Dios es Dios. Ensayo sobre la violencia de las proposiciones tautológicas (Breton, Stanislas. «Chapitre 9. ‘Dieu est Dieu’. Essai sur la violence des propositions tautologiques». Philosophie Buissonnière. Grenoble: Editions Jérôme Millon, 1989. 131-140) Traducción Rodrigo Zamorano

May 23, 2017 | Autor: Rodrigo Zamorano | Categoría: Critical Theory, Theology, Continental Philosophy, Contemporary French Philosophy
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“Dios es Dios” Ensayo sobre la violencia de las proposiciones tautológicas Stanislas Breton Los enunciados tautológicos son de naturaleza especiosa. Tradicionalmente, se asume que no constituyen conocimiento. Bajo las dos formas que podemos reconocerlos: por simple repetición del sujeto de lo que se ha dicho (“los cuerpos son los cuerpos”), o por un complemento de pura explicitación (“los cuerpos son extensos”), su cantidad de información es casi nula. Ellos repiten lo que ya ha sido dicho. En otras palabras, no constituyen una auténtica cuestión de conocimiento. Sin embargo, aun cuando su interés cognitivo sea más que insignificante, están los enunciados que, sin ser tautológicos, se parecen a estos por una ausencia análoga de valor informativo. Es el caso de aquellas frases insignificantes que los pasajeros de tren, de autobús, o incluso de avión, arriesgan para provocar una posible conversación. Habría mucho que decir sobre estas pobres palabras que tienen un aire de familia con nuestros truismos. Los lógicos han abordado, con gravedad, impaciencia a veces, el problema de las así llamadas “proposiciones analíticas”. Cuales sean sus respuestas, me es difícil creer que su veredicto final sea exhaustivo. Ya que, en estas expresiones, lo que está en juego no es tanto la corrección de una sintaxis, o la referencia semántica a la verdad, como una práctica de la comunicación. Me abstendré, avergonzado por mi incompetencia, de toda incursión sobre el carácter ​ tautológico de la ​Mathesis. Tengo razones para creer que los matemáticos se interesan poco por las cuestiones que, a comienzos de siglo, ocupaban a los ​ devotos de la ​Principia Mathematica. Cierro este paréntesis para abordar las tautologías religiosas. En este dominio, podemos



«Dieu est Dieu» Essai sur la violence des 1 propositions tautologiques Stanislas Breton Les énoncés tautologiques ont une nature spécieuse. Traditionnellement, on accorde qu’ils n’étendent pas la connaissance. Sous les deux formes qu’on leur reconnaît: par simple répétition du sujet en ce qu’on en dit («les corps sont les corps»), ou par un additif de pure explicitation («les corps sont étendus»), leur quantité d’information est quasi nulle. Elles redoublent ce que l’on sait déjà. Autant dire qu’elles ne concernent pas un authentique souci de connaissance. Toutefois, même lorsque leur intérêt cognitif est plus que négligeable, il est des énoncés qui, sans être tautologiques, leur ressemble par une absence analogue de valeur informative. C’est le cas de ces phrases insignifiantes que les voyageurs de train, d’autobus, voire d’avion, risquent pour provoquer un possible échange de conversation. Il y aurait beaucoup à dire sur ces pauvres paroles qui ont un air de famille avec nos lapalissades. Les logiciens ont abordé, avec gravité, impatiente parfois, le problème des «propositions analytiques» ou dites telles. Quelle que soit leur réponse, j’ai peine à croire que leur jugement final soit exhaustif. Car, dans ces manières de parler, ce qui est en jeu, c’est moins la correction d’une syntaxe, ou la référence sémantique à la vérité, qu’une pratique de la communication. [​134​] Je m’abstiendrai, honteux de mon incompétence, de toute incursion sur le caractère tautologique de la ​Mathesis. J’ai quelque raison de croire que les mathématiciens s’intéressent peu à des questions dont s’occupaient, au début du siècle, ​ les fervents des ​Principia Mathematica. Je ferme la parenthèse et j’aborde les tautologies religieuses. En ce domaine, on pourrait observer bien des variantes: «Dieu est Dieu»,

Breton, Stanislas. «Chapitre 9. ‘Dieu est Dieu’. Essai sur la violence des propositions tautologiques». Philosophie Buissonnière. Grenoble: Editions Jérôme Millon, 1989. 131-140. 1



observar ya sea las variantes “Dios es Dios”, “Alá es Alá”, “Brahma es Brahma”, “yo soy el que soy”, o bien tan solo “yo soy”. Estas fórmulas poseen un manifiesto parentesco, si bien ocurren en contextos muy distintos. Me detendré en la primera. Sospecho, en efecto, que ella goza de una ejemplaridad que puede servir de modelo general. Me limitaré, en consecuencia, a su análisis. ​ 1. ​Dios es Dios. Se lo agradezco, me respondería un intelectual, siempre apremiado y, obviamente, sin tiempo que perder. Yo estimo necesario perder mi tiempo en el vacío aparente del enunciado. ​¿​Qué dice? Corrección: ​¿Qué quiere decir? Aquí, claramente, la expresión incorpora una voluntad, una voluntad terrible; voluntad inmanente al “decir” mismo, pero interno ​ también a la cosa dicha, y que deviene “una ​causa verdadera” a la cual se consagra cuerpo y alma. Estos son los dos componentes de la cuestión, las dos voluntades que hay que examinar. Añadiré una observación de modo preliminar: sin duda, no habría vuelto jamás al problema de la tautología si las bombas provenientes del oriente próximo, y que estallan, aquí o allá, en nuestra casa, “en uno de los ornamentos más nobles del mundo”, como decía Montaigne, no me hubiesen llamado, por su violento resplandor, a retomar, nuevamente (​¡​por decirlo así!), una cuestión, considerada secundaria, a la luz de una candente actualidad. 2. ​Dios es Dios. Se dirá que no hay otro medio para nombrar a Dios que este truismo. Nada más banal, en efecto. ¿No decimos: “un gato es un gato”, “un diente de león es un diente de león”? No es otra cosa. ​x es ​x. Lo único que nos faltaría sería que “Dios no fuese Dios”. Dios no nos sorprende. Es el que es, como un puerco es lo que es. ​¿​No sería una blasfemia que fuese “otro”?

«Allah est Allah», «Brahma est Brahma», «je suis qui je suis», ou bien, «je suis» sans plus. Ces formules ont une parenté manifeste, bien qu’elles ressortissent à des contextes fort divers. Je m’arrêterai à la première. Je soupçonne, en effet, qu’elle bénéficie d’une exemplarité, qui peut servir de modèle universel. Je me limiterai, en conséquence, à son analyse. 1. ​Dieu est Dieu. Je vous en remercie, me répliquerait un intellectuel, toujours pressé et qui n’a pas, bien entendu, de temps à perdre. J’estime nécessaire de perdre mon temps dans le vide apparent de l’énoncé. Que dit-il? Rectifions: ​Que veut-il dire? Ici, manifestement, l’expression incorpore un vouloir, un terrible vouloir; vouloir immanent au «dire» lui-même, mais intérieur aussi à la chose qui est dite, et qui devient «une véritable ​cause» à laquelle on se dévoue corps et âme. Tels sont les deux volets de la question, les deux vouloirs qu’il me faut examiner. J’ajoute une remarque en guise de préliminaire: je ne serais jamais revenu sans doute sur le problème de la tautologie, si les bombes de provenance proche-orientale, et qui éclatent, ici ou là, chez nous, «dans l’un de plus nobles ornements de l’univers», comme disait Montaigne, ne m’avaient sollicité, par leur éclat, à reprendre, sur nouveaux frais (c’est le cas de le dire!), une question, réputée secondaire, à la lumière d’une brûlante actualité. [​135​] 2. ​Dieu est Dieu. On dirait qu’il n’y a pas d’autre moyen de nommer Dieu que par cette lapalissade. Rien de plus banal, en effet. Ne disons-nous pas: «un chat est un chat», «un pissenlit est un pissenlit». Il n’est pas autre chose. ​x est ​x. Il ne manquerait plus que çà que «Dieu ne soit pas Dieu». Dieu ne nous étonne pas. Il est ce qu’il est, comme un cochon est ce qu’il est. Ne serait-ce pas un blasphème qu’il soit «autrement»?

¿​No sería Dios entonces, por la nominación que guarda en sí mismo, el garante soberano del principio de identidad e, indirectamente, del “principio de no contradicción”? Dios no sabría contradecirse. En el fondo, y bien mirado, el Dios en cuestión vuelve a entrar en la condición común. Es el que es. ¡Qué sorprendente! No hay de qué alarmarse, con esta expresión de la cual yo insinuaba su carácter explosivo. Y, sin embargo, hay allí una explosión, y una fuerza explosiva. El nombre de Dios es una verdadera bomba. ​¿​Cómo es eso posible? He ahí la verdadera pregunta, que es necesario extraer de la aparente banalidad del enunciado. “Dios es Dios”. En esta repetición, que toma el cariz de una proposición con sujeto y atributo, una doble lectura se insinúa. La primera sugiere la siguiente exégesis: supóngase que imaginamos, de parte de una tendencia que propugna el politeísmo, varios dioses; el enunciado significa que ninguno de estos dioses satisface aquello “que debiese ser”. Si se diferencian entre sí, entonces es que uno de ellos tiene alguna cosa que los otros no tienen, ya que no hay distinción más que por una determinación propia de cada uno. O, cuando se trata de lo divino, una determinación no puede ser sino una perfección. Los dioses imaginarios son entonces necesariamente imperfectos ya que están condenados a carecer de perfección. En consecuencia, dado que por Dios nosotros entendemos “el más perfecto” o la infinidad de perfecciones, estos dioses no son dioses. Si les decimos ​dioses a pesar de todo, es porque corregimos inmediatamente el plural de la hipótesis por la unidad del predicado. Es decir: si x e y tienen todas las perfecciones que indica el predicado, no hay cómo distinguirlas. Un lógico agregaría: “dos cosas son idénticas cuando todos los predicados que son adecuados para una son asimismo adecuados para la otra, y viceversa”. “Dios es Dios” equivale por lo tanto a “Dios es

Dieu ne serait-il pas alors, par la nomination qu’il enferme en lui-même, le garant souverain du principe d’identité, et indirectement, du «principe de non-contradiction»? Dieu ne saurait se contradire. Au fond, à y bien regarder, le Dieu en question rentre dans la commune condition. Il est ce qu’il est. Quoi d’ étonnant. Il n’y a pas de quoi fouetter un chat, avec cette expression dont j’insinuais le caractère explosif. Et pourtant, il y a là une explosion, et une force explosive. Le nom de Dieu est une véritable bombe. Comment cela est-il possible? C’est là la véritable question, qu’il faut extraire de l’apparente banalité de l’énoncé. «Dieu est Dieu». Par cette répétition qui prend la tournure d’une proposition avec sujet et attribut, une double lecture s’insinue. La première suggère l’exégèse suivante: supposé que nous imaginions, de par une tendance qu’illustre le polythéisme, plusieurs dieux, l’énoncé signifie qu’aucun de ces dieux ne satisfait à ce «qu’il devrait être». S’ils se distinguent, c’est donc que l’un d’eux a quelque chose que l’autre n’a pas, puisqu’il n’est de distinction que par une détermination propre à chacun. Or, quand il s’agit du divin, une détermination ne peut être qu’une perfection. Les dieux imaginaires sont donc nécessairement imparfaits puisqu’ils sont condamnés à manquer d’une perfection. En conséquence, puisque par Dieu nous entendons «le plus parfait» ou l’infini des perfections, ces dieux ne sont pas de dieux. Si nous les disons ​dieux malgré tout, c’est parce que nous corrigeons aussitôt le pluriel de l’hypothèse par l’unité du prédicat. Ce [​136​] qui revient à dire: si x et y ont toutes les perfections que signifie le prédicat, ils n’ont plus de quoi se distinguer. Un logicien ajouterait: «deux choses sont identiques lorsque tous les prédicats qui conviennent à l’une conviennent aussi à l’autre, et inversement». «Dieu est Dieu» équivaut dès lors à: «Dieu est unique». Dans la tautologie résonne l’impératif biblique, dont nous savons la sévérité qui n’exclut pas, pour

único”. En la tautología resuena el imperativo bíblico, cuya gravedad, bien lo sabemos, no excluye, en caso de idolatría, la ejemplaridad del castigo. Entrevemos ya, por esta referencia a la Biblia, el vínculo que une violencia y monoteísmo. Dicho vínculo no es solamente una contingencia histórica. Cabe la posibilidad de que el vínculo sea esencial. Es esto lo que importa poner de manifiesto. 3. No volveré sobre la elaboración del concepto de unicidad, que propuse en otro trabajo. Creo útil, sin embargo, retener algunos elementos. Se percibe, en primer lugar, que la afirmación de lo único, sin importar cuán fuerte sea, debe una parte de su fuerza a la tentación politeísta que busca malograr. El imperativo categórico no está acompañado de tan duras sanciones más que para equilibrar y vencer una resistencia que no cesa de amenazarla. No soy el primero en observar que el uno de lo “único” emerge del “número” y que el número implica el plural. Tenemos como resultado un conflicto de fuerzas que puede desgarrar tanto al individuo como a la sociedad. En este sentido, no es temerario proponer que el monoteísmo rezuma una violencia recíproca, en la medida en que la ley contraría una espontaneidad que resiste contra su yugo. Sin embargo, este atributo no tiene nada de original. ¿La cultura (o la civilización) es acaso algo distinto de esta perpetua tensión? Conviene entonces identificar, si es posible, una especificidad. Se corre el riesgo de olvidar, en efecto, que el monoteísmo tiene una doble faz: el dios único no entra en la historia más que por el pueblo, también único, que él ha elegido. De modo que las dos unicidades se corresponden y se confirman una a la otra, la una por la otra. A pesar de su asimetría, las relaciones son efectivas para ambas partes, ya que comprometen los efectos que son el

l’idolâtrie, l’exemplarité du châtiment. Nous entrevoyons déjà, par cette référence à la Bible, le rapport qui unit violence et monothéisme. Ce rapport n’est pas seulement une contingence d’histoire. Il se pourrait que le lien fût essentiel. C’est qu’il importe de montrer. 3. Je ne reprendrai pas l’élaboration du concept d’unicité, que je proposais dans un autre travail. Je crois utile, cependant, d’en retenir quelques éléments. On s’aperçoit tout d’abord que l’affirmation de l’unique, si forte soit-elle, doit une partie de sa force à la tentation polythéiste à laquelle elle fait échec. L’impératif catégorique n’est assorti de si dures sanctions que pour équilibrer et vaincre une résistance qui ne cesse de le menacer. Je ne suis pas le premier à remarquer que l’un de l’«unique» relève du «nombre» et que le nombre engage le pluriel. Il en résulte un conflit de forces, qui peut déchirer l’individu aussi bien que la société. En ce sense, il n’est point téméraire d’avancer que le monothéisme secrète une violence réciproque, dans la mesure où la loi contrarie une spontanéité qui regimbe contre son joug. Toutefois, ce trait n’a rien d’original. la culture (ou la civilisation) est-elle autre chose que cette perpétuelle tension? Il convient donc de repérer, si possible, une marque spécifique. On risque d’oublier, en effet, que le monothéisme est à double face: le dieu unique n’entre dans l’histoire que par le peuple, unique lui aussi, qu’il s’est choisi. Si bien que les deux unicités se répondent et se confirment l’une l’autre, [​137​] l’une par l’autre. En dépit de leur dissymétrie, les relations sont effectives des deux côtés, car elles engagent des effets qui résultent d’une alliance, une alliance telle que le peuple élu devient responsable de l’existence de son dieu dans le monde, comme le dieu assure de sa fidélité le peuple qu’il s’est donné. Histoire théandrique, qui consacre, par le sceau du divin, les faits et gestes, si

resultado de una alianza, una alianza tal que el pueblo elegido deviene responsable de la existencia de su dios en el mundo, a la vez que el dios asegura su fidelidad al pueblo al que se entrega. Historia teándrica, que consagra, mediante el sello de lo divino, los hechos y acciones, aun si fuesen crueles a veces, de un devenir de predestinación. Tierra santa, pueblo santo, templo santo: todo, sin excepción, debe participar de la santidad del Señor. Y la santidad que separa es también la instancia que purifica. Y la purificación no vacila, de ser necesario, ante el desierto de la exterminación. Las guerras que narra la Biblia no son en todo caso la manifestación de una ternura sublime. ¿Será acaso la pureza cercana al terror? La unicidad de la que ella es expresión transmite a la empresa humana la fiebre de lo absoluto. Desde luego, la distancia que separa al Altísimo de la criatura no es olvidada. Pero, y esta es la paradoja, la distancia delata, por contraste, la increíble intimidad de la relación. El pacto que une los dos extremos no justifica por ello todos los horrores o errores de una humanidad demasiado ávida de colmarse de su dios como de un principio universal de razón suficiente. La Ley que juzga al pecador sigue siendo inflexible. Sería deshonesto ignorarlo con el fin de condenar el monoteísmo. Mas, si una probidad elemental hace necesaria esta advertencia, no se podría negar que la unicidad y la elección que ella supone a ambos lados contienen, esencialmente y no por un accidente de la historia, un peligro permanente de absolutización antropocéntrica de la que no podría ausentarse la violencia. 4. ​Dieu est Dieu. Si se concede la validez de esta primera lectura, entonces no es sorprendente que, hoy en día, la tautología procedente de Oriente próximo tenga los efectos más violentos. El error de los políticos ha sido agravar la situación al denunciar la barbarie. Habría sido políticamente más útil buscar comprender en lugar de enfadarse. No se gana nada blandiendo los

cruels soient-ils parfois, d’un devenir de predestination. Terre sainte, peuple sainte, temple saint: tout, sans exception, doit participer à la sainteté du Seigneur. Or la sainteté qui sépare est aussi l’instance qui purifie. Et la purification n’hésite pas, s’il le faut, devant le désert de l’extermination. Les guerres que raconte la Bible ne sont pas toujours la manifestation d’une sublime tendresse. La pureté serait-elle proche de la terreur? L’unicité qui en est l’expression difusse sur l’enterprise humaine la fièvre de l’absolu. Certes, la distance n’est pas oubliée qui sépare le Très Haut de la créature. Mais, et c’est là le paradoxe, la distance accuse, par contraste, l’incroyable intimité de la relation. Le pacte qui unit les deux extrêmes ne justifie pas pour autant toutes les horreurs ou faiblesses d’une humanité trop empressée à se couvrir de son dieu, comme d’un principe universel de raison suffisante. La Loi reste inflexible, qui juge le pécheur. Il serait malhonnête d’en faire abstraction pour accabler le monothéisme. Mais, si une élémentaire probité exige ce rappel, on ne saurait nier que l’unicité et l’élection qu’elle implique de part et d’autre recèlent, essentiellement, et non par un accident de l’histoire, un danger permanent d’absolutisation anthropocentrique dont la violence ne saurait être absente. 4. ​Dieu est Dieu. Si l’on accorde le bien-fondé de cette première lecture, on ne s’étonne plus que la tautologie ait, aujourd’hui, en provenance du proche Orient, des effets plus percutants. L’erreur des politiques a été, en dénonçant la barbarie, d’aggraver la situation. Il eût été politiquement plus utile de chercher à comprendre au lieu de se fâcher. On [​138​] ne gagne rien à brandir les «droits de l’homme» face à des gens qui défendent à la fois l’honneur de Dieu et celui de son peuple. L’humiliation dont ils souffrent est aussi bien celle de leur Seigneur. La dureté de leur réaction, qui n’épargne personne, ne

“derechos del hombre” frente a gente que defiende a la fuerza el honor de Dios y de su pueblo. La humillación que sufren es, después de todo, la de su Señor. La dureza de su reacción, que no perdona a nadie, no podría asimilarse a la violencia de una muchedumbre que, siendo presa del pánico, pisotea y aplasta todo a su paso. Hay en este comportamiento asesino una temible coherencia. No se trata de odio personal ni de racismo propiamente dicho, sino de un maniqueísmo simplista que divide a la humanidad en dos bandos: los malvados, conducidos por Satanás y cuyo nombre es ​Legión, y los fieles a Alá, cuyo nombre de misericordia se arma con los rigores de una justicia sin piedad. La guerra así entendida no puede si no ser santa. Ella santifica, por sí misma, a aquellos que dirigen la lucha por el Único. La causa por la que se sacrifican tiene la dignidad de la antigua ​causa sui: tiene valor por sí y para sí, amerita ser, y, porque debe ser, libera en sus militantes una energía inquebrantable, homicida y suicida, que consuma, en el desprecio de la muerte, el servicio de lo Absoluto. Esta marcha heroica sobre el nihilismo de occidente es quizás el único comentario adecuado, en estilo performativo, de nuestra primera tautología. 5. La segunda tautología, si bien materialmente idéntica a la primera, abre un espacio distinto de pensamiento y de acción. Las exégesis que propondré – probablemente haya muchas otras – tienen al menos un elemento en común: todas toman un giro radicalmente crítico. a) ​Dios es Dios: no pueden decir nada de él, más bien deben callarse. Cállense. Del célebre “Yo soy el que soy” del Éxodo, c. 3, algunos, si mal no recuerdo, propusieron la insolente traducción: “¡Dejadme en paz!”. Prefiero otra traducción. b) ​Dios es Dios: “Dios, a quien nadie ha visto”. No intenten apoderarse, en lo que está a la

saurait être assimilée à la violence d’une foule qui, sous le coup de la panique, piétine ou écrase tout sur son passage. Il y a dans ces conduites meurtrières une cohérence qui fait peur. Il ne s’agit ni de haine personnelle, ni de racisme proprement dit, mais d’un manichéisme simpliste qui divise l’humanité en deux camps: les méchants, conduits par Satan, dont le nom est ​Légion, et les fidèles d’Allah dont le nom de miséricorde s’arme des rigueurs d’une justice sans merci. La guerre ainsi comprise est, et ne peut qu’être sainte. Elle sanctifie, par elle-même, ceux qui mènent la lutte pour l’Unique. La cause à laquelle ils se sacrifient a la dignité de l’antique ​causa sui: elle vaut par soi et pour soi, elle mérite d’être, et, parce qu’elle doit être, elle libère en ses militants une énergie indomptable, homicide et suicidaire, qui achève, dans le mépris de la mort, le service de l’Absolu. Cette ruée héroïque sur le nihilisme de l’occident est peut-être le seul commentaire adéquat, en style performatif, de notre première tautologie. 5. La seconde tautologie, bien que matériellement identique, ouvre un autre espace de pensée et d’action. Les exégèses que j’en proposerai – il en est probablement bien d’autres – ont au moins un élément commun: elles adoptent un tour résolument critique. a) ​Dieu est Dieu: vous ne pouvez rien dire de lui, vous avez plutôt a vous taire. Taisez-vous. Du célèbre «Je suis qui je suis» de l’​Exode, c. 3, certains, si j’ai bonne mémoire, proposaient la traduction cavalière: «Fichez moi la paix». Je préfère une autre traduction. b) ​Dieu est Dieu: «Dieu, personne ne l’a vu». Ne cherchez pas à vous en emparer, en le mettant sous la main ou sous le regard, de son secret ontologique. Son essence, s’il [​139​] en a une – ce qui n’est pas certain – échappe à tout entendement. On peut, cependant, le nommer – puisqu’il faut parler de lui, car n’en point parler, ce

mano o a la vista, de su secreto ontológico. Su esencia, si es que tiene una – de lo cual no hay certeza –, escapa a toda comprensión. Se puede, sin embargo, nombrarlo, ya que hay que hablar de él, porque no hablar de él sería declararlo inexistente. Pero esos nombres jamás serán más que líneas de mira. c) ​Dios es Dios: la frase debe leerse como una interdicción. En realidad, es un imperativo: “No harás imágenes talladas”, por ningún motivo estatuas. Por su tridimensionalidad, son más peligrosas que las imágenes pintadas. Se podría creer, en efecto, que ellas resguardan, al modo de un tabernáculo, una presencia divina. Dios es siempre el ausente de nuestros encuentros. d) ​Dios es Dios: sin importar lo que se haga, lo que se nombre o lo se represente, no tendremos jamás de él más que imágenes. Lo esencial no es condenar las imágenes, sino más bien multiplicarlas al infinito para evitar ser seducidos por ellas. El fiel se asemeja a una suerte de Don Juan, en busca del eterno femenino. En busca del eterno divino, él puede leer en la tautología un nuevo imperativo: “no te detengas en ningún lugar”, porque ​Él te da el movimiento para “ir siempre más allá”. “Tenemos que detenernos en algún lugar”, se dice a veces; pero este es un axioma de pereza, como toda evidencia. e) ​Dios es Dios: El Maestro Eckhart oraba: “Ruego a Dios que me libre de Dios”. Él agregaría: Debemos siempre transitar. Quizás habría que agregar: Dios no es sino la necesidad de este pasaje. f) ​Dios es Dios: desde luego. Pero dado que él es el Otro, no podrán acercarse a él más que por el rostro del Otro. Tampoco lo busquen en otro lugar. Solamente la práctica de la justicia (y no la vía del conocimiento) permite reconocerlo. g) ​Dios es Dios: Observen la cruz. Signo de contradicción. Debilidad y locura. Concluyan. h) ​Dios es Dios: el último juicio en el capítulo 26 de San Mateo: “tuve hambre y me diste

serait le déclarer inexistant. Mais ces noms ne seront jamais que des axes de visée. c) ​Dieu est Dieu: la phrase est à lire comme un interdit. En réalité, c’est un impératif: «Ne te fais pas d’images taillées», surtout pas des statues. Par leur troisième dimension, elles sont, plus dangereuses que les images peintes. On pourrait croire, en effet, qu’elles abritent, tel un tabernacle, una divine présence. Dieu est toujours l’absent de nos rendez-vous. d) ​Dieu est Dieu: on a beau faire, qu’on le nomme ou qu’on le représente, nous n’aurons jamais de lui que des images. L’essentiel n’est pas de condamner l’image; mais plutôt de les multiplier à l’infini pour qu’aucune ne nous séduise par sa fascination. Le fidèle ressemble à une espèce de Don Juan, à la recherche de l’éternel féminin. A la recherche de l’éternel divin, il peut lire dans la tautologie un nouvel impératif: «ne t’arrête nulle part», car ​Il te donne du mouvement pour «aller toujours au-delà». «Il faut s’arrêter quelque part», dit-on parfois; mais c’est un ​axiome de paresse, comme toute évidence. e) ​Dieu est Dieu: Maître Eckhart en faisait une prière: «Je prie Dieu de me libérer de Dieu». il ajouterait: ​Il faut toujours transiter. Peut-être faudrait-il ajouter: Dieu n’est que la nécessité de ce passage. f) ​Dieu est Dieu: certes. Mais parce qu’il est l’Autre, vous ne pourrez l’approcher que par le visage d’Autrui. Ne le cherchez pas ailleurs. Seule, la pratique de la justice (et non la voie de la connaissance) permet de le reconnaître. g) ​Dieu est Dieu: Regardez la croix. Signe de contradiction. Infirmité et folie. Concluez. h) ​Dieu est Dieu: le jugement dernier au chapitre 26 de S. Matthieu: «j’avais faim et vous m’avez donné à manger», «j’étais nu et vous m’avez vêtu», etc. Je reste sous ce jugement. [​140​] De ces deux tautologies, exactement superposables, laquelle choisir? Violence ou

de comer”, “estaba desnudo y me has vestido”, etc. Me someto a este juicio. De estas dos tautologías, perfectamente coincidentes entre sí, ¿cuál elegir? ¿Violencia o no violencia? Entre las dos, me es imposible dudar. Elijo todo, sin embargo. Porque la una y la otra me habitan, al tiempo que constituyen una mala unión. ¿Estará dividido Dios? ¿O será más bien, en nosotros, que el juicio último, el imperativo de perpetuo tránsito nos prohíbe congelarnos en lo negativo o en lo positivo de su instancia? ¿Lo imposible de la necesidad o la necesidad de lo imposible? No tengo una respuesta final para esta dolorosa y apasionante cuestión.

non-violence? Entre les deux, il m’est impossible d’hésiter. Je choisis tout, cependant. parce que, l’une et l’autre m’habitent, tout en y faisant un mauvais ménage. Dieu serait-il divisé? Ou bien serait-il, en nous, le jugement dernier, l’impératif du perpétuel transit, qui nous interdit de nous figer au négatif ou au positif de son instance? L’impossible du nécessaire ou le nécessaire de l’impossible? Je n’en ai point fini avec cette douloureuse et exaltante question.

Traducción de Rodrigo Zamorano M

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