Diccionarios electrónicos: (re) estructuras de acceso

July 14, 2017 | Autor: Jesús Torres del Rey | Categoría: Lexicography, Lexicografia, Electronic Dictionaries, Diccionarios Electrónicos
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Diccionarios electrónicos: (re) estructuras de acceso Jesús TORRES DEL REY, Teresa FUENTES MORÁN EN JOSÉ ANTONIO CORDÓN GARCÍA, RAQUEL GÓMEZ-DÍAZ, JULIO ALONSO ARÉVALO (EDS.)

DOCUMENTOS ELECTRÓNICOS Y TEXTUALIDADES DIGITALES NUEVOS LECTORES, NUEVAS LECTURAS, NUEVOS GÉNEROS

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Diccionarios electrónicos: (re) estructuras de acceso Jesús TORRES DEL REY, Teresa FUENTES MORÁN EN JOSÉ ANTONIO CORDÓN GARCÍA, RAQUEL GÓMEZ-DÍAZ, JULIO ALONSO ARÉVALO (EDS.)

DOCUMENTOS ELECTRÓNICOS Y TEXTUALIDADES DIGITALES NUEVOS LECTORES, NUEVAS LECTURAS, NUEVOS GÉNEROS

ediciones universidad de salamanca

AQUILAFUENTE, 193 © Ediciones Universidad de Salamanca y los autores © Fotografía de cubierta Ángel Redero 1ª: junio, 2013 ISBN: 978-84-9012-298-3 (pdf) ISBN: 978-84-9012-299-0 (e-Pub) ISBN: 978-84-9012-300-3 (Mobipocket) Ediciones Universidad de Salamanca www.eusal.es [email protected] Realizado en España – Made in Spain Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse ni transmitirse sin permiso escrito de Ediciones Universidad de Salamanca Obra sometida a proceso de evaluación por el comité científico del seminario Ediciones Universidad de Salamanca es miembro de la UNE Unión de Editoriales Universitarias Españolas www.une.es

CEP: Servicio de Archivos y Bibliotecas Texto (visual) : Electrónico Documentos electrónicos y textualidades digitales [Recurso electrónico] : nuevos lectores, nuevas lecturas, nuevos géneros / José Antonio Cordón García, Raquel Gómez-Díaz, Julio Alonso Arévalo (eds.).—Salamanca : Ediciones Universidad de Salamanca, 2013 322 p.—(Aquilafuente ; 193) 1. Publicaciones electrónicas. 2. Libros y lectura. 3. Edición electrónica. I. Cordón García, José Antonio. II. Gómez Díaz, Raquel. III. Alonso Arévalo, Julio. 028:004 655.4:004

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Índice Presentación: La práctica de la lecto-escritura en el entorno digital. Una transformación en marcha José Antonio Cordón.................................................................... 9 Nuevas lecturas para nuevas creaciones: hacia un nuevo paradigma de recepción en la poesía digital Celia Corral Cañas...................................................................... 13 La narratología del avatar: expresiones literarias homodiegéticas en las blogoficciones Daniel Escandell Montiel......................................................... 29 ¿Cuán social es la lectura social? Un estudio preliminar sobre la interacción virtual en los sitios de lectura social Nora Kaplan................................................................................. 45 El desarrollo de la identidad social digital Carlos Rodríguez Gordo............................................................ 71 Arqueofonía y materialidades del libro Pedro Serra.................................................................................. 91 Twitter, una fuente de información para caracterizar campos semánticos José L. Alonso Berrocal, Carlos G. Figuerola, José Federico Medrano............................................................. 105 Los resúmenes en inglés en las revistas electrónicas de traducción en España Daniel Linder............................................................................. 115 Los repositorios digitales como elemento de comunicación científica Federico Medrano, Carlos G. Figuerola, José L. Alonso Berrocal........................................................... 127 Visibilidad de la literatura infantil y juvenil en las plataformas de distribución y venta de libros electrónicos Araceli García Rodríguez........................................................ 145

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Modelos de negocio y respeto a la propiedad intelectual en el libro electrónico Fernando Carbajo Cascón........................................................ 159 Prácticas de consumo electrónico: los lectores ante los nuevos soportes María José Fernández Gómez, José Antonio Cordón García, Julio Alonso Arévalo, Raquel Gómez Díaz........................... 177 Las obras huérfanas y la nueva directiva europea Mª Mercedes Curto Polo.......................................................... 221 Diccionarios electrónicos: (re) estructuras de acceso Jesús Torres del Rey, Teresa Fuentes Morán....................... 237 La noción de reboot ficcional y las nuevas configuraciones cibertextuales Eloy Martos Nuñez, Alberto Martos García....................... 247 Expresividad y puntuación oralizantes: la intervención de los lectores en la prensa digital Jorge J. Sánchez Iglesias.......................................................... 265 La edición universitaria en la era electrónica: de sus posibilidades a sus dificultades María José Rodríguez Sánchez de León................................. 281 Los metadatos en la edición digital: la clave de la visibilidad Ángel Redero Hernández, Fernando Benito Martín......... 289 Perspectivas y tendencias en el ISBN electrónico: el caso de Ediciones Universidad de Salamanca (EUSAL) Fernando Benito Martín, Ángel Redero Hernández......... 307 Byeink: autopublica tus propios ebooks Fabián Pedrero, Javier Sánchez............................................... 319

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Diccionarios electrónicos: (re)estructuras de acceso Jesús Torres del Rey* M.ª Teresa Fuentes Morán** Facultad de Traducción y Documentación. Departamento de Traducción e Interpretación. Universidad de Salamanca. Calle Francisco Vitoria, 6-16. 37008 – Salamanca (España) * Correo electrónico: [email protected] ** Correo electrónico: [email protected]

Introducción

E

l diccionario es en principio, como sabemos, un repertorio de datos léxicos. Es al mismo tiempo un objeto cultural (Rey, 1988: 9; Pérez, 2000: 11-22, etc.) y hasta ahora prácticamente una parte sobrentendida del mobiliario de una casa (Lara, 1997: 15). Este papel le ha venido dado porque en su orientación primaria asume la función de cubrir necesidades de acceso a información léxica que resulta una constante en los procesos de comunicación –a lo largo de los siglos, en diversas civilizaciones y en distintos contextos culturales en los que el hombre se encuentra. Hasta ahora, en otro orden de cosas, el diccionario era también un objeto generalmente grueso y pesado, de tapas duras o (por fin) blandas, de grandes dimensiones y por todo ello casi siempre muy poco ergonómico. Formalmente, además, se ha caracterizado por procedimientos particulares de presentación de los datos léxicos, a través de formas cada vez más condensadas (Bustos y Wiegand, 2005-2006) y por una configuración en estructuras textuales trabadas (Wiegand y Fuentes, 2009). Esto es, ha venido siendo un objeto textual con un peso especial en el proceso de codificación o decodificación lingüística de los usuarios en sus tareas escolares, profesionales, domésticas o de ocio; un volumen con unas características físicas y estructurales que hacían de su utilización un acto de significativa importancia, a veces incluso especializado (o que requería, para su máximo — 237 —

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aprovechamiento, el aprendizaje de una serie de convenciones y formas específicas); y, de hecho, la consulta al diccionario denotaba en sus lectores una concienciación explícita de sus necesidades, lagunas o dudas lingüísticas. Por otro lado, la constante evolución de la lexicografía, entendida como práctica y como disciplina, es innegable. En cuanto a su orientación, ha pasado de centrarse en información léxica, recogida y contemplada como si de un estadio independiente en el conocimiento de la lengua se tratara, a entender esa información como parte de un proceso de codificación o decodificación de textos, insertos en procesos activos de comunicación. Las tecnologías de explotación, procesamiento y recuperación de textos han propiciado, cómo no, estas modificaciones sustanciales en el desarrollo de la lexicografía. Pero los avances tecnológicos no se han quedado ahí. Quien ahora demanda información léxica puede acceder a un cúmulo de fuentes de muy diversa índole entre las que el diccionario tradicional deja de tener un papel predominante, pero entre las que los nuevos formatos de diccionarios o soportes de información léxica encuentran su legítimo espacio. Es más, el hecho de compartir el mismo (hiper)espacio que el resto de las fuentes y los textos digitales que manejamos a diario tal vez haya supuesto la principal revolución conceptual que ha experimentado el diccionario. En este sentido, una de las cuestiones que la moderna lexicografía científica debe resolver, fiel a su esencia, es la de cuáles son los procedimientos más adecuados para satisfacer los requerimientos sobre cuestiones léxicas que los usuarios –reales o potenciales– se plantean; y ello, por supuesto, en el entorno o ecosistema tecnológico en el que hoy nos movemos (Torres del Rey, 2009: 41). Estructuras predigitales y el papel del lector A pesar de la aparente simplicidad estructural de este tipo de texto, el papel del lector del diccionario ha sido siempre más activo que el de muchos de los otros tipos de textos en formato analógico. El diccionario tradicional, como otras obras de consulta, ofrece en su configuración diversas formas de acceso a los datos que contiene. Efectivamente, los nodos de información que caracterizan la forma del diccionario se organizan conformando las denominadas vías de acceso (Fuentes Morán, 1997: 52-54). Así, por ejemplo, los datos lexicográficos se estructuran a través de una paginación correlativa del libro-diccionario, los lemas o las entradas se presentan ordenados, por lo general de forma alfabética, con índices variados y encabezamientos de página que orientan las búsquedas; además, ya en cada entrada, los datos se proporcionan de forma lineal, anudados según algún modelo de estructuras jerárquicas que conforma la arquitectura del artículo lexicográfico.

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Sin embargo, ocasionalmente o de forma regular, quien consulta el diccionario establece sus propias vías de acceso a partir de esas formas que se le ofrecen y de sus preferencias. Es decir, el usuario, que se basa en su conocimiento sobre la forma del diccionario, establece su propia forma de llegar a los datos que motivan la consulta. Generalmente su búsqueda parte de un vocablo externo al texto-diccionario, un vocablo sobre el que requiere información. Esta búsqueda suele desplegarse de forma no lineal, pero sí –si el diccionario está bien estructurado– de forma continua hasta el nodo terminal, en el que, si la búsqueda es satisfactoria, encuentra la respuesta buscada –o incluso otras no buscadas pero adecuadas (Santana López, 2009). Estas formas de encontrar la información deseada por el usuario no necesariamente son idénticas a las idealmente diseñadas por el lexicógrafo, ni de hecho suelen impedir el proceso de búsqueda. Por ejemplo, es habitual que el lector abra el diccionario por cualquier página –a veces mediante un cálculo espontáneo– para iniciar la consulta (que no comienza por la primera página de la obra) y prosiga valiéndose del alfabeto. O ya dentro del artículo lexicográfico, la lectura del usuario no suele ser tampoco lineal, sino que, a partir de un conocimiento adquirido o intuitivo sobre el formato, este trata de buscar con saltos de vista la información requerida de la forma más rápida, más eficaz posible. Esto es, pese a su estructura formalmente jerárquica y lineal, la organización interna del diccionario de siempre responde a una necesidad, una motivación y una expectativa de lectura hipertextual, mediante fórmulas explícitas o implícitas de vinculación entre significantes y significados lingüísticos. Podríamos pensar entonces que es labor del equipo lexicográfico o de los diseñadores el establecer claramente esas vías y mostrárselas al usuario de la manera más inequívoca posible. Esto podría llevarnos a ver la necesidad de alfabetización en el uso de diccionarios tradicionales o electrónicos. Pensamos que sabemos usar el diccionario (en los formatos de que dispongamos), pero el hecho es que la obra presenta determinadas formas de acceso a los datos, y el usuario sin embargo establece sus propias vías; si se trazan estas vías de forma inconsecuente, la búsqueda puede resultar más compleja de lo deseado o incluso ocasionar una interpretación incorrecta de los datos. Ahora bien, probablemente, las formas de acceso a la información que en primera instancia caracterizan a los diccionarios responden a (o tienen su paralelismo en) procesos cognitivos de acceso al conocimiento, y en gran parte no vienen motivados o condicionados culturalmente. Así pues, el diccionario, en sentido genérico, se le ofrece al usuario como un soporte de información abierto, que este usa y reconstruye casi libremente; un conglomerado textual que se reconfigura de acuerdo con las múltiples posibles lecturas a las que puede verse sometido. Por ello, si bien es necesario que el usuario conozca las particularidades de la obra concreta que consulta, — 239 —

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hay en los diccionarios unas condiciones genéricas de consulta, las que lo configuran como un tipo concreto de texto –o mejor, un conglomerado de textos–, que el lector reconoce intuitivamente, en las que se fundamenta en parte la eficacia de la obra, y en las que se asienta su aceptabilidad a pesar de (o gracias a) las transformaciones continuas que ha vivido a lo largo de la historia. Principales transformaciones El «obligado» camino que ha recorrido el diccionario hacia su digitalización le ha supuesto una revalorización con la que quizá no soñaba, o, al menos, no de forma tan inmediata y profunda. Para empezar, su pérdida de materialidad (o su reconfiguración en bytes) ha eliminado una de sus principales rémoras, al dotarle de un fácil acceso, en el mismo soporte y proceso en el que se efectúa la lectura (cuando su función es pasiva o de decodificación) o la escritura (en el caso de producción activa o codificación) desencadenantes de la consulta lexicográfica. Se beneficia el diccionario, por lo tanto, de una suerte de fusión de su estructura y elementos constituyentes con el resto de textos con los que se asocia y a los que acompaña; y, en cierto modo, sincroniza con ellos sus tiempos y esfuerzos de lectura y generación lingüística. Por otro lado, la naturaleza asociativa e hipertextual de la que ya gozaba, cuando menos conceptualmente, se ve reforzada desde un punto de vista técnico y, por así decirlo, fisiológico. Gracias a los elementos constituyentes del texto electrónico, su organización sistemática y la capacidad de procesamiento informático, se multiplica su potencial descriptivo y explicativo del lenguaje, se subraya su valor autorreferencial y a la vez combinatorio, sintagmático y paradigmático. Dicho de otro modo, cada elemento incorporado puede procesarse de forma unitaria y, al tiempo, resultar vinculado con otras unidades, categorías, conjuntos de datos o relaciones lógicas. Sin embargo, ¿no se está traduciendo también su «inmaterialidad» y ligereza en pérdida de peso o autoridad, derivada, en gran medida, de la (con)fusión con otras formas de lectura superficiales a las que nos hemos acostumbrado en el actual paradigma de consumo rápido de fragmentos de información con fecha inmediata de caducidad? ¿Se confunde su papel con el de otros instrumentos, como los traductores automáticos, de los que se diferencia en función y perspectiva? ¿Se olvida, de esta manera, que su valor principal o único no es el de ofrecer equivalentes (en el caso de los diccionarios bilingües), sino otros mecanismos de comprensión y uso lingüístico, como la ejemplificación, la descripción y relación de significados primarios y secundarios, la categorización, etc.? Es más, el final del acceso exclusivamente alfabético al diccionario no debería ocultar la pérdida de

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cualidades, intencionadas o derivadas, que todo cambio tecnológico trae consigo, como el contexto lexicográfico que proporciona la ordenación alfabética, que permite la consulta rápida de homógrafos, la comparación instantánea de la complejidad de los distintos artículos, entre otros. Evidentemente, el diccionario se ha transformado en su paso al mundo digital, pero ¿en qué sentido y con qué profundidad? ¿Con qué mecanismos ha contado tradicionalmente que le suponen una ventaja en su nueva configuración electrónica, y cuáles debe actualizar o incorporar para lograr el reto de no quedarse en la mera provisión de respuestas rápidas y superficiales y, por el contrario, ser capaz de seguir mejorando la comprensión y el uso de la lengua de la manera más integral que le sea posible? ¿Qué ha cambiado necesariamente en su naturaleza, su estructura y las funciones que puede desempeñar, y cómo reacciona a dichas transformaciones? ¿Cómo puede continuar respondiendo eficazmente a las nuevas formas de manejo y procesamiento del lenguaje electrónico, al bombardeo constante de posibilidades de información (también metalingüística), tratando de atraer la atención de quien, consciente o inconscientemente, presenta dudas o intereses lingüísticos más o menos concretos, y todo ello apelando a la riqueza significativa del léxico? Mecanismos (lexicográficos) de presentación de datos léxicos Uno de los aspectos que caracterizan la configuración del texto lexicográfico son los procesos de condensación textual. Se trata de operaciones lingüísticas mediante las cuales se transforman los textos que encuentran en lenguaje natural de contenido proposicional –por lo general ideales, no configurados aun textualmente, en los textos que encontramos hoy en día en los diccionarios actuales. En ellos, la mayoría de los componentes no se encuentra en lenguaje natural. Mediante estas operaciones –acortar, abreviar, omitir, dislocar, sustituir, enlazar, resumir y combinar– se configura la textualización característica de los diccionarios (Bustos y Wiegand, 2005-2006). La correcta y adecuada consecución de estas operaciones por parte del lexicógrafo posibilita la relectura, la interpretación de los datos encontrados por parte del usuario. Es decir, el usuario, de forma generalmente inconsciente, transforma los elementos que le proporciona su consulta en el diccionario, en textos en lenguaje natural; textos del tipo: la palabra xx es un verbo que significa en inglés xx. Así, en el artículo lexicográfico para gateway del Collins COBUILD English Language Dictionary (2006) encontramos, junto con las instrucciones sobre el significado expresadas en lenguaje natural («A gateway is...»), otros muchos componentes condensados. Encontramos indicaciones dislocadas a la derecha de lo que consideramos el cuerpo principal del artículo, numerosas abreviaciones y segmentos acortados, etc.

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Aún si los estudios sobre las formas actuales de acceso a información léxica muestran la necesidad de reconfigurar el concepto de diccionario, parece que los procedimientos de condensación textual lexicográfica continúan siendo adecuados para la representación de la información en los diccionarios ya que (1) se trata de procedimientos de condensación cada vez más usados en las formas actuales de comunicación y (2) conforman un modo de representación pseudoiconográfica análogo a otros métodos de comunicación muy generalizados hoy en día; por ello, parece demostrado que logran un elevado nivel de legibilidad. Los formatos característicos de los diccionarios (tipos de letra, fuentes, etc.) suponían una forma de diferenciar componentes de los artículos, pero también una forma de jerarquizar la información. Así por ejemplo, en la mayoría de los diccionarios generales españoles en papel se opta actualmente por presentar en cursiva la abreviatura referente a la categoría gramatical. Esta información suele no ser relevante en gran parte de las búsquedas, pero sí se considera conveniente para otras. La cursiva parece propiciar el «salto» visual (recordemos que la lectura del artículo lexicográfico no es lineal) a los tipos de datos que se buscan, de tal manera que algunos usuarios habituales no sabrían decir si el diccionario que consultan contiene o no esta información. Se hace necesario descubrir cuáles son las formas idóneas de jerarquización tipográfica en obras en nuevos formatos. La lexicografía actual, en su consideración del diccionario como herramienta –no (solo) como objeto cultural– establece como principio básico para el diseño de diccionarios la atención a la función que la obra debe cumplir. Se reconoce y distingue así entre usos pasivos del diccionario (decodificación de textos y traducción directa) y activos (codificación de textos y traducción inversa). Aun reconociendo que se trata de un aspecto que genera controversia, parece necesario retomar los principios metodológicos en los que se basa ya que puede arrojar luz sobre los procesos que estudiamos ahora (Torres del Rey, 2009: 33-36). El tipo de consulta vinculada a un texto existente es el que corresponde a la primera función — 242 —

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pasiva tradicional, es decir, la decodificación del texto. Esta es la consulta predominante y aquella que ha requerido menos adaptación formal del texto lexicográfico. Sin embargo, para la codificación de textos, pensado por ejemplo en diccionarios vinculados a procesadores de textos, las necesidades que el usuario debe cubrir son esencialmente distintas. Ello nos lleva de nuevo (a los lexicógrafos) a la necesidad de retomar el aspecto de la función con el objetivo de crear un programa informativo en cada diccionario que recoja información relevante y pertinente. El nuevo papel del diccionario. Consideraciones finales La forma de estructuración y organización de los datos que ya presentaban los diccionarios tradicionales ofrecía claras posibilidades de adaptación a nuevos formatos; de hecho, puede considerarse que los primeros diccionarios en formato electrónico no eran (más o menos, o aparentemente) sino la transposición electrónica a formas de acceso ya presentes en los formatos anteriores. Las necesidades de acceso a datos léxicos no han disminuido, por lo que estas obras siguen siendo necesarias. Así, precisamente por su sencilla adecuación, ha sido fácilmente aceptado (adoptado) en los nuevos formatos. Puede afirmarse en términos generales que gran parte de los usuarios se ha apropiado del formato tecnológico del diccionario, y que el índice de rechazo (a un volumen textual tradicionalmente incómodo y externo, como mencionábamos al principio) disminuye progresivamente, lo que facilita el (re)descubrimiento, la aceptación y asimilación por parte del usuario medio de los mecanismos de este tipo de obra. Incluso los nuevos soportes de datos léxicos (los diccionarios online) creados ya en los nuevos formatos siguen con asombrosa frecuencia las pautas lexicográficas clásicas. En esta línea, no podemos decir que se hayan producido por los nuevos soportes cambios transcendentales en la naturaleza de las obras lexicográficas. ¿Supone esta afirmación una ventaja? No, precisamente es un gran error, ya que se ignora que sí hay transformaciones en la naturaleza de las búsquedas y en las formas de acceso a la información de los usuarios. Y que el diccionario se integra, necesariamente, en estos nuevos hábitos y fórmulas de manejo textual. No tendría sentido tratar de imponer el concepto de diccionario como lo entendemos ahora, apelando a una (supuestamente) consolidada tradición, que habría demostrado su efectividad a lo largo de la historia. Fenómenos indisolublemente unidos al mundo digital y conectado de la actualidad, como las redes sociales, por ejemplo, permiten nuevas formas proactivas de creación de bases de datos léxicas, a las que el diccionario electrónico no puede ser ajeno, ya sea incorporando sus mecanismos, parte de su filosofía, o sus expectativas. De este modo, además, se reproduce y refuerza la

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conciencia de que el léxico es patrimonio común, y el usuario no solo es activo en su posición de lector, sino de creador y evaluador de contenidos. Como en otros tipos de textos, se tratará probablemente de romper la cadena tradicional de diseño y elaboración de diccionarios, o de reconfigurarla, teniendo en cuenta la nueva relación de los usuarios con su entorno tecnológico, con los textos digitales, y con las aplicaciones y gadgets que pueblan y enriquecen hoy en día los «márgenes» o «las márgenes» de sus objetos culturales y herramientas principales, de una manera cada vez menos externa y más interiorizada, personalizada. Además de los mecanismos de presentación de información lexicográfica que indicábamos anteriormente (condensación textual, formatos, apoyos visuales), y que se han visto respaldados por su más reciente generalización en el texto que escribimos y leemos cotidianamente, la obra lexicográfica puede actualizar su diseño de las vías de acceso añadiendo, a la necesidad de inmediatez (a menudo traducida en propuestas iniciales de tipo superficial), la capacidad de orientar al usuario sobre los diversos caminos que puede seguir para exteriorizar y colmar sus (semiconscientes) necesidades informativas, para lo cual se hace necesario aprovechar el inmenso potencial de profundización en cuanto a los datos incorporados y la categorización e interrelación de los mismos, y «domesticarlo». Igualmente, se le presenta al diccionario la posibilidad de dinamizar no solo la interacción con el usuario, y la aportación explícita de este al mismo (mediante la adición de nuevos significados, dudas, ejemplos, notas, etc.), sino de incorporar analíticamente sus patrones de uso de la obra, o, yendo más allá, la información textual implícita a aquel: así, por ejemplo, una búsqueda desencadenada por una palabra en un texto determinado podría verse enriquecida automáticamente por la consideración del co-texto en el que aparece, para desambiguar el significado o aportar información de registro o contextualización, algo a lo que también pueden contribuir los metadatos que se hayan incluido en el texto de origen. Lejos de haber perdido su papel como fuente utilitaria de información, y de relegarse a viejas estanterías alejadas del escritorio, el diccionario actual se reinstala en el engranaje que conforman las múltiples herramientas de comunicación. Llega así en su nueva naturaleza a un usuario que lo utiliza de forma quizá más inconsciente, pero cada vez (esperemos) más (a) propia(da). Bibliografía Bustos Plaza, Alberto; Wiegand, Herbert Ernst (2005-2006). «Condensación textual lexicográfica: esbozo de una concepción integral». Revista de Lexicografía. 12, pp. 7-46.

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Cobuild (2006). Collins Cobuild English Language Dictionary. 5ª edición. London and Glasgow: Collins. Fuentes Morán, María Teresa (1997). Gramática en la lexicografía bilingüe. Tübingen: Niemeyer. Lara Ramos, Luis Fernando (1997). Teoría del diccionario monolingüe. México D.F.: El Colegio de México. Pérez Hernández, Francisco Javier (2000). Diccionarios. Discursos etnográficos, universos léxicos. Propuestas teóricas para la comprensión cultural de los diccionarios. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello-Fundación CELARG. Rey, Alain (1988). Enciclopedias y diccionarios. México: Fondo de Cultura Económica. Santana López, Belén (2009). «Instrucciones de uso del diccionario bilingüe o cómo encontrar lo que no sé qué estoy buscando». En Investigaciones sobre lexicografía bilingüe. Fuentes Morán, Mª Teresa; Model, Benedikt A. (eds.) Granada: Tragacanto, pp. 159-188. Torres del Rey, Jesús (2009). «Diccionarios electrónicos bilingües: nuevas posibilidades de futuro». En Investigaciones sobre lexicografía bilingüe. Fuentes Morán, Mª Teresa; Model, Benedikt A. (eds.) Granada: Tragacanto, pp. 29-79. Wiegand, Herbert Ernst; Fuentes Morán, Mª Teresa (2009). Estructuras lexicográficas. Aspectos centrales de una teoría de la forma del diccionario. Granada: Tragacanto.

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