Domesticación del Perro (esp)

July 28, 2017 | Autor: Daniel de la Torre | Categoría: Archaeology, Prehistoric Archaeology, Zooarchaeology, Prehistory, Dogs
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Descripción

La domesticación del perro. Domestication of the dog. Daniel de la TORRE PÉREZ Prehistoria y Arqueología de la Península Ibérica. UAM [email protected]

RESUMEN: Durante el Neolítico, los seres humanos encontraron una manera de sobrevivir ante un contexto difícil. La caza y la recolección eran los hábitos que les ayudaban a la obtención de alimento. La domesticación del perro trajo consigo, en diferentes latitudes, una mejora en la vida del ser humano en lo que concierne a muchos aspectos, no solamente vinculados a la obtención de alimentos a través de la caza. Incidiré en las características del perro, sus orígenes, su comportamiento en relación a los humanos, los cambios morfológicos inherentes a la domesticación, su dieta en correspondencia a la vida doméstica, y los diferentes servicios que el perro brindaba al ser humano. PALABRAS CLAVE: domesticación, perro, evolución.

ABSTRACT: During Neolithic times, humans found a way to survive in a difficult context. Hunting and gathering were the habits that helped people to obtain food. The domestication of the dog brought an improvement into the lives of human beings in different latitudes with regard to many aspects, not only related to food obtaining through hunting. I’ll focus on the characteristics of the dog, its origins, its behavior in relation to humans, the morphological and inherent changes of domestication, its diet connected to domestic life, and the different services that dogs offered to humans. KEY WORDS: domestication, dog, evolution.

1-ORÍGENES: ANTEPASADOS, DATACIÓN MOLECULAR Y

EL FACTOR CULTURAL.

Antes de hablar del canis lupus debemos establecer su conexión anterior con el miácido (Fig.1) una criatura que provenía del Eoceno. Eran animales plantígrados que existieron hace 33-58 millones de años y que son el antecesor más probable del perro actual, así como de los úrsidos, zorros, felinos, hiénidos, vivérridos, mustélidos, entre otras especies que se fueron desarrollando hasta nuestros días. Durante el Oligoceno y el Mioceno una rama del miácido se fue desarrollando hasta las etapas del cynodictis (Fig. 2) el primer digitígrado relacionado con el perro, y finalmente a la de tomarctus (Fig. 3), una especie que se asemejaba al lobo y de la que derivó al canis lupus. Una de las zonas de interés es América del Norte, desde donde parten los antepasados del perro, y se expanden al resto del mundo, posiblemente por el estrecho de Bering (exceptuando Australia y la Antártida). (Brewer, 2001: 5-9). Generalmente se acepta el hecho de que 1

el perro doméstico proviene del lobo o canis lupus, y esto es algo que se refuerza en la teoría de Seal y Simonsen en 1975, en la que concluyen que hay una gran similaridad entre el perro y el lobo en diferencia a otros animales, posicionando al lobo gris como origen. Esto señala al lobo, en sus diferentes formas en relación a su localización, como único antecesor del perro doméstico de hoy, eliminando la posibilidad de parentesco con el canis aureus, planteado por Darwin, con el canis dingo, cuyo origen es el propio perro doméstico, o el coyote. No obstante, es necesario indicar que existen vestigios de domesticación

muy tempranos descubiertos a raíz de recientes estudios. El grupo

liderado por Thalmann (2013) ha podido establecer rasgos de domesticación del perro a fechas cercanas a los 30.000-18.000 AP en la zona de Europa y Siberia, y con posterioridad en el Asia Oriental (15.000 AP) Destaca de su estudio una datación molecular 32,100-18,200 AP algo que

antepone la domesticación del perro a la

agricultura en las sociedades europeas de cazadores recolectores, tanto si ocurrió en el máximo estimado como en el mínimo, puesto que es probable que los rasgos de domesticación de los perros datados alrededor del 30.000 BP se deban solamente a una variación morfológica del lobo de esa zona (Horard, Tresset, Denis, 2014)

no

implicando directamente la domesticación. Hay que tener también en cuenta que es necesario un contexto de múltiples cánidos en un sitio para demostrar una domesticación, no pudiendo ceñirnos a la interpretación de casos aislados, por lo tanto hemos de concluir que los inicios del proceso escapan a nuestro conocimiento aún con las modernas dataciones de la actualidad. El estudio anterior ha permitido vincular las secuencias de los perros actuales con las de los perros antiguos y modernos de origen europeo, es decir, la zona europea se coloca como cuna de domesticación del perro, desde la cual se extiende posteriormente a Asia Oriental, Oriente Medio y Próximo, donde encontramos restos más tardíos (15.000-10.000 AP) Estos últimos, sin embargo, tienen gran importancia, ya que en el caso de Oriente Próximo encontramos evidencias culturales de domesticación, algo que no ocurre anteriormente. El factor cultural es importante puesto que a través de este podemos corroborar la existencia de una estrecha relación entre el perro y el hombre, y un significado funerario alrededor del primero. Esto ocurre en enterramientos como en Ein Mallaha (Israel) en la tumba H.104 (Fig. 4), así como representaciones artísticas que evidencian la domesticación (Davis 1989: 135151). También se puede corroborar por los estudios de Payne y Munson en 1986 que analizaron el contexto de unos huesos de ovicápridos digeridos por perros en niveles neolíticos en la cueva de Franchthi que demostraban también el proceso de 2

domesticación y la coexistencia perro-humano. Otro ejemplo de vínculo entre ambos es el de Catal Hüyük (9000 AP) donde hay representaciones de perros y humanos cazando cérvidos (Fig. 5)

2- ESTRUCTURA SOCIAL: SIMILITUD Y SUMISIÓN. Cabe destacar uno de los aspectos más importantes sobre la domesticación del perro, y es que de no ser por una predisposición social natural, el perro, tal como lo entendemos hoy como animal doméstico no existiría, puesto que no hubiera sido posible una interactuación tan estrecha con el humano. La relación entre el humano y el lobo se entiende en un contexto de necesidad mutua en un panorama complicado que impulsaba la caza como medio de subsistencia, conformando un equipo cazador y dejando de competir por los mismos recursos (Clutton-Brock 1987: 49) Este proceso empezaría con la doma de los lobos jóvenes y la relación de dominación-sumisión entre ambas partes, es decir, que hubo una estructura de comportamiento similar que permitió la domesticación y que posicionaba al perro como individuo sumiso respecto al amo. Con esto pretendo decir que era necesario que hubiera un primer lobo cachorro o un lobo sumiso que aceptara a un grupo humano como su manada, para así comenzar el proceso de adiestramiento. Alexsson (2012) lo corrobora en sus estudios genéticos, en los cuales deja patente la existencia de unos genes que eran determinantes para el cambio de comportamiento del lobo, es decir, que existían lobos con mayor predisposición a la sociabilidad por poseer una psicología más sumisa, que es necesaria para la domesticación. Con ello, los canes de sucesivas generaciones, se iban integrando paulatinamente en la red social humana, produciendo así comportamientos diferentes al del lobo que tienen como finalidad la interacción perro-humano: el ladrido como medio de comunicación, la mímica en los gestos faciales… (Clutton-Brock 1987: 50-51)

3- LA DOMESTICACIÓN: EL CAMBIO. A la hora de identificar si un animal es salvaje o doméstico es necesario tener en cuenta las características que diferencian a uno de otro, siendo así, nos encontramos con cambios morfológicos de importancia que a su vez están sujetos a otros factores. La domesticación conlleva por lo tanto cierto cambio físico, que se evidencia en los restos arqueológicos, pero en el caso del lobo y el perro y su distinción, hemos de observar diferentes aspectos. Para saber si un animal no es salvaje tiene que evidenciarse un 3

cambio en sus proporciones corporales, las cuales se han podido producir durante las últimas etapas de cría y también a causa de selección artificial como modo de obtención de una raza para un determinado fin. En este ámbito hay una dificultad, y es que según señala Davis (1989: 137) existe cierta dificultad en distinguir las mandíbulas de perros y de lobos debido a la fragmentación que sufren y por su parecido morfológico. Otra transformación que es interesante observar es el del cambio de tamaño de animales domésticos y salvajes, un fenómeno que en otras especies se puede observar, como en el caso del uro y la vaca. En el caso del tamaño, en especial con los perros y lobos, existe un factor que puede confundir a la hora de determinar si hay evidencias de domesticación, esto es el cambio ambiental. Según Davis (1989:139) hubo un cambio ambiental al final del Pleistoceno que conllevó una subida de temperatura que pudo darse a la vez que el momento de domesticación del lobo en ciertos lugares. Por ello la domesticación no es el único factor que altera el tamaño del cánido, es necesario sumar el factor climático para entender el proceso en su plenitud. Otros autores también están de acuerdo en el cambio morfológico que trae el proceso de domesticación (Brewer 2001:13-15) y resaltan otros aspectos como la reducción craneal, que trae consigo una reducción proporcional del cerebro. Muchos rasgos, como los incisivos menos desarrollados o una cresta sagital menos pronunciada, se intensifican con las sucesivas generaciones de lobos domesticados, encontrándonos en cuatro generaciones un cambio morfológico importante que demuestra la gran velocidad de adaptación de una vida salvaje más dura a una más cómoda y con una dieta más variada. (Fig. 6)

4- DIETA Antiguamente los perros tenían una dieta menos variada que hoy, lo que demuestra una evolución a lo largo del tiempo, al igual que ha ocurrido con los seres humanos. Erik Axelsson (2013), junto a sus colegas, comparó el ADN de perro y lobo para conocer qué genes eran determinantes para la domesticación y la aparición del canis familiaris. Se secuenció el ADN de una docena de lobos de diferentes áreas del mundo y de seis decenas de perros pertenecientes a catorce razas. Estos genes demostraron que los perros tenían una fácil y efectiva digestión de almidón frente a los lobos, es decir, que se fueron convirtiendo en consumidores de trigo y arroz (dependiendo dónde se encontrasen) debido a una interactuación con el hombre que forzaba su organismo a una asimilación de aquellos alimentos que le procurab el hombre. Es decir, que los lobos comenzaban a ser alimentados por humanos con 4

productos agrícolas tras la domesticación del cereal, abandonando una dieta estrictamente cárnica y adaptándose a un ritmo de vida distinto. Esto ha ocurrido, como ya hemos dicho, igualmente con nosotros, puesto que mostramos una capacidad de asimilación a mayor cantidad de alimentos que nuestros antepasados, lo que nos ha brindado a los seres humanos y al canis familiaris a una dieta más variada y en conexión siempre al alimento disponible. Para terminar me parece indicado destacar que la teoría simbiótica del perro y el hombre podría ser válida aquí en cuestión al papel del perro como consumidor de sobras de los alimentos obtenidos por el humano, explicando así su adaptación a una nueva dieta.

5- USOS DEL PERRO. Cuando exponemos los distintos usos del perro hemos de observar en primera instancia que en el contexto histórico de la Prehistoria, es difícil determinar todas las tareas específicas que cumplían, ya que estamos hablando de encontrar una correspondencia entre los restos arqueológicos y el empleo que un animal pudiera tener en vida, es decir, averiguar la psicología de un animal que ha sido seleccionado para una tarea concreta. La arqueozoología, sin embargo, nos permite averiguar ciertos usos. Como alimento, trueque y producto. En diferentes sitios arqueológicos es posible hallar restos de perros que presentan evidencias de haber sido cocinados para la alimentación humana, así como ocurría con otros animales que estaban más presentes en su dieta (cérvidos, peces…). Hay que puntualizar que se encuentran en mayor o menor cantidad dependiendo del lugar geográfico (Fig.7) pero que se trata de una práctica generalizada y que tiene una continuidad en la actualidad, como ocurre en la zona coreana. (Morey, 2010: 87-90) En relación a su sacrificio es de esperar que se economizasen los recursos y se tendiera a hacer tecnología ósea u ornamentos con los huesos de perros (Morey, 2010: 105-108) Un hecho curioso lo encontramos en Britania (Edad del Hierro) pues era un bien de cambio del que no se podía prescindir y solamente alimentarse, con un valor reseñable para sus propietarios por lo tanto (Cunliffe, 1999: 197) Por otra parte también proporcionaba su piel, su pelaje, así como ciertos huesos para su uso en joyería y útiles, algo que se evidencia en algunos lugares, como en el Neolítico húngaro (Horard, Tressen, Vigne, 2014) De la misma forma encontramos un uso simbólico a algunas partes de su esqueleto, como su cráneo, que en ocasiones se exhibe en la entrada de los 5

santuarios, probablemente a modo de disuasión por su rol guardián en la sociedad (Licari, 2006) Como bestia de carga. Su uso como fuerza de carga puede demostrarse en ciertas patologías en la anatomía de los restos de algunos cánidos. En América del Norte se plantea su uso como transportista de madera debido a los estudios de Diane Warren, que demostraron un aplanamiento en las vértebras de los cánidos por la evidente fuerza que aplicaban al tirar de la carga en repetidas ocasiones. No obstante ciertos animales salvajes o domésticos pueden presentar ciertas anomalías vertebrales también sin haber estado sometidos a un trabajo de tiro, y es por eso que es necesario que exista más de un caso de patología vertebral en un mismo sitio para otorgarle mayor veracidad a la interpretación (Morey, 2010: 98-99).

En la caza. Igual de complicado se antoja demostrar el uso del perro como animal de caza. Sin embargo, según los estudios de Juliet Clutton-Brock (1984: 204) sobre el Mesolítico del Oriente Próximo, existe un cambio en la tecnología de caza que puede ser indicativo del uso del perro como animal de caza, la introducción del microlitismo y los disparos con arco y flecha. Es posible que esta tendencia nos ayude a concebir el uso del perro como animal cazador ya en correspondencia a etapas posteriores, estableciendo un nexo a partir de un momento de inflexión en el que la población natufiense se decanta por los disparos de largo rango para cazar a sus presas y así conseguir alimento. El papel del perro se reduciría entonces al rastreo de las piezas de caza heridas de flecha a través de medios acuáticos o frondosos con el fin de atraparlo y devolverlo de vuelta a su amo. Esto se puede evidenciar en la citada representación de Catal Hüyük (Fig .5)

En la guerra. El perro, además de participar en tareas de caza, desempeñó una importante labor bélica en varios ámbitos, destacando como mensajero, soldado, vigilante, guarda... Para estas labores era necesario un perro de unas características especiales, lo que me lleva a hablar de una determinada selección artificial para convertir al perro en un arma más, pero según aclaran Clutton-Brock (1984) y Harcourt (1974) no hay constatadas razas diferenciadas en periodos tempranos, pues son un fenómeno de hace 4000-3000 años. A través de las representaciones egipcias podemos llegar a unos determinados 6

tipos de perros que más tarde se irán diversificando y diferenciando morfológicamente más unos de otros. Podemos diferenciar tres principales: de piernas cortas, de piernas largas tipo galgo y otro con tipología similar al mastín (Clutton-Brock 1995:18). Las primeras evidencias de perros de guerra aparecen en el 6000 AP, algo constatable debido a las representaciones egipcias antes citadas, que muestran una actitud ofensiva del

animal respecto a los enemigos de su dueño, también hay manifestaciones

arquitectónicas, como el mastín de Ur datado en el 5000 AP cuyas características se corresponden con la llamada raza molosa en Grecia. A esta raza molosa se le atribuyen unos rasgos precisos y que nos otorgan información sobre su predisposición para el ataque, tanto por su fiereza como por sus atributos físicos.

Existen además otras

representaciones egipcias de canes vinculados a la guerra, como en Egipto, donde se introdujo también el moloso en el segundo cuarto del II milenio (Carreras, 2013) y aunque este sea un dato más tardío nos puede dar una idea del uso tradicional del perro en estas tareas, que seguramente no se manifestaron exnovo en el Mundo Antiguo.

6- CONCLUSIÓN. A modo de colofón señalaré el aspecto que más ha atraído mi atención, y es la igualdad de los modelos sociales entre lobos y humanos que hizo posible un entendimiento y en último término la domesticación. A raíz de los nuevos estudios, que retrasan los años de este proceso, se hace evidente que ambas estructuras sociales eran muy compatibles, algo que hace pensar sobre un vínculo se remonte hasta tiempos inmemoriales exentos de testimonio. Por ello, la arqueozoología y la ciencia han conseguido con creces que esta interpretación sea factible, pues los restos arqueológicos que presentan rasgos de lobo domesticado significan una continua asociación con el hombre hasta nuestros días, estableciéndose como la especie con mayor y más longevo vínculo con el ser humano a lo largo de la historia. Es interesante igualmente poder observar sus cambios alimenticios en correspondencia a los del humano, ya que debido a la obtención del cereal y de otros alimentos compartían una dieta en común, pero no es el único rasgo que los unía ya que los entierros comunes que se efectuaban con perros y hombres indican también una comunicación estrecha entre las dos especies. Es decir, estamos hablando de una íntima relación que une a ambas especies, tanto en la vida diaria y sus diversas actividades (caza, alimento, guardia, guerrero…) así como en el momento de la muerte.

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Fig. 1 Cráneo de miácido. Benton, MJ (2005: 379)

Fig. 2 Cráneo de cynodictis. Colin Keates, Dorling Kindersley, Natural History Museum, Londres.

Fig. 6 A-Lobo salvaje. B- Cachorro de lobo criado en cautividad. C-Lobo nacido en cautividad. D- Segunda generación en cautividad

Fig. 4 Enterramiento con cachorro (H.104), datado en el 9600 AC. Fotografía de Alain Dagand.

(Brewer, 2001: 14) Fig. 5 Representación paleolítica de caza de Catal Hüyük. Benecke N. 1994, Der Mensch und seine Haustiere. Die Geschichte einer jahrtausendalten Beziehung. Thesis).

Fig. 3 Cráneo de tomarctus temerarius. American Museum of Natural History in New York.

Fig. 7. Mapa que muestra los principales focos geográficos en correspondencia al uso alimenticio del perro. Datos en Morey (2010: 91) Elaboración propia.

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BIBLIOGRAFÍA Benton, MJ. (2005) Vertebrate Phaleontology. Blackwell Publishing. Oxford. Brewer, D. Clark, T. Phillips, A. (2001). Dogs in antiquity: Anubis to Cerberus, the origins of the domestic dog. Aris & Phillips. Warminster. Carreras F. F. (2013) ”Perros de guerra”. Asociación Argentina de Historia de la Veterinaria. Septiembre, año XI, nº 74. 201, pp. 4-12. Clutton-Brock, J. (1984) Dog. In Evolution of Domesticated Animals, ed. I. L.Mason, pp. 198-211.London:Longman. Clutton-Brock, J. (1987) A Natural History of Domesticated mammals. Cambridge University Press, Cambridge. Clutton-Brock, J. (1995). Origins of the Dog: Domestication and Early History.In The Domestic Dog: Its Evolution, Behaviour, and Interactions with People.ed. James A.Serpell. Cambridge, UK: Cambridge University Press Cunliffe, B. (1999) The Ancient Celts. Oxford University Press. Londres. Davis, Simon J.M. (1989) La arqueología de los animales. Ediciones Bellaterra, Barcelona Horard, M.P, Tresset, A. Vigne, J.D. (2014) “Domestication and uses of the dog in western Europe from the Paleolithic to the

Iron Age”. Animal Frontiers Julio vol. 4 no.3 23-3 Kistler, J. (2011) Animals in the Military: From Hannibal’s Elephants to the Dolphins of the U.S Navy. ABC-Clio. California. Licari, S. (2006).” Fonction rituelle du chien: Première utilisation?” Ethnozootechnie 78:115–119 Morey, D.F. (2010). Dog: domestication and the development of a social bound. Cambridge University Press. New York, Pennisi, Elizabeth. (2013) “Diet shaped dog domestication” Sobre el artículo en Nature de Axelsson. E. Ratnakumar, A.Arendt, M.L. “The genomic signature of dog, domestication reveals adaptation to a starch-rich diet” 2012. Serpell, James A., ed. (1995). The Domestic Dog: Its Evolution, Behaviour, and Interactions with People. Cambridge University Press. Cambridge. Thalmann, O (2013). “Complete Mitochondrial Genomes of Ancient Canids Suggest a European Origin of Domestic Dogs” Science, Vol. 342. 15 de noviembre pp. 871-87

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