Diversidad, pluralidad e imprecisión: el desarrollo socioeconómico de los pueblos indígenas del Caribe al momento del contacto con los europeos.

June 14, 2017 | Autor: Luis Burset | Categoría: Caribbean History, Indigenous Knowledge, Indigenous Peoples, Historia De Puerto Rico
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Descripción

Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe













Ensayos de grado
Historia Contemporánea de Puerto Rico y del Caribe

Diversidad, pluralidad e imprecisión: el desarrollo socioeconómico
de los pueblos indígenas del Caribe al momento del contacto con los
europeos.

























Luis Rafael Burset Flores
1 de diciembre de 2014
Abordar el periodo precolombino de la historia del Caribe, aun en el
momento mismo de contacto de los pueblos aborígenes con los europeos,
representa importantes retos. En la consulta de las fuentes relacionadas
al tema resalta la falta de evidencia directa que apoye categóricamente las
propuestas de antropólogos, historiadores y arqueólogos sobre estas
culturas. [1] En uno de los libros de historia general más difundidos,
Puerto Rico, cinco siglos de historia, Francisco Scarano refleja esta
indefinición al tocar el tema del complejo cultural caribe, advirtiendo
"Según la versión más difundida de la evolución antillana…". [2] En su
ensayo sobre la población taína en La Española, Angel Rosenblat llega a
referirse al proyecto de abordar ese estudio como uno de los más
peligrosos. [3] Como estudioso de la historia colonial temprana de Puerto
Rico, me desconcierta la fragilidad del relato histórico sobre los pueblos
amerindios.
Los pueblos indígenas del Caribe no conocían la escritura. Sin
cegarme por el positivismo, nuestro conocimiento de los llamados amerindios
se limita a las crónicas tempranas del periodo de contacto, que los trató
como "el otro", y a los hallazgos de sitios arqueológicos. David Watts ha
calificado estas fuentes como "evidencia irregular". [4] El arqueólogo
Miguel Rodríguez López advierte sobre la confiabilidad de las crónicas.
Señala que "son expresiones extremadamente simples, a veces
contradictorias, salpicadas con el prejuicio y el etnocentrismo de la
época". [5]
Las crónicas se han convertido en un elemento manipulado en el
análisis histórico del periodo: son validadas cuando apoyan las propuestas
esbozadas por algún escritor, o descartadas abiertamente cuando no lo
hacen. Además, Francisco Moscoso subraya las discrepancias de los
arqueólogos en torno a las conclusiones a las que llegan a partir del
análisis de las cerámicas. [6] En contraposición, Franklin Knight defiende
la arqueología como registro de la historia de los pueblos. Sostiene que
de ella "se puede reconstruir … las sociedades y las culturas de aquéllos
cuyo mundo fue completamente transformado por el descubrimiento accidental
de Cristóbal Colón". [7]
Para rematar, más allá de estas limitaciones, Jalil Sued Badillo
presenta una advertencia mayor, esta vez contra las construcciones
realizadas de los pueblos indígenas. Denuncia la creación de caricaturas
que surgieron como producto de "teorizaciones que no toman en cuenta los
contextos históricos y temporales que son necesarios para presentar el
carácter social de estos grupos de manera responsable". Nos recomienda un
acercamiento social, histórico, integrado y flexible para remediar el daño
historiográfico que se les ha hecho a estos pueblos en el pasado. [8]
La naturaleza de este ensayo no es historiográfica. No obstante,
encontramos relatos que en ocasiones entran en abierto conflicto. Es por
ello que regularmente tendremos que citar y contrastar las propuestas de
historiadores y arqueólogos en relación a algunos elementos utilizados en
la elaboración de nuestro ensayo sobre el estado del desarrollo
socioeconómico de los pueblos indígenas del Caribe al momento del contacto
con los europeos.
El origen de nuestros pueblos amerindios ha sido relacionado
directamente con el norte de Sudamérica, concretamente la zona del río
Orinoco. Knight los asocia con las etnias de los bosques de los actuales
países de Colombia y Venezuela, incluyendo a los chibcha, warao, yanomamo,
caracas, palenque, caquetío y jirajara. [9] Generalmente se acepta que los
pueblos indígenas del Caribe habitan nuestras islas desde al menos el año
6,000 a.C. [10] Los grupos que migraron a ellas son identificados como
arawacos insulares o caribes insulares. [11] Después de establecidos en la
región, su desarrollo en el archipiélago caribeño los separó de su origen
continental, lo que los convirtió en grupos autóctonos y autosuficientes.
[12]
Antes de continuar, hay que detenerse para seleccionar una definición
de "Caribe" en relación a los pueblos que habitaron nuestra región al
momento del contacto con los europeos en 1492. Evitando una disertación
sobre el tema, privilegiamos la definición del Caribe insular, que parece
ser la más utilizada por los autores consultados. Debemos reconocer, no
obstante, que Moscoso incluye en su literatura las costas del norte de
Sudamérica, calificando a la región como el circun-Caribe continental y sus
islas cercanas. [13]
Además de las limitaciones que enfrentamos en las fuentes primarias,
la tarea de describir el desarrollo económico y social de los pueblos
aborígenes del Caribe se complica por la gran diversidad que los
caracterizaba y los desiguales grados de desarrollo en el que se
encontraban. A pesar de su posible origen geográfico común, los pueblos
aborígenes del Caribe no constituían una unidad uniforme. Al tratar de
clasificar los pueblos, debemos tomar en cuenta el señalamiento de Knight a
los efectos de que al momento del contacto con los europeos, "todos los
pueblos indígenas caribeños se encontraban sufriendo cambios internos
críticos". [14]
En un extremo, nos encontramos con la simplificación que hiciera Juan
Bosch sobre los pueblos que habitaban las Antillas Mayores a la llegada de
Colón:
En La Española, la tierra escogida para empezar la fundación del
imperio, vivían los taínos, de la rama arauaca. Los taínos se
extendían por el valle del Cibao y la costa del sur. En el norte
estaban los ciguayos, que probablemente habían llegado a la isla antes
que los taínos. En Cuba había siboneyes, casi con seguridad una rama
arauaca emparentada con los taínos; había también un pueblo denominado
guanahatahibes, más primitivo que los siboneyes y taínos, y quizás del
mismo origen que los ciguayos de la Española. No hay a la fecha una
teoría que nos explique a satisfacción quiénes eran y de dónde
procedían ciguayos y guanahatahibes, pero no sería sorprendente que se
tratara de tribus prearauacas llegadas a las Antillas Mayores con
mucha anterioridad a taínos y siboneyes y por eso mismo menos
evolucionados. [15]


Sued Badillo rechaza la imposición de etiquetas como taíno, arauaco o
caribe, precisamente por las construcciones que éstas han permitido sobre
esos pueblos. [16] Subraya la diversidad y las diferencias de ordenamientos
y de desarrollo entre las etnias que poblaban el Caribe. No obstante,
advierte que "los esquemas culturales básicos, como el idioma, la comunidad
de símbolos religiosos y algunas costumbres y usos, persistieron como
elementos característicos a todos". [17] Reniel Rodríguez pone en duda la
existencia de lo que llama "tainidad":
…no se puede establecer la existencia de una etnia Taína regente en
las Antillas Mayores porque toda la evidencia arqueológica disponible
apunta a un paisaje cultural plural sumamente dinámico y polivalente
durante la historia precolonial tardía de las islas, en la que
diversos elementos culturales, sociales, lingüísticos y biológicos
eran negociados y continuamente reformulados por los habitantes del
archipiélago, resultando en el mosaico cultural y étnico que
caracterizó el Caribe en el periodo de contacto indo-europeo y lo
continúa caracterizando en el presente. [18]

Sin embargo, tendremos que hacer uso de esos identificadores para
poder elaborar nuestra tesis, pues las etnias son comúnmente conocidas con
esos nombres.
Los taínos eran el principal pueblo que habitaba esta región. Moscoso
ha señalado a Puerto Rico como la cuna de la formación de las tribus de los
taínos desde el punto de vista arqueológico, y señala que al momento del
descubrimiento colombino, ya éstos estaban desarrollados a nivel de
cacicazgos. [19] Su lengua arawaca era la que se hablaba mayoritariamente.
Arnold Highfield advierte que habría divisiones de dialectos de esta lengua
entre islas y aun dentro de ellas. [20] En este punto, debemos traer a
colación la advertencia de Sued Badillo en cuanto a que los límites
geográficos de los idiomas amerindios debieron ser bastante elásticos. [21]

Se reconoce la coexistencia de otros grupos culturales en la región;
entre ellos, los llamados ciboneyes y los guanahatabeyes, en la isla de
Cuba, ya señalados por Bosch. [22] En contraste con los taínos de la misma
isla, los guanahatabeyes son caracterizados como recolectores de alimentos,
que además vivían de la pesca y la caza a menor escala en el occidente de
la isla. [23] Highfield identifica a estos últimos como los restos de un
pueblo paleolítico que habría migrado desde Centroamérica. [24]
Knight identifica a los ciboneyes como la cultura más antigua de la
región, dispersos por la isla de Cuba, pero también la menos desarrollada;
los cataloga como bandas trogloditas. Refiere que Colón observó en una de
sus cartas que los arauacos utilizaban a los ciboneyes como esclavos. [25]
Son caracterizados como cavernícolas, y la única cultura precerámica
sobreviviente en el periodo del encuentro. [26] En este momento hay que
señalar que para Knight, los ciboney y los guahanatabey habían sido casi
absorbidos por los arawacos al momento de la llegada de los españoles. [27]
En la actual República Dominicana, en la zona noreste de Samaná,
estaban asentados los ciguayos. Sus adornos corporales son utilizados como
distintivos de este grupo. Se ha propuesto que envolvían "sus largos
cabellos en una redecilla traspasada con plumas de papagayos – al igual que
los macorix – y a menudo se pintaban el cuerpo de negro. Eran excelentes
artesanos y cargaban, a donde quiera que fuesen, arcos y flechas muy bien
construidos." [28] En esta isla se reconoce también la presencia de los
macorices. [29] Sin embargo, Highfield identifica a los macorices y a los
ciguayos como un mismo pueblo, cuyo origen podría ser similar al de los
guanatahabeyes. [30]
El catálogo conmemorativo del Quinto Centenario del Museo Arqueológico
Regional de Altos de Chavón asocia a los macorises con la región del Cibao
y el occidente del actual Haití. Sobre ellos señala que "producían la
cerámica más afín a la de los taínos. De hecho, a partir aproximadamente
del siglo XI, los macorix habían comenzado a mezclarse con las tribus
taínas, pese a que hablaban un idioma diferente (encontrado también en las
islas Lucayas). [31] En cuanto a otras islas, el cronista Fernández de
Oviedo asoció a los lucayos con las islas de las actuales Bahamas. [32] En
las islas del Caribe oriental, particularmente en Trinidad, Highfield añade
a los Igneri, un pueblo de habla arawaca que se habría establecido en las
fases iniciales de las migraciones que llama pretaínas o salaloides. [33]
Sin estar ajena a controversia, cerramos con otra etnia. En Puerto
Rico, los taínos enfrentaban la avanzada de los caribes, guerreros kalinago
provenientes de la costa suramericana. [34] Éstos habrían ido ocupando las
Antillas Menores progresivamente hasta llegar a Vieques, desde donde
empujaban bélicamente hacia el oeste. [35] Knight advierte que lo que se ha
escrito sobre los caribes, a quienes califica como "gente de bosques
tropicales" está lleno de exageraciones y contradicciones. Los describe
como una sociedad de alta movilidad, aunque con una organización social
menos compleja que la de los arawacos, que reflejaba su inclinación militar
y "su status de inmigrantes". [36]
Highfield identifica a los caribes como la etnia kalina de Sudamérica,
cuya lengua original era el galibi. Habría estado mestizada a través de la
hibridez racial de sus hijos, cuyas madres eran arawacas. [37] Sued Badillo
ha presentado la tesis de que la creencia en las características culturales
de los llamados caribes, incluyendo su antropofagia, se debe a que Colón
tomó textualmente los mitos que los taínos le relataban. Entre los más
importantes se encontraban los de la existencia de grandes cantidades de
oro y de un pueblo de gente feroz que existían, ambos, hacia el este. [38]
Henri Petitjean Roget presenta una rectificación histórica en cuanto a
la etiqueta de "caribe" aplicada a los pueblos del Caribe oriental.
Documenta que el etnónimo "caribe" surge de una palabra tupí, otra etnia
continental con la que los franceses que eventualmente colonizaron las
Antillas Menores habrían tenido contacto. Es por esta transposición de
palabras que el pueblo kalinago de esa subregión caribeña llegó a ser
confundido con los caribes de las crónicas españolas. [39]
Para finalizar con la clasificación de los pueblos amerindios por el
idioma que hablaban, Rodríguez López establece que eran cuatro las lenguas
aborígenes principales al momento de la conquista: taíno, eyeri/laíphuna,
macorís y ciguayo. Aclara que eran "pertenecientes a su vez a tres
familias lingüísticas: arawakan, waroide y solana". Señala también que la
taína estaba dividida en dos dialectos regionales – clásico y ciboney –, y
la lengua macorís en tres – alto, bajo y guanahatabey. [40] En cuanto a la
localización geográfica de las lenguas meniconadas, Highfield señala las
siguientes: el taíno (sin especificar las vertientes propuestas por
Rodríguez López), como lengua predominante, con variantes habladas en las
Lucayas (Bahamas), el oriente de Cuba, Jamaica, Haití (La Española) y
Boriquén (Puerto Rico). Existían bolsillos de parlantes de lenguas no
taínas; se presume – sin tener conocimiento a ciencia cierta – que los
guanahatabey del occidente de Cuba hablaban una lengua distinta. En cuanto
a los ciguayos que habitaban el cacicazgo de Macorix, se acepta que también
hablaban otra lengua. [41] Ya hemos mencionado que los caribes, en las
actuales Antillas Menores, hablaban galibi.
Hay varias maneras de abordar las agrupaciones de estos pueblos en la
región al momento del contacto. Una de ellas es identificando los
asentamientos de las etnias en la geografía caribeña. Rodríguez López
advierte que "Un factor importante en cuanto a la distribución geográfica
de los pueblos y culturas precolombinas del Caribe es que las unidades
culturales y sociales no responden necesariamente a los límites puramente
geográficos de las propias islas." [42] Es decir, que sus asentamientos y
las relaciones entre éstos cruzarían las fronteras naturales impuestas por
las costas y el mar. A través de la investigación arqueológica, este autor
ha demostrado la conexión entre los pueblos taínos del este de la isla de
Puerto Rico con otros establecidos en las Antillas menores. [43] Cita a
Irvin Rouse en el señalamiento que "los estilos cerámicos asociados a las
culturas pretaínas y taínas, y por ende las propias culturas, abarcan las
costas opuestas de los canales y pasajes marítimos que dividen las propias
islas". [44]
Para efectos de división política, anticiparemos la utilización del
término cacicazgo, antes de entrar a las características de esta formación
sociopolítica. En Cuba, Watts identifica cinco cacicazgos taínos:
Camagüey, Savaneque (que coloca como apéndice del primero, por lo que no lo
cuenta entre los cinco), Guamuhaya, Habana, Baracoa, y Bayamas. [45] Para
La Española, encontramos que hay acuerdo en cuanto a que la isla estaba
dividida en cinco cacicazgos, aunque Knight propone seis. [46] Fray
Bartolomé de Las Casas menciona los siguientes, con sus caciques: Magua,
en el Cibao, cuyo cacique era Guarionex; Marién, con Guacanagarí; Maguana,
con Caonabo; Xaragua, con Behechio; e Higüey, con Higuanamá – identificada
por Las Casas como cacica. [47] Basándose en el mapa de Andrés de Morales
cartógrafo de Colón, Sued Badillo nombra de manera diferente cinco
divisiones geográficas de la isla: Guacayarima, Bainoa, Cayabo, Hyabo y
Caicimú. [48]
En el caso de Puerto Rico no aparenta haber un acuerdo en cuanto al
número de cacicazgos o divisiones políticas de la isla. Sued Badillo
propone un solo cacicazgo que llama "el de los Agüeybanás", y enfatiza que
la zona pudo estar bajo la influencia del poder de estos individuos sin
necesariamente haber constituido un cacicazgo. [49] Añade que
el Cayabo fue el centro político desde el cual se administró toda la
isla. Desde allí los caciques supremos, conocidos por el título de
Agüeybaná, gobernaron la confederación que incluía, al parecer, la
isla de Santa Cruz y extendía sus relaciones de parentesco hasta el
Higüey en la vecina isla dominicana. [50]


La propuesta de Sued Badillo reta la versión generalmente aceptada que
asocia a Agüeybaná con dos caciques que regían en la zona suroeste de la
Isla en las primeras décadas de la conquista española. En otra literatura
histórica, se reconocen otros cacicazgos además del de Agüeybaná. Para
nuestra isla, Knight propone dieciocho cacicazgos en total, pero no los
nombra. [51] Robiou utiliza la crónica de Oviedo donde informa que en
Puerto Rico había seis caciques rebeldes principales, los cuales asocia,
con condiciones, a un número similar de cacicazgos. [52]
La diversidad de los pueblos caribeños no se limita a las etnias, sus
lenguas y la complejidad de sus divisiones políticas. Encontramos otro
elemento de diferenciación en el nivel de desarrollo logrado al momento del
contacto. Sebastián Robiou sostiene que "La evidencia arqueológica sugiere
que en las Antillas las sociedades aborígenes se manifestaron – en variedad
de tiempo y espacio – en los niveles establecidos generalmente por los
antropólogos: bandas, tribus, jefaturas o cacicazgos". [53] En los
próximos párrafos evaluaremos la relación del desarrollo de los pueblos con
la población y la geografía de las islas.
El archipiélago caribeño era una de las zonas más densamente pobladas
del Nuevo Mundo, aunque la distribución de la población no era equitativa
entre las diferentes islas, como veremos más adelante. Se postula una
relación directa entre el tamaño de la población y la complejidad social de
cada isla. La Española y Puerto Rico, reconocidas como islas con la más
alta población indígena, contaban con una organización cacical más
compleja, mientras en otras islas menos pobladas, predominaba una
organización tribal. [54]
Algunos estudiosos del tema han asociado el nivel de desarrollo de los
pueblos amerindios con la topografía de sus asentamientos: mesetas, costas
o cavernas. En el caso de los taínos de Cuba, se ha asociado su más
avanzado nivel de desarrollo económico con su establecimiento en las
mesetas. En las de Oriente se dieron mejor la agricultura, la pesca, y la
cerámica. Estas actividades se asocian con un mayor nivel de desarrollo
socioeconómico y cultural característico del pueblo taíno que encontraron
los españoles.
No obstante esta situación entre los taínos, Leví Marrero advierte que
el nivel de desarrollo de los aborígenes de Cuba era mayormente de
subsistencia. [55] Rodríguez López parece validar la propuesta de Marrero
sobre la topografía. Añade a ésta la geografía, la hidrografía, y los
caminos como factores determinantes en el desarrollo de la sociedad
indígena y la distribución de sus poblados y cacicazgos. [56]
Marrero reconoce la importancia de las fuentes de alimentos en la
selección de lugares para asentar las poblaciones aborígenes. [57] El
arquitecto dominicano Esteban Prieto Vicioso asocia también la preferencia
de las sociedades agroalfareras – las que encontró Colón – por los valles
fértiles. Sobre ellos afirma que
las poblaciones indígenas estaban más ligadas a fértiles valles que a
zonas costeras de manglares y siempre cercanas a fuentes de agua
dulce, para resolver sus necesidades diarias, llevándola a sus casas
en calabazas o higüeros. Los poblados estaban rodeados de conucos,
los cuales en ocasiones hacían las veces de murallas de protección,
ante todo cuando estaban sobre montículos. [58]


Para terminar con este tema y proceder a presentar las características
de los cacicazgos de Puerto Rico y La Española, tenemos que mencionar que
los autores de The Making of the West Indies plantean una relación política
entre las islas mayores del Caribe y las Bahamas con Cuba. Sostienen que
en las islas donde vivían los arawacos, cada villa tenía un jefe o cacique
"que reconocía la autoridad de un cacique mayor que vivía en Cuba". [59] No
hemos visto esta propuesta apoyada, ni tan siquiera reconocida, por ningún
otro autor.
Un elemento fundamental para el alcance de la etapa de desarrollo de
cacicazgo fue la posibilidad de producir más alimento del que se requería
para la subsistencia. En esto coinciden todos los autores consultados.
Encontramos en la literatura de Moscoso abundante información sobre la
relación entre la producción y la transformación socioeconómica de los
pueblos aborígenes.
Desde la arqueología y en combinación con la etnohistoria constatamos
que la producción excedentaria, agrícola y marina, se convirtió en
soporte material de la economía de los cacicazgos taínos. El progreso
tecnoeconómico y la complejidad ideológica y política se manifestaron,
además, al nivel de los oficios productivos y de las ramas artesanales
básicas y de fines ceremoniales. [60]

La producción excedentaria permitió la dedicación parcial de miembros del
grupo a labores que no eran de generación de alimentos, dando paso a una
transformación económica y social. En ella, se originó la división del
trabajo y de las relaciones sociales.
Moscoso retrotrae la relación entre la producción y el proceso de
diferenciación social a etapas anteriores a la de cacicazgo. Lo ilustra
señalando que el surgimiento de "prestigios" y "rangos" eran elementos de
diferenciación en la formación de los clanes y las tribus. Una vez
establecidos, algunos grupos, "los linajes prestigiosos o principales" se
alejaron de la producción directa y asumieron el control de la comunidad,
"los linajes secundarios o comunes". [61] Moscoso advierte que al igual
que cualquier otra formación social, los cacicazgos sólo se pueden
interpretar racionalmente si se analizan como parte de los procesos
históricos de la sucesión de las sociedades, donde hay desarrollo desigual.
Fue por esto, opina, que Colón encontró en el Caribe tanto cacicazgos como
tribus y bandas. [62]
Robiou asocia a los linajes y los grupos prestigiosos con la ocupación
de puestos jerárquicos que llevarían a la eventual segmentación conocida
como cacicazgo. Califica esta organización como una sociedad compleja con
un sistema político, económico e ideológico intermedio entre la tribu y el
estado. [63] Moscoso enfatiza en la estratificación social que se
manifiesta con el surgimiento de los cacicazgos, que localiza entre los
siglos X y XI. Añade que "aparejado con este nivel también se instituyó un
ceremonialismo político y elaboró una concepción del mundo de índole
teocráticos". [64]
Robert Carmack refuerza la relación entre la economía de producción
excedentaria y la religión en los pueblos amerindios:
Las sociedades del modo de vida cacical agricultor especializado
tenían su economía estrechamente ligada a la religión, pues ésta
establecía la división de los indígenas en clanes, unos nobles otros
no, unos encargados de ciertos trabajos, otros de otros y cada clan en
un determinado territorio, y por lo tanto, en algunos casos, con
acceso diferencial a los bienes materiales. [65]

Otras manifestaciones de la adopción de nuevos conceptos ideológicos
asociados al cacicazgo son formas políticas y legales de manejar la
sociedad. Entre éstos, se reconocen el cemiísmo, los tributos
ceremoniales, la sucesión hereditaria, el arbitrio judicial cacical, la
jurisdicción de los cacicazgos, y los areitos cargados de contenido cacical
y parafernalia distintiva de los jefes. [66]
Robiou opina que la jerarquía social corresponde a "una jerarquización
y humanización de las divinidades, alcanzando la religión una mayor
sofisticación que se refleja en un complejo ceremonialismo y en la
confección y profusión de objetos artísticos". [67] Además de las
dimensiones sociales, Carmack coliga la producción excedentaria con el
enriquecimiento de la cultura material, particularmente con "objetos
suntuarios elaborados, tanto en piedra como en cerámica". [68] Moscoso
añade que a manera de control, los gobernantes se idearon un cuerpo de
sanciones cacicales y se organizó un complejo ceremonialismo político-
religioso y rituales de carácter teocrático. [69] Sued Badillo asocia estos
elementos de diferenciación social – la cultura material simbólica de
status y la construcción de obras públicas – con prácticas de estado. [70]
La estructura social del cacicazgo comprendía cuatro clases:
caciques, nitaínos, behiques, y naborias. [71] Colón utilizó analogías con
las sociedades europeas para explicarlos a la mentalidad española: el
cacique era el rey; los nitaínos eran la nobleza; los naborias eran los
plebeyos o gente común; y los behiques eran los sacerdotes. [72] Bosch
asocia la función del nitaíno, que llama naytiano, con la del pedáneo, [73]
pero aclara que se desconoce si eran jefes de tribus o si tenían bajo su
cargo a un determinado número de vecinos. Señala con seguridad que "sus
actuaciones consistían en hacer obedecer las órdenes del cacique, las
cuales se reducían, casi siempre, a repartir los alimentos, cuidad de las
observanzas religiosas, ordenar los trabajos, dirigir la guerra y
representar en todo a sus gobernados". [74]
La característica principal de esta estructura, en opinión de Robiou,
era "la definida centralización del poder en la figura del cacique y en un
grupo dominante con relaciones de parentesco, considerado por algunos como
una incipiente clase social" que controlaban los medios de producción
social. [75] Los caciques, nitaínos y behiques recibían tributo y
disfrutaban de prerrogativas, traduciendo el tributo a servicio laboral,
que incluía la producción de alimento de obras públicas, servicio militar y
la especialización en artesanías, entre otras. [76]
Los estudiosos de las culturas indígenas coinciden en que otro de los
resultados de la producción excedentaria fue el crecimiento poblacional.
[77] Reforzando las condiciones bajo las que esbozamos nuestra tesis,
entramos en otra área caracterizada por la falta de acuerdo. Marrero ha
expresado que "el estimado de la población taína sigue siendo una
polémica". [78] Por su parte, Sued Badillo propone una relación directa
entre la complejidad social y el tamaño de la población, que tiene como
resultado un alto grado de integración política en la región. [79]
Uno de los primeros informes sobre la población aborigen de las
Antillas lo ofreció fray Bartolomé de Las Casas. Con propósitos
propagandísticos, buscando dramatizar ante los reyes españoles el desastre
que había representado las crueldades de los españoles para los pueblos
indígenas, Las Casas exageró considerablemente los estimados de la
población de las islas. Así, reportó las siguientes: Puerto Rico y
Jamaica, 600,000 habitantes antes de la llegada de los españoles; Bahamas,
500,000; La Española: más de 3,000,000. [80]
Por su parte, Franklin Knight descarta los estimados de Las Casas,
que califica como "imaginativos". Establece que la población indígena no
excedió los tres cuartos del millón de personas, y ofrece estimados más
bajos: Puerto Rico: 45,000; Jamaica: menos de 20,000; Cuba, 50,000; y
La Española: 500,000. [81] En un análisis que repasa los estimados de
poblaciones similares en diferentes fuentes históricas, Angel Rosenblat
reduce el estimado de La Española a 100,000. [82] A nivel de pueblos o
villas indígenas, Moscoso ha propuesto que las taínas tendrían entre 1,000
y 5,000 habitantes, pero establece el promedio entre 2,000 y 3,000 personas
por villa. [83] Marrero sugiere que en la selección de los lugares para
estos asentamientos se considerarían las posibilidades económicas de la
zona. Afirma que en las villas más pobladas se radicaban los caciques.
[84]
Las relaciones de parentesco son un elemento importante en el sistema
de cacicazgo, al grado que algunos historiadores sostienen que el cacicazgo
dependía de la organización tradicional de parentesco. La sucesión
hereditaria de los caciques era matrilineal, por la cual el hijo mayor de
la hermana mayor del cacique era quien heredaba el cacicazgo. Ni los hijos
varones ni las esposas de los caciques heredaban. Fernández de Oviedo lo
resumió de esta manera: "Así que el hijo de mi hermana indubitadamente es
mi sobrino, y el hijo o hija de mi hermano puédese poner en duda". [85]
Rodríguez López afirma que en este sistema, es posible que la figura del
padre, o del padrastro de un cacique fuera irrelevante. [86]
Una de las maneras de extender las redes relacionales que se crean
con el matrimonio era la poligamia, que sólo los caciques podían practicar.
Con el matrimonio se unían comunidades, con quienes se integraba política
y económicamente. Las múltiples esposas del cacique representaban nexos de
sus parientes, en la misma isla o en otras, con su marido. [87] Por lo
tanto, se practicaba el matrimonio exogámico. Desde una óptica cristiana
medieval, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo advirtió en su Sumario
que los indígenas respetaban el primer grado de consanguinidad
(padres/hijos, hermanos/hermanas) en las relaciones sexuales. [88]
A manera de ejemplo de esta práctica, Sued Badillo presenta la unión
de los cacicazgos de Behechio y Caonabo a través del matrimonio de éste con
Anacaona. Plantea la posibilidad de que la relación entre Agüeybaná y el
cacique Andrés de Higüey tuviera su origen en un matrimonio interinsular.
[89] Asimismo, Sued Badillo propone que el guaitiao, o ceremonia de cambio
de nombres, pudo ser una herramienta para extender el círculo de parentesco
"cuando la consanguinidad no ofrecía suficientes recursos para cumplir con
las demandas de producción o compromisos políticos". [90] Otra forma de
extender los lazos relacionales con otras comunidades sería a través del
rapto de mujeres, que Sued Badillo también señala como una prerrogativa
exclusiva de los caciques. [91]
La agricultura y la producción excedentaria de alimentos fueron
instrumentales para el crecimiento de la población que se asocia al
progreso tecnológico y económico, con la resultante ampliación de las bases
alimentarias. [92] Robert Carmack, estudioso de las culturas precolombinas
de Centroamérica, señala que
la agricultura lleva consigo una serie de mecanismos y procesos que se
concatenan para impulsar el crecimiento demográfico, la nuclearización
de los asentamientos humanos, el desplazamiento de éstos hacia
regiones que tengan suelos profundos y fértiles, la innovaciones
tecnológicas y la fragmentación sociopolítica. [93]


Concretamente, la fragmentación a la que hace referencia se traduce entre
los estudiosos caribeños en la segregación de la población tribal en
clases, constituyendo el sistema de organización social que conocemos como
cacicazgos. [94]
De esta manera, la agricultura fue el pilar sobre el que se capacitó
el desarrollo económico y social de los pueblos indígenas al momento del
contacto con los europeos. Sebastián Robiou ha asociado la base del
desarrollo agrícola y su consiguiente aumento en productividad con un mayor
conocimiento de los ciclos climatológicos y de la técnica agrícola. [95] La
tecnología se mantuvo simple, puesto que los aborígenes no conocían los
metales, y su principal, si no el único instrumento de labranza, era la
coa. [96]
Por su parte, Moscoso asocia la progresión en la complejidad de la
organización social amerindia con el desarrollo de sus técnicas agrícolas
que culminaron con los montículos o montones, que califica como una nueva
técnica. [97] Citando a Sven Loven, Marrero identifica el sistema de
cultivo en montículos con un sistema de drenaje para la humedad. Otros
autores lo asocian con el desconocimiento del arado y el más fácil
mantenimiento, además de con el cultivo en bosques talados y quemados para
convertirlos en zona de siembra, en los que quedarían troncos de gran
tamaño de difícil remoción. [98] Francisco Scarano añade que el terreno era
abonado y fertilizado con las cenizas de yerbajos y plantas quemadas.
Afirma: "Dejan descansar los suelos, que no cultivan de seguido, en años
consecutivos, con tal de no agotarlos demasiado. Siembran, o permiten
crecer, árboles de sombra alrededor de las hileras de montones". [99]
Wilson ha subrayado que las economías de los taínos y caribes, al
igual que las de los pueblos que los antecedieron, dependían de diversos
recursos alimentarios. [100] Marrero destaca que el cultivo de tubérculos
"fue un rasgo distintivo de los arahuacos que, en sentido general, son
considerados por los antropólogos como los pueblos agricultores por
excelencia del área sudamericana al este de los Andes". Este tubérculo
constituía el elemento fundamental de la agricultura taína, continúa,
porque todas las estaciones eran de producción. Además, de la yuca se
producía pan, licores de dulce y agrio que servían de miel y de vinagre,
potaje, leña para el fuego, veneno y ponzoña. [101]
Robiou sostiene que la yuca se cultivaba en diciembre en anticipo a la
temporada de sequía. En lo que maduraba la planta, se comía de aquéllas
que habrían sido sembradas hacía más de un año. Añade que la productividad
aumentaba con el "mayor conocimiento de los ciclos climatológicos, lo que
redunda en una mayor concentración del poder". Al mejorar la
productividad, "la población aumenta, crecen los poblados construidos y las
plazas ceremoniales". [102]
Las sociedades indígenas se adaptaron progresivamente a sus
medioambientes. Wilson contrasta el desarrollo que lograron los taínos con
las técnicas de subsistencia de los caribes, que califica como menos
intensivas: la caza de cangrejos de tierra, de caracoles, del agouit,
aves, lagartos, manatíes, tortugas marinas y pescado. A nivel agrícola,
los caribes cultivaban casabe, maíz, batatas, ñames, frijoles y ajíes.
[103] Marrero propone que los arawacos insulares introdujeron desde
Sudamérica las plantas que cultivaron, entre éstas, la yuca y el maíz.
Fernández de Oviedo destacaba el rendimiento en la siembra del maíz, que
daba hasta 100 fanegas por cada una de sembradura. [104] Sobre el tabaco,
Marrero lo califica como un cultivo exigente, lo que requeriría mayor
esfuerzo que la yuca. [105]
El casabe, llamado por los primeros españoles como "el pan de la
tierra", era complementado nutrimentalmente con otros alimentos que
aportaban importantes proteínas. Además de la agricultura, los primeros
cronistas reportan actividades agropecuarias y de caza. Marrero recoge las
informaciones en cuanto a la creación de viveros de peces en el mar, y la
de corrales para tortugas marinas. Moscoso valida esta aseveración,
señalando que los taínos tenían una sofisticada actividad pesquera, que era
una de las principales fuentes de proteína. Suma a la pesca la caza de
jutías, tiburones y manatíes. [106]
Marrero también menciona el sistema de pesca con la utilización de
venenos. Validando la información que ofrece Fernández de Oviedo en su
Sumario, describe el sistema de caza de aves acuáticas en la que los
indígenas se sumergían bajo ellas, y las hundían al halarlas por una pata,
ahogándolas. Al no hacer ruido, las demás aves no se espantaban, y la
cacería continuaba. También relata la técnica de caza de tortugas descrita
por Oviedo en la que se utilizaba un pez de espinas al que se le amarraba
un hilo a la cola, que se pegaba a ellas. Una vez pegada, se halaba del
hilo y se traía a la orilla la tortuga. [107]
Sued Badillo asocia la complejidad social con el nivel de organización
política. Los elementos considerados para evaluar esta complejidad son:
el número de establecimientos poblacionales, las obras públicas, y la
cantidad y la calidad de la cerámica producida. Otro factor que se
considera es el grado de organización territorial. [108] Una de las
manifestaciones más notables de las sociedades con economías de producción
excedentaria son, precisamente, las obras públicas. Quizás las más
conocidas de estas obras son los parques de pelota.
Sin embargo, hubo otros tipos de construcción en las sociedades taínas
de La Española y Puerto Rico. Esteban Prieto Vicioso señala cuatro tipos
de edificaciones; a saber, viviendas, cocinas, templos, y atarazanas o
cobertizos. A estas añade las barbacoas o depósitos elevados para guardar
maíz u otros comestibles, los cuales también pudieron ser utilizados para
espantar desde ellas los pájaros. También incluye referencias a calles,
barrios, casa de guardia y cárcel, entre otras, haciendo referencias a las
cartas de Colón y a los cronistas. [109]
En La Española, Plinio Piña Peña subraya la mención de acequias, o
simples canales de riego, que hace Las Casas en relación al río Camín.
Para validar esta mención, cita a Roberto Cassá, quien reconoce "la
construcción de rudimentarios canales de riego a fin de mantener permanente
la producción agrícola". [110] Prieto Vicioso también se hace eco de la
mención de Colón de "atarazanas o enramadas construidas de mandera y
cubiertas de grandes hojas de palma que protegían del sol y el agua a las
almadías o canoas hechas de un solo tronco". [111]
La construcción misma de las casas refleja diversidad en las
sociedades aborígenes. Prieto Peña señala que Colón reportó la variedad de
construcciones en las islas visitadas, desde la casa de una sola habitación
en Cuba, hasta otra que calificaba como no muy grande, llegando a reportar
una de dos puertas en La Española. Este autor incluye una referencia al
relato de Escobedo sobre las grandes casas que tendrían divisiones
interiores, donde algunos espacios fungían como dormitorios. [112]
Otra manifestación de la economía excedentaria es la cerámica. Ya
habíamos visto que ésta fue utilizada como parte de la teocratización de la
sociedad. Tenemos conocimiento parcial de algunas obras de arte taíno al
momento del encuentro con los europeo. Partiendo del inventario de objetos
que Colón tomó del cacique Caonabo, Ricardo Alegría desvela lo que llama
"la riqueza de la parafernalia asociada a sus creencias mágico-religiosas".
Entre los artículos se incluyen incrustaciones de láminas de oro y de
concha en objetos de madera, piedra, hueso y algodón. Alegría señala que
"la riqueza artística y ornamental que se desprende del estudio cuidadoso
de toda esta documentación etno-histórica contradice y corrige la visión de
la pobreza material que ha identificado la cultura de los indios taínos de
las Antillas Mayores". [113]
No podemos ignorar la utilización de conchas para la fabricación de
artefactos. El arqueólogo dominicano, Elpidio José Ortega, identifica la
utilización de estos moluscos en la confección de instrumentos musicales, y
señala al fotuto como uno de ellos, utilizado tanto por arawacos como
caribes de las costas venezolanas y de las Antillas Menores "para emitir
sonidos graves y poder comunicarse entre ellos, especialmente cuando
realizaban actividades de pesca o cuando estaban en puntos distantes en las
montañas". En este renglón también incluye los collares sonajeros que se
colocaban en los tobillos. Finalmente, en su utilización ceremonial,
especifica que objetos de concha se usaban como "adornos corporales,
cuentas utilizadas en collares, placa para los brazos, pectorales,
orejeras, colgantes, adornos labiales, amuletos, collares de cuello y
collares de tobillo". [114]
Reniel Rodríguez ha estudiado la presencia de objetos en las Antillas
Menores producidos con materiales disponibles en las Mayores. Ha
documentado la especialización a nivel comunitario para el intercambio, aún
antes de la llamada etapa taína. Sin embargo, observa que para el periodo
del contacto, se redujo la actividad entre ambas subregiones. Señala que
…a partir de 1,000 d.C … se observa un alineamiento en los patrones
decorativos de la cerámica, así como en la producción de una
parafernalia ritual que contiene una serie de códigos que se
reproducen, aunque de formas variadas, en diversos tipos de materia
prima y contextos. Aunque los contactos con las Antillas Menores no
se interrumpen en su totalidad, sí se nota un incremento en los
indicadores de interacciones registradas entre Puerto Rico y las
Antillas Vírgenes (sic) con las Antillas Mayores, mientras que las
islas menores al sur del Pasaje de Anegada se continúan intensificando
dichas interacciones entre ellas y con el noreste de América del Sur.
[115]


David Watters ha documentado la presencia de este intercambio, que
considera el germen del comercio, entre diferentes islas en el Caribe
oriental. A través de análisis arqueológico, ha podido identificar
materiales que llama "exóticos" en algunas islas cuyos recursos naturales
no hubieran permitido producirlas. Entre éstas, destacan las piedras, como
la serpentina de las Antillas Mayores y la turquesa de Sudamérica,
encontradas en la isla de Montserrat, que señalan canales de intercambio
tanto de corta como de larga distancia. [116]
El ejercicio de recoger en un ensayo la variedad de pueblos aborígenes
que ocupaban el hoy llamado Caribe insular no ha sido tarea fácil. En
ausencia de documentación con la cual se desarrollarían relatos históricos
sobre estos pueblos – que Moradiellos llama "reliquias" – he encontrado
magnífica literatura histórica que aborda este tema desde una gran variedad
de ángulos. Las propuestas, aunque a veces contradictorias, están muy bien
sustentadas.
El estudio de la bibliografía sobre el desarrollo económico de los
indígenas caribeños reta una gran variedad de conceptos establecidos por
generaciones en nuestro país. Por un lado, queda retada la aceptación
generalizada de la hegemonía de los taínos en la región. Hubo múltiples
pueblos y múltiples lenguas. Se acepta que algunos de los pueblos que
compartían las islas con los taínos estaban subyugados a ellos. La
producción de cultura material era desigual. El contraste más frecuente es
entre los taínos y los llamados caribes, aunque habría pueblos más
atrasados en su desarrollo y organización en las islas de Cuba y Española.

Sin embargo, la región no estaba fragmentada. Los cacicazgos taínos
cruzaban fronteras. El mar no era una barrera, sino un puente entre islas.
Como señala Sued Badillo, las diferencias entre las islas no eran étnicas,
sino socioeconómicas. En contacto con islas vecinas, los taínos vivían en
sociedades muy estructuradas donde cada segmento tenía una función, con un
sistema cacical que mantenía el balance y el funcionamiento del pueblo y de
su economía.
El desarrollo político logrado por los taínos bajo el cacicazgo
reflejó el proceso de evolución de las relaciones sociales en la América
precolombina. Este proceso hubiera llevado como próximo paso natural el
establecimiento de Estados, pero fue brutalmente interrumpido con la
conquista europea. No empece a ello, en su manifestación material, el
cacicazgo sirvió de base para la producción de cerámica y de obras
públicas, incluyendo parques ceremoniales e incipientes canales de riego,
además de otras estructuras de madera que aunque no sobrevivieron al
tiempo, quedan registrados en las frágiles crónicas de la conquista, y en
los restos arqueológicos hallados y por hallar.
Las sociedades aborígenes que encontraron los europeos en el Caribe
eran diversas, plurales y variadas. Había diferencias de etnias y de
organización dentro de una misma isla y a través de las islas. Unas
estaban más desarrolladas que otras. Hablaban diferentes lenguas. No
obstante, existía una conexión entre todos estos pueblos que no limitaba el
mar; por el contrario, el mar era el medio de conexión de estos pueblos que
se encontraban en etapa neolítica. Más de quinientos años después, los
modernos pueblos del Caribe continuamos tratando de encontrar una conexión
como la que una vez nos unió.
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-----------------------
[1] Como remate, llama la atención la virtual ausencia del elemento
precolombino en las historias generales del Caribe, entre las que incluyo
las de Moya Pons, Eric Williams, y Augier et al., que incluimos en nuestra
bibliografía.
[2] Francisco Scarano. Puerto Rico. Cinco siglos de historia (México DF,
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[3] Angel Rosenblat. "La población de La Española en 1492". En Los taínos
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editores (Santo Domingo: Academia Dominicana de la Historia, 2013), 51.
[4] David Watts. The West Indies. Patterns of Development, Culture and
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1994), 43.
[5] Miguel Rodríguez López. Crónicas taínas (cuatro ensayos de lucha e
identidad) (San Juan: Editorial Nuevo Mundo, 2010), 94.
[6] Francisco Moscoso. Sociedad y economía de los taínos (Río Piedras:
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[7] Franklin Knight. "The Political Geography of the Pre-Hispanic
Caribbean". The Caribbean: The Genesis of a Fragmented Nationalism (New
York: Oxford University Press, 1990), 9.
[8] Jalil Sued Badillo. "The Indigenous Societies at the Time of the
Conquest". General History of the Caribbean, Vol. 1: Autochthonous
Societies. Jalil Sued Badillo, editor (Londres: UNESCO Publishing y
Macmillan Education Ltd., 2003), 259.
[9] Knight, 14.
[10] Francisco Moscoso. "Chiefdoms in the Islands and Mainland: A
comparison". General History of the Caribbean, Vol. 1. Autochthonous
Societies. Jalil Sued Badillo, editor (Londres: UNESCO Publishing y
Macmillan Education Ltd., 2003), 293.
[11] Moscoso, Sociedad y economía, 5 y 30. La grafía para "arawacos"
aparecerá en la documentación de diferentes autores como "arahuaco" y
"arawako".
[12] Sued Badillo, "The Indigenous Societies…", 259-260.
[13] Moscoso, "Chiefdoms…", 293.
[14] Knight, 23.
[15] Juan Bosch. De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe, frontera
imperial (Santo Domingo: Editorial Alfa y Omega, 2009), 56.
[16] Sued Badillo, "The Indigenous Societies…", 259.
[17] Jalil Sued Badillo. La mujer indígena y su sociedad (San Juan:
Editorial Cultural, 2010), 15.
[18] Reniel Rodríguez. "Intersecciones históricas entre Puerto Rico y las
Antillas Mayores en tiempos precoloniales". Olmo Frese, Laura del,
editora. Encuentro con el Caribe francés. Un encuentro entre literatos,
historiadores, arqueólogos y antropólogos de Haití, Guadalupe, Martinica y
Puerto Rico (San Juan: Fundación Cultural Educativa e Instituto de Cultura
Puertorriqueña, 2010), 114.
[19] Moscoso, Sociedad y economía, 32.
[20] Arnold. R. Highfield. "Some Observations on the Taino Language". The
Indigenous People of the Caribbean. Samuel M. Wilson, editor (Gainesville:
University Press of Florida, 1997), 157.
[21] Sued Badillo, Los caribes…, 103.
[22] Marrero, 53.
[23] Moscoso, "Chiefdoms…", 298.
[24] Highfield, 155.
[25] Knight, 10.
[26] Dominique Bluhdorn y Stephen D. Kaplan, editores. Altos de Chavón.
Museo Arqueológico Regional. Catálogo Conmemorativo V Centenario (Santo
Domingo: Amigo del Hogar, 1992), 51.
[27] Knight, 22-23.
[28] Bluhdorn y Kaplan, 51.
[29] Watts, 52. En su mapa con los asentamientos por etnia, no incluye a
los guanatahabeyes ni a los lucayos.
[30] Highfield, 155.
[31] Ibid.
[32] Gonzalo Fernández de Oviedo. Sumario de la natural historia de las
Indias. Edición de Manuel Ballesteros Gaibrois (Madrid: Dastin, sin
lugar, 2002), 85. Identifica como "yucayos" a los habitantes de las
actuales Bahamas, conocidas a comienzos de la conquista como las Lucayas.
[33] Highfield, 156.
[34] Sebastián Robiou Lamarche. Taínos y Caribes. Las culturas aborígenes
antillanas (San Juan: Editorial Punto y Coma, 2003), 152.
[35] Watts, 41-42. En este punto hay que mencionar la obra de Jalil Sued
Badillo, Los caribes: realidad o fábula, donde hace referencia a trabajo
arqueológico que no ha encontrado evidencia de enfrentamientos bélicos en
la mencionada isla.
[36] Knight, 19-22.
[37] Highfield, 156-157.
[38] Jalil Sued Badillo. Los Caribes: realidad o fábula (San Juan:
Editorial Cultural, 1978), 38 y 67-77.
[39] Henri Petitjean-Roget. "Los Caribes de las Antillas Menores: teniendo
en cuenta la historia". Olmo Frese, Laura del, editora. Encuentro con el
Caribe francés. Un encuentro entre literatos, historiadores, arqueólogos y
antropólogos de Haití, Guadalupe, Martinica y Puerto Rico (San Juan:
Fundación Cultural Educativa e Instituto de Cultura Puertorriqueña, 2010),
100-101.
[40] Miguel Rodríguez López. "La construcción del Caribe desde la
perspectiva arqueológica". Olmo Frese, Laura del, editora. Encuentro con
el Caribe francés. Un encuentro entre literatos, historiadores,
arqueólogos y antropólogos de Haití, Guadalupe, Martinica y Puerto Rico
(San Juan: Fundación Cultural Educativa e Instituto de Cultura
Puertorriqueña, 2010), 94.
[41] Highfield, 155.
[42] Rodríguez López, Crónicas taínas…, 106.
[43] Miguel Rodríguez López. "Diversidad cultural en la tardía prehistoria
del este de Puerto Rico". La revista del Centro de Estudios Avanzados de
Puerto Rico y el Caribe. Núm. 15 (jul-dic 1992): 58-74.
[44] Rodríguez López, "La construcción del Caribe...", 93.
[45] Watts, 42. No se nombran caciques para estas regiones.
[46] Knight, 17. No menciona el sexto.
[47] Bartolomé de Las Casas. The Devastation of the Indies. A Brief
Account. Traducida al ingles por Herma Briffault (Baltimore/Londres: The
Johns Hopkins University Press, 1995), 35-40.
[48] Sued Badillo, "The Indigenous Societies…", 264. Por la diferencia en
nombres, presumimos que los cacicazgos no necesariamente corresponderían a
las divisiones geográficas.
[49] Ibid, 263.
[50] Sued Badillo, La mujer indígena…, 17.
[51] Knight, 17. Lamentablemente, tampoco los nombra.
[52] Robiou, 70.
[53] Robiou, 67.
[54] Sued Badillo, "The Indigenous Societies…", 260.
[55] Leví Marrero. Cuba: economía y sociedad. Tomo 1. Antecedentes,
siglo XVI: la presencia europea (Madrid: Editorial Playor, 1993), 51 y
53.
[56] Rodríguez López, Crónicas taínas…, 84-85.
[57] Marrero, 57.
[58] Esteban Prieto Vicioso. "La arquitectura indígena en La Española".
CLÍO, Órgano de la Academia Dominicana de la Historia. Año 77, Núm. 175
(enero-junio 2008): 143.
[59] F.R. Augier, S.C. Gordon, D.G. Hall, y M. Reckord. The Making of the
West Indies (Essex: Carlong Publishers, 2009), 3.
[60] Moscoso, Sociedad y economía, 32 y 34.
[61] Ibid, 7-8.
[62] Moscoso, "Chiefdoms…", 293-294. Como tantos otros aspectos en el
estudio de las sociedades aborígenes, Moscoso subraya que la definición de
cacique y cacicazgo está adulterada por los prejuicios y conceptos errados
de los colonizadores europeos (p. 297).
[63] Robiou, 67 y 69.
[64] Moscoso, Sociedad y economía, 7-8. Añade: "Durante esta etapa, las
relaciones cacicales se entretejen con una economía generadora de
excedentes abundates y regulares, una producción e intercambio primitivo
de mercancías, una tecnología neolítica más avanzada, un conjunto de
oficios y artesanías más diversos y refinados."
[65] Robert M. Carmack, editor. Historia General de Centroamérica. Vol. 1.
Historia antigua (Madrid: Comunidades Europeas, Quinto Centenario, FLACSO,
1993), 266.
[66] Moscoso, Sociedad y economía, 96.
[67] Robiou, 69.
[68] Carmack, 243.
[69] Moscoso, Sociedad y economía, 34.
[70] Sued Badillo, "The Indigenous Societies…", 260-261.
[71] Moscoso, Sociedad y economía, 96.
[72] Moscoso, "Chiefdoms…", 300.
[73] Según la Real Academia de la Lengua Española, pedáneo era un alcalde
de barrio, de menor rango, designado para lugares rurales. Diccionario de
la Lengua Española. http://lema.rae.es/drae/?val=ped%C3%A1neo. Capturado
el 25 de noviembre de 2014.
[74] Juan Bosch. Indios. Apuntes históricos y leyendas (Santo Domingo:
Editorial Alfa y Omega, 1992), 24-25.
[75] Robiou, 69.
[76] Moscoso, "Chiefdoms…", 301.
[77] Moscoso, Sociedad y economía, 98.
[78] Marrero, 55.
[79] Sued Badillo, "The Indigenous Societies…", 260.
[80] Las Casas, 29, 30, 43.
[81] Knight, 6-7 y 17.
[82] Rosenblat, 52.
[83] Moscoso, "Chiefdoms…", 298-299.
[84] Marrero, 57.
[85] Fernández de Oviedo, 88.
[86] Rodríguez López, Crónicas taínas…, 39.
[87] Sued Badillo, Los caribes…, 60.
[88] Fernández de Oviedo, 67.
[89] Sued Badillo, La mujer indígena…, 50.
[90] Sued Badillo, "The Indigenous Societies…", 261-262.
[91] Sued Badillo, Los caribes…, 61.
[92] Moscoso, Sociedad…, 94.
[93] Carmack, 238.
[94] Moscoso, Sociedad y economía…, 96-98.
[95] Robiou, 69.
[96] Sobre los instrumentos en los pueblos amerindios de Centroamérica, en
contraste con el Caribe, Fernández de Oviedo registra la existencia de un
tipo de pala formada con cochas grandes sujetadas a un trozo de madera,
útil para los terrenos más sueltos del Pacífico Norte. Eugenia Ibarra
Rojas. Las Sociedades cacicales de Costa Rica (siglo XVI) (San José:
Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2002), 75. Wilson, por su
parte, asocia la técnica de montones con horticultura, no con agricultura
(p. 128).
[97] Moscoso, Sociedad y economía, 31 y 94.
[98] Marrero, 62.
[99] Scarano, 68.
[100] Wilson, 129.
[101] Marrero, 58, 63 y 65.
[102] Robiou, 69 y 110.
[103] Wilson, 118 y 129.
[104] Fernández de Oviedo, 68.
[105] Marrero, 59 y 69.
[106] Moscoso, "Chiefdoms…", 299-300. En su Sumario, Fernández de Oviedo
se refiere al manatí como el peje más feo que había visto.
[107] Marrero, 69.
[108] Sued Badillo, "The Indigenous Societies…", 264.
[109] Prieto, 122, 143-144.
[110] Plinio F. Piña Peña. "¿Construyeron nuestros aborígenes canales de
riego?" Boletín del Museo del Hombre Dominicano. Año XV, Núm. 21 (1988):
88.
[111] Prieto, 116.
[112] Ibid, 116-119.
[113] Ricardo E Alegría. "Etnografía taína en el momento de la conquista de
las Antillas Mayores". La Revista del Centro de Estudios Avanzados de
Puerto Rico y el Caribe. Núm. 2 (ene-jun 1986): 70.
[114] Elpidio José Ortega. Los objetos de conchas de la prehistoria de
Santo Domingo (Santo Domingo: Fundación Ortega Álvarez y Publicaciones de
la Academia de Ciencias de la República Dominicana, 2001), 21-24.
[115] Reniel Rodríguez, 112.
[116] David R. Watters. "Maritime Trade in the Prehistoric Eastern
Caribbean". The Indigenous People of the Caribbean. Samuel M. Wilson,
editor (Gainesville: University Press of Florida, 1997), 98.
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