Diputados, Profesores y la Ética del Trabajo Público

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Descripción

Sisto, Vicente y Fardella, Carla (2015, 24 de agosto). Diputados, Profesores y la Ética del Trabajo Público. La Segunda. Disponible en http://impresa.lasegunda.com/2015/07/24/A/SE2O4M1D

Diputados, Profesores y la Ética del Trabajo Público Profesores y parlamentarios realizan tareas "públicas": legislar y educar. Con tareas y posiciones distintas, coinciden en ser "trabajadores de lo público". Por Vicente Sisto y Carla Fardella Escuela de Psicología Dos noticias vinculadas a diversos ámbitos de trabajo público han ocupado parte del debate durante las últimas semanas. La primera refiere al rechazo al proyecto de Boric y Jackson que rebaja la dieta parlamentaria. Diputados y senadores defendieron el monto actual, pues sería "un pago justo". Ricardo Rincón lo comparó con lo que ganan futbolistas en los grandes clubes internacionales. Marco Antonio Núñez, Presidente de la Cámara, en entrevista a The Clinic, señaló que el “riesgo” es que “muchos nos tengamos que ir al sistema privado”, pues, como “personas competitivas”, necesitan “incentivos para estar en el sistema público (...) porque las condiciones de trabajo en el Estado son de este nivel y si yo aspiro a un nivel de vida razonable… En el caso mío y de varios, con el mismo esfuerzo ganaríamos más” (9 de julio de 2015). La segunda noticia refiere al paro que, desde hace más de 50 días, mantienen los profesores en rechazo al Proyecto de Carrera Docente. Según ellos el proyecto no aborda las condiciones laborales mínimas y necesarias para realizar adecuadamente el trabajo pedagógico aludiendo a la carga laboral, de las mayores a nivel mundial, bajos salarios, y débiles sistemas de desarrollo. Además, como indicó el dirigente de Valparaíso, Eduardo González, aun con las modificaciones propuestas, se mantiene una mirada individualizada del trabajo pedagógico en función de estándares que no consideran la complejidad y contexto del trabajo educativo, especialmente en sectores vulnerables. Por ello, citando investigación científica, señaló que “lo único que hace es profundizar la crisis de la educación pública” (CNN, 20 de julio de 2015). Ambas noticias hablan de dos tipos de trabajadores públicos, parlamentarios y profesores, que realizan tareas públicas: legislar y educar. No se trata de comparar salarios o condiciones laborales, sino de evidenciar el sentido de trabajo público que se pone en juego ¿Qué debería orientar la ética de estos trabajadores? ¿El compromiso con el empleador que ofrezca la mejor remuneración o el compromiso social con el bien común? El Grupo de Estudios en Trabajo, Subjetividad y Articulación Social, TRASAS, de la Escuela de Psicología, durante los últimos siete años ha investigado el trabajo público con el apoyo agencias internacionales y de FONDECYT, principal mecanismo de fomento a la ciencia en Chile (proyectos 1090739, 1121112, 1151209 y 3150374). En coincidencia con la evidencia internacional, nuestros resultados indican que la principal fuente de sentido e identidad para los trabajadores de lo público es la llamada Ética del Trabajo Público, definida como una orientación hacia el bienestar

común ("lo público") que supone la búsqueda de la equidad y justicia social así como la colaboración conjunta. Incluso el funcionario encerrado en la oficina de administración pública, revisando archivos y planillas, encuentra sentido a su labor en el hecho de que mediante esta actividad está sirviendo a otro, la comunidad, lo público. La investigación nacional e internacional muestra la persistencia de esta motivación, especialmente en aquellos que se desempeñan en contacto con la comunidad (profesores, trabajadores de salud, de políticas sociales, entre otros), resultando fundamental para sostener a la acción pública. Sin embargo esta ética ha entrado en conflicto con un nuevo modo de gestionar lo público según el cual todo mejora si se administra como empresa privada y si sus trabajadores son ‘los mejores’, los más competitivos y con mejores resultados individuales, ellos pueden ganar más. Ahí la ética es reemplazada por una lista de probidad a ser auditada por una “Dirección de Ética”, como propusieron nuestros parlamentarios. Ambas noticias ilustran esta tensión entre ideales laborales encontrados. Por un lado el de aquel comprometido con su éxito personal y “nivel de vida razonable”, vinculado al aparato público porque circunstancialmente obtiene el mejor salario que puede conseguir. Por otro, el de quién, más allá de sus condiciones, indaga y discute las políticas que lo regulan en función de cómo afectan y orientan el ejercicio concreto del servicio público. La pregunta es clara ¿a qué tipo de trabajador deseamos confiar nuestro bien común? o más bien ¿qué sentidos del trabajo público queremos promover como sociedad?

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