Diferentes interpretaciones sobre populismos. Los casos de Brasil y Bolivia.

July 25, 2017 | Autor: Claudio Damian Sacco | Categoría: Populismos Latinoamericanos
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Descripción

Diferentes

interpretaciones

sobre

“populismos”. Los casos de Brasil y Bolivia. 1. Condiciones generales del surgimiento del populismo latinoamericano América Latina, integrada desde al menos 1880 como periferia de las metrópolis industriales, vivió en torno a 1930 una crisis económica, política y social que, a más de ser consecuencia de una crisis mayor del capitalismo financiero metropolitano (circa 1929), acabó implicando el fin de un tipo de dominación política del Estado conocida como régimen oligárquico-liberal. De esta crisis general y en tiempos diferentes, fueron surgiendo experiencias sociopolíticas de dirección del Estado e intervención de la economía y la sociedadi, que buena parte de la bibliografía especializada y de divulgación ha conceptuado como “populismo”. Este problemático concepto, implicó la emergencia de un sujeto histórico de carácter social compuesto, con intereses de clase coyunturalmente convergentes –aunque orgánicamente antagónicosy subjetivado en un tipo de interrelación circularii, vinculante de elementos heterogéneos como ser: personalización del poder; soberanía del Estado sobre el conjunto social; apoyo central –no periférico- de las masas populares integradas en una alianza policlasista; verticalidad discutida de la movilización social ampliada; reformismo más o menos amplio de la ESAiii heredada; ideología nacionalista más o menos sistemática; despliegue deliberado de una simbología nacional y popular legitimante de la configuración estatal cristalizada en el régimen político populista; etc. Por otro

lado, para América Latina conviene considerar el despliegue temporal del populismo a través de tres etapas: temprano, clásico y tardíoiv. A continuación, presentaré de forma muy concisa las principales perspectivas teóricas en que se han forjado las diferentes interpretaciones del populismo, explicitando algunos elementos claves que han guiado la problematización de este fenómeno. Seguidamente, y en función de estos elementos, examinaré algunas de las interpretaciones que han abordado al populismo en cuanto régimen político. Por ende, me centraré en las relaciones entre Estado y clases subalternas tomando para ello los casos del Brasil varguista (1930 – 1954) y de la Bolivia del MNR (1952 – 1964). Correrá a cargo del lector cualquier conclusión tentativa que pueda emerger de la exposición que sigue. 2. Perspectivas teóricas y elementos de análisis para pensar el populismo latinoamericano Cuatro han sido las principales perspectivas teóricas utilizadas para abordar el populismo clásico: el funcionalismo de corte parsoniano; el análisis histórico-estructural en sus variantes dependentista y marxista; el análisis coyunturalista y por último, el basado en la teoría del discurso v. Todas estas perspectivas expresaron sus alcances y límites explicativos, a partir de la combinatoria de determinados elementos de análisis como ser: a) el contexto histórico de emergencia del populismo; b) sus bases sociales constitutivas y c) su dinámica relacional específica o circunstanciada. En líneas generales, las crisis previas al triunfo populista, como asimismo la experiencia de movilización popular pre-populista, han sido presentadas por todas las perspectivas como inherentes al contexto histórico de emergencia. Las bases sociales han remitido a las clases y sectores

formadores de este tipo de entidad política movimientista y policlasista. Por último, el tipo de vinculación inestable entre los elementos constitutivos de la base social populista, remite en los análisis del fenómeno a su fase estatal, ponderando el grado de heteronomía o de autonomía que manifiestan las clases

subalternas

respecto

del

Estado;

el

carácter

ambiguo

del

movimientismo dada su capacidad para socalzar/minar el orden burgués dependiente y los límites y alcances de la incorporación social institucionalizadavi. En virtud de lo dicho, cualquier explicación acerca de las relaciones entre Estado y clases subalternas dentro de los regímenes populistas, sin perder de vista los dos primeros elementos, ha de focalizar su atención en el último de ellos, esto es, en la dinámica relacional específica o circunstanciada que adoptó el populismo como experiencia de poder. 3. 1. Interpretaciones divergentes sobre el tipo de dinámica relacional inherente al varguismo y al MNR Ambas experiencias emergen de una crisis profunda del régimen oligárquico-liberal, precipitada en Brasil por la crisis mundial de 1929 y en Bolivia por el ominoso desenlace de la Guerra del Chaco en 1936. En ambos casos, dichas crisis acabarían siendo capitalizadas por jóvenes oficiales como el Vargas tenentista de 1930, o el General David Toro que liderara el golpe de Estado boliviano de 1936. En ambos casos, se trató de movimientos nacionalistas que contaron con un extendido apoyo entre las capas populares. Y si bien el caso boliviano difirió del brasileño por cuanto no alcanzó estabilidad hasta 1952vii, coincidió con este en el carácter reformista y progresivo de muchas de las medidas adoptadas, en especial durante el gobierno del Mayor G. Villarroel (1943 – 1946)viii.

Otras coincidencias residieron en el carácter burgués de la dirigencia nacionalista comprometida, como asimismo en la deliberada intención de acelerar un proceso de intervención estatal en las esferas social y económica, sea a través de nacionalizaciones –como se haría en Bolivia con las minas propiedad de Patiño (año 1952)-, o bien creando empresas estratégicas –caso de Petrobás en el Brasil varguista-. Pero también existieron diferencias que conviene señalar haciendo uso de algunas interpretaciones divergentes acerca del desarrollo vincular entre Estado y clases subalternas. El meridiano que deslinda dichas interpretaciones no está dado por la perspectiva teórica, sino por la dilucidación de dos de los elementos de análisis, a saber, el grado de movilización y organización de las clases subalternas en el período prepopulista y los grados de autonomía/heteronomía atribuidos a la relación vincular precitada. Autores como Weffort y Dunkerley –a pesar de utilizar perspectivas diferentes-, coinciden en caracterizar las experiencias del MNR y del varguismo en términos de profunda heteronomía estatal sobre las organizaciones de las clases subalternas. Por el contrario, French, García Linera y Cusicanqui, conceden un mayor grado de autonomía relativa a estas últimasix. 3.2. La heteronomía como variable central de los procesos populistas brasileño y boliviano F. Weffort para el caso varguista y J. Dunkerley para el caso del MNR, coinciden en presentar la manipulación estatal de las organizaciones subalternas como variable definitoria de los alcances y límites sociales del populismo. En el caso de Vargas, habría sido su condición de líder-árbitro la encargada de establecer un tipo de relaciones individuales de clasex. En el caso boliviano, el MNR iría minando las bases autónomas de los sindicatos

aliados de obreros y campesinos, mediante el despliegue combinado de medidas cooptativas de las dirigencias y represivas de las organizacionesxi. Sin embargo, los sectores subalternos afectados por esta política, serían diferentes en cada caso. En el Brasil varguista –tanto el dictatorial de 1930 – 1945, como el democrático de 1945 – 1954-, los trabajadores urbanos serían los principales beneficiados de esta dirección heterónoma, mientras que los campesinos quedarían excluidos del pacto populista y a merced de la opresión tradicional de los coroneis ruralesxii. En el caso boliviano, el peso específico del campesinado fue lo suficientemente significativo como para hacer necesaria una integración pactista mediante el control estatal de una Reforma Agraria que no habría satisfecho las expectativas populares (Dunkerley: 105; 2003). Y a diferencia del brasileño, aquí se habría producido una mayor organización y movilización de los sectores subalternos durante el período pre-populista (vg. mediante organizaciones sindicales como la FSTMB, la COB, partidos de vanguardia como el PIR y el POR, etc.). Sin embargo, y a pesar de hallarse en 1952 encuadrados en milicias populares, cedieron la dirección del proceso al ambiguo y limitado proyecto de una burguesía que reestructuraba el ejército destruido con la dinamita minera y declarándose nacionalista capeaba la crisis de 1952 – 1953 recurriendo al endeudamiento externo con los EE.UU. xiii. Podemos concluir, diciendo que ambos autores nos presentan una relación directa y necesaria entre alianza policlasista y heteronomía de las clases subalternas, dado que aquella descansa en el control burgués de estas. Cuando dichas organizaciones subalternas rompen los horizontes de la heteronomía estatal, el pacto populista tiene sus días contadosxiv y sólo puede sobrevivir la dirección burguesa al costo de reforzar las direcciones autoritarias bajo liderazgos militares de tintes desarrollistasxv.

3.2. La autonomía como variable central de los procesos populistas brasileño y boliviano En el caso boliviano, los aportes de Rivera Cusicanqui y García Linera acentúan en sus análisis la construcción histórica de amplios márgenes de autonomía organizativa de las clases subalternas. Para ambos autores, la organización sindical deviene la forma de organización más importante de obreros y campesinos al promediar el siglo XXxvi. Contrastando con estas posiciones, el análisis de French sobre el período democrático del varguismo, muestra unas clases subalternas urbanas hegemonizadas por los trabajadores industriales que sólo accederán a su ciudadanía política y a su mutuo reconocimiento como clase, a partir de su incorporación masiva a las filas del varguismo popularxvii en 1945. Si tomamos en consideración la relación vincular entre MNR y movimiento obrero en Bolivia, el estudio de García Linera nos presenta el acto de fundación de la COB de abril de 1952, como emblema de la autonomía obrera, que por medio de esta confederación planteó al gobierno su programa revolucionario (vg. nacionalización de las minas, revolución agraria e independencia política-nacional e internacional)xviii. Por su parte, en el caso del ABC paulista analizado por French, el movimiento obrero sin dejar de apoyar ideológicamente a Vargas, reservó buena parte de sus votos para elegir los candidatos del PCB que encabezará el tenentista Prestes. Así las cosas -y en oposición a Weffort-, la clase obrera paulista habría dispuesto de amplios márgenes de autonomía para eludir la política clientelar del sindicalismo pelegoxix, condicionando de esta forma al líder del PTB en la modelación de su política.

Notas Durante la crisis del modelo agroexportador del régimen oligárquico-liberal (circa 1880 – 1930), algunos países latinoamericanos llevaron adelante un proceso de industrialización por sustitución de importaciones (ISI). Dicho proceso sirvió de base para el posterior desenvolvimiento de políticas estatales intervencionistas que convirtieron al Estado en un agente económico central del proceso de acumulación. El resultado de este proceso de ISI, consistió en la redefinición del desarrollo económico en términos mercadointernistas. El México de Cárdenas, la Argentina de Perón y el Brasil de Vargas, fueron ejemplo de este tipo de proceso. Para el caso mexicano, cfr. Córdova: 179 – 180; 1981. Para el caso argentino, cfr. Pla: 321; 1972. Para Brasil cfr. Weffort: 145; 1999. ii Aquella relación donde sus componentes se retroalimentan continuamente. iii ESA, siglas de Estructura Social de Acumulación. Este concepto remite al tipo de configuración socioeconómica y sociopolítica que hace posible la acumulación capitalista históricamente referida. Cfr. Cfr. Pozzi, P y Nigra F.; 2003; 1115. Para una mayor comprensión de la categoría “estructura social de acumulación”, bajo su otro nombre “Régimen Social de Acumulación”, cfr. Di Tella; 2004; 598-600. iv Los populismos tempranos o liberales, se apoyaron en elites que no ejercían de modo directo el poder, como así también en clases medias emergentes (casos de Irigoyen en la Argentina y Alessandri en Chile). Los populismos clásicos concitaron el apoyo y la movilización de las masas populares, detrás del liderazgo de capas burguesas reformistas (casos del Brasil de Vargas, la Argentina de Perón y la Bolivia de Paz Estensoro). El populismo tardío, trató de revitalizar durante la década de 1970, “las alianzas y los programas populares de épocas anteriores”, hallando un marco histórico poco propicio para ello (casos de Echeverría en México y Perón en la Argentina). Cfr. Mackinnon y Petrone: 20 – 21; 1999. v La perspectiva funcionalista conceptuó el desarrollo del populismo en unos términos dicotómicos (tradiciónmodernización), ligados al proceso de industrialización y urbanización de las sociedades latinoamericanas durante las primeras décadas del siglo XX. La posición histórico-estructural hizo lo propio, relacionando el fenómeno con un momento histórico determinado del desarrollo capitalista en América Latina. Por su parte, los coyunturalistas partieron de las oportunidades concretas brindadas por coyunturas históricas particulares a las clases y sectores desintegrados y/o secundarios de los regímenes oligárquicos. Por último, analistas como Laclau lo interpretaron desde la perspectiva discursiva, concibiéndolo como una ideología específica capaz de expresar las tradiciones populares en unos términos antagónicos, mas no por ello clasistas, del tipo “pueblo/bloque de poder”. Para un examen detenido de todas estas perspectivas cfr. Mackinnon y Petrone: 21 – 35; 1999. vi Cfr. Mackinnon y Petrone: 39 – 47; 1999. vii Desde 1936 hasta 1952, Bolivia conoció un ciclo de inestabilidad política ritmado por fases de progreso y retroceso del campo popular. Las fases de progreso se dieron durante los gobiernos de Toro (1936 – 1937); Busch (1937 – 1939) y Villarroel (1943 – 1946). Las fases de retroceso en los de Quintanilla (1939 – 1940); Peñaranda (1940 – 1943); Herzog (1947 – 1949); Urriolagoitia (1949 – 1951) y Ballivián (1951 – 1952). viii Villarroel presidió en mayo de 1945 el Primer Congreso Nacional Indigenal, reunido en La Paz. De dicho congreso emanaron decretos que lesionaban la estructura estamental de la sociedad oligárquica. Los principales consistieron en: a) supresión de los servicios gratuitos de trabajo en las haciendas (vg. del pongaje) y b) regulación de derechos y obligaciones entre patrones y colonos. Cfr. Rivera Cusicanqui: 169; 1985. ix Esto a pesar que los dos primeros autores lo hagan desde una perspectiva coyunturalista y la última autora, desde otra histórico-estructural. x Estas relaciones tienen como “aspecto específico (…) el encubrimiento de su contenido de clase, de tal manera que la significación clasista allí presente no puede ser entendida sin que se pase primero por sus expresiones individuales”. Cfr. Weffort: 146; 1999. xi Como ejemplo del primer tipo de medidas, señala Dunkerley que el nombramiento de representantes obreros de los ministerios del MNR, ni salió de los sindicatos, ni salió de la COB. Entre las medidas coactivas cabe destacar la existencia del Comité Político Nacional del MNR, garante oficialista de la línea política movimientista y en cuanto tal contrario a los elementos “comunistas” de la COB y la FSTMB. Cfr. Dunkerley: 75 – 76; 2003. xii Cfr. Weffort: 146; 1999. xiii Cfr. Dunkerley: 114; 2003. xiv Cfr. Weffort: 151; 1999. xv Así el caso de la dictadura instalada en Bolivia por el golpe de Estado del general René Barrientos de 1964, mismo año en que otro general, el brasileño Castelo Branco, derribó al gobierno popular de Joao Goulart. xvi La estructuración sindical respondió al llamado sindicato de base, el cual implicó la identidad obrera por centro de trabajo, formas de asociación secundaria como la federación regional –en especial en el ámbito minero- y la capacidad de reorganización celular en períodos de represión estatal (Cfr. García Linera: 35 – 46; 2004). Por el lado campesino y en pleno “sexenio” (1946 – 1952) en que fuera restaurada “la Rosca”, las formas sindicales urbanas se extendían por el medio rural, llevando a los caciques a participar en Federaciones Obreras y formando sindicatos de colonos. Cfr. Rivera Cusicanqui: 165; 1985. xvii Cfr. French: 65; 1999. i

xviii

Cfr. García Linera: 38; 2004. Se trató de aquellos líderes sindicales “vendidos”, formados en la experiencia corporativa del Estado Novo implementado por Vargas entre 1937 y 1945. Cfr. French: 70; 1999. xix

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