DISTRIBUCIÓN DEL PODER POLÍTICO EN JOAQUÍN HERRERA, APORTACIONES PARA UN PROCESO DEMOCRÁTICO EN LA CIUDAD DE S

July 19, 2017 | Autor: V. Barragan Robles | Categoría: Political Science, Derechos Humanos, Participación ciudadana, Democracia
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DISTRIBUCIÓN DEL PODER POLÍTICO EN JOAQUÍN HERRERA, APORTACIONES PARA UN PROCESO DEMOCRÁTICO EN LA CIUDAD DE SEVILLA VICENTE BARRAGÁN, RAFAEL ROMERO y JOSÉ M. SANZ Grupo de Investigación del Aula - Seminario de Derechos Humanos «José Carlos Mariategui» y Curso de Postgrado de Derecho a la Ciudad

1. EL PRINCIPIO DE DISTRIBUCIÓN DE PODER POLÍTICO EN LOS PRESUPUESTOS PARTICIPATIVOS Repensar nuestro sistema democrático. Señalar aquellos aspectos meramente procedimentales de los valores que inspiran el ideal democrático. Retomar as una mirada cercana a las experiencias democráticas que se están activando y fundamentar una interpretación distinta del papel de la ciudadanía en la toma de decisiones comunes. El concepto de distribución del poder político, utilizado por el profesor Joaquín Herrera, nos adentra en estos aspectos y nos posicionan ante esa sociedad convivencial como nos planteaba Illich.1 Esta edición en memoria de Joaquín Herrera nos brinda la oportunidad de poder desgranar el ideal de democracia que nuestro querido profesor trabaj como un punto más de su visión en los Derechos Humanos; como una parte más de la visión crítica sobre nuestra organización político y social, aceptada como base de nuestro

1. «Llamo sociedad convivencial a aquella en la que la herramienta moderna está al servicio de la persona integrada en la colectividad y no al servicio de un cuerpo de especialistas. Convivencial es la sociedad en la que el hombre controla la herramienta.» I. ILLICH (1974): La sociedad convivencial, Barcelona, Barral editores.

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devenir político. Pero más aún, la recuperación y revitalización de un discurso de base, nacido desde abajo, sobre nuestras democracias y sus fines últimos, nos adentra en conceptos clásicos sobre la democracia. * Si la democracia, como sistema institucional y político debe responder a la libertad de las personas, no puede quedarse sólo en eso —como nos comenta Herrera, por medio del concepto que queremos compartir en este texto— permitiéndonos ir más all, para cuestionar nuestra visión de la libertad, como apunta nuestra primera cita, y de este modo, impulsar esos procesos colectivos y solidarios que aportan valor al ideal con el que convivimos cotidianamente. Por ello, en este texto nos mueven dos grandes deseos. Uno inicial, que se dirige a profundizar en la fundamentación de los presupuestos participativos comenzados en Sevilla; por medio del principio de distribución del poder político, que Herrera marcó como posible principio orientador de la experiencia de los presupuestos participativos sevillanos, podemos conocer la profunda revisión que nuestro profesor pretendía realizar a las experiencias de democracia locales. Como veremos, la mayor parte de los métodos organizativos de la experiencia sevillana tienen como inspiración política y filosófica la argumentación de este principio. Como segunda gran motivación, este ejercicio reflexivo de encuentro entre lo teórico y lo práctico, no deja de ser, en cierto modo, nuestro pequeño homenaje al esfuerzo emprendido por nuestro profesor, y a su compromiso a la hora de orientar y fundamentar la experiencia de los presupuestos participativos en Sevilla. Este novedoso ensayo democrático de la capital andaluza, nos adentrará en la concepción de la democracia y la participación que nuestro admirado maestro tenía. En el momento que Herrera fue invitado a formar parte de la iniciativa de puesta en funcionamiento de los presupuestos participativos por parte del Ayuntamiento de Sevilla en el año 2004, suponemos, se encontró con un momento crítico, aunque no por eso menos esperado, en cuanto a las posibilidades reales de activar una experiencia que conocía bien. Su relación directa a lo largo del tiempo con las experiencias brasileñas y otras latinoamericanas le alertarían sobre las trabas que podría suponer *. N. E. Confrontar con el capítulo 5 de este mismo volumen, GÁNDARA CARBALLIDO, Manuel E. La reinvención de las democracias. Para revisar las visiones de la democracia en el mundo árabe, véase el capítulo 13 MACÍAS AMORETTI, Juan Antonio. Democracia y backlash neocolonialista en el pensamiento político árabe contemporáneo: perspectivas ideológicas y socio-históricas.

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un contexto tan distinto y desigual como el español. Distinto, porque las experiencias que hasta el momento se había producido en nuestra región andaluza se habían caracterizado por la relación clásica entre administración y ciudadano cuya importancia estaba basada en generar procesos consultivos para legitimar políticas y decisiones sustanciales de la vida social local y regional. Desigual también, pues la cultura política andaluza, instaurada en una democracia representativa dominada por la dicotomía conservadora y progresista, dentro de una ciudad periférica de la estructura productiva europea, creaba ciertas distinciones importantes para asemejarse a los procesos brasileños, tanto en cultura política, como en procedimientos o prioridades sociales a ejecutar. Ciertamente, la elección por parte del profesos Herrera de canalizar a nivel teórico el proceso sevillano con el principio de distribución del poder político2 permitía acercar estos contextos dispares. Así es, ya que el principio permite establecer una línea conceptual general de fines a someterse por parte de las experiencias de presupuestos participativos, arropándose éstas, en la teoría crítica sobre el concepto occidental de democracia (entendemos que teniendo como faro las experiencias brasileñas). A la vez, facilitaba introducir una orientación programática que partía del sur en los momentos incipientes del proceso. De esta forma, bajo el principio que aquí tratamos, el profesor Herrera pudo desplegar todo un sistema - guía a la experiencia sevillana, que intercala el contexto político español con el referente brasileño. No podemos dejar de admirar como el profesor Herrera permeaba el ámbito académico español con ideas surgidas del sur latino. Por otro lado, el profundo compromiso de Herrera con una idea más profunda del ideal democrático y la necesaria participación de la ciudadanía muestra una defensa continuada del proceso participativo como base transformadora del tejido social, tanto políticamente, como distributivamente. Lo fundamental para Herrera es que la democracia, por medio de la participación, debe permitir gozar de los bienes democráticos al conjunto de la gente. Estableciéndose, de este modo, una

2. El principio de distribución del poder político y su desarrollo, así como las implicaciones para los presupuestos participativos de Sevilla podemos encontrarlo en un artículo colectivo denominado: HERRERA, J. (2005):«La democracia en procesos participativos: principios, fundamentos y requisitos», en TOMÁS, V., La Pedagogía de la Decisión. Construyendo ciudadanía/ 10. CIMAS, Madrid.

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relación directa, entre libertad y equidad material, entre bienestar y bien común, entre la política y felicidad.3 De manera sencilla y sutil el principio de distribución del poder político nos sitúa ante una nueva forma de gobernar. El planteamiento de Herrera nos posiciona ante la importancia de ir más allá de las características formales de la democracia liberal en la que nos movemos, para centrarnos en el proceso en sí democrático. Como en su día planteaba Castoriadis, podemos ver la democracia como procedimiento o como régimen; es decir, verla como un conjunto de elementos procedimentales, o por el contrario, verla como una serie de estrategias político - institucionales. De este modo, la democracia estará situada en un lugar u otro, con una visión distinta de lo colectivo, o con una concepción determinada de los fines políticos y el tipo de ser humano que corresponde a una sociedad. Pudiendo prescindir, como hace en muchos autores liberales comprometidos con la evaluación procedimental, de aquellas finalidades sustanciales a las que las instituciones democráticas suponemos pretenden contribuir: la igualdad, la equidad y la libertad. 4 Sin embargo, Herrera comprende perfectamente que esta visión crítica no puede (ni debe) competir con la democracia representativa. Más bien, el juego que nos plantea es de tensión, de desplazamiento de los criterios democráticos hacia una democracia donde la iniciativa de cambio tenga como protagonista a la ciudadanía. No obstante, para ello, desde el principio que tratamos, se sugiere un planteamiento de

3. Castoriadis realiza una distinción sobre bien común y buen vivir en la que el profesor Herrera, creemos, estaría plenamente de acuerdo: el objetivo de la política no es la felicidad, sino la libertad; la política se encarga de la libertad efectiva, es decir, de la autonomía individual y colectiva; la política abre las puertas a discutir sobre las instituciones establecidas y las decisiones tomadas; y a ese respecto, se somete a reflexión la concepción de bien común y de justicia. Sin embargo, la felicidad trata sobre el bien vivir; ésta última depende de nosotros de manera individual, pero no por eso es apartada de la colectividad. De esta forma, como plantea el autor, ambas casan en que la realización del bien común es la condición del buen vivir. (…)El bien común es, al mismo tiempo, una condición de la felicidad individual y también atañe a las obras y trabajo que la sociedad —feliz o no— querría ver realizadas. C. Castoriadis «La democracia como procedimiento y como régimen». CASTORIADIS C. (1995): «La democracia como procedimiento y como régimen», Leviatán: revista de hechos eideas, 64, Madrid, págs. 65-84. 4. CASTORIADIS C., op.cit. Recordemos que Liberté, égalité, fraternité, palabras perfectamente concomitantes, rezan como valores esenciales de los ideales democráticos desde 1789.

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mejora para realizar un acoplamiento a lo ya conquistado —por medio de la lucha, no debemos olvidarlo— con lo que deberíamos conseguir. Para Herrera, el punto de partida se encuentra en lo existente, con una intención profunda de completar el contexto político en el que nos movemos en Sevilla. Es imprescindible hacer de la participación un ejercicio permanente para la ciudadanía. Esto no es casual, el ideal democrático que se describe está en línea con lo expresado por Rancière, en el que el proceso democrático se comprende como la tensión producida entre el espacio público y el privado. La democracia es un proceso en el que históricamente la acción de los sujetos ha sido fundamental para conseguir trasladar aquello que en lo privado o particular negaba un derecho universal o colectivo. Este movimiento ha permitido que aquellos hechos o situaciones que en un principio —por la lógica del poder— quedaban en el ámbito privado, se convirtieran en público para cargarlo de derechos y protección (relaciones laborales, derechos de la mujer, segregación racial, derechos de la homosexualidad, luchas indigenistas, por ejemplo). Bajo la forma de la polémica, el juego democrático, el procedimiento en democracia, hace emerger espacios y relaciones que habían sido tratados como privados y particulares; se universalizan. 5 Como inicio de nuestra argumentación, El principio de distribución del poder político, frente al formalismo del principio de igualdad de poder, enfatiza la esfera pública. La democracia es el régimen en el que la esfera pública se hace verdadera y efectivamente pública, pertenece a todos, está efectivamente abierta a la participación de todos. 6 Esta posición ante la democracia debe ser amplia, ir más allá de los exiguos planteamientos de acceso formal al poder, para llegar a configurar un orden social más justo, y a la vez un ámbito participativo extensible a todo el tejido social. No puede ser el número de votantes el factor decisivo de medición de las decisiones políticas, y la legitimación de las decisiones democráticas. Es el espacio público de participación el que debe prevalecer, en combinación con el voto de la ciudadanía. 7

5. RANCIÈRE J. (2006) El odio a la democracia. Buenos Aires, Amorrortu editores. 6. CASTORIADIS, C (1996) La democracia como procedimiento y como régimen. Ibíd. 7. HERRERA J. (1985) «La participación política en John Rawls y el concepto de participación democrática». Revista de las Cortes Generales, 5, págs. 117-170.

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Los nuevos retos sociales no son alcanzables por medio de una sociedad expresada en partes aisladas; la respuesta recae en un conjunto de trazos compuestos por opiniones comunes que sean representativas de la heterogeneidad de interpretaciones que configuran nuestro mundo. No obstante, en un mundo permanentemente fragmentado por las dinámicas sociales y económicas, la democracia y la participación son elementos sustentadores de una reinterpretación del espacio colectivo y común, dando como resultado una ampliación de lo público. La lucha para poder liberar el poder hacer del poder-sobre, es la lucha por la reafirmación del flujo social del hacer, contra su fragmentación y negación. De un lado se encuentra la lucha para volver a entrelazar nuestras vidas sobre la base del reconocimiento mutuo de nuestra participación en el flujo colectivo del hacer; del otro está el intento de imponer la fragmentación en tal flujo una y otra vez, de imponer la negación de nuestro hacer. 8 El primer gran debate de los presupuestos participativos de Sevilla, al comenzar el proceso en el año 2004, reflexionaba sobre estas tendencias: el espacio público debía ser un espacio de participación universal. Navascués nos acerca al debate.9 Sevilla optó por una participación que tomaba como referente la estructura de Porto Alegre, de carácter universal y con un papel predominante de las asociaciones, frente a la de otras experiencias españolas que prescindían del tejido asociativo en el proceso. Consecuentemente, las asociaciones tomaron un papel dinamizador; seguidamente, se estableció un marco universal de participación, liderado por le tejido social organizado. En este sentido, los colectivos y asociaciones han sido parte fundamental y básica del proceso de dinamización y movilización del proceso entre la ciudadanía desde el comienzo de los presupuestos participativos. Para ello se establecieron los llamados Grupos Motores. El reglamento de los presupuestos participativos de Sevilla, 2010-2012, establece que los Grupos Motores son: grupos de trabajo voluntarios integrados por la ciudadanía (artículo 18, sección primera, capítulo II). Al comienzo, y hasta hoy en día, el verdadero motor ciudadano y dinamizador del proceso han sido el tejido asociativo, que, aun así, se

8. HALLOWAY J. (2002) Cambiar el mundo sin tomar el poder (el significado de la revolución hoy). México, El Viejo Topo. 9. NAVASCUÉS J. (2005) «Vas, propones y votas… ¿Así de fácil?» en VILLASANTE, T., La pedagogía de la decisión (construyendo ciudadanía, 10), CIMAS, Madrid.

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ve obligado a compartir la organización de la experiencia con la ciudadanía no organizada, tanto dentro como fuera de los Grupos Motores. Las funciones de los Grupos Motores son esenciales en la construcción de la metodología desde la base. Sus competencias principales, a parte de la propia dinamización y difusión de cada ejercicio presupuestario, es la de informar y canalizar aquellas sugerencias que la ciudadanía puede aportar al proceso. Y esta dinámica de funcionamiento se ve reforzada por el esquema de autonomía y deberes que se les insta a cumplir. Mientras se aboga por la plena autonomía en su forma de organización —apoyada de forma explícita por el ayuntamiento tanto con una comunicación abierta y constante como con la provisión de recursos materiales para el funcionamiento— paralelamente, se le somete a una apertura reiterada a la población. La dinámica es así restrictiva, aún reconociendo su posición clave y primordial en el proceso a la vez, se les recuerda su función de canales de información e integración de la población no organizada10. Como demuestra la experiencia sevillana, el trabajo de los grupos motores encauza las fases del proceso, y son los responsables directos de la organización de las asambleas. Asimismo, los grupos motores son el primer eslabón de conexión y relación de la comunicación que se debe establecer entre técnicos, políticos y vecinos, ya que no sólo complementan el trabajo del ayuntamiento, sino que envían mensajes sobre la propia organización del proceso. Los grupos motores realmente comprometidos con el proceso se distinguen vez puesta en marcha sus competencias tanto por su eficacia numérica: aumento de participantes, propuestas presentadas, representantes en comisiones, etc.; como en calidad del funcionamiento: la participación activa de los participantes, el control que establecen las comisiones, o el seguimiento de las propuestas presentadas y el cumplimiento del autorreglamento. De esta forma se garantiza que la participación en los presupuestos participativos sea de carácter universal, sin dejar apartado al movimiento asociativo, pues su implicación es muy importante desde el comienzo. Como comentan Francés y Carrillo, el objetivo final es combinar la participación de la ciudadanía a título individual, excluyendo privilegios para los colectivos de la ciudad.11 O lo que es lo mismo, poner a cada 10. Hacemos referencia a la materia regulada en el artículo 13 del autorreglamento 20102012. 11. FRANCÉS, F. y CARRILLO, A. (2008) Guía metodológica de los Presupuestos Participativos, Alicante, Colectivo PREPARACCIÓN.

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cual en su lugar, sin menoscabar la universalización del proceso y la idea de que cada persona tiene, al fin al cabo, un voto. Estas prioridades afloran en una serie de esquemas que sólo una correcta combinación y la dinámica del proceso puede transformar. Las premisas de funcionamiento de los presupuestos participativos suponen un reto para las asociaciones entre una figura de participación que no diferencia entre organizaciones y participantes individuales. Pero sin duda, presenta también la potencialidad de refrendar su capacidad de convocatoria, posibilitando su capacidad de decisión no sólo a través de sus representantes, sino también a través de la asistencia de sus propios miembros a las asambleas.12 En el caso de los Presupuestos Participativos de Sevilla, algunas asociaciones y colectivos, lejos de refugiarse en prácticas de negociación directa con las instituciones, han sabido articular su estructura para introducir en el proceso de presupuestos sus prioridades y propuestas. Siguiendo de nuevo a Navascués, se ha generado una de las dinámicas más transformadoras para la participación ciudadana en Sevilla. Si bien el montante monetario que se pone a decisión de la ciudadanía es relativamente bajo, el proceso está debatiendo aquellas partidas que han servido tradicionalmente al poder municipal para desarrollar su red clientelar y coaptar al movimiento ciudadano. 13 Siguiendo con los posicionamientos teóricos, la población no asociada es la parte de la ciudadanía que en sí es el verdadero reto de los presupuestos participativos. El acercamiento de la ciudadanía en general está midiendo la apertura de nuevos cauces de participación que permita el acercamiento de lo público a las personas que no están dispuestas a implicarse o no entienden como idóneas las formas de participación tradicional. La subida de los porcentajes de participación es, al fin al cabo, uno de los activos de los procesos de participación. 14 Finalmente, no debemos olvidar que la participación y la asistencia al proceso no es un mero resultado cuantitativo, sino que obliga a generar resultados cualitativos. Resultados que permitan a la ciudadanía profundizar en los principios expuestos anteriormente: proceso pedagógico, inclusión social y proceso abierto y ciudadano. Esto implica desarrollar unas dinámicas que desborden esta herramienta presupuestaria a favor

12. FRANCÉS, F. y CARRILLO, A. (2008) Ibíd. 13. NAVASCUES J. (2005) op.cit. 14. FRANCÉS, F. y CARRILLO, A. (2008) Ibíd.

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de un aumento de la participación con orientaciones hacia la acción y la organización del tejido asociativo. Además, el principio orientador de participación individual se traduce, en términos de asistencia, en que los individuos no pertenecen ya tanto a grupos singulares como a redes sociales, lo que les confiere una dimensión mayor al hecho participativo. 15 El principio de distribución nos acerca igualmente a dos temas más de reflexión. Al aprovechar esta exigencia de cambio en la gobernabilidad, se introduce un giro sustancial a la hora de analizar el estado y la sociedad civil y el movimiento ciudadano. También, al plantearse una experiencia de presupuestos participativos en un ambiente de crisis de la participación como el que se vive en la sociedad europea y andaluza, se produce no solamente una apuesta por una innovación en la gestión para ganar calidad democrática, sino, a la vez, un comienzo para activar el movimiento ciudadano. Esta dinámica heterogénea fue planteada en su momento por McPherson, y recogida en la actualidad por Santos: la renovación democrática es paralela para el Estado y la sociedad civil. Ambas van unidas. Santos relaciona el cambio con un necesario abandono por parte del Estado de los criterios exclusivistas empresariales, para conectar con la comunidad. Acentúa la necesidad de mirar hacia la comunidad (entendiendo ésta como el conjunto de la ciudadanía, sobre la base de un proyecto social equitativo). Su argumentación considera que estamos asistiendo al nacimiento de una estructura sociopolítica en la que el Estado está inmerso y potenciará su papel, aunque esta nueva relación no esté aún clarificada. (...) A mi entender, estas transformaciones son tan profundas que, bajo la misma denominación de Estado, está surgiendo una nueva forma de organización política más vasta que el Estado; una organización integrada por un conjunto de híbridos de flujos, redes y organizaciones en el que se combinan e interpretan elementos estatales y no estatales, tanto nacionales, como locales y globales, y del que el estado es articulador... Esta nueva red, que no tiene un centro, se coordina sobre una aparente desregulación, produciéndose un ajuste más fuerte, que por medio de la fragmentación, da respuesta a la heterogeneidad de la sociedad de la información. Esta estructura de red responde a las especificidades propias de la estructura social y política emergente. 16

15. FRANCÉS, F. y CARRILLO, A. (2008) Ibíd. 16. Para un mayor acercamiento a esta idea: DE SOUSA SANTOS B. (1999) Reinventar la democracia, reinventar el estado, Madrid, Sequitur.

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Para completar estas reflexiones debemos atenernos al posicionamiento de Herrera. La fuerza de la gente es el punto de partida y tiene una relación directa con los procesos de lucha por la consecución de los Derechos. Se requiere una participación activa de la ciudadanía a la hora de implementar acciones institucionales y ciudadanas que permitan ‘acceder a los bienes’ que propone el sistema democrático. Es un trabajo constante de ciudadanía lo que permite el desarrollo emancipatorio. La estrategia no es nueva, Herrera la planteaba desde su conocimiento profundo de la ideas de Rosa Luxemburg, y responde a la doble dinámica de cambio en la que los presupuestos participativos se enmarcan: armar al pueblo con conceptos y formas de praxis que permitan conquistar la mayor cantidad posible de espacios sociales de democracia. 17

2. RUPTURA CON LOS CONSENSOS IMPLÍCITOS Y ABOGAR POR CONSENSOS EXPLÍCITOS El esquema va más allá, participar implica proceder a un intercambio sobre la interpretación de la realidad, abrir campos para una construcción colectiva. Estas interpretaciones pueden ser contrarias o diferentes a las expresadas por las instituciones, pero la política es conquistar espacios en los ámbitos jurídico - políticos institucionales. Expresado de esta forma, otorgamos protagonismo a la ciudadanía, dotando a grupos sociales de la posibilidad de tener una visión propia de la realidad. El objeto es proporcionar autonomía de los sujetos y acompañarlo de la apertura de espacios de socialización; haciendo público lo estatal y acercando lo privado al estado. Realizar una descentralización y autonomización de las decisiones.18 Asimismo, se requiere conectar las herramientas necesarias, para ahondar en el procedimiento y, de esta forma, acoger la participación como comienzo para instituir un sistema redistributivo del poder.

17. HERRERA J. (2001) «De la rueda y el freno. El camino hacia la democracia en Georg Lukacs y Rosa Luxemburg», Revista de Crítica Jurídica, 1. 18. Estas reflexiones acerca de las aportaciones de la participación pertenecen a Montse Rosa y Javier Encina. ENCINA, J. y ROSA, M. (2004) «Democracias participativas desde la praxis local» en ENCINA, J., Democracias participativas e intervención social comunitaria desde Andalucía (construyendo ciudadanía 5), Sevilla, ACNUR – Andalucía, Atrapasueños Edit. y Univ. Pablo de Olavide.

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No obstante, una cuestión tan compleja como el poder, o los mecanismos políticos que permiten ejercer tal privilegio, desde el paradigma participativo debe observarse desde una doble vertiente. Por un lado, está la relación entre los ciudadanos y el ejecutivo por medio de la administración (permitiendo al primero discrepar con el segundo). Y por otro, la misma participación muestra las diferencias estructurales, las asimetrías, a veces veladas, que se produce dentro de la propia sociedad civil. La heterogeneidad de visiones y posiciones sociales quedan sobre la mesa cuando la participación entra en juego, y, al colocarse de manera abierta sobre la arena política participada, requiere, inevitablemente, del debate y de la reflexión de estas posiciones. Este encuentro comunitario tiene como objeto derribar las posiciones del plano individual a favor del desarrollo de una consciencia colectiva, permitiendo, como exponen Rosa y Encina, no sólo una construcción social de la realidad sino, a la vez, la posibilidad de una deconstrucción en la medida que permite poner en cuestionamiento los sistemas individuales de significación. 19 Se pretende participar de la construcción de significaciones imaginarias —como las definiría Castoriadis—. Esto quiere decir que la metodología participativa debería tener en su interior la finalidad de trasladarnos por medio de la praxis a un conjunto de herramientas sociales (lenguaje, maneras de hacer, normas, valores, etc.) con otras estructuras lógicas y subjetivas que encadenen nuevas relaciones (representaciones). Como significaciones se desarrollan para orientar y dirigir la vida social; como imaginarias, no responden a la razón u objetividad, sino a la parte creativa de las personas, a la imaginación colectiva. 20 Lo cual nos permite rescatar mecanismos constituyentes. Comprometiéndose con estas premisas, Herrera aborda los presupuestos participativos a través del principio de distribución del poder político. Para ello, ha sido fundamental la organización de la redacción del autorreglamento y lo que éste implica. De nuevo, una decisión importada del original brasileño, ha sido uno de los elementos más controvertidos de la experiencia. El autorreglamento sevillano reafirmó su intención de actuar de otra forma, no sin provocar cierta controversia política. 21 La

19. ENCINA, J. y ROSA, M. (2004) Ibíd. 20. CASTORIADIS, C. (2006) «Las significaciones imaginarias», en CASTORIADIS C. Una sociedad a la deriva, Buenos Aires, Katz editores. 21. J. NAVASCUES (2005) op.cit.

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puesta en marcha de esta novedosa forma de explicitar el reparto de las posibilidades económicas de la ciudad alteraba la tradicional relación del tejido asociativo con las instituciones municipales y los partidos políticos, dejando sin argumentos las posibilidades de influencia y relaciones amistosas. Igualmente, y como comenta Navascués, las propias instituciones de distritos sobre las que se basa el organigrama institucional local quedaba al descubierto, pues en la práctica, no existía una reglamentación clara de la distribución de ese montante presupuestario. La certificación de estas evidencias, y posterior cuestionamiento ciudadano, resolvió el desencuentro permitiendo que los propios ciudadanos (a través de las y los delegados de distrito) pudieran acceder al control de los gastos de estos organismos oficiales. Esta posición autorreguladora ha estado liderada en todo momento, y sigue en esta dinámica, por el propio tejido asociativo de la ciudad representado por los grupos motores. La activación de la ciudadanía por parte de las asociaciones existentes llevara, mediante una ronda inicial de asambleas, a la elección de comisionados para la redacción del reglamento regulador de los presupuestos. El texto aprobado, y ya consolidado tras seis años de experiencia y cinco variaciones, sancionaba un sistema estrictamente paritario de delegados y delegadas con mandatos imperativos y no reelegibles, un conjunto de criterios que buscaban conjugar el peso del voto popular con políticas redistributivas y de discriminación positiva hacia los barrios y los sectores más desfavorecidos y el compromiso del gobierno municipal de aceptar la distribución de fondos que surgieran del proceso. 22 Frente a los compromisos implícitos de igualdad política, el autorreglamento de los presupuestos participativos se sumergen en una reglamentación explicita. El compromiso desarrollado por los procesos de construcción anual del autorreglamento lleva en sí una estrategia de construcción conjunta, que en este caso, incide en la apertura de espacios de igualdad material y política. En de la rueda y el freno… encontramos definiciones de democracia que parten de esta concepción. Para nuestro profesor, la democracia se entiende como un proceso que nos impele a crear estructuras que vayan acercando, hasta inventarlas, las esferas de los que siempre han obedecido a las esferas de los que tradicionalmente han ejercido la

22. NAVASCUÉS, J. (2005) op. cit.

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autoridad (…). (…) Debe consistir en un proceso de construcción de un «espacio público proletario», donde puedan darse una variedad de tipos de experiencias y donde prime la mutabilidad y las posibilidades de cambio y transformación. Parafraseando a Spinoza y a Nietzsche, la democracia debe concebirse como espacio de potencia y de multiplicidad. Ésta es una de las diferencias de base establecidas con el ideal liberal (y neoconservador). Frente a la concepción de Rawls, en la que implícitamente se parte de la necesidad de una situación de igualdad en la cual los demócratas encuentren su adecuada representación, el principio de distribución nos plantea un acercamiento explícito por medio de una serie de vías democráticas intermedias y de control de las decisiones (en nuestro caso, los presupuestos participativos). 23

3. EXIGENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES El punto cuarto de El manifiesto inflexivo…, nos advierte que la historia la hacen quienes luchan por su dignidad. 24 Esto nos posiciona ante tres tendencias a desarrollar. Una primera que permita la creación de nuevos caminos de acción y reflexión. La segunda tendencia, como consecuencia de la anterior, consiste en hacer emerger alternativas; para ello es necesario potenciar las capacidades humanas de transformación proporcionando desviaciones del pensamiento dominante. En este punto, Herrera se posiciona con Santos en la necesidad de retomar, para esta construcción, la potencia de la historia como lugar ontológico del ser en sociedad. Es decir, la lucha contra el olvido de las acciones exitosas, de los asaltos al cielo; y, a la vez, contra las infravaloración de las experiencias alternativas, por muy marginales que sean, y su capacidad de rebeldía y construcción de alternativas. 25 Tejer una revolución sin

23. HERRERA, J. (2001) op.cit. 24. HERRERA, J. (2006) «Manifiesto inflexivo: consideraciones intempestivas por una cultura radical», en CASTRO RUBIO, A. Mª y HERRERA, J., Lo público y lo privado en el contexto de la globalización, págs. 273-298. El punto 4º de este manifiesto se titula: «Hacer la historia: un imaginario social constituyente». 25. Hacemos referencia a la posición que toma Boaventura de Sousa Santos en la sociología de las ausencias y de las emergencias. DE SOUSA SANTOS B. (2005): «Hacia la sociología de las ausencias y de las emergencias», en DE SOUSA SANTOS B. El Milenio Huérfano, Madrid, Edit. Trotta. Traducción de J. Herrera.

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rostro, como Marcos o como expresa el colectivo Wu –Ming, las que nos interesan son historias de conflictos tejidos en los telares del epos y de la mitopoiesis, que adopten los mecanismos, estilos y maneras propios de la narrativa ‘de género’, de las películas biográficas, de los artículos militantes o de la microhistoria.26 La tercera tendencia, reafirma lo dicho, esta actuación afirmativa nos amplían la capacidad de entretejer y articular las diferentes luchas por la dignidad humana. El principio de distribución, vuelve a concebirse, con las tendencias anteriores, como un proceso, incluido en el democrático, en el que se imponga un empoderamiento de los habitantes. Las experiencias de presupuestos participativos establecen una democracia con exigencias políticas, en la que el principio distributivo impone el reparto equitativo tanto material como político. A la vez, la función capacitadora y pedagógica permiten el encuentro de los habitantes y el tejido asociativo con su capacidad social transformadora. Se abren espacios ciudadanos para el despliegue de las capacidades cognitivas de todas y todos en la búsqueda de soluciones a los problemas comunes, como exigencia social del proceso. Esta secuencia aporta las bases para la ampliación democrática, utilizando para ello los criterios de información, participación, deliberación, decisión y control de estas decisiones. El autorreglamento de la experiencia sevillana establece principios acorde con este ideal democrático. Sobre el principio básico de la democracia directa para la planificación comunitaria de los recursos públicos municipales, se pretende generar un espacio ciudadano de debate y decisión. En la base está reorientar los mecanismos políticos tradicionales para centrarlos en prácticas creativas, solidarias operativas y con carácter instituyente. Para ello, el autorreglamento se asienta en la generación de un modelo de ciudad educadora y social. Esto quiere decir que junto a la defensa de lo público y una racionalidad en el gasto, se busca la capacitación y educación popular. Estas intenciones han quedado recogidas en un principio básico denominado espacio ciudadano y abierto, que articula procesos de desarrollo comunitario para la reapropiación por parte de la gente del espacio público estatal, al obligar a los técnicos y políticos a compartir la gestión y rendir cuentas. Enlazando con el principio del

26. WU-MING (2003) «Las historias son hachas de guerra que hay que desenterrar», [en línea], Rebelión org., Wu-Ming, Esta revolución no tiene rostro. [http://www.rebelion. org/hemeroteca/cultura/wuming080703.htm]

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texto, se pone el énfasis, como plantea Herrera en de la rueda y el freno, en los espacios donde el tejido social y los propios individuos encuentren posibilidades de formación y toma de conciencia necesaria para romper con la fragmentación impuesta por las dinámicas sociales y económicas en las que se asienta la vida social occidental. Herramientas y fórmulas que permitan combatir la reificación, el formalismo y la fragmentación. Espacios donde comencemos a distinguir y a clarificar las relaciones que se dan entre la libertad y la igualdad, entre las desigualdades y las múltiples y refinadas formas de explotación social, vigentes tanto en la época de Rosa y Luckács como en la nuestra. 27 El autorreglamento sevillano es la muestra del dinamismo necesario para entender que lo social es la causa de los fenómenos; para detectar las causas básicas de los procesos e intervenir sobre ellos, reafirmando así la las prácticas sociales como resultados directos de la propia actividad social. Nos encontramos ante una nueva escenificación de la sociología de las emergencias, (…) construir el presente para poder experimentarlo como una «experiencia constante».28 Como señala Herrera, una de las dinámicas principales en los presupuestos participativos es la interrelación de los problemas locales que se resuelven por medio de la horizontalidad y la coordinación de las políticas públicas y éstas con las iniciativas ciudadanas. La reglamentación autoconstitutiva tal y como se plantea en los presupuestos sevillanos, con un ciclo anual revisable y mejorable 29, apoya este requisito de distribución de poder. Prima el proceso participativo y decisorio de carácter ascendente, y permite movimiento, modificación, cambio, dinamismo, transformación constante de las formas organizativas e institucionales. La puesta en marcha de este proceso tiende a generar un modelo de ciudad educadora y social, en la que tenga cabida aquellos colectivos y personas que por lo general, permanecen excluidos o subrepresentados de los procesos de toma de decisiones.30 Los presupuestos participativos 27. HERRERA, J. (2001) op. cit. 28. Tratar las causas como «causas». HERRERA, J. (2006) Manifiesto inflexivo. 29. Estos principios básicos y apuntes de desarrollo los podemos encontrar en los distintos autorreglamentos de la experiencia de Sevilla. En concreto, estamos utilizando la redacción mejorada que se ha llevado acabo en la última versión del autorreglamento, 2010-2012. 30. Autorreglamento de los presupuestos participativos de Sevilla. Acuerdo del Excmo. Pleno del Ayuntamiento de Sevilla, de fecha 16 de abril de 2010,a fin de prestar conformidad al documento elaborado por las ciudadanas y ciudadanos denominado Autorreglamento de Presupuestos Participativos 2010-2012.

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son una herramienta de inclusión. Para llevar a efecto este enunciado la experiencia de Sevilla ha desplegado dos líneas de trabajo: 1. La paridad en la representación, y el esfuerzo continuado de acercar el proceso a los grupos menos representados tradicionalmente en la ciudad (colectivos lesbianas, gay, transexuales y bisexuales, población inmigrante, colectivos con disfuncionalidad, minorías étnicas, niños y adolescentes, barrios desfavorecidos, etc.). 2. Los criterios de priorización de propuestas y los criterios de justicia social. Con el fin de favorecer una distribución equitativa de los recursos y corregir las desigualdades entre los diferentes barrios, zonas y distritos, el voto ponderado alcanzado por cada una de las propuestas podr ser incrementado porcentualmente (art. 37) por medio del porcentaje relativo a la población afectada, y la situación socioeconómica de la población afectada. El artículo 38 incide en la atención de las necesidades básicas y la construcción de una ciudad equilibrada y sostenible. El siguiente artículo, desarrolla la priorización para fomentar la igualdad y contribuir a una ciudadanía participativa, solidaria y pluralista Los presupuestos participativos como herramienta de la democracia directa, son un proceso abierto que tiene como base la ruptura con una democracia de carácter censitario. Es decir, la ampliación de la participación se realiza para romper con una política oligárquica y restringida en la que prevalezcan las influencias económicas o políticas por encima del carácter universal. La puesta en debate de la gestión de los recursos públicos obliga a considerar las diversas necesidades de la colectividad, así como la distribución efectiva y futura que se desea; como apuntábamos al inicio, a cuestionar las decisiones. 31 En el momento en que la igualdad, la libertad y la ciudadanía se reconocen como principios emancipatorios de la vida social. La desigualdad y la exclusión tienen que ser justificadas como excepciones o incidentes de un proceso social que en principio no les reconoce legitimidad alguna. Y frente a ellas, la única política social legítima es aquella que define los medios para

31. Es interesante a este respecto atender a la obra de Ernesto Ganuza. GANUZA E. y ÁLVAREZ C. (2004) Democracia y participación. Sevilla, Atrapasueños y Univ. Pablo de Olavide.

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minimizar una y otra.32 Los presupuestos participativos llevan en su seno, de este modo, ser una herramienta de inclusión. No obstante, y siendo conscientes de que esta última argumentación ha sido reiterada suficientemente en el escrito, interesa aprovechar el debate sobre la igualdad y la inclusión en los presupuestos para atender a la visión compleja de Herrera sobre los Derechos Humanos. La distribución del poder político tiene como base el disfrute por todas y todos del estado de derecho y las libertades. En de la rueda y el freno se confía el cambio y la trasformación a la potencialidad sociológica. La inclusión se entiende desde un «multiculturalismo crítico» que no se conforme con el respeto ante las diferencias o con las políticas de acción afirmativa. Sino que sitúe en el centro, tanto de las diferencias como de las desigualdades, con el objetivo de potenciar una crítica de la dominación y del etnocentrismo que subyacen bajo las premisas del liberalismo, una acción rebelde frente al enorme potencial de manipulación educativa y mediática del sistema de relaciones sociales capitalista. Poner el acento en la relación con los otros es lo que identifica esta visión compleja. Para alejarnos de la racionalidad universal Herrera33 aboga por una racionalidad que no niega que se pueda llegar a una síntesis universal de las diferentes opciones frente a los derechos. Y tampoco descarta la virtualidad de las luchas por el reconocimiento de las diferencias étnicas o de género. Lo que negamos es considerar lo universal como punto de partida o un campo de desencuentros. A lo universal (…) hay que llegar después (no antes de) un proceso conflictivo, discursivo, de diálogo y confrontación en el que lleguen a romperse los prejuicios y líneas paralelas. El paradigma que queremos señalar se asienta sobre un universalismo no impuesto, que no se enquiste en la confrontación con lo particular, y dificulte la convivencia, sino que se vaya descubriendo en el transcurrir de la convivencia interpersonal e intercultural. Si la universalidad no se impone la diferencia no se inhibe. Esta visión crítica o de resistencia rechaza los esencialismos universales y particulares para desenvolver una visión compleja de la realidad que cree condiciones para el desarrollo de las potencialidades humanas que 32. DE SOUSA SANTOS, B.(2005) op.cit. 33. Estas reflexiones pertenecen al artículo titulado Derechos Humanos, interculturalidad y racionalidad de resistencia del profesor Herrera. Para una mayor conocimiento de este tema es aconsejable la lectura de la obra del mismo autor titulada: HERRERA, J. (2008) La reinvención de los Derechos Humanos, Sevilla Atrapasueños y Univ. Pablo de Olavide.

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permita y un poder constituyente con ‘generalidades compartidas ‘de llegada’, no de partida. Bajo el profundo conocimiento de la estabilidad que produce el encuentro comunicacional, Herrera aconseja a los presupuestos experimentar con figuras que canalicen este encuentro, adaptando, desde las propias sociologías de Santos —de los trabajos de traducción— una figura de intervención ciudadana denomina traductores sociales y culturales. A este respecto, La experiencia sevillana ha descargado una buena parte del trabajo de orientación y apoyo en técnicos sociales el correcto desarrollo de interacción entre el proceso y la ciudadanía en lo que respecta a los requisitos procedimentales de los presupuestos. Esta figura, junto con el trabajo relacional de los grupos motores en los barrios, intenta garantizar esta comunicación interna y trabajos de traducción de la población sevillana con el proceso. 4. PARTICIPAR PARA DECIDIR: EN LA RAÍZ DEL DISCURSO DEMOCRÁTICO ESTÁN LOS ASPECTOS DECISORIOS La elección del principio de distribución del poder político nos ha servido para repasar las ideas de nuestro profesor sobre la participación y el ideal de democracia al que atendía. Aunque la fuerza del discurso de Herrera se centra en recoger las premisas que componen la visión clásica de la democracia directa, relacionando —como hacía en los años 70 Pateman y McPherson, y las corrientes marxistas más libertarias— la equidad material con el disfrute de las libertades formales. Igualmente, el principio de distribución impone una visión crítica, de resistencia, que coexistiendo con los formalismos políticos de la democracia representativa, centra sus fuerzas en llevar más allá, en profundizar sobre los aspectos radicales de la democracia, permitiendo una mayor cobertura de las bondades democráticas. La posición intempestiva sobre los valores a defender, reniega de una interpretación democrática instaurada que ha optado —no sin una intención concreta— por hacer de la democracia un aparato más de la economía, dure el tiempo que dure; y nos apremia a apoderarnos de espacios de decisión como única salida. En nuestra opinión la fuerza extraordinaria que tiene el pensamiento de Herrera sobre la democracia y la participación se edifica sobre tres conceptos recurrentes: la capacidad instituyente, la emancipación y la acción. No es de extrañar a este respecto, que se posicione junto a Rosa Luxemburgo y prefiera entender la organización como resultado de la praxis; porque, de esta

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forma, la construcción de ideales de igualdad son los medios para la construcción de una democracia real, generando constantemente nuevos caminos de acción y reflexión. Es por ello que en el ideal del profesor se encuentra una defensa radical y comprometida con la gente, con las organizaciones y la acción, con el tejido social y sus contradicciones, con la participación. Este compromiso llevado acabo por Herrera junto con otros autores como Javier Navascués, Yve Cabannes, Govani Allegretti, François Houtart, ha otorgado una carga ideológica a la experiencia sevillana, en espera de que ésta llegue a desbordar los límites en los que se mueve en la actualidad. Pero queremos ir más allá, el fuerte compromiso ideológico y práctico del profesor Herrera con la participación está cargado de vitalidad. Su ideal de democracia se impregna de vida. La insistencia en la capacidad transformadora por medio de la acción traslada todo el juego del poder hacia las personas. Esta visión incide en la capacidad de transformación que tienen las prácticas cotidianas y la fuerza creativa de la ciudadanía. Un estilo enriquecedor de lo vital34. La generación de política y prácticas sociales emancipatorias. El enriquecimiento de la vida es una estrategia de ruptura con la cosificación de nuestra interpretación del mundo, de las relaciones con este y de nuestras propias relaciones, que impone el sistema político y económico en el que convivimos. La llegada al mundo es así comprensiva –gracias tanto a la capacidad aprehensiva como empática- por medio de encuentros sociales, psíquicos y naturales, que permite afirmar rotundamente que nadie está legitimado para decirnos lo que el mundo es. Se construye de esta forma un concepto de ecología de la diversidad que parte de los vínculos, recordándonos las palabras de Riechman: Los vínculos que unen a los ciudadanos en asamblea y los amantes en el lecho; los vínculos entre el pasado y el futuro y entre la memoria de uno y la de los demás; los vínculos entre uno mismo y su propia experiencia; entre el acto y sus consecuencias; entre los genes del hombre y los del pez; entre el agua que me constituye y el agua del océano. Los vínculos son internos a este mundo.35

34. HERRERA, J. (2001): el Manifiesto inflexivo en su punto 9º) «Hacer coincidir la teoría con la vida asumiendo los riesgos que conlleva el compromiso con nuestra propia verdad». 35. RIECHMAN, J. (2001): «Del inacabamiento, la libertad». En Desandar lo andado, Madrid, Poesía Hiperión.

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Porque, en una sociedad que apuesta por el riesgo, no es la modernidad reflexiva ni la creencia en los parámetros liberales del librecambio y la democracia en los que el desequilibrio local y global se atenúa. Son los criterios éticos políticos lo que está en juego: la sensibilidad de las desigualdades, la exigencia ética de transformar lo que la produce y reproduce, bien sea proyectando fines a largo plazo, bien, payándonos en alguna tradición aún no puesta en práctica con el suficiente grado de radicalidad.36 Todo el esquema democrático del autor está supeditado a la reflexión, como brújula de encuentro de nuevos caminos. Y estos caminos están proyectados sobre la ruptura de dinámicas opresoras que refuercen el conjunto de relaciones, es decir, que propicien una capacidad de lucha por una concepción política de la libertad, una concepción solidaria de la fraternidad y una concepción social de la igualdad. 37 El imaginario que se nos presenta no está exento de cierta liturgia radical. Ésta se basa en organizar nuestra capacidad crítica para abrir espacios posibles y así reapropiarnos de los espacios comunes donde se crea cooperativamente el valor social. Imponiendo para ello una visión del hacer en las políticas públicas que genere la asunción de compromisos y responsabilidades para el acceso en igualdad a los bienes materiales e inmateriales; pasando de este modo de una concepción ingenua de la ideología, a una concepción fuerte, es decir generar y compartir creencias y acciones que se refuercen sobre lo real. De nuevo vemos reflejado en estas palabras el mecanismo experimentado por los presupuestos participativos —su noción de partida y su metodología de trabajo—. Distinguimos la estructura organizativa de proximidad, como son las asambleas de zona, base de discusión de las inversiones municipales y espacios deliberativos. Los consejos y grupos de seguimiento que hacen suya —con mandato imperativo— los compromisos adoptados por la ciudadanía en las reuniones y en el autorreglamento. Los foros ciudadanos de rendición de cuentas, donde se establece un control de la gestión política de los presupuestos a debate. Un conjunto de instituciones ciudadanas (bajo regulación ciudadana) que reducen la separación clásica de los tres estamentos, político, técnico y

36. HERRERA, J. (1993): «¿Crisis de la ideología o ideología de la crisis?», Revista de Crítica Jurídica,13 Madrid, págs. 123-143. 37. HERRERA. J. (2001) Manifiesto inflexivo…: Ibíd.

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ciudadano, a lugares comunes de responsabilidades y compromisos. Un trabajo compartido que desplaza el concepto de gobernabilidad para la recuperación del concepto de legitimidad. Es decir, nos adentrarnos en una concepción de lo político que crea espacios instituyentes basados en la capacidad decisoria, otorgando a la participación la clave de la decisión. Participar, comenta Herrera en referencia a los presupuestos participativos, tiene que significar decidir. Llegamos así a nuestra última reflexión, la pieza clave que define al principio de distribución del poder político: concebir la legitimidad no como la decisión de la mayoría, sino como el resultado de un proceso en el que todas y todos deliberamos. Sintomer, haciéndose partícipe de la definición de Edgar Morin, resuelve la cuestión aludiendo al proceso formativo de las voluntades. Quiere decir que la importancia no está en que las voluntades ya formadas decidan, sino, como se expresaba la visión compleja de nuestro profesor, que es el propio proceso de formación de las voluntades la que aporta legitimidad. 38 El imperativo deliberativo, se acoge a la democracia deliberativa,39 descansando la legitimidad en los acuerdos intersubjetivos que se generan en los espacios públicos y por medio de los procedimientos democráticos. De esta forma, el momento deliberativo es el gran vencedor del proceso democrático en el principio de distribución, ya que, gracias a él, y siguiendo las indicaciones de Herrera y Sintomer, se identifica un poder constituyente en el espacio público y se sitúa como centro de la sociedad política. De esta forma la elección no es el fin de nuestro proceso democrático, sino la formación de la opinión; como hemos venido a defender en este texto desde el comienzo, en un intento de abrir un camino divergente al pensamiento democrático hegemónico en nuestras sociedades. Opinión cuya formación depende de la comunicación y la capacidad deliberativa que instaure las experiencias participativas. Más concretamente, Sintomer

38. SINTOMER, Y. (2004): «El imperativo deliberativo», Revista de Estudios Políticos, 24. Medellín, págs. 95-114. Es de destacar como Sintomer relaciona este tipo de legitimidad basada en la voluntad discursiva de la ciudadanía con la nueva gobernanza y la adaptación más óptima que esta forma de ejercer la política aporta a la sociedad en red, en clara consonancia con los aspectos que en párrafos anteriores otorgábamos a los planteamientos de Santos y Herrera. 39. Sintomer sitúa estas reflexiones sobre la legitimidad en el espacio de la democracia deliberativa de Habermas y la acción comunicativa que se infiere en la generación de opinión pública. SINTOMER, Y. (2004): Ibíd.

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expresa: (…) la participación es susceptible a una dinámica racional (que puede contrabalancear el poder de los expertos o el monopolio de los representantes sobre la definición de interés general) porque genera una deliberación pública amplia. Sin embargo, es necesario seguir para entender el trasfondo de la exigencia de Herrera a los presupuestos participativos. La diferencia de nuestro profesor al respecto de este posicionamiento deliberativo es que también le exige al proceso democrático una implicación decisoria para la consecución del principio de distribución. Los presupuestos participativos de la ciudad de Sevilla, escribía, se medirán por su calidad y cantidad de participación decisoria que contenga.40 Ya que, este espacio decisorio es el que marca el antes y el después para la construcción de esos espacios simbólicos plurales e interactivos reiterados en nuestras palabras así como la construcción de agendas políticas alternativas. Es aquí donde entra en la arena participativa el carácter vinculante. El autorreglamento de Sevilla atestigua: las decisiones tomadas se incorporarán en los Presupuestos Municipales. Por ello se garantiza la corresponsabilidad ciudadana, técnica y política en la creación de un proceso transparente y con seguimiento. Realmente que los procesos sean vinculantes sólo hace referencia a la necesidad imperiosa en favor de la credibilidad del proceso, de su eficacia real. Esto quiere decir, que las decisiones son incorporadas de manera efectiva en las decisiones ejecutivas. Haciéndose valer otra lógica: el control que ejercen las vecinas y vecinos por medio de la rendición de cuentas. Los presupuestos participativos se edifican sobre los cimientos de los resultados. Aun siendo el último producto de todo el proceso, es la clave de la credibilidad, por encima de otros aspectos más transformadores como la pedagogía permanente, la ciudadanía activa, o la información bien fundamentada. Aquí lo pragmático vence a lo ideológico. Pero los resultados también abarcan todas las implicaciones del proceso. Es por ello que el conjunto debe ser objeto de evaluación permanente y compartida. Esta evaluación facilita la reorganización de aquellas partes mal orientadas, así como un seguimiento pormenorizado de la metodología.

40. HERRERA, J y BARRAGÁN, V. (2005): «La democracia en procesos participativos: principios, fundamentos y requisitos» en VILLASANTE, T., La pedagogía de la decisión (construyendo ciudadanía, 10). Madrid, CIMAS.

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Es necesario destacar que, fundamentándonos en las metodologías de Investigación Acción Participativa, la comunicación directa y continuada con los vecinos, basada en la devolución de conclusiones y resultados, formará parte del reforzamiento de las dinámicas participativas. 5. CIERRE Finalizaremos como comenzamos. Nuestro profesor Joaquín Herrera ha sido un elemento central en la implementación de los presupuestos participativos de Sevilla, reforzando un posicionamiento ya mencionada por Castoriadis: la pasión por los objetos de consumo debe ser sustituida por la pasión por los objetos comunes (1974). Esto no es sólo algo actual, que lo es, sino algo intempestivo. Y a la vez urgente de realizar. Es necesario realizar un planteamiento más democrático de la organización política, en el ámbito local, regional o nacional. Para ello, el trabajo a realizar no se ubica únicamente en la buena/ nueva gobernanza, sino más allá, en el camino desviado por el pensamiento homogéneo que nos ha hecho olvidar que la democracia debe entrañar un compromiso con una idea de ser humano y con unos tipo de instituciones generadoras de igualdad. Porque, como vuelve a plantea Castoriadis, y como confirma Rancière, la construcción de la democracia, queramos o no, por propia lógica, implica la construcción de personas democráticas. Si falta una de las dos, sólo nos encontramos con sombras, con ideas vanas, con entelequias reflejadas en las paredes de nuestra caverna ultramoderna, que, una vez que queramos entenderlas, modificarlas o fundamentarlas, sólo nos proporcionarán teoremas formales, con derechos implícitos fáciles de postergar, renunciando de antemano a las posibilidades de compromisos políticos y sociales que la democracia implica. En este sentido, Herrera nos proporciona con su análisis y compromiso con las ideas del principio de distribución del poder político y una concepción de la democracia comprometida y pragmática, que tiene una responsabilidad individual y colectiva para su construcción y transformación. No es estática, no está finalizada, es un eterno retorno, es una dialéctica abierta; esta democracia está supeditada a la ciudadanía, a su capacidad de transformación, de crítica, de apertura de espacios, a no olvidar la confrontación y la crítica, al encuentro y los valores compartidos, comunes, a los valores que nos hacen iguales en la base y no nos confunden con universalismos dicotómicos. Es decir, está abierta

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al proceso participativo, porque: (...) en una auténtica democracia no podemos prescindir de la participación. Pero tampoco asumirla como una moda. La participación social y ciudadana es un componente sustantivo de la verdadera Democracia. De no ser así, nuestras democracias se convierten sólo en formalistas, pero sin lograr incidir en el rumbo y en las decisiones de los procesos socio-políticos. La formulación, ejecución y control de políticas públicas, siguen siendo atributos sólo de la cúpula del poder.41 Nuestro profesor consiguió acercarnos con su posicionamiento activo y sus reflexiones a un campo extenso de estudio y compromiso social. Pues Herrera, ante todo, abría las puertas de la Universidad al compromiso social, como idea de su democracia; e invitaba a compartir escenario reflexivo al tejido asociativo y reivindicativo de la ciudad de Sevilla y Andalucía, acorde con su concepción del juego democrático. Debemos agradecerle enormemente su confianza en el Aula y en nuestro trabajo, ya que los presupuestos participativos y el compromiso en el seguimiento y fundamentación que aportó, sigue latiendo en nuestro enfoque de estudio.

41. Hemos utilizado aquí las palabras de Carlos Núñez Hurtado (cátedra «Paulo Freire» Universidad ITESO Guadalajara Jalisco, México) por parecernos un correcto cierre, y un posible resumen de las reflexiones presentadas. Conferencia: Desafíos éticos, técnicos y políticos de la participación social. XVI congreso mundial de educadores sociales Montevideo, Uruguay, noviembre de 2005.

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