Don Francisco de Paula Cartaya y Barco: vida, actividades y antecedentes familiares de un clérigo ilustrado en la Sevilla del siglo XVIII. Revista \"Archivo Hispalense\", Diputación de Sevilla.

August 11, 2017 | Autor: Juan Cartaya Baños | Categoría: Historia Social, Siglo XVIII, Sevilla, historia de la Iglesia
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números 279-281 / año 2009 / tomo xcii

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ARCHIVO HISPALENSE números 279-281 / año 2009 issn 0210-4067

Sumario Artículos

págs.

Historia Juan Carpio Elías Las parcelas de policultivo en la agricultura sevillana de la Edad Moderna

11-26

Juan Cartaya Baños Don Francisco de Paula Cartaya y Barco: vida, actividades y antecedentes familiares de un clérigo ilustrado en la Sevilla del siglo XVIII

27-53

Marta García Buero y M.ª Soledad Buero Martínez El epitafio del Conde de Floridablanca (1728-1808) en el Museo Arqueológico de Sevilla 55-64 Joaquín Herrera Carranza La Federación Sanitaria de Andalucía (1916-1929). Un proyecto hispalense Esteban Mira Caballos El padre Arellano y su Historia de Carmona (1628)

65-85 87-106

Antonio Mira Toscano, Juan Villegas Martín y Juan Luis Carriazo Rubio Una almenara perdida en la costa de Palos: la torre de Morla

107-125

Francisco Núñez Roldán Compromiso matrimonial, dote y ajuar femenino en el Bajo Guadalquivir (1513-1556)

127-139

Rafael M. Pérez García La población del reino de Sevilla en 1571 y las consecuencias demográficas de la guerra de Granada

141-162

Felipe Pizarro Alcalde Carmona vista a través de los jesuitas (1619-1754)

163-191

Rafael Rojas Álvarez, Antonio Ramos Carrillo y Esteban Moreno Toral Contribución a la historia asistencial del Hospital de la Santa Caridad de Sevilla y la proyección a su actual labor sanitaria

193-214

Juan M. Valencia Rodríguez La quiebra financiera de la aristocracia: el concurso de acreedores del estado de Feria

215-253

Arte Francisco Manuel Delgado Aboza El retablo de la Virgen del Rosario de la parroquia de El Pedroso, obra inédita de Diego López Bueno y Amaro Vázquez

257-273

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M.ª Mercedes Fernández Martín La boda de Alfonso XIII en un biombo del Museo-Palacio de la condesa de Lebrija en Sevilla

275-288

Jorge López LLoret La ciudad y sus surcos. El siglo XVII en la constitución de la imagen de Sevilla

289-316

Antonio Martín Pradas La expulsión de la Compañía de Jesús de Osuna. El catálogo de pinturas del colegio de San Carlos el Real

317-333

Francisco Montes González Honras fúnebres por el Papa Benedicto XIV en la catedral de Sevilla y otros túmulos pontificios

335-359

Jesús Porres Benavides La obra de Juan Bautista Vázquez, el Viejo, en el retablo mayor de Santa María de Carmona

361-384

Jesús Rojas-Marcos González San Pedro con varios santos y San Pablo con los apóstoles, dos pinturas del círculo de los Francken

385-397

Miscelánea Jesús María Parrado del Olmo Más documentos de Juan Bautista Vázquez, el Viejo, relacionados con su origen abulense

401-404

Reseñas Barrantes Maldonado, Pedro. Diálogo entre Pedro Barrantes Maldonado y un cauallero estrangero que cuenta el saco que los turcos hizieron en Gibraltar en 1540 por Antonio Castro Díaz

407-410

Fernández Rojas, Matilde. Patrimonio artístico de los conventos masculinos desamortizados en Sevilla durante el siglo XIX: benedictinos, dominicos, agustinos, carmelitas y basilios y Fernández Rojas, Matilde. Patrimonio artístico de los conventos masculinos desamortizados en Sevilla durante el siglo XIX: trinitarios, franciscanos, mercedarios, jerónimos, cartujos, mínimos, obregones, menores y filipenses por Rafael Cómez Ramos

411-413

García Gutiérrez, Fernando. El Arte de Japón. Lo Sagrado, lo Caballeresco y otros temas. Japón v Occidente III por Rafael Cómez Ramos

413-415

Medianero Hernández, José María. Nuestra Señora de la Antigua. La Virgen «decana» de Sevilla por José Cesáreo López Plasencia

415-418

Pineda Novo, Daniel. Juan Ramón y el Ateneo de Sevilla por Carmen Ruiz Barrionuevo 418-422 Ramos Suárez, Manuel Antonio. Patrimonio cultural y desamortización. Marchena, 1798-1901 por Francisco J. Herrera García

422-426

Rodríguez Becerra, Salvador y Macías Sánchez, Clara, coord.: El fin del campesinado. Transformaciones culturales de la sociedad rural andaluza en la segunda mitad del siglo XX por Manuel Zurita Chacón

426-431

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Historia v

Don Francisco de Paula Cartaya y Barco: vida, actividades y antecedentes familiares de un clérigo ilustrado en la Sevilla del siglo XVIII

v Juan Cartaya Baños Universidad de Sevilla Resumen: Hablaremos en este artículo de don Francisco de Paula Cartaya y Barco, doctor en Teología, presbítero, capellán magistral de la Capilla Real de la Catedral sevillana, examinador sinodal en Sevilla y Cádiz, profesor de la Universidad hispalense, párroco de Santa Cruz y del Sagrario, académico de la Real Academia de Buenas Letras y miembro de erudición de la de Medicina. En estas líneas veremos, siguiendo los pasos de don Francisco de Paula y del linaje al cual pertenece, la llegada a Sevilla –partiendo desde Los Palacios y su vecina Villafranca– de una familia que, instalada en el arrabal de Triana, se mantendrá localizada en el mismo desde los últimos años del siglo XVII hasta los primeros del XX, manteniendo incluso hoy en día vinculaciones con la antigua collación sevillana.

Abstract: We will talk in this article about don Francisco de Paula Cartaya y Barco, doctor in Theology, clergyman, chaplain of the Real Chapel of the Sevillian Cathedral, examiner of the Synod in Sevilla and Cádiz, professor of the Hispalense University, parish priest of Santa Cruz and El Sagrario, academic of the Real Academy of Buenas Letras and member of erudition in the one of Medicine. In these lines we will see, following the footsteps of don Francisco de Paula and the lineage to which he belongs, the arrival to Sevilla –from Los Palacios and their close town, Villafranca– of a family who, installed in the suburb of Triana, will stay located in the same place from the last years of century XVIIth to first of the XXth, maintaining even nowadays entailments with the old Sevillian collación.

Palabras clave: Francisco de Paula Cartaya y Barco, canónigo, Capilla Real, Catedral, Sevilla, Real Academia de Buenas Letras, Real Academia de Medicina, Triana, linaje, libros parroquiales, expedientes matrimoniales, genealogía, Los Palacios, Villafranca de la Marisma, padrones, limpieza de sangre, fiebre amarilla, patronato, parroquia de Santa Ana, parroquia de Santa Cruz, protocolos notariales.

Key Words: Francisco de Paula Cartaya y Barco, canon, Real Chapel, Cathedral, Sevilla, Real Academia de Buenas Letras, Real Academia de Medicina, Triana, lineage, Parish books, married files, genealogy, Los Palacios, Villafranca de la Marisma, demographic registers, limpieza de sangre, yellow fever, patronage, parish of Santa Ana, parish of Santa Cruz, notarial protocols.

Trataremos en este artículo de un desconocido –pero no por ello, menos interesante– personaje sevillano, que vivió y desarrolló sus actividades en esta ciudad, en la segunda mitad del siglo XVIII. Se trata de don Francisco de Paula Cartaya y Barco, doctor en Teología, presbítero, capellán magistral1 de la Capilla Real de la Catedral sevillana, 1. Para el cargo de capellán magistral, se exigían cualidades literarias y oratorias para la predicación; el cargo se crea a finales de siglo XVIII (En ISIDORIANUM, 1999, n.º 8, pp. 42).

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examinador sinodal en Sevilla y Cádiz, profesor de la Universidad hispalense, párroco de Santa Cruz y del Sagrario2, académico de la Real Academia de Buenas Letras (desde 1771) y miembro de erudición de la de Medicina, y reconocido –en su tiempo– orador y erudito. La realización de este pequeño trabajo sobre el personaje y sus orígenes familiares obedece en buena parte –como puede resultar obvio– a un interés personal sobre el tema al existir una relación directa de parentesco entre el propio autor y aquél de quien en estas líneas nos ocuparemos; interés que hemos podido desarrollar con mayor extensión en el marco de un trabajo de investigación de doctorado, en el Departamento de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla. Pero este trabajo obedece también a lo que podríamos calificar como el «descubrimiento» personal y académico de un período cada vez más conocido en la historia de esta ciudad: el siglo XVIII, una época característica, telón de fondo de importantes cambios sociales, económicos e ideológicos. Así, en estas líneas veremos, siguiendo los pasos de don Francisco de Paula y del linaje al cual pertenece, la llegada a Sevilla –partiendo desde una localidad cercana, como es Los Palacios y su vecina Villafranca– de una familia que, instalada en el arrabal de Triana, se mantendrá localizada en el mismo desde los últimos años del siglo XVII hasta los primeros del XX, manteniendo incluso hoy vinculaciones, si no la residencia efectiva, con la antigua collación sevillana. En cuanto a las fuentes utilizadas para la redacción de este trabajo, hemos utilizado en buena medida las parroquiales para buena parte de la siguiente investigación, con la fortuna de haber hallado los libros necesarios para la misma completos y en buen estado en general, con alguna excepción, sin embargo. A ellos se han sumado –cuando hemos tenido la buena fortuna de encontrarlos– los expedientes matrimoniales apostólicos u ordinarios custodiados en el AGAS3, que a través de sus pruebas testificales nos aportan mayor (y en algunos casos, curiosa) información. En cuanto a los documentos civiles, hemos de destacar la práctica inexistencia de estos en algunos lugares en donde se ha desarrollado nuestro trabajo, como es el caso de la villa de Los Palacios y Villafranca, cuyos documentos civiles más antiguos, datados en el siglo XVI y XVII, se encuentran preservados en la Carta Puebla de Villafranca de la Marisma (1501) y en el Libro del Becerro (1644) de la misma localidad. Sin embar-

2. Curiosamente siguió muy de cerca la trayectoria que había llevado un ilustre palaciego, D. Francisco de Paula Baquero, sacerdote y teólogo, párroco en las mismas parroquias y fundador de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, al que Cartaya y Barco estuvo, sin duda, singularmente unido –tal vez existiera alguna relación familiar entre ambos–, ya que incluso fue elegido para pronunciar su oración fúnebre a su muerte en 1786, lo que nunca llegó a realizar al caer enfermo (Ver MAYO RODRÍGUEZ, J.: «Francisco de Paula Baquero, tratadista teológico», en VV.AA. Personajes históricos de Los Palacios y Villafranca, Los Palacios y Villafranca: Ayuntamiento, 2.003, p. 49). 3. Archivo General del Arzobispado de Sevilla (en adelante AGAS).

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go, sí hemos tenido la fortuna de poder trabajar con varios documentos del fondo de protocolos notariales en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla (en adelante AHPS), teniendo no obstante presente que los primeros documentos conservados provenientes de la escribanía de Los Palacios y Villafranca de la Marisma son del año 16844, con lo que carecemos de referencias anteriores. Hemos utilizado asimismo para la investigación diversos padrones conservados hoy en el Archivo Histórico Municipal de Sevilla (en adelante AHMS), concretamente en las secciones V y VI (padrones y vecindades del siglo XVIII). Varios de estos documentos han resultado de mucho interés, aunque los datos que proporcionan son, por desgracia, escasos y en muchos casos incompletos o aproximativos: nos hemos servido, entre otros, del padrón realizado en 1702 por el Marqués de Aguiar en los inicios de la Guerra de Sucesión española, que recoge los hombres y armas que las milicias de Sevilla podrían aportar para el socorro de Cádiz frente al ataque de la armada de Inglaterra5; del realizado en 1705 por el Conde de Mejorada, utilizado, entre otros usos, para velar por el cumplimiento de los preceptos pascuales6 y del padrón de Triana para 17947, además de los arriba citados, como decimos. No hemos encontrado datos en otros documentos consultados, tales como el padrón de soldados de milicias de 1704, levantado por el Marqués de Vallehermoso. Igualmente, la abundante información acerca de relaciones familiares y lazos genealógicos se debe en buena parte a la documentación que nos proporciona el propio canónigo magistral de la catedral sevillana Francisco de Paula Cartaya y Barco, que forma el nexo de unión entre la genealogía que ya podemos denominar como familiar de los siglos XVI al XX, gracias a la abundante información que proporcionan sus dos expedientes de legitimidad y limpieza de sangre. A partir del análisis de dichos documentos, como decimos, obtenemos gran variedad de datos acerca del solicitante, su familia directa y los testigos presentados por este para afirmar su condición no servil y su limpio origen social8: incluso, como consecuencia de la investigación y la 4. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 3377PB. 5. AHMS, Sección V, tomo 260. La misma signatura es válida para el padrón del Marqués de Vallehermoso (1704). 6. Ibídem. 7. AHMS, Sección V, tomo 252. 8. En las declaraciones, necesarias para la obtención de los títulos de licenciado y doctor y para conseguir la plaza de canónigo magistral de la Catedral que solicita D. Francisco de Paula Cartaya, se hace hincapié en la condición de «que así el Pretendiente, como sus Padres y Abuelos han sido, y son christianos viejos, limpios de toda mala raza, casta, y generación de Judíos, Mulatos, Conversos, Moriscos, y otra mala secta: Que no han sido castigados por el Santo Oficio de la Ynquisición por crimen de heregía, apostasía, Judaísmo, ni otro: Que no han cometido delito de infamia de hecho, ni de derecho; ni tenido oficios viles, vajos, ni mecánicos por donde haian degenerado de quienes son; antes bien, siempre han vivido con honor y estimación». Enlazarían, de hecho, por matrimonio con linajes hidalgos: los Alcocer, los De la Barrera, los García de Segura (quizás Beltrán y Montesdoca). Hay pleitos en Granada de diversos miembros de linajes con los que los Cartaya palaciegos enlazarían desde el siglo XVII hasta su partida a Sevilla (Diego Jiménez Bernal, de Villafranca de la Marisma, litiga en Granada su hidalguía en 1714; Francisco y Lázaro Gutiérrez lo hacen entre 1712-14).

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recopilación de fondos que hemos realizado para la documentación y estudio de este trabajo, ha sido una verdadera sorpresa, al trabajar con los libros parroquiales de Santa Ana de Triana y de Santa María la Blanca de Los Palacios y Villafranca, el haber dado con unos documentos curiosamente esclarecedores, que fijan como definitivo el uso del patronímico en este linaje desde 1797, aunque ya había sido usado por los miembros del mismo, al menos, desde las últimas décadas del siglo XVI como veremos. Estos documentos, dos mandamientos del Dr. D. Joaquín María de Torres, presbítero, Vicario General y Provisor del Arzobispado de Sevilla, fechados, como decimos, en 1797 y añadidos al folio 4v. del libro 51 de Bautismos del Archivo Parroquial de Santa Ana de Sevilla y al folio 126v. del libro 5º de Matrimonios del Archivo Parroquial de Santa María la Blanca de Los Palacios, contienen una orden a los párrocos y clero de las mismas parroquias para la modificación en los libros sacramentales de distintas entradas; modificación, como decimos, autorizada por la propia autoridad eclesiástica. En el caso de la provisión para Los Palacios, se rectifican las partidas de matrimonio de Ginés Martín, casado con Beatriz Ximénez, en donde se añaden a él mismo y a su padre, Juan García de Cartaya –que aparece sin embargo sólo como Juan García– el apellido de Cartaya, y la de bautismo de su hijo Ginés, al que se le añade igualmente dicho apellido. Una vez leídos ambos documentos, y relacionados en su contexto con la presentación de la candidatura de Cartaya y Barco en el siguiente año a la plaza de Magistral de la capilla real catedralicia, podemos suponer que el candidato, entonces párroco del Sagrario y que utilizaba ya el apellido como propio, solicitó la regularización del mismo en los registros (incluso retrospectivamente), con vistas tal vez a la futura pesquisa genealógica, algo que supondría su adopción definitiva en este grupo familiar: no podemos conocer el contenido de dicha alegación, sin embargo, al no conservarse las solicitudes de enmiendas de partidas de esas fechas en el AGAS. En cualquier caso este cambio se produjo efectivamente en los registros, como hemos podido comprobar, en las entradas mencionadas en el mandamiento del Provisor, tanto en Sevilla como en Los Palacios, como decimos: como ejemplo, la entrada del desposorio de Ginés Martín Cartaya (ahora Cartaya y Martín) y Quiteria Ximénez9, en donde al margen aparece cómo «En virtud de mandamtº del Sr. Provisor qe. se haya en el Libro de Baptismos al folio 4 bto., se añadió el apellido Cartaya al Padre y al hijo Xinés y se tildó natural de esta Ciudad y se añadió a Xinés y a Quiteria natural de la villa de Los Palacios y en fe de verdad lo firmé en 25 de agosto de 1797 (Firma: Bermudo, Cura Th[enient]e)». Según podremos apreciar a partir de la documentación que hemos analizado, las referencias más antiguas que aluden a la familia ubican a la misma en la villa de Los

9. Archivo Parroquial de Santa Ana (en adelante APSA), año de 1698, Libro 20 de Matrimonios.

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Palacios en el siglo XVI. Las villas de Los Palacios y Villafranca (separadas de hecho y con diferentes jurisdicciones, la primera como señorío de la Casa de Arcos desde 1432 y la segunda creada por carta puebla del Concejo sevillano el 24 de noviembre de 150110), serán el telón de fondo en donde desarrollarán sus actividades y tendrán su residencia hasta la última década del siglo XVII, en un espacio temporal que abarcará más de un siglo. Aunque la carencia casi absoluta de documentos civiles es también la tónica habitual en ambas villas durante los siglos XVI y XVII, esta falta de información desaparece en parte gracias a algunas referencias que podemos recoger del singular documento que supone el llamado Libro del Becerro de la villa de Villafranca de la Marisma11, y que recoge la fuerte resistencia de la misma al cambio de su estatus –de realengo a señorial–, al vender el rey Felipe IV la posesión de la villa con sus vasallos, doscientos sesenta y siete vecinos en total, al duque de Arcos en 1631. Esto generará un proceso de conflictos y desencuentros que provocará el retorno de la villa a su antigua condición realenga en 1644, perdiendo la casa de Arcos los derechos que había deseado adquirir por compra. En cualquier caso el proceso generó una abundante documentación, recogida en dicho libro, en donde figuran todos los autos judiciales, cédulas reales y actas del Concejo relativas al asunto de la asunción de la jurisdicción por los Ponce de León, duques de Arcos, rechazada de plano por los vecinos de la villa y que finalmente nunca llegó a consumarse debido a la fuerte y continuada oposición de estos y al pago de un total de algo más de nueve millones de maravedíes, que permitió a la villa eludir la jurisdicción señorial, apartarla de la dependencia del cabildo sevillano y conformarse como villa propia, con su término, insignias, justicia y cabildo. Lógicamente, el «becerro» alude sólo a la villa de Villafranca y no a la vecina –más bien contigua– de Los Palacios, cuya jurisdicción sí era efectivamente señorial; con lo que la información que podemos extraer del mismo es, obviamente, parcial y limitada, refiriéndose tan sólo a aquellos individuos que tuvieran relación de vecindad con la propia Villafranca de la Marisma. En las páginas del «becerro» veremos aparecer algunos de los personajes o, si no fuera el caso concreto, a representantes de algunas de las familias que luego veremos aparecer en las partidas sacramentales como protagonistas –como contrayentes de nuevos matrimonios o como progenitores de nuevos miembros de las familias– o como actores necesarios, padrinos o testigos de los acontecimientos familiares: los Pa-

10. COLLANTES DE TERÁN, A.; CARRIAZO RUBIO, J.L. y VILLALONGA SERRANO, J.L.: Carta Puebla de Villafranca de la Marisma, edición facsímil. Sevilla: Diputación, 2003. 11. Denominado más correctamente Libro del Tanteo de la Jurisdicción Ordinaria de la Villa de Villafranca de la Marisma. En CRUZADO GONZÁLEZ, A. (Ed.): Libro del Becerro, Los Palacios y Villafranca: Ayuntamiento, 1998.

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rejo, Alarás, Bernal, Galbán, Mérida o Alcoçer12 que discurren por algunas páginas del tanteo jurisdiccional también lo hacen entre las hojas de los registros parroquiales, conformando lo que podríamos denominar como un pequeño grupo con una cierta influencia dentro de la comunidad, formado por labradores y ganaderos más o menos pudientes y algunos hidalgos, un colectivo que nos evoca conocidas obras de Calderón y Lope, lejos obviamente de las élites urbanas propias de grandes urbes como la cercana Sevilla. El pequeño número de habitantes de ambas villas propiciaba una más que regular consanguineidad, algo que advertimos al consultar los expedientes de matrimonios apostólicos, fechados entre 1600 y 167813, en donde se conserva un importante número de dispensas solicitadas frecuentemente por los contrayentes, justificadas por éstos ya que «por la estrechez desta dicha billa y ser de pocos besinos que trendrá el dho lugar hasta treçientos beçinos poco más o menos […] no [se hallan contrayentes] de ygual calidad, y condiçión que no sean parientes […] de por consanguinida o afinidad»14. Esto nos indica que, al menos en niveles sociales de una cierta capacidad económica (no olvidemos que las dispensas no eran baratas, a lo que había que añadir el coste de la tramitación de las mismas ante Roma, lo que se garantizaba incluso mediante escrituras de obligación ante escribano público, que incrementaban el coste de las mismas), la consanguineidad más o menos estrecha en grado era, por esas fechas, una constante: de hecho hay familias –caso de los Alcoçer– en donde el número de dispensas matrimoniales solicitadas (en un lapso de tiempo no demasiado largo: setenta y ocho años) es realmente numeroso. Esta consanguinidad repetida podía deberse a causas diversas: la «estrechez del lugar» por un lado, debido a la cual la endogamia resultaba inevitable, al no poder contraer matrimonio con otras personas que los propios vecinos del lugar o la villa, parejos ambos contrayentes en calidad y en condición (ya que no se animaba en absoluto a contraer matrimonios desiguales, y estos, en general, se hallaban pactados de antemano); la agrupación, gracias al matrimonio, de un patrimonio que de otro modo podría desaparecer o desvincularse de la familia, etcétera. Para garantizar el control de los enlaces, además de realizar las propias testificales y recibir los permisos eclesiásticos pertinentes, se necesitaba asimismo la aquiescencia de los mismos padres o tutores de los contrayentes. 12. Francisco Parejo de Alarás aparece como Alcalde de la Hermandad y Regidor del Concejo; Benito Parejo, oficial de la Compañía de la Milicia, como Regidor en 1637. Antonio y Lázaro Parejo, y Andrés y Diego Martín Galbán, serán poderdantes en representación de los vecinos de la villa en la disputa de la posesión (Andrés Martín Galbán sería asimismo Alcalde Ordinario). Francisco Muñoz de Alarás había sido Alférez Mayor Perpetuo de la villa, oficio que vendió a don Rodrigo Ponce de León. Gaspar de Alcoçer sería Regidor del Concejo. Gonzalo López de Alcoçer sería fiel receptor de los maravedíes de los impuestos en 1637. Francisco Martín de Mérida sería igualmente Regidor de la villa, etcétera. 13. AGAS, Vicaría General, Matrimonios Apostólicos Pueblos (Los Palacios), sign. 09433. 14. AGAS, Vicaría General, Matrimonios Apostólicos Pueblos (Los Palacios), sign. 09433: Ginés Martín y Beatriz Martín, 1662.

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Como ya hemos observado, la principal fuente de información en este período serán para nosotros los apuntes y partidas en los libros parroquiales: la primera partida que hallaremos en el archivo parroquial de Santa María la Blanca de Los Palacios es la de Ginés, hijo de Miguel García de Cartaya y de Ana Rodríguez, bautizado en la parroquial el 1 de junio de 161015. En los libros parroquiales, que comienzan (para bautismos y matrimonios) en los años finales de la década de 1550, no aparecen otras referencias sobre Miguel García de Cartaya16. No obstante, sí hemos podido obtener alguna información añadida gracias al expediente17 abierto al celebrarse, dos generaciones después, un matrimonio consanguíneo entre un nieto de Miguel García de Cartaya (llamado Ginés Martín) y una nieta de un hermano de Miguel García (llamado este asimismo Ginés Martín, un nombre y apellido que, como veremos se repetirá asiduamente en las distintas generaciones de esta familia hasta bien entrado el siglo XVIII), llamada Beatriz Ximénez y Martín, que utilizaba indistintamente ambos apellidos. El expediente nos indica cómo ambos contrayentes son parientes en tercer grado de consanguineidad, al ser sus respectivos abuelos –Miguel García de Cartaya y Ginés Martín hermanos entre sí, y sus padres, Juan García de Cartaya en el caso del contrayente y Beatriz Martín en el caso de la prometida– primos hermanos. Gracias a este expediente vemos el diseño de un tronco familiar iniciado en el anónimo progenitor de Miguel y Ginés, que habría nacido probablemente en torno a 1560-70, y continuado en el caso del primero por su hijo Juan García de Cartaya, sobre el que ahora volveremos; y en el caso del segundo, por su hija Beatriz Martín, tenida de su matrimonio con María Álvarez (lo que sabemos indirectamente por la partida de bautismo de un hermano de ésta, de nombre asimismo Ginés, nacido el 8 de agosto de 161018). Gracias a estos datos, podemos estimar que el nacimiento de Miguel García de Cartaya pudo producirse en torno a 1580-90 y el de su hijo Juan García de Cartaya en torno a 1600-161519. Miguel García de Cartaya tuvo al menos otro hijo (llamado, como no, Ginés) de su matrimonio con Ana Rodríguez, nacido el 1 de junio de 161020.

15. Fue su padrino Juan Moreno, hijo de Hernando Martín de Mérida. APSMB, Libro 1º de Bautismos, folio 35v. 16. Posiblemente, Francisco de Paula Cartaya y Barco se apoyaría en el uso del apellido Cartaya por parte de Miguel García de Cartaya y sus descendientes para reclamar su inscripción definitiva como propio en 1797: desconocemos las alegaciones que pudo realizar, ya que dicho documento no se conserva a día de hoy, como decimos, en el archivo arzobispal. 17. AGAS, Vicaría General, Sección Matrimonios Apostólicos (Los Palacios, 1600-1678), sign. 09433: Dispensa para el matrimonio entre Xinés Martín y Beatriz Martín. 18. Archivo Parroquial de Santa María la Blanca (en adelante APSMB), Libro 1º de Bautismos, folio 38 vto. Este Ginés Martín –y si no él su primo homónimo, hijo de Miguel García de Cartaya– casaría con Ana Sánchez, teniendo ambos el 27 de febrero de 1650 un nuevo hijo llamado asimismo Ginés (libro 4º de Bautismos, folio 46 vto.). 19. No hemos podido completar esta información con la proporcionada por los libros de difuntos, ya que en la parroquial comienzan a asentarse dichas partidas a partir de 1709. 20. APSMB, Libro 1º de Bautismos, folio 35 vto.

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La segunda partida que encontramos se fecha a 16 de agosto de 1636, y recoge el bautismo de Ginés, hijo de Juan García de Cartaya y de Juana Martín21. No hemos podido encontrar las partidas de bautismo o de matrimonio de Juan García de Cartaya, al haber lagunas y deterioros entre los apuntes de los siglos XVI y XVII en los libros parroquiales. Sabemos, gracias al expediente de matrimonio apostólico que ya hemos mencionado, que era hijo de Miguel García de Cartaya, y pudo haber casado igualmente en otro lugar, tal vez en Utrera (existe esa posibilidad dada la filiación de Diego Ximénez de Espejo, padrino de su hijo y vecino de dicha villa, y dada la probable ascendencia de su mujer o de él mismo, descendiente uno de ellos –no sabemos cuál, a día de hoy– del linaje al que pertenecía el vecino de Utrera Diego Martín Beltrán, fundador aquél en dicha villa de un patronato para dotar a doncellas de su propia familia, al que posteriormente mencionaremos de nuevo), aunque en la partida mencionada Juan García de Cartaya y su mujer Juana Martín aparecen como «besinos de los palasios», donde estaban domiciliados. No obstante, desde aquí podremos seguir la genealogía posterior con facilidad. La tercera partida que hallaremos será la de matrimonio entre Ginés Martín22 y Beatriz Ximénez, a los que ya hemos mencionado, y que contrajeron el 17 de septiembre de 1662. En ella aparece Ginés Martín como hijo de Juan García de Cartaya y de Juana Martín, y Beatriz Ximénez como hija de Antón Ximénez y de Beatriz Martín23, prima hermana esta del mismo Juan García de Cartaya. Como ya sabemos, hemos podido ampliar alguna información acerca de este enlace gracias al expediente conservado en el archivo del Arzobispado de Sevilla, en el que se nos ofrece –junto a la bula pontificia por la que se dispensa la consanguineidad de ambos prometidos– alguna información genealógica sobre la que ya hemos aportado referencias. Gracias a los protocolos de la escribanía pública de Los Palacios, conservados hoy en el fondo de protocolos notariales del Archivo Histórico Provincial de Sevilla, sabemos que en 1689, ante el escribano Pedro Caballero, Ginés Martín traspasaría a Andrés Muñoz de Salas, vecino de Los Palacios, el arriendo de siete fanegas de tierra propiedad de la administración de las alcabalas, «en el sitio llamado de Dn Gómes, caueza del Camino de las Dueñas», por dos años y al precio cada fanega de cinco reales de vellón24.

21. APSMB, Libro 3º de Bautismos, folio 95. Fue su padrino «Diego Ximénes de Espejo, vezino de la uilla de Utrera». 22. La partida se encuentra corregida y cambiado el apellido por el decreto del Provisor. APSMB, Libro 5º de Matrimonios, folio 126v. 23. Fueron testigos del desposorio Pedro Márquez, Juan Manzano y Juan García, vecinos de la villa. El matrimonio lo celebró el beneficiado Miguel Muñoz de Arellano. Antón Ximénez, padre de Beatriz Ximénez, había sido bautizado el 11 de junio de 1618: era hijo de Antón Ruiz Beltrán y Ana Ximénez (APSMB, Libro 1º de Bautismos, folio 210). Su madre, Beatriz Martín, era –según recoge el expediente que ya hemos mencionado– hija de Ginés Martín y de María Álvarez. Acerca de Juan Manzano, testigo del matrimonio, volveremos a tratar algo más adelante. 24. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 3377PB, f. 562.

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En el mismo año había arrendado veinticinco fanegas y cuatro cuartillas de tierra de las alcabalas en el mismo Don Gómez, y siete fanegas y media en Las Barreras, además de otras cuatro en la Dehesilla de Juan Bueno, por tres años en el caso de las primeras veinticinco fanegas y por dos años en el resto, en precio cada fanega de cinco reales25. Cuatro años más tarde, en 1693, venderá en «venta real, por juro de heredad» a Esteban Pérez de la Barrera unas «cassas de su morada», sitas en la calle Real de Los Palacios, lindando con una finca de Pedro de la Cuesta y con otra de Ana de Alcoçer, viuda de Pedro Méndez, en 1.840 reales de vellón de los que ya había percibido mil, restando por recibir «840 rs de vellón de prinçipal de un tributo que le pertenese, q de ellos se pagan réditos a la Universidad de los señores abad mayor y Beneficiados de la Ciud. de Seuilla», permaneciendo sin embargo como inquilino de la vivienda, donde residiría por algunos años más26. En 1695 otorgará un poder notarial a favor de Lope Bernal Hidalgo, para actuar en su propio nombre en Los Palacios al quedar invalidado el que había otorgado a Juan Pérez de Ayllón, mayordomo del Duque de Arcos, preso por entonces en la cárcel de Marchena27. No obstante, antes de su partida definitiva de Los Palacios hacia Sevilla, Ginés Martín generará aún diversa documentación en la escribanía pública, ahora ante el escribano Diego Antonio de Castro28, como diversas obligaciones de pago frente al pósito29, al recibir para sembrar cinco fanegas y cinco almudes de trigo en 170030, pagaderos al año siguiente, por el día de Santiago; recibiendo ocho fanegas y ocho almudes en noviembre de 170131; nueve fanegas y nueve almudes en noviembre de 170432, y diecinueve fanegas con diecinueve almudes en noviembre de 1707, pagaderos en 170833. También, el 3 de febrero de 1699, había contraído la obligación de pagar, solidariamente con Juan de Çea, vecino de Villafranca, «a Dn Françisco Zamudio, uecino de Sevilla en la collaçión de Sn Andrés, 448 rs. que a rreçiuido por mano de don 25. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 3377PB, f. 564. 26. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 3377PB, ff. 662v-664v. 27. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 3377PB, ff. 844r-845r. 28. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 859PB (1698-1707). 29. «El pósito era una institución nacida como tal en el siglo XV, de carácter municipal cuya función principal consistía en realizar préstamos de cereal a los labradores […]. Para ello realizaba un acopio de granos, principalmente de trigo, y los prestaba en épocas de sementera o malas cosechas […]. Actuaba también como regulador de los precios, al sacar trigo de sus depósitos en época de escasez. Su importancia viene dada por ser prácticamente la única fuente de financiación local, pero su solvencia nunca fue muy saneada. Otros pósitos fueron creados por particulares (hermandades, obispos, parroquias,…), que se conocían con la denominación de arcas de misericordia o pósitos píos, a diferencia de los pósitos reales o concejiles». La pragmática sobre pósitos de 1584 establecía que «se debía de guardar en todas las ciudades y villas y lugares destos Reynos donde hubiere pósitos de pan». En LÓPEZ CORDERO, J.A. «El pósito de Pegalajar», Sumuntán, 2003, no. 18, p. 62. 30. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 859PB, ff. 225r-225v. 31. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 859PB, ff. 629r-629v. 32. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 859PB, ff. 1116r-1116v. 33. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 859PB, ff. 1285r-1285v.

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Sebastián Bohórquez», pagaderos el 15 de julio del mismo año34. Dos años después, en 1701, contraería una nueva obligación de pago con don Francisco de Montesdeoca35, canónigo de la Catedral sevillana, por 864 reales de vellón procedentes de la prebenda que aquél gozaba, pagaderos igualmente por el día de Santiago36. Y por último, en 1705, encabezaría la lista de los otorgantes de una escritura de pago a la Real Caja del Subsidio de Sevilla por 3.600 reales de vellón recibidos en préstamo, y pagaderos asimismo el día de Santiago de 170637. No aparece más documentación en la escribanía palaciega tras 1707 –los registros de ambas villas han desaparecido, en cualquier caso, entre los años de 1708 y 1715– y en los registros posteriores existentes, que abarcan los años de 1715-20, siendo escribano Manuel de Amiebas Solís38, no hay más referencias a ningún miembro de la familia. Sabemos, en cualquier caso, que Ginés Martín se encontraba ya empadronado en Sevilla en 1705: en dicho año, según el padrón del Conde de Mejorada, vivía el matrimonio formado por él mismo y Beatriz Ximénez en la vivienda nº 183 de Triana, en la calle de San Juan (hoy calle Evangelista), cerca del Primer Horno de la Haza. Vivía con ellos otro Ginés Martín, según nos indica dicho documento: el padrón debe referirse, seguramente, al segundo hijo de Ginés Martín y Beatriz Ximénez, que en otros registros aparece nombrado como Juan García Xinés39, y que casaría con María Dionisia de Avilés Tenorio en torno a 1700. Esto nos permite suponer que la familia se había trasladado ya a Sevilla, manteniendo algunos intereses en Los Palacios al menos hasta 1707; esta relación desaparecería posiblemente a la muerte de Ginés Martín –sin testar, como nos indica la nota de su entierro en la parroquia de Santa Ana, siendo sepultado

34. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 859PB, ff. 237r-237v. 35. Un probable pariente de la familia, si nos guiamos por la documentación conservada del patronato utrerano de Diego Martín Beltrán: Juana de Montesdeoca, sobrina del canónigo, reclamaría en 1692 una dote a dicho patronato, como perteneciente al linaje del fundador del mismo, linaje al que también pertenecían los Cartaya palaciegos. El canónigo Montesdeoca había nacido en Sanlúcar de Barrameda en 1656, siendo su abuela paterna, Isabel de Guzmán, natural de Utrera; de la misma villa eran sus bisabuelos Luis Melgarejo de Guzmán (hijo de Pedro de Guzmán e Isabel Cáliz) y Estefanía Melgarejo (hija de Marcos Pérez Moreno y María Melgarejo). Sus primos Baltasar Franco, Juan Antonio, Cristóbal y Julián Montesdeoca, naturales todos ellos de Utrera, eran respectivamente caballero de Santiago, alcalde por el Estado Noble de Utrera, colegial de Salamanca y Familiar del Santo Oficio. 36. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 859PB, ff. 517r-517v. 37. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 859PB, ff. 1225r-1226v. El resto de los prestatarios eran Antonio Moreno de Mérida, Pedro Domínguez, Lázaro Baquero Saldaña, Bartolomé Hidalgo, Diego Lázaro «yndiano», Manuel Maestre, don Juan Monge de Alarás y Alonso de Çea. Este hecho podría indicarnos su pertenencia al Cabildo de la villa durante sus últimos años de vecindad en Los Palacios, dado el elevado importe del préstamo y el número y calidad de quienes lo solicitan. 38. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 628PB. 39. Así aparece en la partida de matrimonio de su hijo (también llamado Ginés Martín, casado en 1721 con María de la Concepción Carrión), y en expediente matrimonial de su nieta, Paula María García y Martín (AGAS, Matr. Apost. Caja 09107).

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en la bóveda de la Hermandad de las Ánimas del Purgatorio40, y tocando doce reales a la fábrica de la parroquia–, que se produjo a 22 de septiembre de 170841. Su viuda, Beatriz Ximénez, moriría varios años más tarde: el 12 de julio de 171642, tocando catorce reales a la parroquia por su funeral. Vemos así como desde estos primeros años del siglo XVIII la familia se domiciliará definitivamente en Triana, la collación sevillana, en donde residirán sus miembros (con algunos desplazamientos puntuales a las collaciones del Sagrario o la Magdalena) hasta pasado el primer cuarto del siglo XX, en el que abandonarán finalmente la collación de Santa Ana por la de la Magdalena. Hemos visto cómo en los últimos años del siglo XVII, miembros de esta familia decidieron marchar de la villa palaciega a probar fortuna en Sevilla, instalándose en Triana en torno –por lo que podemos colegir de la documentación– a 1695: las actividades industriales desarrolladas en Triana (las almonas de jabón, la pesca, la alfarería o el calafateado de buques) o el boyante comercio en la collación podrían ofrecer suficientes oportunidades para hallar en ella, al menos, una relativa prosperidad. Durante estos años crecerían y prosperarían, se integrarían progresivamente en el entorno –formando parte, por ejemplo, de hermandades y cofradías vinculadas a la collación, como la de las Ánimas del Purgatorio o la del Santísimo Sacramento de Santa Ana– y participarían de la vida diaria del arrabal, tanto en momentos de júbilo y celebración (las luminarias, músicas, ministriles y los fuegos artificiales desde la torre de la parroquia con ocasión de la fiesta y octava a Santa Ana, las procesiones y ocasiones festivas que daban color a la vida cotidiana; la fiesta celebrada en honor a la Concepción de Nuestra Señora en agosto de 1761; acompañadas todas ellas por las salvas de los barcos, y los gallardetes que colgaban por estas ocasiones en las torres y azoteas43) como en instantes de duelo y de tragedia, con ocasión del terremoto de Lisboa de 1755 o la terrible epidemia de fiebre amarilla que asoló la collación en 1800. El primer miembro de la familia en instalarse en el arrabal sevillano será otro hijo de Juan García de Cartaya y Juana Martín, su homónimo Juan García de Cartaya, cuya actividad –el comercio y la correduría de grano mediante un asiento o contrato con la administración–, sería la elegida por los restantes miembros de la propia familia para

40. Según Justino Matute, cronista de Triana, la Hermandad de las Ánimas del Purgatorio de la parroquial de Santa Ana decaería con el tiempo, al no fusionarse con ninguna de las hermandades residentes en la parroquia o en la collación. Recibiría algunos privilegios de la mano del papa Alejandro VII, en 1660. La capilla se construyó en 1591, y está situada a los pies de la nave de la Epístola. Los primeros documentos que aluden a la hermandad se remontan al año de 1566. 41. APSA, Libro Sacramental de Entierros, 1708, f. 52. 42. APSA, Libro Sacramental de Entierros, 1716, f. 227v. 43. Otras celebraciones vividas en la collación con gran júbilo fueron la firma de la paz con Inglaterra, en 1783; la proclamación de Carlos IV, en 1789; o la visita y estancia en la ciudad de Felipe V, durante el llamado lustro real (que comenzaría en 1729), y la del mismo Carlos IV en 1796. No fueron pocas las desgracias, como las inundaciones de 1758, 1783 y 1796; el incendio de 1755 o la epidemia de 1709, con más de 3.000 muertos.

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subsistir, ocupándose en ella desde los últimos años del siglo XVII hasta bien entrado el siglo XX. El éxito de Juan García de Cartaya en dicha actividad –que podemos deducir de sus propiedades e incluso de sus mandas testamentarias– propició, seguramente, un efecto llamada por el que se vieron atraídos su propio hermano y su sobrino, ambos Ginés Martín, instalándose el segundo incluso durante algún tiempo en una casa en la calle de Cadenas, propiedad del mismo Juan García de Cartaya, su tío. Esta buena relación la veremos confirmada por el padrinazgo que en el bautismo de la primera hija de su sobrino Ginés Martín, a la que llamarían María Sebastiana –nacida el 19 de enero de 1701– ostentaría el propio Juan García de Cartaya44. Este último se encuentra documentado por una obligación de pago al pósito de Los Palacios en 1695, junto a otros vecinos de la villa45, y posteriormente (cuatro años más tarde) en la collación de Triana, como vecino de ella en la calle de Cadenas, gracias a un poder46 que él mismo y su mujer darían al licenciado Juan Gutiérrez Balbuena, clérigo de la orden de frailes menores, el 24 de julio de 1699 y ante el escribano Fernando Gómez de Frías «demandando reciuir y cobrar judicialmente de los patronos y administradores del Patronato47 de casamiento de donzellas de su linage que en la dha. villa de Utrera fundó Diego Martín Beltrán, uezino que fue de la dicha villa», reclamando por tanto una dote que debía haberse hecho efectiva con ocasión de la boda de su hija Leonor, que –según se reclama en el documento– era descendiente del dicho Diego Martín Beltrán, boda que habría tenido lugar en los últimos días de 1695 o en los primeros de 1696 y cuya dote no habría sido satisfecha por los administradores del patronato. Esto establece, por tanto, la certeza de una relación familiar entre los descendientes de Miguel García de Cartaya –y de su hermano Ginés Martín–, establecidos en Los Palacios en torno a 1600, y Diego Martín Beltrán, vecino de Utrera a finales del siglo XVI, momento en el que funda dicho patronato para dotar doncellas –un tipo

44. [Al margen] María Sebastiana. En martes primero día del mes de febrero de mill y setecientos y un años yo Don Gaspar Delgado de Torres cura de esta Yglesia Parrochial de Sra. Sta. Ana de Triana Baptizé a María Sebastiana hija de Ginéz Martín y de Quiteria Giménez su legítima muger fueron sus Padrinos Joan García de Cartaia y Catalina Giménez vesinos de triana a los qe. advertí la cognación Espiritual y la obligación que tienen de enseñar la doctrina christiana a su ahijada. Nació el día diez y nueue de henero próximo pasado y lo firmé fho. ut supra = (Rubricado: Gaspar Delgado de Torres, Cura). APSA, Libro 41 de Bautismos, f. 140v., 1701. 45. AHPS, Escribanía de Los Palacios y Villafranca, legajo 3377PB, f. 888r. 46. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16401, ff. 688r-688v. 47. Dicho patronato ha continuado activo hasta bien entrado el siglo XX, siendo fundado por manda testamentaria de Diego Martín Beltrán en 1573. El patronato se mantenía de las rentas de bienes rústicos e inmuebles, además de las obtenidas por juros y tributos, adquiridos a partir de un patrimonio inicial fijado en el testamento del fundador, y aumentado con la compra –a los Saavedra Melgarejo, por ejemplo, en los últimos años del siglo XVI, o a la Esclavitud del Santísimo Sacramento de Santa María de la Mesa, en el XVIII– de otros bienes rústicos o censos. Agradezco a Carlos Ignacio Torres haberme facilitado algunos interesantes datos y documentos sobre el mismo.

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de fundación nada extraña en su época– haciendo hincapié en el hecho de que estas pertenecieran a su propio linaje: linaje transmitido por sus hermanos Alonso y Álvaro Martín Beltrán. Esa relación familiar, por tanto, tuvo que producirse entre el final del siglo XVI, momento de la fundación del patronato, y el final del XVII, instante de la reclamación de la dote. En cualquier caso, sabemos que Diego Martín Beltrán fundaría dicho patronato a 30 de julio de 1573, con ocasión de otorgar su testamento, gracias a la documentación conservada hoy en el AGAS48, entre la que se incluye el documento, otorgado ante el escribano Martín Guirado. Martín Beltrán incluiría una cláusula en su testamento según la cual habría de crear un patronato en el hospital de la Misericordia de la villa de Utrera, «por buena memoria […] para cassar donzellas […] onestas y honrradas desta uilla», entre las que dejaría como «preferidas sus parientas […] las que fuessen de su linage». El patronato, al que se conocería como «de los Beltranes»49, se vería dotado por las rentas que dejaban la propiedad de unas casas de su morada en la calle de la Hermosa, varios olivares y pinares en el entorno de la villa, una huerta a tributo, un molino de aceite, diversos juros y censos, además del valor de sus bienes muebles y su ropa, que mandaría vender en almoneda50. Con dicho patrimonio, que se vería aumentado con el tiempo, dotaría una fundación que permitiría a sus familiares beneficiarse de dichas dotes con el fin de contraer matrimonio, dotes que se harían efectivas tanto para tomar estado como para entrar en religión51. La creación de este patronato, y la de una capellanía por su propio padre el 17 de julio de 1567 en la parroquial de Santa María de la Mesa, dotada con 14.000 maravedís de censo anual (10.000 para el salario del capellán52 y 4.000 para la compra del ajuar litúrgico) sobre unas casas en el arrabal mayor ocupadas por el mercader Alonso de Zamora y su mujer Catalina Ximénez, mas otras en el barrio de Ruy Díaz, con la obligación de decir «cada mes de cada año ueynte missas reçadas por mi ánima, y por la de Brígida Rrodríguez mi muger, y por las de mys padres, hijos y deçendientes»53, podrían indicar un cierto afán de notoriedad, característico de dichas fundaciones, a lo que podrían sumarse las propias mandas testamentarias relativas al entierro de Diego

48. AGAS, Gobierno, Capellanías, 03806. 49. Según la reclamación de Juana de Montesdeoca (1692). 50. Dotaría asimismo a las hijas de sus hermanos y a su sobrino Diego Martín Beltrán para que estudiara la carrera eclesiástica; legaría igualmente a su hermana Inés Beltrán su esclava morisca Catalina, y a su sobrina Catalina Díaz el hijo de esta, Juan, de cuatro años de edad. 51. Varias descendientes del linaje residentes en Los Palacios, en Utrera o en Sevilla, en las collaciones de San Lorenzo, San Vicente o Santa Ana, se verían beneficiadas por estos legados. 52. Sería el primer capellán Diego López de León, y el segundo su sobrino Nicolás Beltrán de León, hijo de su hermana Isabel Beltrán. 53. AGAS, Gobierno, Capellanías, 03054.

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Martín hijo, creador del patronato54, a través del cual se conservaría su memoria. Estos documentos podrían conducirnos a nuevos campos de investigación, ya en la villa de Utrera y en los primeros años del siglo XVI, en donde –según estos indicios– podría haber residido la familia en los inicios de la Edad Moderna. No conocemos todavía el rango exacto de esa relación familiar alegada por Juan García de Cartaya a la hora de reclamar una dote para su hija, como descendiente del linaje de Martín Beltrán: pero todo nos conduce a suponer un vínculo posiblemente estrecho, que justificaría –como decimos– su reclamación. En 1703, Juan García de Cartaya arrendaría a Juan Martín de Carbajal, «vecino de la calle de Santa Catalina55 en el forno que dizen de Salguero, unas cassas (…) que tengo y que al presente bibo que están en la dha. calle de Cadenas (…), con una casa pequeña azesoria a dhas. cassas (…) las quales le arriendo para que las gose por tiempo de diez y nuebe messes contados (…) y en prezio de setenta y sinco rreales de vellón» cada mes, asimismo ante el escribano Gómez de Frías. Fallecería en Triana el 13 de noviembre de 1704, siendo vecino de la calle Castilla, y habiendo otorgado previamente poder para testar56 a sus hijos Alonso y Juan García de Cartaya Delgado, al encontrarse impedido. Según su testamento57, redactado por sus albaceas, pediría ser «sepultado en la Yglesia Parrochial de Sra. Sta. Ana en la bobeda de la Cofradía de las Benditas Ánimas del Purgatorio», encargando «dosientas misas resadas que son las que dexó señaladas»: cincuenta en la parroquia de Santa Ana, cincuenta «en el Conbento de Ntra. Sra. de la Candelaria y Sr. San Jasinto», setenta y cinco en «la Yglesia de Ntra. Sra. de la O, que está en la calle de Castilla», y las veinticinco restantes en la propia capilla de las Ánimas de Santa Ana, donde fue enterrado58. Según su testamento, Juan García de Cartaya había casado con Catalina Delgado (que habría fallecido el nueve de diciembre de 1697), teniendo como hijos a Alonso y Juan García de Cartaya y a Leonor Delgado, casada con el vecino de Salteras Juan de la Barrera, y que había recibido una dote de 1.211 reales de vellón a 10 de diciembre de 1695; cantidad que colacionó en la herencia, al igual que a su hermano Alonso, casado con María Delgado, se le colacionaron 2.080 reales que había recibido a 22 de enero de 1690 con motivo de su matrimonio, y a su hermano Juan le colacionarían 1.800 reales recibidos con anterioridad, así como el valor estimado de varios bienes, entre otros un caballo. Entre otras propiedades figuraban «unas cassas en la calle de Cadenas», posiblemente las mismas arrendadas a 54. Mandaba que su misa funeral fuera oficiada por los curas de ambas parroquias y doce capellanes; que se dijeran «Dos missas cantadas, una a la limpia Concepçión de Ntra. Sra. y otra de difunctos», otra rezada con responso y agua bendita sobre el cuerpo presente o sepultado, además de varios sufragios más en el monasterio de Las Veredas, de la orden franciscana, siendo acompañado por los niños de la Docrina con velas y hachas, dejando además algunas mandas al hospital del Corpus Christi. 55. Hoy Pelay Correa. 56. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16410, ff. 1024r-1024v. 57. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16410, ff. 1118r-1118v. 58. APSA, Libro Sacramental de Entierros, 1704, f. 228.

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Juan Martín de Carbajal y en las que se alojaría su posible sobrino Ginés Martín, unos dos años antes (sobre 1702); y en donde seguiría viviendo el hijo homónimo de éste en 1730, como después veremos. En 1675 nacería un nuevo Ginés, hijo de Ginés Martín y de Beatriz Ximénez, bautizado en Los Palacios el 16 de septiembre de dicho año59, y casado con Quiteria Ximénez el 21 de diciembre de 1698 en la parroquia de Santa Ana de Sevilla60. Aparecerá en diversos documentos relacionados con el arrabal, como en el padrón del Conde de Aguiar comenzado el 9 de septiembre de 1702, en el que Ginés Martín, hijo, figura viviendo en la calle de Cadenas (hoy calle Rodrigo de Triana), poseyendo una espada con la que podría ser alistado en la milicia de Sevilla para acudir en socorro de Cádiz. En el Padrón de 1705 realizado por el Conde de Mejorada aparecen Ginés Martín y Quiteria Ximénez en la casa nº 468, en la calle que «buelue a la Yglessia», en el entorno de la parroquia de Santa Ana. Quiteria Ximénez había nacido asimismo en Los Palacios, siendo bautizada en su parroquial el 13 de enero de 167061, hija de Francisco Ximénez Galbán y de María Gutiérrez, casados ambos el 7 de octubre de 166862. En la partida de matrimonio de sus padres figura Francisco Ximénez Galbán como hijo de Miguel Pérez y de Quiteria Rodríguez63, y María Gutiérrez como hija de Cristóbal Muñoz Beltrán y María Gutiérrez de Alcoçer64.

59. APSMB, Libro 6º de Bautismos, folio 180. Fue su padrino «Diego Benítez de la Questa, v[ecin]º de dicha villa». 60. Fueron los testigos del desposorio Antonio Ximénez, hermano del desposado –hijo asimismo de Ginés Martín y de Beatriz Ximénez, lo que sabemos por la nota de entierro de esta última–, y Sebastián Enríquez Tello. 61. APSMB, Libro 6º de Bautismos, folio 67. Fue su padrino Andrés Martín Parejo, vecino de Villafranca. 62. APSMB, Libro 6º de Matrimonios, folio 73v. Fueron testigos del desposorio Salvador Parejo, Juan Simón de Alarás y Pedro Ximénez. 63. Casados el 16 de noviembre de 1620 en Los Palacios. Eran padres de Miguel Pérez Juan García y María Sánchez, y de Quiteria Rodríguez Francisco Ximénez y Leonor Álvarez. Libro 2º de Matrimonios, folio 35. Los padres de Quiteria Rodríguez aparecen referenciados en el libro 1º de Matrimonios, folio 53: casaron el 13 de noviembre de 1600. Francisco Ximénez aparece mencionado como Francisco Bernal, hijo de Juan Bernal e Isabel Muñoz. Según consta en la partida, su esposa Leonor Álvarez había ya enviudado de un primer matrimonio. 64. María Gutiérrez de Alcoçer, hija de Francisco López de Alcoçer y de su mujer legítima Juana López, había sido bautizada el 9 de septiembre de 1613: APSMB, Libro 1º de Bautismos, folio 97. Hay abundante documentación sobre estos Alcoçer, vecinos de Los Palacios o de Villafranca de la Marisma, tanto en el libro «becerro» de la segunda villa como en diversos documentos notariales, en los que aparecen Juan Alonso de Alcoçer, Pedro Gutiérrez de Alcoçer (que vende una casa por 1.720 reales de vellón a Pedro Romero Andali en 1689), etcétera. Es curiosa también otra constante en esta familia Alcoçer, como ya hemos observado: la sucesión de enlaces consanguíneos que se producen entre sus distintos miembros a lo largo de los siglos XVI y XVII: la sección dedicada al archivo de estas dispensas matrimoniales –Matrimonios Apostólicos, del Arzobispado de Sevilla– guarda en sus legajos numerosos expedientes familiares que confirman esta práctica, llevada a cabo de forma habitual en este linaje, en una localidad que no superaba los trescientos habitantes en el siglo XVII.

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En 1698 se otorgaba en la escribanía de Triana65, ante Francisco de Cossío, Francisco Márquez y Luis Blanco escritura de dote, por la que Juan Manzano y su mujer, llamada asimismo Quiteria Ximénez, que figuran como primos hermanos de la desposada66, dotarían a la prometida con un ajuar doméstico compuesto por diversos muebles, ropas y objetos domésticos por un valor de 2.358 reales de vellón, según el tenor siguiente: «seys quadros de a dos baras de alto de diferentes debociones […], tres quadros de bara y media de diferentes debociones […], dos almoadas de estopilla labrada de soles con sus fundas de olanda […], otras seys almoadas […], seys sábanas de bramante fino y otras dos de lienço de lino […], una colcha y rodapiés de granilla encarnada guarneçida con entorchados seleste y blanco […], otra colcha con un galón de oro […], tres sillas de vaqueta […], un bufete de çedro con erraje […], dos bufetillos pequeños […], una caja de sedro de Yndias de bara y media […], otra caja más pequeña […], un espejo con guarniçión, negro […], sinco cojines de damasquillo de lino […], una estera de junco fino […]», a lo que añadiría dos colchones, varias toallas y manteles, diversas prendas de vestir, tales como camisas, enaguas, basquiñas de tafetán rosado y festoneadas, «dos [es]carpines, el uno bordado y el otro labrado de soles […]», etcétera, además de diversos objetos de menaje doméstico por valor de 338 reales. Ginés Martín, «de edad de vte y dos años» y que vivía por entonces en la calle de la Cava Nueva (pasaría antes de 1702 a vivir en la calle de Cadenas), daría a Quiteria Ximénez, «[…] que a de ser mi esposa, para onor de su persona i de los yjos que dios quiera en nos dar para su stº serbiçio, sien ducados de vellón de a onse rs cada uno». La dote importaba en su totalidad la cantidad de 3.458 reales de vellón. El 11 de julio de 1733, él mismo, nombrado como «Ginés Martín, el Mayor», vecino en la calle de la Cava Nueva, «estando enfermo», por lo que no puede «ordenar su testamento como quisiera», otorga poder para testar67 en su nombre a Quiteria Ximénez, su mujer, y Francisco Martín, su hijo. Según nos informa dicho poder, Ginés Martín habría dotado a su hijo homónimo, el primogénito –Ginés Martín el menor– con unas cantidades procedentes de la legítima de ambos progenitores con ocasión de su matrimonio, haciendo lo mismo con su hija María Josepha Martín, casada con Juan

65. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16400, ff. 1066r a 1068v. 66. Posiblemente hablamos del mismo Juan Manzano que signó como testigo el matrimonio de Ginés Martín y Beatriz Ximénez, con lo que podemos deducir la probable relación de Quiteria Ximénez con la familia materna de su nuevo marido. Es posible, igualmente, que Juan Manzano y su mujer fueran tutores efectivos de Quiteria Ximénez, quizá debido al fallecimiento de sus padres. Hay expediente de matrimonio apostólico de un Juan Manzano en el AGAS, Matr. Ord. Caja 06762, según el cual dicho Juan Manzano, viudo de su primera mujer Marina Ximénez (que era natural de Las Cabezas de San Juan), casó en 1629 con la segunda, Gregoria de la Cruz, viuda de Domingo Martín: ambos, posiblemente, fueron padres del Juan Manzano que testificó en el enlace entre Ginés y Quiteria. Quiteria Ximénez, mujer de Juan Manzano y prima de la esposa homónima de Ginés Martín, moriría en 1701 (APSA, Libro Sacramental de Entierros, 1701, f. 139v). Según la nota de su funeral, eran vecinos también de la calle de Cadenas. 67. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16440, ff. 562r-562v.

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Francisco Solano. Instituye como herederos a su mujer, sus hijos Francisco y Ginés, y sus hijas María y Beatriz Martín, «doncella, de veinte y dos años»68. Unos días después, el 30 de julio, tras el fallecimiento de Ginés Martín, el Mayor, sus albaceas otorgan testamento según el cual el difunto había mandado «que su cuerpo sea sepultado en la dha. Ygª de Señora Santa Ana su parrª en la voveda de la hermd de las venditas ánimas de donde era hermano», dejando encargadas misas rezadas por su alma, y repartiendo sus bienes entre sus hijos por igual, colacionando lo que habrían llevado a su matrimonio en concepto de capital o de dote, en lo perteneciente a sus legítimas, los que se hallaban emancipados a su muerte. Quiteria Ximénez moriría el 23 de abril de 1737 sin testar, siendo acompañada en su funeral por diecisiete acompañantes, tocando a la fábrica de Santa Ana treinta y cinco reales69. Segundo hijo del matrimonio entre Ginés Martín y Quiteria Ximénez, como se deduce de la lectura del testamento de su padre Ginés Martín, el Mayor, será Francisco Gaspar Ginés Martín Cartaya70, bautizado en Santa Ana de Triana el 20 de abril de 170871, que casaría el 8 de septiembre de 1739 con Teresa Josefa Antonia del Barco y García, bautizada el 22 de marzo de 172372 en la misma parroquial. Teresa del Barco

68. Beatriz Martín, que adoptaría indistintamente los apellidos De los Reyes y Cartaya, casaría con Joseph del Barco, hermano de María y de Teresa del Barco. Su marido le daría un poder para testar en 1762, al igual que ella a él mismo, documento en la que ella afirma ser hija de «Martín Jinés Cartaia» y Quiteria Ximénez. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16467, ff. 32r-32v. Joseph del Barco testaría a 27 de diciembre de 1769 (AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16471, ff. 341r-342v.), dejando en usufructo a su mujer y en herencia a su hermana Teresa del Barco, esposa de Francisco Gaspar Ginés Martín Cartaya, su casa de Sevilla, en la Cava Nueva de Triana; una casa en la villa de Gerena, con tierras de olivar en esa villa (en el Sitio del Toril, la Cañada de las Viñas y el cortijo de Mari Sotilla), con diversas cabezas de ganado y caballerías, además de diversos bienes muebles. Estos bienes se reflejarán en dos inventarios, uno del 18 de enero de 1770 y otro del 27 de febrero (AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16472, ff. 54r-59r. y 233r-234v.), valorando en total la herencia en 117.231 reales y 32 maravedís, a lo que habrían de descontarse 22.439 reales y medio de deudas o legados. Curiosamente, los tres hermanos Del Barco (Joseph, María y Teresa) casarían con los tres hermanos Martín Cartaya (Beatriz, Ginés y Francisco Gaspar Ginés). Ginés Martín y Quiteria Ximénez serían padres de María Sebastiana (nacida en 1701, no llegaría a la mayoría de edad), María Josepha (nacida en 1702), Ginés (1705-1759), Francisco Gaspar (1708-1769) y la propia Beatriz María (nacida en 1712). 69. APSA, Libro Sacramental de Entierros, 1737, f. 141. 70. En otros documentos aparece con apellidos diferentes: Así, en las pruebas de limpieza de sangre para la obtención de grado en la Universidad sevillana de su hijo, Francisco de Paula Cartaya y Barco, figura como Francisco Ximénez (seguramente por error, al querer transcribir Xinés) y Martín; en su propia partida de bautismo, como hijo de Ginés Martín. Esta situación quedó definitivamente regulada a partir de la emisión del mandamiento del Provisor de la diócesis. 71. APSA, Libro 42 de Bautismos, 25 de abril de 1708. Fueron sus padrinos Gaspar González y Beatriz Clemencia. 72. APSA, Libro 46 de Bautismos, folio 134v.

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era hija a su vez de D. Juan José del Barco y Manzanares, nacido en Triana en 168073, y de Dª Juana Francisca García y Díaz de Segura74, nacida en la misma collación de Santa Ana en 1678, y casados ambos en la parroquial en 4 de febrero de 170375. Acerca de las actividades de Francisco Gaspar Ginés Martín, sabemos que el 29 de marzo de 1748 arrendaría a D. Manuel de Zúñiga Peralta «una casa que tiene por de suyo, calle de la Cava Nueba» para «gozarla por tienpo de tres años», siendo su fiador su cuñado Joseph del Barco76, por 24 reales de vellón al mes; contrato que volvería a renovar en 1751, el 18 de abril, de nuevo por dos años y por el mismo precio77. En 1754 otorgará un poder para testar a su esposa, Teresa del Barco78 y en 1762 otorgará de nuevo poder79 a su esposa, residiendo él mismo en Cádiz, «para que perciva, y ponga cobro a todos los bienes que le corresponden por la muerte de su padre, y abuelo, tomando posesión de los raýzes, y administrándolos, y gobernándolos», dejando sin embargo como administradores de los bienes que poseía en la villa de Utrera a fray Sebastián Díaz, religioso del Carmen Calzado de dicha localidad, y a D. Lázaro Quemada, «para administrar los bienes que en dicha villa hubiere».

73. Hijo a su vez de D. Sebastián del Barco y Dª María de la Paz. Aparecen referencias sobre la familia Del Barco en la obra de DÍEZ DE NORIEGA Y PUBUL, JOSÉ: La Blanca de la Carne en Sevilla, Madrid: Ediciones Hidalguía, 1977-1979. El tributo de la Blanca de la Carne se imponía al consumo de este alimento, pudiendo ser dispensados de esta contribución el grupo de ciudadanos compuesto por hidalgos, regidores y capitulares, jurados, títulos del Reino, licenciados, doctores, graduados, eclesiásticos, miembros de la Audiencia (oidores y jueces), inquisidores o militares a los que se suponía hidalguía personal o de sangre, teniendo en cuenta sin embargo que no todas las personas de calidad solicitaban dicha exención o devolución del impuesto, por lo que no aparecen en los registros, recogidos en los libros municipales de escribanías de cabildo, de acuerdos capitulares, de cuentas propios, etcétera. Dichas pruebas de la Blanca de la Carne sirven, sin duda, para obtener muchos e interesantes datos no sólo acerca de la calidad o hidalguía de los solicitantes, sino también de las propias genealogías familiares, contenidas (aunque parcialmente) en dichos documentos. El período que cubren estas pruebas en el comprendido entre el primer cuarto del siglo XVI (1515-20) hasta 1838. En el caso de la familia Del Barco, aparece en 1764 (AHMS, Libros de Escribanías de Cabildo, Sección 5ª, Tomo 313, nº 69, Vecindad Originaria) José del Barco y García, hijo de D. Juan José del Barco y Manzanares y de Dª Juana Francisca García y Díaz de Segura, hermano por tanto de Teresa del Barco (había sido padrino de bautismo, como sabemos, de su sobrino Francisco de Paula), esta última esposa de Francisco Gaspar Ginés Martín, de María del Barco (segunda esposa de Ginés Martín el menor) y casado a su vez con una hermana de éste, Beatriz Cartaya. 74. Es bautizada el 23 de febrero de dicho año, hija de D. Blas García y de Dª Catalina Díaz de Segura, que aparece nombrada en la partida como Catalina Ramírez (APSA, Libro de Bautismos 36, folio 248v.). Catalina Díaz de Segura aparece empadronada en 1705 con su marido, Blas García, y otra de sus hijas, de nombre Ana, en la casa nº 258 de Triana, en la «Huerta de Teviño». 75. APSA, Libro 20 de Matrimonios, folio 94r. En la entrada correspondiente al matrimonio, se denomina a Juan José del Barco como Juan Manzanares, y a Catalina Díaz de Segura como Catalina de Segura. Antonio Díaz de Segura, vecino de Sevilla, figura como padrino en la ceremonia. 76. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16455, ff. 185r-185v. 77. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16458, ff. 196r-196v. 78. No podemos obtener mayores detalles sobre dicho documento, al no existir el legajo correspondiente a 1754 en el AHPS: sabemos de la transacción por los índices de la escribanía correspondientes a la fecha. 79. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16467, ff. 282r-282v y 284r-284v.

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Según hemos mencionado anteriormente, Francisco Gaspar Ginés, hijo de Ginés Martín, el Mayor, residía en Cádiz antes de 1760 –y posiblemente después de 175480– , lo que aparece documentado por dos poderes que le otorga en su nombre el cirujano D. Agustín Sánchez Domínguez (el 8 de marzo de 1760 y el 30 de octubre de 1761) para poder cobrar en su representación a D. Manuel Ýñiguez de Valdeosera 461 pesos que le eran enviados por su primo residente en Indias, Antonio Rodríguez de Torres, el primer año, además de 200 doblones y un «cajón con distintas masas de oro y plata» que el mismo le remitía de nuevo un año más tarde. Ambos poderes81 están otorgados a nombre de «Dn Franco Xinés Martín Cartaya, vecino de dha. collación de Triana y residente al presente en la ciudad de Cádiz», en la escribanía trianera de Zúñiga. Otro poder82 confirma su vecindad en Cádiz por las mismas fechas: otorgado por «Dª Josepha Ladrón de Guevara, viuda de Dn Juan Brabo, Doña Nicolasa Brabo, mujer lexittima de Miguel de Morales, dª María Antonia Brabo, donzella (…) y Dª María Theresa Brauo, mujer lexítima de Dn Joseph Seco de Bustamantte» a «Dn Franco Xinés Carttaia residente en Cádiz», le autorizan para que «pida, demande, y perciva y cobre» la herencia de Juan Bravo, «marinero en el barco nombrado el Neptuno», y fallecido –según parece– a bordo. Un nuevo poder83, fechado en 30 de agosto de 1763, le permitía cobrar la herencia del sargento de navío de la Real Armada Pedro García, destinado en el buque El Gran León, por cuenta de la hija de éste, Rosalía García. Estos documentos podrían tal vez indicarnos que Francisco Gaspar Ginés Martín Cartaya desempeñaba en la capital gaditana algún tipo de representación, procura o corretaje. El 11 de abril de 1766 se darían él y su esposa, mutuamente, poderes para testar84 reconociéndose como albaceas uno del otro, estando Francisco Gaspar Ginés enfermo. Piden ser sepultados en la iglesia parroquial de Santa Ana, teniendo como herederos a «D. Fco. de Paula, Clérigo de menores, de edad de 17 años», Joseph María, de 14; Beatriz, de 12; Theresa, de 7; Manuel María, de 5; y María Josepha Cartaya de 2, dividiendo la herencia entre ellos «por iguales partes». El 30 de enero de 1770, se otorga el testamento por poder85 de Francisco Gaspar Ginés Cartaya por su esposa, Dª Teresa del Barco, como fideicomisaria de su herencia. Había fallecido el 2 de agosto de 1769, enterrándose al día siguiente en la parroquia de Santa Ana, encargando seis misas rezadas por su alma a una limosna cada una de tres reales, y volviendo de nuevo a nombrar como herederos a sus hijos.

80. Año en el que arrendaría a la Hermandad de la Concepción de la parroquia de Santa Ana una vivienda en la collación. 81. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16466, ff. 153 r-153v. y 714r-714v. 82. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16466, ff. 662r-662v. 83. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16467. 84. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16470, ff. 92r-92v. 85. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16472, ff. 49r-49v.

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Dentro de los cinco hijos habidos en el matrimonio de Francisco Gaspar Ginés Martín Cartaya y su esposa Teresa del Barco, el canónigo D. Francisco de Paula Cartaya y Barco, es, sin duda, el mejor documentado: certificados de estudios y limpieza de sangre, actas parroquiales y capitulares, escritos personales y otros textos nos permiten recomponer un cercano perfil humano. En el año de 1784 se emite certificación de doctorado en Teología de Francisco de Paula Cartaya y Barco: gracias a algunos documentos del AHPS86, sabemos que una donación proveniente de sus padrinos, D. Joseph del Barco y Dª Beatriz de los Reyes Cartaya, pudo permitirle acceder a los estudios eclesiásticos, a los que se hallaba «sumamente inclinado», estudiando latinidad en el Convento dominico de San Jacinto, según nos indica dicho documento (una obligación de pago de renta de cien ducados de once reales de vellón cada uno, cada año, sobre la donación vitalicia de unas casas en la Cava Nueva de Triana esquina con la calle de Troya, mientras mantuviera el estado eclesiástico). Donación que aceptará, dando un poder fechado a 21 de noviembre del mismo año a D. Francisco Romero de Cisneros y D. Francisco de Espinosa para que en su nombre pidieran la posesión de dichas casas, pagando un censo anual de 6.000 maravedís al convento Casa Grande de San Francisco, con el que estaban gravadas. Ese dinero –y otros ingresos procedentes de la herencia de su padre, que se había adjudicado en 177087– le permitirán prestar, en torno a dos años después, 960 reales de vellón al vecino de Olivares Bartolomé Méndez, que cobraría a través de un poder88 extendido a favor de D. Remigio Gallardo el 9 de junio de 1772. Viendo los foros frecuentados por nuestro canónigo magistral, podemos confirmar los testimonios que nos llegan en la documentación de que era, al parecer, hombre de buena fama, reconocida condición y gran curiosidad intelectual, algo que, como decimos, afirmaban sus coetáneos89; un ejemplo de ello es el hecho de que el cabildo de Sanlúcar de Barrameda lo eligiera para pronunciar el panegírico del rey Carlos III a su muerte, en 1789, que fue posteriormente impreso90. Fue, como antes indicaba, académico de la de Buenas Letras –ingresando en sus filas con una disertación, Elogio a Nuestra Señora de la Antigua–, y también de la de Medicina, como miembro de erudición, junto a Cándido María Trigueros, los marqueses de Grimaldi y Torreblanca,

86. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16467 (sin foliar). 9 de septiembre y 18 de octubre de 1763. 87. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16472, ff. 49r-49v. 88. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16474, ff. 211r-211v. 89. «Como fiscal de la Rl. Sociedad en virtud del decreto que antecede, digo que siendo tan pública como notoria la Erudición y Literatura del Sr. Dr. Dn. Fran.co de Paula Cartaya (…), no se me ofrece reparo alguno a qe. la Sociedad le admita como socio honorario de erudición, pues le acompañan todas las circunstancias que previenen nuestras ordenansas (…)». Aceptación de D. Francisco de Paula Cartaya como miembro de la Ilustre Real Sociedad de Medicina y otras Ciencias en 1790. Firma el fiscal de la Institución, D. Juan Bautista Matoni. 90. En AGUILAR PIÑAL, F.: Impresos sevillanos del s. XVIII. Adiciones a la tipografía hispalense, Madrid, 1974, pp. 137.

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Rodríguez Campomanes o el Arzobispo de Sevilla D. Marcos Llanes91. Sin participar, no obstante, de todas las inquietudes ilustradas de su época –lo contrario hubiera sido, dada su condición de eclesiástico, algo que podríamos calificar de excepcional–, intervino activamente en los círculos intelectuales de carácter oficial en los años finales del siglo XVIII en Sevilla, interesándose, por ejemplo, por la medicina92, la epigrafía o la arqueología93, defendiendo en su discurso (siempre dentro de los postulados canónicos de la Iglesia, sin embargo), «la verdadera grandeza, que es el amor á la sabiduría… la reforma de las Ciencias… restituyendo á los talentos grandes la justa, y prudente libertad… la sencillez, naturalidad, hermosura, [y] gravedad» propia de los mismos, dentro de una época dorada (la de Carlos III), iluminada por «las luces de este gran Monarca», que «ha curado la nación, ilustrándola, y disipando las tinieblas del mal gusto», en un siglo, el «diez y ocho, [que] ha sido la época de la impiedad», sin embargo, y a la que el Rey, objeto de las alabanzas de nuestro buen canónigo, ha tenido a raya

91. «En la vida intelectual española del siglo XVIII tienen un gran peso las Academias, establecidas a imitación de Francia por toda la geografía de nuestro país. La Real Academia Sevillana de Buenas Letras se fundó el 16 de abril de 1751 por iniciativa del sacerdote y catedrático de la Universidad Luis Germán y Ribón y otros hombres de estudio pertenecientes en su mayoría a la alta clerecía de la ciudad, grupo que por aquel entonces representaba el progresismo intelectual y el espíritu innovador de la Ilustración europea. La sesión fundacional tuvo lugar en el domicilio de Germán y Ribón, su primer Director, en la modesta casa que éste habitaba en la calle de los Abades (número 51 actual). Fiel a esa mentalidad ilustrada, la Academia nació con el propósito de constituirse en un “centro de donde irradiase la luz del saber, en honra y provecho de las ciencias y de las letras patrias”, y de “contribuir a ilustrar la historia de Sevilla y de la región andaluza”. Un año más tarde, el 22 de abril de 1752, el Consejo de Castilla aprobó sus Estatutos, y el 18 de julio del mismo año e1 rey Fernando VI la situó bajo su “Real Protección”, concediéndole e1 emblema que representa un olivo cargado de fruto con el lema Minervae Baeticae. Poco después, e1 30 de octubre de 1753, la nueva Academia hacía su presentación oficial y solemne en la ciudad, en los Reales Alcázares» (AGUILAR PIÑAL, F.: La Real Academia Sevillana de Buenas Letras en el siglo XVIII. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1966, pp. 28). En lo tocante a la Academia de Medicina, «es a partir de 1700 cuando la primitiva “Tertulia Médica Hispalense”, pasa a llamarse “Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla”. El Rey Carlos II, poco antes de morir aprueba y firma las “Constituciones” a 25 de mayo de 1700. Unos meses más tarde el nuevo monarca, Felipe V, recibe en audiencia especial a una delegación de los Socios, ya que los políticos y consejeros del Rey veían con buenos ojos el apoyo que representaba para la causa borbónica el acercamiento de ciertos grupos de intelectuales. Felipe V concede la “Cédula Real” a 1º de octubre de 1701. El primer Presidente lo fue el médico personal de Isabel de Farnesio, la segunda esposa de Felipe V, D. José Cervi, al que se da el título de Presidente Perpetuo, y ocupa el cargo hasta su muerte en 1748» (Montaña Ramonet, J.M.ª: Los inicios de la Real academia de Medicina y Cirugía de Sevilla. La «Veneranda Tertulia Hispalense», 1693-1700. Sevilla: Real Academia de Medicina y Cirugía, 2004, pp. 199 y ss.). 92. Disertación nº 721, «Sobre las reglas que deben observarse para conocer quando la incorrupción de un cadáver es milagrosa, y quando natural» (HERMOSILLA MOLINA, A.: Cien años de medicina sevillana, Sevilla: CSIC, 1970, p. 284). 93. «Censura a la disertación sobre la lápida sepulcral de Susana, que existe, en Salteras (…)», (1791), como contestación a la disertación pronunciada por D. Antonio Santaella. También en AGUILAR PIÑAL, F.: La Real Academia sevillana de Buenas Letras en el siglo XVIII, Madrid: CSIC, 1966, p. 176.

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en los reinos de España, defendiendo «la santa religión», protegiendo, amparando, acatando y obedeciendo «à la cathólica Iglesia»94 y a sus ministros. Más datos sobre su figura se encuentran en el Diccionario de Escritores, Maestros y Oradores, de D. Mario Méndez Bejarano95, y en el Aparato para escribir la historia de Triana y de su iglesia parroquial, de D. Justino Matute y Gaviria96, del que reproducimos textualmente: Dr. D. Francisco de Paula Cartaya, del claustro y gremio de la real Universidad en el de Teología, académico de la de Buenas letras y socio de erudición en la de Medicina de esta Ciudad, nació en Triana, y habiendo concluido sus estudios en el colegio de Sto. Tomás de la misma, sirvió varios curatos que ganó por oposición, y obtuvo finalmente el del Sagrario de la Patriarcal, de donde salió para la capellanía magistral de la real capilla de S. Fernando, que ganó asimismo por oposición en el primer concurso, que de orden de S. M. se celebró, habiéndola erigido capellanía de oficio. Fue sugeto muy estimado por su humildad, ciencia y virtudes, habiendo sobresalido en el egercicio de la predicación, cuya facilidad no era inferior a la solidez de su doctrina, siendo aquella tanta, que con pocas horas de preparación formaba sermones de una hora con tanto método, abundancia de doctrina y fuerza de raciocinio, que admiraba igualmente que instruía á sus oyentes, poseyendo un lenguaje castizo y muy claro, con que se hacían más recomendables sus discursos. Falleció el 29 de octubre del año de 1800 en la epidemia que afligió a esta Ciudad, y se le dio sepultura detrás del camarín de N. Sra. de la Paz, en la iglesia de Sta. Cruz, de donde había sido cura97.

Otros documentos relevantes a la hora de aportarnos información y referencias genealógicas acerca del personaje se encuentran, respectivamente, en los Archivos de la Universidad de Sevilla y en la Institución Colombina de esta ciudad. Se trata de los expedientes de pruebas de legitimidad y limpieza de sangre de Francisco de Paula Cartaya y Barco, expedidos el 28 de abril de 1784 el primero, procedente del Archivo de la Universidad de Sevilla junto a su obtención de grado98, y en el año de 1798 el segundo, procedente del Archivo de la Capilla Real de la Catedral de Sevilla99, incoado debido a la concesión de una capellanía magistral en la Capilla Real catedralicia a Cartaya y 94. Recogido en la Oracion funebre del… Señor Don Carlos III Rey de España y de las Indias… pronunciada en la Ciudad de San Lucar de Barrameda/por el Dr. Don Francisco de Paula Cartaya y Barco… En 16 de febrero del año de 1789 en las solemnes exequias celebradas por el Ilustre Cabildo… En Sevilla, en la imprenta de Vazquez, Hidalgo y compañía. Referencias en AGUILAR PIÑAL, F.: Impresos sevillanos del s. XVIII. Adiciones a la tipografía hispalense, Madrid: CSIC, 1974, p. 123. 95. Editado en Sevilla, 1922-1925. 96. Editado en Sevilla, 1818. 97. Había sido asimismo párroco del Sagrario de la Catedral, antes de optar a la canonjía catedralicia. Como tal está documentado en 1797. Posiblemente viviría, en aquellos años, en alguna de las nueve casas propiedad del curato del Sagrario que aparecen reflejadas en el Padrón sevillano de 1795 (ver HERNÁNDEZ NAVARRO, F.J. Sevilla limpia e iluminada: el Padrón de Fincas Urbanas de 1795, Sevilla: Fundación Aparejadores, 2006). 98. AHUS, Libro 718, folios 017-033. 99. AHAS, Fondo Capilla Real, Caja 6, letra F, nº 31.

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Barco por el rey Carlos IV. En relación con estos expedientes, documentos realmente útiles, como decimos, a la hora de desarrollar una investigación genealógica100, debemos resaltar que tanto los Estatutos de la Universidad de Sevilla de 1565 como con posterioridad los de 1621 establecían que los alumnos que pretendieran obtener grados en las distintas facultades de la Universidad de Sevilla debían demostrar, antes de la realización de los ejercicios de cada grado, que eran hijos legítimos o de legítimo matrimonio; su limpieza de sangre, es decir, se debía acreditar que no se descendía de moro, judío, hereje o penitenciado, y su buena conducta. Asimismo, por orden del rey Felipe II en 1596, en la que se articulan las «Constituciones por dónde se dirigiesen y governasen el Capellán Mayor y capellanes, y demás offiçiales de la dha. Capilla, las quales se hizieron (…) en el año (…) de mil quinientos nouenta y quatro, en las quales hay un Capítulo de la forma que se han de hazer las Ynformaciones de la limpieza de los que fueren proveydos por Capellanes Mayores, Capellanes y ministros de la dha. Capilla», se insta al Cabildo de la Catedral de Sevilla a realizar averiguaciones que deben ser exhaustivas, con «ynformaciones suffiçientes», acerca de los candidatos a cubrir plazas que implicaban una dignidad o un beneficio eclesiástico dentro de la Capilla Real, ya que con ellos se accedía a privilegios e inmunidades; el rey se preocupa porque aquellos que dirijan los sufragios por sus antecesores «sean yndividuos de la calidad adequada101», demostrándolo a través de una investigación desarrollada por dos diputados, que en este caso fueron D. Ygnacio Francisco de Arjona y D. Manuel Montero de Espinosa y Colarte. Los documentos que conforman estos expedientes son, en el caso de la información catedralicia, los testimonios de los testigos acerca «de vita, et moribus, calidad y limpieza» del postulante, su «parentesco cierto y verdadero», su «calidad y limpieza de sangre, como cristiano viejo de limpia generación, castas y descendencia, ni descendiente de moros ni judíos, mulatos, recién combertidos, reconçiliados, castigados por el Tribunal de la Sta. Ynquisiçión, con mancha de ynfamia, con oficio vil o mecánico de los que causan deshonra en la República», el hecho de que éste sea «hombre honrado y sin yncompatibilidad para el offiçio de su cargo», y, por último, la certificación de que los testigos son «christianos viejos, que dicen verdad, y que no son de él dependientes», es decir, que no son servidores o empleados del candidato, condicionados por esto mismo en su testimonio. Según la orden real, el solicitante «(…) presentará por su título, y provición en el Cavildo della (se refiere a la Capilla Real de la Catedral de Sevilla), a dónde así mismo dará memorial de su Genealogía en que declara los nombres de sus Padres, y Abue-

100. CASQUETE DE PRADO, N., GONZÁLEZ FERRÍN, I.: «Inventario de los expedientes de limpieza de sangre de la Capilla Real de la Catedral de Sevilla», Isidorianum , 1999, no. 8, p. 54. 101. Expediente de limpieza de sangre del Dr. D. Francisco de Paula Cartaya y Barco, AHAS, Fondo Capilla Real, caja 6, letra F, nº 31.

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los, y de dónde son vecinos y naturales. Y el Capellán mayor dará requisitoria para la Justicia de los lugares donde fueren naturales los açcendientes del proveydo en que de mi parte (se refiere al Rey Felipe II) les pida y requiera que por las preguntas del ynterrogatorio (…) haga de oficio ynformación de la calidad de la tal persona (…), y hecha (…) la envíe al Cabildo de la dha. Capilla». El informe catedralicio, resuelto a su término con la ratificación de la concesión real de la plaza al solicitante, entrevistó a doce testigos102 en Sevilla, realizando averiguaciones en los libros parroquiales de Santa Ana, en Triana, realizando también en la parroquia de Santa María la Blanca de Los Palacios (Sevilla), otras doce pruebas testificales103, en una encuesta que podríamos describir como exhaustiva. En relación con el expediente conservado en el Archivo de la Universidad de Sevilla, éste consta de una solicitud o pedimento del graduando dirigido al rector, exponiendo su situación académica y el grado que pretende obtener, para que se hagan las correspondientes informaciones de legitimidad y limpieza; del certificado de obtención de los grados de bachiller y licenciado; de las informaciones realizadas en los lugares de origen del padre y la madre (estas informaciones, como en el caso anterior, consistían en un interrogatorio a una serie de testigos104 que confirmaban la pureza de sangre del graduando y de sus familiares remontándose a varias generaciones, adjuntándose a ellas certificados de las partidas de bautismo del solicitante y de sus padres, y certificado de la partida de matrimonio de los padres). El expediente se cerraba con un auto de resolución, en el que tras ver las informaciones realizadas, el rector y los consiliarios de la Universidad las aprobaban, ordenando el rector que se despachasen los correspondientes edictos para la admisión a los actos del grado, y que una vez aprobado se le confiriera. Sobre estas pruebas genealógicas volveremos a tratar más adelante. Otro documento de interés para la investigación es el Libro de Actas Capitulares105 de la Capilla Real, número 17, en la Institución Colombina. En estas actas se recoge tanto la incorporación de Cartaya y Barco a las filas de los beneficiados de la Capilla como la vacante causada por su deceso, y nos permite seguir pormenorizadamente, casi día a día, su relación con la Capilla Real catedralicia. Las primeras referencias 102. Fueron estos D. Manuel Josef Espejo, D. Antonio Josef Gallardo, D. Carlos Olibares, D. Josef Espejo, D. Domingo Sánchez, Rafael Ramírez, Josef Morales, D. Fernando Pantoja y Villavicencio, D. Juan Tiburcio de Vergara, D. Francisco Pérez, D. Matías de Molina y Lugo y D. Matías Soto Sánchez. 103. Los testigos de la información en las villas de Los Palacios y Villafranca fueron D. Manuel Caballero de León, D. Alonso Baquero y García, D. Lázaro Gutiérrez de La Madrid, D. Francisco Plácido Baquero, D. Antonio García Moreno, D. Felipe Muñiz, D. José García Moreno, Pedro Begines, D. Miguel Baquero, D. Sebastián Morán y Benavides, Juan Núñez Romero y D. Antonio Moreno de Mérida. 104. En el caso del expediente de limpieza de sangre conservado en la Universidad hispalense, los testigos aportados por el graduando fueron D. Joaquín Ortiz, de Triana; D. José Francisco Guerrero, presbítero y cura de Santa Ana; D. Carlos Josef Olivares; D. Miguel de Platevoet; Miguel Rico y José Pérez, siendo todos ellos admitidos por el secretario del Tribunal de la Universidad, Dr. Baquerizo. 105. Institución Colombina, Archivo Catedral de Sevilla, Fondo Archivo Capilla Real, Libro de Actas Capitulares nº 17, desde enero de 1793 hasta octubre de 1804.

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comienzan en el día 3 de febrero de 1798, cuando se produce en la Sala Capitular el concurso de oposición a la plaza de Magistral vacante. Algo más de un mes después, el 16 de marzo, se da por cerrado el concurso y se revisan los méritos de los opositores, proponiéndose como Magistral por mayoría de votos a Cartaya y Barco el día 20 de marzo. Dos meses más tarde, el 11 de mayo, se presenta la cédula real con la concesión de la plaza, y el 18 de mayo se abre la información de limpieza de sangre que ya hemos expuesto, desarrollada por D. Ygnacio de Arjona, que presenta las pruebas concluidas el 6 de junio, revisadas ya por otro de los capellanes, D. Manuel Trenado. El día 13 del mismo mes se aprueban aquéllas, y el 22 el beneficiado solicita el apuntamiento no presencial en su cargo por enfermedad. Esto se deniega, recurriendo Cartaya y Barco la decisión del Cabildo106. El 1 de julio de 1798 pide tomar posesión, pero se le exige un informe médico para poder tomarla: según se deduce de los certificados, expedidos por los doctores D. Francisco Sancho y Buendía y D. Josef de Molina, había debido sufrir lo que puede parecer una hemiplejia: se nos indica que ya «es capaz de andar solo, sentarse, y levantarse por sí, sin encontrarse estorbo en el lado leso, y con la confianza de que recobre enteramente el tono natural que antes tenía», ya que «el lado afectado exercía su movimiento poco menos que antes», habiéndole dejado, sin embargo, una más que apreciable cojera. El 21 de julio toma posesión del cargo, pero, según parece, no debe encontrarse aún repuesto, ya que pide, y le es concedida, una licencia de patitur107 para tomar los baños, que se amplía posteriormente en otros dos meses. Para el 22 de diciembre de 1798 está de regreso, ya que figura como presente en las actas capitulares, asistiendo regularmente a sus funciones en la Capilla Real. Pero seis meses después, el 12 de junio de 1799, sufre «un grave retoque de perlesía (…) en el mismo coro». No volverá a reincorporarse hasta final del mismo año: se le concede licencia el 24 de julio y se le amplía el 30 de agosto hasta el 31 de diciembre, tras lo que parece reincorporarse a sus funciones con normalidad. Pero el año siguiente, el 29 de agosto, el Cabildo realiza una oración pública «pro infirmis», «por causa de las muchas enfermedades que afligen á esta Ciudad», llevando a cabo rogativas a Nuestra Señora de los Reyes, que se expondría en la Catedral el 27 de septiembre en culto extraordinario. Enferman todos los canónigos de la Capilla Real: sólo uno podrá hacerse cargo de sus funciones. Por último, la entrada del diario del 14 de noviembre nos dice que Cartaya y Barco había fallecido el 29 de octubre anterior, de la epidemia de fiebre amarilla que había diezmado a la ciudad y a la provincia en 1800. Sabemos, gracias a un documen-

106. Ganará dicho recurso ante la Real Cámara de Castilla con fecha de 10 de abril de 1799, cobrando el 27 de julio de ese año los atrasos que se le deben por ello, y dándose por conforme con las cantidades recibidas a 13 de septiembre del mismo año. 107. De viaje.

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to posterior –la venta de una casa proveniente de su legado108– que había otorgado testamento el 27 de febrero de 1794, siendo sus herederos Beatriz Cartaya, «de estado honesto», José Cartaya, de estado soltero, y Manuel Cartaya, de estado casado, sus hermanos; su cuñado, Bartolomé Caro, esposo de su hermana Josefa Cartaya, y D. Juan José Martínez, profesor de Farmacia, vecino de Bollullos del Condado109. En este documento sus herederos venden en 30.000 reales de vellón, pagaderos en tres años a razón de 10.000 reales cada uno, a otro familiar, Miguel de Vera y Cartaya110, una casa en Triana, en la calle de la Cava Nueva esquina con la de Troya, originariamente un solar propiedad de Juana de Cuadros, madre del jurado Luis de Troya, que cedió a finales del siglo XVI al piloto Francisco Rodríguez y a su mujer Ana Fernández a cambio de una renta vitalicia, y que posteriormente fue edificado por éstos, y que nuestro canónigo magistral había recibido en 1763 de manos de Joseph del Barco y Beatriz de los Reyes Cartaya para permitirle realizar su carrera eclesiástica. Sus restos se encuentran, posiblemente, en algún lugar bajo la hoy Plaza de Santa Cruz de Sevilla: tras la demolición por las fuerzas de ocupación francesa de la antigua parroquia, durante la Guerra de la Independencia, se edificó la nueva plaza sobre el solar destruido.

108. AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16488, ff. 137 y ss. El 5 de junio de 1800, el presbítero D. Matías Soto Sánchez (a juzgar por los protocolos conservados, un importante propietario de inmuebles y también prestamista de la collación) arrendaría a los de los legatarios, D. Manuel M.ª Cartaya y Barco y D. Juan José Martínez, una casa que le pertenecía en la calle Larga de Triana por un año, por una renta de 80 reales al mes (AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16494, ff. 368r.-368v.). El 24 de octubre de 1810, Dª Beatriz Cartaya y Barco y sus hermanos firman carta de pago y cancelación dando por liquidada la deuda que Miguel de Vera había contraído con ellos (AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16499, ff. 132r.-132v.). 109. Su hermano José María habría nacido en 1753; en 1754, su hermana Beatriz María; Juan Joseph, 1756; Teresa Josepha, 1758; Manuel María, 1760; Ana María, 1762, y María Josepha en 1764. Como vemos, la gran mayoría de los hermanos llegarían a la edad adulta. 110. Miguel de Vera aparecerá en diversos protocolos: el 18 de septiembre de 1815 comprará la cuarta parte de la tartana San Francisco de Paula, con una capacidad de carga de 940 quintales, a su propietario Fernando Rodríguez, patrón matriculado en Triana, por 5.000 reales. No debió resultar satisfactoria dicha transacción, ya que el 27 de noviembre del mismo año otorgará un poder para pleitos al vecino de Algeciras D. Francisco Nadal, en el tribunal donde sigue causa contra Fernando Rodríguez por incumplimiento de contrato, reclamando que se le entregue como suya la parte que compró del navío (AHPS, Escribanía nº 23, legajo 16501, sin foliar).

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16 Juan García de Cartaya n. Cir 1600 8 Ginés Martín Cartaya 17 Juana Martín n. 1636 I. Los Palacios y Villafranca, Sev- n. Cir 1610 m. 17 Sep 1662 I. Parroquia de Santa María la B4 Ginés Martín Cartaya d. Sep 1708 n. 1675 I. Sevilla I. Los Palacios y Villafranca, Sev18 Antón Ximénez m. 21 Dic 1698 n. 1618 I. Parroquia de Santa Ana, Triana- 9 Beatriz Ximénez y Martín d. Jul 1733 n. Cir 1640 I. Sevilla 19 Beatriz Martín d. Jul 1716 n. Cir 1620 2 Francisco Gaspar G Martín Cartaya I. Sevilla n. 20 Abr 1708 I. Sevilla 20 Miguel Pérez m. 1739 10 Francisco Ximénez Galbán n. Cir 1600 I. Parroquia de Santa Ana, Triana, Sevilla n. Cir 1640 d. 2 Ago 1769 I. Los Palacios, Sevilla I. Sevilla 21 Quiteria Rodríguez m. 7 Oct 1668 5 Quiteria Ximénez I. Parroquia de Santa María la B- n. Cir 1600 n. 1670 I. Los Palacios y Villafranca, Sevd. Abr 1737 22 Cristóbal Muñoz Beltrán I. Sevilla 11 María Gutiérrez n. Cir 1610 n. Cir 1640 I. Los Palacios, Sevilla 23 María Gutiérrez de Alcoçer n. 1613 1 Francisco de Paula Cartaya y Barco n. 1749 I. Sevilla d. 1800 I. Sevilla

32 Miguel García de Cartaya n. Cir 1580 33 Ana Rodríguez n. Cir 1580

36 Antón Ruiz Beltrán n. Cir 1590 37 Ana Ximénez n. Cir 1600 38 Ginés Martín n. Cir 1600 39 María Álvarez n. Cir 1600 40 Juan García n. Cir 1580 41 María Sánchez n. Cir 1580 42 Francisco Ximénez n. Cir 1580 43 Leonor Álvarez n. Cir 1580

46 Francisco López de Acoçer n. Cir 1580 47 Juana López n. Cir 1590

12 Sebastián del Barco n. Cir 1660 m. Cir 1680 6 Juan del Barco y Manzanares n. 1680 I. Sevilla 13 María de la Paz m. 1703 I. Parroquia de Santa Ana, Triana- n. Cir 1660

3 Teresa Josepha A del Barco y García n. 22 Mar 1723 I. Sevilla 14 Blas García n. Cir 1650 7 Juana García y Díaz de Segn. 1678 I. Sevilla

m. Cir 1675

15 Catalina Díaz de Segura n. Cir 1650

“Ascendencia de don Francisco de Paula Cartaya y Barco. Las fuentes para la realización de este cuadro genealógico, en AGAS (Archivo General del Arzobispado, Sevilla: Pruebas de legitimidad y limpieza de sangre de don Francisco de Paula Cartaya), AHUS (Archivo Histórico de la Universidad de Sevilla: Pruebas de legitimidad y limpieza de sangre de don Francisco de Paula Cartaya), APSMB (Archivo parroquial de Santa María la Blanca, Los Palacios y Villafranca: Libros sacramentales de Bautizados y de Matrimonios), APSA (Archivo parroquial de Santa Ana, Sevilla: Libros sacramentales de Bautizados, Matrimonios y Defunciones y Entierros) y APSC (Archivo parroquial de Santa Cruz, Sevilla: Libros sacramentales de Defunciones y Entierros)”.

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