Discusión y reflexión teórica en torno al perdón.

September 11, 2017 | Autor: V. Retamal Arias | Categoría: Holocausto, Nazismo Cultural
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Descripción



Universidad Andrés Bello

Facultad de Humanidades y Educación

Cátedra: Seminario II.







Informe:

Discusión y reflexión teórica en torno al perdón.



Profesora: Verónica Undurraga.

Ayudante: Nicol Toledo.

Alumna: Verónica Retamal Arias.

Fecha: 02 de abril, 2014.

Santiago de Chile.



Desarrollo:



Este informe comprende desde la segunda mitad del libro "Si esto es
un hombre"[1] escrito en 1946 por Primo Levi, en medio de la ruptura y la
caída del fascismo tanto italiano como del nazismo alemán, éste último
causante de las atrocidades vividas por millones de judíos durante largos
años de agonía (desde 1942 a 1944 aproximadamente). El autor es un
sobreviviente del lager o campo de concentración, un verdadero mecanismo de
exterminio masivo de cuerpos y de destrucción de identidad y de la
humanidad misma de forma cruel y paulatina, pero eficaz e irremediable.

En el relato que nos ofrece Levi, éste junto a los otros judíos
italianos con los que había sido trasladado en 1943 al lager "Buna-
Monowitz" (que era uno de los tantos que conformaban la inmensidad de
Aushwitz), pasaron de los noventa y siete a tan solo veintinueve en el
intervalo que duró el crudo invierno, donde eran forzados al trabajo a la
intemperie de forma exhaustiva en el nevado invierno alemán en condiciones
paupérrimas con el hambre viva a proporciones tan impresionantes que era un
mal constante.

Pasada la primavera, el verano se presentaba como un alivio, el frio
entumecido de invierno lo creían un enemigo menos, esto sumado al hecho de
que ya habían pasado el primer semestre en el lager y ya pasaban a ser
veteranos, por tanto sabían que debían "no tratar de entender" y "no hacer
preguntas", sin embargo el verano también tuvo sus infiernos. Bombardeos y
desastres invaden el lager en Buna lo que pronuncia el miedo entre los
judíos perplejos que debían seguir la rutina del trabajo extenuante entre
escombros y polvo ardiente. Además de lo infernal de dicha escena, las
autoridades nazis estaban enfurecidas y en cada rostro judío veían "burla"
que los enojaba aun más y por ende actuaban aún más represores. A través de
las páginas que va desarrollando Levi, es visible comprender cómo los
sometidos mismos en su situación precaria son reducidos a una supervivencia
extrema siendo sus mentes vaciadas de ideas y de pensamientos que no sean
los de vivir en un eterno letargo, al mando de sus "superiores". Aún así,
fue posible que desarrollaran aunque de forma casi instintiva la necesidad
de ser más fuertes porque solo así podían sobrevivir, por lo que los
individuos utilizaron diferentes vías para lograr dicha supervivencia
dentro de ese mundo gris y fangoso en que estaban insertos. En este sentido
es posible ver en Levi, por su propio testimonio, una transformación del
sujeto que llegó como un igual a los otros sometidos en un principio,
despojado de su vida anterior, de la facultad de elegir, de tener derecho,
con la sensación de la suciedad y el hambre, llega a sobrevivir los
primeros meses y luego también al desastre mismo del fin de la guerra, esto
por la adaptación al medio hostil, la astucia que tuvo que aprender a
desarrollar y algo de suerte que en estas circunstancias determinaba de
alguna manera quién vivía y quién no. El hecho de que haya sobrevivido no
es algo menor, pues se estima que durante los años que funcionaron los
lager fueron más de seis millones los judíos que murieron.

La figura de Lorenzo en el capítulo "los acontecimientos de verano"
es declarada por el autor como la persona que le ayudó a salvar su vida,
con toda la intensidad que esa expresión tiene, pues ve en él, un protector
como los que habían muchos en los lagers, civiles que "protegían" a un
häftlinge, de forma muy discreta. Para Levi, nadie más que Lorenzo tenía
una dimensión realmente humana y desinteresada, incorruptible en pocas
palabras, que le devolvieron a Levi sus esperanzas en ser el mismo de
nuevo, el humano que solía ser antes de este episodio. Pues dentro del
lager se pierde la humanidad en la jerarquía desquiciada que existe dentro
de ese sistema.

En Octubre de 1944 el invierno vuelve a comenzar, con lo cual la
muerte se hace aun más amenazadora que en la estación pasada. En palabras
del autor, de cada diez, morirán siete[2]. Sumado al frío que ya los
debilita bastante, está la inminente selección que es tan vana como el
azar, se decidirá quiénes mueren y quiénes no. Es posible notar que en todo
el trascurso de este sistema en que están, la habilidad de cada uno, la
ventaja que cada uno tenga sobre el otro marca la diferencia, así, la misma
noticia de la selección queda resguardada ante unos pocos que se enteran
primero, los cuales tienen incluso ocasión de monopolizar esta noticia en
su beneficio, es decir, aprovechar la mejor situación posible para afrontar
la selección. Durante el tiempo previo a la selección, todos dentro del
lager han estado autoconvenciéndose de que están mejor de cómo se ven. se
autoconvencen de que están en condiciones de no ser escogidos para la
cámara del gas. Lo cierto es que luego de la selección queda la amarga
sensación de que solo era un asunto de azar.

La insensibilización que experimenta el autor dentro del lager es
notoria. En la rutina el olvidarse del otro e incluso de uno mismo y
solamente estar consciente de cuándo será el fin de la vida a cuesta que
están llevando, da para reflexionar. Kraus era un sujeto joven, sin embargo
débil. probablemente no duró mucho tiempo más, sin embargo Levi al
conversar con él a pesar de que no podían entenderse bien, y en este punto
es muy importante mencionar que las asimetrías en el lenguaje eran parte
también del tedioso experimento que los nazis preparaban en el lager. Gente
de culturas y lenguas diferentes parentadas solo por la procedencia judía
que a veces era muy leve, estaban condenados a conversar de forma limitada
mediante los pocos vocablos en común y cómo aprendieran a hacerlo durante
su estadía. Kraus de hecho, apenas puede comprenderlo, no habla otro idioma
que el húngaro. Aún así Levi le dice en su mejor alemán y a modo que le
entendiera que tuvo un sueño con él en el cual éste lo visitaba en otra
circunstancia de libertad. El sueño solo era una mentira.

Levi tiene la fortuna dentro de su desgracia de ser admitido en el
laboratorio de química donde puede paliar el frío y no trabajar a la
intemperie, se le proporciona camisa y calzoncillos nuevos y puede ser
afeitado los miércoles, por ser un obrero especializado. Estaban en un
lugar temperado, liso, y cómodo. Aquellos seleccionados aprovechan de la
mejor forma lo que Levi llama un regalo del destino, y con la máxima
precaución de no cometer ninguna falta como para volver a ser echado al
frío.

Cerca de navidad, la situación para Levi muestra una mejora en las
condiciones sociales como lo menciona en la página 250, pues Lorenzo por
una parte les trae a él y a Alberto, quien es su gran amigo dentro del
lager, hasta tres litros de potaje de trabajadores civiles italianos y
además cuentan con un menaschka que es un transporte que les aligera el
deterioro y por ende les da más condiciones sociales[3], como decía. Sucede
por esos días un hecho muy significativo, pues un sujeto por ser
relacionado con la explosión de un crematorio de Birkenau será condenado
frente a las miradas del resto del lager, quizás con mas gloria al ser una
muerte solitaria y por tanto de una particularidad que las otras víctimas
del régimen no han tenido, que lo hará morir de forma gloriosa. "Kamaraden,
ich bin der Letze!"[4] (¡Compañeros, yo soy el último!) grita antes de
morir, lo que particularmente impacta mucho en Levi. Su testimonio acerca
de lo que presenció y el significado que dio a este evento es muy profundo,
pues declara que el último hombre fuerte en el lager yacía, ya solo quedaba
un rebaño gris y con la cabeza inclinada ante los represores. Sentía
vergüenza e indignación.

Levi, vuelve al KaBe, pues contrae escarlatina y ahí es donde lo
encuentra la última etapa de esta agitada vivencia en el lager. Comparte
estos últimos días con diferentes individuos, con los que se organiza luego
de que fuesen abandonados en el lager, después de una evacuación extensa de
todos los demás häftlinges que estaban sanos, cuyos destinos en la mayoría
de los casos eran inciertos y oscuros, entre ellos iba Alberto, su gran
amigo quien se despidió de él antes de partir. En el lager quedaron solo
unas ochocientas personas, y en la habitación de Levi, unas once que
durante diez días esperarían la llegada de los rusos.

En los primeros días quienes se quedaron en el KaBe tuvieron que
afrontar los bombardeos y varios problemas de sobrevivencia, tuvieron que
rechazar personas que pedían auxilio y esperar a que el tiempo pasara. La
figura de los dos franceses, Charles y Arturo es un apoyo para Levi durante
estos días. Luego del bombardeo en la mañana siguiente los tres se
encontraron con la desoladora escena que quedaba y comenzaron a prepararse
para la espera, trayendo una estufa, patatas, leña y repararon una de las
ventanas lo que les significo mucho trabajo que los cansó mucho. El hecho
de que uno de los enfermos que estaban en la habitación reconociera el
esfuerzo que éstos hicieron y propusiera que les dieran parte de las
raciones de los demás a ellos es una muestra para Levi de que el lager
estaba muerto, y que comenzaban a brotar nuevamente los gestos humanos que
el lager había eliminado de ellos. Así pasaron los primeros días y los
siguientes pasaron con la misma dificultad y adversidad, Levi y los
franceses se hicieron cargo de mantenerse así mismo y a quienes estaban en
la habitación. Entre el penúltimo y el último día muere la única persona de
entre los once en estos días, Sómogyi. Los otros murieron en los días
siguientes en una enfermería provisional. Al décimo día desde la evacuación
llegaron los rusos y Levi da por finalizado su terrible vivencia bajo el
yogo nazi.

Ante el insulto o el agravio de un sujeto hacia otro, hay
que considerar en primera instancia la capacidad de odio que se pueda
producir dentro de la persona dañada. el rencor y el resentimiento
definitivamente son un obstáculo para un perdón sincero. Es lo primero que
reflexiona Levi ante la pregunta de si ha perdonado las atrocidades nazis
porque finalmente en su libro no evoca ni odio ni pensamientos de venganza.
efectivamente declara no guardar rencores y evoca ante todo el
razonamiento, aun tratándose de crímenes de lesa humanidad como los que
sucedieron en los lagers. La razón de esto es porque el odio es un
sentimiento animal y primitivo que no va con él. Además agrega el carácter
personal del odio en cuanto éste se puede sentir hacia una persona a la
cual se puede identificar. En este caso, los agresores no parecen tener ni
siquiera un rostro, sino que como lo define en sus propias palabras "(...)
pero nuestros perseguidores de entonces no tenían rostro ni nombre, lo
demuestran las páginas de este libro: estaban alejados, eran invisibles,
inaccesibles"[5].

¿Significa esto que ha perdonado? es interesante que mencione que
para relatar los hechos vividos, trata de la forma más mesurada posible
tener el lenguaje de testigo, y no la de la victima que denota los rasgos
de odio, tristeza, resentimiento. porque él quiere testimoniar de forma
objetiva para los jueces, que sería cualquiera que lea su testimonio.

Es muy enfático en señalar que al no juzgar, en ningún momento ha
concedido el perdón también. Su perdón sólo sería posible si los culpables,
aquellos que maquinaron tales atrocidades estuvieran realmente
arrepentidos, esto significa que éstos sujetos hayan tomado consciencia de
las consecuencias del fascismo, en todas sus dimensiones, sobre todo aquel
que ha pretendido el exterminio de otras razas con pretextos de
superioridad. Sobre esto no hay palabras que expresen mejor este punto que
las del mismo autor: "No, no he perdonado a ninguno de los culpables, ni
estoy dispuesto ahora ni nunca a perdonar a ninguno, a menos que haya
demostrado (en los hechos: no de palabra, y no demasiado tarde) haber
cobrado conciencia de las culpas y los errores del fascismo nuestro y
extranjero, y que esté decidido a condenarlos, a erradicarlos de su
consciencia y de la consciencia de los demás"[6].

Estas palabras crudas demuestran en su esplendor el razonamiento que
utiliza Levi, quien en todo momento se ha desligado de sus emociones al
exponernos como testigo de todo lo que presenció en sus años como
Häftlinge, y aún es razonable al momento de no conceder su perdón, en una
reflexión profunda sobre qué fue lo que vivieron, sin odio y sin venganza,
con la intención de que el lector juzgue y en la humanidad este tipo de
testimonio sirvan para que no suceda más una experiencia como esa.

En "los límites del perdón" se convoca a dar testimonios o mejor
dicho opiniones a diferentes actores de los sucesos de los lagers tales
como Jean Améry, Primo Levi, Herbert Marcuse, Tzvetan Todorov y finalmente
Albert Speer, éste último un caso diferente al ser uno de los "culpables".
Todos ellos convocados por Wiesenthal, ante la reflexión sobre si debía o
no perdonar a un SS arrepentido en su lecho de muerte que le suplica su
perdón. Perdón que no es otorgado por él. Casi unánimemente los diferentes
sujetos corroboran que en su lugar tampoco habrían otorgado el perdón.

Jean Améry que luego de ponernos al tanto de lo que sucedió entre
Wiesenthal y el SS que se arrepentía y pedía absolución, la que le fue
denegada por Wiesenthal. Améry dice que al parecer Wiesenthal está algo
atormentado pues pide esa opinión de los contemporáneos que también
sufrieron en el lager.

Dado que la opinión de cada uno es personal y no tiene mayores
importancias públicas, según Améry puede decir lo que plazca con libertad,
En su opinión lo que él hizo ese día o no hizo en este caso, o sea no dar
la absolución es solo un problema de Wiesenthal. EL problema del perdón
para Améry tiene dos perspectivas, la política y la psicológica por otra
parte. En este sentido explica que dependiendo de la situación que hubiera
vivido tal vez si hubiera podido perdonar, por ejemplo si un SS le
demuestra que puede también haber salvado judíos. En lo psicológico
entonces el que hubiese o no perdonado no tenía significancia.

En la política, tampoco hay relevancia en perdonar o no, y que en la
moral no concierna al perdón tampoco. Dar el perdón para que descanse en
paz, es políticamente algo que tampoco importa. En pocas palabras, viendo
el asunto desde esta perspectiva política que nos habla Améry, no puede
decir realmente si es correcto o no que haya perdonado, pues dicha acción
no es relevante para nadie más que para el mismo. Las única razón por la
que el perdón es relevante según Améry es porque estos hechos no deben
suceder nunca más. Por eso no debe culparse de lo que hizo, pues estaba en
todo su derecho

Primo Levi por otro lado hace referencia al contexto envuelto en el
crimen en que estaban desarrollándose la violencia nazi. esto mismo
imposibilita asignar un valor absoluto a lo que está bien y a lo que está
mal[7]

Levi menciona que es probable que el precio que la opinión pública
pida por los hechos de violencia que se han desatado tengan algún valor
pues esto "repara o desanima una nueva ofensa, pero la ofensa inicial no
desaparece y el precio siempre (aunque sea ) es una nueva ofensa y
un nuevo motivo de dolor"[8] Entonces Levi declara que al decidir no
perdonar actuó por el mal menor; perdonarle hubiese sido una mentira que
solo hubiera agitado moralmente a Wiesenthal. Pero además hizo lo correcto
pues él como representante de todo judío caído en desgracia en los lager,
no podía perdonar dichas aberraciones. Añade otra perspectiva de este
asunto, ya que el SS estaba a punto de morir y debido al temor religioso
que sentía por esa causa quiso una absolución. de lo contrario, si este
mismo SS hubiera estado sano, lo más probable es que su arrepentimiento
hubiese sido mucho después.

Herbert Marcuse en una breve intervención reconoce sin preámbulos que
hubiera hecho lo mismo que Wiesenthal, porque a su parecer es como una
parodia que el verdugo pida perdón a su víctima, dicha acción perpetua el
crimen, es decir, el perdón fácil perpetua estos crímenes tan masivos y
crueles.

Sobre el asunto de perdonar o no, para Tzvetan Todorov esto solo
concierne a quien ha sufrido el daño. En este sentido no se puede dar una
facultad de perdón a un grupo, sino que este pertenece al individuo, que
pudo ser ofendido, incluso asesinado, en este caso en especial, el ofendido
ya no existe y por lo tanto, el culpable no puede ser perdonado.

Para Todorov el sujeto que describe Wiesenthal, el SS que pidió
perdón, es un culpable incuestionable. Pero aun así cabe la duda de lo
valido que sea el arrepentimiento que éste exprese. En ese sentido es
comprobable que los criminales nazis en su mayoria no se arrepintió, lo
cual Todorov menciona que dicha ausencia de remordimiento abarca a todo
criminal que comete estas atrocidades. Para Todorov a diferencia de Levi,
el SS que pidió perdón es diferente a aquellos que no se arrepintieron en
los juicios de núremberg o cualquier violador de derechos humanos y esto
"... por el reconocimiento de haberse embarcado en una actividad
específicamente humana que consiste en cambiar para bien"[9]

Por lo demás, Todorov recalca que es importante preservar en la
memoria de la humanidad los crímenes nazis no son relativos y son
condenables desde toda perspectiva.

He dejado para el último a Albert Speer, quién no se encuentra en la
posición de ninguno de los antes mencionados como victimas sino que éste
fue uno de los verdugos de tales atrocidades. Speer siente arrepentimiento,
confiesa sentir sufrimiento por los daños cometidos en su ejercicio durante
el funcionamiento de los lagers. Reconoció su culpa y cumple su condena con
"compromiso legal"[10]. Sobre lo cual expresa con sus propias palabras:"Mi
delito moral no está sujeto al estatuto de las prescripciones legales, y ya
no podrá borrarse durante el resto de mi vida"[11].

Dicho todo esto que muestra cuán arrepentido está de su participación
en los lagers, menciona que ni él mismo puede perdonarse, cómo lo podría
perdonar Wiesenthal, quien se siente completamente en conmocionado por la
humanidad que dice haber visto en Wiesenthal, pues éste había podido
reconocer que Speer había tomado consciencia de su responsabilidad dentro
del lager, que a pesar de no poder conceder el perdón, no reprochó ni los
crímenes de Speer ni los del SS que agonizaba en ese entonces. Speer está
completamente agradecido de Wiesenthal y de lo que considera su humanidad y
bondad.







































Bibliografía:



LEVI, Primo. Si esto es un hombre [1958] (Barcelona: El Aleph, 2007).

WIESENTHAL, Simon. Los límites del perdón. Dilemas éticos y racionales
de una decisión [1969] (Barcelona: Paidós, 1998). Intervenciones de:
Jean Améry; Primo Levi; Herbert Marcuse; Tzvetan Todorov; Albert
Speer).







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[1] LEVI, Primo. Si esto es un hombre [1958] (Barcelona: El Aleph, 2007).

[2] LEVI, "Si esto es un hombre", 211.

[3] LEVI, "Si esto es un hombre", 250.

[4] LEVI, "Si esto es un hombre", 257.

[5] LEVI, "Si esto es un hombre" , 302.



[6] LEVI, "Si esto es un hombre", 303.

[7] WIESENTHAL, Simon. Los límites del perdón. Dilemas éticos y racionales
de una decisión [1969] (Barcelona: Paidós, 1998). Pp. 139.

[8] WIESENTHAL, . Los límites del perdón. Dilemas éticos y racionales de
una decisión, 136.

[9] WIESENTHAL, . Los límites del perdón. Dilemas éticos y racionales de
una decisión, 188.

[10] WIESENTHAL, . Los límites del perdón. Dilemas éticos y racionales de
una decisión, 173-174.

[11] WIESENTHAL, . Los límites del perdón. Dilemas éticos y racionales de
una decisión, 174.
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