¿Dónde estás Ulalume, dónde estás?. Alfonso Sastre y Edgar Allan Poe

Reseña de obra teatral. ¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás? de Alfonso Sastre.

Ana Victoria Alonso Guerrero

¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás?, escrita entre el verano de 1989 y el mes de junio de 1990, es considerada por muchos como una de las mejores obras de Alfonso Sastre, que al terminarla quiso que fuera la última, muy satisfecho con el resultado. La atracción por el modernismo y romanticismo ingleses, por la novela gótica, y en especial por la figura de Edgar Allan Poe, hacen que sea inevitable no escoger esta obra para realizar una reseña. Alfonso Sastre es considerado una de las figuras representativas del teatro a partir de los años cincuenta del siglo XX. Se inicia de forma paralela a Buero Vallejo, en ese conjunto llamado realismo social del teatro de los años sesenta. Sin embargo, del mismo modo que en Buero la idea tiene matices, inscribiéndole más bien en un realismo simbólico, la figura de Sastre se queda pequeña con el término. Durante los años cuarenta e inicio de los cincuenta, realiza obras “experimentales” jugando con los elementos teatrales (actos, acción, lenguaje de los personajes…), como Cargamento de sueños (1946). Después ahonda en la denuncia social transformadora y el sentimiento trágico existencial, más a tono con este realismo, en Escuadra hacia la muerte (1952), obra que le dio definitivamente a conocer. Tenemos que avanzar hasta 1956 para encontrarnos con El cuervo, cuyo estilo ya se acerca al de la obra que nos ocupa. Viaja, como muchos otros, del realismo al expresionismo dramático y satírico, con toques de simbolismo y personajes antiheroicos pero caricaturizados, a veces marginales y horribles. Según Felipe Pedraza y M. Rodríguez Cáceres1, Sastre “siguiendo a Brecht, crea dramas épicos, de estructura fragmentaria, que invitan a la reflexión netamente política”. Es lo que Sastre haría en lo que llamó sus “tragedias complejas”. En El cuervo introduce el elemento fantástico, esencial en nuestra obra y también en esas tragedias, lo mismo que el humor que lleva incluso a la paradoja o a crear al héroe irrisorio, como Miguel Servet en La sangre y la ceniza (1965), que narra los últimos sucesos de su vida. En La taberna fantástica (1966) se incluye ese elemento fantasioso, al igual que en las piezas que forman sus Ejercicios de terror, en correspondencia con su obra narrativa Las noches lúgubres (1964). Recreaba a mitos de terror pero con un punto de humor que da la vuelta al modo de ver los personajes. En las obras siguientes podemos apreciar dos características que también aparecen en nuestra obra: el crear un giro en la trama o en el enfoque del tema que cambia por completo el desenlace o el sentido esperado de la historia (Tragedia fantástica de la gitana Celestina, de 1978, por ejemplo). También inspirarse en la literatura (El viaje infinito de Sancho Panza, de 1983..). En todos se mantiene el elemento fantástico y el humor. En esta línea, destaca aún en sus obras inspiradas en lo gótico o terrorífico, y por lo tanto, era inevitable no volver a Poe, y la obra cumbre de este periodo para muchos es ¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás?. En ella, en línea con lo que hizo en la obra dedicada a Miguel Servet o en Los últimos días de Emmanuel Kant (1985), narra los días finales de Edgar Allan Poe. Muestra con ello uno de sus temas recurrentes, la preocupación por la muerte. La estructura de la obra es novedosa: veintiún actos divididos en dos partes (once en la primera). Reconstruyen documentadamente la vida del autor desde el 27 de septiembre al 9 de octubre de 1849. La muerte del autor se da en el XIX, del 3 al 7 de octubre. Edgar (Eddy en la obra), se despide de Elmira, una enamorada de su niñez que enviudó y decidió casarse de nuevo con él sacándole de su vida marginal, alcohólica y degradada. Ambos están en el embarcadero de Newport News, cerca de Richmond (Virginia). De ahí Poe debe desembarcar en Baltimore (Maryland) y coger un tren que le lleve a Filadelfia y Nueva York, para visitar

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Ana Victoria Alonso Guerrero

a su antigua suegra, la señora Clemm (Muddie), madre de su fallecida esposa Virginia, a la que él dedicó un poema donde la llamaba Ulalume. Sin embargo, el destino caprichoso, absurdo y trágico se ceba con Eddy, que no saldrá de Baltimore a tiempo. En su lugar, ya iniciados los síntomas de su delirium tremens, entra en la taberna del Ciprés Rojo, confundiéndola con la tumba de Ulalume, y pronunciando la frase que da sentido al título de la obra (“¿dónde estás, Ulalume, dónde estás?”). 1. Las épocas de la Literatura Española. Felipe B. Pedraza/Milagros R. Cáceres. Ariel Letras, Barcelona, 2012. Pg 376. Los espacios titulan muchos de los actos. Vemos al personaje moverse del puerto a la estación de ferrocarril de Baltimore; a la calle donde las farolas se le antojan cipreses y llega a la taberna del Ciprés Rojo –recordemos que es un árbol típico de cementerios, así, él parece caminar hacia su muerte-, la calle y la verbena electoral, el tren, la estación de Baltimore, la taberna del Ciprés Rojo, el hospital, la morgue y el cementerio. Viaja hacia la muerte de su Virginia y después será él mismo el que llegue al cementerio con ella en una estructura cíclica y angustiosa, donde se percibe la indefensión del hombre ante un mundo cruel y absurdo del que no puede escapar como un destino trágico. Recuerda mucho no sólo a lo existencial sino a lo terrorífico y humorístico de Kafka con El proceso. El tiempo no es menos revelador. Toda la primera parte se desarrolla en la noche o los anocheceres, presagiando dónde entraría el autor, en la suya propia. Los del segundo acto suceden a la luz del día, por la mañana o la tarde. Ya se ha sobrecogido al espectador y se le ha introducido en esa atmósfera opresiva y angustiosa. Los personajes son simbólicos, arquetípicos, anónimos, de hecho podían representarse varios por el mismo actor, acentuando así la idea de teatralidad y de anonimato. Es esencial el tema de la incapacidad de comunicación de Eddy con el resto del mundo. Se refleja en las distintas velocidades de dicción que hacen que los personajes no se comprendan entre sí, y acentúan también esa soledad e incomunicación de Poe. Los escenarios lúgubres y solitarios también ayudan. Sólo están individualizados tres personajes que representan a seres reales en la vida del autor: Muddie Clemm, su suegra, Elmira y el doctor Snodgrass, que publicó algunos relatos suyos, como El cuervo. Todos ellos se muestran muy compasivos con Poe. La acción transcurre linealmente pero reproduce los vaivenes imaginativos y la degradación de la mente de Edgar mientras sufre eso que se ha llamado delirium tremens y por lo que se dice que murió, a pesar de que quedan aún muchas incógnitas sobre esos últimos días de su fallecimiento. Lo que realmente acongoja y conmueve es ese fatum terrible que no tiene piedad y hace efectiva la peor de las suertes. Todos los personajes parecen provocarlo (le incitan a beber, como el dueño del Ciprés-el marinero de barba roja-o el del restaurante de la estación; o le indican mal la dirección a donde ir – el loco que encuentra en la calle…etc). Además, su enfermedad va cada vez progresando más y llenándole de debilidad física y alejándole de la realidad (no oye bien, no ve bien y tiene visiones sobre serpientes y situaciones desagradables..). Todo se ha confabulado contra la voluntad de vivir y ser feliz de Poe, desgraciado donde los haya, que débil e indefenso sucumbe ante la fuerza de todo eso, y lo

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Ana Victoria Alonso Guerrero

hace solo, tirado en la calle, lejos de Elmira y lejos de Muddie. No hay nada que pueda realmente acongojar más, horrorizar y conmover, al modo de la tragedia clásica. Precisamente la tragedia se fragua gracias a uno de los recursos habituales en Sastre, virar el destino por cualquier circunstancia inesperada. El humorismo se aprecia velado en la animosidad de la plaza con la campaña electoral, especialmente en el discurso grandilocuente y repetitivo del político que da un mitin. También su diálogo con el loco tiene momentos humorísticos. Elmira le anuncia la tragedia y Muddie lo recoge como una madre sufriente. En realidad, la historia trasciende sus propios límites, porque habla de la incomprensión humana y su crueldad, de la incomunicación y deshumanización de las sociedades o incluso del problema de la muerte o el alcohol. Después de los años, se dará a Poe el lugar literario que se merece junto a los grandes dramaturgos de la literatura española.