Discapacidad: reflexiones preliminares

June 7, 2017 | Autor: D. González Camejo | Categoría: Philosophy, Human Rights Law, Moral Philosophy
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Descripción

Discapacidad: reflexiones preliminares La noche sólo ha caído para los que se han dejado caer en la noche. Para los que están vivos, hélios neos eph’hémerei estin el sol es nuevo cada día (Heráclito, Diels, 22, B6)

Reflexionar en relación a un objeto de pensamiento, establecer límites, determinar márgenes, construir el centro de las percepciones, de significación y hermenéutica, todo ello representa una instancia clave. No por el producto de la reflexión sino por la existencia de un ámbito intemporal de pensamiento que supone la inexistencia de “recetas” u hojas de ruta que permitan determinar de una vez y para siempre la corrección de las premisas que constituyen el razonamiento. Si existiera un método o un referente que permitiera establecer la verdad o falsedad material de las premisas que manejamos al razonar (en términos binarios o multivalentes), el pensamiento carecería de sentido práctico, se transformaría en una actividad estéril pues se cuestionaría sobre objetos cuya verdad o falsedad puede corroborarse en forma exhaustiva. Como afirma Cornelius Castoriadis: pensar sólo es posible si no es la repetición de lo ya pensado. Reconocerse el derecho a pensar implica renunciar a encontrar a alguien que garantice lo verdadero y lo falso (FRANCO: 2003, 16). En el Mundo Fragmentado (2008), el espacio a-histórico del pensamiento se identifica con el ágora, el espacio público de discusión, para el que, si bien existen reglas (argumentativas, retóricas, etc.), todo interlocutor está legitimado por su capacidad de generar argumentos y de formular la duda frente a las argumentaciones de sus predecesores. Margen y límite son conceptos relacionales, se definen en su propia interacción, lo limitado presenta problemas de extensión en lo marginal, hay zonas de penumbra, el objeto iluminado se presenta más o menos visible, más o menos claro; difuso, indeterminado, comprensivo de realidades que lo desbordan, o que precisamente lo particularizan. Se generan dicotomías y dudas: establecer a las convenciones como límite a la difusión del discurso o plantear un esquema naturalista, cómo establecemos límites a nuestra percepción o

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conceptualización del límite de las cosas. Existe así una doble restricción, aspecto que potencia la problematización de las cuestiones a tratar. Existe algo en el mundo que se identifica como discapacidad, al menos en el nivel discursivo; hay una serie de fenómenos que es posible subsumir bajo tal imputación, al menos intuitivamente, en tanto conceptualización que se produce en sociedad, de forma relacional. Ante eso, es posible indagar bajo qué límites estamos inmersos cuando pretendemos categorizar la realidad; qué realidad; cómo definimos una categoría conceptual para proceder a su estudio sin el riesgo de quedar atados por una categoría estrecha que carezca de exhaustividad. Problematizar y tomar conciencia de las limitaciones de la situación hermenéutica de partida es un punto de arranque ineludible, aporético. La pregunta filosófica es clave de bóveda en la formación del juicio, en la investigación racional hacia la construcción de un esquema interpretativo. Carácter subversivo y aporético de la duda: La interrogación filosófica cuando se realiza en profundidad, subvierte los valores de una época (REGNASCO: 2004, 17). Subvertir el orden, formular jerarquías, ponerlas en evidencia, desenmascarar relaciones de poder subyacentes a las cosas, son ejercicios necesarios hacia la desmitificación del tratamiento de la discapacidad, eliminar los tabúes, hacer visible una realidad que desde un discurso hegemónico se encuentra en los márgenes y darle centralidad, jerarquizarla, por el valor en sí de la subversión de las jerarquías y por el valor de lo humano en el ejercicio de cualquier teorización o en la formulación de discursos y propuestas de acción. El campo de lo jurídico es una manifestación objetivada del discurso hegemónico, en el discurso de las fuentes del derecho y de la dogmática se materializan prejuicios, la estructura de clases, los tabúes predominantes, las líneas políticas que trabajan en la sociedad, etc. En su comentario a la obra de Duncan Kennedy, Guillermo Moro explica: El derecho (…) no es sino un dispositivo alienante, que distorsiona la conexión entre las personas y las expropia del control sobre su destino (KENNEDY: 2010, 13). El jurista italiano Luigi Ferrajoli postula: …el derecho es siempre una realidad no natural sino artificial, construida por los hombres (2006, 18); para el que tampoco hay hojas de ruta, frente al cual se debe adoptar una postura crítica que tienda a la subversión de las percepciones y valoraciones imperantes a través del ejercicio de la democracia y en la crítica hacia más y mejor democracia en una matriz de globalización desde abajo (DE SOUSA SANTOS: 2007). 2

El derecho se presenta en la ambigüedad de límite y posibilidad de construcción desde el límite y, a su vez, de ámbito de discusión y conformación de los propios límites, de invasión de los márgenes, es un ámbito para la deconstrucción, no se paraliza en el quietismo que sólo denuncia, la práctica jurídica democrática no debe auto-limitarse en ese sentido. Como indica Moro en el comentario al texto de Kennedy: Muchos partidarios de la izquierda consideran que si uno ya no cree en la posibilidad de un resultado jurídico correcto ni en la existencia de los derechos, entonces se queda condenado al quietismo, lo cual es un lujo que podrán darse quienes no resultan marginados ni oprimidos por el sistema (digamos los hombres blancos profesionales de clase media que dan clases en la prestigiosa Harvard Law School, como Kennedy), pero no así de los miembros más desaventajados de la sociedad (minorías étnicas, raciales y sexuales, pobres, desocupados, discapacitados), para quienes muchas veces el derecho se presenta como esperanza de una vida más digna (KENNEDY: 2010, 23). Someter a análisis, poner en duda, ejercer un escrutinio de las políticas públicas desde una mirada alternativa que pretenda la subversión de lo “dado”, del statu quo, llevar adelante una praxis transformadora a partir de una fuerte actitud crítica, son algunas de las actitudes que deben guiar toda propuesta de inclusión. A su vez, el tratamiento de la discapacidad exige auténtica inclusión, desde abajo, desde los márgenes, sin restricciones teóricas fuertes. La formulación de problemas, la construcción de pares de opuestos, la descripción de las jerarquías, todas actividades que deben formar parte del encuadre hermenéutico de la discapacidad. Traer a conciencia las precomprensiones, trabajar los prejuicios, practicar la denuncia desde una lógica alternativa, prescindir de la vacuidad de un esquema conjuntistaidentitario. La propuesta de Cornelius Castoriadis se apoya en la idea de magma,…lo magmático es la capacidad de pensar lo que es, como estratificación de un tipo hasta este momento desconocido, como organización de planos ligados de adherencias parciales, estratificación y sucesión de capas del ser, organizados siempre de modo parcial y momentáneo (FRANCO: 2003, 60). En este sentido, Regnasco indica: Para la visión clásica, una contradicción es señal de error. Pero desde la dimensión dialógica no significa un error sino el hallazgo de una capa profunda de la realidad, que no puede ser traducida a una lógica binaria sin caer en simplismos reduccionistas (2004, 33).

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El acercamiento a la discapacidad exige la exclusión de los esquemas reduccionistas, una proyección que trascienda los esquemas binarios de corte conjuntista-identitario. La concepción de las categorías de lo real debe suponer la apertura por oposición a la clausura de los conceptos clásicos de la visión lógico-científica del mundo. En tal sentido, la construcción del objeto de estudio, la metodología y las propuestas de acción a partir de la investigación tienen un amplio margen de proyección, establecer límites que carecen de sentido es una tarea inútil que coarta las posibilidades del pensamiento y, como efecto reflejo, de cualquier praxis que se fundamente en tal teorización. Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quien doblan las campanas: doblan por ti. John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions

De conformidad al enfoque de esta exposición en cuanto primera aproximación a una temática compleja y multifacética me limitaré a presentar algunas intuiciones que pretendo respaldar en la interpretación de algunos planteos filosóficos. Esto es, sustentar las siguientes tesis básicas desde una perspectiva ética: 1) afirmar que discapacidad es igual a capacidad diferente o tratar de emularlo a la situación de quienes no tienen discapacidad es irresponsable; 2) afirmar que no existen diferencias entre personas con discapacidad y sin discapacidad es egoísta, se corresponde con el desconocimiento del rosto del Otro. Estas dos premisas pretenden acercarse a la formulación de algunos límites que deberían considerarse al momento de analizar la discapacidad, también puede entenderse que la perspectiva que desarrollaré presenta un contexto de posibilidad del conocimiento sobre el tema, a su vez, 4

estas dos afirmaciones están fundamentadas en la interpretación de posiciones antropológicas y éticas que son funcionales a los conceptos vertidos ut-supra. Una concepción de lo humano que es posibilidad del tratamiento de la discapacidad debería postular la intersubjetividad como categoría inmanente a lo humano; sin la existencia del Otro no hay humanidad, el yo por sí sólo no se constituye en subjetividad, no se construye como sí mismo. Sin el Otro, el yo no conoce el mundo, no logra existir porque no se reconoce a sí mismo, esto supone una teoría de la identidad y del yo como reconocimiento. En palabras de Octavio Paz: El hombre es el único ser que se siente solo y el único que es búsqueda de otro. Su naturaleza consiste en un aspirar a realizarse en otro. El hombre es nostalgia y búsqueda de comunión. Por eso cada vez que se siente a sí mismo se siente como carencia de otro, como soledad (1998, 211). Enfoque que podemos complementar atendiendo a la cuestión de género y negando la naturaleza humana desde una perspectiva existencialista, pero que, en lo demás resulta compartible. En términos heideggerianos, María José Regnasco afirma: Nuestra verdad personal es revelada por el otro. El dasein es también mit-sein, ser-con otros, no porque individuo conviva con los otros, sino porque el ser con es constitutivo de su estructura existentaria…no hay sujeto sin mundo ni subjetividad sin dualidad, sin alteridad (2004, 36/37). En este marco es pertinente la propuesta ética de Emmanuel Lévinas, en la introducción a Ética e infinito (2000), Jesús María Ayuso Díez nos explica que para el filósofo…la condición humana: ser hombre equivale a no ser, vivir humanamente significa desvivirse…por el otro hombre. Así, la presencia del hombre en el seno del ser no equivale a un lujo de éste, sino a su crisis o crítica, a su conmoción y a su volteamiento a modo de responsabilidad para con el otro hombre, del que el yo “es” rehén. La subjetividad humana no es autonomía o auto-afirmación, sino que significa sujeción al otro, quien, de esta peculiar guisa, me singulariza al asignarme la irrenunciable tarea infinita de socorrerle y, al mismo tiempo, me arranca o libera del ser (del mío siempre) que me embruja –ofreciéndome excusas- al darme la orden en que consiste su palabra primera: ‘No me dejarás morir’ (pág. 15). La concepción de la autonomía se resemantiza, para Castoriadis: La autonomía no es, pues, eliminación sin residuo y eliminación total del discurso del Otro no sabido como tal. Es instauración de otra relación entre el discurso del Otro y el discurso del sujeto (FRANCO: 2008, 46). 5

Un presupuesto de este pensamiento, al que ya se hizo referencia, es la conceptualización de lo desigual. En la filosofía de Lévinas ocupa un lugar central la idea de infinito, la que implica un pensamiento de lo Desigual (2000, 77). La propuesta de este filósofo pone en duda uno de los postulados del pensamiento occidental que identifica con el pensamiento socrático: la reducción del Otro a lo Mismo (2006, 67). Pensar lo Desigual, desprenderse de la lógica conjuntista-identitaria que supone la subsunción de los términos y la definición relacional, son presupuestos para la formación de un pensamiento abarcativo que permita explicar la diversidad desde una perspectiva humana. Es interesante y merece ser citado el siguiente pasaje de Ética e infinito: Pienso, más bien, que el acceso al rostro es de entrada ético. Cuando usted ve una nariz, unos ojos, una frente, un mentón y usted puede describirlos, entonces usted se vuelve hacia el otro como hacia un objeto. ¡La mejor manera de encontrar al otro es la de ni siquiera darse cuenta del color de sus ojos! Cuando observamos el color de los ojos, no estamos en relación social con el otro. Cierto es que la relación con el rostro puede estar dominada por la percepción, pero lo que es específicamente rostro resulta ser aquello que no se reduce a ella. (…) La piel del rostro es la que se mantiene más desnuda, más desprotegida. La más desnuda, aunque con desnudez decente. La más desprotegida también: hay en el rostro una pobreza esencial (…) El rostro está expuesto, amenazado, como invitándonos a un acto de violencia. Al mismo tiempo, el rostro es lo que nos prohíbe matar (pág. 71). La visión del rostro del Otro para ser auténtica debe prescindir de los datos sensibles que podemos escindir en la descripción; el rostro como tal no admite ser descripto pues ello supone cosificarlo, transformarlo en un objeto al que es posible definir, agotarlo exhaustivamente y reconstruirlo mediante un proceso de reducción. La experiencia de lo humano, la visión del rostro del Otro es única y no puede reducirse a la acumulación de datos sensibles que es posible reconstruir. El rostro es la manifestación más descarnada de la otredad, enuncia un imperativo ético, es la síntesis del Otro, me impide considerar lo humano como un objeto; este aspecto se relaciona con la conceptualización del estigma en Goffman (2008). Ver al estigma del Otro es reducirlo a un objeto, cosificar la humanidad, una contradicción en los términos. Relacionarme con el Otro desde una percepción, desde el color de sus ojos, desde la manifestación de un estigma, siguiendo a Lévinas, evade las relaciones sociales; en tal sentido si cosifico al Otro hago una reducción de la realidad, lo subjetivo a lo objetivo, no sólo representa una actitud de ignorancia o mala fe sino que es una actitud 6

absolutamente irresponsable; el otro me interpela desde su humanidad, me pide que no lo deje morir. ¿Qué es la responsabilidad, entonces? Lévinas nos explica: Entiendo la responsabilidad como responsabilidad para con el otro, así, pues, como responsabilidad para con lo que no es asunto mío o que incluso no me concierne; o que precisamente me concierne, es abordado por mí, como rostro (2000, 79). …yo soy responsable del otro sin esperar la recíproca, aunque aquello me cueste la vida. La recíproca es asunto suyo. Precisamente, en la medida en que entre el otro y yo la relación no es recíproca, yo soy sujeción al otro; y soy “sujeto” esencialmente en este sentido. Soy yo quien soporta todo. Conoce usted esta frase de Dostoievsky: ‘Todos nosotros somos culpables de todo y de todos ante todos, y yo más que los otros’ (2000, 82). Estar vivo es desvivirse por el otro. De acuerdo a las tesis que presentamos podemos indicar que, de conformidad a los marcos teóricos citados, es posible generar un sistema de premisas que las justifiquen, al menos en forma primaria y a los efectos de propiciar precomprensiones que permitan la discusión y la construcción de tópicos. En relación a la primera afirmación, esto es: “1) afirmar que discapacidad es igual a capacidad diferente o tratar de emularlo a la situación de quienes no tienen discapacidad es irresponsable”; se podría reformular en estos términos: “Si usted considera que la discapacidad es igual a capacidad diferente o si usted trata de emular en términos absolutos la situación de una persona con discapacidad y la de otra persona sin discapacidad, entonces su consideración supone una actitud irresponsable”. Lo que se quiere decir es que la consideración de la discapacidad exige una conceptualización sui generis, podríamos decir, y ello porque no hacer distinción supone una igualdad de trato y, como dijimos basándonos en Lévinas: estar vivo es desvivirse por el otro. Si quien actúa no tiene consideración de la realidad del otro, como un todo, como una unidad, como un sujeto humano que necesita del otro en su integridad, entonces no puede adoptar una actitud responsable porque desconoce la verdadera situación del otro. Hay una tesis intelectualista detrás, pero justamente lo que se pretende es denunciar la necesidad de indagar la realidad para estar en condiciones de cumplir con el imperativo ético formulado: desvivirse por el otro, no permitir su muerte. Respecto de la segunda afirmación: “2) afirmar que no existen diferencias entre personas con discapacidad y sin discapacidad es egoísta, se corresponde con el 7

desconocimiento del rosto del Otro”, podemos indicar que está implícita en la premisa anterior, muchas actitudes irresponsables son egoístas porque suponen la desvalorización del Otro, de lo humano y la afirmación del yo, aspectos que se contradicen abiertamente con las formulaciones de la ética de Lévinas que cité. Es así que se presentaron dos tesis básicas, primarias que pretenden simplemente marcar algunos límites o dejar establecidos algunos puntos de partida en la discusión y el abordaje de la discapacidad. La afirmación de lo humano es una premisa básica al igual que la diversidad como forma de entendimiento de lo real. La pretensión de este artículo es dejar abierta la discusión y plantear algunas cuestiones que, a mi criterio, resultan aporéticas, sobre las que es posible construir diversos escenarios que permitan la deconstrucción y la formación de un corpus al menos argumentativo. D. González Camejo

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