Dos escenas en Psicología del Deporte.

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Descripción

Intentando jugar en otra escena.
(Un poco de psicologia deportiva).

Francisco Mora Larch
¿Puedes aprender a ser abierto y receptivo, callado y sin deseos ni necesidad de hacer algo?
John Heider. El Tao del liderazgo.

Intentar enseñar a jugar tenis, desde una óptica distinta, puede generar algunas ideas, difíciles de asimilar a quien desdeña una visión "contemplativa" de las cosas, y se decide por hacer en vez de pensar. Pero no se puede avanzar en los deportes si uno mínimamente no usa el pensar para redefinir la acción en ciertos momentos claves del juego.
Algunas conclusiones saca Tim Gallwey (2009) de lo que va descubriendo siendo entrenador de Tenis. Rescata de su experiencia como jugador y luego como entrenador los diálogos que mantenía en el terreno de juego consigo mismo, es como si des-cubriera que al jugar, hubiese un desdoblamiento del Yo, donde una parte del mismo le hablara a la otra parte, exigiéndole, reprochándole o alentándolo en su hacer en el campo de juego.
Gallwey les pone nombre a estos dos aspectos, y al instrumental, es decir al yo que obedece y juega le llamará Yo número dos; mientras que al que observa, toma distancia, guía, indica y valora lo que se hace, lo titulará Yo número uno. Un yo No 1, demasiado activo en el pensamiento, impide que el yo No. 2, pueda funcionar adecuadamente. Así, el pensar excesivo se vuelve un obstáculo al desarrollo y al aprendizaje, resulta una interferencia que impide una conexión armónica mente-cuerpo.
Esta conclusión se vuelve un objetivo del juego interior: aprender a acallar la mente, lo que implica desarrollar el arte de la concentración, una especie de "observación" cuidadosa, sutil, sensible.
¿Que implica la concentración? Me parece que habría varios aspectos a identificar, concentrarse requerirá entonces: interés por el otro, u lo otro, un interés genuino cuya expresión seria el respeto por su propio proceso de aprendizaje; segundo, evitar distracciones; tercero, una atención por su particularidad, poniendo énfasis en su actitud en el rostro, en su "actitud" corporal, aportando preguntas o sugiriendo, pero nunca juzgando o sancionando; y por último, tratando de encontrar el significado real de lo que pasa aquí y ahora, una muestra de nuestro espíritu de "investigación". Esta descripción la adscribo a la concentración que debe ejercer el coach hacia su pupilo.
Luego, hay que trabajar en un aspecto particular del "aprender a silenciar" la mente, es decir al yo No. 1, en particular a que aprenda a abandonar la actitud de juzgar. Esto nos lleva a elucidar una nueva postura: aceptar las cosas "tal como son", en el momento actual, sin emitir juicio alguno, lo que implica que se es capaz de aceptar al otro "tal como es", y en espejo, aceptarse a sí mismo también. Mientras Gallwey observa a su pupilo, nosotros nos centramos en el trabajo de Gallwey, "buscando" la congruencia entre lo que dice y hace.
Es obvio que mucho de la teoría gestalt o de la filosofía oriental, está presente en esta "nueva actitud", sin embargo, por los términos utilizados hasta el momento algunas referencias claras remiten a Freud y otra, marcadamente explicita en el texto, remite a Abraham Maslow (1998), uno de los principales impulsores de la psicología humanista.
Sin embargo, Gallwey es reacio a identificar alguna tendencia "teórica" en su labor. Esto lo mantiene en una actitud que podría llamar "de apego a los hechos", y partir de ellos para de ahí, crear algo alejado de los hábitos de la instrucción deportiva. Y es que una convicción lo mantiene en esta línea de acción, para Gallwey "existe un proceso natural de aprendizaje que opera en todo el mundo –si se le deja-. Este proceso está a la espera de ser descubierto por todos los que ignoran su existencia". P. 87.
Obviamente es una postura que no comparto con el autor a partir de que mi postura con respecto a esto es la siguiente: no hay nada "natural" en el ser humano, el sujeto es un ente cultural y social antes que natural. Su aprendizaje está condicionado culturalmente, y las diferencias culturales inciden grandemente en la capacidad de aprender la realidad de cada cultura, en todo caso reconocemos y respetamos las diferencias en el trato con cada realidad cultural dada.
No hay por tanto, nada de espontaneo, de natural en nosotros, condicionados cultural y socialmente, somos producidos y auto-producidos en nuestro proceso de "formación", de socialización; en todo caso, una sociedad alienada puede obstaculizar procesos de humanización creciente, generando sujetos alienados en la idea del poder, del control, de la seguridad, de la riqueza, del éxito, de la posesión material, y promover entonces esta especie de disociación yoica que atormenta a muchos deportistas en el campo.
Es con este tipo de sujetos con los que se encuentra Gallwey, sujetos cuyos cuerpos llevan las marcas de una cultura competitiva, rigidizados y acorazados en musculaturas no integradas armónicamente, cuerpos que han perdido la gracia y el placer del juego, embarcados y obsesionados por el triunfo y la victoria, antes que por lo que Maslow llama, su propia "realización" como seres humanos.
En este sentido, somos producto de una idea de hombre como ser racional, lógico, guiado por el utilitarismo, la acción y la tendencia al dominio (el ejercicio del poder). Lo que queda sepultado o disociado de este estilo de vida es el sentimiento y la emoción, justamente aquellos elementos que ablandan y flexibilizan el cuerpo y la mente.
Gallwey explicita su proceder, nos señala que ante un hecho o situación, no emite un juicio positivo, ni tampoco uno negativo, simplemente reconoce las cosas como son, sin externar si son buenas o malas, mejores o peores, una buena forma de acallar a la mente hipercrítica que muchos llevamos dentro.
Aporto algo desde el psicoanálisis para elucidar un poco más el asunto. Una regla a la que debe someterse el analista en situación terapéutica es la siguiente: la regla de la "atención flotante" (Freud, S., 1973). Remite a una actitud de "relajación", de abandono y de confianza en sí mismo, que impida que el yo del analista se ganche con algunos de los comentarios del analizando, está atento a todo lo que el paciente dice, sin presionarse por recordarlo todo o privilegiar algo de lo que el otro le comparte.
De esta forma, permite que su yo (corporal e inconsciente o No. 2), resuene con el discurso y los afectos del analizando, la atención flotante neutraliza el pensar bloqueador del yo no 1, al hacerlo provoca un efecto interesante en su interlocutor: este experimenta una sensación de respeto profundo, y de comprensión transformadora que parece emanar del analista, aunque este no podría atribuirse una intención consciente sobre este hecho.
Encontramos aquí, que una función se delinea en la labor del coach, del maestro zen, del docente o del analista: respetar el proceso del otro, facilitar que se enfrente a sus problemas, tolerar que el otro no sepa o se angustie por su no saber, reconocer y aceptar que el proceso es del otro y que no tiene derecho a intervenir en algo que no le corresponde, confiar en él y en su capacidad para afrontar la situación, funcionar como un referente silencioso, pero interesado y concentrado en el proceso ajeno, el de "su discípulo".
Notas.-
Freud, S. (1973) Obras Completas. Escritos técnicos. Tomo II. Madrid. Editorial Biblioteca Nueva.
Gallwey, T. ([1972] 2009) El juego interior del tenis. Madrid, Editorial Taurus.
Heider, J. (1998) El Tao del liderazgo. México, Ediciones Castillo.
Maslow, A. (1998) El hombre autorrealizado. Barcelona, Editorial Kairós.

La sensibilización perceptiva y la técnica de la concentración.

"Demasiado ruido abruma los sentidos. El continuo gasto de energía enturbia el discernimiento genuino. (…). Enseña a la gente a desprenderse de su superficial parloteo mental y de sus obsesiones.
John Heider. El Tao del liderazgo.
Un repaso al factor que facilita el aprendizaje: la concentración. Uno no puede concentrase no solo a causa de los ruidos externos, la mayoría de las veces "los ruidos" son internos, provienen del yo No 1, una mente hiperactiva que no se calla (remite a la tv siempre encendida, omnipresente) y que nos impide desarrollar la sensibilidad por los estímulos externos y los que provienen del cuerpo, ahora somos hipersensibles al silencio, a este hay que acallarlo.
Ante este embotamiento mental que padecemos, ¿como poder desarrollar la concentración? Gallwey (1972 / 2009) pronto se dio cuenta que "no se puede luchar contra la mente", y que tampoco funciona el asunto de "abandonarse" o ·dejarse ir" para mantenerse en un estado de "mente en blanco".
La única forma de acallar la mente es intentando llamar la atención de la misma y que esto pueda durar un tiempo suficiente como para permitir que la mente focalice, es decir, se concentre. Funciona un poco a la forma de tranquilizar a un niño al que se le enseña la renuncia a la omnipotencia (todo lo puedes tener): la única manera de acallar a un niño que quiere algo que no es posible, es ofrecerle una alternativa distinta (que sí es posible).
En mi trabajo como instructor de capacitación, un método que utilicé durante cerca de 10 años fue un tipo de sofrología, trasmitida por un grupo de psicólogos humanistas y de la gestalt, en el Centro de Capacitación y productividad del ISSSTE Federal en la ciudad de México. El método consistía en el uso de música de relajación, el trabajo con la respiración y la combinación de estos elementos con el uso de relatos que llevaran a la concienciación de la desarmonía de la relación mente-cuerpo; a la sensibilidad perceptual; a la distinción entre mundo interno, mundo externo, con el fin de la "expansión" de la conciencia y un mayor autoconocimiento.
Fue interesante constatar cómo el ofrecimiento de un objeto de atención a la mente, la hacia silenciar el parloteo mental en que algunos "se esforzaban" contra su voluntad; en algunos sujetos, la cercanía a estas "tomas de conciencia", les atemorizaban o reaccionaban con mareos o pequeñas crisis de angustia, las resistencias al cambio y las defensas psíquicas iniciaban un proceso de resquebrajamiento, por lo que en algunos se producía una especie de abrumación del yo (No 1), necesitando un trabajo mas prolongado de sensibilización para poder tramitar con menos dificultades la experiencia y permitir una adaptación paulatina al método.
Gallwey (op cit) utiliza una serie de recursos mas simples y elementales, que están a la mano y que permiten un trabajo de concentración cercano al método descrito, por ejemplo, prestar atención a un objeto en movimiento como la pelota (de tenis), o el trabajo sobre la respiración aun a nivel de cancha; si se utiliza un objeto este debe ser un objeto en movimiento que permita a la percepción su seguimiento, una especie de enganche con "lo vivo", no por nada una de las mas famosas imágenes del método hipnótico se nos trasmite con el hipnotista pidiéndole al sujeto de la hipnosis que siga por ejemplo, un reloj o un objeto en movimiento que se hace pendular ante sus ojos.
En una interesante película de la historia de un coaching (Peaceful warrior, traducida como "El camino del guerrero" de Víctor Salva), el instructor o coach (Nick Nolte) se encuentra con un pupilo que vive una fase de resistencia extrema al cambio y a la sensibilización, atosigado por un yo 1 implacable, y alienado en función de la competencia y el éxito, que mantienen ocupada su mente y a un yo inflado por la arrogancia de su narcisismo.
Una escena muestra al coach haciendo una especie de toque corporal, que "hace abrir los ojos" al pupilo, el que expresa que "no ocurre nada" a su alrededor; con este estimulo, de pronto observa y toma conciencia de las cosas que pasan en ese momento, en ese "aquí y ahora" en que se encuentra, escenas de vida se muestran a un testigo que estaba absorto, impidiéndole ver lo que transcurría ante sus ojos, impactando sus sentidos. Un paso, un tránsito se produce aquí: es el camino que lleva de "acallar la mente" a la toma de conciencia, pero mente y conciencia no son lo mismo.
La mente se asimila a un yo cuyo instrumento básico es el pensamiento el que hace uso de la razón, de aquí deriva el perfil en que se recorta al hombre tipo de la cultura occidental: razonable, pensante, lógico, individualista, guiado por el desarrollo o crecimiento personal propio (que curiosamente se reduce a convertirse en un hombre de negocios, cuyo éxito se mide por la ganancia de mucho dinero y tener una buena calidad de vida, entendida como la obtención de lujos, estar a la moda y la posesión de bienes materiales, regularmente sin dejar espacio para la evolución cultural).
Para Gallwey, la conciencia es la luz que ilumina el camino, de ahí que también la sofrología sea una disciplina cuyo fin es la expansión de la conciencia a través de un trabajo de sensibilización perceptual y de integración cuerpo/mente. La conciencia es el poder que permite conocer, si bien utiliza el pensamiento, este no invade el campo de conciencia, se accede a él de manera modulada, utilizando solo aquel que es necesario en el momento, impidiendo que se vuelva un obstáculo al contacto afectivo, al vinculo, a la integración.
Pero sería necesario detenernos también en lo que el psicoanálisis nos ha enseñado sobre la conciencia, su función, sus potencialidades, pero también sobre sus limitaciones. He de indicar que el psicoanálisis también concede una importancia central a la conciencia, intentando que sus déficits sean resueltos a través de trasmutar contenidos inconscientes a la misma, lo que implica una liberación del yo 2, y disminuyendo al yo1 de Gallwey.
Hacer consciente lo inconsciente (Freud, S. 1973), implica que hay aspectos conscientes que pueden ser asimilados a una "falsa conciencia", esta se sostiene en un yo hipostasiado, un yo que se arroga la representación total de la personalidad, cuando no deja de ser un mero sustituto del autentico yo, una especie de "falso self" tal y como lo describe W. Winnicott muy tempranamente (hacia 1960).
En la película citada, hay un momento en el que el pupilo (Scott Mechlowics) se encuentra con ese "yo imaginario", al que enfrenta con mucho miedo y temor, ya que este se presenta como "la única posesión" del yo amedrentado; una interesante forma de destronarlo de un imaginario poder, se resuelve cuando al borde de una cornisa, el yo 2, intenta soltar o dejar ir al yo1, este amenaza con "dejarlo solo", sin control, sin capacidad, sin talento, pero no hay posibilidad de cambio, de crecimiento, de aprendizaje mientras no aprendamos a "estar a solas", mientras no aprendamos la renuncia, mientras no soltemos las amarras para poder navegar hacia lo desconocido, tolerando la incertidumbre que esto genera en nosotros, en busca de nuestro yo "mas autentico" que nos acerque al sentido mas humano de lo que somos y hacemos en el mundo.
Notas.-
Freud, S. (1973) Obras Completas, Tomo II. Madrid. Biblioteca Nueva.
Heider, John. (1998) Tao del liderazgo. Ediciones Castillo, Monterrey.
Salva, Victor. (2006) El camino del guerrero. Dej Productions./Inferno Productions.
Winnicott, D. (1979) El proceso de maduración en el niño. Editorial Laia. Barcelona.



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