“Diario de una NO propuesta” “Diario de una NO propuesta”. Adolf Murillo i Ribes, con prólogo de Conxa Rovira y fotografías de Rafa Sanchis. 161 pàg. Autoeditado, 2013. Premiado en los XXXV premios Baldiri Reixac para Maestros i Profesores 2013 en la modalidad de ensayo pedagógico. Palabras y frases tan literarias, que casi rozan la liturgia mística de la advocación a Santo Pedagogo, como “permeabilidad y retorno…”, “todos los estudiantes poseen talento…”, “ocupabilidad”, “aprender y hacer” y “hacer aprender”, “aprender a aprender”…, “habilidades cognitivas y competencias transversales”, “elemento activo en el proceso…”, “evaluación continua, formativa y integradora” y eso nos conduce a pensar por qué una sumativa o no sumativa, y en los agentes implicados y en el tipo y manera de hacerla: evaluación, autoevaluación y coevaluación, y en los instrumentos (de evaluación) y contenidos y objetivos (antes además generales y específicos). Sin embargo la más filopedagogica de todas es el “…carácter fundamentalmente propedéutico” de las leyes educativas.
Si ojeamos los decretos de aplicación de las leyes educativas en el País Valenciano encontramos las mismas, somos poco originales o tal vez damos por bueno aquello que las mentes lúcidas de los Santos Pedagogos del gobierno central han escrito, elaborado y reafirmado con las pedagogías, psicopedagogías, filosofías y un largo canon de ciencias humanas y sociales, además últimamente mercantiles y económicas, no obstante, como el ensayo pedagógico “Diario de una No propuesta” del doctor Adolf Murillo está escrito y vivido dentro de una clase de música, aportaremos alguna nueva fórmula milagrosa como “interdisciplinariedad de la música…”, lo que nos lleva a pensar también en fórmulas como multidisciplinariedad y trabajo interdepartamental. Después tendríamos el cúmulo de competencias básicas —interconectadas— a las cuales la música parece ser afecta, ayuda, potencia…, principios metodológicos traídos de las metodologías más vanguardistas e innovadoras y, finalmente, un buen puñado de niveles de concreción del currículum. Un credo paralitúrgico por tal de ejercer unas clases aún muy tradicionales que explican, enseñan y dirigen al alumnado. Pero, es esta la gran complicación, ¿cómo concretar todas estas fórmulas, que llenan horas de reloj con una burocracia —papeleo— que por momentos parece que más bien ahoga la práctica docente en redactar programaciones, unidades, atenciones diversificadas, planes y proyectos anquilosados, que al final acaban por estrangular la propia vocación educativa y la búsqueda en la innovación y mejora del sistema educativo? La preocupación del profesorado tendría que ser, cómo hacer marchar una clase y cómo concretar todas las ideas que nos vienen dadas —por Real Decreto— con la idea de clase que un profesor capacitado, vocacional y preocupado por la formación integral de los individuos que tiene delante, una juventud, muchos de los cuales por cuestiones psicoevolutivas tienen mayoritariamente otros intereses, más allá de saber en qué Año del Señor tuvo lugar la primera obra dodecafónica o quienes eran las musas de Schubert. Ciertamente enseñar o educar no es como aglutinar el relleno de un pavo dentro de la mente de la juventud. Una manera de concretar y a su vez evaluar si se están haciendo las cosas bien y si esta concreción está siendo asumida por el alumnado, es el diario. La tarea cotidiana de tomar nota escrita de las faenas realizadas, su aceptación o no, de los avances, de los éxitos y los fracasos,… “Diario de una NO propuesta” es en esencia un diario de clase donde el profesor Adolf Murillo con “ejercicio de reflexión introspectiva y declarativa” entre su alumnado y el, nos muestra las tareas, su metodología, su evaluación, su concreción del currículo descrito des de la experiencia vivencial del aula. Un aula my concreta, heterogenia y diversa —como todas— y, sobre todo, por su nivel de naturalización en las explicaciones y la escritura humanizada, cosa que le otorga realismo y credibilidad. Un aula: la de música.
Murillo (NO) propone: acompañar, sugerir y mostrar, simplificando de alguna manera su metodología, desde la enseñanza artística, pero que bien estaría hacerla extensible a todas las materias curriculares, de ello dice al respecto “parece que los de «música» o en general los que nos dedicamos a la enseñanza artística tenemos licencia para experimentar, adaptar el currículo, y ser creativos. Como si el resto de áreas tuvieran un sentido extra de la responsabilidad justificada y amparada por el cumplimiento estricto del programa por encima de todas las cosas y como solución perfecta”. La gran peculiaridad, que lo diferencian de otros trabajos, manuales o propuestas que han usado el diario como eje vertebrador de los escritos, es que Adolf Murillo ha sabido aglutinar en los diversos capítulos que forman el libro dos vertientes. Por un lado la propia experiencia vivencial del aula con un lenguaje explicativo próximo, nada académico, por tanto real y humano (lejos de la divinidad ególatra del docente que sabe) de la vivencia de las situaciones del alumnado y del profesor, pero, por otro lado y con una buena continuidad de discurso, siguiendo el hilo ha ejemplificado la situación de la escuela, de la educación, critica y opina con una excelente bibliografía —de base— la situación por la que pasa la educación hoy, e indica cuales son los males que nos afectan cuando afirma que “nos enfrontamos sin duda a una época compleja y convulsa, desde una escuela a «medio gas» que busca a la desesperada encontrar cabida en el siglo XXI con unas formas del siglo XIX”. El diario, ensayo pedagógico y texto etnográfico, por aquella doble vertiente antedicha, toma como eje la práctica de la creatividad en el aula, justificada con frases como “el buen resultado final, solo es producto del trabajo riguroso y constante, en los trabajos creativos, no valen medias tintas”, e indica como “en general no tienen claro que la creatividad se puede potenciar y mejorar desde la faena. Tengo claro que la creatividad es la suma de la combinación de trabajo y flexibilidad mental”. “Diario de una (NO) propuesta”, deja claro su autor, no quiere ser dogma pedagógico para nadie (por eso el “no” en mayúsculas y entre paréntesis), sino más bien como decíamos, una plasmación de la reflexión docente, una crítica al sistema desde la justificación de las pedagogías del siglo XXI puestas en práctica, con fragmentos lúcidos, claros y preguntas dirigidas al lector que sugieren las ideas pedagógicas más actuales. Murillo, como todos los docentes que viven la realidad de las aulas, pero al mismo tiempo son seres humanos que viven la realidad social, la que nos está tocando vivir, lanza preguntas las respuestas de las cuales están respondidas dentro de este magnífico ensayo. Podría destacar un buen puñado pero, añadiré solamente una “¿cómo hemos de educar emprendedores y emprendedoras, si hacer visible el error les parece un insulto y no una oportunidad para volverlo a intentar? Toleran mucho mejor la repetición por repetición, que la repetición como oportunidad para mejorar”.
Acaba el texto con una buena idea: “en plena revolución tecnológica, la cabeza está hecha para pensar y no simplemente para recordar…” y este ensayo pasa por el “examen” de la práctica, pensar en crear, recrear, pensar en manipular, adaptar y rechazar aquella frases mágicas, palabras místicas… que introducen cada ley educativa, aquí Murillo les da significado, las llena de práctica, y las hace evidentes, acepta las útiles, y las que solo simbolizar retrogradación, incongruencia con la realidad social, y del aula, les rechaza. Sin duda, debería ser un texto de obligada lectura, análisis y profundo debate en los centros donde se formen profesionales de la educación y una saludable lectura para los padres con hijos alumnos, por tal que así se hagan una magnífica idea de la educación del futuro, presente ya en los sitios anhelados (educativamente). Un libro que pasa de las ideas a los hechos, indiscutiblemente imprescindible per su condición propedéutica (permítaseme la metáfora de la mística pedagógica).
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