Distribución del ingreso y heterogeneidad productiva en la industria argentina (1996-2012)

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Descripción

Distribución del ingreso y heterogeneidad productiva en la industria argentina (1996-2012) Fernando Porta1, Juan Santarcángelo2 y Daniel Schteingart3

Resumen Luego del colapso y abandono del régimen de la Convertibilidad Argentina logró consolidar un dinámico sendero de crecimiento económico. Una de las características más salientes de dicho proceso es el papel desempeñado por el sector manufacturero que, por primera vez desde el abandono del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, creció por varios años a tasas superiores al agregado de la economía. Sin embargo, la dinámica productiva registrada así como la capacidad de generar empleo y excedente no ha sido homogénea a lo largo de los años de la posconvertibilidad ni al interior de las diferentes ramas industriales que componen al sector. En este artículo, por un lado, se analizan las modalidades de distribución del excedente entre los diferentes actores que operan en el sector manufacturero y los principales factores que explican su evolución y apropiación; por el otro, se estudia la dinámica de la heterogeneidad estructural en la industria, considerando a la productividad y los salarios como variables claves. El análisis cubre el período 1996-2012. Abstract After the collapse and abandonment of the convertibility regime Argentina has managed to consolidate a highly dynamic path of economic growth. One of the most salient features of this process has been the role played by the manufacturing sector, which for the first time since the abandonment of the model of industrialization by import substitution, has grown at average annual rates above the aggregate economy. However, the dynamics registered and the ability to create jobs of the manufacturing sector has not been uniform across sectors and throughout the years of the postconvertibility regime. The aim of this paper is: first, to analyze, at an aggregate and sectorial level, the specific way in which the surplus has been distributed among the different actors operating in the manufacturing sector and to unveil the main factors explaining its mode of appropriation; and second, to study the evolution of the structural heterogeneity (in real wages and productive terms) of the sector for the period 1996-2012.

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Coordinador del CIECTI-MINCYT, Investigador de la Universidad Nacional de Quilmes. Investigador Adjunto del CONICET y de la Universidad Nacional de Quilmes. 3 Doctorando en Sociología (IDAES-UNSAM), becario CONICET. 2

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Distribución del ingreso y heterogeneidad productiva en la industria argentina (1996-2012)4 Introducción A comienzos del presente siglo, Argentina se encontraba atravesando la crisis económica y social más importante de su historia, con una caída del PBI del orden del 25% en tres años y niveles de desempleo y pobreza que rondaban el 25% y 50%, respectivamente. Luego del colapso y abandono del régimen de paridad cambiaria se ha logrado consolidar, desde 2003 hasta 2011, un sendero de crecimiento económico tan dinámico como inédito. Una de las características más salientes de dicho proceso es que, por primera vez desde el abandono del modelo de industrialización por sustitución de importaciones, el sector manufacturero pudo crecer (sobre todo en los primeros años de la posconvertibilidad) a tasas anuales promedio superiores al agregado de la economía. De cualquier manera, dicha dinámica ha sufrido algunas fluctuaciones y, en particular, ha sido afectada por un menor ritmo desde 2008. Las características de este período han hecho resurgir antiguos debates económicos vinculados al rol de los diversos sectores económicos y en particular en relación al sector industrial, así como importantes discusiones sobre cómo mejorar la distribución del excedente generado. El presente trabajo, enmarcado dentro de la literatura que analiza los desafíos que surgen durante la consolidación de los procesos de crecimiento económico y vinculado al papel que desempeña el sector industrial, se propone dos objetivos: por un lado, analizar -tanto agregada como desagregadamente- la forma en que se ha distribuido el excedente entre los diferentes actores que operan en el sector manufacturero, y cuáles han sido los principales factores que explican la modalidad de la apropiación del mismo; por el otro, estudiar la evolución de la heterogeneidad estructural (tanto en términos productivos como salariales) al interior de este sector. El período de análisis será 1996-2012, ya que se busca abarcar las últimas fases de crecimiento de la Convertibilidad (1996-1998), el agotamiento de dicho modelo (1998-2001) y el cambio de régimen macroeconómico a partir de la megadevaluación del peso en 2002. El artículo se estructura en cinco secciones. En la primera se comentan brevemente los conceptos y principales definiciones y se presentan y analizan los principales resultados obtenidos para el sector manufacturero en su conjunto y a nivel de grandes agrupamientos. En la segunda se identifican los principales factores explicativos de la evolución de la participación asalariada, analizando la evolución de la producción, el empleo, la productividad y los salarios en las respectivas ramas. En la tercera se realiza un examen con mayor profundidad de estas trayectorias al interior del complejo automotriz y en las industrias intensivas en trabajo. En la cuarta, el foco está puesto en el análisis de la heterogeneidad estructural propia del sector manufacturero, considerando a la productividad y el salario como dimensiones representativas. Por último, en la quinta se presentan las principales conclusiones. A su vez, acompaña a este estudio un breve Anexo Metodológico. 1. La distribución del excedente en la industria. Estimar empíricamente la distribución del excedente en el sector industrial no es una tarea simple, en especial al no contar con estadísticas apropiadas. No obstante, un buen enfoque para abordarla parece ser el de la distribución funcional del ingreso, que permite obtener la participación asalariada en el valor agregado (VA) sectorial. Sin embargo, en nuestro caso, la limitada información disponible sólo nos ha permitido hacer eso para el conjunto de la industria. Para los análisis más desagregados, hemos tenido que utilizar un indicador menos preciso pero que, igualmente, sirve como proxy de la evolución del flujo de los excedentes sectoriales: la participación asalariada en el valor bruto de producción (VBP) 5. La diferencia entre ambos es 4

Este artículo profundiza algunas de las líneas elaboradas en Porta, F., Santarcángelo, J., y Schteingart, D. (2014) Si bien a partir de las nuevas Cuentas Nacionales Base 2004 se podría estimar la participación sobre el Valor Agregado, susbsisten algunas inconsistencias importantes que dificultan la obtención de estimaciones fidedignas. 5

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que en este último interviene un tercer factor: ya no se trata de la disputa entre capital y trabajo al interior de una rama dada, sino que, al computarse el consumo intermedio, los demás eslabones de la cadena de valor también forman parte de dicha disputa. De este modo, la participación asalariada en el VBP sectorial se calcula de la siguiente manera: (1) ( ) donde, es la participación de los asalariados de la rama “i” en el valor bruto de producción de la rama “i”, es el salario medio nominal de la rama “i”, son los precios mayoristas de la rama “i”, el nivel de producción física de la rama “i” y la cantidad de asalariados (tanto formales como informales) de la rama “i”. Asimismo, al cociente entre salario medio y precios mayoristas sectoriales ( ) lo llamaremos “salario relativo” dado que muestra cómo ha evolucionado el salario de cada rama en relación a la trayectoria de los precios de esa misma rama; en tanto el término ( ) no es más que la productividad sectorial por asalariado6. En consecuencia, el salario nominal y la cantidad de asalariados tendrán una relación directa con la participación asalariada en el VBP sectorial, en tanto que el incremento de los precios y los niveles de producción una de tipo inversa7. Dada la heterogeneidad del sector manufacturero, se ha optado por privilegiar un análisis de la industria según seis grandes agrupaciones a partir de las características tecno-productivas de las ramas a tres dígitos de la CIIU8: a) las ramas intensivas en recursos naturales (refinación de petróleo, papel, hilados textiles, vidrio y minerales no metálicos ncp); b) las intensivas en trabajo (artículos textiles, indumentaria, cuero y marroquinería, calzado, elaborados de la madera, muebles y colchones, edición, impresión, productos elaborados del metal excepto maquinaria y equipo, fundición de metales e industrias manufactureras ncp); c) las del complejo automotriz (vehículos automotores, carrocerías, autopartes y neumáticos); d) las químicas y metálicas básicas (típicamente industrias de procesos, que incluyen a la química básica y los químicos ncp -incluyendo al sector farmacéutico-, por un lado, y a la fabricación de hierro, acero, aluminio y otros metales no ferrosos, por el otro); e) alimentos, bebidas y tabaco y, por último, f) las ramas intensivas en ingeniería (maquinarias, productos de electrónica9 e instrumentos de precisión, principalmente). Vale señalar que la estructura de ponderadores utilizada para la agregación de las ramas a tres dígitos es la que surge del Censo Nacional Económico de 2004 (CNE04) en base a información recopilada en 2003 10.

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En rigor, el cociente (

) muestra más la intensidad de trabajo (o, inversamente, la intensidad en capital) de una

rama. A fines de simplificar, la llamaremos “productividad”, aunque el término debe ser problematizado. Como se verá, en algunas ramas, entre 2003 y 2007 hubo un gran dinamismo del empleo, fundamentalmente, a partir de la apertura de nuevas pymes que resultan ser, en promedio, más “trabajo-intensivas”. Por tal razón, una medida más precisa de “productividad” requeriría analizar la relación entre producción y empleo para una misma muestra de empresas a lo largo del tiempo, lo cual no ha podido realizarse a partir de la información disponible. 7 La participación asalariada en el valor agregado industrial se calcula de la misma manera. La única diferencia reside en el índice de precios utilizado: en lugar de tomar los precios mayoristas industriales, se deben tomar los precios implícitos industriales, que sí pueden ser calculados en base a la información disponible. 8 En rigor, se trata de una clasificación de las actividades industriales que se basa en la que hacen Katz y Stumpo (2001), con algunas modificaciones ad hoc. 9 Vale recalcar que, en Argentina, el régimen de armaduría de la rama 323 (receptores de radio, TV y telecomunicaciones) hace que el contenido importado de los insumos de producción supere el 70% y que el gasto en investigación y desarrollo sea prácticamente nulo (CEP, 2008). De tal modo, merece tomarse con suma cautela la idea de que se trate de una rama “intensiva en ingeniería”. La hemos agrupado dentro de este grupo, no obstante, para evitar que quede un agrupamiento de sólo una rama. 10 Para una lectura más detallada de la metodología, ver Porta et al (2014). Vale mencionar que para este artículo se ha revisado la metodología concerniente al recálculo de los precios efectuado para aquella versión. En la medida en que, en general, los indicadores de precios se han modificado a la baja, la participación asalariada en el excedente industrial resulta ser mayor a la estimada en la versión original; en cualquier caso, las principales conclusiones cualitativas permanecen válidas.

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En el Gráfico 1 podemos observar la trayectoria de la participación asalariada en el valor agregado industrial, y al interior de los seis agregados reseñados anteriormente (en este caso, sobre el VBP), para el período 1996-2012. Gráfico 1: evolución de la participación asalariada en el manufacturera) y VBP (grandes agregados e industria), 1996-2012

VA

(industria

175

Participación asalariada en el excedente (1997 = 100)

150

Intensivas en RRNN

Intensivas en trabajo

Intensivas en ingeniería

Automotriz

Químicos y metálicas básicas

Alimentos y bebidas

Media industrial (VBP)

Media industrial (VA)

125

100

75

50 1996

1997 1998

1999 2000 2001

2002 2003 2004 2005

2006 2007

2008

2009 2010

2011 2012

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA, EPH, CEP, INDEC, CNE04, CEU-UIA, cámaras sectoriales e institutos de estadística provinciales.

En primer lugar, considerando la industria manufacturera en su conjunto, podemos diferenciar cinco etapas en la evolución de la distribución funcional del ingreso. La primera de ellas cubre el período de fines de la convertibilidad (1996-2001), caracterizada por un incremento del peso de la masa salarial en el VA industrial explicado por una drástica reducción del producto respecto del empleo (-20% contra -2% respectivamente), lo que derivó en una caída de la productividad del orden del 18%. El factor “salario relativo” no incidió en lo más mínimo en la evolución de la distribución funcional del ingreso, ya que tanto el salario nominal como los precios mayoristas industriales decrecieron a ritmo similares (-2% y -4%, respectivamente). En pocas palabras, los asalariados ganaron ficticiamente peso en el producto industrial ya que se trataba de un contexto de aguda recesión: la aparente mejora distributiva no implicó un mayor bienestar de los asalariados. En segundo lugar, el período 2001-2003 claramente marca un abrupto punto de inflexión en la disputa por el excedente industrial. Esto se debe al impacto que tuvo la devaluación de 2002, que implicó una intensa suba de los precios de los transables (entre ellos, los industriales) no compensada por una recomposición salarial de la misma magnitud (ya que la profunda recesión y el generalizado desempleo hacían que el poder de negociación de la clase trabajadora fuera escaso). El resultado fue que, en aquel año, la participación asalariada en el producto industrial cayera, en términos relativos, un 36%. Como en 2003 los precios industriales continuaron incrementándose -aunque más moderadamente- por encima del salario –que, por ese entonces, comenzaba con una recuperación incipiente-, el peso de los asalariados en el producto disminuyó un 8% adicional. De esta manera, 2003 marca el piso, en términos de participación 4

asalariada, de la serie temporal bajo estudio y que es un 31% inferior a la de 1997 y un 42% menor a la de 2001. En suma, si bien entre 1996 y 2001 el derrotero de la distribución funcional del ingreso en la industria manufacturera había sido explicado por la caída de la “productividad”, entre 2001 y 2003 fue explicado íntegramente por el componente “salario relativo” (el salario apenas se incrementó, en tanto que los precios implícitos industriales casi se duplicaron). La tercera fase del recorrido de la participación asalariada en el valor agregado industrial se da entre los años 2003 y 2006, en que la masa salarial se recupera a un ritmo relativamente acelerado, aunque sin llegar aún a los niveles pre-crisis (en 2006 fue un 14% inferior a la de 1997). Esta recomposición parcial de la participación asalariada en el VA se debió íntegramente a los incrementos salariales, que superaron holgadamente el aumento de los precios implícitos industriales y la productividad (79% contra 26% y 13%, respectivamente). La cuarta etapa es la que va de 2007 a 2011, y se caracteriza por la profundización de la mejora asalariada en el excedente, aunque en un contexto de recalentamiento inflacionario y de un dinamismo industrial algo menor que el de la etapa previa. Por un lado, cuando los asalariados recuperaron la participación en el producto industrial similar a la de antes de la crisis (hacia 2007) se intensifica la disputa por el excedente: y de hecho, los precios industriales, que entre 2003 y 2006 se habían incrementado a una tasa promedio anual del 8%, lo hicieron a un 18% entre 2007 y 2011 (siendo la media de la economía de un 22%). A ello también contribuyó la fuerte suba de los precios internacionales de las materias primas, sobre todo entre 2006 y principios de 2008 y entre 2010 y 2011, que no pudieron ser desacoplados ni por la vía del tipo de cambio (por medio de la apreciación nominal del peso) ni a través del intento de retenciones móviles. Por su lado, entre 2007 y 2011, los salarios crecieron en términos interanuales un 27% (contra un 21% del período 2003-2006), en tanto que la productividad lo hizo a casi un 5% (comparado con un 4% de la fase previa). Vale tener en cuenta que, si entre 2003 y 2007 la productividad había crecido en un marco de expansión del empleo y las pymes industriales, a partir de entonces lo hizo con estancamiento en ambos. La quinta y última fase se inaugura a fines de 2011 y está marcada por un fuerte amesetamiento de la producción industrial, que implicó una leve caída de la productividad (-3% en 2012) y que se dio concomitamentemente con un aumento de los salarios muy por encima de los precios sectoriales (28% contra 15% en 2012) 11. De este modo, en 2012 la participación asalariada en el VA industrial fue más de un 30% superior a la de 1997, aunque levemente inferior a la de 1993 (-7%)12. En términos absolutos, la masa salarial representó el 45,4% del producto industrial en 1993, el 32,5% en 1997, el 21,1% en 2003 y el 42,5% en 2012. La participación asalariada en el VBP industrial se incrementó, entre 1997 y 2012, algo menos, ya que el coeficiente VA/VBP cayó, en buena medida, debido al aumento del precio internacional de las materias primas desde 2002. Ello implicó un aumento del peso del consumo intermedio dentro del VBP. En el Gráfico 1 también podemos contemplar, en materia de participación asalariada, el sendero recorrido por nuestros seis agregados, aunque aquí se la mida en términos del VBP y no del VA. Si tomamos entre puntas (1997 contra 2012), veremos que en las ramas intensivas en ingeniería y en trabajo hay un incremento de la participación asalariada del orden del 45-50%, lo cual contrasta enormemente con lo que ocurre en químicos y metales básicos, en donde ésta disminuye en alrededor de 12 puntos. El complejo automotriz presentó en 2012 una participación asalariada en el VBP un 26% superior a la de 1997, mientras que en las ramas intensivas en recursos naturales y en alimentos, bebidas y tabaco la mejora es más moderada (+13% y +10%, respectivamente).

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Con posterioridad a 2012, las estimaciones preliminares parecen mostrar que en 2013 los salarios fueron levemente superiores a los precios industriales, en tanto que en 2014 éstos fueron algo mayores a los salarios. 12 Existe información de la participación asalariada en el valor agregado industrial entre 1993 y 1995, a partir de datos de la Cuenta de Generación del Ingreso del INDEC, aunque no es posible desagregarla por sectores.

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Gráfico 2: coeficiente de variación de las participaciones asalariadas en los VBP sectoriales (1996-2012), 1997 = 0%

Coeficiente de variación de las participaciones asalariadas en los VBP sectoriales respecto a 1997

50%

45%

40%

35%

30%

25%

20%

15%

10%

5%

0% 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA, EPH, CEP, INDEC, CNE04, CEU-UIA, cámaras sectoriales e institutos de estadística provinciales

A continuación se examina cuándo, dentro del período 1996-2012, se generaron las mayores heterogeneidades en materia distributiva entre las ramas. Para ello se toma como medida estadística el coeficiente de variación de la participación asalariada en los VBP sectoriales (Gráfico 2). Como se puede apreciar, entre 1997 y 2002 la medida de dispersión utilizada se acrecienta sostenidamente y, desde entonces, se estabiliza en torno al 35-40%, recibiendo un nuevo impulso -aunque más débil que el de la crisis de la Convertibilidad- a partir de 2011. En otras palabras, la crisis de la Convertibilidad ha producido cambios en el perfil de la distribución funcional entre las diferentes ramas que han sido solo parcialmente revertidos en un contexto de intenso crecimiento económico y expansión del empleo. Es decir que, en general, las ramas que más aumentaron su masa salarial en relación al VBP sectorial durante el período 1997-2002 mantuvieron dicha posición en los años de la posconvertibilidad, y viceversa. A modo de ejemplo, en las ramas del complejo textil-indumentaria (hilados textiles -171-, textiles ncp -172 y 173- y confecciones -18A-), la participación asalariada se expandió sensiblemente durante la crisis de la Convertibilidad y, desde entonces, siempre se han mantenido en los primeros lugares del ranking de índice de participación asalariada. El caso contrario ocurre en actividades como metales ferrosos (271), metales no ferrosos (272) y sustancias químicas básicas (241), que ya en la crisis de la Convertibilidad eran las que mostraban una distribución funcional del VBP más desfavorable a los asalariados. Si miramos la evolución en términos agregados, en el Cuadro 1 se exhibe la cantidad de ramas que muestran una tendencia positiva, estable o negativa en materia de participación asalariada, según año. Hemos definido como “positiva” la tendencia en que la participación asalariada supera en 10% o más a la de 1997; “estable” a aquella en la que la participación asalariada es entre un 10% inferior y un 10% superior a la de 1997 y “negativa” a aquella en la que es por lo menos un 10% inferior a la de 1997.

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Cuadro 1: cantidad de ramas industriales con tendencia positiva, estable o negativa respecto a la participación asalariada en el VBP de 1997 (años escogidos)

Positiva Estable Negativa Total

2001 25 11 3 39

2002 12 4 23 39

2003 5 6 28 39

2006 8 9 22 39

2010 16 8 15 39

2012 23 11 5 39

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA, EPH, CEP, INDEC, CNE04, CEU-UIA, cámaras sectoriales e institutos de estadística provinciales. Positiva = participación asalariada más de un 10% superior a la de 1997; Negativa = participación asalariada más de un 10% inferior a la de 1997; Estable = participación asalariada entre un 10% inferior y un 10% superior a la de 1997.

Nótese que, en 2001, en un 65% de las ramas (25 de 39) había mejorado la participación asalariada en más de 10 puntos respecto a 1997 (como resultado de que la caída del producto fue más grande que la del empleo), en tanto que apenas tres la habían disminuido (sustancias químicas básicas, metales no ferrosos y productos metálicos para uso estructural). Al año siguiente, como consecuencia del cambio de precios relativos que generó la intensa depreciación del tipo de cambio, se produjo un drástico cambio en la tendencia: la mayoría de las actividades industriales (23) poseía una participación asalariada más de diez puntos porcentuales inferior a la de 1997, lo que da cuenta del enorme costo que tuvo la salida de la devaluación para los asalariados. En 2003, año en que la participación asalariada en el VBP industrial alcanzó el mínimo de la serie, el número de ramas con pérdida de la participación asalariada se incrementó a 28, y tan sólo cinco poseían niveles positivos respecto a los valores de 1997 (confecciones, muebles y colchones, carrocerías y remolques, instrumentos médicos y de precisión e industrias manufactureras ncp). A partir de entonces se observa una proporción creciente de ramas con niveles de participación asalariada superiores a los de 1997: de 5 en 2003 se pasa a 8 en 2006, a 16 en 2010 y a 23 en 2012. Apréciese que aún hacia 2010 la cantidad de ramas con tendencia positiva y negativa era similar, lo cual contrasta enormemente con la situación de dos años después. 2. La dinámica de empleo, productividad y salarios Para estimar con cierto grado de precisión las causas de las trayectorias recorridas por las distintas ramas, se estableció cuáles fueron los factores diferenciales de cada rama respecto a la media industrial. Para ello, se cotejaron, rama por rama, todas nuestras variables (producción, asalariados, productividad, salario, precios y salario relativo) con el promedio industrial. Los datos refieren a la comparación entre 1997 (en que para todas las ramas y variables el índice era 100) y 2012. Nótese que el Cuadro 2 está dividido en tres partes, según color: en blanco están aquellas ramas en que la participación asalariada en 2012 habría sido por lo menos un 10% superior a la de 1997 (índice superior a 110); en gris oscuro, las que habría sido por lo menos un 10% inferior (índice inferior a 90); por último, en gris claro, las intermedias (índice entre 90 y 110).

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Cuadro 2: Principales causas de las trayectorias recorridas en la participación asalariada en el VBP sectorial, 1997 vs 2012 Código 18A 369 172-3 171 33A 342 323 361 289 31A-B 191 281 291 292 153 222 343 152 151 269 273 20A 341 160 252 221 242 313 154 261 232 192 293 251 271 155 210 241 272

Rama p2012 Confecciones de prendas de vestir 339,8 Industrias manufactureras ncp 334,2 Productos textiles ncp 256,4 Hilados textiles 232,3 Instrumentos de precisión 229,2 Carrocerías 216,0 Receptores de radio, TV y telecomunicaciones 200,9 Muebles y colchones 189,6 Productos elaborados de metal ncp 176,7 Equipos eléctricos ncp 174,3 Cuero, marroquinería y talabartería 168,2 Productos metálicos para uso estructural 163,4 Maquinaria de uso general 158,7 Maquinaria de uso especial 155,1 Productos de molinería, almidones y afines 145,1 Impresión 144,5 Autopartes 141,2 Lácteos 137,2 Carne, pescado, frutas, legumbres, aceites y grasas 132,0 Minerales no metálicos ncp 120,7 Fundición de metales 118,2 Aserrado y cepillado de madera 115,4 Vehículos automotores 111,4 Tabaco 108,8 Productos de plástico 106,7 Edición 101,5 Productos químicos ncp 101,3 Hilos y cables aislados 100,8 Productos alimenticios ncp 98,5 Vidrio 97,0 Refinación de petróleo 96,2 Calzado 94,8 Aparatos de uso doméstico ncp 93,4 Caucho (neumáticos) 92,7 Metales ferrosos (hierro y acero) 87,3 Bebidas 77,4 Papel 75,3 Sustancias químicas básicas 63,3 Metales no ferrosos 57,3

Causa diferencial de la trayectoria recorrida Bajo precio y baja productividad (baja producción) Baja productividad (baja producción) y bajo precio Baja productividad (baja producción) y bajo precio Bajo precio y baja productividad (baja producción) Precio y productividad (asalariados) Baja productividad (altos asalariados) Caso especial Baja productividad (baja producción) Baja productividad (baja producción) Baja productividad (baja producción) y bajo precio Bajo precio Baja productividad (altos asalariados) Bajo precio Baja productividad (altos asalariados) Baja productividad (altos asalariados) y bajo precio Bajo precio no compensa alta productividad (baja de asalariados y alza de producción) Baja productividad (baja producción) Altos precios no compensan altos salarios Alta productividad (alta producción) y altos precios no compensan salarios Altos precios no compensan altos salarios Altos precios no compensan altos salarios Altos precios no compensan altos salarios Altos precios no compensan baja productividad (baja producción) Bajos salarios compensan baja productividad (baja producción) Alta productividad (alta producción) y altos precios no compensan altos salarios Bajos salarios compensan bajos precios Alta productividad (alta producción) y bajos salarios Altos precios Alta productividad (alta producción) Productividad (alta producción) compensa bajo precio Bajos salarios y alto precio Alta productividad (alta producción) más que compensa bajo precio Alta productividad (alta producción) Alto precio y bajos salarios Alto precio Alta productividad (bajos asalariados y alta producción) Alto precio Alta productividad (bajos asalariados) y alto precio Alta productividad (alta producción y bajos asalariados) y alto precio

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA, EPH, CEP, INDEC, CNE04, CEU-UIA, cámaras sectoriales e institutos de estadística provinciales. Referencia: p2012 = participación asalariada en el valor bruto de producción sectorial en 2012 (1997 = 100)

Entre las ramas que más acrecientan el peso del salario en el VBP entre 1997 y 2012, sobresalen confecciones de prendas de vestir (18A), industrias manufactureras ncp (369), productos textiles ncp (172-3) e hilados textiles (171) con un +239,8%, +234,2%, +196,1% y +132,3% respectivamente13. En los cuatro casos, se dio una fuerte combinación de baja productividad (debido a que los niveles de producción -muy inferiores al promedio de la industria- fueron mucho menos dinámicos que los de empleo) con precios relativos desfavorables. En tanto los salarios no tuvieron una diferencia significativa con la media industrial, el salario relativo fue, en todas estas ramas muy superior al resto del sector manufacturero14. Vale señalar que, en todas estas ramas, el factor “productividad” apareció en la crisis de la Convertibilidad: en otras palabras, se trata de actividades que sufrieron mucho más que el promedio industrial la gran recesión y, por ende, su productividad se deterioró fuertemente. Pese a la recuperación en la posconvertibilidad, la productividad se incrementó a un ritmo no demasiado diferente al del promedio industrial, con lo cual la brecha originada entre 1997 y 2002 no se pudo cerrar. Vale agregar que a partir de 2007/8 estas ramas comenzaron a tener precios relativos cada vez más desfavorables, probablemente a partir del aumento de la competencia asiática y de la apreciación relativa del tipo de cambio. Es a partir de entonces cuando el efecto “precio” se suma al efecto “productividad” para explicar por qué en estos sectores la participación asalariada ganó tanto terreno en el VBP. El análisis de estos datos sugiere tres posibles escenarios para estos sectores: en primer lugar, si suponemos que el coeficiente VA/VBP no cambió a lo largo del período (es decir, si los precios mayoristas sectoriales fueron iguales a los precios implícitos sectoriales), tendríamos un flujo del excedente favorable a los asalariados y en contra de los empresarios. En otros términos, podría haberse tratado de ramas donde se experimentó una pérdida relativa de 13

En el Cuadro 2 ello se puede observar en la columna “p2012”, que muestra el nivel de la participación asalariada, teniendo en cuenta que 1997 es igual a 100. 14 Si en el cuadro figura por ejemplo “baja productividad y bajo precio” significa que el primer factor es más importante que el segundo.

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rentabilidad. El segundo escenario posible corresponde a uno en que los bajos precios mayoristas del sector se hayan debido, al menos parcialmente, a una baja relativa en el precio de los insumos. De tal modo, otros eslabones de la cadena de valor habrían financiado una parte del aumento de la participación asalariada. El tercer escenario posible es que haya existido un cambio en la composición interna de estas ramas, con la incorporación de empresas o procesos más “trabajo-intensivos”, lo que explicaría el aumento de la participación asalariada sin que necesariamente haya habido una disminución de la rentabilidad)15. A nuestro juicio, lo más probable es que se haya dado una combinación del primer y tercer escenario: mayor trabajo-intensivización a partir de la crisis de la Convertibilidad y los años subsiguientes y, hacia 2007/8, una progresiva disminución del excedente capitalista a raíz de costos salariales crecientes no compensados vía productividad y precios. En el otro extremo encontramos a ramas como metales no ferrosos, sustancias químicas básicas, papel, bebidas y metales ferrosos (hierro y acero), que son las únicas en las que en 2012 la participación asalariada en el VBP era todavía más de un 10% inferior a la de 1997. Salvo en bebidas, estas ramas gozaron de muy buenos precios relativos, producto del alza del precio internacional de commodities como los minerales, la madera o el petróleo (este último bien repercute mucho en sustancias químicas básicas). Asimismo, bebidas, sustancias químicas básicas y metales no ferrosos gozaron de una gran mejora en la productividad, que también contribuye a explicar las especificidades de estas trayectorias. 3. Análisis de casos específicos El propósito de la presente sección es dar cuenta de las heterogeneidades que surgen al interior de algunas de las agrupaciones que hemos realizado a partir de las características tecnoproductivas de las ramas. Para ello, estudiaremos lo ocurrido con el complejo automotriz y con dos ramas pertenecientes al agregado de las intensivas en trabajo: confecciones y calzado.

3.1 El complejo automotriz En el Gráfico 3 se registra la evolución de la participación asalariada en el VBP del complejo automotriz, que, entre puntas del período considerado, ha tenido un desempeño afín al promedio industrial. De todos modos, hay que notar que durante la crisis de la Convertibilidad el complejo experimentó un incremento de la participación asalariada significativamente mayor al promedio industrial, nivel violentamente ajustado hacia el final de ese subperíodo, fundamentalmente vía destrucción de puestos de trabajo y caída del salario relativo. En cualquier caso, la evolución promedio de esta variable encubre una fuerte dispersión de comportamientos. La rama carrocerías y remolques (342) (la más trabajo-intensiva del agregado) exhibe en 2012 un peso del salario en el VBP más de un 115% superior al de 1997, asociado esencialmente a un flojo desempeño de la productividad. Ello en parte ocurrió por el gran dinamismo pyme registrado entre 2003 y 2007 y la fuerte expansión consecuente de la cantidad de puestos de trabajo generados, superior al de la producción física sectorial. En el segmento autopartista (343) también crece la participación asalariada, pero más moderadamente que en el caso anterior (+41%), lo cual se explica fundamentalmente por una mejora del salario relativo en el marco de un relativamente reducido crecimiento de la productividad. Igualmente, en 2010 la participación del salario era apenas superior a la de 1997; fue en 2011 y, sobre todo, 2012, cuando más se elevó la participación asalariada. Ello se debió a que en 2011 el sector autopartista comenzó a toparse con cuellos de botella del punto de vista de la oferta y en 2012 el complejo en su conjunto experimentó una importante caída, tras el boom de 2010 y 2011.

15

Dicho de otra manera, es factible que varias de las empresas más capital-intensivas de estos sectores hayan desaparecido con la crisis de la Convertibilidad y que, por el contrario, en la posconvertibilidad hayan nacido otras firmas mucho más intensivas en trabajo.

9

Gráfico 3: evolución de la participación asalariada en el VBP del complejo automotriz (1996-2012) 225 251 - Caucho (neumáticos) 342 - Carrocerías Media complejo automotriz

341 - Vehículos automotores 343 - Autopartes Media industrial (VBP)

Participación asalariada en el VBP (1997 = 100)

200

175

150

125

100

75

50 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA, EPH, CEP, INDEC, CNE04, CEU-UIA, cámaras sectoriales e institutos de estadística provinciales

Ramas como vehículos automotores (341) y caucho y neumáticos (251) poseen significativas diferencias con las dos anteriores. En el primero de estos dos casos, representado por las terminales transnacionales, en 2012 la participación asalariada en el VBP fue un 11% superior al de 1997, pero si se considera la situación hasta el último año de la fase de crecimiento de la industria automotriz (2011), la participación asalariada en el VBP resulta un 9% inferior a la de 1997. Es decir, con la excepción del año 2012, el sector de las terminales automotrices logró más que compensar los costos salariales crecientes por vía de un aumento fenomenal de la producción que derivó en un gran aumento de la productividad. Por su lado, en 2012 la participación asalariada en el VBP del sector de caucho (neumáticos) fue un 8% inferior a la de 1997. Ello se debió mayormente a elevados precios sectoriales, originados en la fuerte suba del precio internacional del caucho entre 2002 y principios de 2011, por lo que es más que probable una reducción del coeficiente VA/VBP en este sector; de ser así, la participación asalariada en el VA debería haber caído menos. Siendo que Argentina es importadora de caucho natural (Indonesia) y sintético (Brasil y Estados Unidos), resulta plausible suponer que parte del excedente generado haya sido transferido al exterior.

3.2. Calzado y confecciones: dos trayectorias disímiles dentro de las ramas intensivas en trabajo En el Gráfico 4 se exhibe la trayectoria de dos ramas intensivas en trabajo: calzado y confecciones. Por un lado, esta última es la rama en la que la participación asalariada creció más dentro de las 39 analizadas triplicando sus valores. Sin embargo, este dato merece ser matizado por varias razones: en primer lugar, confecciones es una de las ramas con mayor incidencia de la informalidad (superior al 60% en todo el período), por lo que los datos de producción física pueden estar inadecuadamente representados. En segundo lugar, resulta por 10

lo menos curioso que la maxidevaluación de 2002 no haya generado una caída significativa de la participación asalariada en el VBP del sector y que, aun en 2006 la participación asalariada en el VBP sectorial fuera casi el doble que la de 1997. Además de la razón anteriormente mencionada, ello pudo deberse a que el sector de confecciones tuvo un gran dinamismo tanto en términos de empleo como de incorporación de empresas (pymes) entre 2002 y 2007 (el empleo más que se duplicó, y la cantidad de firmas se incrementó en un 78%, superando holgadamente los niveles de 1997). A su vez, los precios mayoristas del sector fueron a lo largo de todo el período de los más desfavorables de la industria e, inclusive, de la economía. Si bien es probable que la creciente competencia asiática haya jugado un rol en el disciplinamiento de los precios de fábrica, futuros estudios deberán analizar por qué los precios de la indumentaria en el mercado minorista aumentaron por encima del promedio durante la posconvertibilidad si los mayoristas lo hicieron muy por debajo. Una posible explicación sería que haya aumentado la ponderación de la “renta comercial” o “renta inmobiliaria” en la cadena de valor16. Considerando estos factores, es probable que nuestras estimaciones sobreestimen la participación asalariada en el producto de esta rama. Aun así, es dable suponer que debe haber existido una importante mejoría, en tanto la rama de confecciones –de salarios cercanos a la subsistencia- es particularmente sensible a la elevación del costo de reproducción de la fuerza de trabajo registrada a partir de 2003, de la mano de políticas como los aumentos salariales por decreto, el incremento del salario mínimo y la ampliación de derechos sociales como la inclusión previsional y la Asignación Universal por Hijo. Gráfico 4: evolución de la participación asalariada en el VBP de calzado y confecciones (1996-2012) 350 18A - Confecciones

192 - Calzado

Media intensivas en trabajo

Media industrial (VBP)

Participación asalariada en el VBP (1997 = 100)

300

250

200

150

100

50 1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA, EPH, CEP, INDEC, CNE04, CEU-UIA, cámaras sectoriales e institutos de estadística provinciales.

En contraste con confecciones, la rama de calzado fue la única de las intensivas en trabajo en que la participación asalariada en el VBP no retornó a los niveles de 1997. Ello se explica

16

Esta hipótesis no puede ser verificada con los datos disponibles para esta investigación.

11

mayormente por un gran dinamismo de la producción en la posconvertibilidad 17, que permitió elevar enormemente la productividad, pese a que los precios mayoristas, al igual que en confecciones, también fueron relativamente desfavorables a lo largo de todo el período. A diferencia de confecciones, el dinamismo, tanto en términos de empresas o empleo creados, fue un tanto más moderado entre 2002 y 2007. Es posible que ello se deba a que el sector de calzado requiere escalas productivas más grandes que el de indumentaria y que haya menos probabilidad de distorsiones estadísticas de subregistro de la producción. 4. Heterogeneidad estructural en la industria argentina: productividad y salarios

4.1. La heterogeneidad en la productividad En el Gráfico 5 se exhibe la evolución de las brechas de productividad para los seis agregados estudiados con una escala logarítmica, lo que permite apreciar mejor la dinámica de los términos relativos. Varias cuestiones merecen ser destacadas. El sector de químicos y metales básicos es, por lejos, el de mayor productividad (más que duplica al promedio industrial durante casi todo el período en cuestión); la amplitud de su brecha relativa se profundiza entre 1996 y 2003, para luego, en promedio, mantenerse 18. Un caso relativamente similar es el de las ramas intensivas en recursos naturales, que también registran un nivel de productividad considerablemente superior al promedio industrial, sobre todo por la influencia de la rama de refinación de petróleo; en este caso, la brecha de productividad se amplía fuertemente entre 1998 y 2002, para reducirse algo en la posconvertibilidad (pasa de casi 125 puntos a 90 entre 2003 y 2012). El complejo automotriz y las ramas intensivas en ingeniería exhiben características bastante similares, tanto desde el punto de vista tecno-productivo como por su elevada sensibilidad al ciclo económico. Ambos agregados presentan niveles de productividad que podrían considerarse como “medio-altos”, situándose en el promedio del período entre un 20 y un 25% por encima de la media industrial. Por último, las ramas de alimentos, bebidas y tabaco y las intensivas en trabajo tienen niveles de productividad inferiores a la media, con una brecha relativamente estrecha en las primeras (20 puntos), pero bastante amplia en las segundas (50%). A la vez, registran dinámicas opuestas: alimentos, bebidas y tabaco tiende a cerrar la brecha de productividad entre 1997 y 2007 y a aumentarla hasta 2012, mientras las intensivas en trabajo experimentan un desempeño inverso 19.

17

En 1997 se producían 63 millones de pares de calzado, cifra que cayó a 36 millones en 2001. Ya en 2004 la producción fue de 70 millones de pares, y en 2012 de 120 millones. 18 Debe tenerse en cuenta que el sector de Químicos y metales básicos sufrió relativamente poco la crisis de la Convertibilidad, debido en buena medida a una mayor salida exportadora que el promedio industrial, y por ello la productividad sectorial decayó significativamente menos que la del promedio industrial. 19 La escala del Gráfico 5 es logarítmica y no lineal, ya que permite apreciar mejor la dinámica en términos relativos de las diferencias entre las ramas.

12

Gráfico 5: brecha de productividad entre agregados en la industria manufacturera (1996-2012)

Brecha de productividad respecto a la media industrial (=100)

400%

200%

100%

50%

Intensivas en RRNN

Intensivas en trabajo

Intensivas en ingeniería

Automotriz

Químicos y metálicas básicas

Alimentos, bebidas y tabaco

25% 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA, EPH, CEP, INDEC, CEU-UIA y cámaras sectoriales

Conviene extender este análisis a nivel de las ramas individuales. En el Cuadro 3 se registran los niveles de productividad relativa de 40 ramas industriales en algunos años seleccionados (1997, 2002, 2007 y 2012). Se las ha clasificado en tres estratos: i) ramas de alta productividad relativa en 2012 (mayor a un 20% a la media industrial, en blanco); ii) ramas de media productividad relativa en 2012 (entre un 20% inferior y un 20% superior a la media industrial, resaltadas en gris claro); iii) ramas de baja productividad relativa en 2012 (más de un 20% inferior a la media industrial, resaltadas en gris oscuro). En las últimas tres columnas del gráfico se puede ver cómo evolucionó la productividad relativa de cada rama al comparar 2002, 2007 y 2012 contra 1997. En general, los agrupamientos sectoriales considerados para este estudio muestran cierta homogeneidad interna, aunque dista de ser perfecta. Por ejemplo, las cuatro ramas del grupo de químicas y metálicas básicas presentan niveles de productividad muy altos en relación al promedio; al compararlas entre ellas, se destaca que sustancias químicas básicas (241) más que duplica en 2012 a productos químicos ncp (242). Las cinco ramas que componen las intensivas en recursos naturales también mostraron en 2012 niveles de productividad relativa alta, pero refinación de petróleo (232) se diferencia notablemente, con una productividad relativa más de diez veces superior a la media industrial. Además, dentro de este agrupamiento conviven actividades de elevada productividad relativa, como cemento, con otras de baja, como fabricación de mosaicos, ambas pertenecientes al rubro de minerales no metálicos (269). En el caso de las intensivas en ingeniería, la mayoría de las ramas se ubica en los eslabones de media y alta productividad relativa, a excepción del rubro de acumuladores, pilas y baterías primarias, con niveles de productividad bajísimos (un tercio de la media industrial). Las intensivas en trabajo son homogéneas: la gran mayoría integra el grupo de las de baja productividad relativa.

13

Cuadro 3: brecha de productividad entre ramas industriales (desagregadas), 1997, 2002, 2007 y 2012 Código Ram a Agregado 232 Refinación del petróleo RRNN 241 Sustancias químicas básicas QyM 272 Metales no ferrosos QyM 271 Hierro y acero QyM 341 Vehículos automotores Auto 242 Productos químicos n.c.p. QyM 31A Motores, generadores y transformadores eléctricos Ing 291 Maquinaria de uso general Ing 155 Bebidas AyB 261 Vidrio RRNN 153 Productos de molinería, almidones y afines AyB 210 Papel RRNN 313 Hilos y cables aislados Ing 269 Minerales no metálicos n.c.p. RRNN 171 Hilados y tejidos RRNN 221 Edición Trab 323 Receptores de radio, TV y telecomunicaciones Ing 33A Instrumentos médicos y de precisión Ing 273 Fundición de metales Trab 342 Carrocerías y remolques Auto 152 Lácteos AyB 252 Productos de plástico Trab 222 Impresión Trab 343 Autopartes Auto 292 Maquinaria de uso especial Ing 293 Aparatos de uso doméstico n.c.p. Ing 160 Tabaco AyB 151 Carne, pescado, frutas, legumbres, aceites y grasas AyB 289 Productos elaborados de metal n.c.p. Trab 251 Caucho (neumáticos) Auto 191 Cuero, marroquinería y talabartería Trab 281 Productos metálicos para uso estructural Trab 154 Productos alimenticios n.c.p. AyB 361 Muebles y colchones Trab 192 Calzado Trab 20A Aserrado y cepillado de madera Trab 31B Acumuladores, pilas y baterías primarias Ing 172-3 Productos textiles n.c.p. Trab 369 Industrias manufactureras n.c.p. Trab 18A Confecciones de prendas de vestir Trab Coeficiente de Gini (sin ponderar por cantidad de asalariados de cada rama)

1997 1.218 279 169 280 172 169 193 158 98 124 173 150 217 123 158 121 132 128 113 153 100 83 56 109 118 69 105 79 102 93 54 70 43 54 18 36 45 51 41 38 0,417

2002 1.118 559 405 348 138 138 97 209 101 164 203 177 135 94 91 83 94 75 62 70 112 113 55 132 81 38 123 105 69 108 74 64 48 28 18 43 28 27 24 28 0,495

2007 1.070 489 318 307 268 184 210 186 164 192 216 173 169 116 106 122 195 121 112 143 107 103 91 100 113 108 92 99 69 95 55 70 58 37 29 30 30 33 22 18 0,444

2012 02 vs 97 1.038 -8,3% 464 100,2% 366 140,2% 262 24,5% 243 -20,0% 191 -18,3% 189 -49,9% 169 32,6% 166 2,6% 164 31,9% 160 17,1% 153 17,9% 148 -37,6% 125 -24,1% 123 -42,0% 122 -31,3% 120 -28,4% 112 -41,7% 107 -44,7% 104 -54,2% 98 11,9% 96 35,5% 95 -1,5% 95 21,1% 94 -31,3% 93 -44,2% 91 17,2% 83 32,6% 77 -32,8% 76 16,2% 67 36,9% 56 -8,2% 55 11,8% 41 -47,8% 35 3,1% 34 17,1% 31 -38,3% 29 -47,5% 25 -41,2% 22 -27,0% 0,442

07 vs 97 -12,1% 75,0% 88,3% 9,7% 55,6% 8,9% 8,5% 17,6% 66,9% 54,1% 24,8% 15,3% -22,1% -6,2% -32,8% 0,3% 48,0% -5,8% -1,0% -6,6% 7,6% 23,4% 63,3% -8,2% -4,5% 57,4% -11,7% 24,7% -33,0% 1,8% 1,1% -0,2% 35,1% -31,0% 63,3% -18,2% -32,3% -35,8% -45,9% -52,9%

12 vs 97 -14,8% 66,3% 117,0% -6,2% 41,0% 12,7% -2,1% 6,8% 69,8% 32,0% -7,7% 2,0% -31,6% 1,1% -22,2% 0,5% -8,6% -12,5% -5,7% -32,3% -1,6% 14,7% 70,4% -12,9% -20,5% 35,7% -13,0% 4,5% -24,8% -18,7% 22,7% -20,4% 28,9% -24,1% 93,4% -6,5% -29,7% -42,3% -39,0% -41,6%

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA, EPH, CEP, INDEC, CEU-UIA y cámaras sectoriales. En blanco, ramas de alta productividad relativa en 2012 (mayor a un 20% a la media industrial); en gris claro, ramas de media productividad relativa en 2012 (entre un 20% inferior y un 20% superior a la media industrial); en gris oscuro, ramas de baja productividad relativa en 2012 (más de un 20% inferior a la media industrial). Referencias: AyB = Alimentos, bebidas y tabaco; Ing = Intensivas en ingeniería; Auto = Complejo automotriz; Trab = Intensivas en trabajo; QyM = Químicos y metales básicos; RRNN = Intensivas en recursos naturales

Por el contrario, el complejo automotriz y alimentos, bebidas y tabaco registran diferentes situaciones internas en materia de productividad. En el primer caso hay dos segmentos bien definidos: la fabricación de vehículos automotores (341) es de alta productividad relativa, mientras que carrocerías y remolques (342), autopartes (343) y caucho/neumáticos (251) 20 revistan entre los de media productividad. En el agrupamiento alimentos, bebidas y tabaco conviven tres estratos de productividad: las de alta, que incluye a productos de molinería (153) y bebidas (155); las de media, que incluye a tabaco (160), lácteos (152) y, a carnes, pescados, frutas, legumbres, aceites y grasas (151); y, por último, productos alimenticios ncp (154) entre las de baja productividad. Asimismo, algunas de estas ramas presentan fuertes heterogeneidades en su interior: por ejemplo, en la 151, aceites y grasas constituyen un sector de altísima productividad, en tanto que elaboración de fiambres y embutidos es uno de baja 21. En la última fila del Cuadro 3 se presenta una estimación del coeficiente de Gini de la productividad de las 40 ramas, en este caso sin ponderar por el número de asalariados de cada una. Como se puede apreciar, se produce un gran salto en el coeficiente entre 1997 y 2002 (de 0,417 a 0,495), lo que da cuenta de un efecto de profundización de la heterogeneidad 20

Esta rama integra el lote de los de inferior productividad en 2012, pero en el promedio del período se mantuvo en el segmento intermedio. 21 Estos datos surgen de un análisis desagregado a 5 dígitos en base a información del Censo Nacional Económico 2004.

14

estructural en términos de productividad. Si bien en este período se manifiesta un deterioro general del nivel de productividad, éste fue mucho mayor en las ramas de menor productividad relativa que en las de alta (compárese, por ejemplo, a sustancias químicas básicas -241-, metales no ferrosos -272- y hierro y acero -271-, por un lado, con confecciones -18A-, industrias manufactureras ncp -369- y productos textiles ncp -172/3-, por el otro). Posteriormente, el coeficiente de Gini mejora entre 2002 y 2007, pero sin retornar a los niveles registrados en 1997, y se mantiene estable entre 2007 y 2012. Gráfico 6: evolución de la heterogeneidad de productividades (ponderada por número de asalariados y sin ponderar) de la industria manufacturera argentina (1996-2012) 0.52

0.50 Ponderada por número de asalariados por rama Sin ponderar 0.48

Coeficiente de Gini

0.46

0.44

0.42

0.40

0.38

0.36

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA, EPH, CEP, INDEC, CNE04, CEU-UIA y cámaras sectoriales

Esta medida de heterogeneidad no ponderada por el número de ocupados por rama permite analizar la fisonomía de las productividades de las distintas actividades industriales, brinda herramientas para comprender los determinantes de la heterogeneidad estructural en materia de productividad y es útil para trazar un mapa de la estructura industrial. De todas maneras, es evidente que, al no ponderar por el peso del nivel de ocupación, la heterogeneidad estimada será siempre mayor, ya que los casos extremos (en general, con baja ponderación en términos de asalariados) estarán más representados. Para ajustar este efecto, se ha estimado el mismo coeficiente de Gini ponderando por el número de asalariados por rama; en el Gráfico 6 se presentan ambos indicadores para todo el período considerado. El coeficiente ponderado resulta ser menor y menos volátil que el no ponderado. A la vez, sus respectivos movimientos no siguen siempre la misma tendencia ni la intensidad de las variaciones es necesariamente la misma a lo largo de los diversos subperíodos. Cabe señalar que la similitud de trayectoria entre ambos coeficientes indica que el cambio en la heterogeneidad estructural resultante se debe a las variaciones experimentadas en las productividades relativas de las ramas; por el contrario, cuando la trayectoria de ambas líneas diverge, dicho efecto está producido por el factor “cambios en la ocupación”. Entre 1997 y 2000, las líneas en el gráfico muestran una tendencia divergente: el indicador de 15

heterogeneidad sin ponderar aumenta, mientras el ponderado se mantiene estable; esto se explica porque el factor “mano de obra” compensa al factor “productividad relativa”. Entre esos años, las ramas de mayor y menor productividad relativa tendieron a aumentar su brecha con la media industrial por arriba y por abajo, respectivamente. Sin embargo, como en simultáneo las ramas de menor productividad relativa expulsaron en términos proporcionales más mano de obra que las de mayor, el movimiento del Gini ponderado de heterogeneidad ponderada se mantuvo estable. Inmediatamente, entre 2000 y 2002, ambas líneas exhiben un recorrido similar (ascendente), lo que significa que el aumento de la heterogeneidad se debe principalmente al factor “productividad relativa”. A partir de 2002 y hasta 2007 ambas trayectorias divergen: el Gini de heterogeneidad sin ponderar disminuye considerablemente, mientras que el ponderado se mantiene estable; aquí está operando prioritariamente el factor “mano de obra”: la mayor creación de puestos de trabajo en las ramas intensivas en trabajo en la fase del “dólar alto” neutraliza la reducción de las brechas de productividad entre las ramas. Hacia 2007 la medida de heterogeneidad ponderada cae significativamente, nuevamente debido al factor “mano de obra”: el grupo de las intensivas en trabajo expulsa trabajadores -la mayoría de ellos, informales-, disminuyendo el peso de los asalariados en las ramas de baja productividad relativa. Por último, desde entonces, los Gini de heterogeneidad ponderado y sin ponderar se han mantenido medianamente estables (a excepción de 2010), en valores que son un 5% superiores a los de 199722.

4.2. La heterogeneidad salarial Otro modo de estudiar la heterogeneidad estructural consiste en examinar la evolución de la dispersión salarial al interior de la industria manufacturera, indicador que se presenta en el gráfico 7. A simple vista puede apreciarse que hay una menor heterogeneidad salarial que de productividades. Cotejando los agregados de mayor y menor productividad relativa (químicas y metálicas básicas versus intensivas en trabajo), se constata que hay, en promedio, una diferencia de unas cuatro veces en materia de nivel de productividad, mientras que, en cambio, la brecha de salarios entre los agregados extremos (nuevamente, los agrupamientos de química y metales básicos e intensivas en trabajo) es de menos de tres veces (el índice de brecha salarial media para el período es de 180 y 70 en ambas ramas, respectivamente).

22

Comparados internacionalmente, los niveles de heterogeneidad de la productividad industrial en Argentina son especialmente elevados. A modo de comparación, según estimaciones propias en base a la información que provee OCDEStat, en Reino Unido, Francia, Italia y Alemania, en promedio para el período 1995-2005, fue de 0,185.

16

Gráfico 7: brecha salarial en la industria manufacturera entre agregados (1996-2012)23 Intensivas en RRNN Intensivas en ingeniería Químicos y metales básicos

Intensivas en trabajo Complejo automotriz Alimentos, bebidas y tabaco

Brecha salarial (media industrial = 100)

200

100

50 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA y EPH

Al desagregar por rama la estimación de la brecha salarial (Cuadro 4), se confirma que los niveles de heterogeneidad son menores que los de la productividad. Nótese que, considerando el año 2012, la rama de salarios más altos es refinación de petróleo (232), con remuneraciones casi 2,8 veces superiores a la media; en contraste, debe recordarse que la misma rama mostraba una productividad más de diez veces superior al promedio. En el otro extremo, en confecciones (18A) y aserrado de madera (20A) el salario es prácticamente la mitad de la media industrial; en tanto que estas mismas ramas tenían en 2012 niveles de productividad de un quinto y un tercio, respectivamente, de la media industrial. El coeficiente de Gini sin ponderar por cantidad de asalariados presentado en la última fila del Cuadro 4 señala que la dispersión salarial ha sido siempre menor que la de la productividad (entre 0,239 y 0,300 a lo largo del período, siendo que para la productividad fluctuó entre 0,417 y 0,495 -ver Cuadro 3-). Asimismo, en el cuadro mencionado se han agrupado las cuarenta ramas estudiadas en tres estratos salariales: alto, medio y bajo, con el mismo criterio utilizado para las productividades (alto para las ramas que tienen +20% respecto a la media, moderados para las que están entre -20% y +20%, y bajo para las que presentan valores inferiores al -20%). Como se puede observar, las químicas y metálicas básicas, además de tener cierta homogeneidad en términos de productividad, también tienen una alta homogeneidad salarial (las cuatro están dentro del estrato de altos salarios y entre sí, en 2012, las máximas diferencias fueron de alrededor del 20%, entre hierro y acero y químicos ncp). Las intensivas en trabajo también muestran una dispersión salarial relativamente baja: la gran mayoría se sitúa en el estrato de bajos salarios (la única que forma parte del estrato alto es edición, actividad en la que la calificación del trabajo suele ser mayor que en el resto de las intensivas en trabajo).

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Al igual que en el gráfico de brecha de productividades, hemos optado por visualizarla en escala logarítmica antes que lineal.

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Cuadro 4: brecha salarial entre ramas industriales (desagregadas), 1997, 2002, 2007 y 2012 Código Ram a Agregado 232 Refinación del petróleo RRNN 323 Receptores de radio, TV y telecomunicaciones Ing 341 Vehículos automotores Auto 271 Hierro y acero QyM 241 Sustancias químicas básicas QyM 272 Metales no ferrosos QyM 160 Tabaco AyB 242 Productos químicos n.c.p. QyM 152 Lácteos AyB 343 Autopartes Auto 261 Vidrio RRNN 155 Bebidas AyB 291 Maquinaria de uso general Ing 221 Edición Trab 313 Hilos y cables aislados Ing 293 Aparatos de uso doméstico n.c.p. Ing 210 Papel RRNN 153 Productos de molinería, almidones y afines AyB 292 Maquinaria de uso especial Ing 31A Motores, generadores y transformadores eléctricos Ing 252 Productos de plástico Trab 151 Carne, pescado, frutas, legumbres, aceites y grasas AyB 33A Instrumentos médicos y de precisión Ing 251 Caucho (neumáticos) Auto 342 Carrocerías y remolques Auto 269 Minerales no metálicos n.c.p. RRNN 222 Impresión Trab 31B Acumuladores y de pilas y baterías primarias Ing 171 Hilados y tejidos RRNN 289 Productos elaborados de metal n.c.p. Trab 273 Fundición de metales Trab 191 Cuero, marroquinería y talabartería Trab 154 Productos alimenticios n.c.p. AyB 172-3 Productos textiles n.c.p. Trab 281 Productos metálicos para uso estructural Trab 361 Muebles y colchones Trab 369 Industrias manufactureras n.c.p. Trab 192 Calzado Trab 18A Confecciones de prendas de vestir Trab 20A Aserrado y cepillado de madera Trab Coeficiente de Gini (sin ponderar por cantidad de asalariados de cada rama)

1997 368,2 228,2 213,8 169,8 175,3 161,4 206,4 179,2 117,7 127,9 152,2 115,9 117,7 178,7 135,6 107,4 120,9 112,5 94,8 87,6 94,9 93,7 111,1 109,2 82,1 92,1 100,5 98,1 86,0 84,2 75,4 77,3 74,1 71,6 63,8 61,1 56,3 59,1 55,5 48,1 0,254

2002 409,0 217,5 247,5 208,6 229,0 197,2 215,9 186,2 124,3 125,6 156,1 118,0 126,9 156,4 130,8 101,0 121,5 125,2 102,0 95,3 91,3 93,4 101,8 100,3 65,1 91,5 83,9 102,1 78,3 73,9 65,9 82,3 70,8 64,7 50,6 49,5 50,5 42,9 43,3 41,2 0,300

2007 360,4 214,2 272,6 233,2 216,5 188,4 176,4 185,4 143,9 141,3 133,2 134,4 133,0 143,3 136,2 116,6 119,2 107,5 117,3 114,0 112,0 96,4 107,2 103,4 102,9 93,0 98,5 95,7 91,1 90,3 85,4 75,7 75,0 73,2 71,9 64,0 57,2 52,1 42,7 52,4 0,259

2012 02 vs 97 07 vs 97 12 vs 97 277,2 11,1% -2,1% -24,7% 235,1 -4,7% -6,1% 3,0% 229,2 15,8% 27,5% 7,2% 198,7 22,8% 37,3% 17,0% 198,4 30,6% 23,5% 13,2% 183,4 22,1% 16,7% 13,6% 171,8 4,6% -14,5% -16,8% 164,7 3,9% 3,5% -8,1% 147,5 5,7% 22,3% 25,4% 131,6 -1,8% 10,5% 2,9% 130,4 2,5% -12,5% -14,3% 129,4 1,8% 16,0% 11,6% 125,7 7,9% 13,0% 6,8% 123,0 -12,5% -19,8% -31,2% 114,8 -3,5% 0,5% -15,3% 114,1 -5,9% 8,6% 6,3% 111,8 0,5% -1,4% -7,6% 107,8 11,2% -4,5% -4,2% 107,2 7,6% 23,7% 13,1% 104,8 8,9% 30,2% 19,7% 104,4 -3,8% 18,0% 10,0% 98,9 -0,4% 2,8% 5,5% 98,7 -8,3% -3,5% -11,2% 97,6 -8,1% -5,3% -10,7% 92,3 -20,7% 25,4% 12,5% 92,1 -0,6% 1,1% 0,0% 90,6 -16,5% -2,0% -9,8% 87,8 4,1% -2,5% -10,5% 87,0 -9,0% 5,9% 1,1% 85,0 -12,2% 7,3% 1,0% 79,1 -12,6% 13,1% 4,8% 76,7 6,5% -2,2% -0,8% 76,4 -4,5% 1,2% 3,0% 71,4 -9,8% 2,2% -0,4% 68,7 -20,8% 12,6% 7,6% 63,7 -18,9% 4,8% 4,3% 60,2 -10,3% 1,5% 7,0% 53,7 -27,3% -11,7% -9,1% 49,7 -22,0% -23,1% -10,5% 49,1 -14,2% 8,9% 2,1% 0,239

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA y EPH. En blanco, ramas de altos salarios relativos en 2012 (mayor a un 20% a la media industrial); en gris claro, ramas de medios salarios relativos en 2012 (entre un 20% inferior y un 20% superior a la media industrial); en gris oscuro, ramas de bajos salarios relativos en 2012 (más de un 20% inferior a la media industrial). Referencias: AyB = Alimentos, bebidas y tabaco; Ing = Intensivas en ingeniería; Auto = Complejo automotriz; Trab = Intensivas en trabajo; QyM = Químicos y metales básicos; RRNN = Intensivas en recursos naturales

Las intensivas en ingeniería también muestran una marcada homogeneidad interna, situándose en general en los estratos de salarios medios. La excepción es receptores de radio, TV y telecomunicaciones (323) con salarios que más que duplican al promedio industrial. Se trata de una rama muy particular en el tejido industrial argentino, ya que como cuenta con una normativa específica de promoción industrial en la isla de Tierra del Fuego. Vale tener en cuenta que el costo de vida en esa provincia es marcadamente superior al del resto del país, con lo que si se deflactara el salario sectorial por una “paridad de poder adquisitivo provincial”, éste sería significativamente menor. El complejo automotriz, las intensivas en recursos naturales y alimentos, bebidas y tabaco detentan mayores niveles de heterogeneidad salarial que los agregados anteriores. Por un lado, al igual que lo que ocurría en materia de productividad, en el complejo automotriz el sector de las terminales automotrices (341) presentó en 2012 elevados salarios (129% mayores al promedio industrial), diferenciándose del resto del agregado. Caucho/neumáticos (251) y carrocerías y remolques (342) están en 2012 en la gama media de salarios, aunque nótese que esta última rama estaba, en 2002, dentro de las de gama baja. Autopartes (343) se encuentra en una situación intermedia entre las terminales y caucho y carrocerías, en lo que podría

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considerarse como gama salarial medio-alta (en el cuadro aparece en el rango inferior dentro de las ramas de altos salarios). Por su parte, dentro de las seis ramas que componen el grupo de alimentos, bebidas y tabaco, hay tres que se encuentran en las de salarios altos (tabaco, lácteos y bebidas -160, 152 y 155, respectivamente-), dos en la de salarios medios (productos de molinería y carnes, pescados, frutas, hortalizas, aceites y grasas -153 y 151-) y una en la de salarios bajos (alimentos ncp 154-). Vale señalar que, de todos modos, las ramas 151, 154 y 155 cuentan con destacables niveles de heterogeneidad salarial interna. Como ejemplo de esto y tomando datos del SIPA de 2012 sólo para los asalariados registrados, se constata que, al interior de la rama 151, las remuneraciones en el sector aceitero (rama 1514) son un 80% superiores a las del resto de la rama; al interior de la 154, cacao, chocolate y productos de confitería (rama 1543) tienen salarios que casi que duplican a elaboración de pastas (rama 1544), en tanto que dentro de la rama 155, las remuneraciones en el sector cervecero (rama 1553) más que duplican a las del vitivinícola (rama 1552). Por último, en las intensivas en recursos naturales también existen significativos niveles de heterogeneidad salarial, en particular, debido a lo que ocurre con la rama de refinación de petróleo (232). El resto de las ramas del agregado mantiene menores niveles de dispersión: la que le sigue a refinación de petróleo es vidrio (261), con salarios un 30,4% por encima de la media industrial en 2012, en tanto que la última es hilados textiles (171), con remuneraciones que en ese mismo año fueron un 13% inferiores al promedio industrial. También, como se ha descripto en el caso de la heterogeneidad de las productividades, el rubro de minerales no metálicos ncp (269) presenta elevadas diferencias salariales en su interior: en 2012, los salarios registrados en cemento, cal y yeso fueron el triple que en corte, tallado y acabado de la piedra. En el Gráfico 8 se registra la trayectoria de la heterogeneidad salarial en la industria manufacturera para el período 1996-2012, considerando cuatro medidas alternativas: i) dispersión del salario industrial ponderando por el peso de los asalariados en cada rama; ii) dispersión simple del salario industrial; iii) dispersión simple del salario de los asalariados registrados; y, iv) dispersión del salario industrial según los registros de la EPH24. El valor del coeficiente de Gini respectivo es sensiblemente mayor cuando la estimación se basa en los datos de la EPH, lo que en principio es esperable dado el mayor nivel de desagregación que incluye. Por otra parte, cualquiera sea la estimación considerada, se constata que en los últimos años de los noventa y en la crisis de la Convertibilidad aumentó la heterogeneidad salarial en la industria. Los matices o divergencias entre las diferentes estimaciones aparecen en el período de la posconvertibilidad. Por ejemplo, la estimación basada en la EPH refleja una igualación salarial acelerada entre 2002 y 2010 (su Gini pasa de un máximo de 0,509 a 0,335), para estancarse a partir de entonces. Comparando las puntas, 2012 contra 1997, el Gini “EPH” muestra una reducción de la desigualdad salarial industrial del 20%. En cambio, si se consideran las estimaciones basadas en el salario medio, con y sin ponderación por asalariados, el ritmo de disminución de la heterogeneidad salarial en la posconvertibilidad (y especialmente entre 2003 y 2006) parece haber sido mucho más moderado. De hecho, ambas medidas muestran un nivel de desigualdad salarial inter-rama era muy similar en 2012 y 1997, lo cual contrasta con lo que se desprende de la EPH. Pero, por otra parte, llamativamente, la estimación basada únicamente en el salario medio de los trabajadores registrados exhibe un ritmo de reducción de la desigualdad más parecido al propuesto por la EPH.

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En esta medición, por la forma de registro de la variable en la EPH, se consideran también las diferencias salariales intra-rama, es decir, aquéllas generadas por los diferentes niveles del salario percibido por distintos trabajadores de una misma rama, que resultan de imposible registro en las otras tres estimaciones.

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Gráfico 8: evolución de la heterogeneidad salarial de la industria manufacturera argentina (1996-2012) 0.550

Salario medio inter-rama, sin ponderar por asalariados

0.500

Salario medio inter-rama, ponderado por asalariados Salario medio industrial (EPH) 0.450

Salario medio inter-rama, sólo registrados, ponderado

Coeficiente de Gini

0.400

0.350

0.300

0.250

0.200

0.150

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

Fuente: elaboración propia en base a información de SIPA y EPH

Una lectura posible de este fenómeno es que entre 1997 y 2002, las ramas con mejores salarios tuvieron un mejor desempeño económico que las de bajos salarios; asimismo, también aumentó la desigualdad intra-rama, en tanto a los asalariados mejores pagos les fue mejor que a los peor pagos, independientemente de qué rama se trate, debido al aumento del ejército industrial de reserva producto del dramático aumento de la desocupación (sobre todo en los sectores menos calificados). Eso se manifiesta en que la dispersión salarial aumentó aún más si se considera el salario medio industrial según la EPH (línea con triángulos) que el salario medio inter-rama ponderado (línea guionada). Nótese que la dispersión salarial inter-rama de los asalariados registrados (línea con cuadrados), si bien aumenta durante la crisis de la Convertibilidad, lo hace en menor magnitud que los otros casos: esto puede deberse a que el salario de los asalariados informales sufrió más la crisis que el de los formales y, por tal razón, al incluirlos –como ocurre en las estimaciones de las líneas con triángulos, guionada y continua, la dispersión salarial se profundiza aún más. Las políticas de mejoras salariales ejecutadas durante la posconvertibilidad (aumentos salariales por decreto, alza del salario mínimo muy por encima de la inflación y reapertura de las convenciones colectivas de trabajo, entre otras) y la disminución del ejército industrial de reserva a partir de la reducción del desempleo estructural (que pasó de un 15% a fines de los ’90 a un 7-8% hacia 2008) explican por qué se redujo tan considerablemente la desigualdad de ingresos laborales en la industria (y en la economía en general). En particular, el factor de dispersión intra-rama se vuelve significativo desde entonces, ya que como se ha visto, la heterogeneidad inter-rama, considerando al total de los asalariados -no sólo a los registrados-, persiste en niveles similares a los de 1997. Es importante remarcar además, que la grilla salarial de los registrados, en términos inter-rama, es casi un 20% más homogénea en 2012 que en 1997 (línea con cuadrados). Esta mayor igualdad inter-rama de los formales contrasta con lo que ocurre si tomamos el salario tanto de formales como informales (línea guionada). Esto se debe a que las ramas de menores salarios fueron las que menos disminuyeron la informalidad:

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a modo de ejemplo, entre 1997 y 2012 las intensivas en trabajo, que suelen ser ramas de bajos salarios, la informalidad se redujo en 13% contra un promedio de la industria de 19%). Del análisis de la información en la que se basa el Gráfico 8 surge claramente que, comparando 2012 contra 1997, durante la posconvertibilidad se han registrado mayores niveles de homogeneidad salarial, Esto parece deberse más a lo que ocurre a nivel intra-rama ya que entre ramas las tasas de heterogeneidad persisten en niveles similares a los registrados en 1997. Si bien las ramas de peores salarios han mejorado su posición relativa entre 1997 y 2012 en el universo de los asalariados registrados (por lo ocurrido a partir de 2002), cuando se contabilizan también los asalariados informales tal situación desaparece, debido a que en las ramas de bajos salarios ha habido mayores dificultades para reducir la informalidad. En otras palabras, el factor “informalidad” viene a neutralizar las mejoras relativas entre las ramas conseguidas a nivel del salario registrado. Por ende, la mayor progresividad de los ingresos laborales industriales parece haberse debido más que nada al componente “intra-rama”: los asalariados de menores ingresos, independientemente de qué rama se trate, han mejorado su posición relativa, probablemente gracias a las mencionadas políticas públicas de recomposición de los salarios más bajos, a la reducción del ejército industrial de reserva y, además, a la ampliación de derechos sociales como la inclusión previsional y la Asignación Universal por Hijo, que hizo presionar hacia arriba a las escalas salariales inferiores. 5. Conclusiones Como se desprende de este estudio, la participación asalariada en el producto industrial parece haber alcanzado en 2012 niveles marcadamente superiores a los de 1997 (+30%) y, por supuesto, recuperarse plenamente de los efectos regresivos de la megadevaluación de 2002 que la había reducido en más de 40 puntos. Esta trayectoria presenta diferentes etapas: la primera, que va de 2003 a 2006, caracterizada por la recomposición del poder adquisitivo perdido y una fuerte expansión del empleo, a la par de una aún más destacada suba de la producción –lo que implicó también un aumento de la productividad-; la segunda, de 2007 a 2011, en la que la participación asalariada siguió creciendo, aunque en un contexto de expansión más moderada de la producción (y muy débil del empleo) y recrudecimiento de la puja distributiva entre trabajo y capital; por último, la tercera, desde fines de 2011, implicó un nuevo incremento en la participación asalariada, en un contexto de un pobre dinamismo en materia de producción y productividad. Asimismo, durante la posconvertibilidad se ha producido una importante igualación salarial al interior de la industria, gracias a la reinstauración de la institucionalidad en el mercado de trabajo (por medio de políticas como la reapertura de paritarias y aumentos del salario mínimo muy por encima de la inflación), la disminución del desempleo estructural (que fortaleció el poder de negociación de los sindicatos) y la ampliación de derechos sociales (que indirectamente presionó al alza sobre los salarios más bajos). Vale agregar una dimensión que por cuestiones de espacio no ha sido analizada aquí: más allá de la dinámica de la distribución funcional del ingreso, vale apuntar que el salario real industrial creció más de un 40% en promedio entre 1997 y 2012, y ello se logró en buena medida debido a los factores recientemente mencionados (fuerte fortalecimiento de la clase trabajadora, gracias a la baja del ejército industrial de reserva, más la recomposición de la institucionalidad del mercado de trabajo y la democratización de diversos derechos sociales). El salario real industrial más que duplicó el aumento de la productividad registrado (estimado en un 13% entre 1997 y 2012), al igual que el salario nominal industrial en relación con los precios industriales (+740% contra +440%, es decir, una mejora del “salario relativo” del 55%). La mejora del poder adquisitivo del salario, así como la significativa igualación salarial iniciada a partir de 2003 no parecen haber sido acompañados por una recomposición de capacidades productivas de similar magnitud. Un indicador de ello es que la heterogeneidad de las productividades intersectoriales, si bien se atenuó respecto al piso de la crisis, no logró perforar los niveles de 1997. Dicho de otra manera, tomando el período 1997-2012 en su conjunto, las ramas de baja productividad (que suelen ser las de bajas remuneraciones a los asalariados) han aumentado significativamente sus salarios (contribuyendo así a una mayor homogeneidad 21

salarial en la industria argentina), pero mucho más escuetamente su productividad. Ello, en buena medida, explica por qué las ramas que más incrementaron la participación asalariada en el VBP fueron de algunas de baja productividad relativa (recordemos casos descriptos como los de confecciones y productos textiles ncp, entre muchos otros). Lamentablemente, las insuficiencias de la información estadística no permiten establecer con precisión cuánto de este menor dinamismo de la productividad se debió a una “trabajo-intensivización” de algunas ramas –producto del florecimiento de pymes entre 2002 y 2007- y cuánto realmente a la perpetuación de condiciones estructurales de baja productividad. Si se considera que las exportaciones de estos sectores de baja productividad no lograron despegar luego de agotadas las ventajas cambiarias de la devaluación de 2002 y que la elasticidad-producto de las importaciones sectoriales no parece haberse reducido significativamente, es muy probable que las condiciones de baja productividad estructural se hayan mantenido sin grandes cambios. En otras palabras, las mejoras distributivas hacia la clase asalariada (y en su interior) experimentadas durante la posconvertibilidad no han sido acompañadas por un cambio estructural significativo, tal que permita elevar la rezagada productividad de buena parte del tejido industrial argentino. En este sentido, la ausencia de transformaciones de largo aliento orientadas a darle sustento real y efectivo al objetivo de desarrollo inclusivo tiende a comprometer y a limitar el horizonte redistributivo. La persistencia y más aún la eventual profundización de las brechas de productividad exhibe importantes limitaciones a la expansión del excedente, por un lado, y, por el otro, presiona negativamente sobre la capacidad de apropiación por parte de los trabajadores a través de dos vías: una a nivel micro -deteriorando las condiciones de trabajo- y otra a nivel macro -forzando devaluaciones sucesivas- (Porta, 2014). El déficit de productividad que caracteriza a esta estructura productiva -y las dificultades consiguientes para competir genuinamente aumentando las exportaciones o sustituyendo importaciones- instala la devaluación como demanda recurrente de las fracciones empresariales para ganar competitividad sobre la base de reducir la paridad internacional de los costos laborales. Además de repartir rentas de manera indiferenciada, son conocidos sus efectos redistributivos regresivos, dada la estructura productiva de la Argentina. Esta situación instala un dilema perverso para los asalariados industriales: la subsistencia de ciertos sectores productivos y el mantenimiento del empleo podría requerir que el conjunto social transfiera excedentes bajo la forma de una devaluación. En este caso, puede terminar produciéndose una transferencia masiva de recursos del trabajo al capital y, a la vez, entre trabajadores, en un movimiento en el que algunos resignan salarios para que otros permanezcan ocupados. La consolidación de un sendero de desarrollo inclusivo requiere el rediseño de la intervención estatal y la definición de una política industrial -en sentido amplio- que promueva un escalamiento general de las actividades productivas. El desafío está en avanzar hacia un tejido productivo más denso, complejo e integrado, transformación que no deriva automáticamente del crecimiento agregado ni se resuelve solamente con macro-incentivos que estimulen la demanda. Se trata de un cambio estructural que requiere de una intensa acción colectiva en un plano meso-económico en donde la función primordial de las políticas de desarrollo debe ser orientar la composición sectorial de la producción y reglar las relaciones inter-empresariales e inter-sectoriales, aquéllas en las que las modalidades de generación, apropiación y distribución de las rentas se definen. Bibliografía - Azpiazu, D., y Schorr, M., (2009), La industria argentina en la posconvertibilidad ¿nuevo régimen de acumulación o fase de reactivación?, Friedrich Ebert Foundation-CTA-FETIA. - CENDA (2010), “La anatomía del nuevo patrón de crecimiento y la encrucijada actual: la economía argentina en el período 2002-2010”, Cara o Seca, Buenos Aires. - Centro de Estudios de la Producción (CEP) (2008): “Contenido tecnológico de las exportaciones argentinas (1996-2007). Tendencias de upgrading intersectorial”, ver http://www.cep.gov.ar/descargas_new/contenido_tecnolgico_exportaciones_19962007.pdf 22

- Fernández Bugna, C. y Porta, F., (2011), “La industria manufacturera: trayectoria reciente y cambio estructural”, en R. Mercado, B. Kosacoff y F. Porta (eds.): La Argentina del largo plazo: crecimiento, fluctuaciones y cambio estructural, PNUD, Buenos Aires. - Fernández Bugna, C. y Porta, F., (2008), “El crecimiento reciente de la industria Argentina. Nuevo régimen sin cambio estructural”, en Revista Realidad Económica 233, IADE, Buenos Aires. - Katz, J. y Stumpo, G. (2001): “Regímenes competitivos sectoriales, productividad y competitividad internacional”, Serie Desarrollo Productivo Nº 103, Santiago de Chile, CEPAL. - Porta, F., Santarcángelo, J., y Schteingart, D. (2014): “Excedente y desarrollo industrial en Argentina: situación y desafíos”, en Documentos del CEFIDAR, n. 59, Julio, Buenos Aires. - Porta, F. (2014): “Una visión de largo plazo”, en Situación de la industria: desafíos en un mundo en crisis, Documento de Debate, FeTIA/CEFS, Buenos Aires, febrero. - Santarcángelo, J., (2012). “Concentración, rentabilidad y extranjerización en Argentina. Una mirada desde la cúpula empresarial”, Ensayos de Economía, n 40. Enero-Junio.

Anexo metodológico Para estimar la distribución se han utilizado seis series estadísticas25. La primera de ellas corresponde al nivel de producción industrial. Este indicador fue provisto por el Índice de Volumen Físico (IVF) elaborado por el Centro de Estudios para la Producción (CEP) del Ministerio de Industria. Esta serie presenta información por rama industrial a tres dígitos y el período que abarca es desde 1991 hasta el año 2012. Si bien esta información se usó tal como es provista por el CEP para el período 1996-2007, el período 2008-2012 fue corregido por datos tanto de cámaras empresarias, del Centro de Estudios Económicos de la UIA (CEU-UIA), de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), de las Estadísticas de Productos Industriales publicada por el INDEC (EPI) e incluso del Estimador Mensual Industrial (EMI) del propio INDEC. El segundo indicador corresponde al nivel de empleo asalariado. La cantidad de asalariados formales a tres dígitos para el período 1996-2012 fue provista por la información estadística del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Luego, utilizando la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) se obtuvo una tasa de informalidad por rama a nivel de tres dígitos y con ello calculamos la cantidad de asalariados informales por rama así como el empleo total (formal e informal) por rama a tres dígitos 26. El tercer indicador corresponde al nivel de salarios y la operatoria fue similar a lo realizado con el nivel de empleo. El salario medio de los ocupados formales a tres dígitos para el período 19962012 fue provisto por la información estadística del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), y a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), obtuvimos la relación entre el nivel de salario medio de los ocupados formales e informales. Luego, se calculó el salario medio de los ocupados informales por rama a tres dígitos así como el salario medio total (formal e informal) por rama a tres dígitos. La cuarta serie estadística corresponde al Índice de Precios Industriales Mayoristas (IPIM). A partir de 2007, esta serie tuvo que ser corregida, a partir del descrédito de las estadísticas oficiales en lo concerniente a los precios. El problema aquí es que no existe un IPIM alternativo, como sí existió para el Índice de Precios al Consumidor, a través de los institutos de estadística provinciales. De tal modo, el criterio que se utilizó es el siguiente: la Encuesta Industrial Mensual calcula el IVF a partir del cociente entre la evolución de las ventas de un sector y la del índice de precios mayoristas reportado por el INDEC. Al disponer de series alternativas de IVF, se corrigieron, por consiguiente, los precios. 25

Las estimaciones respectivas requirieron la reconstrucción de diversos indicadores (principalmente, producción y precios) a partir de 2007, a raíz de las inconsistencias detectadas entre las distintas fuentes disponibles. 26 Cabe tener en cuenta que los asalariados representan entre el 75 y el 80% (y no la totalidad) de los ocupados industriales.

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La quinta serie estadística que se obtuvo fue la productividad sectorial, a partir del cociente entre producción física y nivel de asalariados. Por último, la sexta serie calculada fue la del valor bruto de producción (VBP) de cada rama a precios corrientes. Para ello, se multiplicó el valor agregado a precios constantes por el IPIM correspondiente. Este cálculo fue clave para estimar la variación de la participación asalariada en el VBP sectorial, ya que ésta surge del cociente entre la masa salarial (salario medio anual multiplicado por el número de asalariados) y el VA ajustado por los precios mayoristas corrientes.

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