Divorcio: una realidad cada vez más frecuente en la iglesia

August 22, 2017 | Autor: William Castañeda | Categoría: Children and Families, Marriage & Family Therapy, Family, Marriage and Divorce, Divorced families, Matrimonio
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Descripción

William Castañeda S. Universidad Adventista del Plata Escuela de Graduados Maestría en Teología

DIVORCIO: UNA REALIDAD CADA VEZ MÁS FRECUENTE EN LA IGLESIA

Ensayo William Castañeda Soriano Enero 2014

Dentro de las problemáticas sociales actuales las cuales se introducen dentro de la iglesia, el divorcio no es la excepción. El divorcio nace como parte de la experiencia de la naturaleza caída del hombre con consecuencias nefastas en diversos ámbitos. Las cifras varían según los registros e investigaciones por lo que se hace complejo encontrar una cifra exacta. Pero lo que sí se sabe es que los números de divorcios crecen cada día en todo el mundo. Aumentan las estadísticas de divorcios en el mundo entero y muchos son los que entran en este vínculo y salen rápidamente de él, pero ¿Cuáles factores son los que propician esta realidad?, ¿Por qué el estado del matrimonio es tratado como un asunto en el que se puede acceder y salir como de un edificio? ¿Quiénes son los más afectados de esta triste realidad? y ¿Qué tan permeada se encuentra la Iglesia Adventista con este problema? Las anteriores preguntas se generan de la preocupación de ver cómo el problema del divorcio ha venido presentándose con mayor frecuencia dentro de la Iglesia Adventista. Son preguntas complejas las cuales no se pretenden responder en el presente ensayo. Tampoco de hacer un rastreo histórico bíblico del divorcio. El propósito del mismo, es resaltar algunos conceptos de autores cristianos acerca del divorcio, consejos de esperanza para la restauración, presentar de una manera no exhaustiva algunos lineamientos que la Iglesia Adventista del Séptimo Día pronuncia acerca del divorcio y finalmente esbozar la importancia de usar todos los medios posibles con la dirección del Espíritu Santo para detener hasta donde sea posible el divorcio en la iglesia. En la literatura abundan los consejos, realidades y definiciones acerca del divorcio. Es tan frecuente el divorcio hoy día, que el proceso de disolución del matrimonio se ha convertido en casi una rutina común de una manera muy rápida. Así lo pone de manifiesto una escritora citada por Salvador Negrín en su libro Divorcio no es la solución: “primero viene el

amor, después el matrimonio, más tarde las peleas interminables y, finalmente, el divorcio”1. Se ha convertido en casi un negocio el problema del divorcio, por ejemplo, en los portales de publicidad abundan grupos empresariales especializados ofreciendo servicios de asesoramiento para los trámites necesarios de un divorcio. Por consiguiente, frente a este acrecentado problema social pueden surgir preguntas como, ¿Cuáles deben ser las razones morales que una pareja debe tener en cuenta a la hora de decidir por el divorcio? ¿Son las incompatibilidades una razón de peso? o quizás ¿la muerte del amor como muchos así lo manifiestan? Dejando la Biblia a un lado existen muchas razones para el divorcio, sin embargo, el interés del presente escrito es resaltar lo que Dios enseña en su Palabra. Muchos autores aportan diversos materiales lejos de una cosmovisión bíblica cristiana acerca del tema. Por ejemplo, Elena Sparvieri menciona, “Es difícil predecir quienes deberían casarse y quienes no, cuáles son los matrimonios que están destinados al fracaso y cuáles los que conocerán la felicidad”2 No obstante, la Biblia enseña que todos los seres humanos están predestinados a la felicidad en Cristo Jesús (Efesios 1:3-13) y también deja claro, cuáles son los aspectos necesarios a tener en cuenta a la hora de la elección de la pareja. La autora continúa diciendo: La pareja cuya interacción es negativa 3 ya no comparte un interés o un terreno en común…éste estado es tan absorbente y la alienación y la frustración impiden la relación a tal punto que, aunque el divorcio nunca es deseable en términos absolutos, cuando se llega a esta situación seguramente es los mejor para los hijos, siempre y cuando la tarea de padres sea compartida de manera razonable, teniendo en cuenta el interés de los menores.4 Otro ejemplo, es en el que se presenta una lista precisa de causas validas de divorcio indicadas por Monseñor Pierre L´huillier, obispo de Queroseno (ortodoxo). Aparte de los casos que resulten de la porneia, (fornicación) o de actos inmorales similares, expresa que en la lista están los siguientes otros casos: 1) Impotencia física. Esta capacidad sólo se toma en consideración si resulta de una enfermedad contraída antes del casamiento. 2) La desaparición de uno de los cónyuges en el supuesto de que haya fundadas sospechas de que ha muerto. Sin embargo, en estricto derecho, un eventual matrimonio subsiguiente corre el riesgo de verse anulado si se confirma que el cónyuge presunto fallecido vive. 3) La profesión monástica (El consentimiento del cónyuge se considera como muy deseable) y 4) La promoción al episcopado de un sacerdote casado (Es una condición estrictamente requerida).5 No es el propósito desmeritar investigaciones y documentos publicados por diferentes autores, lo que se pretende es, resaltar y contrastar las diferentes concepciones

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Negrín, Salvador. El Divorcio no es la solución, (Estados Unidos: Editorial Betania, 1994), 41 Sparvieri, Elena. El Divorcio. Conflicto y comunicación en el marco de la mediación, (Buenos Aires. Argentina: Editorial Biblos, 1997),13 3 El énfasis es nuestro 4 Sparvieri, Elena, 14 5 Bernhard, Jean y otros autores. Divorcio e indisolubilidad del matrimonio, (España: Editorial Herder S.A, 1974), 155, 156 2

que pueden surgir frente al tema del divorcio cuando no se ven a la luz del propósito de Dios para con el matrimonio. El matrimonio es un ideal de Dios. La Biblia es enfática en esto y así lo da por sentado. Sus consejos y principios a favor del matrimonio son muchos. En una de sus cartas, Elena de White refiriéndose al asunto de un divorcio dice, “Dios indicó una sola causa por la cual una esposa pueda abandonar a su esposo, o éste pueda dejarla a ella, y fue el adulterio. Esta causa debe considerarse con oración”.6 Y razón tiene al decir que éste es un asunto que la iglesia debe tratar con mucha oración, porque la iglesia de Cristo ha sido llamada a ser instrumento de reconciliación no de destrucción (2 Corintios 5:17-19; Isaías 61:1-3). En otro escrito de la misma autora, se declara firmemente la misma razón bíblica para la disolución del matrimonio, “Sólo un pecado, el adulterio, puede hacer al esposo o a la esposa libres del voto matrimonial a la vista de Dios”7. Sin embargo, cuando el divorcio se hace necesario, siguiendo los principios bíblicos y guiados por el Espíritu Santo para tal decisión, se convierte muchas veces en un medio de restauración y bendición para las partes afectadas. David Hormachea lo cita así, Es evidente que el divorcio nunca estuvo en la planificación divina para la familia. Sin embargo, es un medio que cuando se usa dentro de los parámetros bíblicos brinda la posibilidad de restauración a quienes tienen una relación matrimonial destructiva.8 Ahora, el divorcio afecta no solo a los cónyuges involucrados, este problema se extiende a los hijos (si los hay), a la familia, iglesia, amigos y conocidos. Y contestando a una de las preguntas iniciales acerca de quiénes son los más afectados en el proceso de un divorcio, Josh McDowell comentando acerca de la devastación del divorcio dice, Uno de los grandes temores de muchos niños y adolescentes es la pérdida de un padre por divorcio – y con buenas razones, porque un 50% de todos los matrimonios acaban en divorcio: ¿Queréis que continuemos en nuestra dolorosa relación por causa de vosotros?, la respuesta es casi universalmente: ¡Sí, queremos! Los jóvenes de hoy quieren formar parte de una relación familiar afectuosa y duradera.9 Los niños y jóvenes quieren tener la seguridad de que sus padres mantendrán una relación permanente, o como lo dijera Nancy Van Pelt: “La mayor necesidad de su hijo no consiste tanto en tener un padre y una madre que lo amen a él, sino en tener un padre y una madre que se amen entre sí”.10 El proceso de reconciliación es posible. Aún, en medio de las dificultades y el dolor en el proceso de separación, existe la opción muy segura de restaurar la relación resquebrajada por el tiempo para no llegar a la decisión final y a veces apresurada del divorcio. La separación no comienza cuando uno de los dos cónyuges sale de casa, duerme 6

White, Elena. El hogar Cristiano, (Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 1990), 311 White, Elena. Testimonios acerca de conducta sexual, adulterio y divorcio, (Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 1993), 88 8 Hormachea, David, Una puerta llamada Divorcio, (Estados Unidos: Editorial Caribe, 1997), 171 9 MacDowell, Josh, Mitos de la educación sexual, (España: Editorial CLIE, 1992), 29 10 Van Pelt, Nancy, Cómo formar hijos vencedores, (Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 2004), 144 7

en otra cama o pone aparte sus propias cosas. La separación ya ha comenzado desde el corazón. Un maestro en cierta ocasión preguntó a sus estudiantes: ¿por qué las parejas se gritan estando tan cerca?, las respuestas fueron variadas, pero ninguna satisfactoria. Así que la respuesta que dio aquel maestro fue: Se gritan no porque estén lejos el uno del otro físicamente, sino porque sus corazones se han alejado paulatinamente. El reconocido escritor y consejero Gary Chapman, cita acerca de la separación lo siguiente: La separación no es muerte, aunque es muy ciertamente el “valle de sombra de muerte” (Sal. 23:4). Es tan similar a la muerte que puede sentir la misma angustia y dolor experimentados por aquellos que se despiden de un ser amado por la muerte. Pero la sombra de muerte no se debe equiparar con la misma muerte. La separación puede que sea el valle de la restauración y el dolor… puede ser los dolores de parto que darán un renacer a su matrimonio. Por otra parte la separación puede ser el comienzo del fin”.11 Hay esperanza para las relaciones deterioradas por el pecado, el divorcio entonces no se debe convertir en la única solución. Debe existir un acuerdo mutuo de la pareja por restaurar la relación. En una respuesta a una pregunta realizada al doctor James Dobson, registrada en su libro “El amor debe ser firme” resalta lo siguiente: La culpa de la desintegración matrimonial muy rara vez es culpa de uno solo de los cónyuges. Se requieren dos para cantar un dúo, y, como se dice, siempre hay alguna medida de culpa de ambos en un divorcio. Sin embargo, cuando uno de los cónyuges toma la decisión de comportarse irresponsablemente, y se enreda en amoríos extramaritales, o huye de compromisos y obligaciones que tiene con su familia, con frecuencia trata de justificar su conducta exagerando los fracasos del cónyuge.12

Para evitar el desmoronamiento de las familias en la iglesia, las instrucciones dadas por Dios en su Palabra han sido la mejor solución. El problema es que la desobediencia a estos consejos de amor son dejados a un lado, para dar rienda suelta a los deseos del corazón. Así que lo que se cosecha muchas veces es precisamente lo que se ha sembrado. Sin embargo, la Iglesia Adventista del Séptimo Día posee directrices claras fundamentadas en la Biblia y de los consejos de Elena de White. En el manual de iglesia se destaca el capítulo trece para tratar el tema del matrimonio, divorcio y nuevo casamiento. A continuación se citarán algunas de ellas relacionadas con el divorcio: El matrimonio descansa sobre los principios del amor, la lealtad, la exclusividad, la confianza y el apoyo que se prodigan ambos cónyuges en obediencia a Dios (Gén. 2:24; Mat 19:6; 1 Cor. 13; Efe 5:21-29; 1 Tes. 4:1-7). Cuando se violan estos principios, las Escrituras reconocen que circunstancias trágicas pueden destruir el matrimonio.13

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Chapman, Gary. Esperanza para los separados, (Estados Unidos: Editorial Portavoz, 2005), 13 Dobson, James. El amor debe ser firme, (Estados Unidos: Editorial Vida, 1990), 74 13 Blanco, Marcos. Manual de Iglesia, Asociación General de la IASD, Silver Spring, Maryland, EE.UU,(Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 2011), 151 12

Es interesante notar que estos principios mencionados son reflejados también en la unidad de Dios mismo, por lo que si están presentes en cada cónyuge, demostrarán que Dios también está allí en ellos y en medio de su hogar. Aunque si el matrimonio fracasa, debe haber un remedio: la gracia de Dios, así lo continua citando el manual de iglesia: La gracia Divina es el único remedio para la ruptura que causa el divorcio. Cuando el matrimonio fracasa, se debe animar a los que una vez fueron cónyuges a examinar su experiencia y buscar la voluntad de Dios para sus vidas. Dios proporciona consuelo a los que fueron heridos. Dios acepta también el arrepentimiento de las personas que cometen los pecados más destructivos, aun aquellos pecados que acarrean consecuencias irreparables (2 Sam. 11; 12; Sal. 34:18; 86:5; Joel 2:12; Juan 8:2-11; 1 Juan 1:9).14 ¡Que amor! el expresado por Dios. Y la iglesia por extensión de este amor, debe proveerlo a cada miembro de la iglesia en busca de la reconciliación y restauración. En cuanto a las razones válidas para el divorcio según las enseñanzas bíblicas, el manual de iglesia especifica: Las Escrituras reconocen el adulterio y la fornicación (Mat. 5:32), así como el abandono que hace del matrimonio un cónyuge incrédulo (1 Cor. 7:10-15), como razones válidas para el divorcio. No hay enseñanza directa en las Escrituras con relación a un nuevo casamiento después del divorcio. Sin embargo, hay una fuerte inferencia al nuevo casamiento de la persona que ha permanecido fiel, pero cuyo cónyuge fue infiel al voto matrimonial…La creencia de que el matrimonio es una institución divina se basa en las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, todo pensamiento en el perplejo campo del divorcio y de un nuevo matrimonio debe armonizarse con aquel santo ideal revelado en el Edén. La iglesia cree en la Ley de Dios y en la misericordia perdonadora de Dios. Cree que los que cometieron transgresiones en materia de divorcio y de nuevo casamiento pueden encontrar la victoria y la salvación tan seguramente como los que fallaron en cualquiera de las otras santas normas de Dios.15 Después de lo expuesto anteriormente y con una base en las enseñanzas de las Escrituras, se declara una posición en el actuar de la iglesia en casos de divorcio y nuevo casamiento expuestos en 11 puntos, los cuales no se detallarán en este ensayo. Dios, además de poseer otros atributos, es un Dios de Amor, de orden y de disciplina (Heb. 12:6). Por lo tanto, la iglesia debe manifestar amor, orden y disciplina (correctiva y redentora) para promover a la unidad del cuerpo de Cristo (su iglesia). En medio de estas instrucciones, se destaca la siguiente cita alentadora: Aunque las Escrituras permiten el divorcio por las razones mencionadas arriba…la iglesia y los afectados deben hacer esfuerzos diligentes para lograr una reconciliación, instando a los cónyuges a manifestar mutuamente un espíritu cristiano de perdón y 14 15

Blanco, Marcos. Manual de Iglesia, 151 Ibid., 151, 152

restauración. Se insta a la iglesia a tener una actitud amante y redentora con la pareja, con el fin de ayudarla en el proceso de reconciliación.16 En el 57o Congreso de la Asociación General en el año 2000 se distribuyó un material muy valioso, entre ellos una compilación de documentos producidos por muchos años en la iglesia: “Declaraciones, orientaciones y otros documentos”. Entre sus declaraciones precisas se halla la siguiente, frente a un problema de abuso y violencia familiar. La iglesia Adventista acepta la responsabilidad de: Cooperar con otros servicios profesionales, para escuchar e interesarnos por aquellos que sufren el abuso y la violencia familiar, destacar las injusticias y hablar en defensa de las victimas…Cuando las actitudes y conductas modificadas abran las posibilidades del perdón y de un nuevo comienzo, proveeremos un ministerio de reconciliación. Ayudaremos a las familias que sufren por las relaciones que no pueden ser restauradas.17 Las familias son el blanco de los ataques del maligno, ya que si una familia se deteriora, la sociedad también lo experimentará y la decadencia moral se acrecentará abismalmente cada vez más como es visible en la actualidad. Por eso es preciso que la iglesia eduque los hogares en todas sus etapas. Elena De White lo señala de la siguiente manera: La obra de los padres es cimiento de toda buena obra. La sociedad se compone de familias, y será lo que hagan las cabezas de familia. Del corazón “mana la vida” (Prov 4:23), y el hogar es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación. El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la nación dependen de la influencia del hogar.18 Para la conclusión del presente escrito, se hace indispensable retomar algunos puntos anteriores y terminar con un consejo esperanzador frente a la triste realidad del divorcio. La iglesia debe hacer esfuerzos por proveer a la sociedad hogares de calidad. Ahora, no es que las parejas bautizadas y pertenecientes a una iglesia sean inmunes a los problemas complejos de las relaciones humanas. El pecado es un virus que afecta a todos, y por tal motivo, la “vacuna” que puede inactivar este “virus” es que la iglesia provea constantemente capacitaciones, retiros de parejas, seminarios, consejerías profesionales, ministerios de oración y reconciliación, conexiones con profesionales cristianos, instrucciones, terapias, charlas, debates, foros, visitación, apoyo pastoral etc. Y todo esto, enmarcado en las diferentes etapas de la vida, especialmente en la de los adolescentes. Debe realizarse todo lo que se pueda hacer con la misma diligencia con que se actuaría en un accidente. Sin embargo, vanos serán todos los esfuerzos, “si Jehová, no edifica la casa” (Salmo 127:1). Comenzando desde los líderes debe estar vivo este principio. Si el Autor del matrimonio no es cabeza en la iglesia, en los hogares de cada líder y de cada miembro, “en vano trabajarán los edificadores”.

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Ibid., 152 Orrego, Aldo D. Declaraciones, orientaciones y otros documentos. Una compilación, trad. Rolando A. Itin (Departamento de comunicación de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2000), 11 18 White, Elena. El ministerio de curación, (Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1975), 269 17

La iglesia tiene una misión que cumplir, y es presentar a Cristo al mundo para que éste sea convertido para salvación. Pero en muchas ocasiones sucede lo que al pueblo de Israel le solía pasar, el mundo y sus prácticas permeaba la nación escogida y por eso el profeta proclamaba: “Conviértanse ellos a ti, y no tu a ellos” (Jeremías 15:19). Existe mucha orientación brindada en la Escrituras para tomar decisiones sabias y prudentes en cuanto al divorcio. La Iglesia Adventista dispone también de material valioso fundamentado en la Biblia, incluyendo el manual de iglesia y los consejos de Elena de White entre otros. Dios ha capacitado y dado sabiduría a muchos hombres y mujeres de la iglesia en sus profesiones, que con temor a Dios pueden brindar asesorías prudentes y sensatas en un tema tan delicado a la vista de Dios como lo es el divorcio. Cada hogar puede convertirse si así lo quiere en una bendición para otros hogares tambaleantes que vacilan en continuar el camino hacia el Hogar Celestial. Elena de White brinda estas palabras inspiradoras: Si tan solo queremos abrir nuestros corazones y nuestras casas a los divinos principios de la vida, llegaremos a ser canales por los que fluyan corrientes de fuerza vivificante. De nuestros hogares saldrán ríos de sanidad, que llevarán vida, belleza y feracidad donde hoy por hoy todo es aridez y desolación.19 Que no sean las lámparas humanas las que alumbren, ya que éstas un día se apagarán, sino que sea la Luz eterna de Cristo la que ilumine cada hogar en su peregrinación hacia el Hogar Celestial.

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White, Elena. El ministerio de curación, 274

BIBLIOGRAFÍA

Bernhard, Jean y otros autores. Divorcio e indisolubilidad del matrimonio, España: Editorial Herder S.A, 1974 Dobson, James. El amor debe ser firme, Estados Unidos: Editorial Vida, 1990 Blanco, Marcos. Manual de Iglesia, Asociación General de la IASD. Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 2011 Chapman, Gary. Esperanza para los separados, Estados Unidos: Editorial Portavoz, 2005 Hormachea, David, Una puerta llamada Divorcio, Estados Unidos: Editorial Caribe, 1997 Iglesia Adventista del Séptimo Día. Departamento de comunicación de la DSA, Declaraciones, orientaciones y otros documentos. Una compilación 2010. Dirigido por Aldo D. Orrego. 3ª ed. Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2011. MacDowell, Josh, Mitos de la educación sexual, España: Editorial CLIE, 1992 Negrín, Salvador. El Divorcio no es la solución, Estados Unidos: Editorial Betania, 1994 Sparvieri, Elena. El Divorcio. Conflicto y comunicación en el marco de la mediación, Buenos Aires. Argentina: Editorial Biblos Van Pelt, Nancy, Cómo formar hijos vencedores, Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 2004 White, Elena. El hogar Cristiano, Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 1990 __________. Testimonios acerca de conducta sexual, adulterio y divorcio, Argentina: Asociación Casa Editora Suramericana, 1993 __________. El ministerio de curación, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1975

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