Dos reflexiones litúrgicas actuales desde la vivencia chilena

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Dos reflexiones litúrgicas actuales desde la vivencia chilena

GONZALO GUZMÁN K., PBRO. I. Un lenguaje deutero moderno. La sociedad Chilena no está ajena el proceso de secularización que han vivido algunos países como por ejemplo España, Francia. Las manifestaciones sociales de desencanto frente a las instituciones tradicionales como el estado, la Iglesia, la política y los valores que estas representan son ya una constante social. Los valores que dichas instituciones representan lentamente son abolidos, escondidos o desvinculados de su origen religioso. El bienestar se instala llegando a unos más que a otros, creando descontento cultural. Todo esto sucede dentro de lo que se puede denominar como un nuevo cambio de época, el paso de la post-modernidad a la deutero-modernidad. ¿Cómo es la religión deutero moderna?¿Cuál es su lenguaje?. Esta “deutero modernidad” no se caracteriza por la ausencia de Dios como la modernidad o el “no sé” del agnosticismo de la post-modernidad, sino de un nuevo dios y una nueva religiosidad, pero construida en clave secular. Es tiempo de un dios personal1, donde el sujeto está al origen de su creencia, él es el autor de su dios, construye la religión en la cual cree, es la religiosidad para un hombre global. Paradójicamente esta es posible gracias a la individualización de la fe2. Es un proceso similar al que está a la base de las redes de comunicación social, el individuo conectado al mundo global bajo un prisma: él mismo. Cada sujeto “configura” los ajustes de su religión. Este proceso al que la sociedad chilena se ha sumado concreta el paso de la creencia en un Dios objetivo, dogmático, teológicamente comprensible y definido a un dios líquido fruto de un sin fin de contenidos, actos, reglas tomados de diversas religiones reelaboradas por cada sujeto. Este tipo de religiosidad no requiere el pertenecer a un religión particular, no exige una decisión de vida, es el dios de la religión personal, de una religiosidad individual, que no conoce infieles, verdades absolutas, jerarquía, paganos, ateos. Es un collage personalizado cosmopolita donde el mandamiento clave es la tolerancia3. La lex orandi de la Iglesia es la manifestación celebrativa de la lex credendi. El sujeto celebrante, la asamblea – Pueblo de Dios, peregrina en esta “deutero-modernidad” reflejándola al momento de celebrar. La Iglesia es Pueblo fiel y santo de Dios entre los pueblos4. Sin embargo, al Pueblo de Dios chileno no pocas veces le es difícil el lenguaje ritual celebrativo de la Iglesia, eso lo lleva a desvincularse de la necesidad de la Liturgia y por ende de la vida sacramental y, si ya no lo ve como necesario para 1 Cf. U. BECK, Il Dio personale. La nascita della religiosità secolare, Laterza, Bari 2009. 2 CESCON, BRUNO, La liturgia nel postmoderno, Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano 2012, 24. 3 CESCON, BRUNO, La liturgia, 26 -27.

4 CONCILIUM VATICANUM II, Constitutio dogmatica de Ecclesia, Lumen gentium, AAS 57 (1965) 5-67, nº

9-17.

su religión personal termina por ser finalmente “católico a mi manera”. Ausente de la Liturgia o presente en muchas celebraciones de diversas religiones sin importar el credo que se profese. Por otro lado en el intento de responder a estas nuevas categorías algunos pastores terminan por diluir las celebraciones litúrgicas desvirtuando el Misterio de Cristo para llevarlo al politeísmo del dios personal. Si la Liturgia se comprende en lo concreto de una Iglesia local ¿Cómo responde esta a las necesidades y al lenguaje de la sociedad contemporánea? ¿Es posible encontrar en la ritualidad sacramental y en el modo de celebrar un camino concreto de fe que comprenda, acoja y haga suyo el Pueblo de Dios en Chile hoy? ¿Hacia dónde caminar, hacia la individualidad ritual o hacia formas rituales comunes fijas con mínimas diferencias que a veces pueden desvincular de la cultura local?5. II. La piedad popular y su dinámica de lenguaje. «Sabemos que la pastoral popular como bien lo ha escrito Pablo VI en la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, tiene ciertamente sus límites. Está expuesta frecuentemente a muchas deformaciones de la religión, pero prosigue, cuando está bien orientada, sobre todo mediante una pedagogía de evangelización, contiene muchos valores (EN 48) […] El Papa Pablo VI usa una expresión que considero clave, la fe de nuestro pueblo, sus orientaciones, búsquedas, deseos, anhelos, cuando se logran escuchar y orientar nos terminan manifestando una genuina presencia del Espíritu. Confiemos en nuestro Pueblo, en su memoria y en su “olfato”, confiemos que el Espíritu Santo actúa en y con ellos, y que este Espíritu no es solo “propiedad” de la jerarquía eclesial. He tomado este ejemplo de la pastoral popular como clave hermenéutica que nos puede ayudar a comprender mejor la acción que se genera cuando el Santo Pueblo fiel de Dios reza y actúa. Una acción que no queda ligada a la esfera íntima de la persona sino por el contrario se transforma en cultura; una cultura popular evangelizada contiene valores de fe y de solidaridad que pueden provocar el desarrollo de una sociedad más justa y creyente, y posee una sabiduría peculiar que hay que saber reconocer con una mirada agradecida (EG 68)”»6. Teniendo como telón de fondo estas palabras del Santo Padre dirigidas a la Pontificia Comisión para América Latina en marzo del 2016, conociendo las orientaciones emanadas por la Santa Sede en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia7, la reflexión del CELAM en el documento conclusivo de Aparecida en el que presenta «la piedad popular como un espacio de encuentro con Jesucristo»8, y 5 Cf. CESCON, BRUNO, La liturgia, 30. 6 FRANCISCO,

Carta del santo padre francisco al cardenal Marc Ouellet, presidente de la pontificia comisión para américa latina, en: https://w2.vatican.va/content/francesco/es/letters/ 2016/documents/papa-francesco_20160319_pont-comm-america-latina.html 7 CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, Directorio sobre la piedad popular y la Liturgia. Principios y orientaciones, Documentos CELAM, Bogotá 2002. 8 V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Aparecida. Documento conclusivo, Paulinas - Epiconsa, Lima 2007, nº 258-265.

sobre todo, con mirada de buenos pastores9 que caminan junto al santo Pueblo fiel de Dios chileno cuyas manifestaciones populares de fe son una riqueza cultural y religiosa que emerge como un lugar teológico10 de evangelización, es importante conversar cómo realizar un camino de inculturación litúrgica en el cual la Sagrada Liturgia sea efectivamente fuente y cumbre11 de la vida cristiana ligada al humus cultural propio de nuestro pueblo. No se puede olvidar que la liturgia en sus orígenes es en sí misma inculturación de la fe, ella nace, gracias al principio de la encarnación, con el lenguaje concreto cultural de cada asamblea (pueblo) celebrativa. El lenguaje de Dios no es extraño al lenguaje humano, se debe recordar que en la economía salvífica en la que Dios se ha entrelazado históricamente con la humanidad Él se ha querido revelar mediante palabras y obras intrínsecamente conexas12. Pretender un lenguaje “trascendente” con un aurea misteriosa pensando que por ello es divino es alejarse del Dios bíblico, quién repetidamente habló por los profetas y finalmente en su Hijo Jesucristo, Verbo Eterno – Jesús de Nazaret. El lenguaje del culto cristiano es precisamente, por pedagogía divina y humana, el lenguaje del Pueblo de Dios, concreto, en su tiempo y espacio. La maravilla de la liturgia, es que permite al hombre, mediante su lenguaje simbólico, entrar en comunión con Dios, quien por la eficacia otorgada por el Misterio Pascual, gracias al mismo lenguaje, lo santifica. El Pueblo de Dios en cuanto miembros bautizados ejerce su sacerdocio común en el culto, cuya expresión más alta es la Liturgia, al mismo tiempo, en países como Chile, dicho sacerdocio común se ejerce con fuerza también en la piedad popular. Nuestro desafío es lograr entre estos dos espacios de culto una osmosis celebrativa que no lleve a perder la identidad de la Liturgia ni la riqueza del lenguaje simbólico ritual de ambas. Más aún, sabiendo que en la piedad popular hay «una verdadera espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos (DA 104) [cuyos contenidos] los descubre y expresa más por la vía simbólica que por el uso de la razón instrumental, [siendo] una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros (DA 106)»13 ¿Cómo es posible hacer de esta realidad popular una clave hermenéutica que nos permita una mejor celebración de los misterios de Cristo? ¿Qué dinamismo interno esconde la piedad popular del que debe aprender nuestra liturgia?



9 Cf. FRANCISCO, Adhortatio Apostolica Evangelii gaudium, AAS 105 (2013) 1019-1137, nº 125. 10 «Las expresiones de la piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas, son

un lugar teológico al que debemos prestar atención, particularmente a la hora de pensar la nueva evangelización» FRANCISCO, Adhortatio Apostolica Evangelii gaudium, AAS 105 (2013) 1019-1137, nº 126. 11 CONCILIUM VATICANUM II, Constitutio de sacra Liturgia, Sacrosanctum Concilium, AAS 56 (1964) 97138, nº 10. 12 Cf. DV 2. 13 FRANCISCO, Adhortatio Apostolica Evangelii gaudium, AAS 105 (2013) 1019-1137, nº 124.

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