Dos materiales de la memoria colectiva: cine y literatura
Descripción
Dos materiales de la memoria colectiva: cine y literatura jo rg e
M en d o z a
g a r c ía
DE M EM O R IA CO LECTIV A unque la costumbre, la historia y el olvido han llevado a que los estu dios dominantes sobre la memoria se anclen en el terreno de lo in d i vidual, sea desde la cognición, la fisiología, el psicoanálisis o cualquier otra aproxim ación que la identifique como una función dentro de la cabeza del sujeto, existe otra tradición que data de los años veinte y treinta del pasado siglo
x x , la
cual señala que la memoria tiene una
base social con la que se construye mantiene y comunica. Desde esta perspectiva, la memoria colectiva puede concebirse como el proceso de reconstrucción de un pasado vivido o significado por una colec tividad. En efecto, la memoria, según Halbwachs (1925 y 1950), es colectiva en la medida en que se encuentra dentro de marcos socia les como el tiempo, el espacio y el lenguaje; es social, como advirtió Barlett (1932), si se edifica por medio de convenciones y acuerdos; es cultural, como enunció Vygostky (1930), en tanto se posibilita en comunidades sígnicas, así como el hecho de que sus portadores están inmersos en una cultura que posibilita que cierto tipo de aconteci mientos, y no otros, se codifiquen o se recuerden según las necesida des o requerimientos del grupo. El enfoque de la memoria colectiva insiste en que el significado de los acontecimientos por los que atraviesa un grupo o sociedad es lo que se recordará al paso del tiempo. Para sustentarlo, este planteamiento recurre a la categoría de marcos sociales como el tiempo que, a decir de Halbwachs (1950), es lo inm óvil donde “los eventos suceden”, porque
o z o io ELALMApúBLIcA
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este no pasa, subsiste, dura, y ahí se inscriben los he
mismo tiempo se pliega y se adapta a las cosas mate
chos que una colectividad cree importantes y dignos
riales que se le resisten. El grupo se encierra dentro
de mantenerse. El tiempo se traduce en fechas que
del marco que ha construido” (Halbwachs, 1950, p.
almacenan sucesos significativos, conmemorables, a
132). De ahí puede argumentarse que la memoria, en
tal grado, expresaría Blondel (1928), que la celebra
cuanto ubicación de experiencias y objetos, consis
ción del cumpleaños, que se cree individual porque
te en recordar algo en cierto espacio, cosa que desde
se festeja el nacimiento de una persona, es en reali
los antiguos griegos se sabía y se denominó arte de la
dad una conmemoración colectiva, pues es la tradi
memoria (Yates, 1966).
ción, la memoria, la cultura en sí, la que define lo que
Desde esta perspectiva, puede señalarse que fe
hay que recordar y, por tanto, guardar en la memoria.
chas y lugares son marcos sobre los cuales las socie
De cualquier forma, “el tiempo, para existir, tiene que
dades edifican sus recuerdos; además la memoria
estar presente” (Fernández Christlieb, 2002, p. 37).
puede ser de papel o de piedra, según se quiera ver
Así, las fechas se han convertido en tiempos de la
y conforme el material que se use, documento o mo
memoria que hacen a una sociedad concebirse con
numento. Y eso permite cierta duración.
tradición, pasado e identidad. Otro marco social es el espacio, pues es en los lu
DE ARTEFACTOS
gares donde las experiencias se guardan (sea en los
La memoria, como se ha visto, se edifica con marcos
rincones, en los parques, en los cafés o en cualquier
sociales, pero también con artefactos. Desde el punto
otro sitio), donde los grupos viven su realidad y, por
de vista etimológico, artefacto alude a “arte”, a “algo
tanto, significan sus experiencias. Es así porque los
hecho”, a un “objeto producido por el hombre”, a
espacios son emplazamientos vivenciales: “el signi
una creación humana, como puede ser un nudo en el
ficado que adquiere un conjunto de dimensiones en
pañuelo hecho en las comunidades campesinas o las
las que se vive”, y a la inversa: “dimensiones que con
grandes catedrales góticas de siglos y sociedades pre
dicionan, en función de sus características, la forma
téritas; ambas, no obstante, para fines de la memoria,
de vivir que se produce en su interior” (Torrijos,
tienen la misma lógica social: permiten mantener el
1988, pp. 19-20). Por tanto, los sitios son menos na
significado de acontecimientos de una persona o co
turales y más sociales, Puede aseverarse que al espa
lectividad para su posterior recuerdo. Esto, en con
cio, como territorio y orientación, le corresponde una
junto, se denomina memoria con artefactos. Por ello, el
expresión simbólica, porque ahí entran el lenguaje y
recuerdo social, que se concibe como la evocación co
las relaciones que en él se establecen, así como las ex
lectiva de un pasado compartido y la conmemoración
periencias que se traducen en recuerdos (Fernández
de sucesos que pueden ser previos a las experiencias
Christlieb, 1994). Por eso, Italo Calvino (1972), al
de las personas, es conformado en cierta medida por
hablar de ciudades, las concibe hechas de relaciones
el modo en que se ordena el mundo de las cosas. En
y de acontecimientos de su pasado. En efecto, “cada
sentido estricto, existe una significación social sobre
sociedad configura el espacio a su manera, pero de
los objetos del mundo material que tiene como fun
una vez por todas o siguiendo siempre las mismas
ción, entre otras, “facilitar la relación entre actitudes
líneas, para así construir un marco fijo donde encie
e intereses que constriñen y guían los recuerdos de
rra y encuentra sus recuerdos” (Halbwachs, 1950, p.
los afectados” (Radley, 1990, p. 72). Esto es, en el
166), y es que “cuando un grupo se inserta en una
mundo social en que nos movemos los objetos ma
parte del espacio, la transforma a su imagen, pero al
teriales están organizados de tal manera que permi
ten el recuerdo, lo cual ocurre tanto en situaciones
atractivo lenguaje del movimiento corporal, lo ilum i
amplias, por ejemplo el pasado de una cultura, como
naron con las luces de la escenografía y la danza, y le
en las cotidianas, por ejemplo el mundo doméstico,
agregaron el sonido de la música. En este sentido la
y ese entorno facilita “no solo lo que debería recor
memoria mesoamericana es también una memoria
darse” sino incluso “cómo debería conducirse este
artificial, un artefacto ejercitado para ordenar y pro
recuerdo” (Radley, 1990, p. 64). En ocasiones, eso es
pagar la experiencia colectiva” (Florescano, 1999,
lo que da pie a encontrar continuidad entre un pasa
pp. 222-223).
do no vivido y el presente experimentado, porque los objetos son usados para establecer “un vínculo con
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el pasado” (Mendoza, 2001).
Entendidos de esta forma los artefactos, se puede
Existen diversos y variados tipos de artefactos,
afirmar que en otros tiempos se construían con base
como las placas, ciertas piedras, papeles con algo im
en las posibilidades corporales, sus movimientos y
preso, determinadas prendas, monumentos, algu
expresiones, y al paso del tiempo objetos, construc
nos edificios y museos, creados y organizados para
ciones y edificaciones continuaron la labor comu
comunicar el presente y el pasado de una cultura a
nicativa hasta arribar a los sistemas organizados
sociedades futuras. Los artefactos o instrumentos
intencionalmente para dar cuenta no solo del pre
tienden al mantenimiento de la memoria; en efecto,
sente sino del pasado. El siglo XX asistió a una inno
la humanidad ha levantado monumentos, creado
vación tecnológica que trajo consigo la conservación
instrumentos y artefactos para recordar (Vygotksy,
de imágenes en movimiento con todo y su discur
1930; Florescano, 1999). Por tanto, hay que reco
so expresado. En conjunto, este avance tecnológico
nocer que “la gente crea objetos o instala artefactos
también permitió almacenar de distintas formas las
para que algo sea recordado o conmemorado en el
experiencias de diversas sociedades. Así, las películas
futuro. El mundo de los objetos como cultura mate
se convirtieron en artefactos memoriosos que guar
rial representa, por tanto, el registro tangible de los
darían desde cotidianidades, anhelos o desdenes,
logros humanos” (Radley, 1990, p. 65).
hasta hazañas, aspiraciones de un mundo distinto o
En ese sentido, los artefactos de la memoria tie nen una larga historia como la humanidad, y con
tragedias sufridas por naciones completas, plasma do todo ello en secuencias.
forme a sus tiempos y condiciones se van modifi
Se recurre al cine como artefacto, porque en
cando, no así su intención, que en todo momento es
ocasiones el transcurso de ciertos eventos se aclara
comunicar para no caer en el olvido. Por ejemplo, en
y comprende a la luz de las cintas (Vázquez, 2001;
la cultura mesoamericana, el conocimiento se reco
M olina, 1998). En otras ocasiones, el cine deviene
lectaba y se almacenaba en “medios perdurables”, ya
instrumento de comunicación de tragedias que, de
fueran visuales, orales o escritos, artefactos estos que
otra forma, habría sido poco probable transm itir a
permitían su legado a las siguientes generaciones:
sectores que no experimentaron los sufrimientos
“En estas sociedades la memoria es un instrumento
que las cintas narran. Hubo en ciertos regímenes,
dedicado a conservar los conocimientos necesarios
como los de Europa del Este en la segunda mitad
para sobrevivir. La experiencia que se almacenó en
del siglo XX, censuras que extendían sus tentáculos
esos recipientes era lo que el grupo deseaba y nece
a todo aquello que se expresara de manera pública,
sitaba recordar”. Al mismo tiempo, “los creadores
fuera literatura, obra científica, música y hasta el
de estos artefactos envolvieron sus mensajes en el
propio cine, porque se sabía que en estos se comuni
caban significados y sentidos sobre situaciones que
o
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