccón y María Haros 2012 «Recetarios prehispánicos y tradiciones culinarias. Casos de La Puna Argentina», en Las manos en la masa: arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 235-269. Córdoba: ISES-CONICET-UNT, Museo de Antropología, IDACOR-CONICET-UNC. Babot, María, Natalia Mazzia y Cristina Bayón 2007 «Procesamiento de recursos en la región pampeana bonaerense: aportes del instrumental de molienda de las localidades arqueológicas El Guanaco y Cerro La China», en Arqueología en las pampas II, Cristina Bayón, Nora Flegenheimer, María Isabel González de Bonaveri, Alejandra Pupio y Magdalena Frère, eds., pp. 635-657. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología. Baeza, Jorge 2011 «Lupinus albescens, una evaluación de su potencial productivo como posible uso por los grupos indígenas del Uruguay», en Resúmenes del III Congreso Latinoamericano de Arqueometría, Sebastián Gutiérrez,François-Philippe Hocquet, Manuel Rojas, Marcela Sepúlveda y Verónica Silva-Pinto, eds., p. 91. Arica: Universidad de Tarapaca. Beber, Marcus 2005 «O sistema do asentamento dos grupos ceramistas do planalto sul-brasilero: o caso da Tradicao Taquara/Itarare´». Documentos, Arqueologia no Rio Grande do Sul 10: 5-125. Behling, Hermann, Valerio Pillar y Soraia Bauermann 2005 «Late Quaternary Grassland (Campos), Gallery Forest, Fire, and Climate Dynamics, Studied by Pollen, Charcoal and Multivariate Analysis of the Sao Francisco de Assis Core in Western Rio Grande do Sul (Southeastern Brazil)». Review of Palaeobotany and Palynology 133: 235-248. Beovide, Laura 2003 «Crónicas del espacio costero, Uruguay», en Anais do XII Congreso da Sociedade de Arqueología Brasileira. Arqueologías da América Latina [CD-ROM], José de Morais, Marisa Coutinho Afonso, Dilamar Candida Martins, eds., pp. 1-13. San Pablo. 2007 «Un aporte al conocimiento del cambio climático holocénico desde la investigación arqueológica en el tramo medio del Río de la Plata (Uruguay)», en Semana de reflexión sobre cambio climático y variabilidad climática, pp. 110-121. Montevideo: Facultad de Agronomía, Universidad de la República. 2009 «Transformaciones productivas y dinámica costera: más allá del concepto de cazadores-recolectores prehispánicos», en XXII Simposio de Investigaciones Arqueológicas en Guatemala, Juan Laporte, Bárbara Arroyo y Héctor Mejía, eds., pp. 223-236. Guatemala: Asociación Tikal y Museo de Arqueología y Etnología de Guatemala. 2011a Arqueozoología de los depósitos conchilíferos de la cuenca inferior del río Santa Lucía, Uruguay. Tesis de doctorado inédita. Universidad de la República. 2011b «La presencia de cultígenos desde el quinto milenio en el registro del curso medio Platense», en Avances y perspectivas en la Arqueología del Nordeste, Rosario Feuillet, María Belén Colasurdo, Julieta Sartori y Sandra Escudero, eds., pp. 155173. El Talar (Buenos Aires): Santísima Trinidad (ST Ser. Gráficos). Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

593

Laura Beovide y Sara Campos

2013

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

«Las sociedades prehistóricas de la cuenca del río Santa Lucía: una mirada desde la Epistemología de la Complejidad». Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano – Series Especiales 1 (4): 81-95.

Beovide, Laura y Sara Campos 2009 «Inferencias paleoambientales derivadas de un contexto arqueológico de ca. 1600 años AP a orillas del Plata», en Semana de reflexión sobre cambio y variabilidad climática, pp. 89-97. Montevideo: Facultad de Agronomía, Universidad de la República. 2011 «Aspectos paleoclimáticos provenientes del sitio arqueológico ‘Colonización’ hacia los 2600 años C14 AP», en Tercera semana de reflexión sobre la variabilidad y cambio climático en el Uruguay, pp. 73-82. Montevideo: Facultad de Agronomía, Universidad de la República. Beovide, Laura, Maira Malán y Sara Campos 2010a «Evolución costera y sistemas de producción lítica en el Valle Inferior del Río Santa Lucía, Uruguay», en Arqueología de Cazadores Recolectores, Gabriel Cocco y Rosario Feuillet, comps., pp.135-155. El Talar (Buenos Aires): Santísima Trinidad (ST Ser. Gráficos). Beovide, Laura, Virginia Mata y Sara Campos 2007 «Los artefactos de molienda en la ocupación humana de la cuenca inferior del Río Santa Lucía durante dos eventos transgresivos holocénicos», en Actas y Resúmenes del XVI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, tomo 1, pp. 151-156. Jujuy: Universidad Nacional de Jujuy. Beovide, Laura, Maira Malán, Sara Campos y Carolina Delgado 2009 «Manejo de los recursos naturales en un espacio funerario prehistórico: Puerto La Tuna», en La arqueología como profesión: los primeros 30 años. XI Congreso Nacional de Arqueología Uruguay, 2005, Laura Beovide, Carina Erchini y Gonzalo Figueiro, eds., pp.111-125. Montevideo: Asociación Uruguaya de Arqueología. Beovide, Laura, Maira Malán, Sara Campos, Elena Vallvé y Marcela Caporale 2010b Arqueología en los humedales del Río Santa Lucía: 5000 años de prehistoria y evolución costera. Informe de proyecto ANII-FCE-2007-186. Montevideo, ms. Berón, Mónica 2013 «La arqueología del sector occidental de la región pampeana. Trayectoria y reposicionamiento respecto a la arqueología nacional». Revista del Museo de La Plata, Sección Antropología 13 (87): 7-29. Bitencourt, Ana y Patricia Krauspenhar 2006 «Possible Prehistoric Anthropogenic Effect on Araucaria angustifolia (bert.) O. Kuntze Expansion During the Late Holocene». Revista Brasileira de Paleontologia 9 (1): 15-26. Bonomo, Mariano, Francisco Aceituno, Gustavo Politis y María Pochettino 2011a «Pre-Hispanic Horticulture in the Paraná Delta (Argentina): Archaeological and Historical Evidence». World Archaeology 43 (4): 554-575. Bonomo, Mariano, María Colobig, Esteban Passegi, Alejandro Zucol y Mariana Brea 2011b «Multidisciplinary Studies at Cerro Tapera Vázquez site, Pre-Delta National Park, Argentina: The Archaeological, Sedimentological and Paleobotanical Evidence». Quaternary International 245 (1): 48-61

594

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Bonomo, Mariano, Gustavo Politis y Camila Gianotti 2011c «Montículos, jerarquía social y horticultura en las sociedades indígenas del delta del río Paraná (Argentina)». Latin American Antiquity 22 (3): 297-333. Bórmida, Marcelo 1964 «Las industrias líticas precerámicas del arroyo Catalán chico y del río Cuareim (Departamento de Artigas, R.O del Uruguay)». Revista di Scienze Prehistoriche 19 (1-4): 195-232. Boyadjian, Celia 2007 Microfósseis contidos no cálculo dentário como evidência do uso de recursos vegetais nos sambaquis de Jabuticabeira II (SC) e Moraes (SP). Tesis de maestría inédita. Universidad de São Paulo. Bracco, Roberto 2006 «Montículos de la cuenca de la Laguna Merin: tiempo, espacio y sociedad». Latin American Antiquity 17: 511-540. Bracco, Roberto, Laura Del Puerto, Hugo Inda y Carola Castiñeira 2005 «Mid-late Holocene Cultural and Environmental Dynamics in Eastern Uruguay». Quaternary International 132: 37-45. Bracco, Roberto, María Fregeiro, Héctor Panarello, Rosario Odino y Beatriz Souto 2000 «Dieta, modos de producción de alimentos y complejidad», en Arqueología de las Tierras Bajas, Alicia Durán y Roberto Bracco, eds., pp. 227-248. Montevideo: Comisión Nacional de Arqueología, MEC. Brea, Mariana, María Franco, Mariano Bonomo y Gustavo Politis 2013 «Análisis antracológico preliminar del sitio arqueológico Los Tres Cerros 1 (Delta superior del río Paraná), Provincia de Entre Ríos». Revista del Museo de la Plata, Sección Antropología 13 (87): 345-360. Campos, Sara 2013 Análisis arqueobotánico proyecto ANII-FCE-2007-186 y 2012-5818. Informe al Museo Nacional de Antropología. Montevideo, ms. Campos, Sara, Laura Del Puerto y Hugo Inda 2001 «Opal Phytolith Analysis: Its Applications to the Archaeological Record in Eastern Uruguay», en Phytoliths: Applications in Earth Sciences and Human History, Jean-Dominique Meunier y Fabrice Colin, eds., pp. 129-142. Lisse, Netherlands: A.A. Balkema Publishers. Campos, Sara, Juana Olivera y Roberto Bracco 1993 Silicofitolitos: un aporte de la Paleoetnobotánica como técnica alternativa. Informe al Museo Nacional de Antropología. Montevideo, ms. Capdemont, Irina 2013 Arqueología de sociedades indígenas del litoral del Río Uruguay. Paisajes y Ocupaciones humanas. Saarbrücken: Publicia. Capdemont, Irina, Laura Del Puerto y Hugo Inda 2005 «Instrumentos de molienda: evidencias del procesamiento de recursos vegetales en la Laguna de Castillos (Rocha, Uruguay)». Intersecciones en Antropología 6: 153-166. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

595

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Capdemont, Irina y Sebastián Pintos 2007 «Manejo prehistórico de recursos animales y vegetales en la cuenca de la laguna de Castillos, Rocha-Uruguay», en Arqueología argentina en los inicios de un nuevo siglo, Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Fernando Oliva, Nélida de Grandis y Jorge Rodríguez, eds., tomo 1, pp. 143-157. Rosario: Universidad Nacional de Rosario. Castillos, Andrea 2004 «Excavaciones y museo: profundizando en el conocimiento de los grupos ‘ceramistas’ del litoral (Río Negro, Uruguay)», en Actas del X Congreso Nacional de Arqueología Uruguaya. La arqueología uruguaya ante los desafíos del nuevo siglo, Laura Beovide, Isabel Barreto y Carmen Curbelo, eds. Montevideo, Asociación Uruguaya de Arqueología. Publicación en CD. Cavallotto, José, Roberto Violante y Gerardo Parker 2004 «Sea-Level Fluctuations during the Last 8600 Years in the de La Plata River (Argentina)». Quaternary International 114: 155-165. Coronel, Nelson, Jorge Spoturno y Carlos Theune 1980 Estudio geomorfológico de los áridos para la construcción en Montevideo, producción, reserva y nuevos yacimientos. Informe. MIE, Programa de colaboración alemana. Montevideo, ms. De Blasis, Paulo, Andreas Kneip, Rita Scheel-Ybert, Paulo Giannini y María Gaspar 2007 «Sambaquis e paisagem: dinâmica natural e Arqueologia regional no litoral do sul do Brasil». Arqueología Suramericana 3 (1): 29-61. De Masi, Marco 2005 «Arqueologia das terras altas do sul do Brasil. O baixo vale do Rio Canoas, SC», en Anais Eletrônicos do XIII Congresso da Sociedade de Arqueologia Brasileira: arqueologia, patrimônio e turismo, pp 20. Campo Grande: SAB. Del Puerto, Laura y Sara Campos 1999 «Silicofitolitos: un abordaje alternativo de la problemática arqueobotánica del este del Uruguay», en En los tres reinos: prácticas de recolección en el Cono Sur de América, Carlos Aschero, María Korstanje y Patricia Vuoto, eds., pp.141-150. San Miguel de Tucumán: Ediciones Magna Publicaciones. Del Puerto, Laura y Hugo Inda 2005 «Paleoetnobotánica de los constructores de Cerritos del noreste de Uruguay: análisis de silicofitolitos de la estructura monticular yale27 y su entorno». TAPA, Traballos de Arqueoloxía e Patrimonio 36: 109-120. Del Puerto, Laura, Hugo Inda y Alejandra Würschmidt 2000 «Fitolitos de cucurbitáceas americanas cultivadas arqueológicas y actuales», en XI Simposio Argentino de Paleobotánica y Palinología, Libro de Resúmenes, p. 25. Tucumán: UNLP, SAPP. Del Puerto, Laura, Roberto Bracco, Hugo Inda, Ofelia Gutiérrez, Daniel Panario y Felipe García 2013 «Assessing Links between Late Holocene Climate Change and Paleolimnological Development of Peña Lagoon Using Opal Phytoliths, Physical, and Geochemical proxies». Quaternary International 287: 89-100.

596

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Díaz, Antonio y Marita Fornaro 1977 «Intento de sistematización de las modalidades alfareras del litoral Uruguayo», en V Encuentro de Arqueología del Litoral, pp. 165-174. Fary Bentos: Ministerio de Educación y Cultura. Farías, María 2005 El guaraní arqueológico meridional: entre el axioma y la heterodoxia. Tesis doctoral inédita. Pontificia Universidad Católica de Rio Grande Do Sul. Gianotti, Camila 2000 «Monumentalidad, ceremonialismo y continuidad ritual». TAPA, Traballos de Arqueoloxía e Patrimonio 19: 87-102. 2005 «Intervenciones arqueológicas en el cerrito 27 del Conjunto Lemos». TAPA, Traballos de Arqueoloxía e Patrimonio 36: 79-98. Gianotti, Camila, Laura Del Puerto, Hugo Inda e Irina Capdemont 2013 «Construir para producir. Pequeñas elevaciones en tierra para el cultivo de maíz en el sitio Cañada de los Caponcitos, Tacuarembó (Uruguay)». Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano – Series Especiales 1: 12-25. González, María 2005 Arqueología de alfareros, cazadores y pescadores pampeanos. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología. González, María y Magdalena Frere 2009 «Talares y paisaje fluvial bonaerense: arqueología del río Salado». Intersecciones en Antropología 10: 249-265. Illescas, Franco, Adriana Cañizo, María Musaubach y Mónica Berón 2012 «De ollas, aceites y otras yerbas. Análisis complementarios sobre alfarería pampeana», en Las manos en la masa. Arqueologías, antropologías e historias de la alimentación en Suramérica, María del Pilar Babot, María Marschoff y Francisco Pazzarelli, eds., pp. 389-407. Córdoba: ISES-CONICET-UNT, Museo de Antropología, IDACOR-CONICET-UNC. Imbelloni, José 1939 «Estado actual de la sistemática del hombre con referencia a América». Physis 16: 309-321. Iriarte, José 2006a «Landscape Transformation, Mounded Villages and Adopted Cultigens: The Rise of Early Formative Communities in South-Eastern Uruguay». World Archaeology 38: 644-663. 2006b «Vegetation and Climate Change Since 14,810 14C B.P. in Southeastern Uruguay and Implications for the Rise of Early Formative Societies». Quaternary Research 65: 20-32. 2007a «New Perspectives on Plant Domestication and the Development of Agriculture in the New World», en Rethinking Agriculture: Archaeological and Ethnoarchaeological Perspectives, Tim Denham, José Iriarte y Luc Vyrdaghs, eds., pp. 167-189. Walnut Creek: Left Coast Press. 2007b «Emerging Food-Production Systems in the La Plata Basin: Los Ajos Site», en Rethinking Agriculture: Archaeological and Ethnoarchaeological Perspectives, Tim Denham, José Iriarte y Luc Vyrdaghs, eds., pp. 254-270. Walnut Creek: Left Coast Press. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

597

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Iriarte, José y Hermann Behling 2007 «The Expansion of Araucaria Forest in the Southern Brazilian Highlands during the Last 4000 Years and its Implications for the Development of the Taquara/Itararé Tradition». Environmental Archaeology 12: 115-127. Iriarte, José, Christopher Gillam y Oscar Marozzi 2008 «Monumental Burials and Memorial Feasting: An Example from the Southern Brazilian Highlands». Antiquity 82: 947-961. Iriarte, José, Irene Holst, José López y Leonel Cabrera 2001 «Subtropical Wetland Adaptations in Uruguay during the Mid-Holocene: An Archaeobotanical Perspective», en Enduring Records: The Environmental and Cultural Heritage of Wetlands, Barbara Purdy, ed., pp. 61-70. Oxford: Oxbow Books. Iriarte, José, Irene Holst, Oscar Marozzi, Claudia Listopad, Eduardo Alonso, Andrés Rinderknecht y Juan Montaña 2004 «Evidence for Cultivar Adoption and Emerging of Complexity during the MidHolocene in the La Plata Basin». Nature 34: 614-617. Iriarte, José, Oscar Marozzi y Christopher Gillam 2010 «Monumentos funerarios y festejos rituales: complejos de recintos y túmulos Taquara/ Itararé en el Dorado, Misiones (Argentina)». Arqueología Iberoamericana 6: 25-38. Kern, Arno, José Souza y Fernando Seffner 1989 «Arqueologia de salvamento e a ocupacao pré-histórica do vale do Rio Pelotas (Municípios de Bom Jesus e Vacaria)». Veritas 35: 99-127. Lope de Souza, Pero 1958 «Diario de navegación (1530-1532)», en Viajeros y visitantes del Uruguay. Apartado de la Revista de la Sociedad de Amigos de la Arqueología, Horacio Arredondo, ed., pp. 134-140. Montevideo: Editorial Siglo Ilustrado. López, José 2001 «Las estructuras tumulares (cerritos) del Litoral Atlántico Uruguayo». Latin American Antiquity 12 (3): 231-255. 2013 «Early Human Occupation of Uruguay: Radiocarbon Database and Archaeological Implications». Quaternary International 301: 94-103. López, José y Roberto Bracco 1992 «Relación hombre-medio ambiente en las poblaciones prehistóricas de la zona Este del Uruguay», en Archaeology and Environment in Latin America, Omar Ortiz-Troncoso y Thomas Van der Hammen, eds., pp. 259-282. Amsterdam: Universitat van Amsterdam 2010 Minuanos: notas y apuntes para el estudio y la arqueología del territorio Guenoa/ Minúan. Montevideo: Linardi y Risso. Loponte, Daniel 2008 Arqueología del Humedal del Paraná inferior (bajíos ribereños meridionales). Buenos Aires: Ediciones Riel. Loponte, Daniel y Alejandro Acosta 2007 «Horticultores amazónicos en el Humedal del Paraná Inferior: los primeros datos Isotópicos de la dieta», en Arqueología en las Pampas, Cristina Bayón, Alejandra Pupio, María Isabel González, Nora Flegenheimer y Magdalena Frére, eds., 1: 7593. Buenos Aires: Sociedad Argentina de Antropología.

598

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Loponte, Daniel, Alejandro Acosta y Javier Musali 2004 «Complejidad social: cazadores-recolectores-horticultores en la región pampeana», en Aproximaciones contemporáneas a la arqueología Pampeana. Perspectivas teóricas, metodológicas, analíticas y casos de estudio, Gustavo Martínez, María Gutiérrez, Rafael Curtoni, Monica Berón y Patricia Madrid, eds., pp. 41-60. Olavarría: UNCPBA. Malán, Maira, Elena Vallve, Ana Malvar y Sara Campos 2013 «Sobre vasijas y sus decoraciones: un acercamiento a sus funciones y usos». Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano Series Especiales 1 (2): 61-71. Martínez, Sergio, Alejandra Rojas, Martín Ubilla, Mariano Verde, Daniel Perea y Graciela Piñeiro 2006 «Molluscan Assemblages from the Marine Holocene of Uruguay: Composition, Geochronology, and Paleoenvironmental Signals». Ameghiniana 43 (2): 385-397. Meroni, María, María Paleo, María Pochettino y Verónica Lema 2010 «Procesamiento y consumo de vegetales por grupos cazadores-recolectores del Holoceno tardío en Partidos de Magdalena y Punta Indio, Provincia de Buenos Aires», en Mamül Mapu: pasado y presente desde la arqueología pampeana, Mónica Berón, Leandro Luna, Mariano Bonomo, Claudia Montalvo, Claudia Aranda y Manuel Carrera Aizpitarte, eds., pp. 215-226. Ayacucho (Buenos Aires): Libros del Espinillo. Métraux, Alfred y Herbert Baldus 1946 «The Guayakí», en Handbook of South American Indians, Julian Steward, ed., vol. 1, pp. 435-444. Washington: Smithsonian Institution. Miller, Eurico 1971 «Pesquisas arqueologicas efectuadas no Planalto Meridional, Rio Grande do Sul (rios Uruguai, Pelotas, e das Antas)». Publicações Avulsas 15: 37-60. 1987 «Pesquisas Arqueológicas Paleoindígenas no Brasil Occidental». Estudios Atacameños 8: 37-61. Misión de rescate arqueológico 1989 Misión de rescate arqueológico, Salto Grande, 2 tomos. Montevideo: MEC. Olivero, Juana y Sara Campos 1997 «Análisis de las partículas biosilíceas en la matriz del sitio arqueológico CH2DO1, San Miguel, Rocha, Uruguay», en Arqueología uruguaya hacia el fin del milenio. IX Congreso Nacional de Arqueología, tomo 1, pp. 539-543. Montevideo: AUA Gráficos del Sur. Politis, Gustavo, Gustavo Martínez y Mariano Bonomo 2001 «Alfarería temprana en sitios de cazadores recolectores de la Región Pampeana (Argentina)». Latin American Antiquity 12 (2): 167-181. Politis, Gustavo, Pablo Massineo y Cristian Kaufmann 2004 «El poblamiento temprano de las llanuras pampeanas de Argentina y Uruguay». Complutum 15: 207-224. Ribeiro, Pedro 1999-2000 «A Tradiçao Taquara e as casas subterraneas no Sul do Brasil». Revista de Arqueología Americana 17-18-19: 9-50. Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

599

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Rodríguez, Jorge 1992 «Arqueología del sudeste de Sudamérica», en Prehistoria sudamericana: nuevas perspectivas, Betty Meggers, ed., pp. 177-209. Santiago de Chile: Editorial Universitaria. 2008 «Arqueología de humedales en la Provincia de Corrientes (Argentina)», en Entre la tierra y el agua. Arqueología de humedales en Sudamérica, Daniel Loponte y Alejandro Acosta, eds., pp. 165-191.Buenos Aires: Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano. 2010 «Sistemas de asentamiento y subsistencia en dos entidades culturales del nordeste argentino», en Arqueología argentina en los inicios de un nuevo siglo. Actas del XIV Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Fernando Oliva, Nélida de Grandis y Jorge Rodríguez, eds., tomo 3, pp. 473-485. Rosario: Universidad Nacional de Rosario. Salaverry, Juan 1926 Los charrúas y Santa Fe. Montevideo: Gómez y Cía. Sánchez, Jorge, Milagros Colobig, Alejandro Zucol, Gustavo Politis, Mariano Bonomo y Carola Castiñeira 2013 «Análisis del uso prehispánico de los recursos vegetales a partir del registro biosilíceo del sitio arqueológico Los Tres Cerros 1 (Victoria, Entre Ríos). Primeros resultados». Darwiniana, nueva serie 1(2): 201-219. Sans, Mónica 1988 Las poblaciones prehistóricas del Uruguay. Montevideo: Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Scheel-Ybert, Rita 2001 «Man and Vegetation in Southeastern Brazil during the Late Holocene». Journal of Archaeological Science 28: 471-480. Scheel-Ybert, Rita, Sabine Eggers, Cecilia Petronilho, Celia Boyadjian, Verónica Wesolowski, Paulo De Blasis y María Gaspar 2003 «Sistema de subsistência e modo de vida dos construtores de sambaquis: uma abordagem multidisciplinar». Revista de Arqueología, SAB 16: 109-137. Schmitz, Pedro 1991 «Migrantes da Amazonia: a tradiçao Tupiguarani», en Arqueología Prehistórica do Rio Grande do Sul, Arno Kern, ed., pp. 295-330. San Leopoldo: UNISINOS. 2000-01 «Ambientes holocenicos e surgimento de sistemas culturais». Revista de Arqueologia 14-15: 87-96. Serrano, Antonio 1972 «Líneas fundamentales de la arqueología del Litoral (una tentativa de periodización)». Publicaciones del Instituto de Antropología 32. Suárez, Rafael 2011 Arqueología durante la transición Pleistoceno Holoceno en Uruguay. Componentes paleoindios, organización de la tecnología lítica y movilidad de los primeros americanos. BAR International Series 2220. Oxford: Archaeopress. Tenorio, María 1999 «Coleta, processamento e início da domesticação de plantas no Brasil», en Préhistória de terra brasili, Maria Cristina Tenório, ed., pp. 259-272. Rio de Janeiro: EDUFRJ.

600

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

Laura Beovide y Sara Campos

Interacciones entre las sociedades y las plantas...

Vallvé, Elena y Maira Malán 2011 «Caracterización de un conjunto de cerámica decorada del litoral platense a partir de análisis multivariantes», en Actas del II Congreso Latinoamericano de Arqueometría, Luisa Vetter, Rafael Vega-Centeno, Paula Olivera y Susan Petrick, eds., pp. 431-440. Lima: IPEN-UNI-OEI. Vallvé, Elena, Maira Malán y Ana Malvar 2010 «Zigzagueando entre La Tuna y Arazatí: vinculaciones decorativas entre dos sitios cerámicos con actividades funerarias», en Arqueología argentina en el bicentenario de la Revolución de Mayo, Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, tomo 1, pp. 175-180. Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo. Wesolowski, Verónica 2000 A prática da horticultura entre os construtores de sambaquis e acampamentos litorâneos da região da Baía de São Francisco, Santa Catarina: uma abordagem bio-antropológica. Tesis de maestría inédita. Universidad de São Paulo. 2007 Cáries, desgaste, cálculos dentários e micro-resíduos da dieta entre grupos préhistóricos do litoral norte de Santa Catarina: é possível comer amido e não ter cárie? Tesis doctoral inédita. Escola Nacional de Saúde Pública, Fundação Osvaldo Cruz. Zucol, Alejandro, Mariana Brea y Diana Mazzanti 2008 «Análisis de restos orgánicos presentes en cerámicas arqueológicas de las sierras de Tandilia (provincia de Buenos Aires, Argentina)», en Matices interdisciplinarios en estudios fitolíticos y de otros microfósiles, Alejandra Korstanje y María del Pilar Babot, eds., pp. 201-208. BAR International Series 1870. Oxford: Archaeopress.

Revista Española de Antropología Americana 2014, vol. 44, núm. 2, 575-601

601

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.